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Until the end |James Maslow|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 2 de 2. • 1, 2
Re: Until the end |James Maslow|
Amoooor muchas gracias por comentar. Y me alegra haberte sorprendido es que nucna dejo de hacerlo xD. Y gracias, sé que tenías ganas de leer esta nove.Vas Happenin'?!! You Wanna Kill Me?!!!!!
Hello!
Al fin tan esperado capitulo!!! y no me he tardado en comentar!!!!
Osea JAMES!!! no puede morir!!, y wow las apariencias en esta novela son impresionantes JAMAS me imagine tal cosa te lo juro! pero wow me haz sorprendido muchas felicidades amor te lo digo enserio :3 es genial este tipo de novelas! jamas sabes o te imaginas que pasara... dios me tienes en ascuas.. hasta la otra semana.. me tendré que aguantar ...
Y Dios Carlos hermoso!!!! ( tienes chica para el? XD me apunto! XD) ajaja ok ignora eso ahahha Xd en fin ya me lo imagino con uniforme aww hermosos XD
Despues de tantas tonterias XD
TE AMO :) nunca lo dudes!
Si me temo que Carlos tiene chicas, pero trataré de buscarte un hueco.
Te amooo
indigo.
----
Re: Until the end |James Maslow|
Capítulo 2.
Te despiertas en un día cualquiera, donde el sol brilla y tú pareces más invencible, protegida en tu torre de cemento. Desayunas con tu perfecta familia escuchando lo bien que van los negocios de tu padre, los éxitos académicos de tu hermano y las constantes quejas de tu madre por la poca seriedad del servicio de estos tiempos. Te marchas de casa en tu limusina propia para asistir a otro de los partidos de tu estupendo novio, creyendo que después, os iréis tu cafetería favorita a hablar sobre cosas tan banales como quejarte de si Amy lleva una camiseta de cuatro dólares o de si te irás a Francia o a Praga de vacaciones.
Pero no piensas acabar sentada en una silla del hospital esperando que alguien tenga la decencia de venir a decirte si tu novio sigue vivo o ha muerto a causa del infarto que ha sufrido…
Han pasado tres largas horas desde que entré corriendo al hospital como una masa llena de nervios a punto de derrumbarse en el suelo. Nadie habla, los médicos pasan de un lado para otro ajenos a que nos consumimos por la angustia, solo se escuchan los sollozos descontrolados de Amelia, su madre. Solo siento la mano de mi hermano en mi hombro, manteniéndome cuerda en un momento como este.
-Todo por culpa de ese endemoniado deporte –recrimina de forma repentina Harrison, su padre –Ahora no podrá acudir a los exámenes finales.
Harrison no es la clase de padre que se sienta con su hijo en el sofá para mantener una conversación, no suele aprobar nada de lo que hace James, nunca le dice que está orgulloso de las buenas notas que obtiene (siendo éstas lo que más parece preocuparle y con lo que más le presiona), ni muchos menos, pasa tiempo a su lado para fortalecer su relación. Pero cuando a tu hijo le da un ataque al corazón, esperas algo más que el comentario que acaba de salir de su envenenada boca.
Muerdo la punta de mi lengua para evitar soltar todas las palabrotas que se arrejuntan en mi garganta, pegándose unas con otras para salir. Kendall y Carlos aprietan los puños como contención. Y su madre, menea la cabeza de un lado a otro con decepción. Al igual que yo, esperaba algo más de su marido.
-Te he traído un té –delante de mí hay una Levy pálida como la cera, tratando de hacer algo por ayudarme –Aunque es de máquina, creo que lo único que hace el sobrecito es darle color al agua.
Tal vez, como bien he dicho, mi mejor amiga es de las personas más crueles y superficiales que existe. Sin embargo, es de las pocas personas que conspira contra el mundo cuando todo me va mal, de las pocas que le pone humor a los momentos como este. Por eso, es y siempre será mi mejor amiga.
-Gracias –agarro el vasito de plástico y lo apoyo en mi regazo, mi estómago está completamente cerrado.
El silencio vuelve a dominarnos a todos después de esa escueta conversación. La idea de no poder decirle a James te quiero una vez más hace que se me cierren las vías respiratorias. Ese viejo dicho, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, se repite de forma tortuosa en mi cerebro. Estaba tan acostumbrada a tenerle en mi vida, que nunca pensé en la posibilidad de que se fuera.
