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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Quinto Capitulo.
Quinto Capitulo
En silencio, _____ fue hacia el dormitorio de su madre, situado en la sombría ala este de Hargate Hall. La lujosa mansión gótica era oscura y sólida, con altas chimeneas y ventanas estrechas y altas. Se erguía en medio de las colinas calizas de Buckinghamshire, y se comunicaba con el mercado del pueblo por medio de un hundido y antiguo sendero de un par de kilómetros de longitud, y que se hallaba en el mismo estado desde hacía décadas. Hargate Hall era sombría y silenciosa, con sus pesados muebles de caoba y sus cielos rasos decorados de bóvedas en forma de abanico, llenas de telarañas.
Entrar en el hogar que había abandonado hacía dos años llenaba a _____ de una sensación de incomodidad y de encierro. Con movimientos resueltos, subió por una de las largas escaleras laterales, temiendo, hasta cierto punto, oír la voz de su padre, cortante como un cuchillo, ordenándole que se marchase.
Nadie se atrevió a dirigirle la palabra, salvo unos pocos criados que ella conocía desde su niñez, que la saludaron con discreción. Todos, en Hargate Hall, sabían que ella no era una visita bien recibida, pues su padre le había prohibido poner un pie en la propiedad; sin embargo nadie le impediría visitar a Eva, su madre, ahora enferma.
El aire viciado que había en el dormitorio de Eva hizo fruncir la nariz a _____, que se apresuro a correr las cortinas y a abrir la ventana para dejar entrar la brisa de afuera. Bajo las mantas, algo se agito y llegó la voz débil de Eva:
—Quién es?
—Tu hija pródiga —respondió _____ con ligereza y, acercándose a la cama, se inclinó y beso la frente pálida de su madre.
Eva parpadeó y trató de incorporarse, con su rostro endurecido por la consternación. Era una mujer menuda, delgada, de cabello rubio ceniza veteado de plata y grandes ojos castaños. Daba la impresión de haber envejecido mucho en los últimos dos años, su piel incolora estaba surcada por pequeñas líneas y los huesos de su cara se veían más prominentes que nunca.
—_____, no deberías estar aquí. ¡Es peligroso!
—No hay problema —dijo _____, sin alzar su voz—. Tú me habías escrito diciéndome que hoy no estaría mi padre. ¿No lo recuerdas?
—Oh, sí —dijo su madre, frotándose la frente con expresión afligida—. Este último tiempo, las cosas se van de mi cabeza con tanta facilidad... —se lamento, suspirando y apoyando de nuevo sus hombros en la almohada—. He estado enferma, _____...
—Sí, lo sé —repuso ella, apretando los labios y observando a su madre, que siempre había sido delgada. Ahora, estaba tan frágil que parecía un pájaro—. No tendrías que estar encerrada en este cuarto oscuro, mamá. Necesitas luz, aire fresco, caminar al aire libre...
—No debes quedarte mucho tiempo —dijo su madre, con voz débil— Si llegara a volver tu padre en forma inesperada...
—Me echaría —concluyó _____, esbozando una mueca sarcástica—. No te preocupes, mamá. No le temo. Ahora, ya no puede decir ni hacer nada que me importe.
Su rostro se suavizó al notar la aflicción de su madre, y se sentó con cuidado en el borde del colchón. Tomó en las suyas una de las delgadas y frías manos de su madre y la oprimió con delicadeza.
—He edificado una vida nueva para mí. Ahora, soy actriz; bastante buena —dijo, sin poder contener una sonrisa al ver la expresión de su madre. Actriz, no prostituta... si bien admito que la mayoría de las personas no perciben la diferencia. Esta temporada, trabajaré en el teatro Capital y me prepararé con la guía del propio Louis Tomlinson. Tendré una buena paga, mi propio coche, una casa... y he elegido un nuevo seudónimo para mí: Alice Wentworth. ¿Te gusta?
Eva movió su cabeza.
—No has nacido para eso —dijo, con sus labios resecos—. Tú no eres eso.
—Quién soy yo, mamá? —preguntó _____ en voz suave, aunque ya conocía la respuesta.
Una súbita desdicha oprimió su pecho.
—Eres la marquesa de Savage.
_____ se levanto de la cama de un salto, pues no podía soportar el mero sonido de ese apellido.
—Eso es así sólo porque no he podido evitarlo. Estoy casada con un hombre que no conozco, y sólo para satisfacer las ambiciones sociales de mi padre. Es una situación absurda. No conozco a lord Malik ni de vista y nunca he intercambiado correspondencia con él, siquiera. ¡A veces, me pregunto si existe de verdad!
