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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Guardianes Del Amor.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Mar 19 Mar 2013, 3:33 pm
Capitulo 1#
Ella dormía plácidamente en su lado favorito de la cama, el derecho. A él le encantaba verla dormir, le recordaba a los buenos tiempos, ella parecía un ángel, ella era su ángel.
Se revolvió intranquila en su cama, el se alejo del cristal nervioso, mientras tomaban su hombro fuertemente, ya los había sentido, los podía rastrear desde muy lejos, pero simplemente no podía alejar su mirada de ella.
-Sabes que no puedes estar aquí -. Soltó con molestia, Elasar-.
-Es mi prometida.- argumento con rencor-.
-Si ellos te hubieran seguido, ella podría haber estado muerta.- nervioso Daniel, miraba a los alrededores con paranoia-.
-No me siguieron-. Les aseguro-.
-Ariel, no podemos ponerla en peligro, y lo sabes bien-. Gruño asustado, Daniel-.
-Solo quería verla, saber que está bien -. Se defendió-.
-Ya la viste, ahora vuelve a luchar por tu raza -. Escupió cansado, Elasar-.
-Lo haré-. Gruño-.
-Cuando todo haya terminado podrás regresar por ella -. Se disculpo, Daniel-.
-Espero que se acabe luego -. Miro con nostalgia la figura de ella sobre su cama-.
-Pero no acabara si tu estas aquí llorando -. Agrego aburrido, Elasar-.
Ignorando el desagradable comentario de Elasar, se acerco nuevamente a la ventana. Ella seguía durmiendo y aunque ahora tenía el cuerpo de una pequeña de catorce años, él la seguía amando con la misma locura que antes de que estallara la guerra, cuando eran los guardianes de Dios.
Si tan solo los ángeles rebeldes no hubieran declarado la guerra, Si solo esos ángeles negros no le hubieran guardado rencor a Dios por crear a la cosa más hermosa y perfecta, la madre de la armonía, La guardiana de la paz, la mujer perfecta para él, su prometida, Salomé.
Ahora ellos hubieran estado casados y felices, disfrutando de la tranquilidad del cielo, cuidando el bien estar de Dios, protegiendo a los fieles de los rebeldes, pero no, Ella había tenido que dejar el cielo, si ella moría, tanto la vida de los mortales como la de los ángeles se hubiera puesto de cabezas, ellos dependían completamente de ella, ella era su oxigeno. El en cambio, Ariel, el guardián de Dios, era más indispensable, habían mas guardianes de Dios, pero él era mayor, el general, el había enamorado a Salomé y ahora debía luchar por el bien de su amada, los fieles y su padre, Dios.
Ella dormía plácidamente en su lado favorito de la cama, el derecho. A él le encantaba verla dormir, le recordaba a los buenos tiempos, ella parecía un ángel, ella era su ángel.
Se revolvió intranquila en su cama, el se alejo del cristal nervioso, mientras tomaban su hombro fuertemente, ya los había sentido, los podía rastrear desde muy lejos, pero simplemente no podía alejar su mirada de ella.
-Sabes que no puedes estar aquí -. Soltó con molestia, Elasar-.
-Es mi prometida.- argumento con rencor-.
-Si ellos te hubieran seguido, ella podría haber estado muerta.- nervioso Daniel, miraba a los alrededores con paranoia-.
-No me siguieron-. Les aseguro-.
-Ariel, no podemos ponerla en peligro, y lo sabes bien-. Gruño asustado, Daniel-.
-Solo quería verla, saber que está bien -. Se defendió-.
-Ya la viste, ahora vuelve a luchar por tu raza -. Escupió cansado, Elasar-.
-Lo haré-. Gruño-.
-Cuando todo haya terminado podrás regresar por ella -. Se disculpo, Daniel-.
-Espero que se acabe luego -. Miro con nostalgia la figura de ella sobre su cama-.
-Pero no acabara si tu estas aquí llorando -. Agrego aburrido, Elasar-.
Ignorando el desagradable comentario de Elasar, se acerco nuevamente a la ventana. Ella seguía durmiendo y aunque ahora tenía el cuerpo de una pequeña de catorce años, él la seguía amando con la misma locura que antes de que estallara la guerra, cuando eran los guardianes de Dios.
Si tan solo los ángeles rebeldes no hubieran declarado la guerra, Si solo esos ángeles negros no le hubieran guardado rencor a Dios por crear a la cosa más hermosa y perfecta, la madre de la armonía, La guardiana de la paz, la mujer perfecta para él, su prometida, Salomé.
Ahora ellos hubieran estado casados y felices, disfrutando de la tranquilidad del cielo, cuidando el bien estar de Dios, protegiendo a los fieles de los rebeldes, pero no, Ella había tenido que dejar el cielo, si ella moría, tanto la vida de los mortales como la de los ángeles se hubiera puesto de cabezas, ellos dependían completamente de ella, ella era su oxigeno. El en cambio, Ariel, el guardián de Dios, era más indispensable, habían mas guardianes de Dios, pero él era mayor, el general, el había enamorado a Salomé y ahora debía luchar por el bien de su amada, los fieles y su padre, Dios.
Última edición por Tanchii_xde el Vie 29 Mar 2013, 8:09 pm, editado 2 veces
Tanchii_xde
Re: Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Vie 22 Mar 2013, 2:09 pm
Capitulo 2#
Se despertó Agitada nuevamente, solo por intuición miro la ventana sabiendo de antemano, que no había nada ni nadie allí afuera. Cada vez que despertaba de sus terroríficos sueños, de gente luchando ferozmente, muriendo de forma desgarradora y ella era simple espectadora, sentada desde su trono de oro, no podía hacer nada, toda esa gente moría, moría por salvarla.
Se sentó en su cama, para tranquilizarse, para que su agitado corazón dejara de galopar tan fuerte en su pecho, miro de reojo la ventana, pero seguía tan tranquilo como siempre, ese árbol meciéndose al son del viento y las ramas de este arañando sutilmente la ventana.
No sabía porque esto, después de tantos años, le seguía siendo totalmente aterrador, desde muy pequeña se había despertado en las noches llorando por sus pesadillas, donde siempre veía lo mismo, muerte y devastación.
Pero a medida que fue creciendo, dejo de asustarse por sus pesadillas, si bien no soportaba el dolor que le producía ver a todas esas personas destrozándose, ya no había nada que hacerle, ella no podía dejar de soñar con eso. Más bien lo que la despertaba en las noches, era la presencia de alguien en la ventana, algunas veces había jurado ver a alguien parado justo frente de su ventana, observándola, acechándola cual criminal, pero cuando se levanta a investigar, todo parecía tan tranquilo, tan intimidantemente normal, que se le ponía la piel de gallina y volvía a la cama aun mas asustada.
Pero eso no sucedía todas las noches, ella lo había esperado por semanas, meses incluso, pero el insomnio la había obligado a volver a dormir normalmente, pero cuando y ase estaba a acostumbrando, cuando ya habían pasado exactamente tres meses, ella volvía con las pesadillas, volvía la presencia, ella volvía tener miedo.
Una vez que su corazón estuvo tranquilo y estable, miro su reloj de la mesita junto a su cama, Eran las cuatro de la madrugada, ella tenía que levantarse temprano, tenía que ir a la escuela, era su ultimo año, y se había prometido no faltar ni un solo día para disfrutar al máximo de esa etapa.