-Estará bien, no te preocupes –dice Logan un rato después.
Inclino la cabeza encontrándome con la profunda mirada de mi hermano. La tranquilidad emana de cada parte de su rostro, no puedo entrever ni una sola arruga de preocupación. En ocasiones, su frialdad impertérrita me hace preguntarme si a mi hermano le importa algo que no sea yo. Las únicas cosas por las que le he visto sufrir o preocuparse es cuando pierde el móvil o se le abolla el coche.
Es desesperante vivir rodeada de personas tan materialistas, de yo misma ser tan materialista…
-¿Qué no me preocupe? –Río de forma sarcástica –Ha sufrido un ataque al corazón, no me digas que se pondrá bien si no lo sabes.
Logan suspira, vuelve la mirada al frente sin decir nada. Agradezco su intento fallido de tratar de animarme. El problema, es que a mí no me gustan las falsas esperanzas, ni las palabras hipócritas, por muy buena intención que lleven. Nunca he sido positiva, siempre me pongo en lo peor de la situación y la negatividad me nubla la mente. Y éste, no es el momento para cambiar mi manera de pensar, porque solo soy capaz de imaginarme en un funeral viendo como bajan un ataúd con James dentro.
Mi cerebro reproduce una trozo de una canción de Bruno Mars; and now the minutes feel like hours, and the hours feel like days. Nunca antes he sentido el tiempo pasar de la forma que rezan los versos anteriores. Todo parece pasar a cámara lenta, es como las escenas de alta tensión de las películas que Levy y yo solemos ver por las noches. El minutero está estancado, sin correr a la velocidad que deseo. Casi puedo escuchar una música de piano dentro de mis oídos, dándole más tensión a la situación.
¿Estará muerto, por qué nadie dice nada?, ¿y si lo está, qué se supone que haré a partir de ahora?
Sería como perder una parte de mi cuerpo; tendría que aprender a hacer todo sin él, aprender a caminar, a ir a clase sin que me esperase a la entrada, irme a dormir sin sus mensajes, reír, ser feliz…
Trato de deshacer el pensamiento meneando la cabeza, ocupo mi mente en los azulejos blancos del suelo que están tan limpios que veo reflejado mi rostro, más pálido de lo que es. Mis ojos marrones son como dos aceitunas brillantes, a punto de romper en llanto de nuevo. Tengo las mejillas hundidas y la nariz roja. Me impresiona la forma en la que el malestar emocional se manifiesta en nuestro cuerpo.
-Tengo una reunión importante dentro de quince minutos, cuando sepas algo llámame –Harrison se levanta, trata de dar un beso a su mujer en la frente, pero sin siquiera dirigirle la mirada se aleja de su cercanía.
En un impulso poco habitual en mí y con una rabia tan fuerte brotando de algún recoveco de mi interior me levanto, temblando.
-¡Cómo puede ser tan insensible, es su hijo maldita sea! –me encaro a Harrison, su rostro brilla de estupefacción por un segundo. Al segundo siguiente, vuelve a ser una máscara de color aceitunado.
-No me pierdas el respeto, Joyce –sé que se está conteniendo para no gritarme, como suele hacer con todo el mundo.
De reojo puedo ver a todos observando la escena con una mezcla de miedo y expectativa. Reinando la expectativa, por saber que pasará a continuación.
-Tiene gracia que usted me hable de respeto. Usted, que preocupa por su mierda de reunión más que por si su hijo está vivo o no –la ira está tan descontrolada, que mis puños se mueven solos hasta su pecho, asestándole puñetazos con tesón -¡Váyase a ganar más de su podrido dinero a ver si le ayuda a conservar la vida de James!, ¡Váyase, váyase, váyase! –grito tratando de seguir pegándole, aunque Harrison coge mis muñecas para impedirlo. Me he vuelto loca…
Logan llega para cogerme de la cintura y apartarme. Le lanza a Harrison una mirada de advertencia, diciéndole que ni se le ocurra decirme nada si no quiere un puñetazo de verdad. Él en cambio, se arregla las solapas de su chaqueta, le tiembla el labio superior, ahora sí está afectado. Aunque no más que yo, que ahora no puedo evitar llorar descontroladamente, de una forma que casi me asfixia.
