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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Winter Love. |NC|
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Re: Winter Love. |NC|
¡Hola! nueva y fiel lectora, estuvo increíble el prologo. Lo ame sin duda alguna.
Invitado
Invitado
Re: Winter Love. |NC|
¡MACKS! ¿Por que escribes tan perfecto? Dios mio, tu escritura es realmente buena, perfecta, increible. Ah, que penita me dio de la señora, espero con ansias al primer capitulo.
Invitado
Invitado
Re: Winter Love. |NC|
Oh, Mack, me encanto el prologó. En serio, fue muy bonito todo. Pobre la señora Myrtle :c pero es tan bonito todas esas historias de ancianos :c but, me encanto totalmente. Aburrite de escribir tan perfecto :c besitos, mack. ¡Espero el capítulo!
Invitado
Invitado
Re: Winter Love. |NC|
¡Morí con el prólogo! De verdad morí x.x la señora Myrtle es tan... hdkajhda<3 me dio penita :c pero bue... hdjhak morí con la parte de google xd Síguela luego c: escribes hermosamente hermoso<3
Invitado
Invitado
Re: Winter Love. |NC|
dflsifsd, Mi Ele o ele girl. <33333333 Escribís tan perfecto, es un orgullooooooo. adslfihdsfs, áh.
Dios, si hubiera sido la muhér hubiera preferido quedarme en mi casa aká mansión y deja que la gente se muriera del frío. :meh: áh¿qué?
Es que, es tan viejita y seguro se va a morir de un ataque cuando todas las hormonas habiten la casa. sdfjhdsfds, muero.
Y no sé, amé el Prólogo bc sí, está perfecto y lo escribiste tú. So, sdpfihdsfsd, wanderfúl. |?| áh.
Me emocioné, deben de haber muchas tramas, wn.
aslkdfjdfds, so, quiero capítulo. :c
Dios, si hubiera sido la muhér hubiera preferido quedarme en mi casa aká mansión y deja que la gente se muriera del frío. :meh: áh¿qué?
Es que, es tan viejita y seguro se va a morir de un ataque cuando todas las hormonas habiten la casa. sdfjhdsfds, muero.
Y no sé, amé el Prólogo bc sí, está perfecto y lo escribiste tú. So, sdpfihdsfsd, wanderfúl. |?| áh.
Me emocioné, deben de haber muchas tramas, wn.
aslkdfjdfds, so, quiero capítulo. :c
PARACETAMOL
Re: Winter Love. |NC|
akljdlasjdajkl, perdóname por no pasarme Haynes. :(
El prólogo esta espectacular. Increíble. Tierno. Hermoso. ¡¡Awwww!! ¡Necesito capítulo urgente!
Había publicado antes, pero estaba en la casa de una amiga y sin querer lo publiqué con su cuenta, ¡y ni cuenta me dí!
De nuevo mil disculpas.
El prólogo esta espectacular. Increíble. Tierno. Hermoso. ¡¡Awwww!! ¡Necesito capítulo urgente!
Había publicado antes, pero estaba en la casa de una amiga y sin querer lo publiqué con su cuenta, ¡y ni cuenta me dí!
De nuevo mil disculpas.
Vicky.
Re: Winter Love. |NC|
jlkgjsdlkg mañana subiría el capítulo, me habían cortado el internet y... eso po:c hgsjk
sugar.
01.
Harry Styles | Brooke Mitchell.
— ¿Dónde demonios queda Lacock?—Interrogó Brooke para sí misma—. Jules, ¿dónde está Lacock?
Su gato, Jules, obviamente no daría una respuesta válida al respecto, aunque aquél perezoso “meow” que soltó el animal, Brooke interpretó que éste quería decir: “Soy un gato, estúpida. Sólo sé donde está mi maldita caja de arena”.
Lacock... El nombre era prácticamente desconocido, jamás había oído de él. Sólo sabía que en ese pueblo estaba el único lugar disponible para hospedarse, y que pertenecía a una mujer llamada Myrtle.
