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Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
Nombre: Pideme lo que quieras.
Autor: Megan Maxwell
Adaptación: Si
Género: Erotica
Advertencias: Es una novela con muchas partes hot.
Otras Páginas: No por ahora.
Sinopsis
Tras la muerte de su padre, el prestigioso empresario irlandes Niall Horan, decide viajar a España para supervisar las delegaciones de la empresa Horan Organics. En la oficina central de Madrid, conoce a ____, una joven ingeniosa y simpática de la que se encapricha de inmediato. ____ sucumbe a la atracción que el irlandes ejerce sobre ella y acepta formar parte de sus juegos sexuales, repletos de fantasías y erotismos. Junto a él aprenderá que todos llevamos dentro, un voayer, y que las personas se dividen en sumisas y dominantes… Pero el tiempo pasa, la relación se intensifica y Niall comienza a temer que se descubra su secreto, algo que podría marcar el principio o el fin de su relación.
Autor: Megan Maxwell
Adaptación: Si
Género: Erotica
Advertencias: Es una novela con muchas partes hot.
Otras Páginas: No por ahora.
Sinopsis
Tras la muerte de su padre, el prestigioso empresario irlandes Niall Horan, decide viajar a España para supervisar las delegaciones de la empresa Horan Organics. En la oficina central de Madrid, conoce a ____, una joven ingeniosa y simpática de la que se encapricha de inmediato. ____ sucumbe a la atracción que el irlandes ejerce sobre ella y acepta formar parte de sus juegos sexuales, repletos de fantasías y erotismos. Junto a él aprenderá que todos llevamos dentro, un voayer, y que las personas se dividen en sumisas y dominantes… Pero el tiempo pasa, la relación se intensifica y Niall comienza a temer que se descubra su secreto, algo que podría marcar el principio o el fin de su relación.
Última edición por moniilove1D&JB el Vie 31 Mayo 2013, 9:42 am, editado 1 vez
moniilove1D&JB
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
PRIMERA LECTORAAA SIGUELAA
PASATE POR MIS NOVELAS!
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu)
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) Parte II
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) Parte III
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) PARTE IV
La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu)
La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu) Parte II
PASATE POR MIS NOVELAS!
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu)
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) Parte II
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) Parte III
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) PARTE IV
La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu)
La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu) Parte II
Rousalie Longoria
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
Nueva lectora, me gusto mucho la sinopsis y el título! Avísame si necesitas chica para Zayn!
darko.
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
ME ENCANTAAAA, 1ERA LECTORA,SIGUELA PORFA!:) LSDÑAKASDSALDJASKFCLAxd okya
DaniGonz1DJB
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
Siiiiguelaa*O* Eres tan..askdjasdksa tus novelas son tan...asdksajadflkasfhyuefiweojrsajfhsyeyskfhlsdgjdfhguhsidjofkñsldgkjkfsdhgisrojgkdfglksdjhdfglñsfsaknkjgsionsdfñlseagnkajdiua
S I G U E L A
S I G U E L A
FlyButterfly
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
1
Qué pesadita es mi jefa.
Sinceramente, al final tendré que pensar lo mismo que media empresa: que ella y Miguel, el guaperas de mi compañero, tienen un lío. Pero no. No quiero ser mal pensada y entrar en la misma ruleta en la que todas mis compañeras han entrado. El cuchicheo.
Desde enero trabajo para la empresa Müller, una compañía de fármacos alemanes. Soy la secretaria de la jefa de las delegaciones y, aunque mi trabajo me gusta, me siento explotada muy a menudo. Vamos… que sólo le falta a mi jefa atarme a la silla y echarme un chusco de pan para comer.
Cuando por fin termino el montón de trabajo que mi querida jefa me ha ordenado tener listo para el día siguiente, dejo los informes sobre su mesa y regreso a la mía. Cojo el bolso y me voy sin mirar atrás. Necesito salir de la oficina o acabaré saliendo en las noticias como la asesina en serie de jefas que se creen el ombligo del mundo.
