Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Unión prohibida (Zayn Malik)
Ficha de la serie
• Titulo: Unión prohibida.
• Autor: ontherockks (Ara).
• Adaptación: Sí. Libro "Unión prohibida", de Emilie Rose.
• Género: Drama/Romance.
• Contenido: Escenas eróticas.
• Advertencias: La calificaría de +13, contiene escenas eróticas (como he mencionado arriba), así que lee bajo tu responsabilidad :)
• Otras páginas: -
ontherockks
Re: Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
Sinopsis
_________ Holt tenía motivos más que suficientes para querer conocer al millonario Zayn Malik. Quería espiar el imperio editorial de esa família para ganarse por fin el respeto y la aprobación de su padre. Pero el plan empezó a torcerse cuando sintió los labios de Zayn sobre los suyos.
Aunque era impensable tener ningún tipo de relación con _________, Zayn no pudo resistirse a la fuerza de la atracción que había entre ellos. Prometieron mantener los negocios fuera del dormitorio, pero entonces salieron a la luz ciertos secretos que se suponía sólo Zayn conocía. Unos secretos que amenazaban con destruir a su familia… y que le hicieron preguntarse con quién se había ido a la cama.
ontherockks
Re: Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
Aquí está el primer capítulo, espero que os guste :)
¿Estaba mirándola el tipo que había en la barra?, se preguntó _________. No, era imposible. Los hombres ni se fijaban en las mujeres como ella, planas como una tabla de planchar. Y aun en el improbable caso de que estuviese interesado en ella, tampoco tenía tiempo para flirtear. Había ido allí por un almuerzo de negocios; nada más.
Le echó un vistazo a su reloj de pulsera. Había llegado unos cuarenta minutos antes para inspeccionar el terreno, y aún faltaba una media hora para que apareciera la persona con la que estaba citada: Zayn Malik, el gestor financiero de Malik Publication Holdings. MPH era uno de los grupos editoriales del país, y el principal rival de la compañía de su padre, Holt Enterprises, para la que ella trabajaba.
Todo el mundo en el sector editorial sabía que algo estaba ocurriendo en MPH, aunque nadie sabía de qué se trataba. Ése era el motivo de aquel almuerzo. Su padre quería que intentara sonsacarle, e incluso le había hecho una lista de preguntas.
_________ hubiera preferido elegir ella el lugar de la cita, pero había pensado que quizá sería más fácil sacarle información si se encontraba tranquilo y relajado. Tampoco le parecía que el método que le había sugerido su padre, utilizar el falso pretexto de un conflicto con sus anunciantes, fuera lo correcto, pero si quería demostrarle su valía tendría que atenerse a sus reglas.
Como atraída por una fuerza magnética, sus ojos volvieron a posarse en el hombre de la barra. Estaba de espaldas a ella, así que aprovechó para estudiarlo con más detenimiento. Relucientes zapatos negros, pantalones grises y camisa azul marino sin una arruga… No parecía ropa comprada en unos grandes almacenes; seguramente era hecha a medida, y lo más probable era que su corte de pelo fuese obra de un estilista, y no de un peluquero.
Justo en ese momento, él alzó la vista hacia el espejo tras la barra y, cuando sus ojos se encontraron con los de ella, _________ sintió que se le encendían las mejillas. El hombre se volvió y le dedicó una media sonrisa, al tiempo que levantaba su copa a modo de saludo.
A _________ se le cortó la respiración. A sus veintinueve años alguna que otra vez se le habían insinuado en un bar, y ocasionalmente incluso permitía que la invitaran a una copa, pero nunca en su vida le había ocurrido algo semejante. Nunca se había sentido tan atraída por un hombre al que ni siquiera conocía, pero de pronto se encontró imaginándose en la cama con él, sudorosa, gimiendo…
El hombre se dirigió hacia ella, zigzagueando entre las mesas, y a _________ empezó a latirle el corazón con tal fuerza que casi dejó de oír el murmullo de las conversaciones a su alrededor.
—¿Puedo sentarme? —inquirió al llegar junto a ella, con una voz profunda y aterciopelada.
—Es que estoy… estoy esperando a alguien —balbuceó ella atropelladamente, maldiciendo su suerte.
Si no estuviese allí por negocios…
—¿Tu novio?
—No.
—Entonces… ¿te importa que me siente y compartamos la mesa hasta que llegue esa persona a la que esperas? No hay un solo sitio libre.
—Bueno, no sé…
«_________, ¿eres idiota? No se encuentran a hombres así todos los días», se reprendió.
—En fin, supongo que no pasa nada porque te sientes un rato —le dijo guardando apresuradamente los papeles en su portafolios—. Todavía faltan unos… —miró su reloj— … veintiséis minutos para que llegue.
—Unos veintiséis minutos, ¿eh? —repitió él con una sonrisa divertida.
—Mm, sí —respondió _________, haciendo una mueca mentalmente. Estaba quedando como una tonta.
El hombre colgó la chaqueta de su traje en el respaldo de la silla y se sentó. Al hacerlo, su rodilla chocó contra la de ella, y aquel ligero contacto sacudió a _________ por dentro como si la hubiera alcanzado un rayo, haciendo que un cosquilleo eléctrico se expandiera por todo su cuerpo.
—No te había visto antes por aquí —dijo él.
_________ no podía apartar sus ojos de los de él. Dios, tenía unos ojos increíbles.
—No, es la primera vez que vengo —respondió—. ¿Y tú? ¿Frecuentas este sitio?
El hombre asintió.
—Sirven un sándwich de salmón ahumado con anchoas, aceitunas, y pimiento rojo que está delicioso.
—Vaya, pues quizá lo pruebe.
—Hazlo; te encantará —respondió él, guiñándole un ojo.
_________ se humedeció los labios.
—¿Trabajas por aquí cerca?
—No lo bastante como para encontrarme con alguien de la oficina — contestó él—. Me gusta mantener separado el trabajo de mi tiempo libre.
—Te entiendo; yo hay días que siento deseos de salir corriendo del edificio y no regresar.
—¿En qué trabajas?
_________ vaciló antes de responder. La mayoría de los hombres la veían como una especie de trampolín para acercarse a su padre, uno de los empresarios más ricos e influyentes del país, y más de una vez se había llevado una decepción al creer que tenían algún interés en ella.
—Administración; aunque hago un poco de todo. ¿Y tú?
—Me dedico a las finanzas.
En Manhattan eso podía significar cualquier cosa: desde un contable a un corredor de bolsa de Wall Street, pero ella tampoco había sido muy concreta en su respuesta.
En ese momento se acercó a ellos una camarera.
—¿Qué van a tomar?
El apuesto desconocido miró a _________.
—¿Me dejas que te invite a una copa mientras esperamos a las personas con las que hemos quedado?
_________ decidió que no le vendría mal un trago.
—Gracias —murmuró—. Un Lemon Drop Martini, por favor.
—Yo tomaré un whisky Woodford Reserve —dijo él.
Cuando la camarera se hubo retirado, el hombre se inclinó hacia delante y entrelazó las manos sobre la mesa. _________ se fijó en que no llevaba anillo de casado. Eran unas manos grandes pero cuidadas, y se preguntó cómo sería sentirlas deslizándose por su piel y… «Por Dios, _________, ¿en qué estás pensando?».
—Siento curiosidad… ¿Eres comprensiva, o una chica dura?
La pregunta la dejó completamente patidifusa.
