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Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Nombre: Fallen “oscuros” (big time rush y tú)
Autor: gisell portilla by: Lauren Kate
Adaptación: sí
Género: Romance, fantasía, intriga, etc.
Comentarios: solo que no es completamente una adaptación agregando cambios en la historia en tal manera que sería más una traducción con un cambio y no solo un doblaje a nuestro idioma…
Sinopsis
(Tn)__________ de 16 años de edad, es una nueva estudiante de Espada y Cruz, la escuela ubicada en la Savannah, Georgia.
El novio de (Tn)______ murió en circunstancias sospechosas, y ahora lleva la culpa por su muerte, mientras recorre los pasillos de Espada y Cruz, dónde cada estudiante parece tener una desagradable historia.
Es sólo que cuándo ve a un compañero de estudios magnífico, (Tn) _______ siente que hay una razón para estar aquí, aunque ella no sabe lo que él es en realidad. Y la actitud fría de él hacia ella?...
Última edición por gisell portilla el Mar 06 Ago 2013, 12:06 am, editado 6 veces
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Introduccion
Helston, Inglaterra
Septiembre de 1854
Alrededor de la media noche, acabo de dar forma a los ojos. Tenía la mirada felina entre atrevida y confusa, desconcertante. Sí, aquellos eran sus ojos, coronados por una ceja fina y elegante, a pocos centímetros de una cascada de cabello oscuro.
Alejó poco el papel para ver su progreso. Era difícil dibujarla sin tenerla frente a él, pero, por otra parte, nunca habría podido hacerlo en su presencia, porque desde que llegó de Londres (no, desde la primera vez que la vio) había siempre procurado mantener la distancia.
Pero ella cada día se acercaba más, y a él cada día le resultaba más difícil resistirse. Por eso iba a marcharse por la mañana, a la India, a América, no lo sabía ni le importaba, porque en cualquier otro lugar las cosas serían más fáciles que allí.
Bajo la cabeza de nuevo a su dibujo y suspiró mientras difuminaba con el pulgar el carboncillo para perfeccionar el carnoso labio inferior. Ese trozo de papel no era más que un cruel impostor, pero también la única forma de poder llevársela a su lado.
Luego, enderezándose en la silla tapizada en cuero de la biblioteca, sintió aquel roce cálido y familiar en la nuca.
Era ella.
Su sola proximidad le proporcionaba una sensación extraordinaria, como el calor que desprende un tronco cuándo se resquebraja n la chimenea y va reduciéndose a cenizas. Lo sabía sin tener que voltear; ella estaba allí. Escondió el retrato entre la pila de papeles que tenía tras en su pierna, no iba a poder esconderse tan fácilmente.
Miró hacia el sofá de color marfil que había al fondo del salón, dónde apenas unas horas antes ella, con un vestido de seda rosa y algo tardada de los demás invitados, se había levantado repentinamente para aplaudir a la hija mayor del dueño, que acababa de interpretar una pieza al clavicordio de forma esplendida. Miro hacia el otro lado de la estancia, al mismo lugar donde el día anterior se le había acercado sigilosamente con un ramo de peonías (tipo de flores) salvajes en las manos. Ella aún creía que la atracción por él era inocente, que el hecho de que se encontraran tan a menudo bajo la pérgola era solo… una feliz coincidencia. ¡Había sido tan ingenua! Pese a ello, él nunca la sacaría de su error: sólo él debía cargar con el peso del secreto.
Se levanto, dejo los bocetos en la silla de cuero y se dio la media vuelta. Y allí estaba ella, apoyada contra la cortina de terciopelo escarlata con un sencillo vestido blanco. El pelo se le había destrenzado, y su mirada era la misma que él había dibujado tantas veces, pero sus mejillas parecían arder. ¿Estaba molesta? Ansiaba saberlo, pero no podía preguntárselo.
-¿Qué haces aquí?- Noto el exalto en su propia voz y lamentó que ella nunca fuera a comprender a qué se debía.
-No… no podía dormir- balbució ella, mientras se dirigía hacia la chimenea y la silla. –He visto que había una luz en tu habitación y luego…- desvió su mirada a donde fuese antes de acabar la frase y bajó la mirada hacia sus manos… -tu baúl en la puerta. ¿Te vas a alguna parte?- temblorosa la voz a su vez…
-Iba a decírtelo…- Se interrumpió…
No debía mentir. Nunca había pretendido que ella conociera sus planes. Decírselo solo empeoraría las cosas, y ya había dejado que llegaran demasiado lejos con la esperanza de que en esta ocasión fuera diferente. Ella se le acercó un poco más y tomo el cuaderno de los bocetos…
-¿Estabas dibujándome?- El tono de la pregunta le recordó que vivían en mundos separados por un abismo. Pese a todo el tiempo que habían pasado juntos estas últimas semanas, ella aún no había llegado a descubrir porqué, en verdad, se atraían el uno al otro.
Aquello era, cuando menos, lo mejor que podía hacer. Durante los últimos días, desde que decidió marcharse, había intentado distanciarse de ella, pero el esfuerzo le cansaba tanto que, cuando se encontraba a solas, tenía que rendirse al deseo reprimido de dibujarla. Había llenado las páginas del cuaderno con esbozos de su cuello arqueado, la clavícula de mármol, el abismo negro de su cabello.
Se volteo para mirar de nuevo el retrato, no porque le avergonzara que lo hubiera sorprendido dibujándola, sino por un motivo peor. Sintió que un escalofrío le recorría todo el cuerpo al advertir que lo que ella había descubierto “lo que él realmente sentía” acabaría con ella. Tendría que haber sido más cuidadoso: siempre empezaba así.
-Leche templada con una cucharada de miel- murmuró todavía de espaldas a ella. Luego añadió con un poco de tristeza. –Te ayudará a dormir- ella lo miró confusa…
-¿Cómo lo sabes?- Vaya es justo lo que mi madre acostumbraba- él interrumpió…
-Lo sé- dijo, dándose la vuelta para mirarla…
Se asombro no le extrañó, pero no podía explicarle cómo lo sabía, ni confesarle cuántas veces él mismo le había dado aquella solución, cuando las sombras se acercaban a ellos, y cómo luego la había abrazado hasta sentir que se dormía en sus brazos.
Cuando su mano le tocó el hombro, tuvo la impresión que le quemaba a través de la camisa y se quedó boquiabierto. Nunca antes se habían tocado en esta vida, y el primer contacto siempre lo dejaba sin aliento.
-Contéstame- susurró ella -¿Vas a marcharte?- titubeando…
-Sí- contesto fríamente…
-Entonces, llévame contigo- dijo de golpe…
Justo en ese instante ella se dio cuenta de que contenía la respiración y se arrepentiría de lo que acababa de decir. Notó cómo la progresión de sus emociones de manifestaba en la arruga que se le formaba entre los ojos: iba a sentirse impulsiva, desconcertada y luego avergonzada de su propio atrevimiento. Siempre hacía lo mismo, y demasiadas veces él había cometido el error de consolarla.
-No- dijo, porque recordaba, siempre recordaba –mi barco zarpa mañana, si de verdad te importo, no digas ni una palabra más-
-Que si me importas…- repitió ella como para sí misma –Yo te- el interrumpió…
-No lo digas- contesto esperando no oír aquellas palabras…
-Tengo que hacerlo. Te…te quiero, de eso no tengo la menor duda, y si te vas…- volvió a intermediar aquella oración…
-Si me voy, tu vida estará a salvo- Lo dijo poco a poco, intentando llegar a algún rincón de ella capaz de recordar algo. ¿O a caso no guardaba ninguno de esos recuerdos, acaso estos permanecían enterrados en alguna parte? –hay cosas más importantes que él amor. No entenderías, tienes que confiar en mí- Su mirada se clavo en la de él. Retrocedió un paso y se cruzó de brazos. Aquello también era culpa de él: siempre le hablaba con amabilidad, y provocaba que surgiera su lado más rebelde.
-¿Me estás diciendo que hay cosas más importantes que esto?- le pregunto en tono desafiante, al tiempo que se le encogían las manos y se las llevaba al corazón. ¡Cómo deseaba ser ella y no saber qué era lo que venía a continuación! O al menos, ser más fuerte de lo que era y no dejarla avanzar un paso más. Si no la detenía, ella nunca aprendería y el pasado volvería a repetirse, torturándolos una y otra vez. Aquel conocido calor de la piel le hizo a él bajo sus manos le hizo inclinar la cabeza hacia atrás y quejarse: intentaba obviar cuan cerca estaba a ella, cuán irresistible era la sensación que le producía el roce de sus labios, y en cuán doloroso que todo aquello tuviera que acabar… Pero ella le acariciaba los dedos con suavidad… Incluso podía percibir los latidos de su corazón a través del fino vestido de algodón.
Sí, ella tenía razón: no había nada más importante que aquello. Nunca lo había habido. Estaba a punto de darse por vencido y abrazarla cuando, de repente, notó que ella lo miraba como si estuviera viendo un fantasma. Lo aparto de sí y se llevó una mano a la frente.
-Qué sensación más extraña…- suspiró…
Oh, no… ¿Era ya demasiado tarde? Sus ojos se entonaron hasta adoptar la forma de los que él había dibujado. Entonces se le acercó de nuevo con las manos sobre el pecho y labios separados, expectante.
-Creerás que estoy loca, pero juraría que esto ya lo he vivido antes- Sí realmente era demasiado tarde. Alzo la vista, temblando, y empezó a percibir cómo la oscuridad descendía. Aprovechó la última oportunidad para abrazarla, para estrecharla entre sus brazos con fuerza, como había deseado desde hace semanas. En el instante en que sus labios se fundieron, ya no hubo nada que hacer: ya no podían resistirse. El sabor a madreselva de su boca provocó en él la sensación de mareo. Cuanto más la estrechaba contra sí, más se le revolvía el estómago por la emoción y la agonía del momento. Sus lenguas se tocaron y el fuego estalló entre ambos, refulgiendo con cada caricia, con cada nuevo descubrimiento… aunque, nada de aquello fuera nuevo. La habitación tembló, y alrededor de ambos empezó a formarse un aura. Ella no advirtió nada, no se dio cuenta de nada, nada existía más allá del beso el único beso lo último y primero entre ellos.
Solo él sabía lo que iba a ocurrir, qué oscuras compañías estaban a punto de interrumpir su velada. Aunque una vez más fuera incapaz de alterar el curso de sus vidas, sabía lo que iba a ocurrir.
Las sombras empezaron a arremolinarse sobre sus cabezas, tan cerca que él podría haberlas tocado, tan cerca que se preguntó si alcanzaría a oír lo que susurraban. Observó cómo la nube pasaba frente a la cara de ella: por un instante, en sus ojos vio un destello de reconocimiento.
Después, ya no hubo nada: nada en absoluto.
Helston, Inglaterra
Septiembre de 1854
Alrededor de la media noche, acabo de dar forma a los ojos. Tenía la mirada felina entre atrevida y confusa, desconcertante. Sí, aquellos eran sus ojos, coronados por una ceja fina y elegante, a pocos centímetros de una cascada de cabello oscuro.
Alejó poco el papel para ver su progreso. Era difícil dibujarla sin tenerla frente a él, pero, por otra parte, nunca habría podido hacerlo en su presencia, porque desde que llegó de Londres (no, desde la primera vez que la vio) había siempre procurado mantener la distancia.
Pero ella cada día se acercaba más, y a él cada día le resultaba más difícil resistirse. Por eso iba a marcharse por la mañana, a la India, a América, no lo sabía ni le importaba, porque en cualquier otro lugar las cosas serían más fáciles que allí.
Bajo la cabeza de nuevo a su dibujo y suspiró mientras difuminaba con el pulgar el carboncillo para perfeccionar el carnoso labio inferior. Ese trozo de papel no era más que un cruel impostor, pero también la única forma de poder llevársela a su lado.
Luego, enderezándose en la silla tapizada en cuero de la biblioteca, sintió aquel roce cálido y familiar en la nuca.
Era ella.
Su sola proximidad le proporcionaba una sensación extraordinaria, como el calor que desprende un tronco cuándo se resquebraja n la chimenea y va reduciéndose a cenizas. Lo sabía sin tener que voltear; ella estaba allí. Escondió el retrato entre la pila de papeles que tenía tras en su pierna, no iba a poder esconderse tan fácilmente.
Miró hacia el sofá de color marfil que había al fondo del salón, dónde apenas unas horas antes ella, con un vestido de seda rosa y algo tardada de los demás invitados, se había levantado repentinamente para aplaudir a la hija mayor del dueño, que acababa de interpretar una pieza al clavicordio de forma esplendida. Miro hacia el otro lado de la estancia, al mismo lugar donde el día anterior se le había acercado sigilosamente con un ramo de peonías (tipo de flores) salvajes en las manos. Ella aún creía que la atracción por él era inocente, que el hecho de que se encontraran tan a menudo bajo la pérgola era solo… una feliz coincidencia. ¡Había sido tan ingenua! Pese a ello, él nunca la sacaría de su error: sólo él debía cargar con el peso del secreto.
