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Mensaje por Invitado Sáb 28 Sep 2013, 3:55 am

Título: Autostop
Autor: Yo. (Hola,me llamo ari) 
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: Ninguna. 
Otras páginas: Sí. (Larry Stylinson)










 
Autostop
 
 
Seguía con la vista al frente, aunque no sirviera de mucho, ya que serían como las doce de la noche, y estaba todo oscuro. Sólo podía divisar las luces de los coches que pasaban por la interestatal principal, cegándome por leves segundos, joder, ¿no piensa para nadie? ¡Estoy congelándome el culo aquí fuera y necesito ir al centro enseguida!
 
Estaba metida en un lío. Maldita sea, no tendría que estar aquí muerta de miedo y frío, si le hubiera echo caso a mi estúpido padre, -bueno padrastro- cuando dijo que no duraría ni un puto día, por mi cuenta, pero no…
 
Y estaría en mi cama calentita, segura y a salvo. Y no aquí, en la cuneta. Cagada de miedo, esperando a que cualquiera se dignara a parar a por una simple niña que no para de temblar de frío…
 
Joder, debería haberme quedado en casa de Kate, debería haber esperado a que fuese de día, debería…
 
Espera…
 
Oh, Dios. ¡¿Eso es un coche?! ¿Está parando? ¡Sí, sí, sí!
 
 
Me acerco a la parte del copiloto, y se baja el cristal, dejando ver a un… ¡Guau! Eso no es un hombre, ¡es un puto dios griego! Me saluda con una sonrisa de autosuficiencia que le quedaba demasiado bien a su aspecto de chico malo. No tendría más de… ¿qué, veinte, veinte un años? Era joven, a lo mejor demasiado para estar aquí a estas horas, bueno, mira quien habla, doña “me voy de casa con solo diecinueve años”
 
Abre la puerta del Audi R8, saliendo de este, y acercándose malditamente lento hacia mí. Ahora lo podía ver mucho mejor, tenía una complexión alta y musculosa, es castaño, y unos rizos rebeldes que lo hacían más sexy de lo que ya era, tapaban levemente sus ojos, que eran verdes, muy verdes, pero no se podía apreciar demasiado a esta luz, tan artificial de los coches.
 
 
Mi mandíbula calló al suelo. ¿Este hombre… cosa, persona, lo que sea… era real? Y ¿me estaba sonriendo? ¿A mí?
 
-¿Te llevo?- preguntó con una sonrisa socarrona, agitando las llaves del coche en sus manos…
 
-¿A- adonde?- ¿Al cielo, es un ángel? Mierda, ¿me he muerto? ¿Ya? No, no puede ser…
 
El soltó una carcajada. –Bueno, tú dirás, ¿no sabes a dónde quieres ir?- dijo, dando un paso más hacia mí.
 
-Bueno… yo, yo no… eh…- tartamudeé, espera ¿desde cuando tartamudeo yo, ____ Black? –En realidad, no.
 
El abre los ojos sorprendido.
 
-¿Estás perdida? –susurra, ahora más preocupado que otra cosa.
 
-No, bueno…- hice una pausa, ¿estoy perdida? Sé en donde estoy, y adonde no quiero volver, pero… no sé adonde ir. –Sé donde estoy.- dije firme.
 
-¿Ah, sí?- su sonrisa arrogante vuelve.- ¿Dónde estás?
 
-Hombre… en mitad de la nada.- dije mirando de izquierda a derecha.
 
Cuando volví mi vista a ese violable espécimen, estaba muy concentrado, observando, pero ¿el qué, a mí? ¿Por qué? Ni si quiera iba arreglada. ¿Por qué se molestaría en darme si quiera una segunda mirada?
 
-Bueno, pequeña,- sonrió- estás en las afueras de California. Y yo me dirijo a la ciudad, ¿vienes conmigo?- dijo, guiñándome un ojo.
 
