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Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:porque su mami es asi??? :misery:
Que fea es!!!
Las madres no deberian de ser asi!!!
Mi mami si m presta atencion :-w-:
Y que pasa con su papa???
Tambien es medio raro, verdad?
Siguela!!!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
No la voy a defender, pero hay una historia detrás de esa actitud! :scratch:
JAJAJ mi mami también! ;) :-w-:
de echo si también es raro! xD
Ya verás que pasa con el papá de la rayiz y el Nicho, te vas a morir de risa! xD
\^.^/
Ya la Sigo! *.*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 3 (Parte 1) •
Algunas personas tenían gallos. Otros tenían relojes de alarma.
Yo tenía a Los Beatles.
Mi padre era tan rápido como previsible, y esa mañana "Come Together" se ejecutaba a tres cuartos volumen, lo que significaba que eran las siete am. Para un adolescente en vacaciones de verano, Los Beatles eran tan bien recibidos como un chorro de alarma de incendio en el oído, al romper el alba.
Gimiendo mi camino fuera de la cama, me senté, poniéndome el primer par de sandalias a juego que fui capaz de localizar. Una mancha de lápiz de labios y una barrida rápida a través de mi cabello con los dedos, y yo me encontraba lista para la mañana. La invención del pantalón de yoga y la vinculación con una camiseta sin mangas clasifican en mi lista de los diez inventos más reveladores. El dúo elástico sirve como ropa de dormir, ropa de ejercicio, prendas de todos los días, y como el traje perfecto para una mañana en el estudio de baile.
Había un montón de cosas que podía dejar —champú, los callos de caramelo, el esmalte rojo de uñas, el sueño... infierno, los chicos— antes de tener que dejar el baile. El ballet para ser específica, pero no sólo eso. Todas y cada una de las oportunidades que tenía, me encontraba bailando. Yo había estado haciendo hip-hop, vals, tango, y piruetas todo mi camino por la vida desde que tenía tres años.
Cuando se anunció que estaríamos simplificando, es decir, reduciendo personal porque nos estábamos quedando sin dinero para nuestras vidas, tuve un encargo.
En realidad, era más como una exigencia.
Mis clases de baile en la Academia de Baile de Madame Fontaine debían continuar sin interrupción. O no ser canceladas por falta de fondos.
No me importaba si ya no tenía que usar la ropa de marca, e ir de compras en los días de medio precio de la tienda de ahorro local, o si mi coche era reemplazado por el transporte público, o incluso si teníamos un techo sobre nuestras cabezas.
Debía seguir bailando.
Era lo único que me mantenía a flote cuando sentía que me ahogaba. La única cosa que me ayudó a pasar los días oscuros. Lo único que parecía que todavía me recibía con brazos cálidos y un amor mutuo.
Lo único que no había cambiado en mi vida.
Lancé mis zapatillas de punta sobre un hombro y el bolso sobre el otro, y abrí la puerta de mi dormitorio con un crack. La cabaña era un lugar destartalado, con mucho carácter, como mis padres la presentaron cuando compraron el lugar hacía ya una década, lo que había sido una buena manera de decir que era un pedazo de basura que tenía la suerte de estar todavía en pie, pero había aprendido hace dos veranos como aceitar las bisagras y aplicar la cantidad justa de presión al alza sobre el picaporte para abrir la puerta de medio siglo de antigüedad sin hacer ruido.
Esperé, escuchando los sonidos y ruidos, aparte del coro de "Come Together". Sólo cuando unos sólidos minutos habían pasado sin el click- clack de los tacones. O un trío de suspiros emitidos, fue que me di luz verde.
Mamá estaba de camino a su trabajo, o ya se encontraba allí, por lo que la costa se hallaba despejada. Después de la cena de anoche, en realidad, después de los últimos cinco años de cenas, evitar a mi mamá era una prioridad superior, justo debajo de baile.
Saltando por la escalera, una imagen apareció en mi mente. Una imagen que había tratado de borrar. Una imagen con las que mis mejores intenciones habían luchado inútilmente.
Nicholas Jonas, agazapado en la arena, a un suspiro de distancia, sonriéndome como si supiera todos los oscuros secretos de mi pasado y no le importara. Nicholas Jonas, dorado por un verano en la arena, los ojos líquidos de plata, músculos tirando a través de su camisa...
Mi pie se atascó en el anteúltimo escalón, si no hubiera contado con una buena cantidad de años de la gracia de la danza, estoy segura de que habría enterrado mi rostro en ese antiguo, Dios sabe lo que se esconde entre las grietas, tablón del suelo.
Asegurándome de que los zapatos, el bolso, y mi orgullo seguían intactos, me obligué a hacer un voto sagrado de que nunca iba volver a soñar, pensar, reflexionar, preguntarme, o sentirme lujuriosa sobre Nicholas Jonas.
Yo no necesitaba una petición firmada por las innumerables niñas que había seducido y dejado para saber que era un billete de ida a un embarazo no deseado en el peor de los casos, o un corazón roto en el mejor.
—Nos vemos, papá —le grité, tomando una manzana del frutero—. Me voy a la práctica de baile, regresaré a casa en algún momento antes de la cena. —Agarré una botella de agua de la nevera, que se encontraba fuera de la puerta, dos latidos de mi corazón más tarde.
No importaba cuánto tiempo me quedara, no habría ninguna respuesta de mi padre. Ni siquiera un gesto de reconocimiento. Podría haber sido un maniquí en la silla, mirando distraídamente por la ventana hacia la nada.
Yo podría haber estado jodiendo a la mitad de la población del mundo en el mostrador de la cocina y a él no le hubiera importado. Ni siquiera me notó.
Recordándome a mí misma que insistir en la desgracia que era mi familia no arreglaría nada, volví mis pensamientos a otra cosa, cualquier otra cosa, que no estuviera relacionada con la familia.
¿Y dónde podía dirigir mis pensamientos?
Nicholas Jonas.
Yo tenía algún tipo de enfermedad, un pensamiento corriente de auto-destrucción pensamiento.
Camino a la Mazda, algo me llamó la atención. Algo que destacó por la forma en que vemos el sol por la mañana temprano. Algo que no había estado allí ayer.
Girándome hacia la playa, vi lo que era responsable de detenerme en seco a las siete de la mañana.
Era una especie de ciclón, un rectángulo que contenía una casa en miniatura, dos recipientes de plástico, y una cuerda de nudos en el interior de la misma. Una perrera.
La solución a uno de los problemas sin fin que ocupaban mi vida.
La respuesta a una oración silenciosa.
Caminando por la playa, mordiéndome el labio para contener las lágrimas fantasmas que habían comenzado a formarse, noté que había un lazo rojo atado al otro lado de la puerta del candado, y una nota doblada colgando debajo de ella.
Supongo que para el noventa y nueve coma nueve por ciento de las adolescentes, un criadero de perros de regalo clasificaba justo por encima de un mal día en la noche del baile de graduación, pero para mí, una chica que no podía encajar en el molde de lo normal aún si lo intentaba, era como encontrar al último rompecorazones de Hollywood envuelto bajo el árbol de Navidad con una etiqueta que dijera: Disfrútalo.
Sonriendo como las colegialas, puse los ojos en blanco, y arranqué la nota de la proa, sin siquiera importarme quién había construido la perrera. Esto significaba que Mini Cujo podría quedarse conmigo hasta que yo lo rehabilitara para que pudiera ser adoptado por otra familia.
Mi sonrisa que parecía que no terminaría, lo hizo, bastante abruptamente, tan pronto como leí las palabras.
Así que. ¿Qué hay de esa cita?
Había sido firmado con nada que no sea una J, pero no necesitaba una puntuación perfecta, o tres cartas para saber quién la había dejado.
Justo el hombre en el que necesitaba, pero no podía, dejar de pensar.
Justo el hombre que necesitaba nunca volver a ver. Justo el hombre que quería ver en estos momentos.
Si mi historial de relaciones fallidas todavía no lo había probado, esto lo hacía. Iba a terminar con un viejo pícaro y malévolo.
Haciendo un análisis rápido de la zona, no había ni rastro de un hombre cuyo rostro, cuerpo y sonrisa hubiesen sido tallados por los dioses.
Me irrité conmigo mismo por sentirme decepcionada.
Era cierto que un tipo como Nicholas sabía exactamente lo que hacía y cuál iba a ser su siguiente jugada. Le dirigí una última sonrisa a la perrera antes de correr al Mazda. Las paredes de espejos y pisos de madera me llamaban y, como ya lo había admitido, la danza iba antes que los chicos.
Tal vez con excepción de uno.
Sacudiendo la cabeza y poniendo una tapa pesada sobre mi irresponsable e interna gemela malvada,
di vuelta a la llave en el encendido y puse música hasta que los altavoces sonaron como si estuvieran a punto de estallar.
Aun así no podía borrar a Nicholas Jonas de mi mente.
