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1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 12
"Jane: Fachada de Chico Lindo"
«Estar enamorado te distrae de las cosas realmente importantes en la vida.
Mientras sueñas despierto, la vida transcurre sin ti.»
Tenía escritas al menos 40 razones en contra del amor, la gente que me viera pensaría que estoy loca, pero es una manera de olvidar y de ignorar las constantes llamadas a mi celular. El aparato reposaba sobre la mesa de noche con 30 llamadas perdidas y 12 mensajes… todos de Matt.
Debería estar haciendo cualquier cosa menos esto, porque ni siquiera sabía si la apuesta con Joe seguía en pié… pero era una manera de des estresarme y de expresar mi odio hacia el amor indirectamente, aunque ir por la vida pregonando verdades sobre esa idea ridícula llamada amor me atrajera y quisiera compartir mis pensamientos acerca de que el amor era manipulado enteramente por la publicad y los de mercadeo que quieren vender sus productos en fechas estúpidas como el día de San Valentín; la idea me agradaba pero no estaba dispuesta a arruinar la felicidad de los ilusos enamorados, aunque me atrajera de sobremanera traerlos a la realidad.
Incluso cuando di una vueltecita en el parque, buscando a Jake, el más reciente integrante de la familia, observé una pareja de novios que comían del mismo helado. Quise tirarles el helado al suelo. ¿Por Qué eran tan tontos que comían el mismo helado? ¿Qué el chico era tan fracasado que no tenía más dinero para comprar otro para la chica? Las personas pensarían que están compartiendo un momento de intimidad... pero no ven la realidad, el fondo del asunto, y es que el chico tiene en un concepto tan bajo a la chica que cree que se conforma con migajas, que no es lo suficientemente importante en su vida como para merecer un helado completo. Con una sonrisa maliciosa me acerque a preguntarles por Jake, interrumpiendo su momento mágico. Con exasperación me contestaron que no sabían nada del can, cuando me iba, impulsada por un sentimiento maligno en mi interior, les tiré el helado al suelo y salí corriendo. Jua-Jua
El sonido del timbre me hizo despegar mis ojos de la libretita. Con un suspiro de resignación me paré para abrir, eran las seis de la tarde del domingo, Joe estaba en una fiesta en casa de Kevin, a la cual yo me había rehusado a ir por no ver al irritante zorro de nuevo, y mis padres, como siempre, habían salido al parque con mini Joe, lo más probable sería que se les hubiera perdido de vista así que yo estaba sola en casa mientras mis padres buscaban al pequeño escurridizo.
Cuando abrí la puerta, mi capacidad de hablar se fue para la basura ante el hermoso chico que tenía en frente. De cabello rulado, ojos marrones rozando el negro y hermosos labios rosados y carnosos.
— Buenas Tardes — Dijo con una sonrisa de lado. ¡Dios Santo! Además era educado, el tipo perfecto. Aparté mis pensamientos a un lado, sobre mi cama reposaba una libreta que pensaba llenar con 1000 razones contra el amor, todas muy convincentes, así que no tenía tiempo de dejarme impresionar por un desconocido. — ¿Se encuentra Joe?
Oh-Oh… no puede ser bueno si es amigo de mi hermano.
— Emm... no, no está. Pero puedes esperar que llegue, no debe tardar
— ¿No ha llegado? Que raro, salió de la fiesta hace rato
— ¿También estabas allí? — sonrió asintiendo. Lo dejé pasar
— Emm.. ¿Quieres algo de beber? — pregunté
— No gracias, me bebí todo en la fiesta, estoy demasiado lleno — Además era también gracioso. — Soy Nick — dijo estirando su mano
— Jenny — ¡Maldición! ¿Me ponía tan nerviosa el chico que olvidaba mi nombre de pila y decía el horrible nombre que mis padres habían elegido para mi? Jamás en mi vida había dicho que mi nombre era Jenny, siempre decía que me llamaba Jane.. ¿Cuál era el problema ese día?
— Un gusto, Jenny — dijo besando la mano que había estirado para estrechar con la suya. Otro buen calificativo a la lista, Caballeroso. Me sonroje brutalmente mientras nuestras miradas hacían contacto. Aparté mi mano y me senté en el sillón
— Siéntate — Pedí
— Gracias... ¿eres hermana de Joe? — preguntó
— Para nada, no nos parecemos en nada — No tenía ánimos de estar dando explicaciones. La gente que conoce a mi hermano usualmente piensa que sus problemas de comportamiento son genéticos... mejor prevenir que lamentar negando cualquier tipo de parentesco entre el caótico muchacho y yo.
— Bien… — dijo, parecía un tanto incómodo
— ¿seguro no quieres nada de beber?
— Bueno, ya que insistes — dijo y al instante me ruboricé. Que irritante podría llegar a ser yo.
Fui a la cocina y desde allí Grité — ¿Coca-Cola, agua, jugo de naranja, leche?
— Agua está bien — Le di el agua, bebió un sorbo. Un largo silencio incómodo se apoderó del lugar… mis manos reposaban sobre mi regazo a la vez que jugaba con mis dedos, odiaba eso... Era una debilidad, siempre que me ponía nerviosa… mis dedos pagaban por ello.
— ¿De donde conoces a Joe? — pregunté para hacer tema de conversación.
— De la fiesta de disfraces de ayer — Sonrió de lado y casi me quedé sin aliento
— Genial, yo también estaba allí, no te recuerdo
No lo recordaba, su rostro se me hacia familiar, pero no recordaba ningún chico con ese rostro. Pero claro. ¿Cómo iba yo a recordar? Si me pasé toda la fiesta o buscando a Matt, o siendo acosada por el zorro. Solo de pensar en aquel personaje me irritaba.
— ¿Si? No te recuerdo, claro que tu cara luce familiar para mi, pero no logro recordarte.
— Bueno, esa era la idea de mi disfraz
— ¿Si? ¿De que ibas disfrazada? — preguntó.
Abrí mi boca para responder, pero un ruido me lo impidió.
— ¡Hola Familia! ¡Llegó por quien lloraban!
— Joe...—mascullé burlona. ¡Por quien lloraban! ¡Ja!
— Hola Nick — saludó al llegar al living y ver al individuo sentado en nuestro sofá — ¿Qué haces Aquí?
— Dejaste esto — dijo entregándole su celular y su chaqueta, que por algún extraño motivo había estado usando durante la calurosa tarde.
— Gracias, no te hubieras molestado
— ¡no te hubieras molestado! Si no hubieras traído eso, probablemente se hubiera quedado en tu casa
— ¿Desde cuando ustedes dos se llevan bien?
— ¿Qué? — pregunté, Joe estaba enloqueciendo seriamente. No entendía a que se refería
— Que ayer ustedes dos se odiaban, bueno… eso decían, pero a mi me pareció otra cosa, como que en vez de odiarse se atrajeran mutuamente… pero no lo dije porque, no se. Lo bueno es que al fin admitieron que se gustan ¿eh?
— ¿Qué me gusta? ¡La acabo de conocer! — Casi gritó Nick
— Oh, no. Ayer sin conocerse y ya se estaban besando, a mi me parece que el hecho de conocerse o no aquí no tiene mucha importancia
Ambos mirábamos a Joe Completamente sonrojados y atónitos.
— Zorro — dijo señalando a Nick — Te presento a Cleopatra, Cleo, éste es tu zorro.
Oh-No. Eso no podía estar pasando.
— ¡Tú! — gritamos al unisono, él dirigiéndose a mi, y mi grito era para él.
— ¡¿Qué demonios haces en mi casa?!
Simplemente no podía creer que siquiera por un instante, aquel zorro engreído me hubiera inspirado algo más que irritación.
— Por si no te has dado cuenta, esto hago — alzó en sus manos el celular de mi hermano y la chaqueta que todavía no le había entregado — Así que si me permites, ten — Dijo y le entrego a su dueño sus pertenencias — Adiós, así no te irrita mi presencia
— ¿Qué? — Dijo Joe — Venga, no te vayas. Jane se quiere disculpar.
— ¡¿Qué?! De ninguna manera
— Jane... — Joe me miró con reproche
Nick se detuvo en la puerta y se giró. Su expresión era indescifrable
— Así que, te escucho — dijo
— Perdón — Mascullé simplemente — ¿contento? — me giré hacia Joe
— Mucho — sonrió cálidamente, a lo que correspondí. Pero en cuanto vi el rostro de Nick, mi enojo hizo acto de presencia, el chico sonreía burlón
— eres un estúpido
— Epa, me acabas de pedir perdón, y luego me insultas… así no es como funciona esto, Jane, creo que tienes que aprender
— Muere — dije y subí directamente a mi habitación
— Yo también te quiero — escuche como gritó. Apreté mis puños. ¿Por qué demonios aquel engreído lograba sacar lo malo de mi? ¡Maldición! Yo no me enojaba fácilmente, pero con ese chico cerca, lo único que puedo hacer es gruñir en desaprobación a todo.
¿Cómo puede esconder esa personalidad tan…Extremadamente irritante debajo de ese rostro tan…. Endemoniadamente angelical?
Mientras sueñas despierto, la vida transcurre sin ti.»
Tenía escritas al menos 40 razones en contra del amor, la gente que me viera pensaría que estoy loca, pero es una manera de olvidar y de ignorar las constantes llamadas a mi celular. El aparato reposaba sobre la mesa de noche con 30 llamadas perdidas y 12 mensajes… todos de Matt.
Debería estar haciendo cualquier cosa menos esto, porque ni siquiera sabía si la apuesta con Joe seguía en pié… pero era una manera de des estresarme y de expresar mi odio hacia el amor indirectamente, aunque ir por la vida pregonando verdades sobre esa idea ridícula llamada amor me atrajera y quisiera compartir mis pensamientos acerca de que el amor era manipulado enteramente por la publicad y los de mercadeo que quieren vender sus productos en fechas estúpidas como el día de San Valentín; la idea me agradaba pero no estaba dispuesta a arruinar la felicidad de los ilusos enamorados, aunque me atrajera de sobremanera traerlos a la realidad.
Incluso cuando di una vueltecita en el parque, buscando a Jake, el más reciente integrante de la familia, observé una pareja de novios que comían del mismo helado. Quise tirarles el helado al suelo. ¿Por Qué eran tan tontos que comían el mismo helado? ¿Qué el chico era tan fracasado que no tenía más dinero para comprar otro para la chica? Las personas pensarían que están compartiendo un momento de intimidad... pero no ven la realidad, el fondo del asunto, y es que el chico tiene en un concepto tan bajo a la chica que cree que se conforma con migajas, que no es lo suficientemente importante en su vida como para merecer un helado completo. Con una sonrisa maliciosa me acerque a preguntarles por Jake, interrumpiendo su momento mágico. Con exasperación me contestaron que no sabían nada del can, cuando me iba, impulsada por un sentimiento maligno en mi interior, les tiré el helado al suelo y salí corriendo. Jua-Jua
El sonido del timbre me hizo despegar mis ojos de la libretita. Con un suspiro de resignación me paré para abrir, eran las seis de la tarde del domingo, Joe estaba en una fiesta en casa de Kevin, a la cual yo me había rehusado a ir por no ver al irritante zorro de nuevo, y mis padres, como siempre, habían salido al parque con mini Joe, lo más probable sería que se les hubiera perdido de vista así que yo estaba sola en casa mientras mis padres buscaban al pequeño escurridizo.
Cuando abrí la puerta, mi capacidad de hablar se fue para la basura ante el hermoso chico que tenía en frente. De cabello rulado, ojos marrones rozando el negro y hermosos labios rosados y carnosos.
— Buenas Tardes — Dijo con una sonrisa de lado. ¡Dios Santo! Además era educado, el tipo perfecto. Aparté mis pensamientos a un lado, sobre mi cama reposaba una libreta que pensaba llenar con 1000 razones contra el amor, todas muy convincentes, así que no tenía tiempo de dejarme impresionar por un desconocido. — ¿Se encuentra Joe?
Oh-Oh… no puede ser bueno si es amigo de mi hermano.
— Emm... no, no está. Pero puedes esperar que llegue, no debe tardar
— ¿No ha llegado? Que raro, salió de la fiesta hace rato
— ¿También estabas allí? — sonrió asintiendo. Lo dejé pasar
— Emm.. ¿Quieres algo de beber? — pregunté
— No gracias, me bebí todo en la fiesta, estoy demasiado lleno — Además era también gracioso. — Soy Nick — dijo estirando su mano
— Jenny — ¡Maldición! ¿Me ponía tan nerviosa el chico que olvidaba mi nombre de pila y decía el horrible nombre que mis padres habían elegido para mi? Jamás en mi vida había dicho que mi nombre era Jenny, siempre decía que me llamaba Jane.. ¿Cuál era el problema ese día?
— Un gusto, Jenny — dijo besando la mano que había estirado para estrechar con la suya. Otro buen calificativo a la lista, Caballeroso. Me sonroje brutalmente mientras nuestras miradas hacían contacto. Aparté mi mano y me senté en el sillón
— Siéntate — Pedí
— Gracias... ¿eres hermana de Joe? — preguntó
— Para nada, no nos parecemos en nada — No tenía ánimos de estar dando explicaciones. La gente que conoce a mi hermano usualmente piensa que sus problemas de comportamiento son genéticos... mejor prevenir que lamentar negando cualquier tipo de parentesco entre el caótico muchacho y yo.
— Bien… — dijo, parecía un tanto incómodo
— ¿seguro no quieres nada de beber?
— Bueno, ya que insistes — dijo y al instante me ruboricé. Que irritante podría llegar a ser yo.
Fui a la cocina y desde allí Grité — ¿Coca-Cola, agua, jugo de naranja, leche?
— Agua está bien — Le di el agua, bebió un sorbo. Un largo silencio incómodo se apoderó del lugar… mis manos reposaban sobre mi regazo a la vez que jugaba con mis dedos, odiaba eso... Era una debilidad, siempre que me ponía nerviosa… mis dedos pagaban por ello.
— ¿De donde conoces a Joe? — pregunté para hacer tema de conversación.
— De la fiesta de disfraces de ayer — Sonrió de lado y casi me quedé sin aliento
— Genial, yo también estaba allí, no te recuerdo
No lo recordaba, su rostro se me hacia familiar, pero no recordaba ningún chico con ese rostro. Pero claro. ¿Cómo iba yo a recordar? Si me pasé toda la fiesta o buscando a Matt, o siendo acosada por el zorro. Solo de pensar en aquel personaje me irritaba.
— ¿Si? No te recuerdo, claro que tu cara luce familiar para mi, pero no logro recordarte.
— Bueno, esa era la idea de mi disfraz
— ¿Si? ¿De que ibas disfrazada? — preguntó.
Abrí mi boca para responder, pero un ruido me lo impidió.
— ¡Hola Familia! ¡Llegó por quien lloraban!
— Joe...—mascullé burlona. ¡Por quien lloraban! ¡Ja!
— Hola Nick — saludó al llegar al living y ver al individuo sentado en nuestro sofá — ¿Qué haces Aquí?
— Dejaste esto — dijo entregándole su celular y su chaqueta, que por algún extraño motivo había estado usando durante la calurosa tarde.
— Gracias, no te hubieras molestado
— ¡no te hubieras molestado! Si no hubieras traído eso, probablemente se hubiera quedado en tu casa
— ¿Desde cuando ustedes dos se llevan bien?
— ¿Qué? — pregunté, Joe estaba enloqueciendo seriamente. No entendía a que se refería
— Que ayer ustedes dos se odiaban, bueno… eso decían, pero a mi me pareció otra cosa, como que en vez de odiarse se atrajeran mutuamente… pero no lo dije porque, no se. Lo bueno es que al fin admitieron que se gustan ¿eh?
— ¿Qué me gusta? ¡La acabo de conocer! — Casi gritó Nick
— Oh, no. Ayer sin conocerse y ya se estaban besando, a mi me parece que el hecho de conocerse o no aquí no tiene mucha importancia
Ambos mirábamos a Joe Completamente sonrojados y atónitos.
— Zorro — dijo señalando a Nick — Te presento a Cleopatra, Cleo, éste es tu zorro.
Oh-No. Eso no podía estar pasando.
— ¡Tú! — gritamos al unisono, él dirigiéndose a mi, y mi grito era para él.
— ¡¿Qué demonios haces en mi casa?!
Simplemente no podía creer que siquiera por un instante, aquel zorro engreído me hubiera inspirado algo más que irritación.
— Por si no te has dado cuenta, esto hago — alzó en sus manos el celular de mi hermano y la chaqueta que todavía no le había entregado — Así que si me permites, ten — Dijo y le entrego a su dueño sus pertenencias — Adiós, así no te irrita mi presencia
— ¿Qué? — Dijo Joe — Venga, no te vayas. Jane se quiere disculpar.
— ¡¿Qué?! De ninguna manera
— Jane... — Joe me miró con reproche
Nick se detuvo en la puerta y se giró. Su expresión era indescifrable
— Así que, te escucho — dijo
— Perdón — Mascullé simplemente — ¿contento? — me giré hacia Joe
— Mucho — sonrió cálidamente, a lo que correspondí. Pero en cuanto vi el rostro de Nick, mi enojo hizo acto de presencia, el chico sonreía burlón
— eres un estúpido
— Epa, me acabas de pedir perdón, y luego me insultas… así no es como funciona esto, Jane, creo que tienes que aprender
— Muere — dije y subí directamente a mi habitación
— Yo también te quiero — escuche como gritó. Apreté mis puños. ¿Por qué demonios aquel engreído lograba sacar lo malo de mi? ¡Maldición! Yo no me enojaba fácilmente, pero con ese chico cerca, lo único que puedo hacer es gruñir en desaprobación a todo.
¿Cómo puede esconder esa personalidad tan…Extremadamente irritante debajo de ese rostro tan…. Endemoniadamente angelical?
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 13
"Joe: Problemas en casa"
“Genial... No, más que genial, vivo un tipo de vida que cualquier adolescente desearía”
— ¡Joseph! — caí de mi cama al escuchar el estruendoso grito de mi madre casi resonando en mi oído, eso era a lo que yo llamaba una buena manera de comenzar el día. — ¡Levántate ya! Jane ya se fue. Voy a trabajar hoy… quiero verte fuera de la cama en el instante en que me vaya… eres capaz de faltar a tu primer día de clases y quedarte dormido todo el día, y tu padre no haría nada para impedirlo, pero yo no me debería preocupar... Porque tu papá ha decidido que es mejor como ama de casa que yo... Así que...
— ¡Mamá! — casi grite a mi madre que estaba parada en el umbral de mi puerta discutiendo con quien sabe quien porque yo, la única persona en la habitación, estaba en mi universo paralelo matutino. — Ya estoy despierto, ahora quiero que salgas, me dejes duchar y te vayas, y te deseo mucha suerte — me acerqué a ella — Estas muy guapa — dije dándole un beso en la mejilla — que te vaya bien
— Gracias tesoro, supongo que estoy un poco nerviosa por comenzar hoy, no se si tu padre va a poder con la casa... ¿ayúdalo si?
— Claro — dije
Hubiera sido un trabajo lo más de sencillo, si cuando llegue a la cocina, con el estómago ejerciendo un tipo de presión sobre mi organismo debido a los extraños ruidos que hacía, hubiera desayuno.
Alcancé a mi madre que iba saliendo en su auto.
— ¡No hay desayuno! — Grité — ¿Qué se supone que me dará energías para comenzar con buen pie el día si no me alimento como es debido?
— Lo sé. Ya he avisado a tu padre tres veces. Inténtalo tú. Quizá tengas más suerte. Y no hagas ruido para no despertar al pequeño. Con un poco de suerte dormirá hasta las nueve. ¡Chao!
Me quedé con la boca abierta en el umbral de la puerta ¿Qué había pasado con la cariñosa, amable y comprensiva madre? Lo se. Aliens, todo es cosa de esos amigos de otro planeta.
De pronto me encontraba totalmente despierto. Necesitaba desayunar. Sin desayuno no era nadie.
Me precipité hacia el dormitorio de mis padres.
—¡Papá, levántate! ¡Te has dormido!
Mi padre se irguió de golpe.
—Mamá ya se ha ido —le dije con tono de reproche.
Mi padre se pasó la mano por los ojos y, de repente, dijo radiante.
—Mi primer día libre. Me quedaré en la cama.
—¿Quéee? ¡Nada de día libre! ¡Ahora eres el ama de casa! Tienes que levantarte y hacer el desayuno.
—Tonterías. Ya tienes edad suficiente para hacerlo tú solito.
—¿Y el pequeño qué?
Mi padre se dejó caer de nuevo en la cama.
—Tu madre dijo que duerme hasta las nueve, así que todavía tengo tiempo —se dio la vuelta y se limitó a añadir
—. Cierra la puerta y no hagas ruido.
Me quedé de una pieza. No podía creérmelo.
Me senté en la escalera e intenté reflexionar. Pero con el estómago vacío no podía reflexionar. Me puse a pensar en lo estúpido de mi pensamiento, con diecisiete años y no podía entrever el grandísimo problema que conlleva un padre inexperto en casa, que tristeza.
De repente, alguien me dio una palmada a modo de colega en el hombro.
—¿Qué, hijo? ¿Qué haremos hoy? Ya es hora de que tengamos un día padre-hijo, ¿no te parece?
Mi padre se había levantado y estaba de súper buen humor. Le miré indignado.
—¡Ya debería estar en el Colegio!
—Vaya, ¿y por qué estás aquí todavía?
—¡Por tu culpa! ¡Porque te has dormido!
—Pero ¿qué tiene que ver esto conmigo?
—¡Pues claro que tienes que ver! ¡Tú tienes que hacerte cargo de nosotros, procurar que haya algo para comer por las mañanas y que lleguemos a tiempo a recibir educación para que nos graduemos vayamos a la universidad y seamos alguien en la vida, solo hasta ése punto te libras de tus responsabilidades! ¡Todo el mundo lo sabe! Está en le viejo libro, así son las cosas en este mundo cruel, tienes hijos y los mantienes hasta que consigan trabajo, puede ser a los 25 o a los 40 ¡Son tus hijos! Si no quisieras hacer eso, entonces existe algo llamado condón, pero como es demasiado tarde, quiero mi desayuno.
— Joseph Adam Jonas, no voy a quedarme a discutir sobre sexo contigo, más te vale que no sepas mucho sobre el tema, no me gustaría enterarme que guardas por ahí...
— ¡El desayuno!
— Te estaré observando — me dijo mientras me apuntaba con su dedo índice. Reí mientras nos encaminábamos a la cocina.
— Aún no entiendo que estando tan crecidito, tenga yo que hacerte el desayuno.. — murmuró inspeccionando la cocina
— Mamá siempre lo hace
—¡Exacto! Y por eso siempre estaba tan estresada, agotada y descontenta. Creo que voy a cambiar unas cuantas cosas en esta casa.
—Vaya, ¿ya no habrá desayuno?
—Déjame en paz con tu desayuno. ¿Qué no lo puedes preparar tu solo?
—¡Pues claro! Pero para hacerlo tendría que levantarme media hora antes.
—¡Ves! ¡Ya tienes la solución a tu problema! Pero para demostrarte que soy un buen padre, hoy prepararé yo el desayuno. Siéntate.
Me senté obediente y aguardé.
—¿Dónde están los huevos? —preguntó mi padre.
—En la nevera.
—Ah. — Sacó dos huevos de la nevera y empezó a abrir cajones.
—¿Y las ollas?
—En el armario, abajo, a la izquierda. El agua sale del grifo.
—¡Listillo! —dijo mi padre todavía de buen humor—. ¿Y la sal?
—Con las especies: primer armario de la derecha.
—Ah. Todo tiene su sitio, muy bien —dijo con satisfacción—. ¿Y el pan?
—En la panera —refunfuñé—. Está en el aparador.
Mi padre abrió la panera y preguntó:
—¿También hay pan tostado?
—Si, pero sólo congelado. No hay mucha demanda. — Mi padre se detuvo y me miró con orgullo.
—Hijo, de verdad, tienes un sentido de la orientación estupendo— Entonces dio un paso atrás y, tras reflexionar durante unos segundos, añadió:
—Pero quizás habría que reestructurar la cosa. En esta cocina se hacen demasiados movimientos innecesarios. Todo lo importante tendrá que poder alcanzarse desde el mismo sitio.
—Tengo hambre —dije para recordarle su tarea inicial.
—Voy —dijo enseguida—. ¿Dónde están los huevos?
—En la nevera, pero ya sacaste dos.
—Ya lo sé, pero ¿dónde los dejé?
—¿Has perdido los huevos? Papá, esto no saldrá bien. Pídele disculpas a mamá, date por vencido y vuelve al despacho.
De repente, mi padre se puso muy serio.
—Jamás. Nadie me hará creer que no sé llevar una casa.
Volvió a mirar a su alrededor en busca de los huevos. Nada. Abandonó, y sacó otro par de huevos de la nevera. Para desayunar, siempre me como el huevo pasado por agua, pero cuando mi padre me preguntó cómo lo quería contesté:
—Con cáscara. Me da lo mismo lo cocido que esté. —Hay que colaborar un poco, ¿verdad? Pero cuando se sentó conmigo a la mesa con el huevo duro en la mano y una tostada congelada en la otra, ya no dije nada más. En realidad, se había esforzado mucho.
—No se dónde están las hueveras —dijo en tono de disculpa mientras intentaba pelar el huevo. Miró a su alrededor.
—Hmm… ¿Falta algo más? Ah, sí, el café. ¿Ya tomas café?
—Claro que sí —le dije y, para ser sincero, añadí—. Sin cafeína.
—Bien hecho —dijo mi padre con satisfacción mientras posaba su mirada sobre la cafetera—. ¿Sabes cómo funciona? —preguntó. Me levanté, le arrebaté la tostada congelada de las manos y la metí en la tostadora; a continuación busqué dos hueveras e hice café. Coloqué el tarro de la mermelada, el queso y el embutido en la mesa, saqué el yogur de la nevera y exprimí naranjas. Poco después, volvimos a estar juntos en la mesa desayunando a gusto.
—Bueno —empezó a decir dejando vagar la mirada por encima de la mesa—; la verdad es que no podéis quejaros. ¡Menudo desayuno os he preparado! — Asentí, sumiso. Se rió.
—¡Y tú pensabas que no sabía preparar el desayuno!
Hice un mohín con las manos…. ¡Mami! Te necesito.
—¡Papá! — Reconocí el grito de Joe desde la parte superior de la casa.Mi padre me miró: estaba radiante.
—¿Lo has oído? ¡Ha dicho papá! ¡No mamá!
Me encogí de hombros y seguí masticando. No podía ser nada bueno.
—Sííí, ¿qué hay? —contestó mi padre con alegría.
—¿Puedes venir un momento? —gritó Joaquín
—Estoy desayunando. ¿Qué quieres?
—Tengo un problema. —ahogué unas risitas. Ya decía yo
—¿No puedes solucionarlo tú solo?
—Lo intentaré.
—Eres un buen chico —gritó mi padre y, tras darle un mordisco a la tostada, dijo—. ¿Ves?, así es cómo debe hacerse. Seguro que vuestra madre habría interrumpido su desayuno para acudir en su auxilio, y por la noche, se me habría quejado de que ni siquiera puede desayunar en paz en esta casa.
—Joe es un pequeño demonio —le señalé con cautela. —Puede ser algo urgente, Hace cosas de lo más raras. Uno nunca sabe
—Sí, lo sé. Por cierto, ¿por qué no va a la guardería?
—Porque siempre se escapa. Se han negado a seguir cuidándole.
—Son pedagogos profesionales y ni siquiera saben tratar a un niño algo vivaz. Sólo hay que estimularlo como es debido.—Dijo mi padre negando con la cabeza Asentí dejando escapar un suspiro.
—¡Papiii! —La voz de mi hermano retumbó de nuevo desde arriba.
—¿Qué quieres, hijo? —respondió mi padre también gritando.
—Ahora tengo los pies mojados.
—Coge la toalla y sécatelos.
—Vale.
—¿Lo ves? Otro problema solucionado —me dijo mi padre con orgullo. Carraspeé.
—Quizá podrías preguntarle por qué tiene los pies mojados.—Mi padre me miró confuso y decidió hacerme ese favor.
—¿Por qué tienes los pies mojados, cariño? —gritó mirando hacia arriba.
—Porque en el baño hay agua.
Mi padre movió la cabeza queriendo decir: «Eso sí que es una buena explicación.» Ya no aguantaba más: me levanté de golpe y me fui pitando hacia arriba. El agua le llegaba a Joe hasta los tobillos. Todo el cuarto de baño estaba inundado. La cadena del váter se había quedado activada y el agua acabó llenando el suelo. —¡Papá! —grité asomándome abajo—. Creo que será mejor que subas. — Cogí a Joe en brazos, le llevé a su habitación y le sequé los pies.
—Pero ¿qué ha pasado?
—No sé, sólo he tirado la cadena. Muchas veces. Pero no ha parado.
—¿Y antes? ¿Antes de tirar de la cadena?
—Se me cayó el pantalón del pijama adentro.
—¿Dentro del váter?
—Claro.
—¿Y cómo ocurrió?
—Ya no me acuerdo. Hace mucho que pasó.
—¿Y por qué tiraste de la cadena?
—Porque papá dijo que solucionara el problema. Y pensé que se disolvería en el agua.
—Venga, vístete y luego le explicas toda esta historia a papá. — Bajé. Mi padre seguía sentado en la mesa del desayuno. Omití una maldición que quería salir por mi boca…¡Que descuidado padre, Dios!
—¿Qué quería?
—Lo mejor será que subas y lo veas con tus propios ojos. Ahora tengo que irme sin falta al colegio. Si me doy prisa, estaré allí antes de que termine el recreo.
Nunca había salido de casa tan deprisa ni llegado tan rápido al colegio En el camino pensé que quizá podría pedirle a cualquier amigo que convenciera a sus padres para que me adoptasen.
Cuando llegue, me acerque a mi hermana a comentarle las malas nuevas, peor me encontré con algo de lo más peculiar, Nick, su amigo el zorro, estaba allí. Y Jane lo estaba acecinando con la mirada.
— ¡Joseph! — caí de mi cama al escuchar el estruendoso grito de mi madre casi resonando en mi oído, eso era a lo que yo llamaba una buena manera de comenzar el día. — ¡Levántate ya! Jane ya se fue. Voy a trabajar hoy… quiero verte fuera de la cama en el instante en que me vaya… eres capaz de faltar a tu primer día de clases y quedarte dormido todo el día, y tu padre no haría nada para impedirlo, pero yo no me debería preocupar... Porque tu papá ha decidido que es mejor como ama de casa que yo... Así que...
— ¡Mamá! — casi grite a mi madre que estaba parada en el umbral de mi puerta discutiendo con quien sabe quien porque yo, la única persona en la habitación, estaba en mi universo paralelo matutino. — Ya estoy despierto, ahora quiero que salgas, me dejes duchar y te vayas, y te deseo mucha suerte — me acerqué a ella — Estas muy guapa — dije dándole un beso en la mejilla — que te vaya bien
— Gracias tesoro, supongo que estoy un poco nerviosa por comenzar hoy, no se si tu padre va a poder con la casa... ¿ayúdalo si?
— Claro — dije
Hubiera sido un trabajo lo más de sencillo, si cuando llegue a la cocina, con el estómago ejerciendo un tipo de presión sobre mi organismo debido a los extraños ruidos que hacía, hubiera desayuno.
Alcancé a mi madre que iba saliendo en su auto.
— ¡No hay desayuno! — Grité — ¿Qué se supone que me dará energías para comenzar con buen pie el día si no me alimento como es debido?
— Lo sé. Ya he avisado a tu padre tres veces. Inténtalo tú. Quizá tengas más suerte. Y no hagas ruido para no despertar al pequeño. Con un poco de suerte dormirá hasta las nueve. ¡Chao!
Me quedé con la boca abierta en el umbral de la puerta ¿Qué había pasado con la cariñosa, amable y comprensiva madre? Lo se. Aliens, todo es cosa de esos amigos de otro planeta.
De pronto me encontraba totalmente despierto. Necesitaba desayunar. Sin desayuno no era nadie.
Me precipité hacia el dormitorio de mis padres.
—¡Papá, levántate! ¡Te has dormido!
Mi padre se irguió de golpe.
—Mamá ya se ha ido —le dije con tono de reproche.
Mi padre se pasó la mano por los ojos y, de repente, dijo radiante.
—Mi primer día libre. Me quedaré en la cama.
—¿Quéee? ¡Nada de día libre! ¡Ahora eres el ama de casa! Tienes que levantarte y hacer el desayuno.
—Tonterías. Ya tienes edad suficiente para hacerlo tú solito.
—¿Y el pequeño qué?
Mi padre se dejó caer de nuevo en la cama.
—Tu madre dijo que duerme hasta las nueve, así que todavía tengo tiempo —se dio la vuelta y se limitó a añadir
—. Cierra la puerta y no hagas ruido.
Me quedé de una pieza. No podía creérmelo.
Me senté en la escalera e intenté reflexionar. Pero con el estómago vacío no podía reflexionar. Me puse a pensar en lo estúpido de mi pensamiento, con diecisiete años y no podía entrever el grandísimo problema que conlleva un padre inexperto en casa, que tristeza.
De repente, alguien me dio una palmada a modo de colega en el hombro.
—¿Qué, hijo? ¿Qué haremos hoy? Ya es hora de que tengamos un día padre-hijo, ¿no te parece?
Mi padre se había levantado y estaba de súper buen humor. Le miré indignado.
—¡Ya debería estar en el Colegio!
—Vaya, ¿y por qué estás aquí todavía?
—¡Por tu culpa! ¡Porque te has dormido!
—Pero ¿qué tiene que ver esto conmigo?
—¡Pues claro que tienes que ver! ¡Tú tienes que hacerte cargo de nosotros, procurar que haya algo para comer por las mañanas y que lleguemos a tiempo a recibir educación para que nos graduemos vayamos a la universidad y seamos alguien en la vida, solo hasta ése punto te libras de tus responsabilidades! ¡Todo el mundo lo sabe! Está en le viejo libro, así son las cosas en este mundo cruel, tienes hijos y los mantienes hasta que consigan trabajo, puede ser a los 25 o a los 40 ¡Son tus hijos! Si no quisieras hacer eso, entonces existe algo llamado condón, pero como es demasiado tarde, quiero mi desayuno.
— Joseph Adam Jonas, no voy a quedarme a discutir sobre sexo contigo, más te vale que no sepas mucho sobre el tema, no me gustaría enterarme que guardas por ahí...
— ¡El desayuno!
— Te estaré observando — me dijo mientras me apuntaba con su dedo índice. Reí mientras nos encaminábamos a la cocina.
— Aún no entiendo que estando tan crecidito, tenga yo que hacerte el desayuno.. — murmuró inspeccionando la cocina
— Mamá siempre lo hace
—¡Exacto! Y por eso siempre estaba tan estresada, agotada y descontenta. Creo que voy a cambiar unas cuantas cosas en esta casa.
—Vaya, ¿ya no habrá desayuno?
—Déjame en paz con tu desayuno. ¿Qué no lo puedes preparar tu solo?
—¡Pues claro! Pero para hacerlo tendría que levantarme media hora antes.
—¡Ves! ¡Ya tienes la solución a tu problema! Pero para demostrarte que soy un buen padre, hoy prepararé yo el desayuno. Siéntate.
Me senté obediente y aguardé.
—¿Dónde están los huevos? —preguntó mi padre.
—En la nevera.
—Ah. — Sacó dos huevos de la nevera y empezó a abrir cajones.
—¿Y las ollas?
—En el armario, abajo, a la izquierda. El agua sale del grifo.
—¡Listillo! —dijo mi padre todavía de buen humor—. ¿Y la sal?
—Con las especies: primer armario de la derecha.
—Ah. Todo tiene su sitio, muy bien —dijo con satisfacción—. ¿Y el pan?
—En la panera —refunfuñé—. Está en el aparador.
Mi padre abrió la panera y preguntó:
—¿También hay pan tostado?
—Si, pero sólo congelado. No hay mucha demanda. — Mi padre se detuvo y me miró con orgullo.
—Hijo, de verdad, tienes un sentido de la orientación estupendo— Entonces dio un paso atrás y, tras reflexionar durante unos segundos, añadió:
—Pero quizás habría que reestructurar la cosa. En esta cocina se hacen demasiados movimientos innecesarios. Todo lo importante tendrá que poder alcanzarse desde el mismo sitio.
—Tengo hambre —dije para recordarle su tarea inicial.
—Voy —dijo enseguida—. ¿Dónde están los huevos?
—En la nevera, pero ya sacaste dos.
—Ya lo sé, pero ¿dónde los dejé?
—¿Has perdido los huevos? Papá, esto no saldrá bien. Pídele disculpas a mamá, date por vencido y vuelve al despacho.
De repente, mi padre se puso muy serio.
—Jamás. Nadie me hará creer que no sé llevar una casa.
Volvió a mirar a su alrededor en busca de los huevos. Nada. Abandonó, y sacó otro par de huevos de la nevera. Para desayunar, siempre me como el huevo pasado por agua, pero cuando mi padre me preguntó cómo lo quería contesté:
—Con cáscara. Me da lo mismo lo cocido que esté. —Hay que colaborar un poco, ¿verdad? Pero cuando se sentó conmigo a la mesa con el huevo duro en la mano y una tostada congelada en la otra, ya no dije nada más. En realidad, se había esforzado mucho.
—No se dónde están las hueveras —dijo en tono de disculpa mientras intentaba pelar el huevo. Miró a su alrededor.
—Hmm… ¿Falta algo más? Ah, sí, el café. ¿Ya tomas café?
—Claro que sí —le dije y, para ser sincero, añadí—. Sin cafeína.
—Bien hecho —dijo mi padre con satisfacción mientras posaba su mirada sobre la cafetera—. ¿Sabes cómo funciona? —preguntó. Me levanté, le arrebaté la tostada congelada de las manos y la metí en la tostadora; a continuación busqué dos hueveras e hice café. Coloqué el tarro de la mermelada, el queso y el embutido en la mesa, saqué el yogur de la nevera y exprimí naranjas. Poco después, volvimos a estar juntos en la mesa desayunando a gusto.
—Bueno —empezó a decir dejando vagar la mirada por encima de la mesa—; la verdad es que no podéis quejaros. ¡Menudo desayuno os he preparado! — Asentí, sumiso. Se rió.
—¡Y tú pensabas que no sabía preparar el desayuno!
Hice un mohín con las manos…. ¡Mami! Te necesito.
—¡Papá! — Reconocí el grito de Joe desde la parte superior de la casa.Mi padre me miró: estaba radiante.
—¿Lo has oído? ¡Ha dicho papá! ¡No mamá!
Me encogí de hombros y seguí masticando. No podía ser nada bueno.
—Sííí, ¿qué hay? —contestó mi padre con alegría.
—¿Puedes venir un momento? —gritó Joaquín
—Estoy desayunando. ¿Qué quieres?
