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I'm not living, I'm just surviving. -Nick Jonas-
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: I'm not living, I'm just surviving. -Nick Jonas-
Chapter sixteen.
POV Katherine
Miré el reloj y me llevé el tenedor con un poco de carne a la boca. Evelyn estaba en clase y Nana se había ofrecido voluntaria para hacerme la comida. Hoy tenía una reunión con el abogado de Rick, y aunque no quisiera, estaba nerviosa y con el estómago vacío.
–No estés nerviosa –dijo la mujer mirándome con sus grises y tiernos ojos- todo saldrá bien.
–Me preocupa la reacción de mi madre cuando le entregue el papel para que lo firme. Un papel en el que paso a ser yo la tutora de Eve.
–Debe entenderlo. Sigue en el hospital y eso le hará ver que no esta bien y que Evelyn necesita un tutor por si le pasa algo.
–Estoy convencida de que preferiría mil veces que Dave cuidara de Evelyn antes que yo.
–Ese hombre no es bueno, y tu madre lo sabe.
–¡Deja que lo dude! –dije sarcásticamente.
–Come algo mas antes de que Rick venga a buscarte.
Intenté obedecer a Nana, pero se me hacia bastante difícil tragar la comida por el nudo que se había creado en la garganta por los nervios, la exasperación, y varias emociones más que ni yo misma sabía que existían.
Dí un salto en la silla del comedor cuando el timbre sonó. Me di prisa en terminar al vaso de agua para ir a abrir, pero Nana se me adelantó; pude escuchar cómo conversaba animadamente con Rick.
La mujer le invitó a pasar y a tomar algo, cosa que él con una educada sonrisa rechazó, pero ella no se dio por vencida. Hasta que accedió a un café, ella no paró.
Cómo teníamos tiempo, estuvimos los tres hablando evitando ciertos temas. No pude evitar fijarme en la ropa de Rick. Iba con unos pantalones tejanos que se veía desde lejos lo caros que eran, con una camisa blanca y una americana ceñida a su cuerpo. Su pelo como siempre, perfectamente desordenado, y con esa sonrisa que se sacaba el hipo en cualquier momento.
En el último momento decidí cambiarme de ropa, no veía muy adecuado que yo llevara la ropa que llevara viendo a Rick, necesitaba algo que quedara bien con él, o como mínimo que me hiciera parecer un poco más madura y elegante.
–Nena, no hace falta que te cambies –dijo apoyándose en el marco de la puerta de la habitación en la que estaba-.
–No puedo ir con esos pantalones –dije señalando la cama dónde los había dejado-, mírate a ti, y mírame a mi.
–Te veo, te miro y eres preciosa.
–No vas a subirme el ánimo Richard. Pero lo que si puedes subirme, es la cremallera de la falda.
Me dedicó una sonrisa y se acercó a mi. Me di la vuelta y asegurándose de que la blusa blanca quedara dentro de la falda de tuvo negra, me subió la cremallera.
–Vas a dejar al señor Bakker impresionado. No creo que tengas que darle explicaciones de nada, te dará los papeles enseguida –le miré y puse los ojos en blanco-.
–No quiero dejar a nadie impresionado.
–Si te pide una cita o ves algo sospechoso, recuerda que esta casado.
–¡No voy a hacer nada! –dije alterada cogiendo el bolso y la chaqueta-.
–Tiene cierto atractivo –se excusó mi amigo-.
–Y esta casado, tu mismo lo has dicho.
–Y tiene hijos…
–¿Cuántos años tiene? –pregunté sorprendida.
–No sé, rozará los cuarenta.
Decidí no responder más a sus ataques hacia ese hombre, auque eso había servido para mantener mi mente ocupada de lo que iba a hacer. Nos despedimos de Nana y nos dirigimos a la cita.
–No se si esto es lo correcto –dije antes de bajar del coche sintiendo el pánico en mis venas-.
–Es lo mejor que puedes hacer por Eve. Para ella ya eres como su madre.
–No…
–Vamos Kathy, no te rajes ahora, porque quien sale perdiendo aquí, es tu hermana.
–Tienes razón –dije después de pensar en sus sinceras palabras-. Es momento de hacer algo bien.
Bajamos del coche y llamamos al ascensor, nos detuvimos en la primera planta y fuimos hasta recepción, dónde una mujer que no tenía más de treinta años y rubia, nos atendió al momento.
