Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-

Ella cerró los ojos un momento, pero los abrió de golpe.
—No.
Zayn podría aceptar una negativa si supiera que Lauren no lo deseaba, pero no era así.
Entonces, ¿por qué estaban sufriendo los dos? Quería besarla hasta que ella le suplicase que le quitara la ropa y la tirase sobre la cama.
Y seguro que era tan ardiente como imaginaba. No, más ardiente, más húmeda. Se ponía a sudar pensando en ello.
Zayn vio que se ponía colorada, como si hubiera leído sus pensamientos.
Oh, sí. Lo deseaba.
—La aprobación de tu familia... —empezó a decir Lauren—. Por eso quieres conseguir la nominación de la Cámara, ¿verdad?
No podía haber dicho nada mejor para enfriarlo.
—Eso es algo personal.
—El día que me convertí en tu esposa empecé a formar parte de tu vida personal. Si no me lo cuentas, no podré ayudarte.
Zayn se pasó una mano por el pelo. Tenía razón, ahora Lauren era parte de su vida, aunque sólo fuese de forma temporal.
—Quiero ocupar el sitio que me corresponde en Malik Inc.
—¿Por qué? ¿Dirigir Estate no es suficiente?
—No, no lo es. Mi padre me dejó fuera del consejo de administración cuando estaba vivo y ahora Parker está haciendo lo mismo. Y estoy harto de que me nieguen mi parte del negocio.
—¿Y qué importa eso? Tú tienes éxito con o sin la aprobación de Parker.
—Yo no quiero su aprobación —dijo él—. Me educaron para ocupar un sitio en la empresa familiar. Tengo la formación y la experiencia necesarias para hacer un papel más activo. Y me pregunto si se me niega mi sitio porque conocía la aventura de mi padre con la madre de Cassie y tuve valor para decírselo.
—¿Crees que te están castigando por no permanecer callado?
—Exactamente. Claro que nunca podré estar seguro.
—Sabes que no te dejan fuera por tu falta de talento, ¿verdad? No estaba mintiendo cuando le dije a Parker que diriges una organización que funciona como un reloj. Yo he trabajado en muchos sitios y sé de qué estoy hablando.
Su apoyo hizo que Zayn empezase a mirarla de otra manera.
—Gracias. No sé qué decir...
—Eres un típico hijo mediano, ¿lo sabías?
—¿Qué?
—Los niños que nacen entre unos hermanos y otros tienen que encontrar su sitio, su propia manera de triunfar, de llamar la atención.
—Eso es... acertado, supongo. Parker y Stephen siempre han estado muy unidos entre sí... y con mi padre. Brooke y Brittany son chicas y se llevan bien. Así que yo aprendí pronto a entretenerme solo. Si quería la atención de mis padres tenía que hacer algo más importante o más llamativo que mis hermanos. Y en el proceso adquirí una fama de temerario y de despreocupado que no puedo quitarme de encima, aunque dejé ese comportamiento juvenil hace mucho tiempo.
—¿Y crees que haberte casado ayudará a que olviden esa fama?
—Haberme casado con la mujer adecuada, sí.
Lauren se volvió hacia la ventana y él siguió la dirección de su mirada. Las luces de un crucero saliendo del puerto de Miami se reflejaban en el agua. La vista del mar había sido la razón por la que compró el ático, pero la vista no lo tranquilizaba esa noche.
—¿Tú eres hija única?
—Sí.
—¿Y cómo son los hijos únicos?
—Conformistas o rebeldes, no hay término medio.
—¿Y tú qué eras? —sonrió Zayn.
—¿Tú qué crees?
Él pensó en su forma de vestir, el pelo siempre sujeto en un moño, las gafas que no necesitaba...
—Una conformista. Lo cual está bien, porque una mujer con un pasado salvaje es lo último que necesito.
Y, sin embargo, el deseo de hacerla sentir salvaje en la cama lo tenía tan excitado que estaba a punto de mandar al demonio la promesa de no mantener relaciones sexuales con ella.
Zayn se volvió abruptamente y apartó el embozo de la sábana:
—Vamos a la cama.
Ella no se movió.
—Ya te dije que no iba a acostarme contigo.