De todas maneras, aunque el nombre de la ciudad fuera totalmente desconocido para la joven, ésta no dudó en empacar sus maletas—no sólo con ropa, también metió allí sus libros y películas que irradiaban romance—, luego tomar a Jules, y correr hacia el aeropuerto con gran dificultad. La nieve se detenía cada tres horas, pero aún así había una manta espesa de hielo, que atrapaba los pies de las personas.
Cuando finalmente llegó al aeropuerto, grande fue el alivio que sintió cuando una mujer que trabaja allí le comentó que Lacock estaba a una hora de Essex. Y la nieve volvería a detenerse en unas tres horas más, y le quedaría el tiempo suficiente para poder llegar.
Esperó sentada hasta que al fin los copos de nieve dejaron de caer; tenía su pasaporte listo, sus boletos listos, sólo quedaba partir. Jules se veía perezoso. Siempre se veía así de todas maneras.
El avión hacia Lacock era pequeño, puesto que no había muchas personas en él. Sólo era una hora, además. Al menos, Brooke había salvado su vida y la de su gato. No había nada de qué preocuparse. Nada. ¿Qué podría salir mal?
Harry miró su taza de café por un minuto, un exasperante minuto, y sin importarle cuan caliente podría estar el líquido, no dudó en tomar un gran sorbo. Miró a su alrededor con pereza, no conocía a nadie en aquélla cafetería. Cuando por fin había conocido a una chica que realmente le gustaba, el invierno arruinó su juego. Lacock…Lacock… ¿Qué demonios hacía en Lacock cuando podía estar conquistando a aquélla chica en Cheshire? Se preguntaba el rizado incesablemente, pero sabía la respuesta más que nadie: Salvándose del invierno. Simple y sencillo.
La puerta de la cafetería emitió un cascabeleo, al mismo tiempo que una chica con su nariz evidentemente colorada entraba al lugar. Esta se acercó al mesón de atención, ordenó su café y luego se dirigió a una mesa desocupada para degustar de su café tranquilamente. Esta llevaba una bufanda amarrada a su cuello, que llevaba un nombre grabada en sí, esta decía: Brooke.
Brooke se despreocupó totalmente de su café. La casa de la señora Myrtle era prácticamente una gran mansión, con muchas habitaciones. Y la mujer, que parecía de unos setenta años, era notablemente adorable…e insegura. Puesto que cuando Brooke preguntó cuánto era el precio por el hospedaje, la señora soltó un simple: “Eh… ¿20 dólares por todo el invierno?”. Sin embargo, la joven había sido más considerada y le entregó 100 dólares. Myrtle había reclamado mucho al respecto, pero luego vio a Jules y dejó de lado sus reclamos. La anciana había aceptado quedarse con el perezoso gato mientras que Brooke iba por un café. Eso era lindo.
La mirada azul de la muchacha seguía fijamente la pequeña cucharita, mientras la movía de un lado a otro. Era una estúpida desconcentración, para ser sinceros, pero tenía su mente en blanco en esos instantes. Bueno, hasta que levantó la vista y notó que un chico rizado la miraba con el ceño levemente fruncido, y con una confundida sonrisa plantada en su rostro. Brooke soltó la cuchara rápidamente y se mordió la boca; realmente era vergonzoso. Sin embargo, el muchacho que la observaba soltó una carcajada y negó con la cabeza, para mover sus labios con un notable: “Loca.”
Brooke, por su parte, frunció el ceño, indignada, y espetó con un movimiento de labios, el más sincero: “Jódete”.
—Hey—Esta vez, el rizado que estaba a unos cuantos puestos más allá, ahora estaba sentado frente a ella, con una sonrisa burlesca pero amistosa.
—Jódete—Espetó Brooke, revolviendo su café velozmente.
—Qué agradable eres, Snow—Mencionó el joven con tono divertido. Brooke lo miró estupefacta, ¿Snow? ¿De donde sacó eso?
