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1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Nombre: 1000 Razones para no Enamorarse
Autor: ValenBuri :D
Adaptación: Nope*
Genero: Drama & Romance.
Advertencias: Bueno, no una advertencia, una aclaración. La nove es escrita por mi pero me baso (un poco) en el libro del mismo nombre de ULLRICH HORTENSE.
Autor: ValenBuri :D
Adaptación: Nope*
Genero: Drama & Romance.
Advertencias: Bueno, no una advertencia, una aclaración. La nove es escrita por mi pero me baso (un poco) en el libro del mismo nombre de ULLRICH HORTENSE.
Hola chicas. Este es el segundo tema de mi novela. Que ya tenía 75 páginas. Voy a subir todos los capítulos y al final el nuevo. Las quiero :)
1000 Razones para (No) Enamorarse
Introducción:
A sus 16 años Jane ve la vida de una manera bastante peculiar. Es una chica novata en el mundo del amor, y está teniendo unos pequeños problemas, la mayoría de ellos tienen una razón de ser…. Joseph. Su hermano mayor es un completo desastre, tiene tantas citas como días en un año. Jane está en medio de una relación un poco complicada, que no se sabe como va a terminar, mientras tanto sus padres deciden cambiar de papeles y la casa es un completo revuelo. Mientras Jane afronta los obstáculos que tiene el amor, descubre una vieja lista que contiene “1000 razones para no enamorarse” la cuál era una vieja apuesta con Joe. Ella debía escribir 1000 razones en contra del amor, y Joe, como todo un romántico empedernido, debía escribir 1000 razones a favor de aquel sentimiento, que para Jane, es algo estúpido. Lo que ella no sabe, es que cuando más intenta huir del amor, es cuando se ve envuelta en una peculiar situación…. Con el odioso de Nicholas.
Hola. Si quieres descargar la novela en word. CLICK AQUI. No se asusten si ven que son muchas páginas, al final se termina rápido, lo prometo :D
Última edición por ναℓєи❃ el Dom 10 Jun 2012, 2:29 pm, editado 3 veces
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Prologo
Joe
Sabado en la noche, fiesta de disfraces en casa de una desconocida.
Jane estaba mirando distraídamente todo el lugar, pero de pronto vio algo que le agradó y salió corriendo. Miré hacia donde sus ojos se posaban y allí había un castaño disfrazado de zorro, el mismo disfraz que supuestamente iba a usar mi cuñado. Jane le golpeó suavemente el hombro a manera de saludo y el chico se giró sorprendido, obviamente no reconoció a Jane. — ¡Mi amor! — gritó ella y se lanzó al chico de rulos castaños besándolo sorpresivamente. El chico abrió sus ojos como platos y se quedó estático. Oh—Oh ese no era nuestro zorro. Me reí de las ocurrencias de mi hermana.
Jane
— ¡Mi amor! — dije poniendo en marcha mi plan de “mas cariñosa”. Lo besé, él se quedó sorprendido, tanto que ni siquiera me respondió el beso, ignoré ese punto y envolví mis manos en su cuello profundizando el beso, pero de nuevo él no me respondió. Me separe un poco descolocada y ruborizada.
— ¿Pasa algo? — le pregunté. Pero los sorprendidos ojos que se posaron en mi no eran azules, sino cafés, oh no.
— Eso mismo te pregunto yo a ti ¿Qué fue…? — dijo el desconocido con algo de furia
— ¿No eres Matt? — pregunté cerrando los ojos y cubriendo mi cara completamente ruborizada con mis manos. No, no y no. ¡Que vergüenza!
— No, es obvio que no soy Matt. — Dijo esta vez divertido
— Perdón, perdón. ¡Que vergüenza! Pero mi novio me dijo que venia de zorro entonces cuando te vi pensé que eras Matt pero es obvio que no eres porque él tiene ojos azules y no tiene esos lunares en la cara y de verdad yo lo siento estoy muy avergonzada porque...
— Respira — me pidió el zorro — Ya, perdonada
— Gracias — dije sintiendo como el color rojo todavía no abandonaba mis mejillas
— De nada — dijo riendo, es más que obvio que estaba teniendo un momento de diversión por mí. Gire sobre mis talones dispuesta a abandonar aquel chico y tratar de olvidar la vergüenza que había acabado de pasar — ¡Espera! — Gritó el zorro obligándome a detenerme y a girarme con el rostro completamente abochornado todavía — Si no encuentras a tu zorro, siempre puedo ser un reemplazo — dijo con una sonrisa coqueta.
— ¿Pasa algo? — le pregunté. Pero los sorprendidos ojos que se posaron en mi no eran azules, sino cafés, oh no.
— Eso mismo te pregunto yo a ti ¿Qué fue…? — dijo el desconocido con algo de furia
— ¿No eres Matt? — pregunté cerrando los ojos y cubriendo mi cara completamente ruborizada con mis manos. No, no y no. ¡Que vergüenza!
— No, es obvio que no soy Matt. — Dijo esta vez divertido
— Perdón, perdón. ¡Que vergüenza! Pero mi novio me dijo que venia de zorro entonces cuando te vi pensé que eras Matt pero es obvio que no eres porque él tiene ojos azules y no tiene esos lunares en la cara y de verdad yo lo siento estoy muy avergonzada porque...
— Respira — me pidió el zorro — Ya, perdonada
— Gracias — dije sintiendo como el color rojo todavía no abandonaba mis mejillas
— De nada — dijo riendo, es más que obvio que estaba teniendo un momento de diversión por mí. Gire sobre mis talones dispuesta a abandonar aquel chico y tratar de olvidar la vergüenza que había acabado de pasar — ¡Espera! — Gritó el zorro obligándome a detenerme y a girarme con el rostro completamente abochornado todavía — Si no encuentras a tu zorro, siempre puedo ser un reemplazo — dijo con una sonrisa coqueta.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Hola, Valen (: Este tema no estará vacío, lo prometo.
Estoy segura que todas las chicas estarán clavadas aquí
esperando al nuevo capítulo c: Bueno, si necesitas ayuda para subir,
o algo, me lo dices, mi twitter es LoveRadiate_ y mi facebook es
¡ESTE! {Si por Abc motivo no aparece, me buscas por Barbara Rodriguez Candia y ya está e.e'}Por cierto, me llamo
Bárbara. ^^
Estoy segura que todas las chicas estarán clavadas aquí
esperando al nuevo capítulo c: Bueno, si necesitas ayuda para subir,
o algo, me lo dices, mi twitter es LoveRadiate_ y mi facebook es
¡ESTE! {Si por Abc motivo no aparece, me buscas por Barbara Rodriguez Candia y ya está e.e'}Por cierto, me llamo
Bárbara. ^^
ivashkova.
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
holaaaaa Barbara. Gracias :)~Madness. escribió:Hola, Valen (: Este tema no estará vacío, lo prometo.
Estoy segura que todas las chicas estarán clavadas aquí
esperando al nuevo capítulo c: Bueno, si necesitas ayuda para subir,
o algo, me lo dices, mi twitter es LoveRadiate_ y mi facebook es
¡ESTE! {Si por Abc motivo no aparece, me buscas por Barbara Rodriguez Candia y ya está e.e'}Por cierto, me llamo
Bárbara. ^^
Te seguire en Twitter :3
Gracias por pasarte, significa mucho para mi. Un beso. <3
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 1
"Jane descubre su pequeño error”
Viernes, 1 día para la fiesta.
— En serio no se que sucede — comenté desanimada a Liz, que comía unas papitas desesperada en busca de la figurita del paquete — ¡Liz! Generalmente cuando te estoy hablando y añado el suspiro de “enserio necesito alguien que me entienda” es porque necesito alguien que me entienda, y ese alguien, ¡Eres tu!
— vale, vale — dijo alzando las manos y mostrando sus palmas en señal de paz — Te escucho
— Pues buena hora de hacerlo, cuando he gastado 30 minutos de saliva
— ¿Te han dicho que eres muy desagradable? — preguntó acercándose a mi
— Ufff, esa es la principal tarea de Joe, percatarse de cualquier error de fabrica y echármelo en cara
— Si que tiene trabajo el pobre — la mire acusadora — ¿Que? — Le lancé un cojín — bueno, bueno, centrémonos ¿Qué sucede con Matt?
— Nada, no pasa nada. Ese es el problema. No pasa NADA de NADA
— Si, creo que ese punto lo dejaste muy claro
— Quiero decir que… no se me hace esa cosa rara en el estómago que se supone que se te hace cuando ves a tu novio caminar hacia ti, o no siento esas mariposas en el estómago cuando me besa y mucho menos me la paso pensando todo el día en él y en que está haciendo
— Tampoco garabateas su nombre en cada hoja miles de veces, ni… — alcé mi mano en un gesto de hacerla callar
— Gracia, eres una excelente mejor amiga, hasta ahora, no me había percatado de ese otro pequeño problemita
— De nada, para eso estoy — la mire asesinamente — bueno, ahora si pongámonos serias. ¿Por qué eso es un problema para ti?
— Porque, mi querida Liz, Matt es mi novio hace tres meses, y se supone que a esta etapa ya debería estar perdidamente enamorada del chico, pero lo único que he logrado con esta situación es cogerle aprecio… cariño…
— con el tiempo mejorará
—… De hermano
— Ohh… — abrió la boca para decir algo pero la cerró — Estoy en blanco
— ¿Qué?
— No tengo nada, mi cerebro parece emitir un código de “pi pi pi error”
— ¿Ah? ¿Estás tratándome de decir que la señorita sabelotodo, la que siempre tiene una respuesta para todo, se ha quedado sin nada que decir? — Liz se encogió de hombros
— simplemente creo que si no te gusta, no te gusta y ya. Además tu sabes que yo no tengo mucha experiencia en cuestión de romances y…
— Espera, espera. ¿Me estás intentando decir que no haga nada al respecto? ¿Qué me quede de brazos cruzados viendo como todo mi mundo se derrumba ante mí y no haga nada? Liz, creo que no has entendido la magnitud del problema ¡No siento nada por Matt! Y Matt ¡Es mi novio! ¡No siento nada por mi novio! ¡No me importa mucho cuando las chicas se le arriman por montones contoneando sus lánguidos cuerpos ni cuando habla muy animadamente con una amiga suya! ¡No estoy enamorada de mi novio! ¡Oh... Por dios! ¡No estoy enamorada de mi novio! ¡Es un problema de estado!
— Cálmate, cálmate. No vamos a llamar a la CIA por este pequeño error cerebral, respira
— ¡Es que no lo puedo creer! Matt es alto, guapo, tiene esos hermosos ojos verdes, cabello negro y rulado. ¡Es perfecto! ¡Pero no lo amo! ¡Me quiero morir!
— ¿Te quieres morir porque no estás enamorada? Wow, eso es un punto muy elevado a donde tu locura normal no había llegado antes.
—¿Joe está en su habitación? —preguntó de repente. La respuesta, sin embargo, era obvia, porque en la habitación contigua la música retumbaba de tal forma que el papel pintado de la pared de mi habitación se abombaba siguiendo el ritmo.
—Sí—afirmé con la cabeza, y entorné los ojos.
—Bien. Es que aún tiene mis apuntes de matemáticas. Quiero que me los devuelva.
— ¿Y qué hace él con tus apuntes?
—Me dijo que tenía que consultar una cosa —contestó Liz, haciendo un gesto vago con la mano.
Liz estaba a punto de levantarse cuando la puerta de mi habitación se abrió de golpe.
—Eh, hermanita—gritó Joe—. ¿Por qué no me explicas...? —Al ver a Liz, se interrumpió—. ¡Liz! —exclamó y enseguida puso su cara de James Bond. Era su nuevo truco—. ¡La más bella de todas las mujeres! ¡Pero qué deleite para mis ojos!
Hice el gesto típico de cuando me entran ganas de vomitar. Pero Joe no se alteró.
—De hecho, quería preguntarle a mi hermana, la sabelotodo, una cosa de mate.
Pero cuando te veo a ti, me olvido de cualquier problema de cálculo. ¿Te vienes a mi habitación? —dijo, coqueteando con Liz.
—Ahora mismo me disponía a ir para allá —respondió Liz, escueta—. Es que yo También tengo un pequeño problema de cálculo...
—Adelante, pregúntame cuanto quieras y a la hora que quieras —exclamó Joe con una sonrisa radiante.
— ¡Claro, mi hermano y las matemáticas: dos galaxias desconocidas salen al encuentro! —espeté.
—Joe, sólo quiero que me devuelvas mis apuntes. — le advirtió Liz
—Tus deseos son órdenes para mí —replicó él sin inmutarse.
— ¡Mis apuntes! — Joe sin embargo siguió mirándola coquetamente
A Joe no había quien le parase. Liz, bastante harta del tema, se apartó de él y se encaminó hacia la puerta:
—Entonces voy a cogerlos yo misma.
—Tienes razón. Vamos. Jane no soporta ver tanta felicidad y armonía. Le salen granos.
— ¡Fuera! —exclamé lanzándole un cojín a la cabeza.
Liz puso los ojos en blanco.
—Es insoportable, de verdad. Perdona amiga por no poder ayudarte, pero eso es todo lo que yo puedo hacer — después de que ambos salieran de mi habitación, ella se devolvió y me susurró — Deberías preguntarle a Joe
— ¡Ja! Si claro, es tan bueno en el amor como en las matemáticas — dije — Además no creo que el tonto me pueda ayudar
— Quien sabe — se encogió de hombros — ha tenido tantas citas que de pronto resuelve tu problema
Salió dejándome pensativa, preguntarle a Joe… no funcionaría en absoluto
Juré para mis adentros que jamás en la vida me comportaría como Joe, aunque estuviese enamorada. Llevaría el tema sin perder la cabeza y con dignidad. Reflexioné. ¿Lograría alguna vez enamorarme de verdad? ¿Era Matt el chico destinado a ganarse mi amor? O ¿Debería romper con él y buscar alguien con quien conectara?
La respuesta no podía esperar hasta el día siguiente. Pixi y Dixi, mis peces oráculo, tenían que ayudarme.
Hacía muchos años que tenía a Pixi y Dixi, y nuestro método de adivinación seguía un sistema ingenioso: yo les formulaba una pregunta y al mismo tiempo les daba de comer. Si comían, significaba «sí»; pero si no hacían caso a la comida, quería decir un «no» rotundo.
El «método de alimentación sí y no» era la forma más sencilla de profecía. Además terminaba en un santiamén. La desventaja era que sólo había dos respuestas: sí o no.
Fui al acuario, cogí un poco de comida para peces y lo eché en la pecera. La pregunta decisiva fue: "¿Lograré enamorarme de Matt?
Pero no había ni rastro de Pixi y Dixi. Di unos golpecitos con los nudillos en el cristal.
—¡Eh, dormilones! —exclamé—. ¡Que les he hecho una pregunta! — Pixi y Dixi, del susto, salieron a la superficie.
—Eh, ¿qué os pasa? ¡Aquí tenéis comida! —Metí el dedo en el agua y la removí un poco. Pixi y Dixi volvieron a desaparecer. Probablemente no era buen momento para consultarles. Ya lo intentaría de nuevo más tarde.
De pronto entra mi madre, Susan
— hija ¿Sabes dónde está Joe?
— Está en su cuarto, con Liz
— ¿Qué? — oh, no, no quería seguir con aquella conversación, sobre todo en el estado de mal pensamiento en el que se encontraba mi madre
— El le iba a devolver su cuaderno a Liz — le aclaré al ver su cara de “mal pensada”
— Oh... Gracias — y salió. Dios, mi familia era una completa locura. Gracias al cielo
Me quedé pensativa en mi habitación. Matt es mi novio, pero no lo amo. ¡Que dilema! Deberían de dar en el Instituto alguna clase sobre “Como enamorarse” porque de seguro muchas chicas la apreciarían, especialmente yo. Que el amor, es un arte que, hasta ahora, no he podido dominar.
— vale, vale — dijo alzando las manos y mostrando sus palmas en señal de paz — Te escucho
— Pues buena hora de hacerlo, cuando he gastado 30 minutos de saliva
— ¿Te han dicho que eres muy desagradable? — preguntó acercándose a mi
— Ufff, esa es la principal tarea de Joe, percatarse de cualquier error de fabrica y echármelo en cara
— Si que tiene trabajo el pobre — la mire acusadora — ¿Que? — Le lancé un cojín — bueno, bueno, centrémonos ¿Qué sucede con Matt?
— Nada, no pasa nada. Ese es el problema. No pasa NADA de NADA
— Si, creo que ese punto lo dejaste muy claro
— Quiero decir que… no se me hace esa cosa rara en el estómago que se supone que se te hace cuando ves a tu novio caminar hacia ti, o no siento esas mariposas en el estómago cuando me besa y mucho menos me la paso pensando todo el día en él y en que está haciendo
— Tampoco garabateas su nombre en cada hoja miles de veces, ni… — alcé mi mano en un gesto de hacerla callar
— Gracia, eres una excelente mejor amiga, hasta ahora, no me había percatado de ese otro pequeño problemita
— De nada, para eso estoy — la mire asesinamente — bueno, ahora si pongámonos serias. ¿Por qué eso es un problema para ti?
— Porque, mi querida Liz, Matt es mi novio hace tres meses, y se supone que a esta etapa ya debería estar perdidamente enamorada del chico, pero lo único que he logrado con esta situación es cogerle aprecio… cariño…
— con el tiempo mejorará
—… De hermano
— Ohh… — abrió la boca para decir algo pero la cerró — Estoy en blanco
— ¿Qué?
— No tengo nada, mi cerebro parece emitir un código de “pi pi pi error”
— ¿Ah? ¿Estás tratándome de decir que la señorita sabelotodo, la que siempre tiene una respuesta para todo, se ha quedado sin nada que decir? — Liz se encogió de hombros
— simplemente creo que si no te gusta, no te gusta y ya. Además tu sabes que yo no tengo mucha experiencia en cuestión de romances y…
— Espera, espera. ¿Me estás intentando decir que no haga nada al respecto? ¿Qué me quede de brazos cruzados viendo como todo mi mundo se derrumba ante mí y no haga nada? Liz, creo que no has entendido la magnitud del problema ¡No siento nada por Matt! Y Matt ¡Es mi novio! ¡No siento nada por mi novio! ¡No me importa mucho cuando las chicas se le arriman por montones contoneando sus lánguidos cuerpos ni cuando habla muy animadamente con una amiga suya! ¡No estoy enamorada de mi novio! ¡Oh... Por dios! ¡No estoy enamorada de mi novio! ¡Es un problema de estado!
— Cálmate, cálmate. No vamos a llamar a la CIA por este pequeño error cerebral, respira
— ¡Es que no lo puedo creer! Matt es alto, guapo, tiene esos hermosos ojos verdes, cabello negro y rulado. ¡Es perfecto! ¡Pero no lo amo! ¡Me quiero morir!
— ¿Te quieres morir porque no estás enamorada? Wow, eso es un punto muy elevado a donde tu locura normal no había llegado antes.
—¿Joe está en su habitación? —preguntó de repente. La respuesta, sin embargo, era obvia, porque en la habitación contigua la música retumbaba de tal forma que el papel pintado de la pared de mi habitación se abombaba siguiendo el ritmo.
—Sí—afirmé con la cabeza, y entorné los ojos.
—Bien. Es que aún tiene mis apuntes de matemáticas. Quiero que me los devuelva.
— ¿Y qué hace él con tus apuntes?
—Me dijo que tenía que consultar una cosa —contestó Liz, haciendo un gesto vago con la mano.
Liz estaba a punto de levantarse cuando la puerta de mi habitación se abrió de golpe.
—Eh, hermanita—gritó Joe—. ¿Por qué no me explicas...? —Al ver a Liz, se interrumpió—. ¡Liz! —exclamó y enseguida puso su cara de James Bond. Era su nuevo truco—. ¡La más bella de todas las mujeres! ¡Pero qué deleite para mis ojos!
Hice el gesto típico de cuando me entran ganas de vomitar. Pero Joe no se alteró.
—De hecho, quería preguntarle a mi hermana, la sabelotodo, una cosa de mate.
Pero cuando te veo a ti, me olvido de cualquier problema de cálculo. ¿Te vienes a mi habitación? —dijo, coqueteando con Liz.
—Ahora mismo me disponía a ir para allá —respondió Liz, escueta—. Es que yo También tengo un pequeño problema de cálculo...
—Adelante, pregúntame cuanto quieras y a la hora que quieras —exclamó Joe con una sonrisa radiante.
— ¡Claro, mi hermano y las matemáticas: dos galaxias desconocidas salen al encuentro! —espeté.
—Joe, sólo quiero que me devuelvas mis apuntes. — le advirtió Liz
—Tus deseos son órdenes para mí —replicó él sin inmutarse.
— ¡Mis apuntes! — Joe sin embargo siguió mirándola coquetamente
A Joe no había quien le parase. Liz, bastante harta del tema, se apartó de él y se encaminó hacia la puerta:
—Entonces voy a cogerlos yo misma.
—Tienes razón. Vamos. Jane no soporta ver tanta felicidad y armonía. Le salen granos.
— ¡Fuera! —exclamé lanzándole un cojín a la cabeza.
Liz puso los ojos en blanco.
—Es insoportable, de verdad. Perdona amiga por no poder ayudarte, pero eso es todo lo que yo puedo hacer — después de que ambos salieran de mi habitación, ella se devolvió y me susurró — Deberías preguntarle a Joe
— ¡Ja! Si claro, es tan bueno en el amor como en las matemáticas — dije — Además no creo que el tonto me pueda ayudar
— Quien sabe — se encogió de hombros — ha tenido tantas citas que de pronto resuelve tu problema
Salió dejándome pensativa, preguntarle a Joe… no funcionaría en absoluto
Juré para mis adentros que jamás en la vida me comportaría como Joe, aunque estuviese enamorada. Llevaría el tema sin perder la cabeza y con dignidad. Reflexioné. ¿Lograría alguna vez enamorarme de verdad? ¿Era Matt el chico destinado a ganarse mi amor? O ¿Debería romper con él y buscar alguien con quien conectara?
La respuesta no podía esperar hasta el día siguiente. Pixi y Dixi, mis peces oráculo, tenían que ayudarme.
Hacía muchos años que tenía a Pixi y Dixi, y nuestro método de adivinación seguía un sistema ingenioso: yo les formulaba una pregunta y al mismo tiempo les daba de comer. Si comían, significaba «sí»; pero si no hacían caso a la comida, quería decir un «no» rotundo.
El «método de alimentación sí y no» era la forma más sencilla de profecía. Además terminaba en un santiamén. La desventaja era que sólo había dos respuestas: sí o no.
Fui al acuario, cogí un poco de comida para peces y lo eché en la pecera. La pregunta decisiva fue: "¿Lograré enamorarme de Matt?
Pero no había ni rastro de Pixi y Dixi. Di unos golpecitos con los nudillos en el cristal.
—¡Eh, dormilones! —exclamé—. ¡Que les he hecho una pregunta! — Pixi y Dixi, del susto, salieron a la superficie.
—Eh, ¿qué os pasa? ¡Aquí tenéis comida! —Metí el dedo en el agua y la removí un poco. Pixi y Dixi volvieron a desaparecer. Probablemente no era buen momento para consultarles. Ya lo intentaría de nuevo más tarde.