Se levanto, dejo los bocetos en la silla de cuero y se dio la media vuelta. Y allí estaba ella, apoyada contra la cortina de terciopelo escarlata con un sencillo vestido blanco. El pelo se le había destrenzado, y su mirada era la misma que él había dibujado tantas veces, pero sus mejillas parecían arder. ¿Estaba molesta? Ansiaba saberlo, pero no podía preguntárselo.
-¿Qué haces aquí?- Noto el exalto en su propia voz y lamentó que ella nunca fuera a comprender a qué se debía.
-No… no podía dormir- balbució ella, mientras se dirigía hacia la chimenea y la silla. –He visto que había una luz en tu habitación y luego…- desvió su mirada a donde fuese antes de acabar la frase y bajó la mirada hacia sus manos… -tu baúl en la puerta. ¿Te vas a alguna parte?- temblorosa la voz a su vez…
-Iba a decírtelo…- Se interrumpió…
No debía mentir. Nunca había pretendido que ella conociera sus planes. Decírselo solo empeoraría las cosas, y ya había dejado que llegaran demasiado lejos con la esperanza de que en esta ocasión fuera diferente. Ella se le acercó un poco más y tomo el cuaderno de los bocetos…
-¿Estabas dibujándome?- El tono de la pregunta le recordó que vivían en mundos separados por un abismo. Pese a todo el tiempo que habían pasado juntos estas últimas semanas, ella aún no había llegado a descubrir porqué, en verdad, se atraían el uno al otro.
Aquello era, cuando menos, lo mejor que podía hacer. Durante los últimos días, desde que decidió marcharse, había intentado distanciarse de ella, pero el esfuerzo le cansaba tanto que, cuando se encontraba a solas, tenía que rendirse al deseo reprimido de dibujarla. Había llenado las páginas del cuaderno con esbozos de su cuello arqueado, la clavícula de mármol, el abismo negro de su cabello.
Se volteo para mirar de nuevo el retrato, no porque le avergonzara que lo hubiera sorprendido dibujándola, sino por un motivo peor. Sintió que un escalofrío le recorría todo el cuerpo al advertir que lo que ella había descubierto “lo que él realmente sentía” acabaría con ella. Tendría que haber sido más cuidadoso: siempre empezaba así.
-Leche templada con una cucharada de miel- murmuró todavía de espaldas a ella. Luego añadió con un poco de tristeza. –Te ayudará a dormir- ella lo miró confusa…
-¿Cómo lo sabes?- Vaya es justo lo que mi madre acostumbraba- él interrumpió…
-Lo sé- dijo, dándose la vuelta para mirarla…
Se asombro no le extrañó, pero no podía explicarle cómo lo sabía, ni confesarle cuántas veces él mismo le había dado aquella solución, cuando las sombras se acercaban a ellos, y cómo luego la había abrazado hasta sentir que se dormía en sus brazos.
Cuando su mano le tocó el hombro, tuvo la impresión que le quemaba a través de la camisa y se quedó boquiabierto. Nunca antes se habían tocado en esta vida, y el primer contacto siempre lo dejaba sin aliento.
-Contéstame- susurró ella -¿Vas a marcharte?- titubeando…
-Sí- contesto fríamente…
-Entonces, llévame contigo- dijo de golpe…
Justo en ese instante ella se dio cuenta de que contenía la respiración y se arrepentiría de lo que acababa de decir. Notó cómo la progresión de sus emociones de manifestaba en la arruga que se le formaba entre los ojos: iba a sentirse impulsiva, desconcertada y luego avergonzada de su propio atrevimiento. Siempre hacía lo mismo, y demasiadas veces él había cometido el error de consolarla.
-No- dijo, porque recordaba, siempre recordaba –mi barco zarpa mañana, si de verdad te importo, no digas ni una palabra más-
-Que si me importas…- repitió ella como para sí misma –Yo te- el interrumpió…
-No lo digas- contesto esperando no oír aquellas palabras…
-Tengo que hacerlo. Te…te quiero, de eso no tengo la menor duda, y si te vas…- volvió a intermediar aquella oración…
-Si me voy, tu vida estará a salvo- Lo dijo poco a poco, intentando llegar a algún rincón de ella capaz de recordar algo. ¿O a caso no guardaba ninguno de esos recuerdos, acaso estos permanecían enterrados en alguna parte? –hay cosas más importantes que él amor. No entenderías, tienes que confiar en mí- Su mirada se clavo en la de él. Retrocedió un paso y se cruzó de brazos. Aquello también era culpa de él: siempre le hablaba con amabilidad, y provocaba que surgiera su lado más rebelde.
-¿Me estás diciendo que hay cosas más importantes que esto?- le pregunto en tono desafiante, al tiempo que se le encogían las manos y se las llevaba al corazón. ¡Cómo deseaba ser ella y no saber qué era lo que venía a continuación! O al menos, ser más fuerte de lo que era y no dejarla avanzar un paso más. Si no la detenía, ella nunca aprendería y el pasado volvería a repetirse, torturándolos una y otra vez. Aquel conocido calor de la piel le hizo a él bajo sus manos le hizo inclinar la cabeza hacia atrás y quejarse: intentaba obviar cuan cerca estaba a ella, cuán irresistible era la sensación que le producía el roce de sus labios, y en cuán doloroso que todo aquello tuviera que acabar… Pero ella le acariciaba los dedos con suavidad… Incluso podía percibir los latidos de su corazón a través del fino vestido de algodón.
Sí, ella tenía razón: no había nada más importante que aquello. Nunca lo había habido. Estaba a punto de darse por vencido y abrazarla cuando, de repente, notó que ella lo miraba como si estuviera viendo un fantasma. Lo aparto de sí y se llevó una mano a la frente.
-Qué sensación más extraña…- suspiró…
Oh, no… ¿Era ya demasiado tarde? Sus ojos se entonaron hasta adoptar la forma de los que él había dibujado. Entonces se le acercó de nuevo con las manos sobre el pecho y labios separados, expectante.
-Creerás que estoy loca, pero juraría que esto ya lo he vivido antes- Sí realmente era demasiado tarde. Alzo la vista, temblando, y empezó a percibir cómo la oscuridad descendía. Aprovechó la última oportunidad para abrazarla, para estrecharla entre sus brazos con fuerza, como había deseado desde hace semanas. En el instante en que sus labios se fundieron, ya no hubo nada que hacer: ya no podían resistirse. El sabor a madreselva de su boca provocó en él la sensación de mareo. Cuanto más la estrechaba contra sí, más se le revolvía el estómago por la emoción y la agonía del momento. Sus lenguas se tocaron y el fuego estalló entre ambos, refulgiendo con cada caricia, con cada nuevo descubrimiento… aunque, nada de aquello fuera nuevo. La habitación tembló, y alrededor de ambos empezó a formarse un aura. Ella no advirtió nada, no se dio cuenta de nada, nada existía más allá del beso el único beso lo último y primero entre ellos.
Solo él sabía lo que iba a ocurrir, qué oscuras compañías estaban a punto de interrumpir su velada. Aunque una vez más fuera incapaz de alterar el curso de sus vidas, sabía lo que iba a ocurrir.
Las sombras empezaron a arremolinarse sobre sus cabezas, tan cerca que él podría haberlas tocado, tan cerca que se preguntó si alcanzaría a oír lo que susurraban. Observó cómo la nube pasaba frente a la cara de ella: por un instante, en sus ojos vio un destello de reconocimiento.
Después, ya no hubo nada: nada en absoluto.
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
No puede ser!!! Oscuros!!!
Es mi saga favorita !!!
Ademas de los juegos del hambre jeje
Siiii!!! Soy la primera jeje!!!!
Ademas con btr q mejor? Jaja
Xau!
Es mi saga favorita !!!
Ademas de los juegos del hambre jeje
Siiii!!! Soy la primera jeje!!!!
Ademas con btr q mejor? Jaja
Xau!
marts1
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Helloooo segunda lectora me llamo Ericka O.O que buena novee espero la sigas pronto y si necesitas pareja para James o Kendall no dudes en decir si no no hay problema :d buaaanooo siguelaaa :D
>>Vikcy_Rush<<
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Hola chicas, estoy feliz!!!! Soy la “escritora” más bien “adaptadora” de esta serie, me alegra demasiado tener dos seguidoras, gracias Marts y Erika
y espero y les guste mi adaptación….
Bienvenidas!!,
Atte: Gisell Portilla
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Capitulo 1 parte 1
Perfectos desconocidos
He ahí yo entrando 10 minutos tarde al vestíbulo iluminado con luces fluorescentes de Espada & Cruz. Un guardia de compleción y mejillas rosadas, con un portapapeles bajo el brazo, que parecía de hierro, ya estaba dando instrucciones, lo cual significaba que volvería a repetirlo…
-Así que, recuerden: recetas, residencias y rojas- decía el guardia a un grupo de tres estudiantes de los cuales lo único que lograba ver eran sus espaldas… -Si siguen estas reglas básicas, estarán a salvo- No perdí tiempo y me uní lo más pronto que pude al grupo. Seguía nerviosa porque no estaba segura si aquella pila de papeles que me pedían como requisitos los hubiese llenado bien, así como de que no estaba segura que si aquel guardia de cabeza raspada que tenía frente a mi era hombre o mujer, así como de que nadie me ayudará a llevar aquella enorme maleta que traía conmigo, y que ni siquiera mis padres se desharían de “Plymouth Fury” en cuanto volvieran a casa.
Durante todo el verano habían amenazado con vendarlo, y ahora tenían un motivo que ni siquiera podía discutir: a ningún alumno se le permitía tener un coche en la nueva escuela. Bueno, en el nuevo reformatorio para ser exactos. Aun no me acostumbraba a usar esa palabra.
-Eh… perdone, pero ¿podía repetir eso que ha dicho?- dije en un tono semi bajo -¿Cómo era?, ¿recetas…?- pregunte un poco atareada….
-Vaya, miren quién ha llegado- dijo el guardia en voz alta, y luego repitió lentamente –Recetas, si eres una de las alumnas que necesita medicación, allí darán las pastillas que te ayudarán a no volverte loca y seguir respirando, ¿entiendes?- asentí, al fin me decidí “es una mujer” después de estudiarla. Ningún hombre podría ser lo bastante sarcástico para decir todo aquello en tono de voz tan empalagoso.
-Lo tengo- Sentí un poco de nauseas –Recetas- seguía asintiendo moviendo la cabeza de abajo hacia arriba levemente. Hacía años que había dejado de tener algún tipo de medicina. Aunque el doctor Sandford, mi especialista en Hopkinton (y la razón por la cual mis padres me habían enviado a un internado en la lejana New Hampshire), había considerado la posibilidad de medicarme de nuevo a raíz del accidente anterior, después de un mes de varios análisis se convenció de mi estabilidad relativa y por fin puede olvidarme de aquellos anti psicóticos nauseabundos…
Ese era el motivo de que en mi último año de estudios ingresara a Espada & Cruz un mes después de que hubieran comenzado las clases. Ya era bastante pesado ser nueva en la escuela para además empezar las clases cuando el resto ya sabía qué iba todo. Sin embargo a juzgar por las personas que se encontraban a mi costado no solo para mí era el primer día... Mire de reojo a los tres alumnos dispuestos que formaban un semicírculo a mí alrededor. En el último colegio en el que había estudiado, “Dover”, conocí a mi mejor amiga, Callie, en el recorrido del campus, aunque, en cualquier caso, en un colegio donde el resto de los estudiantes prácticamente habían crecido juntos, ya habría bastado con que yo y Callie fuéramos las únicas que no éramos ricas herederas; además, no tardamos en darnos cuenta que también compartíamos la misma pasión por aquellas películas románticas, gustos similares de casi todo entre música y más. Después de descubrir, mientras veíamos las dos en la cartelera, que ninguna de las dos llegaríamos a conseguir hacer palomitas sin que saltara la alarma de incendios, Callie y yo no nos separamos ni un momento. Hasta que… nos obligaron a hacerlo.
A ambos lados de mí habían dos chicos y una chica, y de esta última no era muy difícil hacerse una idea de lo que cabía esperar: rubia y linda como las modelos de los anuncios cosméticos y con las uñas pintadas de rosa pastel a juego con la carpeta de plástico.
