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Mensaje por Marie Rubs<3 Jue 23 Mayo 2013, 8:55 pm

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaa<3 soy tu nueva lectora & LA AMO<33
Marie Rubs<3
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Mensaje por lau_mic Sáb 25 Mayo 2013, 10:57 am

Marie Rubs<3 escribió:Siguelaaaaaaaaaaaaaaaa<3 soy tu nueva lectora & LA AMO<33

ok , linda ya subo el cap
lau_mic
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Mensaje por lau_mic Lun 27 Mayo 2013, 4:52 pm

CAPITULO 8


— ¿Hacer?— Zayn cogió con el tenedor una gran cantidad de huevo y se lo llevó a la boca. Estaban fríos y secos, pero aún así los masticó y tragó como si fuera una pelota. — ¿Por qué debería hacer algo?
—Mi querido Zayn, tienes la reputación de no sacar nunca a bailar a una dama en un salón de baile, bajo ninguna circunstancia—, dijo Isabella.
—Eso ya lo sé.
Zayn había aprendido hacía tiempo que sacar a bailar a las jóvenes damas las llevaba a crearse expectativas. Las muchachas y sus madres empezaban a creer que él se declararía, o sus padres usaban lo que creían que indicaba interés para conseguir favores financieros. zayn no tenía tiempo para bailar con todas las damas que acudían a este tipo de acontecimientos, y las familias de las excluidas lo tomarían como un descortesía. Zayn había decidido eso al comienzo de su carrera, si quería mantener a la gente de su lado, lo mejor era que pareciera que no favorecía a ninguna joven dama en absoluto. Él había bailado con Invitado, y había bailado con Sarah, y esto había sido todo.
—Sé que lo sabes—, dijo Isabella. —Las madres han aprendido a no empujar a sus hijas poniéndolas delante de ti en las cenas con baile porque es un esfuerzo perdido. Y entonces, anoche, arrastras a Invitado y bailas el vals con ella con gran fervor. Has roto la tapa del polvorín. Unos especulan que lo hiciste como venganza porque ella te dejó plantado, porque saben que ahora se hablará de ella. Otros especulan que esto significa que estás otra vez en el mercado matrimonial.
Zayn abandonó los huevos y cortó la salchicha. Parecía grasienta. ¿Qué había pasado con su famosa cocinera?
—Es asunto mío con quien bailo o dejo de bailar.
Lord Ramsay alzó la vista de su periódico, poniendo su dedo en la columna donde se llegaba.
—No cuando eres famoso, Malik. Cuando eres una persona famosa, todo lo que haces es analizado. Debatido. Hablado. Y da lugar a especulación.
Zayn de hecho lo sabía, habiendo visto su vida y la de sus hermanos expuesta en
los periódicos todos los años de sus vidas, pero estaba lejos de ser razonable.
— ¿No tiene la gente nada mejor de lo que hablar?— se quejó.
—No—, dijo Lord Ramsay. —No lo tienen—. Volvió a su periódico, levantando su dedo de las líneas y continuó leyendo.
Isabella apoyó sus brazos en la mesa. Mac continuó extendiendo la mermelada, y sonrió a Zayn que parecía desconcertantemente irritado.
—Mencioné un polvorín—, dijo Isabella. —Tu baile significa que las madres de Londres y de los alrededores van a asumir que has entrado en el juego. Ellas tratarán de meter a sus hijas entre Invitado y tu persona, reclamando que son un partido mejor para ti. En este caso, Zayn, deberíamos conseguir que te casaras rápidamente y evitar así las batallas por venir.
—No—, Zayn negó. Mac saltó.
—Es tu propia culpa, hermano mío. Tú creaste
las expectativas de Isabella en Ascot el año pasado, declarando que estabas pensando en tomar una esposa. Se volvió loca de excitación, pero desde entonces no has hecho nada sobre este tema.
En el box en Ascot, Zayn había sabido exactamente qué estaba haciendo. Supuso que sus hermanos habían llegado a la romántica idea de que montaría a caballo hasta la finca desvencijada de Invitado, abriéndose camino a través de las plantas demasiado crecidas de su jardín para encontrarla y llevársela. Sin importar cuánto protestara, y Invitado protestaría.
No, él afrontaría el tema de hacerla su esposa pensándolo a fondo y concienzudamente como si dirigiera una de sus campañas políticas. El cortejo vendría más tarde, pero vendría. Por el momento, tenerla viviendo en su casa y ayudando a Wilfred e Isabella a organizar su vida conseguiría acostumbrarla a las demandas de esta. Había hecho que Isabella lisonjeándola la llevara a una modista de modo que Invitado se fuera acostumbrando a las cosas bonitas y cada vez encontrara más difícil dejarlas. Él complacería a su padre con todos los libros, museos, y la conversación con expertos que pudiera desear, de modo que Invitado no tuviera corazón para quitarle todo eso de nuevo. Después de un tiempo, Invitado se encontraría tan atrincherada en la vida de Zayn que no sería capaz de alejarse.
El baile de la pasada noche había sido un capricho, no, no un capricho, una voz dijo dentro de él. Una ardiente necesidad.
Cualquiera que hubiera sido el razonamiento que Zayn hubiera tenido, la verdad es que había utilizado el baile para
indicar al mundo que había puesto sus miras de nuevo en Invitado. El partido de ZAyn tomaría el país como una tormenta pronto, la Reina le pediría a ZAyn que formara gobierno, y Zayn pondría su victoria a los pies de Invitado.
—Te lo he dicho, Mac—, dijo Zayn. –Esto es asunto mío.
—Un casamiento rápido también salvaría a Invitado del escándalo—, dijo Isabella, ignorándolos a ambos. —La atención se concentraría en la nueva novia y el baile improvisado con Invitado sería olvidado.
No, no lo haría. Zayn podía estar seguro de que no lo haría. Isabella giró una página en su cuaderno y colocó su lápiz.
