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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
holaaaaaaaaa
ya llegue jiji
me encataaaaaaa
y me encanta ser bravita jajaja
siguelaaaaaaaa
ya llegue jiji
me encataaaaaaa
y me encanta ser bravita jajaja
siguelaaaaaaaa
Julieta♥
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
YO DIGO Q ES UN NARCO! XD
Amy d' jonas <3
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
bueno por fin me pude pasar por tu nove!!! esta buena siguela!!
Patu
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
BIENVENIDAS A LAS NUEVAS LECTORAS!! :D
ya subo cap! :D
ya subo cap! :D
maru!!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
Capítulo 2
__(tn) observó a Joe mientras se alejaba. Ni si quiera había esperado a que ella replicara. Le había dado una orden y se había marchado. Sabía que ella no tenía más alternativa que obedecer. Soltó un juramento para sus adentros y se dijo que tenía que hacer algo. Vio que uno de lo hombres que limpiaba un fusil la miraba con reprobación. Sintió un escalofrío y se metió rápidamente en la tienda. Sin embargo, una vez dentro, __(tn) no supo qué hacer. Era desoladora. Sólo había una cama a ras del suelo, una especie de manta, un arcón y un par de almohadones en la cama, nada remotamente decorativo. Ni armario para la ropa, que no tenía, ni silla ni espejo, nada.
Habría sido fácil dejarse llevar por el pánico, pero __(tn) aguantó. No tenía sentido ponerse histérica. Ni siquiera había alguien que supiera que había desaparecido. Para su familia, ella llevaba años desaparecida. Suspiró, se pasó la mano por la frente y notó la arena y el polvo. Se soltó la cola de caballo y se pasó los dedos por el pelo para soltarse los rizos. ¿Qué sería de ella? ¿Qué podía hacer? ¿Salir corriendo? ¿Robar un caballo? ¿Lanzar vagas amenazas sobre los derechos humanos y las relaciones diplomáticas? Tenía miedo y calor y se sentía pegajosa. ¿Qué hacía ella allí? ¿Pedirían un rescate por ella? Involuntariamente, se acordó de Joe y sintió un vacío en el estómago. Él era distinto a los demás. Era más grande, más rudo y más imponente. Cuando habían cabalgado, él la había sujetado de una forma posesiva. Recordó su brazo alrededor de ella y su mano sobre el abdomen y sintió una oleada de espanto. Fue como si él hubiera dejado claro que ella le pertenecía. Sin embargo, ella no le pertenecía y nunca lo haría.
Se le puso carne de gallina y se frotó los brazos compulsivamente, como si quisiera librarse de la descarga de adrenalina.
Él no la había dejado morir en el desierto. Cuando ella tuvo el ataque de asma, él le hizo la respiración boca a boca y encontró su inhalador. Era evidente que no quería que muriera. Entonces, ¿qué quería? Además, ¿le importaría a alguien en Seattle que ella no volviera nunca? Intentó convencerse de que no podía ser pesimista y se calmó un momento, hasta que la entrada de la tienda se abrió y dio paso a una sombra.
El corazón le dio un vuelco. El bandido había vuelto. Ella se alisó la camisa blanca de algodón y lo miró fijamente. Él tuvo que agacharse para entrar y, una vez dentro, echó una ojeada como si hiciera un recuento de lo que veía. __(tn) tragó saliva y se puso en jarras.
—¿Puedes decirme por qué me retienes? —le preguntó ella con un tono que intentó ser coloquial.
Algunos rayos del crepúsculo entraron por la abertura de la tienda. Él se había cambiado y llevaba una túnica abierta sobre una camisa amplia y unos pantalones ajustados.
—Tienes amigos interesantes —contestó él después de una pausa bastante tensa.
—No entiendo. ¿De qué amigos hablas?
—Los amigos que viajan contigo.
—Estoy sola —replicó ella con la frente fruncida—. No he viajado con nadie.
—Esta mañana estabas acompañada de unos hombres.
—¡Ah! —exclamó ella con alivio—. Los he contratado. Son de Baraka. Uno es mi intérprete y el otro, el guía.
Él no dijo nada y ella siguió con la esperanza de parecer segura y confiada.
—Los contraté en Atiq y ellos sabían que yo quería ir a las kasbahs del otro lado de las montañas del Atlas.
—¿Cuánto te pagaron?
___(tn) sintió un pinchazo detrás de los ojos que le recordó las migrañas que tenía en la universidad.
—Ellos no me pagaron. Yo les he pagado a ellos. Me dieron sus nombres en el hotel y estaban muy bien recomendados.
—¿Hicieron lo que querías?
—Sí. No hubo ningún inconveniente hasta esta mañana.
Él la miró en silencio durante un rato.
—¿Por qué querías venir a Ouaha?
—¿Estoy en Ouaha?
—No finjas estar sorprendida.
—Estoy sorprendida. No sabía que había salido de Baraka. No he cruzado ninguna frontera…
—El desierto separa los países, mujer.
Ella parpadeó por el tono de él al decir «mujer», pero tomó aire y contuvo la rabia.
—No tenía pensado venir a Ouaha. Yo sólo dije lo que quería al guía y él trazó el itinerario con la condición de estar de vuelta en Casablanca el uno de octubre.
—¿Por qué el uno de octubre?
—Porque ese día vence mi visado para Baraka y tengo que estar de vuelta en Marruecos.
Él entrecerró los ojos y apretó las mandíbulas.
—¿Qué haces exactamente aquí, tan lejos de tu hogar? —lo preguntó con tono grave y abrumador.
—Nada. Ver cosas.
—¿Con unos rebeldes como guías?
A ella se le aceleró el pulso y notó que tenía las manos húmedas.
—No sé sus tendencias políticas. Nunca hablamos de…
—Pero les pagaste.
—Sí. Los necesitaba. Esta zona esta muy apartada y puede ser complicada para una mujer. Necesitaba unos guías con experiencia.
