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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Los noventa dias de ______ (harry y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Los noventa dias de ______ (harry y tu)
Hola chicas estoy adaptando esta nove de un libro que me encanto espero también les guste:)
Nombre: Los noventa días de _____
Autor: monse O sea, yo :)
Adaptación: si de un libro:)
Genero: de todo un poco
Advertencia: escenas subidas de tono
Otras paginas: Ño
Ficha de la serie
Nombre: Los noventa días de _____
Autor: monse O sea, yo :)
Adaptación: si de un libro:)
Genero: de todo un poco
Advertencia: escenas subidas de tono
Otras paginas: Ño
Los 90 días de ____.
Sinopsis.
Él es un arrogante hombre de negocios que siempre consigue lo que quiere.Y lo que quiere es que _____ pase los próximos noventa días sometiéndose a cada uno de sus deseos
Una oscura y sensual historia de amor y obsesión.
#ÄmÿGåțïțø
Re: Los noventa dias de ______ (harry y tu)
Capitulo 1
______ Loften se dio la vuelta y abrió las persianas venecianas
permitiendo que la luz inundara de nuevo la estancia. Harry Styles
se reclinó en la silla y la observó. Su penetrante mirada la hizo sentirse
incómoda. Había oído que él podía resultar difícil y en esa entrevista
había comprobado que los rumores eran ciertos.
Pensó de nuevo en lo diferente que parecía de un hombre de negocios
convencional; piel morena, pelo castaño y rizado y un cuerpo de atleta bajo el
inmaculado traje sastre. Lo encontraba realmente atractivo, pero no
tenía intención de permitir que se enterara. No pensaba alimentar su
ego; ya estaba demasiado seguro de sí mismo.
Era su tercera entrevista y en esta ocasión estaban solos. Había
trabajado muy duro para impresionarlo y convencerlo de que en
Barringtons tenían ideas innovadoras y podían proporcionarle la
publicidad que necesitaba para expandir sus negocios en el extranjero.
De hecho, Styles acababa de ver la grabación de una de sus más
exitosas campañas de televisión. También le había mostrado un
impresionante dosier con otros trabajos anteriores y las cifras de
ventas alcanzadas, pero nada de lo que le había sugerido u ofrecido
pareció interesarle. Todo lo que recibió a cambio fue aquella ambigua
y misteriosa mirada suya, una elevación de ceja y ningún comentario.
Con un suspiro, apartó a un lado el dosier. No le gustaba fracasar.
—Señor Styles, usted dirá si puedo mostrarle alguna otra cosa —se
ofreció. Le sorprendió verle esbozar una lenta sonrisa.
—Es posible. —él hizo una pausa, sosteniéndole la mirada mientras
estiraba las largas piernas. Parecía relajado, pero todavía tenía ese
aire sereno de un hombre que se sabe dueño de la situación—. Salga
de detrás de ese escritorio que tan bien complementa su fachada de
eficiente mujer de negocios —ordenó— y muéstrese ante mí.
El sonido del tráfico de Londres, suavizado por el doble ventanal,
llegaba desde la calle. Ella clavó los ojos en Harry mientras se
preguntaba por un momento si había escuchado bien. Hasta entonces
él no había mostrado el más leve interés en ella, por el contrario había
notado cierta actitud hostil. Sin embargo, ahora percibía algo en sus
ojos que la descolocaba por completo. ¿Diversión? ¿Triunfo? No
estaba segura.
Y se atisbaba además cierta arrogancia en la manera en la que había
pasado de una posición formal a otra más relajada. La relación entre
ellos parecía haber cambiado. Ya no eran dos personas buscando un
nexo común para emprender un negocio, sino un hombre y una mujer
conscientes de que estaba a punto de encenderse una chispa entre
ellos.
Aunque no se sentía muy segura de sí misma, decidió seguirle la
corriente. Sonrió y rodeó el escritorio hasta detenerse ante él.
—Bueno —rompió el silencio con forzada claridad—, aquí estoy.