De pronto entra mi madre, Susan
— hija ¿Sabes dónde está Joe?
— Está en su cuarto, con Liz
— ¿Qué? — oh, no, no quería seguir con aquella conversación, sobre todo en el estado de mal pensamiento en el que se encontraba mi madre
— El le iba a devolver su cuaderno a Liz — le aclaré al ver su cara de “mal pensada”
— Oh... Gracias — y salió. Dios, mi familia era una completa locura. Gracias al cielo
Me quedé pensativa en mi habitación. Matt es mi novio, pero no lo amo. ¡Que dilema! Deberían de dar en el Instituto alguna clase sobre “Como enamorarse” porque de seguro muchas chicas la apreciarían, especialmente yo. Que el amor, es un arte que, hasta ahora, no he podido dominar.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 2
"Joe recibe un regalo"”
— Así que, Liz, Ponte cómoda, en seguida traigo los libros — dije mientras iba hacia mi armario y me roseaba un poco de colonia — Creo que lo que necesito que me expliques es... — murmuré mientras rebuscaba en mi cajón su cuaderno, sólo se lo había pedido por entablar algún tipo de conversación, no lo necesitaba.
— Como digas Joe, pero yo sólo vengo por mi cuaderno
— Chicos... — murmuró mi madre asomando su cabeza por la puerta — ¿Qué hacen?
— Liz me ayuda en matemáticas — le aclaré para que no pensara lo que no es
— Liz cursa un año menos que tú, además perdió matemáticas
—Ah, sí, es verdad; yo la ayudo a ella —rectifiqué sin pérdida de tiempo. Mi madre rió.
—Qué bien. Pero tú también te tiraste mate. ¡¿Dos ciegos que se ayudan a ver?!
—Le dejé mis apuntes a Joe y quiero que me los devuelva —dijo Liz escuetamente. Vaya manera de abreviar.
—Joe, devuélvele los apuntes a Liz y ven; quiero que hagas algo —ordenó mi madre.
—Vaya, ¿y cuándo estudiaré matemáticas? — Intenté oponer resistencia. Mi madre esbozó una sonrisa.
— ¡Como si te sirviera de algo!
— ¿Qué quieres decir? ¿Acaso no confías en una parte de tus propias entrañas?
—Pues no, hace demasiado tiempo que te conozco. De todas maneras, no aprenderás nada, intentarás copiar de nuevo, perderás la materia otra vez y en las notas finales lo compensarás con un excelente en alemán. Venga, vamos. ordenó mi madre dirigiéndose hacia las escaleras.
Fui a buscar los apuntes de Liz, se los di y, moviendo la cabeza en señal de desaprobación, seguí a mi madre.
— ¡Me parece que tu concepto pedagógico no es muy adecuado, la verdad! —le recriminé.
—Tranquilo, no te preocupes. Lo tengo todo bajo control.
Me di por vencido y, desganado, bajé tras ella las escaleras. Entró en la sala de estar. En el sofá estaba Joe. Joe número dos, mi hermano pequeño. No es que a mis padres no se les ocurriera un nombre distinto. De hecho, mi hermano se llama Joaquin.
Pero es que a mi padre, un «Jonas» de nacimiento, está loco por la letra «J». Basta con saber los nombres que nos pusieron para darse cuenta de ello: ¡Jenny! ¡Joseph! ¡Joaquin! Nuestro padre se llama James, nuestra madre, Susane. Ella no sabía que iba a casarse con un Jonas al que le chifla la letra «J». Además, lucha en secreto contra esa obsesión de papá con la «J». Y ha protestado intentando cambiar algunos de nuestros nombres por apodos que no empiecen por «J». Pero claro, mi padre no se lo ha permitido. Y mi madre ha sobre atacado diciendo que si hay algún problema con que su nombre no empiece por «J». Esa estupidez ha sido motivo de discusiones. Así que cuando nació nuestro hermano pequeño y le pusieron el nombre de Joaquin, mi padre volvió a estar en paz con el mundo.
Ahora, Joaquin tiene cinco años y, tras poner mucho empeño, ha conseguido que todos le llamen Joe, como a mí. Le entiendo, porque lo cierto es que le sirvo de gran ejemplo. Así que desde hace un tiempo en nuestra familia hay un Joe «grande» y uno «pequeño».
—Tengo que hacer la compra —dijo mi madre señalando con la cabeza a mi hermano pequeño—. He conseguido capturarlo de nuevo y no me apetece tener que andar buscándole por todas partes otra vez. Así que te quedarás con él. Podéis jugar, ¡Entretenle con algo!
—Ningún problema —dije enseguida.
Es que es muy importante no contradecir nunca a mi madre. No lo soporta. Es mucha más fácil primero decir que sí y luego hacer lo que te dé la gana.
—Pero no pienses que puedes largarte en cuanto yo haya salido por la puerta — me advirtió. ¿Cómo consigue descubrirme siempre el juego tan rápido?
—Cuando vuelva quiero encontrarme a Joe en el mismo sitio. ¡¿Entendido?!
— ¡Claro que sí! —afirmé con la cabeza. Mi madre respiró hondo. No tuvo otra alternativa.
En ese momento sonó el teléfono, era Jimmy, nuestro vecino de doce años, a mi padre le agradaba y a mi también, yo era su ejemplo a seguir. Pero supongo que a mi padre le agradaba porque cumplía con su regla de nombres por la «J». Según mi madre Jimmy es más caótico que yo cuando tenía su edad.
— Hey, amigo ¿Qué haces? — pregunté
— Nada, me preguntaba si podría llevarte un regalo
— ¿Un regalo? Hmm claro, por supuesto que si — comenté pensativo ¿Qué se traería entre manos el chiquillo?
— bien, voy enseguida.
— Ok
Me fui a revisar al pequeño Joe, estaba todavía en la casa.
— Te he traído un perro — dijo Jimmy entrando por la puerta trasera. Mi estómago gruñó en aprobación
— ¡Fantástico! —contesté yo—. Otros se limitan a traerte una mísera tableta de chocolate.
De pronto un animal me saltó encima y me derribó. Yo yacía en el suelo panza arriba, y el perro no dejaba de lamerme la cara.
—Ya veo que os entendéis. Bueno, entonces hasta luego —dijo Jimmy, se dio la vuelta y se marchó.
—Eh, ¡espera! ¡Espera un momento! —grité. — Yo pensé que era un perro caliente —Me quité el perro de encima, me levanté de golpe y, tirando a Jimmy de la manga, pregunté: —Pero ¿esto qué es?
— ¿El qué?
— ¡Pues lo del perro!
— ¿Qué quieres que sea? Es un regalo para ti.
—Gracias, pero quizá convendría que me explicases alguna cosita más. ¿De quién es?
— ¡Tuyo! —Así no llegábamos a ninguna parte. Jimmy era más bien de naturaleza simple.
— ¿Y de quién era hace dos minutos?
—Mío.
— ¿Qué? ¿Desde cuándo tienes perro? — Jimmy miró el reloj.
—Desde hace exactamente una hora y media. — Con Jimmy había que tener paciencia y hacer las preguntas apropiadas.
—De acuerdo. ¿Y de dónde lo has sacado?
—Del refugio de animales.
— ¿Y por qué me lo traes a mí?
— Vives más cerca. No tenía ganas de recorrer otra vez todo ese camino. Además A mi madre no le gustan los perros.
— ¿¡Por qué no lo aclaraste antes de sacarlo del refugio de animales!?
—Quería probarlo. Le pregunté, ella dijo que no, pero pensé que cambiaría de opinión al ver a Frankenstein.
— ¿Frankenstein?
—Si, ¿no te parece un nombre cool para un perro? Se me ocurrió a mí solito. Bueno me voy — dijo y… se marchó
—! Jimmy ¡— grité — ¡Jimmy! ¡Demonios Jimmy!, ¡no puedes traerme un perro así sin más!
— Cuídalo — gritó — Ah, y… de nada. — Maldición, por culpa de mi loco vecino de doce años, ahora teníamos un perro, y yo no podía dejarlo por ahí tirado, oh no.
Frankenstein… a decir verdad, con ese nombre no tenía ninguna posibilidad de formar parte de nuestra familia de letra «J»
—Te llamaré Jake. — con que ahora teníamos un perro, genial, faltaba a ver que diría mamá. Sacudí la cabeza mientras entraba en casa. Un chico de 17 años se deja embaucar por uno de doce, increíble.
Cuando estaba en el portal del jardín, me acordé de Joe.
—Eh, Joe, ven un momento. Mira lo que tengo —le llamé esperanzado. No contestaba.
—Joe, tenemos un perro.— Nada. ¡Oh, no! Ya sabía lo que había pasado. Sin embargo, volví corriendo a la sala de estar para cerciorarme. Efectivamente, el sitio de Joe estaba vacío. La puerta de la terraza estaba abierta. ¡Maldito sea! Miré al perro.
— ¿Sabes dar con la pista? —le pregunté mientras le acercaba un guante de Joe a la nariz. Agarré la correa y arrastré al perro hacia fuera.
—Venga, vamos, ahora puedes demostrar que eres un héroe. Y así seguro que tendrás un sitio para dormir en esta casa. — La cosa no pintaba nada bien para mí. Sólo me quedaba confiar en que el perro entendiera la gravedad de la situación.
— Como digas Joe, pero yo sólo vengo por mi cuaderno
— Chicos... — murmuró mi madre asomando su cabeza por la puerta — ¿Qué hacen?
— Liz me ayuda en matemáticas — le aclaré para que no pensara lo que no es
— Liz cursa un año menos que tú, además perdió matemáticas
—Ah, sí, es verdad; yo la ayudo a ella —rectifiqué sin pérdida de tiempo. Mi madre rió.
—Qué bien. Pero tú también te tiraste mate. ¡¿Dos ciegos que se ayudan a ver?!
—Le dejé mis apuntes a Joe y quiero que me los devuelva —dijo Liz escuetamente. Vaya manera de abreviar.
—Joe, devuélvele los apuntes a Liz y ven; quiero que hagas algo —ordenó mi madre.
—Vaya, ¿y cuándo estudiaré matemáticas? — Intenté oponer resistencia. Mi madre esbozó una sonrisa.
— ¡Como si te sirviera de algo!
— ¿Qué quieres decir? ¿Acaso no confías en una parte de tus propias entrañas?
—Pues no, hace demasiado tiempo que te conozco. De todas maneras, no aprenderás nada, intentarás copiar de nuevo, perderás la materia otra vez y en las notas finales lo compensarás con un excelente en alemán. Venga, vamos. ordenó mi madre dirigiéndose hacia las escaleras.
Fui a buscar los apuntes de Liz, se los di y, moviendo la cabeza en señal de desaprobación, seguí a mi madre.
— ¡Me parece que tu concepto pedagógico no es muy adecuado, la verdad! —le recriminé.
—Tranquilo, no te preocupes. Lo tengo todo bajo control.
Me di por vencido y, desganado, bajé tras ella las escaleras. Entró en la sala de estar. En el sofá estaba Joe. Joe número dos, mi hermano pequeño. No es que a mis padres no se les ocurriera un nombre distinto. De hecho, mi hermano se llama Joaquin.
Pero es que a mi padre, un «Jonas» de nacimiento, está loco por la letra «J». Basta con saber los nombres que nos pusieron para darse cuenta de ello: ¡Jenny! ¡Joseph! ¡Joaquin! Nuestro padre se llama James, nuestra madre, Susane. Ella no sabía que iba a casarse con un Jonas al que le chifla la letra «J». Además, lucha en secreto contra esa obsesión de papá con la «J». Y ha protestado intentando cambiar algunos de nuestros nombres por apodos que no empiecen por «J». Pero claro, mi padre no se lo ha permitido. Y mi madre ha sobre atacado diciendo que si hay algún problema con que su nombre no empiece por «J». Esa estupidez ha sido motivo de discusiones. Así que cuando nació nuestro hermano pequeño y le pusieron el nombre de Joaquin, mi padre volvió a estar en paz con el mundo.
Ahora, Joaquin tiene cinco años y, tras poner mucho empeño, ha conseguido que todos le llamen Joe, como a mí. Le entiendo, porque lo cierto es que le sirvo de gran ejemplo. Así que desde hace un tiempo en nuestra familia hay un Joe «grande» y uno «pequeño».
—Tengo que hacer la compra —dijo mi madre señalando con la cabeza a mi hermano pequeño—. He conseguido capturarlo de nuevo y no me apetece tener que andar buscándole por todas partes otra vez. Así que te quedarás con él. Podéis jugar, ¡Entretenle con algo!
—Ningún problema —dije enseguida.
Es que es muy importante no contradecir nunca a mi madre. No lo soporta. Es mucha más fácil primero decir que sí y luego hacer lo que te dé la gana.
—Pero no pienses que puedes largarte en cuanto yo haya salido por la puerta — me advirtió. ¿Cómo consigue descubrirme siempre el juego tan rápido?
—Cuando vuelva quiero encontrarme a Joe en el mismo sitio. ¡¿Entendido?!
— ¡Claro que sí! —afirmé con la cabeza. Mi madre respiró hondo. No tuvo otra alternativa.
En ese momento sonó el teléfono, era Jimmy, nuestro vecino de doce años, a mi padre le agradaba y a mi también, yo era su ejemplo a seguir. Pero supongo que a mi padre le agradaba porque cumplía con su regla de nombres por la «J». Según mi madre Jimmy es más caótico que yo cuando tenía su edad.
— Hey, amigo ¿Qué haces? — pregunté
— Nada, me preguntaba si podría llevarte un regalo
— ¿Un regalo? Hmm claro, por supuesto que si — comenté pensativo ¿Qué se traería entre manos el chiquillo?
— bien, voy enseguida.
— Ok
Me fui a revisar al pequeño Joe, estaba todavía en la casa.
— Te he traído un perro — dijo Jimmy entrando por la puerta trasera. Mi estómago gruñó en aprobación
— ¡Fantástico! —contesté yo—. Otros se limitan a traerte una mísera tableta de chocolate.
De pronto un animal me saltó encima y me derribó. Yo yacía en el suelo panza arriba, y el perro no dejaba de lamerme la cara.
—Ya veo que os entendéis. Bueno, entonces hasta luego —dijo Jimmy, se dio la vuelta y se marchó.
—Eh, ¡espera! ¡Espera un momento! —grité. — Yo pensé que era un perro caliente —Me quité el perro de encima, me levanté de golpe y, tirando a Jimmy de la manga, pregunté: —Pero ¿esto qué es?
— ¿El qué?
— ¡Pues lo del perro!
— ¿Qué quieres que sea? Es un regalo para ti.
—Gracias, pero quizá convendría que me explicases alguna cosita más. ¿De quién es?
— ¡Tuyo! —Así no llegábamos a ninguna parte. Jimmy era más bien de naturaleza simple.
— ¿Y de quién era hace dos minutos?
—Mío.
— ¿Qué? ¿Desde cuándo tienes perro? — Jimmy miró el reloj.
—Desde hace exactamente una hora y media. — Con Jimmy había que tener paciencia y hacer las preguntas apropiadas.
—De acuerdo. ¿Y de dónde lo has sacado?
—Del refugio de animales.
— ¿Y por qué me lo traes a mí?
— Vives más cerca. No tenía ganas de recorrer otra vez todo ese camino. Además A mi madre no le gustan los perros.
— ¿¡Por qué no lo aclaraste antes de sacarlo del refugio de animales!?
—Quería probarlo. Le pregunté, ella dijo que no, pero pensé que cambiaría de opinión al ver a Frankenstein.
— ¿Frankenstein?
—Si, ¿no te parece un nombre cool para un perro? Se me ocurrió a mí solito. Bueno me voy — dijo y… se marchó
—! Jimmy ¡— grité — ¡Jimmy! ¡Demonios Jimmy!, ¡no puedes traerme un perro así sin más!
— Cuídalo — gritó — Ah, y… de nada. — Maldición, por culpa de mi loco vecino de doce años, ahora teníamos un perro, y yo no podía dejarlo por ahí tirado, oh no.
Frankenstein… a decir verdad, con ese nombre no tenía ninguna posibilidad de formar parte de nuestra familia de letra «J»
—Te llamaré Jake. — con que ahora teníamos un perro, genial, faltaba a ver que diría mamá. Sacudí la cabeza mientras entraba en casa. Un chico de 17 años se deja embaucar por uno de doce, increíble.
Cuando estaba en el portal del jardín, me acordé de Joe.
—Eh, Joe, ven un momento. Mira lo que tengo —le llamé esperanzado. No contestaba.
—Joe, tenemos un perro.— Nada. ¡Oh, no! Ya sabía lo que había pasado. Sin embargo, volví corriendo a la sala de estar para cerciorarme. Efectivamente, el sitio de Joe estaba vacío. La puerta de la terraza estaba abierta. ¡Maldito sea! Miré al perro.
— ¿Sabes dar con la pista? —le pregunté mientras le acercaba un guante de Joe a la nariz. Agarré la correa y arrastré al perro hacia fuera.
—Venga, vamos, ahora puedes demostrar que eres un héroe. Y así seguro que tendrás un sitio para dormir en esta casa. — La cosa no pintaba nada bien para mí. Sólo me quedaba confiar en que el perro entendiera la gravedad de la situación.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 3
"Jane es atacada por un mounstruo"”
— ¡Joseph! ¡Jenny! —gritaba mi madre por toda la casa. Cuando está furiosa, nos llama por el nombre completo.
Estaba abajo, en el vestíbulo, con el pequeño Joe cogido de la mano y trinaba de ira.
— ¿Dónde está tu hermano? — Mi madre tenía agarrada de la mano al hermano soñador, así que concluí que preguntaba por el caótico. Bajé las escaleras.
—Ni idea. ¿Ha hecho algo malo? —pregunté.
—Efectivamente: infracción del deber de vigilancia. Tenía que cuidar de Joe mientras yo hacia la compra. Al regresar vi al pequeño subido en el manzano de los Carter.
— ¿Qué hacías subido en el manzano? —pregunté dirigiéndome a mi hermano pequeño.
—Mirar.
—¿Cómo? ¿Mirar? ¿Mirar qué?
—Sólo mirar. Alrededor.
—Pero también lo puedes hacer desde abajo. No hace falta que subas a un árbol.
Joe se quedó mirando a mi madre con aire interrogante.
—Jane tiene razón. Para mirar no hace falta subir a un árbol.
Joe estaba indignado con tanta falta de comprensión:
—Claro que tengo que subir a un árbol si quiero mirar desde arriba.— Mi madre reflexionó brevemente y luego afirmó.
—Es verdad. — Entonces se agachó y cogió su cara con ambas manos.
—Joe, ¿cuántas veces te he dicho que no debes escaparte?
—No me escapo. Sólo hago mis cosas. — Mi madre movió la cabeza pacientemente.
—De acuerdo. Pero nosotros nos preocupamos si no sabemos dónde estás.
—Pero yo siempre vuelvo.
—Sí, pero nunca por tus propios pies. Siempre tenemos que buscarte. Nunca has vuelto solito a casa.
—Es que nunca he podido terminar mis cosas. Cuando hubiese terminado habría vuelto. — Mi madre dejo escapar un suspiro y, con persistencia tenaz, volvió a explicarle al pequeño Joe que no puede marcharse de casa sin más, simplemente porque se le haya ocurrido algo.
—Ven conmigo a la cocina, vamos a hacer la cena. Papá vendrá muy pronto —le
Dijo y, mirándome a mí, añadió—: ¿Y Liz aún está aquí?
—No.
— ¿Me ayudas?
Antes de poder contestar, se oyó un gran estruendo procedente de la puerta de la casa. Luego oí a Joseph soltando algunas maldiciones. Mi madre aguzó los oídos y, con aire belicoso, se colocó frente a la puerta.
No quería esperar más para saber el problema que se le iba a formar a mi hermano, y abrí la puerta de golpe. Habría sido mejor dejarla cerrada, porque un monstruo enorme me saltó encima y me tiró al suelo. Mi madre se puso a gritar y agarró al pequeño Joe con aire protector. El monstruo saltó por encima de mí mientras yo soltaba un grito y, a continuación, Joe aterrizó sobre mí. El Joe grande que pesaba unos cuantos kilos más que yo.
— ¡Que no cunda el pánico! Lo tengo todo bajo control —le gritó desde la vertical a mi madre.
Una vez Joe se hubo recuperado y levantando, pude ver lo que había pasado: el gran imbécil colgaba de la correa de un perro enorme. Mi madre lo había agarrado por el collar y había conseguido detenerlo. Joe esbozó una sonrisa.
—Eh, a relajarse todo el mundo. Lo tengo todo bajo control. ¡Habladurías! Huí escaleras arriba y, desde la seguridad de la distancias, grité:
— ¡Un perro!
—Gracias por la aclaración, Jane. Creíamos que se trataba de un conejillo de Indias.
— ¡Joseph! —le gritó mi madre furiosa—. ¿Qué se le ha perdido por aquí a este perro?
—Pero ¿qué te crees? ¿Qué a mí me divierte buscar un perro rastreador y recorrer toda la zona en busca de mi hermano pequeño?
—No era eso lo que te había pedido. No deberías haberle perdido de vista. Deberías haber evitado que se escapara para que no tuviésemos que volver a salir a buscarlo.
—¡Pero si es lo que hice! —respondió Joe por costumbre. Entonces se dio cuenta de estaba más bien equivocado: los hechos contaban una historia diferente. «Bueno, lo intenté —rectificó—. Pero ya sabes cómo es. Le das la espalda sólo un minuto, y ya no está. Mi madre dejó escapar un suspiro.
—De acuerdo. Ahora no estoy para sermones, Quita el perro de en medio.
— Solo tengo que devolvérselo a Jimmy — dijo naturalmente mientras se encaminaba hacia la salida
— Los Carter se han ido de casa una semana
— ¿Qué? — preguntó Joe y pude notar como sus ojos se salían de órbita
— Si, me lo dijo Wein esta mañana — Joe vaciló durante un instante y, finalmente, con tanta naturalidad que pudo dijo:
—Entonces El perro es nuestro.
— ¿Qué? No es nuestro perro. Hace dos horas que me fui de casa y no teníamos Perro.
—Las cosas suceden muy rápido. Ahora sí que tenemos uno.
—¡No! ¡Te equivocas! —exclamó mi madre.
—Yo no quiero un perro —dije yo.
—Pero yo sí —dijo mi hermano pequeño. Se acercó al animal y, abrazándolo, añadió—: Le llamare Puschel.
—Pero se llama Jake —puntualizó Joseph.
— ¡Para, para, para! —Gritó mi madre—. ¡De eso nada!
—De acuerdo —dijo Joseph en un tono conciliador—. Mamá, si Jake no te gusta, puedes elegir otro nombre.
—No quiero ningún perro en casa. Ni Jake, ni Puschel. ¡Con vosotros ya tengo suficiente!
Joe puso cara de ofendido.
— Fue Jimmy, vino y lo trajo y no me dio tiempo de devolvérselo
— Ah, si. Y tu te dejas embaucar por un niño de doce años
—Ya no sé qué pensar: me preocupo, me esfuerzo, consigo un perro para que mi hermano pequeño tenga alguien con quien jugar y ¿qué ocurre? Ingratitud, reproches…
— ¡Para el carro, Joseph! Si queremos un perro doméstico en nuestra familia, primero hay que hablarlo No puedes traer un perro sin más y esperar que salte de alegría. Su mirada cayó sobre el pequeño Joe, que no dejaba de acariciar y besar al perro. —Aunque lo hayas hecho con la mejor intención del mundo —agregó.
