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La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
Capítulo 15
Con el pelo aún mojado después de la ducha, Kendall se sentó en la cocina en uno de los tabu¬retes que ___(tn) había insistido en dejarle. Echó un vistazo al periódico mientras degustaba unos ce¬reales con leche que también le había dado ___(tn) después de ver el estado de abandono de los ar¬marios de su cocina. Según le había dicho, hasta un completo torpe de la cocina podía servir unos cereales y un poco de leche fría en un cuenco y cortar un plátano como acompañamiento.
Kendall había decidido no ofenderse, aunque no se consideraba tan torpe como ___(tn) creía. Después de todo había preparado una ensalada él solo, ¿no? Mientras, ella había hecho algo delicioso con unas simples chuletas de cerdo. Era una coci¬nera increíble que en pocos días había conseguido que a Kendall dejaran de apetecerle los sándwiches de los que a menudo se alimentaba.
A ___(tn) no parecía molestarle que no hubieran salido a cenar desde aquella primera cita, pero Kendall imaginaba que no tardaría en hartarse de cocinar y querría ir a algún restaurante.
Normalmente la gente empezaba a necesitar cambios cuando la novedad se convertía en rutina y Kendall suponía que ellos dos tenían ya una es¬pecie de rutina. Durante el día cada uno estaba en su respectivo lugar, excepto las veces que ___(tn) había pasado a verlo y a convencerlo de que sa¬liera un poco, al mercado, a comprar una lámpara o simplemente a dar un paseo.
Echó un vistazo a la rana de bronce que soste¬nía la tulipa triangular de la lámpara del salón. Aún no comprendía cómo se había dejado convencer para comprar aquella cosa, o para pagar a la señora Wolinsky por una butaca de la que quería desha¬cerse. Cosa comprensible porque, ¿quién querría tener en su salón una butaca reclinable amarilla y verde?
Pues parecía que él y, a pesar de su terrible es¬tética, era sorprendentemente cómoda.
Y, por supuesto, si tenía una butaca y una lám¬para, necesitaba una mesa. La que él tenía ahora era una sólida pieza de madera que necesitaba ur¬gentemente una mano de pintura y que, según ___(tn) , había sido una verdadera ganga. Cómo no, ___(tn) tenía un amigo que se dedicaba a restaurar muebles y con el que no había dudado en ponerlo en contacto.
También tenía una amiga florista, lo que expli¬caba que en la cocina de Kendall hubiera ahora un jarrón con margaritas amarillas.
Otra amiga pintaba escenas de Nueva York y las vendía en la calle, unos cuadros que, según ___(tn) animarían un poco las paredes del apartamento. Kendall le había dicho una y mil veces que no quería animar nada, pero lo cierto era que ahora tenía dos acuarelas originales bastante buenas.
Ya estaba empezando a hablar de alfombras.
Kendall no comprendía cómo lo hacía. Hablaba y hablaba hasta que de pronto él se descubría sa¬cando la cartera.
También le había hecho ver que si iba a vivir en un lugar, al menos debía estar limpio. Así había sido como había acabado dedicando a limpiar toda una tarde lluviosa de domingo en la que de¬bería haber estado escribiendo.
Aquel día había estado a punto de llevársela a la cama, pero se había quedado sin habla al ver el es¬tado de su dormitorio y el deseo había dejado paso a un discurso. Según le había dicho, debía te¬ner más respeto por el lugar en el que dormía y trabajaba. No entendía por qué tenía las cortinas cerradas, ¿acaso le gustaban las cuevas? También le había preguntado si tenía algún tipo de convic¬ción religiosa que le impedía lavar la ropa.
Kendall la había agarrado desprevenida y la ha¬bía hecho callar de la mejor de las maneras. Si no hubieran tropezado con una montaña de ropa su¬cia de camino a la cama, seguramente no habrían acabado la tarde en la lavandería.
Tenía que reconocer que todo aquello tenía sus ventajas. Le gustaba estar en un lugar limpio, a pe¬sar de que normalmente no se fijaba en si estaba desordenado. Le gustaba acostarse en sábanas re¬cién lavadas, aunque habría preferido que ___(tn) hubiera estado también allí.
Hasta la frustración sexual estaba resultándole provechosa porque no paraba de escribir. Quizá la obra hubiera experimentado un giro, pues de al¬gún modo había acabado centrándose más en el personaje femenino, una mujer ingenua y entu-siasta, llena de vida y optimismo que se dejaría se¬ducir y acabaría sufriendo por un hombre que no tenía ninguna de esas cualidades. Un hombre que no podría evitar arrebatarle todo eso para después dejarla destrozada.
Los paralelismos entre lo que escribía y la reali¬dad eran más que evidentes, pero Kendall se ne¬gaba a preocuparse por ello.
Tomó una cucharada más de cereales y fue a la página de la tira cómica a ver qué había inventado ___(tn) esa vez. La miró, frunció el ceño y volvió a la primera viñeta para volver a leerla detenida¬mente.
**********
___(tn) estaba ya inmersa en el trabajo, con la ventana abierta para que entrara la cálida brisa pri¬maveral junto con el caos de la calle.
Observó el primer recuadro de la tira, todavía en blanco. Sólo tenía que comenzar a dibujar por¬que ya tenía la historia que arrancaría una sonrisa a los lectores mientras desayunaban.
El huidizo don Misterioso, conocido ya como Schmidt, estaba encerrado en su cueva escribiendo La gran novela americana. El sexy y malhumorado autor no sospechaba que, agazapada en la esca¬lera de incendios, Emily trataba de leer su trabajo a través de la pequeña rendija de las cortinas, siempre cerradas, y con la ayuda de unos prismá¬ticos.
Con el pelo aún mojado después de la ducha, Kendall se sentó en la cocina en uno de los tabu¬retes que ___(tn) había insistido en dejarle. Echó un vistazo al periódico mientras degustaba unos ce¬reales con leche que también le había dado ___(tn) después de ver el estado de abandono de los ar¬marios de su cocina. Según le había dicho, hasta un completo torpe de la cocina podía servir unos cereales y un poco de leche fría en un cuenco y cortar un plátano como acompañamiento.
Kendall había decidido no ofenderse, aunque no se consideraba tan torpe como ___(tn) creía. Después de todo había preparado una ensalada él solo, ¿no? Mientras, ella había hecho algo delicioso con unas simples chuletas de cerdo. Era una coci¬nera increíble que en pocos días había conseguido que a Kendall dejaran de apetecerle los sándwiches de los que a menudo se alimentaba.
A ___(tn) no parecía molestarle que no hubieran salido a cenar desde aquella primera cita, pero Kendall imaginaba que no tardaría en hartarse de cocinar y querría ir a algún restaurante.
Normalmente la gente empezaba a necesitar cambios cuando la novedad se convertía en rutina y Kendall suponía que ellos dos tenían ya una es¬pecie de rutina. Durante el día cada uno estaba en su respectivo lugar, excepto las veces que ___(tn) había pasado a verlo y a convencerlo de que sa¬liera un poco, al mercado, a comprar una lámpara o simplemente a dar un paseo.
Echó un vistazo a la rana de bronce que soste¬nía la tulipa triangular de la lámpara del salón. Aún no comprendía cómo se había dejado convencer para comprar aquella cosa, o para pagar a la señora Wolinsky por una butaca de la que quería desha¬cerse. Cosa comprensible porque, ¿quién querría tener en su salón una butaca reclinable amarilla y verde?
Pues parecía que él y, a pesar de su terrible es¬tética, era sorprendentemente cómoda.
Y, por supuesto, si tenía una butaca y una lám¬para, necesitaba una mesa. La que él tenía ahora era una sólida pieza de madera que necesitaba ur¬gentemente una mano de pintura y que, según ___(tn) , había sido una verdadera ganga. Cómo no, ___(tn) tenía un amigo que se dedicaba a restaurar muebles y con el que no había dudado en ponerlo en contacto.
También tenía una amiga florista, lo que expli¬caba que en la cocina de Kendall hubiera ahora un jarrón con margaritas amarillas.
Otra amiga pintaba escenas de Nueva York y las vendía en la calle, unos cuadros que, según ___(tn) animarían un poco las paredes del apartamento. Kendall le había dicho una y mil veces que no quería animar nada, pero lo cierto era que ahora tenía dos acuarelas originales bastante buenas.
Ya estaba empezando a hablar de alfombras.
Kendall no comprendía cómo lo hacía. Hablaba y hablaba hasta que de pronto él se descubría sa¬cando la cartera.
También le había hecho ver que si iba a vivir en un lugar, al menos debía estar limpio. Así había sido como había acabado dedicando a limpiar toda una tarde lluviosa de domingo en la que de¬bería haber estado escribiendo.
Aquel día había estado a punto de llevársela a la cama, pero se había quedado sin habla al ver el es¬tado de su dormitorio y el deseo había dejado paso a un discurso. Según le había dicho, debía te¬ner más respeto por el lugar en el que dormía y trabajaba. No entendía por qué tenía las cortinas cerradas, ¿acaso le gustaban las cuevas? También le había preguntado si tenía algún tipo de convic¬ción religiosa que le impedía lavar la ropa.
Kendall la había agarrado desprevenida y la ha¬bía hecho callar de la mejor de las maneras. Si no hubieran tropezado con una montaña de ropa su¬cia de camino a la cama, seguramente no habrían acabado la tarde en la lavandería.
Tenía que reconocer que todo aquello tenía sus ventajas. Le gustaba estar en un lugar limpio, a pe¬sar de que normalmente no se fijaba en si estaba desordenado. Le gustaba acostarse en sábanas re¬cién lavadas, aunque habría preferido que ___(tn) hubiera estado también allí.
Hasta la frustración sexual estaba resultándole provechosa porque no paraba de escribir. Quizá la obra hubiera experimentado un giro, pues de al¬gún modo había acabado centrándose más en el personaje femenino, una mujer ingenua y entu-siasta, llena de vida y optimismo que se dejaría se¬ducir y acabaría sufriendo por un hombre que no tenía ninguna de esas cualidades. Un hombre que no podría evitar arrebatarle todo eso para después dejarla destrozada.
Los paralelismos entre lo que escribía y la reali¬dad eran más que evidentes, pero Kendall se ne¬gaba a preocuparse por ello.
Tomó una cucharada más de cereales y fue a la página de la tira cómica a ver qué había inventado ___(tn) esa vez. La miró, frunció el ceño y volvió a la primera viñeta para volver a leerla detenida¬mente.
**********
___(tn) estaba ya inmersa en el trabajo, con la ventana abierta para que entrara la cálida brisa pri¬maveral junto con el caos de la calle.
Observó el primer recuadro de la tira, todavía en blanco. Sólo tenía que comenzar a dibujar por¬que ya tenía la historia que arrancaría una sonrisa a los lectores mientras desayunaban.
El huidizo don Misterioso, conocido ya como Schmidt, estaba encerrado en su cueva escribiendo La gran novela americana. El sexy y malhumorado autor no sospechaba que, agazapada en la esca¬lera de incendios, Emily trataba de leer su trabajo a través de la pequeña rendija de las cortinas, siempre cerradas, y con la ayuda de unos prismá¬ticos.
Invitado
Invitado
Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
* Para ti mismo di el nombre de la única persona del sexo opuesto con quien quieras estar (tres veces...)...
* Piensa en algo que quieras lograr dentro de la próxima semana y repítelo para ti mismo(a) (seis veces)...
* Piensa en algo que quieras que pase entre tú y la persona especial (que dijiste en el no. 1) y dilo a ti mismo/a (doce veces)...
* Ahora haz un último y final deseo acerca del deseo que escogiste.
* Después de leer esto tienes 1 hora para mandarlo a 15 temas y lo que pediste se te hará realidad en 1 semana.
* Piensa en algo que quieras lograr dentro de la próxima semana y repítelo para ti mismo(a) (seis veces)...
* Piensa en algo que quieras que pase entre tú y la persona especial (que dijiste en el no. 1) y dilo a ti mismo/a (doce veces)...
* Ahora haz un último y final deseo acerca del deseo que escogiste.
* Después de leer esto tienes 1 hora para mandarlo a 15 temas y lo que pediste se te hará realidad en 1 semana.
elijade
Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
Capítulo 16
_____(tn) sabía que ella misma estaba haciendo algo parecido, aunque más civilizado, con conti¬nuas preguntas con las que pretendía averiguar cómo iba la obra de Kendall. Como no había con¬seguido demasiado, se conformó con seguir retra¬tando en sus dibujos a su vecino de enfrente.
Por supuesto en las tiras exageraba despiadada¬mente tanto sus cualidades positivas como las ne¬gativas. Su cuerpo alto y fuerte, los rasgos marca¬dos de su rostro, los ojos fríos. Su grosería, su mal humor y la constante perplejidad que despertaba en él el mundo de Emily.
«Pobrecito», pensó _____(tn), «no sabe qué hacer con ella».
Al oír el timbre de la puerta, se puso el lápiz detrás de la oreja y fue a abrir pensando que Jody habría olvidado la llave porque era su hora de ba¬jar a tomar café con ella.
Pero tras la puerta encontró algo que la hizo derretir. Tenía el pelo mojado y no llevaba cami¬seta. La visión de aquellos pectorales hizo que _____(tn) se humedeciera los labios con la lengua de ma¬nera inconsciente.
Llevaba unos vaqueros gastados, el pecho des¬cubierto y en la cara un gesto maravillosamente serio.
—Hola —consiguió decir mientras se imagi¬naba a sí misma mordiéndolo suavemente—. ¿Te has quedado sin jabón en la ducha?
—¿Qué? No, no —había olvidado que ni si¬quiera había terminado de vestirse—. Quería ha¬certe un par de preguntas sobre esto —dijo levan¬tando el periódico.
—Muy bien, pasa —afortunadamente, Jody no tardaría en llegar para impedir que _____(tn) se lan¬zara a sus brazos—. ¿Por qué no te sirves un café y subes al estudio? Estoy trabajando.
—No pretendo distraerte, pero...
—No te preocupes, nada me distrae —aseguró con tono alegre, mientras comenzaba a subir las escaleras—. Hay bollos de canela si quieres uno.
—No —«maldita sea», pensó Kendall, y acabó sirviéndose un café con un bollo.
Nunca antes había subido a su estudio porque no iba a verla cuando sabía que estaba trabajando.
Cometió el error de mirar al dormitorio y ver la enorme cama cubierta de cojines de colores. La imaginó agarrándose al cabecero de hierro blanco mientras él hacía por fin todo lo que deseaba ha¬cer con ella.
En el aire había un seductor aroma de vainilla.
Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para apartarse de aquellas fantasías y recordar por qué estaba allí.
—Escucha, _____(tn) —dijo entrando al estudio—. Dios, ¿cómo puedes trabajar con tanto ruido?
Ella apenas lo miró.
—¿Qué ruido? Ah, eso —siguió dibujando con otro lápiz, como si hubiera olvidado el que llevaba detrás de la oreja—. Es como música de fondo. La mayor parte del tiempo ni siquiera lo oigo.
El estudio tenía un agradable aire de profesionalidad, algo que no se podía decir de _____(tn). Es¬taba sentada sobre una pierna y recostada en el ta¬blero, los pies descalzos con las uñas pintadas de rosa, un lápiz detrás de una oreja y un arito do¬rado en la otra. No, más que profesional, tenía un aspecto terriblemente sexy.
Se acercó a ella y miró por encima de su hom¬bro con curiosidad. Enseguida se dio cuenta de que si alguien se hubiera atrevido a hacer algo así con él mientras trabajaba, le habría costado la vida, sin embargo a _____(tn) no parecía molestarle.
—¿Qué son esas líneas azules?
—Es para la perspectiva. Hay bastante trabajo previo antes de comenzar a dibujar los personajes y a escribir el texto —le explicó con satisfac¬ción—. Después hago una especie de boceto, para ver cómo queda, supongo que tú lo llamarías el borrador.
Kendall frunció el ceño al ver la primera viñeta.
—¿Se supone que ése soy yo?
—Sí. ¿Por qué no acercas un taburete? Me estás tapando la luz.
—¿Qué hace Emily ahí? —siguió preguntando, haciendo caso omiso a su sugerencia—. Me está espiando. ¿Me estás espiando, _____(tn)?
—No digas tonterías. La ventana de tu despa¬cho no da a ninguna escalera de incendios —se miró al espejo, hizo algunas caras que Kendall ob¬servó atónito y siguió dibujando la tercera viñeta.
—¿Y qué me dices de esto? —le dio unos golpecitos en el hombro con el periódico.
—¿Qué pasa con eso? Dios, qué bien hueles — se volvió a olerlo con deleite—. ¿Qué jabón utili¬zas?
—¿Vas a hacer que tu personaje se dé una ducha en la cuarta viñeta? —al ver que _____(tn) se pa¬raba a considerar la idea, Kendall negó con la ca¬beza—. No, tiene que haber algún tipo de línea argumental. Al principio me hizo gracia que me metieras en la historia, pero...
Se calló al oír la puerta.
—¿Quién es?
—Deben de ser Jody y Charlie. ¿Entonces te gusta mi nuevo personaje? —dejó de dibujar y lo miró con una sonrisa—. La verdad es que no lo sabía, como no habías hecho ni el más mínimo comentario. Hay gente que ni siquiera se reconoce, pero estaba seguro de que tú sí lo harías en cuanto te vieras. Hola, Jody. Hola, Charlie.
—Hola —no era fácil, ni siquiera para una mujer felizmente casada, no quedarse boquiabierta al ver de repente a un hombre como aquél con el pecho descubierto—. Ah, hola. ¿Interrumpimos?
—No, Kendall sólo quería hacerme algunas preguntas sobre la tira.
—Me encanta el personaje nuevo. Está volviendo loca a Emily. Estoy deseando ver qué va a pasar —dijo riéndose al tiempo que Charlie le tendía los brazos a Kendall.
—Papá.
—Llama papá a todos los hombres —explicó Jody—. A Chuck no le hace mucha gracia, pero qué le vamos a hacer.
Con gesto ausente, Kendall le pasó la mano por la cabeza al pequeño.
—Sólo quiero saber cómo funciona esto —dijo dirigiéndose a _____(tn).
—¡Papá! —volvió a decir Charlie con una enorme sonrisa.
—¿Cómo son de reales tus historias? —siguió preguntando Kendall, al tiempo que tomaba en brazos al pequeño de manera automática.
_____(tn) sintió que se le derretía el corazón.
—Te gustan los niños.
—No, normalmente los tiro por la ventana — respondió con cierta impaciencia y después negó con la cabeza al ver la cara de susto de Jody—. Relájate, es una broma. Lo que quiero es que me expliques esto de aquí —dijo señalando la tira que había aparecido en el periódico esa mañana.
—Ah, el beso que se sale de cualquier escala. En realidad es sólo la primera parte. Mañana aparecerá la segunda. Creo que funcionará bastante bien.
—Chuck y yo casi nos morimos de la risa cuando lo hemos leído esta mañana —intervino Jody, relajada al ver cómo Kendall acunaba al pequeño Charlie en sus brazos.
_____(tn) sabía que ella misma estaba haciendo algo parecido, aunque más civilizado, con conti¬nuas preguntas con las que pretendía averiguar cómo iba la obra de Kendall. Como no había con¬seguido demasiado, se conformó con seguir retra¬tando en sus dibujos a su vecino de enfrente.
Por supuesto en las tiras exageraba despiadada¬mente tanto sus cualidades positivas como las ne¬gativas. Su cuerpo alto y fuerte, los rasgos marca¬dos de su rostro, los ojos fríos. Su grosería, su mal humor y la constante perplejidad que despertaba en él el mundo de Emily.
«Pobrecito», pensó _____(tn), «no sabe qué hacer con ella».
Al oír el timbre de la puerta, se puso el lápiz detrás de la oreja y fue a abrir pensando que Jody habría olvidado la llave porque era su hora de ba¬jar a tomar café con ella.
Pero tras la puerta encontró algo que la hizo derretir. Tenía el pelo mojado y no llevaba cami¬seta. La visión de aquellos pectorales hizo que _____(tn) se humedeciera los labios con la lengua de ma¬nera inconsciente.
Llevaba unos vaqueros gastados, el pecho des¬cubierto y en la cara un gesto maravillosamente serio.
—Hola —consiguió decir mientras se imagi¬naba a sí misma mordiéndolo suavemente—. ¿Te has quedado sin jabón en la ducha?
—¿Qué? No, no —había olvidado que ni si¬quiera había terminado de vestirse—. Quería ha¬certe un par de preguntas sobre esto —dijo levan¬tando el periódico.
—Muy bien, pasa —afortunadamente, Jody no tardaría en llegar para impedir que _____(tn) se lan¬zara a sus brazos—. ¿Por qué no te sirves un café y subes al estudio? Estoy trabajando.
—No pretendo distraerte, pero...
—No te preocupes, nada me distrae —aseguró con tono alegre, mientras comenzaba a subir las escaleras—. Hay bollos de canela si quieres uno.
—No —«maldita sea», pensó Kendall, y acabó sirviéndose un café con un bollo.
Nunca antes había subido a su estudio porque no iba a verla cuando sabía que estaba trabajando.
Cometió el error de mirar al dormitorio y ver la enorme cama cubierta de cojines de colores. La imaginó agarrándose al cabecero de hierro blanco mientras él hacía por fin todo lo que deseaba ha¬cer con ella.
En el aire había un seductor aroma de vainilla.
Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para apartarse de aquellas fantasías y recordar por qué estaba allí.
—Escucha, _____(tn) —dijo entrando al estudio—. Dios, ¿cómo puedes trabajar con tanto ruido?
