ι ωαηηα вε ρεяғεcт |Niall Horan|

—¡Eres un tonto! No haré eso—Dije dándole la espalda. No pensaba quitarme la camisa solo por una apuesta tonta.
—Pero amas a este tonto ¿Verdad?—. Me apretó desde la espalda, tomándome por sorpresa.
Quise zafarme, odiaba que tocara mi delgado estómago. Si notaba que este disminuía cada día más su tamaño se alteraría. Me descubriría. Jamás dejaría que eso pasaría.
—Ya amor, no me agarres así, sabes que no me gusta ¿Si?—Le dije girándome, quedando frente a frente. Él me acarició la mejilla, y luego la besó.
—Juro que jamás entenderé esa manía tuya. Es muy rara.
—Yo soy rara. Y lo sabes—. Me reí, tratando de cambiar de tema. No quería entrar mucho al tema.
—Pero, te amo así. Y lo sabes.
Lo miré jugando con su cabello, y luego besé su cuello. Era algo tonto, pero era solo un juego. 
Luego me sentó en su regazo y jugueteó con mi espalda. Mientras yo le dejaba besitos dulces en su cuello. Me estremecí al sentir su manos pasar po debajo de mi blusa color salmón. Me dije a mí misma que seguía siendo un juego, pero al tocarme el estómago, me quede paralizada. Dejé de besar su cálido cuello y me senté nuevamente a su lado, acomodando mi blusa.
—¿Sucede algo?—Me preguntó, confundido por mi cambio de humor tan repentido.
—No, es solo que... No quiero que pasemos a algo más. Te amo y lo sabes, pero no quiero ir tan rápido, solo han sido tres semanas Niall...
—Lo sé... Fue mi culpa. Olvídalo.
—Ya llegará el día amor. No estes triste—Le dije despeinándole sus teñidos cabellos mitad rubios mitad castaños.
—Te amo princesa—. Me besó por última vez y se levantó. Supuse que quería irse ya. Mis padres no tardaban en llegar, y para variar, no le caía muy bien a ellos. No entendí el porque, porque él es el chico más dulce que alguna vez conocí. Pero, a ellos simplemente no les gustó. Quizás fue porque nos encontraron besándonos en el porche de la casa. O por su forma de vestir -la cual me resulta demasiado sexy-. Desconozco la razón, solo sé que no les cae bien.

—Cuídate princesa. Dejale saludos a tus padres, aunque sé que no les gustarán, y te extrañaré bebé. Ven, regalame un último beso ¿Si?—. Estiró sus labios hacia delante y yo los besé con gusto. Amaba el gusto de sus labios. Era una mezcla de frutilla y menta. Mis sabores favoritos de helado, claro, cuando solía comer esa porquería lleno de carbohidratos.
—Nos vemos amor. Ve con Dios—. Lo ví alejarse y luego cerré la puerta. Me mordí el labio inferior, aguantando las ganas de gritar. Seguía sin creer que el chico de mis sueños sea mio.


Ví a Harry desde la otra esquina. Habíamos quedado de encontrarnos en Starbucks. Hacía semanas que no veía esos rizos tan perfectos. Harry era mi mejor amigo, pero lo había olvidado este último tiempo. Niall me había tenido muy ocupada.

—Hola mi hermosa mejor amiga ¿Cómo haz estado? Te extrañé mucho ¿Sabes?¿Dónde te habías metido?—Me preguntó sarcásticamente. Yo rodé mis ojos, esperando que superara estas ridículas tres semanas.
—Ya, lo siento. Pero tu tampoco te haz esforzado por escribirme o llamarme. ¿Qué te parece si lo dejamos ahí? —. Ahora fue él quién rodo sus ojos. Eramos así siempre.
—Bien. Lo dejamos así pero solo si me das un fuerte y hermoso abrazo de mejores amigos ¿Si?—Dijo mirándome tierno. Claro que estaba usando los encantos Styles conmigo, porque sabía que funcionaban de maravillas en mí.
Lo abracé tan fuerte que pensé que me partiría al medio. Quizás duramos unos 10 segundos así, pero era reconfortante.
Luego de eso, entramos al local. Hacía bastante frío así que pedimos algo caliente. Yo un Capuccino. Mientras que él prefería un café sin azúcar y una dona galseada.
Salimos del local para pasear por las calles y quizás distraernos un rato. Realmente estar con Harry me hacía bien. Me hacía olvidar de mis inseguridades a cerca de mi cuerpo. Me hacía sentir yo misma. Me olvidaba de todo. Me desconectaba.

Y así pasamos la tarde. Tonteando por ahí. 
Le conté de lo mío con Niall. No dijo nada, solo me dijo que no hiciera nada raro. Osea, vomitar o dejar de comer. Pero muy en el fondo yo sabía que aunque se lo había prometido a mi mejor y único amigo, no podría hacerlo. Esto que padezco no es nada normal. Es una enfermedad grave y no podré salir de ella nunca. Y sé que en algún momento todos lo descubrirán y quedaré completamente sola.