Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 2 de 3. • Comparte
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
CAPITULO 5
La palabra fue llevada por el eco subiendo y bajando la escalera, alcanzando los querubines pintados que acechaban desde el techo de la casa.
Silencio.
El silencio no significaba nada. Zayn subió las escaleras hasta el piso siguiente de dos en dos.
Una de las puertas se encontraba entreabierta. Zayn la empujó abriéndola con tal fuerza que ésta golpeó contra el pesado escritorio que estaba bloqueándola parcialmente.
Alguien había trasladado los muebles que sobraban aquí arriba y ahora la habitación era un revoltijo de estanterías, mesas, cómodas con cajones, y armarios. Un sofá de terciopelo, recubierto de polvo, estaba inclinado en un ángulo extraño en medio de la habitación.
Invitado levantó la vista desde donde había estado buscando, entre los cojines del sofá, una nube de polvo la rodeaba.
—Por todos los cielos— dijo. —Haces un montón de ruido.
El mundo de Zayn se volvió de pronto todo rojo. Invitado no debería estar aquí, en este lugar con sus horribles recuerdos de ira, codicia, celos y miedo. aquí era como un narciso en un cenagal, una frágil flor empujada demasiado fácilmente hacia su destino. Él no quería que este mundo, que esta parte de su vida, la tocara.
—Invitado—, dijo, su voz contenida, con furia, —te dije que no vinieras aquí.
Invitado sacudió a un cojín y lo arrojó de nuevo al sofá.
—Sí, ya sé que lo hiciste. Pero pensé que debería echar un vistazo y buscar las fotografías, y sabía que si te pedía la llave, nunca me la darías.
—Así que fuiste por detrás, a mis espaldas y se la pediste a Ian.
—Bueno, por supuesto. Ian es mucho más lógico que tú y él no me incordia con preguntas molestas. No le dije nada acerca de las fotografías, si eso es lo que te preocupa. Son bastante personales, después de todo. No importa de todos modos, porque Ian nunca me preguntó por qué quería venir.
Zayn le echó a Invitado una mirada que habría hecho que Angelina Palmer perdiera su sonrisa de cortesana dispuesta y se quedara blanca de miedo. Invitado simplemente se quedó mirándole.
Sobre su cabeza llevaba colgado un sombrerito que era como un casquete con un velo un poco absurdo.
Se había levantado el velo moteado por encima de sus ojos, pero no completamente, y este colgaba torcido, inclinándose sobre su ceja derecha. Su vestido marrón oscuro tenía una fina capa del polvo que ella había levantado, y también tenía polvo pegado en sus húmedas mejillas. Un mechón de pelo se había escapado de su peinado, era como una serpiente roja bailando sobre su corpiño. Estaba deliciosamente desaliñada y Dios santo, él la deseaba.
—Te dije que no te quería en este lugar—, dijo.—Ni ahora. Ni nunca.
—Lo sé—. Invitado se movió, tan calmadamente como pudo, hasta el escritorio que bloqueaba la puerta y se inclinó para abrir el cajón inferior.—No soy tan tonta como para venir a toda prisa aquí por mí misma, si es eso lo que te molesta. Me encontré con mi padre y con Ian en el Museo, envié a mi padre y a Maigdlin a casa en tu landó, e hice a Ian caminar conmigo hasta aquí. He sido vigilada en cada paso del camino.
—Lo que me molesta es que te pedí que no vinieras aquí en absoluto y flagrantemente desobedeciste mis deseos—. Su voz resonó
a través de la habitación.
—¿Desobedecí tus deseos? Querido, oh, querido, Su Alta y
Poderosa Gracia. Debería haberte mencionado que siempre he tenido
problemas con la obediencia, pero desde luego, ya lo sabías. Si me hubiera sentado tranquilamente y hubiera esperado para obedecer a mi padre, hace tiempo que me hubiera convertido en un seco esqueleto sentado en una silla. Mi padre es muy malo tomando cualquier tipo de pequeña decisión, incluyendo cuánto azúcar quiere en su té. Y nunca puede recordar si le gusta la crema. Aprendí a temprana edad a no esperar el permiso de nadie, sino simplemente hacerlo.
—Y ahora trabajas para mí.
Ella rebuscó en el cajón, sin mirarlo.
—Soy apenas tu sirviente, pero se aplica el mismo principio. Si me quedara esperando tus directrices, estaría en ese pequeño estudio con Wilfred, golpeando mis dedos sobre el escritorio, preguntándome cuándo te dignarías en aparecer. Incluso Wilfred se pregunta acerca de tu ausencia, y eso que él es un hombre de pocas palabras.
—¡En ese estudio es exactamente donde quiero que estés!
—No veo por qué. Wilfred no necesita realmente que mecanografíe tu correspondencia. Él me la da a mí para que tenga algo que hacer, porque siente
lástima de mí. Mi tiempo está mejor empleado tratando de descubrir quién está enviando las fotos y lo que significan para ella.
Y tú podrías ayudarme a buscar en lugar de quedarte de pie en la puerta gritándome.
Ella hacía que su sangre hirviera.
—Invitado, te quiero fuera de esta casa.
Invitado alegremente lo ignoró para abrir el siguiente cajón.
—No
hasta que termine de buscar. Hay muchos recovecos y rincones y muchos muebles.
Zayn se abrió camino alrededor del escritorio, agarrando a Invitado por los hombros la puso en posición vertical. Ella se acercó rápidamente, un ojo azul estaba ahora completamente tapado por el velo.
Antes de que Zayn se diera cuenta de lo que hacía, deslizó sus manos bajando por sus brazos hasta sus muñecas y se las colocó detrás de la espalda. Él sabía cómo bloquear las manos de una mujer, y sabía cómo abrazarla teniéndola así. Invitado elevó la mirada hasta él, sus rojos labios abriéndose.
La necesidad le atravesó, el ansia atrapándole con sus afiladas garras. Zayn estudió los rojos labios que le estaban llamando, los pechos empujando contra su corpiño bien abotonado, el mechón de pelo caído, oro rojizo contra su mejilla.
Se inclinó y tomó el rizo con su boca. Invitado soltó un suspiro y Zayn giró su cabeza y capturado su labio entre sus dientes.
Los ojos de Invitado se veían enormes cuando estaba tan cerca suyo. Atrás quedaba su desafío, su persistente desconocimiento de sus instrucciones. Se centró en Zayn y sólo en Zayn, mientras él mordía su labio inferior, no brutalmente, pero lo suficiente para atraparla. Su aliento era caliente sobre su mejilla y sus muñecas permanecían quietas bajo sus manos.
¿Domesticada? ¡No! Nunca Invitado. Si ella estaba tranquila bajo su experto agarre, era su elección.
Zayn podría fácilmente tomarla, ahora, quizás encima del aparador que había detrás de ella. Sería intenso y rápido, unos pocos empujes, y encontraría su liberación. Incluso ni siquiera tendrían que desnudarse. Invitado sería suya, otra vez, ineludiblemente.
Zayn depositó un beso suave donde la habían mordido sus dientes. Sus labios estaban ligeramente salados por la transpiración, suave seda, el sabor de su boca, fuerte y caliente, tan satisfactorio. Él la atacó de nuevo, tirando de su labio con sus dientes, de nuevo suavizando el movimiento besando donde la había mordido.
Invitado movió sus labios para besarlo en respuesta, sus ojos entrecerrados no eran más que dos ranuras mientras su boca suave y rosa encontraba la de él.
Zayn se inclinó más sobre ella, listo para lamerla por dentro, pero Invitado se echó hacia atrás.
—No—. Su susurro salió apenas sin voz, y él no lo habría escuchado si no hubiera estado tan cerca. Pero no era miedo lo que había en los ojos de Invitado. Él vio el dolor y la angustia en su lugar.—Esto no es justo.
—¿Qué no es justo?
—Para mí—. Sus pestañas estaban mojadas.
La oscura necesidad se apoderó de él. Agarró fuertemente sus muñecas, pero
Invitado no se estremeció, no se movió.
Él era Zayn Malik, el Duque de Kilmorgan, uno de los hombres más poderosos de Gran Bretaña y Invitado se había puesto a sí misma bajo su poder. Zayn podría hacerle lo que quisiera, aquí, solos en esta habitación.
Cualquier cosa.
Los ojos de Invitado, uno detrás del velo moteado, y el otro visible, le miraron fijamente. Zayn consiguió soltar el aliento que quemaba como el fuego y se obligó a sí mismo a soltarla.
Su cuerpo luchó contra la idea de liberarla, y retrocedió un paso antes de que se apartara y se inclinara sobre un tocador. Presionó sus puños contra la madera, sus pulmones estallándole, la sangre palpitando a través de su cuerpo.
—¿Zayn, estás bien?
Invitado alzó la vista hasta él con preocupación. Todavía, ella no tenía miedo. Sólo preocupación, por él.
—Sí, estoy bien. ¿Por qué diablos no tendría que estarlo?
—Porque estas muy rojo y romperás la madera si no tienes cuidado.
—¡Estaré mejor en el mismo instante en que tu estés fuera de esta casa! Invitado metió sus manos en sus guantes de color gris paloma.
—Cuando termine de buscar.
Zayn rugió. Agarró el tocador y lo volcó, la cosa se estrelló contra el suelo. Al mismo tiempo, la entrada se oscureció e Ian entró a zancadas, su ceño típico de los Mackenzie era todo para Zayn.
Invitado se volvió hacia Ian, dedicándole una brillante sonrisa.
—Aquí estás, Ian. ¿Puedes, por favor, llevarte a Zayn abajo? Terminaré mucho más rápido si él no está aquí arriba arrojando los muebles por el aire.
Zayn fue hacia ella. Ian trató de detenerle, pero Zayn le empujó fuera de su camino y embistió a Invitado.
Ella chilló. Zayn no se preocupó. La levantó y la colocó sobre su hombro, después
empujó a Ian al pasar, quien había decidido retroceder y ver que sucedía, y llevó
a Invitado cargándola escaleras abajo.
— ¡Ian, trae mi paquete!— Invitado gritó hacia atrás sobre su hombro.
—Zayn, déjame en el suelo. Esto es absurdo.
El coche de Zayn se encontraba estacionado bajo las lámparas de gas, que pintaban el nebuloso ambiente de un amarillo enfermizo. Zayn al menos dejó a Invitado sobre sus pies antes de guiarla por las escaleras hasta la calle, sujetando su codo, y empujándola dentro del carruaje.
En vez de luchar contra él, Invitado se hundió después de un
—En serio, Zayn—. Él vio cómo ella echaba un vistazo a los transeúntes y decidió no hacer una escena.
Zayn la empujó dentro del carruaje que sus lacayos habían abierto a toda prisa. Se subió al lado de ella y dirigió a su cochero a Grosvenor Square, sabiendo de sobra que Invitado nunca se quedaría en el carruaje si él no la sujetara allí durante todo el camino a casa.
* * * *
Las fotos que Invitado había encontrado en la tienda eran impresionantes.
Zayn en toda su gloria.
Invitado estaba sentada a solas en la mesa en su habitación esa tarde, las fotografías estaban extendidas ante ella. Estaba vestida solo con su combinación, el nuevo vestido de baile que se pondría esta noche estaba extendido en la cama como una joya de color esmeralda.
Ian, bendito fuera, le había traído el paquete envuelto con el papel de embalaje cuando había vuelto a casa de nuevo sin preguntar sobre lo que había en él. Invitado esperó a que Maigdlin bajara a cenar antes de cortar
el bramante y desenvolver la caja, sacando las fotografías una tras otra.
Había doce en total, seis tomadas en el mismo cuarto que aquella en la cual había estado mirando por la ventana. Las otras seis se había hecho en un dormitorio más pequeño, la decoración del mismo le recordaba a la casa en High Holborn.
Invitado puso su dedo sobre una fotografía y se la acercó. Ésta era diferente de las demás, porque en ella,Zayn no estaba desnudo. Enfrentando a la cámara completamente, llevaba sólo el kilt de los Mackenzie que colgaba bajo en sus caderas. Esta fotografía también era diferente, porque en ella, Zayn estaba sonriendo.
Su sonrisa encendía sus ojos y suavizaba su cara. Una mano estaba sobre su cinturón y la otra dirigiéndose, con la palma hacia adelante, como si le estuviera diciendo al fotógrafo, o fotógrafa, en este caso, que no tomara la foto. El disparo se había realizado, de todos modos.
El resultado mostraba a Zayn como realmente era. Corrección, como solía ser, un pícaro diablo con una sonrisa encantadora. El hombre que
había gastado bromas a Invitado y le había hecho guiños, que la había puesto sobre aviso por querer estar en cualquier parte cerca de un célebre Mackenzie.
Zayn se había reído de ella y había hecho a Invitado reírse en respuesta. Zayn no había tenido miedo de contarle cualquier cosa, sus ambiciones, sus sueños, sus preocupaciones para con sus hermanos, su rabia hacia su padre. Él venía a ella en Glenarden y se tumbaba con la cabeza en su regazo entre las rosas del verano, y desahogaba su corazón. Entonces él la besaba, con los besos de un amante, no con los castos besos de un cortejo. Hasta este día, cuando Invitado olía las rosas rojas, ella sentía la suave presión de sus labios sobre los suyos, recordando el oscuro sabor de su boca.
Los recuerdos la inundaron y sus ojos se llenaron de lágrimas. Zayn había sido un diablo, pero lleno de vida y esperanza, risa y energía, y le había amado.
El hombre en el que Zayn se había convertido ya no tenía esperanza ni risas, aunque todavía tuviera la misma obsesión. Zayn se dirigía hacia ella, según ella había leído en los periódicos se iba ganando a los caballeros y a los políticos atrayéndolos a su lado, haciéndolos querer seguirle. Zayn nunca había tenido nada bueno que decir sobre Bonnie Prince Charlie, el bastardo arrogante que arruinó a los Highlanders, pero Bonnie Prince Charlie debía haber tenido la misma capacidad para hacer que los escépticos creyeran en él.
Pero con el ascenso de Zayn al poder, más calor le había abandonado. Invitado pensó en lo que había visto en sus ojos, cuando estaban ambos en el vestíbulo esta mañana, cuando Zayn había bloqueado su salida de la casa, y esta tarde cuando la había encontrado en la casa de High Holborn. Era un hombre duro y solitario, conducido por la cólera y la determinación, sin sonrisas de entusiasmo, sin risas.
Invitado deslizó esa fotografía apartándola y atrajo la siguiente hacia ella. Zayn todavía sonreía a la cámara, pero con su experta sonrisa de diablo. El kilt no estaba ahora, se encontraba cayendo al suelo desde su
mano.
Era un hombre muy, muy hermoso. Invitado pasó el dedo por su pecho, recordando lo que había sido tocarle. Había conseguido una muestra de ello esta tarde, cuando él había sujetado sus brazos detrás de ella, su fuerza reteniéndola. Había estado a su merced, sabía que ella no sería capaz de alejarse hasta que la soltara. En vez de sentir miedo, Invitado había sentido una oscura excitación golpeando por sus venas.
—¿Invitado, no estás lista?
Invitado dio un brinco cuando la voz de Isabella sonó fuera de la puerta de su habitación. Invitado empujó las fotografías devolviéndolas a la caja y estaba colocando la caja en el fondo del cajón del tocador cuando Isabella Mackenzie entró con un susurro de plateado satén y tafetán.
Invitado cerró con llave el cajón y dejó caer la llave en el escote de su corsé.
—Lo siento, Izzi—, dijo.—Sólo estaba terminando algo. ¿Me ayudarás a vestirme?
* * * *
Zayn supo demasiado bien el momento en el que Invitado se unió a la multitud que llenaba su sala de baile.
Invitado vestía de verde, un vestido oscuro, verde botella con un escote que mostraba la parte superior de sus pechos y exponía sus hombros. Un polisón, más discreto que el gigantesco que llevaban otras señoras, recogía su sobrefalda hacia atrás antes de dejarla caer hasta el suelo en una suave onda de satén.
El estilo llamaba la atención hacia su cintura comprimida por un pequeño y apretado corpiño, y este por su parte atraía la atención hacia el escote que enmarcaba sus pechos llenos. Un collar, una simple cadena con una esmeralda en forma de gota, señalada su hendidura. Los pendientes de esmeralda pendían de sus orejas, tan verdes como el vestido.
Zayn había estado pensando en David Fleming, el diputado que era los ojos y los oídos de Zayn en la Cámara de los Comunes, y preguntándose qué estaba consiguiendo. Fleming esta noche usaba su arte de persuasión para atraer al lado de Zayn a uno o dos hombres sobre el asunto de presentar o no un voto de censura a Gladstone. Zayn sabía que estaba cerca la hora en la que podría obligar a Gladstone a dimitir, y entonces admitir que la coalición de Zayn tenía la mayoría o convocar elecciones, que Zayn estaba malditamente seguro de que él y su partido ganarían.
Consígalos por cualquier medio que sea necesario, Zayn le había dicho a Fleming. Fleming, libertino pero encantador y sibilino como una serpiente, le había asegurado a Zayn su victoria.
Pero una vez que Invitado entró en la sala, la preocupación sobre Gladstone, los votos y la victoria se disolvió en la nada.
Invitado estaba radiante. Esta noche era la primera vez en la que la veía con otra cosa que no fueran los feos vestidos de algodón o de sarga. Invitado vestía ropas abrochadas hasta la barbilla. El vestido de baile dejaba ver su brillo. Isabella debía haberle prestado a Invitado el vestido o habérselo comprado para ella, pero de cualquier forma, el resultado era impresionante.
Un poco demasiado impresionante. Zayn no podía apartar sus ojos de ella.
—Estoy muy cansado de que tomes prestada a mi esposa para hacer de anfitriona en tus aburridas fiestas—, dijo Mac, parándose junto a Zayn en un raro momento en el que había espacio vacío alrededor de él.—Entre estos malditos bailes y veladas musicales y la decoración de los mismos, nunca la veo.
Zayn no apartó su mirada fija de Invitado mientras tomaba un sorbo de whisky de malta.
—Lo que quieres decir es que no tienes la misma cantidad de tiempo para acostarte con ella como te gustaría.
—¿Puedes culparme? Mírala. Quiero matar a cualquier hombre que hable demasiado con ella.
Zayn tuvo dificultades para apartar su mirada de Invitado, pero le concedió que Isabella, con un vestido en plata y verde que le sentaba como un susurro sobre su figura delgada, lucía bella. Isabella siempre lo hacía.
Mac había caído locamente enamorado de esta mujer desde el mismo momento en que puso sus ojos en ella. Pero el idiota de su hermano había necesitado seis años para aprender cómo amarla, pero gracias a Dios, esa tormenta había pasado, su matrimonio ahora estaba anclado en un puerto seguro. Isabella y Mac eran radiantemente felices, con Isabella tan afanosamente ocupada cuidando a Mac, Zayn ya no tenía que hacerlo.
Mac agitó la mano llamando a un camarero que se paró con el champán, Mac ahora era abstemio después de años de casi matarse con la bebida.
—¿Qué ha pasado con tu declaración de que estabas buscando tu propia esposa?—le preguntó a Zayn después de que el camarero se hubiera ido.
La mirada fija de Zayn se deslizó de nuevo a Invitado, que saludaba a un marqués y a una marquesa como si fueran viejos amigos. Sus ojos brillaban mientras hablaba, sus manos enguantadas moviéndose como ella solía hacerlo para enfatizar sus palabras. Se rió con un sonido como las campanillas, y se dio la vuelta para saludar a otra dama bastante tímida y conducirla hacia un grupo haciendo que a la dama le resultara sencillo. Esto era una característica de Invitado, ella podría encantar hasta a Atila el Huno.
— ¿Me has escuchado?— gruñó Mac.
—Realmente te he oído, y ya te dije que lo dejaras en paz.
—Tienes a Invitado justo delante. Por Dios reacciona, bésala hasta dejarla sin sentido y manda a llamar al vicario. Entonces ella podrá ser la anfitriona de tus fiestas e Isabella se podrá quedar en casa conmigo.
—Sabes que no será durante mucho más tiempo—, Zayn dijo suavemente, todavía mirando a Invitado.—Isabella y tú os escapareis a Berkshire, donde vosotros dos os podréis quedar en la cama todo el día y toda la noche.
—Porque entonces tú harás volver a Ainsley y a Beth como tus anfitrionas. Realmente debes saber que tus hermanos están listos para lincharte ¿verdad?
—Tener a una mujer encantadora saludando a mis invitados es parte del plan—
dijo Zayn. —Isabella lo entiende. Mac no pareció impresionado.
—Zayn, tú programarías a Cristo la segunda venida y harías a Wilfred enviarle un
itinerario. Debes aprender a dejar que las cosas simplemente sucedan.
Sin esperar una respuesta, Mac le rodeó y se abrió camino a empujones a través
de la muchedumbre, directamente de vuelta a Isabella.
Aprende a dejar que las cosas sucedan. Zayn tomó un sorbo de whisky para esconder su cínica sonrisa. Lo que Mac no entendía era que Mac, Cam e Ian tenían las vidas que tenían ahora porque Zayn se había negado a permanecer apartado y dejar que las cosas pasaran.
