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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty Re: La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por Ory Sáb 26 Oct 2013, 5:49 pm

fernanda escribió:DIOS TIENES QUE SEGUIRLA!
ya esta el capitulo nuevo!!
Ory
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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty Re: La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por Ory Sáb 26 Oct 2013, 5:50 pm

JB&1D2 escribió:Me encanto
siguela por favor.
que bueno que te gusto, ya esta el capi nuevo!!
Ory
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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty Re: La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por fernanda Dom 03 Nov 2013, 12:17 pm

DIOS losiento por no haber pasado , no me habia fijado
los caps estuvieron asombrosos
TIENES QUE SEGUIRLA!
fernanda
fernanda


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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty Re: La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por Ory Lun 11 Nov 2013, 2:50 pm

lamento la demora, pero tengo muchas tareas, pero bueno aca esta el capi nuevo
Ory
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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por Ory Lun 11 Nov 2013, 2:51 pm

Capítulo 3
Joe estaba enfurecido. A la mañana siguiente andaba de un lado a otro por su oficina, frunciendo el ceño, su cuerpo quemaba mientras su polla palpitaba en sus vaqueros y la mordedura en su hombro quemaba de necesidad.
Hija de puta. Una Casta de mierda. Se dio cuenta de lo que era ella en el momento en el que aquellos pequeños dientes agudos suyos perforaron su carne. Había visto la señal en el hombro de su prima Megan casi un año antes. Colocada allí por su compañero, Braden Arness.
—No puedo encontrar a nadie que concuerde con tu descripción en la base de datos, Joe —gruñó Braden con irritación.
—Mira, maldición, sé que ella es una Casta —chasqueó Joe—. Tiene que estar en ella.
—Joe, he estado buscando en estos malditos archivos durante una hora. Ella no está aquí. ¿De qué demonios va esto?
Joe respiró con fuerza.
—La hembra me mordió anoche, Braden —gruñó él finalmente—. La recogí en el bar y la llevé a casa.
—¿Tuviste sexo con ella, y te mordió? —la voz de Braden era cuidadosamente suave—. ¿Cuál me dijiste que era su nombre?
—-----. No me dio un apellido. Pelo rojizo, ojos verdes pálidos, alrededor de uno setenta y tres.
—¿Algún tatuaje o señales distintivas? —preguntó Braden.
Joe frunció el ceño. Apenas recordaba un pequeño tatuaje.
—En su hombro derecho, no puedo estar seguro, pero creo que era una guadaña.
El silencio llenó la línea mientras el aire alrededor de él susurraba en advertencia.
—¿Estás seguro de esto? Una guadaña.
—Una guadaña roja, de no más que cuatro centímetros de largo. La vi justo antes de que ella se pusiese su camiseta. Cuando se giró con la puñetera arma en su mano, me olvidé de ello.
Ella había sostenido un arma contra él. Una pequeña, de cañón recortado aunque incuestionablemente poderosa y militar Beretta. Y aquellas nenas pegaban duro, a pesar de su tamaño.
—Maldición. Eso es malo. —La voz de Braden era de repente más profunda; el gruñido animal de su herencia de Casta sólo se mostraba en momentos de cólera o tensión.
—¿La parte de la Casta o la parte de la guadaña? —preguntó Joe—. Tienes que ser un poco más claro aquí, Braden. Mi mente no está trabajando exactamente a su velocidad normal.
Y sabía por qué. Lo sabía y eso lo enfurecía. Que Dios la ayudara si ponía las manos en ella otra vez. La primera cosa que iba a hacer era zurrar aquel bonito culo por huir. La segunda cosa que haría era joderla hasta que no tuviera fuerza para huir otra vez.
—Según mis archivos, la Casta con esa señal es un mal elemento con el que no quieres mezclarte. La llamamos por su nombre de laboratorio, porque ella nunca eligió otro que supiéramos. Su nombre es Muerte, Joe. Está reclamada no sólo por la Oficina de Asuntos de Casta, sino por varias agencias del gobierno también, para preguntarle sobre los asesinatos de pedófilos sospechosos así como de sospechosos de ser científicos del Consejo. Si Muerte se apareó contigo, primito, entonces estás jodido.
La mujer en sus brazos no había sido ninguna asesina.
—Tiene que haber algún error.
—Ningún error —dijo Braden en negativa—. Ninguna otra Casta se atrevería a llevar puesta aquella señal. Muerte es una hembra posesiva. Ella es una asesina clase A con la puntuación añadida de ser especialista en cuchillos. Muerte no siente, Joe. Y como diablos podrías haberte apareado con ella no tiene sentido.
Porque cada caso de calor de apareamiento que había ocurrido en la sociedad de las Castas había implicado emoción. En su conocimiento no había habido un acoplamiento que no hubiese sido una pareja de no sólo física, sino psicológica y emocional también. Joe lo sabía por las pocas explicaciones que Megan le había dado en cuanto a su relación con Braden.
—Entonces hay un error —chirrió Joe—. ¿Hay allí alguna descripción de esta “Muerte”?
—Ah sí —Braden suspiró—. La descripción de su pelo estaba despistándome. Su pelo es del color de la melena de un verdadero león en vez de sólo parecerlo. Color de ojos verde pálido. Altura uno setenta y tres, edad veinticinco. Se escapó de los laboratorios con quince años después de matar a cada científico de la instalación. Incluyendo a su propia madre.
El aire comenzó a silbar en su oído.
—Hay una nota de que un operativo salió hace unas semanas a un avistamiento sospechoso, pero ninguna actualización.
—Consígueme su archivo. Quiero el expediente completo, y mira que más puedes averiguar. Me tomo el día libre y voy a buscarla yo mismo.
—Guau, párate ahí, hombre —protestó Braden furiosamente—. ¿No oíste lo que dije? Esta mujer es uno de los asesinos más letales en nuestras filas. Caza coyotes por diversión, Joe. Y los mata. Te eliminará si piensa incluso que vas a estar cerca.
—Según tú, el calor de acoplamiento va en ambos sentidos, ¿verdad? —le recordó Joe.
—Por lo que sé. Según todos los informes que la Oficina ha puesto en una lista de pares apareados, esto es siempre una vía de doble sentido.
—Entonces ella no está probablemente en mejor forma de la que yo lo estoy —indicó Joe.
Braden suspiró.
Si el acoplamiento fuera en ambos sentidos, ella esté probablemente en peor forma —gruñó él—. , Joe. Aunque esta es una suposición infernal. Por lo que estoy viendo aquí en la base de datos, esta mujer no tiene alma. Tú podrías estar simplemente nadando en el infierno por ti mismo.
—Apenas no. —Joe se pasó los dedos por el pelo, haciendo una mueca ente el recuerdo de su cara, sus ojos, antes de que se marchara—. Esto la tiene también, Braden. Apostaría mi vida en ello.
—Que es exactamente lo que estás apostando —exhaló Braden bruscamente—. Dame una hora. Espérame y saldré contigo. Necesitarás reservas en esto, Joe, y no quiero a Megan en ninguna parte cerca de ella. Todavía no se ha repuesto de la búsqueda que hicimos de ella.
—¿Qué búsqueda? —Joe apretó sus dientes ante aquella información.
—Después de dejar el Santuario el año pasado, nuestra primera misión era localizar a Muerte. Pensamos que nos estábamos acercando, entonces sencillamente desapareció.
 
