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Un beso en Paris. {Nick J} Adaptación.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Un beso en Paris. {Nick J} Adaptación.
Ahiii me ah encantado el cap!!!
Me da pena que rayis este sola, pero espero que se encuentre con el nicho pronto.
Besitosss, mel :).
Meltabares de jonas
Re: Un beso en Paris. {Nick J} Adaptación.
Meltabares de jonas escribió:Ahiii me ah encantado el cap!!!Me da pena que rayis este sola, pero espero que se encuentre con el nicho pronto.Besitosss, mel :).
¡Muchas gracias, Mel! Estoy en proceso de subir el segundo capítulo, pero he tenido algunos problemillas, así que tardará un poco. ¡Besitos!
not gonna happen dude
Re: Un beso en Paris. {Nick J} Adaptación.
Capítulo 2
Lo siento venir, pero no puedo evitarlo.
PÁNICO.
Me dejaron. ¡Mis padres me dejaron! ¡EN FRANCIA!
Mientras tanto, Francia está extrañamente silenciosa. Incluso la cantante de ópera se ha ido. No puedo perderlo. Las paredes aquí son más pequeñas que una curita, así que si lloro, mis vecinos (mis nuevos compañeros de clase) oirían todo. Voy a estar enferma. Voy a vomitar ese extraño tapenade de berenjenas que comí en la cena, y todo el mundo escuchará, y nadie me va a invitar a ver a los mimos escapar de sus cajas invisibles, o lo que sea que hace la gente aquí en su tiempo libre.
Corro a mi fregadero y me salpico agua en la cara, pero explota y también moja mi camisa. Y ahora estoy llorando más fuerte, porque no he desempacado mis toallas, y la ropa mojada me recuerda esos a estúpidos juegos de agua en Six Flags* (* Parque de diversiones) a los que Bridgette y Matt solían arrastrarme, donde el agua es del color equivocado, huele a pintura y tiene billones y trillones de bacterias en ella. Oh Dios. ¿Qué pasa si hay bacterias en el agua? ¿El agua de Francia es segura para beber?
Patética. Soy patética.
¿Cuántos adolescentes de 17 años no matarían por dejar la casa? Mis vecinos no están experimentando ningún colapso. Ningún sonido de alguien llorando viene de sus paredes del cuarto. Agarro una camisa de la cama para secarme, cuando me llega una solución. Mi almohada. Me dejo caer de bruces en la cama y sollozo y sollozo y sollozo.
Alguien está tocando la puerta.
No. Seguramente no es mi puerta.
¡Ahí está otra vez!
“¿Hola?” una chica llama desde el pasillo, “¿Hola? ¿Estás bien?” No, no estoy bien. VETE. Pero ella llama otra vez, y soy obligada a arrastrarme fuera de mi cama y abrir la puerta. Una rubia con rizos largos, apretados espera al otro lado. Es alta y grande, pero no grande-con-sobrepeso. Jugadora-de-voleibol grande. Un diamante brilla como anillo en la nariz con la luz del pasillo. “¿Estás bien?” Su voz es gentil “Soy Meredith; vivo en la cuarto de al lado. ¿Eran esos tus padres los que se acaban de ir?”
Mis ojos hinchados son una señal afirmativa.
“Llore la primera noche también” Ella inclina la cabeza, piensa por un momento y luego asiente “Vamos. Chocolat chaud.”
“¿Un show de chocolate?” ¿Por qué querría ver un show de chocolate? Mi mamá me abandonó y estoy aterrorizada de dejar mi habitación y—
“No” Ella sonríe “Chaud. Caliente. Chocolate caliente. Puedo hacer algo en mi cuarto.”
Oh.
A pesar de mí misma, la sigo. Meredith me para con su mano como un guardia de seguridad. Está usando anillos en sus cinco dedos. “No olvides tu llave. La puerta se cierra automáticamente detrás de ti”
“Lo sé” Y tiro del collar de debajo de mi camisa para probarlo. Puse mi llave dentro de él durante este fin de semana, en el Seminario de Habilidades para la Vida para nuevos estudiantes después de que nos dijeran lo fácil que era quedarnos afuera.
Entramos a su cuarto. Suspiro. Es del mismo tamaño imposible de mi cuarto, siete por diez pies, con el mismo mini-escritorio, mini-tocador, mini-cama, mini-nevera, mini-fregadero, y mini-ducha. (No mini-retrete, esos son compartidos y se encuentran en el pasillo) Pero… a diferencia de mi propia habitación estéril, cada centímetro de la pared y el techo está cubierto de afiches, fotos, papel brillante para envolver y folletos de colores brillantes escritos en francés.
“¿Desde hace cuanto tiempo has estado aquí?” Pregunto.
Meredith me da un pañuelo y me sueno la nariz, hago un sonido, terrible como un ganso enojado, pero ella no se inmutó ni hizo una cara. “Llegué ayer. Éste es mi cuarto año aquí, así que no tuve que ir a los seminarios. Volé sola, así que he estado saliendo sola, esperando a que mis amigos lleguen.” Ella ve alrededor con las manos en sus caderas, admirando su
trabajo. Veo una pila de revistas, tijeras y cinta adhesiva en su piso y me doy cuenta de que es trabajo en progreso. “No está mal ¿eh? Las paredes blancas no van conmigo.”
Doy vuelta en su cuarto, examinando todo. Rápidamente descubro que la mayoría de las caras son las mismas cinco personas: John, Paul, George, Ringo* (*Integrantes de la banda Los Beatles) y otro jugador de soccer que no reconozco.
“Los Beatles son todo lo que oigo. Mis amigos su burlan de mi pero—“
“¿Quién es este?” señalo al jugador de soccer. Está usando una camiseta roja y blanca, y tiene pelo y cejas negras. Bastante apuesto.
“Cesc Fabregas* (*Jugador español). Dios, el es el pasante más increíble. Juega para Arsenal. ¿El club de fútbol inglés? ¿No te suena?”
Muevo mi cabeza. No soy muy fan de los deportes, pero tal vez debería. “Buenas piernas sin embargo.”
“Lo sé ¿verdad? Se pueden clavar clavos con esos muslos.” Mientras Meredith prepara chocolat chaud en el plato caliente, me entero de que ella también es una estudiante de último año, y que sólo juega al fútbol durante el verano porque nuestra escuela no tiene un programa, pero ella solía estar en All-State en Massachusetts. De allí viene, Boston. Y me recuerda que debo llamarle “futbol” aquí, que (cuando pienso en ello) en realidad tiene más sentido. Y a ella no parece molestarle cuando la fastidio con preguntas o toco sus cosas.
Su cuarto es asombroso. Además de la parafernalia*(*accesorios) pegada en sus muros, tiene una docena de tazas de té de porcelana lleno de anillos de brillo de plástico, anillos de plata con piedras de ámbar y anillos de vidrio con flores prensadas. Ya parece que ha vivido aquí durante años.
Me pruebo un anillo que tiene un dinosaurio de goma conectado. El T-Rex brilla con luces rojas, amarillas y azules cuando lo aprieto. “Desearía tener un cuarto como este.” Lo amo, pero soy demasiado loca por la limpieza como para tener algo así por mí misma. Necesito paredes limpias y un escritorio limpio y todo puesto en su lugar todo el tiempo.
Meredith se ve agradecida por el cumplido.
“¿Estos son tus amigos?” Pongo el dinosaurio de vuelta a la taza de té y señalo una foto pegada a su espejo. Es gris y sombría e impreso en papel grueso y brillante. Es evidente que es producto de una clase de fotografía para la escuela. Hay cuatro personas de pie ante un cubo hueco gigante, y la abundancia de ropa de color negro con estilo y deliberadamente pelo revuelto revela que Meredith pertenece al grupo residente de arte. Por alguna razón, estoy sorprendida. Sé que su cuarto es artístico y ella tiene todos esos anillos en sus dedos y en su nariz, pero el resto está bien definido (suéter lila, vaqueros ajustados, voz suave). Y luego está la cosa del soccer, pero ella no es marimacha tampoco.
Ella irrumpe en una amplia sonrisa, y su anillo en la nariz brilla. “Si. Ellie tomo esa en La Defense. Esos son Josh, St. Jonas, Rashmi y yo. Los conocerás mañana en el desayuno. Bueno, a todos excepto a Ellie. Ella se graduó el año pasado.”
La boca de mi estómago se empieza a abrir. ¿Era eso una invitación a sentarme con ella?