—Déjame ver. La dama debe ser, en primer lugar, escocesa. Nada de rosas inglesas para Zayn Malik. En segundo lugar, de un linaje apropiado. Diría que la hija de un conde y de ahí para arriba, ¿no estás de acuerdo? En tercer lugar, debe de estar más allá de todo reproche. No queremos ningún escándalo unido a su nombre. En cuarto lugar, no una viuda, así evitas a la familia de su ex-marido de repente pidiéndote favores o creándote problemas. Quinto, ella debería ser bien educada, capaz de suavizar y calmar a la gente después de que tú los irrites a muerte. Sexto, una buena anfitriona para las muchas veladas, fiestas y bailes que tendréis que dar. Sabiendo quien no debería sentarse con quien, etcétera. Séptimo, debe ser apreciada por la Reina. La Reina no es aficionada a los Maliks y una esposa que a ella le guste te ayudará a suavizar las cosas cuando te elijan primer ministro. Octavo, la dama debería tener el suficiente buen aspecto para causar admiración, pero no tan llamativo como para incitar celos. Isabella levantó su lápiz de la página. — ¿Lo Tengo todo? ¿Mac?
—Nueve: Capaz de lidiar con Zayn Malik—, dijo Mac.
—Ah, sí—. Isabella escribió. —Y añadiré inteligente y resuelta. Esto será el número diez, un buen número redondo.
—Isabella, por favor para—, dijo Zayn. Isabella, sorprendentemente, dejó de escribir.
—He acabado por el momento. Voy a preparar una lista de nombres de jóvenes damas que encajan en los criterios, y entonces puedes comenzar a cortejarlas.
—Al diablo si lo hago. -Zayn sintió algo frío y mojado golpeando su rodilla. Miró hacia abajo para ver a Ben alzando la mirada hacia él, oyó el golpeteo de su cola contra suelo. — ¿Por qué está el perro bajo la mesa?
—Siguió a Ian—, dijo Isabella.
— ¿Quién siguió a Ian?— La voz de Invitado la precedió en el cuarto.
¿Y acaso Invitado parecía agotada después de su larga noche? Después de su baile eufórico con Zayn, de que Zayn la besara primero en el hueco de la escalera y luego en la lavandería. No, parecía fresca y limpia, y oliendo al jabón de lavanda que tanto le gustaba mientras rodeaba a Zayn para dirigirse al aparador. Lavanda, la esencia que siempre asociaba con Invitado.
Invitado llenó su plato, luego volvió a la mesa, besando la mejilla de su padre, y sentándose entre él y Zayn.
—El viejo Ben—, dijo Isabella. —Le gusta Ian.
Invitado miró a hurtadillas bajo la mesa.
—Ah. Buenos días, Ben.
Ella le dice buenos días al perro, pensó Zayn con irritación. Ni una palabra para mí.
—Invitado, ¿qué piensas de Constance McDonald? Preguntó Isabella.
Invitado comenzó a comer los huevos fríos y la salchicha grasienta como si fueran la ambrosía más embriagadora.
— ¿Lo que pienso de ella? ¿Por qué?
—Como una posible esposa para Zayn. Estamos haciendo una lista.
— ¿Estamos?— Invitado comía, su mirada fija en Ian y su periódico. —Sí, creo que Constance McDonald sería una buena esposa. Veinticinco años, completamente encantadora, monta bien, sabe cómo manejar a los congestionados ingleses alrededor de su dedo, es buena con la gente.
—Su padre es el Viejo John McDonald, recuerda—, dijo Mac. –El jefe del clan McDonald y todo un ogro. Muchas personas tienen miedo de él. Incluyéndome. Casi me quitó la vida cuando era un joven inmaduro.
—Eso es porque te emborrachaste y pisoteaste la mitad de uno de sus campos—, añadió Isabella.
Mac se encogió de hombros. —Eso es cierto.
—No te preocupes por el Viejo John—, dijo Invitado. —Es muy dulce si se le maneja adecuadamente.
—Muy bien—, dijo Isabella. —La señorita McDonald va a la lista. ¿Y qué tal
Honoria Butterworth?
— ¡Por Dios!— Zayn saltó incorporándose en la silla.
Cada uno a la mesa se detuvo y le contempló, incluso Ian.
— ¿Me tenéis que poner en ridículo en mi propia casa?
Mac se inclinó atrás en su silla, sus manos detrás de su cabeza.
— ¿Preferirías que te pusiéramos en ridículo en la calle? ¿En Hyde Park, tal vez?
¿En medio de Pall Mall? ¿En el salón de cartas de tu club?
—Mac, ¡Cierra la boca!
Una débil risita se escapó de la boca de Lord Ramsay, que cubrió con una tos. Zayn miró hacia abajo a su plato y notó que la salchicha de la que había tomado un trozo ahora había desaparecido. Y él no se la había comido.
El sonido de un masticar entrecortado vino de debajo de la mesa, y Invitado pareció de repente inocente.
Un grito se abrió camino a través de la garganta de Zayn y no pudo impedir que saliera de su boca. Su voz hizo temblar los cristales de la lámpara de araña y Ben
dejó de masticar.
Zayn se levantó de golpe de la mesa, su silla cayéndose detrás de él. De alguna manera consiguió salir del cuarto, andando tan rápidamente como pudo por el pasillo y hacia la escalera. Detrás de él, oyó que Invitado decía,
—Señor, ¿Qué es lo que le pasa esta mañana?
* * * *
Menos mal que Zayn se había ido, pensaba Invitado, levantando su tenedor con una mano inestable. Se había sentido completamente avergonzada con él esta mañana, después de los besos embriagadores en la lavandería y de él sujetándola sobre el pasamanos de la escalera de la primera planta. Ella llevaba los mismos calzones que habían echado a la pila de lavar la pasada noche, Maigdlin los había traído esta mañana.
Maigdlin no había dicho nada sobre los criados que se habrían encontrado la lavandería en un estado lamentable, porque no lo habían hecho.Invitado se había quedado después y había doblado de nuevo cada pieza de ropa antes de unirse a Isabella para ayudarla con el resto del baile.
