Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]

por **Kevonita** Sáb 17 Abr 2010, 3:32 pm

Yaaaay! Como dice i love u [silvanitaa], today is saturday, así que lo prometido es deuda. Caam Jonas ! Wow... gracias por leer! No esperaba a nadie nuevo a estas alturas de novela XDDD
Gracias por leer, en serio. Me gustaría dedicarles la Maratón Sin Nicholas ha yellowroom y i love u [silvanitaa] por seguir siempre ahí, al pie del cañón esperando y comentando también. Gracias chicas! Lo aprecio mucho. Antes que nada, os voy a presentar a dos nuevos personajes.

William Roberts:

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Alguién me preguntó quien era en un comentario. Él es el chico del bar, el camarero que le parece un chulo. No se si os acordáis.

Bella O'Donnell

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Y ahora sí, empieza la maratón. Disfrutad aunque no sea nada del otro mundo. ¡Os quiero!

por **Kevonita** Sáb 17 Abr 2010, 3:33 pm

36.-

Me pareció una absoluta falta de tacto preguntarle algo acerca de su profesión cuando sabía perfectamente a lo que se dedicaba (especialmente cuando yo tengo un trabajo claramente mejor remunerado), así que pasé a otras cuestiones que rondaban por mi cabeza.

—Tu perfil también estaba vacío. Si no te importa, me gustaría hacerte algunas preguntas.
—Por supuesto, siéntete libre.
—De acuerdo. ¿Te gusta leer? —pregunté, cuando el camarero nos hubo servido las dos coca-colas de lata.

Después de haber abierto el envase, hizo un alto mientras estaba vertiéndolo en un vaso de tubo. Alzó una ceja y supe que le había pillado desprevenido.

—Bien, siéndote sincero, si te refieres a la sección de deportes del Times o el argumento de un videojuego, sí —sonrió como quien espera no estar fastidiándola.

No me esforcé por levantar la comisura de mis labios hacia arriba para forzar una sonrisa, por que su respuesta me había sacado una sin problemas. Giró un poco la cabeza, guiñando un ojo a causa del sol que le estaba dando de frente en la cara y esbozó otra con facilidad contestando a la mía de antes.

—Tienes una sonrisa preciosa.

Bajé la vista, sonrojada por su comentario. Aunque su puntuación en mi ranking había bajado en picado al saber quien era, pequeños gestos que mi pupila detectaba le estaban haciendo ganarlos con una facilidad impresionante. A fin de cuentas, si un hombre te adula, es gracioso y honesto, demostrando ser transparente ¿cómo no va a afectar eso positivamente en el aumento de puntos? Nicholas sin embargo se había afianzado en el primer puesto de mi corazón haciendo trampas y, ni siquiera el mismo día que me enteré de su compromiso con Jane bajó una décima su puntuación. Me consolaba saber que tal vez estaba demasiado sorprendida y dolida como para restarle algo.

Claro que, en el caso de que lo hubiera hecho, los habría recuperado todos aquella noche tan maravillosa. Por aquel entonces sólo él estaba en la puja por mi corazón aunque ni siquiera él mismo supiera que participara: todo parecía estar atraído a su imagen. Debería ser un delito cortejar a mujeres cuando iba a casarse con un atractivo y personalidad como aquellas. Alimentando con sueños e ilusiones, con detalles y preciosas solitarios corazones como el mío con crueles mentiras. Era como una gráfica: Nicholas figuraba con el diez positivo y los demás tenían suerte si superaban la criba del -0 y acumulaban una décima decente. Desde luego la metáfora no conseguía satisfacerme ni ayudaba mucho a mi ánimo. Sin embargo, si hubiera alguien lo suficientemente paciente que se ganase mi corazón…

—Deduzco entonces que me has hecho la pregunta por que tú practicas más la lectura, digamos, culta. ¿Me equivoco? —dijo, pinchando mi burbuja de conclusiones ridículas.
—No vas mal encaminado —su cara dibujó una bonita sonrisa de victoria.
—¿Y que clase de libros lees?
—En mi lista predominan los románticos —me miró con cara de circunstancias—. No todos son de ñoñerías, ¿sabes? —dije, haciéndome la ofendida.
—Esta bien, está bien —inquirió levantando las manos a la altura del pecho—. No he dicho lo contrario, que conste.
—Eres hombre, no hace falta que te diga que sé que lo has pensado.
—Touché.