“Pero estoy segura de que la conocerás pronto de todos modos, porque ella está saliendo con St. Jonas. Ella esta ahorita en Parsons Paris*(* Escuela de arte y diseño) por fotografía.”
Nunca escuche de eso, pero asentí como si estuviera considerando ir por mi misma algún día.
“Ella es muy talentosa” El borde en su voz sugiere otra cosa, pero no la presiono “Josh y Rashmi están saliendo también” Añade.
Ah. Meredith debe estar soltera.
Desafortunadamente, no puedo responder. Volviendo a casa yo estaba saliendo con mi amigo Matt. El era más o menos alto, más o menos gracioso y tenía un más o menos decente cabello. Era una de esas situaciones tipo “Como nadie mejor esta alrededor, ¿quieres salir?”. Lo único que hacíamos era besarnos, y ni siquiera era muy genial. Mucha saliva. Siempre tenía que secarme la barbilla.
Rompimos cuando supe de Francia, pero no fue la gran cosa. No lloré ni le envié mensajes suplicando. Ahora el está saliendo con Cherrie Milliken, quien está en el coro y tiene un brillante cabello tipo comercial-de-champú. Ni si quiera me molesta.
En realidad no.
Además, la ruptura evito que yo siguiera codiciando a Toph, un extraordinario compañero de trabajo del multiplex. No que yo no lo deseaba mientras estaba con Matt, pero aun así. Me hacía sentir culpable. Y las cosas estaban empezando a pasar con Toph (en serio) cuando el verano termino. Pero Matt es el único chico con el que he salido, y el apenas cuenta.
Una vez le dije que salía con este chico del campamento de verano, Stuart Thistleback. Stuart Thistleback tenía el pelo castaño y tocaba el bajo, estábamos totalmente enamorados, pero él vivía en Chattanooga y ninguno de los dos habíamos tenido nuestras licencias de conducir.
Matt sabía que lo inventé, pero era demasiado agradable como para decirlo.
Estoy a punto de preguntarle a Meredith cuáles clases está tomando, cuando su teléfono suena con los primeros compases de “Strawberry Fields Forever.” Ella rueda los ojos y contesta “Mamá, es medianoche aquí, Seis horas de diferencia ¿recuerdas?”
Miro su reloj de alarma, con forma de submarino amarillo, y estoy sorprendida al darme cuenta de que tiene razón. Pongo mi larga taza de Chocolat Chaud en su tocador. “Debería irme” susurro “perdón por quedarme tanto tiempo”.
“Espera un segundo” Meredith cubre el teléfono “fue un gusto conocerte. ¿Nos vemos en el desayuno?”
“Si. Nos vemos” Trato de decir esto casualmente pero estoy tan emocionada que cuando salgo de su habitación me estrello contra una pared.
Whoops. No una pared. Un chico.
“Oof” Él se tambalea hacia atrás.
“¡Perdón! Lo siento, no sabía que estabas ahí.”
Él mueve su cabeza, un poco aturdido. La primera cosa que noto es su cabello (es lo primero que noto en una persona). Es marrón oscuro y desordenado y de alguna manera corto y largo al mismo tiempo. Pienso en Los Beatles, desde que los acabo de ver en el cuarto de Meredith. Es un cabello de artista. Cabello de músico. Un cabello Pretendo-que-no-me- importa-pero-en-realidad-sí.
Cabello hermoso.
“Está bien, yo tampoco te vi. ¿Estás bien entonces?”
Oh Dios. Es inglés.
“Er. ¿Vive Mer aquí?”
Seriamente, no conozco a ninguna chica americana que se pueda resistir al acento inglés.
El chico se aclara la garganta “¿Meredith Chevalier? ¿Chica alta? ¿Gran ondulado cabello?” Luego me ve como si estuviera loca o media muerta, como mi Nana Oliphant. Nana simplemente sonríe y mueve la cabeza cuando pregunto, “¿Qué tipo de aderezo te gustaría para la ensalada?” o “¿Dónde pusiste los dientes falsos del abuelo?”
“Lo siento” Él se aleja de mí un pequeño paso “Estás yendo a la cama.”
“¡Sí! Meredith vive ahí. Acabo de pasar dos horas con ella” Anuncié esto con orgullo como mi hermano Seany cuando encuentra algo asqueroso en el patio. “Soy ____. ¡Soy nueva aquí!” Oh Dios. ¿Qué. Pasa. Con. El. Entusiasmo. Aterrador? Mis mejillas se calientan y es tan humillante.
El chico lindo me da una sonrisa divertida. Sus dientes son encantadores, derechos arriba y torcidos abajo, con un toque de sobre mordida. Apesto en sonrisas como esas, debido a mi falta de ortodoncia. Tengo un hueco entre mis dientes de al frente del tamaño de una pasa. “Nicholas” dijo “vivo un piso arriba.”
“Yo vivo aquí” Apunto tontamente hacia mi cuarto mientras mi mente piensa: Nombre francés, acento inglés, escuela Americana. ____ confundida.
El golpea dos veces a la puerta de Meredith “Bueno. Te veo luego entonces, ____.”
Ni-cho-las dijo mi nombre.
Mi corazón palpita desenfrenado dentro de mi pecho.
Meredith abre la puerta “¡St. Jonas!” Ella chilla. Todavía está al teléfono. Ellos se ríen, se abrazan y se hablan entre ellos. “¡Entra! ¿Cómo estuvo tu vuelo? ¿Cuándo llegaste? ¿Has visto a Josh? Mamá, me tengo que ir.”
El teléfono de Meredith y su puerta se cierran simultáneamente.
Busco a tientas la llave en mi collar. Dos chicas con rosadas batas de baño combinadas se pavonean detrás de mí, riendo y chismeando. Un grupo de chicos cruzando el pasillo ríen y silban. Meredith y su amigo ríen a través de las delgadas paredes. Mi corazón se hunde, y mi estomago se vuelve a apretar.
Todavía soy la chica nueva. Todavía estoy sola.
¡Al fin! Aquí les dejé dos capítulos de la novela. Habrían sido publicados hace mucho tiempo, peeeeeeeeero tuve unos problemas al editarlos (ME DEMORÉ UNA HORA Y MEDIA, ¿PUEDEN CREERLO?) Y después de insultar al computador mil y un veces, ¡AQUÍ ESTÁN! Gracias por todos los comentarios, y eso es todo, espero que la historia las atrape tanto como a mí :)
Pórtense bien, criaturas bellas, ¡no olviden comentar!
Lo siento venir, pero no puedo evitarlo.
PÁNICO.
Me dejaron. ¡Mis padres me dejaron! ¡EN FRANCIA!
Mientras tanto, Francia está extrañamente silenciosa. Incluso la cantante de ópera se ha ido. No puedo perderlo. Las paredes aquí son más pequeñas que una curita, así que si lloro, mis vecinos (mis nuevos compañeros de clase) oirían todo. Voy a estar enferma. Voy a vomitar ese extraño tapenade de berenjenas que comí en la cena, y todo el mundo escuchará, y nadie me va a invitar a ver a los mimos escapar de sus cajas invisibles, o lo que sea que hace la gente aquí en su tiempo libre.
Corro a mi fregadero y me salpico agua en la cara, pero explota y también moja mi camisa. Y ahora estoy llorando más fuerte, porque no he desempacado mis toallas, y la ropa mojada me recuerda esos a estúpidos juegos de agua en Six Flags* (* Parque de diversiones) a los que Bridgette y Matt solían arrastrarme, donde el agua es del color equivocado, huele a pintura y tiene billones y trillones de bacterias en ella. Oh Dios. ¿Qué pasa si hay bacterias en el agua? ¿El agua de Francia es segura para beber?
Patética. Soy patética.
¿Cuántos adolescentes de 17 años no matarían por dejar la casa? Mis vecinos no están experimentando ningún colapso. Ningún sonido de alguien llorando viene de sus paredes del cuarto. Agarro una camisa de la cama para secarme, cuando me llega una solución. Mi almohada. Me dejo caer de bruces en la cama y sollozo y sollozo y sollozo.
Alguien está tocando la puerta.
No. Seguramente no es mi puerta.
¡Ahí está otra vez!
“¿Hola?” una chica llama desde el pasillo, “¿Hola? ¿Estás bien?” No, no estoy bien. VETE. Pero ella llama otra vez, y soy obligada a arrastrarme fuera de mi cama y abrir la puerta. Una rubia con rizos largos, apretados espera al otro lado. Es alta y grande, pero no grande-con-sobrepeso. Jugadora-de-voleibol grande. Un diamante brilla como anillo en la nariz con la luz del pasillo. “¿Estás bien?” Su voz es gentil “Soy Meredith; vivo en la cuarto de al lado. ¿Eran esos tus padres los que se acaban de ir?”
