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Like a Host! | N.C
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Re: Like a Host! | N.C
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, no lo sé! ¿quieres subir primero tú, preciosa?
bigtimerush.
Re: Like a Host! | N.C
Pero si tu lo tienes listo prefiero que lo subas tu c:worldwide with you♡ escribió:aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, no lo sé! ¿quieres subir primero tú, preciosa?
.Future.
Re: Like a Host! | N.C
Tal vez las acciones mal analizadas justifican los errores más estúpidos.
Capitulo 004.
Justin Bieber||Luciana Pena.
Las maletas que traía en mis temblorosas manos se resbalaron con suma facilidad al mis ojos captar el rostro nervioso que destilaba emoción en cada una de sus facciones, la chica por la que había soñado encontrarme desde hacía ya mucho tiempo. Reprimí las lágrimas que amenazaban por estallar su lucha emotiva en mis ojos, al mismo tiempo que corría a su encuentro y con mis frágiles y pequeños brazos entorné sus hombros con la misma fuerza de las ansias, aspirando por primera vez en mi vida el peculiar olor a fresas y canela que irradiaba la castaña.
Ella me devolvió el abrazo y no pude evitar dar saltitos por la conmoción por la que estaba pasando y en suspiro por el rápido confort, me eché para atrás para poder apreciar con más claridad el rostro de Melissa, mi mejor amiga.
—¡Por el creador de los caramelos! ¡Estás guapísima! —exclamé abriendo la boca en una mueca de sorpresa, una grata sorpresa.
Un leve sonrojo pobló las mejillas de Melissa en cuestión de segundos.
—Lucy, tus ojos son muy hermosos y, ¡qué decir de tu encanto! —dijo de la misma forma, a lo que yo me elevé de hombros, creída de mi belleza.
—Señorita Modestia, debería ir a buscar sus maletas antes de que un cuatrero se aproveche de su torpeza —apuntó con la mandíbula empleando ese tono tosco propio de los vaqueros.
Alcé una ceja en respuesta y luego de unos segundos de contener una risita, corrí a buscar mi equipaje; el que no era mucho, sólo dos maletas que contenían la suficiente ropa que necesitaría y un mini bolso de cuero rosa pastel que se adhería a mi pecho, guardando cosas vitales de suma importancia, por ejemplo: mi teléfono.
—Creo que… tenemos que ir a la asamblea de estudiantes —rodó los ojos, interpretando una molestia casi notoria.
—Sí, no queremos ganarnos un castigo el primer día —concordé sin más.
La idea de sacrificar un año escolar en esta prestigiosa universidad en vez de cualquiera pública te hace pensar: ¿Y qué demonios te encuentras haciendo? Es decir, la evidencia clara de lo que tú quieres no se vio reflejada en la decisión de tus padres, lo que provocaba cierto tipo de irritación en mí. ¿A caso todas las universidades no son iguales? ¿Qué tiene esta de especial? No hay nada gratis que yo sepa, más bien tienes que pagar por todo una fortuna o quizás un banco entero para la más mínima cosa que necesites y como yo soy de estatus promedio económico, y no tengo tanto dinero, amerité una beca; una beca de la cual me siento orgullosa, pero que estaba segura de que era el pasaje seguro a mi propia ruina. Había una cierta duda que me invadía de vez en vez y a veces consideraba la idea de escaparme de este lugar y de ser feliz de una vez por todas, pero lastimosamente no quiero recoger latas el resto de mi vida. Así que esta era mi única opción.
Pero ni yo misma podía disipar los desastres.
El italiano que pronuncié desgarró mi garganta. Sentí como un líquido de origen desconocido se esparcía por mi pecho, empapando todo mi abdomen y parte de mi falda floreada nueva. A la milésima de segundo de mirar con incredulidad y enojo la nueva pinta que me cargué, pude percibir que el líquido de mi ropa era café. ¡Algún idiota me había bañado con café!
—Accidenti, non c'è dubbio, il giorno più bello della mia vita.
Levanté la vista para descargar a aquella persona, pero mis ojos se toparon con el ser más fascinante que en mi vida había apreciado a una distancia tan considerable y majestuosa. Estaba segura de que este chico desconocido formaba parte del prototipo escolar del típico chico popular, por lo que mi mirada no decayó en ningún momento y por supuesto, mis ojos azules estaban encolerizados por el impasse.
—Non può essere. Mi sento bella, ¿vuoi aiuta a pulire? —su mirada esbozaba pena pero a la vez diversión.
Cuando me miro directo a los ojos, sentí que mi mundo carecía de importancia en aquel momento, más no dejé que mi debilitamiento hormonal femenino fuera evidente. Aunque debo admitir que habló muy bien el italiano, nunca había conocido a un inglés hablarlo de tal forma.
—Via dalla mia vista, per favore —protesté su cordialidad y seducción con una mueca de disgusto.
Pero él ignoró mi mala cortesía, y una sonrisa que provocaba que sus ojos brillaran de forma encantadora estremeció parte de mi cuerpo ahora mojado y completamente consciente de lo que este chico provocaba en mí.