Había caído. Caí tan fuerte sobre mi trasero que me quedé sin aliento. La última vez que había tenido una caída de cualquier tipo fue a los diez años y en el segundo día sobre mis zapatos de ballet. Me puse furiosa cuando la caída detuvo mi práctica corta. Y me enojé más con Becky Sanderson, quien había presumido que era una apuesta segura para Julliard, desde que íbamos en la escuela primaria, y había tenido un asiento de primera fila. Me puse como loca porque tendría un moretón del tamaño del Cabo Cod en mi trasero hasta las vacaciones de invierno, porque había estado pensando en una persona especial en la que sin duda no debería haber estado pensando.
No sabía cómo ni por qué, pero Nicholas había desatado una granada en mi vida que diezmaba incluso en piezas más sagradas en un período menor a veinticuatro horas.
Quería maldecir al Creador por no completar el elenco femenino con un botón de suprimir para cuando se trataba de hombres, pero yo era demasiado supersticiosa. Me convencí de que la injuria a lo divino era seguida por un billete de ida al infierno. Y no al otro mundo, Satanás y el demonio vivían en el infierno. El infierno en la tierra.
Seamos realistas, yo ya me encontraba tan cerca que tenía que comportarme de la mejor manera cada segundo del día.
Conduciendo por el camino de entrada, me golpeé la cabeza sobre el volante, tratando de pensar en una ecuación viable para viajar en el tiempo, de manera que pudiera pasar mi vida rápidamente por un año.
Debido a que los perros son las criaturas más sensibles en esta tierra, una lengua caliente y húmeda se deslizó por mi mejilla.
—¿Por qué no puedes ser un adolescente, Rambo? —le pregunté, rascándole detrás de sus oídos.
Un ladrido y una sonrisa de perro fue su respuesta. Mi más reciente proyecto favorito, nunca mejor dicho, se ganó su nombre la noche anterior en lo de Darcy. Al parecer, un maratón de Rambo se transmitió toda la noche y cuando el señor Darcy había intentado apagar el televisor, el cachorro se lo había impedido, así que lo dejó encendido y, al amanecer, el perro, previsto para la eutanasia el mismo día que lo adopté, tenía un nuevo nombre.
—Muy bien, chico —le dije, frunciendo el ceño ante la casa de la playa—. Vamos a terminar con esto. —Atrapando las veinte libras de Rambo, fui directo a la caseta de perro como si fuera un territorio seguro. Como si demostrando que podía contenerlo, podría quedármelo.
—Aquí está tu nueva casa, Rambo —susurré mientras lo depositaba en el interior—. Sé un buen chico y no caves, ladres, o rasgues tu casa de perro en pedazos, ¿de acuerdo?
Comenzó la inspección de la perrera de inmediato, gruñendo en las esquinas donde supuse, un cierto conjunto de manos habían pasado mucho tiempo fijando las tuercas y los pernos juntos.
—No eres un gran fan de Nicholas, ¿verdad? —le dije, de rodillas fuera de la puerta de la caseta—. ¿Por qué es eso?
—Probablemente porque los perros tienen una gran intuición.
Me sorprendí tanto por la voz detrás de mí, y su proximidad a mi cuello, que me tambaleé hacia atrás, cayendo sobre mi trasero. Para un gran total de dos veces ese día. A este ritmo, iba a convertirme en la primera tonta torpe.
—Maldita sea, Nicholas —le dije mientras Rambo rompía en otro ataque—. Existen estas grandes palabras de una sílaba que hacen referencia a saludos, y que se inventaron para que una persona —hice un gesto hacia él—, pueda avisar a otra antes de que…
—¿Caiga sobre su trasero? —terminó, ofreciéndome esa misma sonrisa que había sido mi perdición ayer y, según mi instinto torsión demostraba que también hoy.
—Sorprenderla —concluí, a punto de empujarme fuera de la tierra, cuando llegó a mis manos y me levantó. Me dije que el calor que corría por mis venas con su toque tenía todo que ver con el día de un verano caliente como Hades (Dios griego del Inframundo).
Incluso en mi voz más autoritaria, no fue muy convincente.
Su sonrisa se marcó más. Sus ojos parpadearon. Sabía exactamente lo que su toque me hacía. Y odiaba que él lo supiera.
—Siento haberte asustado —dijo, dejando ir mis manos.
—Siento que te hayas golpeado el trasero, ¿quieres decir? —Le sonreí deseando que no me mirara como si pudiera ver y oír todo lo que sucedía debajo de mi piel.
Sus ojos giraron hacia el cielo. —Lo siento por todos los delitos anteriores, actuales y futuros que haré en tu presencia.
Desde atrás, escuché a Rambo empezar a lamer un poco de agua de su recipiente. —Todos los chistes y las bromas a un lado —le dije—, gracias. Esto es, posiblemente, lo más lindo que alguien ha hecho por mí.
Metiendo las manos en los bolsillos, se me quedó mirando. —No es la gran cosa.
—Sí, lo es —le dije, no iba a dejar que se deshiciera de aquello como si no fuera la gran cosa—. Aunque tengo curiosidad de cómo y cuándo llegó esta cosa aquí sin que haya oído o notado que alguien la construía.
—Ayuda que yo sea un constructor Ninja —dijo, dándome una sonrisa torcida—, y también ayuda el hecho de que vivo al lado. — Señalando con su barbilla hacia la cabaña de al lado, arqueó una ceja y me esperó.
—¿Fue tu familia la que compró el lugar de los Chadwicks el otoño pasado? —le pregunté, mirando la cabina en forma de A de la puerta de al lado. Había tenido la impresión de que todavía seguía vacante.
—De hecho, sí.
—¿Tú eres mi vecino? —Era el sueño americano de toda adolescente tener un vecino como Nicholas, así que ¿por qué mi estómago se sentía como si acabara de tragarse un ladrillo?
—No —dijo, frotándose la mano sobre su boca, tratando de ocultar su sonrisa—. Tú eres mi vecina.
—Bueno —suspiré—. Ahí va el vecindario.
Asintió con la cabeza, esos ojos grises suyos, hoy tan luminosos, eran del color de las monedas. —Ahí va.
Dos palabras. Dos palabras acompañadas de esa mirada, realizada por esos ojos, emitida por ese hombre.
Tuve la suerte de que mis rodillas no se aflojaran bajo el peso de ese desmayo.
—Entonces —Nicholas me escaneó—, vecina, ¿cómo suena el viernes por la noche?
—Suena como viernes en la noche. —Me dolía la espalda, gracias a los fuertes, muy poco atractivos, pedazos de mí volviendo a juntarse. Ningún hombre, un nivel por debajo de la divinidad o no, me hacía suspirar, pestañear y volverme enferma de amor.
—Débil, ____(tn) —dijo, chasqueando la lengua—. Vamos a tener que trabajar en la velocidad y agudeza de tus respuestas si vas a pasar mucho tiempo conmigo. Soy difícil de seguir.
—Entonces la solución es fácil —dije, cruzando los brazos y recostándome en la perrera—. No voy a pasar mucho tiempo contigo.
—¿Así que has decidido caer en la cuenta y mantener distancia? — dijo, con voz más tranquila.
—____(tn), ¿caer en la cuenta? —Una voz que podría ser capaz de poner tanto frío en aquellas palabras, en medio de este calor, necesitaba de mucha habilidad y disciplina—. Eso es tan probable como yo tomando unas vacaciones de tres días en cualquier momento durante la próxima década.
Yo tenía a Los Beatles.
Mi padre era tan rápido como previsible, y esa mañana "Come Together" se ejecutaba a tres cuartos volumen, lo que significaba que eran las siete am. Para un adolescente en vacaciones de verano, Los Beatles eran tan bien recibidos como un chorro de alarma de incendio en el oído, al romper el alba.
Gimiendo mi camino fuera de la cama, me senté, poniéndome el primer par de sandalias a juego que fui capaz de localizar. Una mancha de lápiz de labios y una barrida rápida a través de mi cabello con los dedos, y yo me encontraba lista para la mañana. La invención del pantalón de yoga y la vinculación con una camiseta sin mangas clasifican en mi lista de los diez inventos más reveladores. El dúo elástico sirve como ropa de dormir, ropa de ejercicio, prendas de todos los días, y como el traje perfecto para una mañana en el estudio de baile.
Había un montón de cosas que podía dejar —champú, los callos de caramelo, el esmalte rojo de uñas, el sueño... infierno, los chicos— antes de tener que dejar el baile. El ballet para ser específica, pero no sólo eso. Todas y cada una de las oportunidades que tenía, me encontraba bailando. Yo había estado haciendo hip-hop, vals, tango, y piruetas todo mi camino por la vida desde que tenía tres años.
Cuando se anunció que estaríamos simplificando, es decir, reduciendo personal porque nos estábamos quedando sin dinero para nuestras vidas, tuve un encargo.
En realidad, era más como una exigencia.
Mis clases de baile en la Academia de Baile de Madame Fontaine debían continuar sin interrupción. O no ser canceladas por falta de fondos.