—¿Cómo?
—Lo digo por lo que has pedido: el Martini tiene un punto amargo, y en el borde de la copa ponen azúcar, que es dulce —se explicó él—, y estaba preguntándome qué clase de persona eres: si comprensiva, o te sabes imponer.
—Mm… bueno, depende de lo que requiera la ocasión; soy bastante flexible.
Un brillo travieso relumbró en los ojos de él.
—Apuesto a que sí.
_________ se puso roja como una amapola.
—Me refería al trabajo —le aclaró.
—También yo —contestó él, reprimiendo una sonrisilla.
En otras circunstancias _________ no habría sido tan atrevida como para flirtear con un hombre al que no conocía de nada. Sin embargo, dado que Zayn Malik llegaría dentro de unos minutos, que tendrían que despedirse, y que lo más probable era que no volviesen a verse, decidió que no tenía nada que perder.
—Seguro que tú tienes una energía increíble… en el trabajo, quiero decir.
El desconocido entornó los ojos, como divertido.
—Bueno, sí, a veces soy capaz de aguantar la noche entera. Me entrego al cien por cien… cuando tengo un proyecto entre manos.
Y seguramente le surgían «proyectos» con sólo chasquear los dedos, se dijo _________. Aquel hombre rezumaba sexualidad y confianza en sí mismo por todos los poros de su cuerpo.
En ese momento llegaron sus bebidas, y mientras él pagaba a la camarera, _________ tomó un sorbo de su Martini.
—¿Y tú?, ¿Eres de las personas que están más despejadas por la mañana temprano, o de las que mantienen el ritmo hasta la última hora del día? —le preguntó el hombre cuando se hubieron quedado a solas de nuevo.
—Depende del día, pero soy capaz de acomodarme a distintos horarios sin problemas; soy una persona flex… —al darse cuenta de que estaba repitiéndose, _________ cerró la boca.
—Flexible, sí, ya me lo has dicho. Tendremos que quedar algún día para que me lo demuestres.
Los ojos de él descendieron hasta sus senos, y _________ sintió que las mejillas le ardían.
Normalmente se sentía incómoda cuando un hombre le miraba el pecho por lo pequeños que eran. Sin embargo, el modo en que aquel desconocido estaba mirándola, como pensando que le gustaría quitarle la blusa de tirantes que llevaba puesta, hizo que se le endurecieran los pezones.
Él debió advertirlo, porque alzó la vista, y cuando sus ojos se encontraron, a _________ le dio un vuelco el corazón y de pronto una ola de calor subió como una llamarada desde su vientre hasta su pecho.
Nunca se había sentido tan atraída por nadie, y maldijo en silencio al destino, que había tenido que elegir ese momento para que apareciera aquel hombre.
«Es tu turno, _________. Di algo ingenioso; flirtea con él». Sin embargo, no podía despegar sus ojos de los de él, y no se le ocurría nada que decir. Ya era mayorcita para quedarse sin palabras como una adolescente delante del chico que le gustaba, pero aquel extraño había hecho que se le fundiesen unas cuantas neuronas.
—¿Y tú?, ¿eres un ave diurna o nocturna? —le preguntó a su vez, cuando hubo recobrado la compostura.
Él se encogió de hombros, pero de nuevo sus ojos brillaron traviesos.
—Depende de qué sea lo que tenga que hacer. Hay cosas para las que uno necesita estar completamente despejado, y otras… que no deben hacerse con prisa; cosas que es mejor saborear despacio cuando ya ha acabado el día, en el silencio de la noche.
Si el corazón seguía palpitándole de ese modo alguien iba a tener que pedir una ambulancia, pensó _________.
—¿Negocios o placer? —inquirió él mirándola por encima del borde de su copa.
—¿Perdón?
—Me refería a que si has venido aquí por negocios, o por placer, porque vas a comer con un amigo.
_________ se sintió como una idiota.
—Oh, por negocios; ¿y tú?
—También —contestó él echándole un vistazo a su reloj—. De hecho… ya debería estar al caer la persona con la que he quedado.
_________ se mordió el labio y miró hacia la entrada del local por encima del hombro de él. Durante todo ese rato debería haber estado pendiente de la puerta, en vez de estar allí flirteando con un extraño, aunque la verdad era que ni siquiera sabía qué aspecto tenía Zayn Malik.
—La persona con la que yo he quedado también debe estar a punto de llegar —murmuró.
El desconocido carraspeó.
—Acabo de ver una mesa al fondo que se ha quedado libre —dijo—. Supongo que debería apresurarme antes de que alguien se siente.
_________ sintió una punzada de decepción. No quería que se marchara todavía. Había sido divertido tontear con él, y no recordaba cuándo había sido la última vez que se había divertido. Quería preguntarle su nombre y pedirle su número de teléfono.
«Pues hazlo, tonta», le siseó una vocecilla. No, ¿cómo iba a hacer eso? No lo conocía de nada.
—Sí, supongo que sí. Bueno, gracias por la copa… y por la compañía.
—¿Puedo llamarte para que quedemos algún día?
«¡Sí, sí, sí!», gritó para sus adentros, sintiendo ganas de bailar. Sin embargo, no quería que pensase que estaba desesperada, así que le contestó con la mayor calma posible:
—Claro; sería estupendo.
Buscó en su bolso y encontró un bolígrafo, pero no tenía nada donde se pudiese escribir, a excepción de la lista de preguntas que le había hecho su padre. Y tampoco quería darle una tarjeta de negocios. Si de verdad iban a volver a verse y aquello no quedaba sólo en un ligue, esperaría un tiempo prudencial antes de decirle que era la hija de Frank Holt, el dueño de Holt Enterprises. Ya estaba escaldada de experiencias anteriores.
—Mm… no tengo ningún papel para apuntar —le dijo.
El hombre se giró hacia el respaldo de la silla, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, y sacó de él una cajita dorada de menos de un dedo de grosor. Sacó de ella un par de tarjetas de negocios, puso ambas sobre la mesa boca abajo, y deslizó una hacia _________.
—Escribe aquí; yo te apuntaré en ésta el número de mi móvil y el de mi casa.
Cuando hubieron terminado se intercambiaron las tarjetas y él se puso de pie. _________ le tendió la mano, y le gustó el modo en que él se la estrechó: con un apretón firme pero cálido.
—Me ha encantado conocerte… —sin soltarle la mano, el hombre miró la tarjeta donde le había apuntado su nombre y su número, y alzó el rostro bruscamente, con una expresión mezcla de desconcierto y desconfianza —. ¿_________? ¿_________… Holt?
¿Cómo podía saber su apellido?; únicamente había escrito su nombre de pila. Confundida, _________ le dio la vuelta a la tarjeta que él le había dado, y el estómago le dio un vuelco.
—¿Tú eres… Zayn Malik?
—Sí.
Capítulo 1
¿Estaba mirándola el tipo que había en la barra?, se preguntó _________. No, era imposible. Los hombres ni se fijaban en las mujeres como ella, planas como una tabla de planchar. Y aun en el improbable caso de que estuviese interesado en ella, tampoco tenía tiempo para flirtear. Había ido allí por un almuerzo de negocios; nada más.
Le echó un vistazo a su reloj de pulsera. Había llegado unos cuarenta minutos antes para inspeccionar el terreno, y aún faltaba una media hora para que apareciera la persona con la que estaba citada: Zayn Malik, el gestor financiero de Malik Publication Holdings. MPH era uno de los grupos editoriales del país, y el principal rival de la compañía de su padre, Holt Enterprises, para la que ella trabajaba.
