Prólogo
Año 1992
Los copos de nieve caían como si fueran pelotas de golf, como todos los inviernos este igual iba a ser duro en Moscú, cada año era peor, morían decenas o quizás miles de personas cada día, ya sea por morir congelados en las calles, otros porque no tenían nada de comer, a las personas en Rusia ciertamente no les importaba que aquellas personas murieran en aquellas condiciones tan deprimentes, lo que les importaba eran ellos mismos.
En aquel instante en el cual un hombre estaba agonizando de frío en un parque, los agentes de la KGB se reunían en unas de las tantas instalaciones subterráneas que habían en las calles de Moscú. Su director de operaciones el señor Nicholas Bolkonski se encontraba irritado, es más de hecho estaba muy molesto, la razón aparente de esa molestia era realmente un hecho escandaloso, el proyecto “Titanes” no había resultado como él planeaba, los súper soldados, los soldados que habían entrenado durante 10 años se habían sublemado a ellos por lo cual tuvieron que matarlos a todos a sangre fría, es decir los ejecutaron como si hubieran sido perros votados en las calles.
Estaban en una sala de tamaño circular, esta era blanca, con una mesa de caoba igualmente circular, en ella había montones de papeles de distintos tamaños y formas, en una pared lateral había como una especie de telón colgado, en el cual se proyectaban algunas estadísticas que la mayoría de los miembros en la sala no entendía, claro sólo uno lo entendía y era a ese al que el general quería matar con sus propias manos.
- ¿QUÉ ES LO QUE OCURRIÓ? – Les gritó el director a todos los miembros que componían el proyecto “Titanes” - ¿CÓMO SE LES PUDO ESCAPAR DE LAS MANOS?
Todos los aludidos estaba en una especie de transe, nadie, exactamente nadie sabía que era lo que había ocurrido, todos pensaban que el proyecto estaba viento en popa, nunca imaginaron que los soldados se iban a ir en contra de ellos. Bolkonski los miraba como si fuera un león buscando su presa, nadie se dignaba a darle alguna solución de lo que había sucedido, ninguno quería que el director los matara.
- ¿A CASO NADIE ME RESPONDE? – Esta vez Nicholas estaba muy enojado, en cualquier momento se abalanzaba hacía cualquiera de los presentes, en especial al científico encargado del proyecto - ¿LES HE DICHO ALGO, CONTÉSTENME?
Nadie quería morir a manos del temerario general, hasta que uno de los científicos (no el que estaba a cargo) levanto la mano.
- Se, se, señor - Dijo con una voz un tanto temerosa – El suero era muy potente, la composición era detallada, los aminoácidos estaban balanceados, vimos la sangre de cada uno y, y , y…
- ¿NO ME INTERESAN LOS ESTÚPIDOS AMINOÁCIDOS, NOLAN? – Le gritó el general al científico el cual se apellidaba Nolan – ¡QUIERO RESPUESTAS, ESTOY HASTA EL CUELLO ESPERANDO UNA RESPUESTA!
De repente todos se quedaron en silencio, sólo había una persona la cual podría explicar todo lo que pasó y esa era el encargado del proyecto, el Doctor Victorius. A medida que pasaban los segundos y los minutos el aludido se sentía intimidado por todos, en especial por el temido general. Lentamente el doctor de aproximadamente 40 años se levantó de asiento y se encaminó hasta la pared en la cual estaban proyectados los distintos gráficos.
- Cómo pueden ver aquí – Dijo con una voz chillona y a la vez indicando los gráficos – Los sujetos experimentales estaban perfectamente bien, sus cerebros estaban debidamente monitoreados cada día, por lo que no sabemos que es lo que sucedió, las dosis de los químicos estaban bien, nuestras investigaciones decían que…
- Victorius, Victorius – Le dijo el director perdiendo la paciencia – No me interesa lo que decían sus investigaciones, para eso ya he leído el tedioso informe que me dio hace unas semanas – Tiró un fajo de papeles los cuales se derramaron en la mesa juntos con los demás.
Victorius lo miró con cara de asustado, todos sabían que cuando el director estaba muy enojado, era capaz de matar a quien se le cruzara por el camino, por eso era el director de la KGB, el cual en ese preciso instante estaba sacando un arma dejándola en su regazo.
-Pe, pe, pero señor, nuestras investigaciones decían que ellos estaban bien …
- ¿QUÉ ELLOS ESTABAN BIEN? – Estalló Bolkonski - Si los súper soldados habrían estado bien no estarían en este momento muertos y enterrados en una fosa común – Después miró a cada uno de los presentes – Ustedes son los únicos culpables de todo, siempre me dijeron que todo estaba bien, pero no era más que una mentira, por sus caras noto que todos ustedes sabían del asunto.
