Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]

por Invitado Vie 30 Oct 2009, 6:34 pm

porfavor sube cap!

por **i love u [silvanitaa]** Vie 30 Oct 2009, 7:25 pm

sii!!! seguila!!! plzz....hace algo para seguirla!!!

xD...plzzz!!!

por **jnk-jb-mariana** Sáb 31 Oct 2009, 12:30 pm

Wi!! :cheers:
quiero maratón :D

por Invitado Sáb 31 Oct 2009, 1:56 pm

sigue porfavor

por **Kevonita** Sáb 31 Oct 2009, 2:35 pm

Siento la tardanza, pero ya estoy aquí con maratón! Espero que lo disfrutéís como lo he echo yo escribiéndolo. :D

7.-

—¡Espera! Tengo que ir a sacar mis maletas del coche —dije por enésima vez, con la enésima excusa.
—Deja las maletas, ya las sacaremos —me detuvo Lisa, arrastrándome por el camino de gravilla que conducía a casa—. Todo va a estar bien, hazme caso.

Todo el mundo desearía ver a sus padres después de cuatro años, pero, quizás era exagerar demasiado, yo me sentía como si me estuviesen llevando a un campo de concentración. De repente, un accidente aéreo se me antojaba mucho más delicioso que todas aquellas catastróficas cavilaciones acerca de un reencuentro no muy agradable, las cuales no ayudaban a la causa.

Siempre me había parecido una exageración tener una casa tan grande para cuatro personas pero el condado de Orange County parecía no haberlas de menos de dos pisos. Rodeada de jardín y con un pequeño bosque de encinas y plantas olorosas en la parte trasera, un acabado de alta calidad y pintada de color blanco, cualquiera diría que estaba sacada de un cuento de hadas. En la entrada tenía una fuente que había sido la delicia de algunos de los niños que se colaban en verano. Otra cosa era el gimnasio, el aparcamiento para tres coches, el cine privado, la piscina interior con jacuzzi, los siete dormitorios y los seis baños que la casa tenía por no hablar de la espaciosa cocina, la magnífica terraza, el gran salón o la estupenda piscina exterior.

Cuando Lisa abrió la puerta, inmediatamente nos dio en la cara un delicioso olor a desayuno y mi estómago soltó un rugido.

Entré a rastras, como si estuviese pisando huevos y Lisa cerró la puerta detrás de ella para que no pudiese escapar.

—¿Hola? —Tanteó, a voz en cuello—. ¿Hay alguien en casa?

Tanto silencio era malo para mi salud.

Recorrí la instancia con los ojos. Apenas había cambiado de cómo yo lo recordaba. El vestíbulo seguía igual salvo algunos muebles cambiados de sitio y con más fotos añadidas. Cientos de marcos fotográficos se amontonaban por todos ellos en los que nos mostraban a mí y a Lisa en diversas etapas de nuestra vida. Una de ellas era la que yo misma les había mandado de Francia en la que hacía el tonto y parecía estar apoyada sobre la Torre Eiffel y, justo a su lado, otra de típica estampa navideña aunque por aquel tiempo aún no era diciembre si no noviembre. Jacques me puso uno de sus estrafalarios gorros de lana con orejas de gato para ser más grotesco y él y Estelle acabaron haciéndome una foto en la que, curiosamente, me gustaba como salía, algo impropio en mí. Mis manos abrigadas por los guantes tapaban por entero mi boca pero aún así podía distinguirse que estaba sonriendo, mis imperfectos rizos (con mechas rojas por aquellos tiempos) estaban llenos de copos de nieve.

Murmullos, risitas nerviosas y el crujido del parquet me sacaron de mis recuerdos para devolverme a mi cruda realidad. Mamá y papá me miraban desde lo alto de la escalera como si yo fuese un sueño. Mamá seguía con aquella belleza poco corriente pero cautivadora, derrochando seguridad en si misma y sencillez. Era casi igual de alta que papá (algo que yo no había heredado de ella) de complexión delgada y tez blanquecina que ayudaba a resaltar sus ojos de color marrón claro. Yo era su viva imagen excepto en la belleza, la seguridad y la sencillez. Recalcaba en mi aspecto que mis ojos eran una mezcla de mis dos primogénitos: del mismo color que mamá pero, algunas pocas veces cuando el sol imponía su brillo, parecían pardos.