Son las once y veinte de la noche… ¡Vaya horitas!
En la calle llueve a mares. ¡Perfecto! Chaparrón de verano. Llego hasta la puerta y, tras echarle valor al asunto, corro hacia el parking donde me espera mi amado León. Entro en el garaje como una sopa y, tras darle al botón del mando, Leoncito pestañea sus luces dándome la bienvenida. ¡Es más mono…!
Rápidamente me meto en él. No soy miedosa, pero no me gustan los parkings y menos aún si son tan solitarios como éste a estas horas. Inconscientemente, comienzo a recordar películas de terror en las que la chica camina por uno de ellos y un desalmado vestido de negro aparece y la acuchilla hasta morir. ¡Joder, qué mal rato!
En cuanto estoy dentro del coche, cierro los pestillos, abro el bolso, saco un pañuelo de papel y me seco la cara. ¡Estoy empapada! Pero justo cuando voy a meter las llaves en el contacto… ¡zas!, se me caen. Maldigo a oscuras y me agacho para buscarlas.
Toco el suelo con la mano. A la derecha no están. A la izquierda tampoco. Vaya… encuentro el paquete de chicles que busqué hace días. ¡Bien! Sigo toqueteando el suelo del coche y por fin las encuentro. Entonces oigo unas risas cercanas y miro a mi alrededor con cuidado para que no me vean.
¡Oh, Dios mío!
Entre risas y colegueo veo acercarse a mi jefa y a Miguel. Parecen divertidos. Eso me pone de mala leche. Yo currando hasta las once y pico y ellos, de parranda. ¡Qué injusticia! De pronto, mi jefa y Miguel se apoyan en la columna de al lado y se besan.
¡Vaya tela…!
¡No me lo puedo creer!
Semiagachada en el interior de mi automóvil para que no me vean, contengo la respiración. Por favor… ¡por favor! Si se dan cuenta de que estoy ahí, me muero de la vergüenza. Y no. No quiero que eso ocurra. De repente, mi jefa suelta el bolso y sin ningún miramiento toca con decisión la entrepierna de Miguel. ¡¡¡Le está tocando el paquete!!!
¡Por todos los santos! Pero ¿qué estoy viendo?
¡Dios! Ahora es Miguel quien le mete mano a ella por debajo de la falda. Se la sube, la empuja hacia arriba contra la columna y se comienza a refregar contra ella. ¡¡Qué fuerte!!
¡Ay, madre! ¿Qué hago?
Quiero marcharme. No quiero ver lo que hacen pero tampoco puedo salir de allí. Si arranco el coche, sabrán que los he pillado. Así que, agazapada y sin moverme, no puedo
dejar de mirar lo que hacen. Entonces, Miguel vuelve a apoyarla en el suelo y la obliga a dar la vuelta. La coloca sobre el capó del coche y le baja las bragas, primero con la boca y luego con las manos. ¡Joder, le estoy viendo el culo a mi jefa! ¡Qué horror! Y en aquel momento escucho a Miguel preguntarle:
—Dime, ¿qué quieres que te haga?
Mi jefa, como una gata en celo, murmura entregada por completo a la causa.
—Lo que quieras… lo que tú quieras.
¡Qué fuerte, por Dios, qué fuerte! Y yo en primera fila. Sólo me faltan las palomitas.
Miguel vuelve a empujarla sobre el capó. Le abre las piernas y mete la boca en el sexo de ella. ¡Ay, madre! Pero ¿de qué estoy siendo testigo? Mi jefa, doña Tiquismiquis, suelta un gemido y yo me tapo los ojos. Pero la curiosidad, el morbo o como se llame me puede y me los destapo de nuevo. Sin pestañear veo cómo él, tras relamerse, se separa unos centímetros de ella y le mete un dedo, luego dos y, levantándose, la agarra de su pelazo oscuro y tira de él mientras mueve sus dedos a un ritmo que, para qué negarlo, haría suspirar a cualquiera.