—Al parecer, lord Malik no tiene más deseos que tú de reconocer el matrimonio —admitió la madre—. Ni tu padre ni el duque de Leeds hubiesen imaginado que los hijos de ambos guardarían tanto resentimiento con respecto al matrimonio.
—No guardar resentimiento de que te hayan robado tu futuro? —exclamó _____, paseándose por la habitación mientras seguía hablando, acaloradamente—. Fui vendida para conseguir un apellido, lord Malik, a cambio de una fortuna. Mi padre tiene ahora un título para su hija, y los Malik se salvaron de la ruina económica. Y lo único que tuvieron que hacer fue sacrificar a sus hijos primogénitos.
—Por qué tienes que obstinarte en ese mal sentimiento hacia tu padre? —preguntó su madre con tristeza—. Él hizo algo muy similar a lo que hacen otros padres en nuestra posición. Se conciertan matrimonios continuamente.
—Esto fue diferente. Yo sólo tenía cuatro años de edad, y mi así llamado marido, no era mucho mayor —recalcó _____, yendo hacia la ventana y mirando por entre las cortinas, haciendo pasar el terciopelo bordeado de seda entre los dedos—. Cuando yo me enteré de esto, tenía doce años y albergaba la fantasía de estar enamorada de un muchacho de la aldea... hasta que mi padre me llevó aparte y me dijo que jamás tendría el derecho de amar a ningún hombre porque ya estaba casada —recordó, moviendo la cabeza y riendo sin alegría—. Yo no podía creerlo. Aún no puedo. Durante años, me perseguían las dudas con respecto a mi “marido”, me preguntaba si, al crecer, se habría convertido en un retardado, en un pesado, en un mujeriego...
—Por lo que hemos oído acerca de él, la reputación de lord Malik es la de un hombre tranquilo y responsable.
—No me importa cómo sea él —replicó ______, aun sabiendo que a su madre le sonaría como pura terquedad de su parte y, quizás, en cierto modo tuviese razon.
Pero también se debía a la convicción de que si aceptaba la vida que su padre había elegido para ella, iría borroneándose hasta convertirse en la misma clase de persona dócil y desdichada a la que pertenecía su madre.
—No importaría aunque lord Malik fuese un santo. No pienso convertirme, nunca, en la duquesa de Leeds. No estoy de acuerdo con los planes que mi padre elaboré para mí. Ha controlado cada día, cada hora, cada minuto de mi vida hasta que, por fin, yo reuní el coraje suficiente para huir.
—Él quería abrigarte y protegerte...
—Mi padre me ha mantenido encerrada en esta propiedad, sin permitirme salir nunca ni conocer a nadie. Desde el día en que nací, estuvo decidido a que me casara con un hombre de título importante; me pregunto si alguna vez se le ocurrió pensar que, tal vez, un día yo podría conocer a un duque o a un conde, sin su intervención. ¿O pensé, alguna vez, en la posibilidad de que yo no quisiera eso para mí? Me imagino que sería esperar demasiado que él pudiera querer mi felicidad...
_____ se interrumpió al ver que sus dedos apretaban los pliegues de terciopelo. Los aflojo e hizo una inspiración profunda para calmarse. Le dolía saber que, si bien ella había escapado del dominio de su padre, Eva aún estaba bajo su control. El único recurso de su madre había sido refugiarse en la enfermedad, convirtiéndose poco a poco en una inválida. Ésa era la única defensa de Eva contra ese marido autoritario que había manipulado las vidas de todos quienes lo rodeaban.
Edward, lord Hargate, despreciaba cualquier enfermedad. En realidad, les temía porque las enfermedades eran ajenas a su vigorosa naturaleza. Era un hombre fuerte, con un impulso inflexible que lo llevaba a dejar de lado cualquier sentimiento que no fuese suyo. A veces era cruel, y negaba a las personas aquello que más deseaban para demostrar su riqueza y su poder. El resto de la familia Hargate, primos, hermanos, tíos y tías, lo evitaban todo lo posible. Sin embargo, cuando él estaba de su peor talante, su esposa lo defendía y lo apoyaba porque era su deber.
—Tiene que haber alguna otra cosa que puedas hacer —murmuro Eva— que no sea dedicar tu vida al teatro. Cuando pienso en mi hija viviendo entre esas personas, trabajando sobre un escenario... Me suena muy sórdido.
—Estaré muy bien en el Capital —repuso _____, con firmeza—. Es una compañía respetable. Y actuar es la ocupación perfecta para mí. Como he estado tanto tiempo recluida, cuando era niña, he desarrollado una poderosa imaginación.
