"Eternidad" Irresistible, Adictivo, Arrollador... (Harry Styles y ____ Bloom)

Rojo: energía, ira, sexualidad, pasión, peligro, arrogancia.
Naranja: auto control, ambición, coraje, consideración, coraje, consideración, falta de voluntad, apatía.
Amarillo: optimismo, felicidad, intelectualidad, amistad, indecisión, fácil manipulación.
Verde: paz, sanación, compasión, falta de honestidad, celos.
Azul: espiritualidad, lealtad, creatividad, comprensión, sensibilidad, melancolía.
Violeta: elevada espiritualidad, sabiduría, intuición.
Índigo: benevolencia, intuición elevada, búsqueda.
Rosa: amor, sinceridad, amistad.
Gris: depresión, tristeza, agotamiento, baja energía, escepticismo.
Marrón: avaricia, egoísmo, testarudez.
Negro: falta de energía, enfermedad, muerte inmediata,.
Blanco: equilibrio perfecto.

-¿Quién soy?

Haven aprieta con fuerza sus palmas cálidas y húmedas contra mis mejillas mientras el deslustrado borde de su anillo plateado de calaveras deja una marca negra en mi piel. Y, aunque que tengo los ojos cerrados y tapados, se que lleva el cabello teñido de negro con la raya en medio, que se ha puesto su corsé de vinilo negro encima de un jersey cuello vuelto (según las normas del instituto), que su nueva falda negra de satén, que llega hasta el suelo, tiene ya un agujero en el bajo porque se la ha pisado con sus botas Do. Martens y que sus ojos parecen dorados por que lleva lentillas amarillas.

También se que su padre no se ha marchado por <>, como dice; que el entrenador personal de su madre es algo más que un << entrenador personal>>, y que su hermano pequeño le ha roto el CD de Evanescence, aunque tiene demasiado miedo para decírselo.

Sin embargo, no he averiguado nada de todo esto espiándola ni vigilándola, ni tampoco me lo ha dicho. Lo sé porque tengo poderes psíquicos.

-¡Venga adivina! ¡El timbre está a punto de sonar!- exclama. Su voz suena ronca e irritada, como si fumara un paquete de cigarrillos al día, aunque lo cierto es que solo fuma una vez.

Yo sigo callada mientras intento pensar en la persona con quien menos le gustaría que la confundieran.

-¿Eres Hilarry Duff?

- !Uf! Prueba otra vez.- Me aprieta con más fuerza, sin tener idea de que a mí no me hace falta saberlo.

-¿Eres Marilyn Manson?

Haven ríe con ganas antes de soltarme. Se aparta y se lame el pulgar parra borrarme el tatuaje que su anillo me ha dejado en la mejilla, pero yo le aparto la mano de un manotazo. No es que me dé asco su saliva, lo que pasa es que no quiero que me toque de nuevo. El contacto es demasiado revelador, demasiado agotador, así que intento evitarlo a toda costa.

Mi amiga me agarra la capucha de la sudadera y me la aparta de la cabeza. Entorna los párpados al ver que llevo puesto los auriculares.
-¿Qué estas escuchando?- pregunta.

Busco en el interior que he cosido para que el iPod en todas mis capuchas y que sirve para ocultar los inevitables cables blancos a los ojos de los profesores; luego le ofrezco el reproductor y observo como abre los ojos de par en par.

-¿Qué demonios…? ¿Por qué tienes el volumen tan alto? ¿Y quién es ese?

Dejo los auriculares del iPod colgando entre las dos para que ambas podamos escuchar a Sid Vicious gritando algo sobre la anarquía en el Reino Unido. La verdad es que no sé muy bien si Sid está a favor o en contra de la anarquía. Lo único que sé es que el volumen está lo bastante alto para embotar mis agudizadísimos sentidos.
-Son los Sex Pistols- le digo al tiempo que apago el reproductor y vuelvo lo a guardarlo en su compartimiento secreto.

-Me sorprende que me hayas oído si quiera…- Haven sonríe en el preciso instante en que suena el timbre.