Desconociendo yo que mi madre era una experta en correr los cien metros lisos, me hizo una buena demostración de su estado físico y en un abrir y cerrar de ojos la tenía rodeándome con los brazos. Me abrazó tan fuerte que sentí que me faltaba el aire tanto como yo a ella. Necesitaba uno de sus reconfortantes abrazos que tanto había echado en falta aquellos cuatro años.

La escuché sollozar en mi hombro cuando yo enterré mi nariz sobre su cabello con olor a esencia de coco. Hasta ese momento no me había cuenta de cuando había echado de menos su fragancia.

—Cariño, estás preciosa —consiguió decirme entre el llanto, separándome de ella para mirarme mejor. Me acarició la mejilla con los ojos aguados aún en lágrimas—. Has crecido tanto y te hemos echado tantísimo de menos…

No supe exactamente qué decir respecto a eso y cuando se me ocurrió el típico «y yo a vosotros también» me encontré rodeada de los brazos de papá que parecía que también quería dejarme sin aire.

—Bienvenida a casa de nuevo —me susurró dulcemente.
—Gracias, papá —levanté la vista para sonreírle.

Por primera vez sentí que estaba en casa.

Cuando nos separamos papá no se alejó de mí ni un solo centímetro. Rodeo con su brazo mis hombros y me miró cálidamente con aquellos ojos azules del color del cielo. Estaba empezando a echar barriga pero no se le veía gordo. Su pelo rubio empezaba a ser grisáceo aunque no se le notaba mucho todavía.

Frotó mi espalda y suspiró.

—Mis dos hijas… —dijo con orgullo.
—Oh, no, papá… — Liz chascó la lengua.

Mamá rió, enjuagándose los ojos con el dorso de la mano.

—¿Qué pasa? ¿Es que no puedo decir que estoy orgulloso de sean dos mujeres hechas y derechas que hasta hace poco corrían por la casa en pañales? —fingió estar enfadado.
—Me muero del hambre. Sé que soy adulta y, déjame decirte que has olvidado el apelativo de hermosas, pero se te perdona. ¿Podemos ir a almorzar? Me he levantado muy pronto para ir a recoger a tu zagala y huele que alimenta.
—Que yo recuerde, tu apetito no es tan voraz como aparenta —observé.
—No me malinterpretes, sigue siendo así pero levantarme más pronto de lo normal hace que me entren más ganas de comer.
—¿Se puede saber a qué hora te levantas? —cuestioné.
—Las once como muy tarde si no tengo que ir al juzgado —respondió con sencillez.
—Qué vida la tuya, bonita.
—Y después el pobre Evan se queja de no la ve por casa ¡y eso que viven juntos! —reímos todos.
—¡Es un horario justo! —Replicó con dignidad, mirando a papá con obviedad—. Me acuesto tarde por el trabajo, entonces, también me levanto tarde que aunque realmente no lo es del todo.
—¡Es cierto! —exclamé al no verle—. ¿Y dónde está Evs?
—Ha tenido que salir de la cuidad pero me ha dicho que te diga “Bienvenida, enana” —consiguió poner un tono grave para imitar su voz masculina.
—Mataré a tu novio —aseguré.
—¿Por qué?
—¿Enana? —repetí—. ¿¡Hola!? Tengo veintitrés años, ya pasé esa edad…
—Pero no la de…
—Sí —interrumpí antes de que acabara la frase—, también la de Cass de naranja.
—Pues entonces, Cass de limón —replicó con una sonrisa burlona. Alcé los ojos al cielo a la vez que negaba con la cabeza—. ¿No lo pillas? El limón es agrio, tu también —estalló en estruendorosas carcajadas ella sola.

Arrugué la nariz viendo como mamá y papá intercambiaban miradas de felicidad. Aquella era una sensación rara pero sólo era cuestión de acostumbrarse cosa que no se me iba a hacer demasiado difícil.

—Empieza a desvariar, será mejor que pasemos al comedor —propuso mamá.

Nada más ver aquella comida sobre la mesa, mi estómago lanzó un rugido que sin duda pudieron escuchar todos.

Eché una risita medio avergonzada.