-Soy Gabbe – dijo arrastrando las palabras y mostrándome una gran sonrisa que se esfumó con la misma rapidez con la que había aparecido incluso antes de que pudiera siquiera devolverle el saludo. El interés de la chica me recordó más a una versión sureña de las chicas de Dover que a lo que habría esperado de Espada & Cruz. No pude saber si eso era reconfortante o no, ni tampoco pudo imaginar qué hacía en un reformatorio una chica con aquella pinta. Di otro vistazo hacia la derecha, había un chico de pelo castaño y corto, ojos cafés y algunas pecas en la nariz. Pero la forma en que evitaba la mirada y mordía rosando el pulgar, tuve la impresión de que, como yo, todavía debía de estar confundido y avergonzado de encontrarse aquí.
El que tenía a su izquierda, en cambio, concordaba perfectamente con la finta que esperaba de los chicos de aquí, incluso con demasiada exactitud. Era alto delgado, llevaba al hombro una mochila de disk jockey y el pelo despeinado. Tenía los ojos verdes, grandes y hundidos y unos labios carnosos y rosados por los que la mayoría de las chicas matarían.
En la nuca, un tatuaje negro con forma de sol que le asomaba por el cuello de la camiseta negra casi parecía arder sobre su piel clara.
A diferencia de los otros dos, cuando este chico volteo me sostuvo la mirada. Su boca dibujaba una línea recta, pero sus ojos eran cálidos y vivos. Me observó, inmóvil como una estatua, provocando que al igual que él me clavara en el suelo y se cortara mi respiración: aquellos ojos eran intensos, seductores, y también un poco intimidantes.
De pronto se escucho una tos falsa creada por la guardia, interrumpiendo el trance en que ambos nos encontrábamos. Lo cual hiso que me sonrojara, comencé a rascarme la cabeza muy ocupada y rodando los ojos hacia otra parte.
-Los que ya saben cómo funciona toso pueden irse después de dejar aquí sus mercancías peligrosas.- La guardia señaló la enorme caja de cartón puesta bajo un cartel que estaba escrito con letras grandes M A T E R I A L E S P R O H I B I D O S. –Y Todd, cuando digo que se puedan ir…- Posó una mano en el hombre del chico pecoso, que dio un ligero brinco, -Me refiero a que vayan al gimnasio a encontrarse con los alumnos mentores que les hayan asignado. Tú- me señalo de repente –deja aquí tus mercancías peligrosas y quédate conmigo.
Los cuatro nos acercamos a duras penas a la caja, yo observé, quieta, cómo empezaban a vaciarse los bolsillos los demás. La chica sacó una navaja roja de ocho centímetros del ejército suizo. El chico de los ojos verdes dejó a regañadientes un aerosol de pintura y un cúter. Incluso el desafortunado Todd se desprendió de varias cajas de cerillas y de un pequeño cargador de mechas. Me sentí casi estúpida por no tener ninguna mercancía peligrosa, pero cuando vi sacar a los otros del bolsillo los teléfonos celulares y dejarlos en la caja, me quede sin palabras.
Al inclinarme para leer mejor el cartel de MATERIALES PROHIBIDOS, vio que los celulares, los buscapersonas y radiotransmisores estaban prohibidos. ¡Así que no solo me quedaba sin coche!, con la mano sudorosa, tome el teléfono que tenía en el bolsillo, mi único medio de contacto con el mundo exterior. Cuándo la guardia percibió mi mirada, dio unas palmaditas en la mejilla.
-Niña, no te desmalles, que no me pagan lo suficiente para resucitar a los alumnos. Además, podrás hacer una llamada semanal desde el vestíbulo principal- Una llamada… ¿semanal? Pero… ah!!! Miré por última vez mi celular y vi que había recibido dos mensajes de texto. Parecía imposible que aquellos fueran a ser mis últimos mensajes. El primero era de Callie.
¡Llámame enseguida! Esperaré al lado del teléfono toda la noche para que me lo expliques todo. Y acuérdate del mantra que te dije que practicaras. ¡Sobrevivirás! Además, por si te interesa, creo que todo el mundo se ha olvidado de…
Típico de Callie: se había enrollado tanto en aquel teléfono que había omitido las últimas cuatro líneas. En cierta forma, me sentí casi aliviada. No quería que escribieran sobre cómo todo el mundo de mi antigua escuela ya había ocurrido, lo que había hacho para acabar en este lugar.
Un suspiro se escapo de mí, y comencé a leer el segundo mensaje. Era de mi madre, que apenas hacía unas semanas que había aprendido eso de escribir mensajes, y que seguro que no sabía lo de la llamada semanal, porque, si no, de ningún modo la habría abandonado allí. ¿O sí?
Mi niña, pensamos en ti a todas horas. Sé buena e intenta comer suficientes proteínas. Te llamaremos en cuanto podamos. Te queremos, mamá y papá.
Volví a suspirar y caí en la cuenta de que mis padres lo sabías. ¿Cómo si no me explicara sus caras ojerosas cuando me despedí de ellos aquella mañana desde la puerta del colegio con la maleta en la mano? Durante el desayuno había intentado bromear porque al fin iba a perder el descarado acento de Nueva Inglaterra que había tomado en Dover, pero ellos ni siquiera habían sonreído. Será quizá que sigan aún enfadados, porque, cuando salí, no se despidieron efusivamente en un espectáculo de gritos, si no que recurrieron al ya conocido silencio. Pero ahora comprendo la conducta tan extraña que tomaron esta mañana: se encontraban lamentando porque iban a separarse de su única hija.
-Seguimos esperando a alguien- dijo la guardia –Me pregunto quién será- la atención se volvió hacía a mí de golpe a la caja de mercancías peligrosas, que ahora llena de objetos de contrabando que ni siquiera reconocía. Percibía que los ojos verdes del chico de cabello oscuro, ahí seguían clavados en mí. Levante la mirada y note que todos me observaban. Cerré los ojos y poco a poco relaje mis dedos hasta que el teléfono cayó sobre la caja del montón con un ruido seco y triste: el sonido de la soledad absoluta.
Todd y Gabbe la robot se dirigieron a la puerta sin siquiera echar un vistazo, pero el tercer chico se acerco a la guardia.
-Yo podría ponerla al corriente de todo- se ofreció, señalándome cabeza, yo solo estaba parada ahí sin hacer absolutamente ningún movimiento.
-Esas no son las normas- repuso la guarda de forma automática, como si hubiera estado esperando aquel diálogo. –Vuelves a ser un alumno de nuevo, y eso significa que se te aplican restricciones de los alumnos nuevos. Tienes que volver a empezar de cero. Si no te gusta, deberías haberlo pensado mejor antes de quebrantar la libertad condicional- Observe que el chico se quedo inmóvil, inexpresivo, mientras la guardia me tomo del brazo al ver que me quede más notoriamente como piedra al escuchar “libertad condicional” hacia el fondo del vestíbulo amarillo.
-Venga, adelante- dijo, como si no hubiera pasado nada. –Residencias- señaló la ventana que daba al oeste, desde donde se divisaba a lo lejos un edificio de color ceniza. Di un vistazo a Gabbe y a Todd arrastrando los pies hacia allí, y comprendo por qué, y al tercer chico andando sin prisa, como si alcanzarlos fuera la última cosa que tuviera que hacer. Mientras yo seguía caminando analizando Espada & Cruz, en realidad lo único que por el momento mis ojos pudiesen percibir: la residencia de estudiantes era un edificio imponente y cuadrangular, un bloque sólido y gris cuyas puertas dobles no revelaban nada de lo que ocurría dentro. En medio del césped amarillento había una enorme placa de piedra que me hacía recordar haberlo visto en la web de la escuela las palabras RECIDENCIA PAULINE cinceladas en su superficie. En realidad, el complejo parecía incluso más feo bajo la brumosa luz de aquella mañana que en la casi indistinguible fotografía en blanco y negro. Entre cerré los ojos para ver si mi vista no me engañaba: ¿de verdad la valla estaba rematada de un alambra de púas?
La guardia bajó la vista hacia dossier y abrió una ficha.
-Habitación sesenta y tres.- dirigió su mirada hacia mí. - Por ahora, deja la maleta en mi despacho con las de los demás. Podrás deshacerla esta tarde. Arrastre la maleta roja hacia los otros tres baúles negros y sin forma. Luego, en un acto reflejo, hice el ademán de tomar el teléfono, porque era donde acostumbraba escribir las cosas que tenía que recordar. Pero, al ver mi bolsillo vacio, uno de mis suspiros llenos de nostalgia se escapo de mí y no me quedó más remedio que memorizar el número de la habitación.
Aún es incapaz entender por qué no podía quedarme con mis padres; en mi casa de Thunderbolt estaba a menos de media hora de Espada & Cruz. Aunque en estos momentos el mejor lugar para mí sería volver a la Savannah, donde, como decía mi madre “hasta el viento sopla con pereza”… El ritmo más ligero y tranquilo de Georgia se adaptaba a mi mucho mejor que Nueva Inglaterra lo había hecho nunca.
Pero Espada & Cruz, el lugar inerte y gris que el tribunal me había asignado, no se parecía a Savannah ni a ningún otro lugar. Aunque recuerdo haber oído accidentalmente una conversación de mi padre con el director; mi padre había estado asintiendo con la cabeza similar a un profesor de Biología en pleno lio mental, y había acabado respondiendo:
-Claro, claro, quizá lo mejor es que esté controlada todo el tiempo. No, por supuesto, no nos gustaría poner condiciones al sistema de la escuela.
Sin duda, mi papá no había visto las condiciones en las que supervisan a su única hija. Aquel lugar parecía una prisión de máxima seguridad.
-¿Y qué significa eso… cómo ha dicho… las rojas?- esa era la parte que menos había tenido clara, pregunte a la guardia antes de concluir la vista introducida.
-Las rojas- contestó la guarda señalando hacia un dispositivo electrónico que colgaba del techo: una lente con una luz roja parpadeante. Cosa de la cual no me había percatando, pero en cuanto la guarda señaló el primero, aparecieron una infinidad por todas partes.
-¿Cámaras?- dije ingenuamente ya que no me hubiese imaginado que eso eran las “rojas”…
-Muy bien- respondió la guardia con cierto tono de burla como si fuese una niña pequeña respondiendo algo en una clase de preescolar. –Las dejamos a la vista para que no olviden que están ahí. En cualquier momento, en cualquier lugar, los estamos vigilando. Así que no la fastidies, si lo que quieres es lo mejor para ti.
Cada vez que alguien hablaba era como si fuese una psicópata, y casi acababa creyendo que lo era.
Los recuerdos me hostigaban todo el verano, en sueños y en los raros momentos en que mis padres me dejaban a solas. Algo había ocurrido en aquella cabaña, y todos incluyéndome no sabíamos exactamente qué fue lo que sucedió. La policía, el juez, los asistentes sociales habían intentado
“sonsacarme” la verdad, vaya ¿Qué verdad?, si ni siquiera yo sabía cuál era esa verdad, sabía tanto como ellos. Solo recuerdo haber estado bromeando con Trevor, comenzamos a correr uno tras el otro, corrimos hasta llegar a aquella hilera de cabañas que se encontraban frente el lago, lejos del resto de los compañeros.
Una, de las mejores noches de mi vida…………………………………… hasta …………….. Que se convirtió en la peor.
Demasiado tiempo a tratar de recrear en mi mente aquella noche en mi memoria, oyendo su risa, aquella risa, como sus manos rodearon mi cintura…………. Sus ojos coincidiendo con los míos una mirada del uno al otro, intentar recordar de que en verdad no sabían lo que pasaría en ese momento.
Pero ahora pareciese que con todas las normas y reglas de Espada & Cruz parecían sugerir que era peligrosa de verdad, y que lo mejor era estar controlada.
-Mira- me miro la guardia -, si te hace sentir mejor, te aseguro que no eres ni de lejos el peor caso que hay aquí- Fue el primer gesto humano que la guardia dedicara a mí, sonreí en mi interior… “Pero si ma habían enviado aquí a causa de ser sospechosa en la muerte enigmática de un chico por el que en realidad estaba loca, y aun así, no era ni lejos de el peor caso que hay aquí, ¿Qué habrían hecho los demás? Que se encuentran aquí…
-De acuerdo, se ha acabado la presentación- concluyó la guarda – a partir de ahora te las arreglaras sola. Aquí tienes un mapa por si necesitas encontrar algo- me quede seria al cambio repentino de personalidad, puso frente a mí una fotocopia de un mapa dibujado a mano el cuál tome, al tiempo de esto quito rápidamente su brazo y dirigió la vista al reloj de su muñeca.
-Tienes una hora antes de la primera clase, pero la teleserie que sigo empieza en cinco minutos, así que- di un suspiro, mi primer día y apresurarme por no perder clase, el guardia hizo un gesto con la mano –piérdete un poco por el colegio. Y no olvides- señalo bruscamente a las cámaras una última vez –las rojas te observan- una chica delgada y con el pelo negro apareció de la nada parándose frente a mí moviendo los dedos delante de mi rostro.
