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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
OHH OOH!
Graciias Graciias Graciias!
Ohh Sy... Vuelvoo a ser feliz! :]
Contiinuala Proontiitoo!!
Soyy paciientee y sé esperar!!
Peroo thampoqoo te vayas a tardaar!
xD
Att: Elyy!
Graciias Graciias Graciias!
Ohh Sy... Vuelvoo a ser feliz! :]
Contiinuala Proontiitoo!!
Soyy paciientee y sé esperar!!
Peroo thampoqoo te vayas a tardaar!
xD
Att: Elyy!
-Lizz-
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
oohhhh chiicas me estoy leyendo el siguieenntee capitulo y ahhh estooy muriienndooo lentamenntee el capituloo 12 es esss ahhh..... bueno yaa solo les decia qe si me da tiempo les suboo el capp 12! todo completoo perooo aahhh les diree La rayis see rindee antee Josephh o sii!! y no saben de qee formaa
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
OK.. ESTO SE ESTA PONIENDO CALIENTEEE! :twisted:
de verdad me encanta
Solo espero el Cap 12 para ver como se rindeee!!
ohh siiii!!! ahah :risa: TAN solo síguelaa Ale pleasee!!
de verdad me encanta
Solo espero el Cap 12 para ver como se rindeee!!
ohh siiii!!! ahah :risa: TAN solo síguelaa Ale pleasee!!
Bubu ✌
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Okey chicas les dejo ahoritaaa el cap 12...! Solo espérenme 5 minutitos y si las cosas se ponen calientes jajaja :P
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Capítulo 12
La atrapó en la puerta del garaje cuando salía de la casa. Él también respiraba apresuradamente, con un enfado que ella no podía entender ni definir, lo apartó con furia cuando su brazo se envolvió alrededor de su cintura, y la llevó a la cocina.
—Detente, _____. —Su voz era firme pero increíblemente gentil, mientras evitaba los golpes que ella intentaba darle con la mano, luego la agarró por la cintura, la empujó dentro de la casa y cerró la puerta de un puntapié.
—Déjame ir, maldito. —Estaba llorando. Y odiaba llorar.
Sabía que era débil, sabía que lo necesitaba, lo había querido en todo ese maldito tiempo. Tendría que estar loca para necesitar a un hombre tan desesperadamente. Especialmente a este hombre.
—No puedo dejarte ir, ______. —La envolvió en sus brazos, apretándola fuertemente y la puso contra la puerta cuando se le resistió—. Deja de luchar contra mí, querida. No podremos arreglar esto si te niegas a hablar conmigo.
—Yo no puedo hacer eso. —Las manos de ella le agarraron el frente de su camisa y puso la cara contra su pecho mientras intentaba respirar—. Oh Dios, Joseph. No puedo hacer eso. No lo entiendes.
No podía luchar contra la pasión y la necesidad. Ni con el terrible miedo abrumador de saber que estaba dispuesta a aceptar todo lo que este hombre le pidiera.
—Shh, _____, amor. —Le besó la cima de la cabeza y con sus manos le recorrió la espalda suavemente—. Está bien.
—Lo siento. —Tembló contra él, sintiendo su erección contra su estómago, dolorosamente consciente del cuerpo grande y poderoso que la controlaba tan fácilmente—. No debí haberte dicho eso. No debí haber empezado con todo esto.
—Si no lo hacías tú, lo hubiera hecho yo —suspiró él acaloradamente—. ¿Acaso no sabes cuanto te he deseado? Demonios, _____, tu sabor y tu piel me han torturado durante años. Recordándote, necesitando más de ti.
Ella se estremeció por el sonido áspero de su voz. Torturado, necesitado, atormentado por el mismo deseo que la había frecuentado a ella en sus solitarias y anhelantes noches.
—Te casaste con Mark para esconderte de mí. —Él echó su cabeza hacia atrás, la miró hacia abajo, acusándola—. No puedes huir de mi, _______, y tampoco puedes esconderte. Debemos hallarle una solución a esto. Debes darme una oportunidad.
—¿Hallar una solución a esto? —lo cuestionó mortificada—. Querías que follara con tus hermanos. Tu no me querías, solo deseabas tener un juguete.
Ella aún recordaba la mirada en la cara de Sam mientras permanecía de pie en la puerta. Sus ojos oscuros estaban llenos de lujuria, brillaban de necesidad cuando miraba a su hermano entre sus muslos y escuchaba los sonidos que Joe emitía mientras la lamía hambrientamente.
—Te quise —gruñó él, mientras sus manos le apretaban los cabellos—. Todo de ti, _____. Quise cada maldita pulgada caliente y mojada de tu hermoso cuerpo. Eras mía. Mía. Y huiste de mí.
El pánico la invadió. Podía sentir la tensión que espesaba al aire, y al no negar el asunto, ella leyó la verdad.
—Es cierto —susurró, mientras luchaba por respirar—. Es lo que habrías hecho. Habrías intentado compartirme. Yo tenía dieciocho años Joseph. Te amaba. Te amaba hasta morir y permitiste que otro hombre mirara. —Agitó la cabeza, su cuerpo se estremeció por la reacción, con necesidades, deseos y emociones que no podía esconder ni siquiera de ella misma.
—_____. —Su voz era dolorosamente tierna, pero sus ojos enfatizaban con luz caliente y salvaje sus palabras—. Debes dejar que te explique.
Ella tragó con dificultad, mientras luchaba contra el miedo y sus nervios, sin mencionar el firme nudo de pánico que se formaba en su garganta. Agitó la cabeza. No quería saber. No quería una explicación. ¿Cómo podría hacerle aceptar eso?
—Marly —susurró, el nombre de la mujer de la cual los chismosos hablaban tanto—. Es la razón por la que nosotros tres ya no hacemos eso de compartir con otras mujeres.
— ¿Lo que dicen los trabajadores de tu rancho es verdad? ¿Ustedes la comparten?
Lo miró a los ojos y vio como se le oscurecían mientras sus caderas se apretaban a las de ella en un empujón involuntario. Ella no gritó, no pudo hacerlo. No se encolerizó, no luchó. Descansó la cabeza en su pecho y permitió que sus lágrimas resbalaran por su rostro. Había esperado todo ese tiempo, había luchado contra la necesidad de despedirse. ¿Cómo se suponía que podía marcharse ahora?
—No es así —susurró él finalmente, su tono era oscuro y callado—. No de la forma que estás pensando, _____.
—Eso no importa. —Ella se liberó de sus brazos, sorprendida de que se lo permitiera y se giró y atravesó la cocina para ir a la sala.
Caminó hasta el ventanal que daba al patio primorosamente ajardinado. Las coloridas flores de verano estaban por todas partes, algunos pájaros y mariposas e incluso una ardilla jugaba a través del patio. Joe la siguió, ella sabía que lo haría. Se estremeció por la reacción. Se había prometido hacía seis años que no permitiría que esto ocurriera. Nunca le daría a él una oportunidad para que la destruyera de nuevo. Y él aún estaba allí, haciendo exactamente lo que la había llevado a casarse con Mark, todo lo que ella quería evitar.
—Quiero que te marches. —Luchó por tragarse el nudo de dolor que amenazaba con estrangularla—. Esto no funcionará.
Vio el enojo que deformó su rostro. Tenía tanto dolor. ¿Cómo podía estar tan terriblemente herido, como si un aura de dolor estuviera a su alrededor?
—No me marcharé _____. No permitiré que me dejes ahora. —Estaba de pie detrás de ella y miraba fijamente su reflejo en el cristal—. Tienes que darme al menos una oportunidad para explicarte.
—¿Cómo podrías justificar el deseo que tienes de observar como otro hombre me toca? —Lo miró mientras fruncía el ceño, luchando contra la lujuria que la traicionaba, contra el deseo que el mero pensamiento le traía. Efectivamente, podía fantasear sobre eso con otras mujeres, pero eso no cambiaba el hecho de que él quisiera compartirla y la amara al mismo tiempo.
Él se quedó callado un largo rato y ______, se forzó a no expulsar un grito sofocado de protesta al ver sus ojos oscurecidos por la agonía. El dolor era tan profundo, tan crudo, que quiso gritar. Él tragó con dificultad y miró más allá de ella mientras tomaba una respiración profunda.
—¿Cómo puedes justificar el completo silencio? —Ella retrocedió ante el irritante tono de su voz cuando él le dio la espalda, pero no pudo entenderlo hasta que continuó—. ¿Cómo puedes explicar que la única vez que se te permitía ver a tu hermano era cuando compartías un plato de arroz o un vaso de agua del mismo vaso o plato? ¿Que para salvar a tu hermano, te obligaran a dejar tu orgullo de lado, tu auto respeto y tu propia masculinidad?