Ella apenas lo miró.
—¿Qué ruido? Ah, eso —siguió dibujando con otro lápiz, como si hubiera olvidado el que llevaba detrás de la oreja—. Es como música de fondo. La mayor parte del tiempo ni siquiera lo oigo.
El estudio tenía un agradable aire de profesionalidad, algo que no se podía decir de _____(tn). Es¬taba sentada sobre una pierna y recostada en el ta¬blero, los pies descalzos con las uñas pintadas de rosa, un lápiz detrás de una oreja y un arito do¬rado en la otra. No, más que profesional, tenía un aspecto terriblemente sexy.
Se acercó a ella y miró por encima de su hom¬bro con curiosidad. Enseguida se dio cuenta de que si alguien se hubiera atrevido a hacer algo así con él mientras trabajaba, le habría costado la vida, sin embargo a _____(tn) no parecía molestarle.
—¿Qué son esas líneas azules?
—Es para la perspectiva. Hay bastante trabajo previo antes de comenzar a dibujar los personajes y a escribir el texto —le explicó con satisfac¬ción—. Después hago una especie de boceto, para ver cómo queda, supongo que tú lo llamarías el borrador.
Kendall frunció el ceño al ver la primera viñeta.
—¿Se supone que ése soy yo?
—Sí. ¿Por qué no acercas un taburete? Me estás tapando la luz.
—¿Qué hace Emily ahí? —siguió preguntando, haciendo caso omiso a su sugerencia—. Me está espiando. ¿Me estás espiando, _____(tn)?
—No digas tonterías. La ventana de tu despa¬cho no da a ninguna escalera de incendios —se miró al espejo, hizo algunas caras que Kendall ob¬servó atónito y siguió dibujando la tercera viñeta.
—¿Y qué me dices de esto? —le dio unos golpecitos en el hombro con el periódico.
—¿Qué pasa con eso? Dios, qué bien hueles — se volvió a olerlo con deleite—. ¿Qué jabón utili¬zas?
—¿Vas a hacer que tu personaje se dé una ducha en la cuarta viñeta? —al ver que _____(tn) se pa¬raba a considerar la idea, Kendall negó con la ca¬beza—. No, tiene que haber algún tipo de línea argumental. Al principio me hizo gracia que me metieras en la historia, pero...
Se calló al oír la puerta.
—¿Quién es?
—Deben de ser Jody y Charlie. ¿Entonces te gusta mi nuevo personaje? —dejó de dibujar y lo miró con una sonrisa—. La verdad es que no lo sabía, como no habías hecho ni el más mínimo comentario. Hay gente que ni siquiera se reconoce, pero estaba seguro de que tú sí lo harías en cuanto te vieras. Hola, Jody. Hola, Charlie.
—Hola —no era fácil, ni siquiera para una mujer felizmente casada, no quedarse boquiabierta al ver de repente a un hombre como aquél con el pecho descubierto—. Ah, hola. ¿Interrumpimos?
—No, Kendall sólo quería hacerme algunas preguntas sobre la tira.
—Me encanta el personaje nuevo. Está volviendo loca a Emily. Estoy deseando ver qué va a pasar —dijo riéndose al tiempo que Charlie le tendía los brazos a Kendall.
—Papá.
—Llama papá a todos los hombres —explicó Jody—. A Chuck no le hace mucha gracia, pero qué le vamos a hacer.
Con gesto ausente, Kendall le pasó la mano por la cabeza al pequeño.
—Sólo quiero saber cómo funciona esto —dijo dirigiéndose a _____(tn).
—¡Papá! —volvió a decir Charlie con una enorme sonrisa.
—¿Cómo son de reales tus historias? —siguió preguntando Kendall, al tiempo que tomaba en brazos al pequeño de manera automática.
_____(tn) sintió que se le derretía el corazón.
—Te gustan los niños.
—No, normalmente los tiro por la ventana — respondió con cierta impaciencia y después negó con la cabeza al ver la cara de susto de Jody—. Relájate, es una broma. Lo que quiero es que me expliques esto de aquí —dijo señalando la tira que había aparecido en el periódico esa mañana.
—Ah, el beso que se sale de cualquier escala. En realidad es sólo la primera parte. Mañana aparecerá la segunda. Creo que funcionará bastante bien.
—Chuck y yo casi nos morimos de la risa cuando lo hemos leído esta mañana —intervino Jody, relajada al ver cómo Kendall acunaba al pequeño Charlie en sus brazos.
Invitado
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 1/4
Capítulo 17
—Ah, el beso que se sale de cualquier escala. En realidad es sólo la primera parte. Mañana aparecerá la segunda. Creo que funcionará bastante bien.
—Chuck y yo casi nos morimos de la risa cuando lo hemos leído esta mañana —intervino Jody, relajada al ver cómo Kendall acunaba al pe¬queño Charlie en sus brazos.
—Estas dos mujeres de aquí...
—Emily y Cari.
—Ahora ya sé quiénes son —murmuró Kendall mirándolas a ambas—. Están poniendo nota al beso que Schmidt le dio a Emily, por el amor de Dios.
—Así es. ¿Chuck se rió con esto? —le pre¬guntó a su amiga—. Tenía dudas de si los hombres lo entenderían o sólo les haría gracia a las mujeres.
—No, no, le ha hecho mucha gracia.
—Perdonad que las interrumpa —dijo Kendall con lo que él creía era todo un ejemplo de auto¬control—. Me gustaría saber si suelen sentarse a discutir nuestros encuentros sexuales antes de pu¬blicarlos con todo lujo de detalles para que el pú-blico se eche unas risas mientras desayuna.
_____(tn) lo miró con los ojos muy abiertos y lle¬nos de inocencia.
—De verdad, Kendall, te lo estás tomando demasiado en serio. Esto no es más que una tira cómica.
—¿Entonces eso del beso que se sale de cual¬quier escala es sólo una viñeta?
—Claro.
Kendall la observó detenidamente antes de vol¬ver a hablar.
—No me gusta la idea de que, cuando por fin consiga llevarte a la cama, voy a tener que leer el análisis de mi actuación en las cinco viñetas del día siguiente.
—Bueno, me parece que será mejor que me lleve a Charlie a acostar —dijo Jody quitándole el pequeño a Kendall para desaparecer de allí lo más rápido posible.
—Kendall—le dijo _____(tn) una vez estuvie¬ron a solas—, tengo la sensación de que cuando eso ocurra, merecerá aparecer en la tira doble de los domingos.
—¿Es una amenaza o una broma?
Al ver que ella respondía con una carcajada, Kendall se acercó a ella e hizo que dejara de reír con un apasionado beso que la dejó sin respiración.
—Dile a tu amiga que se vaya y podrás averi¬guarlo.
—No, prefiero que se quede. Si no llega a ser porque sabía que iba a venir, me habría lanzado a tu cuello nada más verte.
—¿Es que pretendes volverme loco?
—No, pero es un atractivo añadido —sentía el corazón golpeándole el pecho como si quisiera es¬capar—. Tienes que marcharte. Creo que acabo de encontrar algo que me distrae del trabajo... tú.
Como no quería ser el único que se volviera loco, Kendall la levantó del taburete y volvió a be¬sarla como si le fuera la vida en ello.
—Cuando hables de esto, y no tengo la menor duda de que lo harás, procura ser fiel a la realidad —le dijo mientras le mordisqueaba el labio infe¬rior.
Fue hacia la puerta del estudio, pero antes de marcharse, se volvió a mirarla.
—Así que mis besos se salen de cualquier es¬cala, ¿no? —de pronto se dio cuenta de que no sólo le parecía divertido, sino también muy grati¬ficante.
Bajó la escalera con una enorme sonrisa en los labios y _____(tn) se quedó allí, completamente inca¬paz de seguir trabajando.
—¿Puedo entrar? —preguntó Jody.
—Dios mío, Jody, ¿qué voy a hacer? Pensé que lo tenía todo controlado; estaba segura de que no había nada de malo en tener un romance con un tipo increíblemente guapo e interesante.
—A ver, déjame pensar —Jody se sentó junto a ella y la miró—. No, no hay absolutamente nada de malo. Todo lo contrario.
—Y si estoy un poco enamorada de él, será aún mejor, ¿verdad?
—Claro. Sin amor también es divertido, pero es como comerse toda una tableta de chocolate de una sola vez; se disfruta en el momento, pero luego no te sientes del todo bien.
—Pero, ¿y si en lugar de estar un poco enamo¬rada, estoy muy, muy enamorada?
—¿Es eso lo que ha pasado? —le preguntó de¬jando a un lado el café que se había servido.
—Sí.
—Ay, cariño —Jody abrazó a su amiga con toda la comprensión del mundo—. No te preocu¬pes. Tenía que ocurrir tarde o temprano.
—Lo sé, pero yo esperaba que fuera más tarde que temprano.
—Eso nos pasa a todos.
—Pero él no querrá que me enamore de él, no le va a gustar nada —apoyó el rostro en el hom¬bro de Jody y respiró hondo—. A mí tampoco me hace mucha gracia, pero me acostumbraré.
—Claro que sí. Pobre Frank —murmuró acari¬ciándole la cabeza—. Nunca tuvo mucho que ha¬cer contigo, ¿verdad?
—Lo siento.
—Qué le vamos a hacer.
—Supongo que no puedo esconderme de él, ¿no?
—Eso es para cobardes.
—¿Y si finjo que tengo que salir de viaje?
—Eso es de tontos.
_____(tn) respiró hondo de nuevo.
—¿Y qué hay de salir de compras?
—Ahora sí estás hablando con sensatez —ense¬guida se puso en pie y fue hacia la puerta—. Voy a ver si la señora Wolinsky puede quedarse un rato con Charlie.
Capítulo 17
—Ah, el beso que se sale de cualquier escala. En realidad es sólo la primera parte. Mañana aparecerá la segunda. Creo que funcionará bastante bien.
—Chuck y yo casi nos morimos de la risa cuando lo hemos leído esta mañana —intervino Jody, relajada al ver cómo Kendall acunaba al pe¬queño Charlie en sus brazos.
—Estas dos mujeres de aquí...
—Emily y Cari.
—Ahora ya sé quiénes son —murmuró Kendall mirándolas a ambas—. Están poniendo nota al beso que Schmidt le dio a Emily, por el amor de Dios.
—Así es. ¿Chuck se rió con esto? —le pre¬guntó a su amiga—. Tenía dudas de si los hombres lo entenderían o sólo les haría gracia a las mujeres.
—No, no, le ha hecho mucha gracia.
—Perdonad que las interrumpa —dijo Kendall con lo que él creía era todo un ejemplo de auto¬control—. Me gustaría saber si suelen sentarse a discutir nuestros encuentros sexuales antes de pu¬blicarlos con todo lujo de detalles para que el pú-blico se eche unas risas mientras desayuna.
_____(tn) lo miró con los ojos muy abiertos y lle¬nos de inocencia.
—De verdad, Kendall, te lo estás tomando demasiado en serio. Esto no es más que una tira cómica.
—¿Entonces eso del beso que se sale de cual¬quier escala es sólo una viñeta?
—Claro.
Kendall la observó detenidamente antes de vol¬ver a hablar.
—No me gusta la idea de que, cuando por fin consiga llevarte a la cama, voy a tener que leer el análisis de mi actuación en las cinco viñetas del día siguiente.
—Bueno, me parece que será mejor que me lleve a Charlie a acostar —dijo Jody quitándole el pequeño a Kendall para desaparecer de allí lo más rápido posible.
—Kendall—le dijo _____(tn) una vez estuvie¬ron a solas—, tengo la sensación de que cuando eso ocurra, merecerá aparecer en la tira doble de los domingos.
—¿Es una amenaza o una broma?
Al ver que ella respondía con una carcajada, Kendall se acercó a ella e hizo que dejara de reír con un apasionado beso que la dejó sin respiración.
—Dile a tu amiga que se vaya y podrás averi¬guarlo.
—No, prefiero que se quede. Si no llega a ser porque sabía que iba a venir, me habría lanzado a tu cuello nada más verte.
—¿Es que pretendes volverme loco?
—No, pero es un atractivo añadido —sentía el corazón golpeándole el pecho como si quisiera es¬capar—. Tienes que marcharte. Creo que acabo de encontrar algo que me distrae del trabajo... tú.
Como no quería ser el único que se volviera loco, Kendall la levantó del taburete y volvió a be¬sarla como si le fuera la vida en ello.
—Cuando hables de esto, y no tengo la menor duda de que lo harás, procura ser fiel a la realidad —le dijo mientras le mordisqueaba el labio infe¬rior.
Fue hacia la puerta del estudio, pero antes de marcharse, se volvió a mirarla.
—Así que mis besos se salen de cualquier es¬cala, ¿no? —de pronto se dio cuenta de que no sólo le parecía divertido, sino también muy grati¬ficante.
Bajó la escalera con una enorme sonrisa en los labios y _____(tn) se quedó allí, completamente inca¬paz de seguir trabajando.
—¿Puedo entrar? —preguntó Jody.
—Dios mío, Jody, ¿qué voy a hacer? Pensé que lo tenía todo controlado; estaba segura de que no había nada de malo en tener un romance con un tipo increíblemente guapo e interesante.
—A ver, déjame pensar —Jody se sentó junto a ella y la miró—. No, no hay absolutamente nada de malo. Todo lo contrario.
—Y si estoy un poco enamorada de él, será aún mejor, ¿verdad?
—Claro. Sin amor también es divertido, pero es como comerse toda una tableta de chocolate de una sola vez; se disfruta en el momento, pero luego no te sientes del todo bien.
—Pero, ¿y si en lugar de estar un poco enamo¬rada, estoy muy, muy enamorada?
—¿Es eso lo que ha pasado? —le preguntó de¬jando a un lado el café que se había servido.
—Sí.
—Ay, cariño —Jody abrazó a su amiga con toda la comprensión del mundo—. No te preocu¬pes. Tenía que ocurrir tarde o temprano.
—Lo sé, pero yo esperaba que fuera más tarde que temprano.
—Eso nos pasa a todos.
—Pero él no querrá que me enamore de él, no le va a gustar nada —apoyó el rostro en el hom¬bro de Jody y respiró hondo—. A mí tampoco me hace mucha gracia, pero me acostumbraré.
—Claro que sí. Pobre Frank —murmuró acari¬ciándole la cabeza—. Nunca tuvo mucho que ha¬cer contigo, ¿verdad?
—Lo siento.
—Qué le vamos a hacer.
—Supongo que no puedo esconderme de él, ¿no?
—Eso es para cobardes.
—¿Y si finjo que tengo que salir de viaje?
—Eso es de tontos.
_____(tn) respiró hondo de nuevo.
—¿Y qué hay de salir de compras?
—Ahora sí estás hablando con sensatez —ense¬guida se puso en pie y fue hacia la puerta—. Voy a ver si la señora Wolinsky puede quedarse un rato con Charlie.
Invitado
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 2/4
Capítulo 18
_____(tn) se compró un sugerente vestido negro, tan ceñido, que hizo que Jody cerrara los ojos y afirmara:
—Ese pobre hombre está perdido.
También se compró unos zapatos de tacón de aguja y lencería de la que se ponen las mujeres cuando esperan que algún hombre la vea y acabe quitándosela apasionadamente.
Además de la ropa, se hizo con todo un arsenal de velas, flores y vino para acompañar a la cena con la que pretendía despertar los sentidos y el apetito más primitivo de Kendall.
Cuando llegó a casa estaba tranquila y decidida a crear el ambiente perfecto, así que le pasó una nota a Kendall por debajo de la puerta y se ence¬rró en su apartamento a prepararlo todo.
Repartió las velas y las flores por la casa y co¬menzó a preparar la cena para que sólo quedara darle el toque final después de darse un buen baño. Sacó dos copas y puso el vino a enfriar, eli¬gió la música perfecta y finalmente subió a su ha¬bitación y observó el vestido y la ropa interior de encaje. ¿Cómo se sentiría con aquel provocador conjunto de encaje negro?
Poderosa, se respondió enseguida con un esca¬lofrío.
Se preparó la bañera y, mientras encendía un par de velas y tomaba un sorbo de vino, pensaba que pronto comenzaría a escuchar la música de la guitarra, el acompañamiento perfecto para el baño. Sumergida en el agua, se imaginó que eran las ma¬nos de Kendall y no la espuma lo que la acari-ciaba.
Casi una hora después el apartamento de Kendall seguía en silencio, pero _____(tn) siguió con los preparativos. Se cubrió el cuerpo de crema para asegurarse de que sus hábiles manos encontraran una piel suave y ligeramente perfumada. Sólo que¬daba esperar a que Kendall leyera la nota y acu¬diera.
“Kendall, tengo planes. Nos vemos más tarde. _____”.
¿Planes? ¿Había hecho planes después de te¬nerlo hecho un manojo de nervios durante todo el día? Kendall leyó la nota una y otra vez, cada vez más furioso con ella y consigo mismo por no haber podido dejar de pensar en la velada que iban a pasar juntos.
Por el amor de Dios, hasta había salido a com¬prarle flores, algo que no había hecho por ninguna mujer desde...
Estrujó la nota con una mano y se maldijo a sí mismo. ¿Qué otra cosa podía esperar? Las mujeres sólo se preocupaban por sus propios planes, era algo que sabía desde hacía mucho tiempo, pero que había cometido el error de olvidar desde que conocía a _____(tn) . Él era el único culpable.
¿Qué quería decir eso de que lo vería más tarde? Estaba claro que quería jugar, pero él no es¬taba dispuesto a participar.
Así pues, entró en el apartamento, agarró la guitarra y se fue a Delta's a deshacerse de la rabia y la frustración.
**********
A las siete y media en punto, _____(tn) sacó los champiñones rellenos del horno y observó de nuevo la mesa. Todo estaba perfecto. Después de la ensalada de aguacate y tomate y de los champiño¬nes, tenía intención de volverlo loco con unos de-liciosos creps de marisco.
Si todo salía según lo previsto, terminarían la cena con una botella de champán bien frío... En la cama.
Por fin se quitó el delantal y se miró al espejo.
—Muy bien _____(tn) vamos a buscarlo.
Salió a la escalera y apretó el timbre de su casa. Esperó con el corazón en un puño. Nada. Volvió a llamar.
—¿Cómo es posible que no estés en casa? —se preguntó en voz alta—. ¿Es que no has visto la nota? Tienes que haberla visto. Decía claramente que te vería más tarde.
Volvió a llamar, esa vez con impaciencia.
—Decía que tenía planes... Ay, Dios mío, no lo has comprendido, pobre tonto. Los planes que tengo son contigo. Maldita sea.
Volvió a su apartamento a buscar la llave que se había metido en el sujetador para no perder tiempo en buscar el bolso y, unos segundos des¬pués, estaba bajando las escaleras tan rápido como le permitían los tacones.
**********
—¿Problemas con las mujeres, labios de azúcar?
Kendall levantó la mirada hacia Delta y negó con la cabeza mientras se tomaba un descanso para humedecerse la garganta.
—Vamos, que soy yo. Todos los días de la última semana has venido muy tarde y has tocado pen¬sando en alguna mujer, pero con calma. De re¬pente hoy llegas temprano y tocas como si tuvie¬ras un serio problema. ¿Es que te has peleado con esa preciosidad?
—No. Es que los dos teníamos cosas que hacer.
—Sigue manteniéndote a raya, ¿verdad? —dijo riéndose—. Algunas mujeres preparan el romance con más ahínco que otras.
—No es ningún romance.
—Quizá sea ése tu problema. ¿Alguna vez le compras flores o le dices que tiene los ojos muy bonitos?
—No —le había comprado flores y ella no había estado ahí para recibirlas—. Es sólo sexo, no un romance.
—Ay, cariño. Con una mujer como ésa, no ten¬drás lo uno sin lo otro.
—Por eso es mejor que me aleje de una mujer como ésa. Quiero algo más sencillo —llevo las manos a la guitarra nuevamente—. ¿Ahora vas a dejarme tocar o quieres seguir opinando de mi vida amorosa?
Delta se dio media vuelta, pero antes de alejarse le dijo:
—Querido, cuando tengas vida amorosa, te daré todos los consejos que necesites.
Kendall comenzó a tocar, pero ni siquiera la música consiguió apartar su mente de ella. Aun así siguió arrancando notas de dolor y de frustración del instrumento...
Hasta que la vio aparecer por la puerta.
Sus ojos llenos de secretos se clavaron en él a través del humo del local y la sonrisa que le de¬dicó mientras se sentaba hizo que a Kendall co¬menzaran a sudarle las manos. La vio humedecerse los labios y acariciarse el borde del escote con un dedo. Se cruzó de piernas muy lentamente.
Kendall no podía dejar de mirarla. Estaba claro que lo estaba haciendo deliberadamente; aquellos movimientos sin duda pretendían volverlo loco.
Y lo estaban consiguiendo.
Escuchó la canción atentamente y, cuando las últimas notas empezaban a desvanecerse en el aire, se levantó, se pasó la mano por la cadera y se dio media vuelta sobre esos tacones imposiblemente altos. Antes de llegar a la puerta, se volvió a mi¬rarlo y lo invitó a seguirlo con una sonrisa.
Kendall lanzó una maldición.
—¿Vas a ir o no?
Se agachó a guardar la guitarra y miró a su amigo.
—¿Te parece que soy tonto, André?
—No —respondió el pianista con una carca¬jada y siguió tocando—. Desde luego que no.
Capítulo 18
_____(tn) se compró un sugerente vestido negro, tan ceñido, que hizo que Jody cerrara los ojos y afirmara:
—Ese pobre hombre está perdido.