Todo el mundo en el sector editorial sabía que algo estaba ocurriendo en MPH, aunque nadie sabía de qué se trataba. Ése era el motivo de aquel almuerzo. Su padre quería que intentara sonsacarle, e incluso le había hecho una lista de preguntas.
_________ hubiera preferido elegir ella el lugar de la cita, pero había pensado que quizá sería más fácil sacarle información si se encontraba tranquilo y relajado. Tampoco le parecía que el método que le había sugerido su padre, utilizar el falso pretexto de un conflicto con sus anunciantes, fuera lo correcto, pero si quería demostrarle su valía tendría que atenerse a sus reglas.
Como atraída por una fuerza magnética, sus ojos volvieron a posarse en el hombre de la barra. Estaba de espaldas a ella, así que aprovechó para estudiarlo con más detenimiento. Relucientes zapatos negros, pantalones grises y camisa azul marino sin una arruga… No parecía ropa comprada en unos grandes almacenes; seguramente era hecha a medida, y lo más probable era que su corte de pelo fuese obra de un estilista, y no de un peluquero.
Justo en ese momento, él alzó la vista hacia el espejo tras la barra y, cuando sus ojos se encontraron con los de ella, _________ sintió que se le encendían las mejillas. El hombre se volvió y le dedicó una media sonrisa, al tiempo que levantaba su copa a modo de saludo.
A _________ se le cortó la respiración. A sus veintinueve años alguna que otra vez se le habían insinuado en un bar, y ocasionalmente incluso permitía que la invitaran a una copa, pero nunca en su vida le había ocurrido algo semejante. Nunca se había sentido tan atraída por un hombre al que ni siquiera conocía, pero de pronto se encontró imaginándose en la cama con él, sudorosa, gimiendo…
El hombre se dirigió hacia ella, zigzagueando entre las mesas, y a _________ empezó a latirle el corazón con tal fuerza que casi dejó de oír el murmullo de las conversaciones a su alrededor.
—¿Puedo sentarme? —inquirió al llegar junto a ella, con una voz profunda y aterciopelada.
—Es que estoy… estoy esperando a alguien —balbuceó ella atropelladamente, maldiciendo su suerte.
Si no estuviese allí por negocios…
—¿Tu novio?
—No.
—Entonces… ¿te importa que me siente y compartamos la mesa hasta que llegue esa persona a la que esperas? No hay un solo sitio libre.
—Bueno, no sé…
«_________, ¿eres idiota? No se encuentran a hombres así todos los días», se reprendió.
—En fin, supongo que no pasa nada porque te sientes un rato —le dijo guardando apresuradamente los papeles en su portafolios—. Todavía faltan unos… —miró su reloj— … veintiséis minutos para que llegue.
—Unos veintiséis minutos, ¿eh? —repitió él con una sonrisa divertida.
—Mm, sí —respondió _________, haciendo una mueca mentalmente. Estaba quedando como una tonta.
El hombre colgó la chaqueta de su traje en el respaldo de la silla y se sentó. Al hacerlo, su rodilla chocó contra la de ella, y aquel ligero contacto sacudió a _________ por dentro como si la hubiera alcanzado un rayo, haciendo que un cosquilleo eléctrico se expandiera por todo su cuerpo.
—No te había visto antes por aquí —dijo él.
_________ no podía apartar sus ojos de los de él. Dios, tenía unos ojos increíbles.
—No, es la primera vez que vengo —respondió—. ¿Y tú? ¿Frecuentas este sitio?
El hombre asintió.
—Sirven un sándwich de salmón ahumado con anchoas, aceitunas, y pimiento rojo que está delicioso.
—Vaya, pues quizá lo pruebe.
—Hazlo; te encantará —respondió él, guiñándole un ojo.
_________ se humedeció los labios.
—¿Trabajas por aquí cerca?
—No lo bastante como para encontrarme con alguien de la oficina — contestó él—. Me gusta mantener separado el trabajo de mi tiempo libre.
—Te entiendo; yo hay días que siento deseos de salir corriendo del edificio y no regresar.
—¿En qué trabajas?
_________ vaciló antes de responder. La mayoría de los hombres la veían como una especie de trampolín para acercarse a su padre, uno de los empresarios más ricos e influyentes del país, y más de una vez se había llevado una decepción al creer que tenían algún interés en ella.
—Administración; aunque hago un poco de todo. ¿Y tú?
—Me dedico a las finanzas.
En Manhattan eso podía significar cualquier cosa: desde un contable a un corredor de bolsa de Wall Street, pero ella tampoco había sido muy concreta en su respuesta.
En ese momento se acercó a ellos una camarera.
—¿Qué van a tomar?
El apuesto desconocido miró a _________.
—¿Me dejas que te invite a una copa mientras esperamos a las personas con las que hemos quedado?
_________ decidió que no le vendría mal un trago.
—Gracias —murmuró—. Un Lemon Drop Martini, por favor.
—Yo tomaré un whisky Woodford Reserve —dijo él.
Cuando la camarera se hubo retirado, el hombre se inclinó hacia delante y entrelazó las manos sobre la mesa. _________ se fijó en que no llevaba anillo de casado. Eran unas manos grandes pero cuidadas, y se preguntó cómo sería sentirlas deslizándose por su piel y… «Por Dios, _________, ¿en qué estás pensando?».
—Siento curiosidad… ¿Eres comprensiva, o una chica dura?
La pregunta la dejó completamente patidifusa.
—¿Cómo?
—Lo digo por lo que has pedido: el Martini tiene un punto amargo, y en el borde de la copa ponen azúcar, que es dulce —se explicó él—, y estaba preguntándome qué clase de persona eres: si comprensiva, o te sabes imponer.
—Mm… bueno, depende de lo que requiera la ocasión; soy bastante flexible.
Un brillo travieso relumbró en los ojos de él.
—Apuesto a que sí.
_________ se puso roja como una amapola.
—Me refería al trabajo —le aclaró.
—También yo —contestó él, reprimiendo una sonrisilla.
En otras circunstancias _________ no habría sido tan atrevida como para flirtear con un hombre al que no conocía de nada. Sin embargo, dado que Zayn Malik llegaría dentro de unos minutos, que tendrían que despedirse, y que lo más probable era que no volviesen a verse, decidió que no tenía nada que perder.
—Seguro que tú tienes una energía increíble… en el trabajo, quiero decir.
El desconocido entornó los ojos, como divertido.
—Bueno, sí, a veces soy capaz de aguantar la noche entera. Me entrego al cien por cien… cuando tengo un proyecto entre manos.
Y seguramente le surgían «proyectos» con sólo chasquear los dedos, se dijo _________. Aquel hombre rezumaba sexualidad y confianza en sí mismo por todos los poros de su cuerpo.
En ese momento llegaron sus bebidas, y mientras él pagaba a la camarera, _________ tomó un sorbo de su Martini.
—¿Y tú?, ¿Eres de las personas que están más despejadas por la mañana temprano, o de las que mantienen el ritmo hasta la última hora del día? —le preguntó el hombre cuando se hubieron quedado a solas de nuevo.
—Depende del día, pero soy capaz de acomodarme a distintos horarios sin problemas; soy una persona flex… —al darse cuenta de que estaba repitiéndose, _________ cerró la boca.