-Ya la has oído Harrison –la voz de Amelia se escucha por primera vez –Vete a tu reunión, ya te
llamaré para decirte si nuestro hijo seguirá viviendo.
Rendido se da la vuelta y se marcha con paso presto por el largo pasillo.
Logan me dirige de nuevo hasta el asiento, donde me desplomo. No me doy cuenta de que me castañean los dientes hasta que seco las lágrimas que se han quedado estancadas en el labio superior. Kendall se arrodilla frente a mí cogiendo mis manos temblorosas entre las suyas. Nos miramos, sus ojos verdes reflejan el mismo dolor que los míos, la misma preocupación. Aunque también me dicen que esté tranquila, que mortificarme así no me hace ningún bien.
-Familiares de James Maslow.
Las palabras que llevo horas necesitando escuchar se difunden por las esquinas de la sala de espera. Provienen de un hombre de estatura baja, desde aquí puedo suponer que a duras penas me llega al hombro. Una barriga similar al de una embarazada de cinco meses asoma por debajo de su bata blanca. Es calvo y en su nariz aguileña descansan unas gafas de culo de botella que acentúan sus ojos color gris.
Todos caminamos hacia él, acorralando su pequeño cuerpo, como aves carroñeras a punto de devorar a su presa.
-¿Cómo está mi hijo?, ¿qué le ha pasado, se encuentra bien?, ¿ha…? –balbucea como puede
Amelia que sostiene el pañuelo con tanta fuerza que parece que sus nudillos van a salirse de la piel en cualquier instante.
El doctor Campbell (según reza el rectángulo de chapa que cuelga en el bolsillo superior de su bata) levanta el dedo índice indicando que esperemos unos segundos. Comienza a observar las hojas detenidamente y a escribir anotaciones. ¿Nos está tomando el pelo?, tiene a seis personas con el corazón en un puño esperando una noticia, se supone que en la facultad de medicina hay una asignatura para saber cómo tratar a los pacientes y familiares, ¿dónde se encontraba este personaje cuándo debía aprenderla?
-Muy bien… -suspira y aparta la vista de su carpeta –James ha sufrido un ataque al corazón, aunque imagino que eso lo suponían. Ha habido muchas complicaciones, entró en parada cardiorrespiratoria durante un tiempo excesivamente largo, tuvo dos hemorragias durante la intervención… -se calla y no continúa explicando, como si hubiéramos deducido todo de ahí.
-Díganos de una maldita vez qué ha pasado con él –le recrimino mirándole fijamente a los ojos.
-De acuerdo, afortunadamente hemos conseguido salvarle la vida y ponerle un marca pasos. Lo tendremos en la UCI hasta mañana para comprobar que no haya complicaciones.
Experimento algo parecido a la sensación que me produce asomarme demasiado desde un lugar alto, como toda la adrenalina recorre mi sangre y noto un tirón en el estómago. Cuando me aparto consigo tomar una bocanada de aire. Así me siento ahora, capaz de respirar por fin.
-¿Qué ha causado el infarto, no le ocurrirá más veces? –pregunta Carlos, alguien que siempre necesita tener todo bajo su control. Quien necesita saber siempre qué pasará en los siguientes minutos, así nada le pilla por sorpresa.
-Todo indica a que ha sido causado por una anomalía en el corazón, dígame señora Maslow, ¿ha
tenido James problemas de corazón alguna vez? –el doctor Campbell parece darse menos aires de interesantes ahora.
-No, es un chico muy sano. No toma drogas y práctica deporte –del rostro de Amelia no ha desaparecido del todo el horror, ni del mío seguro que tampoco. James está bien por el momento, ¿pero durará?
-He comprobado lo del deporte por su vestimenta, lamento comunicarle que tendrá que comprar uno nuevo, mis residentes no son muy cuidadosos con ese tipo de cosas –ríe su propia gracia, salvo que los demás nos limitamos a mirarle.
-¿Saben ya qué ha causado el infarto? –repito la pregunta formulada por mi amigo.
-Tenemos que hacerle pruebas para determinar con exactitud qué es lo que le pasa a su corazón. Vamos a esperar a que su salud se estabilice un poco y a que despierte de la anestesia. Dentro de una semana comenzaremos con las pruebas.
Un desinflado y débil gracias sale de todas nuestras bocas. Aún sigue aquí contigo, relájate un poco, me obligo mentalmente.