También se compró unos zapatos de tacón de aguja y lencería de la que se ponen las mujeres cuando esperan que algún hombre la vea y acabe quitándosela apasionadamente.
Además de la ropa, se hizo con todo un arsenal de velas, flores y vino para acompañar a la cena con la que pretendía despertar los sentidos y el apetito más primitivo de Kendall.
Cuando llegó a casa estaba tranquila y decidida a crear el ambiente perfecto, así que le pasó una nota a Kendall por debajo de la puerta y se ence¬rró en su apartamento a prepararlo todo.
Repartió las velas y las flores por la casa y co¬menzó a preparar la cena para que sólo quedara darle el toque final después de darse un buen baño. Sacó dos copas y puso el vino a enfriar, eli¬gió la música perfecta y finalmente subió a su ha¬bitación y observó el vestido y la ropa interior de encaje. ¿Cómo se sentiría con aquel provocador conjunto de encaje negro?
Poderosa, se respondió enseguida con un esca¬lofrío.
Se preparó la bañera y, mientras encendía un par de velas y tomaba un sorbo de vino, pensaba que pronto comenzaría a escuchar la música de la guitarra, el acompañamiento perfecto para el baño. Sumergida en el agua, se imaginó que eran las ma¬nos de Kendall y no la espuma lo que la acari-ciaba.
Casi una hora después el apartamento de Kendall seguía en silencio, pero _____(tn) siguió con los preparativos. Se cubrió el cuerpo de crema para asegurarse de que sus hábiles manos encontraran una piel suave y ligeramente perfumada. Sólo que¬daba esperar a que Kendall leyera la nota y acu¬diera.
“Kendall, tengo planes. Nos vemos más tarde. _____”.
¿Planes? ¿Había hecho planes después de te¬nerlo hecho un manojo de nervios durante todo el día? Kendall leyó la nota una y otra vez, cada vez más furioso con ella y consigo mismo por no haber podido dejar de pensar en la velada que iban a pasar juntos.
Por el amor de Dios, hasta había salido a com¬prarle flores, algo que no había hecho por ninguna mujer desde...
Estrujó la nota con una mano y se maldijo a sí mismo. ¿Qué otra cosa podía esperar? Las mujeres sólo se preocupaban por sus propios planes, era algo que sabía desde hacía mucho tiempo, pero que había cometido el error de olvidar desde que conocía a _____(tn) . Él era el único culpable.
¿Qué quería decir eso de que lo vería más tarde? Estaba claro que quería jugar, pero él no es¬taba dispuesto a participar.
Así pues, entró en el apartamento, agarró la guitarra y se fue a Delta's a deshacerse de la rabia y la frustración.
**********
A las siete y media en punto, _____(tn) sacó los champiñones rellenos del horno y observó de nuevo la mesa. Todo estaba perfecto. Después de la ensalada de aguacate y tomate y de los champiño¬nes, tenía intención de volverlo loco con unos de-liciosos creps de marisco.
Si todo salía según lo previsto, terminarían la cena con una botella de champán bien frío... En la cama.
Por fin se quitó el delantal y se miró al espejo.
—Muy bien _____(tn) vamos a buscarlo.
Salió a la escalera y apretó el timbre de su casa. Esperó con el corazón en un puño. Nada. Volvió a llamar.
—¿Cómo es posible que no estés en casa? —se preguntó en voz alta—. ¿Es que no has visto la nota? Tienes que haberla visto. Decía claramente que te vería más tarde.
Volvió a llamar, esa vez con impaciencia.
—Decía que tenía planes... Ay, Dios mío, no lo has comprendido, pobre tonto. Los planes que tengo son contigo. Maldita sea.
Volvió a su apartamento a buscar la llave que se había metido en el sujetador para no perder tiempo en buscar el bolso y, unos segundos des¬pués, estaba bajando las escaleras tan rápido como le permitían los tacones.
**********
—¿Problemas con las mujeres, labios de azúcar?
Kendall levantó la mirada hacia Delta y negó con la cabeza mientras se tomaba un descanso para humedecerse la garganta.
—Vamos, que soy yo. Todos los días de la última semana has venido muy tarde y has tocado pen¬sando en alguna mujer, pero con calma. De re¬pente hoy llegas temprano y tocas como si tuvie¬ras un serio problema. ¿Es que te has peleado con esa preciosidad?
—No. Es que los dos teníamos cosas que hacer.
—Sigue manteniéndote a raya, ¿verdad? —dijo riéndose—. Algunas mujeres preparan el romance con más ahínco que otras.
—No es ningún romance.
—Quizá sea ése tu problema. ¿Alguna vez le compras flores o le dices que tiene los ojos muy bonitos?
—No —le había comprado flores y ella no había estado ahí para recibirlas—. Es sólo sexo, no un romance.
—Ay, cariño. Con una mujer como ésa, no ten¬drás lo uno sin lo otro.
—Por eso es mejor que me aleje de una mujer como ésa. Quiero algo más sencillo —llevo las manos a la guitarra nuevamente—. ¿Ahora vas a dejarme tocar o quieres seguir opinando de mi vida amorosa?
Delta se dio media vuelta, pero antes de alejarse le dijo:
—Querido, cuando tengas vida amorosa, te daré todos los consejos que necesites.
Kendall comenzó a tocar, pero ni siquiera la música consiguió apartar su mente de ella. Aun así siguió arrancando notas de dolor y de frustración del instrumento...
Hasta que la vio aparecer por la puerta.
Sus ojos llenos de secretos se clavaron en él a través del humo del local y la sonrisa que le de¬dicó mientras se sentaba hizo que a Kendall co¬menzaran a sudarle las manos. La vio humedecerse los labios y acariciarse el borde del escote con un dedo. Se cruzó de piernas muy lentamente.
Kendall no podía dejar de mirarla. Estaba claro que lo estaba haciendo deliberadamente; aquellos movimientos sin duda pretendían volverlo loco.
Y lo estaban consiguiendo.
Escuchó la canción atentamente y, cuando las últimas notas empezaban a desvanecerse en el aire, se levantó, se pasó la mano por la cadera y se dio media vuelta sobre esos tacones imposiblemente altos. Antes de llegar a la puerta, se volvió a mi¬rarlo y lo invitó a seguirlo con una sonrisa.
Kendall lanzó una maldición.
—¿Vas a ir o no?
Se agachó a guardar la guitarra y miró a su amigo.
—¿Te parece que soy tonto, André?
—No —respondió el pianista con una carca¬jada y siguió tocando—. Desde luego que no.
Invitado
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 3/4
Capítulo 19
_____(tn) lo esperaba en la acera cuando Kendall salió del local. Bajo la luz blanca de la farola, con una mano en la cadera, la cabeza ladeada y una te¬nue sonrisa en los labios, parecía una elegante fo¬tografía artística.
Sexo en blanco y negro.
Fue hacia ella, observándola detenidamente, el vestido ne¬gro enfundando su cuerpo.
Ninguna joya que distrajera la atención.
Altos tacones de aguja sobre los que se alzaban unas piernas esbeltas y perfectas.
Las únicas notas de color eran sus ojos y esa boca roja de sirena. Una boca que sonreía ahora con satisfacción femenina.
Estaba aún a tres pasos de distancia cuando sin¬tió su aroma y ya no pudo seguir caminando len¬tamente.
—Hola, vecino —le dijo con una voz ronro¬neante que le hizo estremecerse de deseo.
Kendall enarcó una ceja.
—¿Cambio de planes, vecina?
—Espero que no —fue ella la que dio el último paso.
Deslizó las manos por su espalda y luego volvió a subirlas hasta sus hombros para echarle los bra¬zos alrededor del cuello. Su cuerpo encajaba con el de él.
—Tú eras mi único plan, cabeza de chorlito — le dijo con una risilla malévola.
—¿De verdad?
—Schmidt —le susurró rozándole la boca con los labios y mirándolo fijamente a los ojos—. ¿No te dije que serías el primero en saberlo?
Kendall le puso la mano en la nuca sin apartar la boca de sus tentadores labios rojos.
—¿Puedes correr con esos tacones?
Ella se rió de nuevo, pero ahora se le notaba la respiración entrecortada.
—No, pero tenemos toda la noche, ¿no?
—Puede que necesitemos aún más tiempo — dio un paso atrás y le tendió una mano para que lo acompañara—. ¿De dónde has sacado esa arma letal? El vestido —añadió al ver su gesto de in¬comprensión.
—Ah, este trapo viejo —dijo riéndose—. Me lo he comprado hoy, pensando en ti. Y cuando me lo he puesto, pensaba en qué sentiría cuando tú me lo quitases.
—Has debido de estar practicando —dijo él cuando consiguió reunir fuerzas para volver a ha¬blar—. Porque esto se te da muy bien.
—Voy improvisando sobre la marcha.
—Pues por mí no pares.
A _____(tn) se le pasó por la cabeza que parecía mentira tener tanto calor en una fresca noche de abril como aquélla.
—Siento no haber sido más clara en la nota. Te¬nía muchas cosas en la cabeza —se volvió a mi¬rarlo con deleite—. Y todas relacionadas contigo.
—La verdad es que me puso de muy mal hu¬mor —admitió sin el menor esfuerzo.
—Perdóname, pero debo decir que me resulta muy halagador. Cuando llamé a tu puerta y vi que no estabas, tuve más o menos la misma reacción. Me había pasado mucho tiempo preparándome para ti. Ahora puedes sentirte halagado.
—Debe de haberte costado mucho enfundarte ese vestido.
—Y no sólo eso —se concentró para controlar los latidos de su corazón, pero cuando se detuvie¬ron frente a la puerta del edificio, volvió a acele¬rarse—. He preparado la cena.
—¿Sí? —no sólo estaba halagado, también es¬taba increíblemente excitado. Y conmovido.
—Una cena magnífica, aunque está mal que yo lo diga —añadió al tiempo que entraban en el edificio y se dirigían hacia el ascensor—. Con un delicioso vino blanco y una botella de champán que he pensado que podríamos disfrutar... en la cama.
Ya dentro del ascensor, Kendall se esforzó para no tocarla, pues sabía que si lo hacía, no saldrían de allí.
—¿Hay algo más que daba saber sobre tus pla¬nes?
—Ya lo irás descubriendo —salió del ascensor y se dirigió hacia la puerta lanzándole una de esas miradas suyas que un hombre no podía dejar de seguir.
—¿La llave?
Sin apartar los ojos de él, _____(tn) deslizó un dedo por el amplio escote del vestido y fingió estar bus¬cando la llave.
—Vaya, no consigo encontrarla —dijo disfru¬tando del modo en que Kendall seguía su mano con la mirada—. Creo que vas a tener que ayu¬darme.
Kendall descubrió algo que podría interesar a la comunidad médica, se podía seguir consciente aun sin sangre en la cabeza.
Pasó la mano suavemente por el borde del ves¬tido provocándole un escalofrío. Después coló un dedo por debajo de la tela y le acarició el pecho. Vio cómo ella cerraba los ojos en el momento en que le rozó el pezón.
—Me parece que eres tú el que ha estado prac¬ticando —consiguió decir ella con la respiración entrecortada.
—Voy improvisando sobre la marcha.
—No vayas a parar por mí.
No tenía intención de hacerlo.
—Me parece que la he encontrado —susurró sacando la llave del escote.
—Sabía que podía contar contigo.
Introdujo la llave en el cerrojo y abrió la puerta para que _____(tn) pudiera pasar.
—Entra.
Una vez dentro la agarró de las caderas y siguió caminando hacia la escalera.
—¿Y la cena? —preguntó ella, avanzando de espaldas.
—Puede esperar —Kendall descolgó el telé¬fono al pasar.
—¿El vino?
—Después. Mucho después.
_____(tn) comenzó a subir los escalones con las piernas temblorosas, pero agarrándose a sus hom¬bros.
—Pídeme que te toque.
—Tócame —suspiró al sentir que sus manos comenzaban a subir desde las caderas.
—Pídeme que te bese.
—Bésame —gimió cuando su boca le rozó los pechos—. Bésame más —le pidió al llegar al dor¬mitorio.
—Enseguida —dijo él con una malévola son¬risa—. Quiero más luz.
—He preparado velas —buscó las cerillas e intentó encender una—. No puedo, me tiemblan las manos —admitió riéndose.
—Deja que lo haga yo, pero no te muevas de ahí.
Unos segundos después, la habitación quedó suavemente iluminada por la luz de decenas de velas y Kendall volvió a su lado. _____(tn) lo obser¬vaba con los ojos llenos de deseo y de nervio¬sismo.
—Pídeme que te tome —dijo estrechándola en sus brazos.
—Tómame —obedeció ella sin apartar la mi¬rada de sus ojos.
Sus bocas se unieron con el poder y la pasión que habían creado entre ambos. _____(tn) se aferró a él con la certeza de que aquello era lo que quería.
—Te deseo —le dijo mientras le cubría el ros¬tro de besos.
Entonces él le dio la vuelta y comenzó a be¬sarle el cuello. _____(tn) se sorprendió al ver la ima¬gen de ambos en el espejo, el brillo de deseo que iluminaba el rostro de Kendall mientras exploraba su cuerpo.
Capítulo 19
_____(tn) lo esperaba en la acera cuando Kendall salió del local. Bajo la luz blanca de la farola, con una mano en la cadera, la cabeza ladeada y una te¬nue sonrisa en los labios, parecía una elegante fo¬tografía artística.
Sexo en blanco y negro.
Fue hacia ella, observándola detenidamente, el vestido ne¬gro enfundando su cuerpo.
Ninguna joya que distrajera la atención.
Altos tacones de aguja sobre los que se alzaban unas piernas esbeltas y perfectas.
Las únicas notas de color eran sus ojos y esa boca roja de sirena. Una boca que sonreía ahora con satisfacción femenina.
Estaba aún a tres pasos de distancia cuando sin¬tió su aroma y ya no pudo seguir caminando len¬tamente.
—Hola, vecino —le dijo con una voz ronro¬neante que le hizo estremecerse de deseo.
Kendall enarcó una ceja.
—¿Cambio de planes, vecina?
—Espero que no —fue ella la que dio el último paso.
Deslizó las manos por su espalda y luego volvió a subirlas hasta sus hombros para echarle los bra¬zos alrededor del cuello. Su cuerpo encajaba con el de él.
—Tú eras mi único plan, cabeza de chorlito — le dijo con una risilla malévola.
—¿De verdad?
—Schmidt —le susurró rozándole la boca con los labios y mirándolo fijamente a los ojos—. ¿No te dije que serías el primero en saberlo?
Kendall le puso la mano en la nuca sin apartar la boca de sus tentadores labios rojos.
—¿Puedes correr con esos tacones?
Ella se rió de nuevo, pero ahora se le notaba la respiración entrecortada.
—No, pero tenemos toda la noche, ¿no?
—Puede que necesitemos aún más tiempo — dio un paso atrás y le tendió una mano para que lo acompañara—. ¿De dónde has sacado esa arma letal? El vestido —añadió al ver su gesto de in¬comprensión.
—Ah, este trapo viejo —dijo riéndose—. Me lo he comprado hoy, pensando en ti. Y cuando me lo he puesto, pensaba en qué sentiría cuando tú me lo quitases.
—Has debido de estar practicando —dijo él cuando consiguió reunir fuerzas para volver a ha¬blar—. Porque esto se te da muy bien.
—Voy improvisando sobre la marcha.
—Pues por mí no pares.
A _____(tn) se le pasó por la cabeza que parecía mentira tener tanto calor en una fresca noche de abril como aquélla.
—Siento no haber sido más clara en la nota. Te¬nía muchas cosas en la cabeza —se volvió a mi¬rarlo con deleite—. Y todas relacionadas contigo.
—La verdad es que me puso de muy mal hu¬mor —admitió sin el menor esfuerzo.
—Perdóname, pero debo decir que me resulta muy halagador. Cuando llamé a tu puerta y vi que no estabas, tuve más o menos la misma reacción. Me había pasado mucho tiempo preparándome para ti. Ahora puedes sentirte halagado.
—Debe de haberte costado mucho enfundarte ese vestido.
—Y no sólo eso —se concentró para controlar los latidos de su corazón, pero cuando se detuvie¬ron frente a la puerta del edificio, volvió a acele¬rarse—. He preparado la cena.
—¿Sí? —no sólo estaba halagado, también es¬taba increíblemente excitado. Y conmovido.
—Una cena magnífica, aunque está mal que yo lo diga —añadió al tiempo que entraban en el edificio y se dirigían hacia el ascensor—. Con un delicioso vino blanco y una botella de champán que he pensado que podríamos disfrutar... en la cama.
Ya dentro del ascensor, Kendall se esforzó para no tocarla, pues sabía que si lo hacía, no saldrían de allí.
—¿Hay algo más que daba saber sobre tus pla¬nes?
—Ya lo irás descubriendo —salió del ascensor y se dirigió hacia la puerta lanzándole una de esas miradas suyas que un hombre no podía dejar de seguir.
—¿La llave?
Sin apartar los ojos de él, _____(tn) deslizó un dedo por el amplio escote del vestido y fingió estar bus¬cando la llave.
—Vaya, no consigo encontrarla —dijo disfru¬tando del modo en que Kendall seguía su mano con la mirada—. Creo que vas a tener que ayu¬darme.
Kendall descubrió algo que podría interesar a la comunidad médica, se podía seguir consciente aun sin sangre en la cabeza.
Pasó la mano suavemente por el borde del ves¬tido provocándole un escalofrío. Después coló un dedo por debajo de la tela y le acarició el pecho. Vio cómo ella cerraba los ojos en el momento en que le rozó el pezón.
—Me parece que eres tú el que ha estado prac¬ticando —consiguió decir ella con la respiración entrecortada.
—Voy improvisando sobre la marcha.
—No vayas a parar por mí.
No tenía intención de hacerlo.
—Me parece que la he encontrado —susurró sacando la llave del escote.
—Sabía que podía contar contigo.
Introdujo la llave en el cerrojo y abrió la puerta para que _____(tn) pudiera pasar.
—Entra.
Una vez dentro la agarró de las caderas y siguió caminando hacia la escalera.
—¿Y la cena? —preguntó ella, avanzando de espaldas.
—Puede esperar —Kendall descolgó el telé¬fono al pasar.
—¿El vino?
—Después. Mucho después.
_____(tn) comenzó a subir los escalones con las piernas temblorosas, pero agarrándose a sus hom¬bros.
—Pídeme que te toque.
—Tócame —suspiró al sentir que sus manos comenzaban a subir desde las caderas.
—Pídeme que te bese.
—Bésame —gimió cuando su boca le rozó los pechos—. Bésame más —le pidió al llegar al dor¬mitorio.
—Enseguida —dijo él con una malévola son¬risa—. Quiero más luz.
—He preparado velas —buscó las cerillas e intentó encender una—. No puedo, me tiemblan las manos —admitió riéndose.
—Deja que lo haga yo, pero no te muevas de ahí.
Unos segundos después, la habitación quedó suavemente iluminada por la luz de decenas de velas y Kendall volvió a su lado. _____(tn) lo obser¬vaba con los ojos llenos de deseo y de nervio¬sismo.
—Pídeme que te tome —dijo estrechándola en sus brazos.
—Tómame —obedeció ella sin apartar la mi¬rada de sus ojos.
Sus bocas se unieron con el poder y la pasión que habían creado entre ambos. _____(tn) se aferró a él con la certeza de que aquello era lo que quería.
—Te deseo —le dijo mientras le cubría el ros¬tro de besos.
Entonces él le dio la vuelta y comenzó a be¬sarle el cuello. _____(tn) se sorprendió al ver la ima¬gen de ambos en el espejo, el brillo de deseo que iluminaba el rostro de Kendall mientras exploraba su cuerpo.
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 4/4
Capítulo 20
Tenemos toda la noche —le recordó él—. Mira.
Continuó besándole y mordisqueándole el cuello mientras con las manos le acariciaba los pechos por debajo de la seda del vestido. De los labios de _____(tn) salió un gemido de placer al sentir su mano en el centro de su cuerpo.
Kendall levantó la mirada y sus ojos se encon¬traron en el espejo. _____(tn) lo había vuelto loco con su aparición en el club y ahora él tenía intención de devolverle el favor.
—Dime que quieres más.
_____(tn) sentía que los músculos se le habían que¬dado flojos, las piernas apenas la sostenían.
—Kendall...
Él siguió acariciándole los muslos, haciéndola estremecer.
—Dime que quieres más.
—Dios —echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en su hombro—. Quiero más.
—Yo también.
Coló la mano por debajo de sus medias. Tocarla de aquel modo era una deliciosa tortura. Su aroma lo estaba matando, el tacto de su piel lo urgía a ha¬cerla suya, pero él hizo un esfuerzo por contro¬larse. Debía apaciguar su instinto animal porque cuando se desatara los devoraría a ambos.
Le mordisqueó el cuello y los hombros mien¬tras le bajaba la cremallera del vestido. No pudo contener un gruñido de excitación al ver lo que había debajo de la fina prenda.
Sexo en blanco y negro, pensó de nuevo.
_____(tn) vio cómo cambiaba la expresión de sus ojos y aparecía en ellos un brillo peligroso. Le sor¬prendió darse cuenta de que eso era precisamente lo que deseaba ver; el peligro, el riesgo, la gloria de estar haciéndole perder ese férreo control que ejercía sobre sí mismo.
Saberse poseedora de tal poder la impulsó a agarrarle las manos con las suyas y guiarlas por su cuerpo.
—Me lo he comprado hoy —susurró mientras le llevaba las manos a los pechos—. Para que pu¬dieras arrancármelo.