Su cuerpo se puso rígido. Él bajó la cabeza y la miró fijamente con la rabia brillando en sus ojos. Sus puños estaban apretados por la agonía de los recuerdos que bullían en su alma.
—¿Qué estás diciendo? —Ella lanzó un grito apagado de horror cuando las palabras penetraron su mente.
—Esa fue la forma en la que nos entrenaron —sonrió con desprecio, su voz era áspera, tan agónica que ella quería gritar para detenerlo—. Nos enviaron lejos en nuestra juventud a casa de un amigo de nuestros padres. Para entrenar, eso dijo mi padre. Nos obligaron a compartirlo todo y a permanecer siempre en silencio. Nuestra cena, el vaso en donde bebíamos, el tenedor con el que comíamos y nuestros cuerpos. Si no hacíamos lo que nos pedía, entonces alguno de nosotros era castigado. Nunca escogía al que se había negado, sino al más inocente, al más débil. Al que ya hubiera sufrido demasiado. No nos permitían hablar entre nosotros, éramos vigilados constantemente. Nos obligaba a herirnos, ______, estábamos siendo entrenados para odiarnos.
La atrapó en la puerta del garaje cuando salía de la casa. Él también respiraba apresuradamente, con un enfado que ella no podía entender ni definir, lo apartó con furia cuando su brazo se envolvió alrededor de su cintura, y la llevó a la cocina.
—Detente, _____. —Su voz era firme pero increíblemente gentil, mientras evitaba los golpes que ella intentaba darle con la mano, luego la agarró por la cintura, la empujó dentro de la casa y cerró la puerta de un puntapié.
—Déjame ir, maldito. —Estaba llorando. Y odiaba llorar.
Sabía que era débil, sabía que lo necesitaba, lo había querido en todo ese maldito tiempo. Tendría que estar loca para necesitar a un hombre tan desesperadamente. Especialmente a este hombre.
—No puedo dejarte ir, ______. —La envolvió en sus brazos, apretándola fuertemente y la puso contra la puerta cuando se le resistió—. Deja de luchar contra mí, querida. No podremos arreglar esto si te niegas a hablar conmigo.
—Yo no puedo hacer eso. —Las manos de ella le agarraron el frente de su camisa y puso la cara contra su pecho mientras intentaba respirar—. Oh Dios, Joseph. No puedo hacer eso. No lo entiendes.
No podía luchar contra la pasión y la necesidad. Ni con el terrible miedo abrumador de saber que estaba dispuesta a aceptar todo lo que este hombre le pidiera.
—Shh, _____, amor. —Le besó la cima de la cabeza y con sus manos le recorrió la espalda suavemente—. Está bien.
—Lo siento. —Tembló contra él, sintiendo su erección contra su estómago, dolorosamente consciente del cuerpo grande y poderoso que la controlaba tan fácilmente—. No debí haberte dicho eso. No debí haber empezado con todo esto.
—Si no lo hacías tú, lo hubiera hecho yo —suspiró él acaloradamente—. ¿Acaso no sabes cuanto te he deseado? Demonios, _____, tu sabor y tu piel me han torturado durante años. Recordándote, necesitando más de ti.
Ella se estremeció por el sonido áspero de su voz. Torturado, necesitado, atormentado por el mismo deseo que la había frecuentado a ella en sus solitarias y anhelantes noches.
—Te casaste con Mark para esconderte de mí. —Él echó su cabeza hacia atrás, la miró hacia abajo, acusándola—. No puedes huir de mi, _______, y tampoco puedes esconderte. Debemos hallarle una solución a esto. Debes darme una oportunidad.
—¿Hallar una solución a esto? —lo cuestionó mortificada—. Querías que follara con tus hermanos. Tu no me querías, solo deseabas tener un juguete.
Ella aún recordaba la mirada en la cara de Sam mientras permanecía de pie en la puerta. Sus ojos oscuros estaban llenos de lujuria, brillaban de necesidad cuando miraba a su hermano entre sus muslos y escuchaba los sonidos que Joe emitía mientras la lamía hambrientamente.
—Te quise —gruñó él, mientras sus manos le apretaban los cabellos—. Todo de ti, _____. Quise cada maldita pulgada caliente y mojada de tu hermoso cuerpo. Eras mía. Mía. Y huiste de mí.
El pánico la invadió. Podía sentir la tensión que espesaba al aire, y al no negar el asunto, ella leyó la verdad.
—Es cierto —susurró, mientras luchaba por respirar—. Es lo que habrías hecho. Habrías intentado compartirme. Yo tenía dieciocho años Joseph. Te amaba. Te amaba hasta morir y permitiste que otro hombre mirara. —Agitó la cabeza, su cuerpo se estremeció por la reacción, con necesidades, deseos y emociones que no podía esconder ni siquiera de ella misma.
—_____. —Su voz era dolorosamente tierna, pero sus ojos enfatizaban con luz caliente y salvaje sus palabras—. Debes dejar que te explique.
Ella tragó con dificultad, mientras luchaba contra el miedo y sus nervios, sin mencionar el firme nudo de pánico que se formaba en su garganta. Agitó la cabeza. No quería saber. No quería una explicación. ¿Cómo podría hacerle aceptar eso?
—Marly —susurró, el nombre de la mujer de la cual los chismosos hablaban tanto—. Es la razón por la que nosotros tres ya no hacemos eso de compartir con otras mujeres.
— ¿Lo que dicen los trabajadores de tu rancho es verdad? ¿Ustedes la comparten?
Lo miró a los ojos y vio como se le oscurecían mientras sus caderas se apretaban a las de ella en un empujón involuntario. Ella no gritó, no pudo hacerlo. No se encolerizó, no luchó. Descansó la cabeza en su pecho y permitió que sus lágrimas resbalaran por su rostro. Había esperado todo ese tiempo, había luchado contra la necesidad de despedirse. ¿Cómo se suponía que podía marcharse ahora?
—No es así —susurró él finalmente, su tono era oscuro y callado—. No de la forma que estás pensando, _____.
—Eso no importa. —Ella se liberó de sus brazos, sorprendida de que se lo permitiera y se giró y atravesó la cocina para ir a la sala.
Caminó hasta el ventanal que daba al patio primorosamente ajardinado. Las coloridas flores de verano estaban por todas partes, algunos pájaros y mariposas e incluso una ardilla jugaba a través del patio. Joe la siguió, ella sabía que lo haría. Se estremeció por la reacción. Se había prometido hacía seis años que no permitiría que esto ocurriera. Nunca le daría a él una oportunidad para que la destruyera de nuevo. Y él aún estaba allí, haciendo exactamente lo que la había llevado a casarse con Mark, todo lo que ella quería evitar.
—Quiero que te marches. —Luchó por tragarse el nudo de dolor que amenazaba con estrangularla—. Esto no funcionará.
Vio el enojo que deformó su rostro. Tenía tanto dolor. ¿Cómo podía estar tan terriblemente herido, como si un aura de dolor estuviera a su alrededor?
—No me marcharé _____. No permitiré que me dejes ahora. —Estaba de pie detrás de ella y miraba fijamente su reflejo en el cristal—. Tienes que darme al menos una oportunidad para explicarte.
—¿Cómo podrías justificar el deseo que tienes de observar como otro hombre me toca? —Lo miró mientras fruncía el ceño, luchando contra la lujuria que la traicionaba, contra el deseo que el mero pensamiento le traía. Efectivamente, podía fantasear sobre eso con otras mujeres, pero eso no cambiaba el hecho de que él quisiera compartirla y la amara al mismo tiempo.
Él se quedó callado un largo rato y ______, se forzó a no expulsar un grito sofocado de protesta al ver sus ojos oscurecidos por la agonía. El dolor era tan profundo, tan crudo, que quiso gritar. Él tragó con dificultad y miró más allá de ella mientras tomaba una respiración profunda.
—¿Cómo puedes justificar el completo silencio? —Ella retrocedió ante el irritante tono de su voz cuando él le dio la espalda, pero no pudo entenderlo hasta que continuó—. ¿Cómo puedes explicar que la única vez que se te permitía ver a tu hermano era cuando compartías un plato de arroz o un vaso de agua del mismo vaso o plato? ¿Que para salvar a tu hermano, te obligaran a dejar tu orgullo de lado, tu auto respeto y tu propia masculinidad?
