El Robot del Placer (Joe y tú)

sigue me encanta :D

Sigueelaaa!

ForJoeJonas escribió:Chicas siento muchísimo no haberles subido capi ayer pero es que me sentía mal y estube todo el dia en cama :S
Como gracias a Dios hoy me siento bien les quería decir que tengo pensado subirles un capi completo a manera de rcompensa xDDDD

Un besoooote

si!!!!!!!!!!!!!1
pero ahora estas bien no Ade?
capi capi capi!!!!
te quiero amiga!!!

que bueno que te sientes mejor :D
y ya espero el capi
me enanta LA NOVE

siguela

TTTTUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!
COMOO SE TE OCURREEE DEJARLA ASI?!??!?!
QUIERO CAP AHORA MISMO!

Look at me now (8) xD
Tequiieroo Corazoncittoo :hug:

ESPERO CAP CORAZÓN ♥

Hey, girls! Ade is here!
Aquí le straigo su capitulo completo+ imagen oficial de la nove!

Enjoy it!






Por primera vez desde que él había dado un paso fuera de su cocina, ______ sintió totalmente el control y se deleitó con ese sentimiento. Animada por el consentimiento de él, deslizó sus manos a lo largo de la veta entre sus nalgas y más abajo, estirándose entre sus piernas para ahuecar sus pelotas.