—Recuerdo cuánto me afligía yo —murmuro Eva—. Tú parecías vivir en un mundo de fantasía casi todo el tiempo; fingías ser otra persona.
_____ volvió junto a la cama y sonrió a su madre.
—Ahora, me pagarán un buen dinero por hacerlo.
—Y qué me dices de lord Malik?
_____ se encogió de hombros.
—De momento él no ha dado señales de querer reconocer el matrimonio. No se me ocurre ninguna otra alternativa para llevar adelante mi vida —incómoda, hizo una mueca—. Qué raro resulta saber que pertenezco a un desconocido... que él tiene más derechos sobre mí que yo misma, desde el punto de vista legal. Esa idea me despierta el deseo de huir al último confín de la tierra. Admito que me da miedo descubrir qué clase de hombre es, en realidad. No estoy lista para eso... tal vez, nunca lo esté.
—No podrás escamotearle el cuerpo a la verdad para siempre —dijo Eva—. Algún día, lord Malik descubrirá que su esposa ha estado trabajando en el teatro. ¿Cómo crees que se sentirá?
—No me cabe duda de que querrá la anulación —repuso; de pronto una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de _____—. Y yo tendré mucho gusto en complacerlo. Estoy segura de que seré mucho mejor actriz que duquesa.
Invitado
Invitado
Sexto Capitulo.
Sexto Capitulo
1827
No bien el detective contratado salió de la habitación, Zayn abandonó todo intento de fingir calma. Jamás se daba el lujo de perder el control de sí mismo, pero esta frustración era demasiado grande para soportarla. Sintió ganas de gritar, de golpear a alguien; a duras penas pudo contenerse. No tuvo conciencia de que tenía un vaso de cristal en la mano hasta que oyó que se estrellaba en la chimenea de la biblioteca con fuerte explosión.
—Maldita sea, ¿dónde está ella?
Unos instantes después se abrió la puerta y su hermano, lord Harry, asomó la cabeza.
—Parece que el detective no ha tenido la suerte de encontrar a nuestra misteriosa marquesa.
Zayn guardó silencio, aunque un sonrojo poco frecuente en él delataba sus emociones.
Si bien la semejanza entre los dos hermanos era notable, sus temperamentos no podían ser más diferentes. Los dos tenían cabello negro y las impactantes y bien cinceladas facciones características del clan Malik. Sin embargo, los ojos miel de Zayn, de un color que recordaba al humo y a las sombras, rara vez dejaban ver sus pensamientos mientras que la expresión de los de Harry era, casi siempre, de picardía.
Harry era dueño de un encanto y de un aire despreocupado que Zayn, el mayor, nunca había tenido tiempo ni ganas de cultivar.
Hasta esa altura de su breve vida de veinte años, Harry se las había arreglado para meterse en un sin número de enredos y situaciones difíciles. Había pasado por ellos con la juvenil convicción de que nunca le sucedería nada malo. A pesar de todo, era raro que Zayn lo regañase, pues sabía que, en el fondo, Harry era un buen muchacho.
¿Qué importancia tenía si se permitía, de vez en cuando, entregarse a la alegría? Harry quería que su hermano menor tuviera toda la libertad y las ventajas que él jamás había tenido... y estaba dispuesto a proteger a Harry de las duras realidades que él no había podido ahorrarse.
—Qué ha dicho? —quiso saber Harry.
—Ahora no tengo deseos de hablar.
Harry entró en la habitación y enfiló hacia un aparador que había sobre un pedestal y donde sé guardaban hileras de lujosos botellones de cristal tallado.
—¿ Sabes una cosa? —dijo el joven, como al pasar—, no es necesario que encuentres a Julia Hargate para librarte de ella. Has estado buscándola durante tres años y no hay señales de ella ni aquí ni en el extranjero. Es evidente que los Hargate no quieren que la hallemos. Sus parientes y amigos no quieren o no pueden divulgar ninguna información. Yo me atrevería a afirmar que podrías obtener la anulación.
—Pero no lo haré sin que _____ lo sepa.
—Pero, ¿por qué? Dios sabe que tú no le debes nada.
—Le debo una fortuna —replicó Zayn, torvo—. Mejor dicho, la familia se la debe.
Harry meneó la cabeza mientras entregaba a su hermano un vaso con coñac.
—Tú y tu condenado sentido de la responsabilidad. Cualquier otro, en tu situación, se habría librado de _____ Hargate como si fuese un lastre no deseado. ¡Ni siquiera la conoces!
