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Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
HOLA, HOLA!!! >.<
Miren quien regreso con su nueva nove! ;)
:ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion:
Nos dejaremos un ratito de cazadores y todo eso! ;)
Ahora les traigo un romance con el chico malo y la niña buena! :amor:
Of course que la adaptación es con el Nicho! :enamorado:
Bueno para mis nuevas lectoras (espero!) me presento mi nombre es Lupita & soy de México! :-w-: & esta es mi novela número 16 creo! :scratch:
Para las nuevas chicas que quieran leer mis otra adaptaciones, la galería esta debajo del avatar! ;)
Espero tener aquí a mis fieles lectoras! ;) como siempre! :hug:
Bueno les dejaré la ficha, y el argumento y mañana traigo el primer capi Okey! :maloso: !
PD: Vi que la novela ya esta en el foro, pero la chica no la siguió, y la otra adaptación es con Joe, pero si les molesta o algo, pues la cancelo, solo háganlo saber! ;)
Miren quien regreso con su nueva nove! ;)
:ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion:
Nos dejaremos un ratito de cazadores y todo eso! ;)
Ahora les traigo un romance con el chico malo y la niña buena! :amor:
Of course que la adaptación es con el Nicho! :enamorado:
Bueno para mis nuevas lectoras (espero!) me presento mi nombre es Lupita & soy de México! :-w-: & esta es mi novela número 16 creo! :scratch:
Para las nuevas chicas que quieran leer mis otra adaptaciones, la galería esta debajo del avatar! ;)
Espero tener aquí a mis fieles lectoras! ;) como siempre! :hug:
Bueno les dejaré la ficha, y el argumento y mañana traigo el primer capi Okey! :maloso: !
PD: Vi que la novela ya esta en el foro, pero la chica no la siguió, y la otra adaptación es con Joe, pero si les molesta o algo, pues la cancelo, solo háganlo saber! ;)
Nombre: Crash
Autor: Nicole Williams
Adaptación: Si, Serie Crash
Género: Drama, romance, hot...
Advertencias: Capítulos largos, por lo que serán por partes! Además tiene lenguaje fuerte!
Otras páginas: Esta en el foro, aunque vi la que chica no la siguió, además la otra adaptación es con Joe
• A R G U M E N T O •
Southpointe High es el ultimo lugar donde ____(tn) quería terminar su último año escolar.
Justo entonces, tropieza con Nicholas Jonas, un chico que hace honor a su nombre, y es sinónimo de problemas.
Él tiene una larga lista de antecedentes penales que puede sobrepasar cualquier tesis, su nombre provoca suspiros, gritos, y maldiciones de tantas mujeres que ____(tn) no se atreve a preguntar, y vive en la casa local para chicos, donde los disturbios parecen ser normales para los residentes.
____(tn) tiene un objetivo mejor, en el peor de los casos, estrafalario. Vive usando sus satinadas zapatillas de ballet, tiene sus miras puestas en Juilliard, y ha sido cuidadosa en mantener los problemas lejos de su vida. Hasta ahora.
Nicholas es todo lo que necesita mantener alejado de su vida si quiere separar su pasado de su futuro. Mantenerse alejada, está a punto de descubrir, es la única cosa de la cual es incapaz de hacer.
Para ____(tn) Larson y Nicholas Jonas, el amor está apunto de convertirse en la cosa más desgarradora.
Southpointe High es el ultimo lugar donde ____(tn) quería terminar su último año escolar.
Justo entonces, tropieza con Nicholas Jonas, un chico que hace honor a su nombre, y es sinónimo de problemas.
Él tiene una larga lista de antecedentes penales que puede sobrepasar cualquier tesis, su nombre provoca suspiros, gritos, y maldiciones de tantas mujeres que ____(tn) no se atreve a preguntar, y vive en la casa local para chicos, donde los disturbios parecen ser normales para los residentes.
____(tn) tiene un objetivo mejor, en el peor de los casos, estrafalario. Vive usando sus satinadas zapatillas de ballet, tiene sus miras puestas en Juilliard, y ha sido cuidadosa en mantener los problemas lejos de su vida. Hasta ahora.
Nicholas es todo lo que necesita mantener alejado de su vida si quiere separar su pasado de su futuro. Mantenerse alejada, está a punto de descubrir, es la única cosa de la cual es incapaz de hacer.
Para ____(tn) Larson y Nicholas Jonas, el amor está apunto de convertirse en la cosa más desgarradora.
:omg: :omg: :omg: :omg: :omg: :omg:
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
Que tal (?
La sigo ustedes que dicen! (?
Espero sus comentarios!
Nos leemos pronto! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
Última edición por HeyItsLupitaNJ el Dom 07 Abr 2013, 10:30 pm, editado 2 veces
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
ahh regresaste!!! Y con nove nueva yeiii :aah:
Ya queria que subieras alguna porque ya no sabia ni que leer!!
Bien nueva (vieja) lectora!!!
Me encanta!!! Quiero que la sigas porfis!! :corre:
Ya queria que subieras alguna porque ya no sabia ni que leer!!
Bien nueva (vieja) lectora!!!
Me encanta!!! Quiero que la sigas porfis!! :corre:
aranzhitha
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
CREO QUE SOY SEGUNDA LECTOORAAAA!!!!!
AAAII YA QUIERO LEER EL PRIMER CAAAPIISSS!!!
ASI QUE BUENO NO CREO QUE ENTRE SEGUIDO POR MI CONDICION ACTUAL.. PERO ME TENDRAS AQUI......
AAAII YA QUIERO LEER EL PRIMER CAAAPIISSS!!!
ASI QUE BUENO NO CREO QUE ENTRE SEGUIDO POR MI CONDICION ACTUAL.. PERO ME TENDRAS AQUI......
chelis
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Nueva y fiel lectora! Ya staba leyendo estove con Joe pero no la siguieron:'( ya leo tus demas noves:D
Pao Jonatica Forever :3
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahh regresaste!!! Y con nove nueva yeiii :aah:
Ya queria que subieras alguna porque ya no sabia ni que leer!!
Bien nueva (vieja) lectora!!!
Me encanta!!! Quiero que la sigas porfis!! :corre:
B I E N V E N I D A!! :hug:
:amor: :amor: :amor: :amor: :amor:
Lo sé, extrañe el postear nove estos días! ;)
Pero bueno, ya tendremos algo que hacer tu y yo! (?
Digo yo subiendo y tu leyendo! ;) :fiu:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:CREO QUE SOY SEGUNDA LECTOORAAAA!!!!!
AAAII YA QUIERO LEER EL PRIMER CAAAPIISSS!!!
ASI QUE BUENO NO CREO QUE ENTRE SEGUIDO POR MI CONDICION ACTUAL.. PERO ME TENDRAS AQUI......
B I E N V E N I D A!! :hug:
Me da gusto leerte por acá también! *.*
Espero que pronto te recuperes de tu gripe!
Yo estuve así en estos días, pero ya estoy mejor Gracias a Dios!
Espero que pronto te sientas bien! ;)
Nos estamos leyendo! :-w-:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Pao Jonatica Forever :3 escribió:Nueva y fiel lectora! Ya staba leyendo estove con Joe pero no la siguieron:'( ya leo tus demas noves:D
B I E N V E N I D A!! :hug:
Me da gusto ver a alguien nueva! *.*
Si, me di cuenta que no la siguieron y por eso quise seguirla! ;)
*.* Espero que te gusten las otras noves que tengo! :scratch:
Nos estamos leyendo entonces! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 1 (Parte 1) •
Los veranos me convertían en una idiota. Por eso me sentía contenta de que este hubiera casi acabado.
Cada año desde la pubertad, de mediados de Junio a principios de Septiembre, había estado segura de que encontraría en el mundo real al equivalente del príncipe azul. Llámame anticuada, llámame romántica empedernida, incluso puedes llamarme tonta, pero lo que sea que fuese, sabía el resultado final —era patética. Hasta la fecha, no había encontrado nunca a un chico digno de permanecer en la sombra del príncipe A; no era una sorpresa que después de cada verano descubriese más y más que los chicos eran algo así como un dolor en el trasero. Pero aquí, trabajando en mi bronceado en la playa pública Sapphire Lake un par de semanas antes de que empezara mi último curso de secundaria en un nuevo instituto, simplemente encontré a mi Príncipe Malditamente Caliente.
Llegó con un lío completo de chicos, lanzando una pelota de fútbol ida y vuelta, y especímenes como éste confirmaban que hubo algún tipo de regla divina en el mundo ya que el proceso de selección natural no creaba cosas como él. Éste era un dios, en algún lugar, de trabajo manual. Era alto, sus hombros anchos, y tenía esos oscuros ojos anillados con pestañas negras que tenían el poder de deshacer las mejores intenciones de una mujer. Por lo tanto, en términos no-patética, era simplemente mi tipo. Junto con el de todas las mujeres de habla inglesa del hemisferio norte.
Mi sorbete azul de frambuesa —que se convertía en papilla más que en granizado con cada mirada lasciva que daba— no podía siquiera competir por mi atención. No sabía su nombre, ni si tenía novia, ni si quería una, pero sí que yo me encontraba en problemas.
