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"1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
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Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
Capítulo 25
"Jane tiene problemas con su rol de madre"
“Cuando te enamoras y tienes un hijo, primero se congela el infierno antes de que logres ponerte de acuerdo con el padre en algo, y más específicamente en algo acerca del bebé”
Estaba perdida en divagaciones acerca de otra razón más en contra del amor cuando los chillidos del bebé me sacaron de mi estado de parálisis corporal. Me giré y lo encontré acostado —O más precisamente tirado —En el sofá. Le dediqué una mirada furibunda y volví a mi libro, que en realidad no había leído ni una sola página, pero necesitaba algo en que entretenerme, y atender al robot no era una opción. El domingo, ya estaba lo bastante cansada de tener que alimentarlo y jugar con él como si el mocoso fuera algo más que un muñeco, así que necesité seriamente algo en lo que ocupar mi tiempo. Por supuesto, salir no era una opción, no hay muchas personas con las que me guste salir, solo voy por ahí con Liz y Joe. Pero claro, Liz y Joe están demasiado ocupados pretendiendo que viven en la casa Miller. Liz en su estado de enamoramiento crítico, se la pasa con Kevin en todo momento, y Joe… maldita sea, ni siquiera se porque Joe cada que se levanta dice “Hola familia, adiós familia” ¿Al menos podría esperar a desayunar para correr a la casa del enemigo? Lo peor de todo es que… mi padre no me deja levantarme de la mesa hasta haber terminado con el desayuno, y ¡Vaya desayuno! Siempre termino con ganas de vomitar cada vez que como su gigante porción de lo que sea que él cree que es comida.
Y Chace… bueno, él no me ha llamado, no es que este ansiosa por ello, pero tampoco me haría daño una llamada y una invitación a salir. A este paso, aceptaría gustosa una invitación de Jimmy, nuestro loco vecino de trece años. Cada vez que me quejo de mi triste vida, que además de tener un montón de tarea y tratar de cuidar a un muñeco, ayudar en casa con mi loco hermano pequeño y mi aún más loco padre; Joe da un suspiro cansino y me mira mal.
—Si aceptaras mi invitación de ir a la casa de Nicholas, en este momento no estarías diciendo eso.
—Si es que yo me muero por ir a casa del enemigo, Joseph. Prefiero morir… dos veces.
—Bien por ti. Entonces amárgate la existencia.
El muñeco, que ahora estaba chillando más aún, me trajo a tierra nuevamente. Me levanté para atenderlo. Le puse el tetero ficticio, el cual me parece una estupidez porque lo único que hace el estúpido muñeco es hacer ruidos y yo tengo que sostener el tetero incómodamente y pretender que en realidad sirve de algo. Después de alimentarlo y mecerlo un poco, por fin se estaba quedando dormido.
—Maldito Robot, estúpido Nicholas Miller, traidor de mi hermano.
—¿Qué susurras Jane?
Me giré hacia mi madre quien estaba al pie del escalón que daba a la sala.
—Nada. Solo pienso en voz alta.
Mi madre sonrió —Pues parece que lo que piensas no es muy agradable.
—Nada es agradable si esta este bebe alrededor.
—No seas tan dura, es una buena experiencia, así puedes ver como es la vida real cuando tienes hijos.
—Pues gracias al cielo que ahora lo se, para así no tener ninguno.
Mi madre rió —Veo que no tienes instinto maternal
Yo bufé.
—Para nada. Bueno, ¿Y tú? ¿Te gusta tu trabajo en el despacho?
—Muchísimo. Me siento otra persona.
—¡Qué bien! ¿Cuánto tiempo quieres seguir todavía así?
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ¿cuándo crees que papá habrá entendido de qué se trata y cuándo volverás a casa?
—Mira, Jane, aunque tu padre cambie de opinión, yo seguiré en el despacho.
Respiré hondo. No sonaba nada bien.