Mis ojos hinchados son una señal afirmativa.
“Llore la primera noche también” Ella inclina la cabeza, piensa por un momento y luego asiente “Vamos. Chocolat chaud.”
“¿Un show de chocolate?” ¿Por qué querría ver un show de chocolate? Mi mamá me abandonó y estoy aterrorizada de dejar mi habitación y—
“No” Ella sonríe “Chaud. Caliente. Chocolate caliente. Puedo hacer algo en mi cuarto.”
Oh.
A pesar de mí misma, la sigo. Meredith me para con su mano como un guardia de seguridad. Está usando anillos en sus cinco dedos. “No olvides tu llave. La puerta se cierra automáticamente detrás de ti”
“Lo sé” Y tiro del collar de debajo de mi camisa para probarlo. Puse mi llave dentro de él durante este fin de semana, en el Seminario de Habilidades para la Vida para nuevos estudiantes después de que nos dijeran lo fácil que era quedarnos afuera.
Entramos a su cuarto. Suspiro. Es del mismo tamaño imposible de mi cuarto, siete por diez pies, con el mismo mini-escritorio, mini-tocador, mini-cama, mini-nevera, mini-fregadero, y mini-ducha. (No mini-retrete, esos son compartidos y se encuentran en el pasillo) Pero… a diferencia de mi propia habitación estéril, cada centímetro de la pared y el techo está cubierto de afiches, fotos, papel brillante para envolver y folletos de colores brillantes escritos en francés.
“¿Desde hace cuanto tiempo has estado aquí?” Pregunto.
Meredith me da un pañuelo y me sueno la nariz, hago un sonido, terrible como un ganso enojado, pero ella no se inmutó ni hizo una cara. “Llegué ayer. Éste es mi cuarto año aquí, así que no tuve que ir a los seminarios. Volé sola, así que he estado saliendo sola, esperando a que mis amigos lleguen.” Ella ve alrededor con las manos en sus caderas, admirando su
trabajo. Veo una pila de revistas, tijeras y cinta adhesiva en su piso y me doy cuenta de que es trabajo en progreso. “No está mal ¿eh? Las paredes blancas no van conmigo.”
Doy vuelta en su cuarto, examinando todo. Rápidamente descubro que la mayoría de las caras son las mismas cinco personas: John, Paul, George, Ringo* (*Integrantes de la banda Los Beatles) y otro jugador de soccer que no reconozco.
“Los Beatles son todo lo que oigo. Mis amigos su burlan de mi pero—“
“¿Quién es este?” señalo al jugador de soccer. Está usando una camiseta roja y blanca, y tiene pelo y cejas negras. Bastante apuesto.
“Cesc Fabregas* (*Jugador español). Dios, el es el pasante más increíble. Juega para Arsenal. ¿El club de fútbol inglés? ¿No te suena?”
Muevo mi cabeza. No soy muy fan de los deportes, pero tal vez debería. “Buenas piernas sin embargo.”
“Lo sé ¿verdad? Se pueden clavar clavos con esos muslos.” Mientras Meredith prepara chocolat chaud en el plato caliente, me entero de que ella también es una estudiante de último año, y que sólo juega al fútbol durante el verano porque nuestra escuela no tiene un programa, pero ella solía estar en All-State en Massachusetts. De allí viene, Boston. Y me recuerda que debo llamarle “futbol” aquí, que (cuando pienso en ello) en realidad tiene más sentido. Y a ella no parece molestarle cuando la fastidio con preguntas o toco sus cosas.
Su cuarto es asombroso. Además de la parafernalia*(*accesorios) pegada en sus muros, tiene una docena de tazas de té de porcelana lleno de anillos de brillo de plástico, anillos de plata con piedras de ámbar y anillos de vidrio con flores prensadas. Ya parece que ha vivido aquí durante años.
Me pruebo un anillo que tiene un dinosaurio de goma conectado. El T-Rex brilla con luces rojas, amarillas y azules cuando lo aprieto. “Desearía tener un cuarto como este.” Lo amo, pero soy demasiado loca por la limpieza como para tener algo así por mí misma. Necesito paredes limpias y un escritorio limpio y todo puesto en su lugar todo el tiempo.
Meredith se ve agradecida por el cumplido.
“¿Estos son tus amigos?” Pongo el dinosaurio de vuelta a la taza de té y señalo una foto pegada a su espejo. Es gris y sombría e impreso en papel grueso y brillante. Es evidente que es producto de una clase de fotografía para la escuela. Hay cuatro personas de pie ante un cubo hueco gigante, y la abundancia de ropa de color negro con estilo y deliberadamente pelo revuelto revela que Meredith pertenece al grupo residente de arte. Por alguna razón, estoy sorprendida. Sé que su cuarto es artístico y ella tiene todos esos anillos en sus dedos y en su nariz, pero el resto está bien definido (suéter lila, vaqueros ajustados, voz suave). Y luego está la cosa del soccer, pero ella no es marimacha tampoco.
Ella irrumpe en una amplia sonrisa, y su anillo en la nariz brilla. “Si. Ellie tomo esa en La Defense. Esos son Josh, St. Jonas, Rashmi y yo. Los conocerás mañana en el desayuno. Bueno, a todos excepto a Ellie. Ella se graduó el año pasado.”
La boca de mi estómago se empieza a abrir. ¿Era eso una invitación a sentarme con ella?
“Pero estoy segura de que la conocerás pronto de todos modos, porque ella está saliendo con St. Jonas. Ella esta ahorita en Parsons Paris*(* Escuela de arte y diseño) por fotografía.”
Nunca escuche de eso, pero asentí como si estuviera considerando ir por mi misma algún día.
“Ella es muy talentosa” El borde en su voz sugiere otra cosa, pero no la presiono “Josh y Rashmi están saliendo también” Añade.
Ah. Meredith debe estar soltera.
Desafortunadamente, no puedo responder. Volviendo a casa yo estaba saliendo con mi amigo Matt. El era más o menos alto, más o menos gracioso y tenía un más o menos decente cabello. Era una de esas situaciones tipo “Como nadie mejor esta alrededor, ¿quieres salir?”. Lo único que hacíamos era besarnos, y ni siquiera era muy genial. Mucha saliva. Siempre tenía que secarme la barbilla.
Rompimos cuando supe de Francia, pero no fue la gran cosa. No lloré ni le envié mensajes suplicando. Ahora el está saliendo con Cherrie Milliken, quien está en el coro y tiene un brillante cabello tipo comercial-de-champú. Ni si quiera me molesta.
En realidad no.
Además, la ruptura evito que yo siguiera codiciando a Toph, un extraordinario compañero de trabajo del multiplex. No que yo no lo deseaba mientras estaba con Matt, pero aun así. Me hacía sentir culpable. Y las cosas estaban empezando a pasar con Toph (en serio) cuando el verano termino. Pero Matt es el único chico con el que he salido, y el apenas cuenta.
Una vez le dije que salía con este chico del campamento de verano, Stuart Thistleback. Stuart Thistleback tenía el pelo castaño y tocaba el bajo, estábamos totalmente enamorados, pero él vivía en Chattanooga y ninguno de los dos habíamos tenido nuestras licencias de conducir.
Matt sabía que lo inventé, pero era demasiado agradable como para decirlo.
Estoy a punto de preguntarle a Meredith cuáles clases está tomando, cuando su teléfono suena con los primeros compases de “Strawberry Fields Forever.” Ella rueda los ojos y contesta “Mamá, es medianoche aquí, Seis horas de diferencia ¿recuerdas?”
Miro su reloj de alarma, con forma de submarino amarillo, y estoy sorprendida al darme cuenta de que tiene razón. Pongo mi larga taza de Chocolat Chaud en su tocador. “Debería irme” susurro “perdón por quedarme tanto tiempo”.
“Espera un segundo” Meredith cubre el teléfono “fue un gusto conocerte. ¿Nos vemos en el desayuno?”
“Si. Nos vemos” Trato de decir esto casualmente pero estoy tan emocionada que cuando salgo de su habitación me estrello contra una pared.
Whoops. No una pared. Un chico.
“Oof” Él se tambalea hacia atrás.
“¡Perdón! Lo siento, no sabía que estabas ahí.”