—Tu sei italiano, in tempo utile. Un gusto, sono Justin Bieber —tendió su mano en mi dirección y yo desvié la vista ignorándolo olímpicamente.
Carcajeó y su melodía impregno de placer mis sentidos auditivos.
Hasta ahora una voz que permanecía silenciada se hizo presente en medio de lo que se suponía que era una conversación. Melissa, soltó una risita despreocupada y me miró de reojo al mismo tiempo que balbuceaba algo que no entendí.
—¿Y qué? ¿También hablas chino? —carcajeo con ganas—. Mi nombre es Melissa, un gusto.
—Por fin alguien cortés y amable. Soy Justin, Justin Bieber —estrecharon sus manos y yo rodé los ojos de ipso facto.
—Siento interrumpir su agradable tertulia, pero, Melissa, no esperan las chicas, ¿recuerdas? —espeté impaciente.
—¿Qué chicas? —inquirió Melissa levantado su vista e inspeccionándome con la mirada comprobando sus teorías.
Me mordí la lengua y apunté con la barbilla el bululú de chicas que se arremolinaban en el centro del campus principal.
—Oh, es el recorrido… —meditó un poco. Su cerebro sí que era lento—. Comprendo, ¿ustedes dos son becadas, no? —preguntó con una sonrisa que jugueteaba en sus mejillas.
Me limite a asentir una sola vez.
—No les quito más tiempo, vayan y diviértanse. Oye, lo siento de veras, no fue mi intención; te pediría tu número pero te negarías, agregando que no es conveniente —dijo aumentando mi nivel de confusión.
Sus labios impactaron contra mi mejilla en un acto sorpresivo pero tierno. Abrí los ojos desmesuradamente observando como sus hombros se levantaban y volvían a su posición normal mientras trotaba hacia quien sabe dónde.
—Vaya, es tu primer día y tienes al bombón más codiciado de la universidad a tus pies —interrumpió Melissa la charla interna que estaba a punto de debatir.
No me molesté en contestarle y ella se dedicó a platicarme sobre sus vacaciones de verano, desde luego, las dos manteníamos una conversación que detallaba la situación en que estábamos y también comentamos cosas triviales de la universidad.
¿’’No sería conveniente’’? ¿Se suponía que debía esperar algo más? Mi mente no dejaba de suponer erróneamente el sentido concreto de las palabras que me había dicho. No sabía que significaba y cuando me di cuenta de que le estaba dando largo al asunto sumándole importancia, dejé de pensar en ello.
Un hombre sin nombre a mi parecer y de apariencia realmente atractiva, nos dio la bienvenida, reconfortando nuestros miedos y angustias, al menos por mi parte. Algo de lo que estaba consciente era de su penetrante mirada sobre mí, y aunque no sabía la razón, me deje llevar y en realidad no le preste mucha atención; admito que era demasiado encantador y me robó un suspiro en cuanto lo miré.
—¿Más chicas? Dios, han entrado muchas becadas este año —suspiró aquel joven al echar un vistazo—. Soy el profesor James, bueno sigamos con el recorrido —dijo empezando a caminar nuevamente y señalando lugares—. Por ahí están los edificios de artística, más allá están las canchas de futbol, vóleibol y demás deportes. Los dormitorios, el patio central, y bueno, realmente es que eso es todo.
—¿Eso es todo? Apenas hemos camino media hora y solo fueron como cuatro lugares los que nos enseñó —se quejó una rubia, llamada Crystal, creo.
—Bueno, ustedes pueden seguir explorando, hagan amistades, yo necesito ver la planeación de mi materia. Cuídense chicas, nos vemos mañana —sonrió y se fue del lugar.
Aparentemente eso es lo que daba a entender, pero para mí su despedida significo mucho más, implicando un guiño de su ojo en mi dirección.
Fruncí el entrecejo y un codazo recibí por Melissa, al parecer ella también se había percatado de su disimulo.
—Sensacional —musité cerca de la mejor amiga continua a mí.
Escuché a lo lejos los diversos planes que hacían las chicas con emoción, mas no participe en lo absoluto. No se me daban bien las charlas con chicas extrañas y quisquillosas, era mi opinión por lo que nadie interfería. Prefería mantenerme al margen y considerar las ideas que ellas propusieran, después de todo, ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Melissa me entendía a la perfección y más, me conocía más que a su propia sangre y eso me daba ventajas, un ángel en medio de todo este purgatorio me había caído del cielo.
Todavía me parecía insólita la cantidad de becadas que ingresaron este año. ¡Sí que éramos muchas! Por lo que, por ende, teníamos más posibilidad de perdernos que un niño de seis años desorientado.
Según el director de la universidad, teníamos todo este día libre, mañana empezaríamos y me agradó dar una vuelta con estas desatornilladas chicas, algunas con carácter fuerte, otras muy torpes o quizás aturdidas en cambio, otras, raras y excluidas de grupo, en mi caso. Melissa se incluía en la conversación que estas mantenían, jugando a mi favor porque en todo ese tiempo de caminata improvisada por el campus me dio el tiempo suficiente de meditar un poco sobre este precipicio sin salida.
