Armas del Pasado

por **mylittlesecretjournal** Miér 09 Oct 2013, 7:45 pm

ARMAS DEL PASADO

Nombre: Armas del Pasado.

Autor: Yo.

Advertencias: Esta novela no es solo sobre romance, tambien tiene accion y un poco de fantasia. Y no se cuando podre subir capitulos, pero todo depende de sus reacciones. ¡Disfruten!
Otras Fuentes: Ninguna.

P R O L O G O

D

espertó de golpe ante el estruendo de una bala suelta. Le entraron nauseas al percibir que su hermana no estaba junto a ella. Se incorporó de inmediato para asegurarse que estaba sola en la habitación. Unas pequeñas perlas de sudor se asomaban en su frente y respirar le daba trabajo.

Brincó fuera de la cama y abrió la puerta de golpe, cuando un arma la apuntaba en la cabeza justo entre las cejas. Dio un grito ahogado y se le corto la respiración completamente.

Tragó saliva antes de ver los agujeros profundamente vacios de la persona que amenazaba su vida. Abrió de par en par los ojos y el labio inferior comenzó a temblarle, resistiendo las lágrimas.

- ¿Dónde está? – se atrevió a preguntar.

El muchacho que la apuntaba con la pistola ladeo la cabeza entrecerrando los ojos, con una sonrisa sombría.

Si tan solo ella también tuviera un arma. Tenía tantas ganas de darle un puñetazo en la cara que tuvo que cerrar los puños con fuerza para no cometer tal estupidez.

- ¿Tu donde crees que esta? – se limito a responder.

- ¿Me harás lo mismo? – su voz tembló ante el leve pensamiento de su hermana ya muerta en alguna parte de la casa. No quería el mismo destino.

No quería morir asesinada. No por él.

Lo miro directamente a los ojos y sus impulsos por atacarlo se multiplicaban.

- Depende. – responde encogiéndose de hombros.

Apretó los dientes.

- ¿De qué?

- Bueno, necesitamos rehenes. Aquí te doy opciones. Mueres aquí, o me acompañas, y morirás otro día.

- Ese día no debería de depender de tus decisiones. Me das asco – esta última palabra lo dijo con cierto odio en la voz.

Él hace un chasquido con la lengua.

- Sí… fue muy similar a lo que ella respondió.

Al parecer iba a seguir hablando cuando ella lo tomó desprevenido. Con agilidad le dio un puñetazo en las costillas y mientras éste se estremecía de dolor, ella tomó el arma de su mano y le disparó en la pierna antes de salir corriendo por el pasillo.

Su grito se escucho por toda la casa haciendo que sus vellos de la nuca se pusieran de punta.

Jadeando dio vuelta en la esquina y se encontró con el cuerpo de su hermana con un agujero de sangre brotando de uno de sus costados. Su piel era ya muy pálida, demasiado.

La sangre fresca se esparcía por el suelo. Quería gritar y patalear al lado del cuerpo de su hermana, pero la simple acción de arrodillarse ante ella era demasiado peligrosa.

Con ojos cristalinos y con los labios bien apretados la miro por última vez, murmuró su nombre para sus adentros como una breve despedida.

La adrenalina que sentía ahora era casi palpable. Pero no había tiempo que perder, sabía que estaba rodeada… tenía que salir de la casa cuanto antes.

Tenía la pistola en alto con la mano en el gatillo, lista para disparar a cualquier persona que insinuara ser enemigo.

Con la espalda pegada a la pared se deslizo por ella hasta poder asomar su cabeza con cuidado al otro lado del pasillo. Efectivamente, dos hombres armados cuidaban la puerta a las escaleras abajo.

Respiro hondo y con cuidado, disparo en esa dirección. Ambos se derrumbaron de inmediato, sin embargo, no parecían muertos. Pero estaban demasiado agobiados por la sorpresa del disparo que tuvo otra oportunidad y más de cerca logro darle a cada uno en el pecho.

Esquivo los cuerpos y descendió por las escaleras, con la sangre corriéndole por las venas y el corazón latiendo a una velocidad muy fuerte que casi dolía.

El sol ya se asomaba por una de las ventanas, no faltaba mucho para el amanecer. Percibió que venían por ella. Corrió por el gran vestíbulo con más hombres pisándole los talones.

Todos disparaban pero gracias a su pequeña estatura, y su movimiento en zigzag, no dieron con el blanco.

Solo una bala logro darle en el hombro izquierdo.

Soltó un grito tan fuerte que sintió como se raspaba toda la garganta. Pero no se detuvo.

Logró salir de la casa y por suerte, su auto estaba ahí esperándola. Ella ya tenía una leve sospecha de que algo similar sucedería. Se monto en el auto y pisó el acelerador obligando a sus atacantes a hacerse a un lado.

Siguieron disparando e hicieron dos agujeros en el cristal trasero y daño a los espejos.

Parecía todo una pesadilla. Una vez que esos hombres quedaron fuera de su alcance, se abrocho el cinturón y puso el arma a un lado.

Tan solo tenía diesciseis años. Todo estaba estropeado, después de todo. No lo había matado, solo le había dado un balazo en la pierna. Volvería por ella.

Y su objetivo sería solo ella. Lo concia demasiado bien, él no descansaría hasta encontrarla, y cuando lo hiciese, no dudaría en matarla.

Sabía que de ahora en adelante ya no podría relacionarse con mucha gente. Porque con quien fuese que tuviera relación, moriría con ella.

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