Él mueve su cabeza, un poco aturdido. La primera cosa que noto es su cabello (es lo primero que noto en una persona). Es marrón oscuro y desordenado y de alguna manera corto y largo al mismo tiempo. Pienso en Los Beatles, desde que los acabo de ver en el cuarto de Meredith. Es un cabello de artista. Cabello de músico. Un cabello Pretendo-que-no-me- importa-pero-en-realidad-sí.
Cabello hermoso.
“Está bien, yo tampoco te vi. ¿Estás bien entonces?”
Oh Dios. Es inglés.
“Er. ¿Vive Mer aquí?”
Seriamente, no conozco a ninguna chica americana que se pueda resistir al acento inglés.
El chico se aclara la garganta “¿Meredith Chevalier? ¿Chica alta? ¿Gran ondulado cabello?” Luego me ve como si estuviera loca o media muerta, como mi Nana Oliphant. Nana simplemente sonríe y mueve la cabeza cuando pregunto, “¿Qué tipo de aderezo te gustaría para la ensalada?” o “¿Dónde pusiste los dientes falsos del abuelo?”
“Lo siento” Él se aleja de mí un pequeño paso “Estás yendo a la cama.”
“¡Sí! Meredith vive ahí. Acabo de pasar dos horas con ella” Anuncié esto con orgullo como mi hermano Seany cuando encuentra algo asqueroso en el patio. “Soy ____. ¡Soy nueva aquí!” Oh Dios. ¿Qué. Pasa. Con. El. Entusiasmo. Aterrador? Mis mejillas se calientan y es tan humillante.
El chico lindo me da una sonrisa divertida. Sus dientes son encantadores, derechos arriba y torcidos abajo, con un toque de sobre mordida. Apesto en sonrisas como esas, debido a mi falta de ortodoncia. Tengo un hueco entre mis dientes de al frente del tamaño de una pasa. “Nicholas” dijo “vivo un piso arriba.”
“Yo vivo aquí” Apunto tontamente hacia mi cuarto mientras mi mente piensa: Nombre francés, acento inglés, escuela Americana. ____ confundida.
El golpea dos veces a la puerta de Meredith “Bueno. Te veo luego entonces, ____.”
Ni-cho-las dijo mi nombre.
Mi corazón palpita desenfrenado dentro de mi pecho.
Meredith abre la puerta “¡St. Jonas!” Ella chilla. Todavía está al teléfono. Ellos se ríen, se abrazan y se hablan entre ellos. “¡Entra! ¿Cómo estuvo tu vuelo? ¿Cuándo llegaste? ¿Has visto a Josh? Mamá, me tengo que ir.”
El teléfono de Meredith y su puerta se cierran simultáneamente.
Busco a tientas la llave en mi collar. Dos chicas con rosadas batas de baño combinadas se pavonean detrás de mí, riendo y chismeando. Un grupo de chicos cruzando el pasillo ríen y silban. Meredith y su amigo ríen a través de las delgadas paredes. Mi corazón se hunde, y mi estomago se vuelve a apretar.
Todavía soy la chica nueva. Todavía estoy sola.
¡Al fin! Aquí les dejé dos capítulos de la novela. Habrían sido publicados hace mucho tiempo, peeeeeeeeero tuve unos problemas al editarlos (ME DEMORÉ UNA HORA Y MEDIA, ¿PUEDEN CREERLO?) Y después de insultar al computador mil y un veces, ¡AQUÍ ESTÁN! Gracias por todos los comentarios, y eso es todo, espero que la historia las atrape tanto como a mí :)
Pórtense bien, criaturas bellas, ¡no olviden comentar!
not gonna happen dude
Re: Un beso en Paris. {Nick J} Adaptación.
Capítulo 3
La siguiente mañana, consideré pararme en el cuarto de Meredith, pero me acobardé y caminé hacia el comedor para comer el desayuno por mí misma. Al menos sé donde está la cafetería (Día dos: Seminario de Habilidades para la vida). Verifiqué dos veces mi tarjeta de comida y abrí mi sombrilla de Hello Kitty. Está lloviznando. Al agua no le importa que sea mi primer día en el colegio.
Cruzo el camino con un grupo de estudiantes. No se dan cuenta de mí, pero juntos pasamos todos los charcos. Un automóvil, tan pequeño que puede ser uno de los juguetes de mi hermano, pasa y moja a una chica que tiene lentes. Ella jura y sus amigas se burlan de ella.
Yo me quedo detrás.
La ciudad es gris perla. El cielo nublado y las piedras de los edificios emiten la misma fría elegancia, pero delante de mí el Panteón brilla. Sus masivas cúpulas e impresionantes columnas suben hasta coronar la parte alta del barrio. Cada vez que lo veo, es difícil apartar la mirada. Es como si hubiera sido robado a la antigua Roma o, al menos, al Capitolio. Nada que yo fuera capaz de ver a través de las ventanas de mi salón de clases.
No sé su propósito, pero supongo que alguien me dirá pronto.
Mi nuevo barrio es el Latin Quarter* (*Barrio Latino) o el Fifth Arrondissement* (*Quinto distrito). Según mi diccionario de bolsillo, eso significa distrito, y los edificios de mi arrondissement se mezclan unos a otros, formando una curva alrededor de las esquinas, con la suntuosidad de pasteles de boda. Las aceras están llenas de estudiantes y turistas, y están alineados con bancos y farolas ornamentales idénticos, los árboles o arbustos están rodeados de rejas de metal, las catedrales góticas, y hay creperies*(*Creperías) pequeñas, tiendas de postales y balcones de hierro forjado.
Si estas fueran unas vacaciones, estoy segura de que estaría encantada. Compraría un llavero de la Torre Eiffel, tomaría fotos de los adoquines y ordenaría un plato de caracoles. Pero no estoy en vacaciones. Estoy aquí para vivir, y me siento pequeña.
El edificio principal de La Escuela de América está a solo dos minutos caminando desde la Residencia Lambert, el dormitorio de los estudiantes de último y penúltimo año. La entrada es a través de un gran arco, en un patio con arboles bien cuidados. Flores y hierba bajan desde las cajas de las ventanas en cada piso, y majestuosas cabezas de león están talladas en el centro de las puertas de color verde oscuro, que tienen tres veces mi tamaño. A cada lado de las puertas cuelgan dos banderas de colores rojo, blanco y azul, una de América y la otra de Francia.
Parece un set de filmación. El set de filmación de la película The Little Princess, si tomo lugar en Francia. ¿Cómo puede realmente existir una escuela como esta? ¿Y cómo es posible que yo esté inscrita en ella? Mi padre está loco si piensa que yo pertenezco aquí. Estoy luchando por cerrar mi sombrilla y empujar la pesada puerta con mi trasero, cuando un chico de preparatoria con pelo falso imitando al de un surfista pasa. Él empuja mi sombrilla y luego me da una mirada sucia como si: 1) Fuera mi culpa que él tuviera la paciencia de un niño, y 2) Él no estaba mojado.
Dos puntos de deducción para París. Chupa esa, chico de preparatoria.
El techo en el primer piso es imposiblemente alto, goteado con candelabros y con figuras de ninfas coquetas y sátiros lujuriosos pintados en él. Huele a productos de limpieza de naranja y a marcador. Montado en la pared, en el otro extremo de la sala, está un reloj de oro apuntando la hora.
Toda la escuela es intimidante como es impresionante. Debería estar reservada para alumnos con sus propios guarda espaldas y ponis de Las Islas de Shetland, no para alguien que compra la mayoría de su vestuario en Target*(*tiendas de Estados Unidos que también vende por internet).
Aunque ya la vi en el tour de la escuela, la cafetería me detiene muerta. Yo solía almorzar en un gimnasio convertido que apestaba a cloro y suspensorios. Tenía largas mesas y bancos, vasos de papel y pitillos de plástico. Las mujeres que manejaban las maquinas registradoras servían pizza congelada, papas fritas congeladas y nuggets congelados. Pero esto. Esto podría ser un restaurante.
Por el contrario de la apariencia histórica del vestíbulo, la cafetería es elegante y moderna. Está lleno de mesas redondas de abedul y plantas en cestas colgantes. Las paredes son de color mandarina y limón, y hay un hombre francés usando un sombrero blanco de cocinero que sirve una variedad de alimentos que parece sospechosamente fresco. Hay muchas bebidas embotelladas pero en vez de coca colas altas-en-azúcar y altas-en-cafeína, están llenas de jugos y una docena de tipos diferentes de agua. Incluso hay una mesa para el café. Café. Conozco a algunas chicas locas por Starbucks que matarían por tener café en el colegio.