Tenía un encanto especial y, a qué negarlo, un atractivo imposible de pasar desapercibido. Yo, como era natural, no había pasado por alto muchas miradas femeninas intencionalmente dirigidas a él y me gustó que tuviese la buena educación de dedicarme su atención cuando las demás también la reclamaban a gritos (no literalmente).

—Algún día te prestaré uno. Puede que tengan los mismos argumentos pero cada escritora las define de forma que parece totalmente distinto al de cualquiera y eso los hace mágicos. No son tan malos como la gente como tú cree. Lo comprobarás ti mismo cuando no puedas dejar de leer hasta acabar.
—¿Algún día? ¿Significa eso que he pasado la primera prueba?
—Según mi reloj, llevamos hablando exactamente veintiséis minutos que es bastante más de lo que pude soportar el otro día con cada uno de aquellos chicos. Obviamente no hemos empezado con buen pie debido a tu imbecilidad inicial —alcé una mano, sabiendo que quería interrumpirme—. Reconozco también que la mía te ganaba de calle, así que lo siento por eso. Me ha sorprendido gratamente que no fueras como me he imaginado. Y, además, como no me has tirado nada encima por culpa de los nervios, eres agradable, me gusta tu risa, tu compañía y eres bastante más simpático de lo que imaginé, se podría decir que sí.

Se rió como primera respuesta.

—Ha sido un resultado bastante positivo comparado con el inicial —completó con otra magnífica sonrisa—. Creo que incluso has acertado bastante bien en lo de ‘tu imbecilidad inicial’ superaba la mía.
—¿Debería darte las gracias por acordarte sólo de eso? —reí, viendo su expresión alarmada. Hizo un gesto con la mano—. Nada, sólo bromeaba. ¿Tienes tú alguna queja, adulación o comentario respecto a mí?
—Lo único que debo decirte es que no debes fiarte demasiado de las primeras impresiones
—Entono el mea culpa. Pero debes saber que el otro día me pusiste enferma con esa actitud de chulo-prepotente. Y no te voy a negar que sentí terribles deseos de tirarte la coca-cola “cortesía de la casa” por encima.

Se inclinó hacia adelante en la silla. Pude observar que en sus ojos no sólo predominaba el azul si no que además tenía un toque verdoso que me dejaron maravillada.

—¿Lo habrías hecho? Y sé sincera.
—No —dije, al mismo tiempo que sacudía la cabeza de forma negativa—. No me gusta montar números públicos y además llegó mi cita, lo cual aparcó lo bastante mis malas intenciones.

Sonrió mostrando una impecable dentadura por enésima vez. Y no me importó contemplarle embelesada todas esas veces.

Era increíblemente maravilloso hablar con alguien y averiguar cosas de su vida cotidiana sin tener que pensar en terceras personas, por qué, según me dijo, él tampoco tenía a esa persona especial con la que pelear a la hora de ganar diciendo ‘te quiero’ antes de colgar el teléfono. Por espacio de una hora seguimos hablando y ya de paso intercambiamos números de teléfono. Por primera vez me sentí optimista desde mi llegada. Quizás el Destino no fuese tan cruel como me había empeñado en ver: pues me daba empujoncitos hacia un futuro no muy lejano y con quién poder lograr la felicidad absoluta.

Un futuro en el que no estaba Nicholas.

por **Kevonita** Sáb 17 Abr 2010, 3:34 pm

37.-

Llegar a casa después de una maravillosa tarde se me hizo horriblemente duro. El silencio me dio la bienvenida y aquel lugar estaba tan vacío que me caló hasta el fondo el mismo sentimiento. Encendí la radio a un volumen moderado rehuyendo del silencio y el eco de mis pasos predominante en las cuatro paredes. Recogí mi cabello en una coleta mal hecha, me puse ropa cómoda y a ritmo de diversos tipos de música, pasos de baile (que más bien parecían traspiés) y notas cantadas más altas que otras en continuas desafinaciones, cambié completamente la decoración de mi casa, moviendo muebles de aquí para allí y, a veces, echaba mano de herramientas. Quedé incluso bastante más satisfecha que con el resultado inicial y para felicitarme a mí misma, pedí comida china para dos por teléfono y di buena cuenta de ella echándome unas risas con la primera parte de Beethoven que me dio una solución para acabar con mis días de “soledad”. ¡Eso era! Adoptaría a un perro. Estaba decidida.