Con la mirada ensimismada dijo:
—¿Sabes?, creo que en cierto modo provoqué esta pelea adrede porque estaba harta de pasarme la vida en casa sin que nadie me diera nunca las gracias ni reconociera mi trabajo. Llevar la casa es una tarea ingrata. Nunca hay elogios. Sólo te dicen algo cuando las cosas están como no deberían estar; entonces llueven las protestas. En conclusión: no es nada divertido. No pienso volver a llevar la casa.
Se volvió hacia mí y me ofreció una sonrisa radiante.
Me quedé mirándola fijamente y le pregunté:
—¿Estás segura, mamá?
—Oh, sí.
Y se sirvió una taza de café tarareando alegremente. Era peor de lo que había esperado.
—¿Y nosotros qué? —pregunté desesperada.
Mi madre me miró sorprendida.
—¿Cómo que «ustedes qué»? Pero si no tiene nada que ver con vosotros.
—¡Sí, pero tú ya no estás…!
—¿Estás pensando en cuando me haya muerto o lo que te preocupa es quién os preparará el desayuno?
Desde luego, mi madre podía ser bastante sarcástica. No dije ni mu, estaba realmente ofendida. Mi madre se acercó y me cogió por el hombro.
—Jane, no me digas que esto es una catástrofe para ti. Hay muchas madres que trabajan. ¡Y ustedes, al fin y al cabo, tienen la ventaja de tener a tu padre en casa!
—¡Pufff! ¡Si a esto lo llamas ventaja! —le solté—. Parece el caos en persona.
—Venga, no seas así. Dale una oportunidad. Seguro que le saldrá bien.
La miré con cara de sufrimiento.
—Tienen que ayudarle un poco —prosiguió mi madre—. Además, hay un montón de cosas que pueden hacer para ayudar. En realidad, yo lo hacía absolutamente todo. Las veinticuatro horas del día. Y ahora ya no hace falta. Ustedes tienen edad para ocuparos de la mayoría de las cosas ustedes mismos.
—¿Y Joe qué?
—Si pensara un poco menos en las chicas, le quedaría el espacio mental suficiente para aprender a manejar la lavadora, la aspiradora, la…
—Me refiero al Joe pequeño —le aclaré interrumpiéndola.
—Ah, bueno, Puschel.
—¡Creía que Puschel era el perro!
Mi madre suspiró.
—Quería decir Joaquín. ¡Me imagino que un solo niño no será un gran problema para tu padre! Además, ustedes chicos también pueden ayudar de vez en cuando con su hermanito.
—Pero es lo que hacemos mamá. ¿Qué crees que pasaría si no lo hiciéramos? No tienes ni idea de lo pesado que es.
—Por lo menos ya no se escapa.
—¡No estoy hablando del pequeño, si no de papá! —exclamé.
Mi madre se rió.
—¿Y el perro? —pregunté.
—Es asunto de Joseph. Él lo trajo a casa —decidió mi madre sin pensarlo dos veces.
Respiré hondo y dije con frialdad:
—Bueno, entonces está todo arreglado. Lo que importa es que tú estés bien.
—Gracias por tu comprensión, cariño. ¿Sabes? Me agrada que te hayan puesto la tarea del bebe, ahora tienes un punto de vista diferente sobre como es esto. Me puedes comprender mejor.
Me plantó un beso en la mejilla y se marchó.
Y me dejó, visiblemente, con un humor de perros. Peor que el que me había inspirado El muñeco minutos antes. Pero ¿cómo había podido? ¿Cómo podía estar de tan buen humor mientras en casa estaba todo revuelto? ¿Cómo podía dejarnos en la estacada de ese modo?
En esos momentos, mi estado de ánimo podría rivalizar al que mantengo cada vez que esta Nicholas cerca. Creo que con las miradas fulminantes que lanzo debido a mi humor, podría enterrar tres metros bajo tierra a media ciudad.
