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Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
Hola!!! Vuelve pronto!
Ya te extrañamos haha. Espero que este todo bien de todos modos.
Muchas gracias por subir la novela! :D :amor:
Ya te extrañamos haha. Espero que este todo bien de todos modos.
Muchas gracias por subir la novela! :D :amor:
Augustinesg
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
—Creo que lo mejor será que hagamos esto con la mayor discreción posible. La traeré de vuelta aquí. y, con aquella promesa, él se fue, dejando a Bella preguntándose si _______________ sería lo suficientemente fuerte como para soportar los intentos de seducción de Harry Edgcombe y el temperamento de Joseph.
Joseph no tomó ninguno de los carruajes, sino que tomó uno por la calle. Cuando el cochero paró el coche en el diecisiete de Jermyn Street, él pensó que el anonimato de llevar un coche ajeno era mucho mejor que llevar el suyo propio. Le dijo al conductor que lo esperara, y subió los tres escalones que llevaban a la puerta de madera brillante. Llamó con impaciencia. Que el cielo ayudara a Harry si había llegado demasiado lejos.
El mayordomo abrió la puerta, y al reconocer al vizconde, sonrió amablemente.
—Me temo que lord Edgcombe está ocupado en este momento, milord.
—Ya lo sé. He venido a desocuparlo.
Y con aquello, su asombrado interlocutor se echó a un lado. Joseph cerró la puerta tras él. Con la mirada barrió el vestíbulo, y encontró a Cruickshank sentada en un banco. Sorprendida, se puso de pie.
—¿Dónde está tu señora?
—En la sala de visitas, señor.
Joseph se quitó los guantes y se los entregó, junto con el bastón, al confundido mayordomo d lord Edgcombe. Después le dijo a Cruickshank:
—Lo mejor será que vuelvas a Winsmere House Lady Winsmere está esperando a la señorita Hartley en Alton House. Si lord Winsmere pregunta, por favor, dile que yo las llevaré a ambas a casa un poco más tarde.
Cruickshank vaciló, pero un instante más tarde asintió.
—Muy bien, milord.
Con el mayordomo de lord Edgcombe distraído por la marcha de Cruickshank, Joseph se adelantó, hacia la puerta de la sala de visitas y la abrió.
La vista que encontraron sus ojos lo habría hecho reír, si no estuviera tan enfadado. _______________ estaba sentada en una silla al lado de la chimenea, y claramente, había estado escuchando con su habitual atención una de las historias de Harry. Él estaba apoyado contra la embocadura, con una pose calculada para impresionar a su visitante con su seguridad en sí mismo. Joseph apretó los labios y cerró la puerta. Al oírlo, ambas cabezas se volvieron a mirarlo.
Aunque su atención estuvo centrada en _______________, no se le escapó la expresión de alivio de Harry cuando lo vio entrar. Aliviado también de su preocupación más aguda, su mente continuó registrando la expresión de la mirada de _______________. Total inocencia. Entonces, mientras él la miraba, enrojeció deliciosamente, y azorada, miró hacia otro lado.
Por dentro, Joseph sonrió. No cometió el error de pensar que su rubor se debiera a que se había dado cuenta de repente de que la habían descubierto en una situación comprometida. Oh, no, él era la causa de aquel rubor, y no Harry. Lo cual lo compensó en parte por la agonía que había pasado durante los diez últimos minutos.
Harry, también muy interesado en la reacción de _______________, se apartó de la chimenea con una sonrisa de alegría verdadera iluminándole la cara.
—Ah, Joseph. Me estaba preguntando cuánto tardarías.
Joseph apreció su saludo y la información que contenía, y tomó la mano que Harry le ofrecía para saludarlo. Después se volvió hacia _______________, y ella se levantó.
—No tenía ni idea... no me esperaba que...
—¿No esperabas que llegara tan pronto? — sugirió Joseph. Avanzó hacia ella, capturó una de sus manos y se la llevó a los labios—. He terminado mis negocios antes de lo que pensaba. Supongo que tú también has terminado los tuyos.
_______________ estaba completamente confundida. La última persona a la que hubiera pensado que vería aquella mañana era a lord Alton. Y ninguna de sus palabras, ni las de lord Edgcombe, tenían sentido. Estaba completamente perdida.