—¿Hace cuantas horas que no lo alimentas? —preguntó papá señalando mi barriga.
—He comido en el avión —aseguré.
—Y también ha conocido a alguien —me delató Lisa con la boca llena.
—¿Qué? —mamá me miró expectante.
—No le hagáis caso, sigue desvariando —dije en el intento de dejar el tema.
—Oh, no, claro que no. Deberíais haberla visto —intenté darle una patada por debajo de la mesa, pero mi puntería fallo en las tres ocasiones que lo llevé a cabo—. Tenía esa típica mirada de “está para hacerle padre aquí mismo” y me atrevería a añadir “sin más prolegómenos”. La cuestión es que yo no lo he visto pero viendo su pasado y, por consiguiente, su mal gusto, no creo que el chico esté de muy buen ver.

A continuación mamá esperó mi respuesta ansiosa.

—Esto está buenísimo, mamá —cambié el rumbo de la conversación—. Echaba de menos tus comidas.
—¡Ajá! Te he pillado. ¿Qué os decía? —se dirigió a mis padres Lisa.

Y así continuó el desayuno. Papá observaba receloso la conversación y a la vez atento para descubrir datos del que parecía haber robado el corazón de su hija, y, si le veía, hacerlo desparecer en el acto. Así era él con respecto a nuestra vida amorosa.

De hecho, Evan había tenido que pasar por varias pruebas o, más bien, campos de minas diseñados con destreza para detectar a energúmenos a kilómetros de distancia aunque papá tenía un radar especial para descubrirlos antes. Para su suerte, aunque con mucho esfuerzo, le dio el visto bueno a Evan a quien apreciaba desde hacía mucho tiempo y que también trabajaba en su buffet de abogados.

Resultaba más fácil si había confianza de por medio, ¿verdad?

por **Kevonita** Sáb 31 Oct 2009, 2:37 pm

8.-

No supe como iba a quemar todas esas calorías pero devoré todo lo que se puso delante de mis ojos y se me antojaba delicioso.

—Deberías ir a descansar —me aconsejó mamá cuando le ayudé a sacar los platos—. Apuesto a que con el miedo que tienes a los aviones estuviste una semana sin dormir.
—Tampoco ha sido para tanto. De acuerdo, es cierto —confesé cuando me presionó con la mirada—. Odio los aviones. ¿Mi habitación sigue siendo mi habitación?
—Por supuesto que sí —respondió mamá.
—Bueno, es que como en las películas los padres o la hermana —fulminé a esta última con la mirada, que había entrado en ese momento en la cocina— siempre ocupan la habitación de la hija ausente…
—Tienes un serio problema con las películas —me señaló Lisa con la cuchara.

Abrir la puerta de mi habitación fue como volver atrás en el tiempo a mi infancia y juventud y, con ambos, recuerdos no muy agradables. Me sentía insegura, incómoda, patética y tuve que coger aire y obligarme a mi misma no llorar. Todo, absolutamente todo, reposaba en su sitio, tal y como yo lo había dejado. Los pósters, mis libros, mi escritorio, peluches… todo permanecía intacto. Miles de recuerdos golpearon mi burbuja protectora destrozándola por completo, haciéndola desaparecer queriendo devolverme a mi triste pasado.

—Nunca quisimos tocar nada.

Di un respingo y me giré con la mano en el corazón.

—No vuelvas a hacer eso, papa —le advertí seriamente.

Dejó escapar una risita.

—Perdona —murmuró y se puso a mi lado, mirando con melancolía el interior—. Estaba diciendo que dejamos todo como tú lo hiciste, era nuestra forma de recordarte. Así parecía que estabas con nosotros aunque no fuese así.

Me quedé en silencio, disfrutando de la paz que me otorgaba la presencia de papá a mi lado para enfrentarme a los recuerdos que me brindaba mi pasado en esa habitación.

—¿De verdad me habéis echado tanto de menos? —pregunté con cautela y le miré tratando de descifrar su mirada. Me encogí de hombros—. Liz me lo dijo.
—Echarte de menos no se adecua a lo mal que tu madre y yo lo hemos pasado, sabiendo que estabas en Francia y preguntándonos cuando volveríamos a verte —pasó un brazo por mis hombros y suspiró, clavando su retina azul en mi cara. Había resentimiento en sus ojos, dolor. Pero no hacía mí si no… hacia su misma persona—. Te debo una disculpa por haber sido tan duro contigo, Cassandra. Sólo quería lo mejor para ti y para tu hermana.
—Lo sé, papá, siempre lo supe, pero no fue la mejor manera de demostrarlo. Lo mejor no es lo que uno elige por obligación si no lo que quiere y le depara el futuro —sostuve.