¿Podría decirme el propósito de esta pequeña charada?
—Da una vuelta muy lentamente —ordenó él. Había empezado a
tutearla.
—En serio, señor Styles… —empezó a decir, manteniendo la
distancia—. No le veo sentido a…
—Hazlo y punto.
Ella se encogió de hombros e hizo lo que le pedía. Se alegró de que
su elegante traje de chaqueta le quedara holgado en vez de haber
sido hecho a medida y que la falda le llegara por debajo de las rodillas.
«Puedes mirar todo lo que quieras, Harry», pensó, «pero no verás
mucho».
No obstante cuando volvió a quedar frente a él cambió de opinión.
Aquella oscura mirada recorría su cuerpo perezosamente,
acariciándole los pechos; paseándose a lo largo de los muslos
esbozados por la forma de la falda tubo. A continuación vio que
admiraba sus piernas, embutidas en medias de seda gris, y sus finos
tobillos, que descendían hasta los zapatos de salón. Consideró que
aquella ropa tan cara, lejos de protegerla, la hacía sentir desnuda e
indefensa, como si pudiera ser acariciada por una mano invisible. Era
como ser evaluada en un mercado de esclavos. Cuando él volvió a
dirigirle la mirada a la cara, ella tenía las mejillas rojas.
Sinclair clavó los ojos en ella durante un momento antes de sonreír
ampliamente.
—Quiero hacerte una proposición, pero es posible que no sea el tipo
de trato que estabas esperando.
—Estoy segura de que Barringtons podrá satisfacer cualquiera de sus
requisitos —afirmó ella.
—Es posible que Barringtons pueda —convino él—. Pero… ¿y tú?
—Eso da igual, ¿no es cierto?
—No te hagas la inocente, señorita Loften —repuso, arrastrando las
palabras—. Eres una mujer adulta, no una tierna virgen adolescente.
Creo que te imaginas de sobra lo que estoy sugiriendo.
Le habían hecho antes algunas proposiciones indecentes, pero
ninguna tan inesperada y descarada como esa. Durante un momento
se enfadó. ¿Acaso la consideraba un artículo en venta? Después, la
pequeña voz de su ambición le dijo que pensara bien en lo que aquel
arrogante hombre podía estar ofreciéndole. Harry Associates era
una empresa de mucho prestigio y estaba en pleno proceso de
expansión; la agencia elegida para gestionar su cuenta publicitaria se
convertiría en un nombre importante a nivel internacional.
«Barringtons necesita esta cuenta», se dijo a sí misma, «y gratificarán
a quien la consiga para ellos. Si Harry Styles quiere mantener
relaciones sexuales a cambio de estampar su firma en un contrato, yo
estoy dispuesta a cumplir con mi parte. Al fin y al cabo no es un viejo
gordo».
—Por supuesto que sé lo que está sugiriendo —afirmó con energía—.
Yo me acuesto con usted y, a cambio, usted le da su cuenta a
Barringtons.
Él se rio.
—Haces que parezca muy simple, señorita Loften. Sin embargo no
voy a intercambiar mi firma por un puñado de emociones fugaces. —
Su voz sonaba alterada y con un filo de dureza—. Eso lo puedo
conseguir en cualquier otro lugar a un precio más barato. Quiero más;
mucho más. Vamos a tener que reunirnos para discutir los detalles.
Ella se estremeció de repente. No era eso lo que esperaba. ¿Qué
clase de detalles tendrían que discutir? Se acostaría con él e intentaría
satisfacerlo. Lo más probable era que disfrutara haciéndolo. ¿Sería
posible que quisiera algo poco usual? Bueno, si era necesario,
adelante; haría lo que fuera por cerrar el trato.
Se preguntó el porqué para sus adentros. Sinclair Associates no
necesitaba a Barringtons, en realidad era a la inversa. Otro
pensamiento la asaltó: «¿por qué yo?». Sabía que Harry Styles era
rico y tenía buenos contactos y mucho poder. Poseía esa clase de
atractivo peligroso que la mayoría de las mujeres encuentra deseable.