—Flexible, sí, ya me lo has dicho. Tendremos que quedar algún día para que me lo demuestres.
Los ojos de él descendieron hasta sus senos, y _________ sintió que las mejillas le ardían.
Normalmente se sentía incómoda cuando un hombre le miraba el pecho por lo pequeños que eran. Sin embargo, el modo en que aquel desconocido estaba mirándola, como pensando que le gustaría quitarle la blusa de tirantes que llevaba puesta, hizo que se le endurecieran los pezones.
Él debió advertirlo, porque alzó la vista, y cuando sus ojos se encontraron, a _________ le dio un vuelco el corazón y de pronto una ola de calor subió como una llamarada desde su vientre hasta su pecho.
Nunca se había sentido tan atraída por nadie, y maldijo en silencio al destino, que había tenido que elegir ese momento para que apareciera aquel hombre.
«Es tu turno, _________. Di algo ingenioso; flirtea con él». Sin embargo, no podía despegar sus ojos de los de él, y no se le ocurría nada que decir. Ya era mayorcita para quedarse sin palabras como una adolescente delante del chico que le gustaba, pero aquel extraño había hecho que se le fundiesen unas cuantas neuronas.
—¿Y tú?, ¿eres un ave diurna o nocturna? —le preguntó a su vez, cuando hubo recobrado la compostura.
Él se encogió de hombros, pero de nuevo sus ojos brillaron traviesos.
—Depende de qué sea lo que tenga que hacer. Hay cosas para las que uno necesita estar completamente despejado, y otras… que no deben hacerse con prisa; cosas que es mejor saborear despacio cuando ya ha acabado el día, en el silencio de la noche.
Si el corazón seguía palpitándole de ese modo alguien iba a tener que pedir una ambulancia, pensó _________.
—¿Negocios o placer? —inquirió él mirándola por encima del borde de su copa.
—¿Perdón?
—Me refería a que si has venido aquí por negocios, o por placer, porque vas a comer con un amigo.
_________ se sintió como una idiota.
—Oh, por negocios; ¿y tú?
—También —contestó él echándole un vistazo a su reloj—. De hecho… ya debería estar al caer la persona con la que he quedado.
_________ se mordió el labio y miró hacia la entrada del local por encima del hombro de él. Durante todo ese rato debería haber estado pendiente de la puerta, en vez de estar allí flirteando con un extraño, aunque la verdad era que ni siquiera sabía qué aspecto tenía Zayn Malik.
—La persona con la que yo he quedado también debe estar a punto de llegar —murmuró.
El desconocido carraspeó.
—Acabo de ver una mesa al fondo que se ha quedado libre —dijo—. Supongo que debería apresurarme antes de que alguien se siente.
_________ sintió una punzada de decepción. No quería que se marchara todavía. Había sido divertido tontear con él, y no recordaba cuándo había sido la última vez que se había divertido. Quería preguntarle su nombre y pedirle su número de teléfono.
«Pues hazlo, tonta», le siseó una vocecilla. No, ¿cómo iba a hacer eso? No lo conocía de nada.
—Sí, supongo que sí. Bueno, gracias por la copa… y por la compañía.
—¿Puedo llamarte para que quedemos algún día?
«¡Sí, sí, sí!», gritó para sus adentros, sintiendo ganas de bailar. Sin embargo, no quería que pensase que estaba desesperada, así que le contestó con la mayor calma posible:
—Claro; sería estupendo.
Buscó en su bolso y encontró un bolígrafo, pero no tenía nada donde se pudiese escribir, a excepción de la lista de preguntas que le había hecho su padre. Y tampoco quería darle una tarjeta de negocios. Si de verdad iban a volver a verse y aquello no quedaba sólo en un ligue, esperaría un tiempo prudencial antes de decirle que era la hija de Frank Holt, el dueño de Holt Enterprises. Ya estaba escaldada de experiencias anteriores.
—Mm… no tengo ningún papel para apuntar —le dijo.
El hombre se giró hacia el respaldo de la silla, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, y sacó de él una cajita dorada de menos de un dedo de grosor. Sacó de ella un par de tarjetas de negocios, puso ambas sobre la mesa boca abajo, y deslizó una hacia _________.
—Escribe aquí; yo te apuntaré en ésta el número de mi móvil y el de mi casa.
Cuando hubieron terminado se intercambiaron las tarjetas y él se puso de pie. _________ le tendió la mano, y le gustó el modo en que él se la estrechó: con un apretón firme pero cálido.
—Me ha encantado conocerte… —sin soltarle la mano, el hombre miró la tarjeta donde le había apuntado su nombre y su número, y alzó el rostro bruscamente, con una expresión mezcla de desconcierto y desconfianza —. ¿_________? ¿_________… Holt?
¿Cómo podía saber su apellido?; únicamente había escrito su nombre de pila. Confundida, _________ le dio la vuelta a la tarjeta que él le había dado, y el estómago le dio un vuelco.
—¿Tú eres… Zayn Malik?
—Sí.
Última edición por ontherockks el Miér 04 Sep 2013, 10:20 pm, editado 1 vez
ontherockks
Re: Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
Capítulo 2
—¿Tú eres… Zayn Malik?
—Sí.
_________ apartó la mano y maldijo su suerte. Para una vez que encontraba a un hombre inteligente al que le gustaría conocer mejor, tenía que ser de la competencia. Y encima su padre esperaba que le sacase información… ¿Cómo podría hacerle aquello? Se sentía tan llena de frustración que quería gritar. El hombre más sexy al que había conocido en toda su vida le estaba totalmente prohibido.
Zayn apretó los dientes y maldijo para sus adentros. Entre la complicada situación en la empresa familiar, y los problemas de salud de su madre, no había tenido tiempo para mujeres, y ahora que había conocido a una que le gustaba tenía que ser la hija del enemigo.
La confusión reemplazó al deseo en los hermosos ojos violetas de la joven.
—Pero… has llegado muy pronto —murmuró.
—También tú —respondió él.
—Yo… prefiero llegar con tiempo cuando tengo una cita.
Y él había llegado antes porque necesitaba un trago después de la reunión que habían tenido aquella mañana. MPH cada vez parecía más un campo de batalla. Nueve meses atrás su abuelo había anunciado que iba a retirarse, y la «brillante» idea que había tenido para designar a un sucesor al frente de la compañía estaba causando cada vez más roces entre unos miembros de la familia y otros. Cada uno de sus hijos dirigía una de las principales revistas de MPH, así que había propuesto que aquel que consiguiera aportarle más beneficios a la empresa a lo largo del año sería el nuevo presidente.
Él tenía un trato más estrecho con su abuelo que ningún otro miembro de la familia, pero Patrick Malik se había negado una y otra vez a escuchar sus advertencias de que la rivalidad entre unos y otros podría hacer que la compañía se viniese abajo en vez de salir fortalecida, como él aseguraba que ocurriría.
Lo peor era que sospechaba que aquella ocurrencia de su abuelo había surgido por una confidencia que él le había hecho.
_________ se aclaró la garganta y Zayn la miró. Había erguido los hombros y la barbilla, y parecía haberse metido en su papel de mujer de negocios igual que quien se pone un sombrero o una corbata.
—Siéntese, por favor, señor Malik, y déjeme que lo invite al almuerzo.
—Zayn —corrigió él, antes de volver a sentarse.