Iba a responderle, pero se dio media vuelta, de nuevo a su despampanante vehículo tremendamente caro. Cuando abrió la puerta del copiloto para mí, paró y me miró.
 
-¿Llevas equipaje, linda?- dice, dirigiendo su mirada a mis manos, que sostenían una bolsa de viaje, marrón. –Déjame.- murmura, cogiendo la bolsa con facilidad, como si no pesara nada, la carga sobre su hombro y se dirige a la parte trasera del coche.
¡Por Dios, si prácticamente llevo todo mi armario ahí metido!
 
Me metí rápidamente en el coche, ¡Dios, por fin, algo de calor! Bendita calefacción…
 
Guau, este coche está equipado con todo, y sólo la radio parece más cara que todas mis pertenencias juntas. Se escucha un ruido sordo, seguramente, el maletero del coche cerrándose.
 
-Bueno, ¿Cómo te llamas, nena?- preguntó, una vez ya dentro del coche, conduciendo al centro. El semáforo estaba en rojo, y se giró para mirarme.
 
-Yo…- dudé, ¿debería decírselo? ¿Y si es un puto violador o un asesino desquiciado?
 
-Vamos, nena. No muerdo.- sonrió, demasiado adorable para mi gusto.
 
-Me llamo ___ Black, encantada… Err…
 
-Styles.- me interrumpió, mirando de nuevo al frente.
 
-¿Styles, no tienes nombre?
 
-No.- espetó, cortante.
 
-¿En serio, y como te llaman tus amigos?- pregunté molesta. Maldita sea, yo le he dicho como mierdas me llamo, esto no es justo.
 
 
-No tengo, así que no es un problema preocuparme por como me llamen.- dijo, fijándose en el tráfico.
 
-Genial.-bufé, estoy demasiada cansada como para sacarle información a este desconocido, que debería agradecerle por llevarme en su coche. Mmm, tal vez después...
 
Dios, no duermo desde hace siglos, me acurruco contra la puerta, preparándome para dormir, y sé que no es nada seguro dormir con un desconocido al lado, pero estoy tan agotada que ni siquiera pondría resistencia, que me viole si quiere, solo que no haga ruido y...
 
-Harry.- se escuchó una voz, en un susurro, casi tímido.
 
-Oh.- exclamé, con una voz ronca. El rió.
 
-Si, “Oh”.- hizo una mueca graciosa.
 
Yo solté una risita por su cara.
 
-¿Harry?- pregunté.
 
-Ajam…-dijo, evaluando los carriles cada pocos segundos.
 
-Harry, de…. ¿Harold?-deduje.
 
-Muy bien, nena.- me apremió. Oh, me siento como si hubiera ganado a lotería.
 
Hice un sonido de satisfacción por mi habilidad de recordar nombres, y me recosté en el asiento, de nuevo, ahora con mi cabeza girada hacia él, fijándome en todo lo que hace.
 
Sigue mirando al frente, concentrado, cambiando de carril de vez en cuando. Y ahora, se para en un semáforo en rojo. Y  se centra en algo que está detrás de mí, espera… ¡Oh, mierda! No hay nada detrás de mí, me está mirando a mí, me acaba de pillar casi violándolo con la mirada.
 
Genial.
 
-¿Disfrutando el paseo?-dice, petulante. Y baja el aire acondicionado. -¿Tienes frío?
 
Sacudo la cabeza, en realidad, ahora tengo todo, menos frío…
 
 
-Las vistas, más bien…-susurro, pero él me oye. Woah, no sabía que ahora pensara en voz alta…
 
-Sí, son preciosas.-suena divertido y se centra en aquel aparato que yo entiendo como “la radio”, cambia de emisora, y suena “Sweet Home Alabama” por los altavoces del coche. ¡Oh sí, adoro ésta canción!
 
-¿Te gusta?-dije, estallando en carcajadas, al ver mi precioso y descoordinado intento de bailar.
 