Podía disponer de todo lo que el dinero era capaz comprar, incluidas
las voraces bellezas ávidas de dinero y notoriedad de los más
exquisitos clubes de Londres; mujeres mucho más glamurosas que
ella. Féminas que estarían encantadas de que las vieran de su brazo,
ir a su casa y actuar para él, sin duda con mucha más experiencia que
ella.
No era virgen, pero tampoco se consideraba particularmente experta
en lo que al sexo se refería. Su primera vez, con un joven sin
experiencia, había sido un desastre. A esa siguieron un par de rollos
de una noche y una relación más larga, que terminó porque ella
siempre cancelaba las citas debido a la presión del trabajo.
Harry se levantó. Le sacaba una cabeza, aunque ella ya era más
alta que la media. Con aquel lustroso cabello negro, bien cortado
aunque algo más largo de lo que dictaba la moda, y su bronceado
natural no le costaba nada imaginárselo como un pirata, y uno
bastante cruel, de hecho. Recordó las historias que había oído sobre
sus tácticas comerciales. Quizá la del pirata fuera una descripción
realmente acertada. Tuvo una breve visión de él vestido con
pantalones ceñidos, botas por encima de las rodillas y camisa blanca
abierta hasta la cintura, pero al instante la borró de su mente, decidida
a no tener pensamientos románticos con aquel hombre; estaba segura
de que él no albergaba esa clase de intenciones con respecto a ella.
Harry estaba acostumbrado al poder, a salirse con la suya, a
ostentar el mando. «Bien», pensó, «pues yo también. ¿Quieres jugar,
Harry? Jugaré contigo. Incluso es posible que disfrute, pero solo se
tratará de un asunto de negocios. Podrás tener tu noche de diversión,
o incluso varias noches si insistes en ello, pero yo conseguiré que
estampes tu firma en el contrato. Y eso será todo».
—Mire —dijo en tono práctico—, ya le he dicho que estoy de acuerdo.
No hay nada que discutir.
Él seguía clavando los ojos en ella de la misma manera en que lo
haría un amo en una esclava que fuera a ser subastada. Retrocedió
hasta el escritorio. De repente, sabiendo que era un gesto sin sentido,
se tocó los botones de la chaqueta. La manera en que él la miraba
hizo que se sintiera como si estuvieran desabrochados. Lo vio curvar
los labios en una sonrisa y fue consciente de que conocía el efecto
que tenía sobre ella.
—Ya le he dicho que acepto —repitió, esperando distraerlo—. No hay
nada que discutir, salvo cuándo quiere que nos encontremos. Y, como
se trata de una situación más bien… poco ortodoxa, espero poder
confiar en su discreción.
—No te preocupes —replicó él—. No soy de los que se jactan de sus
conquistas.
—Será un intercambio comercial —contratacó ______—. No seré
una conquista.
Él la miró durante un buen rato antes de esbozar una perezosa y
amplia sonrisa.
—Por supuesto —convino—. Un asunto de negocios. —Hizo una
pausa y cuando habló lo hizo en otro tono—. Quítate la chaqueta.
Como antes, pensó que no había escuchado bien.
—¿La chaqueta? —repitió—. ¿Para qué?
—Antes de cerrar este trato privado me gustaría echar un vistazo
rápido a lo que voy a disfrutar. —Su voz era suave, pero había acero
detrás—. Quiero que te desabroches la chaqueta. Ahora.
Estuvo tentada a negarse. Pero un vistazo a su cara le dijo que no era
una buena idea. Obedeció deprisa, esperando que eso lo satisficiera.
Debajo de la prenda llevaba una blusa sencilla, de seda blanca con
cuello mao. Sabía que él no podría vislumbrar demasiado a través de
la opaca tela salvo, quizá, intuir cómo era el sujetador; de hermoso
encaje blanco, si no recordaba mal.
—Y la blusa —añadió él.
