Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]

por **Ciin :)** Dom 21 Jul 2013, 1:37 pm

bueno... aunque sea joe ya sabe por que la rayis lo rechazo...
espero que joseph sepa como solucionar todo y terminen bien las cosas...
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **chelis** Dom 21 Jul 2013, 6:37 pm

:wut:

por **aranzhitha** Dom 21 Jul 2013, 7:01 pm

siguela!!

por **chelis** Dom 21 Jul 2013, 7:57 pm

:wut:

por **aranzhitha** Dom 21 Jul 2013, 9:37 pm

siguela!!

por **chelis** Dom 21 Jul 2013, 10:27 pm

:wut:

por **Ciin :)** Lun 22 Jul 2013, 2:13 pm

subeeeeeeeeeeeeeeeee

por **NiinnyJonas** Lun 22 Jul 2013, 4:48 pm

—Le sugiero que pase una hora, más o menos, con mi ama de llaves, mientras considero las opciones —dijo, con la sonrisa más amplia—. Créame, siempre hay alternativa.

_______________ pestañeó. No sabía qué pensar de todo aquello. Esperaba no haber saltado de la sartén a las brasas. Pero él ya se estaba volviendo para mandar que avisaran al ama de llaves, y aquello le inspiró cierta confianza. Sin embargo, había otro problema.

—Es posible que Charles me siga.

—Le aseguro que éste es un lugar en el que Charles no investigaría. Y dudo que la persiga hasta Londres. Está completamente a salvo aquí.

Joseph tiró de la campana, y después se volvió para mirar a _______________ y sonreír.

—Charles y yo no nos llevamos exactamente bien, ¿sabe?

Tras aquel comentario hubo una pausa. Mientras la señorita Hartley se estudiaba las manos, él estudió a la señorita Hartley. Era una pieza muy dulce, pero demasiado amable y recatada para su gusto. Una dama angustiada, tal y como Duckett la había descrito acertadamente. Estaba claro que era su deber ayudarla. No le costaría ningún esfuerzo, e incluso podría resultarle divertido. Y aparte de todo, era muy posible que molestara a Charles Hartley, lo cual ya era una razón de peso. Acalló su voz interior, la que le decía que se retirara de aquel asunto inmediatamente, y volvió a la agradable contemplación de la señorita Hartley.

La puerta se abrió y _______________ se puso de pie lentamente.

—¿Milord?

Joseph se volvió.

—Duckett, por favor, dígale a la señora Landy que nos atienda.

—Sí, milord —Duckett se inclinó y salió de la habitación, con una media sonrisa de satisfacción en los labios.

Después de desayunar unas deliciosas magdalenas, café y jamón, y de pasar una hora muy agradable y reconfortante con la maternal ama de llaves, la señora Landy, _______________ pasó a entrevistarse de nuevo con lord Alton más segura de sí misma. Ningún señor que tuviera un ama de llaves como aquella podía ser un villano.

Sonrió dulcemente al mayordomo, que parecía mucho menos intimidante, mientras pasaba por la puerta que él había abierto. Lord Alton estaba al lado de la chimenea. La miró cuando ella entró en la habitación y sonrió. _______________ se quedó nuevamente impresionada por lo guapo que era y por un atractivo mucho más profundo, que radicaba en su sonrisa y en el brillo de sus maravillosos ojos.

Él inclinó la cabeza amablemente en respuesta a su graciosa reverencia, y le señaló la butaca. _______________ se sentó y se colocó la falda del vestido. Cuando estuvo cómoda, lo miró.

—¿Cuántos años tiene, señorita Hartley?

—Dieciocho, milord.

Dieciocho. Bien. Él tenía treinta y dos. Era demasiado joven, a Dios gracias. Debían de ser sus instintos más nobles los que lo estaban impulsando a ayudarla. A los treinta y dos, esperaba haber pasado la etapa de ser capaz de sentir lujuria por una mocosa. Joseph exhibió su estudiada sonrisa.

—Debido a su edad, creo que le tomará algún tiempo encontrar un trabajo adecuado. Las oportunidades no crecen en los árboles, ¿sabe? He estado pensando en qué señoras que yo conozca podrían ayudarla. Mi hermana, lady Winsmere, me ha dicho a menudo que suspira por algo de distracción — aquello, al menos, era cierto. Estaba seguro de que Bella se entusiasmaría con la oportunidad de tener una distracción inesperada, que él tenía la intención de proporcionarle en la persona de la señorita Hartley.