Cuando Invitado se había deslizado en los calzones esta mañana, recordaba a Zayn presionando un beso sobre la tela y diciéndole que pensara en él. Invitado lo hacía, y ahora juraría que podía sentir la impresión de sus labios en su trasero.
Invitado cogió la salchicha restante del plato de Zayn y alimentó a Ben.
— ¿Por qué estás escribiendo el nombre de posibles novias para Zayn? Isabella dejó su lápiz.
—No lo hago. Esto es todo una cortina de humo, Invitado. Todos sabemos que tú
eres su compañera perfecta; él sólo necesita un empujón para darse cuenta. Invitado se quedó congelada.
—Creo que él tiene razón en una cosa, Izzy. Esto es asunto suyo y mío.
—Ahora, no vayáis todos contra mí. Sabes que tengo razón. ¿O no la tengo, Lord
Ramsay?
Lord Ramsay dobló su periódico y lo puso sobre la mesa, la última página colocada para ser leída.
—No sería una mala cosa para ti casarte con él, Elle. Invitado lo contempló con sorpresa.
—Pensé que estabas contento cuando rompí el compromiso. Te resististe a ver a
Zayn conmigo.
—Sí, en efecto, estuve de acuerdo entonces. Zayn era arrogante y hasta peligroso, y además no te trataba bien. Pero ahora, las cosas son diferentes.
Estoy envejeciendo, querida mía, y cuando muera te dejaré sin un penique. Indigente. Descansaría en paz sabiendo que tú tienes todo esto—. Agitó su mano en torno al magnífico comedor.
Invitado apuñaló los huevos con su tenedor.
—Bien, no importa lo que todos vosotros queráis, ni siquiera lo que yo quiera. No depende de nosotros, ¿no es así?
Al otro lado de la mesa, Ian había fijado su atención en el cuenco de miel. Como si no se diera cuenta de lo que hacía, lo alcanzó, levantando el dispensador, y dejó que el hilo de oro de la miel al caer volviera al pote.
— ¿Qué piensas, Ian?— Invitado le preguntó. Al menos de Ian, conseguiría honestidad. Honestidad brutal, pero esto era lo que necesitaba.
Ian no contestó. Levantó el dispensador de miel otra vez, donde se arremolinaba el líquido pegajoso, observando cómo caía en un dorado montón.
—Déjale tranquilo—, dijo Mac. —Está pensando en Beth.
— ¿Lo hace? Preguntó Invitado. — ¿Cómo lo sabes? Mac le guiñó un ojo.
—Confía en mí. Has tenido una idea excelente con la miel, Ian. Puedes confiar en mí en esto también.
Isabella enrojeció, pero no parecía infeliz.
–Creo que fue Cameron el que comenzó con esta tontería.
—No es una tontería—. Mac lamió su dedo y se inclinó hacia Isabella. — Riquísimo.
Lord Ramsay sonrió y devolvió su atención a su periódico. Invitado miró a Ian.
—La echas de menos—, le dijo.
Ian arrastró su mirada de la miel y la fijó en Invitado, los ojos tan dorados como el líquido con el que jugaba.
—Sí.
—La verás bastante pronto—, dijo Mac. –Partimos para Berkshire la próxima semana.
Ian no contestó, pero Invitado vio por un breve instante en su mirada que la próxima semana no sería lo suficientemente pronto. Ella dejó su tenedor, retiró su silla, y fue rodeando la mesa hacia él.
Mac e Isabella miraron con sorpresa mientras Invitado ponía sus brazos alrededor de Ian y se inclinaba para besar su mejilla. Ellos se tensaron, esperando a ver lo que Ian haría. A Ian no le gustaba ser tocado por cualquiera, excepto Beth o sus hijos.
Pero Ian había parecido tan solo sentado allí que Invitado se sintió compelida a consolarle. Ian había abandonado a su querida Beth para viajar a Londres para asegurarse de que su hermano mayor no rompiera el corazón de Invitado. Un gesto noble y generoso.
—Estaré bien—, le dijo Invitado. –Vuelve con ella.
Ian todavía permanecía quieto mientras Mac e Isabella contenían el aliento y fingían no hacerlo. Incluso el padre de Invitado echó un vistazo, preocupado.
Ian lentamente levantó su mano y dio a la muñeca de Invitado un cálido apretón.
—Beth ya ha partido hacia Berkshire—, dijo. –Me encontraré con ella allí.
— ¿Te irás hoy? Le preguntó Invitado.
—Hoy. Curry hará las maletas por mí.
—Bien. Transmítele mi cariño—.Invitado depositó otro beso sobre su mejilla y se incorporó.
Isabella y Mac soltaron el aliento y volvieron a terminar con sus desayunos, con cuidado de no mirar a Ian. Invitado regresó a su lugar, limpiándose las lágrimas que habían aparecido en sus ojos.
* * * *
—Wilfred—, dijo Invitado varias horas más tarde, alzando la vista de su máquina de escribir Remington. —Esta carta no tiene nada en ella. Ha escrito un nombre y una dirección, y eso es todo.
Wilfred se quitó las gafas y la miró por encima de su escritorio.
—No es ninguna carta, milady—, dijo. —Sólo ponga el cheque dentro del papel en blanco y escriba la dirección en el sobre.
A la atención de la Sra. Whitaker, Invitado escribió a máquina en el sobre.
— ¿Esto es todo? ¿Ninguna nota que diga, Aquí está el pago por… o Por favor acepte esta contribución para sus obras de caridad…?
—No, milady—. Contestó Wilfred.
— ¿Quién es esta Sra. Whitaker?— preguntó Invitado mientras escribía a máquina la dirección. — ¿Y por qué Zayn le envía…?— Ella le dio la vuelta al cheque que Wilfred había colocado con la cara hacia abajo delante de ella en el escritorio. —
¿Mil guineas?
—Su Gracia puede permitirse ser generoso—, dijo Wilfred.