En esa ocasión se le congelaron los dedos.
—¿La blusa? —Le tembló la voz—. ¡Por supuesto que no!
La sonrisa de Harry se convirtió en una mueca torcida.
—No te hagas la virgen inocente conmigo, señorita Loften. Ábrete la
blusa o la desabrocharé yo.
Ella se llevó los dedos a los botones forrados de seda.
—Podría entrar cualquiera —protestó.
—Podría… —convino él, imperturbable—. Así que será mejor que te
apresures.
Ella tiró de los diminutos y redondos botones. Nunca habían resultado
fáciles de desabrochar y ahora le temblaban las manos. La blusa se
abrió poco a poco. Estuvo tentada a mantener unidos los bordes, pero
antes de que pudiera moverse, Harry le atrapó las muñecas,
forzándola a separar los brazos. Él bajó la mirada desde su cara hasta
el cuello y de ahí a sus pechos.
—No está mal —dijo.
Sinclair se movió con rapidez y confianza, cogiéndola completamente
por sorpresa, y la obligó a retroceder hasta que _____ sintió el
borde del escritorio contra los muslos. Deslizó entonces las manos
dentro de la blusa y se la bajó por los brazos, atrapándoselos en la
espalda antes de que ella pudiera protestar. A continuación buscó y
soltó el broche del sujetador. Al cabo de un segundo, ella tenía el
sostén en torno al cuello y se encontraba medio tendida sobre el
escritorio, con los pechos al aire.
Su mente se paralizó de horror al pensar que podía ser sorprendida en
ese momento. Aunque sabía que cualquiera de sus compañeros
llamaría a la puerta, eso no significaba que fueran a esperar a que les
diera permiso para entrar. El toque sería solo una señal de cortesía.
¿Podría escuchar los pasos sobre el suelo enmoquetado de cualquier
persona que se acercara?
Harry tenía las rodillas presionadas contra las de ella, pero parecía
eludir a propósito cualquier otro contacto. Y como tenía el cuerpo
echado hacia atrás y los brazos a la espalda no sabía si él estaba
excitado o no. Era él quien sostenía su peso, y en aquella posición no
podría impedirle que paseara la boca o las manos por donde quisiera.
Sinclair se inclinó sobre ella y le rozó el pezón izquierdo con los labios,
acariciándolo con suavidad antes de friccionarlo con la lengua. En solo
unos segundos la cima se tensó y endureció. Entonces la capturó con
la boca y comenzó a chuparla con fruición. Cada tirón hacía que
______ se estremeciera de placer, pues él parecía saber
exactamente lo que ella necesitaba y cómo debían ser sus
movimientos para excitarla. Luego cerró la mano sobre el otro pezón y
comenzó a juguetear con él, pellizcándolo y apretándolo con firmeza
antes de masajearlo con un movimiento circular de la palma.
Se oyó gemir en voz alta. No podía creer que realmente estuviera
disfrutando. El hecho de que pudieran ser descubiertos en cualquier
momento lo hacía todo más excitante.
—Por favor —logró decir sin jadear, desconociendo hasta dónde sería
capaz de dejarle llegar. O hasta dónde llegaría él—. Podría entrar
alguien.
Él alzó la mirada.
—¿Temes que te vean comportarte como una puta? —Ahuecó las
manos bajo los pechos y los empujó hacia arriba al tiempo que los
frotaba con los pulgares—. Podrían disfrutar del espectáculo —dijo
despacio—. Apuesto lo que quieras a que a muchos de tus
compañeros no les importaría dar un repaso a tus pezones. Quizá
debería pedirles que vinieran. Podríamos hacer turnos de cinco
minutos cada uno. —Sus dedos siguieron jugando perezosamente con
ella—. Tengo el presentimiento de que acabaría gustándote.
Por regla general la idea le habría repelido, pero cierto matiz en su voz
hizo que sonara extrañamente excitante. Con sus compañeros no,
claro, pero con unos desconocidos… ¿Por qué no? Jóvenes a los que
no conociera ni la conocieran a ella, con Sinclair observándolo todo.