Sin embargo, fue cuando me esquivo y su aborde y su sprint cesaron cuando echó un vistazo en mi camino que supe que me encontraba en grandes problemas.
Los veranos me convertían en una idiota. Por eso me sentía contenta de que este hubiera casi acabado.
El vistazo era infinitamente más largo que cualquier otra mirada compartida con un extraño, pero lo que se transmitía en esas cortas conexiones cortaba a través de mí, dejando que alguna pieza de este extraño trabajara su camino dentro. Experimenté esto varias veces antes en mi vida, nada más que una conexión visual con un extraño que pasaba que me conmovió en un nivel instintivo. Sin ninguna razón en absoluto, era como si sintiese a mi alma surfear en un tifón, suplicándome para que le hiciera caso y siguiese en pos de ese momento de casualidad.
Hasta la fecha, nunca lo había hecho, pero la última vez que dejé pasar uno de estos momentos, fue el pasado otoño cuando un chico trabajando en un restaurante que mi familia visitaba durante las vacaciones entregó una pizza en nuestra mesa. Dejó caer la pizza en la mesa, nos dijo que la disfrutáramos, y entonces, justo cuando dejaba la mesa, nos miramos. El corazón me dio un vuelco, mi cabeza se volvió toda brumosa, y sentí este dolor por dentro cuando se giró y se alejó, como si estuviéramos unidos por una cuerda fija. Dejé exactamente cuatro de esos tifones-alma pasar sin explorarlos, pero hice un pacto de máximo carácter sagrado conmigo misma de que no dejaría ir a un quinto de la misma forma.
Nunca estuve segura de si la otra persona en el otro extremo de esa mirada sintió el mismo tipo de intensidad que yo, así que cuando el Príncipe Malditamente Caliente se giró, abordando a alguien hacia la arena, supe que corría el riesgo de que él pensara que era una de esas chicas que hacían del cazar muchachos hermosos ocupándose-de-sus- propios-asuntos una obra de arte. No me importaba, no dejaría otro de esos momentos marchar. La vida era corta y era una firme creyente de aprovechar el momento para la mayor parte de mi vida.
Entonces, llegó a otro punto muerto, como si mi mirada lo estuviese congelando en el lugar, antes de mirar hacia atrás. Esta vez no se trataba de un vistazo. Fue una mirada de unos buenos cinco segundos en donde sus ojos hicieron esa cosa estupefacta que los míos hacían por mí. Su sonrisa sólo había comenzado un viaje ascendente en su posición cuando la pelota de fútbol pasó zumbando justo al lado de su cara. Era uno de esos momentos que ves en las películas: chico mirando abiertamente a chica, ajeno al mundo que le rodea hasta que los cordones de la pelota de fútbol marcan su frente.
—¡Deja de mirar, Nicholas! —gritó el muchacho que había lanzado el balón—. Está demasiado buena, incluso para ti. Y puesto que tiene un libro, probablemente sabe leer, así que es lo suficientemente lista como para saber evitar a tipos como tú.
Deslicé mis gafas de vuelta a su lugar mientras el chico-casualidad perseguía el diminuto reclamo y dirigí mi atención de nuevo al libro tirado debajo de mí, ya no me preocupada por tener que perseguirle para explorar si podía haber algo más entre nosotros que una mirada cargada.
Vi la reciprocidad en sus ojos, eso y más. Sólo era cuestión de cuánto tiempo quería jugar a hacerse el guay antes de acercarse. Tenía todo el día.
Eso era lo que me aseguraba a mí misma mientras él echaba al atrapado chico por encima del hombro y corrían hacia el lago, salpicando arriba y abajo hasta que el muchacho chillaba de risa. Me tranquilicé a mí misma de nuevo cuando él y el chico salieron del agua y regresaron al grupo de muchachos jugando al fútbol y se situaba justo donde lo había dejado, sin repartir ni una sola mirada en mi camino.
Traté de distraerme con el libro que tenía, pero cuando me encontré leyendo el mismo párrafo por sexta vez, me di por vencida. Seguía sin mirarme, como si fuera invisible.
Cuando una segunda hora pasó de la misma manera, decidí que era hora de tomar el asunto en mis propias manos. Si él no iba a venir a mí y yo no me sentía preparada para ir a él, tenía que hacer que lo hiciera.
Encontré que los chicos son criaturas razonablemente simples de entender, por lo menos en un nivel primitivo —en mente, corazón y alma eran tan desconcertantes para mí como termodinámica— y desde que primitivo era un bonito término para hormonas furiosas, decidí usar su exceso por adolescencia a mi favor.
Agarrando el litro de agua de mi bolsa de playa, me levanté en postura, haciendo cada movimiento lento y deliberado. Por lo menos sin hacer el ridículo. Sus ojos no se fijaron en mí mientras me puse de pie y me ajuste el bikini, pero si unos pocos grupos de hombres. Buena señal de que lo hacía bien, pero mala señal que no estuviera dándose cuenta ya que todo este truco fue puesto en marcha por él.
Quitando el clip de mi abundante pelo, bajó por mi espalda, y lo sacudí en posición de buena medida. Prácticamente maldije entre dientes cuando me atreví a echarle un vistazo para encontrarle en el olvido total.
¿Qué tenía que hacer una chica para conseguir la atención de un chico en estos días?
Regresé a la mesa de picnic donde la más nueva incorporación a nuestra familia, del tipo peludo, seguía sonriendo a través de sus jadeos. — Aquí hay un buen chico —dije, arrodillándome junto a él donde usaba la sombra de la mesa a su favor—. Ya que eres del mismo sexo, aunque encuentro a tu especie mucho más atractiva en numerosos frentes, ¿tienes alguna sugerencia de cómo hacer que ese chico sea mío? —pregunté, echándole más agua en el cuenco mientras observaba a Nicholas interceptar el balón en el aire. El muchacho jugó el mejor partido de fútbol que tuve el placer de ver.
Mi peludo amigo ofreció algunos lametazos sobre mi brazo antes de que su húmeda nariz empujara mi pierna. Podría haber estado leyendo un poco en su empujón de ánimo, pero cuando sus perrunos ojos rastrearon a Nicholas y su perruna sonrisa se extendía más, me reí. —Sí, sí. Ya sé que es un mundo de mujeres y eso, pero todavía hay algunas cosas antiguas —dije, rascándole detrás de las apelmazadas orejas—. Como el chico acercándose a la chica. No llames al movimiento feminista y me expongas o no habrá bistec para ti esta noche.
Palmeé su cabeza mientras ladraba su voto de silencio antes de regresar a mi toalla para tomar el sol. Mantuve mi cabeza hacia delante, pero mis ojos se hallaban tan cerca del rabillo como podían, observándole mientras lanzaba el balón a otro pequeño niño. Si levantarme, estirarme, y ajustar mi bikini no funcionaba, con la cena en menos de una hora, tendría que recurrir a drásticas, o desesperadas, medidas. Era tan terca como patética, y desde que había esperado tanto para que viniera, no iba a rendirme ahora. Renunciar no estaba en mi sangre.
Me estiré en la toalla, boca abajo, torciendo los brazos hacia atrás para tirar de la correa libre de su tensión. En mi experiencia como chica de diecisiete años, siete de esos años teniendo pechos que requerían un sujetador, deshacer el pequeño nudo en el centro de tu espalda tenía un noventa y cinco por cierto de índice de precisión de atraer a cualquier hombre en un radio de cinco toallas. Nicholas podría haber estado en la cúspide de los cinco/seis, pero era todo lo que me quedaba. El último truco en mi bolso.
Hice una almohada con mi vestido y fingí estar concentrada en nada más que minimizar las líneas de bronceado, pero cuando tomé un rápido vistazo de la zona, cada par de ojos masculinos en el radio de las cinco toallas me miraba. Excepto él.
Incluso hubo algunos silbidos de los labios de su compañero de fútbol, de los cuales me hice la ignorante, pero aún así, no dio la más leve mirada en mi dirección. Uno de mis amigos del antiguo colegio me había dicho que si alguna vez llegara el día en el que uno de nuestros objetivos masculinos no acudiese a nosotras después de este último esfuerzo, sería tiempo de avisar al Papa de que un milagro necesitaba ser inspeccionado.
Que marcaran a Roma en el móvil porque un milagro ocurría frente a mí mientras que el único chico al que quería hacerme notar era el único que no lo hacía. Malditos sean, casualidades y tifones-alma.
Le daría cinco minutos más antes de que me obligara a mí misma a tragarme el orgullo y hacer un movimiento. Sabía que si tenía que acercarme a él, probablemente sería rechazada, pero no iba a dejar que otro de estos pasara de largo. Carpe diem, nena.
Me di cuenta de algo zumbando por encima de mí por el rabillo del ojo, pero no me pareció de mucha importancia, hasta que cierto cuerpo que había estado deseando encima, lo enganchó fuera del aire por la derecha antes de bajar a tierra de su impresionante suspensión en el aire.
O al menos caer justo encima de mí.
No se estrelló contra mí tan fuerte, llevándome a creer que fue intencional, pero me las arreglé para gritar como una niña pequeña.
Anudé mi bikini de nuevo en su sitio mientras él luchaba por reposicionarse.