—Soy Brooke, ¿de acuerdo? Vuelves a llamarme “Snow”, y juro que no me importará lanzarte este café encima.
—Cómo sea, me gusta “Snow”. Así se queda—El rizado se encogió de hombros y sonrió otra vez—. Yo soy Harry.
—Cómo digas, Cheshire Cat—Rió Brooke al mismo tiempo que rodaba sus ojos—. ¿Quieres amigos, o qué?
—No conozco a nadie aquí—Admitió Harry, torciendo su boca—. ¿Y sabes? Efectivamente, soy de Cheshire, y amo los gatos. “Cheshire Cat” es perfecto. Nos llevaremos bien, Snow—Concluyó el chico, mostrando una sonrisa más amplia.
Brooke se fijó en los hoyuelos que se formaban en las mejillas de Harry, cada vez que éste sonreía. Tenía una voz lenta y áspera, y unos ojos prácticamente increíbles. Pero ni que él fuera el príncipe de Inglaterra como para derretirse por él.
—Sueña con eso—Dijo ella, poniéndose de pié y alejándose.
— ¿Por qué? ¿Acaso huelo mal?—Harry se colocó de pié también y la siguió hasta la entrada.
—No—Respondió ella con un tono de voz confundido y asombrado.
— ¿Entonces huelo bien?
— ¿Qué planeas, Cheshire Cat?—La ojiazul lo miró por un segundo, pero el rizado se encogió de hombros, mordiendo su labio inferior para evitar sonreír, cosa que no le resultaba muy bien—. Mira, son casi las nueve de la noche, quiero irme a dormir. ¿Claro? Fue un placer conocerte…bueno, no lo fue. Pero adiós.
Brooke salió de la cafetería evitando soltar una carcajada, al menos ella sí podía evitarlo. Pero Harry no parecía darse por vencido. Y tampoco parecía importarle que hubiera gente presente, ni que ligeros copos de nieve cayeran, puesto que aferró su mano a un delgado poste de luz y comenzó a girar.
— ¿Y si bailo para ti?—Preguntó él mientras seguía girando alrededor del farol. Brooke mantenía su risa encerrada en sí misma; aunque no podía calcular si aquélla era una risa normal, o una risa nerviosa. Finalmente ella dejó de caminar, y plantó su mirada en el rizado.
— ¿Qué es lo que quieres, Harry?—Preguntó ella con una sonrisa diminuta, y con una voz completamente amable.
—Ah—Siseó el rizado, soltando al fin el farol—. Bueno, quiero tu número de teléfono.
— ¿Mi número? ¿Por qué?
—Porque en mi mundo la gente pide los números de otras personas, supongo—El muchacho levantó sus manos exasperado, como si su respuesta fuera más que obvia.
—Ah, claro—Brooke volvió a sonreír y comenzó a caminar otra vez. Harry volvió a caminar detrás de ella con una expresión estupefacta.
— ¿No me darás tu número?
—No.
— ¿Por qué?
—Ya deja de seguirme, Harry.
—Como quieras, Snow. No te seguiré más.
La muchacha suspiró y comenzó a caminar con tranquilidad, aunque lo cierto era, que esperaba que Harry hubiera insistido un poco más. Es decir… no era muy común que un chico le pidiera el número de teléfono después de actuar como una verdadera perra.
Ese fue su pensamiento hasta que sintió los pasos en la nieve, Brooke se volteó y vio a Harry otra vez.
—Te dije que dejaras de seguirme.
—No te estoy siguiendo.
—Sí, lo estás haciendo—Refunfuñó Snow, al fin divisando la casa de la señora Myrtle. La mujer estaba afuera, acariciando a Jules. Brooke miró por última vez a Harry, de una manera profundamente amenazadora—. Deja de seguirme.
—Buenas noches, señora Myrtle—Sonrió el rizado hacia la anciana, quien le devolvió una sonrisa cálida.
—Buenas noches, Harry. Buenas noches, Brooke—Dijo la anciana con una voz completamente adorable. Brooke, por otro lado, miró al rizado y luego a la señora Myrtle. ¿De qué se había perdido?