¿Disfrutaría con ello? ¿Qué sentiría?
ESPERO LES GUSTE :)
XXBESOS MONSE
______ Loften se dio la vuelta y abrió las persianas venecianas
permitiendo que la luz inundara de nuevo la estancia. Harry Styles
se reclinó en la silla y la observó. Su penetrante mirada la hizo sentirse
incómoda. Había oído que él podía resultar difícil y en esa entrevista
había comprobado que los rumores eran ciertos.
Pensó de nuevo en lo diferente que parecía de un hombre de negocios
convencional; piel morena, pelo castaño y rizado y un cuerpo de atleta bajo el
inmaculado traje sastre. Lo encontraba realmente atractivo, pero no
tenía intención de permitir que se enterara. No pensaba alimentar su
ego; ya estaba demasiado seguro de sí mismo.
Era su tercera entrevista y en esta ocasión estaban solos. Había
trabajado muy duro para impresionarlo y convencerlo de que en
Barringtons tenían ideas innovadoras y podían proporcionarle la
publicidad que necesitaba para expandir sus negocios en el extranjero.
De hecho, Styles acababa de ver la grabación de una de sus más
exitosas campañas de televisión. También le había mostrado un
impresionante dosier con otros trabajos anteriores y las cifras de
ventas alcanzadas, pero nada de lo que le había sugerido u ofrecido
pareció interesarle. Todo lo que recibió a cambio fue aquella ambigua
y misteriosa mirada suya, una elevación de ceja y ningún comentario.
Con un suspiro, apartó a un lado el dosier. No le gustaba fracasar.
—Señor Styles, usted dirá si puedo mostrarle alguna otra cosa —se
ofreció. Le sorprendió verle esbozar una lenta sonrisa.
—Es posible. —él hizo una pausa, sosteniéndole la mirada mientras
estiraba las largas piernas. Parecía relajado, pero todavía tenía ese
aire sereno de un hombre que se sabe dueño de la situación—. Salga
de detrás de ese escritorio que tan bien complementa su fachada de
eficiente mujer de negocios —ordenó— y muéstrese ante mí.
El sonido del tráfico de Londres, suavizado por el doble ventanal,
llegaba desde la calle. Ella clavó los ojos en Harry mientras se
preguntaba por un momento si había escuchado bien. Hasta entonces
él no había mostrado el más leve interés en ella, por el contrario había
notado cierta actitud hostil. Sin embargo, ahora percibía algo en sus
ojos que la descolocaba por completo. ¿Diversión? ¿Triunfo? No
estaba segura.
Y se atisbaba además cierta arrogancia en la manera en la que había
pasado de una posición formal a otra más relajada. La relación entre
ellos parecía haber cambiado. Ya no eran dos personas buscando un
nexo común para emprender un negocio, sino un hombre y una mujer
conscientes de que estaba a punto de encenderse una chispa entre
ellos.
Aunque no se sentía muy segura de sí misma, decidió seguirle la
corriente. Sonrió y rodeó el escritorio hasta detenerse ante él.
—Bueno —rompió el silencio con forzada claridad—, aquí estoy.
¿Podría decirme el propósito de esta pequeña charada?
—Da una vuelta muy lentamente —ordenó él. Había empezado a
tutearla.
—En serio, señor Styles… —empezó a decir, manteniendo la
distancia—. No le veo sentido a…
—Hazlo y punto.
Ella se encogió de hombros e hizo lo que le pedía. Se alegró de que
su elegante traje de chaqueta le quedara holgado en vez de haber
sido hecho a medida y que la falda le llegara por debajo de las rodillas.
«Puedes mirar todo lo que quieras, Harry», pensó, «pero no verás
mucho».
No obstante cuando volvió a quedar frente a él cambió de opinión.