Se Recostó nuevamente, obligando a sus ojos mantenerse cerrados, dejando su mente en blanco, eliminando esas imágenes sangrientas de su subconsciente, dejando de lado la presencia, tratando de olvidar todo y seguir durmiendo.
Simplemente estaba fascinado con la belleza que había adquirido en tierra, Salomé. Si bien como ángel, era celestial y divina, como humana era una diosa, quizás estaba muy enamorado, pero para él, ella era simplemente la mujer mas fascinante y bella del planeta, la había visto crecer, cómo sus facciones ya no eran las de aquella guardiana de la paz, no, ahora era una humana inmortal, y con solo diecisiete años, era sin duda la más guapa de ese pequeño pueblo y mundo entero, galaxias incluso.
Altura media, ojos color miel, cabello castaño y ondulado hasta más debajo de sus pechos, el cuerpo de una guerrera, sin necesidad de seguir formando, ella aun como humana, parecía un ángel, su ángel.
Sintió unas picazones en sus manos, su nuevo cuerpo se estaba hiriendo, llevada menos de un día en la tierra y su actual cuerpo no pida resistir sus poderes, miro una última vez la figura de ella, recostada nuevamente en su cama.
Con sigilo salió de los alrededores de la casa de Salomé, camino hasta el bosque y allí dejo el cuerpo del muchacho, que sin querer le había aceptado poseerlo como un muñeco.
Desde la última discusión con los arcángeles encargados de la protección de Salomé. El no había podido bajar a verla con su cuerpo natural de ángel, su esencia era muy fuerte, lo podían distinguir desde kilómetros. Por lo que había optado por poseer un cuerpo de un mortal, la esencia de estos podía disimular por unas horas la de un ángel, aunque lamentablemente, al ser un guardián de dios poseía más poderes que un simple ángel, el cuerpo humano duraba poco tiempo sin empezar a dañarse, el solo estaba el tiempo suficiente para verla, saber que estaba bien y volver a la guerra, que lamentablemente esta aun no terminaba.
Se despertó Agitada nuevamente, solo por intuición miro la ventana sabiendo de antemano, que no había nada ni nadie allí afuera. Cada vez que despertaba de sus terroríficos sueños, de gente luchando ferozmente, muriendo de forma desgarradora y ella era simple espectadora, sentada desde su trono de oro, no podía hacer nada, toda esa gente moría, moría por salvarla.
Se sentó en su cama, para tranquilizarse, para que su agitado corazón dejara de galopar tan fuerte en su pecho, miro de reojo la ventana, pero seguía tan tranquilo como siempre, ese árbol meciéndose al son del viento y las ramas de este arañando sutilmente la ventana.
No sabía porque esto, después de tantos años, le seguía siendo totalmente aterrador, desde muy pequeña se había despertado en las noches llorando por sus pesadillas, donde siempre veía lo mismo, muerte y devastación.
Pero a medida que fue creciendo, dejo de asustarse por sus pesadillas, si bien no soportaba el dolor que le producía ver a todas esas personas destrozándose, ya no había nada que hacerle, ella no podía dejar de soñar con eso. Más bien lo que la despertaba en las noches, era la presencia de alguien en la ventana, algunas veces había jurado ver a alguien parado justo frente de su ventana, observándola, acechándola cual criminal, pero cuando se levanta a investigar, todo parecía tan tranquilo, tan intimidantemente normal, que se le ponía la piel de gallina y volvía a la cama aun mas asustada.
Pero eso no sucedía todas las noches, ella lo había esperado por semanas, meses incluso, pero el insomnio la había obligado a volver a dormir normalmente, pero cuando y ase estaba a acostumbrando, cuando ya habían pasado exactamente tres meses, ella volvía con las pesadillas, volvía la presencia, ella volvía tener miedo.
Una vez que su corazón estuvo tranquilo y estable, miro su reloj de la mesita junto a su cama, Eran las cuatro de la madrugada, ella tenía que levantarse temprano, tenía que ir a la escuela, era su ultimo año, y se había prometido no faltar ni un solo día para disfrutar al máximo de esa etapa.
Se Recostó nuevamente, obligando a sus ojos mantenerse cerrados, dejando su mente en blanco, eliminando esas imágenes sangrientas de su subconsciente, dejando de lado la presencia, tratando de olvidar todo y seguir durmiendo.
Simplemente estaba fascinado con la belleza que había adquirido en tierra, Salomé. Si bien como ángel, era celestial y divina, como humana era una diosa, quizás estaba muy enamorado, pero para él, ella era simplemente la mujer mas fascinante y bella del planeta, la había visto crecer, cómo sus facciones ya no eran las de aquella guardiana de la paz, no, ahora era una humana inmortal, y con solo diecisiete años, era sin duda la más guapa de ese pequeño pueblo y mundo entero, galaxias incluso.
Altura media, ojos color miel, cabello castaño y ondulado hasta más debajo de sus pechos, el cuerpo de una guerrera, sin necesidad de seguir formando, ella aun como humana, parecía un ángel, su ángel.
Sintió unas picazones en sus manos, su nuevo cuerpo se estaba hiriendo, llevada menos de un día en la tierra y su actual cuerpo no pida resistir sus poderes, miro una última vez la figura de ella, recostada nuevamente en su cama.
Con sigilo salió de los alrededores de la casa de Salomé, camino hasta el bosque y allí dejo el cuerpo del muchacho, que sin querer le había aceptado poseerlo como un muñeco.
Desde la última discusión con los arcángeles encargados de la protección de Salomé. El no había podido bajar a verla con su cuerpo natural de ángel, su esencia era muy fuerte, lo podían distinguir desde kilómetros. Por lo que había optado por poseer un cuerpo de un mortal, la esencia de estos podía disimular por unas horas la de un ángel, aunque lamentablemente, al ser un guardián de dios poseía más poderes que un simple ángel, el cuerpo humano duraba poco tiempo sin empezar a dañarse, el solo estaba el tiempo suficiente para verla, saber que estaba bien y volver a la guerra, que lamentablemente esta aun no terminaba.
Tanchii_xde
Re: Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Lun 25 Mar 2013, 3:58 pm
Capitulo 3#
Se arreglo el cabello en una simple cola de caballo, hoy lamentablemente había amanecido más desastroso que lo normal.
Miro su atuendo una vez más frente al espejo y salió rumbo al colegio, con su bolso al hombro y sus audífonos puestos. Todos los días tenía que ir caminando hasta el colegio, y aunque no estuviera tan lejos, los fríos días de invierno deseaba con toda su alma un auto con calefactor.
En las afueras del recinto, junto con un grupo de chicos, estaba Samantha, su mejor amiga. Bajita, ojos color cielo, un corto y despeinado cabello color zanahoria y pecas esparcidas sobre el puente de su nariz. Era todo lo contrario a ella, usaba más palabrotas que palabras simples, se quejaba por todo lo que la rodeaba, era mandona y siempre va a tener hambre o estar cansada. Aun así, ella era su mejor amiga de toda la vida.
-¡Hey chica! ¿te vienes a paso Tortuga o qué? -. Samantha con las manos en jarras en su cadera, la miraba con el ceño fruncido-.
-Sabes que me gusta tomarme mi tiempo -. Comentó con simpleza, al momento que pasaba a su lado, para entrar al edificio-.
-Si claro tómate tu tiempo, total, tu buena amiga te puede esperar por siempre, ¡Sola!-. grito exagerada una vez que sus cortitas piernas igualaron su paso-.
-Yo no te vi mal acompañada -. Sonrió tranquila-.
