The Last Song [Larry Stylinson] (Adaptación). Capítulo 15 Publicado :D

 

Blaze lo llevó hasta la cafetería que Louis había visto mientras paseaba por la zona comercial, y Louis tuvo que admitir que el lugar destilaba cierto encanto, particularmente para alguien a quien le gustara el estilo de los años cincuenta. Tenía una barra de las antiguas, flanqueada por taburetes, el suelo de baldosas formaba un mosaico de cuadros blancos y negros, y los deteriorados bancos y mesas de escay en color rojo estaban dispuestos como si fueran las cabinas de un tren. Detrás de la barra, el menú estaba escrito en una pizarra de tiza, por lo que Louis dedujo, el único cambio en los últimos treinta años debía haber sido el incremento de precios.

Blaze pidió una hamburguesa con queso, un batido de chocolate y papas fritas; Louis no se decidía, y al final acabó por pedir únicamente una Coca-Cola. Tenía hambre, pero no estaba muy seguro de que aceite utilizaban para freír, ni, por lo visto, tampoco nadie en la cafetería. Ser vegetariano no siempre resultaba fácil, y en ocasiones deseaba abandonar su empeño.

Cuando su estómago rugía. Justo en aquellos momentos.

Pero no pensaba comer allí. No podía comer allí, y no porque fuera la clase de persona “vegetariana-por-principios”, sino porque era la clase de persona “vegetariana-porque-quería-evitar-problemas-gastrointestinales”. Le importaba muy poco lo que otros comían, pero de sólo pensar de dónde provenía aquella carne… se imaginaba a una vaca pastando en un prado o al cerdito babe, y rápidamente le daban nauseas.

Blaze, sin embargo, parecía feliz. Después de pedir la comida, se dejó caer en el banco de escay.

 

-          ¿Qué te parece este lugar? – le preguntó.

-          Está bien. Es diferente.

-          Vengo aquí desde que era pequeña. Mi padre solía traerme cada domingo después de misa para tomar un batido de chocolate. Son los mejores. Compran el helado en una pequeña granja de Georgia, y es delicioso. Deberías probarlo.

-          No tengo hambre.

-          No mientas – le contradijo Blaze -. Tu estómago no para de rugir, pero bueno, haz lo que quieras. De todos modos, gracias por invitarme.

-          De nada.

 

Blaze sonrió.

 

-          Dime, ¿Qué pasó anoche? ¿Eres algo así como… un chico mafioso?

-          ¿Cómo se te ha ocurrido tal cosa?

-          Por el policía y por cómo te trató. Tenía que haber una razón.

 

Louis esbozó una mueca de fastidio.

 

-          Me parece que mi padre le pidió que fuera a buscarme. Si incluso sabía dónde vivía…

-          ¡Qué espanto!

 

Louis se echó a reír. Blaze tomó el salero y le propinó unos golpecitos en la tapa con los dedos; empezó a echar sal sobre la mesa al tiempo que con un dedo de la otra mano se ponía a montarla en una pila.

 

-          ¿Qué te pareció Zayn? – se interesó.

-          No hablé mucho con él. ¿Por qué?

 

Blaze pareció elegir las palabras con sumo cuidado.

 

-          A Zayn nunca le gusté. Cuando éramos niños, me refiero. Y tampoco puedo admitir que a mí me gustara mucho. Era esa clase de niño… ¿Cómo lo diría?, malo, ¿me entiendes? Pero entonces… no sé, hace un par de años, las cosas cambiaron. Y cuando realmente necesitaba estar con alguien, sabía que podía contar con él.

 

Louis contempló el montoncito de sal.

 

-          ¿Y?

-          Sólo quería que lo supieras.

-          Me da igual.

-          Lo mismo digo.

-          Pero ¿se puede saber de qué estás hablando?

 

Blaze empezó a rascarse la pintura negra de las uñas.