Yo me limito a encogerme de hombros. No me hace falta <> para <>. Aunque no pienso admitir eso delante de ella. Solo le que la veré a la hora del almuerzo y me dispongo a cruzar el campus para dirigirme a clases. Noto a esos dos chicos que se colocan a hurtadillas detrás de ella, le pisan el pajo de la falda y están a punto de hacerla caer. Sin embargo, cuando ella voltea para fulminarlos con la mirada y hacerles la seña del diablo (bueno, vale, en realidad no es la señal el diablo; no es más algo que ella se ha inventado), los chicos retroceden a toda prisa y la dejan en paz. Dejo escapar un suspiro de alivio mientras abro la puerta de la clase, a sabiendas que la energía remanente de Haven no tardara en desvanecerse.
Me dirijo a mi asiento, al fondo del aula, y trato de esquivar la mochila de Staci Miller ha colocado de forma deliberada en medio de mi camino; mientras paso; hago caso omiso de la serenata diaria de << ¡FRACASADAA!>> que ella canturrea entre dientes. Me siento en la silla, saco de la mochila el libro, el cuaderno y el bolígrafo, me pongo los auriculares, me subo la capucha de la sudadera, dejo la mochila en el sitio vacío a mi lado y espero a que aparezca el señor Robins.
El señor Robins siempre llega tarde. La mayoría de las veces su retraso se debe a que le gusta dar unos cuantos tragos a su petaca plateada entre clase y clase, algo es consecuencia de que su mujer no deja de gritarle, su hija lo considera un inútil y de que detesta la vida que lleva. Todo esto lo descubrí el primer día de clase, cuando accidentalmente toque su mano, mientras le entregaba el formulario de traslado. Desde ese día, siempre que entrego algo, lo coloco al borde de la mesa.
Cierro los ojos y espero; mis dedos se cuelan bajo la sudadera para cambia a Sid Vicious, por algo más suave y tranquilo.

No siempre fui un bicho raro. Solía ser una adolescente normal. El tipo de chica que asiste a los bailes del instituto y adora a los famosos; estaba orgullosa de mi larga melena rubia que jamás habría pensado en recogérmela en una coleta de caballo y ocultarla bajo la capucha de mi sudadera. Tenía una madre, un padre, una hermana pequeña llamada Riley y un labrado llamado Buttercup. Vivía en una bonita casa en Oregón. Era popular, feliz y me moría de empezar un nuevo año, ya que había superado las pruebas para entrar como animadora. Tenía una vida plena y mi único límite era el cielo.

No obstante, todo eso ya no era más que simples recuerdos vagos para mí. Porque, desde el accidente, lo único que puedo recordar con claridad es mi muerte.
Los médicos creyeron que sufrí eso que se llama una ECM <>. Pero se equivocan. Porque lo que experimente no era nada <> a la muerte. Mi hermana Riley y yo estábamos sentadas en el asiento trasero del todo terreno de mi padre. En un instante todos los airbags habían saltado, el coche estaba hecho pedazos y yo lo observaba desde fuera.
Contemple los escombros, y me pregunte qué había pasado, esperando y rogando que todos los demás estuvieran bien. Después escuche un ladrido, y los vi a todos paseando sobre un sendero.

Fui tras ellos. Al principio traté de correr para alcanzarlos, pero después aminoré el paso y decidí quedarme más atrás. Me apetecía pasearme por aquel prado salpicado de árboles y flores.

Me prometí que solo sería un momento, que no tardaría en seguirlos de nuevo. Pero cuando volví la vista a ellos, apenas tuve tiempo de ver cómo me sonreían y se despedían con un gesto de la mano antes de cruzar el puente y desaparecer.
Me salto el pánico. Mire a todas partes. Corrí de un sitio a otro. Caí al suelo. Sentí el frió contra mi piel y mi cuerpo comenzó a retorcerse.

Llore, grité, supliqué e hice promesas que sabía que jamás podría cumplir.
Y entonces oí que alguien decía:

-¿___? ¿Te llamas así? Abre los ojos y mírame.

Volvía con gran dificultad a la superficie. Volvía a donde todo era dolor y miseria, donde sentía una herida palpitante y húmeda en la frente. Observe al chico que estaba inclinado sobre mí, contemple sus ojos verdes y susurré:
-Sí, soy ___.

Después volví a desmayarme.

Segundos antes de que entre el señor Robins, me bajo la capucha, apago el iPod y finjo estar leyendo el libro. Ni siquiera me molesto en levantar la vista cuando alguien dice:

-Chicos, este es Harry Styles. Es de Nuevo México y a partir de ahora vivirá aquí. Bien, Harry, puedes ocupar el sitio vacío que hay al fondo del aula, el que está a lado de ___. Tendrás que compartir su libro hasta que tengas uno.