—No lo entiendo —repuso Liz, desviando una milésima de segundo su atención de la carretera para mirarme ceñuda—. ¿Por qué quieres un perro ahora? Vas a volver a Francia dentro de cuánto ¿tres semanas? ¿Cuatro?
—Aún no he fijado la fecha para el billete de vuelta —admití, mirándola por el rabillo del ojo. Tenía todos mis sentidos puestos en la carretera y el GPS para no perderme en el camino hacia la protectora de animales, pero eso no me impidió tomarle el pelo un rato—. ¿Quieres perderme de vista tan pronto?
—¡No me refería a eso! —exclamó entre indignada y ofendida.
—Esta bien, tranquilízate, era sólo una broma —reí entre dientes.
—De muy mal gusto, déjame decirte —siguió con el mismo tono—. De hecho…
—De hecho ¿qué? —la animé a seguir.

Me miró temerosa, debatiéndose interiormente entre si decírmelo o no. Y se lo tendría que sacar a la fuerza en caso de que fuera lo último.

—Bueno, el otro día, mientras hablaba con Evan de tu situación con papá y mamá, ambos estábamos de acuerdo en que estaba prosperando bastante bien, y me pregunté si… bueno, si no te gustaría establecerte aquí de nuevo. Papá podría prorrogarte tu contrato actual de dos meses con el propietario del piso y hacerlo indefinido o, si no te gusta la idea puedes cambiar perfectamente de apartamento. No estarán los franceses pero podrías encontrar a un buen hombre aquí también.
—Ya encontré uno —musité.
—¿De veras? —inquirió esperanzada—. Creí que lo de las citas fue un completo desastre.
—Y así fue.
—¿Entonces? —quiso saber.

Vacilé. Ahora era yo quien estaba debatiéndose a la hora de confesar aquel gran secreto a voces entre los que me rodeaban.

—Es Nicholas.

Quise pensar que estaba sopesando algún consejo que darme cuando nos invadió el silencio solo roto por las indicaciones de la máquina guía. No quise ni pude ver mucho su expresión bajo las gafas de sol.

—Oh, cariño… —murmuró acariciándome el pelo. Odiaba las muestras de compasión que intentaba ocultar bajo mimos cariñosos—. ¿Te encuentras bien?
—No, pero eso ya no importa. No quiero hablar del tema, Liz.
—¿Sabes que huyendo del problema no conseguirás nada, verdad?
—Sí, pero es lo único razonable que encuentro para que no duela tanto.

Pareció no encontrar las palabras adecuadas a lo que quería decirme y con eso guardó silencio durante el resto del camino, que no fue mucho. Fue un alivio llegar a nuestro destino para quitarnos a ambas el tema de la cabeza y despejarnos. Aparqué el coche en una de las tantas plazas habilitadas a pocos metros del edificio, me coloqué también mis gafas y me expuse al bonito día de playa que ofrecía Los Angeles otra jornada más.

—¿Recuerdas el camarero aquel del que te hablé?
—¿El que, según tú, piensa con otra parte de su anatomía y es, precisamente, la que le diferencia de las mujeres y cobra vida en bastantes ocasiones?
—El mismo. Pues parece que no es tan así como pensé…
—¿Ah, no? Pues parecías muy convencida de ello el otro día.
—Estaba equivocada —confesé ante su mirada incrédula oculta bajo los oscuros cristales de sus gafas de marca. Las levantó y se las puso a modo de diadema sobre su pelo rubio platino que parecía brillar con más intensidad bajo la luz solar—. No me mires así.
—¿Desde cuando tú te equivocas? Eres demasiado orgullosa para admitir que te equivocas. ¿¡Quien eres y que has hecho con mi hermana!? —Inquirió separándose de mí y señalándome con el dedo, fingiendo estar escandalizada. Luego, estalló en risas ella sola y me pasó un brazo por los hombros—. ¿Sabes que estoy orgullosa de ti siendo como eres, cierto?
—¡No intentes arreglarlo ahora! —me reí—. Luego acabaré de contarte la historia.