— ¿Se conocen?—Indagó la chica, con la boca ligeramente abierta.
—Hospedo aquí—Harry sacó un par de llaves de su bolsillo y las hizo girar en su dedo índice. Y luego, para variar, mostró una sonrisa nueva.
Mientras Brooke parecía a punto de ser tragada por la nieve de la vergüenza que sintió, las luces dentro de la casa de la señora Myrtle se desvanecieron de la nada.
—Oh, se cortó la luz—Dijo la mujer desinteresadamente—. Iré al sótano, sólo necesito mover una palanca y ya está.
—No se preocupe, señora Myrtle. Yo voy—Se ofreció inesperadamente Brooke, caminando dentro de la casa.
—No, yo voy—Habló Harry. Ok, eso pudo haber sido considerado, y a la vez, un tanto infantil.
—Vayan juntos—Sonrió la anciana—. Tengo aquí una caja de fósforos, para que iluminen el camino. Sólo quedan dos, aprovéchenlos—Harry y Brooke intercambiaron una mirada de reproche y caminaron dentro de la casa, con el primer fosforo encendido.
Finalmente, la puerta al final del pasillo resultó ser el sótano. Harry abrió la puerta y dejó que Brooke pasara primero, no sin antes mostrar una mueca presumida.
Bajaron las eternas escaleras, y entonces, el primer fosforo se apagó. El rizado, de inmediato, encendió el último.
— ¿Ves alguna palanca?—Inquirió la muchacha, al mismo tiempo que sus dientes emitían un sonido irritante debido al frío que abundaba en el sótano.
—No, realmente—Respondió el rizado con voz insegura—. ¿Tienes frío, Snow?
—Algo así—Respondió mirando hacia el lado, pero sin encontrar al muchacho—. ¿Harry?—Llamó caminando hacia atrás, pero esta vez chocando con un cuerpo. Luego de eso, todo el sótano quedó en plena oscuridad.
—Genial, Brooke. Conseguiste que quedáramos a oscuras—Refunfuñó Harry.
—Qué exagerado. Podemos resolverlo.
Brooke caminaba en círculos, tocaba las paredes, y todo por estar en una incesable busca de la palanca. Harry hacía el mismo procedimiento, y más de una vez chocaban sus espaldas.
—Snow, estás tocando mi trasero. Detente, es incómodo—Dijo él con tono divertido.
—Oh, lo siento. No lo noté—Por otro lado, las mejillas de Brooke se encendieron en un intenso rojo.
—Mejor salgamos de aquí—Propuso Harry—. Espera…
— ¿Qué pasa?
—La puerta…está cerrada.
—Oh, no.
—Oh, sí.
—Cierra la boca.
—Bueno.
— ¿Qué haremos ahora?
—Esperar a que la señora Myrtle o alguien nos salve.
—Eso tardará años.
—Como sea. Tómalo con calma. ¿Sigues con frío?
—Creo que ya no siento los dedos de mis manos—Comentó Brooke, levantando ambas manos…después de todo, ni siquiera podía verlas.
—Uhm…esto servirá—Masculló Harry buscando las manos de la muchacha entre la extensa oscuridad. Cuando finalmente las encontró, comenzó a acariciarlas de tal manera que el calor traspasaba la piel de la chica. Cheshire Cat no era tan malo después de todo… —. ¿Mejor?
—Mucho mejor.
Y mientras Harry y Brooke esperaban, aún con sus manos juntas, que la anciana pudiera abrir la puerta del sótano…La señora Myrtle disfrutaba de una siesta cerca a la chimenea, junto con el gato Jules.
Su gato, Jules, obviamente no daría una respuesta válida al respecto, aunque aquél perezoso “meow” que soltó el animal, Brooke interpretó que éste quería decir: “Soy un gato, estúpida. Sólo sé donde está mi maldita caja de arena”.
Lacock... El nombre era prácticamente desconocido, jamás había oído de él. Sólo sabía que en ese pueblo estaba el único lugar disponible para hospedarse, y que pertenecía a una mujer llamada Myrtle.
