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* El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
EOOOOOO! Ade is here!
Bueno chicas, lo pensé y no la voy a cerrar. Gracias a las chicas que me han animado a seguir con ella ^^
No merecen que la cierre, solo espero que poco a poco se vayan uniendo mas personas para leerla.
Dentro de un ratito les subo el capi :D
Bueno chicas, lo pensé y no la voy a cerrar. Gracias a las chicas que me han animado a seguir con ella ^^
No merecen que la cierre, solo espero que poco a poco se vayan uniendo mas personas para leerla.
Dentro de un ratito les subo el capi :D
ForJoeJonas
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
nO abia podido entrar pro cuando vii qe se canzelaba diiOs
casii moriaaa creii qe era una broma del dia de los inocentes u.u
mira qe oii me an echo dms bromas x faceee u.u bueno
S I G U E L A................
casii moriaaa creii qe era una broma del dia de los inocentes u.u
mira qe oii me an echo dms bromas x faceee u.u bueno
S I G U E L A................
Invitado
Invitado
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
—Toma… —extendió la toalla blanca y se forzó a relajar las manos que la sostenían—. Será mejor que te cubras.
Los hermosos ojos de ella proyectaron reproche. Un reproche que él sabía que plasmaría en palabras. Si algo había aprendido de su esposa en el último año, era que no esquivaba las cuestiones. Si se sentía enfadada, decepcionada o insatisfecha, lo manifestaba. Pero, para su sorpresa, se mordió el labio y un leve temblor recorrió su forma esbelta.
—Tienes frío.
Una única gota de agua escapó de la oscuridad de su cabello y abrió un lento y delicado sendero por la superficie cremosa de su piel. Se deslizó por la curva de un pecho adorable, tocó la punta rosada y durante un segundo devastador colgó del pezón.
Una vez más, el deseo le encendió las entrañas. Tragó saliva y habló con celeridad, la voz más áspera de lo que había esperado.
—¡Vamos, __________… no te quedes ahí! Cúbrete con esta toalla y sécate.
Ella avanzó sin titubeos, sin protestas.
La toalla envolvió con facilidad su silueta esbelta. Joe pensó que esa esbeltez era parte del problema. Parte de lo que socavaba el matrimonio que habían construido juntos. Se suponía que _________ no debía estar tan esbelta como cuando se casaron. Los hijos habían sido una parte importante de su acuerdo… y un año más tarde, no había rastro alguno de que un bebé estuviera de camino.
—Gracias… ya estoy bien —se obligó a decir. Tenía que decir algo para llenar el silencio incómodo que había caído. Pero, desde luego, no había sido el frío lo que la había hecho temblar, sino sus pensamientos inquietantes—. Será mejor que vaya a secarme el pelo o nunca estaré lista.
La facilidad con que la dejó ir solo incrementó la confusión y la incomodidad mental que sentía. Había estado preparada para una discusión, al menos para alguna clase de protesta. Ese no era el Joe que conocía tan bien.
Había imaginado que intentaría besarla, abrazarla. Afirmar una vez más la poderosa atracción sexual que siempre había ardido entre ellos. La misma atracción que le hacía palpitar todo el cuerpo con solo oír la voz de él. Y había estado preparada para encararlo.
Pero no esa extraña y casi fría indiferencia.
Algo no encajaba. Algo de lo que había sido consciente durante días, como el dolor palpitante de una muela que necesita un empaste y no deja de molestar.
Rezó para que no hubiera adivinado lo que empezaba a sentir.
—¿Qué sucede?
La pregunta fue tan inesperada, que se sobresaltó como una gata asustada al ir descalza sobre la mullida alfombra de color bronce hacia el tocador.
—¿Suceder? ¿A qué te refieres? —preguntó con voz entrecortada, y la mano que recogió el cepillo para el pelo no estaba muy firme—. ¿Qué va a suceder?
—No lo sé. Dímelo tú.
—Joe, no pasa nada.
La respuesta de él fue un sonido inarticulado de incredulidad escéptica.
—¡De acuerdo!
Impetuosa, ella giró en redondo para encararlo, y al encontrarse con la fuerza de esos brillantes e impactantes ojos verdes deseó no haberlo hecho.
—De acuerdo —repitió, en esa ocasión con menos vehemencia—. Como es evidente que no me crees, ¿por qué no me dices tú qué sucede? ¿Por qué no me explicas qué te ha impulsado a formular esa pregunta en primer lugar?