Aquella oscura mirada recorría su cuerpo perezosamente,
acariciándole los pechos; paseándose a lo largo de los muslos
esbozados por la forma de la falda tubo. A continuación vio que
admiraba sus piernas, embutidas en medias de seda gris, y sus finos
tobillos, que descendían hasta los zapatos de salón. Consideró que
aquella ropa tan cara, lejos de protegerla, la hacía sentir desnuda e
indefensa, como si pudiera ser acariciada por una mano invisible. Era
como ser evaluada en un mercado de esclavos. Cuando él volvió a
dirigirle la mirada a la cara, ella tenía las mejillas rojas.
Sinclair clavó los ojos en ella durante un momento antes de sonreír
ampliamente.
—Quiero hacerte una proposición, pero es posible que no sea el tipo
de trato que estabas esperando.
—Estoy segura de que Barringtons podrá satisfacer cualquiera de sus
requisitos —afirmó ella.
—Es posible que Barringtons pueda —convino él—. Pero… ¿y tú?
—Eso da igual, ¿no es cierto?
—No te hagas la inocente, señorita Loften —repuso, arrastrando las
palabras—. Eres una mujer adulta, no una tierna virgen adolescente.
Creo que te imaginas de sobra lo que estoy sugiriendo.
Le habían hecho antes algunas proposiciones indecentes, pero
ninguna tan inesperada y descarada como esa. Durante un momento
se enfadó. ¿Acaso la consideraba un artículo en venta? Después, la
pequeña voz de su ambición le dijo que pensara bien en lo que aquel
arrogante hombre podía estar ofreciéndole. Harry Associates era
una empresa de mucho prestigio y estaba en pleno proceso de
expansión; la agencia elegida para gestionar su cuenta publicitaria se
convertiría en un nombre importante a nivel internacional.
«Barringtons necesita esta cuenta», se dijo a sí misma, «y gratificarán
a quien la consiga para ellos. Si Harry Styles quiere mantener
relaciones sexuales a cambio de estampar su firma en un contrato, yo
estoy dispuesta a cumplir con mi parte. Al fin y al cabo no es un viejo
gordo».
—Por supuesto que sé lo que está sugiriendo —afirmó con energía—.
Yo me acuesto con usted y, a cambio, usted le da su cuenta a
Barringtons.
Él se rio.
—Haces que parezca muy simple, señorita Loften. Sin embargo no
voy a intercambiar mi firma por un puñado de emociones fugaces. —
Su voz sonaba alterada y con un filo de dureza—. Eso lo puedo
conseguir en cualquier otro lugar a un precio más barato. Quiero más;
mucho más. Vamos a tener que reunirnos para discutir los detalles.
Ella se estremeció de repente. No era eso lo que esperaba. ¿Qué
clase de detalles tendrían que discutir? Se acostaría con él e intentaría
satisfacerlo. Lo más probable era que disfrutara haciéndolo. ¿Sería
posible que quisiera algo poco usual? Bueno, si era necesario,
adelante; haría lo que fuera por cerrar el trato.
Se preguntó el porqué para sus adentros. Sinclair Associates no
necesitaba a Barringtons, en realidad era a la inversa. Otro
pensamiento la asaltó: «¿por qué yo?». Sabía que Harry Styles era
rico y tenía buenos contactos y mucho poder. Poseía esa clase de
atractivo peligroso que la mayoría de las mujeres encuentra deseable.
Podía disponer de todo lo que el dinero era capaz comprar, incluidas
las voraces bellezas ávidas de dinero y notoriedad de los más
exquisitos clubes de Londres; mujeres mucho más glamurosas que
ella. Féminas que estarían encantadas de que las vieran de su brazo,
ir a su casa y actuar para él, sin duda con mucha más experiencia que
ella.
No era virgen, pero tampoco se consideraba particularmente experta
en lo que al sexo se refería. Su primera vez, con un joven sin
experiencia, había sido un desastre. A esa siguieron un par de rollos
de una noche y una relación más larga, que terminó porque ella
siempre cancelaba las citas debido a la presión del trabajo.