—Mi nombre es Nicholas Jonas, ya que sé que estás casi babeando como un perro rabioso por saberlo, y no tengo novias, ni relaciones, ni doy flores o llamadas regulares. Si eso funciona para ti, creo que podríamos trabajar en algo especial.
¿Así que éste era el momento fortuito que había esperado la mayor parte de una gloriosa tarde de verano? Que desperdicio. No hubo nada en el otro lado de esa cargada mirada más que una oportunista… eh-hm aventura de verano. Señor ayúdame, iba a convertirme en monja si mi radar masculino no se reajustaba hacia chicos que no caminaran sobre sus penes.
—Y yo te daría mi nombre si realmente quisiera sacar adelante algo más contigo que decirte que te largues lejos de mí —dije, girándome sobre mi espalda, una vez me aseguré de que todo en la parte delantera se encontraba cubierto. Sin embargo, no sé si fue mi movimiento de torsión o su retorcido sentido del yo, su pierna capturó mi cadera mientras giraba y la siguió hasta rodearla. Súper, ahora el chico se encontraba a horcajadas sobre mí y, a pesar de estar enojada más allá del apaciguamiento, sentí que mi corazón latía a través de mi pecho como nunca antes lo hizo.
Me sonrió. En realidad, era más una sonrisa irónica. Una llena de actitud y ego. Era un poco demasiado sexy, y podría haber sido malditamente sexy si no hubiera tomado ya la decisión de no caer en las trampas de este chico. —Me preguntaba cuánto tardaría en tenerte en horizontal —dijo, sus ojos deslizándose hasta mi ombligo—. Aunque no soy del tipo chico-misionario que te gusta.
Lo que quedaba de mis nociones románticas de caballerosidad masculina y el amor a primera vista fue simplemente destruido. Nunca admitiría verbalmente que era una romanticona, ese era uno de los muchos secretos que mantenía para mí, pero era un ideal especial y un chico tomó el último trozo al que me aferraba.
Empujando su pecho, lo que era como tratar de mover un tanque, me quité las gafas de sol para que pudiera ver mi mirada. —¿Eso es porque requeriría de una real, viviente, y que respirara mujer, no del tipo imaginario o hinchable, para tener sexo contigo?
Se echó a reír con esto, como si acabara de decir algo tan mono como un gatito. —No, el suministro de mujeres nunca ha sido un problema. Pero si lo son las que vienen llamando a mi puerta, ¿por qué debería ser el único en hacer todo el trabajo?
Ese sabor desagradable en mi boca podría haber sido sólo un poco de vómito. —Eres un cerdo —dije, empujándole de nuevo. Tan duramente que mis manos golpearon su pecho, pero era como si nada más que una simple ráfaga de viento llegara a él.
—Nunca dije ser otra cosa —respondió, levantando las manos en señal de rendición cuando llegué hasta él de nuevo con mis manos—. También supe que no pararías de mirar hasta que aprendieras la fría, dura verdad. Así que, considérate advertida. Puede que no sea el tipo de chico que lee libros de texto en la playa —dijo, mirando hacia mi libro abierto—, pero soy lo suficientemente inteligente para saber que chicas como tú deberían permanecer lejos de chicos como yo. Así que mantente alejada.
Mi mirada era oficialmente furiosa ahora. —Eso no será un problema una vez pares de mantenerme sujeta —dije, esperando que se moviera. Lo hizo, pero todavía tenía esa sonrisa arrogante. Odiaba ese tipo de sonrisa—. Y puedes considerarte advertido de estar traspasando mi propiedad personal. —Agarré mi toalla rosa de playa en explicación mientras una erupción de ladridos sonaban detrás de mí—. Y ten cuidado con el perro —me burlé de él mientras se situaba así mismo a mi lado, todavía a horcajadas—. Te puedes ir ahora.
Eso aniquiló la sonrisa de su cara. —¿Qué? —preguntó, las líneas de su frente tirando su gorro gris pistola-de-metal más bajo. ¿Y qué clase de persona lleva un gorro de algodón a la playa en un día de calor abrasador? Los mentalmente trastornados de los que necesitaba mantenerme alejada, justo esos.
—Lárgate —dije, echándole por señas—. He terminado de desperdiciar mis últimos preciosos minutos de una encantadora tarde de verano en ti. Gracias por la dulce distracción de ojos, pero puedo ver que no es más que eso. Ah, y por cierto, tu culo no es tan impresionante de cerca como lo es de lejos.
No tuve tiempo para maldecirme a mí misma por mi última precipitada pelea verbal porque su boca se abrió por un segundo. Era exactamente la reacción que había esperado. —Las chicas hablan un lenguaje que nunca entenderé, ¿pero estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
—Si se trata de ti levantándote y caminando fuera de mi sol y mi vida de aquí hasta el final de los tiempos, entonces estamos en la misma onda —contesté, deslizándome más abajo en mi toalla para re-alinear la cara hacia el sol, tratando de fingir que su cara no era de lo que estaban hechos los pensamientos sucios. Salvo por una larga cicatriz que recorría en diagonal su pómulo izquierdo, podría haber sido clasificado como mental-idiotamente-perfecto.
Perfectamente no mi tipo. Tuve que recordarme a mi misma eso. Y convencerme, también.
Sus cejas seguían todavía aplastadas juntas, como si estuviera tratando de averiguar el más enigmático de los acertijos.
—¿A qué se debe esa atónita mirada? —pregunté.
—Porque he venido a encontrar una chica que me envía de paseo —dijo, mirándome con algo nuevo en sus ojos.
—Siento mucho hacer añicos tu mundo de no-respeto-a-las-mujeres, pero parece que mi trabajo aquí está hecho. —Me senté, arrastrando mi libro de texto dentro del bolso.
—¿Qué tipo de perro es ese? —preguntó bruscamente, tomando asiento en la arena junto a mí. El tono bajo de su voz desapareció.
Miré por encima de él mientras continuaba lanzando mis imprescindibles de día de playa en la bolsa, evaluándole para ver si hablaba en serio. Pasó de todo lo de montarme en la playa a una casual conversación. —Es una mezcla de razas —comencé lentamente, mirándolo por el rabillo del ojo para ver si esto era una nueva trampa.
—Así que es un perro callejero —dijo.
—No —dije, mirando al bulto peludo, todavía enseñando los dientes en dirección a Nicholas—. Está bien equilibrado.
—Bueno ese es el mejor esfuerzo que he oído hasta ahora de hacer un pedazo de mierda parecer menos mierda —dijo, girando el balón en su dedo.
—No, esa es mi forma de ver algo como lo que realmente es —dije, segura de que sonaba más a la defensiva de lo que había previsto—. Ese “pedazo de mierda”, para que lo sepas, fue golpeado, pateado, no alimentado, y prendido fuego por sus anteriores dueños quienes le dejaron en el refugio cuando tuvo la desfachatez de devorar un sándwich de atún sin vigilancia. Ese “pedazo de mierda” fue programado para ser sacrificado hoy por ninguna otra razón que dibujar la pajita más corta en la vida.
Nicholas miró en la lejanía, de vuelta al perro. —¿Conseguiste a este chico hoy? —preguntó, haciendo una mueca—. De todos los que pudiste escoger, elegiste a la más lamentable excusa de perro que he visto nunca.
—No podía dejar que le mataran sólo porque el barro de la Tierra lo arruinó, ¿no? —pregunté, a punto de una mueca de dolor mientras me preguntaba qué dirían mis padres—. Quiero decir, mírale. Ha sido maltratado brutalmente por humanos y la única cosa de la que se preocupa ahora mismo es de protegerme. ¿Cómo no podría salvarle?
—Porque es el perro más feo que he visto jamás —dijo Nicholas—. No tiene casi pelo y, no quiero acercarme porque temo que podría rasgar mis pelotas, pero estoy bastante seguro de que ese olor pútrido viene de él. A no ser… —Se inclinó hacia mí, moviendo mi pelo detrás del hombro mientras su nariz casi conectaba con mi cuello. Mi reacción inmediata fue estremecerme, este chico sabía lo que hacía y cómo el más ligero roce de dedos sobre las zonas adecuadas de piel o un cálido aliento exhalado sobre el punto derecho del cuello podía aplastar la más virtuosa de las intenciones de una chica, pero luché contra él. No sería una de esas chicas que se estremeciera en su presencia. No le hacía falta otro impulso a ese hinchado ego—. No, sólo huelo dulzura e inocencia por aquí — susurró casi contra mi cuello antes de mirar de nuevo al perro. Me sonrió, sabiendo exactamente lo que él hacía y lo que yo trataba de no hacer—. Te sugiero llevar a esa bolsa de pulgas a un auto-perrito un par de veces. —Se rió cuando el perro comenzó a ladrarle de nuevo por su proximidad a mí, pero se apartó de nuevo—. ¿Qué pensaron tus padres cuando trajiste a Cujo a casa?