Su cuerpo se puso rígido. Él bajó la cabeza y la miró fijamente con la rabia brillando en sus ojos. Sus puños estaban apretados por la agonía de los recuerdos que bullían en su alma.
—¿Qué estás diciendo? —Ella lanzó un grito apagado de horror cuando las palabras penetraron su mente.
—Esa fue la forma en la que nos entrenaron —sonrió con desprecio, su voz era áspera, tan agónica que ella quería gritar para detenerlo—. Nos enviaron lejos en nuestra juventud a casa de un amigo de nuestros padres. Para entrenar, eso dijo mi padre. Nos obligaron a compartirlo todo y a permanecer siempre en silencio. Nuestra cena, el vaso en donde bebíamos, el tenedor con el que comíamos y nuestros cuerpos. Si no hacíamos lo que nos pedía, entonces alguno de nosotros era castigado. Nunca escogía al que se había negado, sino al más inocente, al más débil. Al que ya hubiera sufrido demasiado. No nos permitían hablar entre nosotros, éramos vigilados constantemente. Nos obligaba a herirnos, ______, estábamos siendo entrenados para odiarnos.
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
_____. Retrocedió ante la furia y el dolor indescriptible de su expresión. Esta vez no había vergüenza, ni el sentimiento de estar haciendo algo mal, solo aceptación y una dolorosa furia mezclada con la de él. Querido Dios, podía ver el dolor irradiando de su cuerpo, de su corazón. La miró fijamente, tan tenso, tan cauto. Esperando otro golpe. Otro disgusto. Podía verlo en su cara, en sus ojos atormentados.
—No sigas, Joseph. —No podía soportarlo. No podía humillarlo, sólo para rechazarlo después. No lo haría, no podía darle lo que quería.
—Juramos que no le permitiríamos que nos hiciera odiarnos. Así que compartimos todo de buena gana, todo, no importaba lo enfadado que se ponía ese bastardo. Cuando él sostenía el látigo contra la espalda de Sam, Cade y yo nos tocábamos, nos follábamos, no nos importaba cuanto lo odiáramos. Entonces hicimos lo mismo con Sam, sabiendo que era la única manera de sobrevivir. Sabiendo que el amor que nos teníamos era suficiente para soportarlo. Pero eso nos hirió _____. Nos marcó de por vida. Cuando logramos salir de allí, no sentíamos afecto debido al encierro al que habíamos sido sometidos. A pesar de todo, había logrado extirparlo de nosotros. Estábamos solos en nuestro interior y eso nos estaba matando lentamente.
—Por favor, Joe. —Su estómago estaba apretado, la nausea se construía dentro de ella al pensar en tanto dolor, en ese terrible abuso.
—Durante mucho tiempo, nosotros ni siquiera mantuvimos relaciones sexuales —continuó como si no la hubiera escuchado—. Entonces Cade trajo a una mujer a la casa. A una prostituta y nos dijo que eso nos ayudaría a resolver el problema. Empezamos a follar muy jóvenes. Él solo tenía veinte años y Sam y yo dieciocho. Pero cuando empezamos a tocarla, a compartirla, pudimos hacerlo de nuevo, ______. Otra vez estábamos cerca el uno del otro. Sin miedo, sin temor, sin vergüenza, estábamos juntos otra vez. Sobrevivimos, follábamos juntos a una mujer y lo disfrutábamos, eso hizo que fuéramos hermanos de nuevo. No puedo entenderlo. No puedo explicártelo. Pero eso es algo que hemos tenido que hacer para poder sobrevivir.
No, eso no tenía sentido. Deberían ser hombres retorcidos y desechos, en su lugar eran hombres sexuales, sonrientes, productivos. _____, agitó la cabeza. No tenía sentido, pero lo entendió.
—No puedo... —agitó la cabeza.
—_____, te deseo y no solo para unas pocas noches. —Le puso las manos en los hombros, y sus ojos se encontraron con los de ella reflejados en el cristal del espejo—. Yo no puedo dejarte ir.
Ella tembló bajo su toque.
—Esto está mal —susurró—. Si amas a alguien no lo compartes.
—Sé que es duro para ti —dijo suavemente con los ojos increíblemente tristes—. Y no te culpo, nena, por nada. Todo lo que te pido ahora es que estés conmigo. Sólo conmigo ______. Dame una oportunidad.
—¿Una oportunidad para convencerme? —Su risa era casi histérica.
Dios, él lo sabía. No podía permitirle que lo supiera. Si pudiera limpiar esos recuerdos y el dolor en sus ojos, ella follaría con quien él quisiera y nunca se arrepentiría. Cómo podía alguien ser tan cruel, tan desalmado para torturar a alguien de esa manera tan terrible.
—Para seducirte. Para mostrarte lo buenos que podemos hacerlo, lo mucho que te necesito. El resto vendrá a su tiempo. —Frotó su barbilla contra su pelo, deslizando lentamente las manos por su espalda, apretándola fuertemente.
—Seguirás follándote a Marly. —Sabía que lo haría. Quiso llorar cuando vio la confirmación en sus ojos.
—Marly es una parte de mi hermano. La amo, como seguramente lo amo a él. No puedo dejar de hacerlo, ______. No me pidas eso. Si Cade me necesita, si me necesita para calmar sus demonios, entonces lo haré. No me negaré a ello. No me hieras pidiéndome que lo haga. —Estaba tan vulnerable como nunca hubiera imaginado que podría estarlo. No le gustó el poder que le dio a ella, o su incapacidad para usarlo.
—¿Qué diferencia tienes con Mark? —le preguntó, confundida por la obvia necesidad que tenía de ella y de Marly también—. Estas acostándote con otra mujer, Joseph. Igual que él.
—Soy diferente ______, porque te ofrezco todo lo que soy. Por dentro y por fuera —le suplicaba que lo entendiera. Estaba en sus ojos, en el tono de su voz—. No te ofrezco sólo lo que yo te puedo dar, también mis hermanos te darán el amor que sienten por mí. Nuestro único objetivo será cuidarte, quererte de la misma forma como lo hacemos con Marly. Sólo eso ______. Eso es todo. Te daremos todo lo que somos y todo nuestro amor.
______, quería llorar. Quiso meter la mano en su alma y quitar de ella la soledad, el dolor, el tormento que había soportado y remplazarlo con risas. ¿Alguna vez se había reído, en todos los años en que se habían conocido? ¿Había visto alguna vez la risa en sus ojos? No, había visto diversión, como se mofaba de él mismo. Pero nunca lo había visto sonreír. Nunca lo vio disfrutar. ¿Sabría lo que era la verdadera alegría?
—¿Y si no puedo darte lo que necesitas, Joe? —Lo cuestionó desesperadamente, agónicamente. Fantasear era una cosa. La realidad era otra—. ¿Qué te hace pensar que yo pueda compartirte y dejar que tu me compartas?
—Porque tenías curiosidad, estabas excitada —la acusó, aunque su voz era gentil, comprensiva—. Es por eso que huiste hace seis años _____. Eso fue lo que te asustó tan malditamente. Sam me dijo que estaba allí. Que lo habías visto. Que tuviste miedo de desearlo, por eso corriste a casarte con Puente, para escapar de eso.
— ¡No! —Él estaba mintiendo. Ella no lo hizo. ¿O sí?
_____, se apartó de él, necesitando mantener la distancia para no percibir la vibración de las necesidades, la excitación y el deseo que emanaban de su cuerpo.
—Lo hiciste ______. —La acorraló lentamente en el cuarto—. Miénteme si quieres. No te culpo. Lo que te estoy pidiendo tiene que ser muy difícil para una mujer. Pero no te mientas a ti misma. No ahora. No después de todo este tiempo. Pensar en eso te excita. Como a mí. Admítelo.
—Cállate. —Agitó la cabeza desesperadamente, ignorando el dolor entre sus muslos y la súplica que escuchaba en su voz—. Eso no es lo que quiero.
Él la estrechó entre sus brazos, su cuerpo la apretó firmemente, mientras latía de deseo y presionaba su erección contra su estómago, luego echó su cabeza hacia atrás.
— ¿No es lo que quieres? —Gruñó, y puso la boca en su cuello, sus dientes la raspaban con rudeza haciendo que su cuerpo se estremeciera de anhelo—. Podríamos seducirte ______. Nadie te forzaría, ninguno te pediría más de lo que puedes dar.
—No lo haré. —Su voz era débil y su cuerpo se derritió contra él, mientras la exploraba con sus manos debajo de la ropa interior, arrastrándola hacia su cuerpo, presionando su entrepierna contra su excitación cuando se apretaba contra ella.