Como el viernes, todavía tiemblo de rabia al acordarme de la peor noche de mi vida, además de que fueron las dos horas más largas y tediosas de mi existencia. Con Nicholas a mi lado refunfuñando, Chace haciendo bromas que no escuché debido a mi estado de embotamiento mental —Cuando tengo rabia, ésta me impide pensar—, Riley lanzándome miradas furibundas por algún motivo en particular que desconozco, y Joe y Mel susurrando y hablando de Nick y yo como si no existiéramos. Hola, cuando vas a hablar de alguien, te aseguras que no esté presente, Dah. Y como si fuera poco, cuando me quise ir —Cuarenta minutos después de que el circo hubiera llegado —Nicholas lo impidió.
—Nadie se mueve hasta que esta mancha no seque, no me voy a arriesgar a levantarme y que las personas se burlen de mi otra vez. Así que más les vale quedarse donde están y comer más Pizza, que buena parte nos falta.
En realidad, de la pizza de dieciocho, habíamos comido once porciones si mucho. Contando que la primera porción llenaba demasiado. Cuando intenté levantarme y ordenarle a Chace que me llevara a casa, Nicholas me amenazó. En realidad amenazó que a quien se moviera de sus asientos, pagaría la cuenta y además de otra pizza que planeaba llevar. Y por supuesto, nadie quería cargar con semejante costo, añadiendo que estábamos en uno de los restaurantes más caros de la ciudad.
Con un suspiro, maldiciendo e voz baja mi suerte, llevé al muñeco a mi habitación y lo acomodé en un sillón. Pensé un poco en lo que mi madre me acababa de decir “Ahora me comprendes” Pues sí, ahora si que la comprendía.
—Los padres sirven para una mierda. Salvo engendrar los hijos.
En ese momento, maldita mi suerte de nuevo, pasaba mi padre por el corredor. Se paró en mi puerta al escucharme y arqueó las cejas.
—¿Qué dices Jane?
—Nada, papi, nada. —Sonreí inocentemente
Mi padre sonrió escéptico y se alejó.
Al día siguiente desperté a las cinco de la mañana a causa de los chillidos del muñeco. Pues si, aparte de ser un fastidio, el muñeco también es un reloj, lo cual lo hace aún más insoportable. Me bañé y arreglé y luego le di el tetero. Estaba desayunando algo de cereal cuando bajó Joe todavía medio dormido.
—Papá parece estar pegado a las sábanas todavía —comprobó echando una ojeada a su alrededor.
Me encogí de hombros. Me daba lo mismo. Todo me daba lo mismo. Ni siquiera era capaz de concentrarme una hora seguida sin tener que ocuparme del mocoso, que genial vida. Eché la cabeza hacia atrás y miré a mi hermano, abstraída.
—Pero ¿qué mosca te ha picado? —quiso saber Joe
—Pasa que a mamá le encanta ir a trabajar. ¡No dejaría el despacho aunque papá se lo suplicara de rodillas! Así que tenemos que seguir viviendo como esclavos domésticos. Tengo un hermano pequeño que parece un fantasma, y desaparece cada que le viene en gana porque nuestro inepto padre no se da por enterado, fuera de eso siempre está con el perro tonto que trajiste que parece un caballo. Por si fuera poco, tengo que encargarme de ese tonto robot que llora cada cinco minutos, no puedo pestañear sin que tenga que cuidar de alguno de los ineptos que viven en esta casa, y el imbécil de mi hermano mayor, que se supone que es mayor por algo y tendría que estar al pendiente de las cosas, se la pasa en la casa de un estúpido idiota que esta arruinando mi vida. Así que, Joseph Jonas, no me vengas a preguntar que mosca me pico porque no tienes derecho a cuestionar mi humor.
Joe me miró con cierto temor
—Wow, yo… me hubiera quedado callado. ¿Sabes que? Olvidemos esta cuestión… me iré a bañar. —Se empezó a alejar y luego pareció acordarse de algo, se volvió hacia mi de nuevo. —Pero… ahora que lo pienso. Nicholas no tiene nada que ver con esto…
—¿Qué no tiene…?—lo interrumpí con la cara hecha fuego.