—No hay ni rastro de esos cuadros, me temo — explicó lord Edgcombe, sacudiendo la cabeza. Y añadió para Joseph—: Moscombe ha estado conmigo desde que empecé a vivir aquí, e insiste en que esta casa estaba vacía, incluso el ático.
Joseph asintió, tomando la mano de _______________ y colocándosela en el antebrazo, como de costumbre.
—Era una posibilidad remota. De todas formas — añadió, con la mirada clavada en Harry—, no hay daños que lamentar.
Harry abrió mucho los ojos, entre alarmado burlón.
—Ni el más mínimo, te lo aseguro —entonces no pudo evitar que el brillo de la diversión perversa le encendiera los ojos grises—. Aunque he de decir te que he tenido la tentación de enseñarle a la señorita _______________ mi colección de arte privada.
Joseph arqueó las cejas.
—¿Tus grabados, quizá?
Harry sonrió.
—Más o menos.
—¿Grabados? —preguntó _______________.
— ¡No importa! —dijo Joseph, con la voz de u hombre que estaba profundamente tenso. Miró lo ojos marrones de _______________ y deseó que estuviera en su propia sala de visitas, y no en la de Harry— Vamos —añadió en un tono más amable—. Te llevaré con Bella.
Mientras caminaba con él hacia la puerta _______________ iba intentando entender lo que estaba ocurriendo. Cuando salieron al vestíbulo, buscó Cruickshank con la mirada.
—He enviado a tu doncella a casa –Joseph estaba a su lado, sosteniéndole el abrigo.
—Oh —dijo _______________, percatándose del extraño brillo de los ojos del vizconde. Aquello significaba que tenía que viajar a solas con él en un carruaje cerrado.
Después de ponerle el abrigo a _______________ sobre los hombros, Joseph le lanzó una mirada aguda a su anfitrión, que estaba observando la escena de muy buen humor.
—¿Harry?
Los dos hombres cruzaron la mirada por encima de la cabeza de _______________. Harry respondió rápidamente a la pregunta implícita de Joseph, frunciendo el ceño ligeramente y asintiendo al tiempo que _______________ se daba la vuelta para despedirse. Lord Edgcombe le hizo una encantadora reverencia y, al incorporarse, sus ojos interceptaron de nuevo la mirada de Joseph.
—Ni una palabra, te lo aseguro —le brillaban los ojos de la diversión—. Tienes mi más profundo agradecimiento, no lo dudes. Al fin y al cabo, sería tirar piedras contra mi propio tejado.
Más seguro, aunque confundido, Joseph se quedó mirándolo intrigado.
Harry sonrió.
—Mis hermanas están un tanto impacientes en este momento. ¿Te imaginas la alegría que se llevarían si supieran que... lo que ha ocurrido recientemente? Eso significaría el fin de mi distinguida carrera. No, no, muchacho. Mejor tú que yo.
Caminando hacia la puerta por delante de los dos hombres, _______________ intentó desentrañar el significado de aquella conversación, pero no lo consiguió.
Cuando se volvió en la puerta a decirle adiós a lord Edgcombe, vio a los dos hombres estrechándose la mano cordialmente.
Entonces se dio cuenta de que estaba pasando algo, literalmente delante de ella, sin que lo comprendiera. Irritada, levantó la barbilla y se despidió fríamente de lord Edgcombe.
Bajó majestuosamente las escaleras, pero casi no había llegado al pavimento cuando lord Alton la tomó por el codo. Ella notó un arrebato de ira, pero el recuerdo del extraño brillo de los ojos del vizconde minó su confianza en sí misma. Antes de que tuviera tiempo de darse cuenta de que el carruaje no era ninguno de los de lord Alton, ya estaba dentro sentada en una esquina. El se sentó a su lado Inmediatamente, el coche se puso en marcha.
_______________ mantuvo la vista fija en la calle mientras intentaba calmarse y entender lo que había pasado. ¿Por qué habría ido él a buscarla? ¿Bell Impulsivamente, se volvió.
—¿Bella está bien?
La cara del vizconde era una máscara. Al oír su pregunta, enarcó una ceja.
—Sí, que yo sepa. Está esperando en Alton House.
Alertada por la frialdad de su tono, _______________ miró cautelosamente.
—¿Le ha enviado ella a buscarme?
Al notar de repente la tensión del vizconde _______________ se puso tensa también. Pero él afirmó con calma:
—Sí, me ha enviado ella.