-Pues sí.-digo alegre. ¿Qué más da que me bailar como un pato mareado? Si total, no lo voy a volver a ver en mi vida…
 
 
Él ríe todavía más, y me acompaña en mi baile. Oh, él incluso es peor que yo…
 
Y no lo soporto más, y río, río como  no lo he hecho en años, Dios, me duele la barriga, miro hacia él y sigue con su absurdo baile, que es un conjunto de movimientos de caderas de esas muñecas “Hula-hula” y mueve las manos en una especie de “macarena” combinado con otro baile extraño.
 
Me ve reír, y me acompaña. Prácticamente somos unos completos desconocidos, y aquí estamos, riéndonos del otro como si nos conociésemos de toda la vida. Después de cruzar un peatón en verde, me mira, ahora  más serio, pero con el fantasma de sus sonrisa en su cara.
 
-¿Qué?-pregunto.
 
-Nada- sonríe- es solo que…- pero no dice nada más, y vuelve su atención al tráfico.
 
Mmm, ¿qué escondes, dios griego?
 
-¿Qué?- pregunta ahora él, cuando ve que lo miro fijamente.
 
-Nada-suspiro- es solo que…- imito su tono, y el pone una mueca por mi horrible actuación, y se ríe.
 
Oh, este hombre me gusta, se ríe de todo lo que hago, nos vamos a llevar muy bien, Harold. Oh-señor-dios-griego.
 
Me rió por mi nuevo mote para él, y dirijo mi vista de nuevo a la carretera.
 
-¿No me lo vas a decir?- suena desconcertado.
 
-Yo me pregunto lo mismo, Harold.- mi voz suena demasiada seria pero, con un toque de humor en ella. Esto, realmente me divierte.
 
-¿Harold?-parece sorprendido.
 
-¿Te llamas así, no?
 
-Mmm, estoy más acostumbrado a Harry, que a Harold, en realidad.
 
-Creí, que estabas más acostumbrado a “Styles”, realmente.- sonrío, y él hace lo mismo.
 
Se sacude de hombros, y mira de nuevo a la carretera.
 
-Hmm, entonces ¿debería llamarte “Styles”?- pregunto, espero que no. Su nombre suena tan bien en mis labios, que odiaría no poder decirlo otra vez.
 
-No…-murmura, y busca aparcamiento- me gusta más que me llamen por mi nombre, que por mi apellido, en verdad.
 
-Mmm.-murmuro en acuerdo.- ¿Qué estás buscando?
 
-Aparcamiento, linda.- sonríe.
 
-Oh, ¿por qué?
 
-Te quiero llevar a un lugar que conozco.- dice, y luego sonríe al ver mi expresión de horror.- Te gustará, pequeña.
 
-Está bien.- murmuro.
 
*********
 
 
 
-Es aquí.-dice, una vez ya adentrándonos en un restaurante muy hogareño, y también con un aire romántico.
 
Dirijo mi vista a él, que ya me está mirando, y me ruborizo.
 
-¿Qué hacemos aquí?- digo en voz baja, y mi tono es dulce. Demasiado, honestamente. Pero que cursi me pongo con el dios griego este…
 
-Comer.-dice como si fuese lo más obvio del mundo.- ¿No tienes hambre?- dice, señalándome una de las mesas del fondo.
 
-Sí, pero…- me voy a quejar sobre quien paga qué, pero me hace una señal con la mano que, prácticamente significa “ahórrate la mierda” en el lenguaje de los signos universal, y me hace sentar en una de las dos sillas que acompañan la rústica mesa de madera.
 
Oh, que bonito.
 
 
-¿Qué?- pregunta, una vez ya sentados. Está examinando la carta.
 
-¿Qué de qué?- pregunto extrañada.
 
Él suelta una risa grave y muy sensual, y me mira.
 
Oh, esos ojos…
 
 
-¿Por qué estás tan sorprendida de que te lleve a cenar, ____?
 
