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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Puros. |Novela Colectiva|
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Re: Puros. |Novela Colectiva|
May tiene razón. Pos, para mi hay que saltar su turno y que suba pa navidad(?
jaja, okno, pero MIRANDA SUBE DE UNA PUTA VEZ!
jaja, okno, pero MIRANDA SUBE DE UNA PUTA VEZ!
Loveru
Re: Puros. |Novela Colectiva|
JAJA chi, capítulo sino subes -.- haré cinco páginas de spam, y hablo en sierio -.-
Loveru
Re: Puros. |Novela Colectiva|
spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam spam everywere
Loveru
Re: Puros. |Novela Colectiva|
No puedo hacer mucho spam, estoy estudiando para mi examen de ingreso ;-;
Mαfer'
Re: Puros. |Novela Colectiva|
Pero quiero comentarios larguísimooooooooos cuando lo suba. :meh: yaséqueyanoexisteesesmileyperomeh.
PARACETAMOL
Re: Puros. |Novela Colectiva|
Apenas voy a entrar a la prepa, pero quiero estudiar idiomas xd idk.
Y si Miranda, tendrás comentarios largos, pero apúrate.
Y si Miranda, tendrás comentarios largos, pero apúrate.
Mαfer'
Re: Puros. |Novela Colectiva|
jaja yo adoraba ese smail xD :meh: jaja
Pos, te escribiré un comentario tan largo como una hoja de work, pero SUBE DE UNA VEZ MUJER!
Pos, te escribiré un comentario tan largo como una hoja de work, pero SUBE DE UNA VEZ MUJER!
Loveru
Re: Puros. |Novela Colectiva|
Mmm pos, en mi país solo hay primaria y secundaria, ahí se terminó la cosa, después está la facultad o universidad, como sea que le digan, así que con eso de la prepa creo que se lo que es, pero idk jeje xD
Pos, yo este año quise estudiar ingeniería, pero desaprobé el ingreso, así que tengo medio año al pedo xD ahora, estoy tan perdida, que no se ni que estudiar Dx
Pos, yo este año quise estudiar ingeniería, pero desaprobé el ingreso, así que tengo medio año al pedo xD ahora, estoy tan perdida, que no se ni que estudiar Dx
Loveru
Re: Puros. |Novela Colectiva|
- Spoiler:
Kenneth Devile
Capítulo 25
Todavía no tenía muy en claro cuál era la vida que estábamos buscando. Si bien lo tuve en claro alguna vez, ahora veía mi mente a través de un vidrio empañado y todo se volvía peor al encontrarme a mí misma sin querer romper ese vidrio, sin querer dejar de llorar.
Pero llorar estaba bien. En momentos en los que no quedaba de otra se sentía como si el corazón se te estrujara tanto que se deshiciera en tus ojos. Quería no tener más corazón.
Después de todo quizá ya no tenía suficiente corazón como para darme cuenta. Lo que tampoco quise tener, en ese rato en el que me encontré entre sujetarme del cable o quedarme aferrada al piso, fue un pedacito de mi sensatez. Aunque no iba a saber qué hacer en esa situación tampoco, necesitaba más de una opinión. ¿Entraba a la Cúpula?; ¿o no entraba a la Cúpula? No quería cometer una tontería que nos llevara a todos a el desastre mayor, pero tampoco quería convertir mi vida —sí, acabo de llamarle a todo esto vida— en algo peor. Desde mi punto de vista, algo peor era entrar a esa máquina perversa que contenía personas que habían dejado de ser seres humanos desde hace mucho tiempo.
No éramos bienvenidos y lo sabíamos. Era típico de mí hablar sin saber bien qué era a lo que le estaba diciendo que sí; a lo que le estaba diciendo que no. Es por eso que el sí, quememos la Cúpula fue algo tan impulsivamente mío que no me sorprendió sino hasta media hora después.
Me solté con tanto temor de la cuerda. Sin siquiera haber trepado un mínimo, había causado que mis manos se enrojecieran.
Tuve suerte de no empezar a llorar e ir directo a los brazos de Louis. Me puse a temblar aún más al pensar que no sería una mala idea y que, quizá, ni siquiera me avergonzaría que sus hermanos y los míos nos vieran juntos. Pero lo que pasó con Louis fue un beso en su simplicidad. Yo no me acordaba de cómo besar, Louis no sabía hacerlo, y aún así sacudo la cabeza cuando me acuerdo y pienso en cómo hubiera sido si los dos hubiéramos tenido experiencia. Creo que no hubiera sido diferente porque no suelo comparar las cosas con las que nunca me he topado y me agradó, o por lo menos me agradó hasta ahora, haberme topado con Louis. Literalmente.
—¿Prefieres quedarte acá, Kenny? —Sonsacó Marie caminando hacia mí y sujetando la cuerda que yo acababa de soltar.
Negué. No quería quedarme ni irme a ningún lado.
—Si quieres vas de último —saltó y con agilidad trepó al árbol, con el cable enrollado a la muñeca. Hizo unas cuantas muecas antes de volver a pararse en una rama y gritar—: ¡Sólo no te vayas a tardar mucho!
Sonó más bien como una burla.
Zayn siguió enseguida, justo cuando Marie llegó a la última rama y le gritó un par de obscenidades a Destiny, que tenía la cabeza asomada por la ventana —que estaba lejísimos— y sonreía.
Yo me aparté mucho más del árbol y me abracé a una rama delgada, sin hojas y a punto de desquebrajarse. A lo mejor empezaba a llorar en cualquier momento.
—¡Dios mío, Ken! —Cada vez que Beth decía eso, se acercaba a mí y me daba una palmada en la espalda. Esta vez se quedó en su lugar—. De un momento a otro te portas como una mujer adulta y luego, eres una nena abrazada a un árbol.