Aquellas palabras bastaron para que se dejara lle¬var por la pasión. La dio la vuelta y poseyó su boca apasionadamente mientras la llevaba hasta la cama.
Quería comérsela viva y no podía parar. Sintió cómo arqueaba la espalda cuando su mano al¬canzó el centro de aquel cuerpo perfecto. Un se¬gundo después rasgó el encaje y la seda desespera¬damente y pudo explorar sus pechos con la boca mientras ella lo volvía loco arrancándole la cami¬seta y hundiéndole las uñas en la espalda.
Su boca mostraba la misma ansiedad que la de él, sus manos se movían con la misma impaciencia por quitarle los pantalones y cuando por fin pudo agarrarlo, Kendall sintió que todo su cuerpo ardía por dentro.
Rodaron por la cama, jadeando, gimiendo.
Cuando se adentró en ella y el calor de sus cuerpos se fundió en uno, la explosión de placer fue mayor de lo que jamás habría podido imagi¬nar. Ella seguía su ritmo con la misma furia, aga¬rrándose al cabecero para arquear la espalda y que él se sumergiera en su cuerpo tanto como fuera posible. Enloquecido de placer, Kendall observó su rostro, el deleite que se reflejaba en él y siguió moviéndose hasta hacerla gritar su nombre y sin¬tió que se derretía en sus brazos. Entonces se dejó llevar y se deshizo dentro de ella.
No le soltó las manos, ni salió de su cuerpo mientras ella seguía estremeciéndose.
—¿Aún respiramos? —le preguntó ella unos minutos después.
—Desde luego tu corazón sigue latiendo —podía verlo en su cuello.
—Bien. ¿Y el tuyo?
—Creo que sí.
—Bien. Voy a necesitar unas horas, quizá unos días, para poder volver a moverme.
Aunque tenía los ojos cerrados, _____(tn) sabía que él la observaba y por eso sonrió.
—Gracias por devolverme el favor, Schmidt.
—Era lo menos que podía hacer.
—Nunca nadie me había hecho sentir nada se¬mejante —abrió los ojos—. Nadie me había to¬cado así.
Nada más decirlo se dio cuenta del error que había cometido, lo leyó en sus ojos, en el modo en que se apartó de la intimidad que acababan de compartir. Estaría con ella sólo si se trataba de algo sencillo, sexy y sin ternura alguna.
Pero ella deseaba algo más. Deseaba el senti¬miento y la emoción.
—Tienes unas manos magníficas —dijo vol¬viendo al tono seductor.
—Las tuyas tampoco están nada mal —respon¬dió él al tiempo que se tumbaba de espaldas a su lado. Se odiaba a sí mismo por haberse estreme¬cido al ver esa emoción en sus ojos.
No iba a permitir que las cosas fueran por esos derroteros porque sabía que entonces estaría per¬dido. Hacía ya mucho tiempo que había dejado de esperar, de sentir.
_____(tn) deseaba acurrucarse junto a él, pero su¬ponía que eso también era terreno prohibido. Debía contentarse con algo sencillo y sin complica¬ciones, si no quería que se marchase de su lado.
—Me parece que nos vendría muy bien una copita de vino, ¿no te parece? —le preguntó in¬corporándose en la cama.
—Desde luego —Kendall le pasó la mano por la cadera porque sentía la necesidad de tocarla, de no perder la conexión con ella—. Habías dicho algo de una cena.
—Schmidt te tengo preparado algo delicioso —anunció levantándose de la cama después de darle un rápido beso—. Sólo me queda hacer los creps.
—¿Vas a cocinar?
—Sí.
Sólo con verla salir de la cama sintió que volvía a arderle la sangre.
—¿Qué haces?
_____(tn) se echó a reír con la bata en la mano.
—Poniéndome una bata. Suele utilizarse para cubrir la desnudez.
Kendall fue hacia ella y le soltó el cinturón que acababa de atarse.
—No te la pongas.
—Pensé que querías cenar —dijo mientras un escalofrío le recorría la espalda.
—Así es y quiero verte cocinar.
—Ah —volvió a echarse a reír—. No voy a co¬cinar desnuda, esa fantasía tuya no se va a hacer realidad.
—En realidad me preguntaba si no tendrías otro conjunto como ése —dijo señalando a lo que quedaba del liguero de encaje que le había arran¬cado con sus propias manos.
_____(tn) enarcó una ceja con sorpresa y curiosi¬dad.
—Ninguna mujer precavida compraría sólo uno. Tengo otro rojo pasión que te cortará la res¬piración.
En su rostro apareció una sonrisa arrebatadora.
—¿Por qué no te lo pones? Tengo muchísima hambre.
Capítulo 20
Tenemos toda la noche —le recordó él—. Mira.
Continuó besándole y mordisqueándole el cuello mientras con las manos le acariciaba los pechos por debajo de la seda del vestido. De los labios de _____(tn) salió un gemido de placer al sentir su mano en el centro de su cuerpo.
Kendall levantó la mirada y sus ojos se encon¬traron en el espejo. _____(tn) lo había vuelto loco con su aparición en el club y ahora él tenía intención de devolverle el favor.
—Dime que quieres más.
_____(tn) sentía que los músculos se le habían que¬dado flojos, las piernas apenas la sostenían.
—Kendall...
Él siguió acariciándole los muslos, haciéndola estremecer.
—Dime que quieres más.
—Dios —echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en su hombro—. Quiero más.
—Yo también.
Coló la mano por debajo de sus medias. Tocarla de aquel modo era una deliciosa tortura. Su aroma lo estaba matando, el tacto de su piel lo urgía a ha¬cerla suya, pero él hizo un esfuerzo por contro¬larse. Debía apaciguar su instinto animal porque cuando se desatara los devoraría a ambos.
Le mordisqueó el cuello y los hombros mien¬tras le bajaba la cremallera del vestido. No pudo contener un gruñido de excitación al ver lo que había debajo de la fina prenda.
Sexo en blanco y negro, pensó de nuevo.
_____(tn) vio cómo cambiaba la expresión de sus ojos y aparecía en ellos un brillo peligroso. Le sor¬prendió darse cuenta de que eso era precisamente lo que deseaba ver; el peligro, el riesgo, la gloria de estar haciéndole perder ese férreo control que ejercía sobre sí mismo.
Saberse poseedora de tal poder la impulsó a agarrarle las manos con las suyas y guiarlas por su cuerpo.
—Me lo he comprado hoy —susurró mientras le llevaba las manos a los pechos—. Para que pu¬dieras arrancármelo.
Aquellas palabras bastaron para que se dejara lle¬var por la pasión. La dio la vuelta y poseyó su boca apasionadamente mientras la llevaba hasta la cama.
Quería comérsela viva y no podía parar. Sintió cómo arqueaba la espalda cuando su mano al¬canzó el centro de aquel cuerpo perfecto. Un se¬gundo después rasgó el encaje y la seda desespera¬damente y pudo explorar sus pechos con la boca mientras ella lo volvía loco arrancándole la cami¬seta y hundiéndole las uñas en la espalda.
Su boca mostraba la misma ansiedad que la de él, sus manos se movían con la misma impaciencia por quitarle los pantalones y cuando por fin pudo agarrarlo, Kendall sintió que todo su cuerpo ardía por dentro.
Rodaron por la cama, jadeando, gimiendo.
Cuando se adentró en ella y el calor de sus cuerpos se fundió en uno, la explosión de placer fue mayor de lo que jamás habría podido imagi¬nar. Ella seguía su ritmo con la misma furia, aga¬rrándose al cabecero para arquear la espalda y que él se sumergiera en su cuerpo tanto como fuera posible. Enloquecido de placer, Kendall observó su rostro, el deleite que se reflejaba en él y siguió moviéndose hasta hacerla gritar su nombre y sin¬tió que se derretía en sus brazos. Entonces se dejó llevar y se deshizo dentro de ella.
No le soltó las manos, ni salió de su cuerpo mientras ella seguía estremeciéndose.
—¿Aún respiramos? —le preguntó ella unos minutos después.
—Desde luego tu corazón sigue latiendo —podía verlo en su cuello.
—Bien. ¿Y el tuyo?
—Creo que sí.
—Bien. Voy a necesitar unas horas, quizá unos días, para poder volver a moverme.
Aunque tenía los ojos cerrados, _____(tn) sabía que él la observaba y por eso sonrió.
—Gracias por devolverme el favor, Schmidt.
—Era lo menos que podía hacer.
—Nunca nadie me había hecho sentir nada se¬mejante —abrió los ojos—. Nadie me había to¬cado así.
Nada más decirlo se dio cuenta del error que había cometido, lo leyó en sus ojos, en el modo en que se apartó de la intimidad que acababan de compartir. Estaría con ella sólo si se trataba de algo sencillo, sexy y sin ternura alguna.
Pero ella deseaba algo más. Deseaba el senti¬miento y la emoción.
—Tienes unas manos magníficas —dijo vol¬viendo al tono seductor.
—Las tuyas tampoco están nada mal —respon¬dió él al tiempo que se tumbaba de espaldas a su lado. Se odiaba a sí mismo por haberse estreme¬cido al ver esa emoción en sus ojos.
No iba a permitir que las cosas fueran por esos derroteros porque sabía que entonces estaría per¬dido. Hacía ya mucho tiempo que había dejado de esperar, de sentir.
_____(tn) deseaba acurrucarse junto a él, pero su¬ponía que eso también era terreno prohibido. Debía contentarse con algo sencillo y sin complica¬ciones, si no quería que se marchase de su lado.
—Me parece que nos vendría muy bien una copita de vino, ¿no te parece? —le preguntó in¬corporándose en la cama.
—Desde luego —Kendall le pasó la mano por la cadera porque sentía la necesidad de tocarla, de no perder la conexión con ella—. Habías dicho algo de una cena.
—Schmidt te tengo preparado algo delicioso —anunció levantándose de la cama después de darle un rápido beso—. Sólo me queda hacer los creps.
—¿Vas a cocinar?
—Sí.
Sólo con verla salir de la cama sintió que volvía a arderle la sangre.
—¿Qué haces?
_____(tn) se echó a reír con la bata en la mano.
—Poniéndome una bata. Suele utilizarse para cubrir la desnudez.
Kendall fue hacia ella y le soltó el cinturón que acababa de atarse.
—No te la pongas.
—Pensé que querías cenar —dijo mientras un escalofrío le recorría la espalda.
—Así es y quiero verte cocinar.
—Ah —volvió a echarse a reír—. No voy a co¬cinar desnuda, esa fantasía tuya no se va a hacer realidad.
—En realidad me preguntaba si no tendrías otro conjunto como ése —dijo señalando a lo que quedaba del liguero de encaje que le había arran¬cado con sus propias manos.
_____(tn) enarcó una ceja con sorpresa y curiosi¬dad.
—Ninguna mujer precavida compraría sólo uno. Tengo otro rojo pasión que te cortará la res¬piración.
En su rostro apareció una sonrisa arrebatadora.
—¿Por qué no te lo pones? Tengo muchísima hambre.
Invitado
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
Capítulo 21
Hacer creps en ropa interior tenía sus riesgos, pero además de eso, _____(tn) descubrió lo que era hacer el amor sobre la mesa de la cocina.
Increíble.
Y en la alfombra del salón.
Increíble.
La experiencia de hacerlo bajo la ducha era algo que sin duda deseaba repetir.
Pasaron la noche entera el uno en brazos del otro, como si no pudieran saciarse de estar juntos.
Alcanzaron tal conexión sexual, tal armonía, que en cierto momento _____(tn) llegó a creer que era el corazón de Kendall lo que latía en su pecho.
Las velas ya se habían apagado y la luz del amanecer se colaba por las ventanas cuando se quedó dormida en sus brazos, completamente exhausta.
Después despertó sola.
Sabía que no debía molestarle que no se hubiese quedado a dormir con ella, que no hubiera despertado a su lado. Sabía que las cosas nunca serían así entre ellos.
Lo sabía y lo aceptaba.
Nunca habría palabras de amor, ni desnudarían su alma el uno con el otro.
Su intimidad sería sólo física.
¿Cómo iba a saber él que _____(tn) jamás se había entregado de ese modo a ningún hombre? ¿Por qué habría de saber que su pasión estaba motivada por el amor?
Se frotó los ojos con cansancio y se levantó de la cama. Había comenzado aquella relación sabiendo muy bien en lo que se metía, consciente de las limitaciones de Kendall. Podrían estar juntos y pasarlo bien siempre y cuando no cruzaran cierta línea.
No pensaba lamentarse por ello.
Era una mujer adulta, dueña de sus propias emociones y responsable de sus acciones. No iba a quejarse por estar viviendo algo tremendamente emocionante con un hombre increíble.
—¡Maldita sea! —Protestó con todas sus fuerzas—. ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!
Volvió a tumbarse en la cama y descolgó el teléfono. Tenía que hablar con alguien y, en asuntos tan importantes, siempre era el mismo alguien.
—¿Mamá? Mamá, estoy enamorada —dijo antes de romper a llorar.
**********
Los dedos de Kendall volaban sobre el teclado. No había dormido más de tres horas y sin embargo tenía la mente clara y rebosante de energía. Escribir su obra más famosa había sido una verdadera tortura; cada palabra que la componía había salido de él con un profundo dolor. Sin embargo, aquélla manaba de su interior como salía el champán de una botella al que se le quitaba el corcho. Estaba llena de vida y, por primera vez desde hacía más tiempo del que podía recordar, él también lo estaba.
Podía verlo todo con absoluta claridad; el escenario, los personajes y lo que había dentro de ellos.
Un mundo en tres actos. Los seres que se iban dibujando con cada palabra que escribía estaban ya llenos de energía. Él los conocía, sabía cómo funcionaban sus corazones y cómo acabarían rompiéndose.
El hilo de esperanza que iluminaba sus vidas había sido algo inesperado, algo que no había planeado, pero que estaba allí con tal certeza, con tal fuerza que también él podía sentirlo.
Escribió hasta quedar exhausto, después miró a su alrededor con gesto desorientado. Todo estaba oscuro a excepción de la luz de una lámpara que había encendido hacía horas y la que desprendía la pantalla del ordenador. No tenía la menor idea de la hora que era, ni siquiera sabía bien en qué día estaba. Tenía el cuello y los hombros rígidos y el estómago vacío.
Se puso en pie y, después de estirar un poco los músculos entumecidos, fue hacia la ventana y abrió las cortinas. Estaba lloviendo a cántaros. Ni siquiera lo había notado mientras escribía.
Se preguntó si _____(tn) estaría también observando la tormenta, cómo los peatones corrían a refugiarse en los soportales de las tiendas. Se preguntó qué pensaría de la escena; seguro que convertiría al hombre que vendía paraguas en la acera en uno de sus cómicos personajes; le daría un nombre y lo convertiría en parte de su mundo con ese magnífico don que poseía.
Ahora también él estaba en ese mundo, pensó Kendall. Desde que la conocía, no había podido resistir la tentación de abrir esa puerta y adentrarse en esa deliciosa y colorida confusión.
Pero ella parecía no comprender que ése no era su sitio.
Cuando estaba allí, con ella, Kendall llegaba a tener la sensación de poder encajar en aquel mundo, de que realmente la vida podía llegar a ser así de sencilla y de extraordinaria.
Como una tormenta que caía sobre la ciudad. Pero las tormentas siempre acababan.
Esa mañana había estado a punto de dejarse sumergir en ese mundo. Le había faltado muy poco para caer en la tentación de quedarse a su lado, abrazado a ese cuerpo cálido que se había acurrucado a él durante el sueño.
_____(tn) le había parecido tan... dulce, tan acogedora. Lo que había sentido mientras la veía dormir había sido otro tipo de deseo, el deseo de aferrarse a aquella fantasía y olvidarse de sus problemas.
Lo más sabio había sido dejarla dormir.
Bajó a hacer más café y consideró la idea de echarse una siesta. Pero entonces pensó en ella y supo que no podría conciliar el sueño mientras siguiera recordando la noche que habían pasado juntos.
¿Qué estaría haciendo?
No debía ir a verla, no tenía derecho a interrumpir su trabajo sólo porque él hubiese decidido tomarse un descanso. Sólo porque la lluvia le hubiese hecho sentirse solo y tenso.
Tuvo que recordarse que a él le gustaba estar solo y necesitaba esa tensión para trabajar. Pero lo cierto era que en aquel momento habría deseado poder sentarse a ver la tormenta con ella y hacerle el amor lentamente mientras la lluvia golpeaba los cristales y los alejaba de todo excepto de ellos mismos.
Deseaba estar con ella más de lo que le convenía.
El deseo estaba bien, pero la necesidad era algo muy peligroso y tenía la sensación de estar muy cerca de cruzar esa fina línea.
Cuando a un hombre se le metía en la cabeza de ese modo una mujer, lo cambiaba; lo transformaba en un ser vulnerable, dejando al descubierto partes de sí mismo que debía proteger.
_____(tn) no era Pamela. No estaba tan ciego como para pensar que todas las mujeres eran tan mentirosas y frías como ella. Si alguna vez había conocido a alguien en las antípodas de la crueldad y el engaño, era sin duda _____(tn) Campbell.
Pero eso no cambiaba nada.
De la necesidad al amor había un espacio muy pequeño y un hombre como él, al que ya le habían roto el corazón una vez, debía tener mucho cuidado con no aventurarse a entrar en tan peligroso terreno. La experiencia le había enseñado a mantener el control en todo momento y de hecho, no se creía capaz de volver a sentir ese tipo de cosas.
Así que no tenía de qué preocuparse, se dijo a sí mismo mientras se bebía el café recién hecho con la mirada clavada en la puerta como si pudiese ver a través de ella y de la que había al otro lado del descansillo.
_____(tn) no le había pedido nada más que pasión, compañía y diversión. Lo mismo que buscaba él.
Ambos eran perfectamente conscientes de que aquello era algo temporal.
Kendall se marcharía de la ciudad en pocas semanas y cada uno seguiría con su vida. Ella con sus innumerables amigos y él con su soledad.
Dejó la taza sobre la mesa con un golpe antes siquiera de darse cuenta de que no le gustaba nada la idea.
Quizá pudieran seguir viéndose de vez en cuando. Su casa de Connecticut no estaba demasiado lejos de Nueva York, se podía ir y volver en el mismo día.
Él iba a la ciudad a menudo y no había ningún motivo por el que no pudiera ir aún con más frecuencia.
Hasta que ella conociera a otro, pensó de pronto. ¿Por qué iba una mujer como _____(tn) a esperar mientras él entraba y salía de su vida intermitentemente?
Pero, ¿quién le estaba pidiendo que esperara? Por lo que a él se refería, podía enamorarse de cualquier *** que le eligiera alguno de sus amigos.
Sólo esperaba que no sucediera mientras él estuviese allí.
Fue directo a la puerta con la intención de aclarar un par de cosas y la abrió a tiempo de ver cómo _____(tn) se lanzaba a los brazos de un hombre alto y de cabello castaño.
—Sigues siendo la chica más guapa de Nueva York —le dijo él—. Dame un beso.
Al oír eso, Kendall se preguntó qué tortura sería la más adecuada para aquel tipo.
Hacer creps en ropa interior tenía sus riesgos, pero además de eso, _____(tn) descubrió lo que era hacer el amor sobre la mesa de la cocina.
Increíble.
Y en la alfombra del salón.
Increíble.
La experiencia de hacerlo bajo la ducha era algo que sin duda deseaba repetir.
Pasaron la noche entera el uno en brazos del otro, como si no pudieran saciarse de estar juntos.
Alcanzaron tal conexión sexual, tal armonía, que en cierto momento _____(tn) llegó a creer que era el corazón de Kendall lo que latía en su pecho.
Las velas ya se habían apagado y la luz del amanecer se colaba por las ventanas cuando se quedó dormida en sus brazos, completamente exhausta.
Después despertó sola.
Sabía que no debía molestarle que no se hubiese quedado a dormir con ella, que no hubiera despertado a su lado. Sabía que las cosas nunca serían así entre ellos.
Lo sabía y lo aceptaba.
Nunca habría palabras de amor, ni desnudarían su alma el uno con el otro.
Su intimidad sería sólo física.
¿Cómo iba a saber él que _____(tn) jamás se había entregado de ese modo a ningún hombre? ¿Por qué habría de saber que su pasión estaba motivada por el amor?
Se frotó los ojos con cansancio y se levantó de la cama. Había comenzado aquella relación sabiendo muy bien en lo que se metía, consciente de las limitaciones de Kendall. Podrían estar juntos y pasarlo bien siempre y cuando no cruzaran cierta línea.
No pensaba lamentarse por ello.
Era una mujer adulta, dueña de sus propias emociones y responsable de sus acciones. No iba a quejarse por estar viviendo algo tremendamente emocionante con un hombre increíble.
—¡Maldita sea! —Protestó con todas sus fuerzas—. ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!
Volvió a tumbarse en la cama y descolgó el teléfono. Tenía que hablar con alguien y, en asuntos tan importantes, siempre era el mismo alguien.
—¿Mamá? Mamá, estoy enamorada —dijo antes de romper a llorar.
**********
Los dedos de Kendall volaban sobre el teclado. No había dormido más de tres horas y sin embargo tenía la mente clara y rebosante de energía. Escribir su obra más famosa había sido una verdadera tortura; cada palabra que la componía había salido de él con un profundo dolor. Sin embargo, aquélla manaba de su interior como salía el champán de una botella al que se le quitaba el corcho. Estaba llena de vida y, por primera vez desde hacía más tiempo del que podía recordar, él también lo estaba.