Harry se levantó. Le sacaba una cabeza, aunque ella ya era más
alta que la media. Con aquel lustroso cabello negro, bien cortado
aunque algo más largo de lo que dictaba la moda, y su bronceado
natural no le costaba nada imaginárselo como un pirata, y uno
bastante cruel, de hecho. Recordó las historias que había oído sobre
sus tácticas comerciales. Quizá la del pirata fuera una descripción
realmente acertada. Tuvo una breve visión de él vestido con
pantalones ceñidos, botas por encima de las rodillas y camisa blanca
abierta hasta la cintura, pero al instante la borró de su mente, decidida
a no tener pensamientos románticos con aquel hombre; estaba segura
de que él no albergaba esa clase de intenciones con respecto a ella.
Harry estaba acostumbrado al poder, a salirse con la suya, a
ostentar el mando. «Bien», pensó, «pues yo también. ¿Quieres jugar,
Harry? Jugaré contigo. Incluso es posible que disfrute, pero solo se
tratará de un asunto de negocios. Podrás tener tu noche de diversión,
o incluso varias noches si insistes en ello, pero yo conseguiré que
estampes tu firma en el contrato. Y eso será todo».
—Mire —dijo en tono práctico—, ya le he dicho que estoy de acuerdo.
No hay nada que discutir.
Él seguía clavando los ojos en ella de la misma manera en que lo
haría un amo en una esclava que fuera a ser subastada. Retrocedió
hasta el escritorio. De repente, sabiendo que era un gesto sin sentido,
se tocó los botones de la chaqueta. La manera en que él la miraba
hizo que se sintiera como si estuvieran desabrochados. Lo vio curvar
los labios en una sonrisa y fue consciente de que conocía el efecto
que tenía sobre ella.
—Ya le he dicho que acepto —repitió, esperando distraerlo—. No hay
nada que discutir, salvo cuándo quiere que nos encontremos. Y, como
se trata de una situación más bien… poco ortodoxa, espero poder
confiar en su discreción.
—No te preocupes —replicó él—. No soy de los que se jactan de sus
conquistas.
—Será un intercambio comercial —contratacó ______—. No seré
una conquista.
Él la miró durante un buen rato antes de esbozar una perezosa y
amplia sonrisa.
—Por supuesto —convino—. Un asunto de negocios. —Hizo una
pausa y cuando habló lo hizo en otro tono—. Quítate la chaqueta.
Como antes, pensó que no había escuchado bien.
—¿La chaqueta? —repitió—. ¿Para qué?
—Antes de cerrar este trato privado me gustaría echar un vistazo
rápido a lo que voy a disfrutar. —Su voz era suave, pero había acero
detrás—. Quiero que te desabroches la chaqueta. Ahora.
Estuvo tentada a negarse. Pero un vistazo a su cara le dijo que no era
una buena idea. Obedeció deprisa, esperando que eso lo satisficiera.
Debajo de la prenda llevaba una blusa sencilla, de seda blanca con
cuello mao. Sabía que él no podría vislumbrar demasiado a través de
la opaca tela salvo, quizá, intuir cómo era el sujetador; de hermoso
encaje blanco, si no recordaba mal.
—Y la blusa —añadió él.
En esa ocasión se le congelaron los dedos.
—¿La blusa? —Le tembló la voz—. ¡Por supuesto que no!
La sonrisa de Harry se convirtió en una mueca torcida.
—No te hagas la virgen inocente conmigo, señorita Loften. Ábrete la
blusa o la desabrocharé yo.
Ella se llevó los dedos a los botones forrados de seda.
—Podría entrar cualquiera —protestó.
—Podría… —convino él, imperturbable—. Así que será mejor que te
apresures.
Ella tiró de los diminutos y redondos botones. Nunca habían resultado
fáciles de desabrochar y ahora le temblaban las manos. La blusa se
abrió poco a poco. Estuvo tentada a mantener unidos los bordes, pero
antes de que pudiera moverse, Harry le atrapó las muñecas,
forzándola a separar los brazos. Él bajó la mirada desde su cara hasta
el cuello y de ahí a sus pechos.