Cuando su rodilla chocó con la de ella volvió a sentir que una ola de calor subía por su pierna, pero esa vez aquella reacción de su cuerpo lo llenó de frustración. No podía dejarse llevar por la atracción que sentía hacia aquella mujer. Frank Holt no era la clase de adversario al que uno le dejaría entrever sus debilidades, y con su hija tampoco sería sensato bajar la guardia.
—¿Por qué me has citado aquí? —le preguntó.
No iba a llamarla de usted, ni «señorita Holt», cuando minutos antes había estado flirteando con ella. La había estado observando desde el momento en que había entrado en el local. No era alta y curvilínea como una modelo, y no era exactamente «su tipo», pero cuando se había quitado la chaqueta negra que había llevado encima de la blusa de tirantes, sus movimientos le habían parecido increíblemente sensuales y no había podido apartar los ojos de ella.
_________ apartó un mechón de cabello castaño de su rostro y se irguió en el asiento.
—Quería… quería que hablásemos de los anunciantes que MPH y Holt Enterprises tienen en común.
—¿Qué pasa con ellos?
—Corre el rumor de que estáis bajando las tarifas que cobráis a los anunciantes que trabajan también con nosotros para quedaros con ellos.
—¿Qué? Eso es un disparate. Tendríamos que falsear las cifras de nuestro volumen de distribución y ventas para hacer eso. Además, perderíamos credibilidad como empresa y una parte importante de los ingresos que conseguimos con los anuncios. Por no mencionar que sabes tan bien como yo que hay dos auditoras que se encargan de controlar esas cosas.
Sin embargo, aunque aquello no era cierto en absoluto, un rumor como ése podía hacerles mucho daño si los otros anunciantes lo creyesen y pensasen que estaban jugando a dos bandas.
—¿Y de dónde ha salido ese rumor, si puede saberse? —inquirió.
—Mm… lo siento, pero no puedo revelar el nombre de mi fuente — contestó ella, bajando la vista.
Deslizó un dedo por el cristal húmedo de su copa, y un cosquilleo recorrió la espalda de Zayn. Sólo unos minutos antes había estado fantaseando con cómo sería que esos finos dedos lo acariciasen a él y… Cortó de raíz ese pensamiento y la miró suspicaz, preguntándose si estaría tratando de seducirlo.
—Pero… ¿es cierto que han variado sustancialmente las tarifas por anuncios de vuestras revistas a lo largo de este año? —insistió _________—, ¿y que les estáis ofreciendo beneficios adicionales a los anunciantes que trabajan con vosotros?
—Esa información es confidencial.
—Lo sé, pero tienes que comprender que algo así nos afectaría a nosotros. Para sobrevivir una empresa tiene que poder competir con sus rivales.
—Eso es problema de Holt Enterprises; no nuestro.
—Es verdad, pero esperaba que…
—¿Qué?, ¿que te facilitara información para que pudierais utilizarla en contra nuestra?
—No. Esperaba que pudiésemos llegar a un acuerdo para fijar unas tarifas consensuadas que satisfagan a nuestros anunciantes en común y que ninguna de las dos compañías pierda dinero.
Zayn hizo una señal a la camarera y pidió el sándwich de salmón con anchoas, aceitunas y pimiento rojo que siempre tomaba, y también una ensalada. _________ pidió lo mismo, pero Zayn tuvo la impresión de que lo había hecho por no molestarse en elegir del menú, y no porque tuviera verdadero interés en probarlo.
—Lo siento, pero no puedo ayudarte. No estamos dándole un trato privilegiado a ninguno de nuestros anunciantes, ni ha cambiado nada en MPH.
Nada… excepto que desde el mes de enero estaba librándose una batalla campal, añadió para sus adentros. Y mientras sus familiares rivalizaban unos con otros y se ponían zancadillas, él había empezado a preguntarse qué estaba haciendo con su vida. Tenía treinta y un años; y a su edad sus padres estaban casados y tenían ya cuatro hijos. Hasta sus hermanos y su hermana habían sentado la cabeza. Liam se había casado en febrero, y su esposa Sophia y él estaban esperando su primer hijo; Niall, su hermano pequeño, se había comprometido; y su hermana Doniya se había casado hacía poco con un sheriff de Colorado y había dejado su trabajo en la empresa familiar.
Todo lo que él tenía era una sucesión de relaciones fracasadas, un trabajo que no le llenaba, un Porsche que rara vez conducía, y un apartamento en Park Avenue donde únicamente iba a dormir. No tenía a nadie a su lado que lo apoyara incondicionalmente como había hecho su padre con su madre durante esos meses.
Lo cierto era que la opinión que tenía de su padre había mejorado enormemente en esos nueve meses. Hasta entonces había sido un verdadero adicto al trabajo, pero cuando los médicos le habían diagnosticado el cáncer a su madre todo excepto ella había pasado a un segundo plano para él. No dejaba de ser un poco triste, sin embargo, que hubiera tenido que suceder algo así para que su padre se diese cuenta de qué era lo verdaderamente importante.
En ese momento llegó la camarera con lo que habían pedido y se marchó.
—¿Cómo está tu madre? —le preguntó _________ de repente—. Me enteré de su enfermedad por la prensa.
Zayn dio un ligero respingo. ¿Acaso podía leerle la mente o algo así?
—Está mejorando. Ya ha terminado con la quimioterapia y le está creciendo el pelo otra vez.
—Debió ser duro para vosotros cuando le diagnosticaron el cáncer — murmuró _________—. ¿Estás muy unido a ella?
—Sí, y ahora más que nunca —respondió él—. ¿Y tú?, ¿tienes una relación estrecha con tu madre?
La mirada de _________ se ensombreció.
—No. Abandonó a mi padre cuando yo tenía once años. Nunca pudo soportar que mi padre antepusiese el trabajo a ella.
—¿Y no has mantenido el contacto con ella?
—No. Estuve viviendo con ella hasta un tiempo después de que mis padres se divorciaran. Volvió a casarse y… en fin, de hecho se ha casado cuatro veces y… el caso es que mi padre acabó haciéndose cargo de mí. Desde entonces sólo he vuelto a verla de forma esporádica —le explicó _________—. Tenías razón en lo del sándwich. Está delicioso.
Era evidente que quería cambiar de tema, pero Zayn sentía curiosidad.
—¿No te llevabas bien con tu padrastro?
_________ palideció.
—Nunca me gustó, pero yo a él le gustaba demasiado.
Zayn sintió que se le revolvía el estómago.
—¿Abusó de ti?
_________ apartó su plato, agachó la cabeza, y asintió en silencio. La sangre le hirvió en las venas a Zayn sólo de imaginarlo.
—Dios. ¿Cuántos años tenías?
—Dieciséis.
—¿Y tu madre no dejó a ese bastardo?
—No —respondió ella en un tono quedo—. ¿Podríamos hablar de otra cosa, por favor? —le rogó, alzando el rostro de nuevo hacia él.
Zayn había perdido el apetito por completo. Quería preguntarle cómo podía haber seguido su madre con ese pervertido, y si su padre no le había dado una paliza, pero no lo hizo.
—Claro.
—He oído que Patrick está pensando retirarse —dijo _________—. ¿Se sabe ya quién va a reemplazarlo?
Zayn, que tenía las manos apoyadas en la mesa, apretó los puños y sacudió la cabeza con incredulidad.
—_________, no voy a hablar contigo de ningún asunto que tenga que ver con MPH.