Podía verlo todo con absoluta claridad; el escenario, los personajes y lo que había dentro de ellos.
Un mundo en tres actos. Los seres que se iban dibujando con cada palabra que escribía estaban ya llenos de energía. Él los conocía, sabía cómo funcionaban sus corazones y cómo acabarían rompiéndose.
El hilo de esperanza que iluminaba sus vidas había sido algo inesperado, algo que no había planeado, pero que estaba allí con tal certeza, con tal fuerza que también él podía sentirlo.
Escribió hasta quedar exhausto, después miró a su alrededor con gesto desorientado. Todo estaba oscuro a excepción de la luz de una lámpara que había encendido hacía horas y la que desprendía la pantalla del ordenador. No tenía la menor idea de la hora que era, ni siquiera sabía bien en qué día estaba. Tenía el cuello y los hombros rígidos y el estómago vacío.
Se puso en pie y, después de estirar un poco los músculos entumecidos, fue hacia la ventana y abrió las cortinas. Estaba lloviendo a cántaros. Ni siquiera lo había notado mientras escribía.
Se preguntó si _____(tn) estaría también observando la tormenta, cómo los peatones corrían a refugiarse en los soportales de las tiendas. Se preguntó qué pensaría de la escena; seguro que convertiría al hombre que vendía paraguas en la acera en uno de sus cómicos personajes; le daría un nombre y lo convertiría en parte de su mundo con ese magnífico don que poseía.
Ahora también él estaba en ese mundo, pensó Kendall. Desde que la conocía, no había podido resistir la tentación de abrir esa puerta y adentrarse en esa deliciosa y colorida confusión.
Pero ella parecía no comprender que ése no era su sitio.
Cuando estaba allí, con ella, Kendall llegaba a tener la sensación de poder encajar en aquel mundo, de que realmente la vida podía llegar a ser así de sencilla y de extraordinaria.
Como una tormenta que caía sobre la ciudad. Pero las tormentas siempre acababan.
Esa mañana había estado a punto de dejarse sumergir en ese mundo. Le había faltado muy poco para caer en la tentación de quedarse a su lado, abrazado a ese cuerpo cálido que se había acurrucado a él durante el sueño.
_____(tn) le había parecido tan... dulce, tan acogedora. Lo que había sentido mientras la veía dormir había sido otro tipo de deseo, el deseo de aferrarse a aquella fantasía y olvidarse de sus problemas.
Lo más sabio había sido dejarla dormir.
Bajó a hacer más café y consideró la idea de echarse una siesta. Pero entonces pensó en ella y supo que no podría conciliar el sueño mientras siguiera recordando la noche que habían pasado juntos.
¿Qué estaría haciendo?
No debía ir a verla, no tenía derecho a interrumpir su trabajo sólo porque él hubiese decidido tomarse un descanso. Sólo porque la lluvia le hubiese hecho sentirse solo y tenso.
Tuvo que recordarse que a él le gustaba estar solo y necesitaba esa tensión para trabajar. Pero lo cierto era que en aquel momento habría deseado poder sentarse a ver la tormenta con ella y hacerle el amor lentamente mientras la lluvia golpeaba los cristales y los alejaba de todo excepto de ellos mismos.
Deseaba estar con ella más de lo que le convenía.
El deseo estaba bien, pero la necesidad era algo muy peligroso y tenía la sensación de estar muy cerca de cruzar esa fina línea.
Cuando a un hombre se le metía en la cabeza de ese modo una mujer, lo cambiaba; lo transformaba en un ser vulnerable, dejando al descubierto partes de sí mismo que debía proteger.
_____(tn) no era Pamela. No estaba tan ciego como para pensar que todas las mujeres eran tan mentirosas y frías como ella. Si alguna vez había conocido a alguien en las antípodas de la crueldad y el engaño, era sin duda _____(tn) Campbell.
Pero eso no cambiaba nada.
De la necesidad al amor había un espacio muy pequeño y un hombre como él, al que ya le habían roto el corazón una vez, debía tener mucho cuidado con no aventurarse a entrar en tan peligroso terreno. La experiencia le había enseñado a mantener el control en todo momento y de hecho, no se creía capaz de volver a sentir ese tipo de cosas.
Así que no tenía de qué preocuparse, se dijo a sí mismo mientras se bebía el café recién hecho con la mirada clavada en la puerta como si pudiese ver a través de ella y de la que había al otro lado del descansillo.
_____(tn) no le había pedido nada más que pasión, compañía y diversión. Lo mismo que buscaba él.
Ambos eran perfectamente conscientes de que aquello era algo temporal.
Kendall se marcharía de la ciudad en pocas semanas y cada uno seguiría con su vida. Ella con sus innumerables amigos y él con su soledad.
Dejó la taza sobre la mesa con un golpe antes siquiera de darse cuenta de que no le gustaba nada la idea.
Quizá pudieran seguir viéndose de vez en cuando. Su casa de Connecticut no estaba demasiado lejos de Nueva York, se podía ir y volver en el mismo día.
Él iba a la ciudad a menudo y no había ningún motivo por el que no pudiera ir aún con más frecuencia.
Hasta que ella conociera a otro, pensó de pronto. ¿Por qué iba una mujer como _____(tn) a esperar mientras él entraba y salía de su vida intermitentemente?
Pero, ¿quién le estaba pidiendo que esperara? Por lo que a él se refería, podía enamorarse de cualquier *** que le eligiera alguno de sus amigos.
Sólo esperaba que no sucediera mientras él estuviese allí.
Fue directo a la puerta con la intención de aclarar un par de cosas y la abrió a tiempo de ver cómo _____(tn) se lanzaba a los brazos de un hombre alto y de cabello castaño.
—Sigues siendo la chica más guapa de Nueva York —le dijo él—. Dame un beso.
Al oír eso, Kendall se preguntó qué tortura sería la más adecuada para aquel tipo.
Invitado
Invitado
Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
HOLA NUEVA LECTORA ME ENCANTA TU NOVELA CREO Q YA TE DIJE ESO EN LA OTRA NOVE JEJJEJJE BUENO A QUI ME VAS A TENER MOLESTANDOTE
liliana de henderson
Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
Capítulo 22
—¡Matthew! ¿Por qué no me dijiste que venías? ¿Cuándo has llegado? ¿Cuánto tiempo te quedas? ¡Dios, no sabes cuánto me alegro de verte! Estás empapado. Entra y quítate esa chaqueta. A ver cuándo te compras una nueva, ésta parece que hubiera sobrevivido a una guerra.
El recién llegado se echó a reír, la estrechó en sus brazos y volvió a besarla.
—Sigues sin callarte ni debajo del agua.
—Hablo mucho cuando estoy contenta. ¿Cuándo vas a... ah, Kendall —_____(tn) lo miró con los ojos llenos de alegría—. No te había visto.
—Ya me había dado cuenta —iba a matarlo con sus propias manos—. Pero no quiero interrumpir el encuentro.
—Es genial, ¿verdad? Matthew, te presento a Kendall Schmidt.
—¿Schmidt? —Matthew se pasó la lengua por los dientes que, sin duda alguna, ese tipo quería romperle—. El dramaturgo. Vi una obra suya la última vez que estuve en Nueva York. _____(tn) no paró de llorar. Prácticamente tuve que sacarla en brazos del teatro.
—No seas exagerado.
—No exagero. Claro que antes llorabas con los anuncios de la televisión, así que me parece que eres un blanco fácil.
—Eso es ridículo... está sonando el teléfono. Esperad un segundo —entró corriendo a su casa y dejó a los dos hombres observándose mutuamente.
—Yo soy escultor —anunció Matthew—. Y, puesto que necesito las manos para trabajar, te diré que soy el hermano de _____(tn) antes de saludarte adecuadamente.
—¿Su hermano? —el brillo asesino de su mirada se suavizó, pero no desapareció del todo—. No se parecen en nada.
—Es cierto. ¿Quiere ver mi carné de conducir, señor Schmidt?
—Era la señora Wolinsky —anunció _____(tn) al aparecer de nuevo por la puerta—. Te ha visto entrar, pero no le ha dado tiempo a salir para saludarte. Dice que estás más guapo que nunca —_____(tn) le agarró la cara con ambas manos y se echó a reír—. ¿Verdad que es muy guapo?
—No empieces.
—Pero si es verdad. Las mujeres se vuelven locas por ti —después de decir eso agarró a Kendall de la mano—. Vamos a tomar una copa para celebrarlo.
Kendall iba a rechazar la invitación, pero después se encogió de hombros. No tenía nada de malo conocer un poco más al hermano de _____(tn).
—¿Qué tipo de esculturas haces?
—Lo que más trabajo es el metal —respondió Matthew dejando su chaqueta sobre el sofá, de donde _____(tn) la retiró inmediatamente.
—Voy a colgar esto en el baño para que se seque. Kendall, ¿por qué no sirves unas copas de vino?
—Claro.
—¿No tiene cerveza? —preguntó Matthew mientras observaba enarcando una ceja la familiaridad con la que Kendall se movía por la cocina de su hermana pequeña.
—Sí —sacó dos botellas y una copa de vino para _____(tn) —. ¿Trabajas en el sur?
—Así es. Encajo mejor en Nueva Orleans que en Nueva Inglaterra. Además allí tengo más oportunidad de trabajar al aire libre. Con el clima de aquí sería imposible. _____(tn) no me ha hablado de ti, ¿cuánto tiempo llevas viviendo en el edificio?
—No mucho.
—Entonces os habéis hecho amigos muy rápido, ¿no?
—Supongo.
—Kendall —dijo _____(tn) en tono recriminatorio—. Podrías haber sacado unos vasos.
—Los hombres no necesitan vaso para la cerveza —respondió su hermano con una risotada.
—Entonces supongo que tampoco quieres comer algo tan delicado como un paté con tostaditas de pan de centeno.
—¿Cómo que no? —se apresuró a decirle Matthew mientras ocupaba uno de los taburetes de la cocina—. ¿No tenías cuatro de éstos?
—Sí, pero le he dejado uno a Kendall —_____(tn) comenzó a sacar cosas de la nevera—. ¿Qué haces en Nueva York?
—He venido a ultimar algunas cosas para la exposición de otoño. Sólo estaré aquí un par de días.
—¿Y vas a quedarte en un hotel en lugar de en casa de tu hermanita?
—Ya sabes que tu régimen de visitas me vuelve loco —respondió lanzándole una mirada de complicidad a Kendall—. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que por esta casa pasa más gente que por una cafetería. Es horrible —añadió fingiendo un escalofrío.
—Matthew es un solitario profesional —explicó _____(tn)—. Seguro que se llevarían bien. A Kendall tampoco le gusta mucho la gente —le dijo a su hermano.
—Por fin alguien con un poco de sentido común.
Quizá el nuevo amigo de su hermana no estuviera tan mal después de todo, pensó Matthew.
—Prefiero una habitación de hotel, la única gente que pasa por allí son los del servicio de habitaciones y llaman antes de entrar, cosa que no hace la mayoría de tus amigos —le recriminó a _____(tn) en tono humorístico—. Pero te dejaré que cocines para mí.
—Qué bueno eres conmigo.
—¿Has probado el pastel de pollo de _____(tn), Kendall?
—La verdad es que no.
—Entonces mira cómo la convenzo para que nos prepare uno.
Estaba resultando ser una noche muy agradable, pensó Kendall mientras veía el cariño y la complicidad que había entre _____(tn) y su hermano.
Recordaba un tiempo en el que él había tenido lo mismo con su hermana. Pero eso había sido antes de Pamela.
Después había seguido habiendo cariño, pero también cierta tensión que nunca antes había existido entre ellos. Pero la tensión era algo que los Campbell no parecían ni conocer.
_____(tn) y Matthew no paraban de contar anécdotas el uno del otro, algunas de ellas algo embarazosas, pero ambos se lo tomaban con un sentido del humor envidiable.
Una vez en su apartamento, se preguntó si podría incluir alguna de esas anécdotas en el segundo acto de la obra, sin duda supondrían cierta distensión cómica.
Puesto que _____(tn) aún se quedaría bastante tiempo charlando con su hermano, Kendall decidió que la mejor manera de pasar el resto de la noche sería trabajando.
—¡Matthew! ¿Por qué no me dijiste que venías? ¿Cuándo has llegado? ¿Cuánto tiempo te quedas? ¡Dios, no sabes cuánto me alegro de verte! Estás empapado. Entra y quítate esa chaqueta. A ver cuándo te compras una nueva, ésta parece que hubiera sobrevivido a una guerra.
El recién llegado se echó a reír, la estrechó en sus brazos y volvió a besarla.
—Sigues sin callarte ni debajo del agua.
—Hablo mucho cuando estoy contenta. ¿Cuándo vas a... ah, Kendall —_____(tn) lo miró con los ojos llenos de alegría—. No te había visto.
—Ya me había dado cuenta —iba a matarlo con sus propias manos—. Pero no quiero interrumpir el encuentro.
—Es genial, ¿verdad? Matthew, te presento a Kendall Schmidt.
—¿Schmidt? —Matthew se pasó la lengua por los dientes que, sin duda alguna, ese tipo quería romperle—. El dramaturgo. Vi una obra suya la última vez que estuve en Nueva York. _____(tn) no paró de llorar. Prácticamente tuve que sacarla en brazos del teatro.
—No seas exagerado.
—No exagero. Claro que antes llorabas con los anuncios de la televisión, así que me parece que eres un blanco fácil.
—Eso es ridículo... está sonando el teléfono. Esperad un segundo —entró corriendo a su casa y dejó a los dos hombres observándose mutuamente.
—Yo soy escultor —anunció Matthew—. Y, puesto que necesito las manos para trabajar, te diré que soy el hermano de _____(tn) antes de saludarte adecuadamente.
—¿Su hermano? —el brillo asesino de su mirada se suavizó, pero no desapareció del todo—. No se parecen en nada.
—Es cierto. ¿Quiere ver mi carné de conducir, señor Schmidt?
—Era la señora Wolinsky —anunció _____(tn) al aparecer de nuevo por la puerta—. Te ha visto entrar, pero no le ha dado tiempo a salir para saludarte. Dice que estás más guapo que nunca —_____(tn) le agarró la cara con ambas manos y se echó a reír—. ¿Verdad que es muy guapo?
—No empieces.
—Pero si es verdad. Las mujeres se vuelven locas por ti —después de decir eso agarró a Kendall de la mano—. Vamos a tomar una copa para celebrarlo.
Kendall iba a rechazar la invitación, pero después se encogió de hombros. No tenía nada de malo conocer un poco más al hermano de _____(tn).
—¿Qué tipo de esculturas haces?
—Lo que más trabajo es el metal —respondió Matthew dejando su chaqueta sobre el sofá, de donde _____(tn) la retiró inmediatamente.
—Voy a colgar esto en el baño para que se seque. Kendall, ¿por qué no sirves unas copas de vino?
—Claro.
—¿No tiene cerveza? —preguntó Matthew mientras observaba enarcando una ceja la familiaridad con la que Kendall se movía por la cocina de su hermana pequeña.
—Sí —sacó dos botellas y una copa de vino para _____(tn) —. ¿Trabajas en el sur?
—Así es. Encajo mejor en Nueva Orleans que en Nueva Inglaterra. Además allí tengo más oportunidad de trabajar al aire libre. Con el clima de aquí sería imposible. _____(tn) no me ha hablado de ti, ¿cuánto tiempo llevas viviendo en el edificio?
—No mucho.
—Entonces os habéis hecho amigos muy rápido, ¿no?
—Supongo.
—Kendall —dijo _____(tn) en tono recriminatorio—. Podrías haber sacado unos vasos.
—Los hombres no necesitan vaso para la cerveza —respondió su hermano con una risotada.
—Entonces supongo que tampoco quieres comer algo tan delicado como un paté con tostaditas de pan de centeno.
—¿Cómo que no? —se apresuró a decirle Matthew mientras ocupaba uno de los taburetes de la cocina—. ¿No tenías cuatro de éstos?
—Sí, pero le he dejado uno a Kendall —_____(tn) comenzó a sacar cosas de la nevera—. ¿Qué haces en Nueva York?
—He venido a ultimar algunas cosas para la exposición de otoño. Sólo estaré aquí un par de días.
—¿Y vas a quedarte en un hotel en lugar de en casa de tu hermanita?
—Ya sabes que tu régimen de visitas me vuelve loco —respondió lanzándole una mirada de complicidad a Kendall—. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que por esta casa pasa más gente que por una cafetería. Es horrible —añadió fingiendo un escalofrío.
—Matthew es un solitario profesional —explicó _____(tn)—. Seguro que se llevarían bien. A Kendall tampoco le gusta mucho la gente —le dijo a su hermano.
—Por fin alguien con un poco de sentido común.
Quizá el nuevo amigo de su hermana no estuviera tan mal después de todo, pensó Matthew.
—Prefiero una habitación de hotel, la única gente que pasa por allí son los del servicio de habitaciones y llaman antes de entrar, cosa que no hace la mayoría de tus amigos —le recriminó a _____(tn) en tono humorístico—. Pero te dejaré que cocines para mí.
—Qué bueno eres conmigo.
—¿Has probado el pastel de pollo de _____(tn), Kendall?
—La verdad es que no.
—Entonces mira cómo la convenzo para que nos prepare uno.
Estaba resultando ser una noche muy agradable, pensó Kendall mientras veía el cariño y la complicidad que había entre _____(tn) y su hermano.
Recordaba un tiempo en el que él había tenido lo mismo con su hermana. Pero eso había sido antes de Pamela.
Después había seguido habiendo cariño, pero también cierta tensión que nunca antes había existido entre ellos. Pero la tensión era algo que los Campbell no parecían ni conocer.
_____(tn) y Matthew no paraban de contar anécdotas el uno del otro, algunas de ellas algo embarazosas, pero ambos se lo tomaban con un sentido del humor envidiable.
Una vez en su apartamento, se preguntó si podría incluir alguna de esas anécdotas en el segundo acto de la obra, sin duda supondrían cierta distensión cómica.
Puesto que _____(tn) aún se quedaría bastante tiempo charlando con su hermano, Kendall decidió que la mejor manera de pasar el resto de la noche sería trabajando.
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
Recién estoy empezando a leer tu novela, y está buenísima! Me encantó como escribes, en serio <3! Seré una fiel lectora :)
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 1/4
Capítulo 23
—Me gusta tu amigo.
Matthew estiró cómodamente las piernas y tomó un sorbo del coñac que _____(tn) había abierto en su honor.
—Me alegro porque a mí también.
—Aunque es un poco serio para ti.
—Bueno, está bien conocer a alguien diferente de vez en cuando.
—¿Es eso lo que es? —le preguntó Matthew en tono más serio, en cuanto se sentó a su lado en el sofá—. Nos ha faltado tiempo para besaros en cuanto he subido a llamar por teléfono.
—¿Estabas espiándonos? —le preguntó ella con una sonrisa.
—No. Simplemente dio la casualidad de que miré hacia abajo en el momento justo. Como además más de una vez lo he visto mirarte como si fueras más deliciosa que tu pastel de pollo, que por cierto estaba increíble, sólo he tenido que sumar dos y dos.
—Siempre has sido muy listo, Matthew. Supongo que será mejor que te lo diga sin rodeos, puesto que estás tan entrometido, Kendall y yo estamos juntos.
—Te acuestas con él.
_____(tn) abrió los ojos de par en par con deliberada exageración.
—Por Dios, no, sólo vamos a ser compañeros de canasta. Somos conscientes de que es un compromiso muy serio, pero podremos hacerle frente.
—Tú también eres muy lista, hermanita —protestó.
—Así es como me gano la vida.
—Y supongo que Kendall es el malhumorado Schmidt de Emily.
—No pude resistirme.
Después de sólo unos segundos de silencio, Matthew se volvió a mirarla fijamente.
—Emily cree haberse enamorado de él.
_____(tn) también hizo una breve pausa antes de negar con la cabeza.
—Emily es como un personaje de cómic que hace más o menos lo que yo le digo. Pero no soy yo.
—Sin embargo tiene mucho de ti.
—Sí, por eso me gusta tanto —bromeó.
Pero Matthew siguió frunciendo el ceño.
—Escucha, _____(tn), no quiero meterme en tu vida, pero sigo siendo tu hermano mayor.
—Y lo haces muy bien, Matthew —se acercó a darle un beso en la mejilla—. No tienes por qué preocuparte; Kendall no se está aprovechando de tu hermanita —le quitó la copa de coñac y le dio un sorbo antes de devolvérsela—. En realidad fui yo la que se aprovechó de él. Le hice galletas y desde entonces es mi esclavo sexual.
—Vale, hermanita, no quiero los detalles —Matthew se levantó del sofá con evidente incomodidad.
—Vaya, yo estaba deseando compartirlos contigo, especialmente los vídeos caseros.
—Calla, _____(tn) —había conseguido ruborizarlo—. Sé que eres una mujer adulta y atractiva a pesar de esa nariz.
—Tengo una nariz muy bonita —aseguró _____(tn).
—Nos hemos esforzado mucho en hacerte creer eso y parece que has superado tal deformidad.
_____(tn) no pudo por menos de echarse a reír.
—Lo único que quiero decirte es que tengas cuidado —concluyó con más seriedad.
_____(tn) fue junto a él y le dio otro beso en la mejilla.
—Te quiero mucho, hermanito. A pesar de ese molesto tic que tienes.
—Yo no tengo ningún tic.
—Nos hemos esforzado mucho en hacerte creer eso —ambos se echaron a reír al unísono y se dieron un fuerte abrazo—. Me alegro mucho de que estés aquí. ¿No puedes quedarte unos días más?