—¿Dónde está Megan? —Ella se lo diría. No escondería la información que sabía que él necesitaría.
—Megan voló de regreso al Santuario esta mañana para recoger a una de las nuevas chicas que estamos entrenando aquí en el rancho. No estará de vuelta hasta mañana.
Bueno, ¿No era sencillamente perfecto el cronometraje?
Joe miró fijamente el parque, contemplando como la brisa balanceaba los árboles, el bajo gemido psíquico que escuchaba cuchicheando alrededor, una advertencia y una súplica.
—Saldré en una hora —dijo suspirando bruscamente—. Ven aquí si vas conmigo. No tengo todo el día.
Porque si no conseguía a ----- bajo él otra vez, iba a explotar con la lujuria que lo arrasaba.
—Estoy recogiéndolo todo ahora. Te veré en una hora. —La línea se desconectó mientras Joe arrancaba el comunicador telefónico de su oído y lo tiraba en el escritorio.
Justo lo que necesitaba, frunció el ceño. H. R. Alonzo, uno de los opositores más virulentos de las Castas, estaba protestando en el ayuntamiento sobre las Castas que se entrenaban en el rancho de Megan, y los miembros de la Sociedad de Pureza de la Sangre estaban agrupándose. Los periodistas estaban acampados en los hoteles, y la situación estaba rápidamente aumentando de un dolor de cabeza a un problema.