_______________ observó atentamente la cara de lord Alton. Hasta el momento, lo que decía tenía sentido, pero su tono paternal le molestaba un poco. Ella no era una niña.

—Le he escrito una carta —continuó Joseph en la que le he explicado su situación. — Le sugiero que se la lleve en persona a lady Winsmere. Vive en Green Street. Bella, aparte de sus fantasías, es una persona muy sensata, y sabrá exactamente lo que debe hacer usted. Le he pedido que la ayude y la supervise mientras busca trabajo, porque seguramente, usted no estará al tanto de la forma de proceder. Puede usted tener completa confianza en sus opiniones.

_______________ sintió alivio. Se levantó y tomó la carta. La sostuvo cuidadosamente y estudió los fuertes rasgos negros de su escritura sobre el papel. Se sintió más segura, como si hubiera depositado su confianza en el lugar correcto. Después de todos los problemas que había tenido con Charles, parecía que todo iba a resolverse.

—Milord, no sé cómo agradecéroslo. Me ha prestado más ayuda de la que yo esperaba, y ciertamente, de la que merezco —su voz suave sonaba muy baja en aquella elegante habitación. Lo miró sonriendo con sincera gratitud.

Indescriptiblemente irritado, Joseph sacudió una mano despectivamente.

—No ha sido nada, se lo aseguro. Es un placer ayudarla. Otra cosa más. Me parece que, si Charles la está buscando, la encontrará fácilmente en su carruaje con su cochero en el pescante. Por lo tanto he dispuesto que sea mi cochero quien la lleve a la ciudad en mi coche, junto a su doncella. Después de unos días, cuando Charles se haya rendido, su cochero la seguirá. Espero que este arreglo sea de su aprobación.

_______________ se sintió ligeramente aturdida. Parecía que él había pensado en todo. Eficientemente y sólo en una hora, había sorteado todos los obstáculos su camino, y había conseguido que todo pareciera fácil.

—Milord, por supuesto. Pero... seguramente usted necesitará su coche.

—Le aseguro que mi carruaje tendrá mejor uso llevándola a usted a Londres que en cualquier otra circunstancia —respondió Joseph suavemente arreglándoselas para elegir palabras sutilmente halagadoras. Tratar con una inocente le estaba haciendo estrujarse el cerebro. Había pasado mucho tiempo desde que mantenía conversaciones social con jóvenes virtuosas de dieciocho primaveras demasiado fácil deslizarse hacia formas de conversación mucho más seductoras y sofisticadas, que eran las que usaba con las mujeres por lo general Lo cual, se recordó con ciertos remordimientos, e ilustrativo del tipo de mujeres de las que se acompañaba últimamente.

Con otra sonrisa espléndida, _______________ Hartley inclinó la cabeza y se puso a su lado para salir vestíbulo.

Todavía se sentía confusa, y además, tenía la sensación de que todo iba más deprisa de lo que podía controlar. Pero, de todas formas, no veía que hubiera ningún inconveniente en lo que había dispuesto lord Alton.

Duckett los esperaba en la entrada para informarlos de que el coche ya estaba preparado.

Joseph no pudo resistirse a ofrecerle su brazo a la señorita, y la acompañó amablemente hasta el carruaje. Allí, _______________ se despidió de Ben, sorprendiendo a todo el mundo, incluso al mismo cochero, al darle un rápido abrazo. Después subió al coche junto a Cruickshank y el cochero del vizconde, Jiggs, hizo que los caballos se pusieran en marcha.

Joseph Jonas se quedó en las escaleras de su casa de campo, con las manos en los bolsillos, y observó cómo se alejaba el coche. Después, con un suspiro y una sonrisa pensativa, como si un agradable evento hubiera llegado a su inevitable final, se dio la vuelta y entró en la casa.

por **aranzhitha** Lun 22 Jul 2013, 5:37 pm

te equivocaste de capitulo Nini

por **chelis** Lun 22 Jul 2013, 8:07 pm

:scratch:

por **Ciin :)** Mar 23 Jul 2013, 1:10 pm

ouuu wrong chapter...
ese es de los primeros... :P

por **chelis** Mar 23 Jul 2013, 6:52 pm

:sad: otroooo

por **issadanger** Miér 24 Jul 2013, 6:35 pm

AWWWW nini te equivocaste de cap jijiji sigue plizzzz

por **chelis** Miér 24 Jul 2013, 9:14 pm

:sad: caaaapiiisss

por **NiinnyJonas** Miér 24 Jul 2013, 10:34 pm

—Amigo mío, a menudo he pensado que es una buena cosa para Inglaterra que tú seas inglés. Sólo Dios sabe lo que habría ocurrido si hubieras sido francés y general de Napoleón.