Si Zayn no hubiera orquestado cada detalle de sus vidas, Cam y Mac podrían estar ahora mismo tratando de extraer vida en una selva plagada de malaria o en una Escocia congelada cultivando el resistente suelo. Los caballos de carreras, el arte, las mujeres y el buen whisky serían lujos inalcanzables para ellos.
¿E Ian? Ian podría estar muerto.
No, los hermanos de Zayn no sabían la extensión de lo que había hecho, y Zayn rezó para que nunca lo supieran. La única persona que tenía una ligera noción de ello era la dama del vestido verde botella que sonreía y conversaba con los invitados, cautivándoles con su resplandor. Ella era la única en el ancho mundo que sabía la verdad sobre Zayn Malik.
* * * *
Invitado observó a Mac andar a zancadas alejándose de Zayn, y los admiradores de Zayn aparecieron alrededor de él llenando el espacio.
Este baile era sobre todo provechoso para los partidarios leales de Zayn y para intentar atraer a más hacia el partido de coalición que él había formado, llevándose a algunos caballeros del lado de Gladstone, por un lado y de los conservadores Tories, por el otro.
Las dos damas que se deslizaron a ambos lados de Zayn no tenían interés en la política, Invitado estaba segura de ello. La dama a la izquierda de Zayn era Lady Murchison, la esposa de un Vizconde, la que estaba a su derecha, era la esposa de un comandante naval. La esposa del comandante tenía sus dedos firmemente sujetos en el brazo de Zayn y Lady Murchison deslizó su mano enguantada subrepticiamente bajando por la espalda de Zayn.
Quiere acostarse con él.
Por supuesto que quería. ¿ Quien podría resistirse a Zayn con su levita negra, el kilt de los Mackenzie y calcetines de lana en sus poderosas pantorrillas? Zayn continuó hablando con el pequeño grupo reunido en torno a él, como si no notara a las dos damas deslizándose más cerca y más cerca de él.
Invitado se obligó a volverse y a sonreír a los otros invitados. Era buena en esto, juntando a gente que de seguro congeniaría, encontrando con seguridad a cada uno que deseara bailar el compañero adecuado, y evitando que los invitados más mayores fueran sentados contra una pared y olvidados. La asistencia a esta fiesta era una verdadera aglomeración, aunque Invitado supiera que la lista de invitados se había limitado bastante, tanto que aquellos que no estaban incluidos en ella
moverían cielo y tierra para ser incluidos. Todo era parte del juego para hacer a
Zayn brillar con una luz más brillante.
Ian estaba ausente esta noche, pero esto no era extraño. Ian odiaba las muchedumbres. Isabella decía que cuando Beth estaba con él, Ian podría andar sobre el fuego, o para el caso entre una muchedumbre, mientras su esposa estuviera a su lado.
No le puedo culpar, Invitado pensaba mientras se movía, charlando con todos sin excepción. A la gente le gustaba mirar fijamente y señalar a Ian. El loco Mackenzie, le llamaban, un poco injustamente. Se casó con esa pequeña don nadie medio francesa, susurraban. La pobre mujer debía haber estado desesperada por tener un marido.
No tan pobre, y no tan desesperada. Beth había heredado una gran fortuna antes de casarse con Ian. Pero Invitado sabía la forma en que funcionaba el mundo, otros susurraban acerca de la inconveniencia de que Beth no se hubiera casado dentro de su familia, trayéndoles a todos ellos todo ese encantador dinero.
Invitado esta noche realmente estaba disfrutando de la posibilidad de reencontrarse con algunas de sus amigas de la niñez. Estas damas estaban ahora casadas y preocupadas con problemas del tipo de cómo encontrar buenas niñeras o las primeras aventuras de sus hijos en el colegio. Y, por supuesto, como Invitado todavía era soltera, querían emparejarla.
—Debes unirte a nosotros para nuestra excursión en bote, querida Invitado— una dama decía con indisimulado fervor.—Mi hermano y su mejor amigo acaban de volver de Egipto. Ellos están muy bronceados, difícilmente se los reconoce. ¡Y qué historias cuentan! Completamente fascinantes. Estoy segura que estarán muy interesados en verte.
—Mi padre disfrutaría oyendo sus historias— dijo Invitado Él ama viajar, tan lejos como sea posible mientras no se requiera que se aleje demasiado de su sillón.
La dama se rió, pero sus ojos brillaban con determinación.
—Bien entonces, debe traer a su querido padre. Le hemos extrañado a él también.
Más ofertas de ese tipo fueron expuestas, todas expresadas como salidas o excursiones que no serían lo mismo sin Invitado. Y, por supuesto, un hermano soltero, un primo del sexo masculino, y hasta un tío enviudado iban a endulzar la fiesta. Parecía que los conocidos de Invitado, tenían decidido que su objetivo antes de que la Temporada terminara era conseguir que la pobre Invitado se casara.
A través de todo esto, vio cómo la vizcondesa Murchison se había pegado al lado de Zayn. El Sr. Charles Darwin podría afirmar que los seres humanos descienden de los monos, pero los antepasados de Lady Murchison debían haber sido percebes.
Mientras Invitado estaba mirando, la señora Murchison dejó que su mano bajara hasta apoyarla en el trasero cubierto por el kilt de Zayn. Zayn tenía demasiado sentido común para brincar, pero se giró un poco hacia su izquierda, lo que forzó
a la mano de Lady Murchison a deslizarse lejos de él.
¿Pareció la dama decepcionada? En absoluto. Se rió y le envió una alegre miradita, pareciendo tanto más resuelta.
Vaca desgraciada.
Invitado se dirigió hacia Zayn, haciendo una pausa en cada grupo de invitados para charlar y escuchar, admirando y felicitando, aconsejando y consolando. El suelo de la sala de baile estaba lleno de parejas girando, pero Zayn permanecía firmemente al margen, el Duque era famoso por no bailar nunca en sus propios bailes.
Las multitudes eran una cosa bastante incómoda, Invitado pensaba mientras se sujetaba sus faldas para deslizarse entre unas damas demasiado compuestas. La moda este año parecía dictar que la mujer de la especie debería llevar grandes polisones sobre sus traseros y llenarlos con gigantescos abullonados y grandes rosas de terciopelo. Quizás deberíamos añadir lo necesario para preparar el té o una estantería con libros, Invitado reflexionaba mientras se deslizaba a través de otro grupo más de damas.
Ella intentó meterse a presión en el apretado grupo que rodeaba a Zayn y la gente se cerró todavía más, impidiéndole acercarse. De alguna manera, logró empujar el brazo de un alto caballero que sostenía una copa llena de rojo vino. Perdió su agarre sobre la copa, que vaciló y bailó en las yemas de sus dedos.
Y luego, el desastre. La copa cayó de su mano y quedó flotando durante un tiempo que se hizo largo en su camino hacia el suelo. El líquido como el rubí formó un arco a través del aire y cayó sobre toda la parte delantera del corpiño de satén plateado de Lady Murchison.
Lady Murchison chilló. El caballero del vino estaba jadeando y comenzó a balbucear disculpas de manera sobresaltada. Invitado empujó entonces haciéndose sitio a través del grupo, sus enguantadas manos en sus mejillas
—Oh, querida. Pobre, pobrecita.
La cara de Lady Murchison estaba de un feo verde mientras se alejaba de Zayn, quien había tomado un pañuelo grande de su bolsillo y se lo había ofrecido a ella. El corpiño estaba arruinado, una mancha de un rojo vivo se extendía sobre él, como sangre en una herida.
Invitado agarró la mano de la señora Murchison cuando ella levantaba el pañuelo.
—No, no, no lo restriegue, eso sólo extenderá la mancha. Buscaremos una habitación para que se retire y llame a su doncella para que venga con un poco de soda.
Mientras hablaba, arrastró a la señora Murchison lejos, el alto caballero todavía pidiendo perdón angustiado. Lady Murchison no tenía otra opción más que ir con Invitado. Cada persona a cuyo lado pasaban la miraba fijamente, exclamando, y dedicándole murmullos de compasión a Lady Murchison.
Es decir, cada persona, excepto Zayn. Éste envió a Invitado una penetrante mirada
incluso cuando movía los dedos para llamar a un lacayo para que corriera a por soda. La mirada de Zayn le dijo a Invitado que sabía exactamente lo que Invitado acababa de hacer y exactamente por qué lo había hecho.
La palabra fue llevada por el eco subiendo y bajando la escalera, alcanzando los querubines pintados que acechaban desde el techo de la casa.
Silencio.
El silencio no significaba nada. Zayn subió las escaleras hasta el piso siguiente de dos en dos.
Una de las puertas se encontraba entreabierta. Zayn la empujó abriéndola con tal fuerza que ésta golpeó contra el pesado escritorio que estaba bloqueándola parcialmente.
Alguien había trasladado los muebles que sobraban aquí arriba y ahora la habitación era un revoltijo de estanterías, mesas, cómodas con cajones, y armarios. Un sofá de terciopelo, recubierto de polvo, estaba inclinado en un ángulo extraño en medio de la habitación.
Invitado levantó la vista desde donde había estado buscando, entre los cojines del sofá, una nube de polvo la rodeaba.
—Por todos los cielos— dijo. —Haces un montón de ruido.
El mundo de Zayn se volvió de pronto todo rojo. Invitado no debería estar aquí, en este lugar con sus horribles recuerdos de ira, codicia, celos y miedo. aquí era como un narciso en un cenagal, una frágil flor empujada demasiado fácilmente hacia su destino. Él no quería que este mundo, que esta parte de su vida, la tocara.
—Invitado—, dijo, su voz contenida, con furia, —te dije que no vinieras aquí.
Invitado sacudió a un cojín y lo arrojó de nuevo al sofá.
—Sí, ya sé que lo hiciste. Pero pensé que debería echar un vistazo y buscar las fotografías, y sabía que si te pedía la llave, nunca me la darías.
—Así que fuiste por detrás, a mis espaldas y se la pediste a Ian.
—Bueno, por supuesto. Ian es mucho más lógico que tú y él no me incordia con preguntas molestas. No le dije nada acerca de las fotografías, si eso es lo que te preocupa. Son bastante personales, después de todo. No importa de todos modos, porque Ian nunca me preguntó por qué quería venir.
Zayn le echó a Invitado una mirada que habría hecho que Angelina Palmer perdiera su sonrisa de cortesana dispuesta y se quedara blanca de miedo. Invitado simplemente se quedó mirándole.
Sobre su cabeza llevaba colgado un sombrerito que era como un casquete con un velo un poco absurdo.
Se había levantado el velo moteado por encima de sus ojos, pero no completamente, y este colgaba torcido, inclinándose sobre su ceja derecha. Su vestido marrón oscuro tenía una fina capa del polvo que ella había levantado, y también tenía polvo pegado en sus húmedas mejillas. Un mechón de pelo se había escapado de su peinado, era como una serpiente roja bailando sobre su corpiño. Estaba deliciosamente desaliñada y Dios santo, él la deseaba.
—Te dije que no te quería en este lugar—, dijo.—Ni ahora. Ni nunca.
—Lo sé—. Invitado se movió, tan calmadamente como pudo, hasta el escritorio que bloqueaba la puerta y se inclinó para abrir el cajón inferior.—No soy tan tonta como para venir a toda prisa aquí por mí misma, si es eso lo que te molesta. Me encontré con mi padre y con Ian en el Museo, envié a mi padre y a Maigdlin a casa en tu landó, e hice a Ian caminar conmigo hasta aquí. He sido vigilada en cada paso del camino.
—Lo que me molesta es que te pedí que no vinieras aquí en absoluto y flagrantemente desobedeciste mis deseos—. Su voz resonó
a través de la habitación.
—¿Desobedecí tus deseos? Querido, oh, querido, Su Alta y
Poderosa Gracia. Debería haberte mencionado que siempre he tenido
problemas con la obediencia, pero desde luego, ya lo sabías. Si me hubiera sentado tranquilamente y hubiera esperado para obedecer a mi padre, hace tiempo que me hubiera convertido en un seco esqueleto sentado en una silla. Mi padre es muy malo tomando cualquier tipo de pequeña decisión, incluyendo cuánto azúcar quiere en su té. Y nunca puede recordar si le gusta la crema. Aprendí a temprana edad a no esperar el permiso de nadie, sino simplemente hacerlo.
—Y ahora trabajas para mí.
Ella rebuscó en el cajón, sin mirarlo.
—Soy apenas tu sirviente, pero se aplica el mismo principio. Si me quedara esperando tus directrices, estaría en ese pequeño estudio con Wilfred, golpeando mis dedos sobre el escritorio, preguntándome cuándo te dignarías en aparecer. Incluso Wilfred se pregunta acerca de tu ausencia, y eso que él es un hombre de pocas palabras.
—¡En ese estudio es exactamente donde quiero que estés!
—No veo por qué. Wilfred no necesita realmente que mecanografíe tu correspondencia. Él me la da a mí para que tenga algo que hacer, porque siente
lástima de mí. Mi tiempo está mejor empleado tratando de descubrir quién está enviando las fotos y lo que significan para ella.
Y tú podrías ayudarme a buscar en lugar de quedarte de pie en la puerta gritándome.
Ella hacía que su sangre hirviera.
—Invitado, te quiero fuera de esta casa.
Invitado alegremente lo ignoró para abrir el siguiente cajón.
—No
hasta que termine de buscar. Hay muchos recovecos y rincones y muchos muebles.
Zayn se abrió camino alrededor del escritorio, agarrando a Invitado por los hombros la puso en posición vertical. Ella se acercó rápidamente, un ojo azul estaba ahora completamente tapado por el velo.
Antes de que Zayn se diera cuenta de lo que hacía, deslizó sus manos bajando por sus brazos hasta sus muñecas y se las colocó detrás de la espalda. Él sabía cómo bloquear las manos de una mujer, y sabía cómo abrazarla teniéndola así. Invitado elevó la mirada hasta él, sus rojos labios abriéndose.
La necesidad le atravesó, el ansia atrapándole con sus afiladas garras. Zayn estudió los rojos labios que le estaban llamando, los pechos empujando contra su corpiño bien abotonado, el mechón de pelo caído, oro rojizo contra su mejilla.
Se inclinó y tomó el rizo con su boca. Invitado soltó un suspiro y Zayn giró su cabeza y capturado su labio entre sus dientes.
Los ojos de Invitado se veían enormes cuando estaba tan cerca suyo. Atrás quedaba su desafío, su persistente desconocimiento de sus instrucciones. Se centró en Zayn y sólo en Zayn, mientras él mordía su labio inferior, no brutalmente, pero lo suficiente para atraparla. Su aliento era caliente sobre su mejilla y sus muñecas permanecían quietas bajo sus manos.
¿Domesticada? ¡No! Nunca Invitado. Si ella estaba tranquila bajo su experto agarre, era su elección.
Zayn podría fácilmente tomarla, ahora, quizás encima del aparador que había detrás de ella. Sería intenso y rápido, unos pocos empujes, y encontraría su liberación. Incluso ni siquiera tendrían que desnudarse. Invitado sería suya, otra vez, ineludiblemente.
Zayn depositó un beso suave donde la habían mordido sus dientes. Sus labios estaban ligeramente salados por la transpiración, suave seda, el sabor de su boca, fuerte y caliente, tan satisfactorio. Él la atacó de nuevo, tirando de su labio con sus dientes, de nuevo suavizando el movimiento besando donde la había mordido.
Invitado movió sus labios para besarlo en respuesta, sus ojos entrecerrados no eran más que dos ranuras mientras su boca suave y rosa encontraba la de él.
Zayn se inclinó más sobre ella, listo para lamerla por dentro, pero Invitado se echó hacia atrás.
—No—. Su susurro salió apenas sin voz, y él no lo habría escuchado si no hubiera estado tan cerca. Pero no era miedo lo que había en los ojos de Invitado. Él vio el dolor y la angustia en su lugar.—Esto no es justo.
—¿Qué no es justo?
—Para mí—. Sus pestañas estaban mojadas.
La oscura necesidad se apoderó de él. Agarró fuertemente sus muñecas, pero
Invitado no se estremeció, no se movió.
Él era Zayn Malik, el Duque de Kilmorgan, uno de los hombres más poderosos de Gran Bretaña y Invitado se había puesto a sí misma bajo su poder. Zayn podría hacerle lo que quisiera, aquí, solos en esta habitación.
Cualquier cosa.
Los ojos de Invitado, uno detrás del velo moteado, y el otro visible, le miraron fijamente. Zayn consiguió soltar el aliento que quemaba como el fuego y se obligó a sí mismo a soltarla.
Su cuerpo luchó contra la idea de liberarla, y retrocedió un paso antes de que se apartara y se inclinara sobre un tocador. Presionó sus puños contra la madera, sus pulmones estallándole, la sangre palpitando a través de su cuerpo.
—¿Zayn, estás bien?
Invitado alzó la vista hasta él con preocupación. Todavía, ella no tenía miedo. Sólo preocupación, por él.
—Sí, estoy bien. ¿Por qué diablos no tendría que estarlo?
—Porque estas muy rojo y romperás la madera si no tienes cuidado.
—¡Estaré mejor en el mismo instante en que tu estés fuera de esta casa! Invitado metió sus manos en sus guantes de color gris paloma.
—Cuando termine de buscar.
Zayn rugió. Agarró el tocador y lo volcó, la cosa se estrelló contra el suelo. Al mismo tiempo, la entrada se oscureció e Ian entró a zancadas, su ceño típico de los Mackenzie era todo para Zayn.
Invitado se volvió hacia Ian, dedicándole una brillante sonrisa.
—Aquí estás, Ian. ¿Puedes, por favor, llevarte a Zayn abajo? Terminaré mucho más rápido si él no está aquí arriba arrojando los muebles por el aire.
Zayn fue hacia ella. Ian trató de detenerle, pero Zayn le empujó fuera de su camino y embistió a Invitado.
Ella chilló. Zayn no se preocupó. La levantó y la colocó sobre su hombro, después
empujó a Ian al pasar, quien había decidido retroceder y ver que sucedía, y llevó
a Invitado cargándola escaleras abajo.
— ¡Ian, trae mi paquete!— Invitado gritó hacia atrás sobre su hombro.
—Zayn, déjame en el suelo. Esto es absurdo.
El coche de Zayn se encontraba estacionado bajo las lámparas de gas, que pintaban el nebuloso ambiente de un amarillo enfermizo. Zayn al menos dejó a Invitado sobre sus pies antes de guiarla por las escaleras hasta la calle, sujetando su codo, y empujándola dentro del carruaje.
En vez de luchar contra él, Invitado se hundió después de un
—En serio, Zayn—. Él vio cómo ella echaba un vistazo a los transeúntes y decidió no hacer una escena.
Zayn la empujó dentro del carruaje que sus lacayos habían abierto a toda prisa. Se subió al lado de ella y dirigió a su cochero a Grosvenor Square, sabiendo de sobra que Invitado nunca se quedaría en el carruaje si él no la sujetara allí durante todo el camino a casa.
* * * *
Las fotos que Invitado había encontrado en la tienda eran impresionantes.
Zayn en toda su gloria.
Invitado estaba sentada a solas en la mesa en su habitación esa tarde, las fotografías estaban extendidas ante ella. Estaba vestida solo con su combinación, el nuevo vestido de baile que se pondría esta noche estaba extendido en la cama como una joya de color esmeralda.
Ian, bendito fuera, le había traído el paquete envuelto con el papel de embalaje cuando había vuelto a casa de nuevo sin preguntar sobre lo que había en él. Invitado esperó a que Maigdlin bajara a cenar antes de cortar
el bramante y desenvolver la caja, sacando las fotografías una tras otra.
Había doce en total, seis tomadas en el mismo cuarto que aquella en la cual había estado mirando por la ventana. Las otras seis se había hecho en un dormitorio más pequeño, la decoración del mismo le recordaba a la casa en High Holborn.
Invitado puso su dedo sobre una fotografía y se la acercó. Ésta era diferente de las demás, porque en ella,Zayn no estaba desnudo. Enfrentando a la cámara completamente, llevaba sólo el kilt de los Mackenzie que colgaba bajo en sus caderas. Esta fotografía también era diferente, porque en ella, Zayn estaba sonriendo.
Su sonrisa encendía sus ojos y suavizaba su cara. Una mano estaba sobre su cinturón y la otra dirigiéndose, con la palma hacia adelante, como si le estuviera diciendo al fotógrafo, o fotógrafa, en este caso, que no tomara la foto. El disparo se había realizado, de todos modos.
El resultado mostraba a Zayn como realmente era. Corrección, como solía ser, un pícaro diablo con una sonrisa encantadora. El hombre que
había gastado bromas a Invitado y le había hecho guiños, que la había puesto sobre aviso por querer estar en cualquier parte cerca de un célebre Mackenzie.
Zayn se había reído de ella y había hecho a Invitado reírse en respuesta. Zayn no había tenido miedo de contarle cualquier cosa, sus ambiciones, sus sueños, sus preocupaciones para con sus hermanos, su rabia hacia su padre. Él venía a ella en Glenarden y se tumbaba con la cabeza en su regazo entre las rosas del verano, y desahogaba su corazón. Entonces él la besaba, con los besos de un amante, no con los castos besos de un cortejo. Hasta este día, cuando Invitado olía las rosas rojas, ella sentía la suave presión de sus labios sobre los suyos, recordando el oscuro sabor de su boca.