Me miró como si me hubiesen cambiado y ya no fuese su hija. Luego, esbozó una sonrisa orgullosa.

—Entiéndeme. Yo quería que tuvierais un futuro digno y el que te ofrecía yo lo era.
—Papá, siempre has sabido lo que yo quería ser y no era nada comparado a lo tuyo. Yo soy de decisiones tomadas con el corazón. Sé que, bueno, no esta tan bien pagado como lo puede estar el tuyo, pero me gusta ser veterinaria. Es por lo que hago y por lo que vivo.
—No me equivocaba antes.
—¿En qué?
—En que ya eres una mujer preciosa, que ya no necesita de mis consejos para afrontar la vida.
—No dijiste preciosa, eso lo añadió Lisa —dije, y él se echó a reír acunándome en sus brazos—. Nunca nadie te eclipsó papá. Puede que fueras un testarudo, cabezón, egoísta, insistente, pesado… —carraspeó—. Lo siento. Pero siempre tomé tu ejemplo en cada una de esos defectos, sacando partido a muchas cosas buenas y para salirme con la mía. Y ya ves, lo conseguí.

Me regaló una sonrisa sincera.

—Estoy muy orgulloso de ti, pero sobretodo feliz de tenerte aquí.
—Gracias.
—Oye y… —se rascó la barbilla en un gesto que conocía muy bien; intentaba por todos los medios no sonar fisgón—. Ese amigo tuyo del avión… ¿qué tal es?
—Papá… —entorné los ojos—. Ni siquiera es un amigo. Lisa solo bromeaba.
—¿Entonces no existe? —cuestionó esperanzado.
—Me refería a que bromeaba cuando decía que me gustaba. Creo que solo intenta conseguir una victima de la cual pueda reírse augusto mientras tú le haces una de las tuyas. Pero te aseguro que no lo conozco. Al menos, si tú consideras dormir en el hombro de Nick, que me regale un peluche y que me invite a “almorzar” en el avión —aclaré cuando puso cara de asombro— es conocer a alguien, claro.
—¿Nick? —Rebuscó en su bolsillo y sacó una pequeña libretita y un bolígrafo—. Nick ¿qué más? Pediré a Fred y Simon que lo investiguen. Nunca se sabe lo que una puede encontrarse por ahí, ya sabes.
—No necesito que nadie mire sus credenciales, papá —reí—. No lo voy a ver más, no sirve de nada. Y te aseguro que no tenía pinta ni de macarra ni de nada malo de lo que esté pasando ahora mismo por la cabeza.
—Las apariencias engañan —observó.

Chasqué la lengua.

—Está bien, está bien. Ya te dejo dormir —besó mi frente—. Que descanses.

por **Kevonita** Sáb 31 Oct 2009, 2:38 pm

9.-

Mi móvil sonaba causando un gran estruendo al ritmo de Some Kind Of Wonderful de Michael Bublé. Nunca había odiado tanto escuchar esa canción.

Tanteé con la mano la mesita hasta encontrar el dichoso aparato que vibraba demasiado.
Ni siquiera me preocupé en abrir los ojos para ver de quien era la llamada o contestar.

—¿Hola? ¿Bella durmiente?

Lo único que salió de mi boca fue un sonido gutural que pretendía ser un “Hola”.

—Buenas tardes, Bella Durmiente.
—¿Qué quieres, Lisa? —gruñí.
—Menuda manera de hablar. ¿Dónde quedó el «qué tal»?
—En el olvido. Tienes suerte de que se me haya olvidado poner en silencio el móvil. Voy a colgar, luego hablamos.
—Ni se te ocurra colgarme, Cassandra Michelle Henderson —me advirtió con voz dura.
—¿Sabes? Tener jet lag es malo, pero más malo aún es tenerlo con una hermana como tú.
—Te agradezco el cumplido —ironizó—. Son las cuatro y cuarto de la tarde y voy hacia tu casa. Tenemos que ir a comprarle el regalo de cumpleaños a papá.
—¡Oh, Dios mío! —Bastó aquello para despertarme de golpe—. Lo olvidé por completo.
—Qué harías sin mí.
—Prefiero callarme eso.
—En diez minutos estoy allí. Quiero verte preparada para cuando haya llegado —y sin darme tiempo a una réplica, colgó.