Harry esta buenísimo. Lose sin necesidad de mirarlo. Me concentro en el libro mientras él avanza hacia mí, porque ya sé demasiadas cosas sobre mis compañeros de clase. En lo que a mí concierne, un momento más de ignorancia es una auténtica bendición.

Sin embargo, según los pensamientos de Staci Miller, que está a sentada justo dos filas por delante de mí, "Harry Styles esta como un tren".

Su mejor amiga, Honor, está totalmente de acuerdo.

Y también el novio de Honor, Craig, pero este es otra historia muy diferente.
-Hola- Harry se sienta en el sitio que hay junto al mío y mi mochila hace un ruido sordo cuando él la deja caer al suelo.

Le devuelvo el saludo con un gesto de la cabeza. Me niego a mirar más allá de sus botas negras de motorista, que son más tipo GQ que de los Ángeles del Infierno. Unas botas que parecen muy fuera de lugar entre las chanclas de colorines que suelen pisar la moqueta verde.

El señor Robin nos pide que abramos nuestro libro por la página 133, así que Harry se inclina hacia a mí antes de decir:

-¿Te importa que lo compartamos?

Yo vacilo, asustada por su proximidad, pero deslizo el libro hacia él hasta que se balancea al borde del pupitre. Y cuando el acerca la silla para acortar la pequeña distancia que nos separa, salgo pitando hacia la parte de atrás de mi asiento y me escondo bajo la capucha.

Él se ríe por lo bajo, pero, puesto que no lo estoy mirando no tengo ida de por qué. Lo único que sé es que parece alegre y divertido, aunque también algo más.

Me agacho aún más; apoyo mi mejilla en la palma de la mano y clavo los ojos en el reloj, decidida a pasar por alto las miradas asesinas y los comentarios que me dedican mis compañeros. Cosas como, " Pobrecillo el nuevo… ¡Tener que sentarse a lado de la rarita, con lo bueno que esta!". La idea procede de Staci, Honor, Craig y de todos los demás presentes en clase.

Bueno, de todos salvo la del señor Robin, que desea que termine la clase tanto como yo.




A la hora del almuerzo, todo el mundo hablan ya de Harry "¿Has visto al nuevo, ese tal Harry? Está como un tren… Es tan sexy… " "He oído que viene de Nuevo México…" , "No… Creo que es Ingles" , "Da igual, de algún país extranjero…" , "Estoy decidida a invitarlo al White Formal…" , "Pero si ni siquiera lo conoces…" , "No te preocupes, lo haré…"

-¡Dios mío! ¿Has visto al chico nuevo, es tal Harry?-Haven se sienta a mi lado y me observa con atención a través de su largo flequillo.

-Ay, no me digas que tú también estás igual, por favor…-Sacudo la cabeza y le doy un mordisco a mi manzana.

-No diría eso si hubieras tenido el privilegio de verlo- replica ella mientras saca la magdalena de vainilla de la caja de cartón rosado y lame el glaseado de la parte superior, siguiendo su rutina habitual. Sin embargo, por su aspecto, cualquiera diría que preferiría beber sangre a comer dulce.

-¿Están hablando de Harry, chica?- susurra Miles, que se sienta en el banco y apoya los codos sobre la mesa. Sus ojos castaños se pasan entre nosotras y una sonrisa aparece en su rostro infantil- ¡Esta como un tren! ¿Han visto sus botas? Son Vogue… Creo que lo invitare a ser mi nuevo novio.

Haven entorna sus ojos amarillos.

-Demasiado tarde, ya me lo eh pedido yo.

-Lo siento. No me había dado cuenta de que te agradaban los chicos que no son góticos.- Miles sonríe y pone los ojos en blanco mientras retira el envoltorio de su sándwich.

Haven se echa a reír.

-Si tiene ese aspecto, sí. Ese chico ésta buenísimo, te lo juro; tendrías que verlo.-Sacude la cabeza, fastidiada por el hecho de que no estoy dispuesta a unirme a la diversión- Es… ¡La bomba!

-¿Tú no lo has visto?- Miles agarra su sándwich y me mira con la boca abierta.

Clavo la mirada en la mesa, preguntándome si debería mentir. Están armando tanto jaleo que me parece la única forma de librarme. Pero no puedo hacerlo. A ellos, no. Haven y Miles son mis mejore amigos. Mis únicos amigos. Y tengo la impresión de que ya guardo bastantes secretos.