—Tengo un problema. —ahogué unas risitas. Ya decía yo
—¿No puedes solucionarlo tú solo?
—Lo intentaré.
—Eres un buen chico —gritó mi padre y, tras darle un mordisco a la tostada, dijo—. ¿Ves?, así es cómo debe hacerse. Seguro que vuestra madre habría interrumpido su desayuno para acudir en su auxilio, y por la noche, se me habría quejado de que ni siquiera puede desayunar en paz en esta casa.
—Joe es un pequeño demonio —le señalé con cautela. —Puede ser algo urgente, Hace cosas de lo más raras. Uno nunca sabe
—Sí, lo sé. Por cierto, ¿por qué no va a la guardería?
—Porque siempre se escapa. Se han negado a seguir cuidándole.
—Son pedagogos profesionales y ni siquiera saben tratar a un niño algo vivaz. Sólo hay que estimularlo como es debido.—Dijo mi padre negando con la cabeza Asentí dejando escapar un suspiro.
—¡Papiii! —La voz de mi hermano retumbó de nuevo desde arriba.
—¿Qué quieres, hijo? —respondió mi padre también gritando.
—Ahora tengo los pies mojados.
—Coge la toalla y sécatelos.
—Vale.
—¿Lo ves? Otro problema solucionado —me dijo mi padre con orgullo. Carraspeé.
—Quizá podrías preguntarle por qué tiene los pies mojados.—Mi padre me miró confuso y decidió hacerme ese favor.
—¿Por qué tienes los pies mojados, cariño? —gritó mirando hacia arriba.
—Porque en el baño hay agua.
Mi padre movió la cabeza queriendo decir: «Eso sí que es una buena explicación.» Ya no aguantaba más: me levanté de golpe y me fui pitando hacia arriba. El agua le llegaba a Joe hasta los tobillos. Todo el cuarto de baño estaba inundado. La cadena del váter se había quedado activada y el agua acabó llenando el suelo. —¡Papá! —grité asomándome abajo—. Creo que será mejor que subas. — Cogí a Joe en brazos, le llevé a su habitación y le sequé los pies.
—Pero ¿qué ha pasado?
—No sé, sólo he tirado la cadena. Muchas veces. Pero no ha parado.
—¿Y antes? ¿Antes de tirar de la cadena?
—Se me cayó el pantalón del pijama adentro.
—¿Dentro del váter?
—Claro.
—¿Y cómo ocurrió?
—Ya no me acuerdo. Hace mucho que pasó.
—¿Y por qué tiraste de la cadena?
—Porque papá dijo que solucionara el problema. Y pensé que se disolvería en el agua.
—Venga, vístete y luego le explicas toda esta historia a papá. — Bajé. Mi padre seguía sentado en la mesa del desayuno. Omití una maldición que quería salir por mi boca…¡Que descuidado padre, Dios!
—¿Qué quería?
—Lo mejor será que subas y lo veas con tus propios ojos. Ahora tengo que irme sin falta al colegio. Si me doy prisa, estaré allí antes de que termine el recreo.
Nunca había salido de casa tan deprisa ni llegado tan rápido al colegio En el camino pensé que quizá podría pedirle a cualquier amigo que convenciera a sus padres para que me adoptasen.
Cuando llegue, me acerque a mi hermana a comentarle las malas nuevas, peor me encontré con algo de lo más peculiar, Nick, su amigo el zorro, estaba allí. Y Jane lo estaba acecinando con la mirada.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 14
"Jane: Guía"
La mañana estaba fría. Un nuevo año comenzaba, la gente se preparaba física y mentalmente para volver al juego, para algunos las vacaciones fueron excelentes pero para otros desgraciados desafortunados como yo, dejaban mucho que desear. Me paré de mi cama lentamente obligando a mi mente al olvidarse de todo lo malo que me hubiera podido suceder. Me bañe, vestí y baje.
Allí estaba mi madre tomándose un café. Se la veía pensativa y aburrida.
— Mamá, buenos días
— Buenos días cariño, ¿Cómo amaneciste? — preguntó parándose del comedor y sirviéndome un poco de chocolate. Asentí en afirmación a su pregunta — ¿preparada para ir a estudiar de nuevo? Después de unas merecidas vacaciones
— Preferiría no tener que estar lista
— Jane... — dijo mi mamá a modo de reproche
— Ya ves todo lo que hago para ser alguien en la vida
— Lo se cariño — dijo Susane antes de proporcionarme un beso en la coronilla.
Deslizándose elegantemente en sus tacones de siete centímetros y medio, se encaminó hacia la puerta, cogió las llaves del auto y se volvió bajo mi mirada asombrada.
— ¿A dónde vas? — pregunté dudosa
— A trabajar... hice una apuesta con tu padre — se explico al ver mi cara de confusión total
— ¡Ah! ¡Al Parecer el vicio por las apuestas es un problema de familia! ¡Eso es una cosa estúpida!
— No lo es para mí, tu padre me dijo que sabía llevar mejor una casa que yo… y eso es lo que va a hacer.
— ¿creíste por un instante que papá podría hacerlo mejor que tu? — Abrió la boca para responder, pero alce una mano en señal de que callara — ¿Dónde está ahora? ¡Debe estar durmiendo!
— Eso es precisamente lo que esta haciendo
— ¿Ves? ¡Tú de estas cuatro paredes no saldrás! ¡Ni hay desayuno!
— ¿Qué no puedes prepararte algo tu sola?
— Claro, tengo dieciséis, lo que pasa es que a los dieciséis hay cosas que toman tiempo
—.. Y Que son más importantes que comer, lo entiendo
— ¿y Joe? — Pregunté —ya se esta haciendo tarde
— Está demasiado grande como para no poder levantarse solo
— El se despierta con el olor del desayuno ¡Su estomago es su despertador! Y si de ahora en adelante no hay desayuno. ¿Qué va a hacer mi pobre hermano?
Mi ahora desconsiderada madre se encogió de hombros. Entré en la cocina y llené un recipiente de agua, cuando iba subiendo las escaleras la voz de reproche de mi madre me detuvo
— ¿Qué crees que vas a hacer?
— Voy a colaborar con algo para que esta familia progrese, y despertar a Joe y hacer que tenga tiempo para extender su somnolencia y evitar que vaya por ahí haciendo cosas con lentitud y torpeza, es ayudar mucho.
— Baja de inmediato y vete al colegio, yo lo despertaré
Hice lo que mi madre me dijo, era temprano para ir al colegio y lo sabía, pero prefería eso a quedarme en casa arriesgándome a ver a mi padre cuando bajara por esas escaleras y quedar castigada por lanzarle lo primero que viera, mi vida ya es demasiado complicada como para añadirle un detalle más
Compre un panecillo con una malteada en una cafetería que quedaba cerca de mi casa por la vía hacia el colegio, me lo comí mientras caminaba. Ahora, gracias a mis dementes padres, había quedado sin que comer al descanso.
Pensé en pasar por Liz, pero iba media hora temprano, y como es ella, seguro todavía se estaba arreglando. Así que decidí darme por vencida y caminar en soledad las seis cuadras que separaban la casa de Liz del colegio.
Cuando llegue al colegio, estaban los alumnos nuevos que siempre llegan temprano cada año para que los profesores les asignen un guía, que comúnmente son los desubicados que llegan más temprano con ánimos de obtener la mejor nota por colaborar, y prosiguen a enseñarles el colegio para que no se sientan tan perdidos en el inmenso plantel.
— ¡Jenny! — escuche que gritaba a lo lejos, así es, algunos profesores de mi colegio todavía me llamaban por mi nombre completo, a pesar de mis descomunales esfuerzos por que hagan lo contrario.
— Jane, profesora Reyman, soy Jane
— En tu registro escolar dice Jenny Jonas
— Mis padres estaban demasiado drogados cuando me pusieron ese nombre, por favor, llámeme Jane
— De acuerdo Jenny — rodee mis ojos. — Es un alivio que hayas llegado temprano
— Yo se por donde va el asunto señora Reyman y no, no estoy interesada, solo llegué temprano porque me echaron de casa
— ¿Qué? ¿Problemas en casa?
— No, no es nada, olvide que he dicho eso – seguí caminando
— De verdad necesitamos tu ayuda, este año hay muchos alumnos nuevos, aparte de los de primer año, hay muchos chicos y naturalmente, estamos sin guías
— Lo lamento profesora Reyman, soy muy desubicada, hasta ahora no he encontrado mi casillero y llevo dando vueltas unos diez minutos
— Mientes, te vi legar hace pocos minutos y no parecías nada desubicada, Jenny
— Jane— masculle
— ¿hagamos un trato? Tú me ayudas a ser guía y dejo de llamarte Jenny, te diré Jane. También tendrás nota extra por colaborar, como todos los guías
— Hecho — dije, todo sea por mi nombre, aunque pensándolo bien no me caería nada mal una buena nota por andar por ahí enseñando todos los pasillos y corredores que tenía tan bien grabados en mi mente.
— Bueno, serás la guía este alumno que no me acuerdo como se llama, Mick, serás la guía de Mick
— ¿Cuánto tiempo será?
— Dos semanas, incluida la hora del almuerzo
— Genial — dije sarcástica — Tengo vida social ¿sabia?
— Seguro que si — dijo caminando con una sonrisa, la seguí — Cosa que no es excusa para no ayudar
Rodé los ojos, pero me quede de piedra cuando me levaron junto a ‘Mick’. El chico de cabello rizado me miró y abrió los ojos como platos
—¡¿Qué estas haciendo aquí?!
— como veo que ya se conocen, me voy... no he desayunado y mi pancita esta rugiendo. — se alejó, pero mick y yo ni nos dimos cuenta, estábamos demasiado ocupados haciendo un mal contacto visual. — ¡Ni se te ocurra dejarlo solo, Jane!
¡Rayos! Había cumplido con su parte del trato, faltaba la mía.
— Veo que te gusta seguirme a todas partes, ya sabía yo que no podías vivir sin mí — comentó el muy engreído
— Escúchame, Mick, dejaré las cosas claras antes que te hagas ideas raras en tu extraña cabeza…primero, YO estudio aquí hace cinco años, por lo tanto el único que está persiguiendo a alguien aquí eres ¡Tu a mi!... Segundo, lo último que me faltaría para vivir eres tú. Tercero, Soy tu guía porque he caído en una vil trampa de la profesora, y créeme que solo estoy esperando a terminar de hablar para ir donde la coordinadora y pedirle que me asignen a otro estudiante.. Cuarto, Ni te creas que tienes permitido dirigirme la palabra, o sonreír burlonamente como lo estás haciendo ahora y...Quinto y más importante… ¡No me mires! ¡no me hables! ¡no respires cerca de mí! Y…. ¡Deja de sonreír así! Eres tan cansino… — dije dándome la vuelta camino a la oficina de la coordinadora para hacer lo que antes le había comunicado al nuevo.
— ¿Así que eres de esas chicas que les gusta ayudar? Nunca lo pensé…— comentó siguiéndome
— No lo soy, no quería hacerlo, resulte embaucada… y menos lo hubiera hacho si supiera que se trataba de ti… Buenos días Señora Bewton — dije cuando llegue a la oficia de la directora
— ¿Si? Jane — contestó dejando unos papeles sobre su escritorio y clavando en mi su mirada penetrante, fría y amenazadora.
— Me preguntaba si usted podría asignarme otro alumno para servir como guía — en cuanto empecé a hablar, hizo una mueca...
— Me temo que eso no será posible, señorita Jonas... La profesora Lily está demasiado ocupada con los guías y los alumnos como para ocuparse de uno que ya tiene guía, me temo que deberá conformarse con la satisfacción de ayudar al joven… — miró a Nick tratando de recordar su nombre — Miller, espera ¿eres hijo de Denise y Paul?
— Si, esta mañana ellos eran mis padres
— Además eres gracioso, salúdalos de mi parte por favor… ¿Ves Jane? No hay nada de que preocuparse, sobretodo si tu alumno es este apuesto joven y es tan gracioso
¡Estúpida!
— Si, la verdad no tiene por que preocuparse señora coordinadora… Jane y yo congeniamos perfectamente, le prometo que Jane será la mejor guía y me voy a sentir muy complacido con su trabajo —dijo y a continuación ¡Me sacó de la oficina!
— ¡Eres un estúpido! — Casi grite zafándome de su agarre — ¡Déjame en paz!
— Lo lamento, pero eres mi guía
— No por elección propia
Mascullé, a fin de cuentas me tocaba hacer mi trabajo, soy una persona de palabra y le había dado la mía a la profesora Reyman… tenía que hacer mi trabajo, por mucho que odiara admitir que el hecho de poder hacerle la vida de cuadritos al zorro, me agradaba.
— Esta es la cafetería — señalé mostrándole a Nick el amplio espacio donde se departía en el almuerzo con los amigos o, que obviamente, se copiaban las tareas que no se habían hecho en casa.
— La de mi anterior colegio era mucho más….
— Grande... si lo se... Pero ¿adivina que pasa? ¡No estas ahí! Y como tendrás que estar en esta pequeña cafetería por el resto del año hasta que te largues a una universidad muy lejos de mi y de éste plantel educativo será mejor que te aguantes y no hagas comentarios fuera de lugar, porque te juro que te…
Bien, me estaba exaltando demasiado... pero el muy imbécil había estado criticando todo, absolutamente todo, digamos que ese último comentario sobre la cafetería había sido la gota que rebaso el vaso.
— Pequeña — me fulminó con la mirada — iba a decir que la de mi anterior colegio era mucho más pequeña, señorita irritable
— No te atrevas a darme algún apodo... no tienes derecho — le apunté con mi dedo
— Ok señorita irritable
— eres un…
— señorita Jonas, señor Miller
Ambos giramos nuestras cabezas hacia donde provenía la voz, la señora Bewton, coordinadora de tan prestigiosa institución... nos señalaba con el dedo.
— ¿si?
— Las clases empezaron hace 5 minutos.
— Perdone, señorita, estábamos muy entretenidos, usted sabe, cuando uno se divierte... el tiempo pasa volando. — fulminé a Nick con la mirada
— Si, me lo imagino, después de todo usted Jane, es la mejor elección como guía de Nicholas
— Ya lo creo — contestó sonriendo el muy lambe suelas de Nicholas
— bueno, basta de charlas, Jane, se le está esperando en el salón de clases del señor Petts, penúltimo año, y usted Nicholas, la señora Carter estará encantada de tenerlo en su clase
— Muchísimas Gracias
Se fue dejándonos solos, ¡Maldición! El señor Petts... Es el profesor de matemática, claro que le caigo bien, no me cae bien... no hay problema. La señora Carter, de filosofía…. Su salón de clases es contiguo al del señor Petts…. Más camino aguantando al lambe suelas de Nicholas.
— “la señora Carter estará encantada de tenerlo en su clase” — dije mientras caminaba imitando la voz de la señora Bewton. Nick rió
— Te sale fatal imitar voces
— Gracias pero no te estaba pidiendo tu opinión… Lambón
— ¿¡Qué!? ¿Ahora que tienes contra mí?
— no puede ser que le caigas bien a todo el mundo… sencillamente no.
— ella conoce a mis padres, es ella la lambona conmigo
— si, claro.
— ¿Por qué no lo sería? Mis padres tienen puestos importantes…
— Mira, señor “soy mas que los demás, me tienen que hacer un altar y hacer un día mundial para alabarme única y exclusivamente a mí” me importa poco y nada tu vida, o el empleo tan importante que tienen tus padres, espero, que cuando termine de ser tu guía, sigas tu camino y me dejes seguir el mío, no me dirijas la palabra, así como no te la dirigiré a ti. Por ahora, entra en tu salón de clases, la señora Carter es muy estricta… con suerte y no te rebaja por la tardanza.
Dicho esto… entré en mi salón de clases. Guardando aún la esperanza de que el humor de la señora Carter, que de por sí era malo, empeorara con el retardo del nuevo.
Era un ambiente de paz el que se respiraba sin Nick invadiendo el lugar… me sentía como en…casa. Bueno, no tanto así, pero me sentía mejor sin la atenta mirada color chocolate de Nick clavada en mi nuca.
— Jane — dijo el profesor — Que gusto tenerte por aquí... ¿Por qué la tardanza?
— buenos días profesor Petts… lo que sucedió fue que me asignaron como guía de un chico que verdaderamente deja mucho que desear, tuve que repetirle la ubicación de algunos lugares, fue desastroso, tendré que demorar un poco más de tiempo con aquel sujeto, es como mi hermano Joe. — dije sabiendo el especial cariño que le tenía el profesor a mi hermano mayor, inmediatamente hizo una mueca.
— No lo puedo creer, claro tome asiento señorita Jonas.. ¿Cómo en esta institución admiten todavía a personas del calibre de Joseph Jonas? Ese muchacho es dinamita… hay que replantearnos a quien se deja entrar y a quien no.
Me Reí, el profesor tenía especial recelo con Joseph.
— ¿Qué pasó? — me preguntó Liz al llegar a su lado, había un lugar vacío. Después de haber saludado a algunos de mis compañeros
— Larga historia
— Tengo tiempo
— Me parece que no, es la primera clase de matemática del año, no me lo perdería por nada…— Liz hizo una mueca — Esta bien, necesito entender, mi promedio del año pasado no estuvo tan bien como esperaba...
— ¡Eras la mejor de la clases en matemáticas!
— Necesito ser más que la mejor..
— ¡Estás obsesionada!
— No seas chismosa — me voltee a verla y susurre, ya que el profesor ya había empezado la clase — Luego te cuento
Allí estaba mi madre tomándose un café. Se la veía pensativa y aburrida.
— Mamá, buenos días
— Buenos días cariño, ¿Cómo amaneciste? — preguntó parándose del comedor y sirviéndome un poco de chocolate. Asentí en afirmación a su pregunta — ¿preparada para ir a estudiar de nuevo? Después de unas merecidas vacaciones
— Preferiría no tener que estar lista
— Jane... — dijo mi mamá a modo de reproche
— Ya ves todo lo que hago para ser alguien en la vida
— Lo se cariño — dijo Susane antes de proporcionarme un beso en la coronilla.
Deslizándose elegantemente en sus tacones de siete centímetros y medio, se encaminó hacia la puerta, cogió las llaves del auto y se volvió bajo mi mirada asombrada.
— ¿A dónde vas? — pregunté dudosa
— A trabajar... hice una apuesta con tu padre — se explico al ver mi cara de confusión total
— ¡Ah! ¡Al Parecer el vicio por las apuestas es un problema de familia! ¡Eso es una cosa estúpida!
— No lo es para mí, tu padre me dijo que sabía llevar mejor una casa que yo… y eso es lo que va a hacer.
— ¿creíste por un instante que papá podría hacerlo mejor que tu? — Abrió la boca para responder, pero alce una mano en señal de que callara — ¿Dónde está ahora? ¡Debe estar durmiendo!
— Eso es precisamente lo que esta haciendo
— ¿Ves? ¡Tú de estas cuatro paredes no saldrás! ¡Ni hay desayuno!
— ¿Qué no puedes prepararte algo tu sola?
— Claro, tengo dieciséis, lo que pasa es que a los dieciséis hay cosas que toman tiempo
—.. Y Que son más importantes que comer, lo entiendo
— ¿y Joe? — Pregunté —ya se esta haciendo tarde
— Está demasiado grande como para no poder levantarse solo
— El se despierta con el olor del desayuno ¡Su estomago es su despertador! Y si de ahora en adelante no hay desayuno. ¿Qué va a hacer mi pobre hermano?
Mi ahora desconsiderada madre se encogió de hombros. Entré en la cocina y llené un recipiente de agua, cuando iba subiendo las escaleras la voz de reproche de mi madre me detuvo
— ¿Qué crees que vas a hacer?
— Voy a colaborar con algo para que esta familia progrese, y despertar a Joe y hacer que tenga tiempo para extender su somnolencia y evitar que vaya por ahí haciendo cosas con lentitud y torpeza, es ayudar mucho.
— Baja de inmediato y vete al colegio, yo lo despertaré
Hice lo que mi madre me dijo, era temprano para ir al colegio y lo sabía, pero prefería eso a quedarme en casa arriesgándome a ver a mi padre cuando bajara por esas escaleras y quedar castigada por lanzarle lo primero que viera, mi vida ya es demasiado complicada como para añadirle un detalle más
Compre un panecillo con una malteada en una cafetería que quedaba cerca de mi casa por la vía hacia el colegio, me lo comí mientras caminaba. Ahora, gracias a mis dementes padres, había quedado sin que comer al descanso.
Pensé en pasar por Liz, pero iba media hora temprano, y como es ella, seguro todavía se estaba arreglando. Así que decidí darme por vencida y caminar en soledad las seis cuadras que separaban la casa de Liz del colegio.
Cuando llegue al colegio, estaban los alumnos nuevos que siempre llegan temprano cada año para que los profesores les asignen un guía, que comúnmente son los desubicados que llegan más temprano con ánimos de obtener la mejor nota por colaborar, y prosiguen a enseñarles el colegio para que no se sientan tan perdidos en el inmenso plantel.
— ¡Jenny! — escuche que gritaba a lo lejos, así es, algunos profesores de mi colegio todavía me llamaban por mi nombre completo, a pesar de mis descomunales esfuerzos por que hagan lo contrario.
— Jane, profesora Reyman, soy Jane
— En tu registro escolar dice Jenny Jonas
— Mis padres estaban demasiado drogados cuando me pusieron ese nombre, por favor, llámeme Jane
— De acuerdo Jenny — rodee mis ojos. — Es un alivio que hayas llegado temprano
— Yo se por donde va el asunto señora Reyman y no, no estoy interesada, solo llegué temprano porque me echaron de casa
— ¿Qué? ¿Problemas en casa?
— No, no es nada, olvide que he dicho eso – seguí caminando
— De verdad necesitamos tu ayuda, este año hay muchos alumnos nuevos, aparte de los de primer año, hay muchos chicos y naturalmente, estamos sin guías
— Lo lamento profesora Reyman, soy muy desubicada, hasta ahora no he encontrado mi casillero y llevo dando vueltas unos diez minutos
— Mientes, te vi legar hace pocos minutos y no parecías nada desubicada, Jenny
— Jane— masculle
— ¿hagamos un trato? Tú me ayudas a ser guía y dejo de llamarte Jenny, te diré Jane. También tendrás nota extra por colaborar, como todos los guías
— Hecho — dije, todo sea por mi nombre, aunque pensándolo bien no me caería nada mal una buena nota por andar por ahí enseñando todos los pasillos y corredores que tenía tan bien grabados en mi mente.
— Bueno, serás la guía este alumno que no me acuerdo como se llama, Mick, serás la guía de Mick
— ¿Cuánto tiempo será?
— Dos semanas, incluida la hora del almuerzo
— Genial — dije sarcástica — Tengo vida social ¿sabia?
— Seguro que si — dijo caminando con una sonrisa, la seguí — Cosa que no es excusa para no ayudar
Rodé los ojos, pero me quede de piedra cuando me levaron junto a ‘Mick’. El chico de cabello rizado me miró y abrió los ojos como platos
—¡¿Qué estas haciendo aquí?!
— como veo que ya se conocen, me voy... no he desayunado y mi pancita esta rugiendo. — se alejó, pero mick y yo ni nos dimos cuenta, estábamos demasiado ocupados haciendo un mal contacto visual. — ¡Ni se te ocurra dejarlo solo, Jane!
¡Rayos! Había cumplido con su parte del trato, faltaba la mía.
— Veo que te gusta seguirme a todas partes, ya sabía yo que no podías vivir sin mí — comentó el muy engreído
— Escúchame, Mick, dejaré las cosas claras antes que te hagas ideas raras en tu extraña cabeza…primero, YO estudio aquí hace cinco años, por lo tanto el único que está persiguiendo a alguien aquí eres ¡Tu a mi!... Segundo, lo último que me faltaría para vivir eres tú. Tercero, Soy tu guía porque he caído en una vil trampa de la profesora, y créeme que solo estoy esperando a terminar de hablar para ir donde la coordinadora y pedirle que me asignen a otro estudiante.. Cuarto, Ni te creas que tienes permitido dirigirme la palabra, o sonreír burlonamente como lo estás haciendo ahora y...Quinto y más importante… ¡No me mires! ¡no me hables! ¡no respires cerca de mí! Y…. ¡Deja de sonreír así! Eres tan cansino… — dije dándome la vuelta camino a la oficina de la coordinadora para hacer lo que antes le había comunicado al nuevo.
— ¿Así que eres de esas chicas que les gusta ayudar? Nunca lo pensé…— comentó siguiéndome
— No lo soy, no quería hacerlo, resulte embaucada… y menos lo hubiera hacho si supiera que se trataba de ti… Buenos días Señora Bewton — dije cuando llegue a la oficia de la directora
— ¿Si? Jane — contestó dejando unos papeles sobre su escritorio y clavando en mi su mirada penetrante, fría y amenazadora.
— Me preguntaba si usted podría asignarme otro alumno para servir como guía — en cuanto empecé a hablar, hizo una mueca...
— Me temo que eso no será posible, señorita Jonas... La profesora Lily está demasiado ocupada con los guías y los alumnos como para ocuparse de uno que ya tiene guía, me temo que deberá conformarse con la satisfacción de ayudar al joven… — miró a Nick tratando de recordar su nombre — Miller, espera ¿eres hijo de Denise y Paul?
— Si, esta mañana ellos eran mis padres
— Además eres gracioso, salúdalos de mi parte por favor… ¿Ves Jane? No hay nada de que preocuparse, sobretodo si tu alumno es este apuesto joven y es tan gracioso
¡Estúpida!
— Si, la verdad no tiene por que preocuparse señora coordinadora… Jane y yo congeniamos perfectamente, le prometo que Jane será la mejor guía y me voy a sentir muy complacido con su trabajo —dijo y a continuación ¡Me sacó de la oficina!
— ¡Eres un estúpido! — Casi grite zafándome de su agarre — ¡Déjame en paz!
— Lo lamento, pero eres mi guía
— No por elección propia
Mascullé, a fin de cuentas me tocaba hacer mi trabajo, soy una persona de palabra y le había dado la mía a la profesora Reyman… tenía que hacer mi trabajo, por mucho que odiara admitir que el hecho de poder hacerle la vida de cuadritos al zorro, me agradaba.
— Esta es la cafetería — señalé mostrándole a Nick el amplio espacio donde se departía en el almuerzo con los amigos o, que obviamente, se copiaban las tareas que no se habían hecho en casa.
— La de mi anterior colegio era mucho más….
— Grande... si lo se... Pero ¿adivina que pasa? ¡No estas ahí! Y como tendrás que estar en esta pequeña cafetería por el resto del año hasta que te largues a una universidad muy lejos de mi y de éste plantel educativo será mejor que te aguantes y no hagas comentarios fuera de lugar, porque te juro que te…
Bien, me estaba exaltando demasiado... pero el muy imbécil había estado criticando todo, absolutamente todo, digamos que ese último comentario sobre la cafetería había sido la gota que rebaso el vaso.
— Pequeña — me fulminó con la mirada — iba a decir que la de mi anterior colegio era mucho más pequeña, señorita irritable
— No te atrevas a darme algún apodo... no tienes derecho — le apunté con mi dedo
— Ok señorita irritable
— eres un…
— señorita Jonas, señor Miller
Ambos giramos nuestras cabezas hacia donde provenía la voz, la señora Bewton, coordinadora de tan prestigiosa institución... nos señalaba con el dedo.
— ¿si?
— Las clases empezaron hace 5 minutos.
— Perdone, señorita, estábamos muy entretenidos, usted sabe, cuando uno se divierte... el tiempo pasa volando. — fulminé a Nick con la mirada
— Si, me lo imagino, después de todo usted Jane, es la mejor elección como guía de Nicholas
— Ya lo creo — contestó sonriendo el muy lambe suelas de Nicholas
— bueno, basta de charlas, Jane, se le está esperando en el salón de clases del señor Petts, penúltimo año, y usted Nicholas, la señora Carter estará encantada de tenerlo en su clase
— Muchísimas Gracias
Se fue dejándonos solos, ¡Maldición! El señor Petts... Es el profesor de matemática, claro que le caigo bien, no me cae bien... no hay problema. La señora Carter, de filosofía…. Su salón de clases es contiguo al del señor Petts…. Más camino aguantando al lambe suelas de Nicholas.
— “la señora Carter estará encantada de tenerlo en su clase” — dije mientras caminaba imitando la voz de la señora Bewton. Nick rió
— Te sale fatal imitar voces
— Gracias pero no te estaba pidiendo tu opinión… Lambón
— ¿¡Qué!? ¿Ahora que tienes contra mí?
— no puede ser que le caigas bien a todo el mundo… sencillamente no.
— ella conoce a mis padres, es ella la lambona conmigo
— si, claro.
— ¿Por qué no lo sería? Mis padres tienen puestos importantes…
— Mira, señor “soy mas que los demás, me tienen que hacer un altar y hacer un día mundial para alabarme única y exclusivamente a mí” me importa poco y nada tu vida, o el empleo tan importante que tienen tus padres, espero, que cuando termine de ser tu guía, sigas tu camino y me dejes seguir el mío, no me dirijas la palabra, así como no te la dirigiré a ti. Por ahora, entra en tu salón de clases, la señora Carter es muy estricta… con suerte y no te rebaja por la tardanza.
Dicho esto… entré en mi salón de clases. Guardando aún la esperanza de que el humor de la señora Carter, que de por sí era malo, empeorara con el retardo del nuevo.
Era un ambiente de paz el que se respiraba sin Nick invadiendo el lugar… me sentía como en…casa. Bueno, no tanto así, pero me sentía mejor sin la atenta mirada color chocolate de Nick clavada en mi nuca.
— Jane — dijo el profesor — Que gusto tenerte por aquí... ¿Por qué la tardanza?
— buenos días profesor Petts… lo que sucedió fue que me asignaron como guía de un chico que verdaderamente deja mucho que desear, tuve que repetirle la ubicación de algunos lugares, fue desastroso, tendré que demorar un poco más de tiempo con aquel sujeto, es como mi hermano Joe. — dije sabiendo el especial cariño que le tenía el profesor a mi hermano mayor, inmediatamente hizo una mueca.
— No lo puedo creer, claro tome asiento señorita Jonas.. ¿Cómo en esta institución admiten todavía a personas del calibre de Joseph Jonas? Ese muchacho es dinamita… hay que replantearnos a quien se deja entrar y a quien no.
Me Reí, el profesor tenía especial recelo con Joseph.
— ¿Qué pasó? — me preguntó Liz al llegar a su lado, había un lugar vacío. Después de haber saludado a algunos de mis compañeros
— Larga historia
— Tengo tiempo
— Me parece que no, es la primera clase de matemática del año, no me lo perdería por nada…— Liz hizo una mueca — Esta bien, necesito entender, mi promedio del año pasado no estuvo tan bien como esperaba...
— ¡Eras la mejor de la clases en matemáticas!
— Necesito ser más que la mejor..
— ¡Estás obsesionada!
— No seas chismosa — me voltee a verla y susurre, ya que el profesor ya había empezado la clase — Luego te cuento
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 15
"Jane: Paranoia"
— Ahora si, me tienes que contar ¿Qué pasó? ¿Eres guía? ¿En serio? ¿No estarás bromeando? ¿Por qué? ¿Por qué llegaste tarde? ¿Pasó algo en tu casa? — Me bombardeó Liz a preguntas en cuanto salimos a almorzar
— Oye, déjame respirar, no preguntes tantas cosas a la vez
— Perdón... ¡Pero dime!
— Ya… no tengo nada para comer, entonces tengo tiempo — miré a Liz esperando ver en sus azules ojos algún indicio de compasión o que me dijera “Jane, te regalo parte de mi comida” pero nada, la que decía que era mi mejor amiga solo me miraba con curiosidad... — Llegue temprano porque me enfade con mi madre, mis padres hicieron una apuesta, cambiaron de papeles…
— ¿Cómo? — preguntó Liz con los ojos como platos
— Mi padre se quedará y será ama de casa y mi mamá se va al despacho, va a trabajar... — Liz me miró totalmente normal — ¿Qué? ¿No dirás nada? ¿No crees que mis padres están chiflados?
— Bueno, eso ya lo sabía… a tus padres siempre les ha faltado un tornillo
— Liz…
— Por eso siempre me digo que es normal que ustedes, me refiero a sus hijos hayan salido así, tan… safados, creo que viene de familia. — La mire con reproche — Perdona, prosigue
— Gracias, me doy cuenta hasta ahora de la clase de amiga que tengo, entonces caminé al colegio más rápido ya que prácticamente mi ahora trabajadora madre me hecho de casa, llegué temprano y la profesora de Literatura me vio, me detuvo y me llamó ‘Jenny’ ¿sabes como odio que me llamen Jenny? Si, lo sabes… hicimos un pequeño cambio
— ¿Qué tan pequeño?
— Digamos que de tal magnitud que al final acepté siendo guía de el zorro que tan mal me cayó la noche pasada, así de pequeño.
— Espera, me perdí en “guía” ¡Tu odias eso!
— Lo se
— Debes de odiar aún más que te llamen Jenny para aceptar ese trato… pero ¿de quien eres guía?
— Del Zorro
— ¿Matt?
— ¡No! No lo permitiría, el otro, Nicholas
— Ah... — hizo una cara de picardía — Ese te agradó mucho
— El hecho que lo haya confundido con Matt y lo haya besado no demuestra nada, al contrario, no me agrada para nada.
— A mi no me parece..
— Déjalo, el hecho es que soy su guía y como es tan petulante en cada lugar que le mostraba hacía algún comentario estúpido... “este coliseo es muy pequeño, el de mi anterior instituto era mucho más grande” y cosas por el estilo, eso nos tomó más tiempo del normal, y una buena parte del tiempo la pasábamos peleando, entonces por eso llegué tarde, cuando me quise dar cuenta, el zorro me había quitado mi valioso tiempo.
— Y tu ni enterada — suspiró — Si es cierto lo que dicen, que cuando te diviertes pierdes la noción del tiempo
— Lamento decirte que no me estaba divirtiendo para nada, la estaba pasando horrible con ese egocéntrico petulante
— ¿Me buscabas? — Pregunto una irritante voz a mi espalda, Nicholas.
— No, a ti — lo miré — jamás
— Eso dicen al principio, y luego terminan enamoradas perdidamente
Lo asesine con la mirada
— ¿a que vienes? A darnos un informe detallado acerca de lo enferma que es tu novia como para enamorarse de ti
— Tengo el placer de informarte que no tengo novia, estoy completamente disponible
— Bien por la chica que se salvo de ser tu novia, pero peor por el séquito de seguidoras que tienes — dije señalando el grupo de chicas que miraban en nuestra dirección
— ¿Qué?
— Esas chicas miran hacia acá y susurran, a eso se le suma su risa nerviosa, y dudo que sea por nosotras — Señale a Liz y a mi — Nunca les hemos agradado
— Ah, comprendo — dijo Nick después de voltear a verlas — Ellas son… dejadme ver — buscó en sus bolsillos — Carol y Kate
— Si, son las únicas tan atrevidas en todo el colegio como para dar sus números telefónicos a chicos desconocidos, esas mismas.
— ¿Celos? — preguntó pícaro
— ¿Yo de ti? ¡Por favor!
En ese momento veo aparecer a mi querido hermano, que hasta ahora no había notado su ausencia.
— Jane tenemos que hablar, hay serios problemas en casa, problemas de estado, podrían concernir a la cia y el departamento de investigaciones, hasta al pentágono ¡a todo el mundo!, pero primero… ¿Qué haces tu aquí? — preguntó señalando a Nick
— Estoy aquí para mejorar sus vidas y de paso dejar muertas de amor a todas las chicas
— Ya, claro — Dijimos Liz y yo
— Hombre, bien por ti, pero eso de mejorar nuestras vidas me parece un poco pasado con Jane, me parece que viniste a hacer de su vida un infierno
— Exactamente
— Y eso de dejar muertas a las chicas, no te lo creas de a mucho, ese es mi trabajo — En ese momento le guiño el ojo a una chica que iba pasando, y como es normal, la chica soltó una risita nerviosa
— Veo que eres un experto, tienes que enseñarme a ver si tu hermana cae
— Dejen de hablar estupideces — cogí a mi hermano por el codo y lo llevé conmigo — Ah, y Nick, primero cae Joe por ti que yo, para que lo tengas claro
— Tu hermano ya me ama, no será tan difícil
— Claro — Dijo Joe — No puedo ni respirar cuando te tengo cerca, siento maripositas en el estómago, siento mi corazón latir más fuerte y...
— ¡Joe! — Lo halé — ¡Tenemos algo que hablar!
— Oye, déjame respirar, no preguntes tantas cosas a la vez
— Perdón... ¡Pero dime!
— Ya… no tengo nada para comer, entonces tengo tiempo — miré a Liz esperando ver en sus azules ojos algún indicio de compasión o que me dijera “Jane, te regalo parte de mi comida” pero nada, la que decía que era mi mejor amiga solo me miraba con curiosidad... — Llegue temprano porque me enfade con mi madre, mis padres hicieron una apuesta, cambiaron de papeles…
— ¿Cómo? — preguntó Liz con los ojos como platos
— Mi padre se quedará y será ama de casa y mi mamá se va al despacho, va a trabajar... — Liz me miró totalmente normal — ¿Qué? ¿No dirás nada? ¿No crees que mis padres están chiflados?
— Bueno, eso ya lo sabía… a tus padres siempre les ha faltado un tornillo
— Liz…
— Por eso siempre me digo que es normal que ustedes, me refiero a sus hijos hayan salido así, tan… safados, creo que viene de familia. — La mire con reproche — Perdona, prosigue
— Gracias, me doy cuenta hasta ahora de la clase de amiga que tengo, entonces caminé al colegio más rápido ya que prácticamente mi ahora trabajadora madre me hecho de casa, llegué temprano y la profesora de Literatura me vio, me detuvo y me llamó ‘Jenny’ ¿sabes como odio que me llamen Jenny? Si, lo sabes… hicimos un pequeño cambio
— ¿Qué tan pequeño?
— Digamos que de tal magnitud que al final acepté siendo guía de el zorro que tan mal me cayó la noche pasada, así de pequeño.
— Espera, me perdí en “guía” ¡Tu odias eso!
— Lo se
— Debes de odiar aún más que te llamen Jenny para aceptar ese trato… pero ¿de quien eres guía?
— Del Zorro
— ¿Matt?
— ¡No! No lo permitiría, el otro, Nicholas
— Ah... — hizo una cara de picardía — Ese te agradó mucho
— El hecho que lo haya confundido con Matt y lo haya besado no demuestra nada, al contrario, no me agrada para nada.
— A mi no me parece..
— Déjalo, el hecho es que soy su guía y como es tan petulante en cada lugar que le mostraba hacía algún comentario estúpido... “este coliseo es muy pequeño, el de mi anterior instituto era mucho más grande” y cosas por el estilo, eso nos tomó más tiempo del normal, y una buena parte del tiempo la pasábamos peleando, entonces por eso llegué tarde, cuando me quise dar cuenta, el zorro me había quitado mi valioso tiempo.