Zayn bebió un generoso trago de coñac, se levantó de su silla junto al escritorio y comenzó a pasearse por el cuarto.
—Necesito encontrarla. En esta situación, ella fue una víctima tal como lo he sido yo. El acuerdo se realizó sin nuestro consentimiento pero, al menos, podemos disolverlo juntos. Además, no quiero dar ni un paso en ningún sentido sin hacer algún tipo de arreglo en beneficio de ella.
—Ella, con el respaldo de la fortuna de su familia, no necesita ningún arreglo.
—Existe la posibilidad de que ella haya roto con los Hargate. Y yo no lo sabré hasta haberla encontrado.
—Me cuesta creer que _____ sea una indigente, hermano. Lo más probable es que esté divirtiéndose en alguna playa de la costa francesa o italiana y viviendo muy bien con el dinero de papá.
—Si fuese así, a estas alturas ya la habría encontrado.
Harry vio que su hermano se acercaba a la ventana. Se gozaba, desde allí, de una vista espectacular, al igual que desde casi todas las habitaciones de ese castillo medieval modificado. Estaba construido sobre un lago, con grandes arcos de piedra que lo sostenían sobre el agua, y en los cuales se apoyaba la antigua construcción que se elevaba hacia el cielo. Muchos de los muros de piedra color ámbar, otrora impenetrables, habían sido reemplazados por magníficas ventanas cerradas con paneles de cristal en forma de rombos. Detrás del castillo se extendía la verde e interminable campiña de Warwickshire, con sus lozanas pasturas y sus jardines. Mucho tiempo atrás el castillo había sido una sólida defensa contra los invasores de Inglaterra; ahora, parecía haberse apaciguado hasta convertirse en un edificio de suave y graciosa madurez.
La familia Malik había estado a punto de perder la posesión de su hogar ancestral y todas sus otras posesiones, a consecuencia de las malas inversiones del actual duque, por no mencionar su inclinación al juego. Lo único que había salvado a la familia de la ruina había sido el matrimonio de Zayn con ____ Hargate y la dote que había entregado el padre de ella. Y ahora, le debían a la joven el título de duquesa, que no demoraría en llegar a juzgar por el mal estado de salud de Frederick, el padre de ellos dos.
—Gracias a Dios que yo no soy el primogénito —dijo Harry con acento sincero—. Fue un acuerdo bastante extraño el que realizó nuestro padre casando a su hijo a los siete
años para así poder contar con dinero para pagar sus deudas de juego. Y, más extraño aún, es el hecho de que tú no la hayas visto desde entonces.
—Yo nunca quise ver a ____. Para mí, fue más fácil hacer como si no existiera. No podía aceptar que ella era... es parte de mi vida.
Los dedos de Zayn se apretaron alrededor del vaso.
—El matrimonio es legal? —preguntó Harry.
—No... pero ése no es el meollo de la cuestión. Nuestro padre ha hecho una promesa hace años, y esa promesa me involucra a mí. Yo tengo la responsabilidad de honrarla o, al menos, reembolsar a los Hargate el dinero que habíamos recibido de ellos.
—Honor... responsabilidad... —reflexionó Harry, estremeciéndose y haciendo una mueca juguetona—. Las dos palabras que menos me agradan.
Zayn hizo girar la bebida y clavó su melancólica mirada en el vaso. Si bien _____ no tenía la culpa, cada una de las letras de su nombre era un eslabón de la cadena invisible que lo ataba. No podría estar en paz hasta que no resolviera la cuestión.
—He imaginado a ____ de cien maneras diferentes —dijo Zayn—. No puedo dejar de especular acerca de ella y de preguntarme qué fue lo que la llevó a desaparecer de este modo. Por Dios, cómo quisiera verme libre de ella!
—Quizá, cuando la encuentres, _____ quiera exigirte que cumplas tu obligación. ¿Habías pensado en eso? Tú has triplicado la fortuna de la familia desde que te hiciste cargo de las finanzas de los Malik —le hizo notar Harry, con un brillo burlón en sus oscuros ojos verdes—. Y tú resultas atractivo a las mujeres, a pesar de tu carácter sombrío. ¿Por qué crees que con _____ sería diferente? Ella quiere lo mismo que todas las mujeres: un esposo con un título aristocrático y una fortuna que acompañe a ambas cosas.
—Yo no sé qué ella quiere de mí —dijo Zayn, dejando escapar una amarga carcajada
—. A juzgar por el hecho de que aún se oculta, parece no querer nada de mí.