Los recuerdos la inundaron y sus ojos se llenaron de lágrimas. Zayn había sido un diablo, pero lleno de vida y esperanza, risa y energía, y le había amado.
El hombre en el que Zayn se había convertido ya no tenía esperanza ni risas, aunque todavía tuviera la misma obsesión. Zayn se dirigía hacia ella, según ella había leído en los periódicos se iba ganando a los caballeros y a los políticos atrayéndolos a su lado, haciéndolos querer seguirle. Zayn nunca había tenido nada bueno que decir sobre Bonnie Prince Charlie, el bastardo arrogante que arruinó a los Highlanders, pero Bonnie Prince Charlie debía haber tenido la misma capacidad para hacer que los escépticos creyeran en él.
Pero con el ascenso de Zayn al poder, más calor le había abandonado. Invitado pensó en lo que había visto en sus ojos, cuando estaban ambos en el vestíbulo esta mañana, cuando Zayn había bloqueado su salida de la casa, y esta tarde cuando la había encontrado en la casa de High Holborn. Era un hombre duro y solitario, conducido por la cólera y la determinación, sin sonrisas de entusiasmo, sin risas.
Invitado deslizó esa fotografía apartándola y atrajo la siguiente hacia ella. Zayn todavía sonreía a la cámara, pero con su experta sonrisa de diablo. El kilt no estaba ahora, se encontraba cayendo al suelo desde su
mano.
Era un hombre muy, muy hermoso. Invitado pasó el dedo por su pecho, recordando lo que había sido tocarle. Había conseguido una muestra de ello esta tarde, cuando él había sujetado sus brazos detrás de ella, su fuerza reteniéndola. Había estado a su merced, sabía que ella no sería capaz de alejarse hasta que la soltara. En vez de sentir miedo, Invitado había sentido una oscura excitación golpeando por sus venas.
—¿Invitado, no estás lista?
Invitado dio un brinco cuando la voz de Isabella sonó fuera de la puerta de su habitación. Invitado empujó las fotografías devolviéndolas a la caja y estaba colocando la caja en el fondo del cajón del tocador cuando Isabella Mackenzie entró con un susurro de plateado satén y tafetán.
Invitado cerró con llave el cajón y dejó caer la llave en el escote de su corsé.
—Lo siento, Izzi—, dijo.—Sólo estaba terminando algo. ¿Me ayudarás a vestirme?
* * * *
Zayn supo demasiado bien el momento en el que Invitado se unió a la multitud que llenaba su sala de baile.
Invitado vestía de verde, un vestido oscuro, verde botella con un escote que mostraba la parte superior de sus pechos y exponía sus hombros. Un polisón, más discreto que el gigantesco que llevaban otras señoras, recogía su sobrefalda hacia atrás antes de dejarla caer hasta el suelo en una suave onda de satén.
El estilo llamaba la atención hacia su cintura comprimida por un pequeño y apretado corpiño, y este por su parte atraía la atención hacia el escote que enmarcaba sus pechos llenos. Un collar, una simple cadena con una esmeralda en forma de gota, señalada su hendidura. Los pendientes de esmeralda pendían de sus orejas, tan verdes como el vestido.
Zayn había estado pensando en David Fleming, el diputado que era los ojos y los oídos de Zayn en la Cámara de los Comunes, y preguntándose qué estaba consiguiendo. Fleming esta noche usaba su arte de persuasión para atraer al lado de Zayn a uno o dos hombres sobre el asunto de presentar o no un voto de censura a Gladstone. Zayn sabía que estaba cerca la hora en la que podría obligar a Gladstone a dimitir, y entonces admitir que la coalición de Zayn tenía la mayoría o convocar elecciones, que Zayn estaba malditamente seguro de que él y su partido ganarían.
Consígalos por cualquier medio que sea necesario, Zayn le había dicho a Fleming. Fleming, libertino pero encantador y sibilino como una serpiente, le había asegurado a Zayn su victoria.
Pero una vez que Invitado entró en la sala, la preocupación sobre Gladstone, los votos y la victoria se disolvió en la nada.
Invitado estaba radiante. Esta noche era la primera vez en la que la veía con otra cosa que no fueran los feos vestidos de algodón o de sarga. Invitado vestía ropas abrochadas hasta la barbilla. El vestido de baile dejaba ver su brillo. Isabella debía haberle prestado a Invitado el vestido o habérselo comprado para ella, pero de cualquier forma, el resultado era impresionante.
Un poco demasiado impresionante. Zayn no podía apartar sus ojos de ella.
—Estoy muy cansado de que tomes prestada a mi esposa para hacer de anfitriona en tus aburridas fiestas—, dijo Mac, parándose junto a Zayn en un raro momento en el que había espacio vacío alrededor de él.—Entre estos malditos bailes y veladas musicales y la decoración de los mismos, nunca la veo.
Zayn no apartó su mirada fija de Invitado mientras tomaba un sorbo de whisky de malta.
—Lo que quieres decir es que no tienes la misma cantidad de tiempo para acostarte con ella como te gustaría.
—¿Puedes culparme? Mírala. Quiero matar a cualquier hombre que hable demasiado con ella.
Zayn tuvo dificultades para apartar su mirada de Invitado, pero le concedió que Isabella, con un vestido en plata y verde que le sentaba como un susurro sobre su figura delgada, lucía bella. Isabella siempre lo hacía.
Mac había caído locamente enamorado de esta mujer desde el mismo momento en que puso sus ojos en ella. Pero el idiota de su hermano había necesitado seis años para aprender cómo amarla, pero gracias a Dios, esa tormenta había pasado, su matrimonio ahora estaba anclado en un puerto seguro. Isabella y Mac eran radiantemente felices, con Isabella tan afanosamente ocupada cuidando a Mac, Zayn ya no tenía que hacerlo.
Mac agitó la mano llamando a un camarero que se paró con el champán, Mac ahora era abstemio después de años de casi matarse con la bebida.
—¿Qué ha pasado con tu declaración de que estabas buscando tu propia esposa?—le preguntó a Zayn después de que el camarero se hubiera ido.
La mirada fija de Zayn se deslizó de nuevo a Invitado, que saludaba a un marqués y a una marquesa como si fueran viejos amigos. Sus ojos brillaban mientras hablaba, sus manos enguantadas moviéndose como ella solía hacerlo para enfatizar sus palabras. Se rió con un sonido como las campanillas, y se dio la vuelta para saludar a otra dama bastante tímida y conducirla hacia un grupo haciendo que a la dama le resultara sencillo. Esto era una característica de Invitado, ella podría encantar hasta a Atila el Huno.
— ¿Me has escuchado?— gruñó Mac.
—Realmente te he oído, y ya te dije que lo dejaras en paz.
—Tienes a Invitado justo delante. Por Dios reacciona, bésala hasta dejarla sin sentido y manda a llamar al vicario. Entonces ella podrá ser la anfitriona de tus fiestas e Isabella se podrá quedar en casa conmigo.
—Sabes que no será durante mucho más tiempo—, Zayn dijo suavemente, todavía mirando a Invitado.—Isabella y tú os escapareis a Berkshire, donde vosotros dos os podréis quedar en la cama todo el día y toda la noche.
—Porque entonces tú harás volver a Ainsley y a Beth como tus anfitrionas. Realmente debes saber que tus hermanos están listos para lincharte ¿verdad?
—Tener a una mujer encantadora saludando a mis invitados es parte del plan—
dijo Zayn. —Isabella lo entiende. Mac no pareció impresionado.
—Zayn, tú programarías a Cristo la segunda venida y harías a Wilfred enviarle un
itinerario. Debes aprender a dejar que las cosas simplemente sucedan.
Sin esperar una respuesta, Mac le rodeó y se abrió camino a empujones a través
de la muchedumbre, directamente de vuelta a Isabella.
Aprende a dejar que las cosas sucedan. Zayn tomó un sorbo de whisky para esconder su cínica sonrisa. Lo que Mac no entendía era que Mac, Cam e Ian tenían las vidas que tenían ahora porque Zayn se había negado a permanecer apartado y dejar que las cosas pasaran.
Si Zayn no hubiera orquestado cada detalle de sus vidas, Cam y Mac podrían estar ahora mismo tratando de extraer vida en una selva plagada de malaria o en una Escocia congelada cultivando el resistente suelo. Los caballos de carreras, el arte, las mujeres y el buen whisky serían lujos inalcanzables para ellos.
¿E Ian? Ian podría estar muerto.
No, los hermanos de Zayn no sabían la extensión de lo que había hecho, y Zayn rezó para que nunca lo supieran. La única persona que tenía una ligera noción de ello era la dama del vestido verde botella que sonreía y conversaba con los invitados, cautivándoles con su resplandor. Ella era la única en el ancho mundo que sabía la verdad sobre Zayn Malik.
* * * *
Invitado observó a Mac andar a zancadas alejándose de Zayn, y los admiradores de Zayn aparecieron alrededor de él llenando el espacio.
Este baile era sobre todo provechoso para los partidarios leales de Zayn y para intentar atraer a más hacia el partido de coalición que él había formado, llevándose a algunos caballeros del lado de Gladstone, por un lado y de los conservadores Tories, por el otro.
Las dos damas que se deslizaron a ambos lados de Zayn no tenían interés en la política, Invitado estaba segura de ello. La dama a la izquierda de Zayn era Lady Murchison, la esposa de un Vizconde, la que estaba a su derecha, era la esposa de un comandante naval. La esposa del comandante tenía sus dedos firmemente sujetos en el brazo de Zayn y Lady Murchison deslizó su mano enguantada subrepticiamente bajando por la espalda de Zayn.
Quiere acostarse con él.
Por supuesto que quería. ¿ Quien podría resistirse a Zayn con su levita negra, el kilt de los Mackenzie y calcetines de lana en sus poderosas pantorrillas? Zayn continuó hablando con el pequeño grupo reunido en torno a él, como si no notara a las dos damas deslizándose más cerca y más cerca de él.
Invitado se obligó a volverse y a sonreír a los otros invitados. Era buena en esto, juntando a gente que de seguro congeniaría, encontrando con seguridad a cada uno que deseara bailar el compañero adecuado, y evitando que los invitados más mayores fueran sentados contra una pared y olvidados. La asistencia a esta fiesta era una verdadera aglomeración, aunque Invitado supiera que la lista de invitados se había limitado bastante, tanto que aquellos que no estaban incluidos en ella
moverían cielo y tierra para ser incluidos. Todo era parte del juego para hacer a
Zayn brillar con una luz más brillante.
Ian estaba ausente esta noche, pero esto no era extraño. Ian odiaba las muchedumbres. Isabella decía que cuando Beth estaba con él, Ian podría andar sobre el fuego, o para el caso entre una muchedumbre, mientras su esposa estuviera a su lado.
No le puedo culpar, Invitado pensaba mientras se movía, charlando con todos sin excepción. A la gente le gustaba mirar fijamente y señalar a Ian. El loco Mackenzie, le llamaban, un poco injustamente. Se casó con esa pequeña don nadie medio francesa, susurraban. La pobre mujer debía haber estado desesperada por tener un marido.
No tan pobre, y no tan desesperada. Beth había heredado una gran fortuna antes de casarse con Ian. Pero Invitado sabía la forma en que funcionaba el mundo, otros susurraban acerca de la inconveniencia de que Beth no se hubiera casado dentro de su familia, trayéndoles a todos ellos todo ese encantador dinero.
Invitado esta noche realmente estaba disfrutando de la posibilidad de reencontrarse con algunas de sus amigas de la niñez. Estas damas estaban ahora casadas y preocupadas con problemas del tipo de cómo encontrar buenas niñeras o las primeras aventuras de sus hijos en el colegio. Y, por supuesto, como Invitado todavía era soltera, querían emparejarla.
—Debes unirte a nosotros para nuestra excursión en bote, querida Invitado— una dama decía con indisimulado fervor.—Mi hermano y su mejor amigo acaban de volver de Egipto. Ellos están muy bronceados, difícilmente se los reconoce. ¡Y qué historias cuentan! Completamente fascinantes. Estoy segura que estarán muy interesados en verte.
—Mi padre disfrutaría oyendo sus historias— dijo Invitado Él ama viajar, tan lejos como sea posible mientras no se requiera que se aleje demasiado de su sillón.
La dama se rió, pero sus ojos brillaban con determinación.
—Bien entonces, debe traer a su querido padre. Le hemos extrañado a él también.
Más ofertas de ese tipo fueron expuestas, todas expresadas como salidas o excursiones que no serían lo mismo sin Invitado. Y, por supuesto, un hermano soltero, un primo del sexo masculino, y hasta un tío enviudado iban a endulzar la fiesta. Parecía que los conocidos de Invitado, tenían decidido que su objetivo antes de que la Temporada terminara era conseguir que la pobre Invitado se casara.
A través de todo esto, vio cómo la vizcondesa Murchison se había pegado al lado de Zayn. El Sr. Charles Darwin podría afirmar que los seres humanos descienden de los monos, pero los antepasados de Lady Murchison debían haber sido percebes.
Mientras Invitado estaba mirando, la señora Murchison dejó que su mano bajara hasta apoyarla en el trasero cubierto por el kilt de Zayn. Zayn tenía demasiado sentido común para brincar, pero se giró un poco hacia su izquierda, lo que forzó
a la mano de Lady Murchison a deslizarse lejos de él.
¿Pareció la dama decepcionada? En absoluto. Se rió y le envió una alegre miradita, pareciendo tanto más resuelta.
Vaca desgraciada.
Invitado se dirigió hacia Zayn, haciendo una pausa en cada grupo de invitados para charlar y escuchar, admirando y felicitando, aconsejando y consolando. El suelo de la sala de baile estaba lleno de parejas girando, pero Zayn permanecía firmemente al margen, el Duque era famoso por no bailar nunca en sus propios bailes.
Las multitudes eran una cosa bastante incómoda, Invitado pensaba mientras se sujetaba sus faldas para deslizarse entre unas damas demasiado compuestas. La moda este año parecía dictar que la mujer de la especie debería llevar grandes polisones sobre sus traseros y llenarlos con gigantescos abullonados y grandes rosas de terciopelo. Quizás deberíamos añadir lo necesario para preparar el té o una estantería con libros, Invitado reflexionaba mientras se deslizaba a través de otro grupo más de damas.
Ella intentó meterse a presión en el apretado grupo que rodeaba a Zayn y la gente se cerró todavía más, impidiéndole acercarse. De alguna manera, logró empujar el brazo de un alto caballero que sostenía una copa llena de rojo vino. Perdió su agarre sobre la copa, que vaciló y bailó en las yemas de sus dedos.
Y luego, el desastre. La copa cayó de su mano y quedó flotando durante un tiempo que se hizo largo en su camino hacia el suelo. El líquido como el rubí formó un arco a través del aire y cayó sobre toda la parte delantera del corpiño de satén plateado de Lady Murchison.
Lady Murchison chilló. El caballero del vino estaba jadeando y comenzó a balbucear disculpas de manera sobresaltada. Invitado empujó entonces haciéndose sitio a través del grupo, sus enguantadas manos en sus mejillas
—Oh, querida. Pobre, pobrecita.
La cara de Lady Murchison estaba de un feo verde mientras se alejaba de Zayn, quien había tomado un pañuelo grande de su bolsillo y se lo había ofrecido a ella. El corpiño estaba arruinado, una mancha de un rojo vivo se extendía sobre él, como sangre en una herida.
Invitado agarró la mano de la señora Murchison cuando ella levantaba el pañuelo.
—No, no, no lo restriegue, eso sólo extenderá la mancha. Buscaremos una habitación para que se retire y llame a su doncella para que venga con un poco de soda.
Mientras hablaba, arrastró a la señora Murchison lejos, el alto caballero todavía pidiendo perdón angustiado. Lady Murchison no tenía otra opción más que ir con Invitado. Cada persona a cuyo lado pasaban la miraba fijamente, exclamando, y dedicándole murmullos de compasión a Lady Murchison.
Es decir, cada persona, excepto Zayn. Éste envió a Invitado una penetrante mirada
incluso cuando movía los dedos para llamar a un lacayo para que corriera a por soda. La mirada de Zayn le dijo a Invitado que sabía exactamente lo que Invitado acababa de hacer y exactamente por qué lo había hecho.
lau_mic
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
Me agrada que les guste , quieren el otro cap hoy , o mañana?
lau_mic
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
Hello!!!, NUEVA SENSUALOTA LECTORAAA REPORTANDOCE >.<
OKAY, primero que todo ME ENCANTA TU NOVELA, en serio que esta re buena .
Tienes que seguirla prontoooooooo porfaaaa LA AMO ajaja
Y segundo, mmm, no se, creo que no tengo una segunda cosapara decir ajjaja. :P
Siguelaaa cuando puedas. BeSoS Y aBrAzOs !!!
OKAY, primero que todo ME ENCANTA TU NOVELA, en serio que esta re buena .
Tienes que seguirla prontoooooooo porfaaaa LA AMO ajaja
Y segundo, mmm, no se, creo que no tengo una segunda cosapara decir ajjaja. :P
Siguelaaa cuando puedas. BeSoS Y aBrAzOs !!!
AbriiL_013♥
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
ok lamento no haberla seguido :3
lau_mic
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
Hay que bonito... de nuevo gracias por tomarme como parte de la novela =D..... Siguela, esta muy padre ..... Eres muy buena escritora, lo sigo diciendo....
MaEly Morytaa de Malik
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
WOOOOAUUUU ME ENCANTO TODOS¡¡¡ LOS CAPITULOS JAJAJA ME LLAMOS eLISA PERO DIME eli JEJEJEY NO ME HABIA DADO CUENTA QUE SALIA EN LA NOVELA¡¡ HASTA AHORA C: JEJEJE SIGUELÑA¡¡ PRONTO
siiii sube capitulo¡¡¡
siiii sube capitulo¡¡¡
elisadirectionerforever
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
siguela¡¡¡¡¡ plis quiero saber qu epasara? si guela¡¡ :aah:
elisadirectionerforever
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
siii siguelaaa no la abandones :c
elisadirectionerforever
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
CAPÍTULO 6
—Invitado.
Invitado se detuvo al oír la voz de Zayn abajo en el descansillo. Había pasado una hora desde el desagradable episodio con la señora Murchison, y Invitado había ido arriba a buscar un chal, para una señora que se quejaba de frío. El baile y la bebida continuaban en el salón, las alegres notas de un reel escocés llegaban al pasillo.
Las lámparas de gas estaban bajas, Zayn era una sombra en la oscuridad más profunda. Parecía un Highlander acechando a sus enemigos para derribarlos, sólo le faltaba su claymore. Invitado había visto una pintura del tatarabuelo de Zayn Mackenzie, Malcolm Mackenzie, con su espada y su arrogante cara de desprecio, y decidió que Zayn se parecía a él enormemente. Malcolm había sido un loco, las leyendas lo contaban, un guerrero despiadado al que nadie podía derrotar, el único de los cinco hermanos Mackenzie que sobrevivió en la batalla de Culloden. Si el viejo Malcolm hubiera poseído sólo una onza de la misma determinación que Zayn, entonces Malcolm en efecto habría sido peligroso.
Invitado sonrió y bajó la escalera hacia él, con el chal entre sus brazos.
— ¿Qué haces aquí, Zayn? El baile no ha terminado, aún.
Zayn interceptó su camino cuando trató de pasar por delante de él.
—Eres el mismo diablo, Invitado.
— ¿Por traer un chal para una señora que tiene frío? Creía que eso era amabilidad.
Zayn la miró con un rastro de su antiguo fuego en la mirada.
—Hice que Wilfred le diera un cheque a la señora Murchison por el vestido. Por supuesto, no había olvidado el pequeño incidente en la sala de baile.
—Qué buena idea—, dijo Invitado. —El vino realmente deja una mancha deplorable. Lástima, realmente, era un vestido encantador.
Invitado trató de esquivarle, pasando a su alrededor otra vez, pero Zayn la agarró por el brazo.
—Invitado.
— ¿Qué?
No podía leer lo que había en sus ojos, su mirada dorada estaba en calma. Creía que podría soltarle en ese momento un discurso sobre la inconveniencia de arruinar deliberadamente el vestido de la señora Murchison, la señora había admitido la derrota cuando la soda no quitó la mancha y se había ido a casa. Pero Zayn no dijo nada sobre eso.
En cambio tocó las esmeraldas que colgaban de sus orejas.
--Eran de mi madre.
La voz de Zayn era suave, su dedo acariciaba con la misma suavidad el lóbulo de la oreja de Invitado. Eso era lo que la señora Murchison había añorado, el toque experto de Zayn, el modo en que su voz se recubría de suavidad, calentando el cuerpo de la afortunada señora.
—Isabella insistió—, dijo Invitado rápidamente. —Quise negarme, habiendo pertenecido a tu madre y todo eso, pero ya conoces a Isabella. Se empecina en una cosa, y no atiende a razones. Te lo habría preguntado, pero fue en el último minuto y ya estabas recibiendo invitados. Me las puedo quitar si quieres.