-¿Podemos verle? –Logan formula la pregunta que todos queremos que sea respondida, personalmente, hasta que no lo vea no me voy a quedar tranquila.
El doctor Campbell se toma unos segundos para pensarlo.
-Puedo darles cinco minutos para que le vean a través del cristal, ni uno más ni uno menos –podría haberlo dicho con un tono más amable, ¿no podría habernos tocado alguno parecido a los de la serie Grey’s Anatomy?
Le seguimos por las salas del hospital hasta la número siete, un largo pasillo con un par de sillas frente a cada uno de los cristales, hay solo un par de personas pegadas al primer cristal, una mujer joven y una niña de unos diez años. Mis padres acuden a mi mente por primera vez en todo el día, cuando llegue a casa iré directa a decirles que les quiero… Llegamos al cuarto cristal. Yo me quedo paralela a él mientras los otros se asoman, en sus rostros se dibujan caras de horror. Amelia rompe en llanto y se trata de aferrar sus manos al cristal como si fuera James.
Soy consciente de que el minutero ahora es veloz y no tendré mucho tiempo para verle, por lo que dejo atrás mi miedo a verle postrado en una cama y me uno a los demás. En principio solo soy capaz de ver mi reflejo, a medida que me acerco me hago más pequeña hasta que lo único que soy capaz de ver es una mezcla de claves de colores, máquinas y a James sepultado entre todo. Siento un plomo caerse sobre mi pecho y me tambaleo un poco hacia atrás.
Creo que nunca he visto un color de piel tan pálido como el suyo, es como uno de esos aristócratas de hace siglos que se empolvaban las caras hasta parecer yeso. Bajo sus ojos hay dos ojeras que parecen moratones. Le han entubado por lo que alcanzo a ver, del pecho le salen tres largos cables de color rojo y negro (creo que es lo que mide sus constantes vitales). También asoma algo blanco debajo de la bata, creo que es la venda que cubre la cicatriz del pecho…
Tengo el impulso de entrar y llevármelo de aquí, lejos de todas estas cosas. Solo quiero poder abrazarle una vez más y que todo esto sea una pesadilla.
-Lamento tener que decirles que es hora de irse –el doctor Campbell cada día me cae peor a cada segundo que transcurre.
A regañadientes comienzo a caminar hacia la salida de la UCI, minutos después volvemos a estar en las sala de espera. Es cierto que nos hemos relajado un poco al comprobar que James sigue vivo, pero verle de esa forma a mí me ha dejado rendida.
-Es hora de irnos a casa, llamaré a Luke para que traiga la limusina –sentencia Carlos comprobando la hora en su reloj de diseño -¿Quieres que te lleve Levy?
Carlos y Levy han tenido una relación tortuosa desde hace un par de años. No se quieren, no se aguantan pero son incapaces de estar el uno sin el otro. Mi mejor amiga me pide permiso con la mirada para irse con él. Asiento con una sonrisa.
-Si algo va mal, si necesitas hablar o quieres compañía llámame a la hora que sea –me da un abrazo y se da la vuelta.
Camino sobre mis pasos hasta Amelia que ha vuelto a sentarse en una de las sillas.
-¿Quieres ir a casa, necesitas que te llevemos? –le ofrezco sentándome a su lado.
Ella da unas palmaditas amables en mi rodilla y niega.
-Gracias cariño, pero me quedaré aquí por si ocurre algo –sus ojos están tan rojos y en su rostro hay tanto dolor que casi me siento tonta por pensar que soy la que más sufro con lo que está pasando.
Me gustaría quedarme junto a ella, cuando más cerca esté de James mejor. De todas formas en mi casa no pegaría ojo…
-Me quedo con ella, Logan –mi hermano me mira desde arriba con aire reprobatorio.
-Te vienes a casa conmigo, papá y mamá están preocupados, quieren que te lleve a casa y eso es lo que haré –no entiendo por qué parece tan enfadado.
-Quiero quedarme –contradigo levantándome de la silla, odio cuando se usa su tono autoritario.
-Vamos… a… casa… -pronuncia cada sílaba con rabia y énfasis.
-Ve a casa Joyce, te informaré si hay alguna novedad –Amelia interrumpe en el momento justo en el que Logan y yo vamos a estallar en discusión.
-Adiós –digo con amabilidad.