Un edificio muy elegante y sofisticado se apareció en frente de nuestros ojos, sacando una mueca de desesperación en los rostros de algunas chicas.
—Sabía que nos perderíamos —suspiró una de ellas con pesadez.
—No debimos haber hecho esto —habló otra con la tediosidad grabada en su voz.
—¡Hay que regresar! —espetó con voz demandante otra chica.
—¿Sabías de esto, Melissa? —pregunté en voz baja sobre el hombro de la castaña.
—Ni idea, Lucy —contestó algo nerviosa.
Compartieron miradas dudosas, pero al final una de ellas decidió poner su mano en el picaporte, abriéndola al instante tras soltar suspiros resignados.
El diseño que mantenía el salón en el que ya nos habíamos adentrado era impecable, moderno y muy hermoso al mismo tiempo. Me pregunté para que usaran este salón de conferencias; estaba consciente de que había club en la universidad, algo así como una hermandad o lo que sea, pero no sabía de cual tipo seria este.
Entonces bastó solo un segundo para que miles de objetos se accionaran volviéndose pedazos, razón por la cual lamentamos en susurros haber llegado hasta ese extremo. Me mordí el labio y supe que para salirnos de este mohín tendríamos que pagar un precio muy caro y desgraciadamente, tener más de quince mil millones de dólares no estaba dentro de mi humilde presupuesto.
—Lucy, tomate el café, nena.
De nuevo, mire el cappuccino que reposaba sobre mis manos y fruncí el entrecejo. Mi estómago pedía a retorcijones algún bocadillo, en cambio, en lo único que lograba pensar era en una causa razonable por la cual experimentaba lo que sucedía, ¿Por qué tenían que castigarnos con semejante ocurrencia? No tenía ganas de charlar con desconocidos todo un día con fin de satisfacer su bienvenida.
Trague en seco con fuerza cuando un recuerdo retumbo en mi cabeza, percibí una nota de sentir algo más para asesorarme de que todo fue real y que no estaba ilusionándome con tonterías.
—¿Te pasa algo, Lucy? —me había preguntado con recelo.
No sabía con claridad quién demonios le había dicho mi nombre, pero el a pronunciarlo se oía tan hermoso, muy especial que hacía que mí nuca se erizara.
—¿Mi preocupación es tan clara?
—En realidad eres como un libro abierto, Luciana —me miro a los ojos y su brillo me cautivo.
—Pues te juro que no era mi intención.
Por otro lado, su sonrisa no podía ocultar lo que sus ojos gritaban. La miel de ellos pareció haberse congelado en cuanto nuestro anfitrión, James, entro a la estancia del club para rebuscar entre los papeles de un gran estante, deduje que estaría buscando algo en particular. Ese brillo que tanto ansiaba ver desapareció de sus ojos, dejándome con la zozobra de una sonrisa falsa.
Confundida, ladee mi cabeza hacia mi encuentro con sus maravillosos ojos, pues mi vista se había redireccionado hacia James.
—Prometo llamarte después, bonita.
Cuando mi subconsciente sustituyo los vagos recuerdos por la realidad, me percaté de que mi taza de café yacía vacía en mis temblorosos y sudados dedos que la sostenían en apenas un debilitado agarre.
—Estoy bien —le susurre a Melissa al oír como interrogaba acerca de mi estado de ánimo.
Es que en verdad yo tampoco estaba del todo consciente, pues mi temperamento variaba debido al rumbo de mis pensamientos.
Tome mi teléfono de encima de la cama de mi habitación, arremangue mi sweater color rosa hasta los codos e introduje mis pies con calcetines en las botas de cuero.
—Cuídate, Lucy. Cuando vuelvas me contaras todo, ¿sí? —sus ojos parecían expuestos a la incertidumbre.
—Claro, solo voy por unos dulces y subo de nuevo —le sonreí y sus labios dibujaron un beso.
Le guiñe un ojo divertida y salí de la habitación ciento veintiuno que nos pertenecía, en teoría.
Caramelos. Mi dulce perdición. Casi salí corriendo del pasillo principal en un intento de despejar mis pensamientos sobre Justin. Aunque mi corazón se agitara debido a la rapidez con la que me desplazaba, no sirvió de nada lo que intente hacer. Su sonrisa, sus labios carnosos y sonrosados, la forma en como movía su cabello al viento, su look despreocupado y esa presencia que siempre lograba abrumarme.
Pronto, ya estuve sumida en la oscuridad del sótano, donde Marie, la encargada de abastecer las máquinas expendedoras, guardaba mi reserva de dulces de pistacho, maní y chocolate. Nadie más sabia acerca de esta conjugación secreta, pues era algo que solo hacía por mí; gracias a Dios la tenía. Prendí la luz del sótano y me llevo unos segundos buscar con los ojos entre tantas cosas, la pequeña caja rosa en la que se encontraba mi tesoro. De repente y sin previo aviso, mis oídos captaron un sonido de procedencia dudosa, ¿Es que alguien más sabía sobre esto? Me asusto un poco la idea de tener que compartir mis dulces con un extraño; e incluso la palabra “mi” cobro fuerza y recelo en mis pensamientos.