-Esos chicos son como una manada de imbéciles -. Se quejó Sam-.
-Imbéciles o no, te gustan igual. Todos -. Carcajeo junto a su casillero-.
-No podemos negar, que ese grupo de idiotas están bastantemente buenos, ¡Por dios Sara, Un comentario sobre chicos!-. chillo emocionada-.
-¿Qué es lo raro? -. Arrugo el ceño, mientras sacaba su cuaderno y libro de matemáticas-.
-Pensé que tendría que obligarte a desistir de ser monja-. Rio con su propio chiste-.
-No quiero ser monja-. Cerró su casillero y espero a Sam, un tanto molesta-.
-Sara, amiga, Tienes diecisiete y desde que te conozco, y son ¡dieciséis años! Nunca, pero nunca mencionaste algo respecto a chicos, ningún comentario sobre lo sexy y hermosos que son, ¡Nada! Incluso creí que eras lesbiana, pero no te me has insinuado, y es difícil resistírseme -. Sonrió con suficiencia, la pelirroja-.
-No me siento atraída por nadie, es eso simplemente, algún día llegara alguna persona, por el momento estoy bien así -. Comenzaron a caminar hacia sus aulas-.
-Bueno, si algún día te gusta un chico en verdad, me tienes que decir, así yo puedo darle el victo bueno o no.
-¿Eso significa que lo manosearas solo para decirme si está bien?, no gracias amiga, confió en mi intuición.
-No lo manoseare-. Fingió horror-. Solo lo mirare bien mirado -. Jugó con sus cejas-.
-Otra vez Sam, no, gracias.
Se despidieron en el pasillo del pabellón tres y ambas se dirigieron a sus respectivas clases. Sara camino lentamente hasta la sala de matemáticas, el timbre aun no sonaba y eso significaba que no tenía por qué apurarse para no ganar una infracción por atraso.
En el salón ya habían algunos de sus compañeros, la mayoría llegaba tempano a clases de matemáticas, el señor Wilson, era bastante estricto con el tema de la puntualidad, dos minutos antes de que el timbre sonaba, ya estaba preparado y dispuesto para tomar infracciones.
Conor entro con su sonrisa perfecta, su mirada arrogante y su paso altanero, el sin duda era el chico más guapo de la escuela secundaria de Portland, Lincoln. Ella se obligaba a sentir algo por él, después de todo, cada chica del establecimiento se derretía por él.
Ella lo encontraba atractivo, eso no lo podía negar, pero no sentía mariposas en su interior, no sentía el galopar desenfrenado de su corazón, sus rodillas no se convertían en gelatina y por sobre todo, no sentía absolutamente nada por él.
-Murray -. La saludo Conor al pasar-.
-Steve-. Respondió sonriente-.
Ella por alguna extraña razón, se merecía ese día el saludo de Conor. El nunca saludaba o respondía un saludo de las chicas, a menos, claro, que sea la chica semanal.
Siempre en todos los colegios hay un mujeriego conocido, el playboy del recinto, el que hace y desase a las chicas, el que las tiene por una noche o dos. Bueno Conor era algo así, aunque más compasivo, él estaba con las chicas exactamente una semana, al día siguiente de haber pasado la semana, ya no eras merecedora del saludo de Conor Steve.
Ese simple gesto de “Cortesía” fue lo que provoco que las chicas del salón, la miraran como si fuera un tipo de espécimen raro. Ella, Sara Murray no era conocida como la más guapa o deseada de la secundaria Lincoln, ella más bien, era conocida como la buena Sara, la tierna y dulce Murray, la que no rompía un plato, ella era la mojigata de Lincoln.
Conor eligió su puesto del día, otra cosa totalmente anormal en el, por lo general se sentaba al fondo del aula, Donde podía manosearse con su semanal, pero esta vez no, esta vez se sentó en el segundo puesto junto a la venta, justo detrás de Sara.
Se arreglo el cabello en una simple cola de caballo, hoy lamentablemente había amanecido más desastroso que lo normal.
Miro su atuendo una vez más frente al espejo y salió rumbo al colegio, con su bolso al hombro y sus audífonos puestos. Todos los días tenía que ir caminando hasta el colegio, y aunque no estuviera tan lejos, los fríos días de invierno deseaba con toda su alma un auto con calefactor.
En las afueras del recinto, junto con un grupo de chicos, estaba Samantha, su mejor amiga. Bajita, ojos color cielo, un corto y despeinado cabello color zanahoria y pecas esparcidas sobre el puente de su nariz. Era todo lo contrario a ella, usaba más palabrotas que palabras simples, se quejaba por todo lo que la rodeaba, era mandona y siempre va a tener hambre o estar cansada. Aun así, ella era su mejor amiga de toda la vida.
-¡Hey chica! ¿te vienes a paso Tortuga o qué? -. Samantha con las manos en jarras en su cadera, la miraba con el ceño fruncido-.
-Sabes que me gusta tomarme mi tiempo -. Comentó con simpleza, al momento que pasaba a su lado, para entrar al edificio-.
-Si claro tómate tu tiempo, total, tu buena amiga te puede esperar por siempre, ¡Sola!-. grito exagerada una vez que sus cortitas piernas igualaron su paso-.
-Yo no te vi mal acompañada -. Sonrió tranquila-.
-Esos chicos son como una manada de imbéciles -. Se quejó Sam-.
-Imbéciles o no, te gustan igual. Todos -. Carcajeo junto a su casillero-.
-No podemos negar, que ese grupo de idiotas están bastantemente buenos, ¡Por dios Sara, Un comentario sobre chicos!-. chillo emocionada-.
-¿Qué es lo raro? -. Arrugo el ceño, mientras sacaba su cuaderno y libro de matemáticas-.
-Pensé que tendría que obligarte a desistir de ser monja-. Rio con su propio chiste-.
-No quiero ser monja-. Cerró su casillero y espero a Sam, un tanto molesta-.
-Sara, amiga, Tienes diecisiete y desde que te conozco, y son ¡dieciséis años! Nunca, pero nunca mencionaste algo respecto a chicos, ningún comentario sobre lo sexy y hermosos que son, ¡Nada! Incluso creí que eras lesbiana, pero no te me has insinuado, y es difícil resistírseme -. Sonrió con suficiencia, la pelirroja-.
-No me siento atraída por nadie, es eso simplemente, algún día llegara alguna persona, por el momento estoy bien así -. Comenzaron a caminar hacia sus aulas-.
-Bueno, si algún día te gusta un chico en verdad, me tienes que decir, así yo puedo darle el victo bueno o no.
-¿Eso significa que lo manosearas solo para decirme si está bien?, no gracias amiga, confió en mi intuición.
-No lo manoseare-. Fingió horror-. Solo lo mirare bien mirado -. Jugó con sus cejas-.
-Otra vez Sam, no, gracias.
Se despidieron en el pasillo del pabellón tres y ambas se dirigieron a sus respectivas clases. Sara camino lentamente hasta la sala de matemáticas, el timbre aun no sonaba y eso significaba que no tenía por qué apurarse para no ganar una infracción por atraso.
En el salón ya habían algunos de sus compañeros, la mayoría llegaba tempano a clases de matemáticas, el señor Wilson, era bastante estricto con el tema de la puntualidad, dos minutos antes de que el timbre sonaba, ya estaba preparado y dispuesto para tomar infracciones.