Seguro como el infierno que no necesitaba esta complicación añadida. Y en el momento en que le pusiese las manos encima a ----- otra vez, tenía la intención de hacer su disgusto patente. En una variedad de formas. Todas ellas garantizaban hacerla correrse.
Ory
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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por Ory Lun 11 Nov 2013, 2:52 pm

----- estaba apenas lista cuando Jonas y la abogada de las Castas llegaron tarde a su habitación del hotel aquella mañana. No había dormido, y el maquillaje no cubría los resultados. Y estaba dolorida. Físicamente, agonizante dolor por la excitación que crecía dentro de ella.
¿Desde cuándo realmente dolía la falta de un polvo?
Vestida con el uniforme de suave algodón negro de una Casta Enforcer, ajustó su cinturón cartuchera en sus caderas y se aseguró que su arma estaba cómodamente enfundada. Su cuchillo estaba atado a su otro muslo, y apretada en el tobillo de su bota derecha había una segunda daga. Aunque la ropa la estaba volviendo loca.
El roce del material contra su piel era una irritación a la que se preguntó si sobreviviría. Estaba caliente. Sentía como si se estuviera quemando viva de dentro a fuera.
Su matriz chisporroteaba por la necesidad; su sexo estaba tan mojado que había abandonado el intento de contener los jugos resbaladizos que la mantenían lista para la penetración, y sólo agradeció a Dios que esto no se filtrara por su ropa.
Cuando abrió la puerta a Jonas, evitó sus ojos y caminó por el pasillo, cerrando de golpe la puerta detrás de ella. A su lado, J. R. "Jess" Warden, la abogada de la Oficina, la miró con un indicio de sorpresa en sus ojos.
—Vamos a terminar con ello —espetó ella mientras comenzaba a ir hacia abajo por el pasillo—. ¿Ya le has informado a tu sheriff de con quién está cargando?
—¿Dormiste bien anoche, ----- ? —Su voz era insultante cuando finalmente comenzó a andar hacia ella, sus fosas nasales se dilataron mientras los ojos de ella se estrechaban en él.
Bastardo. Él lo sabía. Cualquier cosa que estuviese mal con ella él podría olerla.
—Dormí bien, Jonas —ronroneó de modo amenazador mientras le echaba un vistazo a Jess, entonces de nuevo a él—. ¿Y tú?
Los labios de él se torcieron, aunque la satisfacción estuviera firmemente contenida en su lugar.
—Dormí perfectamente bien. —Él se movió despacio delante de ella—. Tú pareces agitada esta mañana. ¿Algo va mal?
Estuvo tentada de gruñir, pero retuvo el impulso.
—Sólo tu psicosis normal de Casta —replicó desdeñosamente, repitiendo el perfil del psicólogo que Jonas había pedido antes de que ella se marchara hacia Broken Butte.
Como si su afición por derramar sangre tuviera algo que ver con su genética. Las vidas que ella había tomado después de la fuga nunca pesaban en su conciencia. Los monstruos que había eliminado eran una enfermedad. El mundo estaba mejor sin ellos.
No, eran las vidas que ella había tomado antes de su fuga las que rondaban en sus pesadillas. Eran aquellas las que la dejaban jadeante, con una súplica en sus labios mientras luchaba por evitar los horrores que la visitaban. ----- no estaba aún viva porque amase la vida. Ni estaba todavía aquí por la venganza. Vivía porque sabía que el infierno la esperaba después de la muerte.
 