Apreté la mandíbula y mi busca por el intruso no cesó hasta que escuche que alguien o algo movían la envoltura de un dulce en un sonido apenas audible para el censor auditivo de una chica normal, y es por eso que significaba una diferencia debido a mi amor por los dulces.
Una melodía suave y lenta pobló de una emoción inmediata mi corazón. Mis pies parecían haber echado ramas en el suelo, lo que adhería una gran parte de mí a aquel lugar. Me sorprendió sobremanera la voz de ese ángel que susurraba las notas armoniosas, dando entender que salían de sus labios de manera segadora y sutil.
—I never thought that it be easy, cause we both so distance now, and the walls are closing in on us, and we’re wondering how. No one has a solid answer but just walking in the dark, and you can see the look on my face… —pareció haber cortado la sintonía del ritmo y estaba casi segura de que le faltaba por lo menos una frase para terminar el verso que ya había empezado.
Aunque hubiera frenado en seco su concentración, la canción siguió siendo igual de hermosa o al menos hasta que le afectó mi presencia. Sin darme cuenta del todo, ya mi castaña cabellera estaba asomada por detrás de un polvoriento muro que daba con el rincón más oscuro del sobrecogedor sótano y observaba con imprudencia la espalda de aquel chico que gemía en silencio. Solo me bastó otro gemido de dolor que desgarro mi estómago en un dos por tres, para ya saber quién era ese chico.
Lo sorprendente de todo este afortunado encuentro, fue que no era la primera vez que oía esa canción. Quizás estaba demente, pero eso ya no importaba ahora; en mis sueños, esa canción en específico había resonado desde un lugar lejano haciéndome delirar, pero trayéndome de nuevo a la realidad en cuanto entendía que aquel ser de la hermosa voz no existía y que mi príncipe, por lo tanto, era de mentiras. Un reflejo de mi hombre ideal sumido en mi subconsciente, aun cuando dormía.
Permanecí inmóvil en esa posición. El pulso de mi pecho martillo hasta lanzarme puntadas en los oídos; mis manos empezaban a sudar poco a poco y mi frente estaba perlada de sudor. Era el. Pero… no podía por nada que fuera sano, permitir que esa simple y ridícula señal me convenciera de algo obsoleto.
—It just tells me apart —finalice con voz monocorde y de una u otra manera, dulce.
No sabía por qué demonios había dicho eso, cuando fácilmente podía haber salido corriendo y olvidar los últimos cinco segundos. Sus ojos miel me inspeccionaron con atención y dulzura; aunque supe que lo que reflejaban sus ojos no podía significar lo que sentía en aquel momento. Los fuertes brazos de Justin se abrieron sin el percatarse de eso y cuando considere la estúpida de ir a abrazarle, darle mi apoyo, unas palabras de aliento y quizás una sonrisa, me di la media vuelta aturdida dispuesta a revelar mi teoría principal.
—No me dejes, Lucy, no tú también… Quédate —susurro haciéndome estremecer.
Su voz estaba dilatada por las lágrimas que ahora bañaban sus mejillas. Cerré los ojos con fuerza, y cedí ante su dolor emocional.
Ella me devolvió el abrazo y no pude evitar dar saltitos por la conmoción por la que estaba pasando y en suspiro por el rápido confort, me eché para atrás para poder apreciar con más claridad el rostro de Melissa, mi mejor amiga.
—¡Por el creador de los caramelos! ¡Estás guapísima! —exclamé abriendo la boca en una mueca de sorpresa, una grata sorpresa.
Un leve sonrojo pobló las mejillas de Melissa en cuestión de segundos.
—Lucy, tus ojos son muy hermosos y, ¡qué decir de tu encanto! —dijo de la misma forma, a lo que yo me elevé de hombros, creída de mi belleza.
—Señorita Modestia, debería ir a buscar sus maletas antes de que un cuatrero se aproveche de su torpeza —apuntó con la mandíbula empleando ese tono tosco propio de los vaqueros.
Alcé una ceja en respuesta y luego de unos segundos de contener una risita, corrí a buscar mi equipaje; el que no era mucho, sólo dos maletas que contenían la suficiente ropa que necesitaría y un mini bolso de cuero rosa pastel que se adhería a mi pecho, guardando cosas vitales de suma importancia, por ejemplo: mi teléfono.
—Creo que… tenemos que ir a la asamblea de estudiantes —rodó los ojos, interpretando una molestia casi notoria.
—Sí, no queremos ganarnos un castigo el primer día —concordé sin más.