—No, no tiene nada que ver —me interrumpió esta vez —Si te dieras la oportunidad de conocerlo, creo que te agradaría.
Lo miré con la boca abierta —Si, claro.
—De verdad. Además, creo que ustedes son más compatibles de lo que se imaginan. Por eso es que no se toleran, porque hay algo escondido entre ustedes.
Lo miré escéptica —¿Algo como que? ¿Una declaración de amor? No seas imbécil, no toleraría a Nicholas ni aunque viviéramos bajo el mismo techo, ya tengo bastante contigo. Así que... ¿Por qué no dejas de hablar estupideces y te vas a bañar? El colegio empieza en media hora y no quiero llegar tarde.
Joe se encogió de hombros y se fue. Diez minutos después, cuando yo estaba todavía sentada ante el mesón viendo un punto fijo en la pared y pensando en las estupideces que acababa de decir mi hermano, baja Joe totalmente vestido.
—Papá sigue dormido —suspiró —Esto es un caos, no esta funcionando.
—Oh. ¿En serio?
—Sin sarcasmo, gracias.
—No lo puedo evitar.
—¿Sigues ahí? Yo pensé que te habías robado mi auto y ya habías salido.
—Primero, mis padres dijeron que debías compartir tu auto de vez en cuando conmigo. Así que deja de lado la palabra “robar” Y segundo, si sigo aquí, tengo un inepto hermano al que debo esperar.
Joe arqueó una ceja —¿Ahora me llamas inepto porque te digo las verdades que necesitas oír?
Me bajé del mesón —no, te llamo inepto porque hablas estupideces. Ahora, vámonos.
Joe tenía esa sonrisita burlona en el rostro que tanto odio. Se acercó a la fuente de fruta, que después de la oferta que había descubierto mi padre más bien merecía el nombre de «fuente de plátanos», cogió un plátano y me lo lanzó.
—Toma, para el recreo, en lugar del sándwich.
—Qué bien, uno menos. Así sólo nos quedan cuarenta y nueve por comer.
Entonces Joe tuvo una idea.
—Oye, nos los llevamos y los vendemos en el colegio. Ahora necesitamos dinero urgentemente.
—¡Estas loco! —Solté —Ni creas que quiero ir a vender bananos al colegio, y según tú… ¿Para que necesito yo dinero?
—Para comprarte un auto y no tener que esperarme a mi. Piénsalo, sería genial tener tu propio auto. Además ¿Qué tiene de malo vender los plátanos? A muchos chicos les gusta la fruta, sólo que en la cafetería no venden. Ese sería nuestro mercado.
Lo miré dubitativamente, si es cierto que necesito un auto… pero nah, no creo que vendiendo fruta en el colegio ayude de a mucho
Estaba perdida en divagaciones acerca de otra razón más en contra del amor cuando los chillidos del bebé me sacaron de mi estado de parálisis corporal. Me giré y lo encontré acostado —O más precisamente tirado —En el sofá. Le dediqué una mirada furibunda y volví a mi libro, que en realidad no había leído ni una sola página, pero necesitaba algo en que entretenerme, y atender al robot no era una opción. El domingo, ya estaba lo bastante cansada de tener que alimentarlo y jugar con él como si el mocoso fuera algo más que un muñeco, así que necesité seriamente algo en lo que ocupar mi tiempo. Por supuesto, salir no era una opción, no hay muchas personas con las que me guste salir, solo voy por ahí con Liz y Joe. Pero claro, Liz y Joe están demasiado ocupados pretendiendo que viven en la casa Miller. Liz en su estado de enamoramiento crítico, se la pasa con Kevin en todo momento, y Joe… maldita sea, ni siquiera se porque Joe cada que se levanta dice “Hola familia, adiós familia” ¿Al menos podría esperar a desayunar para correr a la casa del enemigo? Lo peor de todo es que… mi padre no me deja levantarme de la mesa hasta haber terminado con el desayuno, y ¡Vaya desayuno! Siempre termino con ganas de vomitar cada vez que como su gigante porción de lo que sea que él cree que es comida.