—Entonces no te forzaré. —Agitó la cabeza, mirándola fijamente, con los ojos adoloridos por la tristeza y la ternura. Estaba excitado por ella, la deseaba. Trataba de tranquilizarla—. Pero tampoco puedo dejarte ir, ______. No puedo. ¿No lo entiendes, nena? Tú estás entre la oscuridad y yo. Siempre lo has estado. Tu sabor, tu toque. Todo. He vivido por eso durante seis años. Y no puedo controlarme ahora.
Su piel estaba demasiado sensible, su cuerpo demasiado excitado. Cuando sus labios tomaron los de ella y guió sus manos al frente de sus vaqueros, no puso ninguna resistencia. Estaba temblando por dentro, una furia de deseo se desató en su sistema, volviéndose loca por él. Loca por tenerlo enterrado duro y profundo dentro de ella. Sus manos soltaron el botón de metal, luego le bajó los pantalones y arrastró su ropa interior con ellos, se puso de rodillas mientras el hambre la invadía.
Quería tener su poll*a dentro de su boca. Quería probarlo, limpio y duro, la necesidad que él tenía de ella aumentaba el latido de su carne. Estaba desesperada por probarlo, hambrienta de los duros chorros de semen con que la premiaría por sus caricias.
—Mierd*a. —Su gemido áspero siguió al largo lametón de la lengua de ella sobre la cabeza hinchada de su poll*a.
Las manos de él le apretaron el cabello, mientras le empujaba la longitud de su erección en la boca. _______, envolvió su mano en la base de su poll*a tanto como sus dedos se lo permitían. Todavía quedaba una cantidad impresionante de carne que no podía abarcar. Con una mano fijada en su cadera, lo miró fijamente a los ojos magnetizada por la necesidad demoníaca reflejada en ellos. Lo lamió otra vez, lentamente, su lengua giraba en torno a la punta densamente ardiente de su pulsante carne.
Él gruñó. El sonido retumbó en su pecho mientras apretaba los dientes, su mandíbula apretada para controlar el deseo rabioso que los consumía.
______, abrió su boca y miró sus ojos, gimiendo despacio, muy despacio atrapó la cabeza caliente de su poll*a en el calor húmedo de su boca. Las caderas de él se arquearon mientras su pecho subía y bajaba desesperadamente, su respiración era visible en la tenue luz del cuarto mientras, muy despacio, permitió que la dura longitud de su poll*a se hundiera en su boca.
—______. —su voz era áspera y exigente.
Se quitó la camisa bruscamente. Los botones volaron y sus músculos ondearon cuando encogió los hombros y sus manos retornaron a su cabello agrupando con sus dedos los mechones, moviendo sus caderas en cortos y controlados empujes contra sus labios.
Le llenó la boca, estirando sus labios con la poll*a que pulsaba contra su lengua. Sabía a calor masculino y a un poco de almizcle, pasión ardiente y deseo aplastante y ella lo amaba. Lamió la parte inferior de su poll*a, y lo escuchó gemir, mirando como sus ojos se giraban sexualmente mientras ella se movía de un lado a otro, permitiendo que le follara las profundidades de su boca y le chupaba lentamente la punta. Nunca había hecho esto antes, se negaba a permitir que la inestable carne de Mark penetrara su boca. Pero quería devorar a Joseph. Quería conservar su dura poll*a siempre contra su lengua. Y al mismo tiempo quería chuparlo hasta que escuchara su grito áspero de rendición y sintiera los chorros cremosos de su semilla en la boca, mientras los disparaba hacia su garganta.
—Ahí, nena —le susurró cuando su lengua le acariciaba debajo de la cabeza de su poll*a hinchada—. Sigue así, nena, lámelo. Deja que tu lengua lo frote realmente bien.
Aplanó su lengua, manteniendo firme la succión de su boca, mientras él descubría los dientes en una mueca de crudo placer. Ella mantuvo los ojos fijos directamente en los suyos, echándose hacia atrás, viendo como sus ojos ardían cuando puso la punta de su poll*a en su lengua, para después muy despacio tragar toda la longitud que su boca le permitía. En todo momento mantuvo su lengua en la parte inferior, frotándolo, barriendo el área sensible que parecía darle tanto placer.
—Oh, sí, ______ —gruñó con un tono áspero y bajo—. Así, nena, hazlo sentir realmente bien. Es tan condenadamente bueno, nena.
Su voz era como un afrodisíaco que se extendía por todo su cuerpo, mojando la carne entre sus muslos, haciéndola arder con el deseo de darle placer.
Se lo hizo primero lento y suave, luego rápido y duro, causando que su pecho boqueara para conseguir aire, haciendo que sus manos le apretaran tanto el pelo hasta que gimió por el sensual tirón de placer/dolor que le causó.
— ¿Te gusta eso? —Él apenas podía respirar cuando susurraba esas palabras mientras tiraba suavemente de su pelo.
—No sigas, Joseph. —No podía soportarlo. No podía humillarlo, sólo para rechazarlo después. No lo haría, no podía darle lo que quería.
—Juramos que no le permitiríamos que nos hiciera odiarnos. Así que compartimos todo de buena gana, todo, no importaba lo enfadado que se ponía ese bastardo. Cuando él sostenía el látigo contra la espalda de Sam, Cade y yo nos tocábamos, nos follábamos, no nos importaba cuanto lo odiáramos. Entonces hicimos lo mismo con Sam, sabiendo que era la única manera de sobrevivir. Sabiendo que el amor que nos teníamos era suficiente para soportarlo. Pero eso nos hirió _____. Nos marcó de por vida. Cuando logramos salir de allí, no sentíamos afecto debido al encierro al que habíamos sido sometidos. A pesar de todo, había logrado extirparlo de nosotros. Estábamos solos en nuestro interior y eso nos estaba matando lentamente.
—Por favor, Joe. —Su estómago estaba apretado, la nausea se construía dentro de ella al pensar en tanto dolor, en ese terrible abuso.
—Durante mucho tiempo, nosotros ni siquiera mantuvimos relaciones sexuales —continuó como si no la hubiera escuchado—. Entonces Cade trajo a una mujer a la casa. A una prostituta y nos dijo que eso nos ayudaría a resolver el problema. Empezamos a follar muy jóvenes. Él solo tenía veinte años y Sam y yo dieciocho. Pero cuando empezamos a tocarla, a compartirla, pudimos hacerlo de nuevo, ______. Otra vez estábamos cerca el uno del otro. Sin miedo, sin temor, sin vergüenza, estábamos juntos otra vez. Sobrevivimos, follábamos juntos a una mujer y lo disfrutábamos, eso hizo que fuéramos hermanos de nuevo. No puedo entenderlo. No puedo explicártelo. Pero eso es algo que hemos tenido que hacer para poder sobrevivir.
No, eso no tenía sentido. Deberían ser hombres retorcidos y desechos, en su lugar eran hombres sexuales, sonrientes, productivos. _____, agitó la cabeza. No tenía sentido, pero lo entendió.
—No puedo... —agitó la cabeza.
—_____, te deseo y no solo para unas pocas noches. —Le puso las manos en los hombros, y sus ojos se encontraron con los de ella reflejados en el cristal del espejo—. Yo no puedo dejarte ir.
Ella tembló bajo su toque.
—Esto está mal —susurró—. Si amas a alguien no lo compartes.
—Sé que es duro para ti —dijo suavemente con los ojos increíblemente tristes—. Y no te culpo, nena, por nada. Todo lo que te pido ahora es que estés conmigo. Sólo conmigo ______. Dame una oportunidad.
—¿Una oportunidad para convencerme? —Su risa era casi histérica.
Dios, él lo sabía. No podía permitirle que lo supiera. Si pudiera limpiar esos recuerdos y el dolor en sus ojos, ella follaría con quien él quisiera y nunca se arrepentiría. Cómo podía alguien ser tan cruel, tan desalmado para torturar a alguien de esa manera tan terrible.
—Para seducirte. Para mostrarte lo buenos que podemos hacerlo, lo mucho que te necesito. El resto vendrá a su tiempo. —Frotó su barbilla contra su pelo, deslizando lentamente las manos por su espalda, apretándola fuertemente.
—Seguirás follándote a Marly. —Sabía que lo haría. Quiso llorar cuando vio la confirmación en sus ojos.
—Marly es una parte de mi hermano. La amo, como seguramente lo amo a él. No puedo dejar de hacerlo, ______. No me pidas eso. Si Cade me necesita, si me necesita para calmar sus demonios, entonces lo haré. No me negaré a ello. No me hieras pidiéndome que lo haga. —Estaba tan vulnerable como nunca hubiera imaginado que podría estarlo. No le gustó el poder que le dio a ella, o su incapacidad para usarlo.