La idea de sacrificar un año escolar en esta prestigiosa universidad en vez de cualquiera pública te hace pensar: ¿Y qué demonios te encuentras haciendo? Es decir, la evidencia clara de lo que tú quieres no se vio reflejada en la decisión de tus padres, lo que provocaba cierto tipo de irritación en mí. ¿A caso todas las universidades no son iguales? ¿Qué tiene esta de especial? No hay nada gratis que yo sepa, más bien tienes que pagar por todo una fortuna o quizás un banco entero para la más mínima cosa que necesites y como yo soy de estatus promedio económico, y no tengo tanto dinero, amerité una beca; una beca de la cual me siento orgullosa, pero que estaba segura de que era el pasaje seguro a mi propia ruina. Había una cierta duda que me invadía de vez en vez y a veces consideraba la idea de escaparme de este lugar y de ser feliz de una vez por todas, pero lastimosamente no quiero recoger latas el resto de mi vida. Así que esta era mi única opción.
Pero ni yo misma podía disipar los desastres.
El italiano que pronuncié desgarró mi garganta. Sentí como un líquido de origen desconocido se esparcía por mi pecho, empapando todo mi abdomen y parte de mi falda floreada nueva. A la milésima de segundo de mirar con incredulidad y enojo la nueva pinta que me cargué, pude percibir que el líquido de mi ropa era café. ¡Algún idiota me había bañado con café!
—Accidenti, non c'è dubbio, il giorno più bello della mia vita.
Levanté la vista para descargar a aquella persona, pero mis ojos se toparon con el ser más fascinante que en mi vida había apreciado a una distancia tan considerable y majestuosa. Estaba segura de que este chico desconocido formaba parte del prototipo escolar del típico chico popular, por lo que mi mirada no decayó en ningún momento y por supuesto, mis ojos azules estaban encolerizados por el impasse.
—Non può essere. Mi sento bella, ¿vuoi aiuta a pulire? —su mirada esbozaba pena pero a la vez diversión.
Cuando me miro directo a los ojos, sentí que mi mundo carecía de importancia en aquel momento, más no dejé que mi debilitamiento hormonal femenino fuera evidente. Aunque debo admitir que habló muy bien el italiano, nunca había conocido a un inglés hablarlo de tal forma.
—Via dalla mia vista, per favore —protesté su cordialidad y seducción con una mueca de disgusto.
Pero él ignoró mi mala cortesía, y una sonrisa que provocaba que sus ojos brillaran de forma encantadora estremeció parte de mi cuerpo ahora mojado y completamente consciente de lo que este chico provocaba en mí.
—Tu sei italiano, in tempo utile. Un gusto, sono Justin Bieber —tendió su mano en mi dirección y yo desvié la vista ignorándolo olímpicamente.
Carcajeó y su melodía impregno de placer mis sentidos auditivos.
Hasta ahora una voz que permanecía silenciada se hizo presente en medio de lo que se suponía que era una conversación. Melissa, soltó una risita despreocupada y me miró de reojo al mismo tiempo que balbuceaba algo que no entendí.
—¿Y qué? ¿También hablas chino? —carcajeo con ganas—. Mi nombre es Melissa, un gusto.
—Por fin alguien cortés y amable. Soy Justin, Justin Bieber —estrecharon sus manos y yo rodé los ojos de ipso facto.
—Siento interrumpir su agradable tertulia, pero, Melissa, no esperan las chicas, ¿recuerdas? —espeté impaciente.
—¿Qué chicas? —inquirió Melissa levantado su vista e inspeccionándome con la mirada comprobando sus teorías.
Me mordí la lengua y apunté con la barbilla el bululú de chicas que se arremolinaban en el centro del campus principal.
—Oh, es el recorrido… —meditó un poco. Su cerebro sí que era lento—. Comprendo, ¿ustedes dos son becadas, no? —preguntó con una sonrisa que jugueteaba en sus mejillas.
Me limite a asentir una sola vez.
—No les quito más tiempo, vayan y diviértanse. Oye, lo siento de veras, no fue mi intención; te pediría tu número pero te negarías, agregando que no es conveniente —dijo aumentando mi nivel de confusión.
Sus labios impactaron contra mi mejilla en un acto sorpresivo pero tierno. Abrí los ojos desmesuradamente observando como sus hombros se levantaban y volvían a su posición normal mientras trotaba hacia quien sabe dónde.
—Vaya, es tu primer día y tienes al bombón más codiciado de la universidad a tus pies —interrumpió Melissa la charla interna que estaba a punto de debatir.
No me molesté en contestarle y ella se dedicó a platicarme sobre sus vacaciones de verano, desde luego, las dos manteníamos una conversación que detallaba la situación en que estábamos y también comentamos cosas triviales de la universidad.
¿’’No sería conveniente’’? ¿Se suponía que debía esperar algo más? Mi mente no dejaba de suponer erróneamente el sentido concreto de las palabras que me había dicho. No sabía que significaba y cuando me di cuenta de que le estaba dando largo al asunto sumándole importancia, dejé de pensar en ello.