El resto del grupo ni nos miró. Pude ver sus sombras sujetándose a las ramas gruesas, colocando los pies en el tronco y, plis plás, ya no tocaban más el suelo.
Escuché un par de voces más y el gemido de Beth. Levanté la vista y ella ya estaba por la segunda rama, imitando los movimientos que había empezado Destiny y que todos habían copiado. Los únicos que quedaban en la tierra, junto a mí y a mi planta a punto de desquebrajarse, eran Liam y Louis.
Los miré.
—Dios, Kenneth —largó en un suspiro el último, se llevó las manos a la cara y de entre sus dedos salió—: No voy a subir sin ti.
Siempre tenía que haber un especie de bufido seguido de Dios y mi nombre. Era una especie de maldición que la gente tenía en contra las cosas y yo me estaba haciendo la constante víctima de ese pequeño lamento. Pero estaban todos locos si creían que me iba a dejar llevar y diría de nuevo que sí. No me convertiría en un monstruo.
Liam se sentó, con la espalda visiblemente adolorida, en la raíz prepotente de un pino. Me pareció macabro que la Cúpula estuviera tan bien escondida y a la misma vez, tan visible. Era como un enorme cartel de "Sí, estamos aquí pero no puedes unírtenos". Sonreí adolorida porque, a pesar de eso, ahí estábamos. Con la mayoría dentro de la Cúpula y con otros tres cobardes —una abrazada a un árbol— a los pies de ella. Estábamos tan cerca que podía sentir las carcajadas egoístas a través de los vidrios, junto con las sonrisas y corazones felices y sin penas.
¿Por qué yo miraba a Louis y sentía todo eso, sin estar dentro de una Cúpula?
—Yo te acompañaré —suspiró Liam con los ojos cerrados y el cuello echado hacia atrás.
Louis se acercó a nosotros dos.
—¡No los voy a dejar acá! —Gritó tan fuera de sí que sentí ganas de abandonar mi planta y correr hacia adentro, pero no iba cambiar de idea por un normal ataque de ira— Y no planeo quedarme.
Sin embargo sí hablé:
—No creas que entraré a esa máquina del demonio.
Liam se rio y asintió, todavía con los ojos cerrados.
Louis se pegó a mi planta, colocó una mano en ella y apoyó la cara justo enfrente de donde estaba la mía.
—No creas que quiero que entres —susurra y lo maldigo cien mil doscientas veces—. Pero tampoco pienses que te voy a abandonar tan fácil.
No digo nada. Espero una caricia en la mejilla y un "Ya está bien de esta broma, ¡bajen todos del árbol!". Ninguna de las dos cosas llega y maldigo una vez más por haberlo siquiera querido.
Si alguien estuviera debajo del árbol, con disfraz de pasaporte que lleva directo a la Cúpula, lo único claro que se lograría ver serían las dos botas de la ORS que están a punto de despegarse de mis pies, y mis piernas que, en pánico, patalean al aire porque no alcanzan una simple rama.
—¡La rama está a solo un centímetro, Kenneth! —Me grita Louis desde más arriba del árbol, donde ya lo comienzan a molestar las hojas durísimas— ¡No vayas a creer que por no alcanzarla te puedes librar de todo esto!
Ya tenía muy en claro que no habría ninguna manera de la que pudiera salir viva en donde me librara de todo este lío. Pero si enserio me costaba alcanzar el tronco que se encontraba a solo un centímetro de mis pies, no me molestaría quedarme ahí colgada hasta que llegara la hora de soltarse desde la altura y así morir. Y no me atraía la idea de morir, para nada, pero si eso me sacaba de mi entrada a la Cúpula...
—¡KENNETH!
Chillé ante el desgarro de garganta de Louis y me di un fuerte impulso, llegando por fin a quedar abrazada al tronco del árbol y respirar por la boca y la nariz, al mismo tiempo.
—¡Muy bien! ¡Eso es! —Esa es la voz de Liam, que está en la última rama antes de la ventana hacia la Cúpula y nos mira a Louis y a mí, esperando a que no me mate.
Si bien sí recuerdo —aunque no quisiera— porqué no quería subir al árbol y entrar a la Cúpula y cómo diablos había hecho Louis que Liam y yo estuviéramos ahora en el árbol subiendo a la Cúpula, se mira todo borroso y confuso. Él había hecho que de repente estuviera haciendo lo que yo había dicho que no iba a hacer, todo por sus simples palabras de "no te voy a dejar aquí sola, Kenneth" y blá. Además había conseguido que Liam estuviera haciendo caso, lo que a Louis, o a cualquiera, le había costado desde lo de Scarlet. Y a quién no, quiero decir. Porque que la rubia se haya ido había sido para nosotros, por demás y sin hacer resaltar lo irónico, una muerte lenta. Quizá íbamos a estar afectados tanto tiempo que se nos olvidaría incluso el dolor, pero igual seguiría ahí, latente.
A todo esto, también, podemos agregarle cómo se sintió el momento que Niall entró a la Cueva de la Discordia —el escondite más puto del mundo que jamás igualaría a la Barbería— y anunció que Sarah se había fugado. Simplemente, y de un momento al otro, ida totalmente.
—¿Y ahora? —Harry tenía la respiración agitada, las manos en la cintura y observaba a Destiny como jamás lo había visto observarla. Supuse que desde ese momento dependíamos totalmente de ella y de sus hermanos.
Nadie contestó y pensé que ni siquiera se habían girado a mirarlo. A veces llegaban a ser demasiado indiferentes con él. Tanto los Puros como nosotros. Pensé que era porque Harry era un maldito presumido de regreso, pero sentir lástima era algo que ocurría conmigo siempre.
Jamás se me había ocurrido cómo era el cuarto de los Puros. Ni siquiera se me había ocurrido si habrían camas o no. Tenía tanta envidia por ellos y sus vidas. Les envidiaba todo sin saber precisamente qué y ahora, habiendo visto las seis camas en fila, por una larguísima y gruesa habitación, me sentí igual o peor que antes.
