American Girls / N.C/ One Direction y Otros.

esparé esperando cap!! *w*

Tranquila que no te atrasaste, justamente hoy era el primer día :)
Estaré esperando el cap    
Chicas si podéis y queréis, pasaros por mi nueva nove, esta en mi firma. Gracias :)

Perdonen el retraso, tengo problemas personales. Hoy subo el capítulo.

Chicas ya ha pasado bastante tiempo, así que pasamos a la siguiente escritora

Pues ahora le toca a jacesie

Sigue Alba -Fylain-.

Intentaré subir lo antes posible. Me han quitado el ordenador y el móvil y me será imposible escribir capitulo de momento. Ahora mismo no debería estar aquí pero mis padres no están en casa así que he aprovechado para mirar el correo. Tened paciencia por favor. No se cuando me devolverán el ordenador :/

Capitulo 003.

Alba Castillo Pérez.

Me levanté gracias a los rallos del sol. Hice de mi cara una mueca de desagrado y abrí los ojos, encontrándome con mi madre abriendo las cortinas y ventilando la habitación. Miré el reloj y eran tan solo las ocho de la mañana de un sábado. Cuando me iba a quejar vi dos maletas grandes al lado de la puerta. Me levanté confundida y me dirigí a mi madre.

- ¿Qué hacen esas maletas ahí? - le pregunté con la voz ronca.
- Son tuyas. Te vas de viaje. Ahora – me dijo seriamente saliendo del cuarto sin dignarse a mirarme.

Cada vez más confusa me dirigí al baño de mi pieza y no había nada. Ni cepillo de dientes, ni champú, ni cremas hidratantes ¡Ni siquiera mi secador! Salí y me puse la ropa que mi madre me dejó preparada encima de mi cama ya echa. Mi conjunto constaba de una camiseta blanca de manga corta ancha con un dibujo de una pajarita roja y unos tirantes, una chaqueta de traje, unas mayas negras, unos tacones de aguja negros y un sombrero complementando el conjunto. Bajé indignada las escaleras hasta el comedor, donde mis padres y mi hermano George.  Me paré delante de ellos con los brazos cruzados.

- ¿Y bien? - pregunté alentándolos para que empezasen ha hablar. Mi padre suspiró.
- Mira cariño, con tu madre hemos estado hablando y creemos que estás demasiado consentida. Te gastas un montón de dinero cada vez que sales a la calle y eso se tiene que terminar. Debes de aprender a ganarte todo ese dinero, seguro que así se te acabarán las ganas de malgastar el dinero en caprichos innecesarios – me dijo mi padre mirándome seriamente.
- Por esa razón te irás a un campo a las afueras de la ciudad – me dijo George aguantándose la risa.

Me quedé en shock. ¿Cómo que al campo? No, no, no, no..aquí debe de haber un error. Seguro que escuché mal.

- ¿Per-perdón? Creo que escuché mal...no habéis podido decir campo. Vosotros sabéis que lo odio – dije obvia y haciendo como que me limpiaba un oído.
- No mi vida, lo has oído bien. Te irás al campo a trabajar con granjeros – me dijo mi madre.
- Pe-pero ¡¿Y George?! ¡Él también gasta mucho dinero! - me quejé.
- Sí, pero a diferencia de ti, hermanita, yo tengo un trabajo – me dijo sonriendo.
- En la empresa de papá – le recriminé.
- Aún y así es un trabajo – me dijo sacándome la lengua.
- Ya está bien de cháchara, Alba, ve a por tus maletas que te vas ahora mismo – me dijo mi padre levantándose.

Con unos ánimos pésimos hice caso a mi padre. Bajé a duras penas con las maletas a cuestas bajo la mirada burlona de mi hermano. Una vez que llegué a bajo sin romperme un tobillo le saqué el dedo del medio y continué con mi camino hacia el coche aparcado justo en la entrada de casa. Mi padre me ayudó a guardarlas y me subí al coche.
Cada vez estaba más lejos de la ciudad. A cada minutos veía como la ciudad de convertía en pueblos y barrios hasta que por fin todo fue campo. A lo lejos podía ver los molinos de viento y algunas gaviotas. ¿Sería posible que estuviéramos cerca de la playa? Era posible, sino no habrían ese especie de aves. Las coloridas flores primaverales fueron substituidas por el marrón de la tierra conreada. Al fondo se podía ver una especie de casa o masía al lado de un granero de donde salían algunas vacas y cabras. El cielo azul se hacía notar, dando una sensación de paz increíble. La idea de que esa experiencia podría llegar a ser satisfactoria se esfumó de repente de mi cabeza cuando un asqueroso olor a estiércol inundó mis fosas nasales.

- ¡Que peste! - me quejé tapándome la nariz.
- Acostúmbrate hija, es el aroma que olerás al despertate y al irte a dormir – me dijo mi padre riendo. Mi cara seguramente mostraba un asco tremendo – ¡Hemos llegado! - dijo mi padre aparcando el coche delante de la masía que había visto antes.

Me bajé del coche y mi padre me ayudó con las maletas. Se despidió de mi y se fue por donde vino. Cogí las maletas por las asas y me encaminé a la entrada. Toqué un par de veces la puerta y solté un suspiro. Ya no había marcha atrás. Un rubio sonriente me abrió la puerta. Yo le devolví la sonrisa.

- Buenos días princesita – me dijo recargándose en el umbral de la puerta de entrada. Sin hacer caso a su media desnudez encarné una ceja.
- Numero uno: no me llames princesita, no me gusta. Numero dos: ¿No me invitarás a entrar? Vaya forma de tratar a tus invitados – le dije cruzándome de brazos aún con una ceja alzada. Se escuchó una carcajada dentro del salón y de repente otro chico en boxers se asomó.
- Por fin alguien te pone en tu lugar. rubio – le dijo sobándole un hombro el castaño – encantado preciosa, soy Harry – me dijo guiñándome un ojo – y este impresentable es Niall – acabó, señalando al rubio.
- Encantada, me llamo Alba – dije con una sonrisa - ¿Dónde está mi habitación?
- Subiendo las escaleras, la segunda a la izquierda – me dijeron a la vez con una sonrisa.
- Gracias – les respondí cogiendo mis maletas y dirigiéndome hacia donde me dijeron.

Cuando llegué a las escaleras las miré con horror. Los escalones eran muy altos y estrechos. Sin pensarlo dos veces me quité los tacones y los agarré de la correa con los dientes mientras que tenía una maleta en cada mano. Subí escalón por escalón lentamente y con cuidado de no caerme. Cuando llegué arriba dejé las maletas en el sitio y busqué mi habitación. Segunda a la izquierda. Abrí la puerta y vi una sencilla pieza con una pequeña ventana. Dejé los zapatos en el suelo y fui a por las maletas. Una vez en la habitación cerré con llave y me tumbé en la cama que rechinaba con el mínimo peso. Las lagrimas que amenazaron con salir en todo el día volvieron a mis ojos y, sin ningún tipo de impedimento salieron rápidamente, empapando mis mejillas y haciendo que soltase algún que otro sollozo.

abridme perras:

Me encanto tu capitulo isbeis Alba puso en su lugar a Niall ksepm. Siganlaa