No me importaba si ya no tenía que usar la ropa de marca, e ir de compras en los días de medio precio de la tienda de ahorro local, o si mi coche era reemplazado por el transporte público, o incluso si teníamos un techo sobre nuestras cabezas.
Debía seguir bailando.
Era lo único que me mantenía a flote cuando sentía que me ahogaba. La única cosa que me ayudó a pasar los días oscuros. Lo único que parecía que todavía me recibía con brazos cálidos y un amor mutuo.
Lo único que no había cambiado en mi vida.
Lancé mis zapatillas de punta sobre un hombro y el bolso sobre el otro, y abrí la puerta de mi dormitorio con un crack. La cabaña era un lugar destartalado, con mucho carácter, como mis padres la presentaron cuando compraron el lugar hacía ya una década, lo que había sido una buena manera de decir que era un pedazo de basura que tenía la suerte de estar todavía en pie, pero había aprendido hace dos veranos como aceitar las bisagras y aplicar la cantidad justa de presión al alza sobre el picaporte para abrir la puerta de medio siglo de antigüedad sin hacer ruido.
Esperé, escuchando los sonidos y ruidos, aparte del coro de "Come Together". Sólo cuando unos sólidos minutos habían pasado sin el click- clack de los tacones. O un trío de suspiros emitidos, fue que me di luz verde.
Mamá estaba de camino a su trabajo, o ya se encontraba allí, por lo que la costa se hallaba despejada. Después de la cena de anoche, en realidad, después de los últimos cinco años de cenas, evitar a mi mamá era una prioridad superior, justo debajo de baile.
Saltando por la escalera, una imagen apareció en mi mente. Una imagen que había tratado de borrar. Una imagen con las que mis mejores intenciones habían luchado inútilmente.
Nicholas Jonas, agazapado en la arena, a un suspiro de distancia, sonriéndome como si supiera todos los oscuros secretos de mi pasado y no le importara. Nicholas Jonas, dorado por un verano en la arena, los ojos líquidos de plata, músculos tirando a través de su camisa...
Mi pie se atascó en el anteúltimo escalón, si no hubiera contado con una buena cantidad de años de la gracia de la danza, estoy segura de que habría enterrado mi rostro en ese antiguo, Dios sabe lo que se esconde entre las grietas, tablón del suelo.
Asegurándome de que los zapatos, el bolso, y mi orgullo seguían intactos, me obligué a hacer un voto sagrado de que nunca iba volver a soñar, pensar, reflexionar, preguntarme, o sentirme lujuriosa sobre Nicholas Jonas.
Yo no necesitaba una petición firmada por las innumerables niñas que había seducido y dejado para saber que era un billete de ida a un embarazo no deseado en el peor de los casos, o un corazón roto en el mejor.
—Nos vemos, papá —le grité, tomando una manzana del frutero—. Me voy a la práctica de baile, regresaré a casa en algún momento antes de la cena. —Agarré una botella de agua de la nevera, que se encontraba fuera de la puerta, dos latidos de mi corazón más tarde.
No importaba cuánto tiempo me quedara, no habría ninguna respuesta de mi padre. Ni siquiera un gesto de reconocimiento. Podría haber sido un maniquí en la silla, mirando distraídamente por la ventana hacia la nada.
Yo podría haber estado jodiendo a la mitad de la población del mundo en el mostrador de la cocina y a él no le hubiera importado. Ni siquiera me notó.
Recordándome a mí misma que insistir en la desgracia que era mi familia no arreglaría nada, volví mis pensamientos a otra cosa, cualquier otra cosa, que no estuviera relacionada con la familia.
¿Y dónde podía dirigir mis pensamientos?
Nicholas Jonas.
Yo tenía algún tipo de enfermedad, un pensamiento corriente de auto-destrucción pensamiento.
Camino a la Mazda, algo me llamó la atención. Algo que destacó por la forma en que vemos el sol por la mañana temprano. Algo que no había estado allí ayer.
Girándome hacia la playa, vi lo que era responsable de detenerme en seco a las siete de la mañana.
Era una especie de ciclón, un rectángulo que contenía una casa en miniatura, dos recipientes de plástico, y una cuerda de nudos en el interior de la misma. Una perrera.
La solución a uno de los problemas sin fin que ocupaban mi vida.
La respuesta a una oración silenciosa.
Caminando por la playa, mordiéndome el labio para contener las lágrimas fantasmas que habían comenzado a formarse, noté que había un lazo rojo atado al otro lado de la puerta del candado, y una nota doblada colgando debajo de ella.
Supongo que para el noventa y nueve coma nueve por ciento de las adolescentes, un criadero de perros de regalo clasificaba justo por encima de un mal día en la noche del baile de graduación, pero para mí, una chica que no podía encajar en el molde de lo normal aún si lo intentaba, era como encontrar al último rompecorazones de Hollywood envuelto bajo el árbol de Navidad con una etiqueta que dijera: Disfrútalo.
Sonriendo como las colegialas, puse los ojos en blanco, y arranqué la nota de la proa, sin siquiera importarme quién había construido la perrera. Esto significaba que Mini Cujo podría quedarse conmigo hasta que yo lo rehabilitara para que pudiera ser adoptado por otra familia.
Mi sonrisa que parecía que no terminaría, lo hizo, bastante abruptamente, tan pronto como leí las palabras.
Así que. ¿Qué hay de esa cita?
Había sido firmado con nada que no sea una J, pero no necesitaba una puntuación perfecta, o tres cartas para saber quién la había dejado.
Justo el hombre en el que necesitaba, pero no podía, dejar de pensar.
Justo el hombre que necesitaba nunca volver a ver. Justo el hombre que quería ver en estos momentos.
Si mi historial de relaciones fallidas todavía no lo había probado, esto lo hacía. Iba a terminar con un viejo pícaro y malévolo.
Haciendo un análisis rápido de la zona, no había ni rastro de un hombre cuyo rostro, cuerpo y sonrisa hubiesen sido tallados por los dioses.
Me irrité conmigo mismo por sentirme decepcionada.
Era cierto que un tipo como Nicholas sabía exactamente lo que hacía y cuál iba a ser su siguiente jugada. Le dirigí una última sonrisa a la perrera antes de correr al Mazda. Las paredes de espejos y pisos de madera me llamaban y, como ya lo había admitido, la danza iba antes que los chicos.
Tal vez con excepción de uno.
Sacudiendo la cabeza y poniendo una tapa pesada sobre mi irresponsable e interna gemela malvada,
di vuelta a la llave en el encendido y puse música hasta que los altavoces sonaron como si estuvieran a punto de estallar.
Aun así no podía borrar a Nicholas Jonas de mi mente.
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Había caído. Caí tan fuerte sobre mi trasero que me quedé sin aliento. La última vez que había tenido una caída de cualquier tipo fue a los diez años y en el segundo día sobre mis zapatos de ballet. Me puse furiosa cuando la caída detuvo mi práctica corta. Y me enojé más con Becky Sanderson, quien había presumido que era una apuesta segura para Julliard, desde que íbamos en la escuela primaria, y había tenido un asiento de primera fila. Me puse como loca porque tendría un moretón del tamaño del Cabo Cod en mi trasero hasta las vacaciones de invierno, porque había estado pensando en una persona especial en la que sin duda no debería haber estado pensando.
No sabía cómo ni por qué, pero Nicholas había desatado una granada en mi vida que diezmaba incluso en piezas más sagradas en un período menor a veinticuatro horas.
Quería maldecir al Creador por no completar el elenco femenino con un botón de suprimir para cuando se trataba de hombres, pero yo era demasiado supersticiosa. Me convencí de que la injuria a lo divino era seguida por un billete de ida al infierno. Y no al otro mundo, Satanás y el demonio vivían en el infierno. El infierno en la tierra.
Seamos realistas, yo ya me encontraba tan cerca que tenía que comportarme de la mejor manera cada segundo del día.
Conduciendo por el camino de entrada, me golpeé la cabeza sobre el volante, tratando de pensar en una ecuación viable para viajar en el tiempo, de manera que pudiera pasar mi vida rápidamente por un año.
Debido a que los perros son las criaturas más sensibles en esta tierra, una lengua caliente y húmeda se deslizó por mi mejilla.
—¿Por qué no puedes ser un adolescente, Rambo? —le pregunté, rascándole detrás de sus oídos.
Un ladrido y una sonrisa de perro fue su respuesta. Mi más reciente proyecto favorito, nunca mejor dicho, se ganó su nombre la noche anterior en lo de Darcy. Al parecer, un maratón de Rambo se transmitió toda la noche y cuando el señor Darcy había intentado apagar el televisor, el cachorro se lo había impedido, así que lo dejó encendido y, al amanecer, el perro, previsto para la eutanasia el mismo día que lo adopté, tenía un nuevo nombre.
—Muy bien, chico —le dije, frunciendo el ceño ante la casa de la playa—. Vamos a terminar con esto. —Atrapando las veinte libras de Rambo, fui directo a la caseta de perro como si fuera un territorio seguro. Como si demostrando que podía contenerlo, podría quedármelo.