Aquello le dio una pista a _______________ del motivo de su irritación. Y ella, enfadada también por su comportamiento, le preguntó:
—¿Por qué?
—Porque al saber que te habías marchado a hacer un visita a Jermyn Street, que, para todo el mundo que conozca Londres, significa hacerle una visita a un soltero que vive solo, necesitaba que alguien te rescatara.
—Pero yo no necesitaba que nadie me rescatara —declaró _______________, volviéndose para encararlo directamente—. No había nada malo en lo que he hecho.
Al oír una carcajada ahogada, ella se ruborizó y continuó:
—Admito que fue un alivio descubrir que era lord Edgcombe quien vive allí, para que las cosas me hayan resultado más fáciles. Y me llevé a Cruickshank para no estar sola.
—Cuando yo entré en la casa, Cruickshank estaba en el vestíbulo y tú estabas con Harry, a solas, en la sala de visitas —con un esfuerzo, Joseph mantuvo la voz calmada.
Al oír el tono de censura en su voz, _______________ enrojeció aún más y se volvió a mirar por la ventanilla.
—Sí, pero no había... no estaba en peligro de... —_______________ se interrumpió. Pensándolo bien, ya no estaba segura de no haber estado en peligro. A lord Edgcombe le habían brillado los ojos de una manera inquietante cuando la había recibido. Si embargo, ella se había dado cuenta de que, según avanzaba la conversación, se había puesto cada vez más nervioso. Quizá hubiera malinterpretado aquellos signos. Sin embargo, lord Edgcombe no había hecho nada como para merecerse las sospechas de lord Alton.
—Lord Edgcombe se ha comportado como u caballero.
—Ya me imagino que Harry se comporta siempre como el caballero que, indudablemente, es replicó Joseph con aspereza—. Pero eso no significa que no sea un vividor y un libertino, y por lo tanto, alguien totalmente inadecuado como compañía privada para una joven dama. Como tú.
No había forma de pasar por alto la ira que desprendían aquellas palabras. Asombrada, sintiendo que su propio temperamento se alteraba, _______________ se volvió con expresión de incredulidad para encararlo.
—Pero usted también es un vividor y un libertino. ¿Por qué estoy segura a solas con usted, pero no con él?
Al oír su pregunta, Joseph cerró los ojos con exasperación, e intentó pensar en su vieja haya, en trepar a los árboles en Candlewick, en cualquier cosa, para reprimir el impulso de tomarla en su regazo y besarla hasta que perdiera el sentido ¿Segura? Estaba poniendo a prueba su suerte.
Al ver que él no respondía a su pregunta _______________ se irritó aún más.
—¿Por qué ha enviado a Cruckers a casa? Estoy segura de que no es aceptable que yo viaje en un carruaje cerrado a solas, con usted.
Manteniendo los ojos cerrados, Joseph respondió:
—La única razón por la que es aceptable que estés a solas conmigo en un carruaje cerrado es que vamos a casarnos muy pronto —y esperó a oír un «oh» de comprensión repentina. Al no oírlo, abrió los ojos.
_______________ lo estaba mirando totalmente confundida.
Rápidamente, Joseph volvió a cerrar los ojos. Definitivamente, no estaba segura.
Durante unos minutos, _______________ no pudo hacer otra cosa más que mirarlo fijamente. El hecho de que él mantuviera los ojos cerrados le hacía más fácil pensar. Joseph debía de haber recibido las escrituras del Place aquella misma mañana, y le había dicho que la visitaría después de la venta para hablar de sus intereses comunes. No tenía ni idea de qué podría significar aquello. Al ser el propietario del Place, no veía ninguna razón por la que todavía quisiera casarse con ella.
_______________ siguió mirando aquella maravillosa cara, intentando averiguar sus motivaciones. Entonces vio la luz, súbitamente, tan clara como si fuera un faro en lo alto de una colina. Lord Alton había ido demasiado lejos en público como para retirar su proposición en aquel momento. Y aquel viejo escándalo con la joven del norte colgaba sobre su cabeza como la espada de Damocles, y lo forzaba a aceptar casarse con ella para evitar enfrentarse a la censura de la sociedad.
Lo cual significaba que tendría que rechazarlo de nuevo, por última vez. Y hacerlo de una foral convincente.