En ese momento todos comenzaron a protestar, algunos diciendo que unos no sabían lo que realmente estaba sucediendo, que solo los científicos sabían de la existencia de una rebeldía entre los soldados, por su parte decían que los burócratas les dieron muchas misiones, que los soldados igual necesitaban un descanso, que ellos no eran máquinas, en fin todo eran un caos, todos se acusaban entre ellos. Hasta que escucharon un disparo, inmediatamente todos se quedaron callados y asombrados porque la persona que había dado el disparo había sido el director, pero ese no fue el hecho por lo que se asombraron, sino fue que el director le había disparado directamente al Doctor Victorius, dejándolo estampado en la pared en la cual se estaban proyectando los gráficos, dejando todo cubierto de sangre mientas su cuerpo caía al piso son vida, manchando el piso y los papeles de sangre.
- Al próximo que abra la boca, le pasará exactamente lo mismo – Dijo el director mirándolos a todos – El proyecto “Titanes” queda suspendido y pobre de aquel del que me hable aunque sea un poco de él porque lo último que sentirá es una bala en su cabeza.
Dicho esto el director de fue hacia su oficina, llevándose todos los archivos del proyecto “Titanes”, inmediatamente iba a guardar en el fondo de los archivos todo lo que tuviera relación con aquel, nadie sacaría a colación otra vez el proyecto, o por lo menos eso era lo que él creía.
Año 1998.
El director Bolkonski estaba sentado en su oficina en Moscú, odiaba el trabajo de oficina, él siempre había sido un soldado con honores, defendiendo a Rusia en todas y cada una de las guerras que esta había enfrentado, ahora él estaba condenado a ser un simple burócrata, yendo a reuniones todo el día y viendo papeles todo el día.
Tomó uno de los foller que estaba encima de su escritorio, estaba cansado de verlos, todo el día había estado mirando proyectos sin sentido, era ya de noche y lo único que quería era ir a su casa, tomarse unos cuantos whisky y después irse a la cama, lo malo era que tenía que terminar de ver todos los foller, menos mal el último era el que tenía en sus manos.
Al abrirlo y ver el título del proyecto quedó anonadado, nunca creyó que iba a volver a leer esas palabras.
“PROYECTO TITANES”
Por Irina Dostoievski y Vladimir Dostoievski
Inmediatamente comenzó a leerlo y se dio cuenta de que aquel proyecto era exactamente el mismo de hace 6 años, el mismo el cual le había dicho a todo el mundo que no quería ver más. Sin embargo a medida de que iba leyendo encontró muchas cosas de las cuales el proyecto anterior no tenía. Al parecer los hermanos Dostoievski habían detectado las anomalías que en el pasado no se habían podido solucionar. Como por ejemplo, esta vez los soldados del proyecto iban a ser niñas, de hecho tenían que ser niñas de entre 12, 13 u 14 años, secuestradas y lavadas de cerebro para que en ellas creciera un odio hacia la sociedad. Con un súper suero y lavados de cerebro iban a crear a las mejores soldados o como decía en el informe, iban a crear a unas MENTES ASESINAS.
Dejó el foller a un lado, Mentes Asesinas, él siempre había querido que las cosas en el anterior proyecto hubieran sido así, algo sanguinario, algo temerario, algo que hiciera que todo el mundo cayera bajo los pies de su querida Rusia. La propuesta de aquellos hermanos no estaba mal, de hecho estaba muy buena, esta vez las cosas iban a resultar como él las planeaba porque las iba a monitorear él mismo.
Tomó nuevamente el foller, y además tomó un timbre el cual estampó en el foller, al sacar el timbre la palabra APROBADO estaba en él.
Años Después
Irina Dostoievski se sentía feliz, no, de hecho se sentía victoriosa, desde hace 8 años estaba esperando con ansias ese momento, hace 1 año habían comenzado con el plan que siempre habían anhelado ella, su hermano y en especial el director de la KGB, es decir secuestrar a la primera chica que comenzaría a realizar sus planes de conquistar el mundo.
Angeline Parker, así se llamaba la chica que en ese mismo instante estaba entrenando junto con Carrie Whinslor, Irina estaba feliz, la chica ya llevaba 1 año entre ellos y ya había matado a muchas personas, a ese paso iban a poder concretar todos los planes, es decir tener un ejército de Mentes Asesinas, las cuales esta vez iban a estar 100% a sus órdenes, ellas nunca se iban a ir en contra de ellos, los anteriores soldados lo hicieron. Irina sintió unos pasos tras de ella, al darse vuelta vio que el director Bolkonski pararse detrás de ella mirando a la soldado Parker con los mismos ojos que lo hacía ella.