—¿Por qué precisamente los seis en un mismo cuarto? —la pregunta la hace Marie. Sé que es una persona fuerte y extrovertida de una manera, pero cuando se sentó en la cama más cercana a ella y la acarició con nostalgia, me sorprendí.
—A Ellery... —Zayn se cortó rápido, fuerte y con un trago en seco. Sentí como todos los Puros lo miraban. No supe separar el enojo del nerviosismo.
Destiny se sentó junto a Marie y nos observó a todos. Parecía callada y a la misma vez, emocionada de una manera extraña.
—En la Cúpula les prohíben la salida, con mucha frecuencia, a los jóvenes —contó—. Es algo normal, y ya que nosotros éramos hermanos, nos colocaron en una misma habitación para mantenernos encerrados pero juntos.
Aunque pasaron más de veinte minutos, y lo supe por el reloj de pared que colgaba de encima de una de las camas, sólo Marie y Destiny se quedaron sentadas. Mirándonos y nosotros mirándolas a ellas. En un asqueroso silencio.
Pronto Logan habló, pensaba exactamente lo mismo que a mí me hubiera gustado notar.
—El reloj tiene cuarenta minutos adelantados que nuestra hora en la ciudad.
No sabía exactamente cómo debíamos llamar ahora al lugar en donde se encontraba el Mercado, la Barbería destruida o la Cueva de la Discordia. Logan lo llamó ciudad, porque antes fue una ciudad y quizá todavía sigue siéndolo.
—El tiempo —sé que está hablando Zayn, pero no lo miro— ya no existe.
louis.
No supe si alguien estaba esperando a que yo dijera algo. Puesto que era el mayor de ahí, o por lo menos de mis hermanos, y debía mantener el orden y darles a cada uno algo que hacer o buscar bombas o qué sé yo. De igual manera no dije nada. No hice nada. La que habló, sin quitarme el asombro todavía, fue Destiny. Lo que propuso fue buscar el exacto centro de la Cúpula. Que era la pieza principal de este rompecabezas sin sentido y que haría que todo se viniera abajo si algo le pasaba.
—Entonces ¿estás diciendo que nos vayamos así como así a buscar el medio de la Cúpula? —Repitió Beth un tanto histérica. Sabía que más de alguien iba a enloquecer.
Destiny no se muestra intimidada. Le sostiene la mirada y asiente.
—Es obvio que no iremos todos —aclaró—. Pero, por ahora, es nuestro único plan. Encontraremos el centro y lo explotaremos.
Niall levanta la mano y Harry rueda los ojos ante esa acción.
—No estamos para juegos, Niall —bufó, tedioso.
—¿De dónde sacaremos lo necesario para explotar la Cúpula? —preguntó Niall, ignorando a Harry—. Y, ¿cómo sabremos cuál es el centro? ¿Siquiera sabemos cuántos pisos tiene todo esto?
Aunque se me hubieran pasado por la mente las mismas preguntas, no puedo evitar interesarme por lo preocupado, nervioso y, en cierto modo, enojado que suena el rubio. Pienso que todos deberíamos estar asustados y nerviosos, pero los ojos de Niall, los ojos del grupo de Kenneth y hasta los del mismísimo Liam me muestran que hay otras cosas además de estar, de nuevo, encerrados en la Cúpula.
Destiny tiembla un poco ante la interrogatorio de Niall y se peina el cabello con los dedos, viendo hacia el suelo.
—¡Detalles, detalles! —La salva Logan y se dirige hacia la ventana abierta y tira del cable por donde todos nos sostuvimos. Cuando lo tiene ya entre sus brazos, lo enrolla y lo deja al pie de la ventana.
—Supongo que estaba mejor amarrado a una rama —Destiny lo mira con una sonrisa triste—. Habrá un momento en el que tengamos que escapar.
Logan le sonríe de vuelta, más bien forzada pero sin querer serlo. Pero no contesta.
—Creo que la Cúpula tiene nueve pisos —dice Liam de la nada, está apoyado contra un escritorio vacío donde a veces se sentaba Destiny a exprimirse la cabeza.
Le observo las manos. Tiene los planos.
Niall fue el que enloqueció de una repentina y, de mala suerte, fugaz felicidad.
—¡Tienes los planos de Glassings! ¡Tienes los planos de Glassings!
Liam le sonrió sincero, enormemente. No había nada más, dentro de la Cúpula, que inspirara más a Niall tanto como el profesor de Historia. Y desde aquel primer día en donde Destiny y Niall decidieron formar una pequeña resistencia contra Liam, Harry y yo, queriendo irse de la Cúpula, Glassings estaba involucrado. Estaba involucrado porque él mismo era parte de una oscura resistencia que ni siquiera yo conocía. Había entregado planos hechos por él a estudiantes que no tenían nada que ver y había inducido a seis hermanos ingenuos a meterse en los ductos de ventilación hacia un mundo completamente desconocido.
Vi a Kenneth, que estaba apoyada junto a Liam en el escritorio, y sus ojos se movían de un lado a otro y miraba a Niall volverse completamente loco abrazando los planos y repasándolos. Llegué a pensar, viéndola a ella y a sus ojos, que ese mundo al que nos habíamos adentrado bien pudo haber sido tan desconocido como aterrador, pero era imposible arrepentirse.
Luego estaban todos sentados o acostados en el suelo de la habitación. Con los únicos dos planos que Niall había podido conseguir de su clase con Glassings, que ahora parecía de hace muchos siglos, repartiéndose de un lado para otro y cada uno dando su opinión acerca de lo que se podría llevar a cabo.
No era que a mí no me gustara estar metido en problemas. Me gustaba sentirme parte de algo y aunque ese algo significara volar en mil pedazos la jaula de papá, no me sentía con ánimos de revisar planos o averiguar cómo diablos haríamos todo.