De todas maneras, aunque el nombre de la ciudad fuera totalmente desconocido para la joven, ésta no dudó en empacar sus maletas—no sólo con ropa, también metió allí sus libros y películas que irradiaban romance—, luego tomar a Jules, y correr hacia el aeropuerto con gran dificultad. La nieve se detenía cada tres horas, pero aún así había una manta espesa de hielo, que atrapaba los pies de las personas.
Cuando finalmente llegó al aeropuerto, grande fue el alivio que sintió cuando una mujer que trabaja allí le comentó que Lacock estaba a una hora de Essex. Y la nieve volvería a detenerse en unas tres horas más, y le quedaría el tiempo suficiente para poder llegar.
Esperó sentada hasta que al fin los copos de nieve dejaron de caer; tenía su pasaporte listo, sus boletos listos, sólo quedaba partir. Jules se veía perezoso. Siempre se veía así de todas maneras.
El avión hacia Lacock era pequeño, puesto que no había muchas personas en él. Sólo era una hora, además. Al menos, Brooke había salvado su vida y la de su gato. No había nada de qué preocuparse. Nada. ¿Qué podría salir mal?
Harry miró su taza de café por un minuto, un exasperante minuto, y sin importarle cuan caliente podría estar el líquido, no dudó en tomar un gran sorbo. Miró a su alrededor con pereza, no conocía a nadie en aquélla cafetería. Cuando por fin había conocido a una chica que realmente le gustaba, el invierno arruinó su juego. Lacock…Lacock… ¿Qué demonios hacía en Lacock cuando podía estar conquistando a aquélla chica en Cheshire? Se preguntaba el rizado incesablemente, pero sabía la respuesta más que nadie: Salvándose del invierno. Simple y sencillo.
La puerta de la cafetería emitió un cascabeleo, al mismo tiempo que una chica con su nariz evidentemente colorada entraba al lugar. Esta se acercó al mesón de atención, ordenó su café y luego se dirigió a una mesa desocupada para degustar de su café tranquilamente. Esta llevaba una bufanda amarrada a su cuello, que llevaba un nombre grabada en sí, esta decía: Brooke.
Brooke se despreocupó totalmente de su café. La casa de la señora Myrtle era prácticamente una gran mansión, con muchas habitaciones. Y la mujer, que parecía de unos setenta años, era notablemente adorable…e insegura. Puesto que cuando Brooke preguntó cuánto era el precio por el hospedaje, la señora soltó un simple: “Eh… ¿20 dólares por todo el invierno?”. Sin embargo, la joven había sido más considerada y le entregó 100 dólares. Myrtle había reclamado mucho al respecto, pero luego vio a Jules y dejó de lado sus reclamos. La anciana había aceptado quedarse con el perezoso gato mientras que Brooke iba por un café. Eso era lindo.
La mirada azul de la muchacha seguía fijamente la pequeña cucharita, mientras la movía de un lado a otro. Era una estúpida desconcentración, para ser sinceros, pero tenía su mente en blanco en esos instantes. Bueno, hasta que levantó la vista y notó que un chico rizado la miraba con el ceño levemente fruncido, y con una confundida sonrisa plantada en su rostro. Brooke soltó la cuchara rápidamente y se mordió la boca; realmente era vergonzoso. Sin embargo, el muchacho que la observaba soltó una carcajada y negó con la cabeza, para mover sus labios con un notable: “Loca.”
Brooke, por su parte, frunció el ceño, indignada, y espetó con un movimiento de labios, el más sincero: “Jódete”.
—Hey—Esta vez, el rizado que estaba a unos cuantos puestos más allá, ahora estaba sentado frente a ella, con una sonrisa burlesca pero amistosa.
—Jódete—Espetó Brooke, revolviendo su café velozmente.
—Qué agradable eres, Snow—Mencionó el joven con tono divertido. Brooke lo miró estupefacta, ¿Snow? ¿De donde sacó eso?