El recinto rectángulo blanco imponía por su amplitud y buena estructura. Lisa se detuvo en la puerta acristalada, apoyó una mano sobre la superficie y se acercó más para observar algún movimiento.

—Esto está abierto, pero no parece haber nadie aquí.
—En ese caso, entremos para comprobarlo.

Empujé la puerta, que actuó como dominó para las campanillas del techo que hicieron sonar una bella melodía y llamaron la atención de alguien que estaba escondida bajo el mostrador de recepción.

—¡Hola! —exclamó con toda su energía una mujer esbozando una sonrisa amable que le arrugó sus mejillas en tiernos pliegues y le daban una apariencia más bondadosa de la que por sí tenía. Su pelo era canoso pero eso no le impedía lucirlo con orgullo y que, además, le rozaba los hombros al caer en bonitas ondulaciones—. ¿En qué puedo ayudarles?
—Hola —saludamos Lisa y yo a la vez, luego, proseguí yo—: Verá, estoy interesada en adoptar un perro.
—Le aseguro que es lo que mejor que ha podido hacer —dijo. Su mirada gris se iluminó de emoción—. Llamaré al doctor Roberts y enseguida les atenderá.

Descolgó el teléfono y marcó con increíble rapidez y habilidad las teclas. Le comentó por encima que había visita y colgó.

—En un momento viene. Pueden sentarse si quieren —nos ofreció con amabilidad.
—Estamos bien de pie, gracias.

Lisa se inclinó hacía mí.

—Eso dilo por ti, yo sí que pienso sentarme.

Observé con gran interés las fotografías que plagaban una pared entera y supuse que era de todos aquellos que habían adoptado animales dándoles una mejor vida, lo que ellos merecían. Una lejana voz conocida pero que no supe a quién relacionar retumbó por las paredes, seguida de pasos.

—¡…Oh, vamos! Tienes que dejar de comparar a Lamar Odom con Kobe Bryan de una vez por todas. Parece que no entiendas de baloncesto. Son totalmente incompatibles. Es como comparar, qué se yo, a Bush hijo con Kennedy —pausa momentánea—. No, no, no. No exagero en absoluto. Oye, tengo que dejarte, luego hablamos.

Sonó la tapa de un móvil al cerrarse y me di la vuelta. Ése debía de ser el doctor Roberts y desde mi posición se parecía muchísimo a…

—¡William! —exclamé presa de la sorpresa.
—¡Cassie! —dijo él por su parte del mismo modo.

Me dio una pequeño abrazo y un beso en la mejilla antes de mirarme de nuevo, como creyendo que no fuese real. Ambos nos volvimos a mi hermana.

—Mira, te presento a mi hermana, Elisabeth. Liz, él es William.
—Encantada de conocerte —sonrió con su perfección habitual tendiéndole la mano.
—La belleza de las Henderson no conoce límites —besando sobre la mano de mi hermana, cual caballero andante, la dejó estupefacta de admiración por sus modales.

Quise morirme allí mismo. Ya lo tenía en el saco. La próxima vez pensaría dos veces si llevarla a algún sito conmigo a menos que ella llevase un anillo con un enorme pedrusco incrustado que indicase que estaba soltera por poco tiempo más. A modo de recompensa, William me guiñó un ojo que acabó con mis intenciones suicidas anuladas.

—¡Oh! Pero por favor, pasad, no os quedéis ahí. Isabelle, no me pases llamadas y en caso de que alguna sea muy urgente, se la pasas a Bella.
—¡Entendido, jefe! —dijo al tiempo que imitaba el saludo militar.
—Eres la mejor, ¿lo sabías?
—Algo había oído, sí —replicó con gracia.