Me senté, con las piernas pegadas al pecho, entre Beth y Kenneth. La primera no me miró y siguió concentrada en escribir la cantidad de pisos que tenía la Cúpula y cuántos cuartos había en cada nivel. Supongo que todo eso estaba apuntado en los mentados planos de Niall, ya que Beth se miraba extremadamente metida en su trabajo. Kenneth tampoco me estaba viendo, estaba más bien amarrando las cuerdas de sus botas que, si mal no recuerdo, se habían aflojado al momento en que la obligué a subir el maldito árbol para entrar a la maldita Cúpula.
Volví la vista a las manos de Beth, que sostenían un lápiz negro tan fuertemente que el nacimiento de sus uñas se tornaba blanco. No había pensado en cómo sería la letra de todos ellos, ni si se acordarían de cómo leer. Pero la letra de Beth era firme, gruesa y un poco torcida, pero firme. Escribía en la libreta de alguno de mis hermanos y cuando ella pasó de página, observé que era la de Harry. Porque tenía las orillas de las hojas rayadas con bolígrafo rojo y eso era típico de él cuando estaba muy inquieto.
—¿Me ayudas?
Me giré con la voz de Kenneth, que extendía su pierna con intención de colocarla en las mías. Sus botas seguían desamarradas.
—¿No sabes ajustarte las cuerdas de los zapatos? —Le pregunté, queriendo sonar gracioso pero no burlesco.
Ella negó con la cabeza, risueña. Tenía las manos a ambos lados de sus caderas y ambas piernas encima de las mías, moviendo los pies e impidiéndome, jamás supe si intencionalmente, terminar con el asunto de las botas rápido.
—No aprendí a hacer eso nunca —dijo como si tal cosa—. Además, yo usaba zapatos fáciles cuando era pequeña.
Lo que tenía ahora puesto no era para nada fácil. Los zapatos eran gruesos y negros. Le llegaban tres dedos por debajo de la rodilla y se le miraban flojos.
—¿Cómo los conseguiste?
Ella tira la cabeza hacia atrás, luego me mira.
—Se los robé a un soldado de la ORS —dudó en la última palabra, como si le costara pronunciar o como si pensara que yo no sabía qué significaba—. Fue, más o menos, hace tres años.
Le sonreí mientras terminaba de ajustar el zapato del pie derecho. Me había costado tanto que, cuando acerqué su pierna izquierda, sólo reposé mis manos haciendo que descansaran por un rato.
—Debían de quedarte gigantes —le dije mirándola, ella asintió riéndose.
Me imaginé a una Kenneth de unos doce o trece años, corriendo descalza entre escombros con unas botas gigantescas y robadas entre las dos manos. Seguro estaba sonriendo. Y se reía. ¿Qué hubiera dado yo por verla correr descalza, asustada y eufórica, en cualquier lugar y sonriendo? Quizá en ese momento, en el que yo debía de tener unos trece o catorce años, no hubiera dado nada. Ni siquiera mi puesto en la Cúpula, aunque inclusive la detestara en aquellos momentos y quisiera irme internamente. Pero ahora lo daría todo.
Terminé con las botas de Kenneth y justo Zayn me llamó.
Él estaba con Liam, Marie y Niall, que tenían una hoja a mitad de ellos en donde habían dibujado nueve líneas. Creí que se trataban de los niveles de la Cúpula. Y justo había un rayón de lápiz, bastante furioso, entre la línea número cinco y la número seis. El centro de todo.
—Es en el piso cinco —me dijo Marie sin tratar de ocultar su emoción.
Observé más la hoja de papel y vi que al tope de la línea nueve, que representaba el último piso, en donde todos estábamos, estaban dibujados dos muñequitos. Ambos sin cara, pero uno tenía falda y moño, y el otro un gorro.
Niall se fijó en que estaba viendo los dibujitos.
—Son Zayn y Marie —dice sonriendo y aprieta los labios—. La de la falda es Marie y el del gorro es Zayn.
Les di un vistazo a los dos mencionados y ninguno me miró. Marie estaba ocupada tratando de matar a Niall y Liam con la mirada y Zayn se reía con la cabeza gacha.
—¿Por qué Zayn lleva un gorro? —Fue la mejor pregunta que se me ocurrió entre su incomodidad.
Liam sostiene el papel en alto y lo lleva hasta la luz de la habitación. Que consta de una lámpara que se balancea de un lado a otro por el techo sin haber aire y que irradia una luz cegadora si la miras por mucho tiempo. Se encoge de hombros.
—Niall quería hacer notar que era hombre, quizá —y le echa una rápida mirada al rubio, que asiente.
—Ya está bien de eso —Zayn le arranca la hoja de las manos a Liam y sacude la cabeza.
Yo me rio, pero luego me pongo en cuclillas entre Marie y Liam y observo el papel. Trato de no pensar en cómo se puede ir tan rápido el dolor, como se le ha ido a Liam y a Niall. Sé que no del todo, no estarán bien nunca. Pero Niall puede reírse todavía, Liam puede hacerlo. Entonces, ¿el dolor era opcional, no? ¿Era todo una especie de sufrimiento obligado pero inevitable?
—Encontramos el centro, Lou —me informa Zayn, como si nadie se hubiera dado cuenta.
Todos los restantes, incluida Beth que parecía como si nada pudiera distraerla, se acercan a nosotros y se arremolinan en los hombros de mi hermano y la hoja. Las preguntas insistentes inundan la habitación y van casi: "¿En dónde carajos está el centro de la Cúpula?", "¡¿Quiénes son los que irán?!", "¡Yo me ofrezco!", "¡No veo una mierda!", "¿Qué significan esas líneas?', "Genial, ¿y ahora qué?", "¿El centro da a una habitación...?".