—Soy Brooke, ¿de acuerdo? Vuelves a llamarme “Snow”, y juro que no me importará lanzarte este café encima.
—Cómo sea, me gusta “Snow”. Así se queda—El rizado se encogió de hombros y sonrió otra vez—. Yo soy Harry.
—Cómo digas, Cheshire Cat—Rió Brooke al mismo tiempo que rodaba sus ojos—. ¿Quieres amigos, o qué?
—No conozco a nadie aquí—Admitió Harry, torciendo su boca—. ¿Y sabes? Efectivamente, soy de Cheshire, y amo los gatos. “Cheshire Cat” es perfecto. Nos llevaremos bien, Snow—Concluyó el chico, mostrando una sonrisa más amplia.
Brooke se fijó en los hoyuelos que se formaban en las mejillas de Harry, cada vez que éste sonreía. Tenía una voz lenta y áspera, y unos ojos prácticamente increíbles. Pero ni que él fuera el príncipe de Inglaterra como para derretirse por él.
—Sueña con eso—Dijo ella, poniéndose de pié y alejándose.
— ¿Por qué? ¿Acaso huelo mal?—Harry se colocó de pié también y la siguió hasta la entrada.
—No—Respondió ella con un tono de voz confundido y asombrado.
— ¿Entonces huelo bien?
— ¿Qué planeas, Cheshire Cat?—La ojiazul lo miró por un segundo, pero el rizado se encogió de hombros, mordiendo su labio inferior para evitar sonreír, cosa que no le resultaba muy bien—. Mira, son casi las nueve de la noche, quiero irme a dormir. ¿Claro? Fue un placer conocerte…bueno, no lo fue. Pero adiós.
Brooke salió de la cafetería evitando soltar una carcajada, al menos ella sí podía evitarlo. Pero Harry no parecía darse por vencido. Y tampoco parecía importarle que hubiera gente presente, ni que ligeros copos de nieve cayeran, puesto que aferró su mano a un delgado poste de luz y comenzó a girar.
— ¿Y si bailo para ti?—Preguntó él mientras seguía girando alrededor del farol. Brooke mantenía su risa encerrada en sí misma; aunque no podía calcular si aquélla era una risa normal, o una risa nerviosa. Finalmente ella dejó de caminar, y plantó su mirada en el rizado.
— ¿Qué es lo que quieres, Harry?—Preguntó ella con una sonrisa diminuta, y con una voz completamente amable.
—Ah—Siseó el rizado, soltando al fin el farol—. Bueno, quiero tu número de teléfono.
— ¿Mi número? ¿Por qué?
—Porque en mi mundo la gente pide los números de otras personas, supongo—El muchacho levantó sus manos exasperado, como si su respuesta fuera más que obvia.
—Ah, claro—Brooke volvió a sonreír y comenzó a caminar otra vez. Harry volvió a caminar detrás de ella con una expresión estupefacta.
— ¿No me darás tu número?
—No.
— ¿Por qué?
—Ya deja de seguirme, Harry.
—Como quieras, Snow. No te seguiré más.
La muchacha suspiró y comenzó a caminar con tranquilidad, aunque lo cierto era, que esperaba que Harry hubiera insistido un poco más. Es decir… no era muy común que un chico le pidiera el número de teléfono después de actuar como una verdadera perra.
Ese fue su pensamiento hasta que sintió los pasos en la nieve, Brooke se volteó y vio a Harry otra vez.
—Te dije que dejaras de seguirme.
—No te estoy siguiendo.
—Sí, lo estás haciendo—Refunfuñó Snow, al fin divisando la casa de la señora Myrtle. La mujer estaba afuera, acariciando a Jules. Brooke miró por última vez a Harry, de una manera profundamente amenazadora—. Deja de seguirme.
—Buenas noches, señora Myrtle—Sonrió el rizado hacia la anciana, quien le devolvió una sonrisa cálida.