Conor entro con su sonrisa perfecta, su mirada arrogante y su paso altanero, el sin duda era el chico más guapo de la escuela secundaria de Portland, Lincoln. Ella se obligaba a sentir algo por él, después de todo, cada chica del establecimiento se derretía por él.
Ella lo encontraba atractivo, eso no lo podía negar, pero no sentía mariposas en su interior, no sentía el galopar desenfrenado de su corazón, sus rodillas no se convertían en gelatina y por sobre todo, no sentía absolutamente nada por él.
-Murray -. La saludo Conor al pasar-.
-Steve-. Respondió sonriente-.
Ella por alguna extraña razón, se merecía ese día el saludo de Conor. El nunca saludaba o respondía un saludo de las chicas, a menos, claro, que sea la chica semanal.
Siempre en todos los colegios hay un mujeriego conocido, el playboy del recinto, el que hace y desase a las chicas, el que las tiene por una noche o dos. Bueno Conor era algo así, aunque más compasivo, él estaba con las chicas exactamente una semana, al día siguiente de haber pasado la semana, ya no eras merecedora del saludo de Conor Steve.
Ese simple gesto de “Cortesía” fue lo que provoco que las chicas del salón, la miraran como si fuera un tipo de espécimen raro. Ella, Sara Murray no era conocida como la más guapa o deseada de la secundaria Lincoln, ella más bien, era conocida como la buena Sara, la tierna y dulce Murray, la que no rompía un plato, ella era la mojigata de Lincoln.
Conor eligió su puesto del día, otra cosa totalmente anormal en el, por lo general se sentaba al fondo del aula, Donde podía manosearse con su semanal, pero esta vez no, esta vez se sentó en el segundo puesto junto a la venta, justo detrás de Sara.
Tanchii_xde
Re: Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Vie 29 Mar 2013, 8:10 pm
Capítulo 4#
El profesor Wilson, ya estaba dos minutos antes parado junto a la puerta, esperando impacientemente a que tocaran el timbre, para comenzar a multar a los alumnos atrasados.
-Hey Murray -. Susurro Conor, cerca de ella-.
-Dime -. Volteo lentamente-.
-Pareces un ángel -. Sonrió arrogante-.
-No seré tu semanal, Steve -. Sonrió a medias y volvió a mirar al frente-.
-Yo sé lo que eres, Sara.
Frunció el ceño, ofendida. Ella no era un semanal, ella ni siquiera estaba dispuesta a ser una ramera de Conor, cubrió su boca con vergüenza, la palabra ramera era horrible, y de seguro que Sam se la había pegado. Cerro fuertemente sus ojos y llevo esa palabra no deseada a su papelera de reciclaje mental, listo ya estaba eliminada, sonrió satisfecha.
Sara, porque su nombre de los labios de Conor, sonó tan extraño, ahora que lo analizaba él lo dijo de una manera tan extraña, más arrogante de lo normal, más personal.
El timbre la sobresalto, el señor Wilson ya estaba multando a los pobres atrasados por un segundo, el es cruel, pensó Sara con molestia.
-Señor Steve, me alegra que haya decido sentarse más adelante en mi clase -. Sonrió presuntuoso el señor Wilson al comenzar la clase-.
-Deseo poder superarme con las matemáticas, es mi peor ramo-. Sonó totalmente preocupado por sus notas, lo que todos en el aula sabían no era cierto, todo excepto el señor Wilson-.
-Bueno si es que esta tan motivado con reprobar el ramo, le asignare un tutor -. Sonrió orgulloso de su idea el señor Wilson-.
-Eso sería lo mejor, profesor ¿podría elegir yo a mi tutor?
-No, claro que no, yo te asignare uno, quiero que trabajes no que tengas con quien conversar -. Le frunció el ceño-.
-Está bien-. Soltó con resignación y desgano-.
-¿Señor Campbell, puede ser tutor de Conor?
-Lo lamento profesor, pero soy tutor de Emily -. Se disculpo Martin-.
-Oh, ya veo, entonces… señorita Murray, ¿usted?-. la miro intensamente-.
-Yo bueno, yo no soy tan buena en matemáticas-. Se sintió nerviosa-.
-Oh señorita Murray, es buena. Señor Steve, siéntese junto a Murray, ella será su tutora hasta fin de año -. Sonrió campante-.
Ella soltó un bufido casi audible, el arrastro sus cosas hasta el puesto junto a ella y se sentó excesivamente cerca.
El señor Wilson comenzó la clase, y ella decidió tomar apuntes rápidos para deshacerse luego de Conor. Lo sabía, sonaba como una mala persona, pero Conor la ponía nerviosa, ella no quería ser mala con él, simplemente terminar luego esto de la tutoría.
-Te ves algo tensa Murray, justo en medio de tus cejas hay un pliegue muy tierno cuando frunces el ceño -. El estaba apoyado en la mesa usando su mano como soporte, la miraba atento-.
-Conor, no se para que quieres un tutor, si de todas maneras no pones atención, soltó molesta, mientras se volteaba para encararlo-.
-Quería estar contigo, para así poder observarte mejor-. Tomo un mechón de su cabello y lo ordeno detrás de su oreja-. Así está mejor, de esta manera puedo ver mejor t hermoso perfil-. Sonrió tímidamente-.
Se quedo quieta, incapaz de poder moverse o hablar, lanzo una rápida mirada a sus manos, en las palmas de estas tenía una pequeñas erupciones, algunas a carne viva, pero cuando por accidente el toco su rostro, las sintió tan increíblemente suaves como la nubes, casi como un manto de recuerdo.
-¿Qué le paso a tus manos, Conor? -. Lo miro preocupada-.
-Nada -. Se enderezo con rapidez, perdiendo todo el color de su rostro, miro sus manos rápidamente y sin decir nada, salió corriendo de la sala.-
El señor Wilson le mando una mirada fría y asesina, ella se hundió más en su puesto ¿qué le habrá sucedido a Conor? Ella algunas veces amanecía con ese tipo de sarpullidos, como erupción a carne viva, pero no duraban mucho tiempo en su piel, el doctor le había dicho que se le producían por lo fuerte de las pastillas que tomaba diariamente. Parecía que Conor tenía la misma enfermedad que ella, quizás el también oía voces y sufría de delirios o simplemente se causo daño con cualquier otra cosa, probablemente luego cuando lo viera, le daría uno de sus remedios para mejorar de alguna manera sus erupciones.
El profesor Wilson, ya estaba dos minutos antes parado junto a la puerta, esperando impacientemente a que tocaran el timbre, para comenzar a multar a los alumnos atrasados.
-Hey Murray -. Susurro Conor, cerca de ella-.
-Dime -. Volteo lentamente-.
-Pareces un ángel -. Sonrió arrogante-.
-No seré tu semanal, Steve -. Sonrió a medias y volvió a mirar al frente-.
-Yo sé lo que eres, Sara.
Frunció el ceño, ofendida. Ella no era un semanal, ella ni siquiera estaba dispuesta a ser una ramera de Conor, cubrió su boca con vergüenza, la palabra ramera era horrible, y de seguro que Sam se la había pegado. Cerro fuertemente sus ojos y llevo esa palabra no deseada a su papelera de reciclaje mental, listo ya estaba eliminada, sonrió satisfecha.
Sara, porque su nombre de los labios de Conor, sonó tan extraño, ahora que lo analizaba él lo dijo de una manera tan extraña, más arrogante de lo normal, más personal.
El timbre la sobresalto, el señor Wilson ya estaba multando a los pobres atrasados por un segundo, el es cruel, pensó Sara con molestia.