La única pregunta que Zayn responde es la última, que proviene de Kenneth.
—El centro de la Cúpula da a una oficina —estoy más que seguro que mi hermano no encontró eso en los planos de Glassings. Ya lo sabía. Y creo que yo también tenía una idea de hacia donde iba la cosa. Antes de poder pararlo, Zayn ya lo había dicho todo—: A la oficina de Ellery.
El grupo de Kenneth se quedó en silencio, al igual que mis hermanos. A Zayn por poco se le había salido una vez el nombre de nuestro padre y logró cortarse. Pero ahora ya no había marcha atrás. Ni siquiera se cortó. Sólo se colocó muy pálido y aunque yo sabía que no pretendía que los demás supieran que Ellery Tomlinson era nuestro padre y, por lo tanto, el causante de su miseria, había metido la pata.
Pero llorar estaba bien. En momentos en los que no quedaba de otra se sentía como si el corazón se te estrujara tanto que se deshiciera en tus ojos. Quería no tener más corazón.
Después de todo quizá ya no tenía suficiente corazón como para darme cuenta. Lo que tampoco quise tener, en ese rato en el que me encontré entre sujetarme del cable o quedarme aferrada al piso, fue un pedacito de mi sensatez. Aunque no iba a saber qué hacer en esa situación tampoco, necesitaba más de una opinión. ¿Entraba a la Cúpula?; ¿o no entraba a la Cúpula? No quería cometer una tontería que nos llevara a todos a el desastre mayor, pero tampoco quería convertir mi vida —sí, acabo de llamarle a todo esto vida— en algo peor. Desde mi punto de vista, algo peor era entrar a esa máquina perversa que contenía personas que habían dejado de ser seres humanos desde hace mucho tiempo.
No éramos bienvenidos y lo sabíamos. Era típico de mí hablar sin saber bien qué era a lo que le estaba diciendo que sí; a lo que le estaba diciendo que no. Es por eso que el sí, quememos la Cúpula fue algo tan impulsivamente mío que no me sorprendió sino hasta media hora después.
Me solté con tanto temor de la cuerda. Sin siquiera haber trepado un mínimo, había causado que mis manos se enrojecieran.
Tuve suerte de no empezar a llorar e ir directo a los brazos de Louis. Me puse a temblar aún más al pensar que no sería una mala idea y que, quizá, ni siquiera me avergonzaría que sus hermanos y los míos nos vieran juntos. Pero lo que pasó con Louis fue un beso en su simplicidad. Yo no me acordaba de cómo besar, Louis no sabía hacerlo, y aún así sacudo la cabeza cuando me acuerdo y pienso en cómo hubiera sido si los dos hubiéramos tenido experiencia. Creo que no hubiera sido diferente porque no suelo comparar las cosas con las que nunca me he topado y me agradó, o por lo menos me agradó hasta ahora, haberme topado con Louis. Literalmente.
—¿Prefieres quedarte acá, Kenny? —Sonsacó Marie caminando hacia mí y sujetando la cuerda que yo acababa de soltar.
Negué. No quería quedarme ni irme a ningún lado.
—Si quieres vas de último —saltó y con agilidad trepó al árbol, con el cable enrollado a la muñeca. Hizo unas cuantas muecas antes de volver a pararse en una rama y gritar—: ¡Sólo no te vayas a tardar mucho!
Sonó más bien como una burla.
Zayn siguió enseguida, justo cuando Marie llegó a la última rama y le gritó un par de obscenidades a Destiny, que tenía la cabeza asomada por la ventana —que estaba lejísimos— y sonreía.
Yo me aparté mucho más del árbol y me abracé a una rama delgada, sin hojas y a punto de desquebrajarse. A lo mejor empezaba a llorar en cualquier momento.
—¡Dios mío, Ken! —Cada vez que Beth decía eso, se acercaba a mí y me daba una palmada en la espalda. Esta vez se quedó en su lugar—. De un momento a otro te portas como una mujer adulta y luego, eres una nena abrazada a un árbol.
El resto del grupo ni nos miró. Pude ver sus sombras sujetándose a las ramas gruesas, colocando los pies en el tronco y, plis plás, ya no tocaban más el suelo.
Escuché un par de voces más y el gemido de Beth. Levanté la vista y ella ya estaba por la segunda rama, imitando los movimientos que había empezado Destiny y que todos habían copiado. Los únicos que quedaban en la tierra, junto a mí y a mi planta a punto de desquebrajarse, eran Liam y Louis.
Los miré.
—Dios, Kenneth —largó en un suspiro el último, se llevó las manos a la cara y de entre sus dedos salió—: No voy a subir sin ti.
Siempre tenía que haber un especie de bufido seguido de Dios y mi nombre. Era una especie de maldición que la gente tenía en contra las cosas y yo me estaba haciendo la constante víctima de ese pequeño lamento. Pero estaban todos locos si creían que me iba a dejar llevar y diría de nuevo que sí. No me convertiría en un monstruo.
Liam se sentó, con la espalda visiblemente adolorida, en la raíz prepotente de un pino. Me pareció macabro que la Cúpula estuviera tan bien escondida y a la misma vez, tan visible. Era como un enorme cartel de "Sí, estamos aquí pero no puedes unírtenos". Sonreí adolorida porque, a pesar de eso, ahí estábamos. Con la mayoría dentro de la Cúpula y con otros tres cobardes —una abrazada a un árbol— a los pies de ella. Estábamos tan cerca que podía sentir las carcajadas egoístas a través de los vidrios, junto con las sonrisas y corazones felices y sin penas.
¿Por qué yo miraba a Louis y sentía todo eso, sin estar dentro de una Cúpula?
—Yo te acompañaré —suspiró Liam con los ojos cerrados y el cuello echado hacia atrás.
Louis se acercó a nosotros dos.