—¿Qué diferencia tienes con Mark? —le preguntó, confundida por la obvia necesidad que tenía de ella y de Marly también—. Estas acostándote con otra mujer, Joseph. Igual que él.
—Soy diferente ______, porque te ofrezco todo lo que soy. Por dentro y por fuera —le suplicaba que lo entendiera. Estaba en sus ojos, en el tono de su voz—. No te ofrezco sólo lo que yo te puedo dar, también mis hermanos te darán el amor que sienten por mí. Nuestro único objetivo será cuidarte, quererte de la misma forma como lo hacemos con Marly. Sólo eso ______. Eso es todo. Te daremos todo lo que somos y todo nuestro amor.
______, quería llorar. Quiso meter la mano en su alma y quitar de ella la soledad, el dolor, el tormento que había soportado y remplazarlo con risas. ¿Alguna vez se había reído, en todos los años en que se habían conocido? ¿Había visto alguna vez la risa en sus ojos? No, había visto diversión, como se mofaba de él mismo. Pero nunca lo había visto sonreír. Nunca lo vio disfrutar. ¿Sabría lo que era la verdadera alegría?
—¿Y si no puedo darte lo que necesitas, Joe? —Lo cuestionó desesperadamente, agónicamente. Fantasear era una cosa. La realidad era otra—. ¿Qué te hace pensar que yo pueda compartirte y dejar que tu me compartas?
—Porque tenías curiosidad, estabas excitada —la acusó, aunque su voz era gentil, comprensiva—. Es por eso que huiste hace seis años _____. Eso fue lo que te asustó tan malditamente. Sam me dijo que estaba allí. Que lo habías visto. Que tuviste miedo de desearlo, por eso corriste a casarte con Puente, para escapar de eso.
— ¡No! —Él estaba mintiendo. Ella no lo hizo. ¿O sí?
_____, se apartó de él, necesitando mantener la distancia para no percibir la vibración de las necesidades, la excitación y el deseo que emanaban de su cuerpo.
—Lo hiciste ______. —La acorraló lentamente en el cuarto—. Miénteme si quieres. No te culpo. Lo que te estoy pidiendo tiene que ser muy difícil para una mujer. Pero no te mientas a ti misma. No ahora. No después de todo este tiempo. Pensar en eso te excita. Como a mí. Admítelo.
—Cállate. —Agitó la cabeza desesperadamente, ignorando el dolor entre sus muslos y la súplica que escuchaba en su voz—. Eso no es lo que quiero.
Él la estrechó entre sus brazos, su cuerpo la apretó firmemente, mientras latía de deseo y presionaba su erección contra su estómago, luego echó su cabeza hacia atrás.
— ¿No es lo que quieres? —Gruñó, y puso la boca en su cuello, sus dientes la raspaban con rudeza haciendo que su cuerpo se estremeciera de anhelo—. Podríamos seducirte ______. Nadie te forzaría, ninguno te pediría más de lo que puedes dar.
—No lo haré. —Su voz era débil y su cuerpo se derritió contra él, mientras la exploraba con sus manos debajo de la ropa interior, arrastrándola hacia su cuerpo, presionando su entrepierna contra su excitación cuando se apretaba contra ella.
—Entonces no te forzaré. —Agitó la cabeza, mirándola fijamente, con los ojos adoloridos por la tristeza y la ternura. Estaba excitado por ella, la deseaba. Trataba de tranquilizarla—. Pero tampoco puedo dejarte ir, ______. No puedo. ¿No lo entiendes, nena? Tú estás entre la oscuridad y yo. Siempre lo has estado. Tu sabor, tu toque. Todo. He vivido por eso durante seis años. Y no puedo controlarme ahora.
Su piel estaba demasiado sensible, su cuerpo demasiado excitado. Cuando sus labios tomaron los de ella y guió sus manos al frente de sus vaqueros, no puso ninguna resistencia. Estaba temblando por dentro, una furia de deseo se desató en su sistema, volviéndose loca por él. Loca por tenerlo enterrado duro y profundo dentro de ella. Sus manos soltaron el botón de metal, luego le bajó los pantalones y arrastró su ropa interior con ellos, se puso de rodillas mientras el hambre la invadía.
Quería tener su poll*a dentro de su boca. Quería probarlo, limpio y duro, la necesidad que él tenía de ella aumentaba el latido de su carne. Estaba desesperada por probarlo, hambrienta de los duros chorros de semen con que la premiaría por sus caricias.
—Mierd*a. —Su gemido áspero siguió al largo lametón de la lengua de ella sobre la cabeza hinchada de su poll*a.
Las manos de él le apretaron el cabello, mientras le empujaba la longitud de su erección en la boca. _______, envolvió su mano en la base de su poll*a tanto como sus dedos se lo permitían. Todavía quedaba una cantidad impresionante de carne que no podía abarcar. Con una mano fijada en su cadera, lo miró fijamente a los ojos magnetizada por la necesidad demoníaca reflejada en ellos. Lo lamió otra vez, lentamente, su lengua giraba en torno a la punta densamente ardiente de su pulsante carne.
Él gruñó. El sonido retumbó en su pecho mientras apretaba los dientes, su mandíbula apretada para controlar el deseo rabioso que los consumía.
______, abrió su boca y miró sus ojos, gimiendo despacio, muy despacio atrapó la cabeza caliente de su poll*a en el calor húmedo de su boca. Las caderas de él se arquearon mientras su pecho subía y bajaba desesperadamente, su respiración era visible en la tenue luz del cuarto mientras, muy despacio, permitió que la dura longitud de su poll*a se hundiera en su boca.
—______. —su voz era áspera y exigente.
Se quitó la camisa bruscamente. Los botones volaron y sus músculos ondearon cuando encogió los hombros y sus manos retornaron a su cabello agrupando con sus dedos los mechones, moviendo sus caderas en cortos y controlados empujes contra sus labios.
Le llenó la boca, estirando sus labios con la poll*a que pulsaba contra su lengua. Sabía a calor masculino y a un poco de almizcle, pasión ardiente y deseo aplastante y ella lo amaba. Lamió la parte inferior de su poll*a, y lo escuchó gemir, mirando como sus ojos se giraban sexualmente mientras ella se movía de un lado a otro, permitiendo que le follara las profundidades de su boca y le chupaba lentamente la punta. Nunca había hecho esto antes, se negaba a permitir que la inestable carne de Mark penetrara su boca. Pero quería devorar a Joseph. Quería conservar su dura poll*a siempre contra su lengua. Y al mismo tiempo quería chuparlo hasta que escuchara su grito áspero de rendición y sintiera los chorros cremosos de su semilla en la boca, mientras los disparaba hacia su garganta.
—Ahí, nena —le susurró cuando su lengua le acariciaba debajo de la cabeza de su poll*a hinchada—. Sigue así, nena, lámelo. Deja que tu lengua lo frote realmente bien.
Aplanó su lengua, manteniendo firme la succión de su boca, mientras él descubría los dientes en una mueca de crudo placer. Ella mantuvo los ojos fijos directamente en los suyos, echándose hacia atrás, viendo como sus ojos ardían cuando puso la punta de su poll*a en su lengua, para después muy despacio tragar toda la longitud que su boca le permitía. En todo momento mantuvo su lengua en la parte inferior, frotándolo, barriendo el área sensible que parecía darle tanto placer.
—Oh, sí, ______ —gruñó con un tono áspero y bajo—. Así, nena, hazlo sentir realmente bien. Es tan condenadamente bueno, nena.
Su voz era como un afrodisíaco que se extendía por todo su cuerpo, mojando la carne entre sus muslos, haciéndola arder con el deseo de darle placer.
Se lo hizo primero lento y suave, luego rápido y duro, causando que su pecho boqueara para conseguir aire, haciendo que sus manos le apretaran tanto el pelo hasta que gimió por el sensual tirón de placer/dolor que le causó.
— ¿Te gusta eso? —Él apenas podía respirar cuando susurraba esas palabras mientras tiraba suavemente de su pelo.
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
_______, apenas podía mantener sus ojos abiertos ya que los estallidos afilados de placer eran muy intensos.
—Si, te gusta eso ¿no es así bebé? —Su sonrisa era forzada mientras empujaba contra su boca, sus manos tiraban de su cabello suavemente, atrayendo su cabeza hacia él, penetrando con su poll*a casi hasta su garganta antes de echarse hacia atrás.