—No—. Los dedos de Zayn se cerraron sobre el pendiente, pero suavemente, sin tirar. —Isabella tenía razón. Lucen bien en ti.
—Aún así, ha sido un gran atrevimiento.
—Mi madre habría querido que los llevaras. — Su voz se hizo más suave todavía.
—Le habrías gustado, creo.
—Realmente la ví, una vez—, dijo Invitado. —Era sólo una niña, tendría unos ocho años, no mucho después de que mi madre falleciera. Pero congeniamos, me dijo que lamentaba no haber tenido una hija.
Invitado recordó el dulce perfume de la duquesa, la había abrazado de forma impulsiva y no había querido dejarla ir. La madre de Zayn, Elspeth, había sido una mujer bella, pero con ojos atormentados.
Zayn se parecía un poco a ella, aunque Ian y Mac se parecían más. Zayn y Cam tenían la mirada de su padre, un enorme hombre que nunca le gustó a Invitado, pero que nunca la había tratado mal.
Zayn soltó el pendiente y levantó la mano de Invitado hasta sus labios. Besó el dorso de sus dedos, el calor de sus labios quemaba su piel a través de los finos guantes.
Invitado se quedó muy quieta, agarrando los pliegues del resbaladizo chal, con el corazón martilleándole. Zayn cerró los ojos cuando volvió a besar su guante otra vez, como si tratara de absorber su calidez a través de los labios.
Esa misma tarde, Zayn la había sujetado en un fuerte abrazo, había inmovilizado sus muñecas detrás de ella en un apretón imposible. Había mordido su labio inferior, pero no había sido burlón o juguetón. Había habido cruda necesidad en sus ojos.
Y Invitado no había tenido miedo. Había sabido que Zayn no le haría daño. Podría romperle su corazón, sí; pero dañarla fisicamente, no.
Esta noche, sin embargo, era todo suavidad. Zayn tocó su labio, en el lugar donde se lo había magullado. Invitado había cubierto la diminuta contusión con una sutil cantidad de maquillaje, pero Zayn sabía exactamente donde la había marcado.
— ¿Te hice daño? — susurró, alzando las cejas.
Invitado no pudo detener su lengua que salió como una flecha para tocar su labio.
—No.
—No me dejes nunca hacerte daño—, dijo. —Si hago algo que no te guste, di, “Para, Zayn”, y lo haré. Te lo prometo.
Sacudió la cabeza.
—Nunca has hecho nada que no me gustara. — Se sonrojó una vez que lo dijo. Zayn tocó su labio superior.
—Soy un sinvergüenza. Lo sabes. Sabes todos mis secretos.
—Realmente no. Sé que te gustan… los juegos. He llegado a comprender eso. Como en las fotografías. Aunque exactamente no se qué clase de juegos, siempre he tenido curiosidad por saberlo.
Si creía que se lo contaría, ahí en el hueco de la escalera, iba a decepcionarse.
—No, sin juegos—, dijo. —No contigo. Lo que quiero contigo…— Sus ojos brillaron. —Quiero cosas que no debería querer.
Ahuecó su mejilla. Vio su pulso palpitante en la garganta, su cara enrojecida.
Zayn se contenía. Todos los pensamientos que pasaban por su cabeza, todo lo que quería y no podía decir, se reprimía. El movimiento de sus dedos, la rigidez de su cuerpo, el modo en que sus ojos se llenaban de sombras, le decían eso.
Se acercó más. Invitado olió su jabón de afeitar, el whisky que había bebido, y ligeramente detrás de esto, el perfume bastante horrible de la señora Murchison.
Más cerca aún. Los ojos de Zayn se cerraron cuando tocó su labio en el lugar en el que la había mordido.
Sin embargo lo que le dolía era el pecho, Invitado se mantuvo quieta, sorprendida de cuánto le dolía. Zayn acariciaba sus labios, con el pulgar desde la comisura de su boca.
Invitado se alzó hasta él, probando su lengua que se introdujo en su dulce boca. Suavemente, suavemente, Zayn todavía se reprimía. Sus labios eran suaves, secos hasta que su boca los mojó. Todavía le resultaba familiar, el gusto salvaje de él todavía le era familiar. Los años desaparecieron, y ellos encajaron, de nuevo.
Los dedos de Zayn eran fuertes, calientes, pero su boca aún era dura. Invitado se apretaba contra él, deseaba tanto su cuerpo caliente que sentía hambre.
“Di, detente, Zayn, y lo haré”. Supuso que se lo debería decir si la encerraba con llave en algún lugar, como había hecho esa tarde, dejándola indefensa frente a él.
Estaba indefensa ahora, y no tenía intención de decirle que parara.
El chal se deslizó del débil apretón de Invitado y cayó a sus pies. Zayn se acercó más, sus muslos presionando contra su falda, su brazo firme alrededor de su cintura. Invitado sintió su dureza a través de las capas de tela, su obvio deseo. Recordó la foto en la que vestido sólo con sólo su kilt, sonreía al dejarlo caer.
Su cuerpo era hermoso. Quiso que se desnudara para ella otra vez, y sólo para ella, para nadie más.
Invitado sabía exactamente por qué la señora Murchison había dejado a su mano vagar hasta su trasero. Invitado deslizó sus dedos allí ahora, por debajo de la levita, muy sutilmente, si llevaba algo debajo de la falda debía de ser muy fino. Invitado colocó sus palmas sobre sus firmes nalgas, un agradable calor la embargó al sentir los fuertes músculos bajo la lana.
Zayn levantó la cabeza. Su mirada suave desapareció, y fue sustituida por la amplia sonrisa pecaminosa del joven Zayn Malik Mackenzie.
—Diablesa—, dijo.
—Todavía eres bastante atractivo, Zayn.
—Y tú todavía tienes fuego en tu interior. — Zsyn pasó la yema de un dedo sobre sus pestañas. —Lo veo.
—En absoluto. Hacía bastante frío en Aberdeen.
— ¿Y viniste a Londres para calentarte? Muchacha pervertida. Invitado apretó sus nalgas otra vez, incapaz de detenerse.
— ¿Por qué crees que vine a Londres?
La incertidumbre centelleó en sus ojos, y sus cejas descendieron. Invitado recordó el poder embriagador que había sentido devolviendole su broma. Zayn no estaba acostumbrado a eso, quería ser el maestro en todas las situaciones. Cuando no sabía lo que Invitado pensaba, se volvía salvaje.
—Por las fotografías, dijiste. Y me dijiste que querías un trabajo.
—Podría haber trabajado como mecanógrafa en Aberdeen. No tenía que venir a
Londres para eso.
Zayn apoyó su frente en la suya.
—No me hagas eso, Invitado. No me tientes con lo que no puedo tener.
—No tengo intención de tentarte. ¿Pero te preguntas por qué, verdad? Lo veo cada vez me miras.
La mano de Zayn acarició su mandíbula otra vez.
—Olvidas que estás en peligro. Soy un hombre peligroso. Cuando sé lo que quiero, simplemente lo cojo.
— ¿No querías a la señora Murchison? — Los ojos de Invitado se abrieron asombrados.
—Es una arpía. El vino no era necesario.
—Me disgustó ver cómo te tocaba.
Zayn acarició la boca de Invitado, mientras la fruncía, y la besó entonces.
—Me gusta que te disgustara eso. ¿Salvándome para poderme tocar tú? Invitado apretó su trasero otra vez.
—Parece que no te opones.
—Por supuesto que no me opongo. Nunca me opuse. — Otro beso suave. — Tienes dedos expertos, Invitado. Lo recuerdo.
Invitado quería desmayarse, dejarse caer como el chal alrededor de sus pies. Zayn Mackenzie era experto en gastar bromas, pero lo que habían compartido en el pasado le decia que esto era verdadero. ¿Si se lo preguntara, la acompañaría a su cuarto en el piso superior, y pasaría el resto de la noche en su cama, mientras recordaban cómo habían disfrutado ambos aprendiendo a conocer sus cuerpos?
Antes de que pudiera hablar, Zayn la levantó y la sentó en la barandilla. Invitadogimió, sintiendo el espacio vacío a su espalda, pero los brazos de Zayn la sostenían apartándola del peligro. Apartó sus faldas mientras se colocaba entre sus piernas, el chal olvidado estaba detrás de él en el suelo.
—Me haces sentir vivo—, dijo Zayn. La voz de Invitado tembló.
— ¿Es eso algo malo?
—Sí—. Su mandíbula se apretó. —Tengo éxito porque me concentro. Me fijo en una cosa y hago todo lo posible para obtener esa cosa. Contra viento y marea. Tú… —, la sostuvo con un brazo mientras pasaba un dedo por sus labios. —Me haces perder esa concentración. Lo hiciste antes, y lo vuelves a hacer ahora. Debería devolverte a la sala de baile, fuera de mi vista, pero ahora mismo, todo que quiero hacer es contar tus pecas. Y besarlas. Y lamerlas…
Zayn depositó un beso en su pómulo, y otro y otro. Estaba haciéndolo, besaba cada una de sus pecas. Invitado se inclinó un poco hacia atrás en sus brazos, sabiendo que no la dejaría caer.
Se sentía caliente, salvaje, como él siempre la hacía sentir. Invitado la solterona remilgada y correcta, la ayudante de su viudo padre, el modelo de Glenarden, sabía que le dejaría a Zayn hacer con ella lo que quisiera, y ya se preocuparía de las consecuencias cuando tuviera tiempo.
Sus labios encontraron los de ella otra vez, ahora con fuerza, dominando la caricia a su boca. Invitado levantó los brazos hasta su cuello, y le devolvió el beso. Sus bocas se encontraron y se volvieron a encontrar, el ruido suave de los besos
se desplazaba por el hueco de la escalera. Invitado pasó una pierna a su alrededor y le acarició con el pie su duro muslo.
Retrocedió un poco, en sus ojos brillaba una sonrisa.
—Mi muchacha sinvergüenza—, susurró. —Nunca te he olvidado, Invitado. Nunca. Invitado se sentía tan disoluta como él la llamaba. ¿Pero por qué no? ¿Eran lo bastante mayores, verdad? Un viudo y una solterona, estaban por encima de la edad del escándalo. ¿Qué había de malo en un besito en la escalera?
Pero esto no era inofensivo, y Invitado lo sabía. Sus piernas se abrieron para él. Zayn sabía dónde colocar su dureza, exactamente en el lugar correcto…
— ¿Mackenzie? — Una voz subió a través de la barandilla, con una nota de sorpresa.
Invitado gimió y saltó y se habría caído, si no la hubieran sujetado los brazos de hierro de Zayn. El mundo real se arremolinó detrás de ella como un viento frío, pero Zayn simplemente levantó su cabeza y miró abajo de la escalera con impaciencia.
—Fleming—, dijo. — ¿Qué quiere?
—Mis disculpas por la interrupción—, respondió con sorna. —Siento ser tan completamente inoportuno.
Invitado reconoció la voz. Era David Fleming, uno de amigos más antiguos de Zayn y camarada en la política. Cuando Zayn comenzó a cortejar a Invitado, David se había declarado enamorado de Invitado también, abiertamente y sin recato alguno. A su favor se podía decir, que nunca había tratado de interferir en el noviazgo o robarle Invitado a Zayn, pero cuando ella rompió el compromiso, David corrió hasta Glenarden y pidió a Invitado que se casara con él. Invitado le había dado una cortés, pero firme, negativa.
Le gustaba David, y había mantenido una cierta amistad con él, pero a éste le gustaba demasiado beber y jugar a los dados, hasta un punto depravado. Su afición por del juego político era la única cosa que le impedía seguir con sus vicios hasta el olvido, y Invitado temía lo que le pasaría cuando el juego político dejara de tener interés para él.
—Si pudiera salir usted, Mackenzie—, Fleming arrastraba las palabras —Tengo a Neely en mi carruaje. He hecho tanto como he podido, pero necesito su habilidad para hacerle entrar. ¿Le digo que vuelva en un mejor momento?
Invitado vio como Zayn cambiaba desde el joven sinvergüenza del que había estado enamorada al desapasionado político que había llegado a ser.
—No—, dijo. —Bajaré.
David dio unos pasos hacia adelante, hasta ver las caras iluminadas...
—Dios mío, si es usted, Invitado.
Zayn bajó a Invitado de la barandilla, y al ponerla de pie en el rellano, las faldas cayeron colocandose decorosamente.
—Ya sé quién soy, Sr. Fleming—, dijo cuando recogió rápidamente el chal caído. David se apoyó contra la pared, sacó una petaca de plata y dio un trago.
—¿Quiere que le golpee por usted, Invitado? Después de que consigamos a Neely, por supuesto. Necesito a Zayn para eso. He tardado un maldito infierno en llegar con esto tan lejos.
—No es necesario—, dijo Invitado. —Está todo bien.
Sentía fija en ella la oscura mirada interesada de David, desde la planta baja.
—Amo odiarle—, dijo, señalando a Zayn con su petaca. —Y odio amarle. Pero le necesito, y él me necesita, y por lo tanto, tendré que esperar antes de matarle.
—Eso parece—, contestó Invitado.
Invitado no miró a zayn cuando bajó la escalera, pero sentía su calor detrás. David guardó su petaca, cogió por el codo a Invitado cuando llegó al último escalón y la acompañó el resto del descenso.
—Francamente, Invitado—, dijo. —Si necesita que la proteja de él, sólo tiene que decírmelo.
Invitado bajó la escalera hasta el final y se soltó de su agarre.
—No se preocupe por mí, Sr. Fleming—, dijo, dirigiéndole una sonrisa. —Puedo cuidar de mí misma, siempre lo he hecho.
—No sé como lo hace. — David soltó un suspiro infeliz y levantó la mano de
Invitado a sus labios.
Invitado le sonrió, se apartó y se apresuró a entrar a la sala de baile con el chal, sin mirar hacia atrás a Zayn. Pero sentía que éste la contemplaba, sentía su cólera en su fija mirada y esperaba que no se desatara esa cólera contra el pobre Sr. Fleming.
El carruaje de David Fleming era ostentoso, como él mismo. El remilgado Sr. Neely, un soltero de hábitos espartanos, parecía fuera de lugar en él. Se sentaba muy derecho, con el sombrero sobre sus huesudas rodillas.
—Disculpe el carruaje—, dijo Fleming sentándose enfrente, cuando vio que el Sr. Neely echaba un vistazo con repugnancia. —Mi padre era avaro y extravagante al mismo tiempo, y es heredado.
Zayn, por su parte, no podía estabilizar su respiración. Tener a Invitado caliente en sus brazos, con ella alzando la vista hasta él con absoluta confianza, le había conmocionado y hecho olvidar todo lo demás. Si Fleming no hubiera interrumpido, Zayn la habría poseído esa noche. Quizás allí mismo en la escalera, con la posibilidad de que alguno de los invitados alzara la vista y los viera, lo que lo hacía doblemente emocionante.
Su duro pene se había desinflado un poco cuando David le había llamado, pero pensar en Invitado sobre la barandilla, con su pie deslizándose sobre su trasero, hacía que volviera a excitarse.
Presta atención. Lanzamos la red a Neely, y lo pescamos con una docena de seguidores leales, apartándoles de Gladstone. Le necesitamos. Fleming tenía razón al ir a buscarme, él es demasiado decadente para el gusto de Neely.
El reformado Zayn Mackenzie, por otra parte, que raramente tocaba a una mujer en esa época, podría persuadir a un remilgado soltero. Nada como un calavera reformado para provocar a un puritano.
Neely miró desaprobadoramente a David, cuando éste encendió un puro, recostándose en el asiento e inhalando el humo con placer. David raramente se molestaba en controlar sus apetitos, pero Zayn sabía que David tenía una mente tan aguda como una navaja de afeitar detrás de su aparente depravación.
—El Sr. Fleming cree que puede comprar mi lealtad—, dijo Neely. Frunció el gesto con el humo y tosió en un pequeño puño.
David tenía bien preparada la presa, observó Zayn.
—El Sr. Fleming puede ser muy ordinario—, dijo. —Es debido a su educación. Neely miró a Fleming con animosidad.
— ¿Qué quiere? —, preguntó a Zayn.
—Su ayuda—. Zayn extendió las manos, las palabras acudían con facilidad a sus labios mientras su cuerpo se recostaba y ansiaba a Invitado. —Mis reformas, Neely, golpearán directas al corazón de asuntos que le interesan a usted. Odio la corrupción, lamento mirar a otro lado mientras que los seres humanos son explotados en nombre del enriquecimiento de la nación. Detendré tales cosas, pero necesito su ayuda para hacerlo. No puedo trabajar solo.
Neely pareció aplacarse ligeramente. Zayn sabía que lo mejor para apelar a él, no era ofrecerle la adquisición de poder o riqueza
— Neely era rico, un caballero inglés de clase media – alta, con arraigadas ideas acerca de su lugar en la sociedad. Desaprobaba el estilo de vida salvaje de David y la enorme finca de Zayn, pero no les condenaba completamente. No era su culpa. Zayn era un duque, David el nieto de un par. Pertenecían a las clases aristocráticas y no podían evitar sus excesos.
Neely también creía que el deber de las clases altas era mejorar la vida de las clases bajas. Quería que siguieran siendo campesinos, por supuesto, pero felices y bien cuidados campesinos, para mostrar al mundo que al menos en Inglaterra practicaban “la nobleza obliga”. Neely nunca soñaría con beberse una pinta en el bar con un minero o en contratar a un carterista cockney como ayudante de cámara de su hermano. Pero seguramente lucharía por mejores salarios, precios más baratos para el pan y condiciones laborales menos peligrosas.
—Sí, bueno—dijo Neely. —Tiene algunas ideas excelentes para la reforma, Su
Gracia. — Humedeció sus labios, mirando primero a David, y después a Zayn.
David detectó la mirada y a su vez miró a Zayn con disimulo.
— ¿Quizás podamos endulzar el pote, eh? —preguntó David. —Presiento que desea preguntarnos algo. Está en confianza. Las palabras no saldrán de estas paredes. — Acarició el mullido terciopelo al lado de su cabeza.
Zayn esperaba que Neely pidiera otro impuesto sobre la aristocracia o su ayuda en uno de sus proyectos favoritos, pero los sorprendió diciendo,
—Deseo casarme.
Zayn levantó sus cejas.
— ¿Usted? Mis felicitaciones.
—No, no. Quiero decir, que deseo casarme, pero no conozco ninguna candidata soltera. ¿Quizás, Su Gracia, con un amplio círculo de amistades, podría presentarme en alguien conveniente?
Mientras Zayn disimulaba su irritación, David dio una gran calada de su puro, lo apartó y miró a Zayn entre el humo.
— ¿Quizás lady Invitado podría ayudarnos? Conoce a cada dama soltera de todo el país.
Neely se reanimó con la mención de un título.
— ¿Sería esa dama tan amable?
David volvió a llevarse el puro a la boca, y Zayn le miró irritado. Aunque Invitado reconocía que muchas mujeres de su clase se casaban para establecer conexiones sociales o financieras, no estaría muy contenta de introducir al mojigato y snob Neely entre sus amigos.
—Tengo que advertirle—, dijo Zayn a Neely, —que aún cuando lady Invitado consienta en ayudarle, sería necesario que la joven elegida aceptara su petición de mano. Un matrimonio es una cosa demasiado nebulosa para garantizarla.
Neely pensó en eso y movió la cabeza.
—Sí, ya veo. Bueno, señores, consideraré las cosas.
Zayn sintió que el pez se escabullía. Pero no tenía interés en trillar Inglaterra para encontrarle una novia a ese hombre. Tendría que recurrir a las amenazas, y no era exactamente lo que quería hacer esta noche.
Antes de que pudiera hablar, David apagó el cigarro y dijo,
—Díganos lo que realmente quiere, Neely.
Zayn echó un vistazo a David sorprendido, entonces se preguntó cómo no había visto las señales. Neely estaba nervioso, mucho más que un hombre que sólo busca conocer a una mujer adecuada.
La cabeza de Zayn no estaba en ese juego esta noche. Por supuesto que no. Sus pensamientos estaban en el hueco de la escalera con Invitado, su respuesta inmediata pero inocente, el gusto de su boca, el olor de su piel…
—Estaba a punto de pedir algo más, antes de que se decidiera por el tema seguro del matrimonio—, dijo David, logrando atraer la atención de Zayn. —Admítalo. Está entre amigos. Mundanos, además.
En otras palabras, puede ser honesto con nosotros, porque somos tan malos como cualquier caballero podría serlo. Y posiblemente no nos logrará impresionar.
Neely se aclaró la garganta. Comenzó a sonreír, y Zayn se relajó. David había encontrado un punto de camaradería con él. Ahora lograría subir el pez al barco.
Neely miró a Zayn.
—Quiero hacer lo que usted hace. Zayn frunció el ceño, sin entender.
— ¿Qué hago?
—Con mujeres. — Los ojos de Neely brillaban con expectación. —Ya sabe.
¡Ah, Dios Mío!
—Esto fue en el pasado, Sr. Neely—, dijo Zayn con tranquilidad. —Me he reformado.