-Oooooooh- dijo la chica imitando la voz de un contador de historias de terror y moviéndose a mí alrededor –las rojas te están vigilandooooooo- me quede perpleja sin mover un musculo.
-Lárgate de aquí Arriane, antes de que haga una lobotomía- espetó la guardia, ni siquiera sabía lo que era una lobotomía pero estaba feliz de que la detuviese, aunque estaba claro, a juzgar por su sonrisa breve pero sincera, que sentía un cariño algo desafectado por esa chica loca.
También estaba claro que Arriane no sentía lo mismo. Hizo un gesto a la guardia y luego dirigió su mirada a mí, con la esperanza de que me hubiera ofendido.
-Y por hacer eso- dijo la guardia mientras apuntaba una nota con brusquedad en el cuaderno- hoy te has ganado la tarea de enseñarle el colegio a la pequeña chiquilla reluciente- me señalo la guardia, demonios, parecía yo todos menos reluciente, vestida como iba con unos jeans negros, unos convers oscuros y una t-shirt negra de algodón. Ya que en la sección de normas de vestimenta, de la pagina web de Espada & Cruz sosteniendo con entusiasmo que, mientras los alumnos se portaran bien, podían vestirse como quisieran, respetando solo condiciones: el estilo no podía ser llamativo y el color debía ser negro, así que en realidad, no había mucho que elegir, me dejaba en las mismas.
Aquella camiseta de cuello y manga larga que llevaba debajo de la playera que además mi madre había obligado a que me pusiese, no resaltaba para nada mi figura, e incluso el mayor atractivo había desaparecido: casi habían cortado por completo el cabello negro y voluminoso, que solía llegar a mi cintura. El fuego de la cabaña había dejado mi cabeza chamuscada y con pequeñas calvas, así que tras el camino de vuelta, largo y silencioso, de Dover a casa, mi madre me había metido a la bañera, tomo la maquina eléctrica de papá y sin decir una palabra afeitó mi cabeza. Durante el verano había crecido un poco, lo suficiente para que el envidiable cabello ondulado de antes a ahora se hubiera convertido en una sucesión de casi caireles asomándose detrás de mis orejas.
Arriane, me echó un vistazo mientras uno de sus dedos tamborileaba en sus labios pálidos.
-Perfecto- dijo, y dio un paso hacia mi y entre lazo su brazo con el mío. –Precisamente estaba pensando que me hacía falta una nueva esclava- la puerta del vestíbulo se abrió y entro el chico alto de ojos verdes. Negó con la cabeza…
-En este lugar no tienen reparos en desnudarte para registrarte. Así, que si llevas encima cualquier otro tipo de mercancía peligrosa- estaba hablando con migo mientras yo solo escuchaba y lo observaba con atención, el alzo la ceja y tiró un puado de cosas irreconocibles en la caja, -ni lo intentes- que quería decir con eso, ¿quiso ya le había sucedido?, yo solo asentí levemente, detrás de mi Arriane intentaba aguantarse la risa. El chico levanto la cabeza y, cuando se dio cuenta de que estaba Arriane, abrió la boca, luego la cerró, como si no supiera cómo reaccionar.
-Arriane- dijo sin alterar su voz…
-Kendall- respondió ella.
-¿lo conoces?- susurré, pensando en los reformatorios quizá habría el mismo tipo de pandillas en las escuelas como Dover.
-No me lo recuerdes- contestó Arriane, y me llevó a afuera, mientras la mañana seguía gris y húmeda.
La parte de atrás del edificio principal daba a una acera desconchada que bordeaba un campo abandonado. La hierba había crecido tanto que, a pesar de que había un marcador descolorido y unas gradas de madera al aire libre, parecía más un solar vacío que las instalaciones de un colegio. Algo más lejos, había cuatro edificios de aspecto tétrico, el que estaba más a la izquierda era un bloque residencial de color ceniza; a la derecha, una iglesia inmensa muy fea; y en medio otras dos anchas que quizá serían las aulas.
No había nada más. Todo mi mudo se redujo a la lamentable vista que extendía enfrente.
Arriane se giro a la derecha fuera del sendero, dirigiéndonos hacia al el campo, y una vez allí, se sentó y yo en seguida de ella, en lo más alto de una de las gradas de madera llenas de agua.
Las instalaciones equivalentes que había en Dover estaban destinadas a los aprendices de atleta de la Ivy League, de modo que siempre las había evitado. Pero aquel campo vacío, con las porterías combadas y oxidadas, era algo muy diferente, algo que no podía comprender aun. Tres buitres volaban sobre nuestras cabezas, y un viento húmedo azotaba las ramas desnudas de los robles. Haciendo que llegara el frio a mí y espontáneamente metí la barbilla bajo el cuello de mi camiseta.
-Buenoooo- dijo Arriane –Ahora ya has conocido a Randy-
-Pensaba que se llamaba Kendall- contestando un poco confundida…
-No estamos hablando de él- respondió Arriane. Con rapidez. –Me refiero al travestí ese de antes- Arriane movió la cabeza en dirección a la oficina donde la guardia se había quedado frente al televisor.
-Eh…. ¿chica?- pregunte sin entender -¿es un test o qué?- Arriane sonrió
-El primero de muchos, y este lo has pasado, o al menos creo que lo has pasado. El sexo de gran parte de docente aquí es un debate continuo entre todos los alumnos. No te preocupes, ya te enterarás.- con que si era mujer. Reí al pensar que si esto era una broma, en tal caso, no pasaba nada. Pero todo aquello daba un giro de 360 grados radicalmente de Dover a Espada & Cruz… En mi antiguo colegio futuros senadores con corbata verde parecían brotar de los pasillos, del silencio elegante con el que el dinero parecía cubrirlo todo. Los chicos de Dover siempre solían mirarme de reojo, como diciendo “no toques las paredes blancas con los dedos”. ¿Qué hubiese pasado si Arriane su hubiera encontrado en Dover?, de pronto me imagine a Arriane holgazaneando en las gradas, haciendo bromas groseras. ¿Qué pensaría Callie de Arriane?, porque en Dover no había nadie parecida a Arriane.
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Seeeee!!!!!!!
Capítulo 1!!!!
Parte 1-.-"
Salió arriane!!!
Y en vez de Cam kendall
Jummmm
Buena elección
Jeje
Espero anciosa el siguiente eh?
Xao!
Capítulo 1!!!!
Parte 1-.-"
Salió arriane!!!
Y en vez de Cam kendall
Jummmm
Buena elección
Jeje
Espero anciosa el siguiente eh?
Xao!
Última edición por marts1 el Mar 11 Sep 2012, 8:10 pm, editado 3 veces
marts1
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Hellooooo me encanto el Cap porfis siguela :D
>>Vikcy_Rush<<
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Hola chicas lo siento, por no haber escrito, ya ven con eso de la escuela, sé que no me justifico a demás acabo de unirme a un club teatral local, preparando y montando las obras…. Bueno mañana les subo todo el cap, por ahora unos adelantos ok??, espero y les gusten…
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Capitulo 1 parte 2 avances
Podía sentir la sangre palpitándome en los lados de la frente. Siempre ocurría lo mismo cuando quería recordar “recordar de verdad” aquella noche. Nunca había dejado de sentirme culpable por lo que le había ocurrido a Trevor, pero también intentaba con todas mis fuerzas no dejarme enredar en las sombras, que hasta el momento eran lo único que podía visualizar de esa noche. Aquellos seres oscuros e indefinibles de los que no podía hablarle a nadie.
Pero volví a intentarlo… estaba empezando a contarle a Trevor que esa noche sentía una presencia extraña... que había unas formas retorcidas suspendidas sobre nuestras cabezas que amenazaban con estropear aquel momento perfecto. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Trevor se había esfumado, su cuerpo había ardido hasta quedar irreconocible, Yo era…. Era…. ¿culpable?
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En vez de responder, observe a Arriane, tendida sobre la grada con unas gafas de sol enormes que l cubrían gran parte de la cara. Aunque no pudiese asegurarlo probablemente también ella debía de haber estado mirándome, pues al cabo de un instante se incorporo y sonrió.
-Me voy a cortar el pelo como tú- dijo.
-¿Cómo?- exclame – pero si tienes un pelo precioso- Era verdad: Arriane lucía mechones largos y voluminosos, como los que tanto echaba de menos. Sus rizos sueltos y negros resplandecían con la luz del sol y desprendían un matiz rojizo. Me pase el cabello por detrás de las orejas, pero como no era bastante largo, era inútil regresaba a su lugar.
-Te queda genial- dijo Arriane -es sexy, atrevido. Quiero llevarlo igual- sonreí levemente al escuchar lo de “sexy”.
-Eh… bien- respondí, ¿era un cumplido? No sabía si se tenía que sentir halagada u ofendida por la forma en que Arriane daba por hecho que podía tener lo que quisiera, incluso si lo que quería pertenecía a otra persona. -¿Y dónde vamos a conseguir…?- Arriane interrumpió mi pregunta.
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La cola de caballo cayó a mis pies, Arriane dio un pequeño grito y se volvió al momento. La levanto y la levanto al sol. Mi corazón se estremeció al verla. Ni yo misma todavía no había superado la pérdida de mi pelo, y todas las otras pérdidas que este simbolizaba. Pero Arriane dibujo en sí una sonrisa sutil. Paso los dedos entre la cola de caballo y la guardo en su bolso.
-Increíble- dijo –sigue, sigue-
-Arriane- susurre antes de quedarme paralizada –tu cuello. Está todo…
-¿Lleno de cicatrices?- pregunto Arriane completando la frase – Puedes decirlo- La piel del cuello de Arriane, desde la clavícula hasta la parte de atrás de la oreja izquierda, estaba llena de cortes y tenía una textura jaspeada y reluciente. Recodé a Trevor, de aquellas terribles imágenes. Incluso mis propios padres no s atrevieron a mirarme después de verlas. En ese instante era yo quien la estaba pasando mal mientras observaba a Arriane.
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La cola de caballo cayó a mis pies, Arriane dio un pequeño grito y se volvió al momento. La levanto y la levanto al sol. Mi corazón se estremeció al verla. Ni yo misma todavía no había superado la pérdida de mi pelo, y todas las otras pérdidas que este simbolizaba. Pero Arriane dibujo en sí una sonrisa sutil. Paso los dedos entre la cola de caballo y la guardo en su bolso.
-Increíble- dijo –sigue, sigue-
-Arriane- susurre antes de quedarme paralizada –tu cuello. Está todo…
-¿Lleno de cicatrices?- pregunto Arriane completando la frase – Puedes decirlo- La piel del cuello de Arriane, desde la clavícula hasta la parte de atrás de la oreja izquierda, estaba llena de cortes y tenía una textura jaspeada y reluciente. Recodé a Trevor, de aquellas terribles imágenes. Incluso mis propios padres no s atrevieron a mirarme después de verlas. En ese instante era yo quien la estaba pasando mal mientras observaba a Arriane.
espero y les gusten, y mmmm perdon de nuevo :)
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
CAPITULO 1 PARTE 2
-Vamos, suéltalo- me ordeno Arriane. Dejándose caer sobre la grada más alta y con un gesto me invito a que me acercara. -¿Qué hiciste para que te metieran aquí?- El tono de Arriane era juguetón, esto era ridículo, por lo menos había pensado pasar el primer día de colegio sin que el pasado me hostigara y me privara de aquella capa fina de calma que había mantenido hasta entonces. Pero claro, la gente de allí quería saberlo.
Podía sentir la sangre palpitándome en los lados de la frente. Siempre ocurría lo mismo cuando quería recordar “recordar de verdad” aquella noche. Nunca había dejado de sentirme culpable por lo que le había ocurrido a Trevor, pero también intentaba con todas mis fuerzas no dejarme enredar en las sombras, que hasta el momento eran lo único que podía visualizar de esa noche. Aquellos seres oscuros e indefinibles de los que no podía hablarle a nadie.
Pero volví a intentarlo… estaba empezando a contarle a Trevor que esa noche sentía una presencia extraña... que había unas formas retorcidas suspendidas sobre nuestras cabezas que amenazaban con estropear aquel momento perfecto. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Trevor se había esfumado, su cuerpo había ardido hasta quedar irreconocible, Yo era…. Era…. ¿culpable?
No le había contado a nadie que a veces veía unas formas turbias en la oscuridad que siempre venían hacia mí. Hacía tanto tiempo que íbamos y veníamos, que no podía recordar cuándo fue la primera vez que las veía. Pero podía recordar la primera vez que comprendía que las sombras no se le aparecían a todo el mundo… O, mejor dicho. Que solo se ma aparecían a mí. A los siete años, fui de vacaciones con su familia a Hilton Head y sus padres me llevaron a hacer una travesía en barco. Al ponerse el sol, las sombras empezaron a moverse sobre el agua, haciendo que preguntase a mi padre:
-¿Qué haces cuando vienen papá? ¿Por qué no te dan miedo los monstruos?