— Y tu ni enterada — suspiró — Si es cierto lo que dicen, que cuando te diviertes pierdes la noción del tiempo
— Lamento decirte que no me estaba divirtiendo para nada, la estaba pasando horrible con ese egocéntrico petulante
— ¿Me buscabas? — Pregunto una irritante voz a mi espalda, Nicholas.
— No, a ti — lo miré — jamás
— Eso dicen al principio, y luego terminan enamoradas perdidamente
Lo asesine con la mirada
— ¿a que vienes? A darnos un informe detallado acerca de lo enferma que es tu novia como para enamorarse de ti
— Tengo el placer de informarte que no tengo novia, estoy completamente disponible
— Bien por la chica que se salvo de ser tu novia, pero peor por el séquito de seguidoras que tienes — dije señalando el grupo de chicas que miraban en nuestra dirección
— ¿Qué?
— Esas chicas miran hacia acá y susurran, a eso se le suma su risa nerviosa, y dudo que sea por nosotras — Señale a Liz y a mi — Nunca les hemos agradado
— Ah, comprendo — dijo Nick después de voltear a verlas — Ellas son… dejadme ver — buscó en sus bolsillos — Carol y Kate
— Si, son las únicas tan atrevidas en todo el colegio como para dar sus números telefónicos a chicos desconocidos, esas mismas.
— ¿Celos? — preguntó pícaro
— ¿Yo de ti? ¡Por favor!
En ese momento veo aparecer a mi querido hermano, que hasta ahora no había notado su ausencia.
— Jane tenemos que hablar, hay serios problemas en casa, problemas de estado, podrían concernir a la cia y el departamento de investigaciones, hasta al pentágono ¡a todo el mundo!, pero primero… ¿Qué haces tu aquí? — preguntó señalando a Nick
— Estoy aquí para mejorar sus vidas y de paso dejar muertas de amor a todas las chicas
— Ya, claro — Dijimos Liz y yo
— Hombre, bien por ti, pero eso de mejorar nuestras vidas me parece un poco pasado con Jane, me parece que viniste a hacer de su vida un infierno
— Exactamente
— Y eso de dejar muertas a las chicas, no te lo creas de a mucho, ese es mi trabajo — En ese momento le guiño el ojo a una chica que iba pasando, y como es normal, la chica soltó una risita nerviosa
— Veo que eres un experto, tienes que enseñarme a ver si tu hermana cae
— Dejen de hablar estupideces — cogí a mi hermano por el codo y lo llevé conmigo — Ah, y Nick, primero cae Joe por ti que yo, para que lo tengas claro
— Tu hermano ya me ama, no será tan difícil
— Claro — Dijo Joe — No puedo ni respirar cuando te tengo cerca, siento maripositas en el estómago, siento mi corazón latir más fuerte y...
— ¡Joe! — Lo halé — ¡Tenemos algo que hablar!
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 16
"Jane: Problemas"
— ¿Qué es lo que pasa? — pregunte en cuanto nos alejamos de Nick y Liz, quien extrañamente estaba muy entretenida mirando la pantalla de su celular y sonriendo como tonta
Me encogí de hombros
— La casa es un desastre, mi padre es un desastre, nuestra vida será un desastre
— No seas dramático, no puede ser tan malo
— No es malo, es malísimo, Deberías haber visto a papá en la cocina, Jane. Es imposible que haga de ama de casa.
—Si te da vergüenza, ¿por qué no les dices a tus amigos que está en paro?
—No es eso. Esta mañana he tenido que hacerlo todo yo. Me he sentido como el Único adulto en casa. Papá quiere que participemos en todas las tareas del hogar. Pero prefiero ser un adolescente caótico sin ningún interés especial por nada a ser una Mary Poppins.
No pude contener la risa al imaginarme a Joe como Mary Poppins.
—No tiene nada de divertido. ¡Tenemos que hacer algo! —exclamó.
—Vamos, ya se le pasará. Como mucho durará una semana. Entonces todo será
como siempre —le dije para tranquilizarlo.
—¿Estás segura? ¿O has vuelto a meter las narices en el acuario?
Estaba indignada, Eso era cuando tenía trece años, claro que pensándolo bien ahora también me gustaba compartir tiempo de calidad con mis peces.
—¿Pero qué dices? Ya he dejado eso
—Es que cuando entro a tu habitación, siempre tienes tus ojos clavados en los
peces, como si fueran a susurrarte los números del próximo sorteo de la lotería.
Hum… Los números del sorteo. Pero, ¡qué buena idea!
—¡No digas estupideces! Papá ya aprenderá. De tonto no tiene un pelo.
—Si lo hubieras visto hoy por la mañana…
—Bueno, entonces tenemos que ayudarle un poquito.
—¡Lo que te decía! ¡La buena vida se acabó! ¡Nos obligará a ayudarle! ¡Es imposible que lo haga todo solo!
—¡Tampoco exageres!
— ¿No? Tengo una vida social que mantener, por ejemplo esa chica de allá está esperando para hablar conmigo
Señalo una chica que, ciertamente, parecía estar esperando por Joe.
— Si, ya, petulante…. Mejorará, y no creo que sea tan malo, creo que podrás seguir con tu vida social
—Ya lo verás este mediodía cuando llegues —refunfuñó Joe
La chica que se había dirigido a Joe aún aguardaba por allí y no dejaba de balancear el pie con impaciencia.
—Más vale que no hagas esperar demasiado a tus admiradoras, si no seenamorarán de otro —le aconsejé.
—Eso es lo de menos —resopló Joe.
—Por cierto, mi lista de razones por las que no hay que enamorarse es cada vez más larga.
— ¿De que hablas?
— De nuestra vieja apuesta
Joe puso cara de no entender lo que estaba diciendo
— hablo de que cuando teníamos trece años, hicimos una apuesta, yo escribiría 1000 razones en contra del amor y tu 1000 a favor, el que tuviera mayor cantidad y mas convincentes razones, ganaría
— Jane, ya crecimos, por favor deja eso.
— No quiero, no me apetece, ahora estoy más animada que nunca escribiendo las razones, estoy muy metida en ello, y más te vale a ti que estés igual, porque de lo contrario te ganaré
— ¿Y que me importa a mi si me ganas o no? ¡Tenia catorce años!
— Tienes un ego demasiado grande, no aceptarías la derrota ni en un millón de años
— Por supuesto que sí
— ¿Entonces? Aceptas de nuevo
Le tendí mi mano. La miro dubitativo
— Acepto — dijo finalmente estrechando mi mano— Pero sigo pensando que Es una vieja apuesta Jane, deberíamos dejarlo, crecer, acatar nuevas ideas y conceptos de vida, no nos podemos aferrar a una tonta idea de nuestra infancia, hay que dejar fluir las cosas, en este caso el amor
— Yo lo dejé fluir y mira como termine
— Lo se, pero esa no es una excusa para poner un caparazón de piedra sobre ti, cuando se destruya será peor
— ¿Sabes? A veces no pareces un tonto, hasta actúas como un hermano mayor preocupado
— Es porque soy tu hermano mayor y estoy preocupado, pero así es como me pagas, me llamas tonto, me insultas, a veces pienso que debería dejar de ser tan buen hermano
— No, tú nunca has sido buen hermano… Un solo día sin tener el desayuno en la mesa y ya pierdes los estribos.
— ¿Qué insinúas? Perdona pero soy muy buen hermano, la desalmada eres tu que comprobando mi estado de perdida mental, no eres capaz de ofrecerme ni un bocado de tu comida
— Perdona, buen hermano, lo que sucede es que gasté el último centavo que me quedaba en una malteada con pan por no esperar por mi educación, ya que si me quedaba hasta que mi padre se dignara a despertar ¡llegaría tarde! Y como no me gusta llegar tarde porque quiero progresar, y si a eso le sumamos que nuestra querida madre me sacó de patitas a la calle esta mañana, tuve que gastar mi dinero del almuerzo en un desayuno, porque no me espero que me hagan las cosas, todo lo consigo por mi misma, y por salir desayunar y llegar temprano, ¡ahora soy la guía de ese fenómeno atrae chicas de allá! — dije señalando a Nick, quien tenía un grupo de chicas alrededor de él, eso, inconscientemente me enfureció aún más — Así que no me vengas con que tu vida es desgraciada porque tu si desayunaste, no importa de que manera te lo conseguiste o si estaba envenenado, en tu estomago hay un poco más que un pan con malteada, no me vengas a pedir para el almuerzo, porque antes deberías darme ¡tú a mi! Y de paso compensarme por no haberte tirado agua esta mañana, por salir temprano y llegar justo a tiempo para que a la profesora le diera por nombrarme guía de la única persona que odio al punto tal de no quererla ver, Nicholas, ahora vete con esa chica que hace rato espera por ti, que ella te de el almuerzo y no me molestes más, y si en el camino puedes alejar al zorro de mi vista, te lo agradecería.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 17
"Joe: Líos entre Chace y Jane"
— Respira — le pedí a mi hermana, que en pocos segundos se había transformado en un dragón lanza llamas
Chace, que se había acercado a nosotros traía un paquete de frituras, se lo estaba comiendo muy gustosamente, se lo arrebaté y en menos de dos segundos el paquete lo tenía Jane en su mano
— Oye... — exclamo Chace indignado
— Luego te lo pago, si mi hermana no come en este momento morirá, y no queremos que una vida tan valiosa se desperdicie... ¿Verdad Jane? — Ella solo asintió
— ¿Quieres también mi Coca-Cola? — preguntó en un acto de amabilidad mi mejor amigo Chace. Jane asintió
— Perdona Chace, te lo pagaré, pero en verdad tengo mucha hambre
— no te preocupes, te lo regalo, como dice Joe. No queremos que una vida valiosa acabe — Jane rió tímidamente
— Gracias — susurró
¿Qué demonios estaba pasando? ¿Chace y Jane? ¿Jane y Chace? No me lo puedo ni imaginar
— Adiós Joe, me las pagarás… por tu culpa soy guía de ese imbécil petulante y egocéntrico — aclaró al ver mi cara de confusión — Adiós chace, Gracias, me has salvado la vida.
— ¿Qué le pasa con Nick? El nuevo se llama Nick..
— si, lo se, es mi amigo, y que le pasa, no te sabría responder a eso, las mujeres son tan extrañas que me agradaría que existiera un manual para entenderlas.
— Si... — susurro Chace mirando a Jane, quien en ese momento estaba ignorando a Nick y caminaba huyendo de él con Liz siguiéndole, Nick caminaba hacia nosotros con una sonrisa burlona en la cara
— Ni se te ocurra — espeté serio
— ¿de que hablas?
— De eso —señale su mirada — vi como mirabas a Jane, ni se te ocurra
— ¿Piensas que me gusta tu hermana?
— Eso estoy pensando, si, y no me gusta para nada.
— Bah, deja eso de hermano mayor sobre protector que no te sale para nada
— te estaré vigilando McQuin, te estaré vigilando, puedo ser muy alegre y loco, pero cuando se trata de mi hermanita, todo es muy serio para mi.
Su mirada color avellana se posó en mi admirado
— Me asustas Joe, estas madurando.
— Si, debe ser el cambio drástico que ha tomado mi vida esta mañana, hoy por primera vez en años, me preparé mi desayuno solo y no solo eso, el de mi padre también
— Wow, me impresionas, eso no se ve todos los días
— Lo se, deberías sentirte orgulloso
— Lo estoy amigo, créeme que lo estoy.
De salida del colegio, ya en la tarde, estaba sentado al volante de mi auto, esperando por Jane y Liz, cuando llega Nicholas seguido por un par de chicas.
Nick me agrada, y mucho. Está en mi mismo grado y casi todas las clases las tenemos juntos, al igual que con Chace, somos por poco el trío más popular de la secundaria, y eso que apenas llevamos el primer día de clases.
— Joseph… — dice Nick cuando logra deshacerse de las chicas
— Nicholas…
— ¿me quieres hacer un favor?
— Claro, lo que sea por ti mi vida
— Oh... ¿Qué es eso? Te digo de una vez que no le voy al mismo sexo
— Bah, yo tampoco, adoro a las chicas, son mi razón de vivir. — Reímos — ¿Qué querías?
— Pues ya que tienes transporte y yo no, y ya que no te gustaría que yo, siendo que me aprecias tanto, caminara hasta mi casa, me llevarás en tu auto.
— Claro, ni más faltaba, súbete
Cuando se iba a subir, llega Jane prácticamente corriendo. Venía riéndose, y quien la venía persiguiendo era… Chace.
— ¡devuélveme mi celular Jane! — Gritaba Chace.
— ¡No! — grito y le sacó la lengua como una niña pequeña
— Vamos Jane no seas así, lo necesito.
— ¿Para que? ¿para hablar con tu novia?
— No tengo, pero lo necesito para hablar con mi mamá
— Ah, tan tierno, no habla con su novia por hablar con su mamá, el hombre perfecto. — dijo Jane, y enseguida estaba entre los brazos de Chace, quien luchaba por arrancar el celular de sus manos
— Chace, déjame — Gritó Jane cuando Chace la alzó por los aires y le arrebato el celular.
La dejó en el suelo
— Eres un tonto — dijo Jane riéndose — Nos vemos mañana.
Chace se acercó y le dio un beso en la mejilla.
— No hace menos de tres días que terminaste con tu novio, y ya tienes otro, no me parece correcto tu comportamiento Jenny — Espetó Nick en cuanto Jane se subió al auto, ella lo miró con mala cara y se enfrasco en su lugar
— Cállate, por cierto… ¿Qué hace el aquí? — me preguntó
—Estamos siendo solidarios y le vamos a dar un aventón
— Ugh, osea que aparte de invadir nuestro colegio, también invade nuestro espacio personal… Dime ¿Quién de los dos te gusta más.. Joe o Liz? Que tienes que estar todo el día pegado a nosotros
— En realidad, mi favorita eres tú, pero ya que tienes novio y que me miras de esa manera cada vez que estoy cerca…. Relájate, es solo un aventón, mi camioneta está en el taller. — aclaró al ver la mirada asesina de Jane.
— Pues que no se te haga costumbre
Todo el camino transcurrió en silencio, hasta la llegada a un colegio de chicas.
— ¿Qué hacemos aquí? — preguntó Jane
— Venimos a recoger a una amiga
En ese momento sale Mel, la chica de aquella tarde en casa de Kevin, mi pulso se aceleró, solo un poco al reconocerla.
Venía con su cabello negro y liso cayendo alborotadamente sobre su cabeza gacha, otras dos chicas la acompañaban, se reían y caminaban apresuradamente.
— ¡Mel! — gritó Nick
La chica levantó la cabeza asustada, cuando vio a Nick sonrió.
—Así que esa es la chica demente que esta enamorada de ti — Espetó Jane Burlonamente
— Así es.
— Es linda y parece buena persona, lastima por su mal gusto.
Nick la fulminó con la mirada
Chace, que se había acercado a nosotros traía un paquete de frituras, se lo estaba comiendo muy gustosamente, se lo arrebaté y en menos de dos segundos el paquete lo tenía Jane en su mano
— Oye... — exclamo Chace indignado
— Luego te lo pago, si mi hermana no come en este momento morirá, y no queremos que una vida tan valiosa se desperdicie... ¿Verdad Jane? — Ella solo asintió
— ¿Quieres también mi Coca-Cola? — preguntó en un acto de amabilidad mi mejor amigo Chace. Jane asintió
— Perdona Chace, te lo pagaré, pero en verdad tengo mucha hambre
— no te preocupes, te lo regalo, como dice Joe. No queremos que una vida valiosa acabe — Jane rió tímidamente
— Gracias — susurró
¿Qué demonios estaba pasando? ¿Chace y Jane? ¿Jane y Chace? No me lo puedo ni imaginar
— Adiós Joe, me las pagarás… por tu culpa soy guía de ese imbécil petulante y egocéntrico — aclaró al ver mi cara de confusión — Adiós chace, Gracias, me has salvado la vida.
— ¿Qué le pasa con Nick? El nuevo se llama Nick..
— si, lo se, es mi amigo, y que le pasa, no te sabría responder a eso, las mujeres son tan extrañas que me agradaría que existiera un manual para entenderlas.
— Si... — susurro Chace mirando a Jane, quien en ese momento estaba ignorando a Nick y caminaba huyendo de él con Liz siguiéndole, Nick caminaba hacia nosotros con una sonrisa burlona en la cara
— Ni se te ocurra — espeté serio
— ¿de que hablas?
— De eso —señale su mirada — vi como mirabas a Jane, ni se te ocurra
— ¿Piensas que me gusta tu hermana?
— Eso estoy pensando, si, y no me gusta para nada.
— Bah, deja eso de hermano mayor sobre protector que no te sale para nada
— te estaré vigilando McQuin, te estaré vigilando, puedo ser muy alegre y loco, pero cuando se trata de mi hermanita, todo es muy serio para mi.
Su mirada color avellana se posó en mi admirado
— Me asustas Joe, estas madurando.
— Si, debe ser el cambio drástico que ha tomado mi vida esta mañana, hoy por primera vez en años, me preparé mi desayuno solo y no solo eso, el de mi padre también
— Wow, me impresionas, eso no se ve todos los días
— Lo se, deberías sentirte orgulloso
— Lo estoy amigo, créeme que lo estoy.
De salida del colegio, ya en la tarde, estaba sentado al volante de mi auto, esperando por Jane y Liz, cuando llega Nicholas seguido por un par de chicas.
Nick me agrada, y mucho. Está en mi mismo grado y casi todas las clases las tenemos juntos, al igual que con Chace, somos por poco el trío más popular de la secundaria, y eso que apenas llevamos el primer día de clases.
— Joseph… — dice Nick cuando logra deshacerse de las chicas
— Nicholas…
— ¿me quieres hacer un favor?
— Claro, lo que sea por ti mi vida
— Oh... ¿Qué es eso? Te digo de una vez que no le voy al mismo sexo
— Bah, yo tampoco, adoro a las chicas, son mi razón de vivir. — Reímos — ¿Qué querías?
— Pues ya que tienes transporte y yo no, y ya que no te gustaría que yo, siendo que me aprecias tanto, caminara hasta mi casa, me llevarás en tu auto.
— Claro, ni más faltaba, súbete
Cuando se iba a subir, llega Jane prácticamente corriendo. Venía riéndose, y quien la venía persiguiendo era… Chace.
— ¡devuélveme mi celular Jane! — Gritaba Chace.
— ¡No! — grito y le sacó la lengua como una niña pequeña
— Vamos Jane no seas así, lo necesito.
— ¿Para que? ¿para hablar con tu novia?
— No tengo, pero lo necesito para hablar con mi mamá
— Ah, tan tierno, no habla con su novia por hablar con su mamá, el hombre perfecto. — dijo Jane, y enseguida estaba entre los brazos de Chace, quien luchaba por arrancar el celular de sus manos
— Chace, déjame — Gritó Jane cuando Chace la alzó por los aires y le arrebato el celular.
La dejó en el suelo
— Eres un tonto — dijo Jane riéndose — Nos vemos mañana.
Chace se acercó y le dio un beso en la mejilla.
— No hace menos de tres días que terminaste con tu novio, y ya tienes otro, no me parece correcto tu comportamiento Jenny — Espetó Nick en cuanto Jane se subió al auto, ella lo miró con mala cara y se enfrasco en su lugar
— Cállate, por cierto… ¿Qué hace el aquí? — me preguntó
—Estamos siendo solidarios y le vamos a dar un aventón
— Ugh, osea que aparte de invadir nuestro colegio, también invade nuestro espacio personal… Dime ¿Quién de los dos te gusta más.. Joe o Liz? Que tienes que estar todo el día pegado a nosotros
— En realidad, mi favorita eres tú, pero ya que tienes novio y que me miras de esa manera cada vez que estoy cerca…. Relájate, es solo un aventón, mi camioneta está en el taller. — aclaró al ver la mirada asesina de Jane.
— Pues que no se te haga costumbre
Todo el camino transcurrió en silencio, hasta la llegada a un colegio de chicas.
— ¿Qué hacemos aquí? — preguntó Jane
— Venimos a recoger a una amiga
En ese momento sale Mel, la chica de aquella tarde en casa de Kevin, mi pulso se aceleró, solo un poco al reconocerla.
Venía con su cabello negro y liso cayendo alborotadamente sobre su cabeza gacha, otras dos chicas la acompañaban, se reían y caminaban apresuradamente.
— ¡Mel! — gritó Nick
La chica levantó la cabeza asustada, cuando vio a Nick sonrió.
—Así que esa es la chica demente que esta enamorada de ti — Espetó Jane Burlonamente
— Así es.
— Es linda y parece buena persona, lastima por su mal gusto.
Nick la fulminó con la mirada
La castaña se despidió de sus dos amigas y, dando unos saltitos, corrió hacia el auto. Al verme, palideció y me miró asesinamente. Le dediqué una mirada burlona, encogiéndome de hombros.
— ¿Qué haces tu aquí? — Preguntó
— No lo se. ¿llevarte a casa tal vez? — contesté irónico
— Puedo ir caminando — dijo y miró a Nick — ¿Quiénes son ellos?
— En mis tiempos se saludaba — comento a modo de desentendida Jane con su vista fija en la ventana. Mel se sonrojó, pero luego sus ojos brillaron con furia.
— ¿As si? Pues en los míos también, de hecho, pero no a desconocidos.
— Solo decía — dijo Jane mirando a Mel y sonriéndole, luego mirando sus uñas desentendidamente.
— Siempre dice cosas por el estilo, Mel, acostúmbrate — Dijo Nick acercándose a Mel y depositando un beso en si mejilla, un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando vi la escena. Jane lo fulminó con la mirada.
— Cállate
— Mel, ellos son Joe, que creo que ya lo conocías
— Si, desgraciadamente — respondió Mel. Nick soltó unas risitas, los mire asesinamente a ambos.
— Su hermana Jane y Liz
— Hola Mel — saludó Liz amablemente.
— Hola — dijo simplemente Jane
— Perdonen, por lo de antes, pero no he tenido un buen día y verte lo ha empeorado — dijo lo último fijando su mirada color avellana en mi — Soy sincera
— Y eso me atrae aún más — contesté burlón
— Joseph, por favor, es la novia del zorro, lo que indica que no tienes posibilidades.— Me reprocho Jane
— ¡¿Qué?! ¿Cuál Zorro?— preguntó Mel abriendo los ojos como platos mientras se subía al auto. Soltó unas risitas cuando Liz señaló a Nick— El hecho de que conozca a Nick desde que nacimos y que lo haya visto desnudo no quiere decir que tenemos que ser necesariamente pareja
Nicholas se puso rojo al instante.
—ahh, que ternura — canturreó Liz — siempre me he querido enamorar de mi mejor amigo
— Aquí me tienes preciosa — comenté arrancando el auto.
— Si, lástima que de ti no me enamoraría nunca, ni eres mi mejor amigo.
— ¿Cómo que no? Eres mejor amiga de mi hermana, por ley soy tu mejor amigo también. — Liz rió irónicamente, dejando el tema claro.
— Quiero aclarar, solamente aclarar, que entre Nicholas y yo no hay nada — Dijo burlona Mel — Jamás me podría enamorar de él.
— Wow, eres de las mías — despertó de repente Jane, quien había estado ausente toda la conversación, alzó su mano en el aire para que Mel la chocara. Naturalemnte, Mel lo hizo.
— Lamento informarles que sigo aquí
— Perdona, hermoso, pero es verdad, te conozco tan bien que da miedo y se que no eres mi tipo.
— ¿y como es tu tipo exactamente? — pregunté yo mirando aquellos ojos avellana por el retrovisor
—Definitivamente, no como tu.
— Si le dedicaras tiempo a conocerme mejor, te darías cuenta que soy exactamente tu tipo — dije mirándola de nuevo — ¿Qué tal salir hoy en la tarde a dar un paseo?
— Ni en tus sueños Jonas
— Tu te lo pierdes — me encogí de hombros fingiendo desinterés. La verdad es que no me agradaba para nada su rechazo.
— Adiós Mel — Gritó Jane en cuanto Melissa entraba en su casa. La castaña agitó a modo de despedida su mano en el aire
— ¿Segura que no quieres ir a casa? — gritó Nick
— Segura — respondió — Prometí a las chicas que las acompañaría al parque esta tarde, por el proyecto social
Humm.. el parque, me agradaría la idea de pasar una velada romántica montando columpio.
— ¿A cual parque se refiere? — pregunté a Nicholas, quien sonrió burlón ante mi pregunta
— No la molestarás ¿cierto?
— Por supuesto que no — sonreí pícaro. “Por supuesto que si”
— Adiós Nicholas — dije cuando lo dejamos en su casa. Liz seguía mirando la enorme mansión atónita.
— ¿seguro que vives aquí? ¡Es gigante!
— Si, las personas como yo no merecen menos — comentó fingiendo autosuficiencia. Liz rió. Jane soltó un bufido — ¿Segura que no quieres entrar?
— Si, segura.
Yo sabía el porque, Kevin no estaba. Además de la masacre que ocurriría con Liz y conmigo, por parte de Jane, si nos atrevíamos a entrar en esa casa.
Dejamos la propiedad Miller, y nos dirigimos a nuestro sencillo hogar.
— ¿Qué haces tu aquí? — Preguntó
— No lo se. ¿llevarte a casa tal vez? — contesté irónico
— Puedo ir caminando — dijo y miró a Nick — ¿Quiénes son ellos?
— En mis tiempos se saludaba — comento a modo de desentendida Jane con su vista fija en la ventana. Mel se sonrojó, pero luego sus ojos brillaron con furia.
— ¿As si? Pues en los míos también, de hecho, pero no a desconocidos.
— Solo decía — dijo Jane mirando a Mel y sonriéndole, luego mirando sus uñas desentendidamente.
— Siempre dice cosas por el estilo, Mel, acostúmbrate — Dijo Nick acercándose a Mel y depositando un beso en si mejilla, un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando vi la escena. Jane lo fulminó con la mirada.
— Cállate
— Mel, ellos son Joe, que creo que ya lo conocías
— Si, desgraciadamente — respondió Mel. Nick soltó unas risitas, los mire asesinamente a ambos.
— Su hermana Jane y Liz
— Hola Mel — saludó Liz amablemente.
— Hola — dijo simplemente Jane
— Perdonen, por lo de antes, pero no he tenido un buen día y verte lo ha empeorado — dijo lo último fijando su mirada color avellana en mi — Soy sincera
— Y eso me atrae aún más — contesté burlón
— Joseph, por favor, es la novia del zorro, lo que indica que no tienes posibilidades.— Me reprocho Jane
— ¡¿Qué?! ¿Cuál Zorro?— preguntó Mel abriendo los ojos como platos mientras se subía al auto. Soltó unas risitas cuando Liz señaló a Nick— El hecho de que conozca a Nick desde que nacimos y que lo haya visto desnudo no quiere decir que tenemos que ser necesariamente pareja
Nicholas se puso rojo al instante.
—ahh, que ternura — canturreó Liz — siempre me he querido enamorar de mi mejor amigo
— Aquí me tienes preciosa — comenté arrancando el auto.
— Si, lástima que de ti no me enamoraría nunca, ni eres mi mejor amigo.
— ¿Cómo que no? Eres mejor amiga de mi hermana, por ley soy tu mejor amigo también. — Liz rió irónicamente, dejando el tema claro.
— Quiero aclarar, solamente aclarar, que entre Nicholas y yo no hay nada — Dijo burlona Mel — Jamás me podría enamorar de él.
— Wow, eres de las mías — despertó de repente Jane, quien había estado ausente toda la conversación, alzó su mano en el aire para que Mel la chocara. Naturalemnte, Mel lo hizo.
— Lamento informarles que sigo aquí
— Perdona, hermoso, pero es verdad, te conozco tan bien que da miedo y se que no eres mi tipo.
— ¿y como es tu tipo exactamente? — pregunté yo mirando aquellos ojos avellana por el retrovisor
—Definitivamente, no como tu.
— Si le dedicaras tiempo a conocerme mejor, te darías cuenta que soy exactamente tu tipo — dije mirándola de nuevo — ¿Qué tal salir hoy en la tarde a dar un paseo?
— Ni en tus sueños Jonas
— Tu te lo pierdes — me encogí de hombros fingiendo desinterés. La verdad es que no me agradaba para nada su rechazo.
— Adiós Mel — Gritó Jane en cuanto Melissa entraba en su casa. La castaña agitó a modo de despedida su mano en el aire
— ¿Segura que no quieres ir a casa? — gritó Nick
— Segura — respondió — Prometí a las chicas que las acompañaría al parque esta tarde, por el proyecto social
Humm.. el parque, me agradaría la idea de pasar una velada romántica montando columpio.
— ¿A cual parque se refiere? — pregunté a Nicholas, quien sonrió burlón ante mi pregunta
— No la molestarás ¿cierto?
— Por supuesto que no — sonreí pícaro. “Por supuesto que si”
— Adiós Nicholas — dije cuando lo dejamos en su casa. Liz seguía mirando la enorme mansión atónita.
— ¿seguro que vives aquí? ¡Es gigante!
— Si, las personas como yo no merecen menos — comentó fingiendo autosuficiencia. Liz rió. Jane soltó un bufido — ¿Segura que no quieres entrar?
— Si, segura.
Yo sabía el porque, Kevin no estaba. Además de la masacre que ocurriría con Liz y conmigo, por parte de Jane, si nos atrevíamos a entrar en esa casa.
Dejamos la propiedad Miller, y nos dirigimos a nuestro sencillo hogar.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 18
"Joe: Humillación"
Tenía un plan en mente, para ganar la apuesta con Kevin.
Iría despacio con Mel, tenía que conseguir una cita con Mel antes que Kevin con Liz, por eso me dirigía al parque, a recuperar mi infancia y a conquistar a Mel.
Cuando Chace y yo nos dirigíamos a la puerta del auto, mi padre salió de la casa como un volador con Joe en los brazos
—¡Joe! ¡No te olvides de Joe! —gritó empujando al renacuajo hacia fuera. Maldita sea. — He estado demasiado ocupado toda la mañana, ya eres lo bastante maduro como para cuidar de Joe. ¡Presta cuidado Joseph! No quiero que Joe se te pierda de vista.
— Okey, lo tendré en mente.
—Oye, ¿no podéis permitiros un nombre diferente para tu hermano pequeño? —
preguntó Chace
—¡Cállate! —refunfuñé. — Ya sabes, soy su modelo a seguir, quiere hacer todo como yo, y eso incluye llamarse como yo.
Joe vino corriendo con la Correa del perro en la mano, el perro, demasiado gigante para el pequeño niño, lo venía persiguiendo —Puschel va con nosotros—dijo.
—¡¿Puschel?! —preguntó Chace — Me habías dicho que tu caótico vecino te había regalado un perro llamado Jake. ¿Es el mismo perro?
—El perro se llama Jake —corregí.
—No, se llama Puschel —insistió Joe.
—Oye, lo de los nombres es vuestro fuerte, ¿verdad? —volvió a empezar Chace, aunque yo sabía que mi amigo solo bromeaba
—.Vaya, será súper cool cuando en pleno jardín municipal Joe se ponga a llamar a Puschel. Entonces, las chicas irán locas detrás de nosotros.
—No hace falta que le llame, está atado —puntualicé intentando calmar a Chace
—Los perros son unos imanes para las chicas, tal vez con eso consigas a Mel, pero el problema radica en ¿Y qué dices cuando la chica te pregunta cómo se llama el perro?
—Le digo que se llama Jake.
—Se llama Puschel —dijo Joe entrometiéndose de nuevo.
Entonces vi que se avecinaba un auténtico problema.
Chace, sin embargo, tuvo una idea.
Le puso a mi hermano la mano en el hombro y dijo.
—Escúchame Joe…
—Yo también me llamo Puschel, como mi perro —se apresuró a aclarar Joe.
Chace me miró burlonamente, y yo me limité a encogerme de hombros.
—Bueno, Puschel, ahora presta atención.
—¿A quién te refieres ahora? —Preguntó el renacuajo—. ¿Al Puschel perro o al
Puschel que se llamaba Joe?
—Me refiero a ti —dijo Chace poniendo el índice sobre el pecho de mi hermano
—Bueno, entonces, cuando estemos en el parque —continuó diciéndole Chace a
Joe—, te vas a jugar. ¿De acuerdo?
—¿Jugar a qué? —preguntó Joe.
—A cualquier cosa. Ve al columpio, por ejemplo… en realidad da igual. Lo único
que importa es fingir que no eres el hermano de Joe. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —asintió el pequeño.
Chace me miró con aire triunfal.
—Bueno, problema solucionado.
El pequeño Joe le tiró de la manga.
—¿Quieres que finja que soy hermano tuyo?
Chace le miró horrorizado.
—¡No! Haz como si no nos conocieras. Como si fuéramos unos desconocidos. ¡¿Entendido?!
Joe reflexionó durante un rato, y luego aseguró con un movimiento de cabeza.
—Eso está hecho.
***
Me ponía de buen humor manejar por la ciudad, con el enorme perro en el asiento del copiloto, la correa a toda al pie de Joe, por si a Jake se le ocurría escaparse, me ponía de buen humor saber que iba por buen camino, que le ganaría a Kevin. Me ponía de buen humor olvidar el acontecimiento de la mañana.
Por desgracia, al cabo de un rato dejé de estar de tan buen humor y lo cierto es que cuando llegamos al parque estaba de un humor de perros porque, a pesar de la cuidadosa planificación, todo parecía indicar que el gran acontecimiento se iría a la basura
A excepción de algunas madres con sus hijos de corta edad, en el parque no había nadie. Tragué saliva e intenté mantener la calma. Seguro que Mel vendría algo más tarde.
—Será mejor que nos sentemos en el banco —decidí.
Desde ahí tenía una visión del conjunto inmejorable.
—¡Fantástico! ¡Megaguay! ¡Como los jubilados! —exclamó Chace en tono de queja, pero bromeando — Hermano, aquí no hay más que madres con sus hijos, no veo que proyecto social sea ese… solo veo, presiento, que te han dejado metido.
— No me des tanto apoyo amigo, solo espera, vendrá. Al fin y al cabo se lo prometió a sus amigas ¿No?
En ese momento aparecieron las dos amigas de Mel. Gracias a Dios. Suspiré de alivio. En cualquier momento aparecería Mel.
—Ves —le dije a Chace con aire triunfal— No las defraudaría
— ¿Esas son sus amigas?
— Si, son las mismas que salieron con ella esta tarde del colegio.
Chace, con el dedo extendido, señaló a las dos amigas de Mel y, mirándome con cara de niño pequeño, dijo:
—Ellas vienen con un cubo y una pala para jugar con la arena, y yo ni siquiera puedo subir a los columpios.
Efectivamente, las dos llevaban un cubo de juguete.
Le lancé una mirada fulminante a Chace, el cual soltó la carcajada.
Las dos chicas se sentaron en un bando en el otro extremo del parque y empezaron a cuchichear. De repente, me miraron a mí y me indicaron que me acercara con la mano. Me encaminé hacia allí con cara de indiferencia.
Mi hermano pequeño había sentado al perro en el carrusel y el pobre animal no paraba de dar vueltas.
Una de las amigas de Mel me miró de arriba abajo.
—Vaya, ¿tú eres Joe? —preguntó conteniendo la risa.
Esbocé mi mejor sonrisa tipo James Bond y respondí:
—El mismo. Pero... ¿Cómo saben de mi?
— Ohh.. Mel nos ha hablado mucho de tí
— ¿en serio? — pregunté con un tono de voz demasiado agudo. Carraspeé — en serio — repetí esta vez con mi tono normal
Entonces ambas se echaron a reír a carcajadas y, sin darme tiempo a añadir nada más, me entregaron el cubo y la pala.
— Por supuesto, nos conto que te conoce tan bien, que sabía que vendrías de metiche aquí al parque, nos cito para que te entregáramos esto. Dice que corresponde más o menos a tu edad.
—¡¿Qué?! — Las chicas rieron — ¿Ella no vendrá? ¡Pero si ha quedado con ustedes! ¡Son sus amigas! ¡Además Nick..! — En ese momento me di cuenta de mi error, confiar en el zorro — Oh… ese zorro me las va a pagar. ¡Todo fue planeado!
— Lamentamos informarte que estás en lo correcto. Mel es una buena chica que odia los tipos como tu, también es una mala chica que le da su merecido a los tipos como tu.
Cogí el cubo con gesto automático, regresé con Chace y concentré todas mis fuerzas en adoptar un aire lo más indiferente y desenvuelto posible. Cosa bastante difícil con el cubo de juguete en la mano.
—¿Qué es eso? —preguntó Chace mirando el cubo.
—Un regalo de Mel.
—Sé de algunos que han recibido una calabaza, pero un cubo…
Chace empezó a reírse a carcajadas
—¡Un cubo!
—¡Es para mi hermano pequeño! Se lo envió como obsequio
—Venga, Joe, ¡olvídate de Mel, vamos a otro lugar!
Asentí con la cabeza. Lo mejor era largarse de allí.
—Vamos.
—Oye, ¿acaso no sabes pensar más que en chicas? —le grité.
Estábamos a punto de marcharnos cuando las dos chicas se levantaron del banco y se acercaron tranquilamente a mi hermano pequeño y al perro.
—¡Qué perro más lindo tienes! —dijo una de las dos a Joaquín.
Joe estaba radiante.
Me detuve y dirigí una mirada a Chace con aire triunfal
—Ya os lo dije: un perro siempre va bien.
Chace afirmó con la cabeza — Las chicas están guapas, ambas.
—¿Quieres tocarlo? —le dijo Joaquín generosamente a la chica.
—Claro —respondió ella, y el renacuajo se esforzó en parar el carrusel.
Chace observaba la escena con sumo interés, y me sugirió:
—Joe, creo que deberías devolverles el cubo, y soltarles alguna frase cool, para que no quedes como un completo imbécil. ¿Crees que no me di cuenta que te han engañado? Esa Chica Mel si sabe jugar sucio.
Las dos chicas fingieron no verme.
—¡Podéis devolverle a Mel vuestro estúpido cubo! —dije.
¡Vaya frase más interesante! Debería haberla pensado un poco mejor.
Ambas siguieron ignorándome. El cubo aterrizó en la arena.
—¡Que chiquillo más hermoso! —dijo una de las dos dedicándole una sonrisa a Joaquín.
Haciendo acopio de mi instinto de Casanova, dije:
—Es mi hermano.
—¿De verdad?
—¡No es verdad! —espetó mi hermano pequeño.
—Claro que es verdad —dije enseguida.
Joaquín se dirigió a las dos chicas y dijo:
—No le conozco de nada. Es un desconocido.
—¡Anda ya! No dice más que tonterías —dije negando con la mano—. Es mi hermano y éste es mi perro, Jake.
—El perro se llama Puschel —aseguró Joaquín contradiciéndome.
—Vale, como quieras, se llama Puschel —concedí.