-Se sentó a mi lado en Lengua- admito finalmente.- Nos obligaron a compartir el libro. Pero en realidad no lo vi bien.

-¿Los obligaron?- Haven se aparta el flequillo a un lado para tener una visión clara de la rarita que algo semejante.- Vaya, debe haber sido un infierno para ti. Qué horror…- Hace un gesto de exasperación y suspira.- No te haces una idea de la suerte que tienes, verdad. Deberías sentirte agradecida.

-¿Qué libro?- pregunta Miles, como si creyera que el título del libro va a revelar algo más trascendente.

-Cumbre borrascosa.- Me encojo de hombros.

-¿Y la capucha?-pregunta Haven- ¿La tenias abajo o arriba?

Lo pienso un momento y recuerdo haberla subido cuando Harry se acercaba a mí.
-Hum… Creo que arriba- respondo- Sí, arriba.- Afirmo con la cabeza.

-Bueno, menos mal- murmura ella al tiempo que parte la magdalena por la mitad.- Lo último que querría es que la diosa rubia entrara en la competencia.

Doy un respingo y bajo la mirada hasta la mesa. Me da vergüenza que la gente diga cosas como esa. Al parecer, antes vivía para ese tipo de halagos, pero ya no.

-Vaya, ¿y qué hay de Miles? ¿A él no lo consideras competidor?-pregunto en un intento de alejar la intención de mí para centrarla en alguien que realmente pueda disfrutarla.

-Eso…- Miles se pasa los dedos por su corto cabello castaño y se vuelve para ofrecer su mejor perfil.- Debes tener en cuenta mis posibilidades.

-Menuda estupidez…-afirma Haven al tiempo que se sacude las migajas de su regazo.- Harry y Miles no juegan en la misma liga. Lo que significa que ese aspecto de modelo irresistible no te va a servir de nada.

-¿Y tú que sabes en que liga juega él?- pregunta Miles- ¿Cómo estas tan segura?

-Tengo un radar para los gays.- afirma mientras se golpetea la frente con los dedos.- Y, créeme, ese chico no sale registrado.

Harry no solo está en mi clase de Lengua si no que también en la clase de Arte (no es que esté sentado a mi lado, y tampoco puedo decir que yo lo mirara, pero los pensamientos que flotaban en la estancia, incluso los de nuestra profesora, la señora Machado, me informa de todo cuando necesito saber), sino que al parecer también a aparcado el coche a lado mío. Y aunque hasta ahora eh logrado ver más que sus botas, sé que mi periodo de gracia está a punto de llegar a su fin.

-¡Madre mía, está ahí! ¡Justo a nuestro lado!-susurra Miles, con tono agudo y cantarín que reserva para los momentos más excitantes de su vida- Y vaya que cochazo que tiene… un BMW negro y brillante. Bonito, muy bonito. Vale, ya sé lo que voy a hacer: voy abrir la puerta para golpear la suya de manera "accidental", y eso me dará una excusa para hablar con él.-Se da la vuelta y espera que le de mi consentimiento.

-No te atrevas a rayar mi auto. Ni el suyo. Ni ningún otro.- le digo al tiempo que niego con la cabeza y saco las llaves.

-Está bien- Hace un mohín- Pero hazme el favor ¡y échale un vistazo! Y luego mírame a los ojos y dime si no te vuelve loca. Está para desmayarse.

Pongo los ojos en blanco y me esfuerzo por pasar entre mi coche y un Volkswagen escarabajo mal estacionado. Y justo cuando estoy a punto de abrir la puerta, Miles me baja la capucha de un tirón, me quita las gafas de sol y corre hacia el asiento del acompañante, donde me insiste con gesto poco sutil de la cabeza y el pulgar a mirar a Harry, que está de pie a su lado.

Y lo hago. Bueno, no podía evitarlo para siempre. Así que respiro hondo y levanto la mirada.

Y lo que veo me deja sin habla, incapaz de parpadear o moverme siquiera.