—No está mal —dijo.
Sinclair se movió con rapidez y confianza, cogiéndola completamente
por sorpresa, y la obligó a retroceder hasta que _____ sintió el
borde del escritorio contra los muslos. Deslizó entonces las manos
dentro de la blusa y se la bajó por los brazos, atrapándoselos en la
espalda antes de que ella pudiera protestar. A continuación buscó y
soltó el broche del sujetador. Al cabo de un segundo, ella tenía el
sostén en torno al cuello y se encontraba medio tendida sobre el
escritorio, con los pechos al aire.
Su mente se paralizó de horror al pensar que podía ser sorprendida en
ese momento. Aunque sabía que cualquiera de sus compañeros
llamaría a la puerta, eso no significaba que fueran a esperar a que les
diera permiso para entrar. El toque sería solo una señal de cortesía.
¿Podría escuchar los pasos sobre el suelo enmoquetado de cualquier
persona que se acercara?
Harry tenía las rodillas presionadas contra las de ella, pero parecía
eludir a propósito cualquier otro contacto. Y como tenía el cuerpo
echado hacia atrás y los brazos a la espalda no sabía si él estaba
excitado o no. Era él quien sostenía su peso, y en aquella posición no
podría impedirle que paseara la boca o las manos por donde quisiera.
Sinclair se inclinó sobre ella y le rozó el pezón izquierdo con los labios,
acariciándolo con suavidad antes de friccionarlo con la lengua. En solo
unos segundos la cima se tensó y endureció. Entonces la capturó con
la boca y comenzó a chuparla con fruición. Cada tirón hacía que
______ se estremeciera de placer, pues él parecía saber
exactamente lo que ella necesitaba y cómo debían ser sus
movimientos para excitarla. Luego cerró la mano sobre el otro pezón y
comenzó a juguetear con él, pellizcándolo y apretándolo con firmeza
antes de masajearlo con un movimiento circular de la palma.
Se oyó gemir en voz alta. No podía creer que realmente estuviera
disfrutando. El hecho de que pudieran ser descubiertos en cualquier
momento lo hacía todo más excitante.
—Por favor —logró decir sin jadear, desconociendo hasta dónde sería
capaz de dejarle llegar. O hasta dónde llegaría él—. Podría entrar
alguien.
Él alzó la mirada.
—¿Temes que te vean comportarte como una puta? —Ahuecó las
manos bajo los pechos y los empujó hacia arriba al tiempo que los
frotaba con los pulgares—. Podrían disfrutar del espectáculo —dijo
despacio—. Apuesto lo que quieras a que a muchos de tus
compañeros no les importaría dar un repaso a tus pezones. Quizá
debería pedirles que vinieran. Podríamos hacer turnos de cinco
minutos cada uno. —Sus dedos siguieron jugando perezosamente con
ella—. Tengo el presentimiento de que acabaría gustándote.
Por regla general la idea le habría repelido, pero cierto matiz en su voz
hizo que sonara extrañamente excitante. Con sus compañeros no,
claro, pero con unos desconocidos… ¿Por qué no? Jóvenes a los que
no conociera ni la conocieran a ella, con Sinclair observándolo todo.
¿Disfrutaría con ello? ¿Qué sentiría?
ESPERO LES GUSTE :)
XXBESOS MONSE
Última edición por #ÄmÿGåțïțø el Mar 03 Sep 2013, 2:41 pm, editado 1 vez
#ÄmÿGåțïțø
Re: Los noventa dias de ______ (harry y tu)
Que hot :OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Siguela<3
Siguela<3
Ohlarry_
Re: Los noventa dias de ______ (harry y tu)
Bienvenida subiré uno o dos por día:) y en cuanto haya mas comentarios:)Ohlarry_ escribió:Que hot :OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Siguela<3
xxBesos Monse
#ÄmÿGåțïțø
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O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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