Cada año desde la pubertad, de mediados de Junio a principios de Septiembre, había estado segura de que encontraría en el mundo real al equivalente del príncipe azul. Llámame anticuada, llámame romántica empedernida, incluso puedes llamarme tonta, pero lo que sea que fuese, sabía el resultado final —era patética. Hasta la fecha, no había encontrado nunca a un chico digno de permanecer en la sombra del príncipe A; no era una sorpresa que después de cada verano descubriese más y más que los chicos eran algo así como un dolor en el trasero. Pero aquí, trabajando en mi bronceado en la playa pública Sapphire Lake un par de semanas antes de que empezara mi último curso de secundaria en un nuevo instituto, simplemente encontré a mi Príncipe Malditamente Caliente.
Llegó con un lío completo de chicos, lanzando una pelota de fútbol ida y vuelta, y especímenes como éste confirmaban que hubo algún tipo de regla divina en el mundo ya que el proceso de selección natural no creaba cosas como él. Éste era un dios, en algún lugar, de trabajo manual. Era alto, sus hombros anchos, y tenía esos oscuros ojos anillados con pestañas negras que tenían el poder de deshacer las mejores intenciones de una mujer. Por lo tanto, en términos no-patética, era simplemente mi tipo. Junto con el de todas las mujeres de habla inglesa del hemisferio norte.
Mi sorbete azul de frambuesa —que se convertía en papilla más que en granizado con cada mirada lasciva que daba— no podía siquiera competir por mi atención. No sabía su nombre, ni si tenía novia, ni si quería una, pero sí que yo me encontraba en problemas.
Sin embargo, fue cuando me esquivo y su aborde y su sprint cesaron cuando echó un vistazo en mi camino que supe que me encontraba en grandes problemas.
Los veranos me convertían en una idiota. Por eso me sentía contenta de que este hubiera casi acabado.
El vistazo era infinitamente más largo que cualquier otra mirada compartida con un extraño, pero lo que se transmitía en esas cortas conexiones cortaba a través de mí, dejando que alguna pieza de este extraño trabajara su camino dentro. Experimenté esto varias veces antes en mi vida, nada más que una conexión visual con un extraño que pasaba que me conmovió en un nivel instintivo. Sin ninguna razón en absoluto, era como si sintiese a mi alma surfear en un tifón, suplicándome para que le hiciera caso y siguiese en pos de ese momento de casualidad.
Hasta la fecha, nunca lo había hecho, pero la última vez que dejé pasar uno de estos momentos, fue el pasado otoño cuando un chico trabajando en un restaurante que mi familia visitaba durante las vacaciones entregó una pizza en nuestra mesa. Dejó caer la pizza en la mesa, nos dijo que la disfrutáramos, y entonces, justo cuando dejaba la mesa, nos miramos. El corazón me dio un vuelco, mi cabeza se volvió toda brumosa, y sentí este dolor por dentro cuando se giró y se alejó, como si estuviéramos unidos por una cuerda fija. Dejé exactamente cuatro de esos tifones-alma pasar sin explorarlos, pero hice un pacto de máximo carácter sagrado conmigo misma de que no dejaría ir a un quinto de la misma forma.
Nunca estuve segura de si la otra persona en el otro extremo de esa mirada sintió el mismo tipo de intensidad que yo, así que cuando el Príncipe Malditamente Caliente se giró, abordando a alguien hacia la arena, supe que corría el riesgo de que él pensara que era una de esas chicas que hacían del cazar muchachos hermosos ocupándose-de-sus- propios-asuntos una obra de arte. No me importaba, no dejaría otro de esos momentos marchar. La vida era corta y era una firme creyente de aprovechar el momento para la mayor parte de mi vida.
Entonces, llegó a otro punto muerto, como si mi mirada lo estuviese congelando en el lugar, antes de mirar hacia atrás. Esta vez no se trataba de un vistazo. Fue una mirada de unos buenos cinco segundos en donde sus ojos hicieron esa cosa estupefacta que los míos hacían por mí. Su sonrisa sólo había comenzado un viaje ascendente en su posición cuando la pelota de fútbol pasó zumbando justo al lado de su cara. Era uno de esos momentos que ves en las películas: chico mirando abiertamente a chica, ajeno al mundo que le rodea hasta que los cordones de la pelota de fútbol marcan su frente.
—¡Deja de mirar, Nicholas! —gritó el muchacho que había lanzado el balón—. Está demasiado buena, incluso para ti. Y puesto que tiene un libro, probablemente sabe leer, así que es lo suficientemente lista como para saber evitar a tipos como tú.
Deslicé mis gafas de vuelta a su lugar mientras el chico-casualidad perseguía el diminuto reclamo y dirigí mi atención de nuevo al libro tirado debajo de mí, ya no me preocupada por tener que perseguirle para explorar si podía haber algo más entre nosotros que una mirada cargada.
Vi la reciprocidad en sus ojos, eso y más. Sólo era cuestión de cuánto tiempo quería jugar a hacerse el guay antes de acercarse. Tenía todo el día.
Eso era lo que me aseguraba a mí misma mientras él echaba al atrapado chico por encima del hombro y corrían hacia el lago, salpicando arriba y abajo hasta que el muchacho chillaba de risa. Me tranquilicé a mí misma de nuevo cuando él y el chico salieron del agua y regresaron al grupo de muchachos jugando al fútbol y se situaba justo donde lo había dejado, sin repartir ni una sola mirada en mi camino.
Traté de distraerme con el libro que tenía, pero cuando me encontré leyendo el mismo párrafo por sexta vez, me di por vencida. Seguía sin mirarme, como si fuera invisible.
Cuando una segunda hora pasó de la misma manera, decidí que era hora de tomar el asunto en mis propias manos. Si él no iba a venir a mí y yo no me sentía preparada para ir a él, tenía que hacer que lo hiciera.
Encontré que los chicos son criaturas razonablemente simples de entender, por lo menos en un nivel primitivo —en mente, corazón y alma eran tan desconcertantes para mí como termodinámica— y desde que primitivo era un bonito término para hormonas furiosas, decidí usar su exceso por adolescencia a mi favor.
Agarrando el litro de agua de mi bolsa de playa, me levanté en postura, haciendo cada movimiento lento y deliberado. Por lo menos sin hacer el ridículo. Sus ojos no se fijaron en mí mientras me puse de pie y me ajuste el bikini, pero si unos pocos grupos de hombres. Buena señal de que lo hacía bien, pero mala señal que no estuviera dándose cuenta ya que todo este truco fue puesto en marcha por él.
Quitando el clip de mi abundante pelo, bajó por mi espalda, y lo sacudí en posición de buena medida. Prácticamente maldije entre dientes cuando me atreví a echarle un vistazo para encontrarle en el olvido total.
¿Qué tenía que hacer una chica para conseguir la atención de un chico en estos días?
Regresé a la mesa de picnic donde la más nueva incorporación a nuestra familia, del tipo peludo, seguía sonriendo a través de sus jadeos. — Aquí hay un buen chico —dije, arrodillándome junto a él donde usaba la sombra de la mesa a su favor—. Ya que eres del mismo sexo, aunque encuentro a tu especie mucho más atractiva en numerosos frentes, ¿tienes alguna sugerencia de cómo hacer que ese chico sea mío? —pregunté, echándole más agua en el cuenco mientras observaba a Nicholas interceptar el balón en el aire. El muchacho jugó el mejor partido de fútbol que tuve el placer de ver.
Mi peludo amigo ofreció algunos lametazos sobre mi brazo antes de que su húmeda nariz empujara mi pierna. Podría haber estado leyendo un poco en su empujón de ánimo, pero cuando sus perrunos ojos rastrearon a Nicholas y su perruna sonrisa se extendía más, me reí. —Sí, sí. Ya sé que es un mundo de mujeres y eso, pero todavía hay algunas cosas antiguas —dije, rascándole detrás de las apelmazadas orejas—. Como el chico acercándose a la chica. No llames al movimiento feminista y me expongas o no habrá bistec para ti esta noche.
Palmeé su cabeza mientras ladraba su voto de silencio antes de regresar a mi toalla para tomar el sol. Mantuve mi cabeza hacia delante, pero mis ojos se hallaban tan cerca del rabillo como podían, observándole mientras lanzaba el balón a otro pequeño niño. Si levantarme, estirarme, y ajustar mi bikini no funcionaba, con la cena en menos de una hora, tendría que recurrir a drásticas, o desesperadas, medidas. Era tan terca como patética, y desde que había esperado tanto para que viniera, no iba a rendirme ahora. Renunciar no estaba en mi sangre.
Me estiré en la toalla, boca abajo, torciendo los brazos hacia atrás para tirar de la correa libre de su tensión. En mi experiencia como chica de diecisiete años, siete de esos años teniendo pechos que requerían un sujetador, deshacer el pequeño nudo en el centro de tu espalda tenía un noventa y cinco por cierto de índice de precisión de atraer a cualquier hombre en un radio de cinco toallas. Nicholas podría haber estado en la cúspide de los cinco/seis, pero era todo lo que me quedaba. El último truco en mi bolso.
Hice una almohada con mi vestido y fingí estar concentrada en nada más que minimizar las líneas de bronceado, pero cuando tomé un rápido vistazo de la zona, cada par de ojos masculinos en el radio de las cinco toallas me miraba. Excepto él.