A pesar de que Miles comienza a hacerme señas y a fulminarme con la mirada, para que aborte la misión y regrese al cuartel general… soy incapaz. En realidad, me gustaría hacerlo, porque sé que me estoy comportando como el bicho raro que todos creen que soy, pero me resulta imposible. Y no solo porque Harry es increíblemente guapo, con ese cabello brillante y café que le llega justo por encima de los hombros y se ondula alrededor de sus esculturales pómulos, sino por que gira la cabeza hacia mí y se levanta las gafas de sol para clavarme con la mirada, me doy cuenta de que tiene unos ojos verdes y oscuros que me resultan extrañamente familiares, y unas pestañas tan abundantes que parecen postizas. ¡Y qué labios! Tiene boca grande e incitante, con la forma perfecta del arco de Cupido. Y su cuerpo es grande, esbelto y duro, cubierto de arriba debajo de ropa negra.

-Hum, ¿___? ¿Hola? Ya puedes despertar. Por favor…- Miles se vuelve hacia Harry y suelta una risita nerviosa-.Perdona a mi amiga por lo general lleva la capucha puesta.

Lo cierto es que debería dejar de mirarlo. Necesito dejar de mirarlo. Pero Harry tiene los ojos clavados en los míos y el color de su iris comienza a escurecerse al momento que una sonrisa asoma sus labios.

Con todo, no es el hecho de que este como un tren lo que me tiene paralizada. En realidad, no tiene nada que ver con eso. Se debe sobre todo a la zona que rodea su cuerpo, desde su gloriosa cabeza hasta las puntas de sus botas negras de motorista, no es más que espacio vacío.

No hay color. No hay aura. Ningún despliegue de luces palpitantes.

Todo el mundo tiene aura. Todos los seres vivos están rodeados por remolinos de colores que emana de su cuerpo. Un campo de energía irisada del que ni siquiera son consientes. Son una parte del campo magnético visible… bueno, visible al menos para mí.

Después del accidente, cuando desperté en el hospital, empecé a ver colores por todas partes.

Me sometieron a un montón de exámenes oculares, escaneo cerebral y evaluaciones psíquicas cuando comprendí que tenía que guardarme todo esto para mí. Y cuando empecé a oír los pensamientos y a ver la vida de los demás con un simple contacto y a recibir visitas irregulares de Riley, mi hermana muerta, supe que no debía decir ni una palabra.

Supongo que me había acostumbrado tanto a vivir de esta manera que había olvidado que existía otro tipo de vida. Sin embargo, al ver que Harry no tiene más color a su alrededor más que el negro brillante de su carísimo y flamante coche, recuerdo mis días mejores, más normales.

-¿Estás bien ___?-pregunta Harry con una sonrisa que revela otro de sus rasgos perfectos: unos dientes blanquísimos.

Holaaa, aqui nueva lectora, me llamo Marina! Wow esta genial y es super oriiginal, siguela pronto!! Un beso:)

Permanezco inmóvil, deseando apartar la mirada de sus ojos, mientras Miles se aclara la garganta con fuerza. Cuando me acuerdo de lo poco que le gusta que no le hagan caso, lo señalo con la mano y digo:

-Ay, Miles, lo siento. Harry, Miles; Miles, Harry- No obstante mi mirada no se aparta de él ni un instante.

Harry le echa un vistazo a Miles y lo saluda con una inclinación de cabeza antes de volver a concentrarse en mí. Y aunque sé que parecerá una locura, durante el efímero instante en que aparta los ojos de mí siento una extraña sensación de frío y debilidad.

Sin embargo cuando me mira de nuevo, todo a ser cálido y agradable.

-¿Puedo pedirte un favor?- pregunta con una sonrisa- ¿Te importaría prestarme tu ejemplar de cumbres borrascosas? Necesito ponerme al día y no tengo tiempo de ir a la librería esta tarde.

Meto la mano en la mochila, saco el ajado libro y lo sujeto como con pinzas para ofrecérselo. Hay una parte de mí que anhela rozarle la punta de los dedos, tocar a ese guapísimo desconocido; pero otra parte, la parte psíquica más fuerte e inteligente, parece encogerse de miedo ante el terrible aluvión de visiones que acompañan a cada contacto.

Sin embargo, hasta que Harry arroga el libro al interior de su coche, se baja las gafas de sol y me dice “Gracias, te veré mañana”, no me doy cuenta de que no siento nada aparte de un pequeño hormigueo en la yema de los dedos. Y antes de que pueda responder, él se mete en su coche y se aleja del lugar.