—¿Estás segura de que ellos no te pagaron?
__(tn) se habría reído si la situación no hubiera sido tan incierta.
—¿Por qué iban a pagarme?
Él se agachó lentamente hasta quedar a la altura de los ojos de ella y la miró fijamente con un gesto en la boca que no era muy amistoso.
—¿Por qué no me lo dices tú?
Él tenía unos ojos tan oscuros y una expresión tan intensa, que se le alteró el pulso, no sólo de miedo, sino también por su presencia. Ella se sentía muy cómoda entre hombres, pero Joe no era como los otros hombres que había conocido. Tenía algo indómito, una virilidad primitiva que hacía que ella se sintiera pequeña, frágil y femenina. Ella no quería sentirse ni pequeña ni frágil porque no lo era. La vida la había curtido y no se asustaba fácilmente.
—No tengo ni idea de lo que quieres de mí. Sólo soy una turista…
—No eres sólo una turista. Has pasado dos semanas con esos hombres. Dos semanas haciendo fotos y reuniendo documentación. Volveremos a intentarlo —replicó él lentamente—. Te lo aviso, no tengo mucha paciencia, aunque estoy haciendo un esfuerzo. No me pongas a prueba. ¿Has entendido?
Ella asintió con la cabeza. Había entendido que las cosas no iban bien y que, si no llegaba a algún tipo de acuerdo pronto, estaría en verdadero peligro.
—Sí.
—Háblame de los hombres con los que viajabas.
—No sé gran cosa de ellos. Eran muy callados y creí que eran buenos hombres.
—¿Has estado dos semanas con ellos y eso es todo lo que puedes decirme?
¿Por qué sabía que había estado viajando con ellos durante dos semanas? Fuera como fuera, la había vigilado.
—Lo siento —se disculpó ella, que intentó elegir bien las palabras—. No hablamos mucho. Eran hombres y yo una mujer extranjera. Había diferencias culturales.
—Diferencias culturales…
—Me gustaría poder decirte algo más. No sabía que estuviera haciendo algo mal. Siempre he querido ir a Baraka…
—Pero ya no estás en Baraka. Estás en Ouaha. Es un territorio independiente, es mi tierra y estos son mis hombres. Tú has entrado en mi país con rebeldes de Baraka. Hombres que han sembrado la violencia y la destrucción entre mi pueblo.
—No sé de qué me hablas. Llegué a Atiq, contraté a esos hombres y he viajado con ellos porque soy una turista que estaba sola. Necesitaba guías locales y ellos estaban muy recomendados.
—¿Qué me dices de tus fotos? —le preguntó él con los ojos entrecerrados.
—¿Qué les pasa?
—Estabas sacando fotos para ellos, ¿verdad?
—No. Eran para mí. No he trabajado para esos hombres; ellos han trabajado para mí.
—¿Para qué quieres unas fotos de un país que está tan lejos del tuyo?
__(tn) no supo qué contestar. ¿Acaso él no tenía interés en ver el mundo y conocer sitios lejanos?
—Porque soy curiosa —contestó ella al cabo de unos momentos.
—¿Qué te produce curiosidad?
—Todo. La comida, la cultura, el idioma, la forma de vida. La gente me fascina. Me fascinan las diferencias que hay entre nosotros y lo que tenemos en común.
—No tenemos nada en común.
Ella no pudo disimular su desprecio. Aquél era uno de los motivos por los que se había ido de su casa para viajar. Le espantaba la ignorancia y la rigidez.
—Es posible, pero en vez de quedarme en mi casa, he decidido salir y buscar la verdad por mí misma.
—Las mujeres tienen que quedarse en casa.
—Será en tu opinión…
—Efectivamente. En mi cultura, la mujer tiene la misión esencial de cuidar de los hijos y de la familia; de hacer que su marido esté bien alimentado y descansado, de que esté a gusto.
—¿Cuándo se alimenta y descansa ella? ¿Cuándo está a gusto?
—Está a gusto cuando su familia está sana y en paz.
—¡Vaya! —exclamó ella con cierta sorna—. Algo me dice que eso no pasa nunca…
Él soltó algo en árabe que ella no entendió, pero supo por el tono que no era algo muy amable. Lo había enfadado. Notó que la ira se apoderaba de él y también notó que él no sabía qué hacer con ella. __(tn) comprendió que había forzado las cosas, que había hablado demasiado.
—Lo siento —se disculpó ella con tono conciliador—. Sólo soy una persona curiosa y estoy en Baraka…
—En Ouaha.
—En Ouaha —corrigió ella—, porque esta parte del mundo despierta mi curiosidad. No quiero ser una ignorante.
—Entonces, sólo eres una turista.
__(tn) notó que estaba poniéndola a prueba y notó una punzada de temor en el estómago. No era sólo una turista, era una fotógrafa profesional, pero pensó que era mejor no tocar eso en ese momento. Él ya había desconfiado de ella. ¿Cambiaría él de opinión cuando le dijera que estaba en su país para sacar fotos para un libro sobre niños?
—Sí, una turista —repitió ella.
—¿Ésa es la verdad?
Ella lo miró fijamente mientras analizaba todas las alternativas. No era totalmente mentira. Era una turista y le gustaba viajar y conocer lugares remotos. ¿Por qué iba a tener que hablarle de su trabajo? ¿Por qué no iba a poder viajar con una cámara?
—Sí —afirmó ella sin vacilación.
—Ya lo veremos, ¿verdad? —le preguntó él mientras una voz lo llamó desde fuera de la tienda.
Joe contestó con un grito y un hombre entró con la cámara de __(tn). El hombre le dio la cámara a Joe y se marchó sin haberla mirado.
El bandido sacó la cámara de la bolsa y la miró. A __(tn) le flaquearon las piernas, pero no se atrevió a moverse. Observó cómo él apretaba botones y miraba por el objetivo. A ella le puso nerviosa que él jugara con la cámara. Era una cámara buena, aunque no la más cara del mercado. Sin embargo, las fotos era muy importantes y la tarjeta de memoria estaba llena. Había pensado poner otra tarjeta cuado se hubiera ido del mercado.