—Bueno, será conveniente que hagas algo con respecto a esta condenada situación pues, de lo contrario, Perrie te convertirá en bígamo.
—No voy a casarme con Perrie.
—Ella ha dicho a todo el mundo en Londres que vas a casarte con ella. Por Dios, Zayn, ¿no crees que deberías decir a Perrie que los rumores de que estás casado son ciertos?
La alusión a Perrie, lady Edward, hizo que el ceño de Zayn se profundizara. Esa viuda joven y sensual había estado persiguiéndolo durante un año, invadiendo su intimidad, arrinconándolo en cada una de las reuniones sociales a las que él asistía. Perrie pertenecía a esa clase de mujer que sabía muy bien cómo complacer a un hombre. Era una bella mujer de cabellos rubios, sin inhibiciones en la cama y con un seco sentido del humor que atraía a Zayn.
En contra de su propio sentido común, él había iniciado un romance con Perrie hacía unos seis meses. Después de todo, él era un hombre con las mismas necesidades que cualquier otro, y no le agradaban mucho las prostitutas. Tampoco tenía interés en las bandadas de vírgenes obsesionadas por el matrimonio que se presentaban en sociedad cada temporada. Ellas estaban prohibidas para él, si bien el hecho de su matrimonio no era demasiado conocido por el público.
El último tiempo, sin embargo, Perrie había iniciado una campaña para convertirse en la siguiente marquesa de Savage. Hasta ese momento, había tenido la astucia de no presionarlo ni exigirle nada. Más aún, todavía no se atrevía a preguntarle si era cierto el rumor de que él ya tenía esposa.
—Ya le he dicho muchas veces a Perrie que no abrigue esperanzas de forjar un futuro conmigo —replicó Zayn, en tono áspero—. No la compadezcas: ella ha sido generosamente recompensada por el tiempo que ha pasado conmigo.
—Oh, no compadezco a Perrie —aseguró Harry—. Tengo una idea bastante clara de las joyas, vestidos y cuentas bancarias que le has dado —dijo, dibujando una taimada sonrisa—. Debe de ser sobremanera entretenida en la cama para merecer todo eso.
—Ella es buena en muchos aspectos. Bella, encantadora e inteligente. En suma, no sería una mala esposa.
—No estarás pensando seriamente en... —Harry frunció el entrecejo y miró, sorprendido, a su hermano—. ¡Esta clase de conversación me alarma, Zayn! Es probable que agrades a Perrie, hasta puede que esté encariñada contigo pero, en mi opinión, ella no es capaz de sentir amor.
—Tal vez, yo tampoco —murmuró Zayn, con semblante inescrutable.
Se hizo un silencio extraño, durante el cual apareció en el rostro de Harry una expresión estupefacta. Entonces, lanzó una breve carcajada:
—Bueno, yo no diría que te haya visto locamente enamorado... pero haber estado casado desde los siete años es un obstáculo para ello. No has querido sentir nada por una mujer debido a una supuesta obligación por una muchacha que jamás has conocido. Yo te aconsejaría que te deshicieras de _____... y tal vez te sorprendas de lo pronto que se deshiela tu corazón.
—Siempre el mismo optimista —le reprochó Zayn, indicando a su hermano con un ademán que saliera de la habitación—. Tendré en cuenta tu consejo, Hazza. Entre tanto, tengo cosas que hacer.
Invitado
Invitado
Séptimo Capitulo.
Séptimo Capitulo
_____ reprimió un bostezo de aburrimiento mientras recorría el salón con la mirada. El baile era una velada elegante, con música alegre, gran despliegue de tentempiés y bebidas, y una cantidad de invitados con titulo y fortuna. Hacía demasiado calor en el salón, aun cuando las imponentes ventanas rectangulares estaban abiertas y dejaba pasar la fresca brisa del verano que llegaba desde el jardín. Los invitados se secaban, con disimulo, los rostros sudados y bebían in-numerables copas de ponche de frutas, entre una y otra pieza de baile.
Pese a las objeciones de _____, Louis Tomlinson había insistido en que ella lo acompañase a la fiesta de todo el fin de semana que daban lord y lady Brandon, en su casa de campo de Warwickshire. _____ tenía plena conciencia de que no era su compañía, precisamente, lo que Louis deseaba si bien, en los últimos dos años, habían entablado una cierta amistad. En realidad, él buscaba la ayuda de ella por su capacidad para atraer donaciones para el teatro Capital.