La otra chica puso los brazos en jarras y preguntó con impaciencia:
—¿En qué quedamos? Si el perro fuera tuyo sabrías cómo se llama, ¿no?
—Puschel —refunfuñé bajito.
—Claro, lo sabes porque el chiquillo te lo dijo antes.
—El chiquillo es mi hermano y está chiflado. —Me estaba enfadando por momentos—. Vamos, diles que eres mi hermano.
Joe me miró de reojo.
—¿Y yo cómo me llamo? —dijo con cara de despabilado.
Estaba en apuros. Naturalmente sabía cómo se llama mi hermano, pero no sabía que tenía que decir para tranquilizarlo.
—¿Puschel? —dije con prudencia.
—¡Me llamo Joaquín! —exclamó con tono triunfal—. ¡El que se llama Puschel es mi perro!
Ahora estaba súper enfadado. Me volvía hacia Chace. Me miraba con aire burlón
— Chicas, de verdad es interesante departir con ustedes, pero no me interesa si me creen o no, necesito llevarme a mi hermano
Agarré a Joaquín por el brazo y dije:
—Ahora nos vamos a casa.
Se soltó y gritó:
—Eres un desconocido. No debo ir con desconocidos.
Las dos chicas nos estaban observando con aire de desconfianza. Entonces, una de las chicas le tendió la mano a mi hermano y dijo con dulzura:
—Ven, pequeño, te acompañaremos a casa. ¿Sabes dónde vives?
—¡Claro que sí! —dijo Joaquín. Me guiñó un ojo, se cogió de la mano de la chica
y sacó a Jake. Bajó y vomitó encima de mis zapatos.
Las chicas, asqueadas, se apartaron.
Mi mirada cayó sobre el cubo. Si lo hubiera sabido, le habría colocado a Jake el cubo delante. Juré vengarme. Pero ¿de quién? Del pequeño demonio que tenía como hermano, y de Mel, y de paso de Nick…
Iría despacio con Mel, tenía que conseguir una cita con Mel antes que Kevin con Liz, por eso me dirigía al parque, a recuperar mi infancia y a conquistar a Mel.
Cuando Chace y yo nos dirigíamos a la puerta del auto, mi padre salió de la casa como un volador con Joe en los brazos
—¡Joe! ¡No te olvides de Joe! —gritó empujando al renacuajo hacia fuera. Maldita sea. — He estado demasiado ocupado toda la mañana, ya eres lo bastante maduro como para cuidar de Joe. ¡Presta cuidado Joseph! No quiero que Joe se te pierda de vista.
— Okey, lo tendré en mente.
—Oye, ¿no podéis permitiros un nombre diferente para tu hermano pequeño? —
preguntó Chace
—¡Cállate! —refunfuñé. — Ya sabes, soy su modelo a seguir, quiere hacer todo como yo, y eso incluye llamarse como yo.
Joe vino corriendo con la Correa del perro en la mano, el perro, demasiado gigante para el pequeño niño, lo venía persiguiendo —Puschel va con nosotros—dijo.
—¡¿Puschel?! —preguntó Chace — Me habías dicho que tu caótico vecino te había regalado un perro llamado Jake. ¿Es el mismo perro?
—El perro se llama Jake —corregí.
—No, se llama Puschel —insistió Joe.
—Oye, lo de los nombres es vuestro fuerte, ¿verdad? —volvió a empezar Chace, aunque yo sabía que mi amigo solo bromeaba
—.Vaya, será súper cool cuando en pleno jardín municipal Joe se ponga a llamar a Puschel. Entonces, las chicas irán locas detrás de nosotros.
—No hace falta que le llame, está atado —puntualicé intentando calmar a Chace
—Los perros son unos imanes para las chicas, tal vez con eso consigas a Mel, pero el problema radica en ¿Y qué dices cuando la chica te pregunta cómo se llama el perro?
—Le digo que se llama Jake.
—Se llama Puschel —dijo Joe entrometiéndose de nuevo.
Entonces vi que se avecinaba un auténtico problema.
Chace, sin embargo, tuvo una idea.
Le puso a mi hermano la mano en el hombro y dijo.
—Escúchame Joe…
—Yo también me llamo Puschel, como mi perro —se apresuró a aclarar Joe.
Chace me miró burlonamente, y yo me limité a encogerme de hombros.
—Bueno, Puschel, ahora presta atención.
—¿A quién te refieres ahora? —Preguntó el renacuajo—. ¿Al Puschel perro o al
Puschel que se llamaba Joe?
—Me refiero a ti —dijo Chace poniendo el índice sobre el pecho de mi hermano
—Bueno, entonces, cuando estemos en el parque —continuó diciéndole Chace a
Joe—, te vas a jugar. ¿De acuerdo?
—¿Jugar a qué? —preguntó Joe.
—A cualquier cosa. Ve al columpio, por ejemplo… en realidad da igual. Lo único
que importa es fingir que no eres el hermano de Joe. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —asintió el pequeño.
Chace me miró con aire triunfal.
—Bueno, problema solucionado.
El pequeño Joe le tiró de la manga.
—¿Quieres que finja que soy hermano tuyo?
Chace le miró horrorizado.
—¡No! Haz como si no nos conocieras. Como si fuéramos unos desconocidos. ¡¿Entendido?!
Joe reflexionó durante un rato, y luego aseguró con un movimiento de cabeza.
—Eso está hecho.
***
Me ponía de buen humor manejar por la ciudad, con el enorme perro en el asiento del copiloto, la correa a toda al pie de Joe, por si a Jake se le ocurría escaparse, me ponía de buen humor saber que iba por buen camino, que le ganaría a Kevin. Me ponía de buen humor olvidar el acontecimiento de la mañana.
Por desgracia, al cabo de un rato dejé de estar de tan buen humor y lo cierto es que cuando llegamos al parque estaba de un humor de perros porque, a pesar de la cuidadosa planificación, todo parecía indicar que el gran acontecimiento se iría a la basura
A excepción de algunas madres con sus hijos de corta edad, en el parque no había nadie. Tragué saliva e intenté mantener la calma. Seguro que Mel vendría algo más tarde.
—Será mejor que nos sentemos en el banco —decidí.
Desde ahí tenía una visión del conjunto inmejorable.
—¡Fantástico! ¡Megaguay! ¡Como los jubilados! —exclamó Chace en tono de queja, pero bromeando — Hermano, aquí no hay más que madres con sus hijos, no veo que proyecto social sea ese… solo veo, presiento, que te han dejado metido.
— No me des tanto apoyo amigo, solo espera, vendrá. Al fin y al cabo se lo prometió a sus amigas ¿No?
En ese momento aparecieron las dos amigas de Mel. Gracias a Dios. Suspiré de alivio. En cualquier momento aparecería Mel.
—Ves —le dije a Chace con aire triunfal— No las defraudaría
— ¿Esas son sus amigas?
— Si, son las mismas que salieron con ella esta tarde del colegio.
Chace, con el dedo extendido, señaló a las dos amigas de Mel y, mirándome con cara de niño pequeño, dijo:
—Ellas vienen con un cubo y una pala para jugar con la arena, y yo ni siquiera puedo subir a los columpios.
Efectivamente, las dos llevaban un cubo de juguete.
Le lancé una mirada fulminante a Chace, el cual soltó la carcajada.
Las dos chicas se sentaron en un bando en el otro extremo del parque y empezaron a cuchichear. De repente, me miraron a mí y me indicaron que me acercara con la mano. Me encaminé hacia allí con cara de indiferencia.
Mi hermano pequeño había sentado al perro en el carrusel y el pobre animal no paraba de dar vueltas.
Una de las amigas de Mel me miró de arriba abajo.
—Vaya, ¿tú eres Joe? —preguntó conteniendo la risa.
Esbocé mi mejor sonrisa tipo James Bond y respondí:
—El mismo. Pero... ¿Cómo saben de mi?
— Ohh.. Mel nos ha hablado mucho de tí
— ¿en serio? — pregunté con un tono de voz demasiado agudo. Carraspeé — en serio — repetí esta vez con mi tono normal
Entonces ambas se echaron a reír a carcajadas y, sin darme tiempo a añadir nada más, me entregaron el cubo y la pala.
— Por supuesto, nos conto que te conoce tan bien, que sabía que vendrías de metiche aquí al parque, nos cito para que te entregáramos esto. Dice que corresponde más o menos a tu edad.
—¡¿Qué?! — Las chicas rieron — ¿Ella no vendrá? ¡Pero si ha quedado con ustedes! ¡Son sus amigas! ¡Además Nick..! — En ese momento me di cuenta de mi error, confiar en el zorro — Oh… ese zorro me las va a pagar. ¡Todo fue planeado!
— Lamentamos informarte que estás en lo correcto. Mel es una buena chica que odia los tipos como tu, también es una mala chica que le da su merecido a los tipos como tu.
Cogí el cubo con gesto automático, regresé con Chace y concentré todas mis fuerzas en adoptar un aire lo más indiferente y desenvuelto posible. Cosa bastante difícil con el cubo de juguete en la mano.
—¿Qué es eso? —preguntó Chace mirando el cubo.
—Un regalo de Mel.
—Sé de algunos que han recibido una calabaza, pero un cubo…
Chace empezó a reírse a carcajadas
—¡Un cubo!
—¡Es para mi hermano pequeño! Se lo envió como obsequio
—Venga, Joe, ¡olvídate de Mel, vamos a otro lugar!
Asentí con la cabeza. Lo mejor era largarse de allí.
—Vamos.
—Oye, ¿acaso no sabes pensar más que en chicas? —le grité.
Estábamos a punto de marcharnos cuando las dos chicas se levantaron del banco y se acercaron tranquilamente a mi hermano pequeño y al perro.
—¡Qué perro más lindo tienes! —dijo una de las dos a Joaquín.
Joe estaba radiante.
Me detuve y dirigí una mirada a Chace con aire triunfal
—Ya os lo dije: un perro siempre va bien.
Chace afirmó con la cabeza — Las chicas están guapas, ambas.
—¿Quieres tocarlo? —le dijo Joaquín generosamente a la chica.
—Claro —respondió ella, y el renacuajo se esforzó en parar el carrusel.
Chace observaba la escena con sumo interés, y me sugirió:
—Joe, creo que deberías devolverles el cubo, y soltarles alguna frase cool, para que no quedes como un completo imbécil. ¿Crees que no me di cuenta que te han engañado? Esa Chica Mel si sabe jugar sucio.
Las dos chicas fingieron no verme.
—¡Podéis devolverle a Mel vuestro estúpido cubo! —dije.
¡Vaya frase más interesante! Debería haberla pensado un poco mejor.
Ambas siguieron ignorándome. El cubo aterrizó en la arena.
—¡Que chiquillo más hermoso! —dijo una de las dos dedicándole una sonrisa a Joaquín.
Haciendo acopio de mi instinto de Casanova, dije:
—Es mi hermano.
—¿De verdad?
—¡No es verdad! —espetó mi hermano pequeño.
—Claro que es verdad —dije enseguida.
Joaquín se dirigió a las dos chicas y dijo:
—No le conozco de nada. Es un desconocido.
—¡Anda ya! No dice más que tonterías —dije negando con la mano—. Es mi hermano y éste es mi perro, Jake.
—El perro se llama Puschel —aseguró Joaquín contradiciéndome.
—Vale, como quieras, se llama Puschel —concedí.
La otra chica puso los brazos en jarras y preguntó con impaciencia:
—¿En qué quedamos? Si el perro fuera tuyo sabrías cómo se llama, ¿no?
—Puschel —refunfuñé bajito.
—Claro, lo sabes porque el chiquillo te lo dijo antes.
—El chiquillo es mi hermano y está chiflado. —Me estaba enfadando por momentos—. Vamos, diles que eres mi hermano.
Joe me miró de reojo.
—¿Y yo cómo me llamo? —dijo con cara de despabilado.
Estaba en apuros. Naturalmente sabía cómo se llama mi hermano, pero no sabía que tenía que decir para tranquilizarlo.
—¿Puschel? —dije con prudencia.
—¡Me llamo Joaquín! —exclamó con tono triunfal—. ¡El que se llama Puschel es mi perro!
Ahora estaba súper enfadado. Me volvía hacia Chace. Me miraba con aire burlón
— Chicas, de verdad es interesante departir con ustedes, pero no me interesa si me creen o no, necesito llevarme a mi hermano
Agarré a Joaquín por el brazo y dije:
—Ahora nos vamos a casa.
Se soltó y gritó:
—Eres un desconocido. No debo ir con desconocidos.
Las dos chicas nos estaban observando con aire de desconfianza. Entonces, una de las chicas le tendió la mano a mi hermano y dijo con dulzura:
—Ven, pequeño, te acompañaremos a casa. ¿Sabes dónde vives?
—¡Claro que sí! —dijo Joaquín. Me guiñó un ojo, se cogió de la mano de la chica
y sacó a Jake. Bajó y vomitó encima de mis zapatos.
Las chicas, asqueadas, se apartaron.
Mi mirada cayó sobre el cubo. Si lo hubiera sabido, le habría colocado a Jake el cubo delante. Juré vengarme. Pero ¿de quién? Del pequeño demonio que tenía como hermano, y de Mel, y de paso de Nick…
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 19
"Joe: Castigo"
La clara de huevo impactó directamente en la cabeza de Nick. ¡Oh.. Si! Había huevo por todas partes, en su escritorio, en el suelo, en el cabello de Nick, en sus pantalones, en sus hombros.
— Me parece que el señor Petts te habla, Joe
Giré mi cabeza para encontrarme con la cara gorda del señor Petts sobre la mía. Había dejado de prestar atención a la clase cuando la idea de vengarme de Nick (quien estaba a un metro de mi lugar) se había vuelto insoportable. Las matemáticas no se me daban bien, jamás se me habían dado bien, como en una ocasión había mencionado Jane, las matemáticas y yo, dos mundos completamente opuestos.
Miré a Nick, me sonreía burlón, lo fulminé con la mirada.
— Señor Jonas, pensaría que su falta de atención en mi clase no es algo nada novedoso y por lo tanto no tendría que ceder al enfado. Pero siempre me sorprendo a mi mismo al encontrarme más enfadado con usted cada vez que no presta atención en mi clase, lo que es casi siempre, así que si es tan amable y presta atención me veré obligado a rebajar sus horas de castigo, y si por el contrario sigue en su realidad paralela, estaría encantado de aumentar su ya extensa jornada — Me sonrió cínicamente
— ¿No me va a preguntar de que estaba hablando? — se me escapó inocentemente. El profesor se volvió y me dirigió una mirada que podría haber congelado un desierto. Tomé nota mental de un artículo sumamente necesario “una mordaza para mi boca”
— Sería una pérdida de tiempo, Joseph. Apostaría a que no sabe ni que es una directriz o una asíntota. En este caso le conviene quedarse callado
Me acomodé mejor en mi asiento con un encogimiento de hombros, cierto, muy cierto. No tenía la más remota idea de lo que eran esas dos extrañas cosas o con que se comían.
— ¿Qué es una directriz señor Jonas?
Me giré a observar a Nick, sonreía burlón, hacía un mohín con sus manos a la vez que arremedaba al señor Petts. Me encogí de hombros siguiéndole el juego
—De seguro era algo parecido al extraño número que todos denominaban “pi” nombre que se me hace muy divertido, y que su equivalencia es 3,14
— Wow, quien lo hubiera pensado. Joseph sabe la equivalencia de π
— No es mi culpa, créeme, Jane puede llegar a ser obsesiva con algo, cuando se lo tenía que aprender de memoria, se pasaba todo el día cantando algo como “pi es así tres coma catorce si” y a esa tortura se le sumaban las infinidades de números que siguen luego, los hacía como porras, fueron los días de las porras de los números, una experiencia que no querría repetir jamás, por eso cuando tenga hijos, los mantendré alejados de las tácticas pedagógicas de Jane.
— Espera digiero la información… ¿tu vas a tener hijos? — Asentí mirando al profesor, quien de vez en cuando echaba una miradita para evaluar mi comportamiento
— Claro, hombre, me figuro (estoy casi seguro) que todos mis espermatozoides sería unos chicos o unas chicas súper geniales, que vendrían a contribuir para un mundo mejor. ¿Por qué no traerlos todos al mundo?
Nick me miró atónito
— Porque hasta ahora no hay mujer que tenga la suficiente resistencia como para dar a luz a millones de hijos, por eso.
— Eso ya lo veremos
Aparté mi mirada del tablero (donde estaban dibujados unos círculos partidos en cuatro por unas líneas y que me recordaban a una buena pizza) para sonreír a Nick con autosuficiencia.
— ¡Señor Jonas! — casi salté en mi asiento al escuchar el monumental grito del señor Petts — Dos horas de castigo
— ¡Pero…!
— Nada. Tres horas
— Ha sido
— Nadie. Cuatro horas
— ¡Nicholas! Él que…
— Callado. Cinco horas, a este paso deberá pasar la noche aquí joven, le recomendaría que se quedara callado, por su bien.
— Bien — murmuré cabreado — Dos horas, al menos se la equivalencia de “pi”
Comenté al ver en el tablero dibujado el extraño símbolo que representaba “pi”
— 3,14 — dije
— Dos horas — acotó el señor Petts — Por saber la equivalencia de π, es un gran avance con usted señor Jonas, después de todo, creía difícil que supiera lo que es un triángulo.
ja-ja Muy gracioso. Miré a Nick quien me miraba burlón. Le enseñé mi dedo corazón, pero entonces el señor gruñón me vio.
— ¡Jonas!
— Maldita sea — murmuré levantándome de mi lugar. Ya conocía el procedimiento, después de que el señor gruñón me diera el dichoso papelito, iría a castigo por el tiempo que a él se le diera la gana, luego para compensar mi falta de asistencia en las clases que seguían a esa, me llevaría toneladas de trabajo a casa, terminaría suplicándole a Jane que me ayudara y ella accedería irritada, lo haríamos a medias y yo quedaría satisfecho al final con una nota medianamente buena. Pero a Jane le iría mal por falta de sueño.
Con una mirada suplicante que esperaba haría cambiar de opinión al profesor, cogí el papelito y me encaminé hacia la puerta, no sin antes hacerme una promesa silenciosa, Nicholas pagaría, y caro por sus bromitas.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 20
"Jane: Casa Miller"
Mañana fría, tarde calurosa, Dios bipolar. Había temperaturas espeluznantes en la mañana, pero en la tarde, el ambiente era caluroso. Al parecer había amanecido el mundo algo extraño.
El día había sido normal, ni muy ajetreado ni muy relajado. Trataba de no darle ninguna importancia al hecho de que tenía una cita con Chace el viernes por la noche. Nunca lo vi de ese modo, a Chace, el mejor amigo de mi hermano, casi su hermano; pero ahora era algo inminente, estaba más consciente de la presencia de Chace en mi vida diaria.
“Joseph Jonas si no apareces en 2 minutos, entro por ti”
“lo lamento, estoy en castigo. Busca alguna manera de ira casa. Y no, no te prestaré mi auto, luego no tengo con que llegar”
— Imbécil — musité volviendo a guardar el móvil en mi bolsillo. Mi hermano, por un motivo u otro siempre terminaba metido en líos.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué no viene? — preguntó Liz a mi lado
— Castigo — la miré fríamente — Esta me las paga, nos hizo esperar media hora, no le ayudaré con sus trabajos
— Sabes que siempre terminas ayudándolo, eres débil, quizá demasiado buena
Caminamos a la salida, tendríamos que caminar a casa. El pensamiento me hizo enfurecer, no entendía como mis padres, siendo tan sensatos, bueno al menos un poco, le obsequiaran a Joseph un auto.
— Quizá, oye, estaba pensando que… ¿Qué estaban mis padres drogados?
— ¿De que hablas? — Liz me miró frunciendo el seño
— Me cuestiono de si mis padres estaban bajo efectos de alguna sustancia alucinógena cuando le regalaron el auto a Joseph, quiero decir, bien que el es el mayor, pero es el más irresponsable, yo a mis escasos dieciséis años, soy más responsable que el estúpido chico que está en castigo que casi cumple dieciocho.
— Bueno, eso es relativo, tu hermano ayudo a restaurar el auto, tu no lo harías
— Podría restaurar un auto, claro que podría
— Yo no apostaría por ello
Me giré, justo la persona dueña de esa voz que esperaba encontrar.
— ¿Qué haces acá todavía? — preguntó Liz, yo solo lo fulminé con la mirada y seguí mi camino
— Te buscaba, Jane, aunque me ignores, te estaba buscando
— Ya, claro
— Bueno, en realidad estaba ayudando al señor Petts con unas cosas
— Estabas en tu papel de lambe suelas — dije — Nada nuevo
Fui ignorada
— Tu hermano está en castigo
— Eso ya lo sé
— ¿En que llegarás a casa?
— Caminando, deberías intentarlo aunque sea una vez en tu vida
Fui ignorada de nuevo
— Puedo llevarlas — Liz me miró, sus ojos brillaban con ilusión, y es que para Liz, seis cuadras eran demasiado.
— Ve tú — le dije a Liz — Yo puedo caminar, es más, me agrada caminar
— Si esta claro que puedes caminar, pero o las llevo a ambas o no llevo a ninguna, mi camioneta está por allá — dijo señalando una Ford negra, reluciente, Liz y yo nos miramos, quedamos totalmente deslumbradas. Fueron necesarios solo dos segundos para olvidar mi admiración, me voltee hacia Nick y le dije en un tono glacial.
— No me hagas pensar que es una técnica tuya para alardear.
Nick se encogió de hombros
— Las llevo ¿o no? — Liz me miró suplicante — ¿Te da miedo que te encierre en el auto y no te deje salir jamás? ¿Me tienes miedo, es eso? Tranquila, te aseguro que no serías el primer ser humano que como, ya lo he hecho antes, de hecho, salgo a cazar adolescentes los jueves después de la escuela, y son mi cena los viernes. Hoy es jueves después de clases, así que entiendo que quieras huir. Todavía tienes tiempo de correr
— Muy Gracioso, y no te tengo miedo zorro caníbal, es solo que tengo un radar que detecta las malas vibraciones, y se dispara la alarma cuando estás cerca, es solo eso
Nick me sonrió abriéndome la puerta de su auto. Desearía no tener debilidad por esa sonrisa, que podía llegar a ser socarrona y sofocante a veces, pero cuando se lo proponía, sonreía encantadoramente.
— ¿y tu hermano? — preguntó Liz para romper el silencio incómodo, que desafortunadamente había en el ambiente
— Está en casa, llegó hace un rato, tiene libre hasta el lunes en la universidad
Como supuse, los ojos de Liz brillaron con intensidad al escuchar a Nicholas, de verdad le gustaba mucho Kevin, era algo que iba más allá de atracción física o curiosidad, y me empezaba a preocupar. Al parecer Nick lo notó e inmediatamente sonrió.
— ¿Quieren ir a mi casa? De seguro hay comida de sobra, mi madre estará encantada de recibir visita
— No, gracias — dijo Liz adivinando la negativa que yo daría, pero sus ojos habían mostrado tanta ilusión ante la idea de ver a Kevin que me replantee la idea de ir a casa de Nicholas, no sería tan malo, nada me podría pasar ahí, solo me tendría que aguantar al insoportable de Nick por unas horas, pero lo hacía por mi amiga.
— Si, seguro —Liz me miró incrédula, y aunque no lo podía ver, sabía que Nicholas había hecho una mueca — He dicho que si, llévanos antes de que cambie de opinión, me agradaría ver a Kevin
Ambos, Nick y Liz me miraron de una forma extraña, pero solo me encogí de hombros.
— ¿Qué tal si son una familia de caníbales? Como tú misma lo dijiste, no debiste haber dicho que si vendríamos, Jane, esta casa es enorme, me da miedo que todo sea una vil trampa para que seamos su cena.
Liz, quien temblaba como jamás nadie, me trataba de arrastrar de vuelta cuando bajamos del auto y la imponente casa de colores veraniegos la intimidó. Además, estaba segura, estaba nerviosa porque Kevin estaba allí.
— No son ningunos caníbales Liz, por favor, son personas normales, obviando al hijo menor, pero de seguro son personas geniales, además ya conoces a Kevin, es adorable — Liz frunció el seño y se detuvo, con las manos en jarras — Ah, ni siquiera se te ocurra pensarlo, adorable como amigo, como novio te lo dejo a ti
Su cara enrojeció descomunalmente.
— Tu... no, yo… Kevin no…
— Deja de balbucear estupideces, lo reconozco, te gusta Kevin, además recuerda esto siempre, puedes engañarte a ti y al mundo, pero jamás a tu mejor amiga.
— Eso es muy cierto — dijo agachando la cabeza — Ambas cosas son ciertas, pero recuérdalo tu también, tenlo en mente.
— Lo haré.
Nicholas, quien se había adelantado, se volvió para mirarnos al no notar nuestra presencia
— ¿No vienen? Ya le he avisado a mi madre y a Kevin, de seguro está esperando impaciente — agregó con una sonrisa pícara que hizo sonrojar a Liz, me miró y, por primera vez compartimos una irada cómplice, que me hizo estremecer.
Por dentro, al igual que por fuera, la casa se alzaba monumentalmente como un rascacielos, parecía un lugar sacado de una película antigua, tan amplio y sencillo, peor a la vez elegante, que mi única reacción ante semejante obra de arte fue abrir la boca y soltar un “ooooohh” — Nicholas tu casa es hermosa
Esperaba un “lo se” o cualquier comentario ególatra por su parte, pero se limitò a sonreírme encantadoramente
— Gracias, mi padre se ha empeñado mucho en que no solo sea una casa hermosa sino un hogar, es mi lugar favorito en el mundo — en su voz pude notar admiración, pero quedé perdida después del “gracias” ¿en serio era Nicholas capaz de ser amable?
— Chicas — Nos giramos al escuchar la voz de una hermosa mujer, poco más de cuarenta, dentadura tan blanca como la nieve, cabello más negro que la noche, mirada cálida. Me giré hacia Nicholas, quien la miraba con devoción.
— Madre, ellas son Jane y Liz, amigas de Joseph, no se si te acuerdes de él, el día de la reunión que hicimos Kev y yo acá, también del día de la fiesta de disfraces que nos trajo
Su madre rió
— Ese chico, lo recuerdo, no estaba muy lejos de estos chicos — Dijo acercándose a nosotras — Necesito vigilar todo lo que hacen, a menudo son un completo desastre
— Denise... — Nick la miró con reproche, Liz y yo ahogamos unas risitas
— De acuerdo — contestó riendo — decía que recuerdo a Joseph, es un chico… interesante — nos miró dudando
— Adelante, no me enfadaré, mi hermano es algo... peculiar, si, Joe es mi hermano — aclaré al ver que dudaba
— ¡Es una locura! Pequeña, tienes que tener mucho temperamento para aguantarlo, ¡Es una bomba! — Soltó Denise. Todos reímos
— De hecho, es mi madre quien lo aguanta todo, porque en mi casa hay una copia exacta de Joe, se hace llamar Joe también... es desastroso.
— ¡Dios mío! Y yo que me andaba quejando por estos dos — señalo hacia la puerta y hacia Nick, cuando Kevin entraba, su mirada se iluminó y sonrió alegremente, la misma expresión que seguramente estaba impresa en el rostro de Liz
— Hola, chicas.
— Hola Kevin — saludó Liz, pero lo dijo casi en un suspiro, Denise y yo compartimos una mirada cómplice, me reí por lo bajo, esa señora me agradaba tanto.
— ¡No lo puedo creer! — casi grité, tuve que sujetar mi estómago porque sentía que no iba a poder con el ataque de risa que tenía
— Créelo, ese tipo de cosas eran típicas de Nick.
Nicholas estaba rojo de la rabia y de la vergüenza, miraba a su madre con reproche. Denise me estaba contando que la primera vez que Nicholas fue a la escuela, cuando tenía seis años, los recogió el autobús a la casa (en ese entonces no tenían tanto dinero como ahora) el pequeño se mareó entonces quería vomitar, y no encontrando otro lugar donde hacerlo, vomitó en la maleta de su hermano.
— Lo peor de todo es que se quedó callado, nadie podría adivinar jamás si lo viera que el pequeño había vomitado en la maleta de su hermano. Kevin se dio cuenta en su primera clase, se puso a llorar de inmediato, culpo a todos sus compañeros de clase, hasta que unas horas después, se conoció el nombre del verdadero criminal.
— ¿Cómo se dieron cuenta que había sido Nick?
— Porque después de que dejé el trabajo, fui por ambos, y Kevin me contó lo que sucedió, entonces a el pequeño Nicholas le pico el remordimiento y empezó a llorar y a confesar todo, al final de la semana, le ayudo a Kevin a pasar todos sus cuadernos.
Reí con más fuerza... pobre Kev.
— Oh.. y ni te imaginas las historias tan divertidas que me contaba cuando iba a despertarlo y encontraba la cama mojada.. — susurró Denise con una risita
— ¡Mamá! — gruño Nick
— Mejor me callo — dijo y se levantó, ya había oscurecido, eran poco menos de las seis, habíamos pasado unas dos horas hablando de tantas cosas, me agradaba demasiado la mamà de Nick.
— El postre de limón es el mejor que he probado, de verdad.
— Oh, gracias. — Me miró sonriente — será mejor que me vaya antes de que Nick explote, más rojo no puedes estar cariño — se giró hacia Nick y le dio un apretón cariñoso en la mejilla, éste la miro cálidamente, solo con una mirada lograba calmar su furia. — Ha sido un placer conocerte, Jane, deberías pasarte más seguido por acá con tu hermano, me gustaría hablar con ese chico personalmente.
— Seguro, se lo diré.
— Bueno, salúdame a Liz.
— Me preocupan esos jovencitos. ¿Dónde se habrán metido? — dije refiriéndome a Kevin y Liz, los enamorados se habían escabullido en cuanto acabamos el postre
—Deben estar besuqueándose en algún lugar de la casa, deberíamos hacer lo mismo ¿no crees? — dijo con tono coqueto acercándose más y más a mi.
— ¿Para que vomites en mi boca? No gracias.
S sonrisa se borro y dio paso a un semblante frustrado, se pasó las manos por el cabello.
— ¡Tenía seis años!
Sonreí burlonamente, aunque mi interior se estremeciera de ternura al imaginar a Nicholas con seis años llorando y sin saber que hacer por haberle vomitado en la maleta a su hermano.
El día había sido normal, ni muy ajetreado ni muy relajado. Trataba de no darle ninguna importancia al hecho de que tenía una cita con Chace el viernes por la noche. Nunca lo vi de ese modo, a Chace, el mejor amigo de mi hermano, casi su hermano; pero ahora era algo inminente, estaba más consciente de la presencia de Chace en mi vida diaria.
“Joseph Jonas si no apareces en 2 minutos, entro por ti”
“lo lamento, estoy en castigo. Busca alguna manera de ira casa. Y no, no te prestaré mi auto, luego no tengo con que llegar”
— Imbécil — musité volviendo a guardar el móvil en mi bolsillo. Mi hermano, por un motivo u otro siempre terminaba metido en líos.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué no viene? — preguntó Liz a mi lado
— Castigo — la miré fríamente — Esta me las paga, nos hizo esperar media hora, no le ayudaré con sus trabajos
— Sabes que siempre terminas ayudándolo, eres débil, quizá demasiado buena
Caminamos a la salida, tendríamos que caminar a casa. El pensamiento me hizo enfurecer, no entendía como mis padres, siendo tan sensatos, bueno al menos un poco, le obsequiaran a Joseph un auto.
— Quizá, oye, estaba pensando que… ¿Qué estaban mis padres drogados?
— ¿De que hablas? — Liz me miró frunciendo el seño
— Me cuestiono de si mis padres estaban bajo efectos de alguna sustancia alucinógena cuando le regalaron el auto a Joseph, quiero decir, bien que el es el mayor, pero es el más irresponsable, yo a mis escasos dieciséis años, soy más responsable que el estúpido chico que está en castigo que casi cumple dieciocho.
— Bueno, eso es relativo, tu hermano ayudo a restaurar el auto, tu no lo harías
— Podría restaurar un auto, claro que podría
— Yo no apostaría por ello
Me giré, justo la persona dueña de esa voz que esperaba encontrar.
— ¿Qué haces acá todavía? — preguntó Liz, yo solo lo fulminé con la mirada y seguí mi camino
— Te buscaba, Jane, aunque me ignores, te estaba buscando
— Ya, claro
— Bueno, en realidad estaba ayudando al señor Petts con unas cosas
— Estabas en tu papel de lambe suelas — dije — Nada nuevo
Fui ignorada
— Tu hermano está en castigo
— Eso ya lo sé
— ¿En que llegarás a casa?
— Caminando, deberías intentarlo aunque sea una vez en tu vida
Fui ignorada de nuevo
— Puedo llevarlas — Liz me miró, sus ojos brillaban con ilusión, y es que para Liz, seis cuadras eran demasiado.
— Ve tú — le dije a Liz — Yo puedo caminar, es más, me agrada caminar
— Si esta claro que puedes caminar, pero o las llevo a ambas o no llevo a ninguna, mi camioneta está por allá — dijo señalando una Ford negra, reluciente, Liz y yo nos miramos, quedamos totalmente deslumbradas. Fueron necesarios solo dos segundos para olvidar mi admiración, me voltee hacia Nick y le dije en un tono glacial.
— No me hagas pensar que es una técnica tuya para alardear.
Nick se encogió de hombros
— Las llevo ¿o no? — Liz me miró suplicante — ¿Te da miedo que te encierre en el auto y no te deje salir jamás? ¿Me tienes miedo, es eso? Tranquila, te aseguro que no serías el primer ser humano que como, ya lo he hecho antes, de hecho, salgo a cazar adolescentes los jueves después de la escuela, y son mi cena los viernes. Hoy es jueves después de clases, así que entiendo que quieras huir. Todavía tienes tiempo de correr
— Muy Gracioso, y no te tengo miedo zorro caníbal, es solo que tengo un radar que detecta las malas vibraciones, y se dispara la alarma cuando estás cerca, es solo eso
Nick me sonrió abriéndome la puerta de su auto. Desearía no tener debilidad por esa sonrisa, que podía llegar a ser socarrona y sofocante a veces, pero cuando se lo proponía, sonreía encantadoramente.
— ¿y tu hermano? — preguntó Liz para romper el silencio incómodo, que desafortunadamente había en el ambiente
— Está en casa, llegó hace un rato, tiene libre hasta el lunes en la universidad
Como supuse, los ojos de Liz brillaron con intensidad al escuchar a Nicholas, de verdad le gustaba mucho Kevin, era algo que iba más allá de atracción física o curiosidad, y me empezaba a preocupar. Al parecer Nick lo notó e inmediatamente sonrió.
— ¿Quieren ir a mi casa? De seguro hay comida de sobra, mi madre estará encantada de recibir visita
— No, gracias — dijo Liz adivinando la negativa que yo daría, pero sus ojos habían mostrado tanta ilusión ante la idea de ver a Kevin que me replantee la idea de ir a casa de Nicholas, no sería tan malo, nada me podría pasar ahí, solo me tendría que aguantar al insoportable de Nick por unas horas, pero lo hacía por mi amiga.
— Si, seguro —Liz me miró incrédula, y aunque no lo podía ver, sabía que Nicholas había hecho una mueca — He dicho que si, llévanos antes de que cambie de opinión, me agradaría ver a Kevin
Ambos, Nick y Liz me miraron de una forma extraña, pero solo me encogí de hombros.
— ¿Qué tal si son una familia de caníbales? Como tú misma lo dijiste, no debiste haber dicho que si vendríamos, Jane, esta casa es enorme, me da miedo que todo sea una vil trampa para que seamos su cena.
Liz, quien temblaba como jamás nadie, me trataba de arrastrar de vuelta cuando bajamos del auto y la imponente casa de colores veraniegos la intimidó. Además, estaba segura, estaba nerviosa porque Kevin estaba allí.
— No son ningunos caníbales Liz, por favor, son personas normales, obviando al hijo menor, pero de seguro son personas geniales, además ya conoces a Kevin, es adorable — Liz frunció el seño y se detuvo, con las manos en jarras — Ah, ni siquiera se te ocurra pensarlo, adorable como amigo, como novio te lo dejo a ti
Su cara enrojeció descomunalmente.
— Tu... no, yo… Kevin no…
— Deja de balbucear estupideces, lo reconozco, te gusta Kevin, además recuerda esto siempre, puedes engañarte a ti y al mundo, pero jamás a tu mejor amiga.
— Eso es muy cierto — dijo agachando la cabeza — Ambas cosas son ciertas, pero recuérdalo tu también, tenlo en mente.
— Lo haré.
Nicholas, quien se había adelantado, se volvió para mirarnos al no notar nuestra presencia
— ¿No vienen? Ya le he avisado a mi madre y a Kevin, de seguro está esperando impaciente — agregó con una sonrisa pícara que hizo sonrojar a Liz, me miró y, por primera vez compartimos una irada cómplice, que me hizo estremecer.
Por dentro, al igual que por fuera, la casa se alzaba monumentalmente como un rascacielos, parecía un lugar sacado de una película antigua, tan amplio y sencillo, peor a la vez elegante, que mi única reacción ante semejante obra de arte fue abrir la boca y soltar un “ooooohh” — Nicholas tu casa es hermosa
Esperaba un “lo se” o cualquier comentario ególatra por su parte, pero se limitò a sonreírme encantadoramente
— Gracias, mi padre se ha empeñado mucho en que no solo sea una casa hermosa sino un hogar, es mi lugar favorito en el mundo — en su voz pude notar admiración, pero quedé perdida después del “gracias” ¿en serio era Nicholas capaz de ser amable?
— Chicas — Nos giramos al escuchar la voz de una hermosa mujer, poco más de cuarenta, dentadura tan blanca como la nieve, cabello más negro que la noche, mirada cálida. Me giré hacia Nicholas, quien la miraba con devoción.
— Madre, ellas son Jane y Liz, amigas de Joseph, no se si te acuerdes de él, el día de la reunión que hicimos Kev y yo acá, también del día de la fiesta de disfraces que nos trajo
Su madre rió
— Ese chico, lo recuerdo, no estaba muy lejos de estos chicos — Dijo acercándose a nosotras — Necesito vigilar todo lo que hacen, a menudo son un completo desastre
— Denise... — Nick la miró con reproche, Liz y yo ahogamos unas risitas
— De acuerdo — contestó riendo — decía que recuerdo a Joseph, es un chico… interesante — nos miró dudando
— Adelante, no me enfadaré, mi hermano es algo... peculiar, si, Joe es mi hermano — aclaré al ver que dudaba
— ¡Es una locura! Pequeña, tienes que tener mucho temperamento para aguantarlo, ¡Es una bomba! — Soltó Denise. Todos reímos
— De hecho, es mi madre quien lo aguanta todo, porque en mi casa hay una copia exacta de Joe, se hace llamar Joe también... es desastroso.
— ¡Dios mío! Y yo que me andaba quejando por estos dos — señalo hacia la puerta y hacia Nick, cuando Kevin entraba, su mirada se iluminó y sonrió alegremente, la misma expresión que seguramente estaba impresa en el rostro de Liz
— Hola, chicas.