No había monstruos, me aseguraba papá y mamá, pero la insistencia con que repetí que si había algo tembloroso y oscuro me llevo a una serie de consultas con el oculista de la familia, y luego las gafas, luego consultas con el otorrino, tras cometer el error de describir el ruido ronco y fantasmagórico que a veces hacían las sombras… y luego terapia, y luego más terapia, por último, una prescripción para tomar medicamentos anti psicóticos.
Pero nada hizo que desaparecieran.
A los catorce años me negué a tomar la medicación. Fue cuando conocieron al doctor Sandford, y, muy cerca, estaba la escuela de Dover, tomaron un vuelo hasta New Hampshire, y mi padre condujo el coche de alquiler por una carretera larga y con curvas hasta una mansión llamada Shady Hollows, que estaba en la cima de la colima. Pusieron en frente a un hombre con bata blanca y preguntaron si aún tenía mis “visiones”. Las palmas de las manos de mis padres estaban sudadas cuando me tomaron de la mano; estaban muy serios, porque temían que había algo en su hija que funcionaba terriblemente mal.
Nadie me conto que, si yo no le decía al doctor Sandford lo que todos ellos querían que dijera, puede que pasara mucho más tiempo en Shady Hollows. Al mentir y actuara como si no pasara nada, me autorizaron matricularme en Dover, y solo tenía que visitar al doctor Sandford dos veces al mes.
Permitieron dejar tomarme aquellas pastillas tan pronto como fingí que ya no veía más sombras. Pero, aun así, seguían apareciendo cuando les daba la gana. Lo único que sabía era que trataba de evitar en la medida de lo posible todo aquel catálogo mental de lugares donde se habían aparecido aquellas sombras en el pasado “bosques frondosos, aguas turbias”. Lo único que sabía era que, cuando legaban las sombras, sentía un escalofrío, una sensación terrible que no se parecía a nada en el mundo.
M e senté sobre una de las gradas y frote la esquina de mi frente con mis dedos pulgar y corazón. Si quería superar este primer día, tendría que esforzarme en no buscar en mi memoria. No podía superar los recuerdos de aquella noche, así que bajo ninguna circunstancia podía permitirme airear el menor detalle truculento ante aquella desconocida extravagante y desequilibrada.
En vez de responder, observe a Arriane, tendida sobre la grada con unas gafas de sol enormes que l cubrían gran parte de la cara. Aunque no pudiese asegurarlo probablemente también ella debía de haber estado mirándome, pues al cabo de un instante se incorporo y sonrió.
-Me voy a cortar el pelo como tú- dijo.
-¿Cómo?- exclame – pero si tienes un pelo precioso- Era verdad: Arriane lucía mechones largos y voluminosos, como los que tanto echaba de menos. Sus rizos sueltos y negros resplandecían con la luz del sol y desprendían un matiz rojizo. Me pase el cabello por detrás de las orejas, pero como no era bastante largo, era inútil regresaba a su lugar.
-Te queda genial- dijo Arriane -es sexy, atrevido. Quiero llevarlo igual- sonreí levemente al escuchar lo de “sexy”.
-Eh… bien- respondí, ¿era un cumplido? No sabía si se tenía que sentir halagada u ofendida por la forma en que Arriane daba por hecho que podía tener lo que quisiera, incluso si lo que quería pertenecía a otra persona. -¿Y dónde vamos a conseguir…?- Arriane interrumpió mi pregunta.
-¡tan tan!- Arriane metió la mano en su bolso y sacó la navaja color rosa del ejército suizo que Gabbe había dejado en la Caja de Mercancías Peligrosas. Abrí los ojos dejando mi mirada a la navaja.
-¿Qué pasa?- dijo al ver la expresión de mi rostro. –Mis dedos pegajosos siempre están atentos cuando los nuevos alumnos han de dejar sus cosas el primer día. El mero hecho de pensar en ello me ayuda a sobrevivir a la canícula durante mi estancia en campo de internamiento… eh, quiero decir, de verano, de Espada & Cruz.
. ¿Te has pasado todo el verano… aquí?- pregunte mientras mi cara expresaba mi pregunta…
-!Já! hablas como una verdadera novata. Seguro que crees que tendremos vacaciones en primavera- me tiro la navaja suiza –No nos dejan salir de este agujero infernal. Nunca ahora, córtame el pelo- ordeno Arriane
-¿Y qué pasa con las rojas?- mire a mi alrededor, mientras tomaba la navaja. Seguro que ahí había cámaras en alguna parte.
Arriane negó con la cabeza.
-No pienso juntarme con miedosas, ¿te atreves o no?- que mas daba, ya estaba ahí, ¿Qué cosa peor tendrían que actuar sobre mi? Solo me quedo asentir.
-Y no me vengas con que nunca has cortado el pelo a nadie- Arriane arrebato la navaja de mis manos, desplego las tijeras y me la devolvió.
-Ni una palabra más hasta que me digas lo fantástica que estoy- trague saliva, en la bañera de mis padres, “el único salón de belleza que había visto en mi vida”, mi madre me había hacho una cola de cabello antes de cortarme el pelo. Estaba segura de que había formas más prácticas de cortar el pelo, peor, como casi no había posado una peluquería en mi vida, el corte de la coleta era lo único que conocía. Sujete el pelo de Arriane entre mis manos, lo recogí con una goma elástica que llevaba en la muñeca, empuñó las tijeras pequeñas con fuerza y empecé a cortar.
La cola de caballo cayó a mis pies, Arriane dio un pequeño grito y se volvió al momento. La levanto y la levanto al sol. Mi corazón se estremeció al verla. Ni yo misma todavía no había superado la pérdida de mi pelo, y todas las otras pérdidas que este simbolizaba. Pero Arriane dibujo en sí una sonrisa sutil. Paso los dedos entre la cola de caballo y la guardo en su bolso.
-Increíble- dijo –sigue, sigue-
-Arriane- susurre antes de quedarme paralizada –tu cuello. Está todo…
-¿Lleno de cicatrices?- pregunto Arriane completando la frase – Puedes decirlo- La piel del cuello de Arriane, desde la clavícula hasta la parte de atrás de la oreja izquierda, estaba llena de cortes y tenía una textura jaspeada y reluciente. Recodé a Trevor, de aquellas terribles imágenes. Incluso mis propios padres no s atrevieron a mirarme después de verlas. En ese instante era yo quien la estaba pasando mal mientras observaba a Arriane.
Arriane tomó mi mano y la puso contra su piel. Estaba caliente y fría a la vez, era suave y rugosa.
-A mi no me da miedo, dijo Arriane, -¿Y a ti?
-No- dije aunque deseaba que Arriane retirara la mano, y así yo también podría hacerlo, Pensé que así fue como debió de quedar la piel de Trevor, y se me revolvió el estomago.
-¿Tienes miedo de quién eres realmente,(Tn)___________?
-No- respondí de nuevo con rapidez. Sin duda se me notaba que estaba mintiendo. Cerré mis ojos. Todo cuanto quería era empezar de nuevo en Espada & Cruz, estar en un lugar donde la gente no me mirara del modo en que lo estaba haciendo Arriane en aquel momento. Cuando esa misma mañana, a las puertas del colegio, mi padre había susurrado al oído el lema de la familia Price “los Price nunca se rinden” había sentido que podría conseguirlo; pero ahora me sentía abatida y vulnerable…
Apartó la mano.
-Así pues, ¿qué te pasó?- pregunte mirando al suelo saliendo de mis pensamientos.
-¿Recuerdas que yo no te he presionado cuando no has dicho ni mu sobre por qué te han metido aquí?- preguntó Arriane enarcando las cejas. No me quedo más que asentir, Arriane señaló las tijeras con un gesto.
-Que quede bien por detrás, ¿vale? Quiero estar muy guapa como tú- Aun que le hiciste exactamente el mismo corte, Arriane se convertiría en la versión my delgada de mí. Mientras intentaba dejar lo más igualado posible el primer corte de pelo de su vida, Arriane profundizaba en los detalles de la vida cotidiana en Espada & Cruz.
-Ese bloque de celdas de allí es Augustine. Es donde celebramos los llamados “eventos sociales” los miércoles por la noche. Y también donde damos todas las clases- dijo señalando una construcción del color de unos dientes amarillentos que albergaba dos edificios, a la derecha de la residencia. Parecían diseñados por el mismo sádico. Era totalmente cuadrado y parecía una fortaleza, cercado con el mismo alambre de púas y las mismas ventanas con barrotes- Una neblina gris que parecía artificial cubría las paredes como si fuera musgo, impidiendo ver si había alguien allí dentro.
-Quedas advertida- continuó Arriane –Vas a odiar las clases que te darán aquí, no serías humana si no lo hicieras-
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?- Pregunté, Quizá a Arriane no le gustaba el colegio en general, Las uñas pintadas de negro, los ojos pintados de negro, el bolso negro que solo parecía lo bastante grande para guardar la navaja suiza, no le daban precisamente un aspecto intelectual.
-Las clases son la muerte- dijo Arriane –Peor: las clases te dejan muerto. De los ochenta chicos que hay aquí, diría que solo tres sigan vivos- Alzó la vista –Y no es que sirvan de mucho, la verdad…
Aquello no sonaba muy prometedor, pero lo que había llamado la atención un detalle que había mencionado Arriane.
-¿Solo hay ochenta alumnos en toda la escuela?- El verano antes de mi ingreso en Dover, había estudiado con detenimiento el manual ara futuros estudiantes y memorice todas las estadísticas. Pero todo cuanto sabía hasta el momento de Espada & Cruz me había sorprendido, y me di cuenta que había entrado a el reformatorio totalmente desinformada.
Arriane asintió, “chetos” me dije a mi misma la había regado, pues sin querer le di un tijeretazo a Arriane que pensaba dejar. Con suerte, Arriane no se daría cuenta, eso espero, o a lo mejor pensaría que era algo atrevido.
-Ocho clases, diez chicos cada una. En seguida acabas sabiendo qué clase de porquería tienen cada uno de ellos – dijo Arriane -,y viceversa.
-supongo- dije mientras me mordía el labio. Arriane estaba de broma, pero me pregunte si estaría allí con ella dedicándole aquella simpática sonrisa a sus ojos azul pastel si supiera con peras y manzanas cual era mi verdadera historia personal. Cuanto más tiempo consiguiera mantener oculto el pasado, mejor.
-Y será mejor que evites los casos complicados.-
-¿casos complicados?
-Los que llevan las pulseras de localización- dijo Arriane –más o menos una tercera parte de los estudiantes-
-Y ellos son quienes…-
-Mejor no tener problemas con ellos. Hazme caso-
-Bien y ¿Qué han hecho?
Aunque quería quela historia del pasado fuera un secreto, tampoco me gustaba que Arriane me tratara como si fuese una broma. Fuera lo que fuera lo que habían hecho los demás podía ser mucho peor que lo que todo el mundo decía que había hecho. ¿O sí? Después de todo, no sabía casi nada de aquellas personas ni de este lugar. Solo con pensar en las posibles causas de mi internamiento, sentía un miedo frio y gris atenazándome la boca del estomago.
-Bueno ya sabes- dijo arrastrando las palabras – Instigaron o participaron en actos terroristas, descuartizaron a sus padres y los tostaron en el horno…- Me quede paralizada, Arriane se volteo y guiño un ojo, sentí que la sangre regresaba a mi cuerpo.
-Vaya no digas eso – repuse.
-Lo digo en serio, esos psicópatas están mucho más controlados que el resto de los chiflados de aquí. Los llamamos “los eslabones”
Diciéndolo en tono dramático, lo cual resulto gracioso.
-El corte de pelo ya está- dije mientras pasaba las manos entre el cabello de Arriane para aplacarlo un poco. De hecho, había quedado bastante bien.
-Perfecto- dijo Arriane
Se volteo para ponerse frente a mí. Cuando se pasó la mano por el cabello, los antebrazos sobresalieron por las mandas del jersey negro, vi que llevaba una pulsera en ambas muñecas una negra con hileras de tachuela plateadas y otra que parecía más………….. Mecánica. Arriane se fijo en mi mirada y levantó las cejas diabólicamente.
-Te lo he dicho- prosiguió –unos jodi2 psicópatas- sonrió – Vamos, vamos te enseñare lo que queda.
No tenía muchas opciones, por así decirlo, descendí por las gradas detrás de Arriane, que parecía no darse cuenta, señaló la iglesia revestida de líquenes que se encontraba a la derecha del campo.