 

-          Hace tiempo me dedicaba a la gimnasia de competición. Durante unos cuatro años eso fue lo más importante en mi vida. Acabé por dejarlo por culpa de mi entrenador. Era un verdadero energúmeno, siempre diciéndote lo que hacías mal, nunca te elogiaba. Cierto día, yo estaba ensayando un nuevo salto para salir de la barra y él vino hacia mí gritándome que no sabía cómo plantarme ni quedarme totalmente inmóvil, y me echó el mismo sermón que había oído un millón de veces antes. Estaba harta de oírlo, ¿me entiendes? Así que le contesté: “me da igual”, y él me agarró por el brazo con tanta fuerza que me dejó varios moretones y me dijo: “¿sabes lo que dices cuando dices “me da igual”? Indirectamente estás diciendo “jodete”. Así que, a tu edad, no contestes así nunca. ¿Me has oído? Nunca, a nadie” – Blaze se acomodó en la silla -. Por eso, cuando alguien me lo dice a mí, yo simplemente respondo: “lo mismo digo”.

 

En ese momento, llegó la mesera con la comida y colocó cada cosa delante de ellas con eficiencia. Cuando se marchó, Louis tomó su bebida.

 

-          Gracias por contarme esa historia tan ilustrativa.

-          Lo mismo digo.

 

Louis se rió otra vez. Le gustaba el sentido del humor de su nueva amiga.

Blaze se inclinó sobre la mesa.

 

-          ¿Y qué es lo peor que has hecho en tu vida?

-          ¿Qué?

-          Hablo en serio. Siempre le hago a la gente la misma pregunta. Lo encuentro interesante.

-          Muy bien. – Louis contraatacó -. ¿Qué es lo peor que has hecho tú?

-          Eso es fácil. Cuando era pequeña, tenía una vecina, la señora Banderson, que no era nada simpática, aunque tampoco es que fuera una verdadera bruja. Quiero decir, no es que nos cerrara la puerta en las narices de Halloween ni nada parecido. Pero siempre estaba metida en su jardín, ¿sabes? Obsesionada con las plantas y el césped. Quiero decir, que si por error pisábamos en césped de camino al autobús escolar, ella salía como una bala detrás de nosotros, gritándonos que le estropeábamos el césped. Bueno, pues una primavera, ella había plantado un montón de flores en su jardín. Docenas de ellas. Estaba precioso. Pues bien, había un niño al otro lado de la calle que se llamaba Billy; a él tampoco le caía muy bien la señora Banderson, porque una vez se le fue una pelota de beisbol a su jardín y ella no quiso devolvérsela. Cierto día, mientras curioseábamos en el cobertizo lleno de herramientas que Billy tenía para su jardín, encontramos una enorme botella con difusor llena de herbicida. Si, herbicida. Pues bien, él y yo nos metimos por la noche en el jardín de la señora Banderson y pulverizamos todas las flores recién plantadas, no me preguntes por qué. Supongo que en aquel momento nos pareció algo divertido, y no algo grave. Ella sólo tenía que volver a comprar nuevas plantas y ya está. Así que de entrada no sabíamos qué sucedería. Tienen que pasar unos días antes de que el herbicida empiece a surtir efecto. Y la señora Banderson estaba cada día en el jardín, regando y arrancando hierbajos, antes de que se diera cuenta de que todas sus nuevas flores se empezaban a marchitar. Al principio, Billy y yo nos reímos con picardía, pero entonces empecé a fijarme en que cada día ella estaba allí afuera, cuando nos íbamos a la escuela, intentando averiguar qué había pasado, y que seguía allí cuando volvíamos de la escuela. Al final de la semana, todas sus plantas se habían muerto.

-          ¡Qué terrible! ¡Qué terrible! – exclamó Louis, sonriendo burlonamente, a pesar de que sabía que no debería de hacerlo.

-          Lo sé. Todavía me siento fatal por lo que hicimos. Es una de esas cosas que desearía no haber hecho.

-          ¿Llegaste a confesárselo? ¿O le propusiste plantar flores nuevas?

-          Mis padres me habrían matado. Pero nunca, nunca más volví a pisar su césped.

-          ¡Vaya!

-          Ya te lo eh dicho: es lo peor que he hecho en mi vida. Ahora te toca a ti.

