“Rosalie Christen Grey Steele” {Zayn Malik}.

Lo intento. Lo intento. Vuelto a intentarlo. Pero no puedo. Joder, no puedo dormir. Miro la hora: 3:50 de la madrugada. Es muy tarde, necesito urgentemente dormir. Giro. Bajo las sabanas hasta mis pies, me da frío. Me cubro de nuevo. Tapo mi cabeza con una almohada, la tiro al suelo. Me siento, me vuelvo a acostar. Tomo mi iphone y miro la hora en la pantalla: 3: 55. ¿Qué? Parece un año.

La imagen de esa mujer desconocida vagaba en mi mente, en mis pensamientos, en mis sueños, en mis pesadillas. ¿Quién es esa mujer? Mayor, blanca, buen cuerpo, rubia, no muy alta, y con trajes negros, siempre negros. Nunca la había visto, solo en mis sueños-pesadillas. No me deja dormir.
Me penetra con su mirada. Su ceño siempre fruncido y su mirada oscura. Penetrándome y alimentándose de mi miedo.

Me mira, solo me mira. Observa muy callada cada movimiento que hago... Ella me hará daño, lo se, no podre hacer nada al respecto y el no podrá protegerme. Tengo miedo.

"Rosalie Christen Grey Steele".

Dieciséis años. Ojos grises. Cabello largo, castaño y lacio. Cuerpo perfectamente esculpido, tallado por los propios querubines. Pechos y trasero groseramente admirables. Cintura pequeña. Lindas piernas. Largas pestañas. Sonrisa tímida pero hechizante. Autoritaria. Amante de la literatura. Rebelde. Dominante. Consentida. Caprichosa. Amada. Alabada. Caliente. Sexy. Juguetona. Picara. Un manjar divino para el paladar de los hombres... Pero principalmente: la princesa de papá.

Tal vez nadie se lo esperaba, pero a la vida del exitoso, extremadamente apuesto y joven empresario Christian Grey, llegó una segunda chica, por la cual compraba el mundo y se lo ponía a su pies. Por su puesto, me refiero a Rosalie, o como todos le dicen: Rous, el fruto del amor entre Christian y Anastasia Steele, ahora señora de Grey.

Elena. Elena. Elena. Elena. Ojos oscuros mirándome. Ropas negras. Cabellos rubios. Sonrisas frías. Todo esta oscuro, frió... sin vida. Tengo miedo. Mucho miedo. Quiero llorar, pero no delante de ella. La misteriosa mujer atrapada en sus ajustadas ropas camina hacia mi, penetrándome con su mirada filosa, alimentándose de mis peores temores. Entre abre sus labios, curva una sonrisa, y dice algo a lo que no le encuentro mi pies ni cabeza: "Es mio, mio, mio, solo mio. Mio y de nadie más". ¿A quién se refiere? No tengo idea de lo que quiere decir. Intento hablar pero no puedo. El nudo en mi garganta crece y suelto un grito que me devuelve a la realidad de golpe. Grito, lloro, grito. Chillo más fuerte, respirando e intentando liberar a mi garganta de ese nudo. Estoy sudando, todo mi cuerpo tiembla. De la nada unos brazos muy tibios me cubren, calmando los espasmos insoportables de mi cuerpo. Una mano acaricia mi cabello, y me dirige a un pecho muy tibio, reconfortante. Logro abrir mis ojos torpemente, estoy en mi habitación, recostada en el pecho de papá, quien suavemente me mese en sus brazos. No dejo de sentir miedo, como un hueco muy profundo en mi pecho. Los latidos de su corazón son acelerados, el aún no dice nada.

—Tengo miedo, mucho miedo. Aquí... —señalo mi pecho.

Besa mi frente sudada y por fin logro escuchar su voz de terciopelo susurrar en mi oído.

—Preciosa, no tengas miedo, estoy aquí, solo para ti —sus ojos están cerrados—. Todo esta bien, todo estará bien. Lo prometo.

Algo no estaba bien.

Me aferré mas a su pecho, pegando mis rodillas cerca de mi estomago.

Se recuesta en el espaldar de la cama y me lleva con el. No quiero separarme de el ni un minuto. El miedo aún no a abandonado mi pecho y el agujero se hace mas grande. Christian acaricia mi brazo, mi cabello, besa mi frente, me aprieta contra el. Esta nervioso, tanto o más que yo.

—Ella es mala... —mascullo sin pensar.

Se pone alerta.

—¿Ella? —su mandíbula se tensa.

Masajeo mis sienes intentando aclarar mi mente.

—La mujer de mis sueños.

—¿Cómo era ella? ¿La recuerdas físicamente?

¿Qué? ¿Importa eso?

—Una mujer de edad mayor, pero muy conservada, blanca, rubia, y... cada vez que aparece en mis sueños lleva ropas negras. Es... aterradora su mirada —intento dar todos los detalles posibles.

Se pone pálido. ¿Qué tan importante es esa mujer de mis sueños?

Pasas sus dedos por su cabello y baja la mirada. Modula algo que no escucho y vuelve su mirada hacia mi.

—¿Has visto a esa mujer... físicamente? —su voz es cuidadosa, pero con mucha intriga, no muy el.

Pienso un poco.

—Creo que no, padre.

Espeso silencio.

—¿Puedo preguntarte algo? —lo miro a los ojos, intentando descubrir si me miente o no.

—Lo que sea, dime.