Entrando en el ascensor detrás de Jonas, Harmony giró para afrontar las puertas, ignorando las miradas que su hermano le echaba. Jonas Wyatt, lo llamaban ellos. Ella lo había llamado Alfa Uno. El líder del pequeño contingente de Castas de León en los Laboratorios franceses en donde habían sido creados.
Incluso aunque él hubiera sido más joven que varios de los otros Castas allí, su fuerza y dominio natural habían asegurado su continuo ascenso dentro de los rangos. Había sido creado como un reproductor para unas pocas hembras especialmente creadas, una última tentativa de ver si podrían crear al soldado que estaban buscando por otros medios. En cambio, Jonas había crecido para sobresalir en áreas que la científica principal, Madame LaRue, nunca había esperado.
Engañoso, poderoso, completamente lógico e insensible, Jonas había tomado el control de los otros machos desde el momento en que había alcanzado su madurez. Los manipulaba, los manejaba y siempre se las arreglaba para conseguir lo mejor de ellos.
----- miró hacia el techo con paciencia.
—El sheriff Jacobs será tu representante —la informó Jonas mientras las puertas se abrían y salían al vestíbulo, la abogada se arrastraba detrás de ellos—. Vivirás en su casa, bajo su dirección durante el tiempo en el que estés aquí. Él le hará un informe a la Oficina una vez por semana de tu progreso. Es un individuo bastante responsable. Estoy seguro de que no tendré que preocuparme de él.
----- mantuvo su paso estable mientras se movía junto con él, atemperando su opinión a las órdenes.
No tenía ni idea de cuál era el juego de Jonas, o como esperaba lograr sus objetivos metiéndola en esta pequeña trampa turística, pero estaba segura de que lo entendería. Lo único que sabía, era que no estaba cerca de entregarle la única cosa detrás de la que ella sospechaba que él iba: la información sobre el primer León que había escondido, el primer Casta creado y todavía vivo... la información que había robado cuando escapó de los laboratorios.
—¿Estas escuchándome, -----? —preguntó finalmente mientras caminaban por el soleado patio a la entrada al hotel y él deslizó sus gafas oscuras sobre sus ojos.
—Te oí, Jonas. —Le sonrió en respuesta con frialdad, recordándose, enérgicamente, que no podía matarlo. Bien, ella podría. Sería una lucha, pero técnicamente, podría arreglarse. Pero estaba bastante segura de que hacerlo no estaba en sus mejores intereses por el momento.
Él sonrió, mostrando sus dominantes colmillos amenazadoramente. El drama sencillamente parecía ir de la mano con las Castas estos días. Ella rememoró un tiempo cuando se guardaban sus opiniones para ellos mismos y sólo mataban. Algo como lo que ella hizo. La cuestión amenazante sólo le pareció inútil para ella.
—Pienso que te va gustar el Sheriff Jacobs. —Él finalmente cabeceó hacia el juzgado y el Departamento del Sheriff al otro lado del pequeño parque hacia el que iban cruzando la calle—. Varias de las hembras de las Castas lo consideran bastante atractivo

----- apenas suprimió su estremecimiento, o el quejido que anhelaba traspasar sus labios mientras seguía el ritmo de él. Andar era torturador. Atroz. Los pliegues hinchados de su coño raspaban contra sus bragas de seda mientras el brote hinchado de su clítoris exigía alivio.
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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

Mensaje por Ory Lun 11 Nov 2013, 2:53 pm

Había intentado la masturbación. Por su propio riesgo. Sólo había incrementado la excitación en vez de disminuirla.
 Mientras cruzaban el parque, ----- luchaba por aplastar su creciente agitación. Jonas mantenía un paso estable, incluso mientras su voz zumbaba en tono monótono. Los como si y como no actuar y reaccionar como un agente suplente. Como si ella no supiera nada salvo matar.
—Aquí estamos. —Caminaron por el pasaje que conducía a la entrada del Departamento del Sheriff. El edificio era de una planta, con altas y amplias ventanas y un encanto de Viejo Oeste que ella apreció.
La puerta se abrió de golpe mientras Jonas se apartaba y la dejaba entrar delante de él. Ella le echó una mirada sospechosa al movimiento, sólo para recibir una sonrisa burlona a cambio.
—Todo recto. —Dijo él señalando hacia vestíbulo al otro lado del área de recepción mientras levantaba la mano al sargento del mostrador—. Su oficina está al final del vestíbulo.
----- tomó un profundo aliento mientras rezaba para mantener la paciencia, sólo para estremecerse y sacudirse del alcance de Jonas cuando la mano de él se movió a su espalda.
— ¿Bien? —Él levantó sus cejas mientras sus ojos plateados brillaban con diversión.
No, no estaba bien, pensó ella, de repente sintió el inicio del miedo instalarse el fondo de su estómago. Algo estaba horriblemente equivocado. La sensación de la mano de él, incluso con su ropa como amortiguador, la había puesto casi físicamente enferma. Incluso ahora, su piel se volvía pegajosa mientras una fría quemadura empezaba a crecer bajo la piel.
—Vamos a acabar con esto de una vez. —Un temblor corrió hacia abajo por su columna cuando se movió por el vestíbulo.
 