El se encogió de hombros con indiferencia controlada, pero sus ojos mostraron una intensidad de láser. ________ se movió incómoda bajo ese escrutinio, sintiendo como si le hubieran quitado una capa protectora y la hubieran dejado en carne viva y vulnerable.
—Jamás habría pensado que justo hoy te ibas a sentir contenta y relajada a que esperaras la fiesta de esta noche con entusiasmo y expectación. De hecho, te encuentro distante y nerviosa…
¿Ella estaba distante? ¿Acaso no se daba cuenta del comportamiento que él había exhibido en los últimos días? Difícil, inabordable, justo cuando más había necesitado tratar de hablar con él.
—Y si estoy distante, tal como tú dices… ¿se te ha pasado por la cabeza pensar que puede deberse a la fiesta de esta noche?
El emitió otro sonido de incredulidad, en esa ocasión acompañado de un movimiento orgulloso dé cabeza.
—¡Vamos, cariño! Sabes que eso no es verdad… sé que no puede ser verdad.
—¿Por qué no?
—Tú lo sabes.
—Dímelo tú.
Joe se apartó de la puerta y cruzó el cuarto para situarse junto a ella.
—Nunca te he visto nerviosa… ni siquiera inquieta por cualquier acontecimiento social. Nada te desconcierta. Y menos esta noche.
—No —________ movió la cabeza.
—¿No? —la voz recuperó ese tono escéptico—. No, nada te desconcierta.
—No sé por qué piensas que debería resultarme fácil esta noche.
—¿Y por qué diablos no?
Era evidente que él empezaba a mostrar síntomas de perder la paciencia.
—No puede haber nada esta noche que deba preocuparte —añadió.
—¿Oh, no?
—No… Es un acontecimiento feliz. Conoces a todos los invitados… familia y amigos. Vendrán para ayudarnos a celebrar…
—¡Es eso! —interrumpió ella, incapaz de contener las palabras.
El doble sentido de ese «acontecimiento feliz» era más de lo que podía soportar. Sabía qué «acontecimiento feliz» había esperado Joe para esa fase de su matrimonio. Se suponía que ya debería estar embarazada. Era lo que ambos habían querido desde el principio. Lo que ella aún quería, pero no del modo en que había pensado en un principio.
—¿Qué? —frunció el ceño confuso, impaciente—. __________, no eres coherente.
—Quizá porque nada de esto es coherente.
Comenzó a cepillarse el pelo con movimientos bruscos y nerviosos. Las cerdas se atascaron en algunas partes enredadas, pero eso no la frenó, y continuó con una mueca.
—¿Qué diablos…?
Alargó el brazo y le detuvo la mano, con un apretón tan fuerte que ella no pudo hacer otra cosa que someterse a su control.
Pero no tenía por qué mirarlo. No quería leer lo que podía haber en su rostro, de modo que mantuvo la vista clavada en la alfombra.
—________, cariño, ¿vas a explicarme qué pasa por esa deliciosa cabeza? ¿Qué te molesta… y por qué?
Ese «cariño» era demasiado. Lo empleaba de forma casual, con facilidad, sin siquiera pensarlo. Para él no era más que una palabra a intercalar en una conversación. Era lo que la gente esperaba que un marido le dijera a su mujer.
Y sabía que jamás reflexionaba en el efecto que podía tener sobre ella. Que ni por un momento consideraba cómo podría sentirse ella al oír ese término en apariencia cariñoso y saber que no tenía lugar en su matrimonio.
Porque el amor no formaba parte de la relación que mantenía con Joe.
Al menos, así había sido en un principio. El acuerdo era un matrimonio de conveniencia de comienzo a fin. Sin ninguna emoción. O al menos así se suponía que tendría que haber sido.
Pero ya no. Las cosas habían cambiado. Tanto, que ya no estaba segura de poder continuar con el matrimonio tal como había decidido un año atrás. No a menos que las cosas cambiaran de un modo que parecía imposible.
La situación empeoraba con cada día que pasaba. No había sido capaz de seguir las pautas establecidas en el momento de aceptar ese matrimonio de conveniencia. No, había cometido el peor pecado de todos.
Se había enamorado total, imprudente, ciega e irremediablemente de su marido de conveniencia. Y ese amor era lo último que él quería de ella.
Y tener la certeza de eso la había llevado a tomar una decisión desesperada. Durante los últimos meses, había adoptado medidas activas para cerciorarse de no concebir el bebé que Joe tanto deseaba, aunque esa determinación casi le había partido el corazón.