Cuatro días habían pasado desde mi llegada a la cuidad y nunca imaginé que podía sentirme tan bien en mi entorno familiar.

Supuse que papá intentaba comprarme para así enmendar sus errores pasados cuando me regaló el alquiler de un loft en pleno centro de Los Ángeles y a sus perfectas vistas. Tenía espacio suficiente para mí y, sobretodo, no tendría que pelearme con nadie por los horarios del lavabo, quedarme sin agua caliente, decidir a quien le toca fregar los platos o por el mando de la tele.

Me puse una camiseta de tirantes negra y por encima un peto tejano de pantalón corto color blanco a juego con mis sandalias, también del mismo color. Me lavé la cara, cepille los dientes y como toque final maquillaje lo más natural posible a base de raya, rímel y pintalabios natural rosa pálido.

Sentada en la mesa de mi cocina, tomé una tostada e iba mediada la segunda cuando el timbre sonó informándome de que Lisa había llegado. Recogí mi bolso, me puse las gafas de sol y comprobé mientras bajaba las escaleras que no me olvidaba nada.

—¡Hola! —saludé alegremente.
—Hola —sonrió—. ¿No estabas enfadada porque te había despertado?
—Si, pero es el cumpleaños de papá. Ya tendré tiempo de enfadarme mañana. O de devolvértela, quién sabe.
—¿Si te invito a un helado rectificarás?

Lo pensé por un momento.

—Trato hecho —acepté.

—Me gusta este —cogió un conjunto de lencería blanco con lunares azules—. ¿Crees que a Evan le gustará?
—Pregúntaselo a alguien del sexo masculino. Soy tu hermana, no lograré ser objetiva.
—Gracias por tu ayuda —masculló dándose la vuelta y haciendo caso de mi consejo.

Yo seguí mirando algunos conjuntos que no llegaban a gustarme del todo. Siempre había sido rara para la ropa y en casos como la interior también. No me importaba estar a la moda, sólo quería estar cómoda y sintiéndome bien conmigo misma que ya me había costado bastante cogerme confianza en los últimos años que estuve en el instituto.

Observé por el reflejo del cristal que estaba a mi izquierda como, sin pudor de ninguna clase (no sé por qué me sorprendía, Lisa siempre había sido así de atrevida), tocaba el hombro de un par de chicos que andaban por allí y les preguntó que les parecía el conjunto. Reí entre dientes al ver la cara perpleja de los dos muchachos.

Sin saber por qué, recordé a Nick: su perfume, su sonrisa, y un escalofrío se apoderó de mí. Si tenía las suficientes agallas, algún día me animaría a llamarle más tarde para una copa y, si había suerte aún y como diría mi abuela, los astros estuvieran conmigo, una cena. Ese pensamiento sólo sirvió para ponerme nerviosa y rebosante de una energía repentina.

—¿Cassie? ¿Casandra Henderson?

La poseedora de aquella irritante voz que casaba con su aspecto tenía ganas de que la mandara a paseo al estilo Henderson, es decir, con un buen puñetazo bien dado, así le quitaría esa esbelta y lujuriosa melena rubia platino, sus perfectas medidas noventa-sesenta-noventa (o se aproximaba) y sus preciosos ojos azules que hipnotizaban a cualquier hombre que los mirase, justo igual que su cuerpo, y ya de paso me subiría el ánimo un poco.

—Disculpa, ¿te conozco?
—No me recuerdas —sonrió con suficiencia, mostrándome una pulida dentadura blanca. Otra razón más para odiarla—. Soy Jane, Jane Davis.

El deprimente recuerdo que guardaba yo con ella me golpeó en la cara y volví a sentirme con en el instituto. ¿Qué hacía hablándome una persona que me consideraba como un ser despreciable en la infancia y la no tan infancia?