Invitado le contempló, pero Wilfred sólo inclinó su cabeza y siguió escribiendo. Invitado había aprendido que Wilfred era una pobre fuente de información sobre la
familia Mackenzie. El hombre se negaba a cotillear sobre cualquiera de ellos o sobre cualquier cosa. Esta cualidad era la causa probable de por qué Zayn le había
promovido de ayudante de cámara a secretario privado, pero Invitado lo encontraba completamente inoportuno. Wilfred era la discreción hecha hombre.
Wilfred era un ser humano excepcional, Invitado lo sabía. Tenía una hija y una nieta en Kent y las idolatraba a ambas. Guardaba sus fotos en un cajón de su escritorio, las compraba bombones y pequeños regalos, y se jactaba de sus logros ante Invitado, a su modo tranquilo.
Sin embargo, Wilfred nunca hablaba sobre su oscuro pasado, cuando había sido un malversador; nunca mencionó a una Sra. Wilfred; y nunca, nunca contaba nada sobre Zayn. Si Wilfred no quería que Invitado supiera por qué Zayn enviaba mil guineas a ésta Sra. Whitaker, Wilfred se llevaría el secreto a la tumba.
Invitado se rindió, escribió a máquina la dirección en el sobre
—George Street, cerca de Portman Square — y con esmero dobló el cheque colocándolo dentro del papel.
Quizás Zayn había encontrado la fuente de las fotografías. Quizás estaba pagando a la mujer para destruirlas o para que guardara silencio sobre ellas, o quizás para persuadirla de enviarle a él el resto.
O tal vez la Sra. Whitaker podría no tener absolutamente nada que ver con las fotografías.
Invitado metió el cheque en el sobre, lo cerró, y añadió el sobre a su pila de correspondencia terminada.
* * * *
La casa cerca de Portman Square donde la Sra. Whitaker vivía era de aspecto bastante corriente. Invitado la estudió con cuidado mientras paseaba por delante por tercera vez.
Invitado había usado el pretexto de hacer unas compras para acercarse a Portman Square, calculando la salida para que coincidiera con el regreso de Isabella a su propia casa para discutir con los decoradores. A fin de prestarle verosimilitud, Invitado vagó por las tiendas de la plaza cercana, comprando pequeños regalos para los niños Mackenzie y para sus madres. Maigdlin la seguía, transportando los paquetes.
Invitado no había visto ninguna actividad en absoluto dentro o en los alrededores de la casa de la Sra. Whitaker en la hora más o menos en la que había estado paseando arriba y abajo por George Street. Ninguna doncella limpiando la entrada o lacayos paseando para pasar el tiempo con las doncellas de la puerta de al lado. Las verjas permanecían cerradas, la puerta firmemente clausurada.
A fin de entretenerse en la calle un poco más, Invitado comenzó a ojear los carros de los vendedores callejeros, decidiendo comprar un regalo para Daniel el hijo de Cameron. Daniel tenía ahora dieciocho años y era difícil para Invitado elegirle un regalo. Había sido un niño salvaje e infeliz cuando Invitado le había conocido por
primera vez, siempre metiéndose en algún problema u otro, ganándose la ira de Cameron. Él se resistió a los intentos de Invitado de ser maternal, pero le había mostrado a Invitado su colección de escarabajos vivos, lo que Zayn le había dicho era todo un honor.
Daniel había resultado ser un buen chico, ella se había dado cuenta, a pesar de crecer en una casa llena de solteros Mackenzie. Ahora estaba matriculado en la Universidad de Edimburgo, y parecía bastante feliz.
Invitado dejó de lado los pensamientos sobre Daniel cuando vio que la puerta de la casa de la Sra. Whitaker se abría. Un lacayo, un muchacho grande y robusto como los lacayos de Zayn, salió de ella. Al mismo tiempo un carruaje llegaba, y el lacayo se apresuró a dar unos pocos pasos por la acera para abrir la puerta del mismo.
Invitado anduvo hasta donde estaba un vendedor callejero que vendía pequeños pasteles y observó como una criada que andaba rápidamente surgía de la casa, seguida de una mujer que debía de ser la Sra. Whitaker.
La señora no era muy alta, pero era voluptuosa, un rasgo que ella no se molestaba en esconder. Incluso con su abrigo de piel puesto para protegerse del frío, era capaz de lucir su gran busto. Estaba pintada, llevaba las mejillas exageradamente rojas y los labios de color rojo también, y el pelo bajo su sombrero muy a la moda era muy negro.
La Sra. Whitaker se ajustó sus guantes de cuero muy ceñidos, le dio al lacayo un suave movimiento de cabeza a modo de gracias, y le permitió tomarle la mano para ayudarla a subir al carruaje. Invitado se quedó mirando fija y abiertamente mientras el carruaje se marchaba, llevándose a la señora y a la criada. El lacayo, sin mirar ni a derecha ni a izquierda, anduvo a zancadas de vuelta a la casa y cerró la puerta.
— ¡Cielos!— Invitado le dijo al hombre que vendía pasteles. — ¿Quién era? El vendedor echó un vistazo al carruaje que se marchaba.
—No la clase de mujer de la que debería hablar con una dama, señorita.
— ¿En serio?— Invitado le deslizó una moneda, y el vendedor puso un caliente y envuelto pastel en su mano. —Ahora realmente me ha picado la curiosidad. No se preocupe, soy una mujer de mundo y no me sobresalto fácilmente.
—No es mejor que lo que parece ser, y esta es la verdad, señorita. Y los caballeros entran y salen a todas horas… Algunos de los más encumbrados del país ¿puede creerlo?
Sí, Invitado lo creía. Que la Sra. Whitaker fuera una cortesana no la sorprendió lo más mínimo. Y que era muy exitosa en su profesión lo mostraban sus pieles caras, su elegante carruaje, y los caballos de alto porte.
Invitado escondió su consternación desplegando el papel que protegía el pastel y mordisqueando una esquina.
—Es usted muy cortés—, dijo.