-Oh…- Mmm, es la primera vez que me llama por mi nombre. ¿Le he ofendido, estoy en problemas? – Pues... –dudo un segundo,  ¿estoy sorprendida? Bueno, no me conoce, y es una situación bastante extraña, pero…
 
-¿Qué pasa, no puedo ser detallista con una mujer?-  dice, divertido.
 
-No es eso, es sólo que… bueno, tú… tú no me conoces, ni yo a ti, y… -balbuceo. Oh, genial. Esto es sencillamente genial.
 
-Oh, entiendo. Tú esperabas que te fuera a violar en el primer descampado que encontrara, ¿no?
 
¡GUAU! ¿Realmente, él acaba de decir eso? Abro mucho a boca, y los ojos, ahora debo parecer un pez, ahogándose y con paros cardíacos…
 
 
-¡Oh, menos mal!- exhalo, aliviada.- No soy solo yo… -¡Él también ha considerado la idea de la violación, genial!
 
Me quedo embelesada en mis pensamientos hasta que oigo una sonora risa a mi lado que me sorprende.
 
Es él, y se está riendo, pero no de esas risitas educadas, no. Es una de esas risas, a carcajada limpia, con la cabeza hacia atrás y prácticamente ahogándose por falta de aire.
 
Todos a nuestro alrededor han dejado lo que estaban haciendo para mirar hacia nuestra mesa. ¡Sí, señores y señoras, mi acompañante sufre deficiencia mental! Ahora, por favor, sigan con lo suyo…
 
-¿Qué es tan gracioso?- intento parecer ofendida, pero fallo. Oh, es bueno oírlo reír.
 
-Tú.- dice, sin más y me sonríe de nuevo.
 
Yo le respondo por inercia, y me mira más detenidamente.
 
-¿No prefieres esperar a llegar a mi apartamento para tener sexo, nena? En realidad, no soy muy partidario del escándalo público…
 
-Eh…- Iba a decirle algo ingenioso, pero nada. Me quedo en blanco.
 
Oh, no lo había pensado, ¿su apartamento? Se supone que sólo me acercaría al centro, nada más. Bueno, tampoco tengo más donde elegir.
 
-Dijiste que no sabías adonde ir, ¿recuerdas?- dice, serio, al darse cuenta de mi expresión de desconcierto.
 
-Sí, claro pero…-Oh, esto es tan precipitado.- Eh… ¿esto como va, voy a  pagar un especie de alquiler imaginario a base de sexo, o…?
 
Le dejo terminar la frase, para que me responda, con un “sí” o un “no”, pero no lo hace. Sólo se ríe, de nuevo.
 
-No, pequeña.- se limpia una lágrima debajo de su ojo, y me mira. Oh, así que puedo llegar a ser graciosa, ¿eh?
 
-No creo que se pueda pagar la luz o el agua con orgasmos o algo parecido.- Se burla de mí, será bastardo…
 
-Eso ya lo sé, idiota.- refunfuño.
 
-Puedes quedarte en mi apartamento, hasta que encuentres uno, o…-se queda pensativo, pero luego sacude la cabeza y vuelve a mirarme.- Ven a pasar conmigo la noche, nena. Y mañana decides qué hacer, ¿sí?
 
Yo sólo asiento ligeramente y espero a que venga un camarero para pedir la comida.
 
 
**********
 
 
 
-¿Te ha gustado la cena, pequeña?- me agarra de la cintura, y me acerca hacia él. Y se lo agradezco interiormente, necesitaba esto, calor corporal.
 
-Mmm-Hmm.- Asiento, con los ojos cerrados, estoy agotada, han sido muchas emociones en un solo día…
 
 
Él ríe ligeramente, también parece estar exhausto.
 
-Venga, vamos nena.- susurra, cerca de mi oído. Y eso hace que me despeje con la misma intensidad como lo tendría echarme un cubo de agua fría, a las seis de la mañana.
 