Los hermosos ojos de ella proyectaron reproche. Un reproche que él sabía que plasmaría en palabras. Si algo había aprendido de su esposa en el último año, era que no esquivaba las cuestiones. Si se sentía enfadada, decepcionada o insatisfecha, lo manifestaba. Pero, para su sorpresa, se mordió el labio y un leve temblor recorrió su forma esbelta.
—Tienes frío.
Una única gota de agua escapó de la oscuridad de su cabello y abrió un lento y delicado sendero por la superficie cremosa de su piel. Se deslizó por la curva de un pecho adorable, tocó la punta rosada y durante un segundo devastador colgó del pezón.
Una vez más, el deseo le encendió las entrañas. Tragó saliva y habló con celeridad, la voz más áspera de lo que había esperado.
—¡Vamos, __________… no te quedes ahí! Cúbrete con esta toalla y sécate.
Ella avanzó sin titubeos, sin protestas.
La toalla envolvió con facilidad su silueta esbelta. Joe pensó que esa esbeltez era parte del problema. Parte de lo que socavaba el matrimonio que habían construido juntos. Se suponía que _________ no debía estar tan esbelta como cuando se casaron. Los hijos habían sido una parte importante de su acuerdo… y un año más tarde, no había rastro alguno de que un bebé estuviera de camino.
—Gracias… ya estoy bien —se obligó a decir. Tenía que decir algo para llenar el silencio incómodo que había caído. Pero, desde luego, no había sido el frío lo que la había hecho temblar, sino sus pensamientos inquietantes—. Será mejor que vaya a secarme el pelo o nunca estaré lista.
La facilidad con que la dejó ir solo incrementó la confusión y la incomodidad mental que sentía. Había estado preparada para una discusión, al menos para alguna clase de protesta. Ese no era el Joe que conocía tan bien.
Había imaginado que intentaría besarla, abrazarla. Afirmar una vez más la poderosa atracción sexual que siempre había ardido entre ellos. La misma atracción que le hacía palpitar todo el cuerpo con solo oír la voz de él. Y había estado preparada para encararlo.
Pero no esa extraña y casi fría indiferencia.
Algo no encajaba. Algo de lo que había sido consciente durante días, como el dolor palpitante de una muela que necesita un empaste y no deja de molestar.
Rezó para que no hubiera adivinado lo que empezaba a sentir.
—¿Qué sucede?
La pregunta fue tan inesperada, que se sobresaltó como una gata asustada al ir descalza sobre la mullida alfombra de color bronce hacia el tocador.
—¿Suceder? ¿A qué te refieres? —preguntó con voz entrecortada, y la mano que recogió el cepillo para el pelo no estaba muy firme—. ¿Qué va a suceder?
—No lo sé. Dímelo tú.
—Joe, no pasa nada.
La respuesta de él fue un sonido inarticulado de incredulidad escéptica.
—¡De acuerdo!
Impetuosa, ella giró en redondo para encararlo, y al encontrarse con la fuerza de esos brillantes e impactantes ojos verdes deseó no haberlo hecho.
—De acuerdo —repitió, en esa ocasión con menos vehemencia—. Como es evidente que no me crees, ¿por qué no me dices tú qué sucede? ¿Por qué no me explicas qué te ha impulsado a formular esa pregunta en primer lugar?
El se encogió de hombros con indiferencia controlada, pero sus ojos mostraron una intensidad de láser. ________ se movió incómoda bajo ese escrutinio, sintiendo como si le hubieran quitado una capa protectora y la hubieran dejado en carne viva y vulnerable.
—Jamás habría pensado que justo hoy te ibas a sentir contenta y relajada a que esperaras la fiesta de esta noche con entusiasmo y expectación. De hecho, te encuentro distante y nerviosa…
¿Ella estaba distante? ¿Acaso no se daba cuenta del comportamiento que él había exhibido en los últimos días? Difícil, inabordable, justo cuando más había necesitado tratar de hablar con él.
—Y si estoy distante, tal como tú dices… ¿se te ha pasado por la cabeza pensar que puede deberse a la fiesta de esta noche?
El emitió otro sonido de incredulidad, en esa ocasión acompañado de un movimiento orgulloso dé cabeza.
—¡Vamos, cariño! Sabes que eso no es verdad… sé que no puede ser verdad.
—¿Por qué no?
—Tú lo sabes.
—Dímelo tú.
Joe se apartó de la puerta y cruzó el cuarto para situarse junto a ella.
—Nunca te he visto nerviosa… ni siquiera inquieta por cualquier acontecimiento social. Nada te desconcierta. Y menos esta noche.
—No —________ movió la cabeza.
—¿No? —la voz recuperó ese tono escéptico—. No, nada te desconcierta.