—Le he prometido a los abuelos que iría a verlos a Hyannis. ¿Por qué no vienes conmigo? Se alegrarán mucho de verte. Además así nos daremos apoyo mutuo cuando el abuelo empiece con eso de que ya es hora de que formemos una familia.
—La verdad es que últimamente me llama mucho —consideró la idea de tomarse unos días libres—. Tengo varias tiras preparadas por adelantado, así que supongo que podría hacerlo. Pero pasado mañana tengo una reunión a la que no puedo faltar.
—Ven después —la observó detenidamente mientras ella barajaba las posibilidades—. Puedes decirle a tu compañero de cartas que venga contigo. Podemos echar unas partidas de canasta.
—No es mala idea —murmuró—. Se lo preguntaré. En cualquier caso, yo voy.
—Estupendo —y esperaba que fuera también Kendall, sería divertido ver si pasaba las pruebas de Daniel MacGregor.
**********
Era más de medianoche cuando Matthew se marchó al hotel, por lo que _____(tn) pensó que lo más sensato sería meterse en la cama, apagar la luz y dormir un poco, ya que la noche anterior apenas lo había hecho.
Así que cruzó el descansillo y llamó a la puerta de Kendall.
Ya pensaba que se había ido a la cama o al club cuando oyó que se abría el cerrojo.
—Hola.
Kendall miró hacia su casa.
—¿Y tu hermano?
—Se ha ido al hotel. He abierto una botella de coñac y me preguntaba si te apetecía...
No pudo terminar la frase porque Kendall la agarró de la mano, tiró de ella hacia el interior de la casa y comenzó a besarla apasionadamente en cuanto hubo cerrado la puerta a su espalda.
—Supongo que no quieres coñac —consiguió decir _____(tn) con la voz entrecortada, mientras él le besaba el cuello y le desabrochaba la camisa.
Kendall no había podido controlar la necesidad que se había apoderado de él nada más verla al otro lado de la puerta. No podía dejar de besarla y sabía que no podría aguantar mucho más antes de poseerla por completo.
Ella se entregó a la pasión con igual desenfreno. Echó la cabeza hacia atrás en un gesto de abandono cuando sintió que su boca bajaba y bajaba, dejando a su paso un sinfín de escalofríos de placer. No era posible sentir algo semejante, ése fue el último pensamiento coherente de _____(tn) antes de que la lengua de Kendall le hiciera perder el aliento y la cabeza.
Oyó el grito de éxtasis que salió de sus propios labios cuando, con la espalda apoyada en la puerta, se abrió a él y al placer que él le daba. Se deshizo en su boca, pero él continuó hasta que su cuerpo empezó a estremecerse de nuevo.
Kendall la oyó gruñir cuando comenzó a subir por su anatomía, recorriendo su piel con la lengua, saboreando su erótico sabor. La llevó a la butaca y, con los ojos clavados en los suyos, la sentó encima de sí, adentrándose en el húmedo calor de su cuerpo.
Sus gemidos se convirtieron en uno solo. Ahora era ella la que marcaba el ritmo y lo hacía con auténtica maestría, arrastrándolo al borde del delirio. Kendall tuvo que aferrarse a un pensamiento para no perder el control por completo y conseguir esperarla hasta que llegó el momento de liberarse juntos, de derretirse el uno en el otro y dejarse llevar por el placer más absoluto, un instante en el que no supo dónde terminaba su cuerpo y comenzaba el de ella.
Al sentir su rostro apoyado en el hombro y su respiración rozándole el cuello recordó lo que le había dicho, que nadie la había tocado antes como él.
Nadie le había hecho sentir a él lo que ella le hacía sentir. Pero, a pesar de lo hábil que era con las palabras por escrito, no tenía la menor idea de cómo decirle algo así.
—He estado toda la noche pensando en esto —eso era algo que podía decir sin correr el menor riesgo.
—Y pensar que he estado a punto de irme a la cama —dijo ella con un suspiro de satisfacción—. Sabía que esta butaca era perfecta para ti.
Ambos se echaron a reír, pero entonces _____(tn) le agarró el rostro con ambas manos y lo miró a los ojos.
—Kendall—fue todo lo que dijo antes de besarlo.
Aquel cálido beso le estremeció el alma y le hizo desear algo en lo que no quería creer. Sintió que estaba cruzando la delgada línea que separaba el deseo de la necesidad y que se acercaba aterradoramente al amor.
_____(tn) suspiró al apoyar la mejilla sobre la suya.
—Estás helada.
—Un poco —cerró los ojos y se recordó que no siempre se podía tener todo lo que se deseaba—. Y muerta de sed. --¿Quieres agua?
—Sí, yo la traeré.
—No te preocupes —se levantó suavemente—. ¿Tienes una bata?
Kendall trató de sonreír para no pensar en la sensación de pérdida que lo había invadido al notar que sus cuerpos dejaban de estar en contacto.
—¿A qué viene esa obsesión con las batas?
—Olvídalo —optó por ponerse la camisa de Kendall, que había quedado en el suelo—. Le has caído muy bien a Matthew —comentó al tiempo que iba a la cocina.
—Él a mí también —no podía dejar de mirarla mientras ella servía los vasos de agua para después volver a su lado y acomodarse en su regazo como un gato.
—¿Qué te parecería hacer un viajecito? —le dijo entonces.
—¿Un viaje?
—Sí. Matthew va a ir a Hyannis a visitar a nuestros abuelos, los MacGregor, y se me ha ocurrido que podríamos acompañarlo. El abuelo siempre se queja de que nunca vamos a verlos. Es un lugar maravilloso; la casa es... no sé ni cómo describirla, pero sé que te gustará. Y ellos también son estupendos. ¿Qué me dices, Schmidt?
—Parece una reunión familiar —le resultó extraño, pero lo cierto era que no le gustaba nada la idea de estar sin ella ni siquiera un par de días.
—Al abuelo le encanta que vaya gente. Tiene más de ochenta años, pero rebosa energía por los cuatro costados.
—Lo sé. Es un hombre fascinante. Y tu abuela también —la vio fruncir el ceño y enseguida se lo explicó—. Los conozco. Son amigos de mis padres.
—¿Sí? No lo sabía. Ya te he dicho lo complicada que es mi familia, ¿verdad? Los MacGregor, los Grandeau, los Campbell.
—No empieces, por favor, que me pitan los oídos.
_____(tn) se echó a reír y le dio un beso en cada oreja.
—Bueno, pues si los conoces a ellos y a Matthew, no te sentirás entre desconocidos. Ven conmigo —fue bajando de la oreja al cuello—. Será divertido.
—También sería divertido quedarnos en esa butaca.
—En el castillo MacGregor hay multitud de habitaciones —le dijo con voz tentadora—. Y muchas de ellas tienen... cama.
—¿Cuándo nos vamos?
—¿De verdad? —preguntó, entusiasmada—. Pasado mañana. Podemos alquilar un coche.
—Yo tengo coche.
—Ah —lo miró a los ojos con curiosidad.
—Espero que te gusten los coches familiares.
—Claro, siempre es bueno tener un vehículo fuerte y fiable —dijo sin demasiada convicción.
—Entonces supongo que no aprobarás que tenga un Porsche.
—¿Un Porsche? No me digas que es descapotable.
—Por supuesto.
—¡Dios! ¿Me dejarás conducir?
—Claro, cuando se hiele el infierno.
—Oye, que conduzco muy bien.
—No lo dudo —decidió que era más inteligente distraerla que intentar convencerla, así que le quitó el vaso de la mano y comenzó a acariciarle la espalda—. ¿Qué crees que podríamos hacer si reclináramos el respaldo de la butaca?
—Mm... se me ocurren un par de cosas increíbles —estiró el cuello para que él pudiera besárselo cómodamente—. ¿Sabes que mi abuelo es el propietario del edificio?
—Claro, fue él el que me ofreció este apartamento cuando se enteró de que estaba buscando casa en la ciudad.
—¿Él mismo te lo alquiló? —los movimientos de su lengua consiguieron que abandonara una idea que le había pasado fugazmente por la cabeza—. ¿Cuándo... ¡Dios, qué bien lo haces!
—Gracias. Pero te voy a enseñar otra cosa que hago aún mejor.
Capítulo 23
—Me gusta tu amigo.
Matthew estiró cómodamente las piernas y tomó un sorbo del coñac que _____(tn) había abierto en su honor.
—Me alegro porque a mí también.
—Aunque es un poco serio para ti.
—Bueno, está bien conocer a alguien diferente de vez en cuando.
—¿Es eso lo que es? —le preguntó Matthew en tono más serio, en cuanto se sentó a su lado en el sofá—. Nos ha faltado tiempo para besaros en cuanto he subido a llamar por teléfono.
—¿Estabas espiándonos? —le preguntó ella con una sonrisa.
—No. Simplemente dio la casualidad de que miré hacia abajo en el momento justo. Como además más de una vez lo he visto mirarte como si fueras más deliciosa que tu pastel de pollo, que por cierto estaba increíble, sólo he tenido que sumar dos y dos.
—Siempre has sido muy listo, Matthew. Supongo que será mejor que te lo diga sin rodeos, puesto que estás tan entrometido, Kendall y yo estamos juntos.
—Te acuestas con él.
_____(tn) abrió los ojos de par en par con deliberada exageración.
—Por Dios, no, sólo vamos a ser compañeros de canasta. Somos conscientes de que es un compromiso muy serio, pero podremos hacerle frente.
—Tú también eres muy lista, hermanita —protestó.
—Así es como me gano la vida.
—Y supongo que Kendall es el malhumorado Schmidt de Emily.
—No pude resistirme.
Después de sólo unos segundos de silencio, Matthew se volvió a mirarla fijamente.
—Emily cree haberse enamorado de él.
_____(tn) también hizo una breve pausa antes de negar con la cabeza.
—Emily es como un personaje de cómic que hace más o menos lo que yo le digo. Pero no soy yo.
—Sin embargo tiene mucho de ti.
—Sí, por eso me gusta tanto —bromeó.
Pero Matthew siguió frunciendo el ceño.
—Escucha, _____(tn), no quiero meterme en tu vida, pero sigo siendo tu hermano mayor.
—Y lo haces muy bien, Matthew —se acercó a darle un beso en la mejilla—. No tienes por qué preocuparte; Kendall no se está aprovechando de tu hermanita —le quitó la copa de coñac y le dio un sorbo antes de devolvérsela—. En realidad fui yo la que se aprovechó de él. Le hice galletas y desde entonces es mi esclavo sexual.
—Vale, hermanita, no quiero los detalles —Matthew se levantó del sofá con evidente incomodidad.
—Vaya, yo estaba deseando compartirlos contigo, especialmente los vídeos caseros.
—Calla, _____(tn) —había conseguido ruborizarlo—. Sé que eres una mujer adulta y atractiva a pesar de esa nariz.
—Tengo una nariz muy bonita —aseguró _____(tn).
—Nos hemos esforzado mucho en hacerte creer eso y parece que has superado tal deformidad.
_____(tn) no pudo por menos de echarse a reír.
—Lo único que quiero decirte es que tengas cuidado —concluyó con más seriedad.
_____(tn) fue junto a él y le dio otro beso en la mejilla.
—Te quiero mucho, hermanito. A pesar de ese molesto tic que tienes.
—Yo no tengo ningún tic.
—Nos hemos esforzado mucho en hacerte creer eso —ambos se echaron a reír al unísono y se dieron un fuerte abrazo—. Me alegro mucho de que estés aquí. ¿No puedes quedarte unos días más?
—Le he prometido a los abuelos que iría a verlos a Hyannis. ¿Por qué no vienes conmigo? Se alegrarán mucho de verte. Además así nos daremos apoyo mutuo cuando el abuelo empiece con eso de que ya es hora de que formemos una familia.
—La verdad es que últimamente me llama mucho —consideró la idea de tomarse unos días libres—. Tengo varias tiras preparadas por adelantado, así que supongo que podría hacerlo. Pero pasado mañana tengo una reunión a la que no puedo faltar.
—Ven después —la observó detenidamente mientras ella barajaba las posibilidades—. Puedes decirle a tu compañero de cartas que venga contigo. Podemos echar unas partidas de canasta.
—No es mala idea —murmuró—. Se lo preguntaré. En cualquier caso, yo voy.
—Estupendo —y esperaba que fuera también Kendall, sería divertido ver si pasaba las pruebas de Daniel MacGregor.
**********
Era más de medianoche cuando Matthew se marchó al hotel, por lo que _____(tn) pensó que lo más sensato sería meterse en la cama, apagar la luz y dormir un poco, ya que la noche anterior apenas lo había hecho.
Así que cruzó el descansillo y llamó a la puerta de Kendall.
Ya pensaba que se había ido a la cama o al club cuando oyó que se abría el cerrojo.
—Hola.
Kendall miró hacia su casa.
—¿Y tu hermano?
—Se ha ido al hotel. He abierto una botella de coñac y me preguntaba si te apetecía...
No pudo terminar la frase porque Kendall la agarró de la mano, tiró de ella hacia el interior de la casa y comenzó a besarla apasionadamente en cuanto hubo cerrado la puerta a su espalda.
—Supongo que no quieres coñac —consiguió decir _____(tn) con la voz entrecortada, mientras él le besaba el cuello y le desabrochaba la camisa.
Kendall no había podido controlar la necesidad que se había apoderado de él nada más verla al otro lado de la puerta. No podía dejar de besarla y sabía que no podría aguantar mucho más antes de poseerla por completo.
Ella se entregó a la pasión con igual desenfreno. Echó la cabeza hacia atrás en un gesto de abandono cuando sintió que su boca bajaba y bajaba, dejando a su paso un sinfín de escalofríos de placer. No era posible sentir algo semejante, ése fue el último pensamiento coherente de _____(tn) antes de que la lengua de Kendall le hiciera perder el aliento y la cabeza.
Oyó el grito de éxtasis que salió de sus propios labios cuando, con la espalda apoyada en la puerta, se abrió a él y al placer que él le daba. Se deshizo en su boca, pero él continuó hasta que su cuerpo empezó a estremecerse de nuevo.
Kendall la oyó gruñir cuando comenzó a subir por su anatomía, recorriendo su piel con la lengua, saboreando su erótico sabor. La llevó a la butaca y, con los ojos clavados en los suyos, la sentó encima de sí, adentrándose en el húmedo calor de su cuerpo.
Sus gemidos se convirtieron en uno solo. Ahora era ella la que marcaba el ritmo y lo hacía con auténtica maestría, arrastrándolo al borde del delirio. Kendall tuvo que aferrarse a un pensamiento para no perder el control por completo y conseguir esperarla hasta que llegó el momento de liberarse juntos, de derretirse el uno en el otro y dejarse llevar por el placer más absoluto, un instante en el que no supo dónde terminaba su cuerpo y comenzaba el de ella.
Al sentir su rostro apoyado en el hombro y su respiración rozándole el cuello recordó lo que le había dicho, que nadie la había tocado antes como él.
Nadie le había hecho sentir a él lo que ella le hacía sentir. Pero, a pesar de lo hábil que era con las palabras por escrito, no tenía la menor idea de cómo decirle algo así.
—He estado toda la noche pensando en esto —eso era algo que podía decir sin correr el menor riesgo.
—Y pensar que he estado a punto de irme a la cama —dijo ella con un suspiro de satisfacción—. Sabía que esta butaca era perfecta para ti.
Ambos se echaron a reír, pero entonces _____(tn) le agarró el rostro con ambas manos y lo miró a los ojos.
—Kendall—fue todo lo que dijo antes de besarlo.
Aquel cálido beso le estremeció el alma y le hizo desear algo en lo que no quería creer. Sintió que estaba cruzando la delgada línea que separaba el deseo de la necesidad y que se acercaba aterradoramente al amor.
_____(tn) suspiró al apoyar la mejilla sobre la suya.
—Estás helada.
—Un poco —cerró los ojos y se recordó que no siempre se podía tener todo lo que se deseaba—. Y muerta de sed. --¿Quieres agua?
—Sí, yo la traeré.
—No te preocupes —se levantó suavemente—. ¿Tienes una bata?
Kendall trató de sonreír para no pensar en la sensación de pérdida que lo había invadido al notar que sus cuerpos dejaban de estar en contacto.
—¿A qué viene esa obsesión con las batas?
—Olvídalo —optó por ponerse la camisa de Kendall, que había quedado en el suelo—. Le has caído muy bien a Matthew —comentó al tiempo que iba a la cocina.
—Él a mí también —no podía dejar de mirarla mientras ella servía los vasos de agua para después volver a su lado y acomodarse en su regazo como un gato.
—¿Qué te parecería hacer un viajecito? —le dijo entonces.
—¿Un viaje?
—Sí. Matthew va a ir a Hyannis a visitar a nuestros abuelos, los MacGregor, y se me ha ocurrido que podríamos acompañarlo. El abuelo siempre se queja de que nunca vamos a verlos. Es un lugar maravilloso; la casa es... no sé ni cómo describirla, pero sé que te gustará. Y ellos también son estupendos. ¿Qué me dices, Schmidt?
—Parece una reunión familiar —le resultó extraño, pero lo cierto era que no le gustaba nada la idea de estar sin ella ni siquiera un par de días.
—Al abuelo le encanta que vaya gente. Tiene más de ochenta años, pero rebosa energía por los cuatro costados.
—Lo sé. Es un hombre fascinante. Y tu abuela también —la vio fruncir el ceño y enseguida se lo explicó—. Los conozco. Son amigos de mis padres.
—¿Sí? No lo sabía. Ya te he dicho lo complicada que es mi familia, ¿verdad? Los MacGregor, los Grandeau, los Campbell.
—No empieces, por favor, que me pitan los oídos.
_____(tn) se echó a reír y le dio un beso en cada oreja.
—Bueno, pues si los conoces a ellos y a Matthew, no te sentirás entre desconocidos. Ven conmigo —fue bajando de la oreja al cuello—. Será divertido.
—También sería divertido quedarnos en esa butaca.
—En el castillo MacGregor hay multitud de habitaciones —le dijo con voz tentadora—. Y muchas de ellas tienen... cama.
—¿Cuándo nos vamos?
—¿De verdad? —preguntó, entusiasmada—. Pasado mañana. Podemos alquilar un coche.
—Yo tengo coche.
—Ah —lo miró a los ojos con curiosidad.
—Espero que te gusten los coches familiares.
—Claro, siempre es bueno tener un vehículo fuerte y fiable —dijo sin demasiada convicción.
—Entonces supongo que no aprobarás que tenga un Porsche.
—¿Un Porsche? No me digas que es descapotable.
—Por supuesto.
—¡Dios! ¿Me dejarás conducir?
—Claro, cuando se hiele el infierno.
—Oye, que conduzco muy bien.
—No lo dudo —decidió que era más inteligente distraerla que intentar convencerla, así que le quitó el vaso de la mano y comenzó a acariciarle la espalda—. ¿Qué crees que podríamos hacer si reclináramos el respaldo de la butaca?
—Mm... se me ocurren un par de cosas increíbles —estiró el cuello para que él pudiera besárselo cómodamente—. ¿Sabes que mi abuelo es el propietario del edificio?
—Claro, fue él el que me ofreció este apartamento cuando se enteró de que estaba buscando casa en la ciudad.
—¿Él mismo te lo alquiló? —los movimientos de su lengua consiguieron que abandonara una idea que le había pasado fugazmente por la cabeza—. ¿Cuándo... ¡Dios, qué bien lo haces!
—Gracias. Pero te voy a enseñar otra cosa que hago aún mejor.
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 2/4
Capítulo 24
La casa de los MacGregor se alzaba con arrogancia junto a un magnífico acantilado sobre el mar. Sus torres y la piedra gris de sus muros eran un símbolo del orgullo del clan; un edificio fuerte y sólido construido para perdurar en el tiempo.
A _____(tn) le gustó que la casa ejerciera el mismo efecto sobre Kendall que siempre le había causado a ella. Por eso detuvo el coche cuando él se lo pidió.
—Parece sacada de un cuento, ¿verdad? —le preguntó mientras la observaba a través de la densa cortina de lluvia.
—La había visto en fotos, pero es mucho más impresionante en la realidad.
—En días como éste tengo la sensación de estar en Escocia.
—¿Conoces Escocia?
—Sí, he ido un par de veces. ¿Tú no? —Kendall negó con la cabeza—. Puede deberías ir, allí están tus raíces. Te sorprenderá ver cuánto tiran de ti cuando respires el aire de las tierras altas o veas los lagos de las tierras bajas.
—Puede que me vengan bien unas vacaciones después de terminar la obra —comentó mientras ella volvía a poner el coche en marcha.
Unos segundos después llegaron frente a la casa y _____(tn) le dio las llaves del coche y salió corriendo a refugiarse en el porche, donde meneó la cabeza como un perro mojado y se echó a reír.
Durante varios segundos Kendall se quedó inmóvil. No podía hacer otra cosa que mirarla, disfrutar de la visión de ese rostro lleno de alegría. Quiso pensar que era deseo lo que sentía dentro de sí, pero el deseo rara vez hacía que se le formara un nudo de miedo en el estómago.
Si no podía dejar de sentirlo, lo negaría. Salió del coche, dejó que la lluvia le golpeara las mejillas mientras caminaba hacia ella. Al llegar a su lado, la estrechó en sus brazos y la besó con violenta pasión.
_____(tn) sintió la desesperación en su boca y la furia con la que su cuerpo se apretaba contra ella.
—Kendall… —susurró.
El suave sonido de su voz le hizo volver a la realidad.
—Ahora que vamos a estar rodeados de familia —comenzó a decirle mientras le apartaba el pelo de la cara de manera inconsciente—, puede que no pueda hacer esto tanto como me gustaría.