—Sí. Muy admirable. — dijo Neely fríamente. —Pero sabrá dónde puedo encontrar tales cosas. Me gustan las damas. Me gustan muchísimo, pero soy un poco tímido. Y no tengo ni idea de cómo acercarme a ellas para… ciertas cosas. Encontré a un tipo en Francia que me dijo que le puso un cabestro a una y la montó como a un caballo. Me gustaría…, me gustaría muchísimo intentar algo así.
Zayn se esforzó por esconder su repugnancia. Lo que Neely preguntaba no tenía nada que ver con los placeres exóticos que Zayn había aprendido y disfrutado. Neely preguntaba por lo que creía que a Zayn le gustaba, usar a las mujeres, quizás haciéndoles daño, para su placer. Lo que Neely quería era una perversidad, y no tenía nada que ver con el arte que Zayn practicaba.
Lo que Zayn hacía se basaba en la confianza, no en el dolor, Zayn prometía la alegría más exquisita a la mujer que se rindiera a él por completo. Había aprendido a entender lo que cada mujer quería exactamente y sabía exactamente como dárselo, y como lograr que llegara al orgasmo sana y salva. Una dama nunca tenía nada que temer cuando estaba al cuidado de Zayn.
Sin embargo, ese arte podría ser peligroso, y un pervertido inexperto como Neely podría hacer realmente daño a alguien. El pensar en que Neely asumía que Zayn disfrutaba causando dolor, le enojó. Ese hombre era un idiota.
Pero Zayn necesitaba los votos que ese hombre le proporcionaría. Se tragó su cólera y dijo,
—la Sra. Whitaker.
—Ah—. David sonrió e hizo gestos con el puro. —Excelente opción.
— ¿Quién es la Sra. Whitaker? —preguntó Neely.
—Una mujer que cuidará muy bien de usted—, dijo Zayn. La Sra. Whitaker era una prostituta que sabía cómo contener a hombres sobreexcitados como Neely.
—David le llevará a su casa.
Neely parecía impaciente y temeroso al mismo tiempo.
— ¿Quiere decir ahora mismo?
—No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy—, dijo Zayn. —Le dejaré en manos del Sr. Fleming. Buenas noches, Sr. Neely. Debo volver con mis invitados.
—Perfecto—. Neely hizo una reverencia en su asiento, pero no le dio la mano. Nunca pensaría que fuera apropiado estrechar la mano a un duque. —Se lo agradezco, Su Gracia.
David y Zayn se echaron otra mirada, y Zayn abrió la puerta. Salió con alivio del carruaje lleno de humo, y David estiró sus piernas hasta el asiento que Zayn había desocupado cruzando sus tobillos, la imagen misma de la decadencia. Un lacayo cerró la puerta y el carruaje se alejó.
El aliento de Zayn produjo vapor en la frialdad de la noche, pero su casa brillaba con luz y calor. La música, las voces y la risa salían por la puerta principal.
Zayn regresó dando zancadas mucho más contento de lo que había salido. Quería ver a Invitado. Tenía que verla. Necesitando sus cálidos ojos azules y su amplia sonrisa, su charla efusiva como una lluvia repentina en un día caluroso y seco. Quería que su belleza anulara la fealdad de Neely, quería volver al placer inocente de besar sus pecas, que sabían como la dulce miel.
Allí estaba, con el vestido verde botella que por la razón que fuera resaltaba el azul de sus ojos, los pendientes de esmeralda que habían pertenecido a su madre colgando de sus orejas. Un extraño alivio embargó a Zayn cuando la miró, como si el baile, la reunión con Neely y todo, no fuera nada, y sólo Invitado fuera real.
Charlaba animadamente, ya que Invitado no era nada tímida, con damas y caballeros, y gesticulaba con un abanico que parecía haberse agenciado. O quizás había colgado de su muñeca la noche entera; Zayn no podía recordarlo. El abanico cerrado resultaba perfecto colocado en horizontal, cuando quería resaltar un punto. Después se lo llevaba hasta los labios.
Zayn se puso duro como una piedra. Se agarró al marco de la puerta de la sala de baile para evitar caerse.
Queria a Invitado para todos esos placeres oscuros, por los que había desdeñado a Neely, pero este no los entendía. Quería que se rindiera en sus manos, que confiara completamente en él, mientras cogía el abanico y la tocaba con él. Quería ver su asombro cuando descubriera el profundo placer que un simple toque podía proporcionar, su profundidad y amplitud.
La quería ahora.
Zayn se apartó del marco de la puerta, saludando con pequeñas inclinaciones de cabeza a aquellos que trataban de atraer su atención y se dirigió hacia Invitado.
—Invitado.
Invitado se detuvo al oír la voz de Zayn abajo en el descansillo. Había pasado una hora desde el desagradable episodio con la señora Murchison, y Invitado había ido arriba a buscar un chal, para una señora que se quejaba de frío. El baile y la bebida continuaban en el salón, las alegres notas de un reel escocés llegaban al pasillo.
Las lámparas de gas estaban bajas, Zayn era una sombra en la oscuridad más profunda. Parecía un Highlander acechando a sus enemigos para derribarlos, sólo le faltaba su claymore. Invitado había visto una pintura del tatarabuelo de Zayn Mackenzie, Malcolm Mackenzie, con su espada y su arrogante cara de desprecio, y decidió que Zayn se parecía a él enormemente. Malcolm había sido un loco, las leyendas lo contaban, un guerrero despiadado al que nadie podía derrotar, el único de los cinco hermanos Mackenzie que sobrevivió en la batalla de Culloden. Si el viejo Malcolm hubiera poseído sólo una onza de la misma determinación que Zayn, entonces Malcolm en efecto habría sido peligroso.
Invitado sonrió y bajó la escalera hacia él, con el chal entre sus brazos.
— ¿Qué haces aquí, Zayn? El baile no ha terminado, aún.
Zayn interceptó su camino cuando trató de pasar por delante de él.
—Eres el mismo diablo, Invitado.
— ¿Por traer un chal para una señora que tiene frío? Creía que eso era amabilidad.
Zayn la miró con un rastro de su antiguo fuego en la mirada.
—Hice que Wilfred le diera un cheque a la señora Murchison por el vestido. Por supuesto, no había olvidado el pequeño incidente en la sala de baile.
—Qué buena idea—, dijo Invitado. —El vino realmente deja una mancha deplorable. Lástima, realmente, era un vestido encantador.
Invitado trató de esquivarle, pasando a su alrededor otra vez, pero Zayn la agarró por el brazo.
—Invitado.
— ¿Qué?
No podía leer lo que había en sus ojos, su mirada dorada estaba en calma. Creía que podría soltarle en ese momento un discurso sobre la inconveniencia de arruinar deliberadamente el vestido de la señora Murchison, la señora había admitido la derrota cuando la soda no quitó la mancha y se había ido a casa. Pero Zayn no dijo nada sobre eso.
En cambio tocó las esmeraldas que colgaban de sus orejas.
--Eran de mi madre.
La voz de Zayn era suave, su dedo acariciaba con la misma suavidad el lóbulo de la oreja de Invitado. Eso era lo que la señora Murchison había añorado, el toque experto de Zayn, el modo en que su voz se recubría de suavidad, calentando el cuerpo de la afortunada señora.
—Isabella insistió—, dijo Invitado rápidamente. —Quise negarme, habiendo pertenecido a tu madre y todo eso, pero ya conoces a Isabella. Se empecina en una cosa, y no atiende a razones. Te lo habría preguntado, pero fue en el último minuto y ya estabas recibiendo invitados. Me las puedo quitar si quieres.
—No—. Los dedos de Zayn se cerraron sobre el pendiente, pero suavemente, sin tirar. —Isabella tenía razón. Lucen bien en ti.
—Aún así, ha sido un gran atrevimiento.
—Mi madre habría querido que los llevaras. — Su voz se hizo más suave todavía.
—Le habrías gustado, creo.
—Realmente la ví, una vez—, dijo Invitado. —Era sólo una niña, tendría unos ocho años, no mucho después de que mi madre falleciera. Pero congeniamos, me dijo que lamentaba no haber tenido una hija.
Invitado recordó el dulce perfume de la duquesa, la había abrazado de forma impulsiva y no había querido dejarla ir. La madre de Zayn, Elspeth, había sido una mujer bella, pero con ojos atormentados.
Zayn se parecía un poco a ella, aunque Ian y Mac se parecían más. Zayn y Cam tenían la mirada de su padre, un enorme hombre que nunca le gustó a Invitado, pero que nunca la había tratado mal.
Zayn soltó el pendiente y levantó la mano de Invitado hasta sus labios. Besó el dorso de sus dedos, el calor de sus labios quemaba su piel a través de los finos guantes.
Invitado se quedó muy quieta, agarrando los pliegues del resbaladizo chal, con el corazón martilleándole. Zayn cerró los ojos cuando volvió a besar su guante otra vez, como si tratara de absorber su calidez a través de los labios.
Esa misma tarde, Zayn la había sujetado en un fuerte abrazo, había inmovilizado sus muñecas detrás de ella en un apretón imposible. Había mordido su labio inferior, pero no había sido burlón o juguetón. Había habido cruda necesidad en sus ojos.
Y Invitado no había tenido miedo. Había sabido que Zayn no le haría daño. Podría romperle su corazón, sí; pero dañarla fisicamente, no.
Esta noche, sin embargo, era todo suavidad. Zayn tocó su labio, en el lugar donde se lo había magullado. Invitado había cubierto la diminuta contusión con una sutil cantidad de maquillaje, pero Zayn sabía exactamente donde la había marcado.
— ¿Te hice daño? — susurró, alzando las cejas.
Invitado no pudo detener su lengua que salió como una flecha para tocar su labio.
—No.
—No me dejes nunca hacerte daño—, dijo. —Si hago algo que no te guste, di, “Para, Zayn”, y lo haré. Te lo prometo.
Sacudió la cabeza.
—Nunca has hecho nada que no me gustara. — Se sonrojó una vez que lo dijo. Zayn tocó su labio superior.
—Soy un sinvergüenza. Lo sabes. Sabes todos mis secretos.
—Realmente no. Sé que te gustan… los juegos. He llegado a comprender eso. Como en las fotografías. Aunque exactamente no se qué clase de juegos, siempre he tenido curiosidad por saberlo.
Si creía que se lo contaría, ahí en el hueco de la escalera, iba a decepcionarse.
—No, sin juegos—, dijo. —No contigo. Lo que quiero contigo…— Sus ojos brillaron. —Quiero cosas que no debería querer.
Ahuecó su mejilla. Vio su pulso palpitante en la garganta, su cara enrojecida.
Zayn se contenía. Todos los pensamientos que pasaban por su cabeza, todo lo que quería y no podía decir, se reprimía. El movimiento de sus dedos, la rigidez de su cuerpo, el modo en que sus ojos se llenaban de sombras, le decían eso.
Se acercó más. Invitado olió su jabón de afeitar, el whisky que había bebido, y ligeramente detrás de esto, el perfume bastante horrible de la señora Murchison.
Más cerca aún. Los ojos de Zayn se cerraron cuando tocó su labio en el lugar en el que la había mordido.
Sin embargo lo que le dolía era el pecho, Invitado se mantuvo quieta, sorprendida de cuánto le dolía. Zayn acariciaba sus labios, con el pulgar desde la comisura de su boca.
Invitado se alzó hasta él, probando su lengua que se introdujo en su dulce boca. Suavemente, suavemente, Zayn todavía se reprimía. Sus labios eran suaves, secos hasta que su boca los mojó. Todavía le resultaba familiar, el gusto salvaje de él todavía le era familiar. Los años desaparecieron, y ellos encajaron, de nuevo.
Los dedos de Zayn eran fuertes, calientes, pero su boca aún era dura. Invitado se apretaba contra él, deseaba tanto su cuerpo caliente que sentía hambre.
“Di, detente, Zayn, y lo haré”. Supuso que se lo debería decir si la encerraba con llave en algún lugar, como había hecho esa tarde, dejándola indefensa frente a él.
Estaba indefensa ahora, y no tenía intención de decirle que parara.
El chal se deslizó del débil apretón de Invitado y cayó a sus pies. Zayn se acercó más, sus muslos presionando contra su falda, su brazo firme alrededor de su cintura. Invitado sintió su dureza a través de las capas de tela, su obvio deseo. Recordó la foto en la que vestido sólo con sólo su kilt, sonreía al dejarlo caer.
Su cuerpo era hermoso. Quiso que se desnudara para ella otra vez, y sólo para ella, para nadie más.
Invitado sabía exactamente por qué la señora Murchison había dejado a su mano vagar hasta su trasero. Invitado deslizó sus dedos allí ahora, por debajo de la levita, muy sutilmente, si llevaba algo debajo de la falda debía de ser muy fino. Invitado colocó sus palmas sobre sus firmes nalgas, un agradable calor la embargó al sentir los fuertes músculos bajo la lana.
Zayn levantó la cabeza. Su mirada suave desapareció, y fue sustituida por la amplia sonrisa pecaminosa del joven Zayn Malik Mackenzie.
—Diablesa—, dijo.
—Todavía eres bastante atractivo, Zayn.
—Y tú todavía tienes fuego en tu interior. — Zsyn pasó la yema de un dedo sobre sus pestañas. —Lo veo.
—En absoluto. Hacía bastante frío en Aberdeen.
— ¿Y viniste a Londres para calentarte? Muchacha pervertida. Invitado apretó sus nalgas otra vez, incapaz de detenerse.
— ¿Por qué crees que vine a Londres?
La incertidumbre centelleó en sus ojos, y sus cejas descendieron. Invitado recordó el poder embriagador que había sentido devolviendole su broma. Zayn no estaba acostumbrado a eso, quería ser el maestro en todas las situaciones. Cuando no sabía lo que Invitado pensaba, se volvía salvaje.
—Por las fotografías, dijiste. Y me dijiste que querías un trabajo.
—Podría haber trabajado como mecanógrafa en Aberdeen. No tenía que venir a
Londres para eso.
Zayn apoyó su frente en la suya.
—No me hagas eso, Invitado. No me tientes con lo que no puedo tener.
—No tengo intención de tentarte. ¿Pero te preguntas por qué, verdad? Lo veo cada vez me miras.
La mano de Zayn acarició su mandíbula otra vez.
—Olvidas que estás en peligro. Soy un hombre peligroso. Cuando sé lo que quiero, simplemente lo cojo.
— ¿No querías a la señora Murchison? — Los ojos de Invitado se abrieron asombrados.
—Es una arpía. El vino no era necesario.
—Me disgustó ver cómo te tocaba.
Zayn acarició la boca de Invitado, mientras la fruncía, y la besó entonces.
—Me gusta que te disgustara eso. ¿Salvándome para poderme tocar tú? Invitado apretó su trasero otra vez.
—Parece que no te opones.
—Por supuesto que no me opongo. Nunca me opuse. — Otro beso suave. — Tienes dedos expertos, Invitado. Lo recuerdo.
Invitado quería desmayarse, dejarse caer como el chal alrededor de sus pies. Zayn Mackenzie era experto en gastar bromas, pero lo que habían compartido en el pasado le decia que esto era verdadero. ¿Si se lo preguntara, la acompañaría a su cuarto en el piso superior, y pasaría el resto de la noche en su cama, mientras recordaban cómo habían disfrutado ambos aprendiendo a conocer sus cuerpos?
Antes de que pudiera hablar, Zayn la levantó y la sentó en la barandilla. Invitadogimió, sintiendo el espacio vacío a su espalda, pero los brazos de Zayn la sostenían apartándola del peligro. Apartó sus faldas mientras se colocaba entre sus piernas, el chal olvidado estaba detrás de él en el suelo.
—Me haces sentir vivo—, dijo Zayn. La voz de Invitado tembló.
— ¿Es eso algo malo?
—Sí—. Su mandíbula se apretó. —Tengo éxito porque me concentro. Me fijo en una cosa y hago todo lo posible para obtener esa cosa. Contra viento y marea. Tú… —, la sostuvo con un brazo mientras pasaba un dedo por sus labios. —Me haces perder esa concentración. Lo hiciste antes, y lo vuelves a hacer ahora. Debería devolverte a la sala de baile, fuera de mi vista, pero ahora mismo, todo que quiero hacer es contar tus pecas. Y besarlas. Y lamerlas…
Zayn depositó un beso en su pómulo, y otro y otro. Estaba haciéndolo, besaba cada una de sus pecas. Invitado se inclinó un poco hacia atrás en sus brazos, sabiendo que no la dejaría caer.
Se sentía caliente, salvaje, como él siempre la hacía sentir. Invitado la solterona remilgada y correcta, la ayudante de su viudo padre, el modelo de Glenarden, sabía que le dejaría a Zayn hacer con ella lo que quisiera, y ya se preocuparía de las consecuencias cuando tuviera tiempo.
Sus labios encontraron los de ella otra vez, ahora con fuerza, dominando la caricia a su boca. Invitado levantó los brazos hasta su cuello, y le devolvió el beso. Sus bocas se encontraron y se volvieron a encontrar, el ruido suave de los besos
se desplazaba por el hueco de la escalera. Invitado pasó una pierna a su alrededor y le acarició con el pie su duro muslo.
Retrocedió un poco, en sus ojos brillaba una sonrisa.
—Mi muchacha sinvergüenza—, susurró. —Nunca te he olvidado, Invitado. Nunca. Invitado se sentía tan disoluta como él la llamaba. ¿Pero por qué no? ¿Eran lo bastante mayores, verdad? Un viudo y una solterona, estaban por encima de la edad del escándalo. ¿Qué había de malo en un besito en la escalera?
Pero esto no era inofensivo, y Invitado lo sabía. Sus piernas se abrieron para él. Zayn sabía dónde colocar su dureza, exactamente en el lugar correcto…
— ¿Mackenzie? — Una voz subió a través de la barandilla, con una nota de sorpresa.
Invitado gimió y saltó y se habría caído, si no la hubieran sujetado los brazos de hierro de Zayn. El mundo real se arremolinó detrás de ella como un viento frío, pero Zayn simplemente levantó su cabeza y miró abajo de la escalera con impaciencia.
—Fleming—, dijo. — ¿Qué quiere?
—Mis disculpas por la interrupción—, respondió con sorna. —Siento ser tan completamente inoportuno.
Invitado reconoció la voz. Era David Fleming, uno de amigos más antiguos de Zayn y camarada en la política. Cuando Zayn comenzó a cortejar a Invitado, David se había declarado enamorado de Invitado también, abiertamente y sin recato alguno. A su favor se podía decir, que nunca había tratado de interferir en el noviazgo o robarle Invitado a Zayn, pero cuando ella rompió el compromiso, David corrió hasta Glenarden y pidió a Invitado que se casara con él. Invitado le había dado una cortés, pero firme, negativa.
Le gustaba David, y había mantenido una cierta amistad con él, pero a éste le gustaba demasiado beber y jugar a los dados, hasta un punto depravado. Su afición por del juego político era la única cosa que le impedía seguir con sus vicios hasta el olvido, y Invitado temía lo que le pasaría cuando el juego político dejara de tener interés para él.
—Si pudiera salir usted, Mackenzie—, Fleming arrastraba las palabras —Tengo a Neely en mi carruaje. He hecho tanto como he podido, pero necesito su habilidad para hacerle entrar. ¿Le digo que vuelva en un mejor momento?
Invitado vio como Zayn cambiaba desde el joven sinvergüenza del que había estado enamorada al desapasionado político que había llegado a ser.
—No—, dijo. —Bajaré.
David dio unos pasos hacia adelante, hasta ver las caras iluminadas...
—Dios mío, si es usted, Invitado.
Zayn bajó a Invitado de la barandilla, y al ponerla de pie en el rellano, las faldas cayeron colocandose decorosamente.
—Ya sé quién soy, Sr. Fleming—, dijo cuando recogió rápidamente el chal caído. David se apoyó contra la pared, sacó una petaca de plata y dio un trago.
—¿Quiere que le golpee por usted, Invitado? Después de que consigamos a Neely, por supuesto. Necesito a Zayn para eso. He tardado un maldito infierno en llegar con esto tan lejos.
—No es necesario—, dijo Invitado. —Está todo bien.
Sentía fija en ella la oscura mirada interesada de David, desde la planta baja.
—Amo odiarle—, dijo, señalando a Zayn con su petaca. —Y odio amarle. Pero le necesito, y él me necesita, y por lo tanto, tendré que esperar antes de matarle.
—Eso parece—, contestó Invitado.
Invitado no miró a zayn cuando bajó la escalera, pero sentía su calor detrás. David guardó su petaca, cogió por el codo a Invitado cuando llegó al último escalón y la acompañó el resto del descenso.
—Francamente, Invitado—, dijo. —Si necesita que la proteja de él, sólo tiene que decírmelo.
Invitado bajó la escalera hasta el final y se soltó de su agarre.
—No se preocupe por mí, Sr. Fleming—, dijo, dirigiéndole una sonrisa. —Puedo cuidar de mí misma, siempre lo he hecho.
—No sé como lo hace. — David soltó un suspiro infeliz y levantó la mano de
Invitado a sus labios.
Invitado le sonrió, se apartó y se apresuró a entrar a la sala de baile con el chal, sin mirar hacia atrás a Zayn. Pero sentía que éste la contemplaba, sentía su cólera en su fija mirada y esperaba que no se desatara esa cólera contra el pobre Sr. Fleming.
