Speed and Love |HARRY STYLES FANFIC| Parte I

-Si papá llega y te encuentra aquí estoy muerta.

Me costaba respirar debido al exceso de adrenalina que corría por mis venas.

-No seas paranoica-Rodó los ojos y se acercó más.
-Tienes que irte-Susurré encontrándome intimidada por su cercanía.
-No voy a ir a ningún lado-Me tomó de la cintura acercándome a su cuerpo.

Sus ojos verdes hoy estaba con un toque azul alrededor de la pupila, sus rizos estaban fuera de su rostro debido a la pañoleta que los mantenía atrás. No sabía cómo podía verse tan atractivo sin ni siquiera intentarlo.  Harry no tiene que esforzarse en lo absoluto y él lo sabe mejor que nadie. Él es plenamente consciente de su encanto y de lo que normalmente ocasiona en la gente a su alrededor. Y él lo disfruta.

Sus ojos abandonaron los míos enfocándose en algo por encima de mi hombro. Giré la cabeza para encontrarme con Dorothy al final de las escaleras, estudiando minuciosamente a Harry con sus enormes ojos azules. Harry también la miraba fijamente y luego soltó una carcajada, incluso yo reí al encontrar la situación un tanto ridícula. A diferencia de la vez anterior, ella no tenía una mirada asustada, ahora era desafiante.

-Me gusta cuando ríes-Dijo llamando mi atención nuevamente.

El calor corrió por mi rostro y estaba casi segura que mis mejillas se habían sonrojado solo por sus palabras. ¡Deja de ser tan ridícula Sky! Una voz que atribuí a mi consciencia me reprendió.

Harry agarró mi barbilla entre sus dedos e inclinó mi rostro hacia él al mismo tiempo que bajaba el suyo para unir nuestros labios. En un veloz movimiento me corrí fuera de su alcance impidiéndole besarme.

Volteé nuevamente para mirar a Dorothy, caminé hacia ella y la tomé en brazos, acariciarla de algún modo me hacía sentir más tranquila y eso era exactamente lo que necesitaba en esos momentos. Levanté los ojos y Harry estaba observándonos minuciosamente con el ceño fruncido. Miré a mí alrededor sin saber cuál debería ser mi siguiente paso. ¿Invitarlo a la sala tal vez?  O al comedor, o a mi habitación. Ésta vez fui yo quién frunció el ceño al darme cuenta que dentro de mis opciones no estaba el hacerlo irse de mi casa a como diera lugar. No quería que se fuera.

-Uhm ¿quieres algo de tomar?-Titubeé la pregunta y me dirigí hacia la cocina, sin duda yo si necesitaba un poco de agua.
-¿Tendrá tu papá alguna cerveza escondida en algún lado?
-Por supuesto que no.

Dejé a Dorothy en el piso para abrir la nevera y sacar la caja de jugo de manzana, serví un poco en un vaso y se lo ofrecí a Harry quién luego de unos segundos de mirarme con la ceja elevada y una expresión de burla en el rostro, lo tomó.

-¿Y dónde está el reverendo de todos modos?
-Tiene compromisos que atender-Respondí haciendo caso omiso a lo despectivo que sonó al referirse a mi padre.
-Para ser un padre tan sobreprotector, te deja sola demasiado tiempo-Señaló.

Agarré otro vaso y lo llené de agua helada.

-Él confía en mí.

Las palabras quemaron a su paso por mi garganta. Papá confiaba en mí porque sabía que yo sería incapaz de romper sus reglas. Bueno, eso era antes.

-¿No tienes que competir hoy?-Pregunté cambiando de tema a pesar de que ya sabía la respuesta.
-No, creo que están organizando algo la otra semana pero no es nada seguro todavía-Puso el vaso vacío sobre la encimera y se acercó-Me gustaría que vinieras.

Harry susurró cerca de mi cara y por primera vez en  la noche sentí el olor del alcohol en su boca, ahora mezclado con jugo de manzana. No pude detener al sentimiento de molestia dentro de mi interior, el alcohol y los autos no son buena combinación. Sin embargo opté por no decir nada.