Incluso hubo algunos silbidos de los labios de su compañero de fútbol, de los cuales me hice la ignorante, pero aún así, no dio la más leve mirada en mi dirección. Uno de mis amigos del antiguo colegio me había dicho que si alguna vez llegara el día en el que uno de nuestros objetivos masculinos no acudiese a nosotras después de este último esfuerzo, sería tiempo de avisar al Papa de que un milagro necesitaba ser inspeccionado.
Que marcaran a Roma en el móvil porque un milagro ocurría frente a mí mientras que el único chico al que quería hacerme notar era el único que no lo hacía. Malditos sean, casualidades y tifones-alma.
Le daría cinco minutos más antes de que me obligara a mí misma a tragarme el orgullo y hacer un movimiento. Sabía que si tenía que acercarme a él, probablemente sería rechazada, pero no iba a dejar que otro de estos pasara de largo. Carpe diem, nena.
Me di cuenta de algo zumbando por encima de mí por el rabillo del ojo, pero no me pareció de mucha importancia, hasta que cierto cuerpo que había estado deseando encima, lo enganchó fuera del aire por la derecha antes de bajar a tierra de su impresionante suspensión en el aire.
O al menos caer justo encima de mí.
No se estrelló contra mí tan fuerte, llevándome a creer que fue intencional, pero me las arreglé para gritar como una niña pequeña.
Anudé mi bikini de nuevo en su sitio mientras él luchaba por reposicionarse.
—Mi nombre es Nicholas Jonas, ya que sé que estás casi babeando como un perro rabioso por saberlo, y no tengo novias, ni relaciones, ni doy flores o llamadas regulares. Si eso funciona para ti, creo que podríamos trabajar en algo especial.
¿Así que éste era el momento fortuito que había esperado la mayor parte de una gloriosa tarde de verano? Que desperdicio. No hubo nada en el otro lado de esa cargada mirada más que una oportunista… eh-hm aventura de verano. Señor ayúdame, iba a convertirme en monja si mi radar masculino no se reajustaba hacia chicos que no caminaran sobre sus penes.
—Y yo te daría mi nombre si realmente quisiera sacar adelante algo más contigo que decirte que te largues lejos de mí —dije, girándome sobre mi espalda, una vez me aseguré de que todo en la parte delantera se encontraba cubierto. Sin embargo, no sé si fue mi movimiento de torsión o su retorcido sentido del yo, su pierna capturó mi cadera mientras giraba y la siguió hasta rodearla. Súper, ahora el chico se encontraba a horcajadas sobre mí y, a pesar de estar enojada más allá del apaciguamiento, sentí que mi corazón latía a través de mi pecho como nunca antes lo hizo.
Me sonrió. En realidad, era más una sonrisa irónica. Una llena de actitud y ego. Era un poco demasiado sexy, y podría haber sido malditamente sexy si no hubiera tomado ya la decisión de no caer en las trampas de este chico. —Me preguntaba cuánto tardaría en tenerte en horizontal —dijo, sus ojos deslizándose hasta mi ombligo—. Aunque no soy del tipo chico-misionario que te gusta.
Lo que quedaba de mis nociones románticas de caballerosidad masculina y el amor a primera vista fue simplemente destruido. Nunca admitiría verbalmente que era una romanticona, ese era uno de los muchos secretos que mantenía para mí, pero era un ideal especial y un chico tomó el último trozo al que me aferraba.
Empujando su pecho, lo que era como tratar de mover un tanque, me quité las gafas de sol para que pudiera ver mi mirada. —¿Eso es porque requeriría de una real, viviente, y que respirara mujer, no del tipo imaginario o hinchable, para tener sexo contigo?
Se echó a reír con esto, como si acabara de decir algo tan mono como un gatito. —No, el suministro de mujeres nunca ha sido un problema. Pero si lo son las que vienen llamando a mi puerta, ¿por qué debería ser el único en hacer todo el trabajo?
Ese sabor desagradable en mi boca podría haber sido sólo un poco de vómito. —Eres un cerdo —dije, empujándole de nuevo. Tan duramente que mis manos golpearon su pecho, pero era como si nada más que una simple ráfaga de viento llegara a él.
—Nunca dije ser otra cosa —respondió, levantando las manos en señal de rendición cuando llegué hasta él de nuevo con mis manos—. También supe que no pararías de mirar hasta que aprendieras la fría, dura verdad. Así que, considérate advertida. Puede que no sea el tipo de chico que lee libros de texto en la playa —dijo, mirando hacia mi libro abierto—, pero soy lo suficientemente inteligente para saber que chicas como tú deberían permanecer lejos de chicos como yo. Así que mantente alejada.
Mi mirada era oficialmente furiosa ahora. —Eso no será un problema una vez pares de mantenerme sujeta —dije, esperando que se moviera. Lo hizo, pero todavía tenía esa sonrisa arrogante. Odiaba ese tipo de sonrisa—. Y puedes considerarte advertido de estar traspasando mi propiedad personal. —Agarré mi toalla rosa de playa en explicación mientras una erupción de ladridos sonaban detrás de mí—. Y ten cuidado con el perro —me burlé de él mientras se situaba así mismo a mi lado, todavía a horcajadas—. Te puedes ir ahora.
Eso aniquiló la sonrisa de su cara. —¿Qué? —preguntó, las líneas de su frente tirando su gorro gris pistola-de-metal más bajo. ¿Y qué clase de persona lleva un gorro de algodón a la playa en un día de calor abrasador? Los mentalmente trastornados de los que necesitaba mantenerme alejada, justo esos.
—Lárgate —dije, echándole por señas—. He terminado de desperdiciar mis últimos preciosos minutos de una encantadora tarde de verano en ti. Gracias por la dulce distracción de ojos, pero puedo ver que no es más que eso. Ah, y por cierto, tu culo no es tan impresionante de cerca como lo es de lejos.
No tuve tiempo para maldecirme a mí misma por mi última precipitada pelea verbal porque su boca se abrió por un segundo. Era exactamente la reacción que había esperado. —Las chicas hablan un lenguaje que nunca entenderé, ¿pero estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
—Si se trata de ti levantándote y caminando fuera de mi sol y mi vida de aquí hasta el final de los tiempos, entonces estamos en la misma onda —contesté, deslizándome más abajo en mi toalla para re-alinear la cara hacia el sol, tratando de fingir que su cara no era de lo que estaban hechos los pensamientos sucios. Salvo por una larga cicatriz que recorría en diagonal su pómulo izquierdo, podría haber sido clasificado como mental-idiotamente-perfecto.
Perfectamente no mi tipo. Tuve que recordarme a mi misma eso. Y convencerme, también.
Sus cejas seguían todavía aplastadas juntas, como si estuviera tratando de averiguar el más enigmático de los acertijos.
—¿A qué se debe esa atónita mirada? —pregunté.
—Porque he venido a encontrar una chica que me envía de paseo —dijo, mirándome con algo nuevo en sus ojos.
—Siento mucho hacer añicos tu mundo de no-respeto-a-las-mujeres, pero parece que mi trabajo aquí está hecho. —Me senté, arrastrando mi libro de texto dentro del bolso.
—¿Qué tipo de perro es ese? —preguntó bruscamente, tomando asiento en la arena junto a mí. El tono bajo de su voz desapareció.
Miré por encima de él mientras continuaba lanzando mis imprescindibles de día de playa en la bolsa, evaluándole para ver si hablaba en serio. Pasó de todo lo de montarme en la playa a una casual conversación. —Es una mezcla de razas —comencé lentamente, mirándolo por el rabillo del ojo para ver si esto era una nueva trampa.
—Así que es un perro callejero —dijo.
—No —dije, mirando al bulto peludo, todavía enseñando los dientes en dirección a Nicholas—. Está bien equilibrado.
—Bueno ese es el mejor esfuerzo que he oído hasta ahora de hacer un pedazo de mierda parecer menos mierda —dijo, girando el balón en su dedo.
—No, esa es mi forma de ver algo como lo que realmente es —dije, segura de que sonaba más a la defensiva de lo que había previsto—. Ese “pedazo de mierda”, para que lo sepas, fue golpeado, pateado, no alimentado, y prendido fuego por sus anteriores dueños quienes le dejaron en el refugio cuando tuvo la desfachatez de devorar un sándwich de atún sin vigilancia. Ese “pedazo de mierda” fue programado para ser sacrificado hoy por ninguna otra razón que dibujar la pajita más corta en la vida.
Nicholas miró en la lejanía, de vuelta al perro. —¿Conseguiste a este chico hoy? —preguntó, haciendo una mueca—. De todos los que pudiste escoger, elegiste a la más lamentable excusa de perro que he visto nunca.
—No podía dejar que le mataran sólo porque el barro de la Tierra lo arruinó, ¿no? —pregunté, a punto de una mueca de dolor mientras me preguntaba qué dirían mis padres—. Quiero decir, mírale. Ha sido maltratado brutalmente por humanos y la única cosa de la que se preocupa ahora mismo es de protegerme. ¿Cómo no podría salvarle?