—No sé por qué piensas que debería resultarme fácil esta noche.
—¿Y por qué diablos no?
Era evidente que él empezaba a mostrar síntomas de perder la paciencia.
—No puede haber nada esta noche que deba preocuparte —añadió.
—¿Oh, no?
—No… Es un acontecimiento feliz. Conoces a todos los invitados… familia y amigos. Vendrán para ayudarnos a celebrar…
—¡Es eso! —interrumpió ella, incapaz de contener las palabras.
El doble sentido de ese «acontecimiento feliz» era más de lo que podía soportar. Sabía qué «acontecimiento feliz» había esperado Joe para esa fase de su matrimonio. Se suponía que ya debería estar embarazada. Era lo que ambos habían querido desde el principio. Lo que ella aún quería, pero no del modo en que había pensado en un principio.
—¿Qué? —frunció el ceño confuso, impaciente—. __________, no eres coherente.
—Quizá porque nada de esto es coherente.
Comenzó a cepillarse el pelo con movimientos bruscos y nerviosos. Las cerdas se atascaron en algunas partes enredadas, pero eso no la frenó, y continuó con una mueca.
—¿Qué diablos…?
Alargó el brazo y le detuvo la mano, con un apretón tan fuerte que ella no pudo hacer otra cosa que someterse a su control.
Pero no tenía por qué mirarlo. No quería leer lo que podía haber en su rostro, de modo que mantuvo la vista clavada en la alfombra.
—________, cariño, ¿vas a explicarme qué pasa por esa deliciosa cabeza? ¿Qué te molesta… y por qué?
Ese «cariño» era demasiado. Lo empleaba de forma casual, con facilidad, sin siquiera pensarlo. Para él no era más que una palabra a intercalar en una conversación. Era lo que la gente esperaba que un marido le dijera a su mujer.
Y sabía que jamás reflexionaba en el efecto que podía tener sobre ella. Que ni por un momento consideraba cómo podría sentirse ella al oír ese término en apariencia cariñoso y saber que no tenía lugar en su matrimonio.
Porque el amor no formaba parte de la relación que mantenía con Joe.
Al menos, así había sido en un principio. El acuerdo era un matrimonio de conveniencia de comienzo a fin. Sin ninguna emoción. O al menos así se suponía que tendría que haber sido.
Pero ya no. Las cosas habían cambiado. Tanto, que ya no estaba segura de poder continuar con el matrimonio tal como había decidido un año atrás. No a menos que las cosas cambiaran de un modo que parecía imposible.
La situación empeoraba con cada día que pasaba. No había sido capaz de seguir las pautas establecidas en el momento de aceptar ese matrimonio de conveniencia. No, había cometido el peor pecado de todos.
Se había enamorado total, imprudente, ciega e irremediablemente de su marido de conveniencia. Y ese amor era lo último que él quería de ella.
Y tener la certeza de eso la había llevado a tomar una decisión desesperada. Durante los últimos meses, había adoptado medidas activas para cerciorarse de no concebir el bebé que Joe tanto deseaba, aunque esa determinación casi le había partido el corazón.
ForJoeJonas
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
S I G U E L A
MUJER NO ME DEJES ASII PLiiS
PASA POR MIS ONE SHOT'S & MiI NOVe qe ia no
as pasado :)
MUJER NO ME DEJES ASII PLiiS
PASA POR MIS ONE SHOT'S & MiI NOVe qe ia no
as pasado :)
Invitado
Invitado
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
!!...Diianiiz...!! escribió:S I G U E L A
MUJER NO ME DEJES ASII PLiiS
PASA POR MIS ONE SHOT'S & MiI NOVe qe ia no
as pasado :)
Me pasaré Dianiiz, perdoname que no haya pasado aun pero es que a veces no tengo tiempo para nada! :)
ForJoeJonas
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
holaaaaaaaaaaa nueva lectoraaaaaaaaaa
soy Ivanaaaa
me encanta tu noveeeeeeeeee
siempre me han gustado las noves de navidad asi que pleasseeee isgueeeeeee
soy Ivanaaaa
me encanta tu noveeeeeeeeee
siempre me han gustado las noves de navidad asi que pleasseeee isgueeeeeee
ivana-ilove
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
Que bien que no la cancelaste!!
jajaja bueno SIGUELAAAA
no la dejes ahi....
quiero mas!!!
SIGUEEEEEEEEEE!!!!
jajaja bueno SIGUELAAAA
no la dejes ahi....
quiero mas!!!
SIGUEEEEEEEEEE!!!!
CrazyxJonas
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