Paso frente a mi hermano y Kendall con paso presto, manifestando mi descontento. ¿Cómo puede ser tan insensible? Mi novio está postrado en una cama, todavía no sé qué es lo que le pasa, y a él solo le importa contentar a nuestros padres. Mostrar lo responsable que puede ser, como puede mandarme porque es el mayor. A veces le odio tanto…
Pero no piensas acabar sentada en una silla del hospital esperando que alguien tenga la decencia de venir a decirte si tu novio sigue vivo o ha muerto a causa del infarto que ha sufrido…
Han pasado tres largas horas desde que entré corriendo al hospital como una masa llena de nervios a punto de derrumbarse en el suelo. Nadie habla, los médicos pasan de un lado para otro ajenos a que nos consumimos por la angustia, solo se escuchan los sollozos descontrolados de Amelia, su madre. Solo siento la mano de mi hermano en mi hombro, manteniéndome cuerda en un momento como este.
-Todo por culpa de ese endemoniado deporte –recrimina de forma repentina Harrison, su padre –Ahora no podrá acudir a los exámenes finales.
Harrison no es la clase de padre que se sienta con su hijo en el sofá para mantener una conversación, no suele aprobar nada de lo que hace James, nunca le dice que está orgulloso de las buenas notas que obtiene (siendo éstas lo que más parece preocuparle y con lo que más le presiona), ni muchos menos, pasa tiempo a su lado para fortalecer su relación. Pero cuando a tu hijo le da un ataque al corazón, esperas algo más que el comentario que acaba de salir de su envenenada boca.
Muerdo la punta de mi lengua para evitar soltar todas las palabrotas que se arrejuntan en mi garganta, pegándose unas con otras para salir. Kendall y Carlos aprietan los puños como contención. Y su madre, menea la cabeza de un lado a otro con decepción. Al igual que yo, esperaba algo más de su marido.
-Te he traído un té –delante de mí hay una Levy pálida como la cera, tratando de hacer algo por ayudarme –Aunque es de máquina, creo que lo único que hace el sobrecito es darle color al agua.
Tal vez, como bien he dicho, mi mejor amiga es de las personas más crueles y superficiales que existe. Sin embargo, es de las pocas personas que conspira contra el mundo cuando todo me va mal, de las pocas que le pone humor a los momentos como este. Por eso, es y siempre será mi mejor amiga.
-Gracias –agarro el vasito de plástico y lo apoyo en mi regazo, mi estómago está completamente cerrado.
El silencio vuelve a dominarnos a todos después de esa escueta conversación. La idea de no poder decirle a James te quiero una vez más hace que se me cierren las vías respiratorias. Ese viejo dicho, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, se repite de forma tortuosa en mi cerebro. Estaba tan acostumbrada a tenerle en mi vida, que nunca pensé en la posibilidad de que se fuera.
-Estará bien, no te preocupes –dice Logan un rato después.
Inclino la cabeza encontrándome con la profunda mirada de mi hermano. La tranquilidad emana de cada parte de su rostro, no puedo entrever ni una sola arruga de preocupación. En ocasiones, su frialdad impertérrita me hace preguntarme si a mi hermano le importa algo que no sea yo. Las únicas cosas por las que le he visto sufrir o preocuparse es cuando pierde el móvil o se le abolla el coche.
Es desesperante vivir rodeada de personas tan materialistas, de yo misma ser tan materialista…
-¿Qué no me preocupe? –Río de forma sarcástica –Ha sufrido un ataque al corazón, no me digas que se pondrá bien si no lo sabes.
Logan suspira, vuelve la mirada al frente sin decir nada. Agradezco su intento fallido de tratar de animarme. El problema, es que a mí no me gustan las falsas esperanzas, ni las palabras hipócritas, por muy buena intención que lleven. Nunca he sido positiva, siempre me pongo en lo peor de la situación y la negatividad me nubla la mente. Y éste, no es el momento para cambiar mi manera de pensar, porque solo soy capaz de imaginarme en un funeral viendo como bajan un ataúd con James dentro.
Mi cerebro reproduce una trozo de una canción de Bruno Mars; and now the minutes feel like hours, and the hours feel like days. Nunca antes he sentido el tiempo pasar de la forma que rezan los versos anteriores. Todo parece pasar a cámara lenta, es como las escenas de alta tensión de las películas que Levy y yo solemos ver por las noches. El minutero está estancado, sin correr a la velocidad que deseo. Casi puedo escuchar una música de piano dentro de mis oídos, dándole más tensión a la situación.