—Lauren, sólo hay una cama. Como nos vamos mañana a la casa de Sunset, no he convertido el estudio en un dormitorio.
—Entonces dormiré en el sofá. ¿Tienes una almohada?
—¿Qué pasa? ¿No confías en ti misma?
Lauren se quedó en silencio unos segundos antes de apartar la mirada.
—Es posible.
Su sinceridad lo sorprendió.
Pero tampoco él estaba seguro de poder controlarse si se acostaba con ella. Y, por mucho que la deseara, no pensaba hacerle el amor hasta que Lauren estuviera húmeda y disponible.
Hasta entonces, tendría que soportar algunas noches en blanco.
—Acuéstate en la cama. Yo dormiré en el sofá.

El pulso de Lauren se aceleró y tuvo que pasarse varias veces las sudorosas palmas de las manos por el pantalón. Había tres pasillos en el piso de arriba. ¿Derecha? ¿Izquierda? ¿De frente? ¿Cuál habría sido la habitación de su madre?
Zayn cerró la puerta cuando los hombres de la mudanza se marcharon y empezó a subir la escalera con una maleta en cada mano.
Con vaqueros y una camiseta de algodón que se pegaba a su torso, destacando un cuerpo que podría haber sido el de un modelo, los bíceps marcados...
«Muy sexy. Pero el sexo ya no es suficiente. Nada de revolcones de una noche. Te lo has prometido a ti misma».
Pero esas promesas no podían evitar que se le pusiera la piel de gallina cada vez que él estaba cerca. Y cuanto más tiempo estaban juntos, mayor era la fascinación.
—¿Has encontrado el dormitorio principal?
—No —contestó ella. Ahora que estaba allí empezaba a temer que aquello hubiera sido un error, que los diarios no estuvieran escondidos en la casa.
¿Pero y si lo estaban? No tenía la menor duda de que su lectura cambiaría su vida. Y quizá no para mejor.
—Por aquí —dijo Zayn.
Mientras lo seguía, no pudo evitar mirar su espalda... y su bien formado trasero.
«Contrólate, por favor».
—Nuestra habitación es la parte más moderna de la casa, se construyó hace quince años.
Antes de que su madre muriera.
Pasaron por delante de un vestidor tan grande como el salón de su apartamento, con cajones y armarios empotrados. Zayn se detuvo para dejar las maletas en el suelo y luego siguió por un pasillo, pasando frente a un cuarto de baño que parecía salido de la revista Architectural Digest: suelos de mármol blanco, una ducha redonda con paredes de cristal, una enorme bañera de hidromasaje, encimeras de mármol negro, grifos ultra modernos...
Frente al cuarto de baño, una tercera puerta revelaba un cuarto de estar y el nuevo sofá-cama. ¿Era allí donde iba a dormir?
Lauren siguió a Zayn hasta un dormitorio semicircular decorado en tonos arena, perla y albaricoque, con una enorme cama colocada sobre una tarima de madera con un cabecero tallado como una enorme concha marina. Las paredes eran de cristal y tenía la misma vista de la piscina, el muelle y la pista de tenis. Una tumbona, una mesita y dos sillones ofrecían un lugar perfecto para desayunar o leer un buen libro.
—Es precioso, pero aquí no hay mucha intimidad, ¿no? Cualquiera que mire desde el jardín podría vernos.
—Con este botón se cierran las cortinas —dijo él, señalando un interruptor.
La suite era más pequeña que el búngalo y más íntima que su ático.
¿Podría compartirla con él y no rendirse al deseo que sentía?
Una imagen apareció entonces en su mente; una imagen que la había perseguido durante todo el día. Aquella mañana había despertado antes que Zayn y se había acercado de puntillas hasta la barandilla del segundo piso para verlo abajo, dormido en el sofá del salón. La sábana lo cubría hasta la cintura, pero era evidente que dormía desnudo. Y había perdido demasiado tiempo mirándolo, esperando que la sábana que apenas lo cubría cayera al suelo...
«Voyeur», pensó, poniéndose colorada.
No, sólo era curiosidad.