—Aquí está tu nueva casa, Rambo —susurré mientras lo depositaba en el interior—. Sé un buen chico y no caves, ladres, o rasgues tu casa de perro en pedazos, ¿de acuerdo?
Comenzó la inspección de la perrera de inmediato, gruñendo en las esquinas donde supuse, un cierto conjunto de manos habían pasado mucho tiempo fijando las tuercas y los pernos juntos.
—No eres un gran fan de Nicholas, ¿verdad? —le dije, de rodillas fuera de la puerta de la caseta—. ¿Por qué es eso?
—Probablemente porque los perros tienen una gran intuición.
Me sorprendí tanto por la voz detrás de mí, y su proximidad a mi cuello, que me tambaleé hacia atrás, cayendo sobre mi trasero. Para un gran total de dos veces ese día. A este ritmo, iba a convertirme en la primera tonta torpe.
—Maldita sea, Nicholas —le dije mientras Rambo rompía en otro ataque—. Existen estas grandes palabras de una sílaba que hacen referencia a saludos, y que se inventaron para que una persona —hice un gesto hacia él—, pueda avisar a otra antes de que…
—¿Caiga sobre su trasero? —terminó, ofreciéndome esa misma sonrisa que había sido mi perdición ayer y, según mi instinto torsión demostraba que también hoy.
—Sorprenderla —concluí, a punto de empujarme fuera de la tierra, cuando llegó a mis manos y me levantó. Me dije que el calor que corría por mis venas con su toque tenía todo que ver con el día de un verano caliente como Hades (Dios griego del Inframundo).
Incluso en mi voz más autoritaria, no fue muy convincente.
Su sonrisa se marcó más. Sus ojos parpadearon. Sabía exactamente lo que su toque me hacía. Y odiaba que él lo supiera.
—Siento haberte asustado —dijo, dejando ir mis manos.
—Siento que te hayas golpeado el trasero, ¿quieres decir? —Le sonreí deseando que no me mirara como si pudiera ver y oír todo lo que sucedía debajo de mi piel.
Sus ojos giraron hacia el cielo. —Lo siento por todos los delitos anteriores, actuales y futuros que haré en tu presencia.
Desde atrás, escuché a Rambo empezar a lamer un poco de agua de su recipiente. —Todos los chistes y las bromas a un lado —le dije—, gracias. Esto es, posiblemente, lo más lindo que alguien ha hecho por mí.
Metiendo las manos en los bolsillos, se me quedó mirando. —No es la gran cosa.
—Sí, lo es —le dije, no iba a dejar que se deshiciera de aquello como si no fuera la gran cosa—. Aunque tengo curiosidad de cómo y cuándo llegó esta cosa aquí sin que haya oído o notado que alguien la construía.
—Ayuda que yo sea un constructor Ninja —dijo, dándome una sonrisa torcida—, y también ayuda el hecho de que vivo al lado. — Señalando con su barbilla hacia la cabaña de al lado, arqueó una ceja y me esperó.
—¿Fue tu familia la que compró el lugar de los Chadwicks el otoño pasado? —le pregunté, mirando la cabina en forma de A de la puerta de al lado. Había tenido la impresión de que todavía seguía vacante.
—De hecho, sí.
—¿Tú eres mi vecino? —Era el sueño americano de toda adolescente tener un vecino como Nicholas, así que ¿por qué mi estómago se sentía como si acabara de tragarse un ladrillo?
—No —dijo, frotándose la mano sobre su boca, tratando de ocultar su sonrisa—. Tú eres mi vecina.
—Bueno —suspiré—. Ahí va el vecindario.
Asintió con la cabeza, esos ojos grises suyos, hoy tan luminosos, eran del color de las monedas. —Ahí va.
Dos palabras. Dos palabras acompañadas de esa mirada, realizada por esos ojos, emitida por ese hombre.
Tuve la suerte de que mis rodillas no se aflojaran bajo el peso de ese desmayo.
—Entonces —Nicholas me escaneó—, vecina, ¿cómo suena el viernes por la noche?
—Suena como viernes en la noche. —Me dolía la espalda, gracias a los fuertes, muy poco atractivos, pedazos de mí volviendo a juntarse. Ningún hombre, un nivel por debajo de la divinidad o no, me hacía suspirar, pestañear y volverme enferma de amor.
—Débil, ____(tn) —dijo, chasqueando la lengua—. Vamos a tener que trabajar en la velocidad y agudeza de tus respuestas si vas a pasar mucho tiempo conmigo. Soy difícil de seguir.
—Entonces la solución es fácil —dije, cruzando los brazos y recostándome en la perrera—. No voy a pasar mucho tiempo contigo.
—¿Así que has decidido caer en la cuenta y mantener distancia? — dijo, con voz más tranquila.
—____(tn), ¿caer en la cuenta? —Una voz que podría ser capaz de poner tanto frío en aquellas palabras, en medio de este calor, necesitaba de mucha habilidad y disciplina—. Eso es tan probable como yo tomando unas vacaciones de tres días en cualquier momento durante la próxima década.
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
El Nicho es taaaaaaaan lindo! *.*
:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
A quien más la derriten las atenciones del Nicho! :(L):
Disfruten del Capi! ;)
Las leo después! *.*
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Yupi pasamos de página !!
WOOO yo quiero que Nick me haga una casita!! Es bien tierno, es un amor, es guapo , es listo , es guapo, es detallista , es divertido , es guapo y es guapo jajajaja
Siguelaa!!
Esto me esta encantando!!
:D
WOOO yo quiero que Nick me haga una casita!! Es bien tierno, es un amor, es guapo , es listo , es guapo, es detallista , es divertido , es guapo y es guapo jajajaja
Siguelaa!!
Esto me esta encantando!!
:D
Pamm Jonas
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
hay siii Nicho es tan lindo!!! :aah:
Aunque estoy un poco confusa con lo de su vida de Nicho?!
Aunque me encanta!!!! :ilusion: :amor:
Ya quiero saber mas!!!!
Siguela!!!
Aunque estoy un poco confusa con lo de su vida de Nicho?!
Aunque me encanta!!!! :ilusion: :amor:
Ya quiero saber mas!!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Pamm Jonas escribió:Yupi pasamos de página !!
WOOO yo quiero que Nick me haga una casita!! Es bien tierno, es un amor, es guapo , es listo , es guapo, es detallista , es divertido , es guapo y es guapo jajajaja
Siguelaa!!
Esto me esta encantando!!
:D
:corre: :corre: :corre: :corre: :corre:
Siiiiiiiiii, super rápido ya vamos en la pag 3 ;)
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
Yo también quiero un Nicho como él! :(L):
JAJAJJA Okey me quedo claro, es guapo, guapo, guapo y guapo aah y guapo! ;)
:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
& te va a encantar más! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:hay siii Nicho es tan lindo!!! :aah:
Aunque estoy un poco confusa con lo de su vida de Nicho?!
Aunque me encanta!!!! :ilusion: :amor:
Ya quiero saber mas!!!!
Siguela!!!
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
Yo también si encuentran uno yo quiero! *.*
aaah bueno, ya que descubras los secreto del Nicho lo vas a comprender...
& aún mejor los vas a amar MÁS! :ilusion:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 3 (Parte 2) •
Juro que si yo hubiese sido un perro, hubiera tenido los pelos de punta o el rabo entre las piernas. Con mi mamá, no sabía si luchar o acobardarme y exponer mi yugular.
—No sé nada de eso, señora —dijo Nicholas, caminando a mí alrededor, por lo que asumí que mi madre se había quedado sobre mí—. ____(tn) parece de lo más inteligente. De las personas que tienen la cabeza bien puesta.
Mamá chasqueó la lengua tres veces. —La adulación no se considera una virtud, joven. Sobre todo cuando, a estas alturas de la vida, es utilizada por chicos con la esperanza de abrirse camino en los pantalones de una señorita.
—Mamá —le susurré, girándome.
—¿Quién es tu nuevo amigo, ____(tn) —preguntó ella, mirándolo de pies a cabeza como si fuera como todos los días y mucho menos útil que el poliéster.
—Nicholas. —Cuando ella actuaba así, yo mantenía mis respuestas en una palabra.
—Y me gustaría asumir que Nicholas —dijo, como si hundiera sus dientes en una rodaja de limón—, tiene un apellido.
—Jonas —contestó él, tendiéndole la mano, que ella miró como si fuera una carga entorpeciendo uno de sus proyectos.
—Jonas —repitió ella, aunque sonó más como si hubiera dicho “ride her” (Manejarla)—. Por supuesto que lo es.
Increíble. Mi mamá tenía que ser la primera mujer que había mirado a Nicholas, y no se sentía como si algo en su interior palpitara. Incluso un hombre, un hombre heterosexual, hubiera estado más impresionado por Nicholas que mamá.