—Pero yo sí que quiero un perro —dijo de nuevo mi hermano pequeño.
Mi madre le lanzó una mirada furiosa a Joseph y dijo:
—Ya hablaremos más tarde.
A continuación se marchó a la cocina: afortunadamente se había olvidado de quela tenía que ayudar, así que desaparecí rápidamente en mi habitación.
Escuche unos golpecitos en mi ventana, caminé apresuradamente y la abrí. Vi unos hermosos ojos verdes entrar en mi habitación
— Hola nena — dijo Matt besándome
— Hola — dije simplemente — ¿Qué haces aquí? — pregunté
— Venia a hacerte una invitación — dijo sentándose en mi cama y acomodándome en su regazo
— ¿Si? Dime
— ¿Quieres ir a una fiesta conmigo?
— Si, claro ¿Cuándo?
— Mañana, es la fiesta de una amiga, es de disfraces y puedo llevar una acompañante, así que pensé en mi hermosa novia — dijo y yo me sonroje, puede que no estuviera enamorada de él, pero si que me agradaban sus cumplidos
— Claro — dije dándole un fugaz beso en los labios — pero ¿Qué debo ponerme? ¿De que te vas a disfrazar tú?
— No lo se, puede que de el zorro
— Genial, entonces yo seré la princesa
— Estupendo — me besó — Vengo por ti mañana a las 8
— No, yo iré sola, puedes darme la dirección
— No, no deberías ir sola en la noche, le diré a Joe que puede ir y de paso te lleve, se emocionará mucho ante la idea de ir a una fiesta
— Ugh, ¿En serio vas a invitar a Joe?
— Si, es un buen amigo
— Pues no un buen hermano. ¿Sabes que trajo hoy un perro que parece vaca a casa y ni siquiera sabe de donde lo sacó? — Ambos nos reímos
— Está loco — comentó Matt — Nos vemos en la fiesta preciosa — murmuró besándome de nuevo. El beso se tornó un poco más apasionado, nuestras lenguas batallaban en mi boca y poco a poco él me iba acostando en la cama. De pronto oí acercarse el coche de mi padre. Nos separamos demasiado acalorados como para decir algo. Matt se fue dejándome muy desconcertada, había sido un beso ardiente, pero aún así no me había dejado muy descolocada.
Estaba abajo, en el vestíbulo, con el pequeño Joe cogido de la mano y trinaba de ira.
— ¿Dónde está tu hermano? — Mi madre tenía agarrada de la mano al hermano soñador, así que concluí que preguntaba por el caótico. Bajé las escaleras.
—Ni idea. ¿Ha hecho algo malo? —pregunté.
—Efectivamente: infracción del deber de vigilancia. Tenía que cuidar de Joe mientras yo hacia la compra. Al regresar vi al pequeño subido en el manzano de los Carter.
— ¿Qué hacías subido en el manzano? —pregunté dirigiéndome a mi hermano pequeño.
—Mirar.
—¿Cómo? ¿Mirar? ¿Mirar qué?
—Sólo mirar. Alrededor.
—Pero también lo puedes hacer desde abajo. No hace falta que subas a un árbol.
Joe se quedó mirando a mi madre con aire interrogante.
—Jane tiene razón. Para mirar no hace falta subir a un árbol.
Joe estaba indignado con tanta falta de comprensión:
—Claro que tengo que subir a un árbol si quiero mirar desde arriba.— Mi madre reflexionó brevemente y luego afirmó.
—Es verdad. — Entonces se agachó y cogió su cara con ambas manos.
—Joe, ¿cuántas veces te he dicho que no debes escaparte?
—No me escapo. Sólo hago mis cosas. — Mi madre movió la cabeza pacientemente.
—De acuerdo. Pero nosotros nos preocupamos si no sabemos dónde estás.
—Pero yo siempre vuelvo.
—Sí, pero nunca por tus propios pies. Siempre tenemos que buscarte. Nunca has vuelto solito a casa.
—Es que nunca he podido terminar mis cosas. Cuando hubiese terminado habría vuelto. — Mi madre dejo escapar un suspiro y, con persistencia tenaz, volvió a explicarle al pequeño Joe que no puede marcharse de casa sin más, simplemente porque se le haya ocurrido algo.
—Ven conmigo a la cocina, vamos a hacer la cena. Papá vendrá muy pronto —le
Dijo y, mirándome a mí, añadió—: ¿Y Liz aún está aquí?
—No.
— ¿Me ayudas?
Antes de poder contestar, se oyó un gran estruendo procedente de la puerta de la casa. Luego oí a Joseph soltando algunas maldiciones. Mi madre aguzó los oídos y, con aire belicoso, se colocó frente a la puerta.
No quería esperar más para saber el problema que se le iba a formar a mi hermano, y abrí la puerta de golpe. Habría sido mejor dejarla cerrada, porque un monstruo enorme me saltó encima y me tiró al suelo. Mi madre se puso a gritar y agarró al pequeño Joe con aire protector. El monstruo saltó por encima de mí mientras yo soltaba un grito y, a continuación, Joe aterrizó sobre mí. El Joe grande que pesaba unos cuantos kilos más que yo.
— ¡Que no cunda el pánico! Lo tengo todo bajo control —le gritó desde la vertical a mi madre.
Una vez Joe se hubo recuperado y levantando, pude ver lo que había pasado: el gran imbécil colgaba de la correa de un perro enorme. Mi madre lo había agarrado por el collar y había conseguido detenerlo. Joe esbozó una sonrisa.
—Eh, a relajarse todo el mundo. Lo tengo todo bajo control. ¡Habladurías! Huí escaleras arriba y, desde la seguridad de la distancias, grité:
— ¡Un perro!
—Gracias por la aclaración, Jane. Creíamos que se trataba de un conejillo de Indias.
— ¡Joseph! —le gritó mi madre furiosa—. ¿Qué se le ha perdido por aquí a este perro?
—Pero ¿qué te crees? ¿Qué a mí me divierte buscar un perro rastreador y recorrer toda la zona en busca de mi hermano pequeño?
—No era eso lo que te había pedido. No deberías haberle perdido de vista. Deberías haber evitado que se escapara para que no tuviésemos que volver a salir a buscarlo.
—¡Pero si es lo que hice! —respondió Joe por costumbre. Entonces se dio cuenta de estaba más bien equivocado: los hechos contaban una historia diferente. «Bueno, lo intenté —rectificó—. Pero ya sabes cómo es. Le das la espalda sólo un minuto, y ya no está. Mi madre dejó escapar un suspiro.
—De acuerdo. Ahora no estoy para sermones, Quita el perro de en medio.
— Solo tengo que devolvérselo a Jimmy — dijo naturalmente mientras se encaminaba hacia la salida
— Los Carter se han ido de casa una semana
— ¿Qué? — preguntó Joe y pude notar como sus ojos se salían de órbita
— Si, me lo dijo Wein esta mañana — Joe vaciló durante un instante y, finalmente, con tanta naturalidad que pudo dijo:
—Entonces El perro es nuestro.
— ¿Qué? No es nuestro perro. Hace dos horas que me fui de casa y no teníamos Perro.
—Las cosas suceden muy rápido. Ahora sí que tenemos uno.
—¡No! ¡Te equivocas! —exclamó mi madre.
—Yo no quiero un perro —dije yo.
—Pero yo sí —dijo mi hermano pequeño. Se acercó al animal y, abrazándolo, añadió—: Le llamare Puschel.
—Pero se llama Jake —puntualizó Joseph.
— ¡Para, para, para! —Gritó mi madre—. ¡De eso nada!
—De acuerdo —dijo Joseph en un tono conciliador—. Mamá, si Jake no te gusta, puedes elegir otro nombre.
—No quiero ningún perro en casa. Ni Jake, ni Puschel. ¡Con vosotros ya tengo suficiente!
Joe puso cara de ofendido.
— Fue Jimmy, vino y lo trajo y no me dio tiempo de devolvérselo
— Ah, si. Y tu te dejas embaucar por un niño de doce años
—Ya no sé qué pensar: me preocupo, me esfuerzo, consigo un perro para que mi hermano pequeño tenga alguien con quien jugar y ¿qué ocurre? Ingratitud, reproches…
— ¡Para el carro, Joseph! Si queremos un perro doméstico en nuestra familia, primero hay que hablarlo No puedes traer un perro sin más y esperar que salte de alegría. Su mirada cayó sobre el pequeño Joe, que no dejaba de acariciar y besar al perro. —Aunque lo hayas hecho con la mejor intención del mundo —agregó.
—Pero yo sí que quiero un perro —dijo de nuevo mi hermano pequeño.
Mi madre le lanzó una mirada furiosa a Joseph y dijo:
—Ya hablaremos más tarde.
A continuación se marchó a la cocina: afortunadamente se había olvidado de quela tenía que ayudar, así que desaparecí rápidamente en mi habitación.
Escuche unos golpecitos en mi ventana, caminé apresuradamente y la abrí. Vi unos hermosos ojos verdes entrar en mi habitación
— Hola nena — dijo Matt besándome
— Hola — dije simplemente — ¿Qué haces aquí? — pregunté
— Venia a hacerte una invitación — dijo sentándose en mi cama y acomodándome en su regazo
— ¿Si? Dime
— ¿Quieres ir a una fiesta conmigo?
— Si, claro ¿Cuándo?
— Mañana, es la fiesta de una amiga, es de disfraces y puedo llevar una acompañante, así que pensé en mi hermosa novia — dijo y yo me sonroje, puede que no estuviera enamorada de él, pero si que me agradaban sus cumplidos
— Claro — dije dándole un fugaz beso en los labios — pero ¿Qué debo ponerme? ¿De que te vas a disfrazar tú?
— No lo se, puede que de el zorro
— Genial, entonces yo seré la princesa
— Estupendo — me besó — Vengo por ti mañana a las 8
— No, yo iré sola, puedes darme la dirección
— No, no deberías ir sola en la noche, le diré a Joe que puede ir y de paso te lleve, se emocionará mucho ante la idea de ir a una fiesta
— Ugh, ¿En serio vas a invitar a Joe?
— Si, es un buen amigo
— Pues no un buen hermano. ¿Sabes que trajo hoy un perro que parece vaca a casa y ni siquiera sabe de donde lo sacó? — Ambos nos reímos
— Está loco — comentó Matt — Nos vemos en la fiesta preciosa — murmuró besándome de nuevo. El beso se tornó un poco más apasionado, nuestras lenguas batallaban en mi boca y poco a poco él me iba acostando en la cama. De pronto oí acercarse el coche de mi padre. Nos separamos demasiado acalorados como para decir algo. Matt se fue dejándome muy desconcertada, había sido un beso ardiente, pero aún así no me había dejado muy descolocada.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 4
"Joe esta en problemas"
Al parecer, mi madre había condenado a mi padre a que me pidiera cuentas. Pero ése no fue el problema. Como cada noche, volvió muy cansado del despacho. En esos casos ni siquiera escuchaba, sólo quería estar en paz.
Me llamó a la sala de estar, se sentó en el sofá y se quedó mirándome sin pronunciar palabra. Primero pensé que estaba de mala uva, pero luego me di cuenta de que simplemente estaba pensando con intensidad.
— ¿Qué es lo que quería de ti? —murmuró. Mi padre me cae bien y por eso le ayudé. Además, quería acabar con la conversación lo antes posible. De hecho, sólo la mantuvimos por amor a su mujer.
—Se trata del perro.
—Ah, claro —dijo, radiante—. Bueno, ¿y de dónde sacaste este perro?
—Lo trajo Jimmy, no me dio tiempo a devolvérselo —le expliqué — Pero no está, se fue una semana con su familia
— ¿De donde lo sacó ese pequeño demonio?
— De un refugio de animales, y si tuviera la más mínima o remota idea de dónde diablos queda, iría, pero por el momento no lo podemos tirar a la calle
— si, eso sería un poco inhumano
—Además no le pagué ni un céntimo —añadí consciente de que eso le iba a gustar. Estaba impresionado de verdad.
—Y ten en cuenta su tamaño. Para ser gratis, es mucho perro —proseguí—. Además a mini Joe le agrada, con el perro pegado como una lapa a Joe, apenas si lo perderemos de vista
—Sí, creo que tienes razón
— Esa es una de las ventajas que traería Jake
— ¿Jake? —repitió mi padre. ¡Bingo!
—Por supuesto: ¡Jake! ¿O acaso crees que aceptaría como regalo un perro cuyo nombre no comenzase por «J»?— Mi padre estaba radiante ante tanto sentido de familia. El perro se quedaba.
Mientras tanto, mi madre ya había acostado a Joe y, tras entrar en la sala, se sentó cómodamente en el gran sillón.
— ¿Y bien? ¿Le has dejado claro que el perro tiene que marcharse? —le preguntó a mi padre.
—¿Jake?
—Deja de llamarle Jake como si ya perteneciera a la familia —le regañó.
— ¡Ah! ¿Y por qué no podemos tener un perro?
— ¡Por la simple razón de que será demasiado trabajo para mí!
—Pero escucha, un perro tampoco es tanto trabajo. De todas formas estás todo el día en casa y sólo tienes que ocuparte del hogar y del pequeño Joe. ¡Los mayores ya no son una carga! ¡Hay muchas cosas que ya se resuelven solas!
Cobré nuevas esperanzas. Siempre abortaba este tema, tenía buenas posibilidades de librarme pronto. Me levanté para esfumarme lo más discretamente posible, pero antes de llegar a la puerta, le oí decir:
—Ya me gustaría a mí tener una vida como la tuya. Te la cambiaría enseguida: quedarme en casa a cuidar del hogar y de los hijos en lugar de tener que afanarme día tras día en el despacho y aguantar a empleados pesados y clientes malhumorados.
— ¿Cómo dices? —resopló con ira mi madre, a punto de perder el control. ¡Ahora me cautivaba el asunto! Me detuve.
— ¡Pues es verdad! —Añadió mi padre—. Puedes disponer de tu tiempo con toda libertad. Si hoy no te apetece lavar o recoger, entonces lo haces mañana. Eres tu propio jefe.
—No soy mi jefe en absoluto, ¡soy la esclava de la familia!
—Avísame en cuanto quieras cambiar —dijo mi padre. Oh No. Un error. Un error mega grande. De repente, mi madre se volvió poco a poco, se levantó, se colocó delante de mi padre y, en un tono frío y tranquilo, dijo: —De acuerdo, como quieras, querido. Vamos a cambiar. Tú te ocupas de la casa y de los hijos, y yo voy al despacho. — Mi padre no entendía la gravedad de la situación.
— ¡Cómo si fuera tan sencillo! Sería el primero que lo aceptaría con entusiasmo, créeme.
— ¡Bueno! —dijo mi madre en un tono todavía más glacial—. No es muy difícil: a partir de mañana me voy al despacho.
Esbocé una sonrisa, No era tan descabellado como quizá podía parecer, porque mis padres tienen un estudio de arquitectura en el que mi madre ya trabajaba de vez en cuando. En las cuestiones importantes, como por ejemplo los proyectos, mi madre era tan competente como mi padre. Él hablaba con los clientes, visitaba las obras, daba instrucciones a los operativos y mantenía ocupados a la secretaria y a los delineantes. Y eso de mantener ocupada a la gente. Nadie mejor que yo para saberlo.
—Eh, bueno, eh… todo esto suena muy bien, pero no te creas que es tan fácil. — Al parecer, mi padre tenía un mal presentimiento.
—Deja que lo intente —insistió mi madre—. Tendrás mi vida bonita. ¡Y yo la tuya tan pesada!— Mi padre no quería tirar la toalla tan fácilmente.
—Pero ¡no podemos cambiar los papeles tan fácilmente, sin más ni más!
— ¿Por qué no? Es nuestro estudio. ¡Podemos hacer lo que nos dé la gana!
—No estoy tan seguro —murmuró mi padre.— A mi madre no había quién la parara.
—Pongámoslo en manos de la suerte. Yo me ocuparé del negocio, y tú, de la casa. Y cuando estés hasta las narices de la casa y de los hijos y supliques de rodillas que Quieres volver al despacho, entonces volvemos a cambiar.
— ¡Puf! —Soltó mi padre con las últimas fuerzas—. Suplicar de rodillas…— Entonces se desplomó.
—Bueno, ¡en tal caso, ya está decidido! —dijo mi madre en tono triunfal. Estaba de Tan buen humor que daba miedo. Le esbocé una sonrisa a mi padre.
—Ahora que vas a ser la señora Jonas, ¿quieres que te llamemos mamá? ¿O te gusta más mami o mamita?
— ¡Fuera! —gruñó mi padre. Mi madre llevaba un rato señalándome la puerta con el dedo estirado y con cara de enfado.
— ¿De verdad lo haréis? ¿Intercambiaréis papeles?
— ¡Fuera! —me bufó también mi madre. No era buena señal.
Me subí a mi habitación. De repente mi celular comienza a sonar en mi pantalón. Pone <<Matt>> en la pantalla
— ¿Si? — pregunté extrañado de que el novio de mi hermana me llamara
— ¿Qué tal Joe?
— Bien, bien ¿Y tu?
— Genial, mira, te llamaba para invitarte a una fiesta — Woha, al fin algo bueno en medio de todo el caos
— Claro, ya sabes como soy, mi segundo nombre es fiesta y si me llamas para invitarme te diré que ya estoy contratado— — Mi cuñado rió
— Eres muy gracioso Joe, bueno, el caso es que la fiesta es de disfraces y...
— Woha, ¿De disfraces? ¿No es algo muy gay?
— Para nada, va a ser una fiesta estupenda, yo me voy a disfrazar de el zorro — comentó — y tú hermana de princesa
— Espera... ¿Jane va a ir?
— Si, claro, es mi novia ¿Cómo no la voy a invitar?
— Si... — murmuré con poca emoción — ¿Puedo llevar alguna chica?
— Claro… ah y también tienes que llevar a Jane, no ha aceptado que yo la lleve. Bueno, la fiesta es a las 8:30, luego te paso la dirección por mensaje, y cuidado con mi novia ¿eh? Quiero que llegue sana y salva
— Claro — me encogí de hombros — Adiós
Así que tendríamos fiesta, genial. Fui a la habitación de Jane, entré sin tocar. Ella estaba hablando por celular. En cuanto me vio, colgó
— ¿Qué quieres? Ya dije que no quiero ver tu trasero asomado por aquí
— Tenemos dos asuntos pendientes — comenté sentándome en un sillón rosa claro.
— ¿Ah si? Como cuales
— Uno: ¿Dónde vamos a comprar los disfraces? Porque no voy a permitir que mamá nos lo vuelva a hacer, una vergüenza como aquella no la volveré a pasar — comenté recordando los disfraces que llevamos de algodón de azúcar en tercer grado, mi mamá quería ser original, pero llovió y al final llegamos a casa en ropa interior. Definitivamente no era buena idea que mi madre metiera las narices en ello. Jane rió
— Yo tampoco quiero eso— dijo — Pero eso lo veremos mañana... ¿Segundo asunto?
— Nuestros padres se han vuelto locos
— Eso no es novedad — respondió divertida
— Hablo en serio, decidieron cambiar de roles, mamá va ir a trabajar y papá se quedará en casa, eso no tiene buena pinta
— ¿Qué? ¿James cree que podrá con la casa? Y con el escurridizo de Joe
— Eso es lo que piensa.
— Tenemos que hacer algo — dijo con preocupación
— Quizá no, mi padre es tan despistado que ni siquiera se dará cuenta de si estamos aquí o no, sería libertad total — comenté emocionado vislumbrando un futuro brillante
— No estoy tan segura, más bien sería caos total
— Ah, no seas aguafiestas, sería genial
— Veamos como va, a ver quien tiene razón
— De acuerdo — dije con aire retador — Veamos como va
Me llamó a la sala de estar, se sentó en el sofá y se quedó mirándome sin pronunciar palabra. Primero pensé que estaba de mala uva, pero luego me di cuenta de que simplemente estaba pensando con intensidad.
— ¿Qué es lo que quería de ti? —murmuró. Mi padre me cae bien y por eso le ayudé. Además, quería acabar con la conversación lo antes posible. De hecho, sólo la mantuvimos por amor a su mujer.
—Se trata del perro.
—Ah, claro —dijo, radiante—. Bueno, ¿y de dónde sacaste este perro?
—Lo trajo Jimmy, no me dio tiempo a devolvérselo —le expliqué — Pero no está, se fue una semana con su familia
— ¿De donde lo sacó ese pequeño demonio?
— De un refugio de animales, y si tuviera la más mínima o remota idea de dónde diablos queda, iría, pero por el momento no lo podemos tirar a la calle
— si, eso sería un poco inhumano
—Además no le pagué ni un céntimo —añadí consciente de que eso le iba a gustar. Estaba impresionado de verdad.
—Y ten en cuenta su tamaño. Para ser gratis, es mucho perro —proseguí—. Además a mini Joe le agrada, con el perro pegado como una lapa a Joe, apenas si lo perderemos de vista
—Sí, creo que tienes razón
— Esa es una de las ventajas que traería Jake
— ¿Jake? —repitió mi padre. ¡Bingo!
—Por supuesto: ¡Jake! ¿O acaso crees que aceptaría como regalo un perro cuyo nombre no comenzase por «J»?— Mi padre estaba radiante ante tanto sentido de familia. El perro se quedaba.
Mientras tanto, mi madre ya había acostado a Joe y, tras entrar en la sala, se sentó cómodamente en el gran sillón.
— ¿Y bien? ¿Le has dejado claro que el perro tiene que marcharse? —le preguntó a mi padre.
—¿Jake?
—Deja de llamarle Jake como si ya perteneciera a la familia —le regañó.
— ¡Ah! ¿Y por qué no podemos tener un perro?
— ¡Por la simple razón de que será demasiado trabajo para mí!
—Pero escucha, un perro tampoco es tanto trabajo. De todas formas estás todo el día en casa y sólo tienes que ocuparte del hogar y del pequeño Joe. ¡Los mayores ya no son una carga! ¡Hay muchas cosas que ya se resuelven solas!
Cobré nuevas esperanzas. Siempre abortaba este tema, tenía buenas posibilidades de librarme pronto. Me levanté para esfumarme lo más discretamente posible, pero antes de llegar a la puerta, le oí decir:
—Ya me gustaría a mí tener una vida como la tuya. Te la cambiaría enseguida: quedarme en casa a cuidar del hogar y de los hijos en lugar de tener que afanarme día tras día en el despacho y aguantar a empleados pesados y clientes malhumorados.
— ¿Cómo dices? —resopló con ira mi madre, a punto de perder el control. ¡Ahora me cautivaba el asunto! Me detuve.
— ¡Pues es verdad! —Añadió mi padre—. Puedes disponer de tu tiempo con toda libertad. Si hoy no te apetece lavar o recoger, entonces lo haces mañana. Eres tu propio jefe.
—No soy mi jefe en absoluto, ¡soy la esclava de la familia!
—Avísame en cuanto quieras cambiar —dijo mi padre. Oh No. Un error. Un error mega grande. De repente, mi madre se volvió poco a poco, se levantó, se colocó delante de mi padre y, en un tono frío y tranquilo, dijo: —De acuerdo, como quieras, querido. Vamos a cambiar. Tú te ocupas de la casa y de los hijos, y yo voy al despacho. — Mi padre no entendía la gravedad de la situación.
