the second chance. {luke hemmings

Capítulo 1.

A penas cerraron las puertas de Carl’s Jr., el lugar donde trabajo, me saqué la molesta camisa que me hacen usar y me puse la hermosa remera que había traído, bueno no era tan hermosa; pero cuando te hacen usar ese horrible atuendo durante todo el día amas cualquier cosa que te den. Jay, mí jefa, me hizo una seña queriéndome decir que ya me podía ir a casa, por un momento iba a ir hacia la cochera hasta que recordé que Michael choco mi camioneta contra un palo. Nota mental: ‘’No prestarle el auto a Michael’’.

En unos cinco minutos llegué a la parada del colectivo, me iba a tomar el 131, tenía mucho sueño, sentía que mis ojos se iban a cerrar en cualquier momento, pero no lo hicieron ya que en el momento que lo iba a hacer, siento que alguien se sienta al lado mío y me mueve un poco.

—     Lo lamento — Murmuro mientras se alejaba un poco de mí, eso me permitió observarla mejor. Una chica muy bonita pude ver; llevaba el cabello hasta debajo de los hombros, también liso y castaño, unos hermosos ojos marrones oscuros, nariz pequeña, labios rozados y gruesos. Mi mirada siguió bajando por su cuerpo hasta que me encontré con un anillo en su mano derecha y su dedo anular, estaba casada o comprometida y ¡Me estaba figando en ella!, decidí no decir nada sobre eso y hablarle.

—     Hola, soy Luke Hemmings — Le estire mi mano, mientras le daba una tierna sonrisa. Aquella chica, tímidamente la agarro y me daba una pequeña sonrisa, se le había formado un hoyuelo en su mejilla izquierda y estas tomaron un color rojizo.

—     Peyton, Peyton Holey —  No dijo nada más por un largo rato, había pasado casi media hora desde que había llegado y no nombro más palabras que su simple nombre — Mierda — Escuche una tierna voz saliendo de su boca y maldiciendo.

—     ¿Todo está bien? — Le pregunte extrañado por su actitud, la castaña me miro y negó con la cabeza.

—     Mi novio me espera, hoy cumplimos tres años de novios — Por alguna razón el corazón de Luke se estrujó.

—     ¿Quieres tomarte otro colectivo? Hay otro que para en la otra cuadra. El 56 — Ella pensó un momento para ver si la dejaba cerca del lugar al que iba, para luego regalarle una sonrisa y asentir levemente. Juntos caminaron la cuadra que quedaba para ir a dicho lugar y por alguna extraña razón, lo hicieron de la mano.

—     Aquí es — La chica se dio cuenta del acto que hacían y rápidamente corrió su mano. El momento se estaba poniendo incomodo, él apoyado en un árbol y ella en un poste de luz, ninguno se miraba ya que ambos tenían su vista perdida en el piso.

Capítulo 2.

Me sentía exasperado con el incomodo silencio en el que nos encontrábamos. Era tan incomodo que me quería cortar las venas lo antes posibles con lo que encontrara. Peyton seguía mirando al suelo, pero de alguna forma me agradaba la posición en la que se encontraba, me daba el pequeño lujo de admirar su cabello y sus ojos marrones. Era muy hermosa, lastima que fuera prometida, de igual forma, no creería que ella de alguna forma se fijara en mí.

Cuando el autobús paró en la parada, ella subió con prisa y sin despedirse. Me quedé como un idiota mirarla irse y jamás dije una palabra después de eso. Idiota, idiota, idiota.

El autobús que espere por mucho tiempo, por fin apareció. Subí rápido y me deslice hasta los últimos asientos, consideraba esos los mejores, podías escuchar música sin que te interrumpiese alguna cabeza apoyada en tú hombro, o algún trasero cerca de tú cara.

El autobús iba lento, lo cual era desesperante, quería llegar a casa lo más pronto posible y darme una ducha, para luego pedir pizza barata y pagar con el dinero que era de Michael.


Iba tan absorto en mis pensamientos que no me dí cuenta cuando me quedé dormido, hasta que sentí como el camión chocó contra algo y luego miles de gritos. Abrí mis ojos pero apenas pude ver un poco cuando mi cabeza chocó contra el suelo y luego de eso... nada.


+++


Todo mi cuerpo dolía, sentía como si algo hubiera pasado sobre mí y no hubiera tenido piedad conmigo por lo que volvió a aplastarme unas cincuenta veces más.