—Otro perro —suspiró mamá, volteándose y observando la perrera y todo a su alrededor como si debiera ser enviado lejos de la ciudad en el próximo tren—. Mucho para darse cuenta. ¿Cuándo vas a aprender que no puedes salvar al mundo un alma perdida a la vez? —dijo, la dureza que drenaba de su voz, dejaba tras de sí nada más que la tristeza que realmente sentía.
Ella no esperaba una respuesta a esa pregunta, pero, a pesar de que me encontraba a medio camino de la puerta de la caseta y fuera del rango auditivo, todavía le ofrecí una. —Hasta que no haya más almas perdidas para salvar.
—Parece una gran dama —dijo Nicholas desde atrás. Podía sentir que la sonrisa en su rostro era fuerte.
—No tienes ni idea. —Me volví hacia él, deseando que cada vez que lo mirara no se sintiera como si estuviera cayendo por un abismo—. Así que piensas que soy lista, ¿eh?
—Sólo porque decidiste mantener distancia.
Echando un vistazo hacia la perrera, pensé en el tiempo, el dinero y la planificación cautelosa que debió haber tomado para construirlo sin que lo notara, no necesitaba saber los detalles más finos que conformaban a Nicholas Jonas. —¿Quién dijo que decidí mantener distancia?
—Tú lo hiciste —dijo, metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros desgastados de peltre.
—No, no —le dije—. Y si lo hice, me reservo el derecho a cambiar de opinión en cualquier momento.
—Si ese es el caso, entonces me reservo el derecho a retirar mi comentario anterior.
—Hiciste muchos de ellos, ¿exactamente de qué comentario estás hablando? —le pregunté.
Extendiendo la mano, pasó los dedos por los cordones de mis zapatos de punta colgados por encima de mi hombro, como si fuera capaz de romperlas si no tenía cuidado. —Que eras inteligente.
Él podría haber estado a punto de decir o hacer algo más, pero tendría que seguir siendo un misterio, porque en ese momento, "Eight Days a Week" de los Beatles resonó a través de las ventanas. La cena era en treinta minutos.
—¿Tienes hambre?
Acariciando las cintas de color rosa nuevamente, de la forma más cuidadosa que sus manos parecían ser capaces, volvió a mirar hacia la caseta. —Tal vez.
—¿Tal vez? —repetí, disparándole una mirada—. Eres adolescente, uno de súper tamaño. Siempre debes tener hambre.
Hizo una pausa, el conflicto interno era tan fuerte que le cubría la cara.
—Vamos —insistí, agarrando su mano y dándole un tirón—. Mi papá es el mejor cocinero de todos y acabas de conocer a mi madre. No me obligues a ir allí sola.
Exhalando, sus ojos se dirigieron a los míos. —¿Estás segura?
—Absolutamente, positivamente, increíblemente, sin duda.—Levanté una ceja—. ¿Quieres que continúe?
—Detente —dijo, apretando las manos sobre sus oídos.
—Vamos, Drama-saurus Rex —pedí, diciéndole adiós a Rambo, que lucía feliz como una almeja royendo sus huesos, y llevé a Nicholas hasta la calzada de piedra.
—Otro intento débil de humor, ____(tn) —dijo, enrollando sus dedos con los míos—. Tan débil.
—Perdóname, oh dios sagrado de la comedia.
Empujándome mientras subíamos las escaleras, sonrió con esa sonrisa pícara que me hacía sentir los latidos de mi corazón en la boca. —Es bueno ver que estás dispuesta a admitir que soy un dios.
—Oh, Dios —suspiré, sacudiendo la cabeza.
—Exactamente —dijo como si fuera un hecho—. Es la forma en que debes referirte a mí.
Dándole la mirada menos divertida que pude manejar, empujé la pantalla abierta. Lo inevitable ya no podía esperar.
Sentarse a cenar con la familia era lo último en mi lista de prioridades, especialmente teniendo en cuenta que las cenas en los últimos tiempos habían estado marcadas por el silencio y más silencio. A menos que cuenten las miradas que mi madre despedía como una pelota de ping-pong entre papá y yo. Pero sentarse a una cena familiar con Nicholas, un tipo del que sabía muy poco, que me cautivó peligrosamente y que, al menos en la superficie, era un chico con el cual los padres no querían que su hija adolescente gastara su tiempo, esta cena, estaba segura, tenía el potencial para ser épica.
Un desastre épico.
—Algo huele jodidamente bien —dijo Nicholas para mí, olfateando el aire que cargaba con aroma a limón y mantequilla.
Sus palabras no fueron escuchadas sólo por mí, como lo demostraron las dos cabezas de mis padres volviéndose para mirarlo.
El doble golpe de cejas de mi madre llegó al mismo tiempo que sus labios fruncidos. Mi padre sonrió. Verán, mientras mamá veía el mal en todo, la maldición en la vida, papá veía lo bueno. O al menos solía hacerlo, y todavía lo hacía de siete a nueve de la noche.
Nicholas eligió hacer frente a mi madre primero. —Lo siento por el idioma, señora. —Guardó las manos en sus bolsillos—. Me crié en una casa donde maldecir era el segundo idioma. Viene con tanta naturalidad que ni siquiera me doy cuenta. Pero prometo intentar filtrarme cuando estoy en su casa.
Recostándose en la silla, ella se cruzó de brazos. —Siempre me ha parecido que la blasfemia es un sustituto de la inteligencia.
Mi boca se abrió. Incluso esto, para mi mamá, era cruzar un nuevo nivel de crueldad.
La expresión de Nicholas no cambió. —En mi caso, tengo que estar de acuerdo con usted. Mis tarjetas de reporte son como una pesadilla para cualquier padre.
—Y por la sonrisa en tu cara, deduzco que estás orgulloso de eso.
Y ahora, para unirse a mi boca en el suelo, quería meterme en un agujero y esconderme. Lo que sea que se escondía entre las capas que componen a una persona como Nicholas, ni un secreto, ni un crimen o delito merecía aquel grado de maldad.
Mirando hacia Nicholas, me encontré con su rostro, tan sereno como si estuviera diciendo “omm” durante su camino a yoga.
—No, señora —respondió, encogiéndose de hombros.
—¿No como que estás orgulloso o como que no lo estás?
Deslizando su mano de la mía, Nicholas la miró de frente y respondió—: No como que estoy orgulloso de muy pocas cosas en mi vida.
Mamá no tenía una respuesta inmediata para esto. Incluso en su pintado mundo negro, la honestidad de este tipo le daba una pausa. — Suena como precisamente el tipo de triunfador que quiero para pasar tiempo con mi hija.
—Mamá —le susurré con mi voz de amonestación. No es que le afectara de ninguna manera.
—Eso es lo que le dije —aseguró Nicholas—, pero lo que he aprendido acerca de ____(tn), en las pocas horas que hemos pasado juntos, es que es la clase de persona que no permite que nadie decida por ella.
El teléfono celular que mamá mantenía a un brazo de distancia en todo momento, sonó pidiendo atención. Por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, hizo clic en el botón de ignorar. —¿Y qué más has aprendido acerca de ____(tn)? Puesto que eres el experto.
Tomó mi mano entre las suyas, y me deslizó una sonrisa. —Es inteligente, excepto cuando no lo es.
Zumbido de nuevo, mamá levantó el teléfono hacia su oreja. —Vaya revelación —le dijo a Nicholas antes de levantarse y marchar fuera de la cocina, ofreciéndole al otro extremo de la línea, un saludo recortado seguido por un largo suspiro de tres segundos.
—Lo siento —le dije.
—¿Por qué? —preguntó en voz baja— No puedes controlar las acciones de tu madre más de lo que ella puede.
—Mí —dije, tirando de él hacia delante. Uno de los padres fuera, uno más por ir—. ¿No estamos interesantes hoy en día?
—Ese es un término que nadie ha utilizado para describirme antes — contestó él, tirando de su gorrita justo por encima de las cejas. Para todas las mangas largas, jersey, gorras y botas para patear traseros que llevaba, empezaba a preguntarme si tenía la circulación de una mujer de ochenta años.
—Papá —le dije, tocando su hombro.
Él no apartó la mirada de las ollas y sartenes que chisporrotea y hervían en la estufa de gas. —Hola, mi ____(tn) en el cielo…
—Este es Nicholas —lo interrumpí, no quería verme aún más niña de lo que ya me sentía en su presencia.
Levantando un dedo, papá le dio a la salsa de mantequilla de limón un batido final y apagó todos los fuegos. No estaba segura de cómo era capaz de terminar una comida completa al mismo tiempo, pero era un fenómeno que se saltó una generación cuando se trataba de mí.
Dándose la vuelta, se limpió las manos en el delantal. . .
Oh Dios, ¿cómo había yo olvidado el delantal? Los ojos de Nicholas se desorbitaron, pero se recuperó tan rápido que papá ni siquiera se dio cuenta. No es que le habría importado si lo hacía. El delantal había sido un regalo de Italia, Roma, para ser exactos, y representaba la escultura de David en su gloria, en toda su gloria, colgando en lugares anatómicamente correctos.