—Realmente quiero decir los más encumbrados—, dijo el vendedor. —Las cosas que podría contarle. Los príncipes vienen aquí. Y los Duques, como ese escocés, que siempre viste con su kilt. Por qué un hombre quiere llevar una falda, no se lo podría decir. Cualquiera creería que el frío iría directo a sus partes, ¿no le parece? Ah, pido su perdón, señorita. Olvido contener mi lengua.
—En absoluto—. Invitado se rió con él y tomó otro mordisco del pastel.
La curiosidad de seguro que mató al gato. La Sra. Whitaker era una cortesana y Zayn Mackenzie le había enviado mil guineas. ¿Por las fotografías? ¿O por los motivos habituales por los que un caballero pagaba a una cortesana?
Bien, Zayn era un hombre, la que había sido su amante por mucho tiempo estaba muerta, y los hombres realmente tenían necesidades fisiológicas. Esto era un hecho científico. Sus esposas suavemente criadas no podían entender estas necesidades ni eran capaces de soportarlas, los científicos continuaban diciendo, porque las damas criadas delicadamente no tenían las mismas necesidades.
Una absoluta tontería. Invitado se mofó de este artículo, y también lo hizo su padre. La verdad era esto; los caballeros visitaban a las cortesanas porque disfrutaban con ello. Las damas se quedaban en casa y soportaban que sus maridos se extraviaran porque no tenían otra opción.
Zayn nunca había sido un santo, y no estaba dedicado a nadie en este momento. Invitado no debería condenarle.
Y aún así. El corazón de Invitado estallaba, y durante un momento, la calle se difuminó. Otro transporte venía directo hacia ella mientras permanecía allí de pie incapaz de moverse, era simplemente un cuadrado oscuro en su nublada visión.
El carruaje se materializó mientras paraba delante de la casa.
—Hablando del diablo—, dijo el vendedor. —Este es su escudo. Del Duque escocés, quiero decir.
La visión de Invitado se despejó. No tenía tiempo para correr y esconderse en alguna parte. Invitado correteó hacia la farola más cercana y apoyó su hombro contra esta, escondiendo su cara mientras comía otro mordisco del pastel.
Primero vio un cuadrado del suelo, después unas pulidas botas parándose delante de ella, también vio el dobladillo de tela escocesa del plaid de los Mackenzie azul y verde por encima de ellas. Su mirada fija se movió del kilt que abrazaba sus caderas a su almidonada camisa bajo su abrigo abierto y de ahí a la cara de Zayn dura como el granito, bajo el ala de su sombrero.
Zayn no dijo una palabra. Sabría perfectamente bien por qué Invitado estaba al acecho fuera de la casa de una cortesana llamada Sra. Whitaker, no tenía necesidad de preguntar. Invitado podría alegar la coincidencia de que había decidido comprar un pastel a tres pies de la puerta de la mujer, pero Zayn la conocía mejor.
Invitado encontró su fija mirada y rechazó sentir remordimientos. Después de
todo, no era ella la que visitaba a una cortesana o le pagaba mil guineas.
Podrían haber permanecido así, de pie en la fría calle, contemplándose el uno al otro durante el resto del día, si la puerta de la casa no se hubiera abierto de golpe otra vez. El mismo lacayo robusto surgió, esta vez llevando a un hombre sobre su hombro. Zayn apenas le prestó atención al lacayo que fue directamente hacia el carruaje de Zayn y puso al hombre dentro.
El asombro de Invitado aumentó ya que David Fleming salió de la casa, mirando hacia el cielo nublado, se puso su sombrero, y se subió en el carruaje de Zayn también.
Invitado se balanceó de vuelta hacia Zayn, un montón de preguntas en sus labios. Zayn señaló el carruaje.
—Entra.
Invitado comenzó a hacerlo, y el vendedor de pasteles, que había estado mirándolo todo con un placer evidente, pareció preocupado.
–Esto no es necesario—, Invitado le dijo a Zayn. —Encontraré un transporte para mí. He traído a Maigdlin y yo
tengo un montón paquetes.
—Entra en el coche, Invitado, o te ataré con cuerdas en el techo de éste.
Invitado puso sus ojos en blanco y tomó otro mordisco de pastel. Movió la mano llamando a Maigdlin, que estaba en el carro de otro vendedor un poco más abajo en la calle.
—Venga, Maigdlin. Nos vamos.
La doncella, aparentemente aliviada, trotó de vuelta hacia Invitado y al coche familiar, colocó debajo los paquetes, y permitió al lacayo de la Sra. Whitaker ayudarla a subir para colocarse al lado del cochero. El vendedor del pastel miraba todo el asunto, habiéndose quedado congelado en el acto de sacar otro pastel de su diminuta estufa de carbón.
—Está todo bien—, Invitado le dijo al vendedor. —Su Gracia no puede evitar ser grosero—. Se dio la vuelta y fue hacia el carruaje. — Zayn, dale al hombre una corona por sus molestias, ¿quieres?
lau_mic
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Mensaje por MaEly Morytaa de Malik Miér 29 Mayo 2013, 3:50 pm

AAAHHHH SIGUELA!!! ESTA BUENISIMA.... Amo tu novela!!!!, porfa no dejes de subir capítulos ^^
MaEly Morytaa de Malik
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Mensaje por AbriiL_013♥ Miér 29 Mayo 2013, 4:19 pm

¿Cómo rayos la dejas así?, tienes que seguirla o voy a morir. ME ENCANTA TU NOVE es tan askjfgskegfs, me tienes viciada jajaja. En fin siguela pronto y cuando puedas. Kisses
AbriiL_013♥
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Mensaje por lau_mic Jue 30 Mayo 2013, 3:48 pm

jajaj claro sexys lectoras , subire lo mas pronto posible :hug:
lau_mic
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Mensaje por MaEly Morytaa de Malik Jue 30 Mayo 2013, 8:13 pm

Siiii porfa no me dejes asi, jajajaja me he dado cuenta que en todas tus novelas que ando leyendo me dejas con ganas de más

SIG
UELAAA!!! LAU
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Mensaje por lau_mic Vie 31 Mayo 2013, 3:28 pm

CAPÍTULO 9

Dentro del coche, Invitado se colocó en el asiento frente a los dos caballeros que ya se encontraban allí, David Fleming y un inconsciente y muy pálido inglés. Invitado nunca le había visto antes.