— Hola Kevin — saludó Liz, pero lo dijo casi en un suspiro, Denise y yo compartimos una mirada cómplice, me reí por lo bajo, esa señora me agradaba tanto.
— ¡No lo puedo creer! — casi grité, tuve que sujetar mi estómago porque sentía que no iba a poder con el ataque de risa que tenía
— Créelo, ese tipo de cosas eran típicas de Nick.
Nicholas estaba rojo de la rabia y de la vergüenza, miraba a su madre con reproche. Denise me estaba contando que la primera vez que Nicholas fue a la escuela, cuando tenía seis años, los recogió el autobús a la casa (en ese entonces no tenían tanto dinero como ahora) el pequeño se mareó entonces quería vomitar, y no encontrando otro lugar donde hacerlo, vomitó en la maleta de su hermano.
— Lo peor de todo es que se quedó callado, nadie podría adivinar jamás si lo viera que el pequeño había vomitado en la maleta de su hermano. Kevin se dio cuenta en su primera clase, se puso a llorar de inmediato, culpo a todos sus compañeros de clase, hasta que unas horas después, se conoció el nombre del verdadero criminal.
— ¿Cómo se dieron cuenta que había sido Nick?
— Porque después de que dejé el trabajo, fui por ambos, y Kevin me contó lo que sucedió, entonces a el pequeño Nicholas le pico el remordimiento y empezó a llorar y a confesar todo, al final de la semana, le ayudo a Kevin a pasar todos sus cuadernos.
Reí con más fuerza... pobre Kev.
— Oh.. y ni te imaginas las historias tan divertidas que me contaba cuando iba a despertarlo y encontraba la cama mojada.. — susurró Denise con una risita
— ¡Mamá! — gruño Nick
— Mejor me callo — dijo y se levantó, ya había oscurecido, eran poco menos de las seis, habíamos pasado unas dos horas hablando de tantas cosas, me agradaba demasiado la mamà de Nick.
— El postre de limón es el mejor que he probado, de verdad.
— Oh, gracias. — Me miró sonriente — será mejor que me vaya antes de que Nick explote, más rojo no puedes estar cariño — se giró hacia Nick y le dio un apretón cariñoso en la mejilla, éste la miro cálidamente, solo con una mirada lograba calmar su furia. — Ha sido un placer conocerte, Jane, deberías pasarte más seguido por acá con tu hermano, me gustaría hablar con ese chico personalmente.
— Seguro, se lo diré.
— Bueno, salúdame a Liz.
— Me preocupan esos jovencitos. ¿Dónde se habrán metido? — dije refiriéndome a Kevin y Liz, los enamorados se habían escabullido en cuanto acabamos el postre
—Deben estar besuqueándose en algún lugar de la casa, deberíamos hacer lo mismo ¿no crees? — dijo con tono coqueto acercándose más y más a mi.
— ¿Para que vomites en mi boca? No gracias.
S sonrisa se borro y dio paso a un semblante frustrado, se pasó las manos por el cabello.
— ¡Tenía seis años!
Sonreí burlonamente, aunque mi interior se estremeciera de ternura al imaginar a Nicholas con seis años llorando y sin saber que hacer por haberle vomitado en la maleta a su hermano.
Sin hacer ruido, sigilosamente caminamos en busca de Kevin y Liz. Los encontramos, oh si que los encontramos, Kevin tenía su mano izquierda en el cuello de mi amiga, y sus labios se estaban acercando lentamente a los siempre rosados labios de Liz, no es por experiencia sino más bien por que conocía a Liz demasiado que supe que ella estaba ansiosa, nerviosa y deseaba más que nadie en el mundo ese beso. Agarre a Nick por la camisa y lo hallé rápidamente en cuanto me di cuenta que abría su boca para hablar ¡Si es imbécil! ¿Qué no sabe cuando no tiene que interrumpir?
— ¿Qué te..? — susurró en cuanto sintió que tire de su camisa, no alcanzó a terminar porque le tape la boca con mi mano y retrocedí, sin tener en cuenta que estábamos en un jardín con muchas piedras, tropecé con una, en mi intento por recuperar el equilibrio halé a Nicholas, pero lo único que logré con ello fue que él se precipitara sobre mi
— ¿Qué diabl..? — se acercó a nosotros Kevin, genial, habíamos interrumpido su momento
— ¡Jane! — Exclamó Liz
— ¿Por qué diablos…? — Me preguntó a modo de reproche Nick
— ¡Levántate! — Grité — ¡Me aplastas!
Nicholas se paró rápidamente y me tendió la mano, la tome ocn desgano, todo lo que había hecho para que al final Liz no hubiera tenido su beso, todo por culpa de Nicholas.
— Hay habitaciones arriba — se burló Kevin, lo mire asesinamente — solo aclaraba
— Muy gracioso — comentó Nick sarcástico — Pero eso también va para ti, ¿Crees que no te…? — Ates de que pusiera a Kevin en una situación incómoda, le di un codazo y una mirada significativa, lo comprendió y se calló.
— Me quiero ir a casa ya — comenté
— Yo los llevo — se ofreció Kevin sonriendo a Liz
— ¡Nooo! — gritó de repente Nick. Todos lo miramos extrañados — Quiero decir, No porque yo las traje, sería poco caballeroso no llevarlas
— ¿En serio? — Apuntó Kevin un poco desilusionado al no poder llevar a Liz
— Por supuesto — sonrió Nick
— Bueno, entonces — Me aclaré la garganta y hablé para todos —… Adiós — agarré a Nicholas por la camisa de nuevo y lo halé.
— ¿Qué? — preguntó el muy estúpido al no comprender nada, lo miré significativamente, luego le guiñe un ojo a Liz quien lo comprendió todo inmediatamente.
— Me vas a tener que comprar una camisa nueva, esta está sucia y la has halado mucho
— ¿si? Pregúntame cuánto me importa
— ¡Hey!
— ¡eres un imbécil! — Le pegué un puño en el brazo, pero él ni se inmutó
— ¡Vaya novedad!
— ¿Qué estás ciego? ¿No ves que tu hermano y Liz se gustan?
— Por supuesto que si — contestó con tono obvio
— ¿y entonces? ¿Por qué diablos insistes en echarlo a perder? — Pregunté ya con la irritación asomando en mi tono de voz — contigo no se puede — Dije tocando mis sienes al notar que Nick se hacía el desentendido
— ¿Por qué no querías que nos llevara Kevin?
Nicholas Palideció
— Porque… ya lo dije, sería poco caballeroso, yo las traje, yo las llevo.
Sonreí, descifrando su expresión.
— No querías que yo le preguntara nada a Kevin sobre tu pequeño incidente con el vómito ¿no es así?
— Eso es ridículo — contestó a la defensiva
— Estoy de acuerdo contigo, es algo tan ridículo que no veo porque darle tanta importancia, así que le preguntaré a Kevin
— ¡No! — Reacciono inmediatamente — Déjalo así, Kevin no se acuerde, éramos muy pequeños
— Te estaré vigilando — Avisé — esto no me huele nada bien
— ¿no le preguntarás nada a Kevin?
— no — mentí — Por ahora — susurre pero él no me escucho, Kevin y Liz habían llegado.
— ¿Qué te..? — susurró en cuanto sintió que tire de su camisa, no alcanzó a terminar porque le tape la boca con mi mano y retrocedí, sin tener en cuenta que estábamos en un jardín con muchas piedras, tropecé con una, en mi intento por recuperar el equilibrio halé a Nicholas, pero lo único que logré con ello fue que él se precipitara sobre mi
— ¿Qué diabl..? — se acercó a nosotros Kevin, genial, habíamos interrumpido su momento
— ¡Jane! — Exclamó Liz
— ¿Por qué diablos…? — Me preguntó a modo de reproche Nick
— ¡Levántate! — Grité — ¡Me aplastas!
Nicholas se paró rápidamente y me tendió la mano, la tome ocn desgano, todo lo que había hecho para que al final Liz no hubiera tenido su beso, todo por culpa de Nicholas.
— Hay habitaciones arriba — se burló Kevin, lo mire asesinamente — solo aclaraba
— Muy gracioso — comentó Nick sarcástico — Pero eso también va para ti, ¿Crees que no te…? — Ates de que pusiera a Kevin en una situación incómoda, le di un codazo y una mirada significativa, lo comprendió y se calló.
— Me quiero ir a casa ya — comenté
— Yo los llevo — se ofreció Kevin sonriendo a Liz
— ¡Nooo! — gritó de repente Nick. Todos lo miramos extrañados — Quiero decir, No porque yo las traje, sería poco caballeroso no llevarlas
— ¿En serio? — Apuntó Kevin un poco desilusionado al no poder llevar a Liz
— Por supuesto — sonrió Nick
— Bueno, entonces — Me aclaré la garganta y hablé para todos —… Adiós — agarré a Nicholas por la camisa de nuevo y lo halé.
— ¿Qué? — preguntó el muy estúpido al no comprender nada, lo miré significativamente, luego le guiñe un ojo a Liz quien lo comprendió todo inmediatamente.
— Me vas a tener que comprar una camisa nueva, esta está sucia y la has halado mucho
— ¿si? Pregúntame cuánto me importa
— ¡Hey!
— ¡eres un imbécil! — Le pegué un puño en el brazo, pero él ni se inmutó
— ¡Vaya novedad!
— ¿Qué estás ciego? ¿No ves que tu hermano y Liz se gustan?
— Por supuesto que si — contestó con tono obvio
— ¿y entonces? ¿Por qué diablos insistes en echarlo a perder? — Pregunté ya con la irritación asomando en mi tono de voz — contigo no se puede — Dije tocando mis sienes al notar que Nick se hacía el desentendido
— ¿Por qué no querías que nos llevara Kevin?
Nicholas Palideció
— Porque… ya lo dije, sería poco caballeroso, yo las traje, yo las llevo.
Sonreí, descifrando su expresión.
— No querías que yo le preguntara nada a Kevin sobre tu pequeño incidente con el vómito ¿no es así?
— Eso es ridículo — contestó a la defensiva
— Estoy de acuerdo contigo, es algo tan ridículo que no veo porque darle tanta importancia, así que le preguntaré a Kevin
— ¡No! — Reacciono inmediatamente — Déjalo así, Kevin no se acuerde, éramos muy pequeños
— Te estaré vigilando — Avisé — esto no me huele nada bien
— ¿no le preguntarás nada a Kevin?
— no — mentí — Por ahora — susurre pero él no me escucho, Kevin y Liz habían llegado.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 21
"Jane Tiene un bebe"
— Estamos aquí reunidos, alumnos de último y penúltimo año, para dar comienzo a un nuevo proyecto — Habló el director, el señor Thomas, quien nos había citado a algunos al auditorio, me extrañe porque no vi a Liz ni a ninguna de mis amigas por ahí, tampoco estaba mi hermano, y se suponía que ahí estaban todos los de último y penúltimo año, pero yo solo pude divisar a unos cuantos compañeros, Chad y… Nick.
Los dos últimos caminaban hacia donde yo estaba y hablaban animadamente.
— Jane — dijo chace con una sonrisa depositando un beso en mi mejilla — veo que eres una de las afortunadas
— no se si afortunada sea la palabra, tengo mis dudas, no me gusta estar en un lugar sin saber el motivo
— Hola Jane — me sonrió Nick y se inclino para besar mi mejilla ¿Que le pasaba a ese? Somos enemigos, nunca había besado mi mejilla a modo de saludo, me obligue a normalizarme y sonreír
— Hola Nicholas
— ¿tienen alguna idea de para que es esto?
— No — respondí a la pregunta de chace — Y no me agrada
—Tranquila, no morirás de curiosidad, y no saberlo todo por una vez no te va a hacer daño
Fulmine a Nicholas con la mirada. Los chicos se sentaron, uno a cada lado de mi silla, me sentí extraña y un poco intimidada.
— Supongo que aquí estamos los mejores estudiantes
— ¡Que modesto! — sonrió Nick
— No lo creo — negué con la cabeza — ¿Ven a esa chica? — Señale a la pelinegra que entraba por la puerta. Nick y Chace asintieron — bueno, Tara no reprueba gimnasia porque tiene un cuerpo escultural que le sirve para alborotar las hormonas de los chicos, razón por la cual está en el equipo de voleyball sin la necesidad de mover un dedo; y pertenecer a un equipo es suficiente para aprobar gimnasia, pero les aseguro que es más inteligente mi hermano pequeño que ella; así que no apoyo tu teoría.
Nick y chace rieron
— Bueno, entonces somos los más cool del colegio, por eso estamos aquí
— no lo creo — negué riendo — Pero escuchemos mejor.
— Se preguntarán ¿Por qué están aquí? Bueno… — empezó el director — este es un selecto grupo de 32 estudiantes de penúltimo y último año ¿Por qué ustedes? Porque han sido elegidos por… el destino — Dijo en tono misterioso — Todo ha sido al azar, así que se puede considerar que ustedes son chicos con suerte.
Alguien entró con una gran caja, todos nos quedamos a la espera de observar que contenía esa caja.
— ¿acaso nos van a premiar por ser los más cool del colegio? — susurro chace, le di un golpe amistoso
— este es un nuevo proyecto de Sociología, por decirlo de alguna manera, un experimento.
— ¿Nos van a meter en una ruedita y nos van a poner queso fuera que la hagamos girar intentando alcanzar el queso?
— No, Mike — respondió el señor Thomas a mi compañero dirigiéndole una mirada significativa
— Este es un proyecto de concientización. No es un secreto que a su edad, 16, 17 y 18 años aproximadamente, se despierta un interés sexual o se afianza ese interés, comienzan a tener una vida sexual activa y se puede decir que por falta de interés para diferenciar lo bueno de lo malo, es cuando más vulnerables están.
— ¿Esto es un seminario de sexualidad? ¿es en serio? — me susurro Chace
— Si Chace, descubrieron que tú eres adicto al sexo
Sus mejillas se encendieron
— ¡Pero si soy Virgen! — ambos estallamos en carcajadas
— Supongamos que se van a una fiesta — Habló el señor Thomas — Se encuentran con la persona que tiene al lado — ambos me miraron pues la única persona que tenían al lado era yo. Éramos solo nosotros 3 en una fila, me sentí un poco incomoda.
— Se agradaron, se gustaron, Bebieron, Bailaron, tuvieron sexo.
Mis mejillas ardieron, según la historia... ¡yo había tenido sexo con Nick y chace!
— Lo siento chicos, no puedo acostarme con ambos, tendré que escoger — comenté divertida, si me ponía tan nervios solo imaginarme aquello, le podría algo de humor.
— Conmigo Jane, tenemos una cita esta noche — Me recordó chace, me puse nerviosa de inmediato
— No, conmigo, ¿te acuerdas que lo primero que hiciste cuando me viste fue saltarme encima? Esa es una buena razón
— ¿Qué? — preguntó Chace atónito
— ¡Me confundí! ¿okey? ¿Qué nunca lo vas a superar? ¡Fue solo un beso! Y ya no quiero seguir hablando de eso
Me centré en poner atención a lo que el director decía, estaba demasiado nerviosa como para mirar hacia otro lado
— Como decía, se despertaron al día siguiente, demasiado tomados como para recordar algo, pero a los pocos días… ¡Bum! ¡ella quedó embarazada!
— ¡¿Qué?! — susurre atónita. Yo, embarazada de Chace… o Nick, o ambos ¿Sería eso posible?
— El niño tiene que ser mío —Aseguró Chace
— O Mío — Nick sonrió burlonamente
A ellos les parecía gracioso, pero yo estaba nerviosa, muy nerviosa
— Nueve meses después — Prosiguió el director — Ella da a luz a un hermoso bebe, parecido a este… sacó de la caja un muñeco de juguete, pero que parecía un bebe real —… Este amigo, llora, come, defeca, llora, llora , llora, necesita todos los cuidados de un bebe normal, es como si les entregara un bebe humano, es como si tuvieran un hijo de verdad, solo que en vez de eso, es un muñeco robot. Solo hay 16 ejemplares.
— Parece real — comentó Chace en cuanto el robot empezó a llorar
— Demasiado real
— y lo mejor de todo — Dijo el señor Thomas — es que no se apaga, desactiva o daña.
Cogió un biberón, al parecer de juguete y alimento al muñeco que había estallado en un llanto un tanto irritante
— si quieren calmarlo, aliméntenlo, jueguen con él, cambien su pañal, pero nunca intenten tirarlo o hacer caso omiso de su llanto, es como un bebe normal
Todos asentimos. ¿En que nos estaban a punto de meter?
— ¿y todo esto es para…? — preguntó Mike — ¿con que objetivo?
— Con el objetivo de que estamos haciendo un estudio, bah, tu sabes, con el objetivo de que acaben tan agotados que no quieran cometer el error de no usar condón hasta que se casen.
— Eso es suficiente para mí — contestó Mike con una sonrisa — ¿De que va todo esto? ¿un muñeco de esos por pareja? ¿Qué ganamos nosotros con eso?
— Un bebé… — dijo mirando significativamente a Mike — Por pareja
Tara levantó la mano
— ¿Pueden ser dos chicas? — preguntó con tono inocente
— Si, seguro, si una de ustedes es hermafrodita. — Todos reímos — Tara. ¿Puedes dejar embarazada a otra chica? Porque si es así, genial, llévense su muñeco.
Todos volvimos a reír.
— Imbécil — susurro Tara
— Joven, podría callarse por un minuto, gracias. No, Tara, no pueden ser dos chicas, porque tratamos de hacerlo lo más real posible, las parejas son escogidas aleatoriamente, de hecho… Gracias — dijo de una manera my amable a la coordinadora — Las parejas ya están — miró el papel que al parecer contenía los nombres de las parejas, me tensé, en ese papel estaba el nombre del padre de mi hijo, solo esperaba que no me tocara con un imbécil.
Tara volvió a levantar la mano
— Si... Tara — respondió el director con tono cansino
— ¿los muñecos tienen sexo? ¿Hay niños y niñas? ¿Podemos escoger nosotros? Yo quiero una niña.
Esperamos la respuesta, era una pregunta mal formulada, pero con cierto sentido.
— no, Tara, para evitar inconvenientes, los bebes no están diferenciados por sexo alguno.
— Así que ninguno tiene..
— ¡Tara! — le gritaron unos cuantos, Nick Chace y yo solo reímos.
— Sigue sin responderme ¿Qué ganamos nosotros con eso?
— Gracias por recordarme, es una competencia, las dos parejas que más tiempo cuiden al bebé ganaran un premio, pero es sorpresa, solo les puedo decir que es un premio grande, así que vale la pena esforzarse.
— Genial — murmuré sarcástica
Mike, Chace, Nick, Riley, Tara y yo éramos los únicos, que después de una hora de aguantarnos las habladurías del director en el auditorio seguíamos ahí. Todos los demás habían salido con sus respectivas parejas y sus respectivas fichas con las que podrían reclamar sus bebes al terminar la jornada.
Habían tres chicos, Nick, Chace y Mike. Mike, gracioso pero demasiado extravagante, no me agradaría tener que compartir algo tan importante como un hijo con él, y ni hablar de Nicholas, así que estaba cruzando los dedos por que me tocara con Chace.
— Tara, tu vas con... — habló el director —… Mike
— ¡No puede ser en serio! — Exclamo Mike — ¡Pero señor Thomas…!
— Nada de peros dije, aceptará la pareja que se le fue asignada sin decir ni una sola palabra, es el destino, acéptelo como viene y de gracias porque quizá de esto sale algo bueno.
Mike salió refunfuñando del lugar. Y es que ¿a quien en su sano juicio le gustaría tener un hijo con Tara, omitiendo la parte del sexo? Nadie.
— Riley con…— La rubia asió su bolso y acomodó sus gafas en su lugar, era una chica hermosa, no tenía la necesidad de usar faldas cortas o exponer sus generosos pechos para demostrar su encanto, era inteligente y segura, sonrió a Chace cuando se acercó al director, el señor Thomas miro bien en su hoja, momento de ansiedad.
Si a ella le tocaba con Chace, era mi fin.
Con Nick, con Nick, con Nick.. por favor
— Con Chace
¡Maldición! Mire a Nicholas, me miraba sonriente. ¡Por el amor de Dios! ¡Tendría un hijo con la persona con quien no podía estar en un mismo cuarto sin querer arrancarle los ojos!
Los dos últimos caminaban hacia donde yo estaba y hablaban animadamente.
— Jane — dijo chace con una sonrisa depositando un beso en mi mejilla — veo que eres una de las afortunadas
— no se si afortunada sea la palabra, tengo mis dudas, no me gusta estar en un lugar sin saber el motivo
— Hola Jane — me sonrió Nick y se inclino para besar mi mejilla ¿Que le pasaba a ese? Somos enemigos, nunca había besado mi mejilla a modo de saludo, me obligue a normalizarme y sonreír
— Hola Nicholas
— ¿tienen alguna idea de para que es esto?
— No — respondí a la pregunta de chace — Y no me agrada
—Tranquila, no morirás de curiosidad, y no saberlo todo por una vez no te va a hacer daño
Fulmine a Nicholas con la mirada. Los chicos se sentaron, uno a cada lado de mi silla, me sentí extraña y un poco intimidada.
— Supongo que aquí estamos los mejores estudiantes
— ¡Que modesto! — sonrió Nick
— No lo creo — negué con la cabeza — ¿Ven a esa chica? — Señale a la pelinegra que entraba por la puerta. Nick y Chace asintieron — bueno, Tara no reprueba gimnasia porque tiene un cuerpo escultural que le sirve para alborotar las hormonas de los chicos, razón por la cual está en el equipo de voleyball sin la necesidad de mover un dedo; y pertenecer a un equipo es suficiente para aprobar gimnasia, pero les aseguro que es más inteligente mi hermano pequeño que ella; así que no apoyo tu teoría.
Nick y chace rieron
— Bueno, entonces somos los más cool del colegio, por eso estamos aquí
— no lo creo — negué riendo — Pero escuchemos mejor.
— Se preguntarán ¿Por qué están aquí? Bueno… — empezó el director — este es un selecto grupo de 32 estudiantes de penúltimo y último año ¿Por qué ustedes? Porque han sido elegidos por… el destino — Dijo en tono misterioso — Todo ha sido al azar, así que se puede considerar que ustedes son chicos con suerte.
Alguien entró con una gran caja, todos nos quedamos a la espera de observar que contenía esa caja.
— ¿acaso nos van a premiar por ser los más cool del colegio? — susurro chace, le di un golpe amistoso
— este es un nuevo proyecto de Sociología, por decirlo de alguna manera, un experimento.
— ¿Nos van a meter en una ruedita y nos van a poner queso fuera que la hagamos girar intentando alcanzar el queso?
— No, Mike — respondió el señor Thomas a mi compañero dirigiéndole una mirada significativa
— Este es un proyecto de concientización. No es un secreto que a su edad, 16, 17 y 18 años aproximadamente, se despierta un interés sexual o se afianza ese interés, comienzan a tener una vida sexual activa y se puede decir que por falta de interés para diferenciar lo bueno de lo malo, es cuando más vulnerables están.
— ¿Esto es un seminario de sexualidad? ¿es en serio? — me susurro Chace
— Si Chace, descubrieron que tú eres adicto al sexo
Sus mejillas se encendieron
— ¡Pero si soy Virgen! — ambos estallamos en carcajadas
— Supongamos que se van a una fiesta — Habló el señor Thomas — Se encuentran con la persona que tiene al lado — ambos me miraron pues la única persona que tenían al lado era yo. Éramos solo nosotros 3 en una fila, me sentí un poco incomoda.
— Se agradaron, se gustaron, Bebieron, Bailaron, tuvieron sexo.
Mis mejillas ardieron, según la historia... ¡yo había tenido sexo con Nick y chace!
— Lo siento chicos, no puedo acostarme con ambos, tendré que escoger — comenté divertida, si me ponía tan nervios solo imaginarme aquello, le podría algo de humor.
— Conmigo Jane, tenemos una cita esta noche — Me recordó chace, me puse nerviosa de inmediato
— No, conmigo, ¿te acuerdas que lo primero que hiciste cuando me viste fue saltarme encima? Esa es una buena razón
— ¿Qué? — preguntó Chace atónito
— ¡Me confundí! ¿okey? ¿Qué nunca lo vas a superar? ¡Fue solo un beso! Y ya no quiero seguir hablando de eso
Me centré en poner atención a lo que el director decía, estaba demasiado nerviosa como para mirar hacia otro lado
— Como decía, se despertaron al día siguiente, demasiado tomados como para recordar algo, pero a los pocos días… ¡Bum! ¡ella quedó embarazada!
— ¡¿Qué?! — susurre atónita. Yo, embarazada de Chace… o Nick, o ambos ¿Sería eso posible?
— El niño tiene que ser mío —Aseguró Chace
— O Mío — Nick sonrió burlonamente
A ellos les parecía gracioso, pero yo estaba nerviosa, muy nerviosa
— Nueve meses después — Prosiguió el director — Ella da a luz a un hermoso bebe, parecido a este… sacó de la caja un muñeco de juguete, pero que parecía un bebe real —… Este amigo, llora, come, defeca, llora, llora , llora, necesita todos los cuidados de un bebe normal, es como si les entregara un bebe humano, es como si tuvieran un hijo de verdad, solo que en vez de eso, es un muñeco robot. Solo hay 16 ejemplares.
— Parece real — comentó Chace en cuanto el robot empezó a llorar
— Demasiado real
— y lo mejor de todo — Dijo el señor Thomas — es que no se apaga, desactiva o daña.
Cogió un biberón, al parecer de juguete y alimento al muñeco que había estallado en un llanto un tanto irritante
— si quieren calmarlo, aliméntenlo, jueguen con él, cambien su pañal, pero nunca intenten tirarlo o hacer caso omiso de su llanto, es como un bebe normal
Todos asentimos. ¿En que nos estaban a punto de meter?
— ¿y todo esto es para…? — preguntó Mike — ¿con que objetivo?
— Con el objetivo de que estamos haciendo un estudio, bah, tu sabes, con el objetivo de que acaben tan agotados que no quieran cometer el error de no usar condón hasta que se casen.
— Eso es suficiente para mí — contestó Mike con una sonrisa — ¿De que va todo esto? ¿un muñeco de esos por pareja? ¿Qué ganamos nosotros con eso?
— Un bebé… — dijo mirando significativamente a Mike — Por pareja
Tara levantó la mano
— ¿Pueden ser dos chicas? — preguntó con tono inocente
— Si, seguro, si una de ustedes es hermafrodita. — Todos reímos — Tara. ¿Puedes dejar embarazada a otra chica? Porque si es así, genial, llévense su muñeco.
Todos volvimos a reír.
— Imbécil — susurro Tara
— Joven, podría callarse por un minuto, gracias. No, Tara, no pueden ser dos chicas, porque tratamos de hacerlo lo más real posible, las parejas son escogidas aleatoriamente, de hecho… Gracias — dijo de una manera my amable a la coordinadora — Las parejas ya están — miró el papel que al parecer contenía los nombres de las parejas, me tensé, en ese papel estaba el nombre del padre de mi hijo, solo esperaba que no me tocara con un imbécil.
Tara volvió a levantar la mano
— Si... Tara — respondió el director con tono cansino
— ¿los muñecos tienen sexo? ¿Hay niños y niñas? ¿Podemos escoger nosotros? Yo quiero una niña.
Esperamos la respuesta, era una pregunta mal formulada, pero con cierto sentido.
— no, Tara, para evitar inconvenientes, los bebes no están diferenciados por sexo alguno.
— Así que ninguno tiene..
— ¡Tara! — le gritaron unos cuantos, Nick Chace y yo solo reímos.
— Sigue sin responderme ¿Qué ganamos nosotros con eso?
— Gracias por recordarme, es una competencia, las dos parejas que más tiempo cuiden al bebé ganaran un premio, pero es sorpresa, solo les puedo decir que es un premio grande, así que vale la pena esforzarse.
— Genial — murmuré sarcástica
Mike, Chace, Nick, Riley, Tara y yo éramos los únicos, que después de una hora de aguantarnos las habladurías del director en el auditorio seguíamos ahí. Todos los demás habían salido con sus respectivas parejas y sus respectivas fichas con las que podrían reclamar sus bebes al terminar la jornada.
Habían tres chicos, Nick, Chace y Mike. Mike, gracioso pero demasiado extravagante, no me agradaría tener que compartir algo tan importante como un hijo con él, y ni hablar de Nicholas, así que estaba cruzando los dedos por que me tocara con Chace.
— Tara, tu vas con... — habló el director —… Mike
— ¡No puede ser en serio! — Exclamo Mike — ¡Pero señor Thomas…!
— Nada de peros dije, aceptará la pareja que se le fue asignada sin decir ni una sola palabra, es el destino, acéptelo como viene y de gracias porque quizá de esto sale algo bueno.
Mike salió refunfuñando del lugar. Y es que ¿a quien en su sano juicio le gustaría tener un hijo con Tara, omitiendo la parte del sexo? Nadie.
— Riley con…— La rubia asió su bolso y acomodó sus gafas en su lugar, era una chica hermosa, no tenía la necesidad de usar faldas cortas o exponer sus generosos pechos para demostrar su encanto, era inteligente y segura, sonrió a Chace cuando se acercó al director, el señor Thomas miro bien en su hoja, momento de ansiedad.
Si a ella le tocaba con Chace, era mi fin.
Con Nick, con Nick, con Nick.. por favor
— Con Chace
¡Maldición! Mire a Nicholas, me miraba sonriente. ¡Por el amor de Dios! ¡Tendría un hijo con la persona con quien no podía estar en un mismo cuarto sin querer arrancarle los ojos!
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 22
"Joe: Declaración de Guerra"
Miré hacia la puerta mientras esta se abría y por ella entraba Chace, me había inquietado cuando llamaron a ese peculiar grupo al auditorio, no es que estuviera muy interesado en las actividades escolares, de hecho había dado Gracias al cielo cuando mi nombre no fue llamado, pero me preguntaba ¿para que querían en ese lugar a Nick, Chace y Jane? El hecho de que el trió estuviera involucrado y que yo no hubiera sido mencionado, me intrigaba. No es que sea alguien egoísta, lo que sucede es que casi siempre cuando mencionaban a algún grupo (no tengo que incluir que mi nombre extrañamente siempre resultaba en la lista) era para dar algún llamado de atención, así que me sorprendió que esta vez no me llamaran, claro que podía vivir con ello.
—Espera me siento, me preparo para la agradable clase de literatura, y luego te cuento — Me dijo Chace con una sonrisa, solo mi mejor amigo me conocía de esa manera. Me encogí de hombros omitiendo la súplica que quería hacer cuando se estaba volviendo insoportable la curiosidad.
Efectivamente, después de hacer todo lo que dijo que haría, Chace se volteó y me soltó la bomba: — Voy a tener un hijo
Lo miré incrédulo, pero estaba sonriendo.
— ¿Qué no eras virgen? — pregunté aún incrédulo, no es que a chace le gustara mucho cotillear, pero si hubiera tenido su primera experiencia sexual, seguro me lo hubiera contado.
— Y lo soy, esto ha sido obra del espíritu santo — me miró sonriente
— Vaya imbécil — lo fulminé con la mirada — ¿Quién es la desafortunada?
— Riley — contestó sonriendo. Riley, Riley, no, definitivamente no aparece en mi agenda mental, ante mi cara de confusión Chace me aclaró: — Esta con tu hermana, rubia, de gafas, recatada pero muy hermosa— Mostré cara de interés ante la descripción de mi amigo, siempre había dicho que aparte de hacer ver a las mujeres intelectuales, las gafas les agregaban un cierto atractivo. Chace me fulminó con la mirada — Es la madre de mi hijo, cuidado gilipollas.
Reí fuertemente. En ese momento, Nick entraba por la puerta con una sonrisa burlona en el rostro, sonrisa que por experiencia se obtiene cuando haces enfadar a Jane, yo lo sabía, la había portado muchas veces en mi vida.
Se sentó en su lugar, detrás de mí, y suspiro pesadamente.
— Voy a tener un hijo con Jane — al decir las palabras en un tono que parecía que estuviera anunciando su funeral, no pudo reprimir una sonrisa. Lo miré asesinamente.
— Espero que, al igual que Chace, sea obra del espíritu santo, porque de lo contrario no vivirás para contarlo.
Ambos me miraron asustados, Nick por la promesa de muerte que se palpaba en el aire, y Chace… ¿Por qué demonios me estaba mirando así Chace?
— ¿En serio? ¿Me estas jodiendo? ¿Te estas portando como un hermano protector?
Fulmine a Chace con la mirada. Claro que era un hermano protector, Jane, aunque lo suficientemente madura para su edad, era mi hermanita y es no cambiaría nunca.
— Por supuesto imbécil, y tu no te sorprendas tanto, que estoy enterado de que tienes una cita con mi hermana hoy en la noche, te cuidado con eso
— Es verdad — Su rostro se iluminó, parece que le agradaba la idea de salir con mi hermana más de lo que temía a mi amenaza, reprimí una maldición. — Tendré que pedirle a Riley que cuide del bebe hoy.
— Respecto a eso — dijo Nick son una sonrisa demasiado amplia — No podrá ser
— ¿Por qué? — lo miramos incrédulos
— Porque me he negado a cuidar del robot o muñeco o lo que sea, tengo cosas más interesantes que hacer
— ¿Qué te dijo Jane en cuanto te negaste a cuidar de su querido hijo? — pregunté ansioso por saber que había pasado, cuando Nick hace enfadar a Jane, nada bueno puede resultar de ello.
— Me dijo que era un bastardo infeliz, que se las pagaría y me propino unos cuantos golpes enfadados en el brazo, a decir verdad duele un poco — movió su brazo izquierdo arriba y abajo — Pero me repondré para esta noche, noche en la que no cuidare de ese bebe.
— ¡Pero es tu bebe! — protestó chace, quien se veía gravemente afectado por la falta de cooperación de Nicholas — ¡Tienes que cuidarlo!
— ¿Ah si? — Enarcó una ceja Nick — ¿y porque tu no cuidas del tuyo?
Solté unas risitas, hablaban como auténticos padres despreocupados totalmente de sus hijos.
— ¡Porque tengo una cita importante! — casi chilló Chace. Nick lo miró con los ojos entrecerrados
— Yo también
— ¿ah si? ¿Y con quien?
— Con Mel
No lo podía creer, mi mandíbula casi rozó mi pupitre
— ¿Qué?
— Upps, lo siento amigo, pero tengo una cita con Mel.
— ¿si sabes que yo aposte con Kevin que la invitaba a salir antes que Kevin a Liz no?
— Lo se
— ¿si sabes que te voy a acecinar en cuanto salgamos de aquí?
— Lo se
— Bien
Me encogí de hombros en mi puesto y miré hacia el tablero, había tensión en el ambiente, todo estaba silencioso, al parecer el único que quería seguir hablando era Nicholas, que seguía comentando estupideces sin que chace o yo le prestáramos la más mínima atención, ambos estábamos enfadados con él, cada uno tenía sus propias razones.
Última clase del día, todos estábamos lo suficientemente cansados y aburridos como para prestar atención, además algunos estaban muy ocupados mirando el reloj cada dos segundos, si a eso le sumamos que es viernes, lo que indica que las ansias por salir y no volver al colegio hasta el lunes son muchas, se puede decir que no estábamos entendiendo nada de lo que la profesora de filosofía estaba hablando.
— Pst. Pst — me llamó Chace — ¿crees que ha algún modo de persuadir a Nicholas para que no arruine mi cita con Jane?
— Me gustaría, pero no lo creo. Igual mi hermana es inteligente, no creo que se deje amedrentar por Nicholas, puede que sigua con la misma cara de querer masacrar a alguien que tenía en el almuerzo, pero se estará ingeniando algo, te lo puedo asegurar.
La sonrisa de Chace se amplio.
— Ojalá. He planeado esta cita muy detalladamente, no quisiera que nada lo arruinara
Vi ilusión en sus ojos, cosa que me alarmó al instante.
— ¿Por qué? — pregunté
— ¿Por qué, que?
— ¿Por qué invitaste a mi hermana a salir?
Se quedó pensando unos segundos
— Porque quería — Lo miré sin creerle — Porque últimamente he visto en Jane algo nuevo, y me motivé para invitarla a salir, me dio mucha alegría cuando me dijo que si, y ya, no estamos en un interrogatorio, de acuerdo. Me intimidas
— Debe ser porque soy y serio cuando se trata de mi hermana pequeña
— Ella es más madura que tú Joe
— Lo se, diablos, pero se supone que eso es lo que debo hacer, protegerla ¿no se supone que eso es lo que hacen los hermanos mayores? — chace asintió dándome la razón, lastimosamente él nunca podría confirmarlo, su único hermano tenía veinticuatro años, demasiado grande como para despertar el instinto protector en Chace. — ¿te gusta mi hermana? — le pregunté de repente, yendo al meollo de todo.
— No lo sé, en parte esta cita es para descubrir si me gusta o no.
— ¿Qué pasa si no lo descubres en esta cita? — alcé una ceja, escéptico.
— Lo haré en otra — sonrió — no te preocupes Joe, no le haré lo mismo que Matt, demonios, ni siquiera hemos comenzado una relación.
Y mientras el timbre sonaba, me dejó ahí con mi incertidumbre, si, mi mejor amigo lo había intuido, lo único que me preocupaba era que alguien le hiciera a mi hermana algo similar a lo de Matt, no podría soportar verla así.
Esperé a Nick que estaba un poco rezagado, seguramente evitándome, pero no lo consiguió.
— Miller
— Jonas
No me agradaba la idea de que saliera con Mel, de verdad que no, pero no lo manifesté e intenté con otros argumentos.
— Estoy seguro de que Jane no se quedará con los brazos cruzados, creo que la mente de mi hermana está planeando hacer algo, pero ella va a esa cita con chace aunque sea lo último que haga. La conozco
Nick no parecía perturbado
— ¿y que puede hacer? Cuidar al robot toda la tarde y en la noche llevarlo a mi casa, cuando yo no esté y tener que devolverse con él, no lo creo.
— Estoy seguro que eso es lo último que haría. Jane es más astuta que eso, además es demasiado obstinada, te lo digo por experiencia amigo.
— Sé que al bebe no lo puede dejar tirado, ¿no se supone que las chicas son más sensibles respecto a eso? A mi no me importaría dejar ese robot tirado siempre y cuando no me moleste con su espeluznante llanto, a ella si le importaría.
Me reí, por vengarse de Nicholas y dado que se trata de un muñeco, Jane si que podría.
Vimos que Riley (si es correcta la descripción que Chace hizo de ella) caminaba hacia nosotros con el ceño fruncido mientras examinaba el muñeco que hacía las veces de su hijo. Casi choca con nosotros por venir distraída, pero nos apartamos.
— Hola, soy Joe — me presenté, pues la había visto en repetidas ocasiones por ahí, pero no me había tomado la molestia de hablarle.