 

Louis preparó su respuesta:

 

-          He estado tres años sin dirigirle la palabra a mi padre.

-          Eso ya lo sabía. Y tampoco es tan grave. Yo también te dije que intento no hablar con mi padre. Y mi madre no tiene idea de por dónde ando la mayor parte del tiempo.

 

Louis apartó la vista. Encima de la máquina de discos vio una foto de la banda de rock and roll Bill Harley y His Coments.

 

-          Solía robar en las tiendas – confesó, en voz baja -. Mucho. Nada importante. Sólo por el reto de hacer algo prohibido.

-          ¿Solías hacerlo?

-          Ya no. me descubrieron. La verdad es que me descubrieron dos veces, pero la segunda vez fue un accidente. Fui a juicio, pero no limpiarán mi expediente hasta que no pase un año. Básicamente significa que si no me meto en problemas de nuevo, retirarán los cargos.

 

Blaze bajó la hamburguesa.

 

-          ¿Y eso es todo? ¿Eso es lo peor que has hecho en tu vida?

-          Nunca eh exterminado las flores de nadie, si es que a eso te refieres. Ni eh provocado pleitos callejeros.

-          ¿No le has metido la cabeza en el retrete a tu hermana? ¿Ni has tenido ningún accidente de coche por tu culpa? ¿Ni has depilado a un gato o algo parecido?

 

Louis sonrió tímidamente.

 

-          No.

-          Me parece que eres el adolescente más aburrido que existe sobre la faz de la Tierra.

 

Louis volvió a sonreír modestamente antes de tomar un sorbo de su bebida.

 

-          ¿Te puedo hacer una pregunta?

-          Adelante.

-          ¿Por qué no te fuiste a casa, anoche?

 

Blaze tomó una pizca de sal y la apiló, luego la echó encima de sus papas fritas.

 

-          No quiero ir a casa.

-          Pero ¿Y tú madre? ¿No se enfada?

-          Probablemente sí – respondió Blaze.

 

Cerca de ellas, la puerta de la cafetería se abrió. Louis se giró y vio a Zayn, a Teddy y a Lance dirigiéndose hacia su mesa. Zayn lucía una camiseta con la imagen de una calavera, y también llevaba una cadena atada a la hebilla del cinturón de sus pantalones vaqueros.

Blaze dejó espacio para que Zayn se sentara a su lado; sin embargo, fue Teddy el que ocupó ese lugar. Zayn se acomodó a lado de Louis. Lance arrastró una silla de la mesa de al lado y le dio vuelta antes de sentarse. Zayn agarró el plato de Blaze. Automáticamente, Teddy y Lance se abalanzaron sobre las papas fritas.

 

-          ¡Eh! ¡Eso es de Blaze! – gritó Louis, intentando detenerlos -. ¡Vayan a pedir lo suyo a la barra!

 

Zayn miró primero a Teddy y a Lance con una mueca maliciosa y después a Louis.

 

-          ¿Ah, sí? – lo provocó, con un tonillo condescendiente.

-          No pasa nada – dijo Blaze, empujando el plato hacia él -. De verdad, tampoco me lo habría acabado todo.

 

Zayn tomó el bote de kétchup con cara de satisfacción, como si hubiera demostrado que tenía razón.

 

-          ¿De qué estaban hablando? Desde el otro lado de la ventana parecía una conversación muy profunda.

-          De nada – contestó Blaze.

-          A ver si lo adivino. Ella te estaba hablando del novio sexy de su mamá, y de los números acrobáticos que se montan cada noche, ¿no?

 

Blaze se removió incómoda en la silla.

 

-          No seas asqueroso.

 

Zayn miró a Louis directamente a los ojos.

 

-          ¿Te ha contado lo de esa noche en que uno de los novios de su madre entró en su habitación? Blaze se puso hecha toda una furia, en plan: “Tienes quince minutos para largarte de aquí”

-          ¡Cállate! ¿De acuerdo? No tiene gracia. Y no estábamos hablando de él.

-          Me da igual – contestó el chico, que sonrió maliciosamente.