— ¿Quién es?— preguntó. El lacayo comenzó a entregarle sus paquetes, y
Invitado se inclinó para meterlos debajo del asiento de David. —Discúlpeme.
¿Podría simplemente empujarlos debajo? Tenga cuidado, son frágiles.
David obedeció, mirando a Invitado con los ojos enrojecidos. Iba vestido para la noche y olía fuertemente a humo de cigarro, brandy, perfume y algo más que Invitado tardó un momento para identificar. Había pasado mucho tiempo desde que había notado tal olor, pero pronto se dio cuenta de lo que era, el de un hombre que había estado con una mujer.
David supo lo que Invitado había notado y se puso rojo, cogió su petaca y dio un largo trago.
—Zayn, no te sientes ahí—, dijo Invitado cuando Zayn entró en el carruaje. —Es para Beth. ¿Podrías, por favor...?
Zayn gruñó, cogió el paquete y lo empujó al estante encima del asiento. — ¿No podías haberlo puesto detrás?
— ¡Cielos, no! Algunas de las cosas son muy frágiles, y no quiero darle a un ladrón la oportunidad de que me los robe. Los ladrones se suben a los portaequipajes y los roban, ¿sabes?
—Nadie roba en este coche—, dijo Zayn.
—Siempre hay una primera vez. Gasté mi salario de una semana en esos regalos. El carruaje dio un tirón hacia adelante, David seguía mirando en estado de estupor.
—Malik, ¿qué estás haciendo? Está Invitado.
—El Sr. Fleming está despierto—, dijo Invitado. —Puede reconocer a damas que conoce desde hace años—. Estudió al otro hombre, que roncaba contra la pared.
— ¿Quién es él?
David miró fijamente Zayn y no contestó. —Es el Sr. Neely—, dijo Zayn.
—Ah—, dijo Invitado, comprendiendo. —Ya veo. Se lo envías a la Sra. Whitaker a cambio de lo que te prometió.
—Necesito su apoyo y el de sus amigos cuando alcancemos el poder después de
Gladstone—, dijo Zayn.
—Zayn—. David estaba angustiado.
—No guardo ningún secreto con Invitado—.
¿No?
—Es inútil—, continuó Zayn. —Como puedes ver.
—Bueno, si hubieras dejado que Wilfred me dijera por qué le enviaste mil guineas, yo no habría tenido que intentar averiguarlo por mí misma—, dijo Invitado. —Aunque necesitaba hacer las compras.
— ¿Mil?— David miró hacia abajo al hombre que dormía. El Sr. Neely parecía inofensivo, un empleado o un banquero, con las manos bien cuidadas. —Sin embargo, tenía muchos problemas.
—Supuse que los tendría—, dijo Zayn.
— ¿Qué hizo?— Preguntó Invitado curiosa. David lanzó a Zayn una mirada preocupada.
—La ha traído para hacerme parecer un disipado calavera frente a ella, ¿no?
—Ya sé que eres un disipado calavera, Sr. Fleming—, dijo Invitado. —Nunca lo has mantenido en secreto. Parece muy pequeño y frágil. ¿Qué maldita clase de problemas podría causar él?
—Se negaba a marcharse—, dijo Zayn. —Según me dijeron. ¿Cómo pudiste finalmente manejarlo?— le preguntó a David.
—Con la libre administración de whisky. Sobre la cantidad que él ya había bebido. Siempre que un puritano decide disfrutar es digno de ver. Dudo que recuerde mucho de todo esto.
—Bueno—, dijo Zayn. —No necesito que un día el arrepentimiento le lleve corriendo a los brazos de mis rivales. ¿Le cuidará?
—Sí, sí. Cuando se despeje, disminuiré su agonía diciéndole que disfrutó mucho. Invitado estudió al aniñado Sr. Neely dormido.
—Le sobornó con una prostituta para obtener su voto—, dijo. David pestañeó.
—Soborno es una palabra muy dura.
—No, ella tiene razón—, dijo Zayn —Fue un soborno, Elle, puro y simple. —Pero le necesito a él y a sus amigos.
Mantuvo su mirada sin pestañear. Zayn sabía exactamente lo que había hecho y el daño que su acción podía causar. Había sopesado las consecuencias de la misma
antes de llevarla a cabo. El balance había resuelto que Neely cayera en sus redes. Zayn había sabido jugar con el hombre, y lo había hecho.
—Ustedes son terribles—, dijo Invitado.
—Sí.
Era despiadado, impulsivo y decidido a ganar sin importar lo que se necesitara. La mirada de sus ojos se lo confirmó.
Invitado miró nuevamente el Sr. Neely.
— ¿Supongo que su apoyo es terriblemente importante?
—Significan veinte escaños más para mí.
—Y necesitas tantos traseros como sea posible, ¿No?— Preguntó Invitado.
David soltó una carcajada. Zayn mantuvo su mirada en Invitado, sin vacilar. Sin pedir su comprensión o perdón. Simplemente estaba mostrándole lo que hacía y lo que era.
—Sí—, dijo. Invitado suspiró.
—Bueno, entonces. Esperemos que haya valido la pena gastar las mil guineas.
Zayn se bajó en Grosvenor Square, y le dijo a David que siguiera con Neely hasta su casa y le metiera en la cama, y resistió el impulso de arrastrar a Invitado dentro de la casa. Le dijo que quería hablar con ella en su estudio, pero les llevó mucho tiempo que bajara con todos sus paquetes. David la ayudó con una mirada de idiota rendido. El hombre estaba todavía enamorado de ella.