—Buenas noches, Harry. Buenas noches, Brooke—Dijo la anciana con una voz completamente adorable. Brooke, por otro lado, miró al rizado y luego a la señora Myrtle. ¿De qué se había perdido?
— ¿Se conocen?—Indagó la chica, con la boca ligeramente abierta.
—Hospedo aquí—Harry sacó un par de llaves de su bolsillo y las hizo girar en su dedo índice. Y luego, para variar, mostró una sonrisa nueva.
Mientras Brooke parecía a punto de ser tragada por la nieve de la vergüenza que sintió, las luces dentro de la casa de la señora Myrtle se desvanecieron de la nada.
—Oh, se cortó la luz—Dijo la mujer desinteresadamente—. Iré al sótano, sólo necesito mover una palanca y ya está.
—No se preocupe, señora Myrtle. Yo voy—Se ofreció inesperadamente Brooke, caminando dentro de la casa.
—No, yo voy—Habló Harry. Ok, eso pudo haber sido considerado, y a la vez, un tanto infantil.
—Vayan juntos—Sonrió la anciana—. Tengo aquí una caja de fósforos, para que iluminen el camino. Sólo quedan dos, aprovéchenlos—Harry y Brooke intercambiaron una mirada de reproche y caminaron dentro de la casa, con el primer fosforo encendido.
Finalmente, la puerta al final del pasillo resultó ser el sótano. Harry abrió la puerta y dejó que Brooke pasara primero, no sin antes mostrar una mueca presumida.
Bajaron las eternas escaleras, y entonces, el primer fosforo se apagó. El rizado, de inmediato, encendió el último.
— ¿Ves alguna palanca?—Inquirió la muchacha, al mismo tiempo que sus dientes emitían un sonido irritante debido al frío que abundaba en el sótano.
—No, realmente—Respondió el rizado con voz insegura—. ¿Tienes frío, Snow?
—Algo así—Respondió mirando hacia el lado, pero sin encontrar al muchacho—. ¿Harry?—Llamó caminando hacia atrás, pero esta vez chocando con un cuerpo. Luego de eso, todo el sótano quedó en plena oscuridad.
—Genial, Brooke. Conseguiste que quedáramos a oscuras—Refunfuñó Harry.
—Qué exagerado. Podemos resolverlo.
Brooke caminaba en círculos, tocaba las paredes, y todo por estar en una incesable busca de la palanca. Harry hacía el mismo procedimiento, y más de una vez chocaban sus espaldas.
—Snow, estás tocando mi trasero. Detente, es incómodo—Dijo él con tono divertido.
—Oh, lo siento. No lo noté—Por otro lado, las mejillas de Brooke se encendieron en un intenso rojo.
—Mejor salgamos de aquí—Propuso Harry—. Espera…
— ¿Qué pasa?
—La puerta…está cerrada.
—Oh, no.
—Oh, sí.
—Cierra la boca.
—Bueno.
— ¿Qué haremos ahora?
—Esperar a que la señora Myrtle o alguien nos salve.
—Eso tardará años.
—Como sea. Tómalo con calma. ¿Sigues con frío?
—Creo que ya no siento los dedos de mis manos—Comentó Brooke, levantando ambas manos…después de todo, ni siquiera podía verlas.
—Uhm…esto servirá—Masculló Harry buscando las manos de la muchacha entre la extensa oscuridad. Cuando finalmente las encontró, comenzó a acariciarlas de tal manera que el calor traspasaba la piel de la chica. Cheshire Cat no era tan malo después de todo… —. ¿Mejor?
—Mucho mejor.
Y mientras Harry y Brooke esperaban, aún con sus manos juntas, que la anciana pudiera abrir la puerta del sótano…La señora Myrtle disfrutaba de una siesta cerca a la chimenea, junto con el gato Jules.
- yooouh.:
- hfdkj, ya, esperaba escribir algo mejor xDDD Que alguien rescate a Harreh y a Bruk de ese lugar :juay:entonces, ghdkjs Sigue Holiscrayolis (? {amo su usser. xd}
sugar.
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