______, se estaba quemando viva. Podía sentir como la necesidad mojaba y encendía sus muslos y templaba sus pechos. Estaba vacía, torturada por el dolor de su cuerpo y el deseo agobiante que la ponía loca por sentir los chorros de su semen dentro de su boca. Lo necesitaba. Quería saborearlo tanto que se sentía hambrienta por él. Al mismo tiempo, los tirones afilados de su pelo, algo que antes había encontrado tan doloroso, la tenía al punto de correrse por esas sensaciones prohibidas.
—Chúpame más fuerte, ______. —Le susurró profundamente, sus manos agarraban más fuerte su pelo, tratando de acercarla más, soltándola y acercándola de nuevo, al tiempo que el tamaño de su poll*a parecía crecer, pulsando caliente dentro de su boca—. Duro, nena. Chápame más duro.
Apretó su boca alrededor de él, gimiendo cuando tiraba de su pelo más duro y sus caderas empujaban hacia atrás y hacia delante, penetrando su boca con empujones más rápidos y duros.
—Mierd*a. Voy a correrme en tu boca, ______. Tienes que detenerte si no es lo que quieres. —Los empujones aumentaron. Cortos. Duros. Tan profundos como las manos que agarraban su poll*a le permitían—. Dios. Maldición, nena. Voy a correrme.
Una vez, dos veces, empujó con más fuerza, entonces gimió, bajo y duro cuando _______, sintió que su erección se apretaba, dando tirones, luego los feroces chorros de su cremoso semen empezaron a invadir su boca, fluyendo por su garganta, luchando por tragar cada erótica gota de la caliente semilla que él brotaba en ella.
Ella abrió la boca, gimiendo alrededor de su carne chorreante mientras las manos de él tiraban de su pelo, lo liberaba y lo apretaba como un gato excavando con sus garras de placer su cuero cabelludo. La sensación era tan excitante que ella estaba al borde de correrse.
—Condenada. —Su voz sonó áspera cuando la levantó del suelo y la empujó hacia el sofá para ponerse sobre ella—. ¿Te gustó, ______? ¿El dolor te hizo sentir bien, nena? ¿Te puso más caliente?
______, agitó la cabeza, queriendo negar su afirmación, pero fue incapaz cuando él apartó sus muslos y se arrodilló entre ellos para mirarla allí fijamente.
—Dime lo que te gusta ______. Sin mentiras, nena. No voy a permitir que me mientas sobre eso. —Se inclinó sobre ella, con los labios muy cerca de los suyos, como retándola a negarse—. Dime que te gustó.
—Si —susurró, mientras le apretaba con las manos sus antebrazos, sus caderas se arqueaban necesitándolo desesperadamente, mientras sentía su aún dura poll*a besando sus mojados pliegues—. Me gustó Joe. Me gustó. Por favor.
—¿Por favor, qué? —Apretó las caderas contra las suyas, con su erección alojada en los pliegues abiertos que se derretían por retenerlo—. ¿Por favor qué, _____?
—Por favor, fóllame —le rogó desesperadamente, luchando por tomarlo, furiosa de que se mantuviera alejado, negándole la percepción de sentirlo dentro de ella.
—¿Eso es todo lo que quieres, ______? —Penetró la firme abertura, igual que esa noche hace tanto tiempo, sólo la punta de su poll*a la penetraba—. ¿Cómo lo quieres nena? Lento y suave. —Empujó en ella, separando su carne lentamente, centímetro por centímetro, retirándose después de la misma forma insoportable—. ¿O duro y rápido?
______, gritó. Su cuerpo se arqueó y sus músculos temblaron cuando él empujó duramente, enterrando toda la longitud de su poll*a, en su carne anhelante y desesperada. No podía controlarlo. No podía dejar de apretar, con sus músculos rasgándola con un placer que estuvo a punto de destruirla. Se corrió, explotando fuertemente, gritando su nombre cuando él empezó a bombear duro y rápido, cerrando de golpe su carne casi brutalmente cuando lo mantenía apretado en su interior. Se fundió, sus jugos fluyeron mientras su vagina ondeaba alrededor de su carne hasta que sus propios gemidos se unieron a los suyos, su semen inundó su apretado canal cuando le dio una dura estocada a su cuerpo y se corrió con un grito de placer masculino.
Se derrumbó sobre ella, arrastrando el aire a sus pulmones como si se hubiera privado de él demasiado tiempo, entonces se giró y se puso de espaldas y puso a ______, encima de él. Como una manta humana sudorosa, permaneció sobre él floja y exhausta, su cabeza fue sostenida en la almohada de su pecho mientras luchaba por controlar su respiración. Nunca había sentido tal intensidad, ese placer tan destructivo. Se sentía poseída, convertida en una criatura de necesidad que no le importaba la humildad, ni se avergonzaba por su deseo. Una mujer al borde de la destrucción.
—Si, te gusta eso ¿no es así bebé? —Su sonrisa era forzada mientras empujaba contra su boca, sus manos tiraban de su cabello suavemente, atrayendo su cabeza hacia él, penetrando con su poll*a casi hasta su garganta antes de echarse hacia atrás.
______, se estaba quemando viva. Podía sentir como la necesidad mojaba y encendía sus muslos y templaba sus pechos. Estaba vacía, torturada por el dolor de su cuerpo y el deseo agobiante que la ponía loca por sentir los chorros de su semen dentro de su boca. Lo necesitaba. Quería saborearlo tanto que se sentía hambrienta por él. Al mismo tiempo, los tirones afilados de su pelo, algo que antes había encontrado tan doloroso, la tenía al punto de correrse por esas sensaciones prohibidas.
—Chúpame más fuerte, ______. —Le susurró profundamente, sus manos agarraban más fuerte su pelo, tratando de acercarla más, soltándola y acercándola de nuevo, al tiempo que el tamaño de su poll*a parecía crecer, pulsando caliente dentro de su boca—. Duro, nena. Chápame más duro.
Apretó su boca alrededor de él, gimiendo cuando tiraba de su pelo más duro y sus caderas empujaban hacia atrás y hacia delante, penetrando su boca con empujones más rápidos y duros.
—Mierd*a. Voy a correrme en tu boca, ______. Tienes que detenerte si no es lo que quieres. —Los empujones aumentaron. Cortos. Duros. Tan profundos como las manos que agarraban su poll*a le permitían—. Dios. Maldición, nena. Voy a correrme.
Una vez, dos veces, empujó con más fuerza, entonces gimió, bajo y duro cuando _______, sintió que su erección se apretaba, dando tirones, luego los feroces chorros de su cremoso semen empezaron a invadir su boca, fluyendo por su garganta, luchando por tragar cada erótica gota de la caliente semilla que él brotaba en ella.
Ella abrió la boca, gimiendo alrededor de su carne chorreante mientras las manos de él tiraban de su pelo, lo liberaba y lo apretaba como un gato excavando con sus garras de placer su cuero cabelludo. La sensación era tan excitante que ella estaba al borde de correrse.
—Condenada. —Su voz sonó áspera cuando la levantó del suelo y la empujó hacia el sofá para ponerse sobre ella—. ¿Te gustó, ______? ¿El dolor te hizo sentir bien, nena? ¿Te puso más caliente?
______, agitó la cabeza, queriendo negar su afirmación, pero fue incapaz cuando él apartó sus muslos y se arrodilló entre ellos para mirarla allí fijamente.
—Dime lo que te gusta ______. Sin mentiras, nena. No voy a permitir que me mientas sobre eso. —Se inclinó sobre ella, con los labios muy cerca de los suyos, como retándola a negarse—. Dime que te gustó.
—Si —susurró, mientras le apretaba con las manos sus antebrazos, sus caderas se arqueaban necesitándolo desesperadamente, mientras sentía su aún dura poll*a besando sus mojados pliegues—. Me gustó Joe. Me gustó. Por favor.
—¿Por favor, qué? —Apretó las caderas contra las suyas, con su erección alojada en los pliegues abiertos que se derretían por retenerlo—. ¿Por favor qué, _____?
—Por favor, fóllame —le rogó desesperadamente, luchando por tomarlo, furiosa de que se mantuviera alejado, negándole la percepción de sentirlo dentro de ella.
—¿Eso es todo lo que quieres, ______? —Penetró la firme abertura, igual que esa noche hace tanto tiempo, sólo la punta de su poll*a la penetraba—. ¿Cómo lo quieres nena? Lento y suave. —Empujó en ella, separando su carne lentamente, centímetro por centímetro, retirándose después de la misma forma insoportable—. ¿O duro y rápido?