[b]Capítulo 4


—¡Bruja! —Joe liberó todo su aliento en un siseo cuando las manos jabonosas envolvieron su saco. ¡Dulce Jesús! Habían pasado siglos desde que sintió algo tan maravilloso. Rectificó su postura para darle un mayor acceso, dejando caer su cabeza hacia delante a medida que su cuerpo se tensaba—. Continúa así, _____, y me correré contra la pared.
—¿Te gusta esto? —Le preguntó ella, con voz ronca.
Él gimió.
—¿A qué hombre no?
—¿A qué hombre? Hmm. —Una de sus pequeñas manos dejó sus pelotas y rodeó y apretó una nalga, a continuación trazó un camino a lo largo del pliegue de su culo, una uña raspando la hendidura—. ¿Esto también?
La descarada mujer se acercaba a territorio peligroso, prohibido.
—Ten cuidado ahora —advirtió él.
Ella se rió, un bajo y sensual sonido que envió escalofríos por su espina dorsal.
—Tal vez quiero ver tu… hardware en acción.
Una sonrisa tiró de su boca.
—Mi hardware es de acero templado. ¿Te gustaría probar el filo de mí acero?
—Quizás quiero explorar este territorio prohibido. Me gustaría probar la aventura, contrabandista. —Su uña rozó su ano.
Su cuerpo se estremeció y él perdió todo rastro de diversión.
—¡Suficiente!
—Date la vuelta —susurró ella.
Metiendo lentamente aire en sus pulmones, él empujó los azulejos gris pizarra y se dio la vuelta. La encontró arrodillada delante de él, su piel teñida de un esplendoroso color que pintó sus mejillas, su cuello, y las cimas de sus pequeños pechos redondos. Las puntas de sus pezones habían florecido a un pletórico rojo rosado.
Las manos de ella se ahuecaron en torno a una nube de burbujas de jabón, mientras él miraba como la levantaba para rodear su polla, deslizando el jabón a lo largo de su longitud.
Sin invitación expresa, sus caderas se sacudieron hacia delante, deslizándose entre las palmas de ella, y sus ojos se fueron cerrando. Todo pensamiento y sensación quedó reducido a la suave y constante lluvia de la ducha que llenó sus pulmones de calor húmedo y el deslizamiento y la caricia de sus manos.
Sus ágiles dedos se deslizaron hacia arriba, a la corona, los pulgares rodearon su carne hinchada. Apretaron y bajaron girando y luego subieron al eje otra vez. Gradualmente, sus caricias se hicieron más firmes, más rápidas, arrancándole gemidos desde lo más profundo de su pecho.
Sus caderas siguieron su ritmo, golpeando, sacudiéndose, y finalmente él se soltó.
—¡Suficiente! —repitió, abriendo los ojos.
La boca de ______ estaba abierta, su cara ruborizada, los párpados de sus ojos pesados por la pasión. Su pelo era una capa oscura, lisa como la piel de foca. El agua corría en riachuelos por su cara, curvándose en la barbilla y cuello para gotear de las tersas puntas de sus pechos.
De repente se sintió hambriento por probarlos. Se inclinó hacia abajo y enganchó las manos por debajo de los brazos y tiró de ella hacia arriba, dando dos pasos hasta presionarle la espalda contra la pared, con los pies colgando unos centímetros por encima del suelo. Con un gruñido bajo que retumbó desde su pecho, él sepultó su cara contra los mullidos pechos y frotó sus mejillas barbudas, sus labios, y su nariz contra los hinchados botones.
Las piernas de ella se elevaron, una después de la otra rodeando su cintura, haciendo entrar su ingle en la cuna de sus muslos.
Él hizo rotar sus caderas para mover su polla contra su monte de Venus mientras sus dientes se cerraron alrededor del firme brote.
—¡Ah! —Sus manos agarraron su pelo, tirando de su cara para apretarla más contra su pecho—. ¡Más fuerte!
Él mordisqueó y mordió, torturando suavemente la punta, calibrando su placer por el meneo de su culo.
—¡Entra dentro de mí! —ordenó ella.
Él dejó ir el brote y examinó su cara.
—Cuando esté listo. Ni un segundo antes.
—¡Bastardo! —Sus manos empujaron la cara de él hacia el otro pecho.
Como él estaba dispuesto a darse un festín allí, siguió su sugerencia. Abrió la boca ampliamente y succionó tanto de su pecho dentro de sí como pudo con su lengua lamiendo el pezón. Sus manos se arrastraron hacia abajo por sus costados y agarró las nalgas de ella en un duro agarre para levantarla y bajarla mientras frotaba su polla a lo largo del surco de su sexo.
Su aliento se atrapó en un gemido.
—¡Por favor!
Como moriría si esperaba un momento más —no porque ella lo pidiera— él empujó entre sus piernas, buscando su apertura.
Con una impaciencia que satisfizo al pirata dentro de él, ella rodeó sus caderas, incitándolo hasta el núcleo de su coño.
Cuando sintió el interior de ella caliente, húmedo, presionando contra la corona de su propio sexo, se propulsó hacia delante, sepultándose dentro de ella en un único y profundo golpe. Las paredes de su vagina se cerraron alrededor de él como un guante mojado, aterciopelado, acariciando su eje con el balanceo y el agarre de sus músculos interiores.
Ahora mismo el Cielo era ese canal caliente y apretado.
Sus miradas conectaron. Joe tomó varias respiraciones profundas, preparándose para la tormenta.
—¿Lista, ______?
Ella asintió, y sus dedos se clavaron en sus hombros.
Sus manos la levantaron al mismo tiempo que él flexionaba sus glúteos hacia atrás, sacándola casi del todo fuera.
Los dientes de ella mordieron su labio inferior y gimió otra vez, un pequeño lloriqueo tan femenino que el macho en él quiso rugir.
Con un gemido, tiró de ella hacia abajo, mientras que su polla empujaba en su interior de nuevo, sus manos y sus caderas moviéndose en sentido contrario. Inclinándose hacia adelante, él tomó su boca, su lengua deslizándose entre sus labios. Tragándose sus gritos mientras él saqueaba su dulce coño.
Con el agua cayendo sobre ellos, Joe palpitó dentro del cuerpo de ella, a un golpe de estallar, pero luchó contra la necesidad de rendirse. Demasiados meses habían pasado desde que se había enterrado dentro de una mujer a la que