—Dime qué estás buscando —intervino ella con un tono de voz muy tranquilo—. Yo te lo enseñaré.
Él no le hizo caso y abrió la tapa de la ranura donde estaba la tarjeta de memoria. __(tn) se clavó las uñas en la palma de las manos al ver que él la sacaba. Era minúscula, pero contenía todo su trabajo, su vida, su futuro.
—Eso es como la película —le explicó ella—. Es una cámara digital y utiliza una tarjeta de memoria en vez de una película.
Él levantó la tarjeta azul y la miró por todos lados. Ella tenía un nudo en la garganta. Era como si él tuviera su vida entre los dedos.
—Ya sé que es muy pequeña, pero contiene cientos de fotos —añadió __(tn).
—¿Hay cientos de fotos aquí?
Ella asintió con la cabeza.
—¿Tienes más tarjetas?
Ella se mordió el labio. No quería decirle que tenía meses de trabajo, cientos y cientos de fotos, en otras tarjetas de memoria. Unas estaban en la bolsa y otras en la habitación del hotel.
—Sí.
—¿Dónde están?
—¿Para qué quieres saberlo?
—Sólo son fotos —él se encogió de hombros—. No las necesitas. Eres una turista. Has venido por las vivencias, no por las fotos.
A __(tn) le abrasaban los ojos, pero hizo un esfuerzo por mantener la calma.
—Las fotos son importantes. Me ayudan a recordar lo que he visto.
—Pareces nerviosa —dijo él mientras volvía a meter la tarjeta de memoria en su sitio.
—¿Puedo recuperar la cámara?
—Quizá cuando haya terminado, pero te la daré sin tarjeta de memoria.
—Sin tarjeta no funciona.
—Puedes comprar otras.
—Pero perdería todo lo que he hecho.
—En el pueblo venden postales. Compra algunas cuando te vayas.
Joe se dio la vuelta para marcharse, pero ella salió detrás de él.
—¡Por favor! —exclamó ella sin llegar a tocarlo—. Por favor, no borres las fotos. Te las enseñaré. Te explicaré cómo funciona la cámara…
—No tengo tiempo —la interrumpió Joe—. Pronto te traerán la cena. Hasta mañana.
—¿Hasta mañana?
A __(tn) se le aceleró el pulso por el miedo y la furia. Era una mezcla enloquecedora y le temblaban las manos.
—¿Vas a dejarme aquí hasta mañana? ¿Qué pasará entonces? ¿Me devolverás la cámara con las fotos?
—Pronto te traerán la cena —repitió él inexpresivamente.
Ella no estaba dispuesta a que la despacharan sin más. No entendía qué pasaba. Había pagado bien a sus guías y, sin embargo, cuando se oyeron los disparos en la medina, ellos salieron corriendo. A uno lo alcanzaron con un disparo. __(tn) sintió un escalofrío al recordarlo.
—¿Qué quieres de mí?
—Hablaremos cuando haya visto las fotos.
—No borrarás ninguna, ¿verdad?
—Depende.
—¿De qué?
—De lo que vea —Joe hizo un gesto con la cabeza—. Buenas noches.
__(tn) se dejó caer en la cama y se cubrió la cara con los almohadones para gritar de furia. Él no podía hacerle eso ni ella aceptarlo.
Joe, en su tienda de campaña, se sentó en una silla muy baja y cerró los ojos para intentar abstraerse de la mujer americana que vociferaba en una tienda de campaña cercana. Ella tenía que aceptar su destino con más elegancia; rendirse con dignidad. Estuvo tentado de decírselo, pero quizá ella lo tomara como una victoria y no iba a darle ese placer. Primero, ella cedería y, luego, él se mostraría compasivo. Además, su padre había secuestrado a su mujer, la madre de Joe, y su padre era un hombre bueno, íntegro y suficientemente justo. Al final, la mujer americana se daría cuenta de que él era igual de íntegro, si no tan justo.
__(tn) no recordaba haberse dormido, sólo recordaba haber llorado sin parar por la desesperación. Sin embargo, ya había amanecido. Se estiró. Todavía tenía los ojos irritados por el llanto y le costó enfocar bien. Hasta que se dio cuenta de que, efectivamente, seguía en la tienda, en el mundo de Joe. No había sido un sueño.
Agarró un almohadón y se lo puso debajo de la mejilla. La noche anterior se había desmoronado, pero ese día utilizaría la cabeza. Recuperaría la cámara y las fotos. Eran suyas.
Se puso los pantalones caqui y la camisa blanca y salió de la tienda de campaña para encontrar algunas respuestas, como quién mandaba en Ouaha. El sol del desierto la cegó y la abrasó al instante.
—¡Señora! —un anciano bereber corrió hacia ella—. ¡Señora! —repitió él mientras señalaba la tienda de campaña.
__(tn) esbozó una leve sonrisa irónica. Ella debería volver a la tienda y esperar como una niña buena. Ensanchó la sonrisa y la hizo más irónica. Era una pena que ya no fuera una niña buena. El anciano se dio la vuelta y salió corriendo en otra dirección. __(tn) supuso que iría en busca de Joe. Lo cual le pareció perfecto porque quería verlo. Sin embargo, fuera de una tienda de campaña vio un arcón con una bolsa de cuero en cima que se parecía mucho a la bolsa de su cámara. __(tn) miró alrededor. No había nadie cerca. Fue hasta allí. Era su bolsa y estaba medio abierta. Pudo ver la cámara dentro. __(tn) aguantó la respiración. La tenía al alcance de la mano. Tenía que recuperarla. Al menos, tenía que recuperar la tarjeta de memoria antes de que el bandido borrara las fotos. Se agachó junto al arcón, tomó la cámara, sacó la tarjeta de memoria y volvió a dejar la cámara en la bolsa. Se levantó para volver a su tienda de campaña. Sin embargo, repentinamente, se encontró con el anciano bereber delante de ella. Llevaba una prenda colgando del brazo. __(tn) no lo entendía, pero cuando extendió la túnica comprendió que quería que se cubriera.