—¡No los voy a dejar acá! —Gritó tan fuera de sí que sentí ganas de abandonar mi planta y correr hacia adentro, pero no iba cambiar de idea por un normal ataque de ira— Y no planeo quedarme.
Sin embargo sí hablé:
—No creas que entraré a esa máquina del demonio.
Liam se rio y asintió, todavía con los ojos cerrados.
Louis se pegó a mi planta, colocó una mano en ella y apoyó la cara justo enfrente de donde estaba la mía.
—No creas que quiero que entres —susurra y lo maldigo cien mil doscientas veces—. Pero tampoco pienses que te voy a abandonar tan fácil.
No digo nada. Espero una caricia en la mejilla y un "Ya está bien de esta broma, ¡bajen todos del árbol!". Ninguna de las dos cosas llega y maldigo una vez más por haberlo siquiera querido.
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Si alguien estuviera debajo del árbol, con disfraz de pasaporte que lleva directo a la Cúpula, lo único claro que se lograría ver serían las dos botas de la ORS que están a punto de despegarse de mis pies, y mis piernas que, en pánico, patalean al aire porque no alcanzan una simple rama.
—¡La rama está a solo un centímetro, Kenneth! —Me grita Louis desde más arriba del árbol, donde ya lo comienzan a molestar las hojas durísimas— ¡No vayas a creer que por no alcanzarla te puedes librar de todo esto!
Ya tenía muy en claro que no habría ninguna manera de la que pudiera salir viva en donde me librara de todo este lío. Pero si enserio me costaba alcanzar el tronco que se encontraba a solo un centímetro de mis pies, no me molestaría quedarme ahí colgada hasta que llegara la hora de soltarse desde la altura y así morir. Y no me atraía la idea de morir, para nada, pero si eso me sacaba de mi entrada a la Cúpula...
—¡KENNETH!
Chillé ante el desgarro de garganta de Louis y me di un fuerte impulso, llegando por fin a quedar abrazada al tronco del árbol y respirar por la boca y la nariz, al mismo tiempo.
—¡Muy bien! ¡Eso es! —Esa es la voz de Liam, que está en la última rama antes de la ventana hacia la Cúpula y nos mira a Louis y a mí, esperando a que no me mate.
Si bien sí recuerdo —aunque no quisiera— porqué no quería subir al árbol y entrar a la Cúpula y cómo diablos había hecho Louis que Liam y yo estuviéramos ahora en el árbol subiendo a la Cúpula, se mira todo borroso y confuso. Él había hecho que de repente estuviera haciendo lo que yo había dicho que no iba a hacer, todo por sus simples palabras de "no te voy a dejar aquí sola, Kenneth" y blá. Además había conseguido que Liam estuviera haciendo caso, lo que a Louis, o a cualquiera, le había costado desde lo de Scarlet. Y a quién no, quiero decir. Porque que la rubia se haya ido había sido para nosotros, por demás y sin hacer resaltar lo irónico, una muerte lenta. Quizá íbamos a estar afectados tanto tiempo que se nos olvidaría incluso el dolor, pero igual seguiría ahí, latente.
A todo esto, también, podemos agregarle cómo se sintió el momento que Niall entró a la Cueva de la Discordia —el escondite más puto del mundo que jamás igualaría a la Barbería— y anunció que Sarah se había fugado. Simplemente, y de un momento al otro, ida totalmente.
—¿Y ahora? —Harry tenía la respiración agitada, las manos en la cintura y observaba a Destiny como jamás lo había visto observarla. Supuse que desde ese momento dependíamos totalmente de ella y de sus hermanos.
Nadie contestó y pensé que ni siquiera se habían girado a mirarlo. A veces llegaban a ser demasiado indiferentes con él. Tanto los Puros como nosotros. Pensé que era porque Harry era un maldito presumido de regreso, pero sentir lástima era algo que ocurría conmigo siempre.
Jamás se me había ocurrido cómo era el cuarto de los Puros. Ni siquiera se me había ocurrido si habrían camas o no. Tenía tanta envidia por ellos y sus vidas. Les envidiaba todo sin saber precisamente qué y ahora, habiendo visto las seis camas en fila, por una larguísima y gruesa habitación, me sentí igual o peor que antes.
—¿Por qué precisamente los seis en un mismo cuarto? —la pregunta la hace Marie. Sé que es una persona fuerte y extrovertida de una manera, pero cuando se sentó en la cama más cercana a ella y la acarició con nostalgia, me sorprendí.
—A Ellery... —Zayn se cortó rápido, fuerte y con un trago en seco. Sentí como todos los Puros lo miraban. No supe separar el enojo del nerviosismo.
Destiny se sentó junto a Marie y nos observó a todos. Parecía callada y a la misma vez, emocionada de una manera extraña.
—En la Cúpula les prohíben la salida, con mucha frecuencia, a los jóvenes —contó—. Es algo normal, y ya que nosotros éramos hermanos, nos colocaron en una misma habitación para mantenernos encerrados pero juntos.
Aunque pasaron más de veinte minutos, y lo supe por el reloj de pared que colgaba de encima de una de las camas, sólo Marie y Destiny se quedaron sentadas. Mirándonos y nosotros mirándolas a ellas. En un asqueroso silencio.
Pronto Logan habló, pensaba exactamente lo mismo que a mí me hubiera gustado notar.
—El reloj tiene cuarenta minutos adelantados que nuestra hora en la ciudad.
No sabía exactamente cómo debíamos llamar ahora al lugar en donde se encontraba el Mercado, la Barbería destruida o la Cueva de la Discordia. Logan lo llamó ciudad, porque antes fue una ciudad y quizá todavía sigue siéndolo.
—El tiempo —sé que está hablando Zayn, pero no lo miro— ya no existe.
louis.