—Porque es el perro más feo que he visto jamás —dijo Nicholas—. No tiene casi pelo y, no quiero acercarme porque temo que podría rasgar mis pelotas, pero estoy bastante seguro de que ese olor pútrido viene de él. A no ser… —Se inclinó hacia mí, moviendo mi pelo detrás del hombro mientras su nariz casi conectaba con mi cuello. Mi reacción inmediata fue estremecerme, este chico sabía lo que hacía y cómo el más ligero roce de dedos sobre las zonas adecuadas de piel o un cálido aliento exhalado sobre el punto derecho del cuello podía aplastar la más virtuosa de las intenciones de una chica, pero luché contra él. No sería una de esas chicas que se estremeciera en su presencia. No le hacía falta otro impulso a ese hinchado ego—. No, sólo huelo dulzura e inocencia por aquí — susurró casi contra mi cuello antes de mirar de nuevo al perro. Me sonrió, sabiendo exactamente lo que él hacía y lo que yo trataba de no hacer—. Te sugiero llevar a esa bolsa de pulgas a un auto-perrito un par de veces. —Se rió cuando el perro comenzó a ladrarle de nuevo por su proximidad a mí, pero se apartó de nuevo—. ¿Qué pensaron tus padres cuando trajiste a Cujo a casa?
B I E N V E N I D A S!! :hug:
Que tal les parece este primer capitulo! (?
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
Creo que vamos a amar esta nove! ;)
Espero que les guste!
Disfruten del capi & yo las leo después! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Llegue
Ame el prologo y el primer capitulo
Yo creo que esta sera mi nueva droga
Y como eres tan buena la seguiras
¿Cierto?
Otra cosa me harias un favor...
Leerias mi novela no es de los Jonas es de One Direction, para que me des tu opinion ¿Si?
Aqui te dejo los link
El secreto de mi vida
El destino nos quiere juntos
Estare esperando como una loca sicopata
Oqno
Siguela
Kiss xx.
PD: MIS COMENTARIOS HAN VUELTO PARA QUEDARSE! e.e
Ame el prologo y el primer capitulo
Yo creo que esta sera mi nueva droga
Y como eres tan buena la seguiras
¿Cierto?
Otra cosa me harias un favor...
Leerias mi novela no es de los Jonas es de One Direction, para que me des tu opinion ¿Si?
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El destino nos quiere juntos
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Oqno
Siguela
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Val x.
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Hooola!! dios siguela me encanto tu nove, soy nueva lectora, me llamo valentina :D 1ra nove que leo tuya :3 jakjsaas es que hace muuucho que no me pasaba por onlywn, ahora mismo voy a ver tus otras noves para tener algo que leer (? me ancanto<3 siguela!! saludos♥
VaaalM
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
ahhh este Nicholas se pasa!!!
Quedo comoun idiota!!!!
Me encanta la nove!!!
Siguela!!!
Quedo comoun idiota!!!!
Me encanta la nove!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Llegue
Ame el prologo y el primer capitulo
Yo creo que esta sera mi nueva droga
Y como eres tan buena la seguiras
¿Cierto?
Otra cosa me harias un favor...
Leerias mi novela no es de los Jonas es de One Direction, para que me des tu opinion ¿Si?
Aqui te dejo los link
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Siguela
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Hola! :3
*.* Bienvenida! :hug:
Me da gusto leerte por acá! ;)
Claro, que leeré tus novelas, espera mi comentario pronto! ;)
Me encanta que tus comentarios hayan vuelto! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! :corre:
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
VaaalM escribió:Hooola!! dios siguela me encanto tu nove, soy nueva lectora, me llamo valentina :D 1ra nove que leo tuya :3 jakjsaas es que hace muuucho que no me pasaba por onlywn, ahora mismo voy a ver tus otras noves para tener algo que leer (? me ancanto<3 siguela!! saludos
Hola Valentina! :3
Bienvenida! :hug:
Es bueno tenerte por acá! *.*
Espero que te gusten las noves que ya tengo en el foro! ;) seguro encuentras algo interesante!
Nos estamos leyendo!
\^.^/
Ya la Sigo! :corre:
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahhh este Nicholas se pasa!!!
Quedo comoun idiota!!!!
Me encanta la nove!!!
Siguela!!!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Lo sé & espera a leerlo más adelante :¬¬:
Te va a caer mal el Nicho! :suspect:
Que bueno que te guste! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! :corre:
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 1 (Parte 2) •
Esta vez hice una mueca.
—Ahh, déjame rellenar los espacios en blanco ya que estoy muy familiarizado con esa mirada. No saben que su preciosa hija coló tras su espalda y trajo a este animal con un pasado cuestionable a sus vidas.
Mi mueca se hizo más profunda mientras verbalizaba lo que me gustaría endulzar.
—Y ya que estoy en buena racha, déjame rellenar los espacios en blanco en cuanto a lo que su reacción será. —Se tocó la barbilla, mirando al cielo—. Te dirán que abandones esa cosa como un mal hábito y le envíes de vuelta a donde lo encontraste.
Solté una ráfaga de aire. —Probablemente —dije, tratando de formar una réplica para convencer a mis padres. Ya sabía que papá estaría a bordo de forma predeterminada, pero mamá era otra historia y papá aprendió años atrás que la vida no era agradable si no se ubicaba en el mismo barco parental que mamá.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —preguntó, todavía mirando al perro como si fuera un rompecabezas—. Porque no me pareces el tipo de chica que se rebela contra lo que dicen sus padres.
—No lo soy —respondí—. Pero hemos hecho una especie de gran cambio de vida recientemente y no fui capaz de renunciar a esto.
—¿Cambio de vida? ¿Renunciar a esto? —repitió—. Vale, mi interés alcanzó su punto máximo cuando me derribaste, ahora estoy absolutamente enamorado ya que hiciste de lo de adoptar perros un vicio.
—Me sonrió de lado y juro que pude sentir mi estómago tocando fondo—. Así que, ¿cuál es el gran cambio de vida que están haciendo esos pequeños bonitos ojos azules?
Deslicé mis gafas de sol a su posición del principio. Si iba a encontrar una manera de ser condescendiente con mis ojos, no llegaría a verlos. — Vendimos la casa en la que crecí y nos trasladamos a nuestra casa del lago —comencé, tratando de sonar tan despreocupada como podía—, y la comunidad en la que vivíamos tiene estas ridículas, restrictivas cláusulas que no permiten ningún tipo de valla alrededor de la propiedad, así que tiene sentido que esos idiotas no permitieran un perro sin correa, ¿no? —Me exaltaba sólo de pensar en ello, mientras mis manos volaban expresándose—. No tenemos una caseta, no puedo tenerlo dentro de casa porque papá es alérgico, y tratas de ponerle una correa a este chico y casi se convierte en el Demonio de Tasmania. —Volví a mirar al perro, todavía mirando a Nicholas con recelo—. Es como si la idea de estar atado a algo lo enviara al límite.
—Conozco el sentimiento —dijo, mirando de nuevo al perro con algo nuevo en sus ojos. Camaradería, ¿verdad?
—Seh, seh —dije, alcanzando mi sorbete derretido—. Ya he pillado ese rollo tuyo de no estar atado a cosas como novias. No hay necesidad de una repetición instantánea.
Mientras tomaba el último y largo sorbo final del sirope azul de frambuesa, Nicholas me niveló con una mirada que contenía demasiada emoción para un hombre de tal carácter superficial. —Hay otras formas de estar atado a algo que a través de una mujer. De hecho, diría que estoy prácticamente atado a todo lo demás excepto a una mujer.
Vale, no esperaba que este momento de vulnerabilidad se deslizara de un tipo que probablemente pensara que una primera cita agradable incluía una visita al asiento trasero de su coche. —¿Preocupado de elaborarlo? —pregunté, poniendo el vaso vacío en la arena.
—Ni siquiera un poco —replicó, mirando hacia el agua—. Pero gracias por preguntar.
—¡Nicholas! —gritó alguien en la playa.
Mirando por encima hacia el gritón, un hombre de mediana edad que era corpulento como mucho y obeso sinceramente, Nicholas hizo un gesto con la mano. —Ya voy, tío John.
—¿Ese es tu tío? —Mis ojos volaron de ida y vuelta entre Nicholas y tío John, no encontrando más parecido que el género.
Nicholas asintió una vez. —Tío John.
—¿Y esos son tus primos? —De nuevo, examiné al puñado de chicos de edades comprendidas probablemente entre el jardín de infancia hasta la secundaria, sin definitivamente encontrar alguna característica que les relacionara entre sí.
Nicholas asintió de nuevo mientras se levantaba de un salto.
—¿Es que todos ellos tienen madres diferentes? —pregunté, sólo burlándome en parte.
Eso le hizo reír con una risa que sentí todo el camino hasta los pies. — Creo que podrías estar en lo cierto.
Aceptando que el fin se acercaba, decidí cortar el lazo antes. — Bueno, fue… —Busqué la palabra correcta, llegando con las manos vacías—… algo conocerte, Nicholas —dije, mientras su sonrisa aumentaba por mi elección de palabras—. Ten una buena vida.
—Tú también… —dijo, sus cejas juntándose como si me buscara por algo.
—____(tn) —ofrecí, sin saber por qué. Había dicho mi nombre un millón de veces y de diferentes formas, pero decírselo a él parecía extrañamente íntimo.
—____(tn) —repitió, saboreando la palabra en su boca. Disparándome otra sonrisa ladeada, dio media vuelta y se dirigió hacia los chicos abandonando la playa.