Arthur se rió.

Con una inclinación de cabeza, Joseph se marchó, cerrando suavemente la puerta tras él.

A la mañana siguiente, para angustia de _______________, no sintió alivio al ver que no había recibido ningún regalo extravagante, ni ninguna nota pidiéndole su compañía, ni nada. Suspiró. Se dijo severamente que así era como ella deseaba que fueran las cosas. Finalmente, lord Alton había aceptado que no quería casarse con él.

Se levantó, se puso un vestido gris y bajó las escaleras preguntándose qué haría con las horas del día.

Sin embargo, en cuanto hubo terminado de desayunar y se dirigía hacia la sala a unirse con Bella,

Johnson la avisó:

—Señorita, un abogado llamado Whitworth la está esperando en la sala de visitas.

_______________, sorprendida, le preguntó:

—¿En la sala de visitas? Gracias, Johnson.

El mayordomo le hizo una reverencia y la acompañó a la sala, donde el señor Whitworth, el mayor, la esperaba pacientemente.

Cuando la hubo saludado, _______________ le señaló

una silla, confusa. ¿Para qué habría ido allí?

—Mi querida señorita Hartley, perdóneme que venga a visitarla sin anunciarme, pero he recibido una oferta muy generosa por el Place. El comprador tiene mucha prisa, así que me tomé la libertad de venir en persona.

La reacción inmediata de _______________ fue de alivio. Se libraría de aquel punto negro de su herencia. Si no hubiera sido por el Place, ella no estaría sufriendo aquella melancolía. Y no era posible que nunca volviera, estando como estaba tan cerca de Candlewick. Sin embargo, en aquel momento le fue a la cabeza lo que significaría para Joseph, ¡no!, para lord Alton que ella le vendiera el Place a otro. Estaba a punto de negarse, cuando lo pensó más detenidamente.

Joseph quería el Place... lo deseaba tanto que incluso estaba dispuesto a casarse con ella. No estaba dispuesta a sacrificarse a un matrimonio sin amor, pero sí podía darle lo que él deseaba. Estaba convencida de que no aceptaría el Place como regalo, pero podía vendérselo perfectamente. Al fin y al cabo, Joseph había intentado comprárselo a Charles.

—¿Cuáles son las condiciones que ha dado el comprador? ¿Y quién es?

El señor Whitworth respondió a la primera pregunta, encantado, pronunciando una cifra y añadiendo que consideraba la oferta generosa en extremo. Sin embargo, continuó:

—Pero lo que me ha movido a visitarla personalmente, señorita Hartley, es que el comprador quiere una respuesta antes de esta tarde.

—¿Esta tarde? —repitió _______________. Miró a abogado—. ¿No es eso algo muy extraño?

—Bueno, sí —admitió él—. Pero alguien que tiene tanto dinero, normalmente está acostumbrado a tener la sartén por el mango.

—¿Quién es el comprador?

—Ah —dijo el señor Whitworth, mirándola con inseguridad—. Ese es otro detalle. El hombre que se puso en contacto con nosotros es un agente, y no quiso revelar el nombre de su cliente.

Así que podía estar vendiéndole el Place a cualquiera. _______________ se decidió.

—Me gustaría consultarles a mis amigos este asunto. Me aseguraré de enviarle una respuesta antes de esta tarde.

Se levantó, ansiosa por empezar con lo que había pensado.

El abogado se levantó también, como movido por un resorte, para despedirse.

—Ciertamente, señorita Hartley. Mi hermano y yo estaremos listos para actuar en su nombre tan pronto como recibamos noticias suyas.

Con aquella solemne promesa, se inclinó y se marchó.

Durante unos instantes, _______________ se quedó allí, con la cabeza agachada y los ojos fijos en la alfombra. Entonces, decididamente, fue hacia un pequeño escritorio y empezó a escribir una nota.

La carta de _______________ llevó a Joseph a Green Street al mediodía. La nota solo decía que quería verlo, así que mientras Johnson iba a avisarla, él paseó a grandes zancadas por la habitación, pensar do en todas las posibilidades. Cuando había llegado por tercera vez a la chimenea, apareció _______________.