—¡Síiiiiiiiiiiiii!—escucho gemir a mi jefa.
Respiro con dificultad.
Me va a dar algo.
¡Qué calor!
Me guste o no, ver aquello me está poniendo frenética, y no precisamente por estar de los nervios. Mis relaciones sexuales son normalitas, tirando a predecibles, así que lo cierto es que ver aquello en vivo y en directo me está excitando.
Miguel se baja la bragueta de su pantalón gris. Saca un más que aceptable pene de su interior… ¡Vaya con Miguel! Y me quedo ojiplática cuando veo que se lo clava de una sola estacada. ¡Me muero! Pero de placer… Vamos, justo por lo que está jadeando mi jefa.
Mis pezones están duros y, de pronto, me doy cuenta de que me los estoy tocando. Pero ¿cuándo he metido mi mano por el interior de la blusa? Rápidamente saco mi mano de ahí, pero mis pezones y el centro de mi deseo protestan. ¡Ellos quieren más! Pero no. Eso no puede ser. Yo no hago esas cosas. Minutos después, tras varios gemidos y bamboleos, Miguel y mi jefa se recomponen. ¡Olé! ¡Ya han terminado! Se meten en el coche y se marchan. Respiro aliviada.
Cuando por fin vuelvo a quedarme sola en el parking, me incorporo de mi escondrijo y me siento en el asiento de mi coche. Las manos me tiemblan. Las rodillas también. Y noto que mi respiración está acelerada. Exaltada por lo que acabo de presenciar, cierro los ojos mientras me tranquilizo y pienso cómo sería tener sexo de ese calibre. ¡Caliente!
Diez minutos después, arranco el coche y salgo del parking. Me voy a tomar unas cervezas con mis amigos. Necesito refrescarme y refrescar mi calenturienta… mente.
Qué pesadita es mi jefa.
Sinceramente, al final tendré que pensar lo mismo que media empresa: que ella y Miguel, el guaperas de mi compañero, tienen un lío. Pero no. No quiero ser mal pensada y entrar en la misma ruleta en la que todas mis compañeras han entrado. El cuchicheo.
Desde enero trabajo para la empresa Müller, una compañía de fármacos alemanes. Soy la secretaria de la jefa de las delegaciones y, aunque mi trabajo me gusta, me siento explotada muy a menudo. Vamos… que sólo le falta a mi jefa atarme a la silla y echarme un chusco de pan para comer.
Cuando por fin termino el montón de trabajo que mi querida jefa me ha ordenado tener listo para el día siguiente, dejo los informes sobre su mesa y regreso a la mía. Cojo el bolso y me voy sin mirar atrás. Necesito salir de la oficina o acabaré saliendo en las noticias como la asesina en serie de jefas que se creen el ombligo del mundo.
Son las once y veinte de la noche… ¡Vaya horitas!
En la calle llueve a mares. ¡Perfecto! Chaparrón de verano. Llego hasta la puerta y, tras echarle valor al asunto, corro hacia el parking donde me espera mi amado León. Entro en el garaje como una sopa y, tras darle al botón del mando, Leoncito pestañea sus luces dándome la bienvenida. ¡Es más mono…!
Rápidamente me meto en él. No soy miedosa, pero no me gustan los parkings y menos aún si son tan solitarios como éste a estas horas. Inconscientemente, comienzo a recordar películas de terror en las que la chica camina por uno de ellos y un desalmado vestido de negro aparece y la acuchilla hasta morir. ¡Joder, qué mal rato!
En cuanto estoy dentro del coche, cierro los pestillos, abro el bolso, saco un pañuelo de papel y me seco la cara. ¡Estoy empapada! Pero justo cuando voy a meter las llaves en el contacto… ¡zas!, se me caen. Maldigo a oscuras y me agacho para buscarlas.