—Hey, Nicholas —saludó papá, mirando muy contento con toda la transacción.
—Sr. Larson —saludó Nicholas, extendiendo su mano—. Lindo delantal.
Barajando la espátula en la otra mano, papá sacudió Nicholas. —Ya me gustas —dijo, limpiándose una racha de harina de la mejilla—. Un gran nombre, un gusto exquisito en trajes culinarios —continuó, antes de bajar la mirada donde la mano de Nicholas todavía envolvía la mía—. Y te gusta mi hija. Eres un hombre inteligente, Nicholas. —Con un guiño, papá giró de nuevo hacia la estufa, batiendo, volteando y agitando frenéticamente.
—No es difícil reconocer algo especial cuando la vida te tira un montón de mierda en el camino —dijo Nicholas.
—Voy a levantar las manos al cielo por eso —concordó mi padre, mientras yo trabajaba en confirmar que mis pies estuvieran plantados en el suelo. Algo en la forma en que sus ojos se abrieron suaves cuando me miró y dijo “especial” hizo un trabajo sobre mí—. ____(tn) en el cielo —dijo, por encima de su hombro—. ¿Por qué no avanzas el disco unas cuantas canciones y pones para Nicholas aquí su canción de los Beatles?
—No —dijo Nicholas abruptamente. Papá y yo hicimos una pausa, mirando hacia él—. Mi madre adoraba a los Beatles, de ahí el nombre — dijo, la tensión había desaparecido de su voz—. He oído la canción el tiempo suficiente como para durar tres vidas.
Papá estudió a Nicholas un poco más antes de encogerse de hombros. —Bueno, no voy a torturarte con ella nunca más, entonces —dijo—. Pero es una gran canción para ser nombrado por ella. Posiblemente la segunda mejor. —Mirando por encima de mí, sonrió—. Justo después de ____(tn) in the Sky with Diamonds.
—Es una canción acerca de dejar que las drogas enmascaren el dolor de la vida —dijo Nicholas—. Creo que mamá todavía se hallaba chiflada por traerme al mundo cuando me nombraron.
Papá estudió a Nicholas otra vez, como si tratara de poner el dedo en algo que no podía identificar. —También es una canción de amor —dijo—, y dejar que ese amor entre cuando más lo necesitamos.
Nicholas hizo una pausa, algo tan fuerte pasaba por su mente que era visible en los planos de su rostro. Finalmente, se encogió de hombros. — Bueno, sea lo que sea, es sólo un nombre.
—Uno bueno —dijo mi padre, agitando la espátula—. ¿Cuál es tu apellido, Nicholas? —Papá levantó la vista mientras se servía el pollo. —Jonas, señor.
La mano de Nicholas se tensó alrededor de la mía. —Me lo dicen mucho.
—Hmm. —Arrugó la frente—. El nombre no me es conocido, pero tienes una cara que estoy seguro de que he visto antes.
—Crecí en todas partes —respondió Nicholas, su mano apretando con más fuerza.
—La familia de Nicholas compró el lugar de los Chadwicks —intervine, no estoy segura si fue más por Nicholas o por el bienestar de mi mano—. Tal vez por eso lo reconoces.
Papá meditó sobre esto poniendo salsa sobre los platos. —Tal vez — se dijo—. Tal vez no.
—¿Puedo ayudarte, papá? —le pregunté, tirando a Nicholas conmigo. Estaba segura que si dejaba ir su mano, podría ser la última vez que la tuviera en la mía.
—Estos dos están listos para ser servidos —dijo mientras terminaba de ponerle salsa a los otros dos—. Una cosa es segura, hijo. —Mi padre acarició el rostro de Nicholas—. La haya visto antes o no, esa es una muy linda cara.
Yo me acostumbré a ser avergonzada por mis padres, se había vuelto costumbre cuando mi padre se encontraba en el lado malo de la locura y mi madre era la mujer en el poster de la reina del hielo, pero esto golpeó su punto más alto. Papá, casi acariciando la mejilla de Nicholas, bailando alrededor de la cocina con el busto desnudo de una estatua antigua, sonriendo como si estuviera loco como un sombrerero.
Si Nicholas todavía quería verme mañana después del calvario de esta noche, podía manejar casi cualquier otra cosa que le tirara. Esperaba.
Mirando hacia Nicholas, lo encontré mirándome, mirándome como si no pudiera evitarlo. Tal vez es porque yo había actualizado mi rostro de caucásico a Tomate Rojo.
Echando un vistazo hacia la puerta, miré de nuevo a él con expectación. No lo habría culpado tampoco. Como pariente de sangre de esta familia, quería escapar por la puerta más de una docena de veces al día.
Negando una vez, inclinó la cabeza hacia abajo hasta que pude sentir su aliento caliente en mi cuello. —No puedes deshacerte de mí tan fácilmente.
Yo luchaba contra un mal caso de escalofríos en todo el cuerpo, pero conseguí decir de una manera rápida—: Caray.
—¡Mags! —gritó papá hacia las escaleras, llegando a sacudir el infierno fuera de mí y recitar el gabinete de China, al mismo tiempo—. ¡La cena está servida! —Hizo una pausa en la parte inferior de la escalera, esperando una respuesta, que yo sabía hace mucho tiempo que nunca recibirá. El único ser humano en la tierra que mi madre descuidaba más que a mí, era mi papá. Unos segundo más pasaron antes de que se diera la vuelta y se dirigiera hacia la mesa donde Nicholas y yo tomábamos nuestros asientos.
—Espero que les guste —dijo mientras colocaba la Piccata de pollo delante de Nicholas.
Mirando hacia mí, con sus ojos llenos de intención, Nicholas respondió—: Ya lo hace.
—No sé nada de eso, señora —dijo Nicholas, caminando a mí alrededor, por lo que asumí que mi madre se había quedado sobre mí—. ____(tn) parece de lo más inteligente. De las personas que tienen la cabeza bien puesta.
Mamá chasqueó la lengua tres veces. —La adulación no se considera una virtud, joven. Sobre todo cuando, a estas alturas de la vida, es utilizada por chicos con la esperanza de abrirse camino en los pantalones de una señorita.
—Mamá —le susurré, girándome.
—¿Quién es tu nuevo amigo, ____(tn) —preguntó ella, mirándolo de pies a cabeza como si fuera como todos los días y mucho menos útil que el poliéster.
—Nicholas. —Cuando ella actuaba así, yo mantenía mis respuestas en una palabra.
—Y me gustaría asumir que Nicholas —dijo, como si hundiera sus dientes en una rodaja de limón—, tiene un apellido.
—Jonas —contestó él, tendiéndole la mano, que ella miró como si fuera una carga entorpeciendo uno de sus proyectos.
—Jonas —repitió ella, aunque sonó más como si hubiera dicho “ride her” (Manejarla)—. Por supuesto que lo es.
Increíble. Mi mamá tenía que ser la primera mujer que había mirado a Nicholas, y no se sentía como si algo en su interior palpitara. Incluso un hombre, un hombre heterosexual, hubiera estado más impresionado por Nicholas que mamá.
—Otro perro —suspiró mamá, volteándose y observando la perrera y todo a su alrededor como si debiera ser enviado lejos de la ciudad en el próximo tren—. Mucho para darse cuenta. ¿Cuándo vas a aprender que no puedes salvar al mundo un alma perdida a la vez? —dijo, la dureza que drenaba de su voz, dejaba tras de sí nada más que la tristeza que realmente sentía.
Ella no esperaba una respuesta a esa pregunta, pero, a pesar de que me encontraba a medio camino de la puerta de la caseta y fuera del rango auditivo, todavía le ofrecí una. —Hasta que no haya más almas perdidas para salvar.
—Parece una gran dama —dijo Nicholas desde atrás. Podía sentir que la sonrisa en su rostro era fuerte.
—No tienes ni idea. —Me volví hacia él, deseando que cada vez que lo mirara no se sintiera como si estuviera cayendo por un abismo—. Así que piensas que soy lista, ¿eh?
—Sólo porque decidiste mantener distancia.
Echando un vistazo hacia la perrera, pensé en el tiempo, el dinero y la planificación cautelosa que debió haber tomado para construirlo sin que lo notara, no necesitaba saber los detalles más finos que conformaban a Nicholas Jonas. —¿Quién dijo que decidí mantener distancia?
—Tú lo hiciste —dijo, metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros desgastados de peltre.
—No, no —le dije—. Y si lo hice, me reservo el derecho a cambiar de opinión en cualquier momento.
—Si ese es el caso, entonces me reservo el derecho a retirar mi comentario anterior.
—Hiciste muchos de ellos, ¿exactamente de qué comentario estás hablando? —le pregunté.
Extendiendo la mano, pasó los dedos por los cordones de mis zapatos de punta colgados por encima de mi hombro, como si fuera capaz de romperlas si no tenía cuidado. —Que eras inteligente.