Él le estampó un sonoro beso en la mejilla que acabó iluminando su rostro con su mejor sonrisa que acabó arrugando nuevamente sus mejillas en arrugas de vejez.

por **Kevonita** Sáb 17 Abr 2010, 3:36 pm

38.-

Me fue imposible no hacerle una revisión y una inevitable comparación con el uniforme de camarero y el verde aquel que no le hacía mucha justicia aunque no le restaba atractivo. Estaba perdida respecto a ese tema; ¿qué hacía él allí? Sin duda, yo habría apostado a que un hombre como a aquel no le gustaban trabajos semejantes. Entonces… ¿sería algún tipo de ayudante o su cargo no sobrepasaba de voluntario? En tal caso, un ayudante no tendría una consulta propia como aquella. Jamás.

La pared contenía posters con imágenes bastante explícitas de cómo detectar enfermedades buco-dentales, algún que otro de adiestramiento y también las razas con sus respectivas fotos encima. Una mesa rectangular que tenía de enorme tamaño ocupaba el espacio gigante del centro donde reposaban el ordenador, el fax con teléfono y la impresora y, al otro lado de la sala una mesa de acero inoxidable para examinar animales. Deseé tener también para mí aquel armario de proporciones dimensionales con todos esos antibióticos, jeringuillas y más cosas que mi vista no alcanzaba a ver.

—Ha sido toda una sorpresa —dijo ya situado detrás de su escritorio.
—No me malinterpretes, pero este sería el último sitio en el que había pensado verte.
—El mundo es un pañuelo —sonrió comprobando algo en la pantalla del ordenador. Cuando acabó, cruzó sus manos sobre la mesa y nos miró—. Venís a adoptar, ¿cierto?

Asentí.

—¿Quién de las dos?
—Yo.

El sonido de un teléfono me dio una sacudida tal, que acabé dando un respingo en mi sitio. Acto seguido, fulminé a mi hermana con la mirada por que la melodía provenía de su bolso.

—Disculpad, es el mío —musitó con toda su inocencia rebuscando entre todo lo que llevaba aquella cesta, que en realidad es lo que parecía su bolso.
—No nos habíamos dado cuenta… —respondí.

Le tocó a ella intentar asesinarme con una de las suyas. Se puso roja de, apostaba, vergüenza.

—Tengo que atender, es urgente. Disculpadme.
—No tiene importancia, adelante —dijo Will.

Dicho esto, se levantó de su sitio y al pasar por mi lado pisó mi pie con toda la intencionalidad del mundo.

—¡Oh, lo siento cariño! —dijo con fingido tono de disculpa. Luego se volvió hacia William—. Tengo los pies demasiado grandes, me temo.

Se alejó con la elegancia de una modelo sobre sus tacones y salió de la consulta, momento que aproveché para mostrar mi debilidad y masajearme el adolorido y agarrotado pie.

—De armas tomar, por lo que veo —comentó de pasada el de los ojos azules.
—Totalmente. Y menos mal que no tengo callos en los pies, de lo contrario, me los habría destrozado.

William prorrumpió en sonoras carcajadas que acabaron por contagiarme a mí también. Cuando Lisa entró de nuevo nos miró como si estuviese rodeada de locos.

—Cass, tengo que irme —anunció apurada, recogiendo el bolso de la silla contigua a la mía y colgándoselo en el hombro—. Harry Stevenson ha vuelto ha pasearse completamente desnudo por su vecindario a altas horas de la madrugada y bastante borracho. Tengo que ir a rescatarle —entornó los ojos.
—¿Quieres que te lleve?
—No te molestes. Cogeré un taxi. William, ha sido un placer conocerte. Espero volver a verte en otra ocasión.
—Gracias, lo mismo digo.

Enrojecí por partida doble. ¿Estaban conspirando contra mí o solamente era una frase cortés, que se suele decir para quedar bien? Desde luego sabía que mi hermana lo había dicho con el fin de que así fuera. Deseché ideas sin sentido y que no tenían fundamento y me relajé de nuevo. Al ver que todavía seguía manoseándome el pie, él dijo:

—¿Quieres que te haga un masaje? Mi madre es fisioterapeuta, sé algunos trucos.
—Tranquilo, creo que pasará. Es un pisotón de nada —en realidad, habría matado por ese masaje, pero dudaba de que pudiera volver a mirarle a la cara sin sonrojarme luego.
—Vayamos a lo nuestro, entonces. ¿Buscas alguna raza en especial o…?
—No.