Oh, su voz es tan sensual…
 
Después de media hora de traqueteo en el coche, música de programas nocturnos de radio y más voz ronca de Harry, el coche se para y él se baja y abre mi puerta, me desabrocha el cinturón de seguridad, y me mira, yo le sonrío y vuelvo a cerrar los ojos.
 
-¿No te vas a levantar?- pregunta divertido.
 
-Mmm.-murmuro con pesadez. Él se ríe y niega con la cabeza.
 
-Vamos.- suspira y me carga en sus brazos. ¡Oh, él es fuerte!
 
Subimos escaleras, abre puertas, pulsa bonotes de ascensores, y ya una vez frente a la gran puerta de su apartamento, saca las llaves de sus vaqueros ajustados, y las mete en la cerradura con una facilidad que me sorprende, ¿Cómo consigue abrir puertas con una sola mano libre y cargando 56 kilos 200 gramos, en la otra? Bueno, eso fue hace dos semanas, ahora puede que haya adelgazado un poco más, pero... ¡Oh, vamos! Aún así…
 
-Ya llegamos, pequeña- susurra en mi oído.- Tu bolso está en el maletero. Así que usarás uno de mis pijamas.- dice, abriendo y cerrando puertas a nuestro paso. Pero no estoy del todo segura, mi cabeza está enterrada en su cuello y no me muevo para nada, tampoco le contesto. Haz lo que quieras, pienso, pero tampoco lo digo, es demasiado esfuerzo emitir sonidos ahora...
 
-¿O prefieres dormir desnuda?- sopla en mi oreja y un escalofrío recorre mi columna vertebral. ¿Desnuda, con él, en la misma cama? Sí. ¡Sí, sí, sí! ¡Definitivamente sí, quiero! Desnúdame dios griego, ahora.
 
Él rompe a reír, y yo le sigo. Oh, ¿estoy borracha, es eso? Tomamos vino en el restaurante pero no fue tanto, creo.
 
Me da igual, me gusta estar ebria, y me gusta estar aquí, y me encanta que me proponga desnudismo en su apartamento.
 
Ahora estamos en su habitación. Y él me deja cuidadosamente en la cama mientras se dirige al armario de doble puerta, y saca una camisa blanca, para mí, supongo. ¿Y su pijama?
 
Coloca la ropa a mi lado y entra en el baño. Yo me pongo de rodillas en la cama, y examino el cuarto. Dios, es grande…
 
 
Inspecciono el perímetro que huele a lavanda y parece todo muy organizado para un hombre y decido mi siguiente paso. ¡Desnudismo!
 
Me quito los pantalones ajustados negros, con la misma o tal vez más rapidez que uso para quitarme el jersey suelto gris, también.
 
Me fijo en mi ropa interior. ¡Puaj! Si supiera que acabaría en la cama de este hombre, hubiera usado algo de lencería, o nada, honestamente.
 
 
Me quito el sujetador azul pálido con estampados florares y lo tiro en la silla donde deje toda mi ropa, al lado de mis botas, y me quedo sólo en bragas.
 
 
Me pongo la camisa blanca, de cuello “V” y me doy el visto bueno. Oh, la ropa de hombre es tan buena para dormir…
 
Cuando escucho que el agua de la ducha cesa, me preparo mentalmente para lo que me espera, a un sexy dios griego, medio desnudo y mojado, saliendo del baño.
 
Estoy sentada esperando en mi lado de la cama y la puerta se abre. Y ahí aparece mi chico con el pelo mojado y con esa sonrisa suya tan “baja bragas”
 
-Hola.-murmuro.
 
-Hola, nena.- sonríe, y se dirige a la cómoda, y coge unos boxers de Calvin Klein. Está cubierto solo por una toalla, que rodea su cintura.
 
 
Dios, ¿todos los hombres mojados, son así de violables, o qué?
 
-¿No puedes dormir?- sonríe, y se quita la toalla para ponerse los boxers. Mmm, eso me deja una bonita vista de su precioso y redondo...
 
-____.-dice, e interrumpe mis pensamientos, nada apropiados.
 