Jonas planeaba algo y ella lo sabía. Podía sentir la advertencia tensándose en su estómago, la sensación de peligro asentándose alrededor de sus hombros mientras se acercaban al final del vestíbulo.
Entonces su olor la golpeó. Medianoche y tormentas. Tierra, fresca y primordial, tirando de ella, recordándole de forma contundente la atormentadora necesidad que aumentaba dentro de ella.
Sus pasos se enlentecieron.
—Sigue moviéndote, -----. —La voz de Jonas estaba ordenando, no tolerando negativas mientras ella sentía cada terminación nerviosa de su cuerpo reanimándose por la conciencia.
Joe.
—¿Cuál es su nombre? —susurró ella, moviéndose a un ritmo constante más cerca de la puerta, consciente de que no había ninguna salida.
Pasar a Jonas sería imposible.
Se paró a varios palmos de la puerta, el olor del hombre de dentro encendiendo su lujuria a una altura llameante. Casi podría sentir su toque mientras el aire se hacía pesado a su alrededor. Sus manos, amplias y callosas, sus labios, firmes y calientes.
—Joe.
Su respuesta la hizo cerrar los ojos mientras la certeza se elevaba dentro de ella. Se giró despacio, mirando a Jonas mientras él encontraba su mirada con frialdad.
— ¿Qué me has hecho? —susurró ella, sabiendo, segura de que de alguna manera Jonas sabía lo que le estaba pasando y por qué.
Los análisis de sangre, las pruebas de saliva, los perfiles psicológicos... habían sido hechos por una razón. Para esto. Lo sabía. No había sobrevivido en el mundo durante los últimos diez años en su profesión y sin aprender cuando confiar en sus propios instintos.
—Vamos sólo a decir que he asegurado mis apuestas —comentó él mientras la rodeaba y llamaba imperiosamente a la puerta—. Puedes agradecérmelo más tarde.
----- se giró mientras la puerta se abría de golpe y el olor a dura y pura lujuria masculina, la abrumaba. Sintió que sus rodillas se debilitaban y su útero se contraía dolorosamente mientras miraba a los sorprendidos, después suspicaces ojos azul medianoche.
La mirada de Joe se apartó de la suya para mirar fijamente detrás de ella, el ceño se hizo más profundo mientras la cólera encendía sus rasgos.
—¿Qué demonios haces tú aquí? —le espetó a Jonas un segundo antes de agarrar el brazo de ----- y atraerla a la habitación.
En cualquier otro momento, el hecho que alguien intentase cerrar de golpe la puerta en la cara de Jonas habría sido gracioso. Podría haber respetado incluso la tentativa si no estuviera a punto del orgasmo por la sensación de la mano de él envolviéndose alrededor de su brazo.
Mientras Jonas caminaba dentro del cuarto, ella se sacudió lejos de Joe, sólo para girarse y afrontar aún a otra figura desalentadora.
Braden Arness. Marido de la empática, Megan Arness. Ellos la habían rastreado por Francia el año pasado y casi la habían alcanzado.
Retrocedió, su mano fue a la pistola sujeta a su muslo mientras se movía atrás lo bastante lejos para mantener a los tres hombres en su línea de visión.
Esto no era una cosa buena.
—Tú. Permanece quieta y quita la mano de esa condenada pistola. —Joe la señaló con su dedo furiosamente, el salvaje dominio de su voz hizo que los ojos de ella se abrieran de par en par.—Y tú puedes irte al infierno fuera de mi oficina. —Giró alrededor mientras Jonas cerraba la puerta detrás de él—. Tú y esa abogada tiburón tuya. Tuve bastantes de tus juegos el año pasado, Jonas.
Jess Warden sonrió, la curva de sus labios tenían una triste diversión, como si sus palabras fueran más un elogio que un insulto. Pero sus ojos se quedaron en -----. Suaves ojos grises que sostenían una tenue luz de interés y lujuria. Infiernos, ----- podía oler la lujuria de la otra hembra y eso sólo la cabreaba más.
—Si me marcho, ----- se va conmigo. —Jonas se encogió de hombros relajadamente mientras se metía las manos en los pantalones y se mecía hacia atrás en sus talones.
La mano de ----- se apretó alrededor de la culata de su arma. Ella conocía aquella voz, justo como sabía lo peligroso que Jonas podía ser cuando la usaba.
Dios, era tan manipulador. Incluso ----- comprendió que las emociones y la lujuria que llameaban por Joe eran una combinación peligrosa ahora mismo. Independientemente de qué infiernos pasaba, esto había enviado tanta testosterona corriendo por su cuerpo que podía olerlo... oscuro, masculino y altamente inflamable.
—Atrás, Jonas —gruñó ella, el pelo en su nuca se levantó cuando la mirada de él osciló hacia ella.
Ella podía oír los pequeños gruñidos furiosos elevarse en su garganta. No tenia ni idea de lo que los causaba o de donde venían. Todo lo que sabía era que a pesar de la amenaza que Jonas representaba para ella personalmente, no le permitiría chocar contra Lance.
Era consciente de la postura cuidadosa y cautelosa de Braden mientras la miraba, pero mantuvo los ojos en Jonas. El otro Enforcer intentaría pararla, pero no antes de que hiciera algún daño. Suficiente daño quizás para apartar su mente de Joe.
—¿Realmente quieres volver a Santuario, -----? —le preguntó Jess entonces, la voz fría mientras miraba de hito en hito entre Jonas y ----.
---- contempló a Jonas con fría agresividad, no haciendo caso del tono seco de la otra mujer.
—Él no me llevará de regreso. —Sacudió su cabeza firmemente—. No ahora. No ha preparado este pequeño ejercicio por todo lo que vale todavía.
Jonas se rió entre dientes, su expresión era en parte aprobación, en parte calculadora cuando se volvió a Joe.
—Ella aprendió bien, a pesar de su tiempo lejos de los laboratorios matando pequeños criminales. Demasiado mal que no se atuviera sólo a la matanza de los soldados del Consejo y a los Coyotes enviados tras ella. Podría habérselas apañado para impedirme ir detrás de él.
Sí. Seguro. Ella realmente se lo creía.
Joe no habló, pero ----- tenía la sensación de que él era tanto o más peligroso por ello. Podía sentirlo, como un susurro siniestro en el aire a su alrededor.
Braden habló entonces.
—Jonas, estás empujando los límites otra vez. Voy a asumir que esta es Muerte. —Él saludó con la cabeza a -----—. Joe estaba bastante seguro sobre el tatuaje que llevaba en su hombro y no hay ninguna duda de que ella es el pequeño gato que lo mordió.
Jonas echó un vistazo hacia ella y levantó su ceja en tono burlón.
—Debería haber sabido que ella no seguiría las órdenes e iría directamente a su habitación del hotel hasta que yo pudiera llegar aquí. —Se encogió de hombros con negligencia cuando se volvió hacia Joe.
Jess caminó hacia delante en aquel punto.
 
