The Heather|NC|One Direction y más|

Ahora que tenía más tiempo libre, los días se me hacían cada vez más largos. Liam me había dicho que no era necesario que esté con el las veinticuatro horas de los siete días a la semana. Intenté alejar de mi cabeza el pensamiento de que quizás estaba enojado u ofendido, la cuestión era el por qué. Pasamos tanto tiempo juntos que terminamos formando una linda amistad. Nos contábamos anécdotas de nuestras vidas y nos juntábamos a mirar televisión, lo que milagrosamente hacía. Y si no fuese por eso, me invitaría a su casa a leer y la pesadilla no podría ser peor. 
No volvimos a cruzarnos a Danielle de nuevo, pero por las dudas, cada vez que salíamos actuábamos como una pareja de enamorados. A pesar de que en su cabeza lo único que ronda es la castaña, podría decirse que Liam es un buen actor. Jamás se rehusó a hacer alguna escena ni nada parecido, lo que demostraba qué tanto quería recuperar a Danielle. Sentí envidia por un segundo. Tanto por ella como por él. Hacía años que ningún chico se interesaba en mí así y viceversa. Y de todas formas, jamás intentaría recuperarme a través de un programa donde le asignaban una actriz para ponerme celosa. El estar allí me hacía replantearme mucho mi vida. Luego de la muerte de mi abuela, prácticamente no hablé con nadie más que no fueran mis clientes y George, mas las chicas de The Heather también estaban ocupadas con lo suyo. Mi vida social jamás fue de lo más movida, pero si mucho más de lo que es ahora. Jamás tuve un amigo de los que duran para toda la vida en los que pudiera confiar plenamente. Con Liam éramos íntimos, y aunque se pueda mantener una linda charla con él, lo que yo necesitaba era alguien con una personalidad parecida a la mía, en la que pudiéramos disfrutar sin restricciones y hacer lo que se nos diera la gana. Cosas que siempre he querido hacer, pero un obstáculo llamado soledad se interponía en mi vida. 
Mi teléfono sonó, sacándome del trance en el que me encontraba.

— ¿Hola?
— Bella, soy Liam —Mi ceño se frunció, era la última persona la cual esperaba una llamada —. ¿Cómo estás?
— Bien —Contesté extrañada.
— Estás rara, ¿te sientes bien? —¿Era broma? Además de el hecho de que sonaba extremada y exageradamente alegre y relajado, me sorprendía que no creyera que estaba enojada luego de que prácticamente me echara de su casa. Y lo estaba.
— Estoy mejor de lo que crees —Me limité a responder. Se sintió un silencio del otro lado de la línea.
— ¿Quieres venir?
— ¿A tu casa? —Pregunté torpemente.
— Claro, ¿te espero?
— Llego en diez minutos —Contesté.


Luego de un corto, pero aburrido camino, llegué a la casa de Liam. Toqué la puerta repetidas veces hasta que me abrió, con una sonrisa de oreja a oreja. Se acercó y me abrazó en forma de saludo, y yo le correspondí confundida por sus muestras de cariño. Se hizo a un lado, dejándome pasar. Le agradecí con una pequeña sonrisa. Me senté en el sofá y me limité a observar el lugar, a pesar de ya conocerlo. En sí, tenía ganas de ver a Liam, pero no de todo lo que conllevaba el poder entablar una conversación entretenida con él.

— Estás un tanto callada —Comentó luego de un rato. Me encogí de hombros y reí.
— Ya tengo un nuevo plan —Respondí cambiando de tema. Su sonrisa de achicó, mas no desapareció.
— Genial —Dijo desganado—. ¿De qué se trata?
— Te haré vivir toda tu vida de nuevo —Levantó sus cejas exagerando una expresión de sorpresa.
—¿Qué?
— Lo que escuchaste; el primer paso para poner celosa a una chica es mostrarle que la has superado, y no hay mejor forma que un gran y llamativo cambio de imagen.
— ¿Cómo se supone que harás eso?
— Fácil, dejarás esa faceta de viejo amargado que tienes por una de un chico común de tu edad, y Danielle estará colgando de tus pies al instante —Y tenía que admitir que me había dolido decir eso. Liam negó con la cabeza, desconforme —. Sí, sí lo harás —Suspiró, rendido. Así me gustaba.