—No, gracias —se resistió ella mientras sacudía la cabeza—. Estoy muy bien así. Además, ya vuelvo a mi tienda.
Él insistió y, cuanto más insistía él, más deprisa intentaba andar __(tn), pero él no dejaba de hablar y estaba llamando la atención de todos. __(tn) tomó la túnica y se la puso.
—Gracias —dijo ella secamente—. ¿Ya puedo volver a mi tienda?
Sin embargo, el anciano no dejaba de hablar y gesticular. __(tn) agarró la tarjeta de memoria con todas sus fuerzas. Tenía que esconderla antes de que apareciera Joe. Consiguió zafarse del anciano, entró en su tienda y se tumbó en la cama. Estaba temblando de miedo y de alivio. Lo único importante era que había recuperado la tarjeta de memoria. ¿Dónde la escondería? No lo había decidido cuando oyó voces fuera de la tienda. Se metió la tarjeta de memoria en el sujetador justo cuando la sombra de Joe se proyectó en el suelo.
—Me has mentido y me has robado —su voz profunda llenó la tienda—. Si fueras un hombre, te cortaría la lengua y una mano.
__(tn) se abrazó a sus rodillas.
—¿Dónde está la tarjeta de memoria? —le preguntó él.
—¿De qué estás hablando? —preguntó ella mientras se abrazaba con más fuerza a sus rodillas.
—Lo sabes perfectamente.
—No lo sé.
Él se quedó mirándola con una expresión implacable. Tenía unos ojos oscuros como el café y un surco se abría entre sus cejas.
—Te vi. Estaba observándote.
Ella se encogió de hombros. Notaba su furia y su sarcasmo, pero no iba a permitir que él notara su angustia. No iba a comportarse como alguien desamparado e indefenso.
—La quiero —insistió él—. Ahora.
—Es mía —replicó ella con firmeza aunque bajó la cabeza.
—Antes de que vuelvas a negarle —siguió él con tono tranquilo—, antes de que vuelvas a mentirme, quiero que sepas que, en mi mundo, a los ladrones se les corta la mano y a los mentirosos la lengua. Piénsalo un momento y decide si esas fotos merecen el sacrificio.
__(tn) ya no podía mirarlo. Su intención de ser fuerte estaba desmoronándose.
—Por favor —susurró ella—, déjame la tarjeta, ya tienes la cámara.
—Es muy raro que una turista diga eso.
__(tn) levantó lentamente la cabeza y tragó el nudo que tenía en la garganta.
—Me dijiste que eras una turista —siguió él con una mirada penetrante—. Me has mentido y me has robado. ¿A qué más te dedicas?
Ella sacudió la cabeza llena de terror.
—A lo mejor colaboras con los insurgentes, con quienes quieren deshacerse de nosotros, con quienes nos han robado nuestra tierra.
—No colaboro con nadie…
—¿Por qué iba a creerte?
—Porque no me dedico a la política. Soy fotógrafa, pero no política. Ni siquiera conozco la historia de esas fronteras de las que hablas.
—Demuéstralo.
—¿Cómo? —le preguntó ella mirándolo sin parpadear.
—Dame la tarjeta de memoria. Veré las fotos y comprobaré si dices la verdad.
Ella no podía apartar la mirada de aquellos ojos hipnotizadores.
—¿Qué pasará si no te gustan mis fotos?
—Las borraré —contestó él mientras se encogía de hombros.
A ella se le empañaron los ojos de lágrimas y detestó ser tan débil, pero estaba desesperada. Aquellas fotos significaban meses de trabajo en condiciones espantosas. Un trabajo que incluso había puesto en riesgo su salud.
—Por favor, no borres mi trabajo. Esa tarjeta de memoria contiene muchas semanas de trabajo. Todavía no las he descargado.
Él estaba muy quieto y la miraba despiadadamente.
—¿Por qué me mentiste?
Ella buscó un resquicio de compasión en su rostro.
—Creí que no lo entenderías.
—Efectivamente, no lo entiendo.
Joe salió de la tienda y ella se quedó inmóvil hasta que salió detrás de él.
—¡Espera! —gritó ella mientras corría para alcanzarlo—. Espera, por favor.
Lo agarró de la manga. Le temblaban las piernas y el corazón le latía a toda velocidad. __(tn) se metió la mano en el sujetador, sacó la tarjeta y se la dio temblorosamente.
—Tómala. Mira las fotos. Si alguna te ofende, bórrala, pero te suplico que no borres todo —la voz se le quebró—. Llevo meses en el desierto, lejos de mi familia.
Él aceptó la tarjeta en silencio. __(tn) lo miró a los ojos y parpadeó para contener las lágrimas. Sólo le pedía que fuera justo.
__(tn) volvió a su tienda y se dejó caer en la cama.
Había pasado lo que su madre siempre se temía, lo que sus amigos habían previsto, lo que su editor le advertía cada vez que ella salía hacia una expedición. Sin embargo, llevaba años siendo fotógrafa y nunca había tenido un problema grave. Hasta ese momento.
Espero q les guste el cap
en la noche si hay varios(muchos) comentarios
subo otro cap
COMENTEN!!
byebye :D
__(tn) observó a Joe mientras se alejaba. Ni si quiera había esperado a que ella replicara. Le había dado una orden y se había marchado. Sabía que ella no tenía más alternativa que obedecer. Soltó un juramento para sus adentros y se dijo que tenía que hacer algo. Vio que uno de lo hombres que limpiaba un fusil la miraba con reprobación. Sintió un escalofrío y se metió rápidamente en la tienda. Sin embargo, una vez dentro, __(tn) no supo qué hacer. Era desoladora. Sólo había una cama a ras del suelo, una especie de manta, un arcón y un par de almohadones en la cama, nada remotamente decorativo. Ni armario para la ropa, que no tenía, ni silla ni espejo, nada.