Ella dejó sobre su plato los cubiertos y se irguió en el asiento.
—Comprendo. Perdona que te haya hecho perder el tiempo viniendo aquí.
Su rostro se había ensombrecido de nuevo, pero había un matiz distinto en su expresión, como si sintiese que había fracasado. ¿Fracasado en qué?, se preguntó.
—Bueno, debo decir que hasta el momento en que has empezado con tu interrogatorio sobre MPH estaba pasando un rato muy agradable.
_________ entreabrió los labios y sus mejillas se tiñeron de rubor, pero antes de que pudiera responder a eso, a Zayn le sonó el teléfono.
—Disculpa —le dijo a _________, sacándolo de la funda de su cinturón—. ¿Diga?
—Señor Malik, soy Helena, de la Galería Davenport —dijo una voz femenina al otro lado de la línea—. Gilda Raines ha accedido a recibirlo para hablar de ese cuadro suyo que quiere comprar para su madre. ¿Puede venir ahora? Tiene una agenda muy apretada y si no tendrá que esperar al menos otras dos semanas.
—Sí. Sí, enseguida estaré allí —contestó él al instante, antes de cerrar el teléfono y hacerle una señal a la camarera—. Perdona que te deje, pero debo marcharme.
—¿Problemas en el trabajo?
Zayn sonrió con ironía. ¿Es qué aquella joven nunca se daba por vencida?
—No. Llevo meses intentando comprar un cuadro a la pintora favorita de mi madre, y por fin ha accedido a verme.
—¿De qué pintora se trata?
Zayn se sacó la cartera del bolsillo y le dio su tarjeta a la camarera, que había llegado a su lado en ese momento.
—Gilda Raines.
El rostro de _________ se iluminó.
—¿Hablas en serio? Gilda Raines también es mi pintora favorita —le dijo—. Oh, Dios… ¿Y vas a conocerla? Eso es casi un milagro; es prácticamente una ermitaña. ¿Podría ir contigo? —le pidió, poniendo su mano sobre la de él.
Zayn miró aquella blanca y delicada mano, y luego a _________; la hija del enemigo. Si tuviera dos dedos de frente se habría despedido y se hubiera ido, pero no pudo resistirse a la mirada de esos hermosos ojos violetas.
—Está bien. Pero nada de preguntas sobre MPH. Si me haces una sola le diré al taxista que pare para que te bajes. ¿Está claro?
—Cristalino —contestó ella con una amplia sonrisa.
Última edición por ontherockks el Miér 04 Sep 2013, 10:16 pm, editado 1 vez
ontherockks
Re: Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
Bueno, he visto que no está teniendo mucho éxito la novela, es una pena porque Zayn de sexy empresario es asdfghjkl hahah :) y a partir de este capítulo empieza lo bueno! Pero en fin, esperaré a ver reacciones y sino tendré que cancelarla.
—Está bien. Pero nada de preguntas sobre MPH. Si me haces una sola le diré al taxista que pare para que te bajes. ¿Está claro?
—Cristalino —contestó ella con una amplia sonrisa.
_________ quería conocer mejor a Zayn, pero ponerle la mano en la pierna no era lo que tenía en mente. No le había tocado la entrepierna, pero había estado cerca.
No lo había hecho a propósito, por supuesto. Zayn le había prometido al taxista que le pagaría el doble si los llevaba en el menor tiempo posible a la galería, y éste iba haciendo eses para adelantar a los otros vehículos, así que se había agarrado a lo primero que había encontrado.
—Perdona —murmuró azorada, apartando la mano.
—No pasa nada —respondió él. Su voz, sin embargo, había sonado algo ronca.
Otro volantazo del taxista hizo que el hombro de _________ chocara con el de Zayn, y sus ojos se encontraron. La mirada de él descendió lentamente hasta sus labios, y a la joven se le cortó el aliento.
¿Cómo besaría?, se preguntó. ¿Sería tierno o apasionado? Por desgracia nunca lo sabría. Giró la cabeza hacia la ventanilla y dejó escapar un suspiro de decepción.
Cuando llegaron a su destino, _________ dio gracias a Dios porque lo hubieran hecho de una pieza, y se bajó del taxi mientras Zayn pagaba al taxista.
—¿Dijiste que te gustaba esta artista? —le preguntó Zayn cuando se unió a ella en la acera.
—Sí. Sus cuadros son muy sensuales.
—¿Sensuales? Pero si son flores —replicó él.
_________ vio la confusión en su rostro y se preguntó si no sabría nada sobre la pintora.
—¿Conoces la obra de Georgia O'Keeffe?
Zayn negó con la cabeza.
—Sé que fue una pintora importante, pero el arte no es lo mío, la verdad.
—Bueno, pues como dices fue una pintora importante, muy intimista, y a Gilda Reines algunos críticos la han bautizado como «la O'Keeffe del siglo veintiuno». Es de Charleston, de Carolina del Sur, y empezó a pintar después de que su marido, el amor de su vida, falleciera. Por lo que he oído es una mujer muy particular.
Cuando entraron en la galería se encontraron con un amplio espacio inundado por la luz. De las paredes colgaban lienzos de distintos tamaños, y aquí y allá había algunas esculturas pequeñas colocadas sobre pedestales.
Una morena con un aspecto muy chic se acercó a ellos.
—¿El señor Malik?
—Sí —asintió Zayn.
—Soy Helena Evans, la encargada de la galería; hablamos por teléfono, ¿recuerda? —le dijo la morena tendiéndole la mano.
Zayn se la estrechó, y a _________ no le pasó desapercibido el modo en que la mujer lo miró de arriba abajo antes de volverse hacia ella.
—¿Y usted es…?
—_________ Holt.
La morena le dedicó una breve sonrisa.
—Gilda está esperándolos en la sala de exposiciones privada —les dijo—; acompáñenme, por favor.
Mientras la seguían, _________ se preguntó irritada si la tal Helena normalmente movería tanto las caderas al andar, o si estaba haciéndolo para que Zayn se fijase en ella.
¿Y qué le importaba eso?, se reprendió. Si el apellido de Zayn no fuese Malik, probablemente ella también estaría intentando atraer su atención.
Cuando entraron en la sala de exposiciones privada, una mujer de poco más de un metro y medio y rostro con pocas arrugas para sus sesenta años estaba esperándolos.
Junto a ella, sobre un caballete, había un óleo de una campanilla blanca con el centro magenta que dejó a _________ sin aliento.
Helena hizo las presentaciones, y Gilda Raines se dirigió a Zayn.
—De modo que quiere comprar una de mis pinturas —dijo, escrutándolo con la mirada.
—Así es.
—¿Por qué?
—Bueno, ya le hablé de mi madre en mi carta, y de su enfermedad.
Sorprendida, _________ giró el rostro hacia él.
¿Le había escrito una carta a Gilda Raines para pedirle que accediera a venderle un cuadro? Verdaderamente debía estar muy unido a su madre para haberse tomado tantas molestias.
—Sí, lo sé. No recibo muchas cartas suplicándome que les venda un cuadro… «cualquier cuadro», me decía usted en su carta. No suelo separarme de mis creaciones a menos que sepa que irá a parar a manos de alguien que lo apreciará, señor Malik. Estoy dispuesta a venderle éste… si es capaz de darme un buen motivo para que lo haga. Dígame: ¿por qué debería venderle este cuadro?
—Porque mi madre admira su obra y tener uno de sus cuadros la haría feliz.