¿Estará muerto, por qué nadie dice nada?, ¿y si lo está, qué se supone que haré a partir de ahora?
Sería como perder una parte de mi cuerpo; tendría que aprender a hacer todo sin él, aprender a caminar, a ir a clase sin que me esperase a la entrada, irme a dormir sin sus mensajes, reír, ser feliz…
Trato de deshacer el pensamiento meneando la cabeza, ocupo mi mente en los azulejos blancos del suelo que están tan limpios que veo reflejado mi rostro, más pálido de lo que es. Mis ojos marrones son como dos aceitunas brillantes, a punto de romper en llanto de nuevo. Tengo las mejillas hundidas y la nariz roja. Me impresiona la forma en la que el malestar emocional se manifiesta en nuestro cuerpo.
-Tengo una reunión importante dentro de quince minutos, cuando sepas algo llámame –Harrison se levanta, trata de dar un beso a su mujer en la frente, pero sin siquiera dirigirle la mirada se aleja de su cercanía.
En un impulso poco habitual en mí y con una rabia tan fuerte brotando de algún recoveco de mi interior me levanto, temblando.
-¡Cómo puede ser tan insensible, es su hijo maldita sea! –me encaro a Harrison, su rostro brilla de estupefacción por un segundo. Al segundo siguiente, vuelve a ser una máscara de color aceitunado.
-No me pierdas el respeto, Joyce –sé que se está conteniendo para no gritarme, como suele hacer con todo el mundo.
De reojo puedo ver a todos observando la escena con una mezcla de miedo y expectativa. Reinando la expectativa, por saber que pasará a continuación.
-Tiene gracia que usted me hable de respeto. Usted, que preocupa por su mierda de reunión más que por si su hijo está vivo o no –la ira está tan descontrolada, que mis puños se mueven solos hasta su pecho, asestándole puñetazos con tesón -¡Váyase a ganar más de su podrido dinero a ver si le ayuda a conservar la vida de James!, ¡Váyase, váyase, váyase! –grito tratando de seguir pegándole, aunque Harrison coge mis muñecas para impedirlo. Me he vuelto loca…
Logan llega para cogerme de la cintura y apartarme. Le lanza a Harrison una mirada de advertencia, diciéndole que ni se le ocurra decirme nada si no quiere un puñetazo de verdad. Él en cambio, se arregla las solapas de su chaqueta, le tiembla el labio superior, ahora sí está afectado. Aunque no más que yo, que ahora no puedo evitar llorar descontroladamente, de una forma que casi me asfixia.
-Ya la has oído Harrison –la voz de Amelia se escucha por primera vez –Vete a tu reunión, ya te
llamaré para decirte si nuestro hijo seguirá viviendo.
Rendido se da la vuelta y se marcha con paso presto por el largo pasillo.
Logan me dirige de nuevo hasta el asiento, donde me desplomo. No me doy cuenta de que me castañean los dientes hasta que seco las lágrimas que se han quedado estancadas en el labio superior. Kendall se arrodilla frente a mí cogiendo mis manos temblorosas entre las suyas. Nos miramos, sus ojos verdes reflejan el mismo dolor que los míos, la misma preocupación. Aunque también me dicen que esté tranquila, que mortificarme así no me hace ningún bien.
-Familiares de James Maslow.
Las palabras que llevo horas necesitando escuchar se difunden por las esquinas de la sala de espera. Provienen de un hombre de estatura baja, desde aquí puedo suponer que a duras penas me llega al hombro. Una barriga similar al de una embarazada de cinco meses asoma por debajo de su bata blanca. Es calvo y en su nariz aguileña descansan unas gafas de culo de botella que acentúan sus ojos color gris.
Todos caminamos hacia él, acorralando su pequeño cuerpo, como aves carroñeras a punto de devorar a su presa.
-¿Cómo está mi hijo?, ¿qué le ha pasado, se encuentra bien?, ¿ha…? –balbucea como puede
Amelia que sostiene el pañuelo con tanta fuerza que parece que sus nudillos van a salirse de la piel en cualquier instante.