—Oh dios, ____(tn) —me dije a mí misma, dejándome caer sobre mi toalla de playa—. ¿En qué pensabas? Ese fue un serio desengaño amoroso evitado.
Incluso mientras pronunciaba las palabras, con tanta convicción como pude, mis ojos no eran capaces de alejarse de él mientras deambulaba por la playa, haciendo girar el balón entre sus dedos.
Deteniéndose repentinamente, se dio la vuelta, esa sonrisa reformándose cuando encontró mi mirada en él. —Entonces, ____(tn) —gritó, metiendo la pelota bajo el brazo—, ¿cuánto más lejos vas a dejarme llegar antes de darme tu número?
Cualquier premonición que tuviese sobre Nicholas y desengaño amoroso yendo de la mano salió volando por la ventana. Quise levantarme y romper a bailar de tan feliz que me sentía.
Sin embargo, todavía tenía un poco de dignidad en nombre de todas las mujeres y no podía ponérselo tan fácil. —¿Cuán lejos crees que está el borde del mundo? —grité de vuelta, rodando sobre mi lado.
Nicholas meneó la cabeza, riendo silenciosamente —¿Estás jugando a hacerte la difícil, ____(tn)?
—No, Nicholas —repliqué, arqueando una ceja—. Soy imposible de conseguir.
Mentira descarada, pero él no tenía por qué saberlo.
—¡Nicholas! —gritó de nuevo tío John, esta vez sonando especialmente enojado—. ¡Ahora mismo!
Nicholas se tensó, la sonrisa vacilando. —¡Ya voy! —gritó por encima del hombro antes de trotar hacia mí. Arrodillándose, sus ojos se clavaron en los míos—. ¿Número?
—No. —Me hallaba tan cerca de romperme que si preguntaba otra vez, sabía que me enterraría.
—¿Por qué?
—Porque tienes que currártelo más que algún intento poco convincente para conseguirlo —contesté, escuchando a mi conciencia preguntarme qué demonios hacía. Este tipo de chico era cada tipo de mal en la superficie, pero había algo más ahí, algo que había visto en ese destello de vulnerabilidad que me absorbió hacia dentro.
Inclinándose tan cerca que su nariz casi rozaba la mía, preguntó—: ¿Cuánto más?
Absorbí una lenta respiración, esperando que mi respuesta no pareciera como si estuviera hiperventilando. —Usa tu cerebro, desde que dejaste claro que no lo usas para fines académicos.
Aguardó varios segundos, tal vez esperando que retirara mi “difícil de conseguir” rutina. Sellé mis labios con más fuerza.
—Se me ocurrirá algo bueno —dijo finalmente, deslizando mis gafas de nuevo en su sitio—. Muy bueno.
—Si se te ocurre algo bueno —dije, contenta de que mis ojos estuviesen cubiertos así no podría ver la fiesta en mis pupilas—, no sólo te daré mi número, dejaré que me lleves a una cita. —Sentí que la desinhibida parte de mí surgía a la superficie e hice mi mejor esfuerzo para reprimirla. La parte de mí que trataba de convencerme que era mala, demoniaca, errónea, etc, etc, pero la parte que se sentía como si no estuviera luchando contra corriente cuando iba en su contra.
—¿Qué te hace pensar que quiero salir contigo en una cita? —Su cara se veía más seria de lo que un chico adolescente debería ser capaz de hacer.
Maldije en voz baja, queriendo expulsar otra cadena de ellos cuando la expresión de Nicholas se congeló. Quise contestar nada o agarrar mi toalla de playa y bolsa y largarme de aquí con mi rabo entre las piernas cuando una sonrisa dividió la cara de Nicholas por la mitad.
—Eres hermosa cuando estás siendo torturada, ¿lo sabías? —Se rió, dándole al balón otra vuelta—. Diablos, claro que quiero salir contigo. A pesar de que las citas no son realmente lo mío, creo que puedo hacer una excepción por una chica que rescata alimañas —justo en el momento, un gruñido sonó bajo el banco de picnic—, una que lee física cuántica en la playa —pude haberle corregido y decirle que repasaba Biología, no física cuántica ya que tomaba Biología AP para otoño, pero no creo que le hubiera importado, o sabido la diferencia—, y una que se une al camino Europeo, por no decir mi favorito, de broncearse haciendo topless. —La sonrisa de Nicholas aumentó, dándome un vistazo de su barbilla.
—Para alguien que prefiere la parte superior fuera, no te adhieres mucho a tu política personal —respondí, rozando con mis ojos por la larga manga térmica aferrada a su pecho por el sudor o el agua o una combinación de ambos. Aparentemente un sol lleno y noventa y cinco grados de temperatura no justifica derramar las capas en el libro de Nicholas.
Se encogió de hombros. —Aquí hay una obra de arte, una verdadera obra maestra, escondida debajo de esta camisa. —Sus músculos se enrollaron y se estiraron para marcar el punto. No es que necesitara ser convencida—. No puedo dejar que todo esto se muestre gratis al público.
Si no había ya cerca de tres docenas de banderas rojas sobre por qué debería evitar su sonrisa, sus flexiones, envuelta de pies a cabeza con cinta de precaución frente a mí, estaba la cuarta. Así que, ¿qué hice?
Exactamente lo que sabía que no debía.
—¿Entonces, cuál es el precio de entrada al Museo de Nicholas?
Su sonrisa se desvaneció en la nada, sus ojos hicieron lo mismo. — Para chicas como tú, con futuros el-mundo-es-tuyo —dijo, pisoteando la arena—, es caro. Demasiado caro.
Otro destello de vulnerabilidad. No sabía si tenía un mal caso de cambios de humor o en el fondo era un sensible hombre golpeándose contra las paredes para ser puesto en libertad. Pero quería descubrirlo. — ¿Ese eres tú diciéndome indirectamente que me mantenga alejada de ti?
—No —respondió, encontrando mis ojos—, ese soy yo diciéndote directamente que escuches a tu instinto y lo que sea que te esté gritando ahora mismo.
—¿Qué te hace pensar que sabes lo que mi instinto me dice?
—Gritándote —corrigió—. Y la experiencia.
Si Nicholas pensaba que la experiencia le había dado el manual de instrucciones de ____(tn) Larson, nunca había estado tan equivocado. —¿Así que nos veremos por ahí entonces?
Sacudiendo la cabeza, su sonrisa se abrió paso de nuevo. —Nos veremos por ahí.
—Ahh, déjame rellenar los espacios en blanco ya que estoy muy familiarizado con esa mirada. No saben que su preciosa hija coló tras su espalda y trajo a este animal con un pasado cuestionable a sus vidas.
Mi mueca se hizo más profunda mientras verbalizaba lo que me gustaría endulzar.
—Y ya que estoy en buena racha, déjame rellenar los espacios en blanco en cuanto a lo que su reacción será. —Se tocó la barbilla, mirando al cielo—. Te dirán que abandones esa cosa como un mal hábito y le envíes de vuelta a donde lo encontraste.
Solté una ráfaga de aire. —Probablemente —dije, tratando de formar una réplica para convencer a mis padres. Ya sabía que papá estaría a bordo de forma predeterminada, pero mamá era otra historia y papá aprendió años atrás que la vida no era agradable si no se ubicaba en el mismo barco parental que mamá.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —preguntó, todavía mirando al perro como si fuera un rompecabezas—. Porque no me pareces el tipo de chica que se rebela contra lo que dicen sus padres.
—No lo soy —respondí—. Pero hemos hecho una especie de gran cambio de vida recientemente y no fui capaz de renunciar a esto.
—¿Cambio de vida? ¿Renunciar a esto? —repitió—. Vale, mi interés alcanzó su punto máximo cuando me derribaste, ahora estoy absolutamente enamorado ya que hiciste de lo de adoptar perros un vicio.
—Me sonrió de lado y juro que pude sentir mi estómago tocando fondo—. Así que, ¿cuál es el gran cambio de vida que están haciendo esos pequeños bonitos ojos azules?
Deslicé mis gafas de sol a su posición del principio. Si iba a encontrar una manera de ser condescendiente con mis ojos, no llegaría a verlos. — Vendimos la casa en la que crecí y nos trasladamos a nuestra casa del lago —comencé, tratando de sonar tan despreocupada como podía—, y la comunidad en la que vivíamos tiene estas ridículas, restrictivas cláusulas que no permiten ningún tipo de valla alrededor de la propiedad, así que tiene sentido que esos idiotas no permitieran un perro sin correa, ¿no? —Me exaltaba sólo de pensar en ello, mientras mis manos volaban expresándose—. No tenemos una caseta, no puedo tenerlo dentro de casa porque papá es alérgico, y tratas de ponerle una correa a este chico y casi se convierte en el Demonio de Tasmania. —Volví a mirar al perro, todavía mirando a Nicholas con recelo—. Es como si la idea de estar atado a algo lo enviara al límite.
—Conozco el sentimiento —dijo, mirando de nuevo al perro con algo nuevo en sus ojos. Camaradería, ¿verdad?