Toco el suelo con la mano. A la derecha no están. A la izquierda tampoco. Vaya… encuentro el paquete de chicles que busqué hace días. ¡Bien! Sigo toqueteando el suelo del coche y por fin las encuentro. Entonces oigo unas risas cercanas y miro a mi alrededor con cuidado para que no me vean.
¡Oh, Dios mío!
Entre risas y colegueo veo acercarse a mi jefa y a Miguel. Parecen divertidos. Eso me pone de mala leche. Yo currando hasta las once y pico y ellos, de parranda. ¡Qué injusticia! De pronto, mi jefa y Miguel se apoyan en la columna de al lado y se besan.
¡Vaya tela…!
¡No me lo puedo creer!
Semiagachada en el interior de mi automóvil para que no me vean, contengo la respiración. Por favor… ¡por favor! Si se dan cuenta de que estoy ahí, me muero de la vergüenza. Y no. No quiero que eso ocurra. De repente, mi jefa suelta el bolso y sin ningún miramiento toca con decisión la entrepierna de Miguel. ¡¡¡Le está tocando el paquete!!!
¡Por todos los santos! Pero ¿qué estoy viendo?
¡Dios! Ahora es Miguel quien le mete mano a ella por debajo de la falda. Se la sube, la empuja hacia arriba contra la columna y se comienza a refregar contra ella. ¡¡Qué fuerte!!
¡Ay, madre! ¿Qué hago?
Quiero marcharme. No quiero ver lo que hacen pero tampoco puedo salir de allí. Si arranco el coche, sabrán que los he pillado. Así que, agazapada y sin moverme, no puedo
dejar de mirar lo que hacen. Entonces, Miguel vuelve a apoyarla en el suelo y la obliga a dar la vuelta. La coloca sobre el capó del coche y le baja las bragas, primero con la boca y luego con las manos. ¡Joder, le estoy viendo el culo a mi jefa! ¡Qué horror! Y en aquel momento escucho a Miguel preguntarle:
—Dime, ¿qué quieres que te haga?
Mi jefa, como una gata en celo, murmura entregada por completo a la causa.
—Lo que quieras… lo que tú quieras.
¡Qué fuerte, por Dios, qué fuerte! Y yo en primera fila. Sólo me faltan las palomitas.
Miguel vuelve a empujarla sobre el capó. Le abre las piernas y mete la boca en el sexo de ella. ¡Ay, madre! Pero ¿de qué estoy siendo testigo? Mi jefa, doña Tiquismiquis, suelta un gemido y yo me tapo los ojos. Pero la curiosidad, el morbo o como se llame me puede y me los destapo de nuevo. Sin pestañear veo cómo él, tras relamerse, se separa unos centímetros de ella y le mete un dedo, luego dos y, levantándose, la agarra de su pelazo oscuro y tira de él mientras mueve sus dedos a un ritmo que, para qué negarlo, haría suspirar a cualquiera.
—¡Síiiiiiiiiiiiii!—escucho gemir a mi jefa.
Respiro con dificultad.
Me va a dar algo.
¡Qué calor!
Me guste o no, ver aquello me está poniendo frenética, y no precisamente por estar de los nervios. Mis relaciones sexuales son normalitas, tirando a predecibles, así que lo cierto es que ver aquello en vivo y en directo me está excitando.
Miguel se baja la bragueta de su pantalón gris. Saca un más que aceptable pene de su interior… ¡Vaya con Miguel! Y me quedo ojiplática cuando veo que se lo clava de una sola estacada. ¡Me muero! Pero de placer… Vamos, justo por lo que está jadeando mi jefa.