Me sentía flotando, mi cuerpo no estaba en el suelo, ni en mi cama, ni siquiera recordaba donde me encontraba ahora. Entonces abrí los ojos.


—¿Qué demo...—Mis palabras quedaron en el aire al ver donde estaba. Nada, todo blanco, nada se podía distinguir. Era algo blanco, todo, literalmente, hasta mi rompa lo era.

—¿Hola?—Pregunté y luego mi voz hizo eco.

—¿¡Hola!?—Exclamé, pero no obtuve respuesta alguna—¿¡Mamá!?

—¿Mamá?—Me sobresalté y caí al suelo de rodillas—¿Por qué preguntas por tú madre si más de un año que no la vez?—Una chica con el cabello pelirrojo apareció ante mí. Vestía un largo vestido blanco y fruncía su ceño con molestia.

—¡Diablos!, ¿Quien eres tú?—Exclamé y me abofeteó.

—¡No menciones al innombrable en el lugar de Dios!—Gritó, pero muy apenas la escuché, porque sobaba confundido mi cachete.

—¿Lugar de Dios?—Pregunté y se burlo.

—Sígueme—Masculló y comenzó a caminar así que sin más, la seguí.

De pronto todo tenía color, parecía unas especies de oficinas en donde se movía gente por todo el lugar con un uniforme blanco. Papeles por aquí, papeles por acá y escuché varios murmuros curiosos y peculiares como "hoy muere Steve", "hoy nacerá Clarissa", "otra oportunidad a Lesley".

La extraña chica de pronto paró frente a una enorme puerta marrón. Tocó tres veces la madera y después de un "pase", se adentro.

—Señor, el chico ya llego.

—Hazlo pasar, Nina—Ella me miró y abrió más la puerta para que pasará.

A tropezones lo hice, pero solo me encontré con una típica oficina y un señor calvo y de anteojos, un poco gordo, mirándome con diversión.

—Luke Hemmings, ¿eh?—Me encogí de hombros y el río. Hizo una señal para que me sentará en los sillones marrones frente al escritorio donde él estaba sentado y temeroso y con mi pulso a mil por hora, lo hice.

—¿Quienes somos?—Pregunté con el ceño fruncido y el chasqueó.

—Yo soy un arcángel, tú eres un humano, Luke Hemmings, ¿cierto?—Asentí. Espere. ¿Arcángel?.

—¿Ar... qué?—Río.

—Arcángel, pequeño Luke, mira se que te preguntas que haces aquí, entonces te lo explicaré, ¿okay?—Asentí frenéticamente.

—Tuviste un accidente hace unos minutos y moriste—Abrí mis ojos sorprendido—Pero como no era tú hora, porque la muerte se equivoco, te ha traído al cielo y ahora estás aquí.

—Ah...

—Y como reconciliación de que moriste cuando no debiste, la muerte y yo te daremos una segunda oportunidad, ¿qué te parece?

—Eh.. bien... cool...—Murmuré en estado de shock.

—Pero no será mucho tiempo, me temo. Verás Luke, esto casi nunca pasa y pues en realidad es ilegal lo que haremos, por lo que para no tener problemas con superiores, solo te otorgaremos dos semanas, dos semanas antes de tú accidente en las cuales tendrás que arreglar todos tus errores, ya sabes, problemas familiares, amorosos, económicos, ¡etcétera!—Fruncí el ceño.

—¿Y que hay si no?

—Mueres—Me paré del sillón.

—¿¡Qué!?—Grité.

—Shhh... mira, si no haces lo que tú destino te dicta, osease, lo que en tú libro de vida está escrito morirás. Tienes que hacer todo eso y aún más...

—No entiendo nada—Susurré.

—No importa si no entiendes, pequeño Luke, por eso tú ángel guardián te acompañara estas dos semanas, para guiarte y ayudarte...

—¿Pero yo...—Alzó una mano y callé.

—Firma este contrato y ahora mismo regresas a la tierra—Sacó un enorme papel antiguo y roto y luego un bolígrafo un poco extraño, como aquellos que salían en Harry Potter. Me los tendió y los tomé.

—Te aconsejo leer las letras pequeñas—Pronunció con diversión, pero en realidad aquel papel no tenía nada escrito más que la pequeña raya donde suponía iba la firma.

Tragué duro y junto a mis nervios y su mirada intimidante; firme.

—Buena suerte, Luke.

Fruncí el ceño y de pronto ya no vi nada.