—Bueno —consiguió decir ella, casi sin aliento—. Con ese beso tendrás para un rato.
Lo agarró de la mano y lo llevó al interior de la casa.
Anna MacGregor no tardó en acudir a recibirlos y lo hizo con la misma calidez que se respiraba nada más entrar a la casa. Los escudos y espadas que adornaban las paredes recordaban que aquél había sido el hogar de un guerrero, pero también había flores cuyo olor se mezclaba con el agradable aroma de la madera.
Después de fundirse en un abrazo con _____(tn), Anna le tendió una mano a Kendall.
—Supongo que no te acordarás de mí porque no creo que hubieras cumplido aún los dieciséis años la última vez que te vi.
—Claro que me acuerdo de usted, señora MacGregor —dijo estrechándole la mano—. Fue en el baile de primavera de Newport y fue usted muy amable con un adolescente que estaba deseando marcharse de allí.
—Vaya, me siento muy halagada. Pero pasa y entra en calor.
—¿Dónde están Matthew y el abuelo?
Anna se echó a reír.
—El pobre Matthew está arreglándole a tu abuelo el motor de la depuradora de la piscina. Ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza, es inútil tratar de convencerlo de lo contrario —les explicó mientras los conducía a la que denominó como habitación del trono, un nombre que hacía justicia al lugar—. Voy a preparar un té y a avisarlos de que estáis aquí para que no crea que pretendo acapararos.
—No, abuela. Siéntate con Kendall y yo iré a decírselo y a preparar el té —insistió _____(tn).
—Gracias, querida —Anna le dio unas palmaditas en la mano a su nieta y se sentó junto al fuego, frente a su invitado—. Kendall, Daniel y yo vimos tu obra en Boston hace unos meses. Es sobrecogedora. Tu familia debe de estar muy orgullosa de ti.
—Creo que más bien están sorprendidos.
—Es más o menos lo mismo. No sé por qué suele sorprendernos que nuestros hijos o hermanos tengan talento, es como si pensáramos, ¿cómo he podido no darme cuenta durante tantos años?
—Usted conoce a mi familia, así que sabrá que la obra tiene mucho que ver con ellos.
—Sí, lo sé. ¿Qué tal está tu hermana?
—Bien. Los niños la ayudan a centrarse.
—¿Y tú, Kendall? ¿Qué es lo que te centra a ti, el trabajo?
—Supongo que sí.
—Lo siento, no pretendía curiosear, eso suelo dejárselo a mi marido. Es sólo que recuerdo el modo en que aquel adolescente del baile cuidaba de su hermana.
—Sí —Kendall sonrió con tristeza—. Pero debería haberlo hecho mejor, quizá así no la habría hecho sufrir tanto.
—No fuiste tú el que la hizo sufrir —le recordó Anna—. De verdad que no quería hacerte pensar en esas cosas. Mejor cuéntame en qué estás trabajando, si no es un secreto.
—Es una historia de amor ambientada en Nueva York. Al menos eso es lo que ha ido surgiendo hasta el momento.
Al ver el modo en que miró a _____(tn) al verla aparecer, Anna se dio cuenta de lo que había hecho surgir aquella historia de amor de la ficción.
—¿Aún no le has ofrecido un whisky a nuestro invitado? —preguntó Daniel con esa voz grave que no había perdido poder a pesar del paso de los años—. Vaya manera de recibir al hombre que nos ha traído a mi nieta preferida.
—Cuando querías que te arreglara la piscina, yo era tu nieto preferido —bromeó Matthew.
—Pero ahora que ya está arreglada... —respondió el anciano con una sonora carcajada.
—Me alegro de verlo, señor MacGregor.
Kendall cruzó la habitación con una mano extendida, pero eso no era suficiente para Daniel MacGregor, que estrechó al joven en un abrazo que a punto estuvo de dejarlo sin respiración.
—Estás en forma Schmidt, pero un buen whisky hace sentir aún mejor a cualquier escocés.
—Tú tendrás que conformarte con una gota en el té, Daniel —le advirtió Anna mientras se acercaba a agarrar la botella.
—¡Qué mujer! —protestó MacGregor con un gesto casi infantil—. Bueno, siéntate, muchacho y cuéntame qué tal van las cosas entre _____(tn) y tú.
Una señal de alarma sonó en la mente de Kendall.
—¿Cómo?
—Son vecinos, ¿no?
—Ah, sí, sí —respondió con alivio.
—Es hermosa como una flor, ¿verdad?
—Abuelo —_____(tn) acudió en su ayuda de inmediato—. No empieces, Kendall no lleva aquí ni diez minutos.
—¿Que no empiece qué? —le preguntó el anciano con fingida inocencia—. ¿Acaso no eres hermosa?
—Por supuesto que lo soy —bromeó ella acercándose a darle un beso a su abuelo—. Compórtate y quizá te dé un poco de mi whisky.
—Ésa es mi niña —dijo Daniel con orgullo—. Y es una magnífica cocinera. _____(tn), espero que estés siendo una buena vecina y le prepares alguna buena comida de vez en cuando.
—El otro día nos hizo su famoso pastel de pollo —intervino Matthew.
—Ah, ¿entonces ya has probado las delicias de nuestra pequeña _____(tn)?
—¿Qué? —Kendall estuvo a punto de atragantarse con la galleta que le había ofrecido _____(tn).
—Su comida —explicó Daniel, satisfecho de cómo parecía estar desarrollándose su plan—. Una mujer que cocina como ella debería tener una familia a la que alimentar.
—Abuelo —volvió a protestar _____(tn).
—Lo único que digo es que cualquier hombre aprecia un buen plato caliente preparado con cariño, ¿no crees, muchacho?
Kendall tuvo la sensación de estar pisando terreno peligroso.
—Desde luego.
—¡Ahí lo tienes! Un hombre que hace honor a su nombre... Aunque a tu edad ya deberías empezar a pensar un poco en el futuro. A tu edad hay que pensar en cosas como perpetuar el nombre de la familia.
_____(tn) le dio un codazo a Matthew al ver el gesto de angustia de Kendall.
—Haz algo, hermanito —le suplicó en un susurro.
—Me debes una —le dijo antes de ofrecerse como blanco—. Abuelo, aún no te he hablado de la mujer que he conocido.
—¿Una mujer? —preguntó Daniel de inmediato—. ¿Qué mujer es ésa? Pensé que estabas muy ocupado con tus juguetes de hierro para prestar atención a las mujeres.
—Claro que les presto atención —Matthew sonrió con picardía—. Pero ésta es algo especial.
—Debe de serlo para que le dediques más de un vistazo.
—Desde luego que lo es. Se llama Lulu —se le ocurrió de pronto—. Lulu LaRue, aunque creo que es su nombre artístico. Es bailarina.
—¿Qué clase de bailarina? —preguntó con desconfianza.
—De estriptis, ¿de qué va a ser si no? No sabes el tatuaje que tiene en...
—¿Bailarinas de estriptis con tatuajes? ¡Por el amor de Dios, Matthew Campbell! ¿Es que quieres matar a tu madre? Anna, ¿estás escuchando lo que dice?
—Matthew, deja de tomarle el pelo a tu abuelo.
—Sí, señora —respondió obedientemente—. Pero no sé por qué no puedo estar con una bailarina de estriptis si me gusta.
Capítulo 24
La casa de los MacGregor se alzaba con arrogancia junto a un magnífico acantilado sobre el mar. Sus torres y la piedra gris de sus muros eran un símbolo del orgullo del clan; un edificio fuerte y sólido construido para perdurar en el tiempo.
A _____(tn) le gustó que la casa ejerciera el mismo efecto sobre Kendall que siempre le había causado a ella. Por eso detuvo el coche cuando él se lo pidió.
—Parece sacada de un cuento, ¿verdad? —le preguntó mientras la observaba a través de la densa cortina de lluvia.
—La había visto en fotos, pero es mucho más impresionante en la realidad.
—En días como éste tengo la sensación de estar en Escocia.
—¿Conoces Escocia?
—Sí, he ido un par de veces. ¿Tú no? —Kendall negó con la cabeza—. Puede deberías ir, allí están tus raíces. Te sorprenderá ver cuánto tiran de ti cuando respires el aire de las tierras altas o veas los lagos de las tierras bajas.
—Puede que me vengan bien unas vacaciones después de terminar la obra —comentó mientras ella volvía a poner el coche en marcha.
Unos segundos después llegaron frente a la casa y _____(tn) le dio las llaves del coche y salió corriendo a refugiarse en el porche, donde meneó la cabeza como un perro mojado y se echó a reír.
Durante varios segundos Kendall se quedó inmóvil. No podía hacer otra cosa que mirarla, disfrutar de la visión de ese rostro lleno de alegría. Quiso pensar que era deseo lo que sentía dentro de sí, pero el deseo rara vez hacía que se le formara un nudo de miedo en el estómago.
Si no podía dejar de sentirlo, lo negaría. Salió del coche, dejó que la lluvia le golpeara las mejillas mientras caminaba hacia ella. Al llegar a su lado, la estrechó en sus brazos y la besó con violenta pasión.
_____(tn) sintió la desesperación en su boca y la furia con la que su cuerpo se apretaba contra ella.
—Kendall… —susurró.
El suave sonido de su voz le hizo volver a la realidad.
—Ahora que vamos a estar rodeados de familia —comenzó a decirle mientras le apartaba el pelo de la cara de manera inconsciente—, puede que no pueda hacer esto tanto como me gustaría.
—Bueno —consiguió decir ella, casi sin aliento—. Con ese beso tendrás para un rato.
Lo agarró de la mano y lo llevó al interior de la casa.
Anna MacGregor no tardó en acudir a recibirlos y lo hizo con la misma calidez que se respiraba nada más entrar a la casa. Los escudos y espadas que adornaban las paredes recordaban que aquél había sido el hogar de un guerrero, pero también había flores cuyo olor se mezclaba con el agradable aroma de la madera.
Después de fundirse en un abrazo con _____(tn), Anna le tendió una mano a Kendall.
—Supongo que no te acordarás de mí porque no creo que hubieras cumplido aún los dieciséis años la última vez que te vi.
—Claro que me acuerdo de usted, señora MacGregor —dijo estrechándole la mano—. Fue en el baile de primavera de Newport y fue usted muy amable con un adolescente que estaba deseando marcharse de allí.
—Vaya, me siento muy halagada. Pero pasa y entra en calor.
—¿Dónde están Matthew y el abuelo?
Anna se echó a reír.
—El pobre Matthew está arreglándole a tu abuelo el motor de la depuradora de la piscina. Ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza, es inútil tratar de convencerlo de lo contrario —les explicó mientras los conducía a la que denominó como habitación del trono, un nombre que hacía justicia al lugar—. Voy a preparar un té y a avisarlos de que estáis aquí para que no crea que pretendo acapararos.
—No, abuela. Siéntate con Kendall y yo iré a decírselo y a preparar el té —insistió _____(tn).
—Gracias, querida —Anna le dio unas palmaditas en la mano a su nieta y se sentó junto al fuego, frente a su invitado—. Kendall, Daniel y yo vimos tu obra en Boston hace unos meses. Es sobrecogedora. Tu familia debe de estar muy orgullosa de ti.
—Creo que más bien están sorprendidos.
—Es más o menos lo mismo. No sé por qué suele sorprendernos que nuestros hijos o hermanos tengan talento, es como si pensáramos, ¿cómo he podido no darme cuenta durante tantos años?
—Usted conoce a mi familia, así que sabrá que la obra tiene mucho que ver con ellos.
—Sí, lo sé. ¿Qué tal está tu hermana?
—Bien. Los niños la ayudan a centrarse.
—¿Y tú, Kendall? ¿Qué es lo que te centra a ti, el trabajo?
—Supongo que sí.
—Lo siento, no pretendía curiosear, eso suelo dejárselo a mi marido. Es sólo que recuerdo el modo en que aquel adolescente del baile cuidaba de su hermana.
—Sí —Kendall sonrió con tristeza—. Pero debería haberlo hecho mejor, quizá así no la habría hecho sufrir tanto.
—No fuiste tú el que la hizo sufrir —le recordó Anna—. De verdad que no quería hacerte pensar en esas cosas. Mejor cuéntame en qué estás trabajando, si no es un secreto.
—Es una historia de amor ambientada en Nueva York. Al menos eso es lo que ha ido surgiendo hasta el momento.
Al ver el modo en que miró a _____(tn) al verla aparecer, Anna se dio cuenta de lo que había hecho surgir aquella historia de amor de la ficción.
—¿Aún no le has ofrecido un whisky a nuestro invitado? —preguntó Daniel con esa voz grave que no había perdido poder a pesar del paso de los años—. Vaya manera de recibir al hombre que nos ha traído a mi nieta preferida.
—Cuando querías que te arreglara la piscina, yo era tu nieto preferido —bromeó Matthew.
—Pero ahora que ya está arreglada... —respondió el anciano con una sonora carcajada.
—Me alegro de verlo, señor MacGregor.
Kendall cruzó la habitación con una mano extendida, pero eso no era suficiente para Daniel MacGregor, que estrechó al joven en un abrazo que a punto estuvo de dejarlo sin respiración.
—Estás en forma Schmidt, pero un buen whisky hace sentir aún mejor a cualquier escocés.
—Tú tendrás que conformarte con una gota en el té, Daniel —le advirtió Anna mientras se acercaba a agarrar la botella.
—¡Qué mujer! —protestó MacGregor con un gesto casi infantil—. Bueno, siéntate, muchacho y cuéntame qué tal van las cosas entre _____(tn) y tú.
Una señal de alarma sonó en la mente de Kendall.
—¿Cómo?
—Son vecinos, ¿no?
—Ah, sí, sí —respondió con alivio.
—Es hermosa como una flor, ¿verdad?
—Abuelo —_____(tn) acudió en su ayuda de inmediato—. No empieces, Kendall no lleva aquí ni diez minutos.
—¿Que no empiece qué? —le preguntó el anciano con fingida inocencia—. ¿Acaso no eres hermosa?
—Por supuesto que lo soy —bromeó ella acercándose a darle un beso a su abuelo—. Compórtate y quizá te dé un poco de mi whisky.
—Ésa es mi niña —dijo Daniel con orgullo—. Y es una magnífica cocinera. _____(tn), espero que estés siendo una buena vecina y le prepares alguna buena comida de vez en cuando.
—El otro día nos hizo su famoso pastel de pollo —intervino Matthew.
—Ah, ¿entonces ya has probado las delicias de nuestra pequeña _____(tn)?
—¿Qué? —Kendall estuvo a punto de atragantarse con la galleta que le había ofrecido _____(tn).
—Su comida —explicó Daniel, satisfecho de cómo parecía estar desarrollándose su plan—. Una mujer que cocina como ella debería tener una familia a la que alimentar.
—Abuelo —volvió a protestar _____(tn).
—Lo único que digo es que cualquier hombre aprecia un buen plato caliente preparado con cariño, ¿no crees, muchacho?
Kendall tuvo la sensación de estar pisando terreno peligroso.
—Desde luego.
—¡Ahí lo tienes! Un hombre que hace honor a su nombre... Aunque a tu edad ya deberías empezar a pensar un poco en el futuro. A tu edad hay que pensar en cosas como perpetuar el nombre de la familia.
_____(tn) le dio un codazo a Matthew al ver el gesto de angustia de Kendall.
—Haz algo, hermanito —le suplicó en un susurro.
—Me debes una —le dijo antes de ofrecerse como blanco—. Abuelo, aún no te he hablado de la mujer que he conocido.
—¿Una mujer? —preguntó Daniel de inmediato—. ¿Qué mujer es ésa? Pensé que estabas muy ocupado con tus juguetes de hierro para prestar atención a las mujeres.
—Claro que les presto atención —Matthew sonrió con picardía—. Pero ésta es algo especial.
—Debe de serlo para que le dediques más de un vistazo.
—Desde luego que lo es. Se llama Lulu —se le ocurrió de pronto—. Lulu LaRue, aunque creo que es su nombre artístico. Es bailarina.
—¿Qué clase de bailarina? —preguntó con desconfianza.
—De estriptis, ¿de qué va a ser si no? No sabes el tatuaje que tiene en...
—¿Bailarinas de estriptis con tatuajes? ¡Por el amor de Dios, Matthew Campbell! ¿Es que quieres matar a tu madre? Anna, ¿estás escuchando lo que dice?
—Matthew, deja de tomarle el pelo a tu abuelo.
—Sí, señora —respondió obedientemente—. Pero no sé por qué no puedo estar con una bailarina de estriptis si me gusta.
Invitado
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 3/4
Capítulo 25
Mucho más tarde, cuando la lluvia había pasado y Kendall llevaba ya más de una hora en el dormitorio de _____(tn), aprovechando una magnífica cama con dosel, ella suspiró con satisfacción.
Había sido un día casi perfecto, tanto que se permitió el lujo de acurrucarse junto al hombre que amaba y fingir que él sentía lo mismo por ella.
—Dime una cosa —murmuró Kendall, que estaba demasiado relajado como para preocuparse por lo agradable que le resultaba estar allí, abrazado a _____(tn) y disfrutar de la calidez de su desnudez—. ¿A qué venía todo eso que me ha dicho tu abuelo durante el té?
_____(tn) levantó la cabeza para mirarlo.
—No te avisé porque tenía la estúpida esperanza de que no fuera necesario. La culpa es mía —se incorporó del todo para poder hablarle de frente—. ¿Sabes que tienes unos ojos increíbles, Schmidt? Son casi traslúcidos.
—¿Lo dices en serio o sólo intentas cambiar de tema?
—Las dos cosas —era evidente que iba a tener que hablar de ello, así que se levantó de la cama y se puso la bata a pesar del gesto de desaprobación de Kendall—. Está bien, eso para mi abuelo carece de importancia — continuó sin atreverse a mirarlo—. Espero que comprendas que lo hace con buena intención. Mi abuelo me quiere mucho y no te habría elegido si no le gustarás realmente.
Kendall sintió que se le cerraba la boca del estómago.
—¿Elegirme para qué?
—No me di cuenta hasta que me dijiste que había sido él el que te había ofrecido el apartamento.
—¿De qué, _____(tn)?
Respiró hondo para tomar fuerzas y se dispuso a hablar con claridad.
—Kendall, mi abuelo te ha elegido para mí —dijo rápidamente—. Sólo lo hace porque me quiere mucho y piensa que lo mejor que podría pasarme es encontrar un buen hombre con el que casarme y formar una familia. Y parece que ha decidido que tú eres ese hombre.
—¿Y cómo demonios ha llegado a esa conclusión?
—No te ofendas, Kendall—le dijo con voz más fría—. Más bien deberías tomártelo como un cumplido. Es evidente que debe de tener muy buena opinión de ti si te considera adecuado para ser mi marido y el padre de los muchos nietos que espera que le dé algún día.
—Pensé que no querías casarte.
—No he dicho que quiera hacerlo, lo que he dicho es que es lo que él quiere para mí —lo miró con la cabeza bien alta—. Es insultante que estés tan horrorizado.
—Supongo que a ti te resulta divertido que tu abuelo te escoja un hombre.
—Creo que es encantador —replicó, absurdamente herida por su actitud—. Tranquilo, Kendall, no estoy eligiendo el vestido de boda ni buscando damas de honor. Soy perfectamente capaz de buscar marido yo sola, si es que algún día decido que es eso lo que quiero. Pero por el momento ya te he dicho que no es así.
Meneó la cabeza con desesperación y a falta de otra cosa que hacer con las manos, abrió un bote de crema y comenzó a ponérsela en las manos.
—Ahora estoy cansada y me gustaría acostarme. Como tú no te dignas a dormir conmigo después del sexo, creo que deberías marcharte.
¿Estaba simplemente enfadada o había algo más en el brillo de sus ojos?
—¿Por qué estás tan furiosa?
—¿Que por qué estoy furiosa? —repitió, sin saber si gritar o llorar—. ¿Cómo es posible que me haga esa pregunta un hombre que describe tan bien las emociones de sus personajes? Estoy furiosa porque estés ahí sentado, en la cama en la que acabamos de hacer el amor, y te ofenda que alguien que me quiere piense que entre nosotros pueda haber algo más que sexo.
—Ya hay algo más que sexo —sintió que también él empezaba a perder los nervios, así que se puso en pie y se enfundó los vaqueros.
—¿De verdad?
La frialdad de su voz hizo que se sintiera culpable.
—_____(tn), tú me importas y lo sabes.
—Te resulto divertida. Que no es lo mismo.
Estaba claro que había algo más que el enfado. Había vuelto a hacerle daño sin siquiera darse cuenta.— _____(tn), me importas mucho —insistió, agarrándola del brazo.
—Está bien —respondió con más calma—. Olvídalo.
Kendall deseaba olvidarlo y no complicar las cosas, pero la sonrisa que vio en su rostro antes de que se volviera a mirar por la ventana no se parecía en nada a las sonrisas que solían iluminar los ojos de _____(tn), unos ojos que ahora estaban llenos de dolor.
—_____(tn), no puedo darte más que eso.
—No te he pedido nada más. Empieza a hacer frío, deberíamos poner otro tronco en la chimenea.
—Yo lo haré.
Capítulo 25
Mucho más tarde, cuando la lluvia había pasado y Kendall llevaba ya más de una hora en el dormitorio de _____(tn), aprovechando una magnífica cama con dosel, ella suspiró con satisfacción.
Había sido un día casi perfecto, tanto que se permitió el lujo de acurrucarse junto al hombre que amaba y fingir que él sentía lo mismo por ella.