-Perdona- dice Miles, que sacude la cabeza mientras se monta en el coche a mi lado-, pero lo que dije sobre que ese chico te volvería loca era solo en sentido figurado; se suponía que no debía tomártelo de manera literal. En serio, ____, ¿qué te ha pasado? Porque ha habido un momento supertenso… una especie de: “Hola, me llamo ___ y tu vas a ser mi próxima víctima”. Te juro que no es broma, ___; creí que tendría que resucitarte. Y créeme si te digo que tienes suerte increíble de que nuestra buena amiga Haven no pudiera está aquí para verlo, porque, aunque me duela recordarlo, ella ya lo ha pedido…

Miles sigue diciendo cosas por el estilo y quejándose sin cesar durante todo el camino a casa. Pero yo me limito a dejarlo hablar mientras sorteo el tráfico. Sin darme cuenta, recorro con la punta de los dedos la gruesa cicatriz roja de mi frente, ocultada debajo de mi flequillo.

¿Cómo podría explicar que, desde que tuve el accidente, los únicos pensamientos que no puedo oír, las únicas vidas que no puedo conocer y las únicas auras que no puedo ver son las de aquellas personas que ya están muertas?

Me meto en casa, cojo una botella de agua del frigorífico y después subo a mi habitación, ya que no me hace falta echar un vistazo para saber que Sabine todavía está en el trabajo. Sabine siempre está trabajando, lo que significa que dispongo de esta enorme casa para mí sola la mayor parte del tiempo, aunque casi siempre suelo quedarme en mi habitación.

Me siento mal por Sabine. Me entristece pensar que la vida por la que había luchado cambiara de forma radical el día que se vio obligada a hacerse cargo de mí. Pero puesto que mi madre era hija única y todos mis abuelos ya habían muerto cuando cumplí los dos años, no le quedo mas remedio. O bien vivía con ella (la melliza de mi padre y único pariente), o bien iba a un hogar de acogida hasta cumplir los dieciocho. Y aunque Sabine no tenía ni idea de cómo criar a un niño, yo todavía no había salido del hospital cuando ella vendió su departamento, compro esta enorme casa y contrato a uno de los más famosos decoradores de Orange Country para reformar mi habitación.

Bueno, tengo todo lo que suele haber en una habitación: una cama, una cómoda y un escritorio. Pero también un televisor de pantalla plana, un gigante armario-vestidor, un baño descomunal con jacuzzi y plato de ducha separado, una terraza con vistas asombrosas al océano y mi propio cuarto de ocio, una mini nevera, un equipo de música, sofás, mesas, pufs y demás.

Resulta curioso que antes hubiera está dispuesta hacer cualquier cosa por una habitación así.

Porque ahora lo único que quiero es volver atrás.

Supongo que, puesto que Sabine pasa la mayor parte fuera con sus colegas abogados y los más importantes ejecutivos a los que representa su firma, cree que todas estas cosas son muy necesarias. Nunca he sabido muy bien si el hecho de que no haya tenido hijos se debe a que pasa el día trabajando y no tiene tiempo para ellos, a que todavía no ha encontrado al hombre apropiado o que a ni siquiera quiera tenerlos. Tal vez se deba a la combinación de las tres cosas.

Quizás parezca que yo debería saberlo, ya que tengo poderes psíquicos. Pero no siempre veo la motivación de las personas; por lo general, solo veo sucesos. Como una cadena de imágenes que refléjenla vida de una persona; algo así como ciertas diapositivas ensambladas en modo de película. Sin embargo, algunas veces no veo ms que símbolos que cuyo significado debo descifrar. Algo parecido a lo que ocurre con las cartas del tarot o lo que me ocurrió cuando leí “Rebelión en la granja” para la clase de Lengua el año pasado.

Aunque estoy muy lejos de ser infalible, y en ocasiones lo entiendo todo al revés. Sin embargo, siempre que ocurre, se que el error es mío y que debo asumir que algunas imágenes tienen más de un significado. Como aquella vez que asocie un enorme corazón partido por mal de amores…hasta que la mujer cayó al suela víctima de un infarto. Algunas veces un poco difícil descifrarlo todo. Pero las imágenes nunca mienten.

En cualquier caso es necesario ser clarividente para saber que la gente que sueña con tener hijos piensa por lo general en pequeños rebosantes de alegría envueltos con prendas de colores pastel, y no en una adolescente rubia de un metro setenta y cinco de estatura con ojos azules, poderes psíquicos y con una fuertes carga emocional sobre sus hombros. Así que, debido a eso, trato de ser callada, respetuosa y mantenerme fuera del camino de Sabine.