Las sillas ya están llenas de gente chismeando con sus amigos sobre el sonido de los chefs limpiando platos (platos reales desde china, no de plástico). Me paro en la puerta. Estudiantes me empujan mientras pasan, yendo a todas direcciones. Mi pecho se aprieta. ¿Debería buscar primero una mesa o mi desayuno? ¿Y como se supone que voy a pedir si el menú está en francés?
Me sorprendo cuando una voz dice en voz alta mi nombre. Oh por favor, oh por favor, oh por favor…
Mientras veo a la gente descubro a una mano con cinco anillos saludándome desde el otro lado de la habitación. Meredith señala una silla vacía que está al lado de ella, y voy hacia allá, agradecida y casi adoloridamente aliviada.
—Pensé en tocar tu puerta así podíamos caminar juntas, pero no sabía si eras una de esas chicas que se levanta tarde —las cejas de Meredith se unen en una expresión de preocupación. —Lo siento, debí tocar la puerta. Te ves tan perdida.
—Gracias por guardarme un puesto —pongo mis cosas en la mesa y me siento. Hay otras dos personas en la mesa, como Meredith me dijo la noche anterior, son de la fotografía de su espejo. Estoy nerviosa otra vez y ajusto mis cosas en mis pies.
—Esta es ____, la chica de la que les estaba hablando —dice Meredith.
Un chico larguirucho, con pelo corto y con una larga nariz me Saluda con su taza de café. —Josh —dice. —Y Rashmi —asiente hacia la chica que está a su lado, quien sostiene su otra mano dentro del bolsillo de la sudadera de Josh. Rashmi tiene lentes con el borde azul y espeso cabello negro que cae por toda su espalda. Ella me da el más pequeño de los reconocimientos.
Eso está bien. No gran cosa.
—Todo el mundo está aquí menos St. Jonas —Meredith mueve su cabeza alrededor de la cafetería. —El casi siempre llega tarde.
—Siempre —corrige Josh. —Siempre llega tarde.
Me aclaro la garganta. —Creo que lo conocí ayer en la noche. En el pasillo.
—¿Buen cabello y acento inglés? —pregunta Meredith.
—Um. Si. Supongo —trato de mantener mi voz casual.
Josh sonríe satisfecho. —Todo el mundo está enamoraaaaado de St. Jonas.
—Oh, cállate —dice Meredith.
—Yo no estoy enamorada de él —Rashmi me mira por primera vez, calculando si tal vez yo pueda enamorarme de su propio novio.
Él deja ir su mano y da un suspiro exagerado. —Bueno, yo sí. Lo voy a invitar al baile. Éste es nuestro año, simplemente lo sé.
—¿Ésta escuela tiene un baile? —pregunto.
—Dios, no —dice Rashmi. —Si, Josh. St. Jonas y tu se verían realmente lindos en trajes combinados.
—Colas —el acento inglés hace que Meredith salte en su asiento. El chico del pasillo. Chico lindo. Su cabello esta empapado por la lluvia. —Nuestros trajes tienen que tenar cola, o si no le doy las flores a Steve Carver.
—¡St. Jonas! —Josh se levanta de su asiento, y se dan el clásico abrazo de hombre dos-golpes-en-la-espalda.
—¿No hay beso? Estoy destruido, amigo.
—Pensé que podría ser extraño. Ella no sabe de nosotros todavía.
—Lo que sea —dice Rashmi, pero está sonriendo ahorita. Se ve bien en ella. Debería de utilizar las esquinas de su boca más seguido.
El chico hermoso del pasillo (¿debería llamarlo Nicholas o St. Jonas?) deja caer su bolso y se sienta en el puesto restante entre Rashmi y yo.
—____ —está sorprendido de verme, y yo también. Se acuerda de mí. —Buena sombrilla. La podría haber usado esta mañana —él sacude una mano por su cabello y algunas gotas caen en mi brazo. Las palabras me fallan. Desafortunadamente, mi estómago habla por mí. Sus ojos se abren por el sonido, y me alarma lo grandes y marrones que son. Como si necesitara algún arma contra la carrera femenina.
Josh debería estar en lo correcto. Cada chica del colegio debe estar enamorada de él.
—Suena terrible. Tienes que alimentar esa cosa. A menos que… —él pretende examinarme, entonces se acerca y me susurra. —A menos que seas ese tipo de chicas que nunca comen. No lo puedo tolerar, les tengo miedo. Siempre se prohíben darse algunos gustos.
Estoy determinada a hablar racionalmente en su presencia. —No estoy segura de cómo ordenar.
—Fácil —dice Josh. —Métete en la fila. Diles lo que quieres. Acepta deliciosas golosinas. Y luego dales tu tarjeta de comida y dos gotas de sangre.
—He oído que lo subieron a tres gotas este año —dice Rashmi.
—La médula ósea —el chico hermoso del pasillo dice. —O el lóbulo de la oreja.
—Me refiero al menú, muchas gracias. —hago un gesto hacia la pizarra que está arriba de los chefs.
Una mano exquisita, cursiva ha escrito el menú de la mañana en rosado, blanco y amarillo. En francés. —No es exactamente mi primer lenguaje.
—¿No hablas francés? —Pregunta Meredith.
—Tomé español por tres años. No es como si algunas vez yo hubiera pensado que me mudaría a París.
—Está bien —dice Meredith rápidamente. —Mucha gente aquí no habla francés.
—Pero la mayoría sí —añade Josh.
—Pero la mayoría de ellos no muy bien —Rashmi lo ve intencionalmente.
—Aprenderás el lenguaje de la comida primero. El lenguaje del amor —Josh frota su vientre como un Buda flaco. —Oeuf: Huevo. Pomme: Apple. Lapin: Conejo.
—No es gracioso —Rashmi le golpea en el brazo. —No me pregunto por qué Isis te mordió. Imbécil.
Veo la pizarra de Nuevo. Todavía está en francés. —Y, um, ¿vamos entonces?
—Seguro —el hermoso chico del pasillo empuja su silla hacia atrás. —Ven. Yo tampoco he comido.
No puedo evitar notar que muchas chicas se le quedan viendo a medida que encontramos nuestro camino hacia la fila. Una rubia con nariz ganchuda y un pequeño top se nos acerca tan pronto llegamos.
—Hey, St. Jonas. ¿Cómo estuvo tu verano?
—Hola, Amanda. Genial.
—¿Te quedaste aquí, o fuiste a Londres? —ella se inclina sobre su amiga, una chica bajita, su pelo recogido en una cola severa y pone una pose para exponerse.
—Me quedé con mi mamá en San Francisco. ¿Tuviste unas buenas vacaciones? —él pregunta esto cortésmente, pero me alegro al oír la indiferencia en su voz.
Amanda mueve su cabello, y de repente ella es Cherrie Milliken. Cherrie ama girar su cabello y sacudirlo y torcerlo entre sus dedos. Bridgette está convencida de que gasta su fin de semana parada delante de sus “fans”, pretendiendo ser una supermodelo, pero yo pienso que está demasiado ocupada empapando su cabello en puré de papaya y algas marinas en
busca de ese brillo perfecto.
—Estuvo fabuloso —enrolla su cabello y luego lo deja ir. —Fui a Grecia por un mes, y luego pasé el resto del verano en Manhattan. Mi padre tiene un maravilloso apartamento con vistas a Central Park.
Cada oración que dice tiene una palabra enfatizada. Resoplo para contener la risa, y El chico hermoso del pasillo tose de una forma extraña.
—Pero te extrañé. ¿No recibiste mis mensajes?
—Er, no. Debes tener una mala dirección. Hey —me da un codazo. —Ya casi es nuestro turno —él se voltea y le da la espalda a Amanda y ella y su amiga intercambian ceños.
—Tiempo para tu primera lección de francés. El desayuno aquí es simple y consiste principalmente por panes y cruasanes éste siendo el más famoso, por supuesto. Esto significa no salchicha, ni huevos revueltos.
—¿Tocino? —pregunto con ilusión.
—Definitivamente no. —él ríe. —Segunda lección, las palabras en la pizarra. Escucha cuidadosamente después de mí. Granola —estrecho mis ojos mientras él hace un tono fingido de inocencia. —Significa ‘granola,’. ¿Y esta otra? ¿Yaourt?
—Eh, ya se. ¿Yogurt?
—¡Tu sola!, ¿dijiste que jamás habías vivido en Francia antes?