Y Chace… bueno, él no me ha llamado, no es que este ansiosa por ello, pero tampoco me haría daño una llamada y una invitación a salir. A este paso, aceptaría gustosa una invitación de Jimmy, nuestro loco vecino de trece años. Cada vez que me quejo de mi triste vida, que además de tener un montón de tarea y tratar de cuidar a un muñeco, ayudar en casa con mi loco hermano pequeño y mi aún más loco padre; Joe da un suspiro cansino y me mira mal.
—Si aceptaras mi invitación de ir a la casa de Nicholas, en este momento no estarías diciendo eso.
—Si es que yo me muero por ir a casa del enemigo, Joseph. Prefiero morir… dos veces.
—Bien por ti. Entonces amárgate la existencia.
El muñeco, que ahora estaba chillando más aún, me trajo a tierra nuevamente. Me levanté para atenderlo. Le puse el tetero ficticio, el cual me parece una estupidez porque lo único que hace el estúpido muñeco es hacer ruidos y yo tengo que sostener el tetero incómodamente y pretender que en realidad sirve de algo. Después de alimentarlo y mecerlo un poco, por fin se estaba quedando dormido.
—Maldito Robot, estúpido Nicholas Miller, traidor de mi hermano.
—¿Qué susurras Jane?
Me giré hacia mi madre quien estaba al pie del escalón que daba a la sala.
—Nada. Solo pienso en voz alta.
Mi madre sonrió —Pues parece que lo que piensas no es muy agradable.
—Nada es agradable si esta este bebe alrededor.
—No seas tan dura, es una buena experiencia, así puedes ver como es la vida real cuando tienes hijos.
—Pues gracias al cielo que ahora lo se, para así no tener ninguno.
Mi madre rió —Veo que no tienes instinto maternal
Yo bufé.
—Para nada. Bueno, ¿Y tú? ¿Te gusta tu trabajo en el despacho?
—Muchísimo. Me siento otra persona.
—¡Qué bien! ¿Cuánto tiempo quieres seguir todavía así?
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ¿cuándo crees que papá habrá entendido de qué se trata y cuándo volverás a casa?
—Mira, Jane, aunque tu padre cambie de opinión, yo seguiré en el despacho.
Respiré hondo. No sonaba nada bien.
Con la mirada ensimismada dijo:
—¿Sabes?, creo que en cierto modo provoqué esta pelea adrede porque estaba harta de pasarme la vida en casa sin que nadie me diera nunca las gracias ni reconociera mi trabajo. Llevar la casa es una tarea ingrata. Nunca hay elogios. Sólo te dicen algo cuando las cosas están como no deberían estar; entonces llueven las protestas. En conclusión: no es nada divertido. No pienso volver a llevar la casa.
Se volvió hacia mí y me ofreció una sonrisa radiante.
Me quedé mirándola fijamente y le pregunté:
—¿Estás segura, mamá?
—Oh, sí.
Y se sirvió una taza de café tarareando alegremente. Era peor de lo que había esperado.
—¿Y nosotros qué? —pregunté desesperada.
Mi madre me miró sorprendida.
—¿Cómo que «ustedes qué»? Pero si no tiene nada que ver con vosotros.
—¡Sí, pero tú ya no estás…!
—¿Estás pensando en cuando me haya muerto o lo que te preocupa es quién os preparará el desayuno?
Desde luego, mi madre podía ser bastante sarcástica. No dije ni mu, estaba realmente ofendida. Mi madre se acercó y me cogió por el hombro.