Él podría haber estado a punto de decir o hacer algo más, pero tendría que seguir siendo un misterio, porque en ese momento, "Eight Days a Week" de los Beatles resonó a través de las ventanas. La cena era en treinta minutos.
—¿Tienes hambre?
Acariciando las cintas de color rosa nuevamente, de la forma más cuidadosa que sus manos parecían ser capaces, volvió a mirar hacia la caseta. —Tal vez.
—¿Tal vez? —repetí, disparándole una mirada—. Eres adolescente, uno de súper tamaño. Siempre debes tener hambre.
Hizo una pausa, el conflicto interno era tan fuerte que le cubría la cara.
—Vamos —insistí, agarrando su mano y dándole un tirón—. Mi papá es el mejor cocinero de todos y acabas de conocer a mi madre. No me obligues a ir allí sola.
Exhalando, sus ojos se dirigieron a los míos. —¿Estás segura?
—Absolutamente, positivamente, increíblemente, sin duda.—Levanté una ceja—. ¿Quieres que continúe?
—Detente —dijo, apretando las manos sobre sus oídos.
—Vamos, Drama-saurus Rex —pedí, diciéndole adiós a Rambo, que lucía feliz como una almeja royendo sus huesos, y llevé a Nicholas hasta la calzada de piedra.
—Otro intento débil de humor, ____(tn) —dijo, enrollando sus dedos con los míos—. Tan débil.
—Perdóname, oh dios sagrado de la comedia.
Empujándome mientras subíamos las escaleras, sonrió con esa sonrisa pícara que me hacía sentir los latidos de mi corazón en la boca. —Es bueno ver que estás dispuesta a admitir que soy un dios.
—Oh, Dios —suspiré, sacudiendo la cabeza.
—Exactamente —dijo como si fuera un hecho—. Es la forma en que debes referirte a mí.
Dándole la mirada menos divertida que pude manejar, empujé la pantalla abierta. Lo inevitable ya no podía esperar.
Sentarse a cenar con la familia era lo último en mi lista de prioridades, especialmente teniendo en cuenta que las cenas en los últimos tiempos habían estado marcadas por el silencio y más silencio. A menos que cuenten las miradas que mi madre despedía como una pelota de ping-pong entre papá y yo. Pero sentarse a una cena familiar con Nicholas, un tipo del que sabía muy poco, que me cautivó peligrosamente y que, al menos en la superficie, era un chico con el cual los padres no querían que su hija adolescente gastara su tiempo, esta cena, estaba segura, tenía el potencial para ser épica.
Un desastre épico.
—Algo huele jodidamente bien —dijo Nicholas para mí, olfateando el aire que cargaba con aroma a limón y mantequilla.
Sus palabras no fueron escuchadas sólo por mí, como lo demostraron las dos cabezas de mis padres volviéndose para mirarlo.
El doble golpe de cejas de mi madre llegó al mismo tiempo que sus labios fruncidos. Mi padre sonrió. Verán, mientras mamá veía el mal en todo, la maldición en la vida, papá veía lo bueno. O al menos solía hacerlo, y todavía lo hacía de siete a nueve de la noche.
Nicholas eligió hacer frente a mi madre primero. —Lo siento por el idioma, señora. —Guardó las manos en sus bolsillos—. Me crié en una casa donde maldecir era el segundo idioma. Viene con tanta naturalidad que ni siquiera me doy cuenta. Pero prometo intentar filtrarme cuando estoy en su casa.
Recostándose en la silla, ella se cruzó de brazos. —Siempre me ha parecido que la blasfemia es un sustituto de la inteligencia.
Mi boca se abrió. Incluso esto, para mi mamá, era cruzar un nuevo nivel de crueldad.
La expresión de Nicholas no cambió. —En mi caso, tengo que estar de acuerdo con usted. Mis tarjetas de reporte son como una pesadilla para cualquier padre.
—Y por la sonrisa en tu cara, deduzco que estás orgulloso de eso.
Y ahora, para unirse a mi boca en el suelo, quería meterme en un agujero y esconderme. Lo que sea que se escondía entre las capas que componen a una persona como Nicholas, ni un secreto, ni un crimen o delito merecía aquel grado de maldad.
Mirando hacia Nicholas, me encontré con su rostro, tan sereno como si estuviera diciendo “omm” durante su camino a yoga.
—No, señora —respondió, encogiéndose de hombros.
—¿No como que estás orgulloso o como que no lo estás?
Deslizando su mano de la mía, Nicholas la miró de frente y respondió—: No como que estoy orgulloso de muy pocas cosas en mi vida.
Mamá no tenía una respuesta inmediata para esto. Incluso en su pintado mundo negro, la honestidad de este tipo le daba una pausa. — Suena como precisamente el tipo de triunfador que quiero para pasar tiempo con mi hija.
—Mamá —le susurré con mi voz de amonestación. No es que le afectara de ninguna manera.
—Eso es lo que le dije —aseguró Nicholas—, pero lo que he aprendido acerca de ____(tn), en las pocas horas que hemos pasado juntos, es que es la clase de persona que no permite que nadie decida por ella.
El teléfono celular que mamá mantenía a un brazo de distancia en todo momento, sonó pidiendo atención. Por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, hizo clic en el botón de ignorar. —¿Y qué más has aprendido acerca de ____(tn)? Puesto que eres el experto.
Tomó mi mano entre las suyas, y me deslizó una sonrisa. —Es inteligente, excepto cuando no lo es.
Zumbido de nuevo, mamá levantó el teléfono hacia su oreja. —Vaya revelación —le dijo a Nicholas antes de levantarse y marchar fuera de la cocina, ofreciéndole al otro extremo de la línea, un saludo recortado seguido por un largo suspiro de tres segundos.
—Lo siento —le dije.
—¿Por qué? —preguntó en voz baja— No puedes controlar las acciones de tu madre más de lo que ella puede.
—Mí —dije, tirando de él hacia delante. Uno de los padres fuera, uno más por ir—. ¿No estamos interesantes hoy en día?
—Ese es un término que nadie ha utilizado para describirme antes — contestó él, tirando de su gorrita justo por encima de las cejas. Para todas las mangas largas, jersey, gorras y botas para patear traseros que llevaba, empezaba a preguntarme si tenía la circulación de una mujer de ochenta años.
—Papá —le dije, tocando su hombro.
Él no apartó la mirada de las ollas y sartenes que chisporrotea y hervían en la estufa de gas. —Hola, mi ____(tn) en el cielo…
—Este es Nicholas —lo interrumpí, no quería verme aún más niña de lo que ya me sentía en su presencia.
Levantando un dedo, papá le dio a la salsa de mantequilla de limón un batido final y apagó todos los fuegos. No estaba segura de cómo era capaz de terminar una comida completa al mismo tiempo, pero era un fenómeno que se saltó una generación cuando se trataba de mí.
Dándose la vuelta, se limpió las manos en el delantal. . .
Oh Dios, ¿cómo había yo olvidado el delantal? Los ojos de Nicholas se desorbitaron, pero se recuperó tan rápido que papá ni siquiera se dio cuenta. No es que le habría importado si lo hacía. El delantal había sido un regalo de Italia, Roma, para ser exactos, y representaba la escultura de David en su gloria, en toda su gloria, colgando en lugares anatómicamente correctos.
—Hey, Nicholas —saludó papá, mirando muy contento con toda la transacción.
—Sr. Larson —saludó Nicholas, extendiendo su mano—. Lindo delantal.
Barajando la espátula en la otra mano, papá sacudió Nicholas. —Ya me gustas —dijo, limpiándose una racha de harina de la mejilla—. Un gran nombre, un gusto exquisito en trajes culinarios —continuó, antes de bajar la mirada donde la mano de Nicholas todavía envolvía la mía—. Y te gusta mi hija. Eres un hombre inteligente, Nicholas. —Con un guiño, papá giró de nuevo hacia la estufa, batiendo, volteando y agitando frenéticamente.
—No es difícil reconocer algo especial cuando la vida te tira un montón de mierda en el camino —dijo Nicholas.
—Voy a levantar las manos al cielo por eso —concordó mi padre, mientras yo trabajaba en confirmar que mis pies estuvieran plantados en el suelo. Algo en la forma en que sus ojos se abrieron suaves cuando me miró y dijo “especial” hizo un trabajo sobre mí—. ____(tn) en el cielo —dijo, por encima de su hombro—. ¿Por qué no avanzas el disco unas cuantas canciones y pones para Nicholas aquí su canción de los Beatles?
—No —dijo Nicholas abruptamente. Papá y yo hicimos una pausa, mirando hacia él—. Mi madre adoraba a los Beatles, de ahí el nombre — dijo, la tensión había desaparecido de su voz—. He oído la canción el tiempo suficiente como para durar tres vidas.