El doctor Campbell (según reza el rectángulo de chapa que cuelga en el bolsillo superior de su bata) levanta el dedo índice indicando que esperemos unos segundos. Comienza a observar las hojas detenidamente y a escribir anotaciones. ¿Nos está tomando el pelo?, tiene a seis personas con el corazón en un puño esperando una noticia, se supone que en la facultad de medicina hay una asignatura para saber cómo tratar a los pacientes y familiares, ¿dónde se encontraba este personaje cuándo debía aprenderla?
-Muy bien… -suspira y aparta la vista de su carpeta –James ha sufrido un ataque al corazón, aunque imagino que eso lo suponían. Ha habido muchas complicaciones, entró en parada cardiorrespiratoria durante un tiempo excesivamente largo, tuvo dos hemorragias durante la intervención… -se calla y no continúa explicando, como si hubiéramos deducido todo de ahí.
-Díganos de una maldita vez qué ha pasado con él –le recrimino mirándole fijamente a los ojos.
-De acuerdo, afortunadamente hemos conseguido salvarle la vida y ponerle un marca pasos. Lo tendremos en la UCI hasta mañana para comprobar que no haya complicaciones.
Experimento algo parecido a la sensación que me produce asomarme demasiado desde un lugar alto, como toda la adrenalina recorre mi sangre y noto un tirón en el estómago. Cuando me aparto consigo tomar una bocanada de aire. Así me siento ahora, capaz de respirar por fin.
-¿Qué ha causado el infarto, no le ocurrirá más veces? –pregunta Carlos, alguien que siempre necesita tener todo bajo su control. Quien necesita saber siempre qué pasará en los siguientes minutos, así nada le pilla por sorpresa.
-Todo indica a que ha sido causado por una anomalía en el corazón, dígame señora Maslow, ¿ha
tenido James problemas de corazón alguna vez? –el doctor Campbell parece darse menos aires de interesantes ahora.
-No, es un chico muy sano. No toma drogas y práctica deporte –del rostro de Amelia no ha desaparecido del todo el horror, ni del mío seguro que tampoco. James está bien por el momento, ¿pero durará?
-He comprobado lo del deporte por su vestimenta, lamento comunicarle que tendrá que comprar uno nuevo, mis residentes no son muy cuidadosos con ese tipo de cosas –ríe su propia gracia, salvo que los demás nos limitamos a mirarle.
-¿Saben ya qué ha causado el infarto? –repito la pregunta formulada por mi amigo.
-Tenemos que hacerle pruebas para determinar con exactitud qué es lo que le pasa a su corazón. Vamos a esperar a que su salud se estabilice un poco y a que despierte de la anestesia. Dentro de una semana comenzaremos con las pruebas.
Un desinflado y débil gracias sale de todas nuestras bocas. Aún sigue aquí contigo, relájate un poco, me obligo mentalmente.
-¿Podemos verle? –Logan formula la pregunta que todos queremos que sea respondida, personalmente, hasta que no lo vea no me voy a quedar tranquila.
El doctor Campbell se toma unos segundos para pensarlo.
-Puedo darles cinco minutos para que le vean a través del cristal, ni uno más ni uno menos –podría haberlo dicho con un tono más amable, ¿no podría habernos tocado alguno parecido a los de la serie Grey’s Anatomy?
Le seguimos por las salas del hospital hasta la número siete, un largo pasillo con un par de sillas frente a cada uno de los cristales, hay solo un par de personas pegadas al primer cristal, una mujer joven y una niña de unos diez años. Mis padres acuden a mi mente por primera vez en todo el día, cuando llegue a casa iré directa a decirles que les quiero… Llegamos al cuarto cristal. Yo me quedo paralela a él mientras los otros se asoman, en sus rostros se dibujan caras de horror. Amelia rompe en llanto y se trata de aferrar sus manos al cristal como si fuera James.
Soy consciente de que el minutero ahora es veloz y no tendré mucho tiempo para verle, por lo que dejo atrás mi miedo a verle postrado en una cama y me uno a los demás. En principio solo soy capaz de ver mi reflejo, a medida que me acerco me hago más pequeña hasta que lo único que soy capaz de ver es una mezcla de claves de colores, máquinas y a James sepultado entre todo. Siento un plomo caerse sobre mi pecho y me tambaleo un poco hacia atrás.