Sabía que él no la quería. Nunca le había demostrado pasión, ni le había dedicado discursos ni gestos melodramáticos, los componentes del amor tal como ella lo conocía. La única vez que la había besado había sido una caricia suave y mágica, tan ligera que podría haberla soñado. Y, como parecía que se estaba desarrollando un extraño canal de comunicación entre ellos, uno que no necesitaba de las palabras ni de los gestos, uno que parecía estar por encima de lo físico, por todo aquello, tenía que terminar con él. Antes de que él lo supiera.
A pesar de que quisiera casarse con ella por sus propiedades, tenía que reconocer que ella siempre se había sentido segura con él. Nunca le había hecho nada que le causara dolor intencionadamente. Si él se hubiera enterado de que estaba enamorada, no habría aceptado su negativa a casarse con él. Él no le haría aquello.
¿Sería posible hacerle entender que queriéndolo como lo quería, si se casaba con él, sabiendo que él no podía amarla de la misma manera, sufriría mucho más que no viéndolo nunca más?
Él continuaba con los ojos cerrados. _______________ no pudo resistir la tentación de estudiar su rostro para memorizar todos sus rasgos y atesorar la visión y recordarla durante toda su vida. Vio cómo le temblaban los párpados, y lentamente abría los ojos para evitar enfrentarse de nuevo al azul de su mirada, se irguió y se volvió ligeramente, parpadeando para contener las lágrimas y agarrándose con fuerza las manos para que cesara su temblor.
Joseph la vio temblando de emoción reprimida, y su ira se disipó al instante.
—¿_______________?
Al ver que ella no le daba otra respuesta más que un suave gesto con la mano, Joseph se retiró y le dio tiempo para recuperar la compostura, reprimiendo el impulso de tomarla en sus brazos y consolarla. No se atrevía a tocarla. Frustrado más allá de toda mesura, sentía un deseo irreprimible de reírse, de abrazarla y de besarla hasta que olvidara todas sus preocupaciones. Su silencio y su expresión triste le daban a entender que ella todavía estaba pensando en alguna excusa falsa para evitar cualquier mención al matrimonio. Estaba claro que todavía le quedaba mucho trabajo por delante.
Esperó hasta que su respiración se hizo menos agitada, hasta que el pulso de su cuello se aminoró. Entonces, lo intentó de nuevo.
—_______________, mi amor, ¿qué ocurre?
—Por favor, milord. Debe dejarme hablar.
—Por supuesto, mi amor —Joseph se las arregló para hablar en un tono amable y atento. No hizo ni el más mínimo intento de tomarle la mano, pero continuó sentado muy cerca de ella, tanto, que el borde de su falda le rozaba las botas. Ella se miraba las manos, apretadas sobre el regazo.
_______________ tomó aire. Si él podía permanecer tan calmado, ella también podía decir lo que tenía que decir.
—Milord... debe usted creer que yo valoro su amistad y el... el sentimiento legítimo que subyace bajo su deseo de casarse conmigo. Yo sé, siempre ha sabido, que el ser propietaria del Place ha sido determinante en su interés por mí. Ahora que usted es el dueño de la finca, no hay ninguna razón para seguir hablando de matrimonio —decididamente, se tragó el sollozo que se le quería escapar de la garganta, y continuó—: Entiendo que, si yo perteneciera realmente a la alta sociedad, y quisiera seguir viviendo en Londres, nuestra amistad de estos días, pasados podría dar lugar a conjeturas incómodas Sin embargo, como tengo intención de volver Ravello muy pronto, le ruego que no deje que esas consideraciones le influyan.
A su lado, Joseph arqueó las cejas. Una sonrisa, amplia y lenta, curvó sus labios.
_______________ tomó aire de nuevo.
—Milord, espero que usted verá que, en estas circunstancias, no hay ninguna necesidad de que me pida matrimonio. De hecho —dijo, reprimiendo las lágrimas—, le ruego que no renueve su oferta.
—Por supuesto que no.
Aquellas palabras calmadas dejaron sorprendida a _______________. En un instante, había estado a punto d deshacerse en lágrimas, y al siguiente, se había vuelto hacia él para mirarlo a los ojos.
—¿Perdón? —preguntó, débilmente.
Sonriendo comprensivamente, Joseph dijo:
—Querida mía, si mi ofrecimiento va a causarte angustia, entonces, por supuesto, no lo haré. Yo no sería capaz de angustiarte conscientemente.