-Por allí nuestro gimnasio vanguardista- dijo imitando el tono nasal de los guías turísticos –sí, sí para quien no está acostumbrado parece una iglesia, y antes lo era. Espada & Cruz, constituye una especie de infierno arquitectónico de segunda mano. Hace algunos años, interrumpió un psiquiatra demente que se dedicó a despotricar contra los adolescentes sobre medicados que arruinaban la sociedad. Puso un montón de plata y transformaron la iglesia en un gimnasio. Ahora las autoridades piensan que podemos desahogar nuestras “frustraciones de una “forma natral y productiva”- un leve gruñido se escapo. Siempre había detestado la clase de gimnasia.
-Veo que pensamos igual- se lamentó Arriane – la entrenadora Diante es el deeemooonio
Mientras corría para alcanzarla, examine el resto del recinto. El patio interior de Dover estaba tan bien cuidado, lleno de árboles
Podados con esmero y distribuidos armónicamente, que, en comparación parecía que se hubieran olvidado de Espada & Cruz y la hubieran abandonado en medio de una ciénaga. Unos sauces descolgaban sus ramas hasta el suelo, kudzu crecía por las paredes como una sábana, y a cada dos pasos nos hundíamos en el fango.
Y no era solo el aspecto de aquel lugar. Cada vez que respiraba aquel aire húmedo era como si se clavara en los pulmones. El mero hecho de respirar en Espada & Cruz hacía que me sintiese como si me hundiera en arenas movedizas, irónico
-Al parecer, los arquitectos tuvieron serios problemas para modernizar el estilo de los edificios de la antigua academia militar, el resultado fue una mezcla de penitenciaria y de zona de torturas medieval. Y sin jardinero.- Dijo Arriane mientras se sacudía los restos de lodo que se había adherido a sus botas de combate - Asqueroso, Ah, allí está el cementerio- Mire hacia donde el dedo de Arriane apuntaba, a la izquierda del patio, justo después de la residencia. Un manto de niebla aún más espeso se cerraba sobre la parcela de tierra amurallada. Un frondoso robledal circundaba tres de sus lados. No se podía ver el cementerio, que parecía hundido bajo la superficie de la tierra, pero se podía oler la putrefacción y se oía el coro de cigarras que zumbaban en los árboles. Por un instante me pareció ver el temblor de las sombras, pero parpadee y las sombras desaparecieron, suspiré de alivio.
-¿eso es un cementerio?-
-Pssse. Todo esto antes había sido una academia militar, en los tiempos de Guerra Civil, y allí es donde enterraban a los muertos. Es súper espeluznante. Y Dios- añadió a Arriane con un falso acento del sur –apesta al séptimo cielo- dicho esto lo cual, guiño un ojo –Solemos ir mucho por esa parte- Mire a Arriane por si acaso era una broma, pero Arriane se encogió de hombros.
-Bueno, bueno, solo fuimos una vez, y después de tomar una buena borrachera
Vaya aquella era una palabra que podía reconocer.
-¡Ajá!- exclamó Arriane –He visto cómo se te ha encendido una luz. Así que hay alguien en casa. Bueno, querida _____________, puede que hayas ido a las fiestas del internado pero nunca has visto cómo se lo montan los de un reformatorio.
-¿Qué diferencia hay?- pregunte, intentando entender el hecho de que en Dover nunca había asistido a una gran fiesta.
-Ya lo verás- Arriane se detuvo y me miró –Pásate esta noche y podrás comprobarlo ¿ok?- Inesperablemente me tomo la mano -¿lo prometes?- dijo Arriane
-Yo pensaba que habías dicho que debía de mantenerme alejada de los casos complicados- claro al decirlo con ironía comenzó a mover la cabeza…
-Regla numero 2 ¡no me hagas caso!- respondió Arriane –¡estoy oficialmente loca!-
Empezó a correr otra vez, “que más da” y la seguí. Pero…
-¡espera! ¿Cuál era la regla número uno?- dije a Arriane un poco agitada esta volteo.
-¡Mantente alerta!-
Estábamos dando la vuelta hacia la izquierda a la esquina del bloque color ceniza donde estaban las aulas Arriane freno en seco se resbalo.
-rollo tranquilo- dijo.
-tranquilo- repetí.
Los demás estudiantes se juntaban alrededor de la densa arboleda de kudzus frente al Agustine. Nadie parecía especialmente contento de estar fuera, pero tampoco aparentaban ganas de entrar.
En Dover que yo lo recuerde, no había algo parecido a unas normas de vestimenta, así que no estoy muy acostumbrada con eso de la uniformidad que esta era para los demás. Pero, incluso aunque todos llevasen los mismos Jeans negros, la camisa negra de cuello alto, mangas largas y el suéter negro sobre los hombros, o anudado en la cintura, seguían apareciéndose diferencias en la forma en la que los demás la personalizaban a su manera.
De pie, con los brazos cruzados, un grupo de chicas tatuadas lucían brazaletes hasta el codo. Los pañuelos negros que llevaban en el pelo parecían a una película sobre una banda de chicas motociclistas. “ ¿Qué es más curioso, que una banda de chicas motociclistas?”. En ese momento al ver a las chicas volteo y me tope la mirada con ella, que se encontraban al otro lado del césped. Con unos ojos de gato, pintados de negro se entrecerraban sin dejar de mirarme fijamente, mejor aparte la mirada de inmediato.
Un chico y una chica que iban tomados de la mano se habían cosido una bandera pirata con lentejuelas en el dorso de los suéteres negros. Cada dos por tres, uno de ellos se acercaba al otro para darle un beso en a frente, en el odio o en los ojos. Pude observar que llevaban la pulsera con el dispositivo de localización. Parecían un poco brutos, por así decirlo, pero era evidente que estaban muy enamorados. Cada vez que se veía el destello del piercing que llevaban en la lengua, hacia que la melancolía llegara al pecho.
Tras ellos, había un grupo de chicos rubios apoyados en la pared que llevaban el suéter puesto a pesar que hacía calor. Todos llevaban camisas blancas tipo Polo con el cuello levantado y los pantalones negros les llegaban justo a lo normal de sus zapatos impecables. De todos los estudiantes del patio, estos eran lo más parecido a lo que había visto en Dover. Pero al prestarles un poco más de atención, la verdad, son distintos a los chicos a los que estaba acostumbrada. Chicos como Trevor.
Así, en grupo, aquellos tipos dejaban ver su dureza especial, por la forma en que miraban. Es difícil de explicar, pero al igual que yo todos teníamos un pasado. Todos, seguramente, tenían secretos que no querían compartir. Sin embargo, no sé si esto hace sentirme más o menos sola.
Arriane noto que estaba viendo a los demás.
-Todos hacemos lo que podemos para sobrevivir- comento indiferente –pero, por si aún no te habías fijado en los buitres volando bajo, te diré que este lugar apesta a muerte.
Se sentó en un banco que había bajo un árbol y dio un golpecito a su lado para que hiciera lo mismo. Antes de sentarme, aparte unas hojas mojadas que se habían movido, y en ese instante detecte otra violación a las normas de vestimenta.
Una violación a las normas vestimenta muy atractiva.
Llevaba una bufanda color rojo vivo enrollada al cuello. Aunque no hacia frio, también llevaba una chaqueta de cuero negro, además del suéter negro. Quizá se debió a que aquella era la única mancha de color que había en todo el patio, pero el hacho es que no podía mirar a ninguna otra parte. En comparación, todo lo demás, palidecía, me perdí en su cabello dorado café intenso, la piel bronceada, las mejillas rosadas, las gafas del sol que cubrían sus ojos, la forma suave de sus labios, aquellos labios. En todas las películas que había visto, en todos los libros que había leído, el protagonista era alucinantemente guapo, pero con un pequeño defecto. Un mechón de pelo o una interesante cicatriz en la mejilla izquierda. Y también sabía por qué si el héroe era “demasiado” guapo, era inalcanzable como si no, já siempre había sentido esa debilidad por lo que era eminentemente bello. Como él, este chico.
Estaba apoyado en el edificio, con los brazos cruzados. Y, por una fracción de segundo, me imagine tontamente entre sus brazos, volví a tierra y negué con la cabeza, pero la imagen siguió tan viva en mi mente que casi fui directamente hacía él.
Era una locura ¿no? Incluso en un colegio lleno de locos, esto aquí y en china es más desquiciado hacer eso que nada. Más porque ni siquiera lo conocía.
Estaba hablando con un chavo más bajo, con mejillas voluminosas y linda sonrisa. Ambos estaban riendo a carcajadas, de una forma que hizo que me sintiese enojada, celosa. Intente recordar cuándo fue la última vez que había reído, de verdad, como ellos lo estaban haciendo.
-Ese es James Grigori- dijo Arriane, que se inclinó hacia mi como si hubiese leído mi mente –Me parece que alguien te ha llamado la atención-
-Y a quien no- dije con un tono de obvio en mi voz, un poco avergonzada por cómo había irado a Arriane.
-Bueno claro si te gustan así- levanto la ceja.
-¿Y de que otra manera te pueden gustar?- pregunte un tanto curiosa, que no era aquel un chico lindo.
-El amigo de al lado es Carlos- dijo Arriane señalando con un gesto al chico de la linda sonrisa –Es simpático. Es de los que pueden conseguir cosas, ya sabes. – no, no sé, pensé mientras mordía mi labio inferior.
-¿Qué tipo de cosas?- pregunte
Arriane encogió los hombros, y con la navaja suiza corto los hilos sueltos de un rasgón que tenía en los Jeans.
-Cosa, pide y conseguirá el material-
-Y de James, ¿Qué sabes?-
-Vaya, la niña no se rinde- Arriane rió y se aclaro la garganta –No está muy claro, no sale mucho de su papel de hombre misterioso; encajaría a la perfección en tu estereotipo del típico idiota del reformatorio-
-No sería con el primer idiota con el que me cruzo- respondí, pero, en cuanto a aquellas palabras salieron de mis labios, ya deseaba no haberlas pronunciado. Después de lo que lo que le pasó a Trevor, fuese lo que fuese, había quedado claro que no se me daba bien saber qué tipo de persona tenía delante. Pero lo que más me preocupaba era que durante las pocas ocasiones en que había hecho la más mínima referencia a aquella noche, el espantoso conjunto de sombras había vuelto a mí, casi como si estuviera de nuevo en el lago.
Mire de nuevo a James. Este se quito las gafas, las metió en el bolsillo de su chaqueta y luego se volteo y me miro.
Nuestras miradas se encontraron, y observe que al principio abría los ojos de par en par, aunque al momento los entrecerró, como si se hubiera sorprendido. Pero no… había algo más. De repente, mientras seguíamos mirándonos, sentí que el aire se me escapaba, “lo había visto en otra parte”.
Sin embargo, si hubiese conocido a alguien como él me acordaría, me acordaría de haberme sentido tan alterada como me sentía en este momento.
Me di cuenta de que seguíamos mirándonos cuándo James me sonrió. Me sentí invalida por una ola de calor que recorría mi cuerpo desde mis dedos hasta mi pecho y cabeza, tuve que apoyarme en el banco para no caerme. Note que mis labios se abrían para devolverle la sonrisa, y en ese momento, él levanto la mano.
Me enseño un dedo.
Deje escapar un leve grito, y baje la vista respirando hondo.
-¿Qué?- pregunto Arriane, que no se había dado cuenta de nada. –Olvídalo- respondió a sí misma –No hay tiempo, ya suena el timbre-
El timbre sonó en el momento justo, y poco a poco todos los alumnos empezaron a entrar en el edificio. No acabo de comprender, si acabo de conocer a aquel chico, me lanza una seña de esa manera, mientras que Arriane tiraba de mi mano diciendo donde nos podríamos encontrar más tarde, yo seguía pensando en James desvaneciéndose aquel pequeño delirio que había provocado, quería saber de qué iba ese chico.
-Vamos, suéltalo- me ordeno Arriane. Dejándose caer sobre la grada más alta y con un gesto me invito a que me acercara. -¿Qué hiciste para que te metieran aquí?- El tono de Arriane era juguetón, esto era ridículo, por lo menos había pensado pasar el primer día de colegio sin que el pasado me hostigara y me privara de aquella capa fina de calma que había mantenido hasta entonces. Pero claro, la gente de allí quería saberlo.
Podía sentir la sangre palpitándome en los lados de la frente. Siempre ocurría lo mismo cuando quería recordar “recordar de verdad” aquella noche. Nunca había dejado de sentirme culpable por lo que le había ocurrido a Trevor, pero también intentaba con todas mis fuerzas no dejarme enredar en las sombras, que hasta el momento eran lo único que podía visualizar de esa noche. Aquellos seres oscuros e indefinibles de los que no podía hablarle a nadie.
Pero volví a intentarlo… estaba empezando a contarle a Trevor que esa noche sentía una presencia extraña... que había unas formas retorcidas suspendidas sobre nuestras cabezas que amenazaban con estropear aquel momento perfecto. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Trevor se había esfumado, su cuerpo había ardido hasta quedar irreconocible, Yo era…. Era…. ¿culpable?