No supe si alguien estaba esperando a que yo dijera algo. Puesto que era el mayor de ahí, o por lo menos de mis hermanos, y debía mantener el orden y darles a cada uno algo que hacer o buscar bombas o qué sé yo. De igual manera no dije nada. No hice nada. La que habló, sin quitarme el asombro todavía, fue Destiny. Lo que propuso fue buscar el exacto centro de la Cúpula. Que era la pieza principal de este rompecabezas sin sentido y que haría que todo se viniera abajo si algo le pasaba.
—Entonces ¿estás diciendo que nos vayamos así como así a buscar el medio de la Cúpula? —Repitió Beth un tanto histérica. Sabía que más de alguien iba a enloquecer.
Destiny no se muestra intimidada. Le sostiene la mirada y asiente.
—Es obvio que no iremos todos —aclaró—. Pero, por ahora, es nuestro único plan. Encontraremos el centro y lo explotaremos.
Niall levanta la mano y Harry rueda los ojos ante esa acción.
—No estamos para juegos, Niall —bufó, tedioso.
—¿De dónde sacaremos lo necesario para explotar la Cúpula? —preguntó Niall, ignorando a Harry—. Y, ¿cómo sabremos cuál es el centro? ¿Siquiera sabemos cuántos pisos tiene todo esto?
Aunque se me hubieran pasado por la mente las mismas preguntas, no puedo evitar interesarme por lo preocupado, nervioso y, en cierto modo, enojado que suena el rubio. Pienso que todos deberíamos estar asustados y nerviosos, pero los ojos de Niall, los ojos del grupo de Kenneth y hasta los del mismísimo Liam me muestran que hay otras cosas además de estar, de nuevo, encerrados en la Cúpula.
Destiny tiembla un poco ante la interrogatorio de Niall y se peina el cabello con los dedos, viendo hacia el suelo.
—¡Detalles, detalles! —La salva Logan y se dirige hacia la ventana abierta y tira del cable por donde todos nos sostuvimos. Cuando lo tiene ya entre sus brazos, lo enrolla y lo deja al pie de la ventana.
—Supongo que estaba mejor amarrado a una rama —Destiny lo mira con una sonrisa triste—. Habrá un momento en el que tengamos que escapar.
Logan le sonríe de vuelta, más bien forzada pero sin querer serlo. Pero no contesta.
—Creo que la Cúpula tiene nueve pisos —dice Liam de la nada, está apoyado contra un escritorio vacío donde a veces se sentaba Destiny a exprimirse la cabeza.
Le observo las manos. Tiene los planos.
Niall fue el que enloqueció de una repentina y, de mala suerte, fugaz felicidad.
—¡Tienes los planos de Glassings! ¡Tienes los planos de Glassings!
Liam le sonrió sincero, enormemente. No había nada más, dentro de la Cúpula, que inspirara más a Niall tanto como el profesor de Historia. Y desde aquel primer día en donde Destiny y Niall decidieron formar una pequeña resistencia contra Liam, Harry y yo, queriendo irse de la Cúpula, Glassings estaba involucrado. Estaba involucrado porque él mismo era parte de una oscura resistencia que ni siquiera yo conocía. Había entregado planos hechos por él a estudiantes que no tenían nada que ver y había inducido a seis hermanos ingenuos a meterse en los ductos de ventilación hacia un mundo completamente desconocido.
Vi a Kenneth, que estaba apoyada junto a Liam en el escritorio, y sus ojos se movían de un lado a otro y miraba a Niall volverse completamente loco abrazando los planos y repasándolos. Llegué a pensar, viéndola a ella y a sus ojos, que ese mundo al que nos habíamos adentrado bien pudo haber sido tan desconocido como aterrador, pero era imposible arrepentirse.
●●●
Luego estaban todos sentados o acostados en el suelo de la habitación. Con los únicos dos planos que Niall había podido conseguir de su clase con Glassings, que ahora parecía de hace muchos siglos, repartiéndose de un lado para otro y cada uno dando su opinión acerca de lo que se podría llevar a cabo.
No era que a mí no me gustara estar metido en problemas. Me gustaba sentirme parte de algo y aunque ese algo significara volar en mil pedazos la jaula de papá, no me sentía con ánimos de revisar planos o averiguar cómo diablos haríamos todo.
Me senté, con las piernas pegadas al pecho, entre Beth y Kenneth. La primera no me miró y siguió concentrada en escribir la cantidad de pisos que tenía la Cúpula y cuántos cuartos había en cada nivel. Supongo que todo eso estaba apuntado en los mentados planos de Niall, ya que Beth se miraba extremadamente metida en su trabajo. Kenneth tampoco me estaba viendo, estaba más bien amarrando las cuerdas de sus botas que, si mal no recuerdo, se habían aflojado al momento en que la obligué a subir el maldito árbol para entrar a la maldita Cúpula.
Volví la vista a las manos de Beth, que sostenían un lápiz negro tan fuertemente que el nacimiento de sus uñas se tornaba blanco. No había pensado en cómo sería la letra de todos ellos, ni si se acordarían de cómo leer. Pero la letra de Beth era firme, gruesa y un poco torcida, pero firme. Escribía en la libreta de alguno de mis hermanos y cuando ella pasó de página, observé que era la de Harry. Porque tenía las orillas de las hojas rayadas con bolígrafo rojo y eso era típico de él cuando estaba muy inquieto.
—¿Me ayudas?
Me giré con la voz de Kenneth, que extendía su pierna con intención de colocarla en las mías. Sus botas seguían desamarradas.
—¿No sabes ajustarte las cuerdas de los zapatos? —Le pregunté, queriendo sonar gracioso pero no burlesco.
Ella negó con la cabeza, risueña. Tenía las manos a ambos lados de sus caderas y ambas piernas encima de las mías, moviendo los pies e impidiéndome, jamás supe si intencionalmente, terminar con el asunto de las botas rápido.
—No aprendí a hacer eso nunca —dijo como si tal cosa—. Además, yo usaba zapatos fáciles cuando era pequeña.