—Enviamos por fax los papeles durante la noche pasada. Tus superiores en Santa Fe aprobaron tu representación de una Casta Enforcer dentro de tu departamento. Como sabes...
—Ella se queda conmigo. Firmaré los papeles más tarde. Ahora maldita sea, salid de mi oficina.
----- se tensó ante la baja y primitiva vibración de la voz de Joe.
La sonrisa de Jonas era un desafío cuando Jess se giró y miró a Joe con sorpresa.
—Quizás yo debería llevármela.
—¡Joe, párate! —Antes de que Lance pudiera moverse, ----- brincó entre los dos hombres. El placer extasiado se levantó por su cuerpo cuando sus manos agarraron los músculos duros de la parte superior de los brazos de Joey lo empujó hacia atrás, intentando impedirle precipitarse hacia Jonas, como él obviamente intentaba.
—Sal de mi camino. —El olor de su furia estaba en el aire alrededor, a pesar de la suavidad de sus manos mientras él agarraba sus brazos.
—Esta no es la manera —le gruñó, luchando para estar de pie entre él y Jonas mientras luchaba para apartarla—. Déjalo ir. Se divierte y juega contigo. Está tratando de fastidiarte. Déjalo ir.
—Primero trataré con él, entonces me pondré contigo. —Sus ojos azules ardieron cuando bajó la mirada hacia ella.
—Joe, vas sobre esto por el camino incorrecto — Braden arrastró las palabras—. Vamos, hombre, tú recuerdas lo beligerante que estaba Megan el año pasado. Párate y piensa.
—¿Y cómo debería manejarlo, Braden? —cuestionó Jonas entonces—. ¿Has olvidado tan rápidamente que eres un empleado de la Oficina?
—No he olvidado nada, Jonas. —La diversión de Braden era muy palpable y muy real—. Pero también sé quién es tu jefe. No vamos a ir allí, ¿verdad?
Los ojos de Jonas se estrecharon un segundo antes de sus labios se curvaran con burlona aprobación.
—Estás aprendiendo —asintió repentinamente a Braden mientras Joe colocaba la espalda de ella contra su pecho y las manos le agarraban los brazos firmemente.
—Infiernos sal de aquí. —Apenas podía hablar por la necesidad que se extendía por ella.
—No todavía —dijo Joe—. Estás olvidando algo.
 