El carruaje de David Fleming era ostentoso, como él mismo. El remilgado Sr. Neely, un soltero de hábitos espartanos, parecía fuera de lugar en él. Se sentaba muy derecho, con el sombrero sobre sus huesudas rodillas.
—Disculpe el carruaje—, dijo Fleming sentándose enfrente, cuando vio que el Sr. Neely echaba un vistazo con repugnancia. —Mi padre era avaro y extravagante al mismo tiempo, y es heredado.
Zayn, por su parte, no podía estabilizar su respiración. Tener a Invitado caliente en sus brazos, con ella alzando la vista hasta él con absoluta confianza, le había conmocionado y hecho olvidar todo lo demás. Si Fleming no hubiera interrumpido, Zayn la habría poseído esa noche. Quizás allí mismo en la escalera, con la posibilidad de que alguno de los invitados alzara la vista y los viera, lo que lo hacía doblemente emocionante.
Su duro pene se había desinflado un poco cuando David le había llamado, pero pensar en Invitado sobre la barandilla, con su pie deslizándose sobre su trasero, hacía que volviera a excitarse.
Presta atención. Lanzamos la red a Neely, y lo pescamos con una docena de seguidores leales, apartándoles de Gladstone. Le necesitamos. Fleming tenía razón al ir a buscarme, él es demasiado decadente para el gusto de Neely.
El reformado Zayn Mackenzie, por otra parte, que raramente tocaba a una mujer en esa época, podría persuadir a un remilgado soltero. Nada como un calavera reformado para provocar a un puritano.
Neely miró desaprobadoramente a David, cuando éste encendió un puro, recostándose en el asiento e inhalando el humo con placer. David raramente se molestaba en controlar sus apetitos, pero Zayn sabía que David tenía una mente tan aguda como una navaja de afeitar detrás de su aparente depravación.
—El Sr. Fleming cree que puede comprar mi lealtad—, dijo Neely. Frunció el gesto con el humo y tosió en un pequeño puño.
David tenía bien preparada la presa, observó Zayn.
—El Sr. Fleming puede ser muy ordinario—, dijo. —Es debido a su educación. Neely miró a Fleming con animosidad.
— ¿Qué quiere? —, preguntó a Zayn.
—Su ayuda—. Zayn extendió las manos, las palabras acudían con facilidad a sus labios mientras su cuerpo se recostaba y ansiaba a Invitado. —Mis reformas, Neely, golpearán directas al corazón de asuntos que le interesan a usted. Odio la corrupción, lamento mirar a otro lado mientras que los seres humanos son explotados en nombre del enriquecimiento de la nación. Detendré tales cosas, pero necesito su ayuda para hacerlo. No puedo trabajar solo.
Neely pareció aplacarse ligeramente. Zayn sabía que lo mejor para apelar a él, no era ofrecerle la adquisición de poder o riqueza
— Neely era rico, un caballero inglés de clase media – alta, con arraigadas ideas acerca de su lugar en la sociedad. Desaprobaba el estilo de vida salvaje de David y la enorme finca de Zayn, pero no les condenaba completamente. No era su culpa. Zayn era un duque, David el nieto de un par. Pertenecían a las clases aristocráticas y no podían evitar sus excesos.
Neely también creía que el deber de las clases altas era mejorar la vida de las clases bajas. Quería que siguieran siendo campesinos, por supuesto, pero felices y bien cuidados campesinos, para mostrar al mundo que al menos en Inglaterra practicaban “la nobleza obliga”. Neely nunca soñaría con beberse una pinta en el bar con un minero o en contratar a un carterista cockney como ayudante de cámara de su hermano. Pero seguramente lucharía por mejores salarios, precios más baratos para el pan y condiciones laborales menos peligrosas.
—Sí, bueno—dijo Neely. —Tiene algunas ideas excelentes para la reforma, Su
Gracia. — Humedeció sus labios, mirando primero a David, y después a Zayn.
David detectó la mirada y a su vez miró a Zayn con disimulo.
— ¿Quizás podamos endulzar el pote, eh? —preguntó David. —Presiento que desea preguntarnos algo. Está en confianza. Las palabras no saldrán de estas paredes. — Acarició el mullido terciopelo al lado de su cabeza.
Zayn esperaba que Neely pidiera otro impuesto sobre la aristocracia o su ayuda en uno de sus proyectos favoritos, pero los sorprendió diciendo,
—Deseo casarme.
Zayn levantó sus cejas.
— ¿Usted? Mis felicitaciones.
—No, no. Quiero decir, que deseo casarme, pero no conozco ninguna candidata soltera. ¿Quizás, Su Gracia, con un amplio círculo de amistades, podría presentarme en alguien conveniente?
Mientras Zayn disimulaba su irritación, David dio una gran calada de su puro, lo apartó y miró a Zayn entre el humo.
— ¿Quizás lady Invitado podría ayudarnos? Conoce a cada dama soltera de todo el país.
Neely se reanimó con la mención de un título.
— ¿Sería esa dama tan amable?
David volvió a llevarse el puro a la boca, y Zayn le miró irritado. Aunque Invitado reconocía que muchas mujeres de su clase se casaban para establecer conexiones sociales o financieras, no estaría muy contenta de introducir al mojigato y snob Neely entre sus amigos.
—Tengo que advertirle—, dijo Zayn a Neely, —que aún cuando lady Invitado consienta en ayudarle, sería necesario que la joven elegida aceptara su petición de mano. Un matrimonio es una cosa demasiado nebulosa para garantizarla.
Neely pensó en eso y movió la cabeza.
—Sí, ya veo. Bueno, señores, consideraré las cosas.
Zayn sintió que el pez se escabullía. Pero no tenía interés en trillar Inglaterra para encontrarle una novia a ese hombre. Tendría que recurrir a las amenazas, y no era exactamente lo que quería hacer esta noche.
Antes de que pudiera hablar, David apagó el cigarro y dijo,
—Díganos lo que realmente quiere, Neely.
Zayn echó un vistazo a David sorprendido, entonces se preguntó cómo no había visto las señales. Neely estaba nervioso, mucho más que un hombre que sólo busca conocer a una mujer adecuada.
La cabeza de Zayn no estaba en ese juego esta noche. Por supuesto que no. Sus pensamientos estaban en el hueco de la escalera con Invitado, su respuesta inmediata pero inocente, el gusto de su boca, el olor de su piel…
—Estaba a punto de pedir algo más, antes de que se decidiera por el tema seguro del matrimonio—, dijo David, logrando atraer la atención de Zayn. —Admítalo. Está entre amigos. Mundanos, además.
En otras palabras, puede ser honesto con nosotros, porque somos tan malos como cualquier caballero podría serlo. Y posiblemente no nos logrará impresionar.
Neely se aclaró la garganta. Comenzó a sonreír, y Zayn se relajó. David había encontrado un punto de camaradería con él. Ahora lograría subir el pez al barco.
Neely miró a Zayn.
—Quiero hacer lo que usted hace. Zayn frunció el ceño, sin entender.
— ¿Qué hago?
—Con mujeres. — Los ojos de Neely brillaban con expectación. —Ya sabe.
¡Ah, Dios Mío!
—Esto fue en el pasado, Sr. Neely—, dijo Zayn con tranquilidad. —Me he reformado.
—Sí. Muy admirable. — dijo Neely fríamente. —Pero sabrá dónde puedo encontrar tales cosas. Me gustan las damas. Me gustan muchísimo, pero soy un poco tímido. Y no tengo ni idea de cómo acercarme a ellas para… ciertas cosas. Encontré a un tipo en Francia que me dijo que le puso un cabestro a una y la montó como a un caballo. Me gustaría…, me gustaría muchísimo intentar algo así.
Zayn se esforzó por esconder su repugnancia. Lo que Neely preguntaba no tenía nada que ver con los placeres exóticos que Zayn había aprendido y disfrutado. Neely preguntaba por lo que creía que a Zayn le gustaba, usar a las mujeres, quizás haciéndoles daño, para su placer. Lo que Neely quería era una perversidad, y no tenía nada que ver con el arte que Zayn practicaba.
Lo que Zayn hacía se basaba en la confianza, no en el dolor, Zayn prometía la alegría más exquisita a la mujer que se rindiera a él por completo. Había aprendido a entender lo que cada mujer quería exactamente y sabía exactamente como dárselo, y como lograr que llegara al orgasmo sana y salva. Una dama nunca tenía nada que temer cuando estaba al cuidado de Zayn.
Sin embargo, ese arte podría ser peligroso, y un pervertido inexperto como Neely podría hacer realmente daño a alguien. El pensar en que Neely asumía que Zayn disfrutaba causando dolor, le enojó. Ese hombre era un idiota.
Pero Zayn necesitaba los votos que ese hombre le proporcionaría. Se tragó su cólera y dijo,
—la Sra. Whitaker.
—Ah—. David sonrió e hizo gestos con el puro. —Excelente opción.
— ¿Quién es la Sra. Whitaker? —preguntó Neely.
—Una mujer que cuidará muy bien de usted—, dijo Zayn. La Sra. Whitaker era una prostituta que sabía cómo contener a hombres sobreexcitados como Neely.
—David le llevará a su casa.
Neely parecía impaciente y temeroso al mismo tiempo.
— ¿Quiere decir ahora mismo?
—No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy—, dijo Zayn. —Le dejaré en manos del Sr. Fleming. Buenas noches, Sr. Neely. Debo volver con mis invitados.
—Perfecto—. Neely hizo una reverencia en su asiento, pero no le dio la mano. Nunca pensaría que fuera apropiado estrechar la mano a un duque. —Se lo agradezco, Su Gracia.
David y Zayn se echaron otra mirada, y Zayn abrió la puerta. Salió con alivio del carruaje lleno de humo, y David estiró sus piernas hasta el asiento que Zayn había desocupado cruzando sus tobillos, la imagen misma de la decadencia. Un lacayo cerró la puerta y el carruaje se alejó.
El aliento de Zayn produjo vapor en la frialdad de la noche, pero su casa brillaba con luz y calor. La música, las voces y la risa salían por la puerta principal.
Zayn regresó dando zancadas mucho más contento de lo que había salido. Quería ver a Invitado. Tenía que verla. Necesitando sus cálidos ojos azules y su amplia sonrisa, su charla efusiva como una lluvia repentina en un día caluroso y seco. Quería que su belleza anulara la fealdad de Neely, quería volver al placer inocente de besar sus pecas, que sabían como la dulce miel.
Allí estaba, con el vestido verde botella que por la razón que fuera resaltaba el azul de sus ojos, los pendientes de esmeralda que habían pertenecido a su madre colgando de sus orejas. Un extraño alivio embargó a Zayn cuando la miró, como si el baile, la reunión con Neely y todo, no fuera nada, y sólo Invitado fuera real.
Charlaba animadamente, ya que Invitado no era nada tímida, con damas y caballeros, y gesticulaba con un abanico que parecía haberse agenciado. O quizás había colgado de su muñeca la noche entera; Zayn no podía recordarlo. El abanico cerrado resultaba perfecto colocado en horizontal, cuando quería resaltar un punto. Después se lo llevaba hasta los labios.
Zayn se puso duro como una piedra. Se agarró al marco de la puerta de la sala de baile para evitar caerse.
Queria a Invitado para todos esos placeres oscuros, por los que había desdeñado a Neely, pero este no los entendía. Quería que se rindiera en sus manos, que confiara completamente en él, mientras cogía el abanico y la tocaba con él. Quería ver su asombro cuando descubriera el profundo placer que un simple toque podía proporcionar, su profundidad y amplitud.
La quería ahora.
Zayn se apartó del marco de la puerta, saludando con pequeñas inclinaciones de cabeza a aquellos que trataban de atraer su atención y se dirigió hacia Invitado.
lau_mic
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
CAPÍTULO 7
Invitado le vio venir por el rabillo del ojo. Zayn parecía un toro enfurecido o al menos un Highlander enfurecido con kilt. Su pelo corto estaba despeinado, la luz en sus ojos era dura, y aquellos que intentaban hablar con él se apartaban de su camino.
Las cosas con ese Sr. Neely no debían haber ido bien.
Zayn siguió su camino hacia ella, como si pensara alzarla sobre su hombro, como hizo en la casa High Holborn, y llevársela. La fuerza de él cuando lo hizo la había impresionado al mismo tiempo que la había enfurecido.
Zayn se detuvo delante de ella, sin hacer nada escandaloso, pero la tensión en su cuerpo se derramaba sobre el suyo. Miró a Invitado tan fijamente como un águila y levantó su gran mano enguantada.
—Baila conmigo, Invitado.
La orden se escapó de su boca, Invitado sabía que realmente no quería bailar. Pero estaban en un baile lleno de gente, un lugar donde Zayn no podía demostrar lo que realmente quería.
Invitado echó un vistazo a su mano ofertada.
—Zayn Mackenzie nunca baila. Lo tiene a gala y es conocido por ello.
—Estoy preparado para darles a todos una sorpresa.
Invitado no estaba segura de lo que veía en sus ojos, rabia, necesidad, y otra vez que un triste vacío. Algo le hacía daño. Tuvo el presentimiento de que si rechazaba esa simple solicitud, el golpe borraría cada trozo del nuevo entendimiento que habían conseguido.
—Muy bien—, dijo, colocando su mano en la suya. —Vamos a sorprender al mundo.
Zayn sonrió abiertamente, el hombre peligroso quedó atrás.
—Tengo tu palabra—. Casi estrujó la mano de Invitado cuando la empujó al fondo de la sala de baile. —Vamos a bailar un vals, lady Invitado.
—Es un reel escocés—, dijo. Los violines y los tambores marcaban un ritmo estridente.
—No por mucho tiempo.
Mac e Isabella dirigían el reel, damas y caballeros rompían y rehacían círculos alrededor ellos. Zayn anduvo con Invitado directamente al director de la orquesta y golpeó con sus dedos al hombre. Los violines trastabillaron en el alto, mientras Zayn hablaba con el director en voz baja, entonces el hombre asintió con la cabeza y levantó su batuta otra vez. Los compases iniciales de un vals de Strauss llenaron el cuarto, y los bailarines miraron alrededor confundidos.
Zayn llevó a Invitado al centro del salón con su gran mano en su pequeña espalda. La orquesta cobró fuerza, y las damas y los caballeros desconcertados comenzaron a formar a parejas.
Zayn entró en el vals con el compás del tema principal, tirando de Invitado fácilmente hacia él. Se giraron cuando pasaron al lado de Mac e Isabella, que seguían en el lugar donde se habían quedado al acabar el reel.
— ¿Qué rayos te pasa, Zayn? —le preguntó Mac.
—Baila con tu esposa—, contestó Zayn.
—Encantado. — Mac, sonrió abiertamente, abrazó a Isabella y la hizo girar.
—Vas a conseguir que todo el mundo hable de nosotros—, dijo Invitado cuando Zayn la movía hacia al centro de la sala de baile.
—Tendrán que hacerlo. Deja de mirarme como si tuvieras miedo de que te pisara los pies. ¿Crees que nunca bailo porque he olvidado cómo se hace?
—Creo que tú haces siempre lo que quieres por tus propios motivos, Zayn Mackenzie.
No, Zayn no había olvidado cómo bailar. El salón estaba lleno de gente, pero Zayn giraba entre los otros bailarines sin peligro impulsándola con fuerza. Su mano la sujetaba con fuerza por la cintura, con la otra firmemente atrapada dentro de su mano enguantada. Su musculoso hombro se movía debajo de la mano de Invitado y el contacto la electrificó.
Zayn la llevó al fondo de la sala de baile, haciéndola girar y girar. El enorme y opulento salón giró ante sus ojos, y vio a los borrosos invitados que les miraban asombrados.
Zayn Mackenzie nunca bailaba, y ahora lo hacía con lady Invitado, la mayor solterona de la reunión, la que le había rechazado unos años antes. ¡Y cómo bailaba! No con educado aburrimiento, sino con energía y fervor.
La mirada de Zayn decía que le importaba un comino lo que nadie pensaba. Que estaba bailando esa noche con Invitado y el mundo podía desaparecer. Los pies de Invitado se movían ligeros y aún más ligero notaba su corazón. Quería echarse hacia atrás en sus brazos y reír y reír.
—Bailamos el vals la primera noche que nos encontramos—, dijo alzando la voz sobre la música. — ¿Lo recuerdas? Dimos mucho que hablar en la ciudad, el decadente Lord Zayn eligiendo a la joven Invitado. Fue delicioso.
La mirada desnuda en los ojos de Zayn no desapareció.
—Esa no fue la primera vez que nos encontramos. Tenías nueve años y yo tenía once. Estabas en Kilmorgan, tratando de tocar una melodía en nuestro piano de cola.
—Y te sentaste a mi lado para enseñarme cómo tocarla —. Invitado se rió del recuerdo, el alto Zayn, tan guapo con su levita y su kilt, con un aire de arrogante confianza. —Del modo más condescendiente posible, por supuesto. Un joven de Harrow que se dignaba a mirar a un niño.
—Eras una mocosa diabólica, Elle. Tú y Mac metisteis ratones en mis bolsillos. Invitado se rió mientras la sala de baile giraba a su alrededor.
—Sí, fue tremendamente divertido, no creo que haya vuelto a correr nunca tan rápido como entonces.
Sus ojos eran hermosos cuando se reía, brillantes y azules como un lago escocés iluminado por el sol.
Zayn había querido castigar él mismo a Mac por los ratones, pero su padre había descubierto la travesura y había tratado de golpear a Mac sin conocimiento. Zayn le había detenido y más tarde había recibido una paliza en nombre de su hermano.
La sonrisa de Invitado borró la nube de su memoria. Bendita fuera, siempre lograba hacer eso.
—Quería decir que bailamos el vals la primera noche que nos encontramos correctamente—, dijo.
—Llevabas el pelo rizado. — Zayn la acercó más, el espacio entre sus cuerpos disminuyó. —Te vi sentarte con las matronas, parecías remilgada y respetable, y te desee mucho.
Zayn sintió la curva flexible de su cintura bajo su mano, su cuerpo caliente mientras un rubor coloreaba su cara. Nada había cambiado. Zayn todavía la deseaba.
Invitado sonrió como le había sonreído aquella noche hacía mucho, impertérrita y audaz.
—Y luego no hiciste nada malvado en absoluto. Me sentí decepcionada.
—Eso es porque sólo soy malvado en privado. Ya lo fui en la terraza, y en el cobertizo para botes, y en la glorieta.
Las mejillas de Invitado estaban deliciosamente rosadas. —Doy gracias al Cielo de tener público aquí.
Zayn se detuvo. Las parejas casi chocaron con ellos, pero continuaron bailando, sin decir nada. Zayn Mackenzie era el excéntrico Duque de Kilmorgan, eran sus invitados y todo lo que hiciera en su propia casa se debía tolerar.
Zayn condujo a Invitado rápidamente por la pista. —Tomo esto como un desafío—, dijo cuando alcanzaron una esquina más tranquila. —Búscame en la terraza en diez minutos. Invitado, siendo Invitado, abrió su boca para preguntar por qué, pero Zayn hizo una formal reverencia y se alejó de ella.
Diez insoportables minutos más tarde, Zayn anduvo a zancadas a través de un vestíbulo de la parte de atrás de la casa, asustando a un lacayo y a una criada que también robaban un momento privado, y salió a través de una puerta lateral a la terraza.
Estaba vacía. Zayn se detuvo, su aliento echaba vapor. El frío y la desilusión le golpearon como un puñetazo.
— ¿Zayn?
El susurro vino de las sombras, y luego Invitado salió de detrás de una columna.
—Si querías una reunión secreta, ¿no podías haber elegido un salón? Hace un condenado frío aquí fuera.
El alivio que sintió amenazaba con ahogarle. Zayn acercó a Invitado contra él, y le dio un beso rápido, feroz, y luego la llevó rápidamente bajando de la terraza al jardín, rodeando la casa, hasta una puerta que conducía a una escalera. Bajaron por las traseras de la casa y siguieron por un pasillo pintado de blanco. En el pasillo no había criados, todos ocupados en el baile y la cena que Zayn había organizado para trescientos invitados.
Zayn remolcó a Invitado a través de otra puerta a la lavandería que estaba caliente por el vapor. No había ninguna luz allí, pero mucha luz de los faroles de gas del paseo se derramaba desde las ventanas.
Un lavadero enorme estaba en el extremo del cuarto, con grifos para llenarlo con agua caliente de la caldera que estaba al otro lado de la pared. Las tablas de planchar estaban dobladas en una esquina y las planchas esperaban pacientemente en anaqueles, para ser calentadas en la pequeña estufa. En una mesa larga, estaba toda la ropa limpia de lino blanco, planchada y doblada para ser distribuida por los dormitorios de arriba.
Zayn cerró la puerta, encerrándolos en el húmedo calor. Deslizó sus manos por los hombros desnudos de Invitado, sin gustarle lo fría que ella estaba.