_____, de pie junto a Louis en un rincón del salón, conversaba discretamente con él, antes de que cada uno de ellos se mezclara, por separado, con diversos invitados. Ella alisó la falda de su vestido de seda de color azul hielo, de sencillo diseño, con un amplio escote recto que casi dejaba al descubierto sus hombros. Fuera de las cuatro bandas de satén azul que ceñían el vestido a su esbelta cintura, su único adorno era el sutil dibujo de cordones y bandas de satén en el dobladillo.
Louis habló junto al oído de _____, mientras su mirada perspicaz barría el salón.
—Lord Hardington está maduro para caer. Es aficionado al teatro y tiene debilidad por las mujeres bellas. Y, lo más importante, tiene un ingreso privado de diez mil libras por año. ¿Por qué no comentas con él la temporada que se aproxima y la necesidad que tenemos de contar con más auspiciantes?
_____ sonrió con fastidio mientras observaba al anciano y robusto caballero de mejillas rubicundas. Volvió su vista hacia Louis, que producía un impacto con su levita negra de fiesta, su chaleco de seda verde esmeralda y sus ajustados pantalones de color crema. Las luces de los candelabros hacían brillar su cabello como si fuese de caoba lustrada. Todos los presentes habían asistido a la fiesta por motivos sociales; Louis, en cambio, veía la reunión como una oportunidad para hacer negocios. Estaba dispuesto a usar su apostura y su encanto para solicitar fondos para el Capital... y, como siempre, tendría éxito. Casi todos querían asociarse con un hombre a quien se consideraba uno de los más grandes artistas de la escena que Londres había conocido.
Para sorpresa de la propia _____, su popularidad había crecido rápidamente en el teatro y le había otorgado un relieve social que era considerado significativo para una actriz. Tenía una elevada paga que le había permitido comprar una casa en la calle Somerset, a poca distancia de la de su antigua profesora, la señora Florence. La anciana se enorgullecía del éxito de _____ como si hubiese sido suyo y la recibía calurosamente cada vez que _____ tenía la posibilidad de ir a tomar el té con ella y a conversar sin prisa.
En ese mismo momento, _____ deseaba estar con la señora Florence en lugar de estar perdiendo el tiempo con personas que se consideraban superiores a ella; _____ soltó un suave suspiro.
—No me agradan estas reuniones con tanta gente —dijo, más para sí que para Louis.
—No se nota. Te mueves entre estas personas como si hubieses nacido en este medio —dijo Louis, mientras quitaba una pelusa de su manga—. Harías bien en reclutar a lord Landsdale, el de baja estatura, que está junto a la mesa de los bocadillos, y a lord Russell, que hace poco tiempo ha recibido un interesante patrimonio. Tal vez, una sonrisa cálida y un poco de animación lo convencieran de convertirse en patrono de las artes.
—Ojalá ésta sea, por un buen tiempo, la última fiesta de fin de semana a la que tenga que asistir. Me incomoda halagar a hombres viejos y ricos con la esperanza de que den parte de su dinero para el teatro. Quizá, la próxima vez puedas traer a Camille o a alguna de las otras actrices...
—No quiero a una de las otras. Tú eres tan eficaz en estas reuniones como lo eres en el escenario. En el término de dos años, te has convertido en la adquisición más valiosa del Capital... fuera de mí, claro.
____ sonrió con picardía.
—Caramba, señor Tomlinson, si sigue elogiándome, tal vez le pida un aumento en la paga.
Él resopló por la nariz.
—No me sacarás un solo chelín más. Ya eres la actriz mejor pagada de la que yo tenga noticia.
Su expresión ceñuda hizo reír a ____.
—Ah, si el público supiera que al mismo individuo que me trata tan apasionadamente sobre el escenario y me ha conquistado miles de veces como Romeo, Benedick y Marco Antonio, fuera del escenario sólo le importan los temas relacionados con los chelines y los negocios... Es probable que parezcas un personaje romántico a las damas de Londres, pero tienes el alma de un banquero, no de un amante.
—Y gracias a Dios. Y ahora, ve y engatusa a los caballeros que te he indicado.., ah, y no te olvides de ése —dijo Louis, indicando con la cabeza a un hombre de pelo oscuro que se encontraba en medio de un grupo pequeño, a pocos metros de allí—. Él ha administrado las propiedades de la familia durante los últimos años. Al ritmo que lleva, en cualquier momento va a convertirse en uno de los hombres más ricos de Inglaterra. Harías bien en convencerlo de que se interese en el Capital.
—Quién es?
—Lord Malik, el marqués de Savage.
Louis le dirigió una breve sonrisa y se alejó, para reunirse con algunos conocidos.