No, era más que eso. Zayn siempre le había gustado y ahora le gustaba más. Y no porque le hubiese regalado un anillo de diamantes o el coche. Eran las pequeñas cosas que había descubierto sobre él, como por ejemplo que fuese tan buen perdedor cuando jugaban al scrabble, que fuese tan protector con su hermana pequeña, que no hubiera ridiculizado su miedo a volar, que quisiera ayudar a su madre...
Entendía la difícil relación que había tenido con su padre y su deseo de compensar un pasado no demasiado admirable. Eso era algo que tenían en común.
Y si no estuvieran casados querría salir con él.
A lo mejor Zayn no era el mujeriego que decían en las revistas después de todo. A lo mejor sólo era un hombre normal y corriente que quería acostarse con mujeres guapas lo más a menudo posible.
No era un hombre que evitase el trabajo y, si fuera el playboy que decían las crónicas, podría haberse quedado en la cama y dejar que los empleados lo hicieran todo, pero no era así.
«Y a lo mejor tú te estás agarrando a un clavo ardiendo porque te gusta».

Síguela!  

—La cama es suficientemente grande para los dos —sonrió Zayn entonces.
No debería sentirse tentada, pero así era.
—Zayn, ya hemos hablado de esto...
—Lauren —replicó él en el mismo tono. Pero había una invitación al pecado en sus ojos marrones, una invitación que ella quería aceptar por mucho que se lo negara a sí misma.
—No me lo estás poniendo nada fácil.
—No —Zayn tomó su cara entre las manos. El calor de su palma era tan agradable que sentía la tentación de apoyar la cara en ella.
Y ésa era otra cosa. Zayn era sincero, a pesar de la deshonestidad de aquel matrimonio.
La deseaba y no intentaba esconderlo.
«Acostarte con él no sería un intento de buscar aprobación o una forma de retar a tu padre».
Pero no estaría bien. Rendirse al deseo no la acercaría a su objetivo y ella quería pensar en el futuro.
Sin embargo, antes de que pudiera tomar una decisión, él inclinó la cabeza para buscar sus labios, acariciándola con la lengua y tirando suavemente de su labio inferior. A Lauren le encantaba su forma de besar.
El beso de la noche anterior había sido ardiente, pero no tanto como aquél. Aquél era un asalto a sus sentidos que la hacía olvidar la precaución y el sentido común.
Zayn la empujó suavemente contra la pared y metió un muslo entre sus piernas, empujando hacia arriba mientras acariciaba sus pechos por encima de la camiseta hasta que a Lauren se le encogió el estómago. La erección masculina rozaba su vientre y el calor de su torso la quemaba.
Tuvo que apretar los puños para controlar el deseo de tocarlo, de comprobar si lo que había bajo sus pantalones era tan grande como parecía.
Nadie que mirase desde fuera podría ver sus lenguas haciendo un baile sensual ni las manos de Zayn sobre su pecho. No había testigos, pero Lauren quería aquello, lo quería a él; quería que la tocase, quería sentir la pasión que se había negado a sí misma durante tanto tiempo.
El puso una mano entre sus piernas y Lauren se apartó para buscar aire, apoyando la cabeza en la pared. Zayn empezó a acariciarla por encima del pantalón, despacio, sabiendo lo que hacía, y un gemido escapó de sus labios.
«No deberías dejar que te hiciera eso».
«Detenlo. Eres demasiado vulnerable en este momento como para razonar».
«Apártate».
Pero no podía hacerlo. Aún no. El placer, fuera de control, aumentaba de tal forma que estaba a punto de llegar al orgasmo.
Casi incapaz de soportar su propio peso, se agarró a los hombros de Zayn, apoyándose en la pared para no perder el equilibrio. Y se obligó a abrir los ojos para mirar los de él.
—¿Te gusta?
Lauren se puso colorada.
—Tú sabes que sí. Pero no deberíamos hacerlo —avergonzada, volvió la cabeza para mirar el jardín—. No hay nadie mirando.
—Esto ha sido para mí. Ya te dije que siempre intentaba conseguir lo que quería. Y te quiero a ti, Lauren Malik. Considérate advertida.
Luego le guiñó un ojo y salió de la habitación.
Y a Lauren se le doblaron las rodillas.
¿Qué había hecho?
Había abierto la caja de Pandora.
Y no estaba convencida de que fuese capaz de cerrarla.