La conversación con Neely le había dejado un mal gusto en la boca. Zayn había sido consciente de que la gente creía que era como Neely, un buscador de placeres cuestionables a expensas de los demás. Zayn nunca se había preocupado antes de lo que la gente pensaba de él. Por qué el más bien desagradable afán de Neely le había molestado tanto esa noche, no lo sabía.
No, sí lo sabía. No quería que Invitado creyera que era un hombre como Neely.
— ¿Sobre qué deseas hablarme tan en privado? —preguntó Invitado. — ¿Puedo suponer que no persuadiste al Sr. Neely, de ahí tu humor?
—No, Neely capituló—, dijo Zayn. —David está con él.
—Felicitaciones. ¿Siempre te dejan esa cara las victorias?
—No—. Zayn acarició sus hombros. —No quiero hablar de Neely o de victorias.
— ¿Entonces sobre qué deseas hablar? — Le dedicó una de sus miradas tímidamente inocentes. — ¿Los arreglos florales? ¿No fueron suficientes los volovanes en la cena?
Como respuesta, Zayn enganchó sus dedos en lo alto de su guante largo, los botones saltaron cuando lo fue bajando hasta la muñeca, abajo, abajo, abajo. Besó el interior expuesto de su muñeca, luego lo besó otra vez. Cálida, dulce Invitado.
Quería bañarse en ella y limpiarse de todas las cosas que había hecho y todas las cosas haría en nombre del éxito de llamarse a sí mismo primer ministro. Había comenzado con la cena y el baile del Duque que trata de persuadir a aquellos que le ayudarían a alcanzar el poder. Había concluido como un hombre capaz de hacer un trato con el diablo para conseguir su voto.
No quería ser esa persona nunca más. En este momento, quería estar con Invitado y dejar fuera al resto del mundo.
Los ojos de Invitado se ablandaron cuando la levantó hasta él y besó sus labios abiertos.
Algo saltó entre ellos. Chispas. Siempre chispas.
Zayn la besó en su labio inferior, recreándose en el lugar donde la había mordido. Un retazo de oscuridad bailó en algún sitio en su interior, pero no se dejaría arruinar por eso. No con los suaves labios de Invitado, su boca caliente y respondiendo.
Dulce y sensible, así era Invitado, y además tenía un corazón de acero. Zayn besó su garganta y luego su hombro, su piel sudorosa con su salvaje baile.
No era bastante. No era bastante.
Zayn la levantó en sus brazos y la colocó en la mesa sobre la ropa amontonada de la lavandería. Antes de que Invitado pudiera protestar, estaba sobre ella apoyado en sus manos y rodillas, con ella tumbada sobre su espalda.
—Arrugarás la ropa—, se esforzó en decir. —Costó mucho plancharla.
—Pago a mis criados los salarios más altos en Londres.
—Por aguantarte a ti.
—Para que me dejen violar a mi amor sobre un montón de ropa limpia—. Zayn cogió un par de calzones de debajo de su hombro, calzones de señora, hechos de fino lino y adornado con encajes. —Tuyos, creo.
Invitado trató de arrebatárselos.
—Zayn, por todos los Santos, no puedes agitar mis bragas.
Zayn los sostuvo fuera de su alcance.
— ¿Por qué están tan desgastados? — El lugar que tapaba su trasero estaba casi transparente y el encaje de las aperturas de las piernas había sido remendado muchas veces. Cogió la camisola a juego, también de tela fina, pero remendada con cuidado durante años. —Isabella tiene que equiparte de ropa interior.
—Lo puedo hacer yo misma—, dijo Invitado orgullosa. —Me compraré algo de ropa interior con mi sueldo.
—Deberías tener un cuarto lleno de ropa nueva. Tira éstos.
—Tendré que hacerlo si los rompes.
—No me tientes. — Zayn se pasó la camisola por su mejilla. —Éstos son de lino. Quiero verte con seda.
—La seda es cara. El lino es más práctico. Y no deberías verme tampoco. Zayn levantó los calzones otra vez.
—Cuando te los pongas mañana, piensa en mí. — Presionó un beso en la
desgastada tela que cubriría sus nalgas.
Los ojos de Invitado se ensancharon. —…culo.
— ¿Culo? ¿Es un juego de palabras?
—Eres horrible.
—Nunca pretendí ser otra cosa. — Zayn dejó caer los calzones en el montón y perdió su sonrisa. —Me haces perverso, Invitado. Cuando entro en un cuarto y estás en el, todo y todos desaparecen.
—Entonces no debería entrar en un cuarto si yo estoy dentro. Tienes mucha responsabilidad ahora.
—Y volviste a mi vida cuando estoy preparado para alcanzar mi mayor éxito. ¿Por qué?
—Para ayudarte. Te lo dije.
Zayn se inclinó sobre ella, examinando sus ojos azules.
—Creo que Dios juega conmigo. Busca venganza. Invitado frunció el ceño.
—No creo que Dios haga eso.
—Lo hace conmigo, siempre he tenido al diablo en mí. Tal vez te enviaron para salvarme.
—Lo dudo mucho. Nadie podría salvarte a ti, Zayn Mackenzie.
—Bueno. No quiero que me salves. No ahora mismo.
— ¿Entonces qué quieres? — preguntó.
— Quiero que me beses.
Los ojos de Invitado se ablandaron. Pasó sus brazos alrededor de su cuello, y Zayn se olvidó de la oscuridad, se olvidó de Neely, se olvidó de todo excepto de Invitado.
Sus bocas se encontraron en el silencio del cuarto, Invitado acalorada. La ropa resbaló y se cayó cuando Zayn la acostó del todo y presionó su rodilla entre sus faldas.
Tenía muchas ganas de arrancarle las faldas y el miriñaque que la mantenían separada de él. Desde ahí, sería fácil quitarle sus calzones y estar dentro de ella en un rápido empuje. Y luego podría estar con ella, completamente. Encontrar su calor, haciéndose uno con la mujer que siempre había querido. Ansiado. Durante años.
Si se lo preguntara cortésmente, diría que no. Así que, tendría que ser descortés. Zayn le quitó el guante del todo y presionó un duro beso en su palma. Envolvió el
guante una vez alrededor de su muñeca y luego alrededor de la suya.
Invitado le miró, asustada, insegura de lo que quería decir con ello. Zayn no estaba seguro tampoco. Sólo quería acercarla, y que se quedara unida a él.
El extraño lazo del guante transmitió calor a través del cuerpo de Invitado. Notaba el peso de Zayn encima de ella, y el guante alrededor de ambas muñecas les ligaba: él a ella, ella a él.
Había enseñado a Invitado a besar hacía mucho tiempo. Le mostró cómo separar sus labios, cómo dejarle entrar en su boca. Había dejado a ese hombre que despacio, muy despacio tomara toda su inocencia. La sedujo, la enseñó a ceder ante su propio deseo y no tener miedo.
—Invitado—, susurró.
Respiraba con esfuerzo. Zayn había dicho su nombre así durante el día en la glorieta en Escocia cuando la había acostado y la había besado a la luz del sol. Le había dicho que la deseaba y exactamente cómo la deseaba. Invitado se había reído, complacida con su poder. Invitado, tenía al gran Zayn Mackenzie de rodillas.
Tonta Invitado, tonta. Nunca había tenido poder sobre Zayn, y ese mismo día, lo había demostrado.
Lo demostraba otra vez. La besó en su escote, su aliento calentaba su piel desnuda, su pelo como la seda áspera. Encontró que su mano subía para acariciarle el pelo, no la había mandado hacer eso.
Él la destrozaría. Otra vez. Zayn, no. Déjame ir.
Las palabras no salieron. Zayn besó su garganta, sus labios persistentes, marcándola. Había pasado calor con el baile, mucho frío en su breve estancia en la terraza y ahora ardía por dentro.
El cuerpo de Zayn apretado contra el suyo. Zayn Mackenzie, otra vez en sus brazos, donde pertenecía.
Levantó la cabeza, sus ojos dorados oscurecidos.
—Te había perdido, Invitado.
Te había perdido. El haberte perdido me rompió el corazón.
Zayn la besó otra vez, y Invitado sabía que se rendiría. Esta noche, le dejaría tenerla, sin que importara el coste. Se asustó de cómo tan fácilmente iba a sucumbir.
El guante envuelto alrededor de sus muñecas la hizo temblar. Más aún cuando
Zayn levantó su mano atada y presionó un beso en el interior de su muñeca.
Siguió eso con una lamida y luego un suave mordisco. La mordió otra vez, entonces levantó su cabeza.
—Invitado, quiero…
—Lo sé.
—No, no lo sabes. No puedes. — Sacudió su cabeza. —Eres la propia inocencia, y yo soy la encarnación del diablo.
Sonrió, su corazón se aceleró.
—Eres un poco diabólico, lo admito.
—No tienes ni idea de lo que un hombre como yo quiere.
—Tengo alguna idea. Recuerdo la glorieta. Y tu dormitorio arriba, y en Kilmorgan.
— Tres veces le había hecho el amor Zayn Mackenzie; tres veces en su vida creyó que moriría de felicidad.
—Entonces eras inocente. Me contenía, porque no quería hacerte daño.
Zayn se contenía ahora. Invitado vio algo desesperado en sus ojos que no entendió. Anhelaba alcanzarle pero no podía.
—Me digo que eres algo precioso y rompible—, dijo. —Pero tienes un fuego en tu interior que quiero tocar. Quiero enseñarte mis juegos diabólicos y traer ese fuego a la vida, enseñarte lo que ese fuego puede ser.
—Eso no suena mal.
—Podría serlo, Invitado. Puedo ser muy malo.
—No tengo miedo—, dijo, todavía sonriendo. La risa de Zayn estaba llena de calor.
—Eso es porque no me conoces realmente.
—Sé más de lo que piensas.
—Me tientas cada vez me miras. Tú con ese abanico—. Zayn lo recogió de la mesa de la lavandería y lo tiró al otro extremo del cuarto.
Invitado levantó su mano como protesta.
— ¡Cielos!,Zayn, si has roto ese….Los abanicos son caros.
—Te compraré uno nuevo. Te compraré un carro lleno, si me prometes no volver a usarlo nunca como lo hiciste esta noche, diciéndome a mí y a cada hombre en el cuarto que querías que te besaran.
Sus ojos se abrieron asombrados.
—No hice tal cosa.
—Te diste varios toques con esa maldita cosa en los labios y miraste tímidamente sobre él.
—No lo hice.
—Me hizo desearte tanto como para amarte allí mismo en la sala de baile. Quiero amarte ahora. Te quiero desnuda en esta mesa, y quiero…
Comprobó sus palabras, y el pulso de Invitado se aceleró.
— ¿Qué quieres?
Zayn la miró con ojos que eran como la lava.
—Lo quiero todo. Ser tu amante de todos los modos. Quiero ir a tu dormitorio cada noche y enseñarte cosas que te impresionarán. Mejor cierra con llave tu puerta, Invitado, porque no sé cuánto tiempo me podré mantener alejado.
Su sonrisa era pecaminosa, el hombre que había conocido antes aparecía finalmente. Pero tenía razón; durante todos aquellos años, Zayn se había contenido. Invitado había vislumbrado a veces su hambre intensa cuando la miraba, que enmascaraba rápidamente.
—Te lo dije, no tengo miedo—, dijo. —No soy una señorita virginal, buscando refugio y protección. Después de todo, soy la que le dijo a Ainsley que se debería fugar con Cameron.
— ¿Tú, zorra?
—Vino a pedirme consejo, ya que tenía experiencia con los Mackenzie. Zayn alisó el pelo de Invitado, su toque se hizo tierno.
—Te deseo. Eres lo que he deseado cada día desde que te encontré. Siempre has sido tú. Y por eso tienes que levantarte de esta mesa y huir de mí. Ahora
—Pero…
Zayn la apretó contra él para otro beso que obligó a su boca a abrirse para él. Sus dientes mordían sus labios, pero su cuerpo se le acercó más y su boca respondió, enredándose y acariciándole.
La soltó de repente, y ella retrocedió en la lavandería, sin aliento, le palpitaba el labio donde se lo había magullado.
El hacía que se sintiera relajada, liberada. Acarició su brazo conmovida al sentir sus músculos debajo de su chaqueta.
Zayn se inclinó para susurrar en su oído.
—Te tienes que mantener lejos de mí, Invitado. Dices que no necesitas protección, pero eso es exactamente lo que realmente necesitas. De mí.
La besó otra vez, un beso duro, exigente. De repente, sintió que él liberaba su muñeca, el guante cayó sobre su pecho. Zayn besó sus labios una vez más mientras se apartaba de ella y se ponía de pie.
Invitado se sentó, agarrando el guante, tratando de contener su respiración. Zayn colocó su mano sobre sus rizos, luego inclinó la cabeza para otro beso.
El hambre ardía en sus ojos, un hambre tan feroz que Invitado sabía que debería estar asustada, pero no lo estaba. Zayn la deseaba, aún después de todos esos años, y eso hacía que estuviera caliente y excitada.
Le vio luchar contra su hambre, le vio someterla bajo su férreo autocontrol. Tocó un pendiente de esmeraldas que colgaba de su oreja y osciló.
—Guarda los pendientes—, dijo. —Te favorecen.
Entonces Zayn se alejó, sin añadir nada, sin adioses. Cerró de golpe la puerta y anduvo a zancadas por el iluminado pasillo, dejando a Invitado sola y temblando en una mesa llena con la arrugada colada.
Zayn fue a su comedor privado a la mañana siguiente del baile, y lo encontró lleno de gente.
Había tratado de vencer el sueño unos minutos después de que el baile hubiera terminado, pero se había rendido, porque Invitado había invadido sus sueños. En ellos habían estado bailando y bailando, pero su vestido verde se había deslizado hacia abajo con cada vuelta, revelando sus pechos hermosos y más llenos. Al mismo tiempo, había bailado alejándose, fuera de su alcance.Invitado se había reído de él, sabiendo su deseo, sabiendo que no la podía tener.
Zayn miró con irritación alrededor del cuarto mientras iba hacia el aparador, tenía un hambre feroz.
— ¿No tenéis ninguno de vosotros casas?
Mac levantó la vista desde el extremo de la mesa, donde extendía mermelada en la tostada para Isabella, que estaba a su lado. Isabella no prestó ninguna atención a Zayn, siguió garabateando en el pequeño cuaderno que siempre llevaba con ella. Mac había acusado a Zayn de organizar cosas hasta muerto, pero Isabella y sus listas podrían derrotar a Zayn cada vez.
Ian estaba sentado hacia la mitad de la mesa, con un periódico extendido ampliamente delante de él. Ian podría leer extraordinariamente rápido si no se detenía en algo, y pasó dos páginas en el lapso de tiempo en que Zayn levantó las tapas de las bandejas y se sirvió en su plato huevos y salchichas. Lord Ramsay
estaba sentado frente a Ian también leyendo un periódico, pero mucho más despacio, absorbido en cada página.
Invitado era la única persona que faltaba, y su ausencia puso a Zayn más irritable. Lord Ramsay dijo, sin alzar la vista,
—Realmente tengo una casa, pero creía que era su invitado.
—No me refería a usted, Ramsay. Me refería a mis hermanos, que tienen casas. Isabella miró a Zayn despreocupada con sus ojos verdes.
—Los decoradores han empezado con los dormitorios. Te lo dije.
Sí, Zayn lo sabía. Ian, por otra parte, tenía una casa grande en Belgrave Square, que Beth había heredado de la vieja señora quisquillosa a quien había acompañado. Zayn sabía que Ian y Beth mantenían la casa en perfecto estado para cuando decidían hacer un viaje imprevisto a la ciudad.
Ian, por supuesto, no dijo nada, pasando otra página del periódico. No se explicaría, aun si realmente hubiera escuchado algo de lo dicho.
Zayn llevó su plato a su lugar en la cabeza de la mesa.
— ¿Dónde está Invitado?
—Durmiendo, pobrecita—, dijo Isabella. —Trabajó como una esclava todo el día y toda la noche y despidió a los últimos invitados conmigo hace unas horas. Probablemente también se agotara del modo en que la hiciste girar alrededor de la pista de baile. Sabes que todo.
Invitado le vio venir por el rabillo del ojo. Zayn parecía un toro enfurecido o al menos un Highlander enfurecido con kilt. Su pelo corto estaba despeinado, la luz en sus ojos era dura, y aquellos que intentaban hablar con él se apartaban de su camino.
Las cosas con ese Sr. Neely no debían haber ido bien.
Zayn siguió su camino hacia ella, como si pensara alzarla sobre su hombro, como hizo en la casa High Holborn, y llevársela. La fuerza de él cuando lo hizo la había impresionado al mismo tiempo que la había enfurecido.
Zayn se detuvo delante de ella, sin hacer nada escandaloso, pero la tensión en su cuerpo se derramaba sobre el suyo. Miró a Invitado tan fijamente como un águila y levantó su gran mano enguantada.
—Baila conmigo, Invitado.
La orden se escapó de su boca, Invitado sabía que realmente no quería bailar. Pero estaban en un baile lleno de gente, un lugar donde Zayn no podía demostrar lo que realmente quería.
Invitado echó un vistazo a su mano ofertada.
—Zayn Mackenzie nunca baila. Lo tiene a gala y es conocido por ello.
—Estoy preparado para darles a todos una sorpresa.
Invitado no estaba segura de lo que veía en sus ojos, rabia, necesidad, y otra vez que un triste vacío. Algo le hacía daño. Tuvo el presentimiento de que si rechazaba esa simple solicitud, el golpe borraría cada trozo del nuevo entendimiento que habían conseguido.
—Muy bien—, dijo, colocando su mano en la suya. —Vamos a sorprender al mundo.
Zayn sonrió abiertamente, el hombre peligroso quedó atrás.
—Tengo tu palabra—. Casi estrujó la mano de Invitado cuando la empujó al fondo de la sala de baile. —Vamos a bailar un vals, lady Invitado.
—Es un reel escocés—, dijo. Los violines y los tambores marcaban un ritmo estridente.
—No por mucho tiempo.
Mac e Isabella dirigían el reel, damas y caballeros rompían y rehacían círculos alrededor ellos. Zayn anduvo con Invitado directamente al director de la orquesta y golpeó con sus dedos al hombre. Los violines trastabillaron en el alto, mientras Zayn hablaba con el director en voz baja, entonces el hombre asintió con la cabeza y levantó su batuta otra vez. Los compases iniciales de un vals de Strauss llenaron el cuarto, y los bailarines miraron alrededor confundidos.
Zayn llevó a Invitado al centro del salón con su gran mano en su pequeña espalda. La orquesta cobró fuerza, y las damas y los caballeros desconcertados comenzaron a formar a parejas.
Zayn entró en el vals con el compás del tema principal, tirando de Invitado fácilmente hacia él. Se giraron cuando pasaron al lado de Mac e Isabella, que seguían en el lugar donde se habían quedado al acabar el reel.
— ¿Qué rayos te pasa, Zayn? —le preguntó Mac.
—Baila con tu esposa—, contestó Zayn.
—Encantado. — Mac, sonrió abiertamente, abrazó a Isabella y la hizo girar.
—Vas a conseguir que todo el mundo hable de nosotros—, dijo Invitado cuando Zayn la movía hacia al centro de la sala de baile.
—Tendrán que hacerlo. Deja de mirarme como si tuvieras miedo de que te pisara los pies. ¿Crees que nunca bailo porque he olvidado cómo se hace?
—Creo que tú haces siempre lo que quieres por tus propios motivos, Zayn Mackenzie.
No, Zayn no había olvidado cómo bailar. El salón estaba lleno de gente, pero Zayn giraba entre los otros bailarines sin peligro impulsándola con fuerza. Su mano la sujetaba con fuerza por la cintura, con la otra firmemente atrapada dentro de su mano enguantada. Su musculoso hombro se movía debajo de la mano de Invitado y el contacto la electrificó.
Zayn la llevó al fondo de la sala de baile, haciéndola girar y girar. El enorme y opulento salón giró ante sus ojos, y vio a los borrosos invitados que les miraban asombrados.
Zayn Mackenzie nunca bailaba, y ahora lo hacía con lady Invitado, la mayor solterona de la reunión, la que le había rechazado unos años antes. ¡Y cómo bailaba! No con educado aburrimiento, sino con energía y fervor.
La mirada de Zayn decía que le importaba un comino lo que nadie pensaba. Que estaba bailando esa noche con Invitado y el mundo podía desaparecer. Los pies de Invitado se movían ligeros y aún más ligero notaba su corazón. Quería echarse hacia atrás en sus brazos y reír y reír.
—Bailamos el vals la primera noche que nos encontramos—, dijo alzando la voz sobre la música. — ¿Lo recuerdas? Dimos mucho que hablar en la ciudad, el decadente Lord Zayn eligiendo a la joven Invitado. Fue delicioso.
La mirada desnuda en los ojos de Zayn no desapareció.
—Esa no fue la primera vez que nos encontramos. Tenías nueve años y yo tenía once. Estabas en Kilmorgan, tratando de tocar una melodía en nuestro piano de cola.
—Y te sentaste a mi lado para enseñarme cómo tocarla —. Invitado se rió del recuerdo, el alto Zayn, tan guapo con su levita y su kilt, con un aire de arrogante confianza. —Del modo más condescendiente posible, por supuesto. Un joven de Harrow que se dignaba a mirar a un niño.