—¡Jane! —exclamé como la mejor hipócrita, con evidente repugnancia, de la que no se dio ni cuenta. Seguramente el esmalte de uñas le había afectado permanentemente al cerebro.
—¡No has cambiado nada! —que en su idioma particular equivalía claramente a: “Me sigues pareciendo el mismo patito feo de siempre”.

Como no se me ocurría ninguna replica hiriente que acabase con su ego, me limité a alimentarlo más aún cuando preferí seguir haciendo el papel de aduladora, al que estaba destinada toda mi vida.

—No puedo decir lo mismo de ti, estás estupenda —dije.

«Cobarde, cobarde, cobarde» me recriminó mi yo interior.

—Oh gracias, es todo un halago.

La muy bruja no había pillado ni de lejos que era sólo un maldito cumplido para quedar bien, seguía siendo tan corta de mente como recordaba.

por **Kevonita** Sáb 31 Oct 2009, 2:41 pm

10.-

—Nos volvemos a encontrar —movió la cabeza frenéticamente de arriba abajo sin que un solo pelo se le moviese de su sitio. ¿Cómo diablos lo conseguía?—. ¡El mundo es un pañuelo!
—Y está lleno de repugnantes mocos —en mi intento de ofenderla, lo había murmurado. Ni siquiera lo escuchó.
—¿Cómo dices?
—Ya lo puedes decir —dije, en cambio—. ¿Cómo te va la vida? —pregunté por ser cortés, aunque no me interesara lo más mínimo.
—No me puedo quejar. Estoy al mando de una de las prestigiosas clínicas privadas que tiene mi padre repartidas por todo el país, mi vida es maravillosa y voy a casarme —extendió su mano dónde un anillo de grandes y desmesuradas proporciones, brillaba cegándome del todo.
—Oh… Es realmente precioso. Y, ¿quién es el… afortunado?

Apunto había estado de meter la pata y decir «desafortunado».

—Es una estrella del rock —«Bien, ¿por qué no te sorprende?» cuestionó una vocecilla en mi cabeza—. Te lo presentaré.

Cuando desapareció de mi vista pensé en encontrar a mi hermana cuanto antes y escabullirme, a qué negarlo. Lo último que necesitaba era una ex compañera más mala que la bruja de Blancanieves dándome envidia de su propio cuento de hadas mientras yo esperaba, demasiado paciente, el mío.

—Cassie —me volví en redondo al escucharla hablar. Su prometido me contempló con los ojos como platos y yo a él. No era para menos—, pensé que te habías ido. Mira, él es Nick, mi prometido, Nick, ella es Cassandra, una amiga de la infancia.

¿Había oído bien? Juraría que mi papel de “amiga de la infancia” no era el adecuado para mí, pero claro, tienes que comportarte como una buena persona aunque en realidad seas una auténtica arpía.

Por otro lado, saber que ella era la dueña de los sueños de aquel hombre que, a su vez, era el protagonista de los míos desde que le había conocido empezaba a pasarme factura: mi corazón latía tan fuerte que temía que los demás pudieran escucharlo, lo cual no era difícil.

—Nicholas —murmuré en un susurro.
—¡Cassie! —exclamó, pareciendo recuperarse de la sorpresa inicial antes que yo.

Desde luego no había imaginado así nuestro reencuentro si no más bien algo parecido a las películas románticas y, obviamente, sin rastro alguno de la mala. Quizás debería seguir el ejemplo de mi hermana y declarar la guerra a la industria del cine por hacerme soñar cosas imposibles. Empezaba a dejar de creer en los malditos cuentos de hadas que tantas ilusiones me habían causado.

—¿Os conocéis? —preguntó la víbora alternando su mirada sin sentimiento de mí, a su prometido, cual juez de tenis y viceversa.
—No —gruñí.
—Sí —dijo Nicholas al mismo tiempo.
—Sí —admití esta vez, ya que él lo había confesado.
—¿No…? —Cuestionó mirándome confundido.
—¿Os vais a poner de acuerdo de una vez? —preguntó Jane, esta vez visiblemente irritada. Empezaba a resquebrajarse su fachada. Si no fuera porque todavía estaba embelesada y demasiado estupefacta con la situación, lo estaría disfrutando.
—Tuve la suerte —dije con ironía— de ir en el avión con Nicholas. Compartimos asiento y poco más —sonreí sin gracia.