Gilda Gaines se cruzó de brazos.
—Lo siento, pero ése no es un motivo lo suficientemente bueno.
Aunque aquello no era asunto suyo, _________ decidió intervenir en la conversación.
—Porque después de que le hayan hecho una mastectomía doble, su madre necesita que le recuerden que es una mujer.
La artista, Helena, y Zayn se volvieron hacia ella.
—Este cuadro suyo transmite la idea de feminidad, de sensualidad, y estoy segura de que en este momento la madre de Zayn siente que carece de esas cualidades.
Gilda Gaines entornó los ojos y ladeó la cabeza.
—¿Qué le hace pensar eso?
_________ bajó la vista.
—Perdí a una persona muy querida el año pasado por un cáncer de mama. Traté de darle todo mi apoyo cuando le hicieron la mastectomía, y la acompañaba a las sesiones de quimioterapia en el Women's Health Center. Allí había varios cuadros suyos. Mi favorito era El Liño, aunque el de Jane era La Gardenia.
Jane había sido la secretaria de su padre. _________ siempre había tenido una relación más estrecha que con ninguno de sus padres, y había sido Jane quien la había hecho hablar y había descubierto que su padrastro había estado abusando de ella.
También había sido ella quien se lo había contado a su padre y le había dicho que tenía que sacarla de casa de su madre para alejarla de aquel degenerado.
Perder a Jane había sido un duro golpe para ella, y recordar en ese momento los últimos meses de su vida, con las fuerzas mermadas por la enfermedad, hizo que afloraran lágrimas a sus ojos.
Gilda fue junto a ella, y señalando a Zayn con la cabeza le preguntó:
—¿Y cree que él comprende el significado del cuadro?
_________ se secó las lágrimas con el dorso de la mano y miró a Zayn. Era evidente que no, pero se volvió hacia la escéptica artista y le dijo:
—Yo puedo explicárselo.
Gilda se rió suavemente y asintió.
—Estoy segura de que sí. Está bien; el cuadro es suyo, señor Malik.
Minutos después, con la obra empaquetada en el maletero de un taxi, _________ y Zayn iban camino del apartamento de éste. _________ sabía que estaba jugando con fuego y atormentándose con algo que no podía tener, pero le había prometido a Gilda que le explicaría el significado del cuadro y siempre cumplía sus promesas.
Aquel taxista conducía de un modo tan temerario como el primero… y eso que a éste Zayn no le había prometido pagarle más.
En un momento dado dio un volantazo para esquivar a un mensajero en bicicleta, y si no hubiera sido porque las fuertes manos de Zayn la cogieron por los brazos para sujetarla, _________ habría acabado encima de él.
—Perdona —murmuró _________, alzando el rostro hacia él.
Los ojos marrones de Zayn se oscurecieron, y descendieron a sus labios.
—No pasa nada.
_________ ordenó a sus músculos que se movieran para apartarse de él, pero no parecían dispuestos a obedecer.
Zayn le soltó un brazo, le puso la mano en la mejilla y se la acarició suavemente con el pulgar para luego introducir los dedos por entre sus cabellos.
_________ inspiró temblorosa, y cuando Zayn se inclinó hacia ella, en lugar de apartarse alzó la barbilla para acortar el espacio entre sus labios.
Zayn la besó con suavidad al principio, pero luego el beso se tornó mucho más sensual, y los latidos de su corazón se dispararon.
Poco tardó Zayn en deslizar la lengua dentro de su boca, y _________ suspiró extasiada. Oh, Dios, tenía que parar aquello.
La mano de Zayn había vuelto a su mejilla, y _________ la cubrió con la suya, decidida a apartarla para luego apartarse ella también de él. En vez de eso, sin embargo, sus dedos se entrelazaron con los de él, como si tuvieran voluntad propia, y subió la otra a su ancho pecho.
De pronto, Zayn la rodeó con los brazos y la subió a su regazo. Sorprendida por lo repentino de aquella acción, _________ recobró la cordura por un instante y despegó sus labios de los de él. No obstante, no tuvo la fuerza de voluntad suficiente para apartarse de él, y se quedó sentada encima de él, mirándolo a los ojos con la frente apoyada en la suya y la punta de la nariz contra la de él. El aliento jadeante de Zayn le rozaba el rostro, y podía sentir los fuertes latidos de su corazón bajo la palma de la mano.
—¿Qué estamos haciendo? —inquirió en un susurro.
—No tengo ni idea —murmuró él.
Con una mano comenzó a acariciarle la espalda, y la otra bajó a la cadera, pero no se detuvo ahí, sino que siguió descendiendo.
La falda se le había subido cuando él la había encaramado a su regazo, y además no llevaba medias, así que la mano de Zayn encontró piel desnuda cuando llegó a su pierna. _________ creyó que iba a enloquecer cuando sintió la cálida palma de su mano deslizándose arriba y abajo por su muslo, y una vez más se dijo que debía parar aquello.
Capítulo 3
—Está bien. Pero nada de preguntas sobre MPH. Si me haces una sola le diré al taxista que pare para que te bajes. ¿Está claro?
—Cristalino —contestó ella con una amplia sonrisa.
_________ quería conocer mejor a Zayn, pero ponerle la mano en la pierna no era lo que tenía en mente. No le había tocado la entrepierna, pero había estado cerca.
No lo había hecho a propósito, por supuesto. Zayn le había prometido al taxista que le pagaría el doble si los llevaba en el menor tiempo posible a la galería, y éste iba haciendo eses para adelantar a los otros vehículos, así que se había agarrado a lo primero que había encontrado.
—Perdona —murmuró azorada, apartando la mano.
—No pasa nada —respondió él. Su voz, sin embargo, había sonado algo ronca.
Otro volantazo del taxista hizo que el hombro de _________ chocara con el de Zayn, y sus ojos se encontraron. La mirada de él descendió lentamente hasta sus labios, y a la joven se le cortó el aliento.
¿Cómo besaría?, se preguntó. ¿Sería tierno o apasionado? Por desgracia nunca lo sabría. Giró la cabeza hacia la ventanilla y dejó escapar un suspiro de decepción.
Cuando llegaron a su destino, _________ dio gracias a Dios porque lo hubieran hecho de una pieza, y se bajó del taxi mientras Zayn pagaba al taxista.
—¿Dijiste que te gustaba esta artista? —le preguntó Zayn cuando se unió a ella en la acera.
—Sí. Sus cuadros son muy sensuales.
—¿Sensuales? Pero si son flores —replicó él.
_________ vio la confusión en su rostro y se preguntó si no sabría nada sobre la pintora.
—¿Conoces la obra de Georgia O'Keeffe?
Zayn negó con la cabeza.
—Sé que fue una pintora importante, pero el arte no es lo mío, la verdad.
—Bueno, pues como dices fue una pintora importante, muy intimista, y a Gilda Reines algunos críticos la han bautizado como «la O'Keeffe del siglo veintiuno». Es de Charleston, de Carolina del Sur, y empezó a pintar después de que su marido, el amor de su vida, falleciera. Por lo que he oído es una mujer muy particular.
Cuando entraron en la galería se encontraron con un amplio espacio inundado por la luz. De las paredes colgaban lienzos de distintos tamaños, y aquí y allá había algunas esculturas pequeñas colocadas sobre pedestales.
Una morena con un aspecto muy chic se acercó a ellos.
—¿El señor Malik?