— Lo se, Joe el amigo de Chace.
Vaya, alguien nos había estado observando.
— Chicos, eh ¿han visto a Chace?
En ese momento chace llega a su lado, respirado agitadamente.
— ¡Riley! Te estaba buscando, me preguntaba si podrías cuidarlo hoy que tengo una cita con Jane e la noche y… — Era impresión mía o en los azules ojos de Riley (que ya no estaban protegidos por sus gafas) se mostró un asomo de desilusión. Quizá lo había soñado.
— Claro — dijo ella sin más, que dispuesta a cooperar, Chace sonrió alegremente.
— ¡Que bien! Gracias, entonces, hasta el lunes. — comentó alejándose
— Un momento — declaró la rubia — No lo cuidare de Gratis, tenía planes para esta noche y los cancelaré por ti, te espero mañana a las 9 en mi casa para que recojas a nuestro hijo y lo cuides todo el fin de semana
— ¿Qué? — preguntó Chace atónito, Nick y yo reímos.
— Es eso o no hay trato
La bocina del auto de Chace sonó, volteamos para ver quién estaba ahí pero no había nadie. Chace se apuró.
—Está bien — aceptó a regañadientes —Adiós chicos.
— ¿Tu cuidaras de tu bebe Nick? — preguntó Riley en cuanto el auto de Chace dejaba el parqueadero
— Oh, por supuesto que no — sentenció. — No sé como hará Jane, pero yo no cuidare ese bebe, tal vez lo lleve a la cita con Chace.
— Pero no has reclamado tu bebe, si no lo haces puedes llegar a perder una nota, es una actividad institucional y blah blah... por lo menos eso fue lo que dijo el director a quienes no querían ni intentarlo
— Lo se, estoy esperando por Jane, es ella quien tiene la ficha con el numero de nuestro robot.
— ¿Jane? — Preguntó una voz a nuestras espaldas, era Liz — Ella se fue con Chace, me pidió que te diera esta ficha, dice que reclames el bebe y que lo cuides hoy, que ni te creas que te vas a salir con la tuya imbécil, palabras textuales — sonrió
Vi como la cara de Nick se ponía roja, Jane lo había dejado con el bebé.
— Maldición
Liz le entregó la ficha a Nicholas, quien la tomo y se alejó rojo de la ira.
— Lo suponía — dije — Me lo suponía
Cuando Nick volvió, todavía tenía una cara sombría y llevaba el muñeco guardado en su maleta, le sobresalía la cabeza y las manos, cuando estuvo lo suficientemente cerca y lo observé mejor, Dios, parecía un bebe real.
— Esto no se va a quedar así — sentenció — Esto no se queda así — Señalo a Riley — No puedo creer que nosotros dos tengamos que cuidar este robot que llora incluso peor que un bebe de verdad mientras esos dos están acaramelados en una cita, no lo permitiré, y tu tampoco
— No me agrada la sensación, pero no quiero tomar represarías.
— Oh, a mi me encantaría — dijo Nick con una mirada siniestra — Y tú, Joe, nos vas a ayudar.
—Espera me siento, me preparo para la agradable clase de literatura, y luego te cuento — Me dijo Chace con una sonrisa, solo mi mejor amigo me conocía de esa manera. Me encogí de hombros omitiendo la súplica que quería hacer cuando se estaba volviendo insoportable la curiosidad.
Efectivamente, después de hacer todo lo que dijo que haría, Chace se volteó y me soltó la bomba: — Voy a tener un hijo
Lo miré incrédulo, pero estaba sonriendo.
— ¿Qué no eras virgen? — pregunté aún incrédulo, no es que a chace le gustara mucho cotillear, pero si hubiera tenido su primera experiencia sexual, seguro me lo hubiera contado.
— Y lo soy, esto ha sido obra del espíritu santo — me miró sonriente
— Vaya imbécil — lo fulminé con la mirada — ¿Quién es la desafortunada?
— Riley — contestó sonriendo. Riley, Riley, no, definitivamente no aparece en mi agenda mental, ante mi cara de confusión Chace me aclaró: — Esta con tu hermana, rubia, de gafas, recatada pero muy hermosa— Mostré cara de interés ante la descripción de mi amigo, siempre había dicho que aparte de hacer ver a las mujeres intelectuales, las gafas les agregaban un cierto atractivo. Chace me fulminó con la mirada — Es la madre de mi hijo, cuidado gilipollas.
Reí fuertemente. En ese momento, Nick entraba por la puerta con una sonrisa burlona en el rostro, sonrisa que por experiencia se obtiene cuando haces enfadar a Jane, yo lo sabía, la había portado muchas veces en mi vida.
Se sentó en su lugar, detrás de mí, y suspiro pesadamente.
— Voy a tener un hijo con Jane — al decir las palabras en un tono que parecía que estuviera anunciando su funeral, no pudo reprimir una sonrisa. Lo miré asesinamente.
— Espero que, al igual que Chace, sea obra del espíritu santo, porque de lo contrario no vivirás para contarlo.
Ambos me miraron asustados, Nick por la promesa de muerte que se palpaba en el aire, y Chace… ¿Por qué demonios me estaba mirando así Chace?
— ¿En serio? ¿Me estas jodiendo? ¿Te estas portando como un hermano protector?
Fulmine a Chace con la mirada. Claro que era un hermano protector, Jane, aunque lo suficientemente madura para su edad, era mi hermanita y es no cambiaría nunca.
— Por supuesto imbécil, y tu no te sorprendas tanto, que estoy enterado de que tienes una cita con mi hermana hoy en la noche, te cuidado con eso
— Es verdad — Su rostro se iluminó, parece que le agradaba la idea de salir con mi hermana más de lo que temía a mi amenaza, reprimí una maldición. — Tendré que pedirle a Riley que cuide del bebe hoy.
— Respecto a eso — dijo Nick son una sonrisa demasiado amplia — No podrá ser
— ¿Por qué? — lo miramos incrédulos
— Porque me he negado a cuidar del robot o muñeco o lo que sea, tengo cosas más interesantes que hacer
— ¿Qué te dijo Jane en cuanto te negaste a cuidar de su querido hijo? — pregunté ansioso por saber que había pasado, cuando Nick hace enfadar a Jane, nada bueno puede resultar de ello.
— Me dijo que era un bastardo infeliz, que se las pagaría y me propino unos cuantos golpes enfadados en el brazo, a decir verdad duele un poco — movió su brazo izquierdo arriba y abajo — Pero me repondré para esta noche, noche en la que no cuidare de ese bebe.
— ¡Pero es tu bebe! — protestó chace, quien se veía gravemente afectado por la falta de cooperación de Nicholas — ¡Tienes que cuidarlo!
— ¿Ah si? — Enarcó una ceja Nick — ¿y porque tu no cuidas del tuyo?
Solté unas risitas, hablaban como auténticos padres despreocupados totalmente de sus hijos.
— ¡Porque tengo una cita importante! — casi chilló Chace. Nick lo miró con los ojos entrecerrados
— Yo también
— ¿ah si? ¿Y con quien?
— Con Mel
No lo podía creer, mi mandíbula casi rozó mi pupitre
— ¿Qué?
— Upps, lo siento amigo, pero tengo una cita con Mel.
— ¿si sabes que yo aposte con Kevin que la invitaba a salir antes que Kevin a Liz no?
— Lo se
— ¿si sabes que te voy a acecinar en cuanto salgamos de aquí?
— Lo se
— Bien
Me encogí de hombros en mi puesto y miré hacia el tablero, había tensión en el ambiente, todo estaba silencioso, al parecer el único que quería seguir hablando era Nicholas, que seguía comentando estupideces sin que chace o yo le prestáramos la más mínima atención, ambos estábamos enfadados con él, cada uno tenía sus propias razones.
Última clase del día, todos estábamos lo suficientemente cansados y aburridos como para prestar atención, además algunos estaban muy ocupados mirando el reloj cada dos segundos, si a eso le sumamos que es viernes, lo que indica que las ansias por salir y no volver al colegio hasta el lunes son muchas, se puede decir que no estábamos entendiendo nada de lo que la profesora de filosofía estaba hablando.
— Pst. Pst — me llamó Chace — ¿crees que ha algún modo de persuadir a Nicholas para que no arruine mi cita con Jane?
— Me gustaría, pero no lo creo. Igual mi hermana es inteligente, no creo que se deje amedrentar por Nicholas, puede que sigua con la misma cara de querer masacrar a alguien que tenía en el almuerzo, pero se estará ingeniando algo, te lo puedo asegurar.
La sonrisa de Chace se amplio.
— Ojalá. He planeado esta cita muy detalladamente, no quisiera que nada lo arruinara
Vi ilusión en sus ojos, cosa que me alarmó al instante.
— ¿Por qué? — pregunté
— ¿Por qué, que?
— ¿Por qué invitaste a mi hermana a salir?
Se quedó pensando unos segundos
— Porque quería — Lo miré sin creerle — Porque últimamente he visto en Jane algo nuevo, y me motivé para invitarla a salir, me dio mucha alegría cuando me dijo que si, y ya, no estamos en un interrogatorio, de acuerdo. Me intimidas
— Debe ser porque soy y serio cuando se trata de mi hermana pequeña
— Ella es más madura que tú Joe
— Lo se, diablos, pero se supone que eso es lo que debo hacer, protegerla ¿no se supone que eso es lo que hacen los hermanos mayores? — chace asintió dándome la razón, lastimosamente él nunca podría confirmarlo, su único hermano tenía veinticuatro años, demasiado grande como para despertar el instinto protector en Chace. — ¿te gusta mi hermana? — le pregunté de repente, yendo al meollo de todo.
— No lo sé, en parte esta cita es para descubrir si me gusta o no.
— ¿Qué pasa si no lo descubres en esta cita? — alcé una ceja, escéptico.
— Lo haré en otra — sonrió — no te preocupes Joe, no le haré lo mismo que Matt, demonios, ni siquiera hemos comenzado una relación.
Y mientras el timbre sonaba, me dejó ahí con mi incertidumbre, si, mi mejor amigo lo había intuido, lo único que me preocupaba era que alguien le hiciera a mi hermana algo similar a lo de Matt, no podría soportar verla así.
Esperé a Nick que estaba un poco rezagado, seguramente evitándome, pero no lo consiguió.
— Miller
— Jonas
No me agradaba la idea de que saliera con Mel, de verdad que no, pero no lo manifesté e intenté con otros argumentos.
— Estoy seguro de que Jane no se quedará con los brazos cruzados, creo que la mente de mi hermana está planeando hacer algo, pero ella va a esa cita con chace aunque sea lo último que haga. La conozco
Nick no parecía perturbado
— ¿y que puede hacer? Cuidar al robot toda la tarde y en la noche llevarlo a mi casa, cuando yo no esté y tener que devolverse con él, no lo creo.
— Estoy seguro que eso es lo último que haría. Jane es más astuta que eso, además es demasiado obstinada, te lo digo por experiencia amigo.
— Sé que al bebe no lo puede dejar tirado, ¿no se supone que las chicas son más sensibles respecto a eso? A mi no me importaría dejar ese robot tirado siempre y cuando no me moleste con su espeluznante llanto, a ella si le importaría.
Me reí, por vengarse de Nicholas y dado que se trata de un muñeco, Jane si que podría.
Vimos que Riley (si es correcta la descripción que Chace hizo de ella) caminaba hacia nosotros con el ceño fruncido mientras examinaba el muñeco que hacía las veces de su hijo. Casi choca con nosotros por venir distraída, pero nos apartamos.
— Hola, soy Joe — me presenté, pues la había visto en repetidas ocasiones por ahí, pero no me había tomado la molestia de hablarle.
— Lo se, Joe el amigo de Chace.
Vaya, alguien nos había estado observando.
— Chicos, eh ¿han visto a Chace?
En ese momento chace llega a su lado, respirado agitadamente.
— ¡Riley! Te estaba buscando, me preguntaba si podrías cuidarlo hoy que tengo una cita con Jane e la noche y… — Era impresión mía o en los azules ojos de Riley (que ya no estaban protegidos por sus gafas) se mostró un asomo de desilusión. Quizá lo había soñado.
— Claro — dijo ella sin más, que dispuesta a cooperar, Chace sonrió alegremente.
— ¡Que bien! Gracias, entonces, hasta el lunes. — comentó alejándose
— Un momento — declaró la rubia — No lo cuidare de Gratis, tenía planes para esta noche y los cancelaré por ti, te espero mañana a las 9 en mi casa para que recojas a nuestro hijo y lo cuides todo el fin de semana
— ¿Qué? — preguntó Chace atónito, Nick y yo reímos.
— Es eso o no hay trato
La bocina del auto de Chace sonó, volteamos para ver quién estaba ahí pero no había nadie. Chace se apuró.
—Está bien — aceptó a regañadientes —Adiós chicos.
— ¿Tu cuidaras de tu bebe Nick? — preguntó Riley en cuanto el auto de Chace dejaba el parqueadero
— Oh, por supuesto que no — sentenció. — No sé como hará Jane, pero yo no cuidare ese bebe, tal vez lo lleve a la cita con Chace.
— Pero no has reclamado tu bebe, si no lo haces puedes llegar a perder una nota, es una actividad institucional y blah blah... por lo menos eso fue lo que dijo el director a quienes no querían ni intentarlo
— Lo se, estoy esperando por Jane, es ella quien tiene la ficha con el numero de nuestro robot.
— ¿Jane? — Preguntó una voz a nuestras espaldas, era Liz — Ella se fue con Chace, me pidió que te diera esta ficha, dice que reclames el bebe y que lo cuides hoy, que ni te creas que te vas a salir con la tuya imbécil, palabras textuales — sonrió
Vi como la cara de Nick se ponía roja, Jane lo había dejado con el bebé.
— Maldición
Liz le entregó la ficha a Nicholas, quien la tomo y se alejó rojo de la ira.
— Lo suponía — dije — Me lo suponía
Cuando Nick volvió, todavía tenía una cara sombría y llevaba el muñeco guardado en su maleta, le sobresalía la cabeza y las manos, cuando estuvo lo suficientemente cerca y lo observé mejor, Dios, parecía un bebe real.
— Esto no se va a quedar así — sentenció — Esto no se queda así — Señalo a Riley — No puedo creer que nosotros dos tengamos que cuidar este robot que llora incluso peor que un bebe de verdad mientras esos dos están acaramelados en una cita, no lo permitiré, y tu tampoco
— No me agrada la sensación, pero no quiero tomar represarías.
— Oh, a mi me encantaría — dijo Nick con una mirada siniestra — Y tú, Joe, nos vas a ayudar.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 23
"Jane Se sale con la suya"
Tomé el camino largo a casa, con Chace. En el auto, nos dirigimos a un centro comercial y Mientras intentaba convencer a Chace que haberle dejado el muñeco a Riley no estaba mal y que Nick no estaba muy enojado (cosa que ni yo misma me creía), disfrutamos de unos deliciosos helados; no es que me agradara especialmente estar con Chace, lo cual sería mentira si dijera que no, porque es un chico muy agradable, pero mi principal motivo para no llegar a casa temprano y evitar que alguna catástrofe suceda con mi hermanito y mi padre, era que probablemente Nick me podría estar esperando en la puerta, con una cubeta de agua fría y el muñeco para delegarme a mi todas las responsabilidades que por ley son de los dos. Así que mejor tomar el camino largo y darle espacio a Nick que se canse de esperar, aunque conociéndolo lo más leve que podría maquinar su mente sería esperarme en mi casa, de seguro intentará tramar algo, y eso me dejaba un poco inquieta.
— Por nuestro ingenio — le dije a Chace levantando mi copa de helado de Chocolate — Porque somos invencibles — Chace me dedicó una sonrisa nerviosa
— Salud — comió una cucharada de su helado de Vainilla, pero no se veía muy seguro
— ¡Animo compañero! — lo animé dándole un amistoso golpe en el brazo — no es el fin del mundo
— Pero podría serlo — dijo y me miro un poco apagado — No puedo creer que deje a mi esposa y mi hijo plantado por verme con una mujer
— Primero que todo, Riley no es tu esposa — espeté seriamente
— ¿Celosa? — alzó una ceja, divertido
— Para nada — conteste con autosuficiencia — ..y segundo, no es tu hijo, es un robot que nos entregaron quien sabe bajo que efecto de que sustancia alucinógena para que lo cuidáramos, como es un proyecto en pareja y nosotros ya teníamos planes desde hace mucho, les toca a ellos, nosotros podemos cuidarlos el otro fin de semana y ya está. ¿Algún problema con eso? No — pero Chace no estaba muy convencido — Riley tenía algún plan?
— Así que lo haya mencionado, no, pero cuando le pregunte que si accedía, me dijo que pospondría lo que tenía que hacer.
— ¿Ves? Ningún problema.
— Pero creo que Nick si tenía planes — comentó escéptico
— ¿Si? Pues ni me interesa
— Tenía una cita con Mel, no tengo idea de quien es, pero creo que por eso se negó a cuidar al bebe.
— ¿Qué? — pregunté sorprendida, aunque no debería, desde que conocí a esos dos sabía que algo se traían, aunque sentí cierto júbilo al saberme causante del fracaso de su cita. — No importa, esto es el mundo real, gana el más astuto, y parece que esta vez gané yo.
Chace sonrió, al parecer convencido.
Cuando llegue a casa, me encontré a Joe en el porche, acababa de llegar. Lo llamé y me escandalizó el reto que vi en su mirada, pero lo ignoré y seguí mi camino.
— ¿Qué ha pasado?
— ¿a que te refieres? — se hizo el desentendido
— ¡A Nicholas tonto!
— Nada, se enfado mucho, pero luego lo superó y dijo que lo tendrías que cuidar toda la otra semana
— ¿Qué? — pregunté, no se si sorprendida de que Nick no hubiera querido tomar represarías o por el hecho de que me tocaba fingir que era madre de un robot que me alteraba los nervios
— Lo que oyes, lo tendrás que cuidar
— No te creo — lo miré escéptica — La parte en la que Nick lo superó, el no lo superaría
— Pues créelo mejor, porque te hice un favor al negarme a traer el muñeco, como me lo había pedido Nick en un principio.
Sonreí irónicamente
— Me conoces demasiado bien, si lo hubieras hecho no lo había cuidado, te lo había encargado a ti y te hubiera dicho “lo cuidas tu por ponerte de mensajero”
Joe rió
— Mejor entremos y asegurémonos que mi padre no ha dejado todo hecho un desastre, como acostumbra. Una semana y no ha podido, vaya modelo a seguir.
Entramos. No había nadie en casa.
Pero no me pareció especialmente alarmante.
—¿Por qué no revisamos la casa? — e propuso Joe, ya sabíamos de antemano lo que sucedía si los dos llegábamos tarde a casa, cuando entrábamos la casa estaba hecha un desastre, como ya había ocurrido.
El otro día el baño parecía haber estado bajo los efectos de un bombardeo. El suelo mojado estaba cubierto de toallas, y alrededor del váter se hallaban desperdigadas un montón de herramientas, como si alguien hubiera abandonado la habitación precipitadamente. Eso o algo similar ocurría cuando no estábamos para supervisar las acciones de mi padre.
Volvía a bajar.
—¿Dónde está el pequeño? —pregunté.
Desgraciadamente, tuve la respuesta enseguida, porque justo en ese momento entró el fontanero hecho una furia. Llevaba a Joe bajo el brazo y, con la mano libre, arrastraba a Jake, el perro, detrás de sí.
Hizo caso omiso de nosotros y se encaminó directamente a la cocina. Una vez allí sentó a Joe en una silla, tiró de la correa que el perro todavía llevaba sujeta a su collar y ató a mi hermano pequeño a la silla.
Cuando hubo terminado, se dio la vuelta y dijo:
—Decidle a vuestro padre que un fontanero no es una canguro. Termino con el baño y me marcho, ¡pero no se os ocurra volver a llamarme si vuestra madre no está en casa! ¡Me da lo mismo que haya una urgencia!
Se fue al cuarto de baño hecho una furia y se puso a trabajar sin dejar de refunfuñar:
Joseph aguardaba con los brazos cruzados:
—¡Ya te lo dije! ¡Tenemos que deshacernos de nuestro padre!
—Pero ¿qué ha pasado? —le pregunté a mi hermano pequeño.
El renacuajo estaba radiante.
—¡Fue súper guay! Primero me escapé yo, luego Puschel, luego otra vez yo y luego los dos. Y el hombre siempre consiguió encontrarnos. Sabe mucho.
—¿Dónde está papá?
—Se ha ido a comprar. Por eso le dijo a este hombre que me cuidara —dijo Joaquín.
Vaya, papá se lo toma bastante a la ligera.
—Dime, ¿por qué llevas aún el pijama? ¿Y por qué tu pantalón está mojado?
Mientras tanto, debajo de la silla, se había formado un pequeño charco.
—Estaba en el lavabo y, cuando el hombre lo sacó de ahí, me lo puse para que Volviera a secarse.
Al parecer, Joseph no había estado exagerando en cuanto a la magnitud del problema, había que actuar rápido o un día llegaríamos y encontraríamos a mi hermanito carbonizado.
Ya no pregunté nada más, solté a mini Joe y me fui con él hacia arriba. Naturalmente, Jake nos acompañó: primero porque el collar se había enredado en el pie de Joe y segundo porque Jake seguía a mi hermano allá donde fuera.
—Vete —le dije intentando ahuyentar al monstruo.
Pero Jake no reaccionó.
—Dile al perro que se quede abajo —le ordené a Joe
—No te lo aconsejo —repuso mi hermano moviendo la cabeza con vehemencia.
—¿Por qué no?
El pequeño se inclinó hacia mí y susurro:
—No hay que quitarle los ojos de encima porque a la mínima se pierde.
—¡Ah!
***
Mi lista de Razones contra el amor estaba evolucionando, de verdad. Ahora tenía unas cuantas razones para agregar a la lista “Si te enamoras te encuentras con la pasión, que puede llevar al sexo, que puede llevar a, bueno, a muchas cosas” entre esas cosas un bebé, claro que es algo hipotético, porque hasta ahora no me he enamorado y tengo un bebe con quien menos lo pensé.
Me arreglé para mi cita con Chace y cuide de Joe y su perro que parecía no querer despegársele a mi hermano pequeño de por vida, hablé por teléfono con Liz quien me contaba los pormenores de la actitud de Nick, que como yo intuía, era sospechosa, en todo ese tiempo, mi padre no regresó, ya me estaba empezando a preocupar, se acercaba la hora de que Chace llegara por mi, y mi padre no había llegado aún.
Después de más o menos dos horas y media, papá volvió radiante y de muy buen humor.
—Vaya, hijos, creedme, llevar la casa es una aventura. Y la compra ni os cuento. Venga, ayudadme a descargar el coche. Vais a alucinar con la buena compra que he hecho.
Alucinábamos de verdad. Papá había descubierto que hacen un descuento si se compran grandes cantidades. Y, al ver las ofertas, parece que se entusiasmó. Había comprado toneladas de comida.
Estaba atónita. Joaquín estaba encantado.
—Ahora tenemos nuestra propia tienda —dijo emocionado sin parar de rodear las montañas de comida que se apilaban en nuestra cocina. Y al rato preguntó
—: ¿Puedo estar en caja?
—No lo vamos a vender —le comuniqué; aunque, de hecho la idea no estaba nada mal. Y, dirigiéndome a mi padre, empecé a decirle con la intención de darle a entender con cuidado que debería cambiar sus hábitos de compra—: ¡Papá, esto no puede ser!
—Mamá sólo hace previsiones para un par de días —me interrumpió mi padre— y… precisamente por eso siempre se está quejando: «Ay, no paro de comprar; ay, no tengo tiempo para nada más.» Lo reorganizaré todo según nuevos criterios.
Dejé vagar la mirada por la cocina. Apenas nos podíamos mover:
—No sé si esto será la solución.
—No te preocupes, ya me encargaré de eso. Ahora será mejor que me ayudes — dijo, y me dio un montón de frascos de condimentos.
Sonó el timbre, pero nadie se dio cuenta. Estábamos demasiado ocupados guardando las provisiones. Así que cuando mini Joe entró a la cocina diciendo: «Es para ti», me asusté.
—¡Chace! —Me había olvidado por completo de él—. ¡Un momento!
Primero tuve que colocar la canela y los clavos que tenía en la mano. Con el codo conseguí abrir la puerta del armario. Entonces, dos huevos que en realidad no tenían nada que hacer allí salieron a mi encuentro. Estaban crudos. Lo supe porque se reventaron en el suelo de la cocina. Me agaché con el ánimo de salvar lo que pudiese, pero todavía sujetaba con las manos un montón de frascos de especias. Primero tuve que colocarlos en el armario como había previsto. Volví a levantarme y me golpeé la cabeza contra la puerta del armario. ¡Hay que ver lo que dolía! Tanto que se me cayó un frasco y, al dar con el suelo, se rompió enseguida y se mezcló con los huevos crudos.
Chace aguardaba apoyado en la puerta observándome con interés. No era lo que habíamos previsto en nuestro plan, pensé, pero quizás, aún no estaba todo perdido.
Desgraciadamente, mi padre entró justo en aquel momento.
—Vaya, ¡Chace! Encantado de verte de nuevo por acá. ¿Van a salir chicos? — dijo saludando alegremente a Chace con un fuerte apretón de manos.
—En realidad, saldré con Jane —le corrigió Chace amablemente. Aunque se podía notar un deje de nerviosismo en su voz.
—¡Ahhh…!
Mi padre estaba sorprendido de verdad.
—¡Estas saliendo con Chace! —Exclamó y, dirigiéndose a mí, añadió—: No sabía que ya tuvieses novio de nuevo. Supongo que es lo mejor, no te vas a quedar viata solo por temor a que te rompan el corazón de nuevo...
¡Oh, no! Esto no me lo merecía. Me retorcí interiormente de vergüenza y de dolor.
—No es mi novio —le solté muy enfadada, y clavé los ojos en la mezcla de huevos-condimento.
—Bueno —dijo mi padre de buen humor—. ¡Mientras hay vida, hay esperanza!
Para animarme, me dio unas palmaditas en la espalda y me empujó hacia Chace.
—¡Qué os divirtáis! Ya lo limpiaré yo. Al fin y al cabo soy el amo de casa.
Sabía que mi padre no actuaba de mala fe, pero en aquel momento decidí que, durante el día, su lugar era el despacho, no la casa.
— Perdona por eso — le dije a Chace muy apenada — Mi padre padece algúna clase de síndrome de Down
Ambos reímos
— No te preocupes, mis padres son así a veces — sonrió — ¿Lista?
— Claro — tomé su mano y nos dirigimos a su auto, hacia una velada prometedora. Por supuesto que no se me quitaba de la cabeza el que Nick estuviera tramando algo, aparte ese pensamiento con un encogimiento de hombros y me propuse disfrutar de mi triunfo y la noche con Chace, no todos los días logras engañar a Nick Miller.
— Por nuestro ingenio — le dije a Chace levantando mi copa de helado de Chocolate — Porque somos invencibles — Chace me dedicó una sonrisa nerviosa
— Salud — comió una cucharada de su helado de Vainilla, pero no se veía muy seguro
— ¡Animo compañero! — lo animé dándole un amistoso golpe en el brazo — no es el fin del mundo
— Pero podría serlo — dijo y me miro un poco apagado — No puedo creer que deje a mi esposa y mi hijo plantado por verme con una mujer
— Primero que todo, Riley no es tu esposa — espeté seriamente
— ¿Celosa? — alzó una ceja, divertido
— Para nada — conteste con autosuficiencia — ..y segundo, no es tu hijo, es un robot que nos entregaron quien sabe bajo que efecto de que sustancia alucinógena para que lo cuidáramos, como es un proyecto en pareja y nosotros ya teníamos planes desde hace mucho, les toca a ellos, nosotros podemos cuidarlos el otro fin de semana y ya está. ¿Algún problema con eso? No — pero Chace no estaba muy convencido — Riley tenía algún plan?
— Así que lo haya mencionado, no, pero cuando le pregunte que si accedía, me dijo que pospondría lo que tenía que hacer.
— ¿Ves? Ningún problema.
— Pero creo que Nick si tenía planes — comentó escéptico
— ¿Si? Pues ni me interesa
— Tenía una cita con Mel, no tengo idea de quien es, pero creo que por eso se negó a cuidar al bebe.
— ¿Qué? — pregunté sorprendida, aunque no debería, desde que conocí a esos dos sabía que algo se traían, aunque sentí cierto júbilo al saberme causante del fracaso de su cita. — No importa, esto es el mundo real, gana el más astuto, y parece que esta vez gané yo.
Chace sonrió, al parecer convencido.
Cuando llegue a casa, me encontré a Joe en el porche, acababa de llegar. Lo llamé y me escandalizó el reto que vi en su mirada, pero lo ignoré y seguí mi camino.
— ¿Qué ha pasado?
— ¿a que te refieres? — se hizo el desentendido
— ¡A Nicholas tonto!
— Nada, se enfado mucho, pero luego lo superó y dijo que lo tendrías que cuidar toda la otra semana
— ¿Qué? — pregunté, no se si sorprendida de que Nick no hubiera querido tomar represarías o por el hecho de que me tocaba fingir que era madre de un robot que me alteraba los nervios
— Lo que oyes, lo tendrás que cuidar
— No te creo — lo miré escéptica — La parte en la que Nick lo superó, el no lo superaría
— Pues créelo mejor, porque te hice un favor al negarme a traer el muñeco, como me lo había pedido Nick en un principio.
Sonreí irónicamente
— Me conoces demasiado bien, si lo hubieras hecho no lo había cuidado, te lo había encargado a ti y te hubiera dicho “lo cuidas tu por ponerte de mensajero”
Joe rió
— Mejor entremos y asegurémonos que mi padre no ha dejado todo hecho un desastre, como acostumbra. Una semana y no ha podido, vaya modelo a seguir.
Entramos. No había nadie en casa.
Pero no me pareció especialmente alarmante.
—¿Por qué no revisamos la casa? — e propuso Joe, ya sabíamos de antemano lo que sucedía si los dos llegábamos tarde a casa, cuando entrábamos la casa estaba hecha un desastre, como ya había ocurrido.
El otro día el baño parecía haber estado bajo los efectos de un bombardeo. El suelo mojado estaba cubierto de toallas, y alrededor del váter se hallaban desperdigadas un montón de herramientas, como si alguien hubiera abandonado la habitación precipitadamente. Eso o algo similar ocurría cuando no estábamos para supervisar las acciones de mi padre.
Volvía a bajar.
—¿Dónde está el pequeño? —pregunté.
Desgraciadamente, tuve la respuesta enseguida, porque justo en ese momento entró el fontanero hecho una furia. Llevaba a Joe bajo el brazo y, con la mano libre, arrastraba a Jake, el perro, detrás de sí.
Hizo caso omiso de nosotros y se encaminó directamente a la cocina. Una vez allí sentó a Joe en una silla, tiró de la correa que el perro todavía llevaba sujeta a su collar y ató a mi hermano pequeño a la silla.
Cuando hubo terminado, se dio la vuelta y dijo:
—Decidle a vuestro padre que un fontanero no es una canguro. Termino con el baño y me marcho, ¡pero no se os ocurra volver a llamarme si vuestra madre no está en casa! ¡Me da lo mismo que haya una urgencia!
Se fue al cuarto de baño hecho una furia y se puso a trabajar sin dejar de refunfuñar:
Joseph aguardaba con los brazos cruzados:
—¡Ya te lo dije! ¡Tenemos que deshacernos de nuestro padre!
—Pero ¿qué ha pasado? —le pregunté a mi hermano pequeño.
El renacuajo estaba radiante.
—¡Fue súper guay! Primero me escapé yo, luego Puschel, luego otra vez yo y luego los dos. Y el hombre siempre consiguió encontrarnos. Sabe mucho.
—¿Dónde está papá?
—Se ha ido a comprar. Por eso le dijo a este hombre que me cuidara —dijo Joaquín.
Vaya, papá se lo toma bastante a la ligera.
—Dime, ¿por qué llevas aún el pijama? ¿Y por qué tu pantalón está mojado?
Mientras tanto, debajo de la silla, se había formado un pequeño charco.
—Estaba en el lavabo y, cuando el hombre lo sacó de ahí, me lo puse para que Volviera a secarse.
Al parecer, Joseph no había estado exagerando en cuanto a la magnitud del problema, había que actuar rápido o un día llegaríamos y encontraríamos a mi hermanito carbonizado.
Ya no pregunté nada más, solté a mini Joe y me fui con él hacia arriba. Naturalmente, Jake nos acompañó: primero porque el collar se había enredado en el pie de Joe y segundo porque Jake seguía a mi hermano allá donde fuera.
—Vete —le dije intentando ahuyentar al monstruo.
Pero Jake no reaccionó.
—Dile al perro que se quede abajo —le ordené a Joe
—No te lo aconsejo —repuso mi hermano moviendo la cabeza con vehemencia.
—¿Por qué no?
El pequeño se inclinó hacia mí y susurro:
—No hay que quitarle los ojos de encima porque a la mínima se pierde.
—¡Ah!
***
Mi lista de Razones contra el amor estaba evolucionando, de verdad. Ahora tenía unas cuantas razones para agregar a la lista “Si te enamoras te encuentras con la pasión, que puede llevar al sexo, que puede llevar a, bueno, a muchas cosas” entre esas cosas un bebé, claro que es algo hipotético, porque hasta ahora no me he enamorado y tengo un bebe con quien menos lo pensé.
Me arreglé para mi cita con Chace y cuide de Joe y su perro que parecía no querer despegársele a mi hermano pequeño de por vida, hablé por teléfono con Liz quien me contaba los pormenores de la actitud de Nick, que como yo intuía, era sospechosa, en todo ese tiempo, mi padre no regresó, ya me estaba empezando a preocupar, se acercaba la hora de que Chace llegara por mi, y mi padre no había llegado aún.
Después de más o menos dos horas y media, papá volvió radiante y de muy buen humor.
—Vaya, hijos, creedme, llevar la casa es una aventura. Y la compra ni os cuento. Venga, ayudadme a descargar el coche. Vais a alucinar con la buena compra que he hecho.
Alucinábamos de verdad. Papá había descubierto que hacen un descuento si se compran grandes cantidades. Y, al ver las ofertas, parece que se entusiasmó. Había comprado toneladas de comida.
Estaba atónita. Joaquín estaba encantado.
—Ahora tenemos nuestra propia tienda —dijo emocionado sin parar de rodear las montañas de comida que se apilaban en nuestra cocina. Y al rato preguntó
—: ¿Puedo estar en caja?
—No lo vamos a vender —le comuniqué; aunque, de hecho la idea no estaba nada mal. Y, dirigiéndome a mi padre, empecé a decirle con la intención de darle a entender con cuidado que debería cambiar sus hábitos de compra—: ¡Papá, esto no puede ser!
—Mamá sólo hace previsiones para un par de días —me interrumpió mi padre— y… precisamente por eso siempre se está quejando: «Ay, no paro de comprar; ay, no tengo tiempo para nada más.» Lo reorganizaré todo según nuevos criterios.
Dejé vagar la mirada por la cocina. Apenas nos podíamos mover:
—No sé si esto será la solución.
—No te preocupes, ya me encargaré de eso. Ahora será mejor que me ayudes — dijo, y me dio un montón de frascos de condimentos.
Sonó el timbre, pero nadie se dio cuenta. Estábamos demasiado ocupados guardando las provisiones. Así que cuando mini Joe entró a la cocina diciendo: «Es para ti», me asusté.
—¡Chace! —Me había olvidado por completo de él—. ¡Un momento!
Primero tuve que colocar la canela y los clavos que tenía en la mano. Con el codo conseguí abrir la puerta del armario. Entonces, dos huevos que en realidad no tenían nada que hacer allí salieron a mi encuentro. Estaban crudos. Lo supe porque se reventaron en el suelo de la cocina. Me agaché con el ánimo de salvar lo que pudiese, pero todavía sujetaba con las manos un montón de frascos de especias. Primero tuve que colocarlos en el armario como había previsto. Volví a levantarme y me golpeé la cabeza contra la puerta del armario. ¡Hay que ver lo que dolía! Tanto que se me cayó un frasco y, al dar con el suelo, se rompió enseguida y se mezcló con los huevos crudos.
Chace aguardaba apoyado en la puerta observándome con interés. No era lo que habíamos previsto en nuestro plan, pensé, pero quizás, aún no estaba todo perdido.
Desgraciadamente, mi padre entró justo en aquel momento.
—Vaya, ¡Chace! Encantado de verte de nuevo por acá. ¿Van a salir chicos? — dijo saludando alegremente a Chace con un fuerte apretón de manos.
—En realidad, saldré con Jane —le corrigió Chace amablemente. Aunque se podía notar un deje de nerviosismo en su voz.
—¡Ahhh…!
Mi padre estaba sorprendido de verdad.
—¡Estas saliendo con Chace! —Exclamó y, dirigiéndose a mí, añadió—: No sabía que ya tuvieses novio de nuevo. Supongo que es lo mejor, no te vas a quedar viata solo por temor a que te rompan el corazón de nuevo...
¡Oh, no! Esto no me lo merecía. Me retorcí interiormente de vergüenza y de dolor.
—No es mi novio —le solté muy enfadada, y clavé los ojos en la mezcla de huevos-condimento.
—Bueno —dijo mi padre de buen humor—. ¡Mientras hay vida, hay esperanza!
Para animarme, me dio unas palmaditas en la espalda y me empujó hacia Chace.
—¡Qué os divirtáis! Ya lo limpiaré yo. Al fin y al cabo soy el amo de casa.
Sabía que mi padre no actuaba de mala fe, pero en aquel momento decidí que, durante el día, su lugar era el despacho, no la casa.
— Perdona por eso — le dije a Chace muy apenada — Mi padre padece algúna clase de síndrome de Down
Ambos reímos
— No te preocupes, mis padres son así a veces — sonrió — ¿Lista?
— Claro — tomé su mano y nos dirigimos a su auto, hacia una velada prometedora. Por supuesto que no se me quitaba de la cabeza el que Nick estuviera tramando algo, aparte ese pensamiento con un encogimiento de hombros y me propuse disfrutar de mi triunfo y la noche con Chace, no todos los días logras engañar a Nick Miller.
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 24
"Joe: Loca cita triple"
Al fin se habían ido. Observé sonriente como Nicholas salía de entre los arbustos tapando con su mano la boca del muñeco, prácticamente ahogándolo, en caso de que un robot necesite respirar.
— ¿No crees que en caso de que el bebe quiera llorar tiene un parlante o algo? No es como si fuera un bebe de verdad que no llora si le tapas la boca. El sonido debe salir por otro lado
— Cállate ya. — Me dirigió una mirada asesina —Mel espera en el auto, como lo prometí te la traje engañada, ella cree que vamos a comer pizza o algo. Es algo que normalmente hacemos, solo que no sabe que vas tú, de lo contrario no hubiera venido.