—Jane, no me digas que esto es una catástrofe para ti. Hay muchas madres que trabajan. ¡Y ustedes, al fin y al cabo, tienen la ventaja de tener a tu padre en casa!
—¡Pufff! ¡Si a esto lo llamas ventaja! —le solté—. Parece el caos en persona.
—Venga, no seas así. Dale una oportunidad. Seguro que le saldrá bien.
La miré con cara de sufrimiento.
—Tienen que ayudarle un poco —prosiguió mi madre—. Además, hay un montón de cosas que pueden hacer para ayudar. En realidad, yo lo hacía absolutamente todo. Las veinticuatro horas del día. Y ahora ya no hace falta. Ustedes tienen edad para ocuparos de la mayoría de las cosas ustedes mismos.
—¿Y Joe qué?
—Si pensara un poco menos en las chicas, le quedaría el espacio mental suficiente para aprender a manejar la lavadora, la aspiradora, la…
—Me refiero al Joe pequeño —le aclaré interrumpiéndola.
—Ah, bueno, Puschel.
—¡Creía que Puschel era el perro!
Mi madre suspiró.
—Quería decir Joaquín. ¡Me imagino que un solo niño no será un gran problema para tu padre! Además, ustedes chicos también pueden ayudar de vez en cuando con su hermanito.
—Pero es lo que hacemos mamá. ¿Qué crees que pasaría si no lo hiciéramos? No tienes ni idea de lo pesado que es.
—Por lo menos ya no se escapa.
—¡No estoy hablando del pequeño, si no de papá! —exclamé.
Mi madre se rió.
—¿Y el perro? —pregunté.
—Es asunto de Joseph. Él lo trajo a casa —decidió mi madre sin pensarlo dos veces.
Respiré hondo y dije con frialdad:
—Bueno, entonces está todo arreglado. Lo que importa es que tú estés bien.
—Gracias por tu comprensión, cariño. ¿Sabes? Me agrada que te hayan puesto la tarea del bebe, ahora tienes un punto de vista diferente sobre como es esto. Me puedes comprender mejor.
Me plantó un beso en la mejilla y se marchó.
Y me dejó, visiblemente, con un humor de perros. Peor que el que me había inspirado El muñeco minutos antes. Pero ¿cómo había podido? ¿Cómo podía estar de tan buen humor mientras en casa estaba todo revuelto? ¿Cómo podía dejarnos en la estacada de ese modo?
En esos momentos, mi estado de ánimo podría rivalizar al que mantengo cada vez que esta Nicholas cerca. Creo que con las miradas fulminantes que lanzo debido a mi humor, podría enterrar tres metros bajo tierra a media ciudad.
Como el viernes, todavía tiemblo de rabia al acordarme de la peor noche de mi vida, además de que fueron las dos horas más largas y tediosas de mi existencia. Con Nicholas a mi lado refunfuñando, Chace haciendo bromas que no escuché debido a mi estado de embotamiento mental —Cuando tengo rabia, ésta me impide pensar—, Riley lanzándome miradas furibundas por algún motivo en particular que desconozco, y Joe y Mel susurrando y hablando de Nick y yo como si no existiéramos. Hola, cuando vas a hablar de alguien, te aseguras que no esté presente, Dah. Y como si fuera poco, cuando me quise ir —Cuarenta minutos después de que el circo hubiera llegado —Nicholas lo impidió.
—Nadie se mueve hasta que esta mancha no seque, no me voy a arriesgar a levantarme y que las personas se burlen de mi otra vez. Así que más les vale quedarse donde están y comer más Pizza, que buena parte nos falta.
En realidad, de la pizza de dieciocho, habíamos comido once porciones si mucho. Contando que la primera porción llenaba demasiado. Cuando intenté levantarme y ordenarle a Chace que me llevara a casa, Nicholas me amenazó. En realidad amenazó que a quien se moviera de sus asientos, pagaría la cuenta y además de otra pizza que planeaba llevar. Y por supuesto, nadie quería cargar con semejante costo, añadiendo que estábamos en uno de los restaurantes más caros de la ciudad.