—Duro. Sumamente. Duro.
Él sonríe. —Oh, ya veo. Me conoces menos de un día y ya te estás burlando de mi acento. ¿Qué es lo siguiente? ¿Discutir sobre el estado de mi cabello? ¿Mi tamaño? ¿Mis pantalones?
Pantalones. Honestamente.
El francés que está detrás del mostrador hace un ruido hacia nosotros. Perdón, Chef Pierre. Estoy un poco distraída con esta obra maestra de chico Inglés Francés Americano. El chico dice rápidamente:
—¿Yogurt con granola y miel, huevo hervido, o peras en brioche?
No tengo idea de que es brioche. —Yogurt —digo. Él coloca nuestros pedidos mientras dice qué son en perfecto francés. Al
menos, suena impecable para mis oídos vírgenes, y relaja al Chef Pierre. Pierde el ceño fruncido y coloca granola y miel en mi yogurt. Algunos arándanos son añadidos a la parte de arriba antes de que me lo dé.
—Merci, Monsieur Boutin.
Agarro nuestra bandeja. —¿No hay Pop-Tarts* (*Galletas cubiertas de dulce y arequipe en el centro), ni Cocoa Puffs* (*Cereales hechos de chocolate)? Estoy como, totalmente ofendida.
—Los Pop-Tarts son los martes, los waffles son los miércoles, pero ellos nunca sirven Cocoa Puffs. Tendrás que conformarte con los Froot Loops* (*Cereales de varios colores con formas de aros) los viernes.
—Sabes mucho sobre comida americana para ser británico.
—¿Quieres jugo de naranja? ¿Toronja? ¿Arándano? —señalo la naranja y el saca dos de la caja. —No soy británico. Soy americano.
Yo sonrío. —Por supuesto que sí.
—Lo soy. Tienes que ser americano para asistir a EAP, ¿recuerdas?
—¿EAP?
—Escuela de América en París —explica. —EAP.
Genial. Mi padre me envió aquí para ser limpiada.
Nos ponemos en línea para pagar y estoy sorprendida por lo rápido que avanza. Mi vieja escuela era todo sobre esperar a que las señoras del almuerzo te atendieran mientras corrían como locas, pero aquí todo el mundo espera pacientemente.
Me volteo en el momento justo para ver sus ojos viajar arriba y abajo por mi cuerpo. Paro de respirar. El chico hermoso me está viendo.
Él no se da cuenta de que lo atrape viéndome. —Mi mamá es Americana —continúa sin problemas. —Mi padre es francés. Yo nací en San Francisco, y fui criado en Londres.
Milagrosamente, encuentro mi voz. —Un verdadero internacional.
Él se ríe. —Eso es cierto. No soy presumido como el resto de ustedes.
Estoy a punto de burlarme de él cuando recuerdo. Él tiene una novia. Algo malo se asoma entre los pliegues de color rosa de mi cerebro, obligándome a recordar la conversación con Meredith anoche. Es hora de cambiar de tema. —¿Cuál es tu verdadero nombre? Ayer en la noche te presentaste como—
—St. Jonas es mi apellido. Nicholas mi nombre.
—Nicholas St. Jonas —trato de pronunciarlo como él, todo extranjero y elegante.
—Terrible, ¿no es así?
Estoy riendo ahora. —Nicholas es genial. ¿Por qué la gente no te llama así?
—Oh, "Nicholas es genial" Qué generoso de tu parte.
Otra persona se pone detrás de nosotros, un pequeño chico con piel marrón, acné, y una gruesa mata de cabello negro. El chico está emocionado por verlo, y le devuelve la sonrisa.
—Hey, Nikhil. ¿Tuviste unas buenas vacaciones? —es la misma pregunta que le hizo a Amanda, pero esta vez su tono es mucho más sincero.
Eso es todo lo que se necesita para que el chico empiece a explicar su viaje a Delhi, sobre los mercados, los templos y los monzones. (Él fue un día de viaje al Taj Mahal. Yo fui a Panamá con el resto de Georgia.) Otro chico se nos une, éste otro es delgado y pálido con cabello pegajoso. Nikhil se olvida de nosotros y saluda a su amigo con la misma charla entusiasta.
St. Jonas (estoy determinada a llamarlo así después de que me avergoncé a mi misma) se vuelve hacia mí. —Nikhil es el hermano de Rashmi. Él es estudiante de primer año. Ella también tiene una hermana menor, Sanjita, quien es estudiante de penúltimo año, y una hermana mayor, Leela, quien se graduó hace dos años.
—¿Tienes algún hermano o hermana?
—No, ¿tú?
—Un hermano, pero él está en casa. En Atlanta. Eso está en Georgia. En el sur.
Levanta una ceja. —Sé donde esta Atlanta.
—Oh. Cierto. —le doy mi tarjeta de comida al hombre detrás de la caja registradora. Como Monsieur Boutin, usa un uniforme blanco y un sombrero. Además tiene un bigote daliniano. Huh. No sabía que tenían de esos aquí. El Chef Handlebar golpea mi tarjeta y me la devuelve con un rápido merci.
Gracias. Otra palabra que ya conocía. Excelente.
En el camino de vuelta a nuestra mesa, Amanda ve a St. Jonas desde su grupo de Lindos Chicos de Preparatoria. No estoy sorprendida de ver al chico del pelo falso surfista mirada-sucia sentado con ella. St. Jonas está hablando de las clases (qué esperar el primer día, quiénes son mis profesores) pero pare de escuchar. Lo único que sé es su hermosa sonrisa de
diente-torcido y su confianza al caminar.
Soy una tonta tan grande como el resto de las otras chicas.
La siguiente mañana, consideré pararme en el cuarto de Meredith, pero me acobardé y caminé hacia el comedor para comer el desayuno por mí misma. Al menos sé donde está la cafetería (Día dos: Seminario de Habilidades para la vida). Verifiqué dos veces mi tarjeta de comida y abrí mi sombrilla de Hello Kitty. Está lloviznando. Al agua no le importa que sea mi primer día en el colegio.
Cruzo el camino con un grupo de estudiantes. No se dan cuenta de mí, pero juntos pasamos todos los charcos. Un automóvil, tan pequeño que puede ser uno de los juguetes de mi hermano, pasa y moja a una chica que tiene lentes. Ella jura y sus amigas se burlan de ella.
Yo me quedo detrás.
La ciudad es gris perla. El cielo nublado y las piedras de los edificios emiten la misma fría elegancia, pero delante de mí el Panteón brilla. Sus masivas cúpulas e impresionantes columnas suben hasta coronar la parte alta del barrio. Cada vez que lo veo, es difícil apartar la mirada. Es como si hubiera sido robado a la antigua Roma o, al menos, al Capitolio. Nada que yo fuera capaz de ver a través de las ventanas de mi salón de clases.
No sé su propósito, pero supongo que alguien me dirá pronto.
Mi nuevo barrio es el Latin Quarter* (*Barrio Latino) o el Fifth Arrondissement* (*Quinto distrito). Según mi diccionario de bolsillo, eso significa distrito, y los edificios de mi arrondissement se mezclan unos a otros, formando una curva alrededor de las esquinas, con la suntuosidad de pasteles de boda. Las aceras están llenas de estudiantes y turistas, y están alineados con bancos y farolas ornamentales idénticos, los árboles o arbustos están rodeados de rejas de metal, las catedrales góticas, y hay creperies*(*Creperías) pequeñas, tiendas de postales y balcones de hierro forjado.
Si estas fueran unas vacaciones, estoy segura de que estaría encantada. Compraría un llavero de la Torre Eiffel, tomaría fotos de los adoquines y ordenaría un plato de caracoles. Pero no estoy en vacaciones. Estoy aquí para vivir, y me siento pequeña.
El edificio principal de La Escuela de América está a solo dos minutos caminando desde la Residencia Lambert, el dormitorio de los estudiantes de último y penúltimo año. La entrada es a través de un gran arco, en un patio con arboles bien cuidados. Flores y hierba bajan desde las cajas de las ventanas en cada piso, y majestuosas cabezas de león están talladas en el centro de las puertas de color verde oscuro, que tienen tres veces mi tamaño. A cada lado de las puertas cuelgan dos banderas de colores rojo, blanco y azul, una de América y la otra de Francia.