— ¡Cómo si fuera tan sencillo! Sería el primero que lo aceptaría con entusiasmo, créeme.
— ¡Bueno! —dijo mi madre en un tono todavía más glacial—. No es muy difícil: a partir de mañana me voy al despacho.
Esbocé una sonrisa, No era tan descabellado como quizá podía parecer, porque mis padres tienen un estudio de arquitectura en el que mi madre ya trabajaba de vez en cuando. En las cuestiones importantes, como por ejemplo los proyectos, mi madre era tan competente como mi padre. Él hablaba con los clientes, visitaba las obras, daba instrucciones a los operativos y mantenía ocupados a la secretaria y a los delineantes. Y eso de mantener ocupada a la gente. Nadie mejor que yo para saberlo.
—Eh, bueno, eh… todo esto suena muy bien, pero no te creas que es tan fácil. — Al parecer, mi padre tenía un mal presentimiento.
—Deja que lo intente —insistió mi madre—. Tendrás mi vida bonita. ¡Y yo la tuya tan pesada!— Mi padre no quería tirar la toalla tan fácilmente.
—Pero ¡no podemos cambiar los papeles tan fácilmente, sin más ni más!
— ¿Por qué no? Es nuestro estudio. ¡Podemos hacer lo que nos dé la gana!
—No estoy tan seguro —murmuró mi padre.— A mi madre no había quién la parara.
—Pongámoslo en manos de la suerte. Yo me ocuparé del negocio, y tú, de la casa. Y cuando estés hasta las narices de la casa y de los hijos y supliques de rodillas que Quieres volver al despacho, entonces volvemos a cambiar.
— ¡Puf! —Soltó mi padre con las últimas fuerzas—. Suplicar de rodillas…— Entonces se desplomó.
—Bueno, ¡en tal caso, ya está decidido! —dijo mi madre en tono triunfal. Estaba de Tan buen humor que daba miedo. Le esbocé una sonrisa a mi padre.
—Ahora que vas a ser la señora Jonas, ¿quieres que te llamemos mamá? ¿O te gusta más mami o mamita?
— ¡Fuera! —gruñó mi padre. Mi madre llevaba un rato señalándome la puerta con el dedo estirado y con cara de enfado.
— ¿De verdad lo haréis? ¿Intercambiaréis papeles?
— ¡Fuera! —me bufó también mi madre. No era buena señal.
Me subí a mi habitación. De repente mi celular comienza a sonar en mi pantalón. Pone <<Matt>> en la pantalla
— ¿Si? — pregunté extrañado de que el novio de mi hermana me llamara
— ¿Qué tal Joe?
— Bien, bien ¿Y tu?
— Genial, mira, te llamaba para invitarte a una fiesta — Woha, al fin algo bueno en medio de todo el caos
— Claro, ya sabes como soy, mi segundo nombre es fiesta y si me llamas para invitarme te diré que ya estoy contratado— — Mi cuñado rió
— Eres muy gracioso Joe, bueno, el caso es que la fiesta es de disfraces y...
— Woha, ¿De disfraces? ¿No es algo muy gay?
— Para nada, va a ser una fiesta estupenda, yo me voy a disfrazar de el zorro — comentó — y tú hermana de princesa
— Espera... ¿Jane va a ir?
— Si, claro, es mi novia ¿Cómo no la voy a invitar?
— Si... — murmuré con poca emoción — ¿Puedo llevar alguna chica?
— Claro… ah y también tienes que llevar a Jane, no ha aceptado que yo la lleve. Bueno, la fiesta es a las 8:30, luego te paso la dirección por mensaje, y cuidado con mi novia ¿eh? Quiero que llegue sana y salva
— Claro — me encogí de hombros — Adiós
Así que tendríamos fiesta, genial. Fui a la habitación de Jane, entré sin tocar. Ella estaba hablando por celular. En cuanto me vio, colgó
— ¿Qué quieres? Ya dije que no quiero ver tu trasero asomado por aquí
— Tenemos dos asuntos pendientes — comenté sentándome en un sillón rosa claro.
— ¿Ah si? Como cuales
— Uno: ¿Dónde vamos a comprar los disfraces? Porque no voy a permitir que mamá nos lo vuelva a hacer, una vergüenza como aquella no la volveré a pasar — comenté recordando los disfraces que llevamos de algodón de azúcar en tercer grado, mi mamá quería ser original, pero llovió y al final llegamos a casa en ropa interior. Definitivamente no era buena idea que mi madre metiera las narices en ello. Jane rió
— Yo tampoco quiero eso— dijo — Pero eso lo veremos mañana... ¿Segundo asunto?
— Nuestros padres se han vuelto locos
— Eso no es novedad — respondió divertida
— Hablo en serio, decidieron cambiar de roles, mamá va ir a trabajar y papá se quedará en casa, eso no tiene buena pinta
— ¿Qué? ¿James cree que podrá con la casa? Y con el escurridizo de Joe
— Eso es lo que piensa.
— Tenemos que hacer algo — dijo con preocupación
— Quizá no, mi padre es tan despistado que ni siquiera se dará cuenta de si estamos aquí o no, sería libertad total — comenté emocionado vislumbrando un futuro brillante
— No estoy tan segura, más bien sería caos total
— Ah, no seas aguafiestas, sería genial
— Veamos como va, a ver quien tiene razón
— De acuerdo — dije con aire retador — Veamos como va
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 5
"Jane sale de compras"
Sábado, día de la fiesta.
— Hola — saludó Liz entrando a mi habitación — ¿Nos vamos?
— No se si quiero ir — dije — me sentiría muy desubicada, solo conozco a Matt ahí, no me gustaría que tuviera que estar pegado a mi, quiero que se divierta
— ¿Qué? Oh... no me hiciste venir desde mi casa para decirme que no vas
— Liz, vives a tres cuadras — comenté irónica
— Cierto, pero igual caminando perdí muchas energías
— si, si, como digas
— ¿Por qué no quieres ir?
— ¡Ya te dije Liz! ¿Por qué nunca me pones cuidado? — le tiré un cojín
— Perdona... formulé mal la pregunta ¿Por qué el hecho de que no conozcas a nadie es un problema?
— Porque no me voy a quedar como una boba sin hacer nada mientras Matt habla con otras personas, No
— Ah…pero la idea es conocer gente nueva, y de pronto allí encuentras el chico que te dejará sin aliento
— Si, claro, hay muy pocas probabilidades de que eso ocurra
— No seas tan pesimista…
— ¡Jane! ¿Podrías...? — preguntó Joe asomando su cabeza rulada por la puerta. En cuanto vio a Liz, entró completamente
— Apártate Joseph — dijo ella en cuanto lo sintió a su espalda
— Mi bella Liz ¿Qué haces por aquí?
— Algo que no te incumbe — dije
— Ugh, pero estamos de mal humor hoy — comentó Joe, luego se volvió a Liz — Lizzie, mi vida, ¿Querrías ir a la fiesta conmigo?
— ¿Qué? ¿Contigo? ¡No! — respondió ella inmediatamente
— ¿Qué pasó? — Pregunté burlona — ¿Alguna de tus nuevas conquistas te rechazó?
— La verdad es que no he invitado a ninguna, mi celular murió y no he encontrado el cargador, no me se ningún numero de memoria, además quería invitar a Liz
— Si, claro — dijo ella — cuéntame una de vaqueros
— Liz, tienes que ir — dije radical saltando de mi cama
— Si Liz, tienes que ir… — me apoyó Joe burlón
— No, no,…tengo morir — se defendió Liz
— Si, amiga, por favor, si vas no me sentiré tan desubicada y podré disfrutar de la fiesta, además conoceré a alguien ahí, y…
— ¡No iré con Joe! — sentenció Liz indignada
— ¡Por favor! — casi me arrodillé yo
— ¡Oye…! Si ir conmigo es un privilegio… — respondió Joe también indignado
— ¡Por favor! — casi supliqué
— Esta bien…pero sólo lo hare por Jane — aclaró al ver que Joe hacia un bailecito raro de triunfo
— Bien, entonces ¡Vamos! — Cogí a Liz del codo para salir — Necesito conseguir un disfraz impactante
— ¡Eh! Hermanita — llamó Joe — Te venía a pedir que me compraras un disfraz a mi también, no me va eso de las compras
— ¡Por supuesto! — dije animadamente, Liz me miró con el ceño fruncido, y es que desde cuando yo era amable con mi hermano, bueno… desde que tenía un plan
— Adiós Joe — dijimos a coro y salimos. Oh si, iba as ser un día genial de compras
— Esto es perfecto — dije sin poder contener la risa unas horas después cuando estábamos en la tienda de disfraces. Había encontrado el disfraz perfecto para Joe.
— ¡Eres malvada! — Dijo Liz riendo a carcajadas — ¿En serio le vas a comprar eso a Joe?
— Si, es esto o un disfraz de tarzán y créeme que no quiero ir con Joe medio desnudo a la fiesta — dije con una sonrisa malévola
— ¡Dios! Esto le va a arruinar todos los planes de ligue para esta noche
— ¡wop! Ya lo creo
— Bueno, sigamos buscando tu vestido… ¿Princesa? — Yo asentí — Mira aquí hay una inmensa variedad de vestidos muy hermosos — se le formo una sonrisa en la cara
— Escucha, Liz. Si quieres ir de princesa, por mi no hay problema
— No, pero de princesa vas a ir tu — dijo haciendo una mueca
— Ok, ya entiendo, entonces tu vas de princesa y yo busco otra cosa
— ¿Segura? — Preguntó con una sonrisa — Porque ese vestido celeste de allí está hermoso, pero si tú quieres ir de princesa, no me importará
— No, no, segurísima, escoge tu vestido mientras yo busco otra cosa que usar — dije dejando a Liz sola con su mundo de fantasía, ya se creía una princesa.
Estuve dos horas buscando sola. Miles de disfraces pasaron por mis ojos. Bruja, árabe, campesina, minie mouse, chica play boy, tigresa, colegiala (Que podría haber sido una versión con nombre más elegante de “Prostituta”) infinidades de distintas maneras de humillación cruzaron por mi mente si llegaba a la fiesta con alguno de esos disfraces, aunque el de bruja no estuviera tan mal.
Suspire exhausta cayendo sobre un cómodo sillón de la tienda. No tenía nada, y debía volver a casa en media hora.
— ¿Cómo me veo? — preguntó Liz saliendo del vestier con un hermoso vestido color celeste, tenía un recatado escote y abrazaba sus curvas, el vestido llegaba hasta el suelo, así que para caminar lo tenía que levantar un poco.
Estaba hermosa, me quedé helada, nunca había visto a Liz tan radiante
— Estas... ¡Oh Dios! Hermosa, Liz, ese vestido te queda genial
— ¿Verdad que si? — Preguntó haciéndolo girar — Me encanta
— A mi también, estás espectacular — dije con alegría de ver a mi amiga… tan alegre.
— Bueno... ¿Qué encontraste? ¡Muéstrame! — dijo ya vestida con sus jeans y blusa rosa saliendo del vestier con el vestido en la mano. Agache mi cabeza tratándole de transmitir mi fracaso en un lenguaje corporal
— ¡No! — Grito indignada — ¿Dos horas y no has encontrado… nada?
— Hay que tener bien en claro el concepto de <nada> — mencioné — Encontré muchos disfraces, pero algo adecuado, digamos que no me fue muy bien con eso
— ¡Esto es una emergencia! — Gritó. La señora dueña de la tienda llegó corriendo con cara de “WTF” mientras Liz titiritaba de ira, se tomaba la moda muy enserio.
— ¿Que ha pasado? — preguntó la señora que se tomó lo de la emergencia muy en serio
— Nada, tranquila — la calmé — Mi amiga hiperventiló
— ¡Hiperventilar! Si, claro. Es una emergencia real — zamarreó suavemente “Fuertemente” a la señora por los hombros, la señora la miró alarmada
— Liz, Liz, ya encontraremos algo — dije separándola de la señora
— Escuche, mi amiga necesita enamorarse de alguien, tiene un novio al cual no ama, así que lo más probable es que rompan, porque ya sabe una relación sin amor… — miró a la señora, ésta asintió interesada —… entonces necesita un disfraz impactante para — miró su reloj — ¡Ya! Así que si nos pudiera ayudar a encontrar el vestido perfecto para Jane, le estaríamos agradecidas de por vida — la señora asintió emocionada — Pero no le vamos a pagar más — aclaró Liz, le pegué un codazo.
Después de cuarenta minutos de ardua búsqueda, Liz pareció encontrar el vestido adecuado porque me miró con una sonrisa malvada en su rostro.
— ¡Oh no! Me niego a usar esto — dije en cuanto Liz me mostró el que, según ella, era el mejor disfraz jamás inventado
— Pero te vas a ver hermosa — chillo Liz — Al menos pruébatelo — agitó el vestido en mi cara casi metiéndomelo por los ojos
— Ta bien... — murmuré cansina entrando en el vestier. Cinco minutos más tarde me miraba en el pequeño espejo con la boca abierta ¿Es posible que aquel reflejo fuera el mío?
— ¿Si soy yo? — pregunté para mi misma
— Por supuesto tonta. ¡Ah! A que te ha quedado de maravilla ¿No te reconoces cierto?
— Hm—hm, sin duda alguna, esta chica no soy yo
— No se si quiero ir — dije — me sentiría muy desubicada, solo conozco a Matt ahí, no me gustaría que tuviera que estar pegado a mi, quiero que se divierta
— ¿Qué? Oh... no me hiciste venir desde mi casa para decirme que no vas
— Liz, vives a tres cuadras — comenté irónica
— Cierto, pero igual caminando perdí muchas energías
— si, si, como digas
— ¿Por qué no quieres ir?
— ¡Ya te dije Liz! ¿Por qué nunca me pones cuidado? — le tiré un cojín
— Perdona... formulé mal la pregunta ¿Por qué el hecho de que no conozcas a nadie es un problema?
— Porque no me voy a quedar como una boba sin hacer nada mientras Matt habla con otras personas, No
— Ah…pero la idea es conocer gente nueva, y de pronto allí encuentras el chico que te dejará sin aliento
— Si, claro, hay muy pocas probabilidades de que eso ocurra
— No seas tan pesimista…
— ¡Jane! ¿Podrías...? — preguntó Joe asomando su cabeza rulada por la puerta. En cuanto vio a Liz, entró completamente
— Apártate Joseph — dijo ella en cuanto lo sintió a su espalda
— Mi bella Liz ¿Qué haces por aquí?
— Algo que no te incumbe — dije
— Ugh, pero estamos de mal humor hoy — comentó Joe, luego se volvió a Liz — Lizzie, mi vida, ¿Querrías ir a la fiesta conmigo?
— ¿Qué? ¿Contigo? ¡No! — respondió ella inmediatamente
— ¿Qué pasó? — Pregunté burlona — ¿Alguna de tus nuevas conquistas te rechazó?
— La verdad es que no he invitado a ninguna, mi celular murió y no he encontrado el cargador, no me se ningún numero de memoria, además quería invitar a Liz
— Si, claro — dijo ella — cuéntame una de vaqueros
— Liz, tienes que ir — dije radical saltando de mi cama
— Si Liz, tienes que ir… — me apoyó Joe burlón
— No, no,…tengo morir — se defendió Liz
— Si, amiga, por favor, si vas no me sentiré tan desubicada y podré disfrutar de la fiesta, además conoceré a alguien ahí, y…
— ¡No iré con Joe! — sentenció Liz indignada
— ¡Por favor! — casi me arrodillé yo
— ¡Oye…! Si ir conmigo es un privilegio… — respondió Joe también indignado
— ¡Por favor! — casi supliqué
— Esta bien…pero sólo lo hare por Jane — aclaró al ver que Joe hacia un bailecito raro de triunfo
— Bien, entonces ¡Vamos! — Cogí a Liz del codo para salir — Necesito conseguir un disfraz impactante
— ¡Eh! Hermanita — llamó Joe — Te venía a pedir que me compraras un disfraz a mi también, no me va eso de las compras
— ¡Por supuesto! — dije animadamente, Liz me miró con el ceño fruncido, y es que desde cuando yo era amable con mi hermano, bueno… desde que tenía un plan
— Adiós Joe — dijimos a coro y salimos. Oh si, iba as ser un día genial de compras
— Esto es perfecto — dije sin poder contener la risa unas horas después cuando estábamos en la tienda de disfraces. Había encontrado el disfraz perfecto para Joe.
— ¡Eres malvada! — Dijo Liz riendo a carcajadas — ¿En serio le vas a comprar eso a Joe?
— Si, es esto o un disfraz de tarzán y créeme que no quiero ir con Joe medio desnudo a la fiesta — dije con una sonrisa malévola
— ¡Dios! Esto le va a arruinar todos los planes de ligue para esta noche
— ¡wop! Ya lo creo
— Bueno, sigamos buscando tu vestido… ¿Princesa? — Yo asentí — Mira aquí hay una inmensa variedad de vestidos muy hermosos — se le formo una sonrisa en la cara
— Escucha, Liz. Si quieres ir de princesa, por mi no hay problema
— No, pero de princesa vas a ir tu — dijo haciendo una mueca
— Ok, ya entiendo, entonces tu vas de princesa y yo busco otra cosa
— ¿Segura? — Preguntó con una sonrisa — Porque ese vestido celeste de allí está hermoso, pero si tú quieres ir de princesa, no me importará
— No, no, segurísima, escoge tu vestido mientras yo busco otra cosa que usar — dije dejando a Liz sola con su mundo de fantasía, ya se creía una princesa.
Estuve dos horas buscando sola. Miles de disfraces pasaron por mis ojos. Bruja, árabe, campesina, minie mouse, chica play boy, tigresa, colegiala (Que podría haber sido una versión con nombre más elegante de “Prostituta”) infinidades de distintas maneras de humillación cruzaron por mi mente si llegaba a la fiesta con alguno de esos disfraces, aunque el de bruja no estuviera tan mal.
Suspire exhausta cayendo sobre un cómodo sillón de la tienda. No tenía nada, y debía volver a casa en media hora.
— ¿Cómo me veo? — preguntó Liz saliendo del vestier con un hermoso vestido color celeste, tenía un recatado escote y abrazaba sus curvas, el vestido llegaba hasta el suelo, así que para caminar lo tenía que levantar un poco.
Estaba hermosa, me quedé helada, nunca había visto a Liz tan radiante
— Estas... ¡Oh Dios! Hermosa, Liz, ese vestido te queda genial
— ¿Verdad que si? — Preguntó haciéndolo girar — Me encanta
— A mi también, estás espectacular — dije con alegría de ver a mi amiga… tan alegre.
— Bueno... ¿Qué encontraste? ¡Muéstrame! — dijo ya vestida con sus jeans y blusa rosa saliendo del vestier con el vestido en la mano. Agache mi cabeza tratándole de transmitir mi fracaso en un lenguaje corporal
— ¡No! — Grito indignada — ¿Dos horas y no has encontrado… nada?
— Hay que tener bien en claro el concepto de <nada> — mencioné — Encontré muchos disfraces, pero algo adecuado, digamos que no me fue muy bien con eso
— ¡Esto es una emergencia! — Gritó. La señora dueña de la tienda llegó corriendo con cara de “WTF” mientras Liz titiritaba de ira, se tomaba la moda muy enserio.
— ¿Que ha pasado? — preguntó la señora que se tomó lo de la emergencia muy en serio
— Nada, tranquila — la calmé — Mi amiga hiperventiló
— ¡Hiperventilar! Si, claro. Es una emergencia real — zamarreó suavemente “Fuertemente” a la señora por los hombros, la señora la miró alarmada
— Liz, Liz, ya encontraremos algo — dije separándola de la señora
— Escuche, mi amiga necesita enamorarse de alguien, tiene un novio al cual no ama, así que lo más probable es que rompan, porque ya sabe una relación sin amor… — miró a la señora, ésta asintió interesada —… entonces necesita un disfraz impactante para — miró su reloj — ¡Ya! Así que si nos pudiera ayudar a encontrar el vestido perfecto para Jane, le estaríamos agradecidas de por vida — la señora asintió emocionada — Pero no le vamos a pagar más — aclaró Liz, le pegué un codazo.
Después de cuarenta minutos de ardua búsqueda, Liz pareció encontrar el vestido adecuado porque me miró con una sonrisa malvada en su rostro.
— ¡Oh no! Me niego a usar esto — dije en cuanto Liz me mostró el que, según ella, era el mejor disfraz jamás inventado
— Pero te vas a ver hermosa — chillo Liz — Al menos pruébatelo — agitó el vestido en mi cara casi metiéndomelo por los ojos
— Ta bien... — murmuré cansina entrando en el vestier. Cinco minutos más tarde me miraba en el pequeño espejo con la boca abierta ¿Es posible que aquel reflejo fuera el mío?
— ¿Si soy yo? — pregunté para mi misma
— Por supuesto tonta. ¡Ah! A que te ha quedado de maravilla ¿No te reconoces cierto?
— Hm—hm, sin duda alguna, esta chica no soy yo
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 6
"Joe usa un disfraz.... algo peculiar"
— ¡Jenny Jonas!— grité fuera de mis casillas a mi hermana. Corrí hacia su habitación hecho una furia — ¿Qué se supone que es esto? — pregunté entrando abruptamente en su habitación y señalando la bolsa que tenía en la mano
— Tu disfraz, me pediste que te lo comprara ¿Recuerdas? — respondió lo más normalmente que pudo, pero yo sabía que estaba haciendo un esfuerzo enorme por contener la risa
— ¡Maldita sea! Ya lo se, pero… ¿Crees que me voy a aparecer a la fiesta con...? — saque la tela de la bolsa y la señalé — ¡Esto!
— Esa es la idea. — Dijo encogiéndose de hombros — es eso o vas desnudo — dijo simplemente
— Eres una…
— Joseph — escuche a mi madre frenar mi insulto contra Jane, que sonreía triunfante. Le dedique una mirada glaciar
— Creo que voy a ir desnudo — dije encogiéndome de hombros. Mi padre que iba pasando por el pasillo y había escuchado lo que dije, me miró
— Tu... sin… — me miró de arriba abajo —eso no va a pasar— dijo dando un trago a su café
— Pero ¿Has visto lo que Jane me compro? ¡Es una burla! —Grité— Prefiero ir como Dios me trajo al mundo
— ¿Qué pasa? — preguntó mi madre saliendo de su habitación
— Joe quiere ir desnudo a una fiesta — dijo Jane fingiendo inocencia
— ¡De ninguna manera! — sentenció Susane
— Pero…
— ¿Puedo ir yo también desnudo a la escuela? — preguntó el pequeño Joe entrando en la discusión
— ¡No! — gritamos todos cuatro a coro, a Joe se le aguaron sus azules ojos
— Entonces ¿Por qué Joe si puede ir desnudo a la fiesta y yo no? ¿Es una fiesta a la que todos van desnudos o que? Preguntó. Mis padres nos miraron a Jane y a mi, interrogándonos con la mirada, al parecer esa idea no se les había cruzado por la mente
—¡No! Por supuesto que no— respondió Jane avergonzada ya que yo había quedado perplejo ante la idea de ir a una fiesta donde todos estuvieran desnudos, que asco— Es una fiesta de disfraces, pero Joe no quiere usar el suyo
— ¡Es patético! —Respondí indignado — ¡No puedo aparecer con esto a la fiesta! ¡Sería una humillación!