—Sí —asintió Zayn.
—Soy Helena Evans, la encargada de la galería; hablamos por teléfono, ¿recuerda? —le dijo la morena tendiéndole la mano.
Zayn se la estrechó, y a _________ no le pasó desapercibido el modo en que la mujer lo miró de arriba abajo antes de volverse hacia ella.
—¿Y usted es…?
—_________ Holt.
La morena le dedicó una breve sonrisa.
—Gilda está esperándolos en la sala de exposiciones privada —les dijo—; acompáñenme, por favor.
Mientras la seguían, _________ se preguntó irritada si la tal Helena normalmente movería tanto las caderas al andar, o si estaba haciéndolo para que Zayn se fijase en ella.
¿Y qué le importaba eso?, se reprendió. Si el apellido de Zayn no fuese Malik, probablemente ella también estaría intentando atraer su atención.
Cuando entraron en la sala de exposiciones privada, una mujer de poco más de un metro y medio y rostro con pocas arrugas para sus sesenta años estaba esperándolos.
Junto a ella, sobre un caballete, había un óleo de una campanilla blanca con el centro magenta que dejó a _________ sin aliento.
Helena hizo las presentaciones, y Gilda Raines se dirigió a Zayn.
—De modo que quiere comprar una de mis pinturas —dijo, escrutándolo con la mirada.
—Así es.
—¿Por qué?
—Bueno, ya le hablé de mi madre en mi carta, y de su enfermedad.
Sorprendida, _________ giró el rostro hacia él.
¿Le había escrito una carta a Gilda Raines para pedirle que accediera a venderle un cuadro? Verdaderamente debía estar muy unido a su madre para haberse tomado tantas molestias.
—Sí, lo sé. No recibo muchas cartas suplicándome que les venda un cuadro… «cualquier cuadro», me decía usted en su carta. No suelo separarme de mis creaciones a menos que sepa que irá a parar a manos de alguien que lo apreciará, señor Malik. Estoy dispuesta a venderle éste… si es capaz de darme un buen motivo para que lo haga. Dígame: ¿por qué debería venderle este cuadro?
—Porque mi madre admira su obra y tener uno de sus cuadros la haría feliz.
Gilda Gaines se cruzó de brazos.
—Lo siento, pero ése no es un motivo lo suficientemente bueno.
Aunque aquello no era asunto suyo, _________ decidió intervenir en la conversación.
—Porque después de que le hayan hecho una mastectomía doble, su madre necesita que le recuerden que es una mujer.
La artista, Helena, y Zayn se volvieron hacia ella.
—Este cuadro suyo transmite la idea de feminidad, de sensualidad, y estoy segura de que en este momento la madre de Zayn siente que carece de esas cualidades.
Gilda Gaines entornó los ojos y ladeó la cabeza.
—¿Qué le hace pensar eso?
_________ bajó la vista.
—Perdí a una persona muy querida el año pasado por un cáncer de mama. Traté de darle todo mi apoyo cuando le hicieron la mastectomía, y la acompañaba a las sesiones de quimioterapia en el Women's Health Center. Allí había varios cuadros suyos. Mi favorito era El Liño, aunque el de Jane era La Gardenia.
Jane había sido la secretaria de su padre. _________ siempre había tenido una relación más estrecha que con ninguno de sus padres, y había sido Jane quien la había hecho hablar y había descubierto que su padrastro había estado abusando de ella.
También había sido ella quien se lo había contado a su padre y le había dicho que tenía que sacarla de casa de su madre para alejarla de aquel degenerado.
Perder a Jane había sido un duro golpe para ella, y recordar en ese momento los últimos meses de su vida, con las fuerzas mermadas por la enfermedad, hizo que afloraran lágrimas a sus ojos.
Gilda fue junto a ella, y señalando a Zayn con la cabeza le preguntó:
—¿Y cree que él comprende el significado del cuadro?
_________ se secó las lágrimas con el dorso de la mano y miró a Zayn. Era evidente que no, pero se volvió hacia la escéptica artista y le dijo:
—Yo puedo explicárselo.
Gilda se rió suavemente y asintió.
—Estoy segura de que sí. Está bien; el cuadro es suyo, señor Malik.
Minutos después, con la obra empaquetada en el maletero de un taxi, _________ y Zayn iban camino del apartamento de éste. _________ sabía que estaba jugando con fuego y atormentándose con algo que no podía tener, pero le había prometido a Gilda que le explicaría el significado del cuadro y siempre cumplía sus promesas.
Aquel taxista conducía de un modo tan temerario como el primero… y eso que a éste Zayn no le había prometido pagarle más.
En un momento dado dio un volantazo para esquivar a un mensajero en bicicleta, y si no hubiera sido porque las fuertes manos de Zayn la cogieron por los brazos para sujetarla, _________ habría acabado encima de él.
—Perdona —murmuró _________, alzando el rostro hacia él.
Los ojos marrones de Zayn se oscurecieron, y descendieron a sus labios.
—No pasa nada.
_________ ordenó a sus músculos que se movieran para apartarse de él, pero no parecían dispuestos a obedecer.
Zayn le soltó un brazo, le puso la mano en la mejilla y se la acarició suavemente con el pulgar para luego introducir los dedos por entre sus cabellos.
_________ inspiró temblorosa, y cuando Zayn se inclinó hacia ella, en lugar de apartarse alzó la barbilla para acortar el espacio entre sus labios.
Zayn la besó con suavidad al principio, pero luego el beso se tornó mucho más sensual, y los latidos de su corazón se dispararon.
Poco tardó Zayn en deslizar la lengua dentro de su boca, y _________ suspiró extasiada. Oh, Dios, tenía que parar aquello.
La mano de Zayn había vuelto a su mejilla, y _________ la cubrió con la suya, decidida a apartarla para luego apartarse ella también de él. En vez de eso, sin embargo, sus dedos se entrelazaron con los de él, como si tuvieran voluntad propia, y subió la otra a su ancho pecho.
De pronto, Zayn la rodeó con los brazos y la subió a su regazo. Sorprendida por lo repentino de aquella acción, _________ recobró la cordura por un instante y despegó sus labios de los de él. No obstante, no tuvo la fuerza de voluntad suficiente para apartarse de él, y se quedó sentada encima de él, mirándolo a los ojos con la frente apoyada en la suya y la punta de la nariz contra la de él. El aliento jadeante de Zayn le rozaba el rostro, y podía sentir los fuertes latidos de su corazón bajo la palma de la mano.
—¿Qué estamos haciendo? —inquirió en un susurro.
—No tengo ni idea —murmuró él.
Con una mano comenzó a acariciarle la espalda, y la otra bajó a la cadera, pero no se detuvo ahí, sino que siguió descendiendo.
La falda se le había subido cuando él la había encaramado a su regazo, y además no llevaba medias, así que la mano de Zayn encontró piel desnuda cuando llegó a su pierna. _________ creyó que iba a enloquecer cuando sintió la cálida palma de su mano deslizándose arriba y abajo por su muslo, y una vez más se dijo que debía parar aquello.
ontherockks
Re: Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
Visto el nulo recibimiento, esta novela queda cancelada.
ontherockks
Re: Unión prohibida (Zayn Malik y tú) | CANCELADA.
nooooo por favoooor! NO LA CANCELES, YO LA LEEREEEEEEEEEE! por favor, te lo suplico! quiero leer maaas!
FlopiiGuzman
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.