La mirada que esa chica le dedicó a Rick me puso celosa, pero era inevitable el no fijarse en él. Se saludaron diciéndose el nombre y después me presentó aclarando que teníamos una cita con Matthew Bakker. La chica hizo una rápida llamada para asegurarse y después nos indicó que subiéramos a la decimotercera planta. Sentí la mano de mi amigo cogiendo la mía y pasándome toda la energía que podía. Cuando nos metimos de nuevo en el ascensor, miré la gran recepción del edificio y una vez más, sentí que Rick se estaba perdiendo una vida de lujo y placer, por permanecer a mi lado. Le solté la mano y le abracé, él dudó si responder ese abrazo, pero no tardó ni dos segundos en rodearme con sus brazos y dejarme un beso en la cabeza.
Después de hablar con otra mujer, nos sentamos en unos sillones negros de piel y esperamos hasta que una puerta de madera barnizada y que daba la sensación de pesar, se abrió.
Recordé la conversación del atractivo de Matthew Bakker, y debía darle la razón a mi amigo; el atractivo no le faltaba.
–Usted será la señorita Cooper –asentí y nos invitó a pasar y a sentarnos en un sofá igual de los que había fuera.
El despacho era grande, predominaban los colores negros y había madera por todas partes, el aroma era una mezcla entre limpio y ese olor peculiar de cuando se hacen fotocopias; olía a tinta.
–El señor Tremp me ha pasado información sobre su caso y me ha documentado sobre su situación. Tengo algunas preguntas que me gustaría hacerle.
–Por supuesto.
Las preguntas se alargaron más de una hora, y todo lo que yo respondía, lo iba apuntando con una elegante letra en un bloc de notas que ocultaba tras una carpeta negra con una etiqueta con mi nombre y apellidos y dos letras en mayúsculas, dos C.
Me advirtió de riesgos, pros y contras al obtener la custodia de un niño pequeño. El papeleo era más fácil al ser entre la familia y viviendo en la misma casa, aunque había un problema y era que la mare seguía viva, dijo que eso sería un problema por si mi madre no quería acceder a darme ese permiso. Solo me dio una opción que rechacé desde el primer momento. Denunciar a mi madre.
–Si ella no accede, quizá esa es la única forma de que tu puedas tener una custodia completa sobre Evelyn –dijo sin dejar de mirarme a los ojos-.
–Si solo puedo tener una custodia parcial, no me importará, pero necesito tener algún poder sobre ella, para poder llevármela si las cosas no van bien.
Parecía hacerse eterna la reunión, intercambiábamos ideas y opiniones, información y leyes; Rick iba aportando cosas, pero se mantuvo al margen durante casi toda la tarde.
Tres horas y media después, nos despedíamos en la puerta del ascensor con la misma formalidad con la nos habíamos saludado.
Bajamos directamente al parking del edificio dónde estaba el coche, cuando nos sentamos y pusimos el cinturón, respiré algo más tranquila.
–Todo ha ido bien, ¿ves? –dijo cogiéndome la mano y apretándola levemente-.
–Si, supongo…
–Ahora sólo debemos esperar a que te mande el documento con la información necesaria y los pasos que debes seguir.
–No podré tener mas citas con este hombre, me gastaría la fortuna de mi vida.
–Ya nos encargaremos de eso, no debes sufrir por nada.
–No quiero que me pagues nada Rick.
–No te pagaré nada, ¿quieres ir a cenar?
–La verdad es que me ha entrado hambre…
–Son casi las ocho, entre que llegamos y no, ya será hora de cenar.
Ya que íbamos vestidos para la ocasión, Rick me llevó a un restaurante francés llamado Petit Dubois, donde él frecuentaba con su familia. Nos dieron una mesa para dos bastante alejada de la gente, lo agradecí ya que aunque no lo notara, el estrés formaba parte de mis pasos ahora. El camarero retiró la silla para que yo me sentara después de coger mi chaqueta y la de Rick, después le dijo algo a mi compañero en francés, él asintió y el chico que no atendía desapareció.
No tardamos en empezar a hablar, hasta que un hombre el cual reconocí como cocinero y posiblemente dueño, se presentó a nuestro lado. Cogió mi mano y dejó un beso con esa gracia que solo los franceses ponían a las cosas, después le estrechó la mano a Rick y empezaron a hablar con un perfecto francés que me dejó alucinada y sin entender nada. Después de cruzar varias palabras, el hombre se dirigió a mi con el inglés afrancesado.