Un hombre sin nombre a mi parecer y de apariencia realmente atractiva, nos dio la bienvenida, reconfortando nuestros miedos y angustias, al menos por mi parte. Algo de lo que estaba consciente era de su penetrante mirada sobre mí, y aunque no sabía la razón, me deje llevar y en realidad no le preste mucha atención; admito que era demasiado encantador y me robó un suspiro en cuanto lo miré.
—¿Más chicas? Dios, han entrado muchas becadas este año —suspiró aquel joven al echar un vistazo—. Soy el profesor James, bueno sigamos con el recorrido —dijo empezando a caminar nuevamente y señalando lugares—. Por ahí están los edificios de artística, más allá están las canchas de futbol, vóleibol y demás deportes. Los dormitorios, el patio central, y bueno, realmente es que eso es todo.
—¿Eso es todo? Apenas hemos camino media hora y solo fueron como cuatro lugares los que nos enseñó —se quejó una rubia, llamada Crystal, creo.
—Bueno, ustedes pueden seguir explorando, hagan amistades, yo necesito ver la planeación de mi materia. Cuídense chicas, nos vemos mañana —sonrió y se fue del lugar.
Aparentemente eso es lo que daba a entender, pero para mí su despedida significo mucho más, implicando un guiño de su ojo en mi dirección.
Fruncí el entrecejo y un codazo recibí por Melissa, al parecer ella también se había percatado de su disimulo.
—Sensacional —musité cerca de la mejor amiga continua a mí.
Escuché a lo lejos los diversos planes que hacían las chicas con emoción, mas no participe en lo absoluto. No se me daban bien las charlas con chicas extrañas y quisquillosas, era mi opinión por lo que nadie interfería. Prefería mantenerme al margen y considerar las ideas que ellas propusieran, después de todo, ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Melissa me entendía a la perfección y más, me conocía más que a su propia sangre y eso me daba ventajas, un ángel en medio de todo este purgatorio me había caído del cielo.
Todavía me parecía insólita la cantidad de becadas que ingresaron este año. ¡Sí que éramos muchas! Por lo que, por ende, teníamos más posibilidad de perdernos que un niño de seis años desorientado.
Según el director de la universidad, teníamos todo este día libre, mañana empezaríamos y me agradó dar una vuelta con estas desatornilladas chicas, algunas con carácter fuerte, otras muy torpes o quizás aturdidas en cambio, otras, raras y excluidas de grupo, en mi caso. Melissa se incluía en la conversación que estas mantenían, jugando a mi favor porque en todo ese tiempo de caminata improvisada por el campus me dio el tiempo suficiente de meditar un poco sobre este precipicio sin salida.
Un edificio muy elegante y sofisticado se apareció en frente de nuestros ojos, sacando una mueca de desesperación en los rostros de algunas chicas.
—Sabía que nos perderíamos —suspiró una de ellas con pesadez.
—No debimos haber hecho esto —habló otra con la tediosidad grabada en su voz.
—¡Hay que regresar! —espetó con voz demandante otra chica.
—¿Sabías de esto, Melissa? —pregunté en voz baja sobre el hombro de la castaña.
—Ni idea, Lucy —contestó algo nerviosa.
Compartieron miradas dudosas, pero al final una de ellas decidió poner su mano en el picaporte, abriéndola al instante tras soltar suspiros resignados.
El diseño que mantenía el salón en el que ya nos habíamos adentrado era impecable, moderno y muy hermoso al mismo tiempo. Me pregunté para que usaran este salón de conferencias; estaba consciente de que había club en la universidad, algo así como una hermandad o lo que sea, pero no sabía de cual tipo seria este.
Entonces bastó solo un segundo para que miles de objetos se accionaran volviéndose pedazos, razón por la cual lamentamos en susurros haber llegado hasta ese extremo. Me mordí el labio y supe que para salirnos de este mohín tendríamos que pagar un precio muy caro y desgraciadamente, tener más de quince mil millones de dólares no estaba dentro de mi humilde presupuesto.
{…}
Así que ese era el plan. Era ridículamente insólito. ¿Por qué rayos estábamos destinadas a ser un precio por el que debíamos pagar? Estaba más que claro que nuestra torpeza casi creíble fue la razón por la cual ahora estuviéramos comprometidas con el club de idiotas. Pensé que mis expectativas formaban parte de algo inevitable, pero eso se convirtió en una suposición que ahora era desmentida.—Lucy, tomate el café, nena.
De nuevo, mire el cappuccino que reposaba sobre mis manos y fruncí el entrecejo. Mi estómago pedía a retorcijones algún bocadillo, en cambio, en lo único que lograba pensar era en una causa razonable por la cual experimentaba lo que sucedía, ¿Por qué tenían que castigarnos con semejante ocurrencia? No tenía ganas de charlar con desconocidos todo un día con fin de satisfacer su bienvenida.
Trague en seco con fuerza cuando un recuerdo retumbo en mi cabeza, percibí una nota de sentir algo más para asesorarme de que todo fue real y que no estaba ilusionándome con tonterías.