Lía y Moon eran dos perras de razas mezcladas. La primera, de cruce de Pastor Alemán y Husky tenía un bonito pelaje de diversos colores consecuencia de eso. Cojeaba levemente de una la pata trasera por una patada que su antiguo dueño le había propinado y tenía pequeñas cicatrices circulares en la cabeza y gran parte del cuerpo. Aquel mismo individuo hacía las veces de cenicero con ella y tenía 5 años de edad. Moon era de estatura baja, al contrario que Lía y era un cruce de caniche y perro salchicha de ahí que su tronco fuese un poco más alargado y vistoso a la par que gracioso. Era completamente de color negro, salvo el pecho que se extendía un bello de color blanco y la superficie baja de las patas eran de un marrón claro. Había perdido la visión del ojo derecho consecuencia de las brutales palizas que recibía día sí y día también de un energúmeno que la dejó a su suerte al borde de la muerte. Para desgracia del animal, una infección hizo que le amputaran una pata y no por ello era menos feliz que el resto. Tenía 7 años.

¿Qué queréis que os diga? Soy de corazón débil. No había podido quedarme con una solo. Y, si por mí hubiese sido, me los quedaba a todos, uno por uno, con sus traumas o cicatrices, con sus defectos o sin ellos.

—Te recomendaría que las censaras cuanto antes —me dijo Will tras haber rellenado los papeles necesarios—. Teniendo en cuenta que tienen el chip, todas las vacunas y están esterilizadas no vendría mal que lo hicieses. Si te pilla la policía sin que no lo estén te pueden meter una buena multa.
—No tengo pensado quedarme aquí mucho tiempo, así que creo que no lo haré —me encogí de hombros.
—¿Te vas de viaje o algo parecido?
—Podríamos decirlo así. Vivo en Francia.
—¿Francia? ¿La Francia de voulez vous coucher avec moi ce soir? —dijo pronunciando con evidente dificultad la letra de la canción de la película Moulin Rouge.

No quise ridiculizarle dándole a entender que había recitado el estribillo de una canción picante, así que me limité a responder.

—Esa misma.

por **Kevonita** Sáb 17 Abr 2010, 3:37 pm

39.-

—Hacéis una labor magnífica y os admiro por ello. Hay que tener mucha sangre fría para ver lo que vosotros veis cada día. Todos esos animalillos, maltratados hasta la saciedad…
—Trabajamos en colaboración con la perrera —explicó—. Ellos nos traen a un gran número de perros pero también es fundamental la colaboración ciudadana que, como dices tú, tienen la sangre fría de coger a la mayoría de ellos y traerlos. Normalmente a la gente no le importan las secuelas físicas pero hay veces que es difícil colocarlos en casas pero normalmente y para nuestra suerte y más la de ellos no suele ser así. Las personas que suelen visitarnos suelen tener un gran corazón y prefieren el bienestar del animal, otra cosa que miramos mucho con lupa.
—¡Willy! —exclamó una voz femenina que se acercaba al trote hasta colocarse a su lado.
—Bells, por favor te lo pido, deja de llamarme así al menos delante de personas —me señaló con un gesto de cabeza bastante disimulado.
—¿Por qué? Si es muy gracioso —repuso con sorna golpeando su hombro con un puñetazo afectuoso.
—Dejaré el caso por imposible —me dijo entornando los ojos de forma cómica. Se volvió hacia su compañera—. Bella, te presento a Cassie. Cassie, ella es Bella, mi mejor amiga desde la infancia.

Para tener veintiséis años, Bella aparentaba diecinueve. Era muy guapa, con un rostro angelical que posiblemente fuese lo que la hacía parecer más joven y tenía una melena rizada de color castaño fuerte y unos ojos casi del mismo color. Deduje que era de mi misma altura a juzgar por la medida en que le llegaba a William: por el hombro.