Lo que tenía ahora puesto no era para nada fácil. Los zapatos eran gruesos y negros. Le llegaban tres dedos por debajo de la rodilla y se le miraban flojos.
—¿Cómo los conseguiste?
Ella tira la cabeza hacia atrás, luego me mira.
—Se los robé a un soldado de la ORS —dudó en la última palabra, como si le costara pronunciar o como si pensara que yo no sabía qué significaba—. Fue, más o menos, hace tres años.
Le sonreí mientras terminaba de ajustar el zapato del pie derecho. Me había costado tanto que, cuando acerqué su pierna izquierda, sólo reposé mis manos haciendo que descansaran por un rato.
—Debían de quedarte gigantes —le dije mirándola, ella asintió riéndose.
Me imaginé a una Kenneth de unos doce o trece años, corriendo descalza entre escombros con unas botas gigantescas y robadas entre las dos manos. Seguro estaba sonriendo. Y se reía. ¿Qué hubiera dado yo por verla correr descalza, asustada y eufórica, en cualquier lugar y sonriendo? Quizá en ese momento, en el que yo debía de tener unos trece o catorce años, no hubiera dado nada. Ni siquiera mi puesto en la Cúpula, aunque inclusive la detestara en aquellos momentos y quisiera irme internamente. Pero ahora lo daría todo.
●●●
Terminé con las botas de Kenneth y justo Zayn me llamó.
Él estaba con Liam, Marie y Niall, que tenían una hoja a mitad de ellos en donde habían dibujado nueve líneas. Creí que se trataban de los niveles de la Cúpula. Y justo había un rayón de lápiz, bastante furioso, entre la línea número cinco y la número seis. El centro de todo.
—Es en el piso cinco —me dijo Marie sin tratar de ocultar su emoción.
Observé más la hoja de papel y vi que al tope de la línea nueve, que representaba el último piso, en donde todos estábamos, estaban dibujados dos muñequitos. Ambos sin cara, pero uno tenía falda y moño, y el otro un gorro.
Niall se fijó en que estaba viendo los dibujitos.
—Son Zayn y Marie —dice sonriendo y aprieta los labios—. La de la falda es Marie y el del gorro es Zayn.
Les di un vistazo a los dos mencionados y ninguno me miró. Marie estaba ocupada tratando de matar a Niall y Liam con la mirada y Zayn se reía con la cabeza gacha.
—¿Por qué Zayn lleva un gorro? —Fue la mejor pregunta que se me ocurrió entre su incomodidad.
Liam sostiene el papel en alto y lo lleva hasta la luz de la habitación. Que consta de una lámpara que se balancea de un lado a otro por el techo sin haber aire y que irradia una luz cegadora si la miras por mucho tiempo. Se encoge de hombros.
—Niall quería hacer notar que era hombre, quizá —y le echa una rápida mirada al rubio, que asiente.
—Ya está bien de eso —Zayn le arranca la hoja de las manos a Liam y sacude la cabeza.
Yo me rio, pero luego me pongo en cuclillas entre Marie y Liam y observo el papel. Trato de no pensar en cómo se puede ir tan rápido el dolor, como se le ha ido a Liam y a Niall. Sé que no del todo, no estarán bien nunca. Pero Niall puede reírse todavía, Liam puede hacerlo. Entonces, ¿el dolor era opcional, no? ¿Era todo una especie de sufrimiento obligado pero inevitable?
—Encontramos el centro, Lou —me informa Zayn, como si nadie se hubiera dado cuenta.
Todos los restantes, incluida Beth que parecía como si nada pudiera distraerla, se acercan a nosotros y se arremolinan en los hombros de mi hermano y la hoja. Las preguntas insistentes inundan la habitación y van casi: "¿En dónde carajos está el centro de la Cúpula?", "¡¿Quiénes son los que irán?!", "¡Yo me ofrezco!", "¡No veo una mierda!", "¿Qué significan esas líneas?', "Genial, ¿y ahora qué?", "¿El centro da a una habitación...?".
La única pregunta que Zayn responde es la última, que proviene de Kenneth.
—El centro de la Cúpula da a una oficina —estoy más que seguro que mi hermano no encontró eso en los planos de Glassings. Ya lo sabía. Y creo que yo también tenía una idea de hacia donde iba la cosa. Antes de poder pararlo, Zayn ya lo había dicho todo—: A la oficina de Ellery.
El grupo de Kenneth se quedó en silencio, al igual que mis hermanos. A Zayn por poco se le había salido una vez el nombre de nuestro padre y logró cortarse. Pero ahora ya no había marcha atrás. Ni siquiera se cortó. Sólo se colocó muy pálido y aunque yo sabía que no pretendía que los demás supieran que Ellery Tomlinson era nuestro padre y, por lo tanto, el causante de su miseria, había metido la pata.
- Spoiler:
- POR QUÉ NUNCA TENGO LOS FINALES QUE YO QUIERO.
Desde que empecé el capítulo estaba planeando la gran oración que acabara con todo. PERO MIREN QUE TODO ME SALIÓ AL REVÉS. No sé, me salió así todo normalito y iu. |?|
Entonces igual espero que les guste. Ojalá la canción durara un día y medio porque ESO FUE LO QUE ME TARDÉ EN DARLES EL MENTADO CAPÍTULO. Así que nada. c:
p.d: no acepto comentarios cortos. Quiero un comentario nivel capítuloveinticinco. Bastante largo. aheraremandona.
p.d: me dio mucha cosa no haber mencionado para nada a Scarlet y a Sarah. Quiero decir, algo más concreto. ASÍ que STEPHANIE Y GUILLERMINA deberían empezar a ver QUÉ VAN A HACER CON SUS PERSONAJES. ah.
Última edición por PARACETAMOL el Dom 19 Ene 2020, 6:13 pm, editado 2 veces
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