— Pero es el único que tienes — dijo Jane — si hubieras ido tú mismo a comprarlo, tal vez no tendrías que pasar por ninguna humillación
— No es tan malo... — dijo mi madre — Tu padre se disfrazo de lo mismo cuando éramos jóvenes, fue el que más dulces recolectó — dijo abrazándolo por la cintura, supongo que recordando viejos tiempos. Mire a Jane, hacía presión con su mano sobre la boca para no estallar en carcajadas. Genial, ahora tendría que ir a la dichosa fiesta vestido ridículamente.
— Estas muy guapo— dijo Liz burlonamente cuando le abrí la puerta, no hizo ningún esfuerzo por ocultar sus carcajadas— Pensé que no te lo pondrías
— Ya ves que si— respondí secamente
—wow ¿Te enojaste? Porque yo no fui la de la idea fue…
— Puedo imaginarlo— dije y desaparecí por las escalera camino a mi cuarto. La verdad es que esa pequeña broma me había disgustado, y mucho. No podía creer que mi hermana, de mi sangre, que se supone que debe ser amable al menos por compasión, me haya comprado un disfraz como el que estoy usando para ir a una fiesta. Me mire en el espejo. El bulto amarillo empezaba más arriba de mi cabeza y terminaba con un pequeño arco entre mis muslos, tenía pecas por todas partes y unos zapatos de payaso, pero amarillos.
— ¿Listo? —Preguntó Jane asomando su cabeza por la puerta entreabierta — son las 8:00, hay que irnos ya
— Voy — dije desanimadamente
— ¿Estas enojado? Ya te dije que lo siento — dijo esta vez seria
— Si, solo que no me parece creíble que mi hermana, sangre de mi sangre, costilla de mis costillas, pie de mis pies...
— ya lo capte
—…me halla comprado un disfraz de banano para ir a la fiesta, no me lo creo, supongo que estoy en shock todavía
— Debo admitir que te ves muy bien vestido de banano — soltó unas risitas — te ves más… saludable — la mire asesinamente, pero por primera vez, la miré. Quede boquiabierto
— ¿De que se supone que estás disfrazada? — pregunté incrédulo al ver el plano abdomen de mi hermanita al descubierto
— De cleopatra — dijo y se encogió de hombros
— ¿Piensas ir así a la fiesta? —Le señalé el escote — ¿Es una broma?
— ¡Ah no! —Hizo un gesto dramático tapándose la frente con el dorso de la mano — ¡Dios mío! ¡Mi hermano ha tenido por primera vez en la vida el síndrome de “hermano mayor sobre protector”! ¡El apocalipsis! ¡Joe se está comportando como hermano sobre protector!
— Ya, calmada — dije
— Joe, no te preocupes, no estoy mostrando nada, además voy a llevar un sweater, si me siento incómoda, me lo pongo, caso cerrado— dijo y a continuación bajó las escaleras.
— ¿Tienes la dirección? — preguntó Liz desde el asiento del acompañante cuando llevábamos unos minutos de camino. Mi mandíbula se contrajo ¡Demonios! La dirección.
—Em.…este... verán...
— Matt dijo que te la daba a ti— me interrumpió Jane — ¿Si la tienes? Que no nos vayamos a perder...
— Verán… Matt dijo que me mandaba un mensaje con la dirección, el problema es… por sino se acuerdan, mi celular se quedó sin batería y el cargador está levemente… perdido — intenté arreglar las cosas con una sonrisa. Miré a Jane, que estaba digiriendo la gravedad del problema — Es gracioso, porque al pensar en la fiesta y en mi horrendo disfraz me olvide de…
— ¡La dirección! — Me interrumpió Jane, estaba colérica — ¿Cómo diablos crees que llegaremos si no la tenemos? ¿Tienes una alfombra mágica? ¡No! Dime, cabeza hueca ¿Cómo no se te ocurrió que para ir a una fiesta en un lugar al que nunca habías ido antes ¡necesitas sabes donde queda!?
— Ya, ya, lo tengo todo bajo control, llama a Matt y pídele la dirección
— ¡Eres un imbécil! No traigo mi celular, ¿De donde lo vamos a llamar?
— Del celular de Liz— conteste con obviedad
— No sabemos su número — dijo Jane casi en un susurro
— ¿No sabes el número de tu novio?— pregunté atónito, definitivamente mi hermana no era normal
— No — contestó Jane secamente — ¿Algún problema?
— Pues si, que si no sabemos su número no sabemos la dirección
—Ugh, que listo
— Ya, cálmense los dos — dijo a manera de mediadora Liz — no lo vamos a solucionar si siguen peleando. Tenemos que pensar en una manera de llegar
— No puede ser tan difícil dar con una fiesta de disfraces, seguimos a la gente que va disfrazada — dije y aceleré. Después de una media hora pasó un auto a la velocidad de la luz, supimos que iban para la fiesta porque había una chica que tenía la cabeza fuera de la ventanilla a causa de un enorme adorno como de carnaval que obviamente no cabía en el auto. Los seguí como pude ya que iban muy rápido. Pero frené en seco en cuanto vi a una manzana subir la tapa del capó de su auto que estaba echando humo. Suspiré divertido, al fin y al cabo, no era el único con un disfraz ridículo.
— Hola amigo — saludé. En cuanto el chico de ojos verdes se giró para verme, soltó una carcajada — ¿Qué te parece si hacemos una ensalada de frutas? — a pesar de la tensión en el ambiente, todos reímos. El chico se acercó
— ¿Pero que tenemos aquí? —Preguntó apoyando sus antebrazos por la ventanilla — Un banano, una hermosa princesa y ¿una chica árabe?
— Soy cleopatra — respondió mi hermana
— Hola — dijo Liz tímidamente, el chico sonrió
—¿Qué paso con tu auto? — le pregunté
— Sufrió un pequeño colapso — dijo y rio — Es una antigüedad, pero ¿Ustedes también van para la dichosa fiesta de disfraces? — Todos asentimos — Soy Kevin Miller — dijo y estiró su mano, yo la apreté en señal de saludo — Mucho gusto
—Joe Jonas, — dije — mi hermana Jane — dije señalando a Jane — y ella es Liz
— ¿Tu novia? — preguntó el chico interesado
— Bueno… se está haciendo la difícil pero…
— Joe, no somos novios — dijo Liz dirigiéndome una mirada que hubiera podido congelar el Sahara, luego le pestañeo a Kevin. Ambos sonrieron
— ¿Quieres que te llevemos?— dije rompiendo el hechizo entre Kevin y Liz. La manzana asintió
— Si no es mucha molestia
— No, ¡Que va! Solo tenemos que advertirte que tenemos un pequeño problema de ubicación — Ambos reímos
— Creo que yo se donde queda, sino le pregunto a mi hermano que ya llegó
— Ok — dije y luego esperamos que el cerrara su auto y se subiera. Se subió atrás con cleopatra.
— Creo que no quepo — dijo cuando se le hizo difícil subir — Mi trasero es muy grande — pero al fi consiguió meterse atrás
— dime Kevin ¿Cómo terminaste vestido de Manzana? — pregunté divertido
— Es una historia muy larga — dijo tratando de acomodarse — Pero se resume con dos palabras<<Mi hermano>>. Reímos
El lugar, una mansión, era bonito y gigante, adornado con todo tipo de cosas. Aparque mi auto en una especie de parqueadero donde había muchos otros autos aparcados. Apenas entramos se escuchó el beat de la música retumbar por todo el lugar, era una música agradable y era un lugar agradable. Todos nos miraron y es que, no todos los días se ven personas disfrazadas de Manzana y banano. Kevin y yo hicimos caso omiso de la situación y con un encogimiento de hombros caminamos entre la multitud. Me quede atrás sintiéndome ignorado por la animada conversación que mantenían Liz y Kevin.
Jane estaba mirando distraídamente todo el lugar, pero de pronto vio algo que le agradó y salió corriendo. Miré hacia donde sus ojos se posaban y allí había un castaño disfrazado de zorro, el mismo disfraz que supuestamente iba a usar mi cuñado. Jane le golpeó suavemente el hombro a manera de saludo y el chico se giró sorprendido, obviamente no reconoció a Jane. — ¡Mi amor! — gritó ella y se lanzó al chico de rulos castaños besándolo sorpresivamente. El chico abrió sus ojos como platos y se quedó estático. Oh—Oh ese no era nuestro zorro. Me reí de las ocurrencias de mi hermana.
— Tu disfraz, me pediste que te lo comprara ¿Recuerdas? — respondió lo más normalmente que pudo, pero yo sabía que estaba haciendo un esfuerzo enorme por contener la risa
— ¡Maldita sea! Ya lo se, pero… ¿Crees que me voy a aparecer a la fiesta con...? — saque la tela de la bolsa y la señalé — ¡Esto!
— Esa es la idea. — Dijo encogiéndose de hombros — es eso o vas desnudo — dijo simplemente
— Eres una…
— Joseph — escuche a mi madre frenar mi insulto contra Jane, que sonreía triunfante. Le dedique una mirada glaciar
— Creo que voy a ir desnudo — dije encogiéndome de hombros. Mi padre que iba pasando por el pasillo y había escuchado lo que dije, me miró
— Tu... sin… — me miró de arriba abajo —eso no va a pasar— dijo dando un trago a su café
— Pero ¿Has visto lo que Jane me compro? ¡Es una burla! —Grité— Prefiero ir como Dios me trajo al mundo
— ¿Qué pasa? — preguntó mi madre saliendo de su habitación
— Joe quiere ir desnudo a una fiesta — dijo Jane fingiendo inocencia
— ¡De ninguna manera! — sentenció Susane
— Pero…
— ¿Puedo ir yo también desnudo a la escuela? — preguntó el pequeño Joe entrando en la discusión
— ¡No! — gritamos todos cuatro a coro, a Joe se le aguaron sus azules ojos
— Entonces ¿Por qué Joe si puede ir desnudo a la fiesta y yo no? ¿Es una fiesta a la que todos van desnudos o que? Preguntó. Mis padres nos miraron a Jane y a mi, interrogándonos con la mirada, al parecer esa idea no se les había cruzado por la mente
—¡No! Por supuesto que no— respondió Jane avergonzada ya que yo había quedado perplejo ante la idea de ir a una fiesta donde todos estuvieran desnudos, que asco— Es una fiesta de disfraces, pero Joe no quiere usar el suyo
— ¡Es patético! —Respondí indignado — ¡No puedo aparecer con esto a la fiesta! ¡Sería una humillación!
— Pero es el único que tienes — dijo Jane — si hubieras ido tú mismo a comprarlo, tal vez no tendrías que pasar por ninguna humillación
— No es tan malo... — dijo mi madre — Tu padre se disfrazo de lo mismo cuando éramos jóvenes, fue el que más dulces recolectó — dijo abrazándolo por la cintura, supongo que recordando viejos tiempos. Mire a Jane, hacía presión con su mano sobre la boca para no estallar en carcajadas. Genial, ahora tendría que ir a la dichosa fiesta vestido ridículamente.
— Estas muy guapo— dijo Liz burlonamente cuando le abrí la puerta, no hizo ningún esfuerzo por ocultar sus carcajadas— Pensé que no te lo pondrías
— Ya ves que si— respondí secamente
—wow ¿Te enojaste? Porque yo no fui la de la idea fue…
— Puedo imaginarlo— dije y desaparecí por las escalera camino a mi cuarto. La verdad es que esa pequeña broma me había disgustado, y mucho. No podía creer que mi hermana, de mi sangre, que se supone que debe ser amable al menos por compasión, me haya comprado un disfraz como el que estoy usando para ir a una fiesta. Me mire en el espejo. El bulto amarillo empezaba más arriba de mi cabeza y terminaba con un pequeño arco entre mis muslos, tenía pecas por todas partes y unos zapatos de payaso, pero amarillos.
— ¿Listo? —Preguntó Jane asomando su cabeza por la puerta entreabierta — son las 8:00, hay que irnos ya
— Voy — dije desanimadamente
— ¿Estas enojado? Ya te dije que lo siento — dijo esta vez seria
— Si, solo que no me parece creíble que mi hermana, sangre de mi sangre, costilla de mis costillas, pie de mis pies...
— ya lo capte
—…me halla comprado un disfraz de banano para ir a la fiesta, no me lo creo, supongo que estoy en shock todavía
— Debo admitir que te ves muy bien vestido de banano — soltó unas risitas — te ves más… saludable — la mire asesinamente, pero por primera vez, la miré. Quede boquiabierto
— ¿De que se supone que estás disfrazada? — pregunté incrédulo al ver el plano abdomen de mi hermanita al descubierto
— De cleopatra — dijo y se encogió de hombros
— ¿Piensas ir así a la fiesta? —Le señalé el escote — ¿Es una broma?
— ¡Ah no! —Hizo un gesto dramático tapándose la frente con el dorso de la mano — ¡Dios mío! ¡Mi hermano ha tenido por primera vez en la vida el síndrome de “hermano mayor sobre protector”! ¡El apocalipsis! ¡Joe se está comportando como hermano sobre protector!
— Ya, calmada — dije
— Joe, no te preocupes, no estoy mostrando nada, además voy a llevar un sweater, si me siento incómoda, me lo pongo, caso cerrado— dijo y a continuación bajó las escaleras.
— ¿Tienes la dirección? — preguntó Liz desde el asiento del acompañante cuando llevábamos unos minutos de camino. Mi mandíbula se contrajo ¡Demonios! La dirección.
—Em.…este... verán...
— Matt dijo que te la daba a ti— me interrumpió Jane — ¿Si la tienes? Que no nos vayamos a perder...
— Verán… Matt dijo que me mandaba un mensaje con la dirección, el problema es… por sino se acuerdan, mi celular se quedó sin batería y el cargador está levemente… perdido — intenté arreglar las cosas con una sonrisa. Miré a Jane, que estaba digiriendo la gravedad del problema — Es gracioso, porque al pensar en la fiesta y en mi horrendo disfraz me olvide de…
— ¡La dirección! — Me interrumpió Jane, estaba colérica — ¿Cómo diablos crees que llegaremos si no la tenemos? ¿Tienes una alfombra mágica? ¡No! Dime, cabeza hueca ¿Cómo no se te ocurrió que para ir a una fiesta en un lugar al que nunca habías ido antes ¡necesitas sabes donde queda!?
— Ya, ya, lo tengo todo bajo control, llama a Matt y pídele la dirección
— ¡Eres un imbécil! No traigo mi celular, ¿De donde lo vamos a llamar?
— Del celular de Liz— conteste con obviedad
— No sabemos su número — dijo Jane casi en un susurro
— ¿No sabes el número de tu novio?— pregunté atónito, definitivamente mi hermana no era normal
— No — contestó Jane secamente — ¿Algún problema?
— Pues si, que si no sabemos su número no sabemos la dirección
—Ugh, que listo
— Ya, cálmense los dos — dijo a manera de mediadora Liz — no lo vamos a solucionar si siguen peleando. Tenemos que pensar en una manera de llegar
— No puede ser tan difícil dar con una fiesta de disfraces, seguimos a la gente que va disfrazada — dije y aceleré. Después de una media hora pasó un auto a la velocidad de la luz, supimos que iban para la fiesta porque había una chica que tenía la cabeza fuera de la ventanilla a causa de un enorme adorno como de carnaval que obviamente no cabía en el auto. Los seguí como pude ya que iban muy rápido. Pero frené en seco en cuanto vi a una manzana subir la tapa del capó de su auto que estaba echando humo. Suspiré divertido, al fin y al cabo, no era el único con un disfraz ridículo.
— Hola amigo — saludé. En cuanto el chico de ojos verdes se giró para verme, soltó una carcajada — ¿Qué te parece si hacemos una ensalada de frutas? — a pesar de la tensión en el ambiente, todos reímos. El chico se acercó
— ¿Pero que tenemos aquí? —Preguntó apoyando sus antebrazos por la ventanilla — Un banano, una hermosa princesa y ¿una chica árabe?
— Soy cleopatra — respondió mi hermana
— Hola — dijo Liz tímidamente, el chico sonrió
—¿Qué paso con tu auto? — le pregunté
— Sufrió un pequeño colapso — dijo y rio — Es una antigüedad, pero ¿Ustedes también van para la dichosa fiesta de disfraces? — Todos asentimos — Soy Kevin Miller — dijo y estiró su mano, yo la apreté en señal de saludo — Mucho gusto
—Joe Jonas, — dije — mi hermana Jane — dije señalando a Jane — y ella es Liz
— ¿Tu novia? — preguntó el chico interesado
— Bueno… se está haciendo la difícil pero…
— Joe, no somos novios — dijo Liz dirigiéndome una mirada que hubiera podido congelar el Sahara, luego le pestañeo a Kevin. Ambos sonrieron
— ¿Quieres que te llevemos?— dije rompiendo el hechizo entre Kevin y Liz. La manzana asintió
— Si no es mucha molestia
— No, ¡Que va! Solo tenemos que advertirte que tenemos un pequeño problema de ubicación — Ambos reímos
— Creo que yo se donde queda, sino le pregunto a mi hermano que ya llegó
— Ok — dije y luego esperamos que el cerrara su auto y se subiera. Se subió atrás con cleopatra.
— Creo que no quepo — dijo cuando se le hizo difícil subir — Mi trasero es muy grande — pero al fi consiguió meterse atrás
— dime Kevin ¿Cómo terminaste vestido de Manzana? — pregunté divertido
— Es una historia muy larga — dijo tratando de acomodarse — Pero se resume con dos palabras<<Mi hermano>>. Reímos
El lugar, una mansión, era bonito y gigante, adornado con todo tipo de cosas. Aparque mi auto en una especie de parqueadero donde había muchos otros autos aparcados. Apenas entramos se escuchó el beat de la música retumbar por todo el lugar, era una música agradable y era un lugar agradable. Todos nos miraron y es que, no todos los días se ven personas disfrazadas de Manzana y banano. Kevin y yo hicimos caso omiso de la situación y con un encogimiento de hombros caminamos entre la multitud. Me quede atrás sintiéndome ignorado por la animada conversación que mantenían Liz y Kevin.
Jane estaba mirando distraídamente todo el lugar, pero de pronto vio algo que le agradó y salió corriendo. Miré hacia donde sus ojos se posaban y allí había un castaño disfrazado de zorro, el mismo disfraz que supuestamente iba a usar mi cuñado. Jane le golpeó suavemente el hombro a manera de saludo y el chico se giró sorprendido, obviamente no reconoció a Jane. — ¡Mi amor! — gritó ella y se lanzó al chico de rulos castaños besándolo sorpresivamente. El chico abrió sus ojos como platos y se quedó estático. Oh—Oh ese no era nuestro zorro. Me reí de las ocurrencias de mi hermana.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 7
"Jane se confunde de zorro"
No podía creer la conexión que había entre Liz y Kevin, nunca la había visto tan nerviosa en frente de un chico. Por otra parte iba con una nueva teoría en mi cabeza, si me portaba como una novia enamorada y era más cariñosa con Matt, entonces es más probable que me enamorara de él. Si, eso era lo que tenía que hacer, ser más cariñosa con Matt. Cuando llegue vi un zorro que hablaba animadamente con otros chicos, de la misma estatura y constitución que Matt, me acerque y le di la vuelta.
— ¡Mi amor! — dije poniendo en marcha mi plan de “mas cariñosa”. Lo besé, él se quedó sorprendido, tanto que ni siquiera me respondió el beso, ignoré ese punto y envolví mis manos en su cuello profundizando el beso, pero de nuevo él no me respondió. Me separe un poco descolocada y ruborizada.
— ¿Pasa algo? — le pregunté. Pero los sorprendidos ojos que se posaron en mi no eran verdes, sino cafés, oh no.
— Eso mismo te pregunto yo a ti ¿Qué fue…? — dijo el desconocido con algo de furia
— ¿No eres Matt? — pregunté cerrando los ojos y cubriendo mi cara completamente ruborizada con mis manos. Gracias a mi antifaz él no pudo notarlo. No, no y no. ¡Que vergüenza!
— No, es obvio que no soy Matt. — Dijo esta vez divertido
— Perdón, perdón. ¡Que vergüenza! Pero mi novio me dijo que venia de zorro entonces cuando te vi pensé que eras Matt pero es obvio que no eres porque él tiene ojos verdes y no tiene esos lunares en la cara y de verdad yo lo siento estoy muy avergonzada porque...
— Respira — me pidió el zorro — Ya, perdonada
— Gracias — dije sintiendo como el color rojo todavía no abandonaba mis mejillas
— De nada — dijo riendo, es más que obvio que estaba teniendo un momento de diversión por mí. Gire sobre mis talones dispuesta a abandonar aquel chico y tratar de olvidar la vergüenza que había acabado de pasar — ¡Espera! — Gritó el zorro obligándome a detenerme y a girarme con el rostro completamente abochornado todavía — Si no encuentras a tu zorro, siempre puedo ser un reemplazo — dijo con una sonrisa coqueta.
— ¿Qué dijiste? — me giré y lo encaré desafiante
— Que creo que eres una cleopatra sexy — dijo con voz seductora. No logro comprender como pasé de sentir una profunda vergüenza, a estar profundamente enfadada. Nunca me había gustado un chico que utilizara el coqueteo descarado como arma para conquistar, y menos conmigo, que ni Romeo podría conquistarme.
— Y yo creo que eres un Imbécil.
Dicho esto. Me fui.
Fui al baño para observar bien mi disfraz antes de encontrarme con Matt. Era un disfraz sencillo de cleopatra, pero me había ruborizado por el comentario de ese imbécil, igual tenía el sweater por si el zorro intentaba pasarse de listo conmigo. Era color blanco hueso, un poco abano. Un delicado top cubría mis pechos y dejaba al descubierto mi abdomen, aquello no me gustaba, pero había tenido que elegir ése ya que no quedaba de otra. Una falda del mismo color con detalles en dorado caía desde mi cintura hasta mis tobillos, llevaba un antifaz para que nadie que me viera luego me reconociera si es que llegaba a hacer algo de lo que tuviera que avergonzarme. Mire mi cara, estaba roja por la rabia y la vergüenza, ese desconocido me había bajado los ánimos que traía por el aire al entrar por la puerta con su sola presencia.
Busque a Matt al menos por una hora. Una media hora más. Hasta que fueron dos horas. Decididamente no lo encontraba. Con un encogimiento de hombros me dirigí a la pista de baile donde la manzana y el banano eran los reyes de la pista. Joe saltaba y hacía gestos raros son su cara. Tapaba su nariz y enseguida hacia la mímica de sumergirse en el agua… era realmente gracioso. Por otro lado… Kevin balanceaba su monumental trasero por los aires. Y ellos decían que estaban apenados de sus disfraces. Liz bailaba animadamente también, aunque la larga cola de su vestido no le permitía moverse con gran libertad… ella hacía lo que podía. Todos se habían estado divirtiendo en las últimas dos horas, hasta el brócoli… Si señores, había una persona disfrazada de brócoli… Estaba meneando su cabeza mecánicamente en una esquina a la vez que tomaba una bebida. Definitivamente todos se habían divertido, todos menos yo… Por andar buscando mi estúpido novio.