Habría sido fácil dejarse llevar por el pánico, pero __(tn) aguantó. No tenía sentido ponerse histérica. Ni siquiera había alguien que supiera que había desaparecido. Para su familia, ella llevaba años desaparecida. Suspiró, se pasó la mano por la frente y notó la arena y el polvo. Se soltó la cola de caballo y se pasó los dedos por el pelo para soltarse los rizos. ¿Qué sería de ella? ¿Qué podía hacer? ¿Salir corriendo? ¿Robar un caballo? ¿Lanzar vagas amenazas sobre los derechos humanos y las relaciones diplomáticas? Tenía miedo y calor y se sentía pegajosa. ¿Qué hacía ella allí? ¿Pedirían un rescate por ella? Involuntariamente, se acordó de Joe y sintió un vacío en el estómago. Él era distinto a los demás. Era más grande, más rudo y más imponente. Cuando habían cabalgado, él la había sujetado de una forma posesiva. Recordó su brazo alrededor de ella y su mano sobre el abdomen y sintió una oleada de espanto. Fue como si él hubiera dejado claro que ella le pertenecía. Sin embargo, ella no le pertenecía y nunca lo haría.
Se le puso carne de gallina y se frotó los brazos compulsivamente, como si quisiera librarse de la descarga de adrenalina.
Él no la había dejado morir en el desierto. Cuando ella tuvo el ataque de asma, él le hizo la respiración boca a boca y encontró su inhalador. Era evidente que no quería que muriera. Entonces, ¿qué quería? Además, ¿le importaría a alguien en Seattle que ella no volviera nunca? Intentó convencerse de que no podía ser pesimista y se calmó un momento, hasta que la entrada de la tienda se abrió y dio paso a una sombra.
El corazón le dio un vuelco. El bandido había vuelto. Ella se alisó la camisa blanca de algodón y lo miró fijamente. Él tuvo que agacharse para entrar y, una vez dentro, echó una ojeada como si hiciera un recuento de lo que veía. __(tn) tragó saliva y se puso en jarras.
—¿Puedes decirme por qué me retienes? —le preguntó ella con un tono que intentó ser coloquial.
Algunos rayos del crepúsculo entraron por la abertura de la tienda. Él se había cambiado y llevaba una túnica abierta sobre una camisa amplia y unos pantalones ajustados.
—Tienes amigos interesantes —contestó él después de una pausa bastante tensa.
—No entiendo. ¿De qué amigos hablas?
—Los amigos que viajan contigo.
—Estoy sola —replicó ella con la frente fruncida—. No he viajado con nadie.
—Esta mañana estabas acompañada de unos hombres.
—¡Ah! —exclamó ella con alivio—. Los he contratado. Son de Baraka. Uno es mi intérprete y el otro, el guía.
Él no dijo nada y ella siguió con la esperanza de parecer segura y confiada.
—Los contraté en Atiq y ellos sabían que yo quería ir a las kasbahs del otro lado de las montañas del Atlas.
—¿Cuánto te pagaron?
___(tn) sintió un pinchazo detrás de los ojos que le recordó las migrañas que tenía en la universidad.
—Ellos no me pagaron. Yo les he pagado a ellos. Me dieron sus nombres en el hotel y estaban muy bien recomendados.
—¿Hicieron lo que querías?
—Sí. No hubo ningún inconveniente hasta esta mañana.
Él la miró en silencio durante un rato.
—¿Por qué querías venir a Ouaha?
—¿Estoy en Ouaha?
—No finjas estar sorprendida.
—Estoy sorprendida. No sabía que había salido de Baraka. No he cruzado ninguna frontera…
—El desierto separa los países, mujer.
Ella parpadeó por el tono de él al decir «mujer», pero tomó aire y contuvo la rabia.
—No tenía pensado venir a Ouaha. Yo sólo dije lo que quería al guía y él trazó el itinerario con la condición de estar de vuelta en Casablanca el uno de octubre.
—¿Por qué el uno de octubre?
—Porque ese día vence mi visado para Baraka y tengo que estar de vuelta en Marruecos.
Él entrecerró los ojos y apretó las mandíbulas.
—¿Qué haces exactamente aquí, tan lejos de tu hogar? —lo preguntó con tono grave y abrumador.
—Nada. Ver cosas.
—¿Con unos rebeldes como guías?
A ella se le aceleró el pulso y notó que tenía las manos húmedas.
—No sé sus tendencias políticas. Nunca hablamos de…
—Pero les pagaste.
—Sí. Los necesitaba. Esta zona esta muy apartada y puede ser complicada para una mujer. Necesitaba unos guías con experiencia.
—¿Estás segura de que ellos no te pagaron?
__(tn) se habría reído si la situación no hubiera sido tan incierta.
—¿Por qué iban a pagarme?
Él se agachó lentamente hasta quedar a la altura de los ojos de ella y la miró fijamente con un gesto en la boca que no era muy amistoso.
—¿Por qué no me lo dices tú?
Él tenía unos ojos tan oscuros y una expresión tan intensa, que se le alteró el pulso, no sólo de miedo, sino también por su presencia. Ella se sentía muy cómoda entre hombres, pero Joe no era como los otros hombres que había conocido. Tenía algo indómito, una virilidad primitiva que hacía que ella se sintiera pequeña, frágil y femenina. Ella no quería sentirse ni pequeña ni frágil porque no lo era. La vida la había curtido y no se asustaba fácilmente.
—No tengo ni idea de lo que quieres de mí. Sólo soy una turista…
—No eres sólo una turista. Has pasado dos semanas con esos hombres. Dos semanas haciendo fotos y reuniendo documentación. Volveremos a intentarlo —replicó él lentamente—. Te lo aviso, no tengo mucha paciencia, aunque estoy haciendo un esfuerzo. No me pongas a prueba. ¿Has entendido?