Mis pezones están duros y, de pronto, me doy cuenta de que me los estoy tocando. Pero ¿cuándo he metido mi mano por el interior de la blusa? Rápidamente saco mi mano de ahí, pero mis pezones y el centro de mi deseo protestan. ¡Ellos quieren más! Pero no. Eso no puede ser. Yo no hago esas cosas. Minutos después, tras varios gemidos y bamboleos, Miguel y mi jefa se recomponen. ¡Olé! ¡Ya han terminado! Se meten en el coche y se marchan. Respiro aliviada.
Cuando por fin vuelvo a quedarme sola en el parking, me incorporo de mi escondrijo y me siento en el asiento de mi coche. Las manos me tiemblan. Las rodillas también. Y noto que mi respiración está acelerada. Exaltada por lo que acabo de presenciar, cierro los ojos mientras me tranquilizo y pienso cómo sería tener sexo de ese calibre. ¡Caliente!
Diez minutos después, arranco el coche y salgo del parking. Me voy a tomar unas cervezas con mis amigos. Necesito refrescarme y refrescar mi calenturienta… mente.
moniilove1D&JB
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
:o vamos siguelaa
PASATE POR MIS NOVELAS!
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu)
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) Parte II
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Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) PARTE IV
La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu)
La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu) Parte II
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Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu) Parte II
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La Hermanita de mi Mejor Amigo MEGAHOT!!! (Joe Jonas & Tu)
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Rousalie Longoria
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
Me encanto el capítulo! Debes seguirla, y al fin necesitas chica para Zayn?
darko.
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
2
Al día siguiente, cuando llego a la oficina, todos parecen felices. Me cruzo con Miguel y no puedo evitar sonreír. Él y la jefa. Si ellos supieran que los vi… Pero, como no quiero pensar en ello, me dirijo hacia mi mesa y mientras enciendo mi ordenador veo que se acerca hasta mí.
—Buenos días, ____.
—Buenos días.
Miguel, además de ser mi compañero, es un tipo muy simpático. Desde el primer día que llegué a la oficina ha sido un encanto conmigo y nos llevamos muy bien. Casi todas en el curro babean por él, pero, no sé por qué, en mí no surte el mismo efecto. ¿Será que no me gustan los bomboncitos sonrientes? Pero, claro, ahora, sabiendo lo que sé y habiéndole visto su aparatito en acción, no puedo evitar mirarlo de otra forma mientras intento no gritar: «¡Torero!».
—¿Recuerdas que esta tarde hay reunión general?
—Ajá.
Como es de esperar, sonríe, me agarra del brazo y dice…
—Venga, vamos a tomarnos un café. Sé que te mueres por un cafetito y una tostada de la cafetería.
Sonrío yo también. Cómo me conoce el puñetero… Además de simpático y guapo, al tío no se le escapa una. Ése, junto a su perpetua sonrisa, es el gran atractivo de Miguel. No olvida detalle. De ahí que se lleve a las churris de calle.
Cuando llegamos a la cafetería de la novena planta, vamos a la barra, pedimos nuestra consumición y nos dirigimos a nuestra mesa. Digo nuestra mesa porque siempre nos sentamos allí. Se nos unen Paco y Raúl. Una parejita gay con la que me llevo muy bien. Como siempre hacen, me besuquean el cuello y me hacen reír. Los cuatro comenzamos a hablar e inconscientemente recuerdo lo que vi la noche anterior en el parking. ¡Miguel y la jefa! Vaya polvazo más morboso que se marcaron ante mi cara. ¡Vaya con mi compañero, es un portento el chico!
—¿Qué te pasa? Te noto distraída —pregunta Miguel.
Eso me reactiva. Lo miro y le respondo, intentando olvidar las imágenes que por mi mente pululan:
—Estoy en Babia, lo sé. Mi gato cada día está más apagadito y…
—Qué pena, el Currito —murmura Paco y Raúl me hace un gesto comprensivo.
—Vaya, lo siento, preciosa —responde Miguel, mientras me coge la mano.