Invitado encargó después a Maigdlin y a Franklin que subieran los paquetes a su habitación, les dijo que partieran la torta de semillas que había comprado y por último se dirigió a las escaleras.
Aún con todo eso, Invitado llegó al estudio de Zayn antes que él, porque Wilfred le retuvo para que firmara algunos documentos. Zayn entró y se encontró a Invitado delante del pulido gabinete Reina Ana, con ambas puertas abiertas y mirando la pintura de su interior.
Zayn se acercó por detrás de ella y cerró las puertas, ocultando el rostro de su padre. Lo había cerrado.
—Lo sé. He encontrado la llave en tu escritorio.
Zayn había cerrado el gabinete, rodeado el escritorio y colocado la llave en su lugar.
—Guardo la llave aquí porque no quiero que nadie abra el armario. Ella se encogió de hombros.
—Tenía curiosidad.
—Estás evitando mi verdadera pregunta. ¿Qué te hizo coger un coche hasta
Portman Square y esperar fuera de la casa de la Sra. Whitaker?
— ¿Por qué lo guardas?
Invitado se había quitado su sombrero con velo, y él recibió toda la fuerza de sus ojos azules. — ¿Guardo el qué?—, gruñó.
—El retrato de tu horrible padre. ¿Por qué no lo quemas?
—Édouard Manet lo pintó. Es valioso.
—Monsieur Manet fue uno de los maestros de Mac, ¿no?
Zayn había contado a Invitado la historia hace mucho tiempo. Cuando el Viejo Duque se había dignado a tener un retrato pintado en París, Mac conoció a Manet y huyó para estudiar con él.
—Mac puede pintar algo igualmente valioso para ti—, dijo Invitado. —Deshazte de eso.
A Zayn le gustaba la inteligente manera de ver el mundo de Invitado. Odiaba el retrato de su padre, pero por alguna razón lo guardaba, quizás creyendo que a través de él su padre vería que Zayn había crecido más allá del joven asustado que había sido. Zayn quería que el Viejo Duque viera que lo había superado, que se había convertido en algo más que un pervertido y un matón. Me golpeaste hasta que yo no podía mantenerme en pie, pero te lo he devuelto, bastardo.
Invitado, por otro lado, simplemente había mirado el cuadro y había dicho, deshazte de eso.
—Lo mantengo guardado dentro del gabinete para no tener que mirarlo—, dijo
Zayn. —Mis bisnietos pueden venderlo para obtener un beneficio.
—Odio pensar que está ahí, te atormenta.
—No me atormenta. Deja de cambiar de tema y dime por qué fuiste a casa de la
Sra. Whitaker.
Invitado fue hasta la mesa, apoyó sus manos y miró por encima de ella a Zayn.
—Porque pensé que podría tener algo que ver con las fotografías, por supuesto. Pensé que podrías estar pagando un chantaje, mil guineas es una fortuna. Tenía que averiguar el por qué.
Zayn no vio nada más que curiosidad en los ojos de Invitado. Sin enojo, sin celos. Pero ya una vez antes, la mayor parte de la ira de Invitado cuando había hablado con la Sra. Palmer no procedía de los celos.
—Envié a Neely a la Sra. Whitaker, porque sabía que ella podía manejar a alguien como él.
Su ceja se elevó.
— ¿Qué quieres decir con alguien como él? ¿De qué manera es él?
—Me refiero a un hombre ingenuo que pretender ser mundano. Son los más indisciplinados cuando finalmente sueltan lastre.
—Y al parecer tenía que ser acompañado nuevamente por el Sr. Fleming. ¿A la
Sra. Whitaker no le importaba hacerle ese favor?
—Le he pagado sus mil guineas. Por supuesto que a ella no le importaba.
— ¿Está bien educada la Sra. Whitaker?, quiero decir, ¿Ha estudiado? La paciencia de Zayn desapareció.
—No tengo ni jodida idea.
—Lo pregunto porque las cartas están mal escritas, apuntan más a un sirviente. Sin embargo, si la Sra. Whitaker proviene de un barrio pobre, podría no escribir bien, a pesar de su gran casa y sus pieles. ¿Le has preguntado acerca de ellas?
— ¡No!
— ¡Santo Cielo!, cómo te gusta gritar. Estoy tratando de resolver tu problema, Zayn, pero un poco de ayuda sería bienvenida. La Sra. Whitaker podría haber conocido a la Sra. Palmer, podría haberle dado algunas de las fotografías.
¿Fueron la Sra. Whitaker y la Sra. Palmer amigas?
— ¿Amigas? Dios, no. Angelina no tenía amigas.
—Parecía solitaria. Debes preguntar a la Sra. Whitaker de todas formas, aunque si realmente no sabe nada de las fotografías, tendrás que preguntar muy discretamente para que no sospeche nada. Es difícil, pero creo que puedes hacerlo.
Los ojos de Invitado se redujeron al concentrarse y llevó su dedo al labio, acariciando el pequeño moretón que Zayn le había hecho. Al observarla todo su cuerpo reaccionó calentándose y poniéndose duro.
Sería tan fácil rodear la mesa, desabrochar el feo vestido que llevaba, para dejarla sólo con su corsé. Apoyar su nariz en el cuello para estirárselo y darle un mordisco dejando un chupón, mientras bebía de ella.
Invitado contuvo la respiración, sus senos se elevaron bajo su bien abotonado corpiño.
—Tal vez si yo...
—No—, dijo Zayn bruscamente. Los ojos de Invitado se abrieron.
—No sabes lo que estaba a punto de sugerir.
—No, no vas a volver a casa de la Sra. Whitaker, ni vas a tratar de hablar con ella. Y no volverás a la casa de High Holborn.
Ella le miró exasperada, lo que le confirmó que había adivinado correctamente, al menos la última parte.
—Sé razonable, Zayn. Nunca pude terminar la búsqueda en la casa, porque, como recordarás, me sacaste por la fuerza. No espero encontrar las fotografías allí, pero podría haber alguna pista sobre dónde pueden estar. Si estás preocupado por mi seguridad, haré que uno de tus boxeadores me acompañe.