Ella asintió con la cabeza. Había entendido que las cosas no iban bien y que, si no llegaba a algún tipo de acuerdo pronto, estaría en verdadero peligro.
—Sí.
—Háblame de los hombres con los que viajabas.
—No sé gran cosa de ellos. Eran muy callados y creí que eran buenos hombres.
—¿Has estado dos semanas con ellos y eso es todo lo que puedes decirme?
¿Por qué sabía que había estado viajando con ellos durante dos semanas? Fuera como fuera, la había vigilado.
—Lo siento —se disculpó ella, que intentó elegir bien las palabras—. No hablamos mucho. Eran hombres y yo una mujer extranjera. Había diferencias culturales.
—Diferencias culturales…
—Me gustaría poder decirte algo más. No sabía que estuviera haciendo algo mal. Siempre he querido ir a Baraka…
—Pero ya no estás en Baraka. Estás en Ouaha. Es un territorio independiente, es mi tierra y estos son mis hombres. Tú has entrado en mi país con rebeldes de Baraka. Hombres que han sembrado la violencia y la destrucción entre mi pueblo.
—No sé de qué me hablas. Llegué a Atiq, contraté a esos hombres y he viajado con ellos porque soy una turista que estaba sola. Necesitaba guías locales y ellos estaban muy recomendados.
—¿Qué me dices de tus fotos? —le preguntó él con los ojos entrecerrados.
—¿Qué les pasa?
—Estabas sacando fotos para ellos, ¿verdad?
—No. Eran para mí. No he trabajado para esos hombres; ellos han trabajado para mí.
—¿Para qué quieres unas fotos de un país que está tan lejos del tuyo?
__(tn) no supo qué contestar. ¿Acaso él no tenía interés en ver el mundo y conocer sitios lejanos?
—Porque soy curiosa —contestó ella al cabo de unos momentos.
—¿Qué te produce curiosidad?
—Todo. La comida, la cultura, el idioma, la forma de vida. La gente me fascina. Me fascinan las diferencias que hay entre nosotros y lo que tenemos en común.
—No tenemos nada en común.
Ella no pudo disimular su desprecio. Aquél era uno de los motivos por los que se había ido de su casa para viajar. Le espantaba la ignorancia y la rigidez.
—Es posible, pero en vez de quedarme en mi casa, he decidido salir y buscar la verdad por mí misma.
—Las mujeres tienen que quedarse en casa.
—Será en tu opinión…
—Efectivamente. En mi cultura, la mujer tiene la misión esencial de cuidar de los hijos y de la familia; de hacer que su marido esté bien alimentado y descansado, de que esté a gusto.
—¿Cuándo se alimenta y descansa ella? ¿Cuándo está a gusto?
—Está a gusto cuando su familia está sana y en paz.
—¡Vaya! —exclamó ella con cierta sorna—. Algo me dice que eso no pasa nunca…
Él soltó algo en árabe que ella no entendió, pero supo por el tono que no era algo muy amable. Lo había enfadado. Notó que la ira se apoderaba de él y también notó que él no sabía qué hacer con ella. __(tn) comprendió que había forzado las cosas, que había hablado demasiado.
—Lo siento —se disculpó ella con tono conciliador—. Sólo soy una persona curiosa y estoy en Baraka…
—En Ouaha.
—En Ouaha —corrigió ella—, porque esta parte del mundo despierta mi curiosidad. No quiero ser una ignorante.
—Entonces, sólo eres una turista.
__(tn) notó que estaba poniéndola a prueba y notó una punzada de temor en el estómago. No era sólo una turista, era una fotógrafa profesional, pero pensó que era mejor no tocar eso en ese momento. Él ya había desconfiado de ella. ¿Cambiaría él de opinión cuando le dijera que estaba en su país para sacar fotos para un libro sobre niños?
—Sí, una turista —repitió ella.
—¿Ésa es la verdad?
Ella lo miró fijamente mientras analizaba todas las alternativas. No era totalmente mentira. Era una turista y le gustaba viajar y conocer lugares remotos. ¿Por qué iba a tener que hablarle de su trabajo? ¿Por qué no iba a poder viajar con una cámara?
—Sí —afirmó ella sin vacilación.
—Ya lo veremos, ¿verdad? —le preguntó él mientras una voz lo llamó desde fuera de la tienda.
Joe contestó con un grito y un hombre entró con la cámara de __(tn). El hombre le dio la cámara a Joe y se marchó sin haberla mirado.
El bandido sacó la cámara de la bolsa y la miró. A __(tn) le flaquearon las piernas, pero no se atrevió a moverse. Observó cómo él apretaba botones y miraba por el objetivo. A ella le puso nerviosa que él jugara con la cámara. Era una cámara buena, aunque no la más cara del mercado. Sin embargo, las fotos era muy importantes y la tarjeta de memoria estaba llena. Había pensado poner otra tarjeta cuado se hubiera ido del mercado.
—Dime qué estás buscando —intervino ella con un tono de voz muy tranquilo—. Yo te lo enseñaré.
Él no le hizo caso y abrió la tapa de la ranura donde estaba la tarjeta de memoria. __(tn) se clavó las uñas en la palma de las manos al ver que él la sacaba. Era minúscula, pero contenía todo su trabajo, su vida, su futuro.
—Eso es como la película —le explicó ella—. Es una cámara digital y utiliza una tarjeta de memoria en vez de una película.
Él levantó la tarjeta azul y la miró por todos lados. Ella tenía un nudo en la garganta. Era como si él tuviera su vida entre los dedos.
—Ya sé que es muy pequeña, pero contiene cientos de fotos —añadió __(tn).
—¿Hay cientos de fotos aquí?
Ella asintió con la cabeza.
—¿Tienes más tarjetas?
Ella se mordió el labio. No quería decirle que tenía meses de trabajo, cientos y cientos de fotos, en otras tarjetas de memoria. Unas estaban en la bolsa y otras en la habitación del hotel.