Lord Malik, el marqués de Savage. La confusión paralizó y enmudeció a _____. De súbito, a su cerebro le costaba funcionar. Dudó de haber oído bien. Era extraño oír ese apellido y ese título de labios de Louis Tomlinson, extraño que, después de haber imaginado tantas visiones temibles e indignantes, descubrir que el objeto de su resentimiento era un hombre de carne y hueso. Por fin, su pasado había aterrizado de cabeza en su presente. Ah, si ella pudiese hallar el modo de desaparecer... pero, al contrario, no atinaba a hacer otra cosa que permanecer ahí, atrapada a campo raso.
Tenía miedo de que, si se movía, no podría contenerse y saldría corriendo como una zorra perseguida por galgos.
No se explicaba por qué no había esperado que su esposo fuese tan apuesto, espléndido, moreno y elegante como un príncipe extranjero. Era un individuo alto, de presencia potente y serena. Bajo una chaqueta negra, un chaleco a rayas ámbar y gris, pantalones gris oscuro, los anchos hombros dominaban sobre un torso que se ahusaba hacia la cintura y las caderas. Sus facciones eran austeras y perfectas, su mirada, vacía de emociones. Formaba un sorprendente contraste con los hombres con los que ella solía vincularse como, por ejemplo, Louis vio otros actores de la compañía, que se ganaban la vida gracias a la expresividad de sus rostros. Este hombre, en cambio, parecía inaccesible.
Como si él hubiese percibido su presencia, miró en su dirección. Su frente se crispó en un ceño intrigado y ladeó un poco la cabeza, como concentrándose. _____ trató de apartar la mirada pero él no se lo permitió, pues no apartaba la suya del rostro de ella.
Dominada por un repentino pánico, ella se volvió y empezó a caminar con pasos controlados, pero ya era demasiado tarde. Él le cortó el paso y se acercó a ella, obligándola a detenerse, por pena de chocar con él.
_____ sintió que su corazón latía dolorosamente en su pecho. Levantó la mirada y se encontró con los ojos más extraordinarios que hubiese visto nunca, fríos y mieles, despiadados e inteligentes, enmarcados por pestañas negras tan largas que se le enredaban en los extremos.
—Usted me resulta conocida.
Su voz no tenía la suntuosa claridad de la de Louis Tomlinson, pero vibraba en ella un atractivo y sutil matiz ronco.
—En serio? —dijo _____, pronunciando con dificultad por los labios rígidos—. Tal vez me haya visto usted en el escenario.
Él siguió mirándola fijamente y ella, por su parte, sólo podía pensar: “Eres mi marido... mi marido”.
A Zayn le intrigaba la joven que estaba ante él. Tuvo la impresión de que la música y los colores que reinaban en el salón retrocedían hasta el fondo de la escena mientras él contemplaba el rostro de ella. Sabía que jamás los habían presentado; Dios era testigo de que él jamás hubiese olvidado a una mujer como ella, pero había algo tan familiar en ella que lo inquietaba. Era delgada, y parecía fría con su vestido azul claro, con su pose regia que no daba lugar al menor atisbo de incertidumbre. Su rostro se asemejaba más a la creación de algún artista que a un rasgo de una mujer real, fascinante, con los altos pómulos que formaban un pronunciado ángulo con las suaves curvas de las mejillas y la mandíbula. Lo más notable eran sus ojos marrones chocolates, propios de un ángel caído de tan virginales, tiernos; sin embargo, reflejaban el conocimiento de las maldades de este mundo.
“Tal vez me haya visto usted en el escenario”, había dicho ella.
—Ah —dijo él en voz suave—. Usted debe de ser la señora Wentworth.
Ella era mucho más joven de lo que él hubiese supuesto de esa popular actriz cuya imagen se había difundido por toda Inglaterra en pinturas, estampas y grabados. El público estaba enloquecido con ella, como también los críticos que elogiaban su atractivo y su talento. Este talento era innegable pero, más que eso, lo que le había ganado el fervor del público, tornándola familiar y querible, había sido su calidez.
Con todo, ese personaje guardaba una distancia sideral con la joven que tenía ante sí, como una aparición. Le dio la impresión de que su cuello era demasiado delgado para sostener el peso de sus gruesas trenzas castañas, retorcidas y sujetas en su nuca. Él no tuvo conciencia de haber tomado su mano ni de que ella se la ofreciera pero, de pronto, los dedos enguantados de ella estaban entre los suyos. Cuando los acercó a sus labios, notó que ella temblaba.