Durante un rato hablamos de mi gato y eso me pone aún más triste. Adoro a Curro e, inevitablemente, cada día que pasa, cada hora, cada minuto, su vida se acorta un poco más. Es algo que aprendí a asumir desde que el veterinario me lo dijo, pero aun así me cuesta. Me cuesta mucho.
De pronto, mi jefa llega, rodeada por varios hombres, como siempre. ¡Es una comehombres! Miguel la mira y sonríe. Yo me callo. Mi jefa es una mujer muy atractiva. Vamos, una cincuentona potente, una morena de rompe y rasga, soltera pero no entera, y a la que se le han atribuido varios líos en la empresa. Se cuida como nadie y no falta ni un solo día al gimnasio. O sea, que le gusta… gustar.
—____ —me interrumpe Miguel—. ¿Te queda mucho?
Vuelvo en mí y dejo de mirar a mi jefa para mirar mi desayuno. Doy un trago al
café y contesto:
—¡Acabado!
Los cuatro nos levantamos y salimos de la cafetería. Debemos comenzar a trabajar.
Una hora después, tras hacer las fotocopias pertinentes y acabar el recurso, me dirijo al despacho de mi jefa. Llamo con los nudillos y entro.
—Aquí tiene el contrato finalizado para la delegación de Albacete.
—Gracias —responde escuetamente mientras lo ojea.
Como de costumbre, me quedo parada ante ella a la espera de sus órdenes. El pelo de mi jefa me encanta, tan ondulado, tan cuidado. Nada que ver con mi pelo moreno y liso que suelo recoger en un moño sobre mi cabeza. Suena el teléfono y antes de que me mire lo cojo.
—Despacho de la señora Mónica Sánchez. Le atiende su secretaria, la señorita Flores, ¿en qué puedo ayudarlo?
—Buenos días, señorita Flores —responde una voz profunda de hombre con cierto tonillo guiri—. Soy Niall Horan. Querría hablar con su jefa.
Al reconocer aquel nombre, reacciono rápidamente.
—Un momento, señor Horan.
Mi jefa, al escuchar aquel apellido, suelta los papeles que hasta ese momento sujetaba y, tras arrancarme literalmente el teléfono de las manos, dice con una encantadora sonrisa en los labios:
—Niall… ¡qué alegría saber de ti! —Tras un pequeño silencio, continúa—: Por supuesto, por supuesto. ¡Ah! Pero ¿ya has llegado a Madrid?… —Entonces suelta una risotada más falsa que un euro con la cara de Popeye y susurra—: Por supuesto, Niall. A las dos te espero en recepción para comer.
Y tras decir esto, cuelga y me mira.
—Pídeme cita para la peluquería para dentro de media hora. Después, reserva para dos en el restaurante de Gemma.
Dicho y hecho. Cinco minutos más tarde sale de la oficina escopeteada y regresa hora y media después con su pelo más lustroso y bonito y con el maquillaje retocado. A las dos menos cuarto veo que Miguel toca con los nudillos en su puerta y entra. ¡Vaya tela! No quiero ni pensar lo que estarán haciendo. Pasados cinco minutos oigo risotadas. A las dos menos cinco, la puerta se abre, salen los dos y mi jefa se me acerca.
—___, ya te puedes ir a comer. Y recuerda: estaré con el señor Horan. Si a las cinco no he vuelto y necesitas cualquier cosa, llámame al móvil.
Cuando la bruja mala y Miguel se van respiro por fin aliviada. Me suelto el pelo y me quito las gafas. Después recojo mis cosas y me dirijo hacia el ascensor. Mi oficina está en la planta diecisiete y el ascensor se para en varias plantas para ir recogiendo a otros trabajadores, así que siempre suele tardar en llegar a la planta baja. De pronto, entre la planta seis y la cinco, el ascensor da un trompicón y se detiene del todo. Saltan las luces de emergencia y Manuela, la de paquetería, se pone a chillar.
—¡Ay, virgencita! ¿Qué ocurre?