Su impaciencia se convirtió en auténtica furia.
—No. Y no te atrevas a engatusar a Ian para que te lleve allí. Cuando Zayn pensaba en Ian en la habitación con la mujer muerta y él mirando fijamente al techo, se quedaba sin aliento. —Le molesta.
—Lo sé. Me lo dijo, pero también dijo que deberías ver el lugar una vez más por ti mismo. Para espantar a los fantasmas, por así decirlo.
Fantasmas. Toda la casa estaba llena de fantasmas. Zayn quería quemarla casa hasta los cimientos.
—Ian no puede llevarme de todas formas—, soltó Invitado. —No está aquí. Se fue esta mañana.
Zayn se calló.
— ¿Ido? ¿A qué te refieres? ¿Dónde diablos se fue?
—A Berkshire. Echaba de menos a Beth, y le dije que se fuera con ella. Ella ya estaba camino de Berkshire, para ayudar a Ainsley a prepararlo todo. Ya estará llegando, no les importará que Ian llegue antes.
— ¿Cuándo ocurrió eso? No me dijo ni una palabra—. Ni una palabra. No se había despedido. Pero eso no era raro en Ian. Cuando decidía hacer una cosa, nadie podía detenerlo.
—Estabas ocupado con tus juegos políticos—, dijo Invitado. —Ian me dijo adiós, pero no quería esperar hasta que regresaras.
¿Cuando había Zayn perdido el control de su propia casa? La última vez que había visto a Ian, su hermano estaba tranquilamente leyendo un libro en el comedor mientras desayunaba. Y por lo que Zayn sabía, Ian no tenía entonces intenciones de salir corriendo para Berkshire una hora después.
Zayn pensó en los huevos fríos y la salchicha grasienta en su plato esa mañana, y apretó los puños.
—Invitado, ¿qué hiciste con mi cocinera?
— ¿Hmm?— Levantó las cejas. —Oh, la Sra. Thomas. Le llegó recado de que su hermana estaba enferma, y le dije que debía coger una semana y visitarla. Está en Kent. La hermana, quiero decir, aunque ahora, la Sra. Thomas estará allí también, por supuesto. No hubo tiempo para encontrar una sustituta para esta mañana, pero imagino que estará aquí por la noche. La Sra. Mayhew la ha encontrado.
¿Cuándo había perdió el control? El día en que Invitado le había acechado entre una multitud de periodistas en St. James y Zayn había sido tan tonto como para recogerla y llevarla a su casa.
Todavía esa mañana pensaba que era muy inteligente por mantenerla cerca, dirigiendo su vida, hasta lograr que ella pensara que el quedarse era su propia idea.
Debía estar loco. No sólo Invitado había dado un giro completo a su casa, si no que seguía teniendo visiones suyas, en las que continuaba con lo que había empezado la noche anterior. La miraba al otro lado de la mesa y la deseaba… ahora. Podía quitarse su pañuelo y usarlo para atar delicadamente sus muñecas, o tal vez para vendar sus ojos y que no supiera donde ni que placer iba a darle hasta que no tocara su piel, besara su cuello, mordiera su hombro...
Quería desnudarla del todo, vestido, corsé, enaguas. Subirla a la mesa, tenderla encima y lamerla desde la garganta a la gloria entre sus piernas. Su cabello era rojo dorado allí, recordó.
Quería atar sus manos, quizás con un par de suaves medias de seda, sujetándola así mientras él comía sobre ella. Ella se retorcería de placer y él podría preguntarle, Invitado, ¿confías en mi?
Sí, le susurraría ella.
Lograría que alcanzara el clímax una y otra vez, y cuando ya estuviera caliente y sonriente, podría colocarse encima y entrar en ella. La tendría en esa habitación y desterraría sus fantasmas. La visión hizo que se pusiera dolorosamente duro. Zayn sabía que estaba de pie en el estudio, con el escritorio entre ellos, con Invitado completamente vestida, la mesa de trabajo entre él y Invitado, completamente vestida, pero había sentido cada caricia, cada beso, cada respiración.
— ¿Zayn?— preguntó. — ¿Te encuentras bien?
El rastro de preocupación en su voz le devolvió la conciencia. Zayn se estiró y retiró los puños del escritorio. Le dolía todo el cuerpo al pensar que tenía que dejarla, mientras Invitado le miraba con preocupación en sus ojos azules, pero sabía que tenía que salir del estudio.
Zayn fue hasta la puerta, la abrió y salió, sin detenerse, sin mirar atrás. Siguió por el descansillo, esquivó a Ben, entró en su dormitorio deslizándose por la puerta entreabierta.
Marcel, que estaba cepillando una de las chaquetas de Zayn, se levantó sorprendido.
—Prepárame un baño, Marcel—, gruñó Zayn mientras se arrancaba la corbata y la camisa. —Uno bien frío.
Zayn logró mantenerse alejado de Invitado durante tres días. Se levantaba y dejaba la casa antes de que se despertara y regresaba cuando estaba seguro de que estaría en la cama.
Zayn pasaba sus días entre reuniones y debates, discusiones y comités. Intentó sumergirse en los problemas del país y el Imperio, hasta borrar cualquier pensamiento de su vida doméstica. Funcionaba mientras estaba en una pelea a
gritos con la oposición, cuando trataba de persuadir a otro congresista a inclinarse hacia su lado, y cuando iba con Fleming a su club o a un maldito casino para continuar la batalla por la dominación política allí.
Pero tan pronto como Zayn pasaba por la puerta en Grosvenor Square, sabiendo que Invitado estaba en la habitación, su cuerpo húmedo por el sueño, las visiones sobre ella regresaban y no podía desterrarlas.
Pasó más y más tiempo fuera de casa, permaneciendo hasta muy tarde en reuniones y convocando sesiones de las que sabía saldría tarde. Fue después de una de ellas, muy tarde cuando intentaron asesinarle.
lau_mic
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