-No puedo, ya te dije que estoy castigada.
-Un castigo muy estúpido por cierto-Rodó los ojos con fastidio-No hiciste nada. O bueno, no algo que él sepa.

Nuevamente el sonrojo se esparció por mi rostro. Con una media sonrisa Harry posicionó su mano en mi mejilla y acarició suavemente a medida que se acercaba más, mucho más.

-¿En qué llegaste aquí?-Detuve sus intentos por avanzar más hacia mi boca.
-En mi camioneta-Podía apreciar un diminuto rastro de diversión en su mirada provocada seguramente por mis intentos de alejarlo.

Analicé con mayor atención lo que había dicho, había venido en su camioneta. ¡Oh Dios! Si los vecinos la ven parqueada en frente le dirán a papá y no habrá mentira posible que pueda decir para salir del problema en que me meteré.

-No enloquezcas. La dejé en la otra calle-Dijo Harry adivinando lo yo que estaba pensando-Respira Sky.

Hice lo que me pidió y me dediqué a calmar mis nervios. Harry se veía molesto, incluso fastidiado. ¿Por mí?

¿Cómo era posible que cambiara tan drásticamente su temperamento en menos de un minuto?

-Yo…uhm…yo…tengo tarea que hacer-Me alejé de él, dejé mi vaso en el lavaplatos y salí de la cocina.

Sentía sus pasos a mis espaldas pero me rehusé rotundamente a voltear. Entré a mi alcoba y Harry lo hizo detrás de mí.

-Por poco olvido lo organizado que es éste lugar-Dijo y vi como ponía una mueca de horror.
-Me gusta ser ordenada.
-Por supuesto que te gusta-Se rió y tomó asiento en la orilla de la cama.

¿Ahora se estaba riendo? Sus cambios de humor estaban logrando darme mareo, tomé un respiro y vi a Dorothy entrar y acostarse en su cama.

De nuevo dirigí mis ojos hasta Harry, lo miré detenidamente, se veía bien con esa pañoleta, más que bien. En su rostro ya no había rastros de la pelea de anoche y me encontré preguntándome a mí misma como era posible, el sujeto del tatuaje de serpiente era sin duda más musculoso. Harry me descubrió observándolo, su rostro ahora serio y su mirada oscura.

-Ven aquí.
-Uhm-Aclaré mi garganta antes de continuar-Tengo tareas qué hacer.

Fui hasta el escritorio y cogí el primer cuaderno que vi. Filosofía. Tenía que leer La República, de Platón. Pero era para el martes así que todavía tenía tiempo, además ya lo había empezado y no era mucho lo que me hacía falta.

-¿Por qué estás actuado tan extraño?

Sentí su voz incluso antes de que hablara, si es que eso era siquiera posible, mis piernas flaquearon por un segundo al sentir su cercanía. No sabía que me estaba pasando. Por un lado no quería que Harry se fuera pero por el otro no quería tenerlo cerca tampoco. Un fuerte debate estaba tomando lugar dentro de mi cabeza y no podía identificar la razón. Estaba confundida, más que confundida.

Me sentía como una de esas chicas de los libros que acostumbraba a leer, tan tonta, tan frágil, tan asustada. Pero al mismo tiempo ansiosa y expectante.  

"-¿Por qué estás actuado tan extraño?
-No lo sé."

Di media vuelva para enfrentarlo. Sus ojos verdes no estaban muy lejos de los míos. Él lucía tan seguro de sí mismo, siempre sabía qué hacer o qué decir. Sin titubeos. No como yo.

-Deja de pensar-Su voz se escuchó más rasposa que hace un minuto y se acercó más.

¿No pensar? Yo no podía simplemente no pensar, no tenía esa capacidad. Pensar era lo que siempre hacia. Incluso para decidir qué comer, lo pensaba y mucho.