Entró en la habitación después de reunir tanta calma como pudo para hablar de aquel asunto. Sólo, con pensar en el Place, le dolía el corazón y se debilitaba, aún más, su estado de ánimo. Pensar en lord Alton le resultaba todavía más doloroso, pero estaba decidida a pasar por aquello. Frunciendo el ceño sin darse cuenta, se agarró las manos para ocultar el temblor, pero tuvo que soltarse para saludarle.

—Milord —su saludo fue poco más que un susurro. Al mirarlo, se dio cuenta de que él la estaba observando sin disimular su preocupación.

—_______________, mi amor, ¿qué ocurre?

Y, de repente, le resultó fácil decírselo.

—He recibido una oferta por el Place. Es de comprador misterioso —y se detuvo, al darse cuenta de que el la miraba muy fijamente. De repente, perdió el hilo, pero por suerte, le volvieron a la cabeza las frases que había ensayado—. Recuerdo que usted estaba muy interesado en comprárselo a Charles, y me preguntaba si todavía querría comprarlo.

Joseph observó cómo, después de retirar gentilmente su mano, _______________ se sentó en una esquina del sofá, con sus enormes ojos marrones y cándidos fijos en él. Por fuera, sonrió para confortarla Por dentro se preguntó dónde se había dejado la facilidad que siempre había tenido para manejar los asuntos del corazón. La había perdido. Desde que _______________ Hartley había aparecido, como por arte de magia, en su vida, su habilidad lo había abandonado. Le había dicho que quería comprar el Place sin revelar su nombre, solo por ahorrarle la molestia. Sin embargo, al haber fallado de nuevo a la hora de predecir sus reacciones a la situación que él mismo había provocado, la había obligado a enfrentarse al mismo obstáculo que estaba intentando derribar.

—Me temo, querida, que tengo que hacerte una confesión —notó, en sus ojos, que ella ya lo había adivinado, pero se lo confirmó—: Yo soy el comprador misterioso.

—Oh.

_______________ bajó la mirada. Se sentía muy triste.

Joseph, verdaderamente sensible a todo lo que concerniera a su amada, le tomó las manos e hizo que se levantara y se pusiera enfrente de él. Tal y como se sentía, no se fiaba de él mismo si se sentaba en el sofá, a su lado.

—¿_______________?

Pero ella no miró hacia arriba. Se estaba mirando las manos, que él le tenía sujetas. Joseph las levantó lentamente para besárselas, y entonces ella siguió el movimiento con la mirada, hasta que él la atrapó con sus ojos azules y sonrió.

—Cariño, ¿sabes por qué quiero comprar el Place?

Con esfuerzo, _______________ apartó su mirada de él y respondió:

—Sí. Bella me lo explicó.

—No creo que Bella haya podido explicártelo. Oh, sé que Bella te habrá contado que siempre quise recuperar esa propiedad, para completar Candlewick de nuevo. Eso era, en el pasado, una especie de obsesión para mí. Recientemente, esa obsesión se ha visto eclipsada por otro deseo aún mayor. De hecho, se me había olvidado por completo, hasta que... —Joseph decidió ocultar la participación que Arthur había tenido en aquello—. Hasta que me di cuenta de que tú podrías pensar que mi interés en ti estaba basado en esa propiedad.

Ella lo miraba con sus enormes ojos marrones llenos de esperanza y, al mismo tiempo, de incredulidad. Él ya se esperaba aquello, y no le preocupó demasiado. La convencería de que la quería aunque fuera la última cosa que hiciera en su vida. A pesar de sus firmes intenciones, se sintió arrastrado por la fuerza de aquella mirada, y su cercanía estaba empezando a poner a prueba su capacidad de control.

—Mi amor, quiero comprar el Place para que no sea un punto de confusión entre nosotros nunca más —le besó los nudillos, y decidió que sería mejor salir de aquella habitación rápidamente. Si no lo hacía, ella acabaría en sus brazos, y no sabía adónde podrían llegar—. Si estás de acuerdo, envíale un mensaje a Whitworth y él se pondrá en contacto con mi agente —le dijo. Sonriendo, le soltó una mano mientras le besaba la otra para despedirse—. Un vez que la venta esté finalizada, te haré una visita, podremos seguir hablando de... nuestros intereses en el futuro.

Ella casi estuvo a punto de negarse, pero estaba tan anonadada que no pudo hacer otra cosa más que quedárselo mirando.

Con una risa suave, Joseph le hizo una caricia en la mejilla, después una reverencia, y se marchó.

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