–Señorita Cooper, es un honor que el señor Tremp la haya traído. ¿Ha elegido ya que va a comer?
–Estoy un poco indecisa –dije mirando la carta de nuevo-.
–Deje que le recomiende el…
La variedad de platos con nombre francés me confundió más que al principio, vi a Rick reírse de mi por lo bajo, así que le dediqué un mirada bastante significante, y elegí lo mismo que mi compañero.
–Un buen amigo ayudaría, no se reiría de la otra persona –le informé-.
–Tu cara de póker era mucho mejor que ponerte las cosas fáciles.
–¡Qué gracioso! –dije tirándole mi servilleta-. Hoy me han llamado dos veces señorita, y a ti siempre señor.
–Cuando eres chico, no te llaman señorito, nena.
–Eres un crío, deberían decírtelo –le chinché-.
–Mientras no te llamen señora Tremp, no debes preocuparte. Porque yo saldría corriendo si pensaran que somos pareja. No soportaría tener que vivir contigo –negó con la cabeza como si intentara sacarse la idea de la cabeza-.
–Sería yo la que no soportaría tener un novio pasivo. ¡Serías aburrido en la cama! ¡Debería llevar arnés y ser yo la activa! –dije horrorizada haciendo que mi amigo estallara en una gran carcajada-.
Conseguimos mantener ese tono de felicidad durante toda la cena, llamé a Nana para asegurarme de que Evelyn estaba con ella y seguimos con la velada.
–Parece que estás más entusiasmada tu por ir a ese concierto que Evelyn.
–Sólo faltan dos días, y aunque parezca mentira, he trabajado para poder pagar las entradas –me reí-.
–Y podrás ver de nuevo a Joe Jonas, a ver si esta vez le reconoces –dijo guiñándome un ojo-.
–No iré bebida, tranquilo.
–Me encargaré yo de eso. ¿A que hora debo pasar a recogeros?
–Iremos en tren por la mañana, es sábado, madrugaremos y ya esta.
–Quiero encargarme de que llegáis bien, así que os llevaré yo.
–Si me lo hubieras dicho, hubiera comprado una entrada para ti también –bromeé-.
–Os esperaré en el coche, tranquila. Por cierto –dijo girándose para buscar en el bolsillo de su americana y sacando la cartera- esto es para ti- me tendió un papel blanco doblado por la mitad-.
–¿Qué es esto? –pregunté frunciendo el ceño y cogiendo el papel.
–Eso es para ti.
Parpadeé cuando abrí ese pequeño papel que contenía tanto. Era un cheque, de cuatro mil dólares a mi nombre, proveniente de la empresa de la madre de Rick.
–Es el dinero que se te debe por llevar las joyas en la fiesta. Hiciste de modelo y si la joya se vende, las chicas reciben un plus.
–No puedo aceptar esto –dije devolviéndole el cheque-.
–No es mi dinero Kathy, es el dinero que te ganaste esa noche.
–No puedo –repetí-.
–Con esto estoy seguro que podrás pagar el próximo año de colegio de Evelyn. Si no lo gastas en ti, gástalo en ella.
–Rick esto es…
–Esto no es nada comparado con lo que te mereces Katherine.
–¿Sabías que tu madre iba a pagarme, verdad? Y posiblemente tuviste que convencerla para que me dejara llevar algo.
–Por una vez, ella fue la que me preguntó por ti. Eres más bonita de lo que te crees –dijo después de hacer una corta pausa-, pero tu te valoras poco.
–Tu me miras con buenos ojos Rick.
–No me vuelvas a sacar esa frase de nuevo, o te pediré el divorcio.
Le había mentido a Luke sobre lo ocurrido con mi madre. Un accidente domestico, comida en mal estado; eso había servido para el lavado de estomago y las pruebas que hoy día seguían haciéndole.
Por otra parte, ninguna noticia del abogado había llegado a mi.
Cogí la mano de Evelyn antes de cruzar la carretera para ir al coche de Rick, que nos esperaba con la puerta abierta para que la pequeña entrara de un salto. Nana se despidió desde la puerta principal de su casa y me hizo un gesto con la mano para que la llamara al llegar, después, empezamos el viaje a Dallas, Texas.
–¿Estas contenta? –preguntó Rick a Evelyn mirándola por el retrovisor-.