— Aún no puedo creer que me hayas mentido sobre tu cita con Mel, debí haber adivinado que ella no vería nada en ti, pero como un estúpido creí que ustedes eran más que amigos —tomé mi abrigo —Claro que nunca podría resistirse a esto —Me señale completo —Jamás me cambiaría por eso.
Nick soltó un bufido cuando lo señalé
—A veces me sorprende lo grande que es tu ego. ¿Por qué no dejas de hablar y me dices hacia dónde van? —Me miró asesinamente cuando no respondí — ¿No sabes a donde van no es cierto?
—Si que lo se. Chace es mi mejor amigo, no te olvides, puedo sacarle cualquier tipo información. Pero estoy pensando en cambiarme de bando. Al fin y al cabo, tú me debes muchas, como la vez que Mel me dio un cubo en el parque y quedé como un tonto, o la vez que me hiciste castigar por el profesor de matemática, creo que eres tú a quien debo dar su merecido. Jane lo único que ha hecho es ser una buena hermana y ayudarme con la tarea que he tenido que entregar esta mañana a causa de perderme la clase por estar en un castigo por tu culpa
Nick rodo los ojos con un gesto exasperado.
—Mira, primero que todo, el castigo no fue mi culpa, fue tuya por hablar hasta por los codos. Segundo, ya te pedí disculpas por lo del cubo, me pareció gracioso así que en ese momento no pensé. Y último pero no más importante, en mi auto espera la chica que quieres invitar a salir, que ha venido hasta aquí engañada y hoy por fin vas a tener una cita con ella, gracias a mi, pero todo a cambio que me digas a dónde va a llevar Chace a Jane, así de simple. Ahora, si te quieres olvidar de todo esto, me voy con Mel y la llevo a comer la pizza que le prometí.
—¿Y que haces con el robot? — pregunté con una ceja alzada. Divertido a saber que por dentro no estaba tan sereno como lo aparentaba por fuera, él necesitaba urgentemente una venganza contra Jane, y su única opción es obviamente pedirme ayuda.
— ¡No lo sé! ¡Demonios Joseph! Solo te digo… —Se acercó con aire amenazador
— No pareces muy amenazante con un bebe en la mano, más bien pareces un niño que vino a jugar
Me fulminó con la mirada
—Solo te digo.. — repitió haciendo caso omiso de mi burla —Que Kevin por fin iba a armarse de valor e iba a invitar a Liz a salir, si mal no recuerdo tu tienes una apuesta con él ¿No? —Sonrió con ironía —Bueno, pues creo que te está ganando, amigo.
Maldito infeliz. Sonreí perspicaz.
—Touché
En cuanto nos dirigíamos al auto, una cabellera hermosamente rubia se distinguió en la oscuridad. Era Riley. ¡Y vaya si estaba hermosa! Venía refunfuñando y tenía el muñeco colgando de una mano. Su cabello rubio se ondeaba por la brisa propia a las siete de la noche, y sus pantalones pitillo blanco le daban un aire estilizado, sin mencionar que no llevaba las gafas. Era realmente linda. Nick y yo nos miramos extrañados.
— Sabía que los encontraría acá chicos, no puedo lidiar con este monstruo un día más ¡Casi pierdo mi trabajo en el intento!
— ¿Trabajas? —Preguntamos Nick y yo al unísono.
—Si, en un café cerca de mi casa, van muchos chicos universitarios, y hoy, ya que es viernes, me tocaba el turno de la tarde, y hubiera recibido algo más de dinero si pudiera haber cogido el turno de la noche también. ¡Pero claro! Tenía que lidiar con este pequeño adefesio que lloró toda la tarde y no me dejó trabajar; hasta el punto tal que mi tío, quien es el dueño del café ¡Me sacó! Y me dijo que fuera a cuidar a mi muñeco, que no se lo aguantaba. Así que no perdamos el tiempo, vamos a buscar a ese imbécil de Chad y le voy a entregar este puñetero muñeco, que resulta demasiado cansino para mí.
— ¡Vaya! Y tú eras la pacífica —Comenté sonriente, Riley me fulminó con la mirada y se fue prácticamente echando humo hacia el auto de los vecinos.
—¡Ese no es! —Le gritó Nicholas. Riley se devolvió más irritada de lo que estaba (Si es posible) y caminó junto a nosotros hasta llegar a la camioneta de Nick.
Cuando llegamos, pasé mi brazo por encima de los hombros de Riley. Ella me miró extrañada.
—Tranquila —susurre —no estoy insinuando nada, solo sígueme el juego ¿Quieres?
Ella se encogió de hombros al tiempo que en la boca de Mel se formaba una gran “O”. Sonreí, no se si su asombro era producto de verme con Riley, o si era producto de solamente verme.
—Nicholas Jerry Miller —Soltó —Me has mentido ¡Este ególatra si venía! ¡Pero como no se me ha ocurrido antes! Esa invitación tuya tan fuera de lugar para invitarme a salir me extrañó. ¡Pero si siempre comemos Pizza en tu cuarto y vemos películas hasta que nos duelen los ojos!
—Mel, esto no es por ti ¿Ya? Es por Jane. Necesito vengarme de ella, vamos a comer… lo que sea que esos dos vayan a comer. No te estoy estafando, y después te comprare una Pizza para ti sola. Y podemos ver películas, pero en este mismo momento necesito hacer esto. Y la única manera en que lo conseguiría es si tú venías conmigo, Joe me lo pidió.
Nicholas se subió al auto bajo mi atónita mirada ¡Se suponía que no le contaría nada! Mel me dirigió una mirada exasperada.
—Ella es Riley —Fue el único pensamiento coherente que atiné a elaborar
—Si, me he dado cuenta
—Tranquila amiga, no me metas en tu drama…—dijo Riley subiéndose al auto, no se dejaba intimidar por nadie la rubia. —Solo voy a entregarle este adefesio a Chace, cuándo me deshaga de él, son todos tuyos los chicos.
—Yo no…—comentó contrariada Mel y con las mejillas encendidas ante la posibilidad que había comentado Riley de que ella quisiera quedarse con los dos —Puedo enseñarte como cuidarlo —Señaló al robot
—¿Sabes como hacerlo?
—Si, yo, lo cuidé toda la tarde por Nick.
—¡Eso es injusto! —Comenté yo —Se supone que es Nicholas quien debe cuidar del bebé. No ponerte a ti.
—Calla Joseph —Nick me miró por el espejo retrovisor —¿Por qué no le dices eso mismo a tu hermana? Es ella quien debe cuidarlo, no ponerme a mí.
—No fue gran cosa —Dijo Mel interrumpiendo lo que yo pudiera tener pesado decir a favor de mi hermana —en realidad fue algo divertido, no me pasaré los siguientes viernes haciéndolo, pero fue bueno. Aprendí que es muy sensible en la planta de los pies, cuando llora le haces cosquillas ahí y se calla, y también otras cosas.
—¿Cómo que? —Preguntó Riley —Sinceramente no creo que haya nada que pueda hacer para que se calle, cuando llora es como si se activara un llorómetro, quiero decir que nunca para, es como si no tuviera un tiempo límite o se le acabara la batería ¿Qué tengo que hacer? ¿Amamantarlo como si fuera mi hijo de verdad?
Mel estalló en carcajadas, se bajó de asiento del copiloto y subió atrás con Riley, antes de que yo pudiera hacerlo, no me quedó más que subirme adelante con Nick.
—A Chace si que le gustaría ver a mi hermanita amamantar tu bebé
Comenté mientras Nicholas encendía el motor y se incorporaba en el tráfico.
—Ni que lo digas
Pizza Bortelli. Nicholas apagó el motor y me miró ceñudo.
—¿Es en serio? —Preguntó —La trajo a comer Pizza en su primera cita
—No, el nombre es muy literal, pero en verdad este es un restaurante de comida italiana, la favorita de Jane. Es amante de los espaguetis. Además —comenté mientras bajaba de la camioneta —Es uno de los mejores de la ciudad.
—Bueno, le prometí Pizza a Mel, así que esto hará las cosas más fáciles.
—Seguro
Mel y Riley habían congeniado inmediatamente, todo el camino habían estado hablando del bebe-robot y ahora a Riley le parecía una estupenda idea aprender los trucos para cuidarlo bien.
Susurre a Mel—Me sorprende tu capacidad de convencimiento, ahora Riley parece ilusionada con la idea del bebé
—Lo que te debería sorprender es lo graciosos que se ven esos dos. Tan apurados están por arruinar la cita de Jane y Chace, que barbaridad.
Mi mirada se dirigió hacia donde lo hacia la de Mel. Nicholas parecía un poseso intentando alcanzar lo más rápido posible la entrada, el bebe colgaba de su mano, y Riley iba detrás de Nicholas aminorando el paso para que nadie se diera cuenta de su desesperado intento por llegar lo más rápido posible a la cita.
—La cosa es que, no puedo saber si esos dos están así por venganza por lo de los bebes, o porque en realidad quieren arruinar la cita.
—En serio los chicos no son nada perceptivos. —Comentó Mel con aires de superioridad. —Es obvio.
—¿Qué? —Susurré, pero por supuesto ya me había quedado completamente solo. Sintiéndome como un tonto al lado del auto de Nick, corrí hacia donde todos se apiñaban en la entrada.
— ¿No crees que en caso de que el bebe quiera llorar tiene un parlante o algo? No es como si fuera un bebe de verdad que no llora si le tapas la boca. El sonido debe salir por otro lado
— Cállate ya. — Me dirigió una mirada asesina —Mel espera en el auto, como lo prometí te la traje engañada, ella cree que vamos a comer pizza o algo. Es algo que normalmente hacemos, solo que no sabe que vas tú, de lo contrario no hubiera venido.
— Aún no puedo creer que me hayas mentido sobre tu cita con Mel, debí haber adivinado que ella no vería nada en ti, pero como un estúpido creí que ustedes eran más que amigos —tomé mi abrigo —Claro que nunca podría resistirse a esto —Me señale completo —Jamás me cambiaría por eso.
Nick soltó un bufido cuando lo señalé
—A veces me sorprende lo grande que es tu ego. ¿Por qué no dejas de hablar y me dices hacia dónde van? —Me miró asesinamente cuando no respondí — ¿No sabes a donde van no es cierto?
—Si que lo se. Chace es mi mejor amigo, no te olvides, puedo sacarle cualquier tipo información. Pero estoy pensando en cambiarme de bando. Al fin y al cabo, tú me debes muchas, como la vez que Mel me dio un cubo en el parque y quedé como un tonto, o la vez que me hiciste castigar por el profesor de matemática, creo que eres tú a quien debo dar su merecido. Jane lo único que ha hecho es ser una buena hermana y ayudarme con la tarea que he tenido que entregar esta mañana a causa de perderme la clase por estar en un castigo por tu culpa
Nick rodo los ojos con un gesto exasperado.
—Mira, primero que todo, el castigo no fue mi culpa, fue tuya por hablar hasta por los codos. Segundo, ya te pedí disculpas por lo del cubo, me pareció gracioso así que en ese momento no pensé. Y último pero no más importante, en mi auto espera la chica que quieres invitar a salir, que ha venido hasta aquí engañada y hoy por fin vas a tener una cita con ella, gracias a mi, pero todo a cambio que me digas a dónde va a llevar Chace a Jane, así de simple. Ahora, si te quieres olvidar de todo esto, me voy con Mel y la llevo a comer la pizza que le prometí.
—¿Y que haces con el robot? — pregunté con una ceja alzada. Divertido a saber que por dentro no estaba tan sereno como lo aparentaba por fuera, él necesitaba urgentemente una venganza contra Jane, y su única opción es obviamente pedirme ayuda.
— ¡No lo sé! ¡Demonios Joseph! Solo te digo… —Se acercó con aire amenazador
— No pareces muy amenazante con un bebe en la mano, más bien pareces un niño que vino a jugar
Me fulminó con la mirada
—Solo te digo.. — repitió haciendo caso omiso de mi burla —Que Kevin por fin iba a armarse de valor e iba a invitar a Liz a salir, si mal no recuerdo tu tienes una apuesta con él ¿No? —Sonrió con ironía —Bueno, pues creo que te está ganando, amigo.
Maldito infeliz. Sonreí perspicaz.
—Touché
En cuanto nos dirigíamos al auto, una cabellera hermosamente rubia se distinguió en la oscuridad. Era Riley. ¡Y vaya si estaba hermosa! Venía refunfuñando y tenía el muñeco colgando de una mano. Su cabello rubio se ondeaba por la brisa propia a las siete de la noche, y sus pantalones pitillo blanco le daban un aire estilizado, sin mencionar que no llevaba las gafas. Era realmente linda. Nick y yo nos miramos extrañados.
— Sabía que los encontraría acá chicos, no puedo lidiar con este monstruo un día más ¡Casi pierdo mi trabajo en el intento!
— ¿Trabajas? —Preguntamos Nick y yo al unísono.
—Si, en un café cerca de mi casa, van muchos chicos universitarios, y hoy, ya que es viernes, me tocaba el turno de la tarde, y hubiera recibido algo más de dinero si pudiera haber cogido el turno de la noche también. ¡Pero claro! Tenía que lidiar con este pequeño adefesio que lloró toda la tarde y no me dejó trabajar; hasta el punto tal que mi tío, quien es el dueño del café ¡Me sacó! Y me dijo que fuera a cuidar a mi muñeco, que no se lo aguantaba. Así que no perdamos el tiempo, vamos a buscar a ese imbécil de Chad y le voy a entregar este puñetero muñeco, que resulta demasiado cansino para mí.
— ¡Vaya! Y tú eras la pacífica —Comenté sonriente, Riley me fulminó con la mirada y se fue prácticamente echando humo hacia el auto de los vecinos.
—¡Ese no es! —Le gritó Nicholas. Riley se devolvió más irritada de lo que estaba (Si es posible) y caminó junto a nosotros hasta llegar a la camioneta de Nick.
Cuando llegamos, pasé mi brazo por encima de los hombros de Riley. Ella me miró extrañada.
—Tranquila —susurre —no estoy insinuando nada, solo sígueme el juego ¿Quieres?
Ella se encogió de hombros al tiempo que en la boca de Mel se formaba una gran “O”. Sonreí, no se si su asombro era producto de verme con Riley, o si era producto de solamente verme.
—Nicholas Jerry Miller —Soltó —Me has mentido ¡Este ególatra si venía! ¡Pero como no se me ha ocurrido antes! Esa invitación tuya tan fuera de lugar para invitarme a salir me extrañó. ¡Pero si siempre comemos Pizza en tu cuarto y vemos películas hasta que nos duelen los ojos!
—Mel, esto no es por ti ¿Ya? Es por Jane. Necesito vengarme de ella, vamos a comer… lo que sea que esos dos vayan a comer. No te estoy estafando, y después te comprare una Pizza para ti sola. Y podemos ver películas, pero en este mismo momento necesito hacer esto. Y la única manera en que lo conseguiría es si tú venías conmigo, Joe me lo pidió.
Nicholas se subió al auto bajo mi atónita mirada ¡Se suponía que no le contaría nada! Mel me dirigió una mirada exasperada.
—Ella es Riley —Fue el único pensamiento coherente que atiné a elaborar
—Si, me he dado cuenta
—Tranquila amiga, no me metas en tu drama…—dijo Riley subiéndose al auto, no se dejaba intimidar por nadie la rubia. —Solo voy a entregarle este adefesio a Chace, cuándo me deshaga de él, son todos tuyos los chicos.
—Yo no…—comentó contrariada Mel y con las mejillas encendidas ante la posibilidad que había comentado Riley de que ella quisiera quedarse con los dos —Puedo enseñarte como cuidarlo —Señaló al robot
—¿Sabes como hacerlo?
—Si, yo, lo cuidé toda la tarde por Nick.
—¡Eso es injusto! —Comenté yo —Se supone que es Nicholas quien debe cuidar del bebé. No ponerte a ti.
—Calla Joseph —Nick me miró por el espejo retrovisor —¿Por qué no le dices eso mismo a tu hermana? Es ella quien debe cuidarlo, no ponerme a mí.
—No fue gran cosa —Dijo Mel interrumpiendo lo que yo pudiera tener pesado decir a favor de mi hermana —en realidad fue algo divertido, no me pasaré los siguientes viernes haciéndolo, pero fue bueno. Aprendí que es muy sensible en la planta de los pies, cuando llora le haces cosquillas ahí y se calla, y también otras cosas.
—¿Cómo que? —Preguntó Riley —Sinceramente no creo que haya nada que pueda hacer para que se calle, cuando llora es como si se activara un llorómetro, quiero decir que nunca para, es como si no tuviera un tiempo límite o se le acabara la batería ¿Qué tengo que hacer? ¿Amamantarlo como si fuera mi hijo de verdad?
Mel estalló en carcajadas, se bajó de asiento del copiloto y subió atrás con Riley, antes de que yo pudiera hacerlo, no me quedó más que subirme adelante con Nick.
—A Chace si que le gustaría ver a mi hermanita amamantar tu bebé
Comenté mientras Nicholas encendía el motor y se incorporaba en el tráfico.
—Ni que lo digas
Pizza Bortelli. Nicholas apagó el motor y me miró ceñudo.
—¿Es en serio? —Preguntó —La trajo a comer Pizza en su primera cita
—No, el nombre es muy literal, pero en verdad este es un restaurante de comida italiana, la favorita de Jane. Es amante de los espaguetis. Además —comenté mientras bajaba de la camioneta —Es uno de los mejores de la ciudad.
—Bueno, le prometí Pizza a Mel, así que esto hará las cosas más fáciles.
—Seguro
Mel y Riley habían congeniado inmediatamente, todo el camino habían estado hablando del bebe-robot y ahora a Riley le parecía una estupenda idea aprender los trucos para cuidarlo bien.
Susurre a Mel—Me sorprende tu capacidad de convencimiento, ahora Riley parece ilusionada con la idea del bebé
—Lo que te debería sorprender es lo graciosos que se ven esos dos. Tan apurados están por arruinar la cita de Jane y Chace, que barbaridad.
Mi mirada se dirigió hacia donde lo hacia la de Mel. Nicholas parecía un poseso intentando alcanzar lo más rápido posible la entrada, el bebe colgaba de su mano, y Riley iba detrás de Nicholas aminorando el paso para que nadie se diera cuenta de su desesperado intento por llegar lo más rápido posible a la cita.
—La cosa es que, no puedo saber si esos dos están así por venganza por lo de los bebes, o porque en realidad quieren arruinar la cita.
—En serio los chicos no son nada perceptivos. —Comentó Mel con aires de superioridad. —Es obvio.
—¿Qué? —Susurré, pero por supuesto ya me había quedado completamente solo. Sintiéndome como un tonto al lado del auto de Nick, corrí hacia donde todos se apiñaban en la entrada.
La cara de Jane al vernos resultó ser una melodía.
—¡Joseph Jonas! —Rugió —¡Lo sabía! ¡Chace te lo dije!
Chace nos miró atónitos
—Hola amigos —Digo Nicholas con un tono de burla —… ¿Pasándola bien sin nosotros?
—¡Eres un imbécil! —Jane bajó el tono cuando vio al mesero acercarse con una mirada reprobatoria —¿Qué hacen aquí?
—¿No es obvio? —Preguntó Nicholas de nuevo con expresión burlona
—Me parece que no. ¿Quieres explicarnos?
Jane me miró furiosa
—Yo...Yo
Me maldije mentalmente por tenerle miedo a esa miradita suya.
—Ah... Ahora no, Jane. Déjanos sentarnos primero, luego responderemos a lo que quieras. Veo que no han ordenado así que... ¡Manos a la obra! —Cuando llegó el mesero Nicholas le dijo algo, y al instante, aún después de los grititos de indignación de Jane, estábamos sentados en una mesa para seis.
La distribución de la mesa fue bastante interesante.
A la cabecera, la primera silla de la mesa, estaba Nick. A su lado izquierdo estaba Riley, y a su lado derecho estaba Jane. Al lado de Jane estaba Chace. Yo me situaba al lado de Riley, y a mi izquierda estaba Melissa.
—Bueno… ¿Qué tal la estaban pasando? ¿Qué iban a ordenar, chicos?
Nicholas como siempre, provocando a Jane.
—Deja de ser hipócrita, sabemos muy bien porque viniste aquí. Vienes a arruinarlo todo.
—¿Yo? ¿Arruinar su perfecta cita? Por favor. ¿De donde has sacado eso Jane?
—Eres un imbécil. Vienes con tu noviecita aquí y crees que puedes arruinarlo todo ¿No? Pues que te quede claro que Chace y yo podemos tener otra cita en cualquier momento…
—En realidad él vino conmigo...
Las palabras de Riley dejaron muda a mi hermana. Y a todos los demás en la mesa.
—¿En serio? —Preguntó Chace, con los ojos muy abiertos.
—Si
Jane miró a Nicholas —Bien
—¿Qué tal si ordenamos una Pizza para todos? ¿No sería genial?
Preguntó Riley entusiasta, Nicholas la apoyo sonriendo ante su oferta.
Jane sonrió ante Riley con entusiasmo falso—Si, genial, eso es exactamente por lo que Chace me trajo a uno de los restaurantes italianos más caros de la ciudad ¡Por Pizza!
—Jane, tú puedes pedir lo que quieras, no hay porque arruinar nuestra cita. Podemos hacerlo igual, ordenemos tú y yo algo diferente.
—Chace… —Nicholas lo fulmino con la mirada —Creo que esto se clasifica como una cita triple. No es necesario que seas tan exclusivo, hay tantos días en el año para que puedan tener su cita...
—El problema Nicholas… —Chace le devolvió la no tan amable mirada a Nick —…Es que yo ya había planeado todo.
—¡Ah! Si... Pues lamento arruinar su romántica velada.
En su cara de burla se podía ver de todo menos arrepentimiento.
—No es eso… Además... ¿Desde cuando salen Riley y tú?
—Ufff... Desde…desde hace unos días.
Chace y Jane pusieron cara de incredulidad. Mel tapaba su boca con una mano para no estallar en carcajadas. Al mirar la escena me dieron ganas de reír a mí también. Nicholas y Riley se miraban incómodos debido a las miradas acusatorias de Chace y Jane.
—¿Qué les parece si ordenamos?
Pregunté al ver al mesero casi arrodillado debido al cansancio, el pobre había estado parado escuchando la estúpida riña de mis amigos.
—Una Pizza de dieciocho porciones. ¿De que la quieren?
Jane fulmino con la mirada a Nicholas, quien estaba ordenando sin consultar. Miró a Chace buscando que dijera algo, pero éste solo se encogió de hombros. Echando chispas por los ojos Jane farfullo que quería una Pizza estofada.
—No se si es la mirada de revolver de Jane lo que me hizo estar de acuerdo en pedir una pizza estofada, o que de hecho es mi favorita.
Me susurro Mel con tono cómplice.
—Nunca lo sabremos
—Míralos —Susurro Mel —Parecen niños de primaria.
—Lo se, yo estudio con tu amigo.
—Él nunca había actuado así por nadie. Y menos por alguien que “odiara”
—Es extraño.
—No del todo, lo comprendo. A veces quien no te agrada acaba por gustarte.
¿Lo decía por mi? ¡Dios! Si era así, estaba en el cielo. Tenía que ser así. Porque si no como explicaría esa mirada intensa y el rubor de sus mejillas. No había manera. Ella lo decía por mí. Justo cuando le estaba por preguntar algo, estalló en carcajadas. ¿Qué era tan gracioso? Volteé a ver.
Jane y Nick parecía jugar un tingo tango o un juego de manos que involucre pasar el bebe lo más rápido el uno al otro. El pobre muñeco pasaba de las manos de Jane a las de Nicholas más rápido que pestañear.
—¡Pero es tuyo!
—¡Tuyo también!
—¡Nicholas, no fui yo quien lo recibió en la oficina del director!
—¡Porque me engañaste!
—¿No te puedes desaparecer y de paso llevarte al maldito muñeco contigo?
—si, cariño. Si puedo hacerlo. El caso es que no quiero.
El muñeco salto de las manos de Jane, quien estaba suficientemente exaltada, a la cabeza de nuestro amable mesero. Afortunadamente estaba lo suficientemente cerca como para que al caer media pizza quedara posada sobre la mesa.
—¡Dios, lo siento mucho!
—No hay problema —Dijo el mesero mientras se paraba y sobaba su cabeza —Creo que esto es tuyo.
Le entregó el bebe a Jane. Para completar la cereza del pastel.
—Te odio Nicholas Miller —susurró Jane mientras salía al baño.
—Sentimiento compartido Jenny Jonas. Espérame, voy contigo.
Nicholas se levantó, al parecer una porción de Pizza había saltado de la bandeja y había caído en su regazo. Tenía todo… ahí. Manchado con salsa.
—Oye, Nicholas —dijo Chace, aunque serio por fuera, reconocí su tono burlón. Es mi mejor amigo después de todo, ya ninguno de sus trucos funciona conmigo. —Hombre, lamento lo que te dije ahora. Entiendo porque estás actuando así últimamente. Se que estás sensible y... lo lamento.
Nicholas lo miró con una ceja arqueada. Yo le señalé el lugar que estaba manchado de salsa, justo ahí.
—Idiota
Y salió con las mejillas rojas. Y tratando de cubrirse con una mano.
Los cuatro que quedábamos en la mesa. Estallamos en carcajadas.
—¿Lo viste? —Preguntó Mel cuando recuperó el aliento —¡Es que! Jajajajaj
—¡Pobre mesero! El sano, y de repente le vuelan la cabeza con el muñeco.
—Yo... Creo que deberíamos calmarnos, la gente nos está mirando raro. —Anunció Riley
—Además, pobre Nick.
—Ah si.. ¡Ahora defendiendo a tu novio!
—No es mi novio
—¿Entonces porque viniste con él?
—Porque soy libre, además nadie me ha dicho nunca que no puedo salir con él, papá.
Mel y yo nos miramos extrañados.
—Chicos, dejen de pelear como recién casados. ¡Mejor comamos!
—¿Se supone que debo darle de comer al robot?
—Ohh... ¡¿Cómo ibas a saberlo?! Si toda la tarde lo cuide yo, no tú.
—Perdóname. Pero tenía una cita que ahora esta arruinada por culpa de tu novio y tú.
—¡Que Nick no es..!
—¡Ya! —Gritó Mel —¿Sera que pueden transcurrir dos segundos en los que lo único que pueda escuchar sean mis arrepentimientos internos de porque acepte venir aquí? Gracias. Ahora, Chace. Lo único que el muñeco toma es esa sustancia extraña que viene con ellos. Por ahora solo sostenlo ahí. Está dormido.
—¿Por qué no lo dejaron en el auto?
—Porque nunca hay que perderlo de vista, Einstein. —Mel dirigió una mirada significativa a Riley —Lo siento.
—Yo mejor voy a ver si esos dos no se están matando en el baño.
—Te lo agradezco.
Mel me sonrió
—Me siento como el padre que tiene que cuidar de sus diabólicos pequeños
Susurre a Mel. Ella soltó una carcajada.
—Yo igual.
En el baño, la cosa no era grave. Jane seguía en el baño de chicas tratando de serenarse por lo que podía imaginar, y Nicholas, bueno... él luchaba con su mancha.
—Así que estás en tus días.
—Cállate. Ya he intentado de todo… ¡Esta maldita mancha no quiere salir!
—Puede ser que está cómoda ahí
—¿Podrías tratar de madurar algún día?
—Oye... El que está actuando como un inmaduro es otro.
—Véte.
—Puedes intentar subirte un poco los pantalones y llevar la camisa por fuera, a ver si eso cubre. Y mojarte, cuando la tela esta mojada cubre la mancha roja.
—¿ah si? Y que piensen que me orine
—No es mejor que piensen que te cogió una necesidad básica de hombre a que... bueno, una de mujer.
—Imbécil, todos saben que los hombres no menstruamos.
—Solo si eres hermafrodita. ¿Qué? Puede pasar. Ahora mismo puede que tú lo seas.
—Si estoy seguro de algo, es de que no soy hermafrodita.
—¿Pero como van a estar seguros los demás? Piénsalo mientras pasas tiempo de calidad en el baño.
Le guiñé un ojo y salí.
—¡Joseph Jonas! —Rugió —¡Lo sabía! ¡Chace te lo dije!
Chace nos miró atónitos
—Hola amigos —Digo Nicholas con un tono de burla —… ¿Pasándola bien sin nosotros?
—¡Eres un imbécil! —Jane bajó el tono cuando vio al mesero acercarse con una mirada reprobatoria —¿Qué hacen aquí?
—¿No es obvio? —Preguntó Nicholas de nuevo con expresión burlona
—Me parece que no. ¿Quieres explicarnos?
Jane me miró furiosa
—Yo...Yo
Me maldije mentalmente por tenerle miedo a esa miradita suya.
—Ah... Ahora no, Jane. Déjanos sentarnos primero, luego responderemos a lo que quieras. Veo que no han ordenado así que... ¡Manos a la obra! —Cuando llegó el mesero Nicholas le dijo algo, y al instante, aún después de los grititos de indignación de Jane, estábamos sentados en una mesa para seis.
La distribución de la mesa fue bastante interesante.
A la cabecera, la primera silla de la mesa, estaba Nick. A su lado izquierdo estaba Riley, y a su lado derecho estaba Jane. Al lado de Jane estaba Chace. Yo me situaba al lado de Riley, y a mi izquierda estaba Melissa.
—Bueno… ¿Qué tal la estaban pasando? ¿Qué iban a ordenar, chicos?
Nicholas como siempre, provocando a Jane.
—Deja de ser hipócrita, sabemos muy bien porque viniste aquí. Vienes a arruinarlo todo.
—¿Yo? ¿Arruinar su perfecta cita? Por favor. ¿De donde has sacado eso Jane?
—Eres un imbécil. Vienes con tu noviecita aquí y crees que puedes arruinarlo todo ¿No? Pues que te quede claro que Chace y yo podemos tener otra cita en cualquier momento…
—En realidad él vino conmigo...
Las palabras de Riley dejaron muda a mi hermana. Y a todos los demás en la mesa.
—¿En serio? —Preguntó Chace, con los ojos muy abiertos.
—Si
Jane miró a Nicholas —Bien
—¿Qué tal si ordenamos una Pizza para todos? ¿No sería genial?
Preguntó Riley entusiasta, Nicholas la apoyo sonriendo ante su oferta.
Jane sonrió ante Riley con entusiasmo falso—Si, genial, eso es exactamente por lo que Chace me trajo a uno de los restaurantes italianos más caros de la ciudad ¡Por Pizza!
—Jane, tú puedes pedir lo que quieras, no hay porque arruinar nuestra cita. Podemos hacerlo igual, ordenemos tú y yo algo diferente.
—Chace… —Nicholas lo fulmino con la mirada —Creo que esto se clasifica como una cita triple. No es necesario que seas tan exclusivo, hay tantos días en el año para que puedan tener su cita...
—El problema Nicholas… —Chace le devolvió la no tan amable mirada a Nick —…Es que yo ya había planeado todo.
—¡Ah! Si... Pues lamento arruinar su romántica velada.
En su cara de burla se podía ver de todo menos arrepentimiento.
—No es eso… Además... ¿Desde cuando salen Riley y tú?
—Ufff... Desde…desde hace unos días.
Chace y Jane pusieron cara de incredulidad. Mel tapaba su boca con una mano para no estallar en carcajadas. Al mirar la escena me dieron ganas de reír a mí también. Nicholas y Riley se miraban incómodos debido a las miradas acusatorias de Chace y Jane.
—¿Qué les parece si ordenamos?
Pregunté al ver al mesero casi arrodillado debido al cansancio, el pobre había estado parado escuchando la estúpida riña de mis amigos.
—Una Pizza de dieciocho porciones. ¿De que la quieren?
Jane fulmino con la mirada a Nicholas, quien estaba ordenando sin consultar. Miró a Chace buscando que dijera algo, pero éste solo se encogió de hombros. Echando chispas por los ojos Jane farfullo que quería una Pizza estofada.
—No se si es la mirada de revolver de Jane lo que me hizo estar de acuerdo en pedir una pizza estofada, o que de hecho es mi favorita.
Me susurro Mel con tono cómplice.
—Nunca lo sabremos
—Míralos —Susurro Mel —Parecen niños de primaria.
—Lo se, yo estudio con tu amigo.
—Él nunca había actuado así por nadie. Y menos por alguien que “odiara”
—Es extraño.
—No del todo, lo comprendo. A veces quien no te agrada acaba por gustarte.
¿Lo decía por mi? ¡Dios! Si era así, estaba en el cielo. Tenía que ser así. Porque si no como explicaría esa mirada intensa y el rubor de sus mejillas. No había manera. Ella lo decía por mí. Justo cuando le estaba por preguntar algo, estalló en carcajadas. ¿Qué era tan gracioso? Volteé a ver.
Jane y Nick parecía jugar un tingo tango o un juego de manos que involucre pasar el bebe lo más rápido el uno al otro. El pobre muñeco pasaba de las manos de Jane a las de Nicholas más rápido que pestañear.
—¡Pero es tuyo!
—¡Tuyo también!
—¡Nicholas, no fui yo quien lo recibió en la oficina del director!
—¡Porque me engañaste!
—¿No te puedes desaparecer y de paso llevarte al maldito muñeco contigo?
—si, cariño. Si puedo hacerlo. El caso es que no quiero.
El muñeco salto de las manos de Jane, quien estaba suficientemente exaltada, a la cabeza de nuestro amable mesero. Afortunadamente estaba lo suficientemente cerca como para que al caer media pizza quedara posada sobre la mesa.
—¡Dios, lo siento mucho!
—No hay problema —Dijo el mesero mientras se paraba y sobaba su cabeza —Creo que esto es tuyo.
Le entregó el bebe a Jane. Para completar la cereza del pastel.
—Te odio Nicholas Miller —susurró Jane mientras salía al baño.
—Sentimiento compartido Jenny Jonas. Espérame, voy contigo.
Nicholas se levantó, al parecer una porción de Pizza había saltado de la bandeja y había caído en su regazo. Tenía todo… ahí. Manchado con salsa.
—Oye, Nicholas —dijo Chace, aunque serio por fuera, reconocí su tono burlón. Es mi mejor amigo después de todo, ya ninguno de sus trucos funciona conmigo. —Hombre, lamento lo que te dije ahora. Entiendo porque estás actuando así últimamente. Se que estás sensible y... lo lamento.
Nicholas lo miró con una ceja arqueada. Yo le señalé el lugar que estaba manchado de salsa, justo ahí.
—Idiota
Y salió con las mejillas rojas. Y tratando de cubrirse con una mano.
Los cuatro que quedábamos en la mesa. Estallamos en carcajadas.
—¿Lo viste? —Preguntó Mel cuando recuperó el aliento —¡Es que! Jajajajaj
—¡Pobre mesero! El sano, y de repente le vuelan la cabeza con el muñeco.
—Yo... Creo que deberíamos calmarnos, la gente nos está mirando raro. —Anunció Riley
—Además, pobre Nick.
—Ah si.. ¡Ahora defendiendo a tu novio!
—No es mi novio
—¿Entonces porque viniste con él?
—Porque soy libre, además nadie me ha dicho nunca que no puedo salir con él, papá.
Mel y yo nos miramos extrañados.
—Chicos, dejen de pelear como recién casados. ¡Mejor comamos!
—¿Se supone que debo darle de comer al robot?
—Ohh... ¡¿Cómo ibas a saberlo?! Si toda la tarde lo cuide yo, no tú.
—Perdóname. Pero tenía una cita que ahora esta arruinada por culpa de tu novio y tú.
—¡Que Nick no es..!
—¡Ya! —Gritó Mel —¿Sera que pueden transcurrir dos segundos en los que lo único que pueda escuchar sean mis arrepentimientos internos de porque acepte venir aquí? Gracias. Ahora, Chace. Lo único que el muñeco toma es esa sustancia extraña que viene con ellos. Por ahora solo sostenlo ahí. Está dormido.
—¿Por qué no lo dejaron en el auto?
—Porque nunca hay que perderlo de vista, Einstein. —Mel dirigió una mirada significativa a Riley —Lo siento.
—Yo mejor voy a ver si esos dos no se están matando en el baño.
—Te lo agradezco.
Mel me sonrió
—Me siento como el padre que tiene que cuidar de sus diabólicos pequeños
Susurre a Mel. Ella soltó una carcajada.
—Yo igual.
En el baño, la cosa no era grave. Jane seguía en el baño de chicas tratando de serenarse por lo que podía imaginar, y Nicholas, bueno... él luchaba con su mancha.
—Así que estás en tus días.
—Cállate. Ya he intentado de todo… ¡Esta maldita mancha no quiere salir!
—Puede ser que está cómoda ahí
—¿Podrías tratar de madurar algún día?
—Oye... El que está actuando como un inmaduro es otro.
—Véte.
—Puedes intentar subirte un poco los pantalones y llevar la camisa por fuera, a ver si eso cubre. Y mojarte, cuando la tela esta mojada cubre la mancha roja.
—¿ah si? Y que piensen que me orine
—No es mejor que piensen que te cogió una necesidad básica de hombre a que... bueno, una de mujer.
—Imbécil, todos saben que los hombres no menstruamos.
—Solo si eres hermafrodita. ¿Qué? Puede pasar. Ahora mismo puede que tú lo seas.
—Si estoy seguro de algo, es de que no soy hermafrodita.
—¿Pero como van a estar seguros los demás? Piénsalo mientras pasas tiempo de calidad en el baño.
Le guiñé un ojo y salí.
Estaba deseando que Nicholas saliera del baño. No me malinterpreten, no estaba preocupado por él. Solo estoy ansioso por que salga y haga el ridículo. No es por ser malo ni nada pero... ¿A caso el no me debía unas cuantas?
Mel tenía la cabeza entre sus manos. Algo frustrada. Riley y Chace estaban peleándose entre si otra vez. Y Jane llegaba del baño con una cara demasiado larga.
—¿Por qué no pueden actuar como personas maduras? El único maduro que encuentro aquí eres tú, y eso ya es mucho.
—Oye...
—No te ofendas.
De repente la gente alrededor dejó de hablar y Mel hizo una gran O con su boca.
—Si que sabes como llamar la atención, Nick.
—Sin comentarios Chace
Nick, acatando muy obedientemente mis indicaciones se había mojado toda su.. parte. Y ahora parecía que hubiera orinado su pantalón. Lo cual es mucho más horrendo que una mancha de salsa.
—¿Qué uno no puede tener accidentes hoy en día?
Comentó a las mesas cercanas que se habían quedado mirándolo.
—Es cierto. Es una grave enfermedad, apuesto que no se burlarían si fueran ustedes los que tuvieran que usar pañal.
—¡Joseph! No ayudas...
—Lo siento
Pero en realidad estaba lejos de sentirlo realmente.
Riley, Chace y Melissa estaban luchando contra las ganas de unirse a las risitas que habían comenzado a nuestro alrededor después de mi último comentario. Jane no fue tan amable, al parecer su humor había mejorado con la desgracia de Nicholas.