Y por supuesto, nunca le he dicho que hablo con mi hermana muerta casi todos los días.




Riley apareció por primera vez a los pies de mi cama del hospital, en mitad de la noche, sujetaba una flor en una mano y con la otra me saludaba. Todavía no y tengo claro qué fue lo que me despertó, ya que ella no hablo ni hizo ningún tipo de ruido. Supongo que intuí su presencia o algo así, como si se hubiera producido un cambio en la habitación o en la carga estática del aire.

Al principio di por hecho que estaba teniendo una alucinación, un nuevo efecto secundario de la medicación para el dolor que estaba tomando. Pero después de parpadear y frotarme los ojos muchas veces, ella seguía allí, y supongo que ni siquiera se me paso por la cabeza gritar o pedir ayuda.

La observe mientras rodeaba la cama para situarse a mi lado y señalo con el dedo mis brazos y piernas escayolados antes de echarse a reír. Fue una risa silenciosa, por supuesto, pero no me hizo ni pizca de gracia. No obstante, en cuanto ella vio mi expresión enfadada, dejo de reírse e hizo un gesto, como si quisiera preguntar si dolía.

Yo me encogí de hombros, todavía molesta por el hecho de que se hubiera reído de mí y algo más que asustada por su presencia. Y aunque no estaba todo segura de que ese fuera realmente mi hermana, no pude evitar preguntarle:

-¿Dónde está papá, mamá y Buttercup?

Ella hizo un gesto con la cabeza, como si estuviera a su lado, pero yo no puedo ver más que un espacio vacío.

-No veo nada.

Riley se limito a sonreír, unió las manos e inclino la cabeza a un lado, indicándome que debía volver a dormir.

Así pues, cerré los ojos, aunque jamás había aceptado órdenes suyas con anterioridad. Y luego los abrí con la misma rapidez y le dije:

-Oye, ¿quién te ha dicho que podías ponerte mi jersey?

Y tras esas tres palabras, ella desapareció.

Admito que me pasé el resto de la noche cabreada conmigo misma por haber formulado una pregunta tan estúpida, trivial y egoísta. Se me había presentado la oportunidad de conseguir respuestas a algunas de las preguntas más trascendentes de la vida. Y la había desperdiciado preguntándole a mi hermana muerta por qué había saqueado mi armario. Supongo que las malas costumbres son difíciles de olvidar.

La segunda vez que apareció me sentí tan agradecida al verla que no mencioné el hecho de no solo llevara puesto no solo mi suéter favorito, sino también mis mejores pantalones vaqueros (que le quedaban tan largos que el bajo se arrugaba alrededor de sus tobillos) y la pulsera estilo Pandora que me regalaron cuando cumplí trece y que mi hermana siempre había codiciado.

En lugar de eso, la saludé con una sonrisa y actúe como si ni siquiera me hubiera dado cuenta. Me incline hacia ella y la mire con los ojos entornados.

-Bueno, ¿Donde están mamá y papá?- pregunté, convencida de que los vería aparecer si me concentraba lo suficiente.

Sin embargo, Riley se limitó a sonreír y agitar los brazos por todos lados.

-¿Quieres decir que son ángeles?- Abrí los ojos de par en par.

Ella compuso una mueca de exasperación y negó con la cabeza antes de llevarse las manos a la cintura e inclinarse hacia delante, presa de un ataque de risa silenciosa.

-Vale, vale, ya esta bien- Volví a reclinarme sobre la almohada, pensando que, incluso muerta, mi hermana era un verdadero incordio-. Bueno, ¿como son las cosa por ahí?- pregunté, decidida a no pelearme con ella-. ¿Estás...? Bueno, ¿te gusta vivir en el cielo?

Ella cerró los ojos y levanto las palmas de las manos, como si tratara de equilibrar algún tipo de objeto. Y justo entonces apareció un cuadro de la nada.

Me incliné hacia delante para contemplar una representación del paraíso sobre un lienzo de color crema enmarcado con enrevesado marco dorado. Había un océano azul oscuro, escabroso acantilados, arenas doradas, árboles en flor y la oscura silueta de una pequeña isla a lo lejos.

-¿Y por qué no estas allí ahora?- le pregunté a mi hermana.

Cuando Riley se encogió de hombros, el cuadro desapareció. Y ella también.

Aqui Marina, y claro que nos gusta!! Esta genial, de verdad!!! siguela, un beso:)