Nicholas seguía mirándome de la misma manera que antes y yo sentía que cada vez moría más por dentro.

—Cass de naran…ja —Lisa interrumpió el tenso ambiente. Me miró extrañada y yo vi en ella mi forma de salir de allí.
—Si, Liz, ya sé que nos tenemos que ir —le arrebaté la prenda que tenía entre las manos y la colgué en un sitio cualquiera—. En fin, otra vez será, me alegro de haber vuelto a veros a ambos. Cuidaos —dije desde le lejanía de la puerta de la tienda.

Casi arrastré a mi hermana hasta las escaleras mecánicas donde me sentí a salvo. Proferí un suspiro de alivio y entonces ella habló.

—Bien, ahora, ¿puedes explicarme que ha sido eso?
—Eso ha sido la muy… ladina de Jane Davis, sí, la que me hacía la vida imposible en el instituto y el chico de rizos que estaba a su lado es Don Cursilón, quien ha resultado ser su prometido.
—¿Ese es el chico del avión? —Sorprendida inmensamente, esbozó una peculiar y fanfarrona sonrisa—. Oh, vaya, pues no está mal. Ahora entiendo tu mirada en el aeropuerto y reconozco que sí que es verdad que el chico está pidiendo a gritos que le hagan padre…

Me entraron ganas de estrangularla. Ya estaba demasiado celosa sabiendo que Jane estaba con él como para saber que mi hermana le había echado el ojo.

—Oh, Romeo se acerca a pie… Y yo acabo visto unos pendientes monísimos en esa joyería.
—¡Lisa! —articulé como pude entre dientes cuando se escapó antes de que pudiera seguirla porque Nick ya me había alcanzado.

por **Kevonita** Sáb 31 Oct 2009, 2:45 pm

Fin del maratón. Gracias por leer chicas!!! Un besazo! :D

por **i love u [silvanitaa]** Sáb 31 Oct 2009, 8:18 pm

loreloveskevin escribió:Fin del maratón. Gracias por leer chicas!!! Un besazo! :D

noo!!!! noooo!!!

plzzz!!! seguila!!!seguila!!

quiero saber que pasa!!!!!

plzzz!!!

por **jnk-jb-mariana** Dom 01 Nov 2009, 7:42 am

i love u [silvanitaa] escribió:
loreloveskevin escribió:Fin del maratón. Gracias por leer chicas!!! Un besazo! :D

noo!!!! noooo!!!

plzzz!!! seguila!!!seguila!!

quiero saber que pasa!!!!!

plzzz!!!

opino lo mismo!
no la puedes dejar ahi!
Como es eso de que Nick se va a casar con Jane :crybaby:
Sigue please!

por Invitado Dom 01 Nov 2009, 8:10 am

- Nos volvemos a encontrar… - movió la cabeza frenéticamente de arriba abajo sin que un solo pelo se le moviese de su sitio. ¿Cómo diablos lo conseguía? -. ¡El mundo es un pañuelo!

<<Y está lleno de mocos>> quise responder.

JAJAJAJAJAJA ME TENTE CON ESO xD
LOREEEEEEE NO LA PODES DEJAR AHI! ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas] - Página 6 167695056

~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas] - Página 6 167695056

COMO ES ESO DE QE NICK SE CASA CON ESA TURRA? ¬¬
NO IMPORTA, EL YA SE VA A DAR CUENTA DE QE QIERE A CASSIE :inlove: Y NO A JANE :caliente:
ME ENCANTO LA MARATON *.* LA ESPERA VALIO LA PENA :love:
SEGUILAAAAAA! :D

por **LongLiveNJ** Dom 01 Nov 2009, 1:26 pm

SiiGue ... !!

~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas] - Página 6 Niiiick

... I (L) Niick ...

por Invitado Dom 01 Nov 2009, 6:14 pm

ame con mi vida el maraton pero porfavor odio a jane esa imbesil hay que sacarle los ojos ..
nick & cassie , es que quedan perfectos ..
pporfavor sube mas , si no paso es que mi intenert esta demaciado lento apenas puedo comentar , bueno..

ByEcuidate

por Invitado Lun 02 Nov 2009, 12:30 pm

wow valla manera de reencuentro.. jajajjaja

siiguee pleaaasee,,, !!

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