—¿Qué tan importante es esa mujer de mis sueños? ¿por qué quieres saber si la he visto en persona? ¿Por qué te pusiste tenso cuando te la describí —muerdete la lengua, Rous.

Sus labios curvan una sonrisa burlona.

—Son muchas preguntas, señorita Grey.

Me encogí de hombros.

—Tan como tu madre, ¿no? Curiosa.

Me siento en mis piernas para verlo mejor.

—¿No tienes sueño? Necesitas descansar, vamos a dormir —muy rustico me jala hasta su pecho—. Duerma, señorita Grey. Pronto responderé todas las preguntas que desee, pero hoy no, por favor.

¡No, yo quiero que me respondas ahora, ya, en este mismo momento!

—Esta bien —susurro—, oye.

—¿Si?

—Te quiero.

No dice nada, pero escucho como esboza una sonrisa.


Escuché a mis padres discutir. Eso es muy extraño. Me quede en las escaleras para escuchar algo. Nunca fui de esas chicas espía-conversaciones-ajenas, pero algo me decía que debía hacerlo.

—No es mi culpa, Anastasia.

Mi padre esta realmente molesto, el nunca le dice Anastasia a mi madre.

—Nunca dije que fuera tu culpa, Christian —hizo una pausa—. No quiero que le pase nada a Rous.

¿Qué?

—¿Crees que yo quiero qué le suceda algo a mi hija? —bufó—. ¡Por su puesto que no! ¿Pero qué puedo hacer? No mando en la mente de Elena, y tampoco se lo que está pensando. Solo puedo adivinar sus movimientos, y hasta ahora todo me ha salido mal.

Elena. ¿Quién mierda es esa mujer? ¿Acaso es la mujer de mis sueños?

—Si esa perra llega a tentar contra la vida de Rous, te juro por lo mas sagrado que tengo, y es mi hija, ¡que me largo y no vuelves a ver a tu hija nunca más! Ni a ella... ni a mi.

Esto es malo, muy malo. Definitivamente debo averiguar quién es esa mujer.

Estoy muy nerviosa, la cosa es realmente grave. Dando tropezones subo a mi habitación y me encierro.

—Necesito averiguar quien demonios es esa tal Elena y qué tiene que ver con mi padre —susurro para mi—. Oh, ya se quien me puede dar esa información.

Taylor. Taylor es el hombre que me sacara de dudas.

Veo la hora, diez y treinta. Es sábado, y seguro Jessie ya esta despierta. Ella es mi escusa, le diré a Taylor que me lleve a casa de Jess, y en el camino le saco información. Perfecto.

—Taylor —digo al teléfono—, buenos días. Necesito que me lleves a casa de Jessie, por favor.

—Con gusto, señorita Grey, ¿a qué hora la espero?

—En una hora estaré abajo, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Me estoy peinando cuando alguien toca la puerta, mi madre.

—Pasa, mamá.

—Hola, Rous —se sienta a mi lado.

—Hola, mamá. ¿Todo esta bien? Te escuché discutir con papá y... no se oían felices —muerdete la lengua, Grey.

Torce el gesto.

—¿Escuchaste algo de... lo que dijimos?

—No, nada —miento.

Se relaja.

—¿Todo esta bien? —insisto.

—Si, todo... esta bien. ¿Vas a salir? —cambia de tema.

Ruedo los ojos sin que se de cuenta y me pongo de pie.

—Iré con Jessie un rato, ¿no hay problema?

—No, no hay problema. Solo ten cuidado, ¿si? —se pone de pie y camina hacia la puerta—. Te quiero, Rous.

—También te quiero, mami.

Sale de la habitación y recuerdo que no le he avisado a Jessie que voy para su casa.

Le envio un mensaje de texto.

" Voy a tu casa, espero que no tengas planes. R, Grey. X ".

Me responde al instante.

" No tengo planes, te espero, nena. PD: sigo amando tu apellido. Xx ".

Me reí por su posdata y me eche la mochila al hombro. ese día vestía sencilla. Unos jeans azules ajustados, unas zapatillas negras y una blusa blanca ancha al estilo hindú. Amarré mi cabello en una coleta alta, y deje afuera mi flequillo.

Bajo las escaleras y no veo a mis padres, mamá seguro estaba con la señora J en el mercado y papá en el estudio, camino para allá.

Toco dos veces la puerta.

—Pase —escucho su voz al otro lado de la puerta.

Entro.

—Papá voy a casa de Jessie —no le estoy pidiendo permiso, le estoy avisando.

—No puedes —emite sin quitarle la mirada a unos documentos.

—No, papá. No te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando —me doy la vuelta para irme y escucho la silla rodarse.

—Señorita Grey.

Me giro y esta parado frente a mi. Mierda. Se ve muy molesto.

—¿Si? —lo reto.

—Baja esa ceja.

Si, estaba enarcando una ceja retadora.

Le hago caso, pero sin bajar la guardia.

—¿A donde me dijiste qué vas?

—A casa de Jessie, señor Grey —suelto con ira.

Asiente un par de veces como pensando en algo.

—Pues, déjeme notificarle, que no podrá ir.

—¿Por qué? —mi voz es nasal, irritante.

—Porque lo digo yo —se señala a si mismo.

—De acuerdo, no iré. Pero con una condición.

—Te escucho.

—Que respondas lo que te pregunte anoche, y que me digas quien es Elena.