—¿Te pasa algo, Lucy? —me había preguntado con recelo.
No sabía con claridad quién demonios le había dicho mi nombre, pero el a pronunciarlo se oía tan hermoso, muy especial que hacía que mí nuca se erizara.
—¿Mi preocupación es tan clara?
—En realidad eres como un libro abierto, Luciana —me miro a los ojos y su brillo me cautivo.
—Pues te juro que no era mi intención.
Por otro lado, su sonrisa no podía ocultar lo que sus ojos gritaban. La miel de ellos pareció haberse congelado en cuanto nuestro anfitrión, James, entro a la estancia del club para rebuscar entre los papeles de un gran estante, deduje que estaría buscando algo en particular. Ese brillo que tanto ansiaba ver desapareció de sus ojos, dejándome con la zozobra de una sonrisa falsa.
Confundida, ladee mi cabeza hacia mi encuentro con sus maravillosos ojos, pues mi vista se había redireccionado hacia James.
—Prometo llamarte después, bonita.
Cuando mi subconsciente sustituyo los vagos recuerdos por la realidad, me percaté de que mi taza de café yacía vacía en mis temblorosos y sudados dedos que la sostenían en apenas un debilitado agarre.
—Estoy bien —le susurre a Melissa al oír como interrogaba acerca de mi estado de ánimo.
Es que en verdad yo tampoco estaba del todo consciente, pues mi temperamento variaba debido al rumbo de mis pensamientos.
Tome mi teléfono de encima de la cama de mi habitación, arremangue mi sweater color rosa hasta los codos e introduje mis pies con calcetines en las botas de cuero.
—Cuídate, Lucy. Cuando vuelvas me contaras todo, ¿sí? —sus ojos parecían expuestos a la incertidumbre.
—Claro, solo voy por unos dulces y subo de nuevo —le sonreí y sus labios dibujaron un beso.
Le guiñe un ojo divertida y salí de la habitación ciento veintiuno que nos pertenecía, en teoría.
Caramelos. Mi dulce perdición. Casi salí corriendo del pasillo principal en un intento de despejar mis pensamientos sobre Justin. Aunque mi corazón se agitara debido a la rapidez con la que me desplazaba, no sirvió de nada lo que intente hacer. Su sonrisa, sus labios carnosos y sonrosados, la forma en como movía su cabello al viento, su look despreocupado y esa presencia que siempre lograba abrumarme.
Pronto, ya estuve sumida en la oscuridad del sótano, donde Marie, la encargada de abastecer las máquinas expendedoras, guardaba mi reserva de dulces de pistacho, maní y chocolate. Nadie más sabia acerca de esta conjugación secreta, pues era algo que solo hacía por mí; gracias a Dios la tenía. Prendí la luz del sótano y me llevo unos segundos buscar con los ojos entre tantas cosas, la pequeña caja rosa en la que se encontraba mi tesoro. De repente y sin previo aviso, mis oídos captaron un sonido de procedencia dudosa, ¿Es que alguien más sabía sobre esto? Me asusto un poco la idea de tener que compartir mis dulces con un extraño; e incluso la palabra “mi” cobro fuerza y recelo en mis pensamientos.
Apreté la mandíbula y mi busca por el intruso no cesó hasta que escuche que alguien o algo movían la envoltura de un dulce en un sonido apenas audible para el censor auditivo de una chica normal, y es por eso que significaba una diferencia debido a mi amor por los dulces.
Una melodía suave y lenta pobló de una emoción inmediata mi corazón. Mis pies parecían haber echado ramas en el suelo, lo que adhería una gran parte de mí a aquel lugar. Me sorprendió sobremanera la voz de ese ángel que susurraba las notas armoniosas, dando entender que salían de sus labios de manera segadora y sutil.
—I never thought that it be easy, cause we both so distance now, and the walls are closing in on us, and we’re wondering how. No one has a solid answer but just walking in the dark, and you can see the look on my face… —pareció haber cortado la sintonía del ritmo y estaba casi segura de que le faltaba por lo menos una frase para terminar el verso que ya había empezado.
Aunque hubiera frenado en seco su concentración, la canción siguió siendo igual de hermosa o al menos hasta que le afectó mi presencia. Sin darme cuenta del todo, ya mi castaña cabellera estaba asomada por detrás de un polvoriento muro que daba con el rincón más oscuro del sobrecogedor sótano y observaba con imprudencia la espalda de aquel chico que gemía en silencio. Solo me bastó otro gemido de dolor que desgarro mi estómago en un dos por tres, para ya saber quién era ese chico.
Lo sorprendente de todo este afortunado encuentro, fue que no era la primera vez que oía esa canción. Quizás estaba demente, pero eso ya no importaba ahora; en mis sueños, esa canción en específico había resonado desde un lugar lejano haciéndome delirar, pero trayéndome de nuevo a la realidad en cuanto entendía que aquel ser de la hermosa voz no existía y que mi príncipe, por lo tanto, era de mentiras. Un reflejo de mi hombre ideal sumido en mi subconsciente, aun cuando dormía.