—Dime una cosa —murmuró Kendall, que estaba demasiado relajado como para preocuparse por lo agradable que le resultaba estar allí, abrazado a _____(tn) y disfrutar de la calidez de su desnudez—. ¿A qué venía todo eso que me ha dicho tu abuelo durante el té?
_____(tn) levantó la cabeza para mirarlo.
—No te avisé porque tenía la estúpida esperanza de que no fuera necesario. La culpa es mía —se incorporó del todo para poder hablarle de frente—. ¿Sabes que tienes unos ojos increíbles, Schmidt? Son casi traslúcidos.
—¿Lo dices en serio o sólo intentas cambiar de tema?
—Las dos cosas —era evidente que iba a tener que hablar de ello, así que se levantó de la cama y se puso la bata a pesar del gesto de desaprobación de Kendall—. Está bien, eso para mi abuelo carece de importancia — continuó sin atreverse a mirarlo—. Espero que comprendas que lo hace con buena intención. Mi abuelo me quiere mucho y no te habría elegido si no le gustarás realmente.
Kendall sintió que se le cerraba la boca del estómago.
—¿Elegirme para qué?
—No me di cuenta hasta que me dijiste que había sido él el que te había ofrecido el apartamento.
—¿De qué, _____(tn)?
Respiró hondo para tomar fuerzas y se dispuso a hablar con claridad.
—Kendall, mi abuelo te ha elegido para mí —dijo rápidamente—. Sólo lo hace porque me quiere mucho y piensa que lo mejor que podría pasarme es encontrar un buen hombre con el que casarme y formar una familia. Y parece que ha decidido que tú eres ese hombre.
—¿Y cómo demonios ha llegado a esa conclusión?
—No te ofendas, Kendall—le dijo con voz más fría—. Más bien deberías tomártelo como un cumplido. Es evidente que debe de tener muy buena opinión de ti si te considera adecuado para ser mi marido y el padre de los muchos nietos que espera que le dé algún día.
—Pensé que no querías casarte.
—No he dicho que quiera hacerlo, lo que he dicho es que es lo que él quiere para mí —lo miró con la cabeza bien alta—. Es insultante que estés tan horrorizado.
—Supongo que a ti te resulta divertido que tu abuelo te escoja un hombre.
—Creo que es encantador —replicó, absurdamente herida por su actitud—. Tranquilo, Kendall, no estoy eligiendo el vestido de boda ni buscando damas de honor. Soy perfectamente capaz de buscar marido yo sola, si es que algún día decido que es eso lo que quiero. Pero por el momento ya te he dicho que no es así.
Meneó la cabeza con desesperación y a falta de otra cosa que hacer con las manos, abrió un bote de crema y comenzó a ponérsela en las manos.
—Ahora estoy cansada y me gustaría acostarme. Como tú no te dignas a dormir conmigo después del sexo, creo que deberías marcharte.
¿Estaba simplemente enfadada o había algo más en el brillo de sus ojos?
—¿Por qué estás tan furiosa?
—¿Que por qué estoy furiosa? —repitió, sin saber si gritar o llorar—. ¿Cómo es posible que me haga esa pregunta un hombre que describe tan bien las emociones de sus personajes? Estoy furiosa porque estés ahí sentado, en la cama en la que acabamos de hacer el amor, y te ofenda que alguien que me quiere piense que entre nosotros pueda haber algo más que sexo.
—Ya hay algo más que sexo —sintió que también él empezaba a perder los nervios, así que se puso en pie y se enfundó los vaqueros.
—¿De verdad?
La frialdad de su voz hizo que se sintiera culpable.
—_____(tn), tú me importas y lo sabes.
—Te resulto divertida. Que no es lo mismo.
Estaba claro que había algo más que el enfado. Había vuelto a hacerle daño sin siquiera darse cuenta.— _____(tn), me importas mucho —insistió, agarrándola del brazo.
—Está bien —respondió con más calma—. Olvídalo.
Kendall deseaba olvidarlo y no complicar las cosas, pero la sonrisa que vio en su rostro antes de que se volviera a mirar por la ventana no se parecía en nada a las sonrisas que solían iluminar los ojos de _____(tn), unos ojos que ahora estaban llenos de dolor.
—_____(tn), no puedo darte más que eso.
—No te he pedido nada más. Empieza a hacer frío, deberíamos poner otro tronco en la chimenea.
—Yo lo haré.
Invitado
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Re: La vecina perfecta-[Kendall Schmidt y tu] TERMINADA
MARATON 4/4
Capítulo 26
Durante varios minutos no se oyó nada más en la habitación que el crepitar del fuego.
Quizá fue por el hecho de que ella no se lo hubiera pedido, pero el caso fue que Kendall sintió la necesidad de contárselo.
—_____(tn), ven a sentarte.
—Prefiero quedarme aquí y ver las estrellas. En Nueva York siempre las echo de menos.
Se acercó a ella y sintió su tensión al ponerle las manos en los hombros.
—Me gustaría que te sentaras y me escucharas.
—Está bien —dijo antes de acomodarse en una de las butacas que había frente a la chimenea—. Te escucho.
Él ocupó la otra y la miró a los ojos antes de comenzar a hablar.
—Yo siempre quise escribir, desde niño. No me decanté por las novelas como habría querido mi padre, siempre tuve claro que quería escribir teatro y desde el momento que empecé a hacerlo viví inmerso en ese mundo. Al contrario que a ti, me resulta difícil relacionarme con la gente, incluso a veces con mi propia familia, aunque los quiero mucho.
—Por supuesto, pero te gusta estar solo —dijo ella—. Lo comprendo porque a mi padre y a Matthew les ocurre lo mismo.
—Yo quiero mucho a mis padres y a mi hermana aunque a veces no consigamos entendernos. Estoy seguro de que a veces les he hecho daño, pero eso no quiere decir que no los quiera.
—Todos hacemos daño a la gente que queremos sin darnos cuenta.
—Mi hermana, Jenna, siempre ha sido muy abierta. Es una mujer encantadora. Aún no había cumplido los veintiún años cuando se casó con mi mejor amigo de la universidad. Yo mismo los presenté —aún le dolía recordarlo, pues aquél había sido el primer paso de un doloroso camino—. Eran muy felices juntos. Su hijo Jacob nació al año de que se casaran y un año después mi hermana volvió a quedarse embarazada —esa vez fue él el que se acercó a la ventana, pero no vio las estrellas—. En esa misma época yo estaba preparando el estreno de mi primera obra. Para mí era muy importante que saliera bien y poder demostrar que tenía talento, que no estaba allí sólo por ser el hijo de mi padre.
—Lo comprendo —afirmó _____(tn).
Kendall la miró con agradecimiento. Seguramente ella había pasado por algo parecido, teniendo en cuenta la familia de la que procedía.
—Afortunadamente la compañía que iba a representar la obra era estupenda. La actriz que hacía el personaje protagonista era increíble, la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Yo quedé completamente fascinado con ella —se volvió a mirarla—. Acababa de cumplir veintitrés años y me enamoré locamente de ella. Cada minuto que pasaba con ella era como un regalo del cielo, sólo con verla recitar las palabras que yo había escrito me olvidaba de todo lo demás —aún le dolía pensar en todo lo que había abandonado por ella—. Nos hicimos amantes una tarde de domingo, en su cama, después se echó a llorar en mis brazos y me dijo que me amaba. En ese momento lo habría dado todo por ella.
_____(tn) no pudo evitar pensar lo maravilloso que debía de ser que un hombre como él la amara de ese modo. No habló porque veía en sus ojos que había algo más, algo que aún le causaba mucho dolor.
—Durante semanas todo mi mundo giró a su alrededor. La obra obtuvo buenas críticas en su estreno, pero yo sólo podía pensar en que había sido la manera de conocerla a ella. Eso era lo único que me importaba.
—Está bien que el amor sea lo más importante.
—¿Tú crees? —preguntó con cinismo—. Bueno, eso ya no importa —hizo una pausa antes de continuar—. Yo no dejaba de hacerle regalos, quería verla feliz. Tenía todo el dinero que pudiera necesitar y me parecía bien gastarlo en ella, comprarle joyas e incluso extenderle algún cheque.
_____(tn) empezó a comprender de dónde procedía tanto dolor y deseó acercarse a él y abrazarlo. Pero en sus ojos había algo más que tristeza, había una profunda amargura.
—Tenía mucho talento y yo quise ayudarla a convertirse en una actriz importante. Utilicé mis contactos, o más bien los de mi padre, para impulsar su carrera.
—Porque la amabas. Es lógico que hicieras por ella lo que ni siquiera habías querido hacer por ti mismo.
—¿Y eso está bien? No —se respondió de inmediato—. No está bien utilizar a nadie, pero yo lo hice. Pronto comenzó a hablar de matrimonio, de manera muy sutil y con enorme romanticismo. Yo le dije que esperáramos un poco, que debía prestar atención a su carrera y, una vez que se hubiera establecido, nos mudaríamos juntos a Nueva York. Pero un día apareció en mi casa llorando y me dijo que estaba embarazada. Me suplicó que no la abandonara, que no podría vivir sin mí. Estaba asustada, creía que yo la odiaría.
—Tú jamás harías algo así —adivinó _____(tn).
—¿Cómo iba a odiarla? La idea de tener un hijo me asustaba, pero no me importaba casarme y empezar una nueva vida con ella. El dinero no suponía ningún problema porque yo acababa de recibir una parte de mi herencia. Así que le sequé las lágrimas y le dije que todo iba a salir bien. Que sería maravilloso; viviríamos en Newport hasta que naciera el niño y luego nos iríamos los tres a Nueva York como habíamos planeado y seríamos muy felices. Nos despedimos entre besos y lágrimas; ella tenía que volver a su apartamento para darle la buena noticia a su familia y después de la obra iríamos a decírselo a mis padres. En cuanto se marchó empecé a hacer planes, me imaginaba con el bebé que habíamos concebido juntos.
—Tú querías ese niño —dijo _____(tn) recordando el modo en que había acunado a Charlie.
—Sí —la miró fijamente a los ojos—. La quería a ella y la vida que había imaginado a su lado. Aún estaba fantaseando con todo aquello cuando apareció mi hermana. Al igual que Pamela, estaba llorando y muy alterada. También como Pamela, estaba embarazada, pero de bastantes meses, por eso me preocupó que estuviera en tal estado. Se abrazó a mí y entre sollozos consiguió decirme que había encontrado a su marido en la cama con otra mujer, en su propia cama.
—Dios mío, qué horror —se levantó y fue hacia él para consolarlo—. Debió de ser terrible para ella y para toda la familia... —de pronto le vinieron a la cabeza las escenas que él había creado en Una maraña de almas—. Dios mío, no puedo creerlo.
Kendall se alejó del cariño que ella le ofrecía.
—Sí, Pamela era la Leanna de Una maraña de almas. Una mujer bella, inteligente y fría, una mujer capaz de casarse conmigo para darle dinero y posición al hijo que le había hecho otro, mi mejor amigo, el marido de mi hermana.
—Debió de hacerte mucho daño. Lo siento, Kendall.
—Me hizo daño, pero aprendí la lección. No se puede confiar en el amor. Mi hermana lo hizo y estuvo a punto de destrozarle la vida; si no hubiera tenido a Jacob y al bebé que llevaba dentro, no creo que hubiera podido superarlo.
—Pero tú no tenías nada de eso.
—Tenía mi trabajo. Pamela me suplicó que la perdonara y estuve a punto de hacerlo. Era tan buena actriz.
—No, lo que ocurre es que la amabas. Por eso querías creer en ella.
—Es lo mismo. El caso es que durante la discusión por fin la vi como realmente era. Pero permití que siguiera interpretando mi obra —sonrió con amargura—. El espectáculo debe continuar.
—¿Cómo pudiste soportarlo?
—Sólo tuve que recordar todo el tiempo que era lo mejor para la obra y eso era más importante que ninguna otra cosa. ¿Crees que fui muy frío?
—No —le puso las manos en las mejillas y se dio cuenta de que el dolor seguía ahí, aunque él parecía no saberlo—. Creo que fuiste muy valiente —se abrazó a él y suspiró cuando por fin él la abrazó también—. Ella no merecía que le entregaras tu corazón, Kendall. Ni entonces ni ahora.
—Ahora no es más que un personaje de una obra de teatro. Pero nunca más volveré a darle nada parecido a nadie. No podría hacerlo.
—Si acabas creyendo eso, estarás dejando que ella te quite mucho más de lo que crees —lo miró con los ojos llenos de lágrimas—. Estarás dejando que gane.
—Nadie ganó. Mi hermana, mi amigo y yo perdimos mucho; ella sólo ganó unas cuantas audiciones —murmuró mientras le secaba una lágrima de la mejilla—. No llores. No te lo he contado para hacerte llorar, sólo quería que supieras quién soy.
—Ya sé quién eres y no puedo evitar que me duela verte sufrir.
—_____(tn), si llevas el corazón a flor de piel, alguien acabará rompiéndotelo.
_____(tn) cerró los ojos, pero no le dijo que ya había ocurrido.
Capítulo 26
Durante varios minutos no se oyó nada más en la habitación que el crepitar del fuego.
Quizá fue por el hecho de que ella no se lo hubiera pedido, pero el caso fue que Kendall sintió la necesidad de contárselo.
—_____(tn), ven a sentarte.
—Prefiero quedarme aquí y ver las estrellas. En Nueva York siempre las echo de menos.
Se acercó a ella y sintió su tensión al ponerle las manos en los hombros.
—Me gustaría que te sentaras y me escucharas.
—Está bien —dijo antes de acomodarse en una de las butacas que había frente a la chimenea—. Te escucho.
Él ocupó la otra y la miró a los ojos antes de comenzar a hablar.
—Yo siempre quise escribir, desde niño. No me decanté por las novelas como habría querido mi padre, siempre tuve claro que quería escribir teatro y desde el momento que empecé a hacerlo viví inmerso en ese mundo. Al contrario que a ti, me resulta difícil relacionarme con la gente, incluso a veces con mi propia familia, aunque los quiero mucho.
—Por supuesto, pero te gusta estar solo —dijo ella—. Lo comprendo porque a mi padre y a Matthew les ocurre lo mismo.
—Yo quiero mucho a mis padres y a mi hermana aunque a veces no consigamos entendernos. Estoy seguro de que a veces les he hecho daño, pero eso no quiere decir que no los quiera.
—Todos hacemos daño a la gente que queremos sin darnos cuenta.
—Mi hermana, Jenna, siempre ha sido muy abierta. Es una mujer encantadora. Aún no había cumplido los veintiún años cuando se casó con mi mejor amigo de la universidad. Yo mismo los presenté —aún le dolía recordarlo, pues aquél había sido el primer paso de un doloroso camino—. Eran muy felices juntos. Su hijo Jacob nació al año de que se casaran y un año después mi hermana volvió a quedarse embarazada —esa vez fue él el que se acercó a la ventana, pero no vio las estrellas—. En esa misma época yo estaba preparando el estreno de mi primera obra. Para mí era muy importante que saliera bien y poder demostrar que tenía talento, que no estaba allí sólo por ser el hijo de mi padre.
—Lo comprendo —afirmó _____(tn).
Kendall la miró con agradecimiento. Seguramente ella había pasado por algo parecido, teniendo en cuenta la familia de la que procedía.
—Afortunadamente la compañía que iba a representar la obra era estupenda. La actriz que hacía el personaje protagonista era increíble, la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Yo quedé completamente fascinado con ella —se volvió a mirarla—. Acababa de cumplir veintitrés años y me enamoré locamente de ella. Cada minuto que pasaba con ella era como un regalo del cielo, sólo con verla recitar las palabras que yo había escrito me olvidaba de todo lo demás —aún le dolía pensar en todo lo que había abandonado por ella—. Nos hicimos amantes una tarde de domingo, en su cama, después se echó a llorar en mis brazos y me dijo que me amaba. En ese momento lo habría dado todo por ella.
_____(tn) no pudo evitar pensar lo maravilloso que debía de ser que un hombre como él la amara de ese modo. No habló porque veía en sus ojos que había algo más, algo que aún le causaba mucho dolor.
—Durante semanas todo mi mundo giró a su alrededor. La obra obtuvo buenas críticas en su estreno, pero yo sólo podía pensar en que había sido la manera de conocerla a ella. Eso era lo único que me importaba.
—Está bien que el amor sea lo más importante.
—¿Tú crees? —preguntó con cinismo—. Bueno, eso ya no importa —hizo una pausa antes de continuar—. Yo no dejaba de hacerle regalos, quería verla feliz. Tenía todo el dinero que pudiera necesitar y me parecía bien gastarlo en ella, comprarle joyas e incluso extenderle algún cheque.
_____(tn) empezó a comprender de dónde procedía tanto dolor y deseó acercarse a él y abrazarlo. Pero en sus ojos había algo más que tristeza, había una profunda amargura.
—Tenía mucho talento y yo quise ayudarla a convertirse en una actriz importante. Utilicé mis contactos, o más bien los de mi padre, para impulsar su carrera.
—Porque la amabas. Es lógico que hicieras por ella lo que ni siquiera habías querido hacer por ti mismo.
—¿Y eso está bien? No —se respondió de inmediato—. No está bien utilizar a nadie, pero yo lo hice. Pronto comenzó a hablar de matrimonio, de manera muy sutil y con enorme romanticismo. Yo le dije que esperáramos un poco, que debía prestar atención a su carrera y, una vez que se hubiera establecido, nos mudaríamos juntos a Nueva York. Pero un día apareció en mi casa llorando y me dijo que estaba embarazada. Me suplicó que no la abandonara, que no podría vivir sin mí. Estaba asustada, creía que yo la odiaría.
—Tú jamás harías algo así —adivinó _____(tn).
—¿Cómo iba a odiarla? La idea de tener un hijo me asustaba, pero no me importaba casarme y empezar una nueva vida con ella. El dinero no suponía ningún problema porque yo acababa de recibir una parte de mi herencia. Así que le sequé las lágrimas y le dije que todo iba a salir bien. Que sería maravilloso; viviríamos en Newport hasta que naciera el niño y luego nos iríamos los tres a Nueva York como habíamos planeado y seríamos muy felices. Nos despedimos entre besos y lágrimas; ella tenía que volver a su apartamento para darle la buena noticia a su familia y después de la obra iríamos a decírselo a mis padres. En cuanto se marchó empecé a hacer planes, me imaginaba con el bebé que habíamos concebido juntos.
—Tú querías ese niño —dijo _____(tn) recordando el modo en que había acunado a Charlie.
—Sí —la miró fijamente a los ojos—. La quería a ella y la vida que había imaginado a su lado. Aún estaba fantaseando con todo aquello cuando apareció mi hermana. Al igual que Pamela, estaba llorando y muy alterada. También como Pamela, estaba embarazada, pero de bastantes meses, por eso me preocupó que estuviera en tal estado. Se abrazó a mí y entre sollozos consiguió decirme que había encontrado a su marido en la cama con otra mujer, en su propia cama.
—Dios mío, qué horror —se levantó y fue hacia él para consolarlo—. Debió de ser terrible para ella y para toda la familia... —de pronto le vinieron a la cabeza las escenas que él había creado en Una maraña de almas—. Dios mío, no puedo creerlo.
Kendall se alejó del cariño que ella le ofrecía.
—Sí, Pamela era la Leanna de Una maraña de almas. Una mujer bella, inteligente y fría, una mujer capaz de casarse conmigo para darle dinero y posición al hijo que le había hecho otro, mi mejor amigo, el marido de mi hermana.
—Debió de hacerte mucho daño. Lo siento, Kendall.
—Me hizo daño, pero aprendí la lección. No se puede confiar en el amor. Mi hermana lo hizo y estuvo a punto de destrozarle la vida; si no hubiera tenido a Jacob y al bebé que llevaba dentro, no creo que hubiera podido superarlo.
—Pero tú no tenías nada de eso.
—Tenía mi trabajo. Pamela me suplicó que la perdonara y estuve a punto de hacerlo. Era tan buena actriz.
—No, lo que ocurre es que la amabas. Por eso querías creer en ella.
—Es lo mismo. El caso es que durante la discusión por fin la vi como realmente era. Pero permití que siguiera interpretando mi obra —sonrió con amargura—. El espectáculo debe continuar.
—¿Cómo pudiste soportarlo?
—Sólo tuve que recordar todo el tiempo que era lo mejor para la obra y eso era más importante que ninguna otra cosa. ¿Crees que fui muy frío?
—No —le puso las manos en las mejillas y se dio cuenta de que el dolor seguía ahí, aunque él parecía no saberlo—. Creo que fuiste muy valiente —se abrazó a él y suspiró cuando por fin él la abrazó también—. Ella no merecía que le entregaras tu corazón, Kendall. Ni entonces ni ahora.
—Ahora no es más que un personaje de una obra de teatro. Pero nunca más volveré a darle nada parecido a nadie. No podría hacerlo.
—Si acabas creyendo eso, estarás dejando que ella te quite mucho más de lo que crees —lo miró con los ojos llenos de lágrimas—. Estarás dejando que gane.
—Nadie ganó. Mi hermana, mi amigo y yo perdimos mucho; ella sólo ganó unas cuantas audiciones —murmuró mientras le secaba una lágrima de la mejilla—. No llores. No te lo he contado para hacerte llorar, sólo quería que supieras quién soy.
—Ya sé quién eres y no puedo evitar que me duela verte sufrir.
—_____(tn), si llevas el corazón a flor de piel, alguien acabará rompiéndotelo.
_____(tn) cerró los ojos, pero no le dijo que ya había ocurrido.
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