-Señor Steve, me alegra que haya decido sentarse más adelante en mi clase -. Sonrió presuntuoso el señor Wilson al comenzar la clase-.
-Deseo poder superarme con las matemáticas, es mi peor ramo-. Sonó totalmente preocupado por sus notas, lo que todos en el aula sabían no era cierto, todo excepto el señor Wilson-.
-Bueno si es que esta tan motivado con reprobar el ramo, le asignare un tutor -. Sonrió orgulloso de su idea el señor Wilson-.
-Eso sería lo mejor, profesor ¿podría elegir yo a mi tutor?
-No, claro que no, yo te asignare uno, quiero que trabajes no que tengas con quien conversar -. Le frunció el ceño-.
-Está bien-. Soltó con resignación y desgano-.
-¿Señor Campbell, puede ser tutor de Conor?
-Lo lamento profesor, pero soy tutor de Emily -. Se disculpo Martin-.
-Oh, ya veo, entonces… señorita Murray, ¿usted?-. la miro intensamente-.
-Yo bueno, yo no soy tan buena en matemáticas-. Se sintió nerviosa-.
-Oh señorita Murray, es buena. Señor Steve, siéntese junto a Murray, ella será su tutora hasta fin de año -. Sonrió campante-.
Ella soltó un bufido casi audible, el arrastro sus cosas hasta el puesto junto a ella y se sentó excesivamente cerca.
El señor Wilson comenzó la clase, y ella decidió tomar apuntes rápidos para deshacerse luego de Conor. Lo sabía, sonaba como una mala persona, pero Conor la ponía nerviosa, ella no quería ser mala con él, simplemente terminar luego esto de la tutoría.
-Te ves algo tensa Murray, justo en medio de tus cejas hay un pliegue muy tierno cuando frunces el ceño -. El estaba apoyado en la mesa usando su mano como soporte, la miraba atento-.
-Conor, no se para que quieres un tutor, si de todas maneras no pones atención, soltó molesta, mientras se volteaba para encararlo-.
-Quería estar contigo, para así poder observarte mejor-. Tomo un mechón de su cabello y lo ordeno detrás de su oreja-. Así está mejor, de esta manera puedo ver mejor t hermoso perfil-. Sonrió tímidamente-.
Se quedo quieta, incapaz de poder moverse o hablar, lanzo una rápida mirada a sus manos, en las palmas de estas tenía una pequeñas erupciones, algunas a carne viva, pero cuando por accidente el toco su rostro, las sintió tan increíblemente suaves como la nubes, casi como un manto de recuerdo.
-¿Qué le paso a tus manos, Conor? -. Lo miro preocupada-.
-Nada -. Se enderezo con rapidez, perdiendo todo el color de su rostro, miro sus manos rápidamente y sin decir nada, salió corriendo de la sala.-
El señor Wilson le mando una mirada fría y asesina, ella se hundió más en su puesto ¿qué le habrá sucedido a Conor? Ella algunas veces amanecía con ese tipo de sarpullidos, como erupción a carne viva, pero no duraban mucho tiempo en su piel, el doctor le había dicho que se le producían por lo fuerte de las pastillas que tomaba diariamente. Parecía que Conor tenía la misma enfermedad que ella, quizás el también oía voces y sufría de delirios o simplemente se causo daño con cualquier otra cosa, probablemente luego cuando lo viera, le daría uno de sus remedios para mejorar de alguna manera sus erupciones.
Tanchii_xde
Re: Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Lun 01 Abr 2013, 3:49 pm
Capitulo 5#
-¿Sabes Sara? Pareces una retrasa mirando a la nada, creo incluso que tienes un hilo de baba colgando-. Reclamo Sam-.
-Gracias amiga -. Sonrió irónicamente-.
-No sé qué harías sin mí -. Meneo su cabeza en desaprobación-.
-Probablemente, no me dirían retrasada y podría pensar tranquila.- siguió comiendo su helado mientras se ponía al tanto de la película, que estaban viendo en su habitación-.
-Y ¿en que estabas pensando? -.La miro coquetamente Sam-.
-No es de tu incumbencia-. La aparto Sara-.
-Todo sobre ti es de mi incumbencia hermana -. Se acerco aun más Sam, hasta el punto de tener su pequeña nariz pegada en la mejilla de Sara-.
-Eres tan escalofriante-. Se quedo quieta Sara, un movimiento y besaba a Sam-. No sé en qué momento nos hicimos amigas.
-Bueno, al parecer tienes una memoria bastante mala, pero no te preocupes, tu mejor amiga de toda la vida; Samantha Foster, te contara como nos conocimos e hicimos buenas amigas; todo comenzó cuando nuestras madres se conocieron en la secundaria y decidieron casarse con sus hermosos novios, luego como buenas amigas se embarazaron al mismo tiempo, desde ese entonces ya teníamos una hermosa conexión fetal, nacimos con cinco días de distancia. Yo claro, soy la mayor y las mayores somos las más hermosas, pero no te sientas mal, las menores son las mal dulces -. Palmeo su hombro tranquilizadoramente-. Luego, tu padre murió y tu madre se fue de la ciudad, pero al año volvió y fue cuando nos conocimos, nuestras madres decidieron vivir juntas un tiempo, dormíamos en la misma habitación, después tu madre compro la casa de al lado y allí estaba nuestra casa del árbol, entramos al colegió juntas, y blah blah. Esos son nuestros principios. Nos impusieron ser amigas, fue nuestra decisión seguir siéndolo. Te amo idiota y nunca te avergüences de mí, porque yo no pongo cara de idiota al pensar y yo no me avergüenzo de ti -. Sonrió burlonamente-.
-¿enserio recuerdas todo eso? -. La miro dulcemente-.
-Claro que no-. Golpeo su hombro-. Apenas y puedo recordar que película estamos viendo -. Carcajeo-. Mi madre me lo contó cuando tenía como 6 años, y fue lo primero que escribí, nuestros inicios.- sonrió orgullosa-.
-No te creo, Samantha Foster, la chica ruda a la cual amo ¿escribió sobre nosotras? ¿sobre cómo nos conocimos? -. La miro con sorna-.
-Sí, bueno ¿qué le puedo hacer?, tengo arranques de dulzura a veces-. Se encogió de hombros incomoda-.
Se largaron a reír con ruidosas y contagiosas carcajadas, se retorcían en la cama con las manos sobre su barriga para contener aunque sea un poco su escandaloso ataque de risa, incluso derramaron algunas lagrimas, pero es que ya no solo se reían de Sam, también se reían de la absurda película romántica que veían, como se vestían los personas, la forma en que las ramas del viejo árbol chocaban con la ventana producto del viento, se rieron de ellas por reírse de cosas tan estúpidas, rieron hasta quedarse doloridas y con algunas convulsiones de vez en cuando.
Él las miro con rabia, llevaba observando a Salomé todo el día, pero en ese momento, justo en ese momento donde la chica se partía de la risa, quería entrar y matarla, vengar a su raza, por culpa de ella, miles de ángeles estaban muriendo, por culpa de ella su Padre los había dejado de amar, ella era la única culpable de la miseria que estaban viviendo. Él la quería muerta, sin sus poderes, sin esos privilegios que sin razón alguna Dios le había obsequiado, pero no podía liquidarla ahora, no este momento, él tenía que tener paciencia y esperar el momento indicado para darle termino a esa infernal guerra allá en el cielo.