-Para Sky-Susurró ésta vez más cerca de mi rostro.

Mi mente se movía velozmente, y no podía detenerla. No podía apagar mi cabeza y dejar de sobre analizarlo todo. Y por primera vez quise ser capaz de hacerlo, de parar.

-Si vas a empezar con tus paranoias por lo menos habla, di algo.

Podía sentir un aura pesada en el ambiente. Tensión. Mi pecho subía y bajaba cada vez más irregularmente, y mi ceño estaba fruncido mirando fijamente al causante.

Sentía el leve fastidio en su voz, podía reconocerlo muy fácilmente. Estaba bastante familiarizada con ese sentimiento ya que era lo que normalmente ocasionaba en las personas. Fastidio. Irritación. Frustración. Incluso en Maddie. No quería que Harry también se uniera al grupo y terminara alejándose de mí. No sabía por qué pero no quería que se cansara de mí. No quería seguir siendo fastidiosa con mis miedos, estaba cansada de serlo.

Deja de pensar. Deja de pensar. Para Sky.

Solté el cuaderno dejándolo caer al piso y me abalancé sobre Harry al mismo tiempo que bloqueaba mi mente. Enredé mis brazos alrededor de su cuello y tiré de él hacia abajo para chocar mis labios con los suyos. Le tomó un par de minutos reaccionar pero finalmente sus manos se dirigieron a mi cadera y me sostuvieron firmemente. Su lengua no tardó en abrirse paso por mi boca y la mía la espero ansiosa. Sus labios eran cálidos y apasionados sobre los míos. Dio un suave mordisco en mi labio inferior el cual me hizo gemir en silencio.

Sus manos se escabulleron por debajo de mi blusa haciendo que una corriente eléctrica recorriera la totalidad de mi anatomía. Luego bajaron hasta mi trasero y en un ágil movimiento me levantó del piso. Enrosqué mis piernas en su cuerpo para evitar caer y él me sostuvo con más fuerza.

Me separé, necesitaba respirar pero una milésima de segundo después Harry volvió a cubrir mis labios con su boca.

Sin ningún tipo de dificultad empezó a caminar conmigo en brazos. Sus labios abandonaron los míos y se ubicaron en lo largo de mi mandíbula. Suspiré pesadamente y cerré los ojos. Se sentó en el borde de la cama haciendo que yo me sentara a horcadas sobre él, con una pierna a cada lado de su cuerpo. Dio un mordisco en mi piel y todas mis terminaciones nerviosas acabaron de encenderse.

-Hueles estupendo-Su aliento chocó contra el costado de mi rostro haciéndome suspirar nuevamente.

Se separó y me miró fijamente, casi podía sentir como las paredes que había derribado hacia unos minutos empezaban a levantarse nuevamente pero Harry me besó antes de que yo volviera a pensar otra vez.  

Su mano izquierda subió hacia mi cabeza enredándose en mi cabello y acercándome incluso más a su boca. Gemí por segunda vez en esa noche y el sentimiento de vergüenza asomó su cabeza por un segundo para después volver a esconderse.

-¿Puedo quitarte la blusa?-Susurró contra mis labios y su otra mano agarró el final de la tela.

Abrí mis ojos con terror, Harry soltó mi camisa al percatarse de mi expresión. Dejó un fugaz beso en mis labios y tomó mi mano derecha que se encontraba alrededor de su cuello. La posicionó en su mejilla y mientras lo miraba fijamente acaricié la suave piel de su rostro. Harry cerró los ojos debido a mi tacto para abrirlos un minuto después con una mirada oscura. Volvió a tomar mi mano pero ésta vez la hizo descender, por su cuello, por encima de la tela de su camisa en su pecho, su abdomen…El corazón se me detuvo cuando la guío hasta el comienzo de sus jeans. Mi cuerpo se estremeció.

Ese era sin duda el momento perfecto para regresar a mi mal hábito de pensar. Pero no podía. La razón finalmente me había abandonado luego de diecisiete años.