—¿Y es? —Jonas inclinó su cabeza con curiosidad.
—Los tratamientos hormonales —espetó él—. Sé lo que pasa aquí, Jonas. No trates de enredarme.
Los ojos de Jonas se estrecharon en Braden.
—Es ilegal dar esa información, Braden.
 Braden se encogió de hombros.
—No le dije ni una palabra. Tal vez el viento se lo dijo.
¿El viento?
Los labios de Jonas se apretaron por la irritación antes de que volviera su mirada a Lance.
—No esperaba exactamente esto —mintió suavemente. ----- sabía que él estaba mintiendo—. Tendré que ponerme en contacto con el Santuario y conseguir que Ely tenga tiempo para venir en avión. Podrían ser unos pocos días.
—Tú, hijo de puta. Vas a dejarla sufrir las consecuencias de esto. —Pura y asombrada furia coloreaba la voz de Joe mientras ----- luchaba por entender exactamente de lo que ellos hablaban—. Tú sabes lo que pasará.
—Pienso que ella será una madre encantadora —canturreó Jonas mientras giraba el picaporte y abría la puerta—. Tal vez esto la domará un poco. Si es afortunada. ¿Estás lista, Jess?
—Necesitamos los papeles... —protestó Jess otra vez.
—Puede mandarlos por fax a mi oficina. —Sostuvo la puerta abierta para ella y la abogada lo siguió mientras lo decía, pero ----- tenía la sensación de que ella no era ni de lejos tan sumisa como estaba fingiendo.
Antes de que nadie pudiera responder algo más, la puerta se cerró tras ellos y ----- se giró hacia Lance lentamente. No se había perdido el tiro de despedida de Jonas de ningún modo. Aunque esto no tuviera sentido. Una Casta femenina no podía concebir. Estaba probado.
Infiernos, ellos lo habían intentado durante años en los laboratorios sin éxito. Pero además, tampoco nunca había oído del extraño calor sexual que la atacaba.
—¿De qué está hablando él? —Se sintió aturdida y desequilibrada. No quería más que gatear lentamente por su cuerpo y suplicarle que la tomara, pero el miedo repentino de que Jonas hubiera encontrado la venganza perfecta contra ella, la mantenía varada—. Las hembras de Casta no pueden concebir.
 
—Bajo las circunstancias apropiadas, pueden. —Joe hizo una mueca.
—¿Qué circunstancias? —Podía sentir un borde de pánico comenzar a aumentar dentro de ella. Como si las emociones que se arremolinaban salvajemente dentro suyo no fueran bastante. Esta era una preocupación que no necesitaba.
Él se giró hacia ella despacio, cruzando sus brazos sobre su pecho y mirándola con lujuria caliente y apenas contenida.
—Calor de acoplamiento. Nos apareamos anoche, -----. No sólo jodimos. Si esto sigue sin la terapia hormonal que las Castas han producido, entonces concebirás. Y con la mayor probabilidad con rapidez. ¿Por qué pienso que Jonas lo sabía?

 
Ory
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La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu) - Página 2 Empty Re: La senda de ----- (Lora Leigh, Joe y Tu)

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