—Si que sabes como empeorar una situación Nicholas —Soltó una carcajada —Además haces entradas con estilo
—Tus comentarios me resbalan, Jane.
—Uhh ¡Seguro! Resbalan por tus ropas mojadas.
—Ya...Silencio. Melissa, ni se te ocurra reírte.
—Yo no he dicho nada
—Pero estabas a punto
—Si tú lo dices
Mel me dirigió una mirada exasperada. Nick estaba actuando como un idiota. Un idiota avergonzado.
—Joseph Jonas, me las vas a pagar.
—¿Qué? yo nunca te obligué a hacerlo, solo dije que sería buena idea hacerlo, fuiste tú quien me siguió la corriente.
Me fulminó con la mirada —Recuérdame para la próxima, nunca confiar en ti.
—Yo que tu no hablaría de confianza, Nicholas. La última vez que confié en ti termine con un cubo. ¿Recuerdas?
Mel ahogo una risita. Nicholas decidió obviar mi comentario. Tomo asiento con toda la parsimonia y elegancia que pudo después de hacer el ridículo.
—Creo que se te cayó algo, Nick —Nicholas miró interrogativamente a Jane
—¿Qué?
—Tu dignidad.
Mel, Chace, Riley y yo estallamos en carcajadas.
—No me parece gracioso
—Pues es obvio que a ellos sí.
Nicholas y Jane intercambiaron miradas retadoras.
—No puedo creer que a tu edad seas tan inmadura
—No puedo creer que a tu edad mojes los pantalones.
Nosotros volvimos a estallar en carcajadas
—Como te dije antes, Jane. Lo que digas no tiene importancia para mi. Ahora comeré, si tus comentarios inmaduros me lo permiten, Gracias.
Jane lo fulminó con la mirada pero se dedicó a comer su porción de pizza.
—Yo... eh, Mel —Le hablé bajito para que sólo ella pudiera escucharme. Me miró dubitativamente mientras bebía de su Coca Cola. —Yo... quería hablarte de…Nosotros.
Ella me miró burlona —¿Qué pasa con Nosotros? Si es que hay un Nosotros.
—¡Oye!... sabes que sí. No lo niegues. — Su sonrisa desapareció y dio paso a una mueca. —Por otra parte, o del cubo no fue muy amable de tu parte.
—Nunca intenté ser amable y lo sabes, quería darte mi ultimátum.
—¿Y ese es…?
—Que no tienes oportunidad conmigo.
La abuchee —Vamos, tu sabes que si. ¿Por qué eres tan arisca?
—¿Por qué estás tan convencido de ti mismo?
—Eh, ¡estoy convencido de ti!
Mel hizo una mueca.
—¡Menudo disparate! Vas por ahí diciéndoles a todas las chicas unas tonterías tan cursis que dan asco. En realidad no te importa con quién estás hablando. Probablemente ni siquiera sabes distinguir a las chicas que te quieres ligar. Y yo no quiero ser una entre muchas. Así que déjame tranquila. Estaba contenta con esta emboscada que me tendió Nick hasta que tocaste este tema.
—Eh, ¡podrías ser la única! —le dije enseguida. La conversación iba por el buen camino.
Mel me lanzó una mirada crítica. Pero su rostro ya no expresaba tanto rechazo.
—¿Sabes?, si supieras que lo dices en serio, no estaría tan enfadada por las estupideces que vas soltando por ahí. Pero a todas les dices lo mismo.
Sonreí y acerqué mi silla un poco más a la de ella.
—Me importas. Si juegas bien, tienes muchas probabilidades de convertirte en mi mujer principal.
Mel, que estaba actuando un poco nerviosamente por mi cercanía, de repente me miró asqueada.
—¿No me digas? Pues no estoy interesada, gracias.
—Pero… ¿Por qué?
—Porque yo lo digo. Tal vez podría haber algo si no fueras tan engreído, pero como primero Nick y Jane se vuelven pareja antes de que tú cambies, entonces ni modo —La miré inquisitiva —A lo que me refiero es a que, esos dos nunca se van a entender de ese modo, y por ende tu tampoco vas a dejar de ser engreído, es una metáfora.
Sonreí horrorizado —¿Quieres decir que tengo que emparejar a Jane y a Nick antes de que me des una oportunidad?
Melissa rió con ganas —Me gustaría verte intentarlo.
Arquee una ceja —¿Quién dice que no puedo?
—¡Todo al que se lo preguntes! ¿Sabes cuantas posibilidades tienes? —Señaló a Nicholas y a Jane. Quienes se miraban enojados y estaban silenciosos. —Ninguna.
—Pero podría intentarlo… sólo si consiguiera una cita contigo a cambio.
Mel tenía la cabeza entre sus manos. Algo frustrada. Riley y Chace estaban peleándose entre si otra vez. Y Jane llegaba del baño con una cara demasiado larga.
—¿Por qué no pueden actuar como personas maduras? El único maduro que encuentro aquí eres tú, y eso ya es mucho.
—Oye...
—No te ofendas.
De repente la gente alrededor dejó de hablar y Mel hizo una gran O con su boca.
—Si que sabes como llamar la atención, Nick.
—Sin comentarios Chace
Nick, acatando muy obedientemente mis indicaciones se había mojado toda su.. parte. Y ahora parecía que hubiera orinado su pantalón. Lo cual es mucho más horrendo que una mancha de salsa.
—¿Qué uno no puede tener accidentes hoy en día?
Comentó a las mesas cercanas que se habían quedado mirándolo.
—Es cierto. Es una grave enfermedad, apuesto que no se burlarían si fueran ustedes los que tuvieran que usar pañal.
—¡Joseph! No ayudas...
—Lo siento
Pero en realidad estaba lejos de sentirlo realmente.
Riley, Chace y Melissa estaban luchando contra las ganas de unirse a las risitas que habían comenzado a nuestro alrededor después de mi último comentario. Jane no fue tan amable, al parecer su humor había mejorado con la desgracia de Nicholas.
—Si que sabes como empeorar una situación Nicholas —Soltó una carcajada —Además haces entradas con estilo
—Tus comentarios me resbalan, Jane.
—Uhh ¡Seguro! Resbalan por tus ropas mojadas.
—Ya...Silencio. Melissa, ni se te ocurra reírte.
—Yo no he dicho nada
—Pero estabas a punto
—Si tú lo dices
Mel me dirigió una mirada exasperada. Nick estaba actuando como un idiota. Un idiota avergonzado.
—Joseph Jonas, me las vas a pagar.
—¿Qué? yo nunca te obligué a hacerlo, solo dije que sería buena idea hacerlo, fuiste tú quien me siguió la corriente.
Me fulminó con la mirada —Recuérdame para la próxima, nunca confiar en ti.
—Yo que tu no hablaría de confianza, Nicholas. La última vez que confié en ti termine con un cubo. ¿Recuerdas?
Mel ahogo una risita. Nicholas decidió obviar mi comentario. Tomo asiento con toda la parsimonia y elegancia que pudo después de hacer el ridículo.
—Creo que se te cayó algo, Nick —Nicholas miró interrogativamente a Jane
—¿Qué?
—Tu dignidad.
Mel, Chace, Riley y yo estallamos en carcajadas.
—No me parece gracioso
—Pues es obvio que a ellos sí.
Nicholas y Jane intercambiaron miradas retadoras.
—No puedo creer que a tu edad seas tan inmadura
—No puedo creer que a tu edad mojes los pantalones.
Nosotros volvimos a estallar en carcajadas
—Como te dije antes, Jane. Lo que digas no tiene importancia para mi. Ahora comeré, si tus comentarios inmaduros me lo permiten, Gracias.
Jane lo fulminó con la mirada pero se dedicó a comer su porción de pizza.
—Yo... eh, Mel —Le hablé bajito para que sólo ella pudiera escucharme. Me miró dubitativamente mientras bebía de su Coca Cola. —Yo... quería hablarte de…Nosotros.
Ella me miró burlona —¿Qué pasa con Nosotros? Si es que hay un Nosotros.
—¡Oye!... sabes que sí. No lo niegues. — Su sonrisa desapareció y dio paso a una mueca. —Por otra parte, o del cubo no fue muy amable de tu parte.
—Nunca intenté ser amable y lo sabes, quería darte mi ultimátum.
—¿Y ese es…?
—Que no tienes oportunidad conmigo.
La abuchee —Vamos, tu sabes que si. ¿Por qué eres tan arisca?
—¿Por qué estás tan convencido de ti mismo?
—Eh, ¡estoy convencido de ti!
Mel hizo una mueca.
—¡Menudo disparate! Vas por ahí diciéndoles a todas las chicas unas tonterías tan cursis que dan asco. En realidad no te importa con quién estás hablando. Probablemente ni siquiera sabes distinguir a las chicas que te quieres ligar. Y yo no quiero ser una entre muchas. Así que déjame tranquila. Estaba contenta con esta emboscada que me tendió Nick hasta que tocaste este tema.
—Eh, ¡podrías ser la única! —le dije enseguida. La conversación iba por el buen camino.
Mel me lanzó una mirada crítica. Pero su rostro ya no expresaba tanto rechazo.
—¿Sabes?, si supieras que lo dices en serio, no estaría tan enfadada por las estupideces que vas soltando por ahí. Pero a todas les dices lo mismo.
Sonreí y acerqué mi silla un poco más a la de ella.
—Me importas. Si juegas bien, tienes muchas probabilidades de convertirte en mi mujer principal.
Mel, que estaba actuando un poco nerviosamente por mi cercanía, de repente me miró asqueada.
—¿No me digas? Pues no estoy interesada, gracias.
—Pero… ¿Por qué?
—Porque yo lo digo. Tal vez podría haber algo si no fueras tan engreído, pero como primero Nick y Jane se vuelven pareja antes de que tú cambies, entonces ni modo —La miré inquisitiva —A lo que me refiero es a que, esos dos nunca se van a entender de ese modo, y por ende tu tampoco vas a dejar de ser engreído, es una metáfora.
Sonreí horrorizado —¿Quieres decir que tengo que emparejar a Jane y a Nick antes de que me des una oportunidad?
Melissa rió con ganas —Me gustaría verte intentarlo.
Arquee una ceja —¿Quién dice que no puedo?
—¡Todo al que se lo preguntes! ¿Sabes cuantas posibilidades tienes? —Señaló a Nicholas y a Jane. Quienes se miraban enojados y estaban silenciosos. —Ninguna.
—Pero podría intentarlo… sólo si consiguiera una cita contigo a cambio.
Última edición por ναℓєи❃ el Lun 25 Jun 2012, 9:31 am, editado 1 vez
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
Capítulo 25
"Jane tiene problemas con su rol de madre"
“Cuando te enamoras y tienes un hijo, primero se congela el infierno antes de que logres ponerte de acuerdo con el padre en algo, y más específicamente en algo acerca del bebé”
Estaba perdida en divagaciones acerca de otra razón más en contra del amor cuando los chillidos del bebé me sacaron de mi estado de parálisis corporal. Me giré y lo encontré acostado —O más precisamente tirado —En el sofá. Le dediqué una mirada furibunda y volví a mi libro, que en realidad no había leído ni una sola página, pero necesitaba algo en que entretenerme, y atender al robot no era una opción. El domingo, ya estaba lo bastante cansada de tener que alimentarlo y jugar con él como si el mocoso fuera algo más que un muñeco, así que necesité seriamente algo en lo que ocupar mi tiempo. Por supuesto, salir no era una opción, no hay muchas personas con las que me guste salir, solo voy por ahí con Liz y Joe. Pero claro, Liz y Joe están demasiado ocupados pretendiendo que viven en la casa Miller. Liz en su estado de enamoramiento crítico, se la pasa con Kevin en todo momento, y Joe… maldita sea, ni siquiera se porque Joe cada que se levanta dice “Hola familia, adiós familia” ¿Al menos podría esperar a desayunar para correr a la casa del enemigo? Lo peor de todo es que… mi padre no me deja levantarme de la mesa hasta haber terminado con el desayuno, y ¡Vaya desayuno! Siempre termino con ganas de vomitar cada vez que como su gigante porción de lo que sea que él cree que es comida.
Y Chace… bueno, él no me ha llamado, no es que este ansiosa por ello, pero tampoco me haría daño una llamada y una invitación a salir. A este paso, aceptaría gustosa una invitación de Jimmy, nuestro loco vecino de trece años. Cada vez que me quejo de mi triste vida, que además de tener un montón de tarea y tratar de cuidar a un muñeco, ayudar en casa con mi loco hermano pequeño y mi aún más loco padre; Joe da un suspiro cansino y me mira mal.
—Si aceptaras mi invitación de ir a la casa de Nicholas, en este momento no estarías diciendo eso.
—Si es que yo me muero por ir a casa del enemigo, Joseph. Prefiero morir… dos veces.
—Bien por ti. Entonces amárgate la existencia.
El muñeco, que ahora estaba chillando más aún, me trajo a tierra nuevamente. Me levanté para atenderlo. Le puse el tetero ficticio, el cual me parece una estupidez porque lo único que hace el estúpido muñeco es hacer ruidos y yo tengo que sostener el tetero incómodamente y pretender que en realidad sirve de algo. Después de alimentarlo y mecerlo un poco, por fin se estaba quedando dormido.
—Maldito Robot, estúpido Nicholas Miller, traidor de mi hermano.
—¿Qué susurras Jane?
Me giré hacia mi madre quien estaba al pie del escalón que daba a la sala.
—Nada. Solo pienso en voz alta.
Mi madre sonrió —Pues parece que lo que piensas no es muy agradable.
—Nada es agradable si esta este bebe alrededor.
—No seas tan dura, es una buena experiencia, así puedes ver como es la vida real cuando tienes hijos.
—Pues gracias al cielo que ahora lo se, para así no tener ninguno.
Mi madre rió —Veo que no tienes instinto maternal
Yo bufé.
—Para nada. Bueno, ¿Y tú? ¿Te gusta tu trabajo en el despacho?
—Muchísimo. Me siento otra persona.
—¡Qué bien! ¿Cuánto tiempo quieres seguir todavía así?
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ¿cuándo crees que papá habrá entendido de qué se trata y cuándo volverás a casa?
—Mira, Jane, aunque tu padre cambie de opinión, yo seguiré en el despacho.
Respiré hondo. No sonaba nada bien.
Con la mirada ensimismada dijo:
—¿Sabes?, creo que en cierto modo provoqué esta pelea adrede porque estaba harta de pasarme la vida en casa sin que nadie me diera nunca las gracias ni reconociera mi trabajo. Llevar la casa es una tarea ingrata. Nunca hay elogios. Sólo te dicen algo cuando las cosas están como no deberían estar; entonces llueven las protestas. En conclusión: no es nada divertido. No pienso volver a llevar la casa.
Se volvió hacia mí y me ofreció una sonrisa radiante.
Me quedé mirándola fijamente y le pregunté:
—¿Estás segura, mamá?
—Oh, sí.
Y se sirvió una taza de café tarareando alegremente. Era peor de lo que había esperado.
—¿Y nosotros qué? —pregunté desesperada.
Mi madre me miró sorprendida.
—¿Cómo que «ustedes qué»? Pero si no tiene nada que ver con vosotros.
—¡Sí, pero tú ya no estás…!
—¿Estás pensando en cuando me haya muerto o lo que te preocupa es quién os preparará el desayuno?
Desde luego, mi madre podía ser bastante sarcástica. No dije ni mu, estaba realmente ofendida. Mi madre se acercó y me cogió por el hombro.
—Jane, no me digas que esto es una catástrofe para ti. Hay muchas madres que trabajan. ¡Y ustedes, al fin y al cabo, tienen la ventaja de tener a tu padre en casa!
—¡Pufff! ¡Si a esto lo llamas ventaja! —le solté—. Parece el caos en persona.
—Venga, no seas así. Dale una oportunidad. Seguro que le saldrá bien.
La miré con cara de sufrimiento.
—Tienen que ayudarle un poco —prosiguió mi madre—. Además, hay un montón de cosas que pueden hacer para ayudar. En realidad, yo lo hacía absolutamente todo. Las veinticuatro horas del día. Y ahora ya no hace falta. Ustedes tienen edad para ocuparos de la mayoría de las cosas ustedes mismos.
—¿Y Joe qué?
—Si pensara un poco menos en las chicas, le quedaría el espacio mental suficiente para aprender a manejar la lavadora, la aspiradora, la…
—Me refiero al Joe pequeño —le aclaré interrumpiéndola.
—Ah, bueno, Puschel.
—¡Creía que Puschel era el perro!
Mi madre suspiró.
—Quería decir Joaquín. ¡Me imagino que un solo niño no será un gran problema para tu padre! Además, ustedes chicos también pueden ayudar de vez en cuando con su hermanito.
—Pero es lo que hacemos mamá. ¿Qué crees que pasaría si no lo hiciéramos? No tienes ni idea de lo pesado que es.
—Por lo menos ya no se escapa.
—¡No estoy hablando del pequeño, si no de papá! —exclamé.
Mi madre se rió.
—¿Y el perro? —pregunté.
—Es asunto de Joseph. Él lo trajo a casa —decidió mi madre sin pensarlo dos veces.
Respiré hondo y dije con frialdad:
—Bueno, entonces está todo arreglado. Lo que importa es que tú estés bien.
—Gracias por tu comprensión, cariño. ¿Sabes? Me agrada que te hayan puesto la tarea del bebe, ahora tienes un punto de vista diferente sobre como es esto. Me puedes comprender mejor.
Me plantó un beso en la mejilla y se marchó.
Y me dejó, visiblemente, con un humor de perros. Peor que el que me había inspirado El muñeco minutos antes. Pero ¿cómo había podido? ¿Cómo podía estar de tan buen humor mientras en casa estaba todo revuelto? ¿Cómo podía dejarnos en la estacada de ese modo?
En esos momentos, mi estado de ánimo podría rivalizar al que mantengo cada vez que esta Nicholas cerca. Creo que con las miradas fulminantes que lanzo debido a mi humor, podría enterrar tres metros bajo tierra a media ciudad.
Como el viernes, todavía tiemblo de rabia al acordarme de la peor noche de mi vida, además de que fueron las dos horas más largas y tediosas de mi existencia. Con Nicholas a mi lado refunfuñando, Chace haciendo bromas que no escuché debido a mi estado de embotamiento mental —Cuando tengo rabia, ésta me impide pensar—, Riley lanzándome miradas furibundas por algún motivo en particular que desconozco, y Joe y Mel susurrando y hablando de Nick y yo como si no existiéramos. Hola, cuando vas a hablar de alguien, te aseguras que no esté presente, Dah. Y como si fuera poco, cuando me quise ir —Cuarenta minutos después de que el circo hubiera llegado —Nicholas lo impidió.
—Nadie se mueve hasta que esta mancha no seque, no me voy a arriesgar a levantarme y que las personas se burlen de mi otra vez. Así que más les vale quedarse donde están y comer más Pizza, que buena parte nos falta.
En realidad, de la pizza de dieciocho, habíamos comido once porciones si mucho. Contando que la primera porción llenaba demasiado. Cuando intenté levantarme y ordenarle a Chace que me llevara a casa, Nicholas me amenazó. En realidad amenazó que a quien se moviera de sus asientos, pagaría la cuenta y además de otra pizza que planeaba llevar. Y por supuesto, nadie quería cargar con semejante costo, añadiendo que estábamos en uno de los restaurantes más caros de la ciudad.
Con un suspiro, maldiciendo e voz baja mi suerte, llevé al muñeco a mi habitación y lo acomodé en un sillón. Pensé un poco en lo que mi madre me acababa de decir “Ahora me comprendes” Pues sí, ahora si que la comprendía.
—Los padres sirven para una mierda. Salvo engendrar los hijos.
En ese momento, maldita mi suerte de nuevo, pasaba mi padre por el corredor. Se paró en mi puerta al escucharme y arqueó las cejas.
—¿Qué dices Jane?
—Nada, papi, nada. —Sonreí inocentemente
Mi padre sonrió escéptico y se alejó.
Al día siguiente desperté a las cinco de la mañana a causa de los chillidos del muñeco. Pues si, aparte de ser un fastidio, el muñeco también es un reloj, lo cual lo hace aún más insoportable. Me bañé y arreglé y luego le di el tetero. Estaba desayunando algo de cereal cuando bajó Joe todavía medio dormido.
—Papá parece estar pegado a las sábanas todavía —comprobó echando una ojeada a su alrededor.
Me encogí de hombros. Me daba lo mismo. Todo me daba lo mismo. Ni siquiera era capaz de concentrarme una hora seguida sin tener que ocuparme del mocoso, que genial vida. Eché la cabeza hacia atrás y miré a mi hermano, abstraída.
—Pero ¿qué mosca te ha picado? —quiso saber Joe
—Pasa que a mamá le encanta ir a trabajar. ¡No dejaría el despacho aunque papá se lo suplicara de rodillas! Así que tenemos que seguir viviendo como esclavos domésticos. Tengo un hermano pequeño que parece un fantasma, y desaparece cada que le viene en gana porque nuestro inepto padre no se da por enterado, fuera de eso siempre está con el perro tonto que trajiste que parece un caballo. Por si fuera poco, tengo que encargarme de ese tonto robot que llora cada cinco minutos, no puedo pestañear sin que tenga que cuidar de alguno de los ineptos que viven en esta casa, y el imbécil de mi hermano mayor, que se supone que es mayor por algo y tendría que estar al pendiente de las cosas, se la pasa en la casa de un estúpido idiota que esta arruinando mi vida. Así que, Joseph Jonas, no me vengas a preguntar que mosca me pico porque no tienes derecho a cuestionar mi humor.
Joe me miró con cierto temor
—Wow, yo… me hubiera quedado callado. ¿Sabes que? Olvidemos esta cuestión… me iré a bañar. —Se empezó a alejar y luego pareció acordarse de algo, se volvió hacia mi de nuevo. —Pero… ahora que lo pienso. Nicholas no tiene nada que ver con esto…
—¿Qué no tiene…?—lo interrumpí con la cara hecha fuego.
—No, no tiene nada que ver —me interrumpió esta vez —Si te dieras la oportunidad de conocerlo, creo que te agradaría.
Lo miré con la boca abierta —Si, claro.
—De verdad. Además, creo que ustedes son más compatibles de lo que se imaginan. Por eso es que no se toleran, porque hay algo escondido entre ustedes.
Lo miré escéptica —¿Algo como que? ¿Una declaración de amor? No seas imbécil, no toleraría a Nicholas ni aunque viviéramos bajo el mismo techo, ya tengo bastante contigo. Así que... ¿Por qué no dejas de hablar estupideces y te vas a bañar? El colegio empieza en media hora y no quiero llegar tarde.
Joe se encogió de hombros y se fue. Diez minutos después, cuando yo estaba todavía sentada ante el mesón viendo un punto fijo en la pared y pensando en las estupideces que acababa de decir mi hermano, baja Joe totalmente vestido.
—Papá sigue dormido —suspiró —Esto es un caos, no esta funcionando.
—Oh. ¿En serio?
—Sin sarcasmo, gracias.
—No lo puedo evitar.
—¿Sigues ahí? Yo pensé que te habías robado mi auto y ya habías salido.
—Primero, mis padres dijeron que debías compartir tu auto de vez en cuando conmigo. Así que deja de lado la palabra “robar” Y segundo, si sigo aquí, tengo un inepto hermano al que debo esperar.
Joe arqueó una ceja —¿Ahora me llamas inepto porque te digo las verdades que necesitas oír?
Me bajé del mesón —no, te llamo inepto porque hablas estupideces. Ahora, vámonos.
Joe tenía esa sonrisita burlona en el rostro que tanto odio. Se acercó a la fuente de fruta, que después de la oferta que había descubierto mi padre más bien merecía el nombre de «fuente de plátanos», cogió un plátano y me lo lanzó.
—Toma, para el recreo, en lugar del sándwich.
—Qué bien, uno menos. Así sólo nos quedan cuarenta y nueve por comer.
Entonces Joe tuvo una idea.
—Oye, nos los llevamos y los vendemos en el colegio. Ahora necesitamos dinero urgentemente.
—¡Estas loco! —Solté —Ni creas que quiero ir a vender bananos al colegio, y según tú… ¿Para que necesito yo dinero?
—Para comprarte un auto y no tener que esperarme a mi. Piénsalo, sería genial tener tu propio auto. Además ¿Qué tiene de malo vender los plátanos? A muchos chicos les gusta la fruta, sólo que en la cafetería no venden. Ese sería nuestro mercado.
Lo miré dubitativamente, si es cierto que necesito un auto… pero nah, no creo que vendiendo fruta en el colegio ayude de a mucho
Estaba perdida en divagaciones acerca de otra razón más en contra del amor cuando los chillidos del bebé me sacaron de mi estado de parálisis corporal. Me giré y lo encontré acostado —O más precisamente tirado —En el sofá. Le dediqué una mirada furibunda y volví a mi libro, que en realidad no había leído ni una sola página, pero necesitaba algo en que entretenerme, y atender al robot no era una opción. El domingo, ya estaba lo bastante cansada de tener que alimentarlo y jugar con él como si el mocoso fuera algo más que un muñeco, así que necesité seriamente algo en lo que ocupar mi tiempo. Por supuesto, salir no era una opción, no hay muchas personas con las que me guste salir, solo voy por ahí con Liz y Joe. Pero claro, Liz y Joe están demasiado ocupados pretendiendo que viven en la casa Miller. Liz en su estado de enamoramiento crítico, se la pasa con Kevin en todo momento, y Joe… maldita sea, ni siquiera se porque Joe cada que se levanta dice “Hola familia, adiós familia” ¿Al menos podría esperar a desayunar para correr a la casa del enemigo? Lo peor de todo es que… mi padre no me deja levantarme de la mesa hasta haber terminado con el desayuno, y ¡Vaya desayuno! Siempre termino con ganas de vomitar cada vez que como su gigante porción de lo que sea que él cree que es comida.
Y Chace… bueno, él no me ha llamado, no es que este ansiosa por ello, pero tampoco me haría daño una llamada y una invitación a salir. A este paso, aceptaría gustosa una invitación de Jimmy, nuestro loco vecino de trece años. Cada vez que me quejo de mi triste vida, que además de tener un montón de tarea y tratar de cuidar a un muñeco, ayudar en casa con mi loco hermano pequeño y mi aún más loco padre; Joe da un suspiro cansino y me mira mal.
—Si aceptaras mi invitación de ir a la casa de Nicholas, en este momento no estarías diciendo eso.
—Si es que yo me muero por ir a casa del enemigo, Joseph. Prefiero morir… dos veces.
—Bien por ti. Entonces amárgate la existencia.
El muñeco, que ahora estaba chillando más aún, me trajo a tierra nuevamente. Me levanté para atenderlo. Le puse el tetero ficticio, el cual me parece una estupidez porque lo único que hace el estúpido muñeco es hacer ruidos y yo tengo que sostener el tetero incómodamente y pretender que en realidad sirve de algo. Después de alimentarlo y mecerlo un poco, por fin se estaba quedando dormido.
—Maldito Robot, estúpido Nicholas Miller, traidor de mi hermano.
—¿Qué susurras Jane?
Me giré hacia mi madre quien estaba al pie del escalón que daba a la sala.
—Nada. Solo pienso en voz alta.
Mi madre sonrió —Pues parece que lo que piensas no es muy agradable.
—Nada es agradable si esta este bebe alrededor.
—No seas tan dura, es una buena experiencia, así puedes ver como es la vida real cuando tienes hijos.
—Pues gracias al cielo que ahora lo se, para así no tener ninguno.
Mi madre rió —Veo que no tienes instinto maternal
Yo bufé.
—Para nada. Bueno, ¿Y tú? ¿Te gusta tu trabajo en el despacho?
—Muchísimo. Me siento otra persona.
—¡Qué bien! ¿Cuánto tiempo quieres seguir todavía así?
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ¿cuándo crees que papá habrá entendido de qué se trata y cuándo volverás a casa?
—Mira, Jane, aunque tu padre cambie de opinión, yo seguiré en el despacho.
Respiré hondo. No sonaba nada bien.
Con la mirada ensimismada dijo:
—¿Sabes?, creo que en cierto modo provoqué esta pelea adrede porque estaba harta de pasarme la vida en casa sin que nadie me diera nunca las gracias ni reconociera mi trabajo. Llevar la casa es una tarea ingrata. Nunca hay elogios. Sólo te dicen algo cuando las cosas están como no deberían estar; entonces llueven las protestas. En conclusión: no es nada divertido. No pienso volver a llevar la casa.
Se volvió hacia mí y me ofreció una sonrisa radiante.
Me quedé mirándola fijamente y le pregunté:
—¿Estás segura, mamá?
—Oh, sí.
Y se sirvió una taza de café tarareando alegremente. Era peor de lo que había esperado.
—¿Y nosotros qué? —pregunté desesperada.
Mi madre me miró sorprendida.
—¿Cómo que «ustedes qué»? Pero si no tiene nada que ver con vosotros.
—¡Sí, pero tú ya no estás…!
—¿Estás pensando en cuando me haya muerto o lo que te preocupa es quién os preparará el desayuno?
Desde luego, mi madre podía ser bastante sarcástica. No dije ni mu, estaba realmente ofendida. Mi madre se acercó y me cogió por el hombro.
—Jane, no me digas que esto es una catástrofe para ti. Hay muchas madres que trabajan. ¡Y ustedes, al fin y al cabo, tienen la ventaja de tener a tu padre en casa!
—¡Pufff! ¡Si a esto lo llamas ventaja! —le solté—. Parece el caos en persona.
—Venga, no seas así. Dale una oportunidad. Seguro que le saldrá bien.
La miré con cara de sufrimiento.
—Tienen que ayudarle un poco —prosiguió mi madre—. Además, hay un montón de cosas que pueden hacer para ayudar. En realidad, yo lo hacía absolutamente todo. Las veinticuatro horas del día. Y ahora ya no hace falta. Ustedes tienen edad para ocuparos de la mayoría de las cosas ustedes mismos.
—¿Y Joe qué?
—Si pensara un poco menos en las chicas, le quedaría el espacio mental suficiente para aprender a manejar la lavadora, la aspiradora, la…
—Me refiero al Joe pequeño —le aclaré interrumpiéndola.
—Ah, bueno, Puschel.
—¡Creía que Puschel era el perro!
Mi madre suspiró.
—Quería decir Joaquín. ¡Me imagino que un solo niño no será un gran problema para tu padre! Además, ustedes chicos también pueden ayudar de vez en cuando con su hermanito.
—Pero es lo que hacemos mamá. ¿Qué crees que pasaría si no lo hiciéramos? No tienes ni idea de lo pesado que es.
—Por lo menos ya no se escapa.
—¡No estoy hablando del pequeño, si no de papá! —exclamé.
Mi madre se rió.
—¿Y el perro? —pregunté.
—Es asunto de Joseph. Él lo trajo a casa —decidió mi madre sin pensarlo dos veces.
Respiré hondo y dije con frialdad:
—Bueno, entonces está todo arreglado. Lo que importa es que tú estés bien.
—Gracias por tu comprensión, cariño. ¿Sabes? Me agrada que te hayan puesto la tarea del bebe, ahora tienes un punto de vista diferente sobre como es esto. Me puedes comprender mejor.
Me plantó un beso en la mejilla y se marchó.
Y me dejó, visiblemente, con un humor de perros. Peor que el que me había inspirado El muñeco minutos antes. Pero ¿cómo había podido? ¿Cómo podía estar de tan buen humor mientras en casa estaba todo revuelto? ¿Cómo podía dejarnos en la estacada de ese modo?
En esos momentos, mi estado de ánimo podría rivalizar al que mantengo cada vez que esta Nicholas cerca. Creo que con las miradas fulminantes que lanzo debido a mi humor, podría enterrar tres metros bajo tierra a media ciudad.
Como el viernes, todavía tiemblo de rabia al acordarme de la peor noche de mi vida, además de que fueron las dos horas más largas y tediosas de mi existencia. Con Nicholas a mi lado refunfuñando, Chace haciendo bromas que no escuché debido a mi estado de embotamiento mental —Cuando tengo rabia, ésta me impide pensar—, Riley lanzándome miradas furibundas por algún motivo en particular que desconozco, y Joe y Mel susurrando y hablando de Nick y yo como si no existiéramos. Hola, cuando vas a hablar de alguien, te aseguras que no esté presente, Dah. Y como si fuera poco, cuando me quise ir —Cuarenta minutos después de que el circo hubiera llegado —Nicholas lo impidió.
—Nadie se mueve hasta que esta mancha no seque, no me voy a arriesgar a levantarme y que las personas se burlen de mi otra vez. Así que más les vale quedarse donde están y comer más Pizza, que buena parte nos falta.
En realidad, de la pizza de dieciocho, habíamos comido once porciones si mucho. Contando que la primera porción llenaba demasiado. Cuando intenté levantarme y ordenarle a Chace que me llevara a casa, Nicholas me amenazó. En realidad amenazó que a quien se moviera de sus asientos, pagaría la cuenta y además de otra pizza que planeaba llevar. Y por supuesto, nadie quería cargar con semejante costo, añadiendo que estábamos en uno de los restaurantes más caros de la ciudad.
Con un suspiro, maldiciendo e voz baja mi suerte, llevé al muñeco a mi habitación y lo acomodé en un sillón. Pensé un poco en lo que mi madre me acababa de decir “Ahora me comprendes” Pues sí, ahora si que la comprendía.
—Los padres sirven para una mierda. Salvo engendrar los hijos.
En ese momento, maldita mi suerte de nuevo, pasaba mi padre por el corredor. Se paró en mi puerta al escucharme y arqueó las cejas.
—¿Qué dices Jane?
—Nada, papi, nada. —Sonreí inocentemente
Mi padre sonrió escéptico y se alejó.
Al día siguiente desperté a las cinco de la mañana a causa de los chillidos del muñeco. Pues si, aparte de ser un fastidio, el muñeco también es un reloj, lo cual lo hace aún más insoportable. Me bañé y arreglé y luego le di el tetero. Estaba desayunando algo de cereal cuando bajó Joe todavía medio dormido.
—Papá parece estar pegado a las sábanas todavía —comprobó echando una ojeada a su alrededor.
Me encogí de hombros. Me daba lo mismo. Todo me daba lo mismo. Ni siquiera era capaz de concentrarme una hora seguida sin tener que ocuparme del mocoso, que genial vida. Eché la cabeza hacia atrás y miré a mi hermano, abstraída.
—Pero ¿qué mosca te ha picado? —quiso saber Joe
—Pasa que a mamá le encanta ir a trabajar. ¡No dejaría el despacho aunque papá se lo suplicara de rodillas! Así que tenemos que seguir viviendo como esclavos domésticos. Tengo un hermano pequeño que parece un fantasma, y desaparece cada que le viene en gana porque nuestro inepto padre no se da por enterado, fuera de eso siempre está con el perro tonto que trajiste que parece un caballo. Por si fuera poco, tengo que encargarme de ese tonto robot que llora cada cinco minutos, no puedo pestañear sin que tenga que cuidar de alguno de los ineptos que viven en esta casa, y el imbécil de mi hermano mayor, que se supone que es mayor por algo y tendría que estar al pendiente de las cosas, se la pasa en la casa de un estúpido idiota que esta arruinando mi vida. Así que, Joseph Jonas, no me vengas a preguntar que mosca me pico porque no tienes derecho a cuestionar mi humor.
Joe me miró con cierto temor
—Wow, yo… me hubiera quedado callado. ¿Sabes que? Olvidemos esta cuestión… me iré a bañar. —Se empezó a alejar y luego pareció acordarse de algo, se volvió hacia mi de nuevo. —Pero… ahora que lo pienso. Nicholas no tiene nada que ver con esto…
—¿Qué no tiene…?—lo interrumpí con la cara hecha fuego.
—No, no tiene nada que ver —me interrumpió esta vez —Si te dieras la oportunidad de conocerlo, creo que te agradaría.
Lo miré con la boca abierta —Si, claro.
—De verdad. Además, creo que ustedes son más compatibles de lo que se imaginan. Por eso es que no se toleran, porque hay algo escondido entre ustedes.
Lo miré escéptica —¿Algo como que? ¿Una declaración de amor? No seas imbécil, no toleraría a Nicholas ni aunque viviéramos bajo el mismo techo, ya tengo bastante contigo. Así que... ¿Por qué no dejas de hablar estupideces y te vas a bañar? El colegio empieza en media hora y no quiero llegar tarde.
Joe se encogió de hombros y se fue. Diez minutos después, cuando yo estaba todavía sentada ante el mesón viendo un punto fijo en la pared y pensando en las estupideces que acababa de decir mi hermano, baja Joe totalmente vestido.
—Papá sigue dormido —suspiró —Esto es un caos, no esta funcionando.
—Oh. ¿En serio?
—Sin sarcasmo, gracias.
—No lo puedo evitar.
—¿Sigues ahí? Yo pensé que te habías robado mi auto y ya habías salido.
—Primero, mis padres dijeron que debías compartir tu auto de vez en cuando conmigo. Así que deja de lado la palabra “robar” Y segundo, si sigo aquí, tengo un inepto hermano al que debo esperar.
Joe arqueó una ceja —¿Ahora me llamas inepto porque te digo las verdades que necesitas oír?
Me bajé del mesón —no, te llamo inepto porque hablas estupideces. Ahora, vámonos.
Joe tenía esa sonrisita burlona en el rostro que tanto odio. Se acercó a la fuente de fruta, que después de la oferta que había descubierto mi padre más bien merecía el nombre de «fuente de plátanos», cogió un plátano y me lo lanzó.
—Toma, para el recreo, en lugar del sándwich.
—Qué bien, uno menos. Así sólo nos quedan cuarenta y nueve por comer.
Entonces Joe tuvo una idea.
—Oye, nos los llevamos y los vendemos en el colegio. Ahora necesitamos dinero urgentemente.
—¡Estas loco! —Solté —Ni creas que quiero ir a vender bananos al colegio, y según tú… ¿Para que necesito yo dinero?
—Para comprarte un auto y no tener que esperarme a mi. Piénsalo, sería genial tener tu propio auto. Además ¿Qué tiene de malo vender los plátanos? A muchos chicos les gusta la fruta, sólo que en la cafetería no venden. Ese sería nuestro mercado.
Lo miré dubitativamente, si es cierto que necesito un auto… pero nah, no creo que vendiendo fruta en el colegio ayude de a mucho
Tina(:
Re: 1000 Razones para (NO) Enamorarse. (Nick Jonas)
me encanta tu novela yo la sigo desde el tema pasado pero no comento mucho por falta de tiempo :fiu: .....y tranquila que te comprendo aveces uno no tiene ni tiempo ni ganas de escribir ...yo también hace mucho tiempo no entraba al foro...pero igual quiero que sepas que tienes una fiel lectora aquí...aveces creo que soy un poco adicta a esta novela...tomate el tiempo que necesites aunque no puedo evitar decir que quiero nuevo capitulo :jeje:
tienes mucho talento no lo desperdicies por miedo...
tienes mucho talento no lo desperdicies por miedo...
loreniita
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