Con un suspiro, maldiciendo e voz baja mi suerte, llevé al muñeco a mi habitación y lo acomodé en un sillón. Pensé un poco en lo que mi madre me acababa de decir “Ahora me comprendes” Pues sí, ahora si que la comprendía.
—Los padres sirven para una mierda. Salvo engendrar los hijos.
En ese momento, maldita mi suerte de nuevo, pasaba mi padre por el corredor. Se paró en mi puerta al escucharme y arqueó las cejas.
—¿Qué dices Jane?
—Nada, papi, nada. —Sonreí inocentemente
Mi padre sonrió escéptico y se alejó.
Al día siguiente desperté a las cinco de la mañana a causa de los chillidos del muñeco. Pues si, aparte de ser un fastidio, el muñeco también es un reloj, lo cual lo hace aún más insoportable. Me bañé y arreglé y luego le di el tetero. Estaba desayunando algo de cereal cuando bajó Joe todavía medio dormido.
—Papá parece estar pegado a las sábanas todavía —comprobó echando una ojeada a su alrededor.
Me encogí de hombros. Me daba lo mismo. Todo me daba lo mismo. Ni siquiera era capaz de concentrarme una hora seguida sin tener que ocuparme del mocoso, que genial vida. Eché la cabeza hacia atrás y miré a mi hermano, abstraída.
—Pero ¿qué mosca te ha picado? —quiso saber Joe
—Pasa que a mamá le encanta ir a trabajar. ¡No dejaría el despacho aunque papá se lo suplicara de rodillas! Así que tenemos que seguir viviendo como esclavos domésticos. Tengo un hermano pequeño que parece un fantasma, y desaparece cada que le viene en gana porque nuestro inepto padre no se da por enterado, fuera de eso siempre está con el perro tonto que trajiste que parece un caballo. Por si fuera poco, tengo que encargarme de ese tonto robot que llora cada cinco minutos, no puedo pestañear sin que tenga que cuidar de alguno de los ineptos que viven en esta casa, y el imbécil de mi hermano mayor, que se supone que es mayor por algo y tendría que estar al pendiente de las cosas, se la pasa en la casa de un estúpido idiota que esta arruinando mi vida. Así que, Joseph Jonas, no me vengas a preguntar que mosca me pico porque no tienes derecho a cuestionar mi humor.
Joe me miró con cierto temor
—Wow, yo… me hubiera quedado callado. ¿Sabes que? Olvidemos esta cuestión… me iré a bañar. —Se empezó a alejar y luego pareció acordarse de algo, se volvió hacia mi de nuevo. —Pero… ahora que lo pienso. Nicholas no tiene nada que ver con esto…
—¿Qué no tiene…?—lo interrumpí con la cara hecha fuego.
—No, no tiene nada que ver —me interrumpió esta vez —Si te dieras la oportunidad de conocerlo, creo que te agradaría.
Lo miré con la boca abierta —Si, claro.
—De verdad. Además, creo que ustedes son más compatibles de lo que se imaginan. Por eso es que no se toleran, porque hay algo escondido entre ustedes.
Lo miré escéptica —¿Algo como que? ¿Una declaración de amor? No seas imbécil, no toleraría a Nicholas ni aunque viviéramos bajo el mismo techo, ya tengo bastante contigo. Así que... ¿Por qué no dejas de hablar estupideces y te vas a bañar? El colegio empieza en media hora y no quiero llegar tarde.
Joe se encogió de hombros y se fue. Diez minutos después, cuando yo estaba todavía sentada ante el mesón viendo un punto fijo en la pared y pensando en las estupideces que acababa de decir mi hermano, baja Joe totalmente vestido.
—Papá sigue dormido —suspiró —Esto es un caos, no esta funcionando.
—Oh. ¿En serio?
—Sin sarcasmo, gracias.
—No lo puedo evitar.