Parece un set de filmación. El set de filmación de la película The Little Princess, si tomo lugar en Francia. ¿Cómo puede realmente existir una escuela como esta? ¿Y cómo es posible que yo esté inscrita en ella? Mi padre está loco si piensa que yo pertenezco aquí. Estoy luchando por cerrar mi sombrilla y empujar la pesada puerta con mi trasero, cuando un chico de preparatoria con pelo falso imitando al de un surfista pasa. Él empuja mi sombrilla y luego me da una mirada sucia como si: 1) Fuera mi culpa que él tuviera la paciencia de un niño, y 2) Él no estaba mojado.
Dos puntos de deducción para París. Chupa esa, chico de preparatoria.
El techo en el primer piso es imposiblemente alto, goteado con candelabros y con figuras de ninfas coquetas y sátiros lujuriosos pintados en él. Huele a productos de limpieza de naranja y a marcador. Montado en la pared, en el otro extremo de la sala, está un reloj de oro apuntando la hora.
Toda la escuela es intimidante como es impresionante. Debería estar reservada para alumnos con sus propios guarda espaldas y ponis de Las Islas de Shetland, no para alguien que compra la mayoría de su vestuario en Target*(*tiendas de Estados Unidos que también vende por internet).
Aunque ya la vi en el tour de la escuela, la cafetería me detiene muerta. Yo solía almorzar en un gimnasio convertido que apestaba a cloro y suspensorios. Tenía largas mesas y bancos, vasos de papel y pitillos de plástico. Las mujeres que manejaban las maquinas registradoras servían pizza congelada, papas fritas congeladas y nuggets congelados. Pero esto. Esto podría ser un restaurante.
Por el contrario de la apariencia histórica del vestíbulo, la cafetería es elegante y moderna. Está lleno de mesas redondas de abedul y plantas en cestas colgantes. Las paredes son de color mandarina y limón, y hay un hombre francés usando un sombrero blanco de cocinero que sirve una variedad de alimentos que parece sospechosamente fresco. Hay muchas bebidas embotelladas pero en vez de coca colas altas-en-azúcar y altas-en-cafeína, están llenas de jugos y una docena de tipos diferentes de agua. Incluso hay una mesa para el café. Café. Conozco a algunas chicas locas por Starbucks que matarían por tener café en el colegio.
Las sillas ya están llenas de gente chismeando con sus amigos sobre el sonido de los chefs limpiando platos (platos reales desde china, no de plástico). Me paro en la puerta. Estudiantes me empujan mientras pasan, yendo a todas direcciones. Mi pecho se aprieta. ¿Debería buscar primero una mesa o mi desayuno? ¿Y como se supone que voy a pedir si el menú está en francés?
Me sorprendo cuando una voz dice en voz alta mi nombre. Oh por favor, oh por favor, oh por favor…
Mientras veo a la gente descubro a una mano con cinco anillos saludándome desde el otro lado de la habitación. Meredith señala una silla vacía que está al lado de ella, y voy hacia allá, agradecida y casi adoloridamente aliviada.
—Pensé en tocar tu puerta así podíamos caminar juntas, pero no sabía si eras una de esas chicas que se levanta tarde —las cejas de Meredith se unen en una expresión de preocupación. —Lo siento, debí tocar la puerta. Te ves tan perdida.
—Gracias por guardarme un puesto —pongo mis cosas en la mesa y me siento. Hay otras dos personas en la mesa, como Meredith me dijo la noche anterior, son de la fotografía de su espejo. Estoy nerviosa otra vez y ajusto mis cosas en mis pies.
—Esta es ____, la chica de la que les estaba hablando —dice Meredith.
Un chico larguirucho, con pelo corto y con una larga nariz me Saluda con su taza de café. —Josh —dice. —Y Rashmi —asiente hacia la chica que está a su lado, quien sostiene su otra mano dentro del bolsillo de la sudadera de Josh. Rashmi tiene lentes con el borde azul y espeso cabello negro que cae por toda su espalda. Ella me da el más pequeño de los reconocimientos.
Eso está bien. No gran cosa.
—Todo el mundo está aquí menos St. Jonas —Meredith mueve su cabeza alrededor de la cafetería. —El casi siempre llega tarde.
—Siempre —corrige Josh. —Siempre llega tarde.
Me aclaro la garganta. —Creo que lo conocí ayer en la noche. En el pasillo.
—¿Buen cabello y acento inglés? —pregunta Meredith.
—Um. Si. Supongo —trato de mantener mi voz casual.
Josh sonríe satisfecho. —Todo el mundo está enamoraaaaado de St. Jonas.
—Oh, cállate —dice Meredith.
—Yo no estoy enamorada de él —Rashmi me mira por primera vez, calculando si tal vez yo pueda enamorarme de su propio novio.
Él deja ir su mano y da un suspiro exagerado. —Bueno, yo sí. Lo voy a invitar al baile. Éste es nuestro año, simplemente lo sé.
—¿Ésta escuela tiene un baile? —pregunto.
—Dios, no —dice Rashmi. —Si, Josh. St. Jonas y tu se verían realmente lindos en trajes combinados.
—Colas —el acento inglés hace que Meredith salte en su asiento. El chico del pasillo. Chico lindo. Su cabello esta empapado por la lluvia. —Nuestros trajes tienen que tenar cola, o si no le doy las flores a Steve Carver.
—¡St. Jonas! —Josh se levanta de su asiento, y se dan el clásico abrazo de hombre dos-golpes-en-la-espalda.
—¿No hay beso? Estoy destruido, amigo.
—Pensé que podría ser extraño. Ella no sabe de nosotros todavía.
—Lo que sea —dice Rashmi, pero está sonriendo ahorita. Se ve bien en ella. Debería de utilizar las esquinas de su boca más seguido.
El chico hermoso del pasillo (¿debería llamarlo Nicholas o St. Jonas?) deja caer su bolso y se sienta en el puesto restante entre Rashmi y yo.
—____ —está sorprendido de verme, y yo también. Se acuerda de mí. —Buena sombrilla. La podría haber usado esta mañana —él sacude una mano por su cabello y algunas gotas caen en mi brazo. Las palabras me fallan. Desafortunadamente, mi estómago habla por mí. Sus ojos se abren por el sonido, y me alarma lo grandes y marrones que son. Como si necesitara algún arma contra la carrera femenina.
Josh debería estar en lo correcto. Cada chica del colegio debe estar enamorada de él.
—Suena terrible. Tienes que alimentar esa cosa. A menos que… —él pretende examinarme, entonces se acerca y me susurra. —A menos que seas ese tipo de chicas que nunca comen. No lo puedo tolerar, les tengo miedo. Siempre se prohíben darse algunos gustos.
Estoy determinada a hablar racionalmente en su presencia. —No estoy segura de cómo ordenar.
—Fácil —dice Josh. —Métete en la fila. Diles lo que quieres. Acepta deliciosas golosinas. Y luego dales tu tarjeta de comida y dos gotas de sangre.
—He oído que lo subieron a tres gotas este año —dice Rashmi.
—La médula ósea —el chico hermoso del pasillo dice. —O el lóbulo de la oreja.
—Me refiero al menú, muchas gracias. —hago un gesto hacia la pizarra que está arriba de los chefs.
Una mano exquisita, cursiva ha escrito el menú de la mañana en rosado, blanco y amarillo. En francés. —No es exactamente mi primer lenguaje.
—¿No hablas francés? —Pregunta Meredith.
—Tomé español por tres años. No es como si algunas vez yo hubiera pensado que me mudaría a París.
—Está bien —dice Meredith rápidamente. —Mucha gente aquí no habla francés.
—Pero la mayoría sí —añade Josh.
—Pero la mayoría de ellos no muy bien —Rashmi lo ve intencionalmente.
—Aprenderás el lenguaje de la comida primero. El lenguaje del amor —Josh frota su vientre como un Buda flaco. —Oeuf: Huevo. Pomme: Apple. Lapin: Conejo.
—No es gracioso —Rashmi le golpea en el brazo. —No me pregunto por qué Isis te mordió. Imbécil.
Veo la pizarra de Nuevo. Todavía está en francés. —Y, um, ¿vamos entonces?
—Seguro —el hermoso chico del pasillo empuja su silla hacia atrás. —Ven. Yo tampoco he comido.
No puedo evitar notar que muchas chicas se le quedan viendo a medida que encontramos nuestro camino hacia la fila. Una rubia con nariz ganchuda y un pequeño top se nos acerca tan pronto llegamos.
—Hey, St. Jonas. ¿Cómo estuvo tu verano?
—Hola, Amanda. Genial.
—¿Te quedaste aquí, o fuiste a Londres? —ella se inclina sobre su amiga, una chica bajita, su pelo recogido en una cola severa y pone una pose para exponerse.