—Tranquila —respondo—. Se habrá ido la luz y seguro que pronto vuelve.
—¿Y cuánto va a tardar?
—Pues no lo sé, Manuela. Pero si te pones nerviosa, vas a pasar un ratito malo y se te hará eterno. Así que respira y verás cómo la luz vuelve en un pispás.
Pero veinte minutos después, la luz sigue brillando por su ausencia y Manuela, junto a varias chicas de contabilidad, entra en pánico. Percibo que tengo que hacer algo.
Al día siguiente, cuando llego a la oficina, todos parecen felices. Me cruzo con Miguel y no puedo evitar sonreír. Él y la jefa. Si ellos supieran que los vi… Pero, como no quiero pensar en ello, me dirijo hacia mi mesa y mientras enciendo mi ordenador veo que se acerca hasta mí.
—Buenos días, ____.
—Buenos días.
Miguel, además de ser mi compañero, es un tipo muy simpático. Desde el primer día que llegué a la oficina ha sido un encanto conmigo y nos llevamos muy bien. Casi todas en el curro babean por él, pero, no sé por qué, en mí no surte el mismo efecto. ¿Será que no me gustan los bomboncitos sonrientes? Pero, claro, ahora, sabiendo lo que sé y habiéndole visto su aparatito en acción, no puedo evitar mirarlo de otra forma mientras intento no gritar: «¡Torero!».
—¿Recuerdas que esta tarde hay reunión general?
—Ajá.
Como es de esperar, sonríe, me agarra del brazo y dice…
—Venga, vamos a tomarnos un café. Sé que te mueres por un cafetito y una tostada de la cafetería.
Sonrío yo también. Cómo me conoce el puñetero… Además de simpático y guapo, al tío no se le escapa una. Ése, junto a su perpetua sonrisa, es el gran atractivo de Miguel. No olvida detalle. De ahí que se lleve a las churris de calle.
Cuando llegamos a la cafetería de la novena planta, vamos a la barra, pedimos nuestra consumición y nos dirigimos a nuestra mesa. Digo nuestra mesa porque siempre nos sentamos allí. Se nos unen Paco y Raúl. Una parejita gay con la que me llevo muy bien. Como siempre hacen, me besuquean el cuello y me hacen reír. Los cuatro comenzamos a hablar e inconscientemente recuerdo lo que vi la noche anterior en el parking. ¡Miguel y la jefa! Vaya polvazo más morboso que se marcaron ante mi cara. ¡Vaya con mi compañero, es un portento el chico!
—¿Qué te pasa? Te noto distraída —pregunta Miguel.
Eso me reactiva. Lo miro y le respondo, intentando olvidar las imágenes que por mi mente pululan:
—Estoy en Babia, lo sé. Mi gato cada día está más apagadito y…
—Qué pena, el Currito —murmura Paco y Raúl me hace un gesto comprensivo.
—Vaya, lo siento, preciosa —responde Miguel, mientras me coge la mano.
Durante un rato hablamos de mi gato y eso me pone aún más triste. Adoro a Curro e, inevitablemente, cada día que pasa, cada hora, cada minuto, su vida se acorta un poco más. Es algo que aprendí a asumir desde que el veterinario me lo dijo, pero aun así me cuesta. Me cuesta mucho.
De pronto, mi jefa llega, rodeada por varios hombres, como siempre. ¡Es una comehombres! Miguel la mira y sonríe. Yo me callo. Mi jefa es una mujer muy atractiva. Vamos, una cincuentona potente, una morena de rompe y rasga, soltera pero no entera, y a la que se le han atribuido varios líos en la empresa. Se cuida como nadie y no falta ni un solo día al gimnasio. O sea, que le gusta… gustar.
—____ —me interrumpe Miguel—. ¿Te queda mucho?
Vuelvo en mí y dejo de mirar a mi jefa para mirar mi desayuno. Doy un trago al
café y contesto:
—¡Acabado!