Su mirada reconfortó a _______________, a pesar de lo que significaban sus palabras. Ya estaba convencido, e iba a facilitarle las cosas. Temblorosamente, sonrió.
Al ver que ella había superado el peor momento, Joseph le tomó una mano.
_______________ se sentía tan aliviada que estuvo a punto de apoyarse en él. Le daba vueltas la cabeza. ¿Cómo era posible sentirse tan adorada, y saber al mismo tiempo que él no la quería? No estaba segura. Ya no estaba segura de casi nada. Pero, afortunadamente, él se había hecho cargo. Sabía que no la presionaría para que hablara más.
De hecho, aquello estaba muy lejos del pensamiento de Joseph. No tenía intención de darle la oportunidad de que volviera a rechazarlo. Sabía que había otros caminos para lograr lo que deseaba. Había llegado la hora de considerar otras alternativas, porque se le estaba acabando la paciencia. En un impulso, levantó la mano de _______________ y se la besó, y entonces, cediendo a la necesidad que estaba luchando por controlar, le dio la vuelta y le besó la palma, lenta, dulcemente. Oyó que ella tomaba aire entrecortadamente, y la miró sonriente.
—Querida, veo que estás decidida. Te doy mi palabra de que no te presionaré para que hagas nada que no desees. No te obligaré a hacer nada que no esté en tu corazón. Recuerda eso.
_______________ se ruborizó. Para ser un discurso de despedida, encerraba una promesa completamente contraria a lo que se suponía que intentaba transmitir.
Joseph observó que su confusión, cada vez mayor, le oscurecía los ojos, desde el color avellana al chocolate. Doblegó su intenso deseo de besarla y de mala gana soltó su mano.
—Es muy probable que esté fuera de la ciudad durante los próximos días, pero te veré antes de que, dejes Londres —le llevaría uno o dos días organizar; la trampa, pero no tenía ninguna intención de dejar la escapar.
El coche entró en una plaza y se detuvo enfrente de una mansión impresionante. En unos minutos _______________ estuvo dentro y encontró a Bella esperándola ansiosamente.
—¿Duckett? ¿Qué demonios está haciendo aquí?
Repantigado en una butaca frente al fuego, con un coñac entre las manos, Joseph frunció el ceño al ver entrar a su mayordomo principal, al cual suponía en Candlewick, en la habitación. Sin perturbarse por el saludo, Duckett puso un tronco en la chimenea y circunnavegó la habitación encendiendo todas las velas de los candelabros.
—Timms está enfermo, milord. Usted le había dado órdenes para que cerrara la casa, así que el muchacho, muy apropiadamente, me mandó recado.
Joseph soltó una risa de ironía. ¿Muchacho? tenía los treinta y cinco ya cumplidos. Sin embargo, era uno de los pupilos de Duckett, y, siempre que siguiera las pautas del mayordomo jefe al pie de la letra, podía contar con su protección.
Moviendo en el aire la copa, de delicado cristal, para poder observar el color del licor a través de la luz, Joseph se dio cuenta de que eran del mismo color que sus ojos. Con un esfuerzo, apartó la mirada y se encontró a su mayordomo avivando el fuego.
—Duckett, tengo un problema.
—¿Milord?
NiinnyJonas
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
—Un problema con una dama, ¿entiende? —Entiendo perfectamente, milord.
—Con franqueza, lo dudo —replicó Joseph, y miró a su mayordomo, expectante. No era la primera vez que se desahogaba con Duckett, y no sería la última. Duckett había empezado a trabajar para su abuelo como mozo de cuadra. Había escalado puestos muy rápidamente, hasta alcanzar la posición de mayordomo jefe un poco después de que Joseph fuera mayor de edad. Habían sido buenos amigos desde siempre, a pesar de que había unos diez años de diferencia.
—Valoraría su opinión, Duckett.
—Muy bien, milord —dijo Duckett, que ya había conseguido un buen fuego y se había levantado. Estaba ordenando revistas y libros.
—La situación —dijo Joseph— sólo puede ser descrita como delicada. La señorita en cuestión e joven e inocente. Y el problema es que tiene una gran dificultad en sentirse amada.
Joseph esperó alguna respuesta, pero no lo obtuvo. Se volvió, y vio a Duckett quitando el polvo de un libro, antes de volverlo a colocar en su lugar, en la gran estantería.