—Me quedé con mi mamá en San Francisco. ¿Tuviste unas buenas vacaciones? —él pregunta esto cortésmente, pero me alegro al oír la indiferencia en su voz.
Amanda mueve su cabello, y de repente ella es Cherrie Milliken. Cherrie ama girar su cabello y sacudirlo y torcerlo entre sus dedos. Bridgette está convencida de que gasta su fin de semana parada delante de sus “fans”, pretendiendo ser una supermodelo, pero yo pienso que está demasiado ocupada empapando su cabello en puré de papaya y algas marinas en
busca de ese brillo perfecto.
—Estuvo fabuloso —enrolla su cabello y luego lo deja ir. —Fui a Grecia por un mes, y luego pasé el resto del verano en Manhattan. Mi padre tiene un maravilloso apartamento con vistas a Central Park.
Cada oración que dice tiene una palabra enfatizada. Resoplo para contener la risa, y El chico hermoso del pasillo tose de una forma extraña.
—Pero te extrañé. ¿No recibiste mis mensajes?
—Er, no. Debes tener una mala dirección. Hey —me da un codazo. —Ya casi es nuestro turno —él se voltea y le da la espalda a Amanda y ella y su amiga intercambian ceños.
—Tiempo para tu primera lección de francés. El desayuno aquí es simple y consiste principalmente por panes y cruasanes éste siendo el más famoso, por supuesto. Esto significa no salchicha, ni huevos revueltos.
—¿Tocino? —pregunto con ilusión.
—Definitivamente no. —él ríe. —Segunda lección, las palabras en la pizarra. Escucha cuidadosamente después de mí. Granola —estrecho mis ojos mientras él hace un tono fingido de inocencia. —Significa ‘granola,’. ¿Y esta otra? ¿Yaourt?
—Eh, ya se. ¿Yogurt?
—¡Tu sola!, ¿dijiste que jamás habías vivido en Francia antes?
—Duro. Sumamente. Duro.
Él sonríe. —Oh, ya veo. Me conoces menos de un día y ya te estás burlando de mi acento. ¿Qué es lo siguiente? ¿Discutir sobre el estado de mi cabello? ¿Mi tamaño? ¿Mis pantalones?
Pantalones. Honestamente.
El francés que está detrás del mostrador hace un ruido hacia nosotros. Perdón, Chef Pierre. Estoy un poco distraída con esta obra maestra de chico Inglés Francés Americano. El chico dice rápidamente:
—¿Yogurt con granola y miel, huevo hervido, o peras en brioche?
No tengo idea de que es brioche. —Yogurt —digo. Él coloca nuestros pedidos mientras dice qué son en perfecto francés. Al
menos, suena impecable para mis oídos vírgenes, y relaja al Chef Pierre. Pierde el ceño fruncido y coloca granola y miel en mi yogurt. Algunos arándanos son añadidos a la parte de arriba antes de que me lo dé.
—Merci, Monsieur Boutin.
Agarro nuestra bandeja. —¿No hay Pop-Tarts* (*Galletas cubiertas de dulce y arequipe en el centro), ni Cocoa Puffs* (*Cereales hechos de chocolate)? Estoy como, totalmente ofendida.
—Los Pop-Tarts son los martes, los waffles son los miércoles, pero ellos nunca sirven Cocoa Puffs. Tendrás que conformarte con los Froot Loops* (*Cereales de varios colores con formas de aros) los viernes.
—Sabes mucho sobre comida americana para ser británico.
—¿Quieres jugo de naranja? ¿Toronja? ¿Arándano? —señalo la naranja y el saca dos de la caja. —No soy británico. Soy americano.
Yo sonrío. —Por supuesto que sí.
—Lo soy. Tienes que ser americano para asistir a EAP, ¿recuerdas?
—¿EAP?
—Escuela de América en París —explica. —EAP.
Genial. Mi padre me envió aquí para ser limpiada.
Nos ponemos en línea para pagar y estoy sorprendida por lo rápido que avanza. Mi vieja escuela era todo sobre esperar a que las señoras del almuerzo te atendieran mientras corrían como locas, pero aquí todo el mundo espera pacientemente.
Me volteo en el momento justo para ver sus ojos viajar arriba y abajo por mi cuerpo. Paro de respirar. El chico hermoso me está viendo.
Él no se da cuenta de que lo atrape viéndome. —Mi mamá es Americana —continúa sin problemas. —Mi padre es francés. Yo nací en San Francisco, y fui criado en Londres.
Milagrosamente, encuentro mi voz. —Un verdadero internacional.
Él se ríe. —Eso es cierto. No soy presumido como el resto de ustedes.
Estoy a punto de burlarme de él cuando recuerdo. Él tiene una novia. Algo malo se asoma entre los pliegues de color rosa de mi cerebro, obligándome a recordar la conversación con Meredith anoche. Es hora de cambiar de tema. —¿Cuál es tu verdadero nombre? Ayer en la noche te presentaste como—
—St. Jonas es mi apellido. Nicholas mi nombre.
—Nicholas St. Jonas —trato de pronunciarlo como él, todo extranjero y elegante.
—Terrible, ¿no es así?
Estoy riendo ahora. —Nicholas es genial. ¿Por qué la gente no te llama así?
—Oh, "Nicholas es genial" Qué generoso de tu parte.
Otra persona se pone detrás de nosotros, un pequeño chico con piel marrón, acné, y una gruesa mata de cabello negro. El chico está emocionado por verlo, y le devuelve la sonrisa.
—Hey, Nikhil. ¿Tuviste unas buenas vacaciones? —es la misma pregunta que le hizo a Amanda, pero esta vez su tono es mucho más sincero.
Eso es todo lo que se necesita para que el chico empiece a explicar su viaje a Delhi, sobre los mercados, los templos y los monzones. (Él fue un día de viaje al Taj Mahal. Yo fui a Panamá con el resto de Georgia.) Otro chico se nos une, éste otro es delgado y pálido con cabello pegajoso. Nikhil se olvida de nosotros y saluda a su amigo con la misma charla entusiasta.
St. Jonas (estoy determinada a llamarlo así después de que me avergoncé a mi misma) se vuelve hacia mí. —Nikhil es el hermano de Rashmi. Él es estudiante de primer año. Ella también tiene una hermana menor, Sanjita, quien es estudiante de penúltimo año, y una hermana mayor, Leela, quien se graduó hace dos años.
—¿Tienes algún hermano o hermana?
—No, ¿tú?
—Un hermano, pero él está en casa. En Atlanta. Eso está en Georgia. En el sur.
Levanta una ceja. —Sé donde esta Atlanta.
—Oh. Cierto. —le doy mi tarjeta de comida al hombre detrás de la caja registradora. Como Monsieur Boutin, usa un uniforme blanco y un sombrero. Además tiene un bigote daliniano. Huh. No sabía que tenían de esos aquí. El Chef Handlebar golpea mi tarjeta y me la devuelve con un rápido merci.
Gracias. Otra palabra que ya conocía. Excelente.
En el camino de vuelta a nuestra mesa, Amanda ve a St. Jonas desde su grupo de Lindos Chicos de Preparatoria. No estoy sorprendida de ver al chico del pelo falso surfista mirada-sucia sentado con ella. St. Jonas está hablando de las clases (qué esperar el primer día, quiénes son mis profesores) pero pare de escuchar. Lo único que sé es su hermosa sonrisa de
diente-torcido y su confianza al caminar.
Soy una tonta tan grande como el resto de las otras chicas.
Me considero buena persona y como estaba aburrida vine a dejar otro capítulo. La verdad es que no sé quiénes leen esto, pero sé que alguien lo lee. Hay constancia de eso. Sea quien sea que está leyendo esto: date a conocer, quiero saber quién eres y darte amor :c Pórtense bien y comenten :)
not gonna happen dude
Re: Un beso en Paris. {Nick J} Adaptación.
HOLA HOLA!
Me presento soy tu nueva y fiel lectora. Mi nombre es Bianca como se ve haha y pues AMO LA NOVE!
Debes seguirla!
Pobresita _____ me da como no se que, que este solita.
Y peor sin saber hablar Frances!
Siguee sigueee.!
Me presento soy tu nueva y fiel lectora. Mi nombre es Bianca como se ve haha y pues AMO LA NOVE!
Debes seguirla!
Pobresita _____ me da como no se que, que este solita.
Y peor sin saber hablar Frances!
Siguee sigueee.!
Bianca
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Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.