—Seh, seh —dije, alcanzando mi sorbete derretido—. Ya he pillado ese rollo tuyo de no estar atado a cosas como novias. No hay necesidad de una repetición instantánea.
Mientras tomaba el último y largo sorbo final del sirope azul de frambuesa, Nicholas me niveló con una mirada que contenía demasiada emoción para un hombre de tal carácter superficial. —Hay otras formas de estar atado a algo que a través de una mujer. De hecho, diría que estoy prácticamente atado a todo lo demás excepto a una mujer.
Vale, no esperaba que este momento de vulnerabilidad se deslizara de un tipo que probablemente pensara que una primera cita agradable incluía una visita al asiento trasero de su coche. —¿Preocupado de elaborarlo? —pregunté, poniendo el vaso vacío en la arena.
—Ni siquiera un poco —replicó, mirando hacia el agua—. Pero gracias por preguntar.
—¡Nicholas! —gritó alguien en la playa.
Mirando por encima hacia el gritón, un hombre de mediana edad que era corpulento como mucho y obeso sinceramente, Nicholas hizo un gesto con la mano. —Ya voy, tío John.
—¿Ese es tu tío? —Mis ojos volaron de ida y vuelta entre Nicholas y tío John, no encontrando más parecido que el género.
Nicholas asintió una vez. —Tío John.
—¿Y esos son tus primos? —De nuevo, examiné al puñado de chicos de edades comprendidas probablemente entre el jardín de infancia hasta la secundaria, sin definitivamente encontrar alguna característica que les relacionara entre sí.
Nicholas asintió de nuevo mientras se levantaba de un salto.
—¿Es que todos ellos tienen madres diferentes? —pregunté, sólo burlándome en parte.
Eso le hizo reír con una risa que sentí todo el camino hasta los pies. — Creo que podrías estar en lo cierto.
Aceptando que el fin se acercaba, decidí cortar el lazo antes. — Bueno, fue… —Busqué la palabra correcta, llegando con las manos vacías—… algo conocerte, Nicholas —dije, mientras su sonrisa aumentaba por mi elección de palabras—. Ten una buena vida.
—Tú también… —dijo, sus cejas juntándose como si me buscara por algo.
—____(tn) —ofrecí, sin saber por qué. Había dicho mi nombre un millón de veces y de diferentes formas, pero decírselo a él parecía extrañamente íntimo.
—____(tn) —repitió, saboreando la palabra en su boca. Disparándome otra sonrisa ladeada, dio media vuelta y se dirigió hacia los chicos abandonando la playa.
—Oh dios, ____(tn) —me dije a mí misma, dejándome caer sobre mi toalla de playa—. ¿En qué pensabas? Ese fue un serio desengaño amoroso evitado.
Incluso mientras pronunciaba las palabras, con tanta convicción como pude, mis ojos no eran capaces de alejarse de él mientras deambulaba por la playa, haciendo girar el balón entre sus dedos.
Deteniéndose repentinamente, se dio la vuelta, esa sonrisa reformándose cuando encontró mi mirada en él. —Entonces, ____(tn) —gritó, metiendo la pelota bajo el brazo—, ¿cuánto más lejos vas a dejarme llegar antes de darme tu número?
Cualquier premonición que tuviese sobre Nicholas y desengaño amoroso yendo de la mano salió volando por la ventana. Quise levantarme y romper a bailar de tan feliz que me sentía.
Sin embargo, todavía tenía un poco de dignidad en nombre de todas las mujeres y no podía ponérselo tan fácil. —¿Cuán lejos crees que está el borde del mundo? —grité de vuelta, rodando sobre mi lado.
Nicholas meneó la cabeza, riendo silenciosamente —¿Estás jugando a hacerte la difícil, ____(tn)?
—No, Nicholas —repliqué, arqueando una ceja—. Soy imposible de conseguir.
Mentira descarada, pero él no tenía por qué saberlo.
—¡Nicholas! —gritó de nuevo tío John, esta vez sonando especialmente enojado—. ¡Ahora mismo!
Nicholas se tensó, la sonrisa vacilando. —¡Ya voy! —gritó por encima del hombro antes de trotar hacia mí. Arrodillándose, sus ojos se clavaron en los míos—. ¿Número?
—No. —Me hallaba tan cerca de romperme que si preguntaba otra vez, sabía que me enterraría.
—¿Por qué?
—Porque tienes que currártelo más que algún intento poco convincente para conseguirlo —contesté, escuchando a mi conciencia preguntarme qué demonios hacía. Este tipo de chico era cada tipo de mal en la superficie, pero había algo más ahí, algo que había visto en ese destello de vulnerabilidad que me absorbió hacia dentro.
Inclinándose tan cerca que su nariz casi rozaba la mía, preguntó—: ¿Cuánto más?
Absorbí una lenta respiración, esperando que mi respuesta no pareciera como si estuviera hiperventilando. —Usa tu cerebro, desde que dejaste claro que no lo usas para fines académicos.
Aguardó varios segundos, tal vez esperando que retirara mi “difícil de conseguir” rutina. Sellé mis labios con más fuerza.
—Se me ocurrirá algo bueno —dijo finalmente, deslizando mis gafas de nuevo en su sitio—. Muy bueno.
—Si se te ocurre algo bueno —dije, contenta de que mis ojos estuviesen cubiertos así no podría ver la fiesta en mis pupilas—, no sólo te daré mi número, dejaré que me lleves a una cita. —Sentí que la desinhibida parte de mí surgía a la superficie e hice mi mejor esfuerzo para reprimirla. La parte de mí que trataba de convencerme que era mala, demoniaca, errónea, etc, etc, pero la parte que se sentía como si no estuviera luchando contra corriente cuando iba en su contra.
—¿Qué te hace pensar que quiero salir contigo en una cita? —Su cara se veía más seria de lo que un chico adolescente debería ser capaz de hacer.
Maldije en voz baja, queriendo expulsar otra cadena de ellos cuando la expresión de Nicholas se congeló. Quise contestar nada o agarrar mi toalla de playa y bolsa y largarme de aquí con mi rabo entre las piernas cuando una sonrisa dividió la cara de Nicholas por la mitad.
—Eres hermosa cuando estás siendo torturada, ¿lo sabías? —Se rió, dándole al balón otra vuelta—. Diablos, claro que quiero salir contigo. A pesar de que las citas no son realmente lo mío, creo que puedo hacer una excepción por una chica que rescata alimañas —justo en el momento, un gruñido sonó bajo el banco de picnic—, una que lee física cuántica en la playa —pude haberle corregido y decirle que repasaba Biología, no física cuántica ya que tomaba Biología AP para otoño, pero no creo que le hubiera importado, o sabido la diferencia—, y una que se une al camino Europeo, por no decir mi favorito, de broncearse haciendo topless. —La sonrisa de Nicholas aumentó, dándome un vistazo de su barbilla.
—Para alguien que prefiere la parte superior fuera, no te adhieres mucho a tu política personal —respondí, rozando con mis ojos por la larga manga térmica aferrada a su pecho por el sudor o el agua o una combinación de ambos. Aparentemente un sol lleno y noventa y cinco grados de temperatura no justifica derramar las capas en el libro de Nicholas.
Se encogió de hombros. —Aquí hay una obra de arte, una verdadera obra maestra, escondida debajo de esta camisa. —Sus músculos se enrollaron y se estiraron para marcar el punto. No es que necesitara ser convencida—. No puedo dejar que todo esto se muestre gratis al público.
Si no había ya cerca de tres docenas de banderas rojas sobre por qué debería evitar su sonrisa, sus flexiones, envuelta de pies a cabeza con cinta de precaución frente a mí, estaba la cuarta. Así que, ¿qué hice?
Exactamente lo que sabía que no debía.
—¿Entonces, cuál es el precio de entrada al Museo de Nicholas?
Su sonrisa se desvaneció en la nada, sus ojos hicieron lo mismo. — Para chicas como tú, con futuros el-mundo-es-tuyo —dijo, pisoteando la arena—, es caro. Demasiado caro.
Otro destello de vulnerabilidad. No sabía si tenía un mal caso de cambios de humor o en el fondo era un sensible hombre golpeándose contra las paredes para ser puesto en libertad. Pero quería descubrirlo. — ¿Ese eres tú diciéndome indirectamente que me mantenga alejada de ti?
—No —respondió, encontrando mis ojos—, ese soy yo diciéndote directamente que escuches a tu instinto y lo que sea que te esté gritando ahora mismo.
—¿Qué te hace pensar que sabes lo que mi instinto me dice?
—Gritándote —corrigió—. Y la experiencia.
Si Nicholas pensaba que la experiencia le había dado el manual de instrucciones de ____(tn) Larson, nunca había estado tan equivocado. —¿Así que nos veremos por ahí entonces?
Sacudiendo la cabeza, su sonrisa se abrió paso de nuevo. —Nos veremos por ahí.
:maloso: :maloso: :maloso: :maloso: :maloso:
Este Nicho es malo con la rayiz!
:ilusion: :ilusion: :ilusion: :ilusion:
Pero me encantan juntos! :enamorado:
Espero que les este gustando la nove! ;)
Disfruten del capi! *.*
Nos estamos leyendo!
& Bienvenidas a las nuevas lectoras! :(L): :hug:
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
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