-Eh, no… Sí…yo, yo te estaba esperando.- muevo la cabeza con fuerza y él se acerca a su lado de la cama. Apaga la luz de la mesita de noche y deja el cuarto en la penumbra. Ahora solo puedo verle a través de la luz de la luna, que se escapa por el ventanal que está al lado de la cama.
 
Se gira para mirarme y me acaricia la mejilla.- Duerme, nena. Estás cansada.
 
 
Hago un ruidito en protesta, pero me ignora. – ¡No…!-alargo el “no” como una niña pequeña y me muevo enérgicamente de un lado a otro para dejar clara mi posición.
 
-Nena, estoy intentado controlarme…-suena frustrado, como si le privaran del dulce más delicioso del mundo a un niño.
 
-¡No te controles, no quiero control!- exalto.- Quiero, quiero…
 
-¿Qué quieres, ____?- dice serio, agarrándome de la cintura, y acercándome a él.
 
-Sexo.- digo sin preámbulos.- Sexo a lo bestia. –sentencio, y el me mira boquiabierto.
 
Me agarra con más fuerza, y me hace girar, de modo que estoy debajo de él. Me mira, con un verde intenso que no había visto antes en sus ojos, y habla.
 
-Con que la dulce ____  quiere sexo duro…- dice y frota su entrepierna contra mi vientre.
 
-Sí.- digo en un suspiro. Me agarro a su cuello y alzo mis caderas, para que encuentren las suyas, nuevamente. Él gruñe y me sujeta más fuerte contra él.
 
-Bien.-sonríe triunfante. Y me besa.
 
Estoy abrumada, he perdido el control. Oh, alcohol, como te echo de menos ahora mismo…
 
Mmm, Dios, él sabe besar… Es duro y largo los primeros minutos, que acompañan movimientos tan desesperados como el beso. Pero luego se calma y respira. Me sujeta por la nuca y me empuja más todavía, contra él.
 
Ahora es dulce, y tiene cuidado. Me coge de la cintura y volvemos a girar sobre las sábanas. Me coloca sobre él, y me acaricia la espalada debajo de la camisa, impregnada de su olor, y ahora de sudor.
 
La levanta por encima de mi cabeza y sonríe, tiene mis pechos a diez centímetros de su cara, pero el no se inmuta, me sigue mirando a los ojos y me vuelve a besar, separa mis labios con su lengua y besa mi labio superior, sonríe, y después muerde mi labio inferior. Tira de él, para pegarme todavía más a su cuerpo.
 
-¿Sabes? Llevo esperando esto toda mi vida.-dice y me aparta un mechón de pelo de mi cara.
 
-¿El qué, acostarte con una desconocida que has recogido haciendo Autostop?-me burlo y le succiono el labio. Mmm, sabe tan bien, tan a él…
 
Sonríe en medio del beso y me mira. –Mmm, bendito Autostop…-murmura y se acerca a mi cuello, depositando suaves besos a lo largo de este. Chupa, muerde y succiona mi piel. Todo tan intenso, tan necesitado, y tan natural ahora mismo…
 
-No-dice y sigue con su trabajo de succión, debajo de mi oreja, esta vez.- Me refería a que siempre he esperado por esto…- dice, y muerde el lóbulo de mi oreja.
 
-¿El qué?- me doy por vencida.
 
-El querer algo más que sexo, querer hacerle el amor a alguien, lentamente…- susurra, y besa mi mejilla.
 
Sus manos rodean mi cintura que están encima de él, y hace círculos sobre la piel de mis muslos, su erección roza mi cintura, haciéndome estremecer.
 
-Creí que habíamos acordado que quería sexo duro…- digo, y juego con el elástico de sus calzoncillos.
 
Él ríe –Es cierto- concuerda con la cabeza-pero… me gustaría ir lento contigo primero, pequeña.
 