Creo que nunca he visto un color de piel tan pálido como el suyo, es como uno de esos aristócratas de hace siglos que se empolvaban las caras hasta parecer yeso. Bajo sus ojos hay dos ojeras que parecen moratones. Le han entubado por lo que alcanzo a ver, del pecho le salen tres largos cables de color rojo y negro (creo que es lo que mide sus constantes vitales). También asoma algo blanco debajo de la bata, creo que es la venda que cubre la cicatriz del pecho…
Tengo el impulso de entrar y llevármelo de aquí, lejos de todas estas cosas. Solo quiero poder abrazarle una vez más y que todo esto sea una pesadilla.
-Lamento tener que decirles que es hora de irse –el doctor Campbell cada día me cae peor a cada segundo que transcurre.
A regañadientes comienzo a caminar hacia la salida de la UCI, minutos después volvemos a estar en las sala de espera. Es cierto que nos hemos relajado un poco al comprobar que James sigue vivo, pero verle de esa forma a mí me ha dejado rendida.
-Es hora de irnos a casa, llamaré a Luke para que traiga la limusina –sentencia Carlos comprobando la hora en su reloj de diseño -¿Quieres que te lleve Levy?
Carlos y Levy han tenido una relación tortuosa desde hace un par de años. No se quieren, no se aguantan pero son incapaces de estar el uno sin el otro. Mi mejor amiga me pide permiso con la mirada para irse con él. Asiento con una sonrisa.
-Si algo va mal, si necesitas hablar o quieres compañía llámame a la hora que sea –me da un abrazo y se da la vuelta.
Camino sobre mis pasos hasta Amelia que ha vuelto a sentarse en una de las sillas.
-¿Quieres ir a casa, necesitas que te llevemos? –le ofrezco sentándome a su lado.
Ella da unas palmaditas amables en mi rodilla y niega.
-Gracias cariño, pero me quedaré aquí por si ocurre algo –sus ojos están tan rojos y en su rostro hay tanto dolor que casi me siento tonta por pensar que soy la que más sufro con lo que está pasando.
Me gustaría quedarme junto a ella, cuando más cerca esté de James mejor. De todas formas en mi casa no pegaría ojo…
-Me quedo con ella, Logan –mi hermano me mira desde arriba con aire reprobatorio.
-Te vienes a casa conmigo, papá y mamá están preocupados, quieren que te lleve a casa y eso es lo que haré –no entiendo por qué parece tan enfadado.
-Quiero quedarme –contradigo levantándome de la silla, odio cuando se usa su tono autoritario.
-Vamos… a… casa… -pronuncia cada sílaba con rabia y énfasis.
-Ve a casa Joyce, te informaré si hay alguna novedad –Amelia interrumpe en el momento justo en el que Logan y yo vamos a estallar en discusión.
-Adiós –digo con amabilidad.
Paso frente a mi hermano y Kendall con paso presto, manifestando mi descontento. ¿Cómo puede ser tan insensible? Mi novio está postrado en una cama, todavía no sé qué es lo que le pasa, y a él solo le importa contentar a nuestros padres. Mostrar lo responsable que puede ser, como puede mandarme porque es el mayor. A veces le odio tanto…
indigo.
----
Re: Until the end |James Maslow|
Ah me encanta. Ya no te safas de mi. nunca te has safado de mi lol.
Me gusta la personalidad de la Joycetambien me gusta su nombre Ah, pobre James, no ha dicho su primer palabra en todo los capítulos y ya está en el hospital agonizando. u.u XD.
Ah qué no entendí lo de Carlos y Levy
¿Por qué Logan tan mandon? así meencanta cae mal :jum: es broma lo amo
JAJAJA es por qué son de dedo meñique alzado o qué :jum:
Debes seguirla me gusta mucho la trama. También me gusta que relaciones cosas con la historia, como lo de Mario B.
Escribes fantástico me engomo tantoamo las gomas Tus novelas son mi marca personal de eroína ah tan crepuscul@ yo XD.
Te amo <3
Me gusta la personalidad de la Joyce
Ah qué no entendí lo de Carlos y Levy
¿Por qué Logan tan mandon? así me
JAJAJA es por qué son de dedo meñique alzado o qué :jum:
Debes seguirla me gusta mucho la trama. También me gusta que relaciones cosas con la historia, como lo de Mario B.
Síguela. Síguela. Síguela. Síguela. Síguela.
Escribes fantástico me engomo tanto
Te amo <3
Fin del comunicado. Camilo fuera.
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