Papá estudió a Nicholas un poco más antes de encogerse de hombros. —Bueno, no voy a torturarte con ella nunca más, entonces —dijo—. Pero es una gran canción para ser nombrado por ella. Posiblemente la segunda mejor. —Mirando por encima de mí, sonrió—. Justo después de ____(tn) in the Sky with Diamonds.
—Es una canción acerca de dejar que las drogas enmascaren el dolor de la vida —dijo Nicholas—. Creo que mamá todavía se hallaba chiflada por traerme al mundo cuando me nombraron.
Papá estudió a Nicholas otra vez, como si tratara de poner el dedo en algo que no podía identificar. —También es una canción de amor —dijo—, y dejar que ese amor entre cuando más lo necesitamos.
Nicholas hizo una pausa, algo tan fuerte pasaba por su mente que era visible en los planos de su rostro. Finalmente, se encogió de hombros. — Bueno, sea lo que sea, es sólo un nombre.
—Uno bueno —dijo mi padre, agitando la espátula—. ¿Cuál es tu apellido, Nicholas? —Papá levantó la vista mientras se servía el pollo. —Jonas, señor.
La mano de Nicholas se tensó alrededor de la mía. —Me lo dicen mucho.
—Hmm. —Arrugó la frente—. El nombre no me es conocido, pero tienes una cara que estoy seguro de que he visto antes.
—Crecí en todas partes —respondió Nicholas, su mano apretando con más fuerza.
—La familia de Nicholas compró el lugar de los Chadwicks —intervine, no estoy segura si fue más por Nicholas o por el bienestar de mi mano—. Tal vez por eso lo reconoces.
Papá meditó sobre esto poniendo salsa sobre los platos. —Tal vez — se dijo—. Tal vez no.
—¿Puedo ayudarte, papá? —le pregunté, tirando a Nicholas conmigo. Estaba segura que si dejaba ir su mano, podría ser la última vez que la tuviera en la mía.
—Estos dos están listos para ser servidos —dijo mientras terminaba de ponerle salsa a los otros dos—. Una cosa es segura, hijo. —Mi padre acarició el rostro de Nicholas—. La haya visto antes o no, esa es una muy linda cara.
Yo me acostumbré a ser avergonzada por mis padres, se había vuelto costumbre cuando mi padre se encontraba en el lado malo de la locura y mi madre era la mujer en el poster de la reina del hielo, pero esto golpeó su punto más alto. Papá, casi acariciando la mejilla de Nicholas, bailando alrededor de la cocina con el busto desnudo de una estatua antigua, sonriendo como si estuviera loco como un sombrerero.
Si Nicholas todavía quería verme mañana después del calvario de esta noche, podía manejar casi cualquier otra cosa que le tirara. Esperaba.
Mirando hacia Nicholas, lo encontré mirándome, mirándome como si no pudiera evitarlo. Tal vez es porque yo había actualizado mi rostro de caucásico a Tomate Rojo.
Echando un vistazo hacia la puerta, miré de nuevo a él con expectación. No lo habría culpado tampoco. Como pariente de sangre de esta familia, quería escapar por la puerta más de una docena de veces al día.
Negando una vez, inclinó la cabeza hacia abajo hasta que pude sentir su aliento caliente en mi cuello. —No puedes deshacerte de mí tan fácilmente.
Yo luchaba contra un mal caso de escalofríos en todo el cuerpo, pero conseguí decir de una manera rápida—: Caray.
—¡Mags! —gritó papá hacia las escaleras, llegando a sacudir el infierno fuera de mí y recitar el gabinete de China, al mismo tiempo—. ¡La cena está servida! —Hizo una pausa en la parte inferior de la escalera, esperando una respuesta, que yo sabía hace mucho tiempo que nunca recibirá. El único ser humano en la tierra que mi madre descuidaba más que a mí, era mi papá. Unos segundo más pasaron antes de que se diera la vuelta y se dirigiera hacia la mesa donde Nicholas y yo tomábamos nuestros asientos.
—Espero que les guste —dijo mientras colocaba la Piccata de pollo delante de Nicholas.
Mirando hacia mí, con sus ojos llenos de intención, Nicholas respondió—: Ya lo hace.
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
:amor: :amor: :amor: :amor: :amor:
:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
Con cada capitulo me enamoro más del Nicho! :(L):
Al alguna le pasa lo mismo! (?
aaah & btw con cada capi la mami de la rayiz me da más miedo!
Disfruten de la nove! ;)
Las leo después! *.*
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
ahi si el Nicho es tan dfghjks :amor: :aah: :ilusion:
Me encanta!!!! Lo amo!!!
Si, su mama de la rayiz da mucho miedo :misery:
Porque es asi???
En cambio el papa es tan chistoso :xd:
Ya me imagino como es vivir con él
Siguela!!!!
Me encanta!!!! Lo amo!!!
Si, su mama de la rayiz da mucho miedo :misery:
Porque es asi???
En cambio el papa es tan chistoso :xd:
Ya me imagino como es vivir con él
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
JAJAJA ESTA claro que si me da miedo la mamá de la rayis ..Holaaaa ...Nueva Lectora y si nicholas se esta ganan again mi corizon jajajaja no puedo creer que el papá de ella haga eso y nick no se espante jajajaj es que fue algo rarito y la historia bueno este capitulo no se porque pero me sono como la cancion Mine De Taylor Swift jajaja n.n nose por que jajaja Y bueno eso jaja besos :bye:
Última edición por Unbroken! el Dom 17 Mar 2013, 1:41 pm, editado 2 veces
Unbroken!
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Lo ame
:imdead:
Y si! Con cada capitulo amo al Nicho! :amor:
Y con cada capitulo me dan ganas de estrangular a la mamá de la rayis :gasp:
Adoro la novela!
Una pregunta querida amiga ¿Has leido Hush Hush?
Yo voy en el segundo libro
Bueno
Siguela pronto
Kiss xx.
:imdead:
Y si! Con cada capitulo amo al Nicho! :amor:
Y con cada capitulo me dan ganas de estrangular a la mamá de la rayis :gasp:
Adoro la novela!
Una pregunta querida amiga ¿Has leido Hush Hush?
Yo voy en el segundo libro
Bueno
Siguela pronto
Kiss xx.
Val x.
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Pero que ma tan mas extraña.... Le gana a la miaaaaa!!!!!!!!!!....... Pero nick se saco un Díez por enfrentar a la señora....... Además creo que los papas de la rayis..... Son extraterrestres...
chelis
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahi si el Nicho es tan dfghjks :amor: :aah: :ilusion:
Me encanta!!!! Lo amo!!!
Si, su mama de la rayiz da mucho miedo :misery:
Porque es asi???
En cambio el papa es tan chistoso :xd:
Ya me imagino como es vivir con él
Siguela!!!!
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
El Nicho es el mejor! *.*
:gasp: :gasp: :gasp: :gasp:
Ya sé, la señora quedo con trauma debido a una situación....
:imdead: :imdead: :imdead: :imdead:
Su papá es buena onda! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Unbroken! escribió: JAJAJA ESTA claro que si me da miedo la mamá de la rayis ..Holaaaa ...Nueva Lectora y si nicholas se esta ganan again mi corizon jajajaja no puedo creer que el papá de ella haga eso y nick no se espante jajajaj es que fue algo rarito y la historia bueno este capitulo no se porque pero me sono como la cancion Mine De Taylor Swift jajaja n.n nose por que jajaja Y bueno eso jaja besos :bye:
Bienvenida! *.* :hug:
Me da mucho gusto leerte por acá! ;)
JAJAJAJ siiiiiiiii, la mama de la rayiz es la reina del hielo! xD :scratch:
El Nicho :(L): es perfecto en todo! *.*
JAJAJ te falta leer un buen de aventuras más entre estos dos! ;)
Cierto, tiene algo que ver con la canción!
Nos estamos leyendo!
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Lo ame
:imdead:
Y si! Con cada capitulo amo al Nicho! :amor:
Y con cada capitulo me dan ganas de estrangular a la mamá de la rayis :gasp:
Adoro la novela!
Una pregunta querida amiga ¿Has leido Hush Hush?
Yo voy en el segundo libro
Bueno
Siguela pronto
Kiss xx.
Hola! :3
Me da gusto que la nove te este encantando! ;)
Es genial eh! :hug: aunque no todo es miel sobre hojuelas....
JAJAJAJA siiiiiiiiiiii, te apoyo, demosle a la mama de la rayiz una sacudida a ver si se compone! :twisted:
Siiiiiiiiiiii, ya me leí TODOS los libros de Hush, Hush, vas a AMAR el último *.*
Es taaaaaaaan genial! :aah:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:Pero que ma tan mas extraña.... Le gana a la miaaaaa!!!!!!!!!!....... Pero nick se saco un Díez por enfrentar a la señora....... Además creo que los papas de la rayis..... Son extraterrestres...
Ya seeeeeeee!
La señora es tan, tan, tan :wut:
El Nicho tiene Sobresaliente en TODO! :(L):
JAJAJAJA estraterrestes xD me gusta tu teoría! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
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