—¿Está escuchando, Duckett?
—Naturalmente, milord.
Joseph apoyó la cabeza en el respaldo de la butaca.
—Muy bien —hizo una pausa para ordenarse las ideas y continuó—: Por esa razón, la dama inventa las razones más tortuosas para rehusar mi proposición de matrimonio. En primer lugar, adujo que yo estaba enamorado de otra mujer y que tenía planes para casarme con ella. Una vez que la convencí de que aquello no era cierto, averigüé que la señorita estaba convencida de que quería casarme con ella para hacerme con las escrituras de propiedad de Hartley Place, del que ella es propietaria. Era, debería decir, porque hoy mismo se lo he comprado. Las escrituras están en mi caja fuerte, y la propiedad ha perdido toda importancia en el procedimiento. El último obstáculo que ella percibe es que yo me siento obligado a casarme porque, debido a que mi intención de pedirle el matrimonio ha pasado a ser del dominio público, no puedo dejarla ahora sometida al oprobio —Joseph se interrumpió de nuevo, observando el líquido en el globo de cristal—. Ya conoce los hechos, Duckett. En este momento, estoy buscando la forma de llevármela a algún lugar convenientemente aislado, y suficientemente privado como para convencerla de que la quiero de verdad, y, al mismo tiempo, conseguir que su opinión sobre el asunto se vuelva irrelevante.
Duckett frunció ligeramente el ceño.
—¿Debo entender que la dama corresponde a sus afectos, milord?
—La joven está enamorada de mí de pies a cabeza, Duckett.
—Ah —respondió el mayordomo—. Bien.
Joseph observó a su impecable sirviente con los ojos entrecerrados. La mirada de Duckett estaba fija en la distancia. Entonces, de repente, sonrió.
—¿En qué está pensando, Duckett?
La suave pregunta sacó a Duckett de sus pensamientos.
—Se me acaba de ocurrir, milord, que ahora que es usted el propietario del Place, querría que Jennings y yo pusiéramos a la gente a trabajar, para ordenarlo, como si dijéramos.
Confundido, Joseph asintió.
—Sí, pero...
Duckett levantó una mano para que lo dejara continuar.
—Si es así, milord, me atrevería a decir que habrá ciertas cosas, pertenencias personales de los Hartley, con las que no sabremos qué hacer. Y, debería advertirle que el viejo Ben dice que no faltan sino uno o dos días para las nieves.
Los ojos de Joseph permanecieron fijos en el rostro de Duckett hasta que el reloj de pared de abuelo dio la hora en un rincón. Entonces, para alivio del mayordomo, empezaron a brillar. Joseph sonrió perversamente.
—Duckett, príncipe de los mayordomos, eres un granuja. Estaría escandalizado si no estuviera tan agradecido. No me extraña que te pague tan bien se levantó de repente y le entregó la copa vacía a su mayordomo—. Nos pondremos en camino a primera hora de la mañana.
—Muy bien, milord —respondió Duckett.
NiinnyJonas
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
hay esta rayiz tan tonta que no quiere casarse con Joseph!!
Yo ya le hubiera dicho que si!
Es mas ya estaeria casada y esperando un hijo!!
Siguela!!
Yo ya le hubiera dicho que si!
Es mas ya estaeria casada y esperando un hijo!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
DIOS! que estan planeando eh?
YA SÍGUELA!!!!
YA SÍGUELA!!!!
fernanda
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
síguela me encanto y ya es tarde así q me voy a dormir jaja ok bye
Deni rt
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
OH Dios, que se tramaran, siguela prontoooo;)
Puchy_ve
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
YEIIIIIIIIIIIIIII !!!!
yo tambien lo amo a Duckett... en verdad la idea que tuvo es magnifica...
que mejor lugar solo, privado y al parecer sin escapatoria ?
esto se a a poner muy buenooooooooooo
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
yo tambien lo amo a Duckett... en verdad la idea que tuvo es magnifica...
que mejor lugar solo, privado y al parecer sin escapatoria ?
esto se a a poner muy buenooooooooooo
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Inocencia Impetuosa (Joe Jonas & _______ ) [Adaptación Terminada]
guuaaaaauuuu su mayordomo si que sabe!!!!!!!....... Jajajajajaja ojala y ahora si entienda la rayis!!!!!.....
chelis
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