-¿Sabes Sara? Pareces una retrasa mirando a la nada, creo incluso que tienes un hilo de baba colgando-. Reclamo Sam-.
-Gracias amiga -. Sonrió irónicamente-.
-No sé qué harías sin mí -. Meneo su cabeza en desaprobación-.
-Probablemente, no me dirían retrasada y podría pensar tranquila.- siguió comiendo su helado mientras se ponía al tanto de la película, que estaban viendo en su habitación-.
-Y ¿en que estabas pensando? -.La miro coquetamente Sam-.
-No es de tu incumbencia-. La aparto Sara-.
-Todo sobre ti es de mi incumbencia hermana -. Se acerco aun más Sam, hasta el punto de tener su pequeña nariz pegada en la mejilla de Sara-.
-Eres tan escalofriante-. Se quedo quieta Sara, un movimiento y besaba a Sam-. No sé en qué momento nos hicimos amigas.
-Bueno, al parecer tienes una memoria bastante mala, pero no te preocupes, tu mejor amiga de toda la vida; Samantha Foster, te contara como nos conocimos e hicimos buenas amigas; todo comenzó cuando nuestras madres se conocieron en la secundaria y decidieron casarse con sus hermosos novios, luego como buenas amigas se embarazaron al mismo tiempo, desde ese entonces ya teníamos una hermosa conexión fetal, nacimos con cinco días de distancia. Yo claro, soy la mayor y las mayores somos las más hermosas, pero no te sientas mal, las menores son las mal dulces -. Palmeo su hombro tranquilizadoramente-. Luego, tu padre murió y tu madre se fue de la ciudad, pero al año volvió y fue cuando nos conocimos, nuestras madres decidieron vivir juntas un tiempo, dormíamos en la misma habitación, después tu madre compro la casa de al lado y allí estaba nuestra casa del árbol, entramos al colegió juntas, y blah blah. Esos son nuestros principios. Nos impusieron ser amigas, fue nuestra decisión seguir siéndolo. Te amo idiota y nunca te avergüences de mí, porque yo no pongo cara de idiota al pensar y yo no me avergüenzo de ti -. Sonrió burlonamente-.
-¿enserio recuerdas todo eso? -. La miro dulcemente-.
-Claro que no-. Golpeo su hombro-. Apenas y puedo recordar que película estamos viendo -. Carcajeo-. Mi madre me lo contó cuando tenía como 6 años, y fue lo primero que escribí, nuestros inicios.- sonrió orgullosa-.
-No te creo, Samantha Foster, la chica ruda a la cual amo ¿escribió sobre nosotras? ¿sobre cómo nos conocimos? -. La miro con sorna-.
-Sí, bueno ¿qué le puedo hacer?, tengo arranques de dulzura a veces-. Se encogió de hombros incomoda-.
Se largaron a reír con ruidosas y contagiosas carcajadas, se retorcían en la cama con las manos sobre su barriga para contener aunque sea un poco su escandaloso ataque de risa, incluso derramaron algunas lagrimas, pero es que ya no solo se reían de Sam, también se reían de la absurda película romántica que veían, como se vestían los personas, la forma en que las ramas del viejo árbol chocaban con la ventana producto del viento, se rieron de ellas por reírse de cosas tan estúpidas, rieron hasta quedarse doloridas y con algunas convulsiones de vez en cuando.
Él las miro con rabia, llevaba observando a Salomé todo el día, pero en ese momento, justo en ese momento donde la chica se partía de la risa, quería entrar y matarla, vengar a su raza, por culpa de ella, miles de ángeles estaban muriendo, por culpa de ella su Padre los había dejado de amar, ella era la única culpable de la miseria que estaban viviendo. Él la quería muerta, sin sus poderes, sin esos privilegios que sin razón alguna Dios le había obsequiado, pero no podía liquidarla ahora, no este momento, él tenía que tener paciencia y esperar el momento indicado para darle termino a esa infernal guerra allá en el cielo.
Tanchii_xde
Re: Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Miér 03 Abr 2013, 4:07 pm
Capitulo 6#
Se despertó tranquila y descansada, a pesar de haberse dormido tarde, estiro sus brazos y sintió un ruido sordo del suelo, una maldición y un Ouch.
Se asomo al borde de la cama y tuvo morderse los labios para contener la risa que estaba burbujeando en su boca. Se había olvidado de que Sam estaba durmiendo junto a ella. Sam estaba sentada en el suelo, quejándose mientras se sobaba su trasero.
-Si querías que me levantara, al menos me lo hubieras pedido-. Reclamo molesta, Sam-.
-Lo siento, olvide que estabas conmigo-. Se disculpo risueña-.
-Vaya amiga me gasto-. Se levanto quejumbrosa-.
-Bueno, igual ya es hora de levantarse-. Se levanto de la cama y se estiro completamente-.
-Eres tan rara, ninguna persona normal se levanta tan animada para ir al penitenciario, digo, colegio -. Se cruzo de brazos con sorna-.
-Siempre hay que ser positiva, Sam -. Camino junto a ella y comenzó a escoger su ropa-.
-Sí, pero tú eres enfermante-. Se quejo y también eligió su ropa, de la sección del armario de Sara que tenia especialmente para ella-.
En la primera hora de clases de ese día tenia ciencias, y la señorita Falcom era una de esas tantas profesoras solteronas amargadas por la vida, era mejor entrar a su clase con la vista baja y en silencio, sentarte en tu pupitre tranquila y pasar el resto de la clase como una estatua.
Sin conversar, sin aportar, sin participar, sin respirar básicamente.
Lamentable con Samantha no tenían ninguna clase en común, por lo que solo la podía ver en los recreos y el almuerzo. Ella no era una opción de distracción es sus tediosas clases, y por una parte lo agradecía, con Samantha sus notas estarían por los suelos, Sam era mala influencia y ella lo sabía bien, aun así, era su mejor amiga.
-Creo que tenemos muchas clases en común -. Murmuro cerca de su oído-.
Se estremeció al contacto de su aliento tibio en su cuello desnudo. No sabía que compartía mas clases con él, si quiera lo había visto entrar a la sala. Se quedo quieta en su puesto, no se movió un solo centímetro, esta clase no era para conversar, ella no quería una amonestación, mucho menos de la señorita Falcom.
-¿Qué ocurre, Murray? ¿Te comieron la lengua los ratones? -. Volvió a murmurar cerca de su oído-.
-Por favor, Conor -. Volteo medio cuerpo y le susurro casi imperceptiblemente-. Sabes cómo es la señorita Falcom, deja de molestar-. Y volvió a voltear a su puesto-.
-Aun no suena la campana, ángel-.Pudo sentir su sonrisa-.
-Steve -. Gruño con molestia-. Déjame-. Se volteo para enfrentarlo-.
-Pero si solo te estaba saludando -. Sonrió con sorna mientras se encogía de hombros-.
-Bien, buenos días Conor -. Sonrió sínicamente-. ¿satisfecho?
-No-. Junto sus dos por sobre la mesa y la miro con malicia-. Aun no estoy satisfecho.
--.Suspiro cansada-. ¿qué es lo que quieres, Steve?
-Saber más de ti, mucho más.
-¿Más… de mí? -. Lo miro extraña, acaso el chico ya sabía cosas de ella-.
Eres su compañera, boba. El resto importancia su subconsciente.
-Eres una mujer interesante, Sara-. Alargo levemente su nombre, casi imperceptible, pero ella lo noto, era una burla, él se estaba riendo de ella y ni siquiera sabia porqué-.