Los cuatro nos levantamos y salimos de la cafetería. Debemos comenzar a trabajar.
Una hora después, tras hacer las fotocopias pertinentes y acabar el recurso, me dirijo al despacho de mi jefa. Llamo con los nudillos y entro.
—Aquí tiene el contrato finalizado para la delegación de Albacete.
—Gracias —responde escuetamente mientras lo ojea.
Como de costumbre, me quedo parada ante ella a la espera de sus órdenes. El pelo de mi jefa me encanta, tan ondulado, tan cuidado. Nada que ver con mi pelo moreno y liso que suelo recoger en un moño sobre mi cabeza. Suena el teléfono y antes de que me mire lo cojo.
—Despacho de la señora Mónica Sánchez. Le atiende su secretaria, la señorita Flores, ¿en qué puedo ayudarlo?
—Buenos días, señorita Flores —responde una voz profunda de hombre con cierto tonillo guiri—. Soy Niall Horan. Querría hablar con su jefa.
Al reconocer aquel nombre, reacciono rápidamente.
—Un momento, señor Horan.
Mi jefa, al escuchar aquel apellido, suelta los papeles que hasta ese momento sujetaba y, tras arrancarme literalmente el teléfono de las manos, dice con una encantadora sonrisa en los labios:
—Niall… ¡qué alegría saber de ti! —Tras un pequeño silencio, continúa—: Por supuesto, por supuesto. ¡Ah! Pero ¿ya has llegado a Madrid?… —Entonces suelta una risotada más falsa que un euro con la cara de Popeye y susurra—: Por supuesto, Niall. A las dos te espero en recepción para comer.
Y tras decir esto, cuelga y me mira.
—Pídeme cita para la peluquería para dentro de media hora. Después, reserva para dos en el restaurante de Gemma.
Dicho y hecho. Cinco minutos más tarde sale de la oficina escopeteada y regresa hora y media después con su pelo más lustroso y bonito y con el maquillaje retocado. A las dos menos cuarto veo que Miguel toca con los nudillos en su puerta y entra. ¡Vaya tela! No quiero ni pensar lo que estarán haciendo. Pasados cinco minutos oigo risotadas. A las dos menos cinco, la puerta se abre, salen los dos y mi jefa se me acerca.
—___, ya te puedes ir a comer. Y recuerda: estaré con el señor Horan. Si a las cinco no he vuelto y necesitas cualquier cosa, llámame al móvil.
Cuando la bruja mala y Miguel se van respiro por fin aliviada. Me suelto el pelo y me quito las gafas. Después recojo mis cosas y me dirijo hacia el ascensor. Mi oficina está en la planta diecisiete y el ascensor se para en varias plantas para ir recogiendo a otros trabajadores, así que siempre suele tardar en llegar a la planta baja. De pronto, entre la planta seis y la cinco, el ascensor da un trompicón y se detiene del todo. Saltan las luces de emergencia y Manuela, la de paquetería, se pone a chillar.
—¡Ay, virgencita! ¿Qué ocurre?
—Tranquila —respondo—. Se habrá ido la luz y seguro que pronto vuelve.
—¿Y cuánto va a tardar?
—Pues no lo sé, Manuela. Pero si te pones nerviosa, vas a pasar un ratito malo y se te hará eterno. Así que respira y verás cómo la luz vuelve en un pispás.
Pero veinte minutos después, la luz sigue brillando por su ausencia y Manuela, junto a varias chicas de contabilidad, entra en pánico. Percibo que tengo que hacer algo.
moniilove1D&JB
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
vamooos siguelaaa
PASATE POR MIS NOVELAS!
Enamorada de un Hombre Mayor MEGAHOT!!! (Zayn Malik & Tu)
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Rousalie Longoria
Re: Pideme lo que quieras. (Niall Horan y tu) Erótica
Creo que ya no la seguirás, ¿o si? :3
Alejandra de Styles
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