—¿La misma Cassie que…? —se interrumpió ante la mirada asesina que le dirigió su amigo. Con una amplia sonrisa se volvió hacia mí, extendiéndome su mano—. Encantada, es un placer conocerte. He oído hablar de ti…
—Bueno, ¿para que necesitas mi ayuda? —interrumpió ‘Willy’ aquella conversación que prometía desvelar bastantes más cosas.
—¿Qué?
—Mi ayuda. Has venido corriendo —agitó las manos—. ¿Para qué querías mi ayuda?
—Cierto, lo había olvidado por completo. Necesito que me acompañes. Robin parece haber empeorado y creo que sé lo que es pero necesito que me lo confirmes.

El doctor Roberts me escrutó minuciosamente en cinco segundos. ¿Por qué aquellos ojos no me intimidaban lo suficiente como para que me temblaran las piernas? ¿O, en cualquier caso, para acelerar en milésimas de segundo mi corazón hambriento de algo de amor? Odiaba el hecho de que no fuera él el que produjera aquellos escalofríos tan deliciosos que se extendían desde mi columna vertebral ha todo mi cuerpo y me hacían temblar de pies a cabeza. La vida era cruel. Me hacía partícipe del principio de un cuento de hadas que se había truncado a la mitad del camino y que tenía un final inevitable, sin uno alternativo que me diera alguna esperanza para conservar.

—Ven —dijo arrastrándome con él y llevándose mis pensamientos.
—¿Yo? —pregunté.
—¿Ella? —inquirió Bella al mismo tiempo que yo.
—¿Acaso veis a alguien más aquí?

Confusa, hice lo que me pidió, caminando al lado de Bella que estaba estupefacta y no precisamente emocionada con mi presencia. Nos hizo entrar a ambas en una consulta con toda la última tecnología en aparatos veterinarios. Bella se puso una bata verde, unos guantes y unas gafas protectoras que William me puso a mí también en la cabeza. Luego me guiñó el ojo y me ofreció la misma indumentaria de su amiga y por último se la puso él.

Entramos a una sala contigua donde había un perro tendido sobre una mesa. Tiritaba, lloraba y estaba muy asustado.

—Creo que es Hepatitis. Los síntomas son evidentes: se nota que nunca ha estado vacunado, infección parasitaria, tiene dolor abdominal (¿recuerdas la hepatopatía* que le detectamos cuando lo recogimos?) y últimamente tiene diarreas, de ahí que esté deshidratado y con falta de apetito. Pero el examen clínico me lo ha confirmado.

Dejó los resultados en mi mano de los análisis bioquímicos, las funciones del diagnóstico y la biopsia a la vez que Will palpaba su zona abdominal y miraba por encima de mi hombro. Eché un vistazo en mis apuntes mentales y coincidí con completamente con ella.

—¿Tú que crees? —preguntó William leyendo mi pensamiento.
—¿Yo? —asintió—. Pues estoy con ella. Puedo ver desde aquí que tiene los ojos rojos y tiene el hocico caliente. ¿Tenéis una linterna? —Bella me pasó una de su bolsillo. Me incliné y le abrí un poco más el ojo, apuntándole de forma intermitente—. Y, además tiene una afección en los ojos. Creo que con eso lo digo todo. Felicidades Bella, es una enfermedad muy difícil de detectar.

Esbozó media sonrisa y esperó la opinión de su amigo.

—Comparto su opinión —me señaló con la cabeza—. Necesito una dosis de Adenovirus tipo II.

Bella lo preparó con rápida eficacia y le pasó la aguja a Will que le inyectó en el lomo.

—Vas a ponerte bien, Robin —sonrió con ternura acariciando al animal—. Anota en su ficha que le pongan un calmante cada ocho horas. Buen trabajo, compi.
—Por supuesto y gracias.
—¡Eres veterinario! —exclamé aún impresionada y sin hacerme a la idea.

Escuché a Bella bufar detrás de nosotros y no precisamente de estrés, si no de algo que estaba más próximo a la irritación. Por si acaso no la habíamos oído, chascó la lengua y luego carraspeó haciéndose notar. William la miró con una mueca de desconcierto y luego se volvió hacia mí sacándome de allí.

—¡Claro que lo soy! —dijo riéndose. Se deshizo de su atuendo a la vez que lo hacía yo—. ¿Qué te creías que era?
—Pues… un ayudante, voluntario… —admití, un tanto avergonzada—. Pensé que fanfarroneabas cuando me llevaste a esa consulta —expliqué—. Dios mío, eres mi alma gemela.