 

Blaze tomó el batido mientras Zayn terminaba de comerse la hamburguesa. Teddy y Lance continuaban picoteando las papas fritas, y durante los siguientes minutos, entre los tres devoraron la mayor parte del contenido del plato. Muy a pesar de Louis, Blaze no dijo nada, y Louis se preguntó por qué se mostraba tan sumisa.

Lo cierto era que no hacía falta ser un adivino para saber el motivo. Parecía obvio que Blaze no quería que Zayn se enojara con ella, por lo que le dejaba hace todo lo que quería. Ya había visto una actitud semejante antes: Eleanor, a pesar de su imagen agresiva, se comportaba igual con los chicos. Y realmente, la trataban como si fuera escoria.

Pero no pensaba soltar ese comentario allí delante. Sabía que con ello sólo conseguiría empeorar las cosas.

Blaze continuó dando sorbitos de su batido hasta que finalmente lo depositó de nuevo sobre la mesa.

 

-          ¿Qué quieren hacer después?

-          Nosotros no podemos salir – refunfuñó Teddy -. Nuestro viejo nos necesita hoy para trabajar.

-          Lance y Teddy son hermanos – explicó Blaze.

 

Louis los estudió, pero no vio ningún parecido.

 

-          ¿De verdad son hermanos?

 

Zayn acabó la hamburguesa y empujó el plato hasta el borde de la mesa.

 

-          Lo sé. Cuesta mucho creer que una madre haya podido parir a dos niños tan feos, ¿verdad? Sus padres tienen un motel de mala muerte, al otro lado del puente. Las cañerías tienen por lo menos cien años, y el trabajo de Teddy es destapar los retretes cada vez que se atascan.

 

Louis arrugó la nariz, intentando imaginar ese trabajo.

 

-          ¿De veras?

 

Zayn asintió.

 

-          Repugnante, ¿verdad? Pero no te preocupes por Teddy. Lo hace encantado. Es un verdadero prodigio. De hecho, le gusta ese trabajo. Y la labor de Lance es limpiar las sábanas después de que los clientes perezosos, que no se despiertan hasta las doce del medio día, se larguen.

-          Ah – murmuró Louis.

-          Lo sé. Es asqueroso – añadió Blaze -. Y deberías de ver a la chusma que alquila una habitación por horas. Podrías pescar una infección con sólo atravesar esa puerta.

 

Louis no estaba seguro de cómo contestar a aquel comentario, así que en lugar de decir algo se giró hacia Zayn.

 

-          Y tú, ¿Qué haces? – le preguntó.

-          Lo que me da la gana – contestó él.

-          ¿Y eso qué significa? – continuó Louis.

-          ¿A ti qué te importa?

-          No me importa – replicó, manteniendo su tono de voz impasible -. Sólo preguntaba.

 

Teddy agarró las últimas papas fritas del plato de Blaze.

 

-          Eso significa que mata las horas en el motel, con nosotros. En su habitación.

-          ¿Tienes una habitación en el motel?

-          Vivo allí – afirmó él.

 

La pregunta obvia era por qué, y él esperó más detalles, pero Zayn permaneció callado. Louis sospechaba que intentaba sacarle más información. Quizá le estaba dando demasiadas vueltas al asunto, pero tuvo la súbita sensación de que Zayn quería que se interesara por él. Quería que se sintiera atraído por él. A pesar de que Blaze estaba allí delante.

Sus sospechas se vieron confirmadas cuando él sacó un cigarrillo. Después de encenderlo, le echó el humo a Blaze en la cara, luego se giró hacia Louis.

 

-          ¿Qué vas a hacer esta noche? – le preguntó.

 

Louis se removió en el asiento, sintiéndose de repente muy incómodo. Parecía que todos, incluso Blaze, estuvieran expectantes ante su respuesta.

 

-          ¿Por qué?

-          Hemos quedado en Bower’s Point. No sólo nosotros, sino con un puñado de gente. Me gustaría que vinieras. Esta vez sin policías.

 

Blaze clavó la vista en la superficie de la mesa y empezó a juguetear con la pila de sal. Cuando Louis no contestó, Zayn se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta sin darse la vuelta.