Permanecí inmóvil en esa posición. El pulso de mi pecho martillo hasta lanzarme puntadas en los oídos; mis manos empezaban a sudar poco a poco y mi frente estaba perlada de sudor. Era el. Pero… no podía por nada que fuera sano, permitir que esa simple y ridícula señal me convenciera de algo obsoleto.
—It just tells me apart —finalice con voz monocorde y de una u otra manera, dulce.
No sabía por qué demonios había dicho eso, cuando fácilmente podía haber salido corriendo y olvidar los últimos cinco segundos. Sus ojos miel me inspeccionaron con atención y dulzura; aunque supe que lo que reflejaban sus ojos no podía significar lo que sentía en aquel momento. Los fuertes brazos de Justin se abrieron sin el percatarse de eso y cuando considere la estúpida de ir a abrazarle, darle mi apoyo, unas palabras de aliento y quizás una sonrisa, me di la media vuelta aturdida dispuesta a revelar mi teoría principal.
—No me dejes, Lucy, no tú también… Quédate —susurro haciéndome estremecer.
Su voz estaba dilatada por las lágrimas que ahora bañaban sus mejillas. Cerré los ojos con fuerza, y cedí ante su dolor emocional.
____________________________
ay dios mío, les juro que es una de las cosas que peor he escrito en mi vida y lo siento de veras, pero mi imaginación estaba sequísima y trate de hacer lo mejor que pude. Bueno, como podrán haber notado, Lucy es de procedencia italiana, por lo que alguna de sus frases serán en italiano también. Hay un asterisco que se utiliza para traducciones de idiomas desconocidos en los libros, lastimosamente, aquí en el foro no lo puedo hacer porque necesitaría una opción automática una vez que el cursor se pasé por la frase y este foro, no la tiene; ¡usen traductor! también, que no sé si estuvo corto o lo contrario, por que trabajo en word sin espacios y hasta ahí, habían tres páginas, cuando lo pase aquí, no sé de cuán largo será. También hay una canción de shastem incluida en el capítulo, pero eso no quiere decir que el sea famoso, no se confundan. Créditos a la hermosa de ale que me salvó de hacer el ridículo<3. ¿Qué más...? mm, creo que nada; no me abucheen:c. Las quiero, y siento mucho la espera, kissito<3.
bigtimerush.
Re: Like a Host! | N.C
Primera en comentar
:eaea: :eaea: :eaea:
Meeeeeeeeeeeeey<3
Tu capítulo es muy ¡¿Cómo haces para escribir taaaaan hermoso?! Dios, en serio<3
Me encantó la relación de Melissa y Lucy. Son muy nosotras
Me encantó cuando empezó a hablar en Italiano xd Osea, al principio no entendí nada(? y luego vino Justin y le respondió igual y jskdvnlsk :A:Y yo ahí re ah
Me dio mucha ternurita cuando ella quería un dulce, en su espacio secreto y personal(? y él estaba allí abajo y era tan vulnerable :juay:Y...y...Dios sjklvnladjv
Simplemente me encantó, me encanta como escribís, ya lo dije :rene:Te super amo<333
Espero el próximo capítulo ¡besos hermosas!
:eaea: :eaea: :eaea:
Meeeeeeeeeeeeey<3
Tu capítulo es muy ¡¿Cómo haces para escribir taaaaan hermoso?! Dios, en serio<3
Me encantó la relación de Melissa y Lucy. Son muy nosotras
Me encantó cuando empezó a hablar en Italiano xd Osea, al principio no entendí nada(? y luego vino Justin y le respondió igual y jskdvnlsk :A:Y yo ahí re ah
Me dio mucha ternurita cuando ella quería un dulce, en su espacio secreto y personal(? y él estaba allí abajo y era tan vulnerable :juay:Y...y...Dios sjklvnladjv
Simplemente me encantó, me encanta como escribís, ya lo dije :rene:Te super amo<333
Espero el próximo capítulo ¡besos hermosas!
Última edición por Deby. el Dom 06 Oct 2013, 7:20 pm, editado 1 vez
Invitado
Invitado
Re: Like a Host! | N.C
Acabo de llegar, ahora leo y checo dlkajsflkj y comento
EDITO:
Mey, la esposa de Debs, tu capitulo es perfecto, escribes hermoso
Sin duda me encanto, sdkljsalj, te lo juro<3 gracias por subir, me encanto Daphne e.e<3
Sino comento más es porque mi cerebro esta seco esta semana
EDITO:
Mey, la esposa de Debs, tu capitulo es perfecto, escribes hermoso
Sin duda me encanto, sdkljsalj, te lo juro<3 gracias por subir, me encanto Daphne e.e<3
Sino comento más es porque mi cerebro esta seco esta semana
Última edición por Sky. el Mar 08 Oct 2013, 9:51 pm, editado 1 vez
Sky.
Re: Like a Host! | N.C
No he leído, pero desde ya digo que quiero leer más bc quiero que llegue mi turno
Sophia.
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