No le había contado a nadie que a veces veía unas formas turbias en la oscuridad que siempre venían hacia mí. Hacía tanto tiempo que íbamos y veníamos, que no podía recordar cuándo fue la primera vez que las veía. Pero podía recordar la primera vez que comprendía que las sombras no se le aparecían a todo el mundo… O, mejor dicho. Que solo se ma aparecían a mí. A los siete años, fui de vacaciones con su familia a Hilton Head y sus padres me llevaron a hacer una travesía en barco. Al ponerse el sol, las sombras empezaron a moverse sobre el agua, haciendo que preguntase a mi padre:
-¿Qué haces cuando vienen papá? ¿Por qué no te dan miedo los monstruos?
No había monstruos, me aseguraba papá y mamá, pero la insistencia con que repetí que si había algo tembloroso y oscuro me llevo a una serie de consultas con el oculista de la familia, y luego las gafas, luego consultas con el otorrino, tras cometer el error de describir el ruido ronco y fantasmagórico que a veces hacían las sombras… y luego terapia, y luego más terapia, por último, una prescripción para tomar medicamentos anti psicóticos.
Pero nada hizo que desaparecieran.
A los catorce años me negué a tomar la medicación. Fue cuando conocieron al doctor Sandford, y, muy cerca, estaba la escuela de Dover, tomaron un vuelo hasta New Hampshire, y mi padre condujo el coche de alquiler por una carretera larga y con curvas hasta una mansión llamada Shady Hollows, que estaba en la cima de la colima. Pusieron en frente a un hombre con bata blanca y preguntaron si aún tenía mis “visiones”. Las palmas de las manos de mis padres estaban sudadas cuando me tomaron de la mano; estaban muy serios, porque temían que había algo en su hija que funcionaba terriblemente mal.
Nadie me conto que, si yo no le decía al doctor Sandford lo que todos ellos querían que dijera, puede que pasara mucho más tiempo en Shady Hollows. Al mentir y actuara como si no pasara nada, me autorizaron matricularme en Dover, y solo tenía que visitar al doctor Sandford dos veces al mes.
Permitieron dejar tomarme aquellas pastillas tan pronto como fingí que ya no veía más sombras. Pero, aun así, seguían apareciendo cuando les daba la gana. Lo único que sabía era que trataba de evitar en la medida de lo posible todo aquel catálogo mental de lugares donde se habían aparecido aquellas sombras en el pasado “bosques frondosos, aguas turbias”. Lo único que sabía era que, cuando legaban las sombras, sentía un escalofrío, una sensación terrible que no se parecía a nada en el mundo.
M e senté sobre una de las gradas y frote la esquina de mi frente con mis dedos pulgar y corazón. Si quería superar este primer día, tendría que esforzarme en no buscar en mi memoria. No podía superar los recuerdos de aquella noche, así que bajo ninguna circunstancia podía permitirme airear el menor detalle truculento ante aquella desconocida extravagante y desequilibrada.
En vez de responder, observe a Arriane, tendida sobre la grada con unas gafas de sol enormes que l cubrían gran parte de la cara. Aunque no pudiese asegurarlo probablemente también ella debía de haber estado mirándome, pues al cabo de un instante se incorporo y sonrió.
-Me voy a cortar el pelo como tú- dijo.
-¿Cómo?- exclame – pero si tienes un pelo precioso- Era verdad: Arriane lucía mechones largos y voluminosos, como los que tanto echaba de menos. Sus rizos sueltos y negros resplandecían con la luz del sol y desprendían un matiz rojizo. Me pase el cabello por detrás de las orejas, pero como no era bastante largo, era inútil regresaba a su lugar.
-Te queda genial- dijo Arriane -es sexy, atrevido. Quiero llevarlo igual- sonreí levemente al escuchar lo de “sexy”.
-Eh… bien- respondí, ¿era un cumplido? No sabía si se tenía que sentir halagada u ofendida por la forma en que Arriane daba por hecho que podía tener lo que quisiera, incluso si lo que quería pertenecía a otra persona. -¿Y dónde vamos a conseguir…?- Arriane interrumpió mi pregunta.
-¡tan tan!- Arriane metió la mano en su bolso y sacó la navaja color rosa del ejército suizo que Gabbe había dejado en la Caja de Mercancías Peligrosas. Abrí los ojos dejando mi mirada a la navaja.
-¿Qué pasa?- dijo al ver la expresión de mi rostro. –Mis dedos pegajosos siempre están atentos cuando los nuevos alumnos han de dejar sus cosas el primer día. El mero hecho de pensar en ello me ayuda a sobrevivir a la canícula durante mi estancia en campo de internamiento… eh, quiero decir, de verano, de Espada & Cruz.
. ¿Te has pasado todo el verano… aquí?- pregunte mientras mi cara expresaba mi pregunta…
-!Já! hablas como una verdadera novata. Seguro que crees que tendremos vacaciones en primavera- me tiro la navaja suiza –No nos dejan salir de este agujero infernal. Nunca ahora, córtame el pelo- ordeno Arriane
-¿Y qué pasa con las rojas?- mire a mi alrededor, mientras tomaba la navaja. Seguro que ahí había cámaras en alguna parte.
Arriane negó con la cabeza.
-No pienso juntarme con miedosas, ¿te atreves o no?- que mas daba, ya estaba ahí, ¿Qué cosa peor tendrían que actuar sobre mi? Solo me quedo asentir.
-Y no me vengas con que nunca has cortado el pelo a nadie- Arriane arrebato la navaja de mis manos, desplego las tijeras y me la devolvió.
-Ni una palabra más hasta que me digas lo fantástica que estoy- trague saliva, en la bañera de mis padres, “el único salón de belleza que había visto en mi vida”, mi madre me había hacho una cola de cabello antes de cortarme el pelo. Estaba segura de que había formas más prácticas de cortar el pelo, peor, como casi no había posado una peluquería en mi vida, el corte de la coleta era lo único que conocía. Sujete el pelo de Arriane entre mis manos, lo recogí con una goma elástica que llevaba en la muñeca, empuñó las tijeras pequeñas con fuerza y empecé a cortar.
La cola de caballo cayó a mis pies, Arriane dio un pequeño grito y se volvió al momento. La levanto y la levanto al sol. Mi corazón se estremeció al verla. Ni yo misma todavía no había superado la pérdida de mi pelo, y todas las otras pérdidas que este simbolizaba. Pero Arriane dibujo en sí una sonrisa sutil. Paso los dedos entre la cola de caballo y la guardo en su bolso.
-Increíble- dijo –sigue, sigue-
-Arriane- susurre antes de quedarme paralizada –tu cuello. Está todo…
-¿Lleno de cicatrices?- pregunto Arriane completando la frase – Puedes decirlo- La piel del cuello de Arriane, desde la clavícula hasta la parte de atrás de la oreja izquierda, estaba llena de cortes y tenía una textura jaspeada y reluciente. Recodé a Trevor, de aquellas terribles imágenes. Incluso mis propios padres no s atrevieron a mirarme después de verlas. En ese instante era yo quien la estaba pasando mal mientras observaba a Arriane.
Arriane tomó mi mano y la puso contra su piel. Estaba caliente y fría a la vez, era suave y rugosa.
-A mi no me da miedo, dijo Arriane, -¿Y a ti?
-No- dije aunque deseaba que Arriane retirara la mano, y así yo también podría hacerlo, Pensé que así fue como debió de quedar la piel de Trevor, y se me revolvió el estomago.
-¿Tienes miedo de quién eres realmente,(Tn)___________?
-No- respondí de nuevo con rapidez. Sin duda se me notaba que estaba mintiendo. Cerré mis ojos. Todo cuanto quería era empezar de nuevo en Espada & Cruz, estar en un lugar donde la gente no me mirara del modo en que lo estaba haciendo Arriane en aquel momento. Cuando esa misma mañana, a las puertas del colegio, mi padre había susurrado al oído el lema de la familia Price “los Price nunca se rinden” había sentido que podría conseguirlo; pero ahora me sentía abatida y vulnerable…
Apartó la mano.
-Así pues, ¿qué te pasó?- pregunte mirando al suelo saliendo de mis pensamientos.
-¿Recuerdas que yo no te he presionado cuando no has dicho ni mu sobre por qué te han metido aquí?- preguntó Arriane enarcando las cejas. No me quedo más que asentir, Arriane señaló las tijeras con un gesto.
-Que quede bien por detrás, ¿vale? Quiero estar muy guapa como tú- Aun que le hiciste exactamente el mismo corte, Arriane se convertiría en la versión my delgada de mí. Mientras intentaba dejar lo más igualado posible el primer corte de pelo de su vida, Arriane profundizaba en los detalles de la vida cotidiana en Espada & Cruz.
-Ese bloque de celdas de allí es Augustine. Es donde celebramos los llamados “eventos sociales” los miércoles por la noche. Y también donde damos todas las clases- dijo señalando una construcción del color de unos dientes amarillentos que albergaba dos edificios, a la derecha de la residencia. Parecían diseñados por el mismo sádico. Era totalmente cuadrado y parecía una fortaleza, cercado con el mismo alambre de púas y las mismas ventanas con barrotes- Una neblina gris que parecía artificial cubría las paredes como si fuera musgo, impidiendo ver si había alguien allí dentro.
-Quedas advertida- continuó Arriane –Vas a odiar las clases que te darán aquí, no serías humana si no lo hicieras-
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?- Pregunté, Quizá a Arriane no le gustaba el colegio en general, Las uñas pintadas de negro, los ojos pintados de negro, el bolso negro que solo parecía lo bastante grande para guardar la navaja suiza, no le daban precisamente un aspecto intelectual.
-Las clases son la muerte- dijo Arriane –Peor: las clases te dejan muerto. De los ochenta chicos que hay aquí, diría que solo tres sigan vivos- Alzó la vista –Y no es que sirvan de mucho, la verdad…
Aquello no sonaba muy prometedor, pero lo que había llamado la atención un detalle que había mencionado Arriane.
-¿Solo hay ochenta alumnos en toda la escuela?- El verano antes de mi ingreso en Dover, había estudiado con detenimiento el manual ara futuros estudiantes y memorice todas las estadísticas. Pero todo cuanto sabía hasta el momento de Espada & Cruz me había sorprendido, y me di cuenta que había entrado a el reformatorio totalmente desinformada.
Arriane asintió, “chetos” me dije a mi misma la había regado, pues sin querer le di un tijeretazo a Arriane que pensaba dejar. Con suerte, Arriane no se daría cuenta, eso espero, o a lo mejor pensaría que era algo atrevido.
-Ocho clases, diez chicos cada una. En seguida acabas sabiendo qué clase de porquería tienen cada uno de ellos – dijo Arriane -,y viceversa.
-supongo- dije mientras me mordía el labio. Arriane estaba de broma, pero me pregunte si estaría allí con ella dedicándole aquella simpática sonrisa a sus ojos azul pastel si supiera con peras y manzanas cual era mi verdadera historia personal. Cuanto más tiempo consiguiera mantener oculto el pasado, mejor.
-Y será mejor que evites los casos complicados.-
-¿casos complicados?
-Los que llevan las pulseras de localización- dijo Arriane –más o menos una tercera parte de los estudiantes-
-Y ellos son quienes…-
-Mejor no tener problemas con ellos. Hazme caso-
-Bien y ¿Qué han hecho?
Aunque quería quela historia del pasado fuera un secreto, tampoco me gustaba que Arriane me tratara como si fuese una broma. Fuera lo que fuera lo que habían hecho los demás podía ser mucho peor que lo que todo el mundo decía que había hecho. ¿O sí? Después de todo, no sabía casi nada de aquellas personas ni de este lugar. Solo con pensar en las posibles causas de mi internamiento, sentía un miedo frio y gris atenazándome la boca del estomago.
-Bueno ya sabes- dijo arrastrando las palabras – Instigaron o participaron en actos terroristas, descuartizaron a sus padres y los tostaron en el horno…- Me quede paralizada, Arriane se volteo y guiño un ojo, sentí que la sangre regresaba a mi cuerpo.
-Vaya no digas eso – repuse.
-Lo digo en serio, esos psicópatas están mucho más controlados que el resto de los chiflados de aquí. Los llamamos “los eslabones”
Diciéndolo en tono dramático, lo cual resulto gracioso.
-El corte de pelo ya está- dije mientras pasaba las manos entre el cabello de Arriane para aplacarlo un poco. De hecho, había quedado bastante bien.
-Perfecto- dijo Arriane
Se volteo para ponerse frente a mí. Cuando se pasó la mano por el cabello, los antebrazos sobresalieron por las mandas del jersey negro, vi que llevaba una pulsera en ambas muñecas una negra con hileras de tachuela plateadas y otra que parecía más………….. Mecánica. Arriane se fijo en mi mirada y levantó las cejas diabólicamente.