–¡Si! ¡Hoy veré a Joe!
–¡Nada de novios eeh! –le advirtió mi compañero sacándome una sonrisa.
La pequeña se quedó dormida hasta que paramos a medio camino para comer unos bocadillos que Nana nos había preparado. Se había encargado de que ninguno de los tres pasáramos hambre en todo el día, ya que el concierto era a las ocho de al noche, y nosotros habíamos salido de casa a las siete de la mañana para llegar a Dallas cuatro horas más tarde.
La cola de gente se extendía a lo largo de la calle, y el calor era realmente abrasador. Rick había aparcado el coche para acompañarnos hasta la obertura de las puertas, que aun faltaba bastante rato.
–Esas chicas de allí no dejan de mirarte –dije haciendo un gesto hacia delante-.
–Soy demasiado irresistible –respondió con superioridad fingida-. Además, no tendrán más de catorce años. Seguro que sus madres están por allí vigilando.
–Tampoco creo que hicieras demasiado con ellas.
–Podría secuestrarlas para prostituirlas –dijo sin apartar la vista de ellas.
–¡Rick! –Le reñí mirando a Evelyn, que miraba la cola si prestarnos mucha atención- ¡Compórtate! Y haz el favor de no tener pensamientos retorcidos.
–Lo siento –se refirió a Eve-, y mis pensamientos no son retorcidos.
–No, claro –dije sarcásticamente-.
–¿Quieres ver cómo dejan de mirarme?
–Eso es imposible, eres demasiado irresistible, cómo tu dices. Reconozco que si no supiera que eres gay, posiblemente intentaría algo contigo.
–Ya lo intentamos –dijo bajando la voz y acercándose más a mi.
–Y no funcionó. Si quieres te recuerdo cómo terminó la cosa. Creo que aún no he superado ese trauma -respondí igual de bajo que él me había hablado.
–No, por dios. No quiero recordar ese día.
–Un día nos emborracharemos y nos reiremos de lo que nos pasó.
–Hasta que ese día no llegue, no quiero volver a hablar del tema.
–Claro papa.
–¿Falta mucho? –preguntó Evelyn volviendo la atención hacia nosotros.
–Medio hora para que abran las puertas y podamos entrar –respondió Rick después de mirar el reloj-.
–¡Y veré a Joe! –dijo entusiasmada; unas risas se escucharon detrás de nosotros, me giré y un grupo de chicas nos miraba, no tendrían más de dieciséis años-.
–Tenéis una hija muy guapa –dijo una de las chicas mirándome.
–Y dulce –dijo otra de ellas.
–Gracias –respondí con una tímida sonrisa-.
Eso dio pie a que Rick se girara y se pusiera a hablar con las chicas, igual que Evelyn, que parecía enamorar a la gente con su sonrisa y sus palabras de amor hacia Joe.
Me quedé pensando en lo que había dicho esa chica de que Eve fuera mi hija y de Rick, y la verdad es que podría ser posible. Yo era morena y Evelyn rubia, igual que Rick. De hecho, lo único que teníamos parecido mi hermana y yo, eran los ojos. Yo me parecía a mi padre mientras que mi hermana se parecía a mi madre, aunque la pequeña era mucho más guapa que todos los de la familia. Posiblemente pasaría por una belleza de la familia de Rick.
Abrieron las puertas y la cola empezó a avanzar despacio, muy despacio. La gente gritaba y hablaba muy animadamente, chicas lloraban emocionadas porque iban a ver a sus ídolos de cerca y porque en breve podrían cantar sus canciones con esos tres chicos que las volvían locas a todas; no podía negar que incluso yo me sentía nerviosa porque sabía que Evelyn estaba emocionada. No dejaba de moverse de un lado a otro mientras se cogía a mi mano con fuerza. Mientras avanzábamos no dejaba de mirar hacia delante levantando la cabeza, hasta que algo me hizo mirar a mi hermana. Su mano de repente estaba fría, su color rosado en las mejillas había desaparecido prácticamente dejando en su lugar un blanco pálido que hizo que mi corazón diera un brinco. Tiré del brazos diciendo su nombre para que me mirara, pero no lo hizo. Me agaché y le cogí la cara para mirarle. No reaccionó, parecía desconectada del entorno, y sus músculos estaban rígidos. Se desplomó en mis brazos mientras su pequeño cuerpo emitía convulsiones constantes.
–¡Evelyn!
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