—¿Sigues ahí? Yo pensé que te habías robado mi auto y ya habías salido.
—Primero, mis padres dijeron que debías compartir tu auto de vez en cuando conmigo. Así que deja de lado la palabra “robar” Y segundo, si sigo aquí, tengo un inepto hermano al que debo esperar.
Joe arqueó una ceja —¿Ahora me llamas inepto porque te digo las verdades que necesitas oír?
Me bajé del mesón —no, te llamo inepto porque hablas estupideces. Ahora, vámonos.
Joe tenía esa sonrisita burlona en el rostro que tanto odio. Se acercó a la fuente de fruta, que después de la oferta que había descubierto mi padre más bien merecía el nombre de «fuente de plátanos», cogió un plátano y me lo lanzó.
—Toma, para el recreo, en lugar del sándwich.
—Qué bien, uno menos. Así sólo nos quedan cuarenta y nueve por comer.
Entonces Joe tuvo una idea.
—Oye, nos los llevamos y los vendemos en el colegio. Ahora necesitamos dinero urgentemente.
—¡Estas loco! —Solté —Ni creas que quiero ir a vender bananos al colegio, y según tú… ¿Para que necesito yo dinero?
—Para comprarte un auto y no tener que esperarme a mi. Piénsalo, sería genial tener tu propio auto. Además ¿Qué tiene de malo vender los plátanos? A muchos chicos les gusta la fruta, sólo que en la cafetería no venden. Ese sería nuestro mercado.
Lo miré dubitativamente, si es cierto que necesito un auto… pero nah, no creo que vendiendo fruta en el colegio ayude de a mucho
Tina(:
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
Si, si.. como estaba en deuda... ya les subi uno más larguito :) GRACIAS POR LOS COMENTS! :)
Tina(:
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
esoooooooooooooo me agrada que la gente sea tan generosa pagando sus deudas jajajjajajajjaja
ese robot si yo fuera jane lo hubiera tirado por una ventana jajajajja
ese robot si yo fuera jane lo hubiera tirado por una ventana jajajajja
jennito moreno
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
Valeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen kfdcjdhfedfcjhds me encantó el Cap
pobre Jane quiero mas accion entre ella y Nick :3 ame el Cap
Siguela pronto
pobre Jane quiero mas accion entre ella y Nick :3 ame el Cap
Siguela pronto
WhoIam13
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
ajajaja pobre Jane :P
me encanto el cap
siguela cuando puedas please
me encanto el cap
siguela cuando puedas please
pame
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
Hola ! Soy nueva lectora :) Ame el capitulo ! Me da mucha risa Juaquín se parece a la hermana de Papelucho...("Papelucho" un libro chileno escrito por Marcela Paz xDD) Amo tu nove :B
LivinginTexaswhitnickj
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
Oh,Dios, siento muchísimo no haber comentado D:, como tu también estaba de vacaciones haha, ME ENCATARON los caps, Joe es demasiado raro y Jane con Nick gruñones haha sube más..
Annabeth
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
JAJAJAJAJAJA ME ENCANTO EL CAP!!!!
ESTUVO SUPER!
SIGUELA!!
ESTUVO SUPER!
SIGUELA!!
Just Me! Melissa! :)
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
Asdfghj en el fondo, fondo Jane quiere a Nick :3 Jojo
Joe me mata.
Buenisímos, síguela :)
Joe me mata.
Buenisímos, síguela :)
Catherine
Re: "1000 Razones Para (NO) Enamorarse" (Nick)
olaaaaa nueva lectoraaa
aunque un poco tarde jejeje
me gusta mucho tu noveeee tienes q seguirla plisss
by: maria. me pueds dcir mari o mar si kieres =p
xoxo
aunque un poco tarde jejeje
me gusta mucho tu noveeee tienes q seguirla plisss
by: maria. me pueds dcir mari o mar si kieres =p
xoxo
Angel´S // JB
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Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.