Me alejé a las mesas de las bebidas, un poco triste, había esperado que todo se arreglara esta noche con Matt, había esperado poder enamorarme de él… pero él no había aparecido.
— ¿Qué haces cleo? — Preguntó una fastidiosa voz a mi espalda. El Zorro.
— Contigo… nada — dije girándome abruptamente
— ¿Qué pasa? ¿No eras tu la que me estaba besando hace un rato? ¿O acaso fui yo? No — dijo con aire belicoso
— Largo — espeté caminando entre las mesas con una bebida, me dirigía hacia el jardín.
— Ahora huyes de mí — dijo siguiéndome
— Eso es lo que hago. Y cuando una persona huye de otra, la lógica aconseja que la otra se aleje. Es obvio
— Bueno, el zorro no le hace mucho caso a la lógica, el actúa por instinto — lo ignoré sentándome en una pequeña banca y dándole un trago a mi bebida. — Así que ¿Encontraste al zorro que buscabas? O ¿Tendré que servirte de reemplazo?
— ¿No viniste con una chica o algo? ¿Tengo que ser precisamente yo el objeto de tus molestias? — dije ya muy irritada. Rasco su mandíbula, haciéndose el que pensaba.
— No, creo que no. Exactamente, tienes que ser a quien moleste… De alguna manera me tienes que pagar el hecho de que haya prestado mis hermosos, rosados y carnosos labios como conejillo de indias para ser besados por… — miró mis labios con fingida desaprobación —… los tuyos.
— ¡Ja! ¿Hermosos, rosados y carnosos? Ni en tus sueños más locos — dije con aire burlón aunque en el fondo sabía que era una vil mentira. Sus labios si que eran hermosos, muy rosados y muy, muy… carnosos.
— ¿Si? Si piensas eso de mis, -debo dejar claro- hermosos labios ¿Por qué los besaste? Algo te debió de gustar
— Porque pensé que eras Matt, necesitaba afirmar mi teoría, necesitaba comprobar…
— Para comprobar una teoría que bobamente podrías haber comprobado sin necesidad de besarme, podrías haber comprobado que no soy Matt inmediatamente me viste… porque, obviamente, no soy tu novio
— Y no sabes cuánto me alegro de eso — dije — Como has dicho, no eres mi novio, y no se que hago discutiendo temas como estos con un imbécil que no es nada mío… ni siquiera se tu nombre — dije incorporándome — así que, zorro, Arrivederci.
Entré en la mansión de nuevo. Había un chico subido en una especie de tarima y estaba agarrando un micrófono.
— Hola, bienvenidos sean todos y todas — dijo el chico
— Ya han pasado tres horas desde que comenzó la fiesta ¿No crees que es un poco tarde para darnos la bienvenida?, apuesto que las bebidas ya se acabaron — dijo Kevin burlón
— ¡Eh! Manzana, calladita — le respondió el otro también en tono burlón — Por cierto, me encanta tu disfraz… va con tu personalidad
— Muy gracioso – dijo Kevin.
— Bueno…. — empezó a hablar de muchas cosas, que para mi, no tenían importancia. Solo buscaba con la mirada al zorro, pero al único que podía divisar era al estorbo que estaba a mi lado…que insoportable.
Me estaba preocupando, tres horas y Matt no hacía acto de presencia. Podía haberle pasado algo.
Por mi mente pasaban miles de explicaciones por las cuales Matt no había podido asistir, hasta que…
—… ¡Luces! — dijo el chico con el micrófono. Las luces se encendieron y enfocaron a un zorro besando a minnie mouse. Mi cerebro no procesaba muy bien la imagen. Sólo había dos zorros en aquella fiesta, por lo que había podido observar. El irritante estaba a mi lado, observando mi reacción, así que el que estaba comiéndose con la boca aquella mala imitación de la novia de Mickey, era nada más ni nada menos que… Matt. El zorro de Matt (el calificativo no solo por el disfraz) mi novio Matt. Besándose muy animadamente con otra.
— ¡Wow! Tenemos una interesante pareja aquí — los idiotas se separaron en cuanto sintieron la luz en sus caras, que nada sorpresivamente, estaban acaloradas. — ¿Se animan a competir? En la competencia tendrán que estar bien pegaditos... como les gusta — todos silbaron y aplaudieron, animándolos a salir. Yo solo sentía mi cara arder de furia. Matt miraba confundido a todos quienes lo miraban esperando que saliera a la pista. Minnie lo agarro de la mano y lo condujo al centro de la pista de baile, lo besó de nuevo.
— Que zorro — dijo el zorro que tenía a mi derecha. Lo mire fulminante — O ese chico no es tu novio y eres una desquiciada, o es un completo imbécil — susurro a mi oido
— Yo diría que la segunda opción es la correcta…. — Lo miré, como él seguía inclinado para hablarme al oído, nuestros rostros quedaron estratégicamente cerca.
— ¡Esperen! — Gritó el chico por el micrófono — ¡Hay otro zorro!
La luz iluminó al chico rulado a mi lado. Este miró a todos asombrado
— ¡Y viene con una chica árabe! Vamos, que sea una competencia entre zorros.
— Soy Cleopatra — masculle muy…muy enfadada. ¿Por qué demonios todos confundían mi disfraz? ¿Qué no era muy obvio que era cleopatra?
— Creo que… — susurro el zorro
— ¡Ah! ¿Te da pena? — Todos hicieron pullas — Vamos.
— Anímense es solo una competencia de baile en parejas — dijo Minnie pegando su lánguido cuerpo a Matt…. Oh, acababan de Retar a Jane Jonas…. No iban a salir libres de aquello.
— De acuerdo — dije cogiendo al zorro de la mano y encaminándolo a la pista de baile — A bailar.
— ¡Y la chica árabe se ha animado!
— ¡Que soy Cleopatra! — Grité ya demasiado furiosa — Y si nos haces el favor.. ¡Pon la música!
— ¡Mi amor! — dije poniendo en marcha mi plan de “mas cariñosa”. Lo besé, él se quedó sorprendido, tanto que ni siquiera me respondió el beso, ignoré ese punto y envolví mis manos en su cuello profundizando el beso, pero de nuevo él no me respondió. Me separe un poco descolocada y ruborizada.
— ¿Pasa algo? — le pregunté. Pero los sorprendidos ojos que se posaron en mi no eran verdes, sino cafés, oh no.
— Eso mismo te pregunto yo a ti ¿Qué fue…? — dijo el desconocido con algo de furia
— ¿No eres Matt? — pregunté cerrando los ojos y cubriendo mi cara completamente ruborizada con mis manos. Gracias a mi antifaz él no pudo notarlo. No, no y no. ¡Que vergüenza!
— No, es obvio que no soy Matt. — Dijo esta vez divertido
— Perdón, perdón. ¡Que vergüenza! Pero mi novio me dijo que venia de zorro entonces cuando te vi pensé que eras Matt pero es obvio que no eres porque él tiene ojos verdes y no tiene esos lunares en la cara y de verdad yo lo siento estoy muy avergonzada porque...
— Respira — me pidió el zorro — Ya, perdonada
— Gracias — dije sintiendo como el color rojo todavía no abandonaba mis mejillas
— De nada — dijo riendo, es más que obvio que estaba teniendo un momento de diversión por mí. Gire sobre mis talones dispuesta a abandonar aquel chico y tratar de olvidar la vergüenza que había acabado de pasar — ¡Espera! — Gritó el zorro obligándome a detenerme y a girarme con el rostro completamente abochornado todavía — Si no encuentras a tu zorro, siempre puedo ser un reemplazo — dijo con una sonrisa coqueta.
— ¿Qué dijiste? — me giré y lo encaré desafiante
— Que creo que eres una cleopatra sexy — dijo con voz seductora. No logro comprender como pasé de sentir una profunda vergüenza, a estar profundamente enfadada. Nunca me había gustado un chico que utilizara el coqueteo descarado como arma para conquistar, y menos conmigo, que ni Romeo podría conquistarme.
— Y yo creo que eres un Imbécil.
Dicho esto. Me fui.
Fui al baño para observar bien mi disfraz antes de encontrarme con Matt. Era un disfraz sencillo de cleopatra, pero me había ruborizado por el comentario de ese imbécil, igual tenía el sweater por si el zorro intentaba pasarse de listo conmigo. Era color blanco hueso, un poco abano. Un delicado top cubría mis pechos y dejaba al descubierto mi abdomen, aquello no me gustaba, pero había tenido que elegir ése ya que no quedaba de otra. Una falda del mismo color con detalles en dorado caía desde mi cintura hasta mis tobillos, llevaba un antifaz para que nadie que me viera luego me reconociera si es que llegaba a hacer algo de lo que tuviera que avergonzarme. Mire mi cara, estaba roja por la rabia y la vergüenza, ese desconocido me había bajado los ánimos que traía por el aire al entrar por la puerta con su sola presencia.
Busque a Matt al menos por una hora. Una media hora más. Hasta que fueron dos horas. Decididamente no lo encontraba. Con un encogimiento de hombros me dirigí a la pista de baile donde la manzana y el banano eran los reyes de la pista. Joe saltaba y hacía gestos raros son su cara. Tapaba su nariz y enseguida hacia la mímica de sumergirse en el agua… era realmente gracioso. Por otro lado… Kevin balanceaba su monumental trasero por los aires. Y ellos decían que estaban apenados de sus disfraces. Liz bailaba animadamente también, aunque la larga cola de su vestido no le permitía moverse con gran libertad… ella hacía lo que podía. Todos se habían estado divirtiendo en las últimas dos horas, hasta el brócoli… Si señores, había una persona disfrazada de brócoli… Estaba meneando su cabeza mecánicamente en una esquina a la vez que tomaba una bebida. Definitivamente todos se habían divertido, todos menos yo… Por andar buscando mi estúpido novio.
Me alejé a las mesas de las bebidas, un poco triste, había esperado que todo se arreglara esta noche con Matt, había esperado poder enamorarme de él… pero él no había aparecido.
— ¿Qué haces cleo? — Preguntó una fastidiosa voz a mi espalda. El Zorro.
— Contigo… nada — dije girándome abruptamente
— ¿Qué pasa? ¿No eras tu la que me estaba besando hace un rato? ¿O acaso fui yo? No — dijo con aire belicoso
— Largo — espeté caminando entre las mesas con una bebida, me dirigía hacia el jardín.
— Ahora huyes de mí — dijo siguiéndome
— Eso es lo que hago. Y cuando una persona huye de otra, la lógica aconseja que la otra se aleje. Es obvio
— Bueno, el zorro no le hace mucho caso a la lógica, el actúa por instinto — lo ignoré sentándome en una pequeña banca y dándole un trago a mi bebida. — Así que ¿Encontraste al zorro que buscabas? O ¿Tendré que servirte de reemplazo?
— ¿No viniste con una chica o algo? ¿Tengo que ser precisamente yo el objeto de tus molestias? — dije ya muy irritada. Rasco su mandíbula, haciéndose el que pensaba.
— No, creo que no. Exactamente, tienes que ser a quien moleste… De alguna manera me tienes que pagar el hecho de que haya prestado mis hermosos, rosados y carnosos labios como conejillo de indias para ser besados por… — miró mis labios con fingida desaprobación —… los tuyos.
— ¡Ja! ¿Hermosos, rosados y carnosos? Ni en tus sueños más locos — dije con aire burlón aunque en el fondo sabía que era una vil mentira. Sus labios si que eran hermosos, muy rosados y muy, muy… carnosos.
— ¿Si? Si piensas eso de mis, -debo dejar claro- hermosos labios ¿Por qué los besaste? Algo te debió de gustar
— Porque pensé que eras Matt, necesitaba afirmar mi teoría, necesitaba comprobar…
— Para comprobar una teoría que bobamente podrías haber comprobado sin necesidad de besarme, podrías haber comprobado que no soy Matt inmediatamente me viste… porque, obviamente, no soy tu novio
— Y no sabes cuánto me alegro de eso — dije — Como has dicho, no eres mi novio, y no se que hago discutiendo temas como estos con un imbécil que no es nada mío… ni siquiera se tu nombre — dije incorporándome — así que, zorro, Arrivederci.
Entré en la mansión de nuevo. Había un chico subido en una especie de tarima y estaba agarrando un micrófono.
— Hola, bienvenidos sean todos y todas — dijo el chico
— Ya han pasado tres horas desde que comenzó la fiesta ¿No crees que es un poco tarde para darnos la bienvenida?, apuesto que las bebidas ya se acabaron — dijo Kevin burlón
— ¡Eh! Manzana, calladita — le respondió el otro también en tono burlón — Por cierto, me encanta tu disfraz… va con tu personalidad
— Muy gracioso – dijo Kevin.
— Bueno…. — empezó a hablar de muchas cosas, que para mi, no tenían importancia. Solo buscaba con la mirada al zorro, pero al único que podía divisar era al estorbo que estaba a mi lado…que insoportable.
Me estaba preocupando, tres horas y Matt no hacía acto de presencia. Podía haberle pasado algo.
Por mi mente pasaban miles de explicaciones por las cuales Matt no había podido asistir, hasta que…
—… ¡Luces! — dijo el chico con el micrófono. Las luces se encendieron y enfocaron a un zorro besando a minnie mouse. Mi cerebro no procesaba muy bien la imagen. Sólo había dos zorros en aquella fiesta, por lo que había podido observar. El irritante estaba a mi lado, observando mi reacción, así que el que estaba comiéndose con la boca aquella mala imitación de la novia de Mickey, era nada más ni nada menos que… Matt. El zorro de Matt (el calificativo no solo por el disfraz) mi novio Matt. Besándose muy animadamente con otra.
— ¡Wow! Tenemos una interesante pareja aquí — los idiotas se separaron en cuanto sintieron la luz en sus caras, que nada sorpresivamente, estaban acaloradas. — ¿Se animan a competir? En la competencia tendrán que estar bien pegaditos... como les gusta — todos silbaron y aplaudieron, animándolos a salir. Yo solo sentía mi cara arder de furia. Matt miraba confundido a todos quienes lo miraban esperando que saliera a la pista. Minnie lo agarro de la mano y lo condujo al centro de la pista de baile, lo besó de nuevo.
— Que zorro — dijo el zorro que tenía a mi derecha. Lo mire fulminante — O ese chico no es tu novio y eres una desquiciada, o es un completo imbécil — susurro a mi oido
— Yo diría que la segunda opción es la correcta…. — Lo miré, como él seguía inclinado para hablarme al oído, nuestros rostros quedaron estratégicamente cerca.
— ¡Esperen! — Gritó el chico por el micrófono — ¡Hay otro zorro!
La luz iluminó al chico rulado a mi lado. Este miró a todos asombrado
— ¡Y viene con una chica árabe! Vamos, que sea una competencia entre zorros.
— Soy Cleopatra — masculle muy…muy enfadada. ¿Por qué demonios todos confundían mi disfraz? ¿Qué no era muy obvio que era cleopatra?
— Creo que… — susurro el zorro
— ¡Ah! ¿Te da pena? — Todos hicieron pullas — Vamos.
— Anímense es solo una competencia de baile en parejas — dijo Minnie pegando su lánguido cuerpo a Matt…. Oh, acababan de Retar a Jane Jonas…. No iban a salir libres de aquello.
— De acuerdo — dije cogiendo al zorro de la mano y encaminándolo a la pista de baile — A bailar.
— ¡Y la chica árabe se ha animado!
— ¡Que soy Cleopatra! — Grité ya demasiado furiosa — Y si nos haces el favor.. ¡Pon la música!
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 8
"Jane gana la competencia"
Durante toda la competencia había sentido muy directamente la cercanía del zorro, mi compañero de baile. Hubo un instante, durante una canción muy lenta, en el que la cercanía se volvió prácticamente insoportable, sorprendentemente estaba nerviosa, sentía su respiración en mi mejilla atormentándome. No sabía que era peor, ver a Matt con Minnie pegada como una lapa, o sentir la burlona mirada color chocolate del individuo con quien estaba bailando.
Aunque algo ardía en mi interior, no era dolor por la traición de Matt, era mi orgullo, que por aquella estúpida jugarreta, había salido herido. Jamás en mi corta vida me habían visto la cara, se podía decir que soy novata en esto de ser engañada. Y ser engañada por primera vez, por tu primer novio, no es la mejor sensación del mundo. Lo único que saco por querer tener algo más de experiencia en el amor son mentiras y engaños.
— Ahora — dijo el individuo por el micrófono — Lo último… Cleopatra — dijo mirándome burlonamente — Y Minnie Mouse. Deberán pararse, literalmente, sobre los pies del zorro.
Los ojos color avellana se posaron nuevamente sobre los míos con una mirada burlona.
— ¿seguro que eres capaz de soportarlo? — Preguntó. Trague saliva fuertemente — Matt va a tener que estar muy pegado a esa chica
Dejé escapar el aire que había estado reteniendo. Era más que capaz de observar a Matt, lo que no sabía era si podría soportar su cercanía, el desconocido, porque ni siquiera se su nombre, me ponía bastante nerviosa
— Si — respondí decidida — Soy capaz de soportarlo
Acomodé mi pié derecho sobre su pie izquierdo, a la vez que él me tomaba por la cintura. Posicioné mi pie izquierdo sobre su pie derecho sintiendo mi corazón latir fuertemente. Tenía a aquel individuo a solo centímetros de mi cara, sentía su respiración en mi mejilla a la vez que los latidos de ambos cobraban magnitud.
— Pensé que era una competencia de Baile — dije aferrándome fuertemente al cuello de mi compañero para no caerme.
— Pensaste mal — dijo el chico con el micrófono, al cual ya estaba empezando a odiar.
— Estúpido — masculle
El cronómetro empezó a marcar el tiempo de mi tormento. El cálido aliento del individuo chocaba con mi mejilla cada vez que hacía un comentario burlón. Miré al zorro, tenía un antifaz que cubría desde sus cejas hasta su nariz y también parte de sus mejillas, así que su rostro era todavía un enigma para mí, al igual que el mío para él. Si lo viera por La calle un día, jamás lo reconocería, y el a mi tampoco, igual no tenía ganas de volver a cruzarme con aquel individuo jamás. Quería enterrar aquella fracasada fiesta de disfraces en lo más profundo de mis recuerdos.
Estaba en una situación lo bastante incomoda como para temer por mi vida. En cualquier momento mis resbalarían de los del zorro, y ahí acabaría todo. Estaba en un dilema, dejarme caer y perder, todo para alejar al zorro de mi lado, o soportaba aquel tormento para salir vencedora al final con la cabeza en alto. Jamás en mi vida había estado tan nerviosa como en ese momento, mi corazón latía a un ritmo estrepitoso, pero lo más duro de la situación era que el zorro lo sentía, me miraba y se reía, lo que me enfurecía aún más.
— ¿te pongo tan nerviosa? — preguntó burlón.
— No, de hecho, no me pones para nada nerviosa, lo que me inquieta es que me pueda caer y se que no harías nada para sujetarme — dije disimulando perfectamente
— Claro que no te dejaría caer — dijo sujetándome más fuertemente por la cintura. No podríamos estar más pegados — Eso significaría que perderíamos, y no me agrada perder.
Ignoré aquel comentario. Estúpido ególatra.
— Entonces... cuéntame de tu vida
— Creo que este no es el momento más indicado para hablar de ello ¿No crees? — comenté. Pero él me ignoró.
— ¿vas a perdonar a tu novio? O ¿vas a terminar con él?
— Ex novio, no pienso tener novio hasta los cuarenta. — El rió
— ¿hasta los cuarenta? Vaya, ese chico si que te ha dejado mal
— No, no es él, soy yo. Odio demasiado el amor como para volver a caer en sus redes
— ¿estabas enamorada de él?
— eso no te incumbe — dije escondiendo mi cabeza en su cuello
— Oh… si lo estabas
Miré a Matt, él y Minnie Mouse parecían tener problemas de equilibrio. Matt estaba que estallaba en carcajadas y minnie trataba como podía de aferrarse a él. Pero Matt ya no aguantaba más, lo conocía, en cualquier momento perdería el equilibrio a causa de la risa. Dirigí mi mirada hacia donde lo hacía el, me reí, causando que el zorro se tambaleara un poco.
La manzana y el banano estaban haciendo monerías, el brócoli se había sumado moviendo como siempre su cabeza mecánicamente, parecía como si no supiera hacer nada más. Kevin balanceaba su trasero por los aires y Joe, como siempre, hacía cualquier cosa que se le ocurriera. La escena era realmente divertida, me reí, ellos lo estaban haciendo por mí. Para que ganáramos.
— ¿Qué es tan divertido? — preguntó a punto de girarse para observar
— No mires, es mejor que no lo hagas — escondí mi cabeza en su cuello para no mirar, seguía riéndome, sin querer mi nariz rosaba su cuello.
— No hagas eso por favor — pidió en un susurro
— ¿hacer que?
— Eso que estas haciendo, lo que sea. Me haces cosquillas — dijo, pero yo pude sentir su corazón latir rápidamente
— Y te pone nervioso — dije con una sonrisa
— Jamás — respondió demasiado seguro. Maldita sea.
Matt y Minnie cayeron al suelo. Matt no podía controlar las carcajadas y minnie le pegó una cachetada que lo hizo reaccionar
— Esto es para que dejes de ser tan estúpido
Aunque algo ardía en mi interior, no era dolor por la traición de Matt, era mi orgullo, que por aquella estúpida jugarreta, había salido herido. Jamás en mi corta vida me habían visto la cara, se podía decir que soy novata en esto de ser engañada. Y ser engañada por primera vez, por tu primer novio, no es la mejor sensación del mundo. Lo único que saco por querer tener algo más de experiencia en el amor son mentiras y engaños.
— Ahora — dijo el individuo por el micrófono — Lo último… Cleopatra — dijo mirándome burlonamente — Y Minnie Mouse. Deberán pararse, literalmente, sobre los pies del zorro.
Los ojos color avellana se posaron nuevamente sobre los míos con una mirada burlona.
— ¿seguro que eres capaz de soportarlo? — Preguntó. Trague saliva fuertemente — Matt va a tener que estar muy pegado a esa chica
Dejé escapar el aire que había estado reteniendo. Era más que capaz de observar a Matt, lo que no sabía era si podría soportar su cercanía, el desconocido, porque ni siquiera se su nombre, me ponía bastante nerviosa
— Si — respondí decidida — Soy capaz de soportarlo
Acomodé mi pié derecho sobre su pie izquierdo, a la vez que él me tomaba por la cintura. Posicioné mi pie izquierdo sobre su pie derecho sintiendo mi corazón latir fuertemente. Tenía a aquel individuo a solo centímetros de mi cara, sentía su respiración en mi mejilla a la vez que los latidos de ambos cobraban magnitud.
— Pensé que era una competencia de Baile — dije aferrándome fuertemente al cuello de mi compañero para no caerme.
— Pensaste mal — dijo el chico con el micrófono, al cual ya estaba empezando a odiar.
— Estúpido — masculle
El cronómetro empezó a marcar el tiempo de mi tormento. El cálido aliento del individuo chocaba con mi mejilla cada vez que hacía un comentario burlón. Miré al zorro, tenía un antifaz que cubría desde sus cejas hasta su nariz y también parte de sus mejillas, así que su rostro era todavía un enigma para mí, al igual que el mío para él. Si lo viera por La calle un día, jamás lo reconocería, y el a mi tampoco, igual no tenía ganas de volver a cruzarme con aquel individuo jamás. Quería enterrar aquella fracasada fiesta de disfraces en lo más profundo de mis recuerdos.