—Sí.
—¿Dónde están?
—¿Para qué quieres saberlo?
—Sólo son fotos —él se encogió de hombros—. No las necesitas. Eres una turista. Has venido por las vivencias, no por las fotos.
A __(tn) le abrasaban los ojos, pero hizo un esfuerzo por mantener la calma.
—Las fotos son importantes. Me ayudan a recordar lo que he visto.
—Pareces nerviosa —dijo él mientras volvía a meter la tarjeta de memoria en su sitio.
—¿Puedo recuperar la cámara?
—Quizá cuando haya terminado, pero te la daré sin tarjeta de memoria.
—Sin tarjeta no funciona.
—Puedes comprar otras.
—Pero perdería todo lo que he hecho.
—En el pueblo venden postales. Compra algunas cuando te vayas.
Joe se dio la vuelta para marcharse, pero ella salió detrás de él.
—¡Por favor! —exclamó ella sin llegar a tocarlo—. Por favor, no borres las fotos. Te las enseñaré. Te explicaré cómo funciona la cámara…
—No tengo tiempo —la interrumpió Joe—. Pronto te traerán la cena. Hasta mañana.
—¿Hasta mañana?
A __(tn) se le aceleró el pulso por el miedo y la furia. Era una mezcla enloquecedora y le temblaban las manos.
—¿Vas a dejarme aquí hasta mañana? ¿Qué pasará entonces? ¿Me devolverás la cámara con las fotos?
—Pronto te traerán la cena —repitió él inexpresivamente.
Ella no estaba dispuesta a que la despacharan sin más. No entendía qué pasaba. Había pagado bien a sus guías y, sin embargo, cuando se oyeron los disparos en la medina, ellos salieron corriendo. A uno lo alcanzaron con un disparo. __(tn) sintió un escalofrío al recordarlo.
—¿Qué quieres de mí?
—Hablaremos cuando haya visto las fotos.
—No borrarás ninguna, ¿verdad?
—Depende.
—¿De qué?
—De lo que vea —Joe hizo un gesto con la cabeza—. Buenas noches.
__(tn) se dejó caer en la cama y se cubrió la cara con los almohadones para gritar de furia. Él no podía hacerle eso ni ella aceptarlo.
Joe, en su tienda de campaña, se sentó en una silla muy baja y cerró los ojos para intentar abstraerse de la mujer americana que vociferaba en una tienda de campaña cercana. Ella tenía que aceptar su destino con más elegancia; rendirse con dignidad. Estuvo tentado de decírselo, pero quizá ella lo tomara como una victoria y no iba a darle ese placer. Primero, ella cedería y, luego, él se mostraría compasivo. Además, su padre había secuestrado a su mujer, la madre de Joe, y su padre era un hombre bueno, íntegro y suficientemente justo. Al final, la mujer americana se daría cuenta de que él era igual de íntegro, si no tan justo.
__(tn) no recordaba haberse dormido, sólo recordaba haber llorado sin parar por la desesperación. Sin embargo, ya había amanecido. Se estiró. Todavía tenía los ojos irritados por el llanto y le costó enfocar bien. Hasta que se dio cuenta de que, efectivamente, seguía en la tienda, en el mundo de Joe. No había sido un sueño.
Agarró un almohadón y se lo puso debajo de la mejilla. La noche anterior se había desmoronado, pero ese día utilizaría la cabeza. Recuperaría la cámara y las fotos. Eran suyas.
Se puso los pantalones caqui y la camisa blanca y salió de la tienda de campaña para encontrar algunas respuestas, como quién mandaba en Ouaha. El sol del desierto la cegó y la abrasó al instante.
—¡Señora! —un anciano bereber corrió hacia ella—. ¡Señora! —repitió él mientras señalaba la tienda de campaña.
__(tn) esbozó una leve sonrisa irónica. Ella debería volver a la tienda y esperar como una niña buena. Ensanchó la sonrisa y la hizo más irónica. Era una pena que ya no fuera una niña buena. El anciano se dio la vuelta y salió corriendo en otra dirección. __(tn) supuso que iría en busca de Joe. Lo cual le pareció perfecto porque quería verlo. Sin embargo, fuera de una tienda de campaña vio un arcón con una bolsa de cuero en cima que se parecía mucho a la bolsa de su cámara. __(tn) miró alrededor. No había nadie cerca. Fue hasta allí. Era su bolsa y estaba medio abierta. Pudo ver la cámara dentro. __(tn) aguantó la respiración. La tenía al alcance de la mano. Tenía que recuperarla. Al menos, tenía que recuperar la tarjeta de memoria antes de que el bandido borrara las fotos. Se agachó junto al arcón, tomó la cámara, sacó la tarjeta de memoria y volvió a dejar la cámara en la bolsa. Se levantó para volver a su tienda de campaña. Sin embargo, repentinamente, se encontró con el anciano bereber delante de ella. Llevaba una prenda colgando del brazo. __(tn) no lo entendía, pero cuando extendió la túnica comprendió que quería que se cubriera.
—No, gracias —se resistió ella mientras sacudía la cabeza—. Estoy muy bien así. Además, ya vuelvo a mi tienda.
Él insistió y, cuanto más insistía él, más deprisa intentaba andar __(tn), pero él no dejaba de hablar y estaba llamando la atención de todos. __(tn) tomó la túnica y se la puso.
—Gracias —dijo ella secamente—. ¿Ya puedo volver a mi tienda?
Sin embargo, el anciano no dejaba de hablar y gesticular. __(tn) agarró la tarjeta de memoria con todas sus fuerzas. Tenía que esconderla antes de que apareciera Joe. Consiguió zafarse del anciano, entró en su tienda y se tumbó en la cama. Estaba temblando de miedo y de alivio. Lo único importante era que había recuperado la tarjeta de memoria. ¿Dónde la escondería? No lo había decidido cuando oyó voces fuera de la tienda. Se metió la tarjeta de memoria en el sujetador justo cuando la sombra de Joe se proyectó en el suelo.