-Mmm… está bien. -musito y le miro, sus pupilas dilatadas casi tapan ese verde intenso de sus ojos, aunque los míos deben de estar igual.- Y ¿luego duro?- hago un puchero y él estalla en risas, asiente y se baja los boxers por completo.
 
Me recuesta sobre la cama, aparta almohadas, mantas y la ropa que nos estorba, luego se aleja unos momentos. Oigo el ruido de unos cajones abrir, y cerrase y después un objeto de plástico, o algo parecido romperse.
 
Tarda unos segundos más y vuelvo a sentir la cama hundirse.
 
-Adivina adonde fui.-dice gracioso, y me baja las bragas, lento, demasiado lento... La espera es casi dolorosa.
 
-El ruido de esas cosas romperse es muy delatador-digo, y él ríe. Sube sus manos por mis piernas, hasta llegar a la cara interna de mis muslos.
 
-Hmm.- gimo por el contacto de sus manos en mi sexo, pasa el dedo índice por los labios de mi vagina y luego se lo lleva a la boca. Debe de saber bien, deduzco, por la cara de satisfacción en su rostro.
 
-Estás tan húmeda, y ere sólo mía…-exhala contento y agarra mi bello púbico en sus dedos y hala de este.
 
 
-Me gusta esto, nena.-gruñe.- Es sexy.- dice y su cabeza desaparece entre mis piernas, pasa su lengua por mi clítoris, juega con el, hasta que lo deja rojo e hinchado.
 
 
Dios…
 
Gimo ante la sensación y noto su estúpida sonrisa arrogante contra mí. Se pone visiblemente serio, y mientras sigue jugando con mi clítoris entre sus dedos, me mira.
 
-¿Eres virgen?-pregunta amable. Yo sonrío con timidez y suspiro.
 
Creo que se lo he dejado en bandeja, pero ¿eso no está mal, no? Tampoco es que me vaya a echar o algo así, pero…
 
Él para y acerca su cara a la mía, y me mira. ¿Qué…? ¡No, no pares!
 
-¿P-por qué… por qué paras?-jadeo.
 
-Porque…-jadea- necesito saber que me das tu consentimiento.-me mira esperando una respuesta y yo solo puedo asentir frenéticamente.
 
-Sí, por favor… -él me sonríe y deposita un beso casto en mis labios. –Ah…-jadeo por la intrusión de dos dedos en mi interior.
 
Oh, Dios, esto se siente tan malditamente bien.
 
Los movimientos son constantes en mí, dentro, fuera, dentro, fuera, dentro… Uh…
 
Lo miro, expectante ¿por qué se ha detenido, y justo ahí? Oh, se siente bien…
 
-¿Te gusta?- ronronea en mi cuello, mientras hace círculos en mi interior, son movimientos seguros, largos y duros.
 
-No he sentido nunca, nada igual…-jadeo, y es cierto esto es lo más… excitante que he hecho en mi puta vida. Oh, vamos…
 
-Aún no has visto nada, pequeña…- murmura y roza sus labios contra la comisura de los míos.
 
Oh, el bastardo sabe como volver loca a una chica, o a cualquiera que tenga una de estas, um… “vaginas” entre las piernas. Realmente se pueden hacer muchas cosas ahí abajo…
 
 
-Nena, colócate.- dice y me mueve para quedar justo como él quiere.-Muy bien, pequeña. Ahora, te voy a penetrar, ¿sí?
 
Yo asiento y él busca mis ojos con los suyos.-No dolerá, nena.-dice, y me roza la mejilla, suavemente con sus nudillos.-Relájate- dice contra mi mejilla y me vuelve a besar, un beso húmedo y tranquilizante.
 
Le hago caso y me relajo. Inspiro y expiro. Uf, vamos allá…
 
Rodea mi cintura con sus grandes manos y me acaricia con sus pulgares, me levanta ligeramente, sobre mi espalda y se acomoda entre mis piernas, da dos pasos hacia mí, sobre sus rodillas, y apoyada sobre mis codos, puedo ver su enorme erección, acercándose lentamente a mi entrada, envuelta en una de esas cosas transparentes… condones.
 