Bueno, sólo en parte.

[*Enfermedad del hígado.]

por **Kevonita** Sáb 17 Abr 2010, 3:40 pm

Hasta aquí. Dije que no era nada del otro mundo y ha quedado demostrado, además no estoy muy contenta con ellos. Pero, en fin, ya sabéis que en el próximo, Nicholas reaparecerá :D
¡Un besazo! ¡Os quiero!

por Invitado Sáb 17 Abr 2010, 5:58 pm

i love u [silvanitaa] escribió:OMJ!!!

TODAY IS SATURDAY!!!!

WAJJAJA!!!! I WANT NOVE! ;) XD AJJA..

SEGUILA!!! :face:

sube porfavor

por Invitado Jue 22 Abr 2010, 4:28 pm

OMGGG ME ENCANTARON LOS CAP'S
SEGUILAAAA!!
ESPERO ANCIOSA QUE SUBAS MAS CAP'S
Y RESPECTO A LO QUE DIJISTE ME GUSTA LEER NOVELAS MAS AVANZADAS HAHA
POR QUE ASI ME EMOCIONO MAS Y ME VULEVO MAS PARANOICA SOY RARA D: HAHA
BUENO SEGUILA :bounce:

por Invitado Jue 22 Abr 2010, 4:38 pm

Caam Jonas ! escribió:OMGGG ME ENCANTARON LOS CAP'S
SEGUILAAAA!!
ESPERO ANCIOSA QUE SUBAS MAS CAP'S
Y RESPECTO A LO QUE DIJISTE ME GUSTA LEER NOVELAS MAS AVANZADAS HAHA
POR QUE ASI ME EMOCIONO MAS Y ME VULEVO MAS PARANOICA SOY RARA D: HAHA
BUENO SEGUILA :bounce:

por Invitado Jue 22 Abr 2010, 6:21 pm

siguela
siguela
siguela

por Invitado Vie 23 Abr 2010, 7:41 pm

siguuuee dios mi

por **i love u [silvanitaa]** Vie 23 Abr 2010, 8:51 pm

OMJ!!!.. YO Y WILLIA(? XD, WILLIAM Y YO?? NAAHHH.... PEGAME Y DECIME MARTA!! XD, AJAJA...

NO TE CREO! OSEA, SI, EPRO A LAVEZ NO XD JAJAJA... OMJJ!!! NO PUDE ENTRAR EN AL SEM PROUQE ME QUEDE SIN INTER ¬¬ EL ESTUPIDO DE INTER ME LO CORTO Y HABIA PAGADO!!! ¬¬ CASI LO MATO...DECI QUE TENGO AUTOCONTROL(? ARRE RE DIVAGABA LA CHABONNA XD JAJAJA...

BEUNO, EPRO NO E SIMPORTANTE :p

OMJ!!! THX PRO LA DEDICACION!!! Y OBVEEEOO QUE 100P ESOTY EN TU NOVE!!! I LOVE IT!! EM ENCANTA!!! OSEA!! AAAAA!!! LA AMOO!!!

SEGUILA!!! :), ;), Y ME VAS A TENER QUE SEGUIR BANCANDO! p:, AJJAJA,...

I LOVE UR NOVEL!!! :), Y AMO COMO ESCRIBIS!!!! :D

KISS & TAKE CRAE! :P

por **i love u [silvanitaa]** Miér 28 Abr 2010, 1:51 pm

omj!!! desapareciste!!! ¬¬.. epro no importa!!

aca presente ahsta la muerte!!(? xd jajaj..

espero hasta que subas!!! espero que estes bein y ojala tu falta sea solo por que no hay inspiracion

cuidate y besos! :)

seguila! :)

por Invitado Miér 28 Abr 2010, 2:43 pm

i love u [silvanitaa] escribió:omj!!! desapareciste!!! ¬¬.. epro no importa!!

aca presente ahsta la muerte!!(? xd jajaj..

espero hasta que subas!!! espero que estes bein y ojala tu falta sea solo por que no hay inspiracion

cuidate y besos! :)

seguila! :)

por **andreita** Miér 28 Abr 2010, 5:21 pm

siiguelaaaaaaaaaaa

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