______, gritó. Su cuerpo se arqueó y sus músculos temblaron cuando él empujó duramente, enterrando toda la longitud de su poll*a, en su carne anhelante y desesperada. No podía controlarlo. No podía dejar de apretar, con sus músculos rasgándola con un placer que estuvo a punto de destruirla. Se corrió, explotando fuertemente, gritando su nombre cuando él empezó a bombear duro y rápido, cerrando de golpe su carne casi brutalmente cuando lo mantenía apretado en su interior. Se fundió, sus jugos fluyeron mientras su vagina ondeaba alrededor de su carne hasta que sus propios gemidos se unieron a los suyos, su semen inundó su apretado canal cuando le dio una dura estocada a su cuerpo y se corrió con un grito de placer masculino.
Se derrumbó sobre ella, arrastrando el aire a sus pulmones como si se hubiera privado de él demasiado tiempo, entonces se giró y se puso de espaldas y puso a ______, encima de él. Como una manta humana sudorosa, permaneció sobre él floja y exhausta, su cabeza fue sostenida en la almohada de su pecho mientras luchaba por controlar su respiración. Nunca había sentido tal intensidad, ese placer tan destructivo. Se sentía poseída, convertida en una criatura de necesidad que no le importaba la humildad, ni se avergonzaba por su deseo. Una mujer al borde de la destrucción.
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
<
Última edición por #AleSeeNoMoree# el Miér 06 Jul 2011, 1:48 pm, editado 1 vez
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Alejandra!!
Por dios!
¿Que les pasa a tus dedos?... mas Bien ¿Que rayos le pasa a tuu mente??
Mii menteciita perveer despertó...!
Y ahora qiieree mas cappituulos!!
Asii quee ziiguelaa!!
-Lizz-
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
EEEEEEEEH SOLO PUEDO DECIR........ OH :$
JAJAJA FUE LO MAXIMO, ESOS CAPIS ME VOLVIERON LOCA
S I G U E L A ALEE(:
JAJAJA FUE LO MAXIMO, ESOS CAPIS ME VOLVIERON LOCA
S I G U E L A ALEE(:
Paaly
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Ufff... Eso fue algo realmente sorprendente!!
Me entristeció la historia qe contó Joe!
osea, como le hacían eso y su propio padre?
qe horror.. Ya entiendo porqe lo comparten TODO!
SIGUELA PLEASE! <3
Me entristeció la historia qe contó Joe!
osea, como le hacían eso y su propio padre?
qe horror.. Ya entiendo porqe lo comparten TODO!
SIGUELA PLEASE! <3
Bubu ✌
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Hello Ale!!
Ok ahora si me dejaste sin palabras
qke bonito qke ya se reconciliaron
& pobrecito de Joe, como se atrevieron a hacerle eso??
pero bno ya la rayis lo va a aceptar x ser sincero
bno siguela nena please!!
Kisses
Ok ahora si me dejaste sin palabras
qke bonito qke ya se reconciliaron
& pobrecito de Joe, como se atrevieron a hacerle eso??
pero bno ya la rayis lo va a aceptar x ser sincero
bno siguela nena please!!
Kisses
#Unbroken♥__#FastLife♥
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Capítulo 13
— ¿Por qué no quieres que me quede? —preguntó Joseph largos minutos después de que ella le pidiera que se marchara por la noche.
Estirándose sobre el sofá, desnudo, su cuerpo detrás de ella, sosteniéndola contra su amplio pecho, ______, suspiró.
—Tengo que pensar —le susurró. Y lo necesitaba.
Necesitaba acostumbrarse a sí misma a la decisión que había tomado. No sobre sus hermanos, sino sobre él. No podía negarse a Joe, y no sabía cuánto tiempo más podría resistir contra lo que él necesitaba. La única pregunta era si podría ella perdonarse a sí misma si se lo daba.
Volvió la vista atrás hacia su amante, los ojos cerrados, la expresión reflexiva sobre su cara mientras él consideraba su petición.
— ¿Podré regresar? —Podía oír su determinación de no dejarla si ella respondía negativamente.
_______, respiró profundamente, volviendo sus ojos al techo y lo estudió como si pensara que tenía las respuestas a todas sus preguntas.
—Sí, en un día o dos —le susurró—. No puedo rechazarte nunca más, Joe , pero solo tú. Necesito tiempo para pensar. Necesito entender qué estoy haciendo aquí.
Sintió su cuerpo tensarse, él movió el brazo y su mano le acunó un seno.
— ¿Tú no puedes decidir esto mientras me voy mañana? —le preguntó suavemente—. Saldré por la mañana, ______. Volveré por la noche.
No estaba rogando, simplemente indicando otra alternativa.
Ella sacudió la cabeza.
—Estás pidiendo mucho de mí, Joe, ¿es tanto pedir esto? —lo interrogó, manteniendo su voz tranquila y razonable.
Una parte de ella se había calmado. Como si las anteriores revelaciones de Joe hubiesen tranquilizado el agonizante empuje de traición que le quemaba en el corazón. No entendía pero lo necesitaba. Necesitaba pensar sobre esto. Necesitaba estar segura de este próximo paso en su vida. Necesitaba tener la certeza de que podría manejar la pasión y el dolor que Joe llevaría con él.
Él suspiró profundamente.
—Odio dormir sin ti, ______. —reveló con cansada paciencia masculina.
Ella sacudió la cabeza. Dale sexo a un hombre y pensará que es bueno y que es un chico más grande de lo que era cuando comenzó. O al menos más determinado.
—Eres un chico grande, Joseph, puedes manejarlo. —Sonrió—. Sólo por una noche o dos.
—Una noche —regateó—. Eso es todo lo que puedo manejar, ______.
Lo examinó mientras él abría los ojos, estirándose, moviendo ese largo y musculoso cuerpo hasta que estuvo inclinado sobre ella, mirándola obstinadamente.
______, giró los ojos.
—Te llamaré cuando esté lista —le dijo con firmeza—. Esa es mi última palabra.
—Entonces mejor que abras tu boca y te decidas por otra —le aseguró suavemente—. No voy a permanecer alejado de ti por una indeterminada cantidad de tiempo. No voy a gastar todo este tiempo intentando superar ese irritable orgullo tuyo otra vez. La próxima vez _______, sólo tiraré de tus malditas ropas y te tomaré. No te daré la oportunidad.
— ¿Me diste una oportunidad esta vez? —La burla se acumulaba potente en su voz—. Porque, Joe, nunca me di cuenta. Quizás carecías de algo de sutileza. Yo trabajaría en eso si fuera tú.
No levantó su voz, no discutía, no demandaba, pero sabía que su tono fue captado cuando sus ojos llamearon de lujuria. ¿Qué era esto? Desafiaba al hombre y en lugar de enfadarse, él se calentaba. No tenía sentido. Al menos no para ______. Pero ella sentía que su poll*a aumentaba, larga y dura en su muslo, su calor tentándola a incitarlo dentro de ella una última vez.
—Voy a trabajar en algo bueno pero no será en absoluto poco sutil —le advirtió—. Cuando regrese, ______, voy a trabajar en ampliar tus horizontes un poco.
______, tragó nerviosamente.
—Mis horizontes están bastante ampliados para adaptarse a mí, Joseph—protestó cuidadosamente.
—Demasiado jodidamente malo. —La empujó sobre su cuerpo, acomodándose él mismo en los cojines mientras disponía sus muslos para montarlo íntimamente a horcajadas.
______, jadeó.
—No me digas que nunca has hecho esto. —Su mirada era pícaramente sexy.
—Bueno, Mark y yo nunca experimentamos mucho —tragó saliva—. Así que, no. Directamente al misionero. Eso era suficiente.
— ¿Nunca comió ese dulce coño? —Le preguntó, su voz profunda y ronca—. ¿Nunca lamió la miel de entre tus muslos?
Oh infiernos, estaba en algún profundo problema aquí. Sacudió la cabeza.
—No. Sólo tú. Nadie más.
El principio de una sonrisa se formó en sus labios. Por primera vez desde que lo había conocido, _______, vio un rastro de alegría reflejada en su rostro.
—Oh ______, tienes mucho que aprender —le prometió—. ¿Qué pasa con los dildos? Seguramente que has usado uno.
Ella sacudió la cabeza, su cara llameaba, luego jadeó mientras la levantaba, alojando la cabeza de su pene entre los calientes labios de su coño hambriento.
—Nada de dildos ¿eh? —preguntó, pensándolo, aunque su voz era ronca y tensa mientras se deslizaba lentamente en ella—. Te conseguiré uno.