-Te lo he dicho- prosiguió –unos jodi2 psicópatas- sonrió – Vamos, vamos te enseñare lo que queda.
No tenía muchas opciones, por así decirlo, descendí por las gradas detrás de Arriane, que parecía no darse cuenta, señaló la iglesia revestida de líquenes que se encontraba a la derecha del campo.
-Por allí nuestro gimnasio vanguardista- dijo imitando el tono nasal de los guías turísticos –sí, sí para quien no está acostumbrado parece una iglesia, y antes lo era. Espada & Cruz, constituye una especie de infierno arquitectónico de segunda mano. Hace algunos años, interrumpió un psiquiatra demente que se dedicó a despotricar contra los adolescentes sobre medicados que arruinaban la sociedad. Puso un montón de plata y transformaron la iglesia en un gimnasio. Ahora las autoridades piensan que podemos desahogar nuestras “frustraciones de una “forma natral y productiva”- un leve gruñido se escapo. Siempre había detestado la clase de gimnasia.
-Veo que pensamos igual- se lamentó Arriane – la entrenadora Diante es el deeemooonio
Mientras corría para alcanzarla, examine el resto del recinto. El patio interior de Dover estaba tan bien cuidado, lleno de árboles
Podados con esmero y distribuidos armónicamente, que, en comparación parecía que se hubieran olvidado de Espada & Cruz y la hubieran abandonado en medio de una ciénaga. Unos sauces descolgaban sus ramas hasta el suelo, kudzu crecía por las paredes como una sábana, y a cada dos pasos nos hundíamos en el fango.
Y no era solo el aspecto de aquel lugar. Cada vez que respiraba aquel aire húmedo era como si se clavara en los pulmones. El mero hecho de respirar en Espada & Cruz hacía que me sintiese como si me hundiera en arenas movedizas, irónico
-Al parecer, los arquitectos tuvieron serios problemas para modernizar el estilo de los edificios de la antigua academia militar, el resultado fue una mezcla de penitenciaria y de zona de torturas medieval. Y sin jardinero.- Dijo Arriane mientras se sacudía los restos de lodo que se había adherido a sus botas de combate - Asqueroso, Ah, allí está el cementerio- Mire hacia donde el dedo de Arriane apuntaba, a la izquierda del patio, justo después de la residencia. Un manto de niebla aún más espeso se cerraba sobre la parcela de tierra amurallada. Un frondoso robledal circundaba tres de sus lados. No se podía ver el cementerio, que parecía hundido bajo la superficie de la tierra, pero se podía oler la putrefacción y se oía el coro de cigarras que zumbaban en los árboles. Por un instante me pareció ver el temblor de las sombras, pero parpadee y las sombras desaparecieron, suspiré de alivio.
-¿eso es un cementerio?-
-Pssse. Todo esto antes había sido una academia militar, en los tiempos de Guerra Civil, y allí es donde enterraban a los muertos. Es súper espeluznante. Y Dios- añadió a Arriane con un falso acento del sur –apesta al séptimo cielo- dicho esto lo cual, guiño un ojo –Solemos ir mucho por esa parte- Mire a Arriane por si acaso era una broma, pero Arriane se encogió de hombros.
-Bueno, bueno, solo fuimos una vez, y después de tomar una buena borrachera
Vaya aquella era una palabra que podía reconocer.
-¡Ajá!- exclamó Arriane –He visto cómo se te ha encendido una luz. Así que hay alguien en casa. Bueno, querida _____________, puede que hayas ido a las fiestas del internado pero nunca has visto cómo se lo montan los de un reformatorio.
-¿Qué diferencia hay?- pregunte, intentando entender el hecho de que en Dover nunca había asistido a una gran fiesta.
-Ya lo verás- Arriane se detuvo y me miró –Pásate esta noche y podrás comprobarlo ¿ok?- Inesperablemente me tomo la mano -¿lo prometes?- dijo Arriane
-Yo pensaba que habías dicho que debía de mantenerme alejada de los casos complicados- claro al decirlo con ironía comenzó a mover la cabeza…
-Regla numero 2 ¡no me hagas caso!- respondió Arriane –¡estoy oficialmente loca!-
Empezó a correr otra vez, “que más da” y la seguí. Pero…
-¡espera! ¿Cuál era la regla número uno?- dije a Arriane un poco agitada esta volteo.
-¡Mantente alerta!-
Estábamos dando la vuelta hacia la izquierda a la esquina del bloque color ceniza donde estaban las aulas Arriane freno en seco se resbalo.
-rollo tranquilo- dijo.
-tranquilo- repetí.
Los demás estudiantes se juntaban alrededor de la densa arboleda de kudzus frente al Agustine. Nadie parecía especialmente contento de estar fuera, pero tampoco aparentaban ganas de entrar.
En Dover que yo lo recuerde, no había algo parecido a unas normas de vestimenta, así que no estoy muy acostumbrada con eso de la uniformidad que esta era para los demás. Pero, incluso aunque todos llevasen los mismos Jeans negros, la camisa negra de cuello alto, mangas largas y el suéter negro sobre los hombros, o anudado en la cintura, seguían apareciéndose diferencias en la forma en la que los demás la personalizaban a su manera.
De pie, con los brazos cruzados, un grupo de chicas tatuadas lucían brazaletes hasta el codo. Los pañuelos negros que llevaban en el pelo parecían a una película sobre una banda de chicas motociclistas. “ ¿Qué es más curioso, que una banda de chicas motociclistas?”. En ese momento al ver a las chicas volteo y me tope la mirada con ella, que se encontraban al otro lado del césped. Con unos ojos de gato, pintados de negro se entrecerraban sin dejar de mirarme fijamente, mejor aparte la mirada de inmediato.
Un chico y una chica que iban tomados de la mano se habían cosido una bandera pirata con lentejuelas en el dorso de los suéteres negros. Cada dos por tres, uno de ellos se acercaba al otro para darle un beso en a frente, en el odio o en los ojos. Pude observar que llevaban la pulsera con el dispositivo de localización. Parecían un poco brutos, por así decirlo, pero era evidente que estaban muy enamorados. Cada vez que se veía el destello del piercing que llevaban en la lengua, hacia que la melancolía llegara al pecho.
Tras ellos, había un grupo de chicos rubios apoyados en la pared que llevaban el suéter puesto a pesar que hacía calor. Todos llevaban camisas blancas tipo Polo con el cuello levantado y los pantalones negros les llegaban justo a lo normal de sus zapatos impecables. De todos los estudiantes del patio, estos eran lo más parecido a lo que había visto en Dover. Pero al prestarles un poco más de atención, la verdad, son distintos a los chicos a los que estaba acostumbrada. Chicos como Trevor.
Así, en grupo, aquellos tipos dejaban ver su dureza especial, por la forma en que miraban. Es difícil de explicar, pero al igual que yo todos teníamos un pasado. Todos, seguramente, tenían secretos que no querían compartir. Sin embargo, no sé si esto hace sentirme más o menos sola.
Arriane noto que estaba viendo a los demás.
-Todos hacemos lo que podemos para sobrevivir- comento indiferente –pero, por si aún no te habías fijado en los buitres volando bajo, te diré que este lugar apesta a muerte.
Se sentó en un banco que había bajo un árbol y dio un golpecito a su lado para que hiciera lo mismo. Antes de sentarme, aparte unas hojas mojadas que se habían movido, y en ese instante detecte otra violación a las normas de vestimenta.
Una violación a las normas vestimenta muy atractiva.
Llevaba una bufanda color rojo vivo enrollada al cuello. Aunque no hacia frio, también llevaba una chaqueta de cuero negro, además del suéter negro. Quizá se debió a que aquella era la única mancha de color que había en todo el patio, pero el hacho es que no podía mirar a ninguna otra parte. En comparación, todo lo demás, palidecía, me perdí en su cabello dorado café intenso, la piel bronceada, las mejillas rosadas, las gafas del sol que cubrían sus ojos, la forma suave de sus labios, aquellos labios. En todas las películas que había visto, en todos los libros que había leído, el protagonista era alucinantemente guapo, pero con un pequeño defecto. Un mechón de pelo o una interesante cicatriz en la mejilla izquierda. Y también sabía por qué si el héroe era “demasiado” guapo, era inalcanzable como si no, já siempre había sentido esa debilidad por lo que era eminentemente bello. Como él, este chico.
Estaba apoyado en el edificio, con los brazos cruzados. Y, por una fracción de segundo, me imagine tontamente entre sus brazos, volví a tierra y negué con la cabeza, pero la imagen siguió tan viva en mi mente que casi fui directamente hacía él.
Era una locura ¿no? Incluso en un colegio lleno de locos, esto aquí y en china es más desquiciado hacer eso que nada. Más porque ni siquiera lo conocía.
Estaba hablando con un chavo más bajo, con mejillas voluminosas y linda sonrisa. Ambos estaban riendo a carcajadas, de una forma que hizo que me sintiese enojada, celosa. Intente recordar cuándo fue la última vez que había reído, de verdad, como ellos lo estaban haciendo.
-Ese es James Grigori- dijo Arriane, que se inclinó hacia mi como si hubiese leído mi mente –Me parece que alguien te ha llamado la atención-
-Y a quien no- dije con un tono de obvio en mi voz, un poco avergonzada por cómo había irado a Arriane.
-Bueno claro si te gustan así- levanto la ceja.
-¿Y de que otra manera te pueden gustar?- pregunte un tanto curiosa, que no era aquel un chico lindo.
-El amigo de al lado es Carlos- dijo Arriane señalando con un gesto al chico de la linda sonrisa –Es simpático. Es de los que pueden conseguir cosas, ya sabes. – no, no sé, pensé mientras mordía mi labio inferior.
-¿Qué tipo de cosas?- pregunte
Arriane encogió los hombros, y con la navaja suiza corto los hilos sueltos de un rasgón que tenía en los Jeans.
-Cosa, pide y conseguirá el material-
-Y de James, ¿Qué sabes?-
-Vaya, la niña no se rinde- Arriane rió y se aclaro la garganta –No está muy claro, no sale mucho de su papel de hombre misterioso; encajaría a la perfección en tu estereotipo del típico idiota del reformatorio-
-No sería con el primer idiota con el que me cruzo- respondí, pero, en cuanto a aquellas palabras salieron de mis labios, ya deseaba no haberlas pronunciado. Después de lo que lo que le pasó a Trevor, fuese lo que fuese, había quedado claro que no se me daba bien saber qué tipo de persona tenía delante. Pero lo que más me preocupaba era que durante las pocas ocasiones en que había hecho la más mínima referencia a aquella noche, el espantoso conjunto de sombras había vuelto a mí, casi como si estuviera de nuevo en el lago.
Mire de nuevo a James. Este se quito las gafas, las metió en el bolsillo de su chaqueta y luego se volteo y me miro.
Nuestras miradas se encontraron, y observe que al principio abría los ojos de par en par, aunque al momento los entrecerró, como si se hubiera sorprendido. Pero no… había algo más. De repente, mientras seguíamos mirándonos, sentí que el aire se me escapaba, “lo había visto en otra parte”.
Sin embargo, si hubiese conocido a alguien como él me acordaría, me acordaría de haberme sentido tan alterada como me sentía en este momento.
Me di cuenta de que seguíamos mirándonos cuándo James me sonrió. Me sentí invalida por una ola de calor que recorría mi cuerpo desde mis dedos hasta mi pecho y cabeza, tuve que apoyarme en el banco para no caerme. Note que mis labios se abrían para devolverle la sonrisa, y en ese momento, él levanto la mano.
Me enseño un dedo.
Deje escapar un leve grito, y baje la vista respirando hondo.
-¿Qué?- pregunto Arriane, que no se había dado cuenta de nada. –Olvídalo- respondió a sí misma –No hay tiempo, ya suena el timbre-
El timbre sonó en el momento justo, y poco a poco todos los alumnos empezaron a entrar en el edificio. No acabo de comprender, si acabo de conocer a aquel chico, me lanza una seña de esa manera, mientras que Arriane tiraba de mi mano diciendo donde nos podríamos encontrar más tarde, yo seguía pensando en James desvaneciéndose aquel pequeño delirio que había provocado, quería saber de qué iba ese chico.
Última edición por gisell portilla el Lun 29 Oct 2012, 8:39 pm, editado 1 vez
gisell portilla
Re: Fallen "oscuros" (James Maslow & tu) terminada
Ey!!! Muy bueno!!
Pero esperar mucho !!! :lloro:
Aunque vale la pena (-.-) ( lo bueno es que fue bien largito ^^)
jeje
Espero otro !!
O te tiro una flecha estelar!!
XD jeje
Bye !!
Pero esperar mucho !!! :lloro:
Aunque vale la pena (-.-) ( lo bueno es que fue bien largito ^^)
jeje
Espero otro !!
O te tiro una flecha estelar!!
XD jeje
Bye !!
marts1
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