- Esta vez va a resultar – Dijo Bolkonski a sus espaldas.
- Señor – Dijo ella sin darse vuelta – El proyecto está resultando, es hora de comenzar la fase 3, es hora de buscar más soldados.
- Lo he estado pensando Generala – Él al decir eso se rió un poco – Además estuve leyendo el informe que dejó su hermano Vladimir, él dice que los avances de los sueros y todas esas cosas que en realidad no entiendo mucho, lo único que sé es que sus famosos sueros están resultando, he buscado a los mejores entrenadores como ustedes nos dijeron y aquí está el resultado.
Miró a la soldado Parker la cual estaba con un cuchillo atacando a Carrie, la cual por más que sea una profesional no pudo evitar ser acuchillada en el tórax por Parker.
- ¡MUERE PERRA! – Gritó Parker mientras le atravesaba el cuchillo hasta lo más profundo, esa chica era incontrolable cuando se encontraba entrenando y era mucho peor cuando estaba en alguna misión.
- ¡ANGIE! – Le gritó la generala, ella por más que fuera fría, nunca había tratado a la soldado, en el fondo le tenía un poco de cariño ya que como ella la había “creado” se consideraba como una madre, aunque claro nunca lo demostraba – ¡Es suficiente! Deja a Whinslor ella no es uno de tus objetivos.
Inmediatamente Angeline soltó a Carrie, la cual gritó de dolor, Angeline le había clavado el cuchillo muy profundamente por lo cual apenas se podía mantener en pie, Angie solo la soltó porque la Generala se lo había dicho o si no la podía haber matado, pero ella tenía respeto por la Generala, pero sólo por la Generala.
- Angie, ve a darte una ducha y después ve a donde mi hermano para que te cure las heridas – Ordenó la Generala.
¡Sí, Señora! – Acató la soldado Parker poniéndose en la posición firme y yéndose a hacer lo que la Generala le había dicho.
Bolkonski miró como Angeline se iba, comenzó a caminar hasta que quedó delante de la Generala mirándola seriamente.
- ¿Por qué le dices Angie? – Le preguntó entre curioso y un poco molesto.
- Lana Grant, la psicóloga dice que debemos de tratarla como si fuera una persona, que no es una máquina de matar, ella no tiene sentimientos ni nada, tampoco hay que albergarlos, pero es una chica y eso nunca va a cambiar – Contestó de manera muy seria – Sólo lo hago para que Lana Grant deje de decir que la tratamos mal.
- Lo entiendo – Dijo el General – En cuanto a lo que estuvimos hablando anteriormente, en la mañana he aprobado la siguiente fase del proyecto, así que busquen a todas las chicas indicadas, porque lo que quiero es un ejército de asesinos o en este caso un ejército de asesinas.
2 Años después
Cómo lo predijeron todos, las soldados se estaban perfilando como verdaderas guerreras, en total eran 19 chicas, 19 soldados, 19 “Titanes”, en conclusión eran 19 Mentes Asesinas, las cuales estarían entrenadas para un solo propósito: Matar a quienes se interpongan en el camino de la gloria de Rusia, Rusia con ellas por fin sería una nación, un país que tendría todo el mundo a sus pies.
Capítulo 1
Actualidad
Berlín – Alemania
Dalia Chia (Dali)
La luz de la televisión era solo lo que iluminaba el cuarto, pero de todos modos se podía ver lo que Dali estaba haciendo. Ella tenía amarrado en una cama a un chico, él estaba completamente desnudo, estaba amarrado con los brazos y las piernas a las patas de la cama, tenía algunas heridas en el rostro, Dali le había pegado unas cuantas veces antes de arrastrarlo hacia el lugar en donde lo último que vería sería su muerte.
- ¿Quién eres tú? – Dijo el chico un tanto atemorizado.
Dali caminó hacia donde estaba el chico, este mostraba una cara de miedo, tenía miedo de lo que le podía hacer porque la cara de la chica no era muy buena, de hecho era de terror.
- ¿Qué es lo que te voy a hacer?- Le dijo ella con una voz un tanto fría – Te haré muchas cosas, chico, pero primero me tienes que decir cuáles son los códigos de acceso para la bóveda del banco.
La misión de Dalia era de encontrar los códigos para poder entrar a la bóveda del banco central de Berlín, después otros de la KGB se encargarían de entrar a ella, Dali estaba muy enojada porque ella era la que quería entrar en la bóveda, pero la generala le dijo que no y ella debe acatar todo lo que dice la generala.
- ¿De qué códigos hablas?- Dijo el chico abriendo muy grandes los ojos, eso era un signo de que él sabía de lo que ella estaba hablando.