-¿Qué te pasa conmigo, Conor? -. Lo miro ofendida-.
-¿Quieres ir a tomar un helado conmigo después de clases? -. Le dedico una de esas sonrisas coquetas que le guardaba a sus semanales-.
-No, gracias. No quiero ser tú semanal, ya te lo dije -. Rodo los ojos cansada-.
-Pero no quiero que seas mi semanal, no eres mi tipo -. Se encogió de hombros-.
De alguna manera eso hizo que se sintiera ofendida, si bien, no sentía absolutamente nada por Conor, lo que él le estaba diciendo era que ella no era atractiva, el no la encontraba bonita, ni siquiera para ser una de sus semanales y digamos que como requisitos solo necesitas tener una vagina disponible.
¡Maleducada! Su subconsciente, la reprendió.
Sam le pegaba todas sus atroces palabras, quizás si era una mala influencia, pero no podía hacer nada, solo aprenderá no ser tan receptiva con los actos de su amiga.
-¿Y bien? -. Insistió, Conor-.
-Otra vez, no gracias.
-Señorita Murray ¿acabo de conversar con el señor Steve? -. la tediosa voz congestionada de la señorita Falcom hizo que saltara de vuelta a su puesto asustada-.
-Disculpe, profesora.- sonrojada y nerviosa, fijo su vista en sus manos-.
-Que no se repita-. Sentencio molesta-.
-Por supuesto.
No se había dado cuenta de que el timbre había sonado, se sintió una tonta por caer el juego de Conor y lograr que la señorita Falcom le llamara la atención, al menos no la había castigado o algo por el estilo.
No vuelvas a hablarle, Se regaño internamente.
-No resistirás mucho sin mí, Ángel -.Susurro en su oído-.
Se despertó tranquila y descansada, a pesar de haberse dormido tarde, estiro sus brazos y sintió un ruido sordo del suelo, una maldición y un Ouch.
Se asomo al borde de la cama y tuvo morderse los labios para contener la risa que estaba burbujeando en su boca. Se había olvidado de que Sam estaba durmiendo junto a ella. Sam estaba sentada en el suelo, quejándose mientras se sobaba su trasero.
-Si querías que me levantara, al menos me lo hubieras pedido-. Reclamo molesta, Sam-.
-Lo siento, olvide que estabas conmigo-. Se disculpo risueña-.
-Vaya amiga me gasto-. Se levanto quejumbrosa-.
-Bueno, igual ya es hora de levantarse-. Se levanto de la cama y se estiro completamente-.
-Eres tan rara, ninguna persona normal se levanta tan animada para ir al penitenciario, digo, colegio -. Se cruzo de brazos con sorna-.
-Siempre hay que ser positiva, Sam -. Camino junto a ella y comenzó a escoger su ropa-.
-Sí, pero tú eres enfermante-. Se quejo y también eligió su ropa, de la sección del armario de Sara que tenia especialmente para ella-.
En la primera hora de clases de ese día tenia ciencias, y la señorita Falcom era una de esas tantas profesoras solteronas amargadas por la vida, era mejor entrar a su clase con la vista baja y en silencio, sentarte en tu pupitre tranquila y pasar el resto de la clase como una estatua.
Sin conversar, sin aportar, sin participar, sin respirar básicamente.
Lamentable con Samantha no tenían ninguna clase en común, por lo que solo la podía ver en los recreos y el almuerzo. Ella no era una opción de distracción es sus tediosas clases, y por una parte lo agradecía, con Samantha sus notas estarían por los suelos, Sam era mala influencia y ella lo sabía bien, aun así, era su mejor amiga.
-Creo que tenemos muchas clases en común -. Murmuro cerca de su oído-.
Se estremeció al contacto de su aliento tibio en su cuello desnudo. No sabía que compartía mas clases con él, si quiera lo había visto entrar a la sala. Se quedo quieta en su puesto, no se movió un solo centímetro, esta clase no era para conversar, ella no quería una amonestación, mucho menos de la señorita Falcom.
-¿Qué ocurre, Murray? ¿Te comieron la lengua los ratones? -. Volvió a murmurar cerca de su oído-.
-Por favor, Conor -. Volteo medio cuerpo y le susurro casi imperceptiblemente-. Sabes cómo es la señorita Falcom, deja de molestar-. Y volvió a voltear a su puesto-.
-Aun no suena la campana, ángel-.Pudo sentir su sonrisa-.
-Steve -. Gruño con molestia-. Déjame-. Se volteo para enfrentarlo-.
-Pero si solo te estaba saludando -. Sonrió con sorna mientras se encogía de hombros-.
-Bien, buenos días Conor -. Sonrió sínicamente-. ¿satisfecho?
-No-. Junto sus dos por sobre la mesa y la miro con malicia-. Aun no estoy satisfecho.
--.Suspiro cansada-. ¿qué es lo que quieres, Steve?
-Saber más de ti, mucho más.
-¿Más… de mí? -. Lo miro extraña, acaso el chico ya sabía cosas de ella-.
Eres su compañera, boba. El resto importancia su subconsciente.
-Eres una mujer interesante, Sara-. Alargo levemente su nombre, casi imperceptible, pero ella lo noto, era una burla, él se estaba riendo de ella y ni siquiera sabia porqué-.
-¿Qué te pasa conmigo, Conor? -. Lo miro ofendida-.
-¿Quieres ir a tomar un helado conmigo después de clases? -. Le dedico una de esas sonrisas coquetas que le guardaba a sus semanales-.
-No, gracias. No quiero ser tú semanal, ya te lo dije -. Rodo los ojos cansada-.
-Pero no quiero que seas mi semanal, no eres mi tipo -. Se encogió de hombros-.
De alguna manera eso hizo que se sintiera ofendida, si bien, no sentía absolutamente nada por Conor, lo que él le estaba diciendo era que ella no era atractiva, el no la encontraba bonita, ni siquiera para ser una de sus semanales y digamos que como requisitos solo necesitas tener una vagina disponible.
¡Maleducada! Su subconsciente, la reprendió.
Sam le pegaba todas sus atroces palabras, quizás si era una mala influencia, pero no podía hacer nada, solo aprenderá no ser tan receptiva con los actos de su amiga.
-¿Y bien? -. Insistió, Conor-.
-Otra vez, no gracias.
-Señorita Murray ¿acabo de conversar con el señor Steve? -. la tediosa voz congestionada de la señorita Falcom hizo que saltara de vuelta a su puesto asustada-.
-Disculpe, profesora.- sonrojada y nerviosa, fijo su vista en sus manos-.
-Que no se repita-. Sentencio molesta-.
-Por supuesto.
No se había dado cuenta de que el timbre había sonado, se sintió una tonta por caer el juego de Conor y lograr que la señorita Falcom le llamara la atención, al menos no la había castigado o algo por el estilo.
No vuelvas a hablarle, Se regaño internamente.
-No resistirás mucho sin mí, Ángel -.Susurro en su oído-.
Tanchii_xde
Re: Guardianes Del Amor.
por Tanchii_xde Lun 15 Abr 2013, 5:24 pm
Capitulo 7#
Sabía que estaba caminando en círculos a través de esa pequeña habitación, pero estaba nervioso, ansioso y deseoso, no quería hacerse falsas ilusiones, tenía que controlar su agitación, mantener a raya su descontrolado corazón enamorado.