Su mente se llenó de preguntas. ¿Ella le tendría miedo? ¿Por qué estaba sola, allí? Sin notarlo, bajó su voz hasta un tono más quedo que el habitual, como si no quisiera asustar a la criatura que tenía ante sí.
—Puedo servirle en algo, señora? Yo soy...
-Sí, lo sé. Usted es el marqués de Savage —interrumpió ella y, al instante, su semblante cambió y sus labios se abrieron en una sonrisa de compromiso. Retiró su mano—. Mi productor teatral, el señor Tomlinson, deseaba que yo lo conociera a usted. Al parecer, cree que yo sería capaz de convertirlo a usted en un patrocinante del Capital.
Sorprendido por lo directo de su abordaje, Zayn le respondió, sin devolverle la sonrisa:
—Si gusta, puede intentarlo, señora Wentworth. Pero yo nunca derrocho dinero en propósitos frívolos.
— ¿Frívolos? ¿No cree usted, acaso, que las personas necesitan escapar hacia el mundo del teatro de tanto en tanto? Una obra puede hacer que el público viva una experiencia que jamás había imaginado. En ocasiones, descubren que después de haber visto una obra de teatro sus sentimientos y opiniones han cambiado y que contemplan su vida de otra manera... no se puede decir que eso sea frívolo, no es cierto?
Él se encogió de hombros.
—Yo no necesito escapar.
-¿A no? —replicó ella, mirándolo con más intensidad, si ello era posible—. Yo no creo eso, milord.
— ¿Por qué no?
Ninguna mujer se había atrevido a hablarle con tanta audacia. Al principio, ella estaba temblando y ahora lo retaba. Si lo que ella quería era sacarle dinero, tenía una manera novedosa de intentarlo.
Por el cuello de ella trepó un sonrojo que subió hasta sus mejillas, como si estuviese haciendo un esfuerzo para contener cierta potente emoción.
—Jamás he conocido a una persona que se sienta en paz con su pasado. Siempre existe algo que nos gustaría cambiar u olvidar.
Zayn permaneció inmóvil, con la cabeza inclinada hacia ella. Parecía tensa e inquieta, como un pájaro presto a levantar vuelo. Él tuvo que contener su necesidad de acercarse a ella y abrazarla, y retenerla consigo. Algo vibraba en el aire, entre los dos... cierta elusiva conciencia que lo atraía.
— ¿Y usted? —murmuró—. ¿Qué es lo que trata de olvidar?
Se hizo un prolongado silencio.
—Un esposo —susurró ella, ocultando los ojos marrones tras sus pestañas.
Invitado
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
Espero que les guste el maratón, siento si las abandone, es por las notas y cosas personales.
Las quiero y luego respondo los comentarios. xoxo
Las quiero y luego respondo los comentarios. xoxo
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
Esperate
Voy leyendo, soy lenta ._.
Voy leyendo, soy lenta ._.
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
muchos capisssssS!!!!!!!
eres genial, gracias!!!!!
Zayn tendrá que descongelar su corazón y una actriz será la culpable!!!
continua pliiiisss!!!!
eres genial, gracias!!!!!
Zayn tendrá que descongelar su corazón y una actriz será la culpable!!!
continua pliiiisss!!!!
Isabela85
Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
holaa! nueva lectora :) esta muy buena tu nove jaja siguela pronto :DD
CamileishonWeishon :3
Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
soawkward escribió:Esperate
Voy leyendo, soy lenta ._.
LENTEJA te dicen a vos!
no importa :3
termina de leer rápido!
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
Isabela85 escribió:muchos capisssssS!!!!!!!
eres genial, gracias!!!!!
Zayn tendrá que descongelar su corazón y una actriz será la culpable!!!
continua pliiiisss!!!!
De nada!
Se merecian los caps :3
la seguire pronto!
xoxo
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
CamileishonWeishon :3 escribió:holaa! nueva lectora :) esta muy buena tu nove jaja siguela pronto :DD
Graciasss
No es mia, es de un libro yo solo la adapto, creo que soy la primera xd
la seguire pronto!
xoxo
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
Hola a aCrisJonaSchmidt escribió:Holaa!!
Nueva Lectora....
me leí todo hasta ahora!
lo ame!!!!
Seguila pronto!!!
Aww ame que lo amaras :3
la seguire prontoo!
xoxo
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
CamileishonWeishon :3 escribió:siguela? ):
Prontooooooo
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Re: Mi bella desconocida || Zayn Malik {Mini maraton}
¿Nadie mas? :c
Creo que cancelare la nove
Creo que cancelare la nove
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