Estaba en una situación lo bastante incomoda como para temer por mi vida. En cualquier momento mis resbalarían de los del zorro, y ahí acabaría todo. Estaba en un dilema, dejarme caer y perder, todo para alejar al zorro de mi lado, o soportaba aquel tormento para salir vencedora al final con la cabeza en alto. Jamás en mi vida había estado tan nerviosa como en ese momento, mi corazón latía a un ritmo estrepitoso, pero lo más duro de la situación era que el zorro lo sentía, me miraba y se reía, lo que me enfurecía aún más.
— ¿te pongo tan nerviosa? — preguntó burlón.
— No, de hecho, no me pones para nada nerviosa, lo que me inquieta es que me pueda caer y se que no harías nada para sujetarme — dije disimulando perfectamente
— Claro que no te dejaría caer — dijo sujetándome más fuertemente por la cintura. No podríamos estar más pegados — Eso significaría que perderíamos, y no me agrada perder.
Ignoré aquel comentario. Estúpido ególatra.
— Entonces... cuéntame de tu vida
— Creo que este no es el momento más indicado para hablar de ello ¿No crees? — comenté. Pero él me ignoró.
— ¿vas a perdonar a tu novio? O ¿vas a terminar con él?
— Ex novio, no pienso tener novio hasta los cuarenta. — El rió
— ¿hasta los cuarenta? Vaya, ese chico si que te ha dejado mal
— No, no es él, soy yo. Odio demasiado el amor como para volver a caer en sus redes
— ¿estabas enamorada de él?
— eso no te incumbe — dije escondiendo mi cabeza en su cuello
— Oh… si lo estabas
Miré a Matt, él y Minnie Mouse parecían tener problemas de equilibrio. Matt estaba que estallaba en carcajadas y minnie trataba como podía de aferrarse a él. Pero Matt ya no aguantaba más, lo conocía, en cualquier momento perdería el equilibrio a causa de la risa. Dirigí mi mirada hacia donde lo hacía el, me reí, causando que el zorro se tambaleara un poco.
La manzana y el banano estaban haciendo monerías, el brócoli se había sumado moviendo como siempre su cabeza mecánicamente, parecía como si no supiera hacer nada más. Kevin balanceaba su trasero por los aires y Joe, como siempre, hacía cualquier cosa que se le ocurriera. La escena era realmente divertida, me reí, ellos lo estaban haciendo por mí. Para que ganáramos.
— ¿Qué es tan divertido? — preguntó a punto de girarse para observar
— No mires, es mejor que no lo hagas — escondí mi cabeza en su cuello para no mirar, seguía riéndome, sin querer mi nariz rosaba su cuello.
— No hagas eso por favor — pidió en un susurro
— ¿hacer que?
— Eso que estas haciendo, lo que sea. Me haces cosquillas — dijo, pero yo pude sentir su corazón latir rápidamente
— Y te pone nervioso — dije con una sonrisa
— Jamás — respondió demasiado seguro. Maldita sea.
Matt y Minnie cayeron al suelo. Matt no podía controlar las carcajadas y minnie le pegó una cachetada que lo hizo reaccionar
— Esto es para que dejes de ser tan estúpido
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 9
"Jane: Matt recibe una paliza "
Por fin, mi cuerpo se liberó del chico irritante, pero al separarme, un estremecimiento recorrió mi cuerpo, sentí mucho frio al separarme del zorro. Corrí al lado de Matt, quien miraba estupefacto a minnie que se alejaba. Le proporcioné una cálida bofetada.
— Y esto es para que dejes de ser un imbécil
— ¿y a ti que…? — preguntó, hasta que me reconoció. — Jane... — dijo en un susurro bajando su cabeza
— Si, Jane. La estúpida que creyó que tú eras diferente, Jane, la misma estúpida que te busco toda la noche y que estaba preocupada porque tu no aparecías, la misma que presenció como te besabas con otra cuando supuestamente eras mi novio, la misma que con la frente en alto ahora está terminando contigo — dije sintiendo que una lágrima bajaba lentamente por mi mejilla derecha — También la misma que te venció en la pista de baile — dije con aire de superioridad — Eres un imbécil — dije para luego darle otra bofetada e irme caminando lentamente.
Matt no alcanzó a decirme palabra alguna porque en el instante en que lo iba a hacer, un fuerte puño se estrello contra su cara, era el de Joe. Todos los presentes, que se había congregado alrededor de nosotros, gritaron a coro un ‘auch’, el chico con el micrófono decía algo como ‘hagan sus apuestas, ¿Matt logra salir vivo de esta, o hay más personas esperando para propinarle un puñetazo?’ logré divisar al zorro, estaba en una esquina presenciando todo, con aire burlón.
—Creo que esto te deja claro que no quiero que te vuelvas a acercar a mi hermana — dijo Joe furioso, creo que jamás en mi vida lo había visto tan furioso. Sonreí, de verdad quería mucho a mi hermano.
— Liz… — dijo Matt cuando había superado su estupefacción, agarrando a Liz por el brazo — Dile a Jane que…
no alcanzó a terminar porque Liz, en calidad de mejor amiga herida, le propinó otra bofetada.
‘Cuatro bofetadas y un puñetazo, amigos, ¿siguen apostando que saldrá de esta?’ Mire fulminante al chico del micrófono. La manzana se acercó a Matt, se veía furiosa.
— No molestes a Liz — advirtió — Ella no tiene nada que ver
— ¿Quién eres tu? No te metas — contestó Matt groseramente, a lo que recibió otro puñetazo, por parte de Kevin.
‘Ahora son dos puñetazos, yo apostaría a que....’ No alcanzó a terminar porque le arrebaté el micrófono y lo aventé por los aires, no fue mi intención, de verdad que no lo tenía planeado, pero la vida es bella, y te recompensa algunas veces, el micrófono cayó en la cabeza de Minnie, haciéndola caer al suelo. La comunidad de chismosos soltó otro ‘auch’. Doy gracias a Dios que el aparato era pequeño y liviano, porque donde el dichoso micrófono hubiera sido un poco más grande y pesado, bueno… no quiero ni pensarlo.
Ya Kevin se había calmado, y no se había iniciado una riña. Estaba todo calmado. Pero de pronto el brócoli se abalanzo sobre Matt y le proporcionó tres puñetazos, haciéndolo caer al suelo.
— ¿Qué le pasó a este? — susurre a Liz por lo bajo.
— Tal vez estaba enamorado de ti y no le agrado lo que hizo Matt — dijo encogiéndose de hombros
— Liz…. Ni siquiera a conozco ese individuo, es imposible que estuviera enamorado de mi — dije mirándola como si hubiera perdido la cabeza
— Bueno, perdón. Desde que Kevin me defendió de esa manera, creo que dejé de pensar con coherencia — sonreí
Matt miraba fulminante al brócoli, mientras comprobaba asombrado que su labio estaba sangrando
— No se quien eres… pero vi a todos pegarte, sí que me dije “Hey Dan, porque no le pegas tu también” y, seguí mi impulso
— ¿estas drogado o que? ¡No tenías porque pegarme! — espetó Matt furioso desde el suelo limpiándose la sangre del labio
— Perdona… — dijo el brócoli ayudándolo a levantar — también había apostado en tu contra, necesitaba asegurarme de ganar
— ¿Quiere alguien más desquitarse conmigo? — preguntó Matt extendiendo sus manos y mirando a todos. De pronto, una chica se acercó y lo abofeteó. Matt, ya nada sorprendido, se quedó estático
— Era metafóricamente, no para que vinieras y me pegaras
— lo siento, necesitaba pegarle a alguien, además, aposté a favor tuyo, necesitaba cobrarte de alguna manera el dinero que me hiciste perder.
— Ya que — dijo caminando hacia la salida. Justo donde estábamos Liz y yo.
— Perdóname Jane… — susurro y siguió su camino. Luego se volvió — Estas hermosa, ahora entiendo porque ese zorro no te dejaba en paz ni por un segundo.
Lo ignoré, el se encaminó con la cabeza gacha hasta su auto.
Cuando Liz y yo estábamos afuera, esperando a Joe para subir al auto. Apareció el irritante zorro, venía con la manzana y el banano.
— Jane, él es mi hermano — dijo Kevin presentándome al zorro — Pero creo que ustedes ya se conocen bien — dijo burlón. Mis mejillas se cubrieron de un color rojo intenso, el susodicho fulmino a su hermano con la mirada.
— Bueno, vámonos — dijo Joe
— ¿¡Qué!? — Solté — ¿Qué tiene que hacer él aquí? — pregunté señalando al zorro.
— Lo que pasa, querida hermanita, es que como el auto de Kevin sufrió unas pequeñas fallas, su hermano no tiene en que irse, así que yo, viendo lo mucho que te agradó el zorro — lo fulminé con la mirada — Los invité a venir.
— Bien — espeté caminando furiosa — Pero yo iré adelante
— ¡No! — Gritó rápidamente Joe — No quiero a Liz ahí atrás con Kevin —Rápidamente Liz se subió al asiento de adelante
— ¿Porque me haces esto? — susurre cuando pasó a mi lado
— Porque me pondría muy nerviosa estando ahí atrás con Kevin — suspire resignada, lo estaba haciendo por mi amiga.
Me subí atrás y me pegué lo más que pude a la ventana. Luego se subió el zorro. Portaba una sonrisa burlona. Maldita sea. Se estaba divirtiendo con todo aquello. Me hice la indiferente, pero no pude evitar ponerme nerviosa cuando sentí su muslo derecho rozar mi muslo izquierdo y su cuerpo apretarse contra el mío.
— No quepo — gruño Kevin — Todo es tu culpa zorro, si no me hubieras obligado a usar este disfraz probablemente mi trasero podría entrar
— ¿Sabes que? — dijo Joe con una pícara sonrisa — Que el zorro lleve a cleopatra
— ¿Qué? —preguntamos al unisono
— Rápido, quiero llegar a casa — bufó Kevin. No tuve más remedio que acomodarme sobre los muslos del zorro. Todo mi cuerpo advirtió su cercanía y mi corazón dio respuesta al instante, latiendo más rápido que nunca. Kevin logró entrar y en cuanto el auto arrancó, juré vengarme de Joseph.
— Y esto es para que dejes de ser un imbécil
— ¿y a ti que…? — preguntó, hasta que me reconoció. — Jane... — dijo en un susurro bajando su cabeza
— Si, Jane. La estúpida que creyó que tú eras diferente, Jane, la misma estúpida que te busco toda la noche y que estaba preocupada porque tu no aparecías, la misma que presenció como te besabas con otra cuando supuestamente eras mi novio, la misma que con la frente en alto ahora está terminando contigo — dije sintiendo que una lágrima bajaba lentamente por mi mejilla derecha — También la misma que te venció en la pista de baile — dije con aire de superioridad — Eres un imbécil — dije para luego darle otra bofetada e irme caminando lentamente.
Matt no alcanzó a decirme palabra alguna porque en el instante en que lo iba a hacer, un fuerte puño se estrello contra su cara, era el de Joe. Todos los presentes, que se había congregado alrededor de nosotros, gritaron a coro un ‘auch’, el chico con el micrófono decía algo como ‘hagan sus apuestas, ¿Matt logra salir vivo de esta, o hay más personas esperando para propinarle un puñetazo?’ logré divisar al zorro, estaba en una esquina presenciando todo, con aire burlón.
—Creo que esto te deja claro que no quiero que te vuelvas a acercar a mi hermana — dijo Joe furioso, creo que jamás en mi vida lo había visto tan furioso. Sonreí, de verdad quería mucho a mi hermano.
— Liz… — dijo Matt cuando había superado su estupefacción, agarrando a Liz por el brazo — Dile a Jane que…
no alcanzó a terminar porque Liz, en calidad de mejor amiga herida, le propinó otra bofetada.
‘Cuatro bofetadas y un puñetazo, amigos, ¿siguen apostando que saldrá de esta?’ Mire fulminante al chico del micrófono. La manzana se acercó a Matt, se veía furiosa.
— No molestes a Liz — advirtió — Ella no tiene nada que ver
— ¿Quién eres tu? No te metas — contestó Matt groseramente, a lo que recibió otro puñetazo, por parte de Kevin.
‘Ahora son dos puñetazos, yo apostaría a que....’ No alcanzó a terminar porque le arrebaté el micrófono y lo aventé por los aires, no fue mi intención, de verdad que no lo tenía planeado, pero la vida es bella, y te recompensa algunas veces, el micrófono cayó en la cabeza de Minnie, haciéndola caer al suelo. La comunidad de chismosos soltó otro ‘auch’. Doy gracias a Dios que el aparato era pequeño y liviano, porque donde el dichoso micrófono hubiera sido un poco más grande y pesado, bueno… no quiero ni pensarlo.
Ya Kevin se había calmado, y no se había iniciado una riña. Estaba todo calmado. Pero de pronto el brócoli se abalanzo sobre Matt y le proporcionó tres puñetazos, haciéndolo caer al suelo.
— ¿Qué le pasó a este? — susurre a Liz por lo bajo.
— Tal vez estaba enamorado de ti y no le agrado lo que hizo Matt — dijo encogiéndose de hombros
— Liz…. Ni siquiera a conozco ese individuo, es imposible que estuviera enamorado de mi — dije mirándola como si hubiera perdido la cabeza
— Bueno, perdón. Desde que Kevin me defendió de esa manera, creo que dejé de pensar con coherencia — sonreí
Matt miraba fulminante al brócoli, mientras comprobaba asombrado que su labio estaba sangrando
— No se quien eres… pero vi a todos pegarte, sí que me dije “Hey Dan, porque no le pegas tu también” y, seguí mi impulso
— ¿estas drogado o que? ¡No tenías porque pegarme! — espetó Matt furioso desde el suelo limpiándose la sangre del labio
— Perdona… — dijo el brócoli ayudándolo a levantar — también había apostado en tu contra, necesitaba asegurarme de ganar
— ¿Quiere alguien más desquitarse conmigo? — preguntó Matt extendiendo sus manos y mirando a todos. De pronto, una chica se acercó y lo abofeteó. Matt, ya nada sorprendido, se quedó estático
— Era metafóricamente, no para que vinieras y me pegaras
— lo siento, necesitaba pegarle a alguien, además, aposté a favor tuyo, necesitaba cobrarte de alguna manera el dinero que me hiciste perder.
— Ya que — dijo caminando hacia la salida. Justo donde estábamos Liz y yo.
— Perdóname Jane… — susurro y siguió su camino. Luego se volvió — Estas hermosa, ahora entiendo porque ese zorro no te dejaba en paz ni por un segundo.
Lo ignoré, el se encaminó con la cabeza gacha hasta su auto.
Cuando Liz y yo estábamos afuera, esperando a Joe para subir al auto. Apareció el irritante zorro, venía con la manzana y el banano.
— Jane, él es mi hermano — dijo Kevin presentándome al zorro — Pero creo que ustedes ya se conocen bien — dijo burlón. Mis mejillas se cubrieron de un color rojo intenso, el susodicho fulmino a su hermano con la mirada.
— Bueno, vámonos — dijo Joe
— ¿¡Qué!? — Solté — ¿Qué tiene que hacer él aquí? — pregunté señalando al zorro.
— Lo que pasa, querida hermanita, es que como el auto de Kevin sufrió unas pequeñas fallas, su hermano no tiene en que irse, así que yo, viendo lo mucho que te agradó el zorro — lo fulminé con la mirada — Los invité a venir.
— Bien — espeté caminando furiosa — Pero yo iré adelante
— ¡No! — Gritó rápidamente Joe — No quiero a Liz ahí atrás con Kevin —Rápidamente Liz se subió al asiento de adelante
— ¿Porque me haces esto? — susurre cuando pasó a mi lado
— Porque me pondría muy nerviosa estando ahí atrás con Kevin — suspire resignada, lo estaba haciendo por mi amiga.
Me subí atrás y me pegué lo más que pude a la ventana. Luego se subió el zorro. Portaba una sonrisa burlona. Maldita sea. Se estaba divirtiendo con todo aquello. Me hice la indiferente, pero no pude evitar ponerme nerviosa cuando sentí su muslo derecho rozar mi muslo izquierdo y su cuerpo apretarse contra el mío.
— No quepo — gruño Kevin — Todo es tu culpa zorro, si no me hubieras obligado a usar este disfraz probablemente mi trasero podría entrar
— ¿Sabes que? — dijo Joe con una pícara sonrisa — Que el zorro lleve a cleopatra
— ¿Qué? —preguntamos al unisono
— Rápido, quiero llegar a casa — bufó Kevin. No tuve más remedio que acomodarme sobre los muslos del zorro. Todo mi cuerpo advirtió su cercanía y mi corazón dio respuesta al instante, latiendo más rápido que nunca. Kevin logró entrar y en cuanto el auto arrancó, juré vengarme de Joseph.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 10
"Jane: Primera razón contra el amor"
Sus manos se abrazaron a mi cintura
— ¿Qué... haces? — pregunté trémula.
— No hay otro lugar donde pueda colocar mis manos, lo siento. Kevin ocupa todo el espacio, el auto de tu hermano es muy pequeño.
— No creo que ese sea el problema — dije descubriendo su juego
— bueno, a decir verdad, me divierte ponerte nerviosa
— Pues que no se te haga costumbre y... quita tus manos de ahí — dije obligándolo a quitar sus manos, que aunque estaban posadas inocentemente sobre mi cintura, me ponían demasiado nerviosa.
— Así que… ¿no les apetecería entrar un rato a nuestra casa? — preguntó Kevin
— Yo creería que mi hermana estaría encantada, le ha caído muy bien tu hermano — comentó burlón Joe mirando por el retrovisor
— Cállate, Joe. Todo el camino fue una tortura, sentía su respiración en mi cuello
— Bueno, creo que ha sido una experiencia…. Interesante compartir contigo hoy— Dijo burlonamente cuando llegamos a su casa
— Piérdete zorro — dije bajándome de sus muslos y enfrascándome en mi lugar al lado de la ventana
— bueno solo quería decir que….
— Quiero que te vayas y no verte más, Gracias. Ahora desaparece de mi vista por favor. — Me miró con un poco de indignación y luego sonrió burlonamente
— ¿Ni siquiera quieres saber mi nombre? Porque es muy interesante…
— No, Gracias, y tampoco quiero que averigües el mío. — Contesté fría mirándolo asesinamente
— Demasiado tarde, Jane. — Dijo saliendo del auto, Maldición. Ya sabía mi nombre.
De camino a casa, me la pasé haciendo caso omiso a las bromas de Joe, pensando en el irritante zorro y en…. Matt. Todavía no creía lo que había sucedido aquella noche, mi corazón lo sentía todavía. Aquella imagen, por algún error cerebral no se quería borrar de mi mente.
Llegamos a casa. Yo tenía el ánimo por el suelo. Definitivamente nada me estaba saliendo bien. Mis padres estaban dormidos, Joe había ido a llevar a Liz, así que estaba sola subiendo las escaleras hasta mi habitación. Se suponía que aquel día todo iba a salir perfecto, pero… ¿con que me encuentro? Con que Matt me engañó y con que un chico me puede bajar, de un estado de suprema felicidad, a uno de irritación profunda. Me bañe y cambié, me acerqué a la pecera. Pixi y Dixi debían de estar dormidos, así que decidí no molestarlos, me sobraba el día siguiente para hacerles preguntas. Rebusque en mis cajones algún libro, pues no tenía sueño. Pero me encontré con una lista bastante peculiar…. Ya me había olvidado de ella, pero seguía allí. Estaba en una pequeña libretita, en el fondo del cofre que albergaba mis recuerdos, la libretita tenía como título “1000 Razones para NO Enamorarse” Sonreí, al recordar la apuesta con Joe.
Su mirada cayó sobre mi espejo de pared, se pasó la mano por el pelo con autosuficiencia, forzó una sonrisa con aire imperturbable y dijo:
—Hola, mi nombre es Jonas. Joe Jonas
Me atraganté.
—¿Otra vez el numerito de Bond? ¡No, por favor!
—Pero si a las mujeres les gusta.
—¡Ni pizca! Y deja ya de probar tus nuevas engominadas con mis amigas.
—No estoy probando muecas, ¡estoy enamorado!
—¡¿No me digas?! ¡¿De todas mis amigas?!
—Sí. ¡¿Y qué culpa tengo yo?!
—¡Estas chiflado! Es imposible. ¡No se puede estar enamorado de media docena de chicas a la vez!
—¡¿Ah, no?! ¡Ya ha hablado la experta en asuntos amorosos! ¡Antes de andar opinando sobre el amor deberías experimentarlo aunque fuese una sola vez!
—Quizá no me apetece enamorarme.
Joe movió la cabeza con aires provocador.
—Razón número uno: no necesito tener tratos con un niñato como tú.
Joe esbozo una sonrisa.
—Razón número dos: no necesito escuchar majaderías como: «Tus ojos brillan como las estrellas.»
Joe se rió todavía con más ganas.
—Ya veo que no tienes razones convincentes. «Las uvas no están maduras todavía», dijo el zorro.
Entonces me puse furiosa.
— ¡Las frases necias son tu fuerte! Puedo darte páginas enteras de razones en contra del amor.
—De todos modos, no podrás hacer nada contra el amor. Viene solito.
— ¿Ah si? ¡De eso nada! —exclamé enérgicamente. Yo era el mejor ejemplo de lo contrario—. Estoy convencida de que el amor se lo han inventado los expertos publicitarios para vender sus productos.
—Pufff —hizo Joe—. ¿Qué tal una conspiración por parte del gobierno?
—Seguro que la industria cinematográfica también está en el ajo. —Me encontraba en mi elemento—. El mejor ejemplo es Papá Noel. Hay un montón de películas sobre Papá Noel, y todo el mundo sabe que en realidad ni siquiera existe. Pero, como se vende bien, seguimos aferrados a esa creencia, como si viviera.
—¿Y qué?
—¿Y qué? ¡Piensa un poco, tonto! Con el amor pasa lo mismo. Hay miles de películas sobre el amor, así que los del marketing dejan que pensemos que existe. Y tú eres el mejor ejemplo. ¡Es increíble lo crédula que es la gente! ¡Te has dejado engañar totalmente!
Joe se rió de forma estruendosa.
—¿Por qué no me dices una razón por la que valga la pena enamorarse? —le
Pregunté.
—Hay miles de razones por las que vale la pena enamorarse —dijo Joe
—Vale. Oye, no tengo ganas de seguir discutiendo contigo: tú haces una lista, y yo Haré otra. ¡Ya veremos entonces si hay más razones a favor o en contra!
—No hay problema, te la puedo dar dentro de un cuarto de hora. Si eso es una apuesta, vas a perder.
—Pufff… No lo dices en serio.
— ¿te da miedo no tener razones suficientes? Porque mira que mil, son muchas…
— Cállate, es una apuesta.