Pero no podía, había esperado este momento con toda su alma, lucho contra todo aquel que se cruzaba en su camino, derribo a miles de ángeles rebeldes, solo por verla, por mantenerla viva, solo por ella.
Se tenso al sentir ese cosquilleo en su nuca, alguien venia, por un momento pensó en los arcángeles, pero luego desecho la idea tan rápido como llego a su cabeza, ellos no sabía cómo llegar a esa vieja y abandona casa.
Espero pacientemente frente a la puerta del dormitorio, ya sabía quién era, justo a la persona a quien estaba esperando, miro por la ventana el violáceo cielo.
Justo a tiempo, pensó orgulloso.
Ella entro con esa calma y elegancia que la caracterizaban, ella en tierra podía mantener su cuerpo de ángel, seguía tal cual la había enviado aquel día en que la guerra estallo y se tuvo que despedir de sus dos amores.
Abigail, la pelirroja, bajita, y hermosa ángel.
-Se te nota tenso, Ariel -. Carcajeo Abigail, apenas lo vio-.
-Hola Abby, tanto tiempo -. Sonrió aliviado-.
Ella sonrió con lágrimas en los ojos y corrió a abrazarlo, lo apretó suavemente contra su pequeño cuerpo mientras con sus ágiles manos recorría el cuerpo de él, buscando alguna lesión, revisando si estaba entero, si era de verdad y no un sueño.
- Pensé que nunca más te volvería ver-. Sollozó en su pecho-.
-¿Y no volver a verlas? Eso jamás Abby-. Acaricio su corto cabello-.
-¿Por qué demoraste tanto en contactar, imbécil? -. Sus amenazantes ojos color cielo, lo miraban desde abajo-.
-Los arcángeles no me dejaban estar cerca del perímetro, decían que me podían rastrear y así encontrarla y …
-Matarla -. Ambos se estremecieron ante esa fatal idea-.
Tomo la delicada mano de Abigail y la llevo hasta el viejo y único sofá en el centro de aquella habitación, se sentaron un frente al otro, revisando cada centímetro del otro con la mirada, era increíble para ambos que luego de tantos años se volvieran a ver, vivos, como habían prometido antes de separarse.
- Todo termino ¿cierto? -. Lo miro, ansiosa-.
- Si, ya acabo bonita, no más guerra, no más ángeles rebeldes, Nuestro padre y los demás están a salvo-. Sonrió tranquilizadoramente-.
-Es tan bueno escuchar eso de tu propia boca.
-Imagínate como yo me siento.- miro a través de la ventana, hacia el cielo, feliz-.
-Ahora te queda una última batalla-. Suspiro cansada, Abigail-.
-Lo sé-. La miro intranquilo-. Crees que será muy difícil.
-Ella no recuerda absolutamente nada-. Una mueca de dolor atravesó el rostro de Abigail-.
-Eso también lo sé.
-¿Crees que ahora los arcángeles te dejen acercarte a ella?-. lo miro preocupada-.
-Me lo prometieron.
-Espero que te vaya bien, Ariel-.Sonrió ansiosa, Abigail-.
-Gracias, amiga-. La acerco a él, abrazándola por el costado-.
Se quedaron en aquel lugar conversando por horas, el cielo tuvo que pasar por todos sus colores nocturnos hasta el anaranjado amanecer, para que ella por fin pensara en irse. Ella tenía que seguir su vida como humana, actuar otro día más, para así poder seguir adelante con el nuevo plan en marcha, volver al cielo, volver al dulce hogar.
Se despidió de Ariel y se fue caminando tranquilamente hasta su ficticia casa, aquella que estaba justo al lado de ella, salome.
Sabía que estaba caminando en círculos a través de esa pequeña habitación, pero estaba nervioso, ansioso y deseoso, no quería hacerse falsas ilusiones, tenía que controlar su agitación, mantener a raya su descontrolado corazón enamorado.
Pero no podía, había esperado este momento con toda su alma, lucho contra todo aquel que se cruzaba en su camino, derribo a miles de ángeles rebeldes, solo por verla, por mantenerla viva, solo por ella.
Se tenso al sentir ese cosquilleo en su nuca, alguien venia, por un momento pensó en los arcángeles, pero luego desecho la idea tan rápido como llego a su cabeza, ellos no sabía cómo llegar a esa vieja y abandona casa.
Espero pacientemente frente a la puerta del dormitorio, ya sabía quién era, justo a la persona a quien estaba esperando, miro por la ventana el violáceo cielo.
Justo a tiempo, pensó orgulloso.
Ella entro con esa calma y elegancia que la caracterizaban, ella en tierra podía mantener su cuerpo de ángel, seguía tal cual la había enviado aquel día en que la guerra estallo y se tuvo que despedir de sus dos amores.
Abigail, la pelirroja, bajita, y hermosa ángel.
-Se te nota tenso, Ariel -. Carcajeo Abigail, apenas lo vio-.
-Hola Abby, tanto tiempo -. Sonrió aliviado-.
Ella sonrió con lágrimas en los ojos y corrió a abrazarlo, lo apretó suavemente contra su pequeño cuerpo mientras con sus ágiles manos recorría el cuerpo de él, buscando alguna lesión, revisando si estaba entero, si era de verdad y no un sueño.
- Pensé que nunca más te volvería ver-. Sollozó en su pecho-.
-¿Y no volver a verlas? Eso jamás Abby-. Acaricio su corto cabello-.
-¿Por qué demoraste tanto en contactar, imbécil? -. Sus amenazantes ojos color cielo, lo miraban desde abajo-.
-Los arcángeles no me dejaban estar cerca del perímetro, decían que me podían rastrear y así encontrarla y …
-Matarla -. Ambos se estremecieron ante esa fatal idea-.
Tomo la delicada mano de Abigail y la llevo hasta el viejo y único sofá en el centro de aquella habitación, se sentaron un frente al otro, revisando cada centímetro del otro con la mirada, era increíble para ambos que luego de tantos años se volvieran a ver, vivos, como habían prometido antes de separarse.
- Todo termino ¿cierto? -. Lo miro, ansiosa-.
- Si, ya acabo bonita, no más guerra, no más ángeles rebeldes, Nuestro padre y los demás están a salvo-. Sonrió tranquilizadoramente-.
-Es tan bueno escuchar eso de tu propia boca.
-Imagínate como yo me siento.- miro a través de la ventana, hacia el cielo, feliz-.
-Ahora te queda una última batalla-. Suspiro cansada, Abigail-.
-Lo sé-. La miro intranquilo-. Crees que será muy difícil.
-Ella no recuerda absolutamente nada-. Una mueca de dolor atravesó el rostro de Abigail-.
-Eso también lo sé.
-¿Crees que ahora los arcángeles te dejen acercarte a ella?-. lo miro preocupada-.
-Me lo prometieron.
-Espero que te vaya bien, Ariel-.Sonrió ansiosa, Abigail-.
-Gracias, amiga-. La acerco a él, abrazándola por el costado-.
Se quedaron en aquel lugar conversando por horas, el cielo tuvo que pasar por todos sus colores nocturnos hasta el anaranjado amanecer, para que ella por fin pensara en irse. Ella tenía que seguir su vida como humana, actuar otro día más, para así poder seguir adelante con el nuevo plan en marcha, volver al cielo, volver al dulce hogar.
Se despidió de Ariel y se fue caminando tranquilamente hasta su ficticia casa, aquella que estaba justo al lado de ella, salome.
Tanchii_xde
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