—Me has mentido y me has robado —su voz profunda llenó la tienda—. Si fueras un hombre, te cortaría la lengua y una mano.
__(tn) se abrazó a sus rodillas.
—¿Dónde está la tarjeta de memoria? —le preguntó él.
—¿De qué estás hablando? —preguntó ella mientras se abrazaba con más fuerza a sus rodillas.
—Lo sabes perfectamente.
—No lo sé.
Él se quedó mirándola con una expresión implacable. Tenía unos ojos oscuros como el café y un surco se abría entre sus cejas.
—Te vi. Estaba observándote.
Ella se encogió de hombros. Notaba su furia y su sarcasmo, pero no iba a permitir que él notara su angustia. No iba a comportarse como alguien desamparado e indefenso.
—La quiero —insistió él—. Ahora.
—Es mía —replicó ella con firmeza aunque bajó la cabeza.
—Antes de que vuelvas a negarle —siguió él con tono tranquilo—, antes de que vuelvas a mentirme, quiero que sepas que, en mi mundo, a los ladrones se les corta la mano y a los mentirosos la lengua. Piénsalo un momento y decide si esas fotos merecen el sacrificio.
__(tn) ya no podía mirarlo. Su intención de ser fuerte estaba desmoronándose.
—Por favor —susurró ella—, déjame la tarjeta, ya tienes la cámara.
—Es muy raro que una turista diga eso.
__(tn) levantó lentamente la cabeza y tragó el nudo que tenía en la garganta.
—Me dijiste que eras una turista —siguió él con una mirada penetrante—. Me has mentido y me has robado. ¿A qué más te dedicas?
Ella sacudió la cabeza llena de terror.
—A lo mejor colaboras con los insurgentes, con quienes quieren deshacerse de nosotros, con quienes nos han robado nuestra tierra.
—No colaboro con nadie…
—¿Por qué iba a creerte?
—Porque no me dedico a la política. Soy fotógrafa, pero no política. Ni siquiera conozco la historia de esas fronteras de las que hablas.
—Demuéstralo.
—¿Cómo? —le preguntó ella mirándolo sin parpadear.
—Dame la tarjeta de memoria. Veré las fotos y comprobaré si dices la verdad.
Ella no podía apartar la mirada de aquellos ojos hipnotizadores.
—¿Qué pasará si no te gustan mis fotos?
—Las borraré —contestó él mientras se encogía de hombros.
A ella se le empañaron los ojos de lágrimas y detestó ser tan débil, pero estaba desesperada. Aquellas fotos significaban meses de trabajo en condiciones espantosas. Un trabajo que incluso había puesto en riesgo su salud.
—Por favor, no borres mi trabajo. Esa tarjeta de memoria contiene muchas semanas de trabajo. Todavía no las he descargado.
Él estaba muy quieto y la miraba despiadadamente.
—¿Por qué me mentiste?
Ella buscó un resquicio de compasión en su rostro.
—Creí que no lo entenderías.
—Efectivamente, no lo entiendo.
Joe salió de la tienda y ella se quedó inmóvil hasta que salió detrás de él.
—¡Espera! —gritó ella mientras corría para alcanzarlo—. Espera, por favor.
Lo agarró de la manga. Le temblaban las piernas y el corazón le latía a toda velocidad. __(tn) se metió la mano en el sujetador, sacó la tarjeta y se la dio temblorosamente.
—Tómala. Mira las fotos. Si alguna te ofende, bórrala, pero te suplico que no borres todo —la voz se le quebró—. Llevo meses en el desierto, lejos de mi familia.
Él aceptó la tarjeta en silencio. __(tn) lo miró a los ojos y parpadeó para contener las lágrimas. Sólo le pedía que fuera justo.
__(tn) volvió a su tienda y se dejó caer en la cama.
Había pasado lo que su madre siempre se temía, lo que sus amigos habían previsto, lo que su editor le advertía cada vez que ella salía hacia una expedición. Sin embargo, llevaba años siendo fotógrafa y nunca había tenido un problema grave. Hasta ese momento.
Espero q les guste el cap
en la noche si hay varios(muchos) comentarios
subo otro cap
COMENTEN!!
byebye :D
maru!!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
:D HOLAAA DE NUEVOOOOO
Heaven.Foster
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
and_niick escribió::D HOLAAA DE NUEVOOOOO
Hola BIENVENIDA DE NUEVO :P :D
maru!!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
Hola....bueno que te puedo decir
ME ENCANTO.....SIGUELA...PORFIS SIII...
A Y NUEVA LECTORA....
ME ENCANTO.....SIGUELA...PORFIS SIII...
A Y NUEVA LECTORA....
#Ale
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
aaayy ayy me gusto :B & yo se que Joe sera bueno & no borrara las fotos! o si?
Géne!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
arggg odio a joe :x xq tiene q ser tan metiche??? muy buena la nove siguela :)
Patu
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
apareci!!!!!!!! realmente la nove esta interesantisima...
realmente quiero saber que pasara con el disco de memoria, y que es lo que hara ___-___ para salir de ahi... xq va a salir, ¿verdad?
siguela
realmente quiero saber que pasara con el disco de memoria, y que es lo que hara ___-___ para salir de ahi... xq va a salir, ¿verdad?
siguela
eli_jonatika
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
uuh ta bueno :D kiero q joe me demuestre cariño :(
Amy d' jonas <3
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
sigue la nove!!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA
#Ale
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
MARHOT escribió:Hola....bueno que te puedo decir
ME ENCANTO.....SIGUELA...PORFIS SIII...
A Y NUEVA LECTORA....
eli_jonatika escribió:apareci!!!!!!!! realmente la nove esta interesantisima...
realmente quiero saber que pasara con el disco de memoria, y que es lo que hara ___-___ para salir de ahi... xq va a salir, ¿verdad?
siguela
BIENVENIDAS
chicas ya parte del cap 3 :D
maru!!
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