— ¿Es enserio? ¡¿Cuándo entenderás que odio usar estas cosas?! —Se quejó, haciendo alusión a un par de zapatillas que lo obligué a probarse.
— No te dejaré ir por la vida como si fueras un maldito abogado, Liam.
— Bella, ¡Cuida tu boca! No estás en su casa —Levanté mis cejas retóricamente —. Bien, quizás tengas razón.
— Oh, claro que sí.

Caminamos de la mano por el centro comercial, buscando tiendas en donde poder comprar ropa nueva para él. Miraba detenidamente cada prenda y las inspeccionaba como si fuese un bebé explorando el mundo. Se decidió por un atuendo parecido al que habíamos usado hace tiempo, cuando nos encontramos a Danielle en el pub. 

— Ahora viene la parte más importante; un corte de cabello —Sus manos se fueron instantáneamente a su cabeza.
— ¿Qué planeas hacerme?
— Ya verás.

Diez minutos después, estábamos en la peluquería más cercana al centro. Liem entró nervioso, creyendo que el peluquero sería un punk fanático del cabello rosa y las crestas. Al contrario, era una chica alta, rubia y, al parecer, obsesionada con su imagen. Los celos comenzaron a carcomerme en cuanto Liam se la quedó mirando y viceversa. Tendría que haberlo dejado con su horrible traje antiguo y así nadie lo voltearía a ver. 

— Hola, soy Emily.
— Liam, encantado —Contestó estrechando sus manos.
— ¿Vamos a lo importante aquí? Genial —Lo tomé y lo llevé hasta la silla más cercana —. Rubia, cortale el cabello —Liam me miró sobre el espejo haciéndome una mueca de reproche. "Más delicada", fue lo que pude leer de sus labios.

— No puedo creer que me hayas hecho esto.
— ¿Cuál es el problema? Me gustas más así.
— ¿Te gustó más? —Preguntó alzando las cejas. Mis mejillas casi explotan por su comentario, ¿yo había dicho eso?
— Significa que te queda más lindo así—Respondí tocando su cabello. Este estaba peinado hacia arriba y su cabeza casi rapada. Lo favorecía totalmente. Tanto que hasta la querida rubia le había dado su teléfono en un papel, que "accidentalmente" se había caído cuando nos íbamos.
— Te propongo algo.
— Suéltalo.
— ¿Qué tal si, en vez de centrarnos tanto en mí y en Danielle, hacemos algo para nosotros? No lo sé, hay una feria cercana por aquí.
— Acepto —Sonrió complacido, tomó mi mano y me llevó hasta allí corriendo. En cuanto llegamos, no sentía mis piernas y mis pulmones pedían aire a gritos —¿Estás loco? —Dije con el poco aliento que me quedaba. Se rió de mi estado y dio la vuelta, agachándose un poco e incitándome a que subiera a su espalda, y así lo hice. Recorrimos todo el lugar y nos subimos a casi todas las atracciones. Nada interesante pasó, salvo que estuvo abrazado a mí en cada montaña rusa que nos subíamos. 
Fui hacia los juegos, estaban haciendo la competencia de "el que lance más lejos" y el premio era un oso gigante de peluche del tamaño de Hulk. Mis ojos brillaron al verlo, si había algo que me debilitaba por completo, era eso.

— ¿Lo quieres? —Preguntó llegando a mi lado. Asentí sonriente. 


Intentaba caminar mientras abrazaba el gran oso que Liam había ganado, mientras el me miraba sonriente y orgulloso de sí mismo. Su ancha y hermosa sonrisa se desvaneció y se convirtió en una mueca de ¿preocupación?

— ¿Qué pasa? 
— Danielle —Contestó. Me giré disimuladamente para verla, y ella estaba haciendo lo mismo hacia aquí. Lo único que nos quedaba por hacer era la última opción que yo usaba —. Liam, bésame.
— ¿Qué?
— Que me beses, anda, ¡Hazlo! Si no no creerá toda esta farsa —Se acercó hacia mí como si fuese un niño a punto de dar su primer beso. Se puso a mi altura y tomó delicadamente mis labios con los suyos. Cerré mis ojos, extrañamente disfrutando de aquella situación, hacia años no besaba a ningún chico, y el hacerlo con Liam me ponía los pelos de punta. Enrosqué mis brazos en su cuello y el abrazó mi cintura, profundizando así el beso. Por un segundo, olvidé que la razón por la que hacíamos esto era para poner celosa a Danielle y que así volviera con Liam, y tan solo me dejé llevar.