Era una vieja apuesta, de cuando yo tenía trece y él catorce. Era un chico enamoradizo en ésa época, y se podría decir que todavía no lo ha dejado. LA libretita tenía unas razones muy chistosas, algunas muy estúpidas que ni siquiera tendrían coherencia, pero antes era mucho para una chica de trece años. Con una lágrima resbalando por mi mejilla, de verdad me había dolido lo de Matt, agarré un bolígrafo y escribí:
— ¿Qué... haces? — pregunté trémula.
— No hay otro lugar donde pueda colocar mis manos, lo siento. Kevin ocupa todo el espacio, el auto de tu hermano es muy pequeño.
— No creo que ese sea el problema — dije descubriendo su juego
— bueno, a decir verdad, me divierte ponerte nerviosa
— Pues que no se te haga costumbre y... quita tus manos de ahí — dije obligándolo a quitar sus manos, que aunque estaban posadas inocentemente sobre mi cintura, me ponían demasiado nerviosa.
— Así que… ¿no les apetecería entrar un rato a nuestra casa? — preguntó Kevin
— Yo creería que mi hermana estaría encantada, le ha caído muy bien tu hermano — comentó burlón Joe mirando por el retrovisor
— Cállate, Joe. Todo el camino fue una tortura, sentía su respiración en mi cuello
— Bueno, creo que ha sido una experiencia…. Interesante compartir contigo hoy— Dijo burlonamente cuando llegamos a su casa
— Piérdete zorro — dije bajándome de sus muslos y enfrascándome en mi lugar al lado de la ventana
— bueno solo quería decir que….
— Quiero que te vayas y no verte más, Gracias. Ahora desaparece de mi vista por favor. — Me miró con un poco de indignación y luego sonrió burlonamente
— ¿Ni siquiera quieres saber mi nombre? Porque es muy interesante…
— No, Gracias, y tampoco quiero que averigües el mío. — Contesté fría mirándolo asesinamente
— Demasiado tarde, Jane. — Dijo saliendo del auto, Maldición. Ya sabía mi nombre.
De camino a casa, me la pasé haciendo caso omiso a las bromas de Joe, pensando en el irritante zorro y en…. Matt. Todavía no creía lo que había sucedido aquella noche, mi corazón lo sentía todavía. Aquella imagen, por algún error cerebral no se quería borrar de mi mente.
Llegamos a casa. Yo tenía el ánimo por el suelo. Definitivamente nada me estaba saliendo bien. Mis padres estaban dormidos, Joe había ido a llevar a Liz, así que estaba sola subiendo las escaleras hasta mi habitación. Se suponía que aquel día todo iba a salir perfecto, pero… ¿con que me encuentro? Con que Matt me engañó y con que un chico me puede bajar, de un estado de suprema felicidad, a uno de irritación profunda. Me bañe y cambié, me acerqué a la pecera. Pixi y Dixi debían de estar dormidos, así que decidí no molestarlos, me sobraba el día siguiente para hacerles preguntas. Rebusque en mis cajones algún libro, pues no tenía sueño. Pero me encontré con una lista bastante peculiar…. Ya me había olvidado de ella, pero seguía allí. Estaba en una pequeña libretita, en el fondo del cofre que albergaba mis recuerdos, la libretita tenía como título “1000 Razones para NO Enamorarse” Sonreí, al recordar la apuesta con Joe.
Su mirada cayó sobre mi espejo de pared, se pasó la mano por el pelo con autosuficiencia, forzó una sonrisa con aire imperturbable y dijo:
—Hola, mi nombre es Jonas. Joe Jonas
Me atraganté.
—¿Otra vez el numerito de Bond? ¡No, por favor!
—Pero si a las mujeres les gusta.
—¡Ni pizca! Y deja ya de probar tus nuevas engominadas con mis amigas.
—No estoy probando muecas, ¡estoy enamorado!
—¡¿No me digas?! ¡¿De todas mis amigas?!
—Sí. ¡¿Y qué culpa tengo yo?!
—¡Estas chiflado! Es imposible. ¡No se puede estar enamorado de media docena de chicas a la vez!
—¡¿Ah, no?! ¡Ya ha hablado la experta en asuntos amorosos! ¡Antes de andar opinando sobre el amor deberías experimentarlo aunque fuese una sola vez!
—Quizá no me apetece enamorarme.
Joe movió la cabeza con aires provocador.
—Razón número uno: no necesito tener tratos con un niñato como tú.
Joe esbozo una sonrisa.
—Razón número dos: no necesito escuchar majaderías como: «Tus ojos brillan como las estrellas.»
Joe se rió todavía con más ganas.
—Ya veo que no tienes razones convincentes. «Las uvas no están maduras todavía», dijo el zorro.
Entonces me puse furiosa.
— ¡Las frases necias son tu fuerte! Puedo darte páginas enteras de razones en contra del amor.
—De todos modos, no podrás hacer nada contra el amor. Viene solito.
— ¿Ah si? ¡De eso nada! —exclamé enérgicamente. Yo era el mejor ejemplo de lo contrario—. Estoy convencida de que el amor se lo han inventado los expertos publicitarios para vender sus productos.
—Pufff —hizo Joe—. ¿Qué tal una conspiración por parte del gobierno?
—Seguro que la industria cinematográfica también está en el ajo. —Me encontraba en mi elemento—. El mejor ejemplo es Papá Noel. Hay un montón de películas sobre Papá Noel, y todo el mundo sabe que en realidad ni siquiera existe. Pero, como se vende bien, seguimos aferrados a esa creencia, como si viviera.
—¿Y qué?
—¿Y qué? ¡Piensa un poco, tonto! Con el amor pasa lo mismo. Hay miles de películas sobre el amor, así que los del marketing dejan que pensemos que existe. Y tú eres el mejor ejemplo. ¡Es increíble lo crédula que es la gente! ¡Te has dejado engañar totalmente!
Joe se rió de forma estruendosa.
—¿Por qué no me dices una razón por la que valga la pena enamorarse? —le
Pregunté.
—Hay miles de razones por las que vale la pena enamorarse —dijo Joe
—Vale. Oye, no tengo ganas de seguir discutiendo contigo: tú haces una lista, y yo Haré otra. ¡Ya veremos entonces si hay más razones a favor o en contra!
—No hay problema, te la puedo dar dentro de un cuarto de hora. Si eso es una apuesta, vas a perder.
—Pufff… No lo dices en serio.
— ¿te da miedo no tener razones suficientes? Porque mira que mil, son muchas…
— Cállate, es una apuesta.
Era una vieja apuesta, de cuando yo tenía trece y él catorce. Era un chico enamoradizo en ésa época, y se podría decir que todavía no lo ha dejado. LA libretita tenía unas razones muy chistosas, algunas muy estúpidas que ni siquiera tendrían coherencia, pero antes era mucho para una chica de trece años. Con una lágrima resbalando por mi mejilla, de verdad me había dolido lo de Matt, agarré un bolígrafo y escribí:
“Razón número uno: No importa que tanto o que poco estés enamorado; siempre termina doliendo igual”
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 11
"Joe: Amor a Primera vista"
Dejé a Liz en su casa no sin antes darle una severa mirada por su comportamiento con Kevin, a lo que ella respondió sonrojándose. Me reí, de verdad a la pequeña Liz le gustaba Kevin.
En cuanto a los Miller, me había agradado de cierto modo la manzana, así que me había dado su número y prometimos seguir en contacto. Y como tengo una capacidad absoluta para agradar a las personas, y éstas se halagan con mi presencia, recibí una llamada de Kevin al día siguiente… él me estaba necesitando.
Aparqué mi auto, en su casa, y lo único que salió de mis labios fue un ahogado “wow” la noche anterior no había observado su casa bien y… ¡Era una casa Gigante! En ella podría albergar medio Estados Unidos. ¡Las Fiestas Que haría yo en esa casa! No puedo más que sonreír ante ese pensamiento.
La manzana, que ahora estaba notoriamente más delgada, salió a recibirme con una sonrisa.
— Hola, Joe. Genial que hayas venido
— Claro, hombre, no estaría lejos de ti ni un segundo, creo que me he enamorado
— Si, eso dicen todos después de conocer mi casa
— Y no es para menos — señale su casa — Es fenomenal
— Eso dices ahora, espera que veas dentro — dijo sin un deje de interés en su voz — ¿Tu hermana? Y ¿Liz?
— preguntó, y ante la mención de la última persona, sus ojos brillaron con interés.
— Eh, pues, la amargada de mi hermana se ha negado rotundamente, estaba ocupada en su cuarto con noseque lista, además tu hermano no le agradó en absoluto, y Liz, ella no va a ningún lado sin Jane, parecen siameses.
— Oh — dijo desilusionado, se le notaba lo mucho que le agradaría ver a Liz
— Y ¿para que me querías? — pregunté
— Pues, vamos a hacer una mini reunión con nuestros amigos, la semana que viene vuelvo a la Universidad así que quiero aprovechar lo que me queda de vacaciones, solo quería invitarte.
— Genial, no se porque presiento que me invitaste porque tenías la esperanza que Liz viniera conmigo, pero digamos que ignoraré ese punto y... Gracias
Sonrió y me encaminó hacia el interior de la mansión. Había algo que no me cuadraba, pero no conseguía averiguar qué era.
— Kevin, te dije que no dejaras a Nicholas a cargo de las gelatinas. ¡Se las ha comido todas!
Un ángel, eso era aquella chica. Su largo cabello castaño caía con ondas perfectas en su cintura, sus largas pestañas se movían arriba y abajo rápidamente impidiendo descifrar el color de los ojos que, según yo, eran hermosos.
— No lo puedo creer, yo deposité mi confianza en ese chico, me va a oír, ahora vuelvo Joe — Se alejó
— Que poco educado — dijo la chica pestañeando rápidamente en dirección hacia mí ¿era una especie de tic o que? Probablemente no lo llegaría a averiguar nunca, por lo que no me importaba — No nos presentó — dijo esta vez dejando de pestañear y mirándome amablemente con unos hermosos ojos avellana — Soy Melissa, pero dime Mel
— estiró su mano para estrecharla con la mía
— Soy Jonas, Joe Jonas — ¡No puedo creer que haya dicho eso! ¿Qué mi cerebro no trabaja? ¿Está de vacaciones o que? Simplemente no puedo creer que, a mis diecisiete años, siga diciendo incoherencias. Ella me fulminó con la mirada
— Dime que estás de broma ¿Otra vez el numerito de Bond? ¿Qué ustedes los chicos no tienen nada más innovador?
— Oh... Hmm... Yo... Creería que... Siempre funciona
— Ya ves, al parecer no te funcionó conmigo, un placer ser la primera chica que te trajo al mundo real donde no eres el centro de atención
— ¡Ouch! Eso dolió — dijo un chico que pasaba por ahí... lo fulminé con la mirada, ¿Qué tenía que ver ese metido ahí?
— Si, ya… ¡Kevin! ¿Qué no te cansas de tener estos imbéciles de amigos? — Gritó caminando hacia donde Kevin hablaba, al parecer regañaba, a Nicholas. La seguí con la cabeza gacha, me había humillado... Pero ninguna chica deja con la palabra en la boca al magnífico Joe Jonas... ninguna. Haría que se tragara sus palabras, Oh si que lo haría.
— ¡Me desaparezco unos segundos y cuando vuelvo…! ¿Qué hay? ¡Nada! ¡Te lo has comido todo!
— Perdón Kevin, pero estaba demasiado nervioso, necesitaba ocuparme de algo, y viendo las gelatinas ahí cerca... comí.
—te lo comiste todo... ¡Y yo los preparé con tanto esmero!
— Ya, ya... te recompensaré. Seré tu mandadero hoy
— ¿que quieres decir con eso? – preguntó Mel
— Que haré todo de lo que él tenga que ocuparse
—Genial, porque mis padres tenían para mí un par de trabajos y lo único que pienso hacer es disfrutar de la piscina
—Oh... si, allí había una piscina, y una gigante debo decir. Esa casa era, simplemente... enorme. De repente me acordé de la pregunta que quería hacer
— Kevin, si vives en esta casa tan... Genial ¿Como es que ayer sufrías por tu viejo auto?
Se encogió de Hombros — Me gusta mucho esa chatarra, siempre salgo con él, no me agrada regodearme por ahí con mi verdadero auto
— ¿Es que aparte de imbécil también eres materialista? ¿Que solo piensas en dinero y chicas?
— Yo... solo era una pregunta — Maldición, la chica se queda con la última palabra, una vez más.
Nos quedamos Kevin y yo solos…
— ¿Qué le hiciste a Mel?
— ¿yo? ¡Nada! — Me miró con perspicacia — Digamos que intenté caerle bien Con mi truco de James Bond, siempre funciona…
— Si, tan bien funciona que por eso te mandó a freír espárragos ¿no es así?
— Eso no es lo que sucede, lo que pasa es que se siente insegura porque está enamorada
— ¿de ti? No me hagas reír — lo fulminé con la mirada — ¿Tan rápido? ¿Por eso actúa como si te odiara?
— Por supuesto, así de rápido, porque cuando estás enamorado, puedes tener un comportamiento un poco extraño. Para esconder los verdaderos sentimientos, a veces tratas con insolencia a alguien que en el fondo te gusta. — Kevin rió — ¿Qué pasa estás dudando de mi capacidad de conquistar a una chica? — Kevin asintió burlón —Apuesto que Mel acepta salir conmigo, antes de que consigas una cita con Liz
Ante la mención de la rubia, el de ojos verdes se puso tan rojo como un tomate
— Para que querría yo salir con Liz… Ni lo había pensado
— Si, digamos que te creo…. Igual sería una apuesta
— Pero yo...
— Tienes miedo
— ¿yo? ¿Por qué tendría miedo?
— De que te rechacen — comenté burlón — de que Liz no acepte salir contigo
— Acepto — me miró fijamente al momento de estrechar nuestras manos — Vas a perder Banano
— No lo creo Manzana
— Así que ¿disfrutando de las bebidas? — pregunté un momento después actuando casual a la morena que se inclinaba sobre la mesa de las bebidas
— Solo superviso que Nicholas no se haya bebido todo, es una tarde calurosa y él es un monstruo cuando se trata de bebidas
— al parecer ese chico es un huracán
— Solo cuando está en su momento, pero… ¿Qué hago hablando contigo?... ¡Adiós! — dijo haciendo amague de irse, la sujeté por le brazo
— ¿Qué hay de malo en hablar conmigo?
— Lamento ser tan directa, pero… no me agradas para nada
— ¡Oye! Ni te has dado la grandiosa oportunidad de conocerme — dije señalándome completo
— ¿ves? Eso es lo que odio, eres demasiado egocéntrico — Se alejó
— ¡Mel! ¡Eh Mel! Yo quería preguntarte que — Grité, pero ella caminaba con paso decidido lejos de mí — ¿Qué tal un día de cine? ¿Tú y yo? — Grité más fuerte, pero ella ni se inmutó ¡Maldición! — Mundo cruel, le grito a Mel pero ella ni se inmuta, en cambio todas las malditas personas en el recinto se voltean a verme con sus estúpidas caras burlonas…— murmuré tomando una bebida
— ¿quieres que hable a tu favor con Mel? — preguntó Kevin apareciendo con su rostro que parecía decir: has-fracasado-jaja, detrás de mí
— Déjame, con Mel ya tengo planeada una estrategia
— Si claro, la estrategia de estoy-quedando-como-imbécil
En cuanto a los Miller, me había agradado de cierto modo la manzana, así que me había dado su número y prometimos seguir en contacto. Y como tengo una capacidad absoluta para agradar a las personas, y éstas se halagan con mi presencia, recibí una llamada de Kevin al día siguiente… él me estaba necesitando.
Aparqué mi auto, en su casa, y lo único que salió de mis labios fue un ahogado “wow” la noche anterior no había observado su casa bien y… ¡Era una casa Gigante! En ella podría albergar medio Estados Unidos. ¡Las Fiestas Que haría yo en esa casa! No puedo más que sonreír ante ese pensamiento.
La manzana, que ahora estaba notoriamente más delgada, salió a recibirme con una sonrisa.
— Hola, Joe. Genial que hayas venido
— Claro, hombre, no estaría lejos de ti ni un segundo, creo que me he enamorado
— Si, eso dicen todos después de conocer mi casa
— Y no es para menos — señale su casa — Es fenomenal
— Eso dices ahora, espera que veas dentro — dijo sin un deje de interés en su voz — ¿Tu hermana? Y ¿Liz?
— preguntó, y ante la mención de la última persona, sus ojos brillaron con interés.
— Eh, pues, la amargada de mi hermana se ha negado rotundamente, estaba ocupada en su cuarto con noseque lista, además tu hermano no le agradó en absoluto, y Liz, ella no va a ningún lado sin Jane, parecen siameses.
— Oh — dijo desilusionado, se le notaba lo mucho que le agradaría ver a Liz
— Y ¿para que me querías? — pregunté
— Pues, vamos a hacer una mini reunión con nuestros amigos, la semana que viene vuelvo a la Universidad así que quiero aprovechar lo que me queda de vacaciones, solo quería invitarte.
— Genial, no se porque presiento que me invitaste porque tenías la esperanza que Liz viniera conmigo, pero digamos que ignoraré ese punto y... Gracias
Sonrió y me encaminó hacia el interior de la mansión. Había algo que no me cuadraba, pero no conseguía averiguar qué era.
— Kevin, te dije que no dejaras a Nicholas a cargo de las gelatinas. ¡Se las ha comido todas!
Un ángel, eso era aquella chica. Su largo cabello castaño caía con ondas perfectas en su cintura, sus largas pestañas se movían arriba y abajo rápidamente impidiendo descifrar el color de los ojos que, según yo, eran hermosos.
— No lo puedo creer, yo deposité mi confianza en ese chico, me va a oír, ahora vuelvo Joe — Se alejó
— Que poco educado — dijo la chica pestañeando rápidamente en dirección hacia mí ¿era una especie de tic o que? Probablemente no lo llegaría a averiguar nunca, por lo que no me importaba — No nos presentó — dijo esta vez dejando de pestañear y mirándome amablemente con unos hermosos ojos avellana — Soy Melissa, pero dime Mel
— estiró su mano para estrecharla con la mía
— Soy Jonas, Joe Jonas — ¡No puedo creer que haya dicho eso! ¿Qué mi cerebro no trabaja? ¿Está de vacaciones o que? Simplemente no puedo creer que, a mis diecisiete años, siga diciendo incoherencias. Ella me fulminó con la mirada
— Dime que estás de broma ¿Otra vez el numerito de Bond? ¿Qué ustedes los chicos no tienen nada más innovador?
— Oh... Hmm... Yo... Creería que... Siempre funciona
— Ya ves, al parecer no te funcionó conmigo, un placer ser la primera chica que te trajo al mundo real donde no eres el centro de atención
— ¡Ouch! Eso dolió — dijo un chico que pasaba por ahí... lo fulminé con la mirada, ¿Qué tenía que ver ese metido ahí?
— Si, ya… ¡Kevin! ¿Qué no te cansas de tener estos imbéciles de amigos? — Gritó caminando hacia donde Kevin hablaba, al parecer regañaba, a Nicholas. La seguí con la cabeza gacha, me había humillado... Pero ninguna chica deja con la palabra en la boca al magnífico Joe Jonas... ninguna. Haría que se tragara sus palabras, Oh si que lo haría.
— ¡Me desaparezco unos segundos y cuando vuelvo…! ¿Qué hay? ¡Nada! ¡Te lo has comido todo!
— Perdón Kevin, pero estaba demasiado nervioso, necesitaba ocuparme de algo, y viendo las gelatinas ahí cerca... comí.
—te lo comiste todo... ¡Y yo los preparé con tanto esmero!
— Ya, ya... te recompensaré. Seré tu mandadero hoy
— ¿que quieres decir con eso? – preguntó Mel
— Que haré todo de lo que él tenga que ocuparse
—Genial, porque mis padres tenían para mí un par de trabajos y lo único que pienso hacer es disfrutar de la piscina
—Oh... si, allí había una piscina, y una gigante debo decir. Esa casa era, simplemente... enorme. De repente me acordé de la pregunta que quería hacer
— Kevin, si vives en esta casa tan... Genial ¿Como es que ayer sufrías por tu viejo auto?
Se encogió de Hombros — Me gusta mucho esa chatarra, siempre salgo con él, no me agrada regodearme por ahí con mi verdadero auto
— ¿Es que aparte de imbécil también eres materialista? ¿Que solo piensas en dinero y chicas?
— Yo... solo era una pregunta — Maldición, la chica se queda con la última palabra, una vez más.
Nos quedamos Kevin y yo solos…
— ¿Qué le hiciste a Mel?
— ¿yo? ¡Nada! — Me miró con perspicacia — Digamos que intenté caerle bien Con mi truco de James Bond, siempre funciona…
— Si, tan bien funciona que por eso te mandó a freír espárragos ¿no es así?
— Eso no es lo que sucede, lo que pasa es que se siente insegura porque está enamorada
— ¿de ti? No me hagas reír — lo fulminé con la mirada — ¿Tan rápido? ¿Por eso actúa como si te odiara?
— Por supuesto, así de rápido, porque cuando estás enamorado, puedes tener un comportamiento un poco extraño. Para esconder los verdaderos sentimientos, a veces tratas con insolencia a alguien que en el fondo te gusta. — Kevin rió — ¿Qué pasa estás dudando de mi capacidad de conquistar a una chica? — Kevin asintió burlón —Apuesto que Mel acepta salir conmigo, antes de que consigas una cita con Liz
Ante la mención de la rubia, el de ojos verdes se puso tan rojo como un tomate
— Para que querría yo salir con Liz… Ni lo había pensado
— Si, digamos que te creo…. Igual sería una apuesta
— Pero yo...
— Tienes miedo
— ¿yo? ¿Por qué tendría miedo?
— De que te rechacen — comenté burlón — de que Liz no acepte salir contigo
— Acepto — me miró fijamente al momento de estrechar nuestras manos — Vas a perder Banano
— No lo creo Manzana
— Así que ¿disfrutando de las bebidas? — pregunté un momento después actuando casual a la morena que se inclinaba sobre la mesa de las bebidas
— Solo superviso que Nicholas no se haya bebido todo, es una tarde calurosa y él es un monstruo cuando se trata de bebidas
— al parecer ese chico es un huracán
— Solo cuando está en su momento, pero… ¿Qué hago hablando contigo?... ¡Adiós! — dijo haciendo amague de irse, la sujeté por le brazo
— ¿Qué hay de malo en hablar conmigo?
— Lamento ser tan directa, pero… no me agradas para nada
— ¡Oye! Ni te has dado la grandiosa oportunidad de conocerme — dije señalándome completo
— ¿ves? Eso es lo que odio, eres demasiado egocéntrico — Se alejó
— ¡Mel! ¡Eh Mel! Yo quería preguntarte que — Grité, pero ella caminaba con paso decidido lejos de mí — ¿Qué tal un día de cine? ¿Tú y yo? — Grité más fuerte, pero ella ni se inmutó ¡Maldición! — Mundo cruel, le grito a Mel pero ella ni se inmuta, en cambio todas las malditas personas en el recinto se voltean a verme con sus estúpidas caras burlonas…— murmuré tomando una bebida
— ¿quieres que hable a tu favor con Mel? — preguntó Kevin apareciendo con su rostro que parecía decir: has-fracasado-jaja, detrás de mí
— Déjame, con Mel ya tengo planeada una estrategia
— Si claro, la estrategia de estoy-quedando-como-imbécil
Tina(:
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