—Está bien. —Ella respiró con fuerza—. ¿Quién necesita uno contigo alrededor?
—Yo —gruñó, sus manos agarrando sus caderas mientras la llenaba, clavándose contra ella—. Quiero enseñarte a utilizarlo. Mirarte follándote tú misma con él.
______, se quejó, su vientre contrayéndose casi dolorosamente con las eróticas palabras.
—Eso es tan pervertido, Joe. —Estaba conmocionada, excitándose con el pensamiento.
—Tanto placer, ______. —le prometió—. Te miraré, te diré cómo, permitiéndote encontrar las maneras de complacerte a ti misma.
La cabeza de ella se sacudió, sus caderas se movían a sacudidas mientras luchaba para montarlo más duro. La sujetó quieta, las manos en sus caderas manteniéndola unida a él.
— ¿Cómo podría eso ser mejor... —jadeó— que esto?
Apretó los músculos alrededor de él, escuchándolo gemir de placer con el pequeño movimiento.
—Es un placer diferente —le prometió, mirándola por debajo de sus pesados párpados, sus ojos brillando con una promesa sexual—. Te lo prometo, nena, te encantará.
Sus manos se aflojaron en sus caderas, sus muslos se tensaron mientras la tiraba hacia él, luego se empujó en ella. ______, perdió el aliento. Sus manos se aseguraron en el pecho de él, su cabeza sacudiéndose en una agonía de necesidad y ardientes sensaciones.
—Móntame, ______. Así. —Él se inmovilizó, las manos se trasladaron a sus caderas una vez más, enseñándole como.
Ella levantó las caderas, sintiendo el deslizar del sedoso acero encerrado a lo largo de las paredes de su vagina. La paró a unos centímetros de la retirada total.
—Ahora, bájate tu misma lentamente —susurró—. Móntame así, ______, lento y fácil hasta que te hagas una idea de esto.
¿Una idea de esto? La sensación de esto la estaba matando lentamente. Ella subía en lentos grados, su aliento empujando por su garganta ante la forzada disminución en el ritmo que tanto amaba. Lo quería clavándose en su interior, arrojándola hacia el clímax. Esto era demasiado, demasiadas sensaciones desplegándose a través de su cuerpo. El lento y constante empalamiento mientras ella misma bajaba su cuerpo sacudiendo su cabeza, quejándose entrecortadamente.
Sintió el lento apretar de su gruesa poll*a extendiéndola, llenándola. La abultada cabeza llameaba, empujando al pasar el sensible tejido. Se deslizaba lento y fácil a través de la lubricación natural de su cuerpo hasta alojarse, apretado y duro en su vientre. Allí, latía contra la sensible carne que ella deseaba gritar por el placer.
—Oh, ______. —su gemido sonaba asombrado.
Ella abrió los ojos, mirando abajo hacia él. Su cara estaba enrojecida, sus ojos brillando con emoción. Tanta emoción. Tan intensa, tan llena de... ¿adoración? que hizo que su corazón se apretara. ¿Hacía realmente ella esto para él? ¿Ponerlo tan salvaje para construir la explosión como ella se ponía?
—¿Te gusta esto? —Estaba sorprendida. Más que sorprendida, en realidad.
Se levantó sobre él una vez más, mirándolo hacer una mueca mientras su carne se apoderaba de él, amamantando su tirante poll*a.
—No, nena. No me gusta esto. Adoro el jodido tormento de esto. —Sus dientes estaban duramente apretados, los músculos de su cuello y hombros hinchados mientras peleaba por el control—. Estás matándome de placer, y te prometo, que soy un maldito sacrificio voluntario.
Su voz era tensa, jadeante.
Se bajó de nuevo a sí misma, un lamento entusiasta de insoportable sensación tuvo sus uñas clavándose en los duros músculos de su pecho. Las manos de él flexionadas sobre sus caderas, sus muslos tensos, alzados, conduciendo su carne más profundamente, más duro en su interior.
— ______, nena —jadeó—. Encuentra ese jodido ritmo pronto, azúcar, antes de que nos mates a ambos.
Ella bajó los párpados, luchando contra la necesidad de montarlo duramente ahora. Los labios separados.
—¿No te gusta esto? —le preguntó, en voz baja, asombrándose mientras lo miraba.
—Infiernos, no —gruñó él—. Oh mierd*a ______.
Ella balanceó sus caderas encima de él, moviéndose lánguidamente mientras se retorcía sobre la gruesa intrusión de su poll*a.
Su estómago se apretó, su vientre vibraba con los estremeciendo de un inminente orgasmo.
—¿Estás seguro que no te gusta? —jadeó, levantándose otra vez.
Él no le dio la oportunidad de atormentarlo más. Con una sacudida de sus caderas, un rápido movimiento de sus manos en las suyas, condujo el cuerpo de ella sobre el suyo, su poll*a como un ariete, sacudiéndola con tan concentrada y paralizante intensidad de placer que ella explotó en el minuto en que golpeó el fondo de su palpitante coño.
Gritó, se sacudió y empezó a empujar contra él salvajemente mientras sentía su poll*a explotar, escupiendo su semilla profundo, profundo dentro de su cuerpo, inundándola con la caliente liberación mientras sus brazos se envolvían alrededor de ella, arrastrándola a su palpitante pecho.
—Dios, ______. —Su voz era tormentosa, la emoción se extendía a través ella mientras sus brazos se contraían alrededor de su cuerpo.
El cuerpo de ella continuó temblando, estremeciéndose. Pequeñas explosiones estremeciéndose a través de ella, mientras ahora luchaba por un poco de control. Era la más sensual y erótica experiencia de su vida. Estaba todavía jadeando por respirar, aún disfrutando los pequeños y brutales latidos de orgásmico placer.
Minutos, hora, días después, él le movió el cuerpo y le permitió colapsarse junto a él una vez más.
—Déjame quedarme y te permitiré montar de nuevo mi poll*a a primera hora de la mañana —negoció con un suspiro adormilado.
—Vístete, vaquero. —Bostezó, doblando la cabeza más confortablemente contra los cojines del sofá—. Estás fuera de aquí hasta que yo personalmente te llame y te pida que regreses.
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Él suspiró profundamente.
—______, olvídate de llamar y te zurraré el traser*o cuando te tenga desnuda de nuevo —le prometió, su amenaza seguida por una lenta caricia sobre sus redondeadas nalgas.
—Lo prometo. Te llamaré, Joe. —Le sonrió perezosamente—. Ahora vete a casa.
Gruñó con malhumorado énfasis y rodó hasta que pudo encontrar una posición sentada.
—Nunca he visto nada similar, _____. Echarme de esta manera. —Enganchó sus pantalones del suelo y empezó a arrastrarlos sobre sus piernas.
______, se sentó en el sofá, empujando el afghan desde el respaldo y envolviéndolo alrededor de sus hombros. Joe se vistió en silencio, su expresión tranquila ahora, pensativa. Cuando tuvo la camisa abotonada sobre su amplio pecho, se giró hacia ella, mirándola con sus sombríos y ojos oscuros.
— ¿Vas a estar bien? —Le tocó la mejilla suavemente—. No te preocupes más de las cosas del pasado, _____. —Susurró sobre sus abusos—. Se acabó.
______. Respiró profundamente.
—No estará acabado hasta que puedas vivir con ello con normalidad, Joe —le dijo en voz baja—. Hasta entonces, el bastardo habrá ganado. Porque él te ha robado eso.
Joe se encogió de hombros.
—Sobrevivimos. Estamos cuerdos. Él está muerto. Eso cuenta como ganar para mí.
Se puso de pie, luego la empujo tras él.
—Ve a la cama. Yo cerraré mientras me voy. —Señaló hacia las escaleras—. No esperes demasiado para llamarme, ______. Mi paciencia no está en su mejor momento en estos días.
Ella le sonrió. Poniéndose de puntillas, besó sus hinchados labios con un suave movimiento.
—Ve a casa, Joe. Te llamaré pronto. —Sus manos estiraron el afghan y se movió hacia las escaleras.
Estaba casi en su habitación cuando lo escuchó salir. Él cerró la puerta consistentemente y unos minutos después escuchó su jeep arrancar y salir por la calzada. Sacudió la cabeza, la bajó, y se dirigió a su habitación.
#Alejandra
Re: "La Seducción de _____. "(Joe & tu) TERMINADA
Bueno chicas a qui el capitulo 14 y quería adelantarles qe en el siguiente capitulo a la rayis lee pasaaa algo….. :pale: ....... :P
Atooh:Ale
#Alejandra
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