—Eras una mocosa diabólica, Elle. Tú y Mac metisteis ratones en mis bolsillos. Invitado se rió mientras la sala de baile giraba a su alrededor.
—Sí, fue tremendamente divertido, no creo que haya vuelto a correr nunca tan rápido como entonces.
Sus ojos eran hermosos cuando se reía, brillantes y azules como un lago escocés iluminado por el sol.
Zayn había querido castigar él mismo a Mac por los ratones, pero su padre había descubierto la travesura y había tratado de golpear a Mac sin conocimiento. Zayn le había detenido y más tarde había recibido una paliza en nombre de su hermano.
La sonrisa de Invitado borró la nube de su memoria. Bendita fuera, siempre lograba hacer eso.
—Quería decir que bailamos el vals la primera noche que nos encontramos correctamente—, dijo.
—Llevabas el pelo rizado. — Zayn la acercó más, el espacio entre sus cuerpos disminuyó. —Te vi sentarte con las matronas, parecías remilgada y respetable, y te desee mucho.
Zayn sintió la curva flexible de su cintura bajo su mano, su cuerpo caliente mientras un rubor coloreaba su cara. Nada había cambiado. Zayn todavía la deseaba.
Invitado sonrió como le había sonreído aquella noche hacía mucho, impertérrita y audaz.
—Y luego no hiciste nada malvado en absoluto. Me sentí decepcionada.
—Eso es porque sólo soy malvado en privado. Ya lo fui en la terraza, y en el cobertizo para botes, y en la glorieta.
Las mejillas de Invitado estaban deliciosamente rosadas. —Doy gracias al Cielo de tener público aquí.
Zayn se detuvo. Las parejas casi chocaron con ellos, pero continuaron bailando, sin decir nada. Zayn Mackenzie era el excéntrico Duque de Kilmorgan, eran sus invitados y todo lo que hiciera en su propia casa se debía tolerar.
Zayn condujo a Invitado rápidamente por la pista. —Tomo esto como un desafío—, dijo cuando alcanzaron una esquina más tranquila. —Búscame en la terraza en diez minutos. Invitado, siendo Invitado, abrió su boca para preguntar por qué, pero Zayn hizo una formal reverencia y se alejó de ella.
Diez insoportables minutos más tarde, Zayn anduvo a zancadas a través de un vestíbulo de la parte de atrás de la casa, asustando a un lacayo y a una criada que también robaban un momento privado, y salió a través de una puerta lateral a la terraza.
Estaba vacía. Zayn se detuvo, su aliento echaba vapor. El frío y la desilusión le golpearon como un puñetazo.
— ¿Zayn?
El susurro vino de las sombras, y luego Invitado salió de detrás de una columna.
—Si querías una reunión secreta, ¿no podías haber elegido un salón? Hace un condenado frío aquí fuera.
El alivio que sintió amenazaba con ahogarle. Zayn acercó a Invitado contra él, y le dio un beso rápido, feroz, y luego la llevó rápidamente bajando de la terraza al jardín, rodeando la casa, hasta una puerta que conducía a una escalera. Bajaron por las traseras de la casa y siguieron por un pasillo pintado de blanco. En el pasillo no había criados, todos ocupados en el baile y la cena que Zayn había organizado para trescientos invitados.
Zayn remolcó a Invitado a través de otra puerta a la lavandería que estaba caliente por el vapor. No había ninguna luz allí, pero mucha luz de los faroles de gas del paseo se derramaba desde las ventanas.
Un lavadero enorme estaba en el extremo del cuarto, con grifos para llenarlo con agua caliente de la caldera que estaba al otro lado de la pared. Las tablas de planchar estaban dobladas en una esquina y las planchas esperaban pacientemente en anaqueles, para ser calentadas en la pequeña estufa. En una mesa larga, estaba toda la ropa limpia de lino blanco, planchada y doblada para ser distribuida por los dormitorios de arriba.
Zayn cerró la puerta, encerrándolos en el húmedo calor. Deslizó sus manos por los hombros desnudos de Invitado, sin gustarle lo fría que ella estaba.
La conversación con Neely le había dejado un mal gusto en la boca. Zayn había sido consciente de que la gente creía que era como Neely, un buscador de placeres cuestionables a expensas de los demás. Zayn nunca se había preocupado antes de lo que la gente pensaba de él. Por qué el más bien desagradable afán de Neely le había molestado tanto esa noche, no lo sabía.
No, sí lo sabía. No quería que Invitado creyera que era un hombre como Neely.
— ¿Sobre qué deseas hablarme tan en privado? —preguntó Invitado. — ¿Puedo suponer que no persuadiste al Sr. Neely, de ahí tu humor?
—No, Neely capituló—, dijo Zayn. —David está con él.
—Felicitaciones. ¿Siempre te dejan esa cara las victorias?
—No—. Zayn acarició sus hombros. —No quiero hablar de Neely o de victorias.
— ¿Entonces sobre qué deseas hablar? — Le dedicó una de sus miradas tímidamente inocentes. — ¿Los arreglos florales? ¿No fueron suficientes los volovanes en la cena?
Como respuesta, Zayn enganchó sus dedos en lo alto de su guante largo, los botones saltaron cuando lo fue bajando hasta la muñeca, abajo, abajo, abajo. Besó el interior expuesto de su muñeca, luego lo besó otra vez. Cálida, dulce Invitado.
Quería bañarse en ella y limpiarse de todas las cosas que había hecho y todas las cosas haría en nombre del éxito de llamarse a sí mismo primer ministro. Había comenzado con la cena y el baile del Duque que trata de persuadir a aquellos que le ayudarían a alcanzar el poder. Había concluido como un hombre capaz de hacer un trato con el diablo para conseguir su voto.
No quería ser esa persona nunca más. En este momento, quería estar con Invitado y dejar fuera al resto del mundo.
Los ojos de Invitado se ablandaron cuando la levantó hasta él y besó sus labios abiertos.
Algo saltó entre ellos. Chispas. Siempre chispas.
Zayn la besó en su labio inferior, recreándose en el lugar donde la había mordido. Un retazo de oscuridad bailó en algún sitio en su interior, pero no se dejaría arruinar por eso. No con los suaves labios de Invitado, su boca caliente y respondiendo.
Dulce y sensible, así era Invitado, y además tenía un corazón de acero. Zayn besó su garganta y luego su hombro, su piel sudorosa con su salvaje baile.
No era bastante. No era bastante.
Zayn la levantó en sus brazos y la colocó en la mesa sobre la ropa amontonada de la lavandería. Antes de que Invitado pudiera protestar, estaba sobre ella apoyado en sus manos y rodillas, con ella tumbada sobre su espalda.
—Arrugarás la ropa—, se esforzó en decir. —Costó mucho plancharla.
—Pago a mis criados los salarios más altos en Londres.
—Por aguantarte a ti.
—Para que me dejen violar a mi amor sobre un montón de ropa limpia—. Zayn cogió un par de calzones de debajo de su hombro, calzones de señora, hechos de fino lino y adornado con encajes. —Tuyos, creo.
Invitado trató de arrebatárselos.
—Zayn, por todos los Santos, no puedes agitar mis bragas.
Zayn los sostuvo fuera de su alcance.
— ¿Por qué están tan desgastados? — El lugar que tapaba su trasero estaba casi transparente y el encaje de las aperturas de las piernas había sido remendado muchas veces. Cogió la camisola a juego, también de tela fina, pero remendada con cuidado durante años. —Isabella tiene que equiparte de ropa interior.
—Lo puedo hacer yo misma—, dijo Invitado orgullosa. —Me compraré algo de ropa interior con mi sueldo.
—Deberías tener un cuarto lleno de ropa nueva. Tira éstos.
—Tendré que hacerlo si los rompes.
—No me tientes. — Zayn se pasó la camisola por su mejilla. —Éstos son de lino. Quiero verte con seda.
—La seda es cara. El lino es más práctico. Y no deberías verme tampoco. Zayn levantó los calzones otra vez.
—Cuando te los pongas mañana, piensa en mí. — Presionó un beso en la
desgastada tela que cubriría sus nalgas.
Los ojos de Invitado se ensancharon. —…culo.
— ¿Culo? ¿Es un juego de palabras?
—Eres horrible.
—Nunca pretendí ser otra cosa. — Zayn dejó caer los calzones en el montón y perdió su sonrisa. —Me haces perverso, Invitado. Cuando entro en un cuarto y estás en el, todo y todos desaparecen.
—Entonces no debería entrar en un cuarto si yo estoy dentro. Tienes mucha responsabilidad ahora.
—Y volviste a mi vida cuando estoy preparado para alcanzar mi mayor éxito. ¿Por qué?
—Para ayudarte. Te lo dije.
Zayn se inclinó sobre ella, examinando sus ojos azules.
—Creo que Dios juega conmigo. Busca venganza. Invitado frunció el ceño.
—No creo que Dios haga eso.
—Lo hace conmigo, siempre he tenido al diablo en mí. Tal vez te enviaron para salvarme.
—Lo dudo mucho. Nadie podría salvarte a ti, Zayn Mackenzie.
—Bueno. No quiero que me salves. No ahora mismo.
— ¿Entonces qué quieres? — preguntó.
— Quiero que me beses.
Los ojos de Invitado se ablandaron. Pasó sus brazos alrededor de su cuello, y Zayn se olvidó de la oscuridad, se olvidó de Neely, se olvidó de todo excepto de Invitado.
Sus bocas se encontraron en el silencio del cuarto, Invitado acalorada. La ropa resbaló y se cayó cuando Zayn la acostó del todo y presionó su rodilla entre sus faldas.
Tenía muchas ganas de arrancarle las faldas y el miriñaque que la mantenían separada de él. Desde ahí, sería fácil quitarle sus calzones y estar dentro de ella en un rápido empuje. Y luego podría estar con ella, completamente. Encontrar su calor, haciéndose uno con la mujer que siempre había querido. Ansiado. Durante años.
Si se lo preguntara cortésmente, diría que no. Así que, tendría que ser descortés. Zayn le quitó el guante del todo y presionó un duro beso en su palma. Envolvió el
guante una vez alrededor de su muñeca y luego alrededor de la suya.
Invitado le miró, asustada, insegura de lo que quería decir con ello. Zayn no estaba seguro tampoco. Sólo quería acercarla, y que se quedara unida a él.
El extraño lazo del guante transmitió calor a través del cuerpo de Invitado. Notaba el peso de Zayn encima de ella, y el guante alrededor de ambas muñecas les ligaba: él a ella, ella a él.
Había enseñado a Invitado a besar hacía mucho tiempo. Le mostró cómo separar sus labios, cómo dejarle entrar en su boca. Había dejado a ese hombre que despacio, muy despacio tomara toda su inocencia. La sedujo, la enseñó a ceder ante su propio deseo y no tener miedo.
—Invitado—, susurró.
Respiraba con esfuerzo. Zayn había dicho su nombre así durante el día en la glorieta en Escocia cuando la había acostado y la había besado a la luz del sol. Le había dicho que la deseaba y exactamente cómo la deseaba. Invitado se había reído, complacida con su poder. Invitado, tenía al gran Zayn Mackenzie de rodillas.
Tonta Invitado, tonta. Nunca había tenido poder sobre Zayn, y ese mismo día, lo había demostrado.
Lo demostraba otra vez. La besó en su escote, su aliento calentaba su piel desnuda, su pelo como la seda áspera. Encontró que su mano subía para acariciarle el pelo, no la había mandado hacer eso.
Él la destrozaría. Otra vez. Zayn, no. Déjame ir.
Las palabras no salieron. Zayn besó su garganta, sus labios persistentes, marcándola. Había pasado calor con el baile, mucho frío en su breve estancia en la terraza y ahora ardía por dentro.
El cuerpo de Zayn apretado contra el suyo. Zayn Mackenzie, otra vez en sus brazos, donde pertenecía.
Levantó la cabeza, sus ojos dorados oscurecidos.
—Te había perdido, Invitado.
Te había perdido. El haberte perdido me rompió el corazón.
Zayn la besó otra vez, y Invitado sabía que se rendiría. Esta noche, le dejaría tenerla, sin que importara el coste. Se asustó de cómo tan fácilmente iba a sucumbir.
El guante envuelto alrededor de sus muñecas la hizo temblar. Más aún cuando
Zayn levantó su mano atada y presionó un beso en el interior de su muñeca.
Siguió eso con una lamida y luego un suave mordisco. La mordió otra vez, entonces levantó su cabeza.
—Invitado, quiero…
—Lo sé.
—No, no lo sabes. No puedes. — Sacudió su cabeza. —Eres la propia inocencia, y yo soy la encarnación del diablo.
Sonrió, su corazón se aceleró.
—Eres un poco diabólico, lo admito.
—No tienes ni idea de lo que un hombre como yo quiere.
—Tengo alguna idea. Recuerdo la glorieta. Y tu dormitorio arriba, y en Kilmorgan.
— Tres veces le había hecho el amor Zayn Mackenzie; tres veces en su vida creyó que moriría de felicidad.
—Entonces eras inocente. Me contenía, porque no quería hacerte daño.
Zayn se contenía ahora. Invitado vio algo desesperado en sus ojos que no entendió. Anhelaba alcanzarle pero no podía.
—Me digo que eres algo precioso y rompible—, dijo. —Pero tienes un fuego en tu interior que quiero tocar. Quiero enseñarte mis juegos diabólicos y traer ese fuego a la vida, enseñarte lo que ese fuego puede ser.
—Eso no suena mal.
—Podría serlo, Invitado. Puedo ser muy malo.
—No tengo miedo—, dijo, todavía sonriendo. La risa de Zayn estaba llena de calor.
—Eso es porque no me conoces realmente.
—Sé más de lo que piensas.
—Me tientas cada vez me miras. Tú con ese abanico—. Zayn lo recogió de la mesa de la lavandería y lo tiró al otro extremo del cuarto.
Invitado levantó su mano como protesta.
— ¡Cielos!,Zayn, si has roto ese….Los abanicos son caros.
—Te compraré uno nuevo. Te compraré un carro lleno, si me prometes no volver a usarlo nunca como lo hiciste esta noche, diciéndome a mí y a cada hombre en el cuarto que querías que te besaran.
Sus ojos se abrieron asombrados.
—No hice tal cosa.
—Te diste varios toques con esa maldita cosa en los labios y miraste tímidamente sobre él.
—No lo hice.
—Me hizo desearte tanto como para amarte allí mismo en la sala de baile. Quiero amarte ahora. Te quiero desnuda en esta mesa, y quiero…
Comprobó sus palabras, y el pulso de Invitado se aceleró.
— ¿Qué quieres?
Zayn la miró con ojos que eran como la lava.
—Lo quiero todo. Ser tu amante de todos los modos. Quiero ir a tu dormitorio cada noche y enseñarte cosas que te impresionarán. Mejor cierra con llave tu puerta, Invitado, porque no sé cuánto tiempo me podré mantener alejado.
Su sonrisa era pecaminosa, el hombre que había conocido antes aparecía finalmente. Pero tenía razón; durante todos aquellos años, Zayn se había contenido. Invitado había vislumbrado a veces su hambre intensa cuando la miraba, que enmascaraba rápidamente.
—Te lo dije, no tengo miedo—, dijo. —No soy una señorita virginal, buscando refugio y protección. Después de todo, soy la que le dijo a Ainsley que se debería fugar con Cameron.
— ¿Tú, zorra?
—Vino a pedirme consejo, ya que tenía experiencia con los Mackenzie. Zayn alisó el pelo de Invitado, su toque se hizo tierno.
—Te deseo. Eres lo que he deseado cada día desde que te encontré. Siempre has sido tú. Y por eso tienes que levantarte de esta mesa y huir de mí. Ahora
—Pero…
Zayn la apretó contra él para otro beso que obligó a su boca a abrirse para él. Sus dientes mordían sus labios, pero su cuerpo se le acercó más y su boca respondió, enredándose y acariciándole.
La soltó de repente, y ella retrocedió en la lavandería, sin aliento, le palpitaba el labio donde se lo había magullado.
El hacía que se sintiera relajada, liberada. Acarició su brazo conmovida al sentir sus músculos debajo de su chaqueta.
Zayn se inclinó para susurrar en su oído.
—Te tienes que mantener lejos de mí, Invitado. Dices que no necesitas protección, pero eso es exactamente lo que realmente necesitas. De mí.
La besó otra vez, un beso duro, exigente. De repente, sintió que él liberaba su muñeca, el guante cayó sobre su pecho. Zayn besó sus labios una vez más mientras se apartaba de ella y se ponía de pie.
Invitado se sentó, agarrando el guante, tratando de contener su respiración. Zayn colocó su mano sobre sus rizos, luego inclinó la cabeza para otro beso.
El hambre ardía en sus ojos, un hambre tan feroz que Invitado sabía que debería estar asustada, pero no lo estaba. Zayn la deseaba, aún después de todos esos años, y eso hacía que estuviera caliente y excitada.
Le vio luchar contra su hambre, le vio someterla bajo su férreo autocontrol. Tocó un pendiente de esmeraldas que colgaba de su oreja y osciló.
—Guarda los pendientes—, dijo. —Te favorecen.
Entonces Zayn se alejó, sin añadir nada, sin adioses. Cerró de golpe la puerta y anduvo a zancadas por el iluminado pasillo, dejando a Invitado sola y temblando en una mesa llena con la arrugada colada.
Zayn fue a su comedor privado a la mañana siguiente del baile, y lo encontró lleno de gente.
Había tratado de vencer el sueño unos minutos después de que el baile hubiera terminado, pero se había rendido, porque Invitado había invadido sus sueños. En ellos habían estado bailando y bailando, pero su vestido verde se había deslizado hacia abajo con cada vuelta, revelando sus pechos hermosos y más llenos. Al mismo tiempo, había bailado alejándose, fuera de su alcance.Invitado se había reído de él, sabiendo su deseo, sabiendo que no la podía tener.
Zayn miró con irritación alrededor del cuarto mientras iba hacia el aparador, tenía un hambre feroz.
— ¿No tenéis ninguno de vosotros casas?
Mac levantó la vista desde el extremo de la mesa, donde extendía mermelada en la tostada para Isabella, que estaba a su lado. Isabella no prestó ninguna atención a Zayn, siguió garabateando en el pequeño cuaderno que siempre llevaba con ella. Mac había acusado a Zayn de organizar cosas hasta muerto, pero Isabella y sus listas podrían derrotar a Zayn cada vez.
Ian estaba sentado hacia la mitad de la mesa, con un periódico extendido ampliamente delante de él. Ian podría leer extraordinariamente rápido si no se detenía en algo, y pasó dos páginas en el lapso de tiempo en que Zayn levantó las tapas de las bandejas y se sirvió en su plato huevos y salchichas. Lord Ramsay
estaba sentado frente a Ian también leyendo un periódico, pero mucho más despacio, absorbido en cada página.
Invitado era la única persona que faltaba, y su ausencia puso a Zayn más irritable. Lord Ramsay dijo, sin alzar la vista,
—Realmente tengo una casa, pero creía que era su invitado.
—No me refería a usted, Ramsay. Me refería a mis hermanos, que tienen casas. Isabella miró a Zayn despreocupada con sus ojos verdes.
—Los decoradores han empezado con los dormitorios. Te lo dije.
Sí, Zayn lo sabía. Ian, por otra parte, tenía una casa grande en Belgrave Square, que Beth había heredado de la vieja señora quisquillosa a quien había acompañado. Zayn sabía que Ian y Beth mantenían la casa en perfecto estado para cuando decidían hacer un viaje imprevisto a la ciudad.
Ian, por supuesto, no dijo nada, pasando otra página del periódico. No se explicaría, aun si realmente hubiera escuchado algo de lo dicho.
Zayn llevó su plato a su lugar en la cabeza de la mesa.
— ¿Dónde está Invitado?
—Durmiendo, pobrecita—, dijo Isabella. —Trabajó como una esclava todo el día y toda la noche y despidió a los últimos invitados conmigo hace unas horas. Probablemente también se agotara del modo en que la hiciste girar alrededor de la pista de baile. Sabes que todo.
lau_mic
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
Siguelaaaa!!! esta muy padre =) jejejeje
MaEly Morytaa de Malik
Re: La esposa perfecta para el duque (ZAYN Y TU) ADAPTACION HOT
Si porfaa!!! entro a cada rato para ver nuevo capítulo!!!!! Siguelaaa!!!! porque muero, jajaja ok no =) :-w-:
MaEly Morytaa de Malik
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Química Perfecta [Adaptación de un Libro] {Zayn Malik y Tú}
» ♀♂Mi esposa falsa♂♀ HOT zayn malik y tn___
» Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
» Esposa Indomable (Harry Styles y tú) Adaptación Hot TERMINADA
» La pequeña esposa de Zayn [ZM&Tu] Media HOT
» ♀♂Mi esposa falsa♂♀ HOT zayn malik y tn___
» Esposa de Alquiler {Zayn Malik} -TERMINADA-
» Esposa Indomable (Harry Styles y tú) Adaptación Hot TERMINADA
» La pequeña esposa de Zayn [ZM&Tu] Media HOT
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 2 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.