Ahora que lo pienso, menudo nombre, “condones” aunque claro, mejor eso que… “bolsitas del amor”, por ejemplo...
 
¿¡Joder, que hago pensando en esto ahora!? Que tengo que follarme al dios griego, y yo pensando en mil nombres diferentes, más brillantes que “condones”
 
-¿Lista?-susurra y yo asiento. Él me evalúa y después de un examen de si “hacerlo o no”,  roza poco a poco la cabeza de su pene en los bordes de mi sexo. Oh, sí.
 
Me retuerzo y levanto mis caderas, buscando fricción por su parte, y la encuentro, dios, sí.
 
Me penetra, lento y examinando mis expresiones por si necesita parar, pero no es así, no quiero que pare, quiero más, mucho más…
 
Una vez ya totalmente dentro de mí, me mira y me pide permiso con un gesto, casi imperceptible, asiento de nuevo y espero por sus embestidas, lentas y constantes, lentas y continuas, lentas y cada vez, menos confortantes. Más, quiero más…
 
-Harry…-jadeo y él me mira.
 
-¿Te hice daño?- susurra, y se queda quieto, dentro de mí, pero está paralizado.
 
-No…-muevo la cabeza- más…
 
Él me mira sorprendido y asiente, me toma en sus manos y me penetra, esta vez las embestidas son irregulares y fuertes, son rápidas y es un vaivén de contactos, piel con piel, el choque de nuestros cuerpos y los jadeos son los únicos sonidos que se escuchan en la habitación.
 
 
-¡Ahh! Quiero… más- lo sujeto por detrás de su nuca y tiro hacia mí, necesito más. – Harry…
 
-Dios, nena…-jadea, sorprendido.- espera.
 
Se coloca sobre sus piernas y me sujeta fuerte, contra su cuerpo, me vuelve a embestir, muchísimo más fuerte, más rápido y más… mejor.
 
La sensación es increíble, es perfecta y es solo nuestra. Sigue moviéndose dentro de mí, cambiando de postura cada cierto tiempo y llegamos a un orgasmo casi sincronizado.
 
Los gritos de placer de ambos, se podrían escuchar perfectamente desde la calle, pero me vale una mierda ahora mismo. Es un placer tan inigualable en tantos aspectos, es… es perfecto y mi primera experiencia ha sido con él, con Harry, mi sexy dios griego…
 
-¿Ha sido más?-susurra cerca de mi oído.
 
-Ha sido mucho más que eso….-suspiro, agotada y relajada, inexplicablemente.
 
 
Me giro y lo encuentro mirándome, acariciando mi pelo ondulado castaño entre sus dedos, está concentrado, envolviendo un mechón en su dedo índice-que estaba en mí interior hace apenas media hora- lo envuelve y luego lo desenvuelve, y repite el proceso hasta que se aburre, y coge otro mechón y repite los movimientos.
 
 
-Gracias…-suspiro cansada y le sonrío de nuevo. Él me mira confundido y vuelve a besar la mejilla.
 
-¿Me agradeces por hacerte el amor?-suena divertido. Dios, ¿cómo consigue mantener el tipo, cuando yo aquí estoy por morirme de cansancio?
 
-No.-sueno tajante.-Por recogerme en aquella autopista, nunca te di las gracias por eso.
 
Él me mira y vuelve a sonreír.-De nada, pequeña.-me coge de la cintura y me acerca más a él.-No tienes ni idea de lo mucho que gusta el Autostop ilegal ahora mismo.
 
-Duerme-dice y besa mi cabeza.
 
Yo río  y me acurruco en su pecho, y por fin duermo, como no lo he hecho en tanto tiempo, y me alegra saber que es por este dios griego que, por primera vez, estoy tranquila desde que me fui de casa.
 
 
 
 
 
FIN
 
 
 
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