- No intente jugar conmigo, sé que tu eres el único que tiene acceso a los códigos de la bóveda del banco – Ella comenzó con una voz fría y además sacó un cuchillos de su espalda – Ahora mismo me los dirás chiquito.
Lentamente se acercó hacia la cama, se sentó a horcadas encima de él, le colocó el cuchillo en la garganta y sintió como el chico temblaba de lo aterrado que estaba.
- Ahora sí me dirás lo que necesito – Le dijo profundizando más el cuchillo en la garganta del chico – Y sin rodeos, no soy una persona con mucha paciencia.
Dali esperó unos cuantos segundos, el chico la miraba aterrado, pero no le decía nada, ella era una chica con poca paciencia, había sido creada de esa manera, bueno, todas las mentes asesinas habían sido creadas y criadas con eso, pero ella nunca la había tendido. Así que tomó se bajo de la cama y sin previo aviso enterró el cuchillo en el estómago del chico.
- Ahora sí, me dirás los códigos – Lo obligó desenterrando el cuchillo – A menos que quieras quedarte sin tu bolas – Apuntó el cuchillo directamente a su pene.
- Por favor – Dijo el chico escupiendo un poco de sangre – No me mates.
- Te mataré si no me dices los códigos de acceso de la bóveda central– Dijo ella más que irritada - ¡Ahora!
- Los códigos están en 2 de mis muelas, por lo que no sé los números, solo soy el portador - A este punto el chico estaba llorando del miedo.
Dalia estaba en un tremendo problema, ese era cómo se los iba a sacar, hasta que se le ocurrió una genial idea. Fue hasta un cajón en el cual habían una serie de herramientas, lo revolvió un poco hasta que por fin encontró lo que estaba buscando, un alicate. Fue nuevamente hacia la cama donde estaba amarrado el chico, fue hacia el cabezal.
- Abre la boca – Le ordenó, pero el chico no lo hizo - ¡TE DIJE QUE ABRIERAS LA BOCA!
Pero el chico no lo hizo, por lo que ella le tomó el rostro, le introdujo los dedos en la boca, se la abrió completamente, el chico intentaba cerrarla para así morderla, pero Dali la mantenía bien abierta. Ella buscó las muelas, hasta que por fin las halló, acercó el alicate hasta la muela izquierda, lo afirmó a esta y comenzó a tirarla. La sangre fluía a chorros de la boca del pobre chico, las manos de Dalia igualmente estaban llenas de sangre, al oler la sangre ella comenzó a tirar la muela más fuerte, a este punto el chico gritaba y lloraba con mucho afán, pero a ella no le importaba, de hecho si él más gritaba, ella más fuerte tiraba, hasta que por fin pudo sacar la primera muela.
Ella fue hasta una lámpara la cual estaba prendida y en la muela pudo ver un número, ese era 83, ese era el inicio del código, por lo que faltaba el restante, el cual estaba en la muela derecha. Se acercó nuevamente al chico, este estaba agonizando por lo que en pocas palabras estaba a punto de morir. Dalia tomó otra vez el alicate para continuar con la ardua faena, abrió nuevamente la boca del chico, esta vez él no opuso resistencia, buscó la muela derecha y realizó el mismo procedimiento. Al sacarla vio que decía 21, en pocas palabras el código de acceso de la bóveda del banco central de Berlín era 8321.
Dalia tomó su teléfono móvil y marcó un número.
- El código es 8321, hagan su trabajo idiotas – Dijo fríamente al altavoz – Y quiero mi parte.
Colgó el teléfono móvil y miró el cuerpo del chico, este estaba cubierto de sangre, pero todavía mostraba signos de vida porque su pecho subía y bajaba a un ritmo latente.
- ¿Así que todavía estas vivo?- Lo miró sin ningún sentimiento – Pues como dicen en las películas, voy a acabar con tu sufrimiento.
Tomó nuevamente el cuchillo, el cual tenía en el cinto de su pantalón, fue hasta la garganta del chico y le cortó la garganta, la sangre callo por el suelo e incluso por las paredes, el corte fue preciso porque inmediatamente el chico murió.
De improvisto su teléfono móvil comenzó a sonar, ella rápidamente lo contestó.
- Habla la soldado Chia – Dijo ella automáticamente.
- Soldado habla la generala, usted inmediatamente tiene que volver a la base, ha surgido una nueva misión.
- Sí señora – concretó Dalia para después aventar el teléfono contra la pared, para no dejar rastros.
Pero esto era solo el comienzo e una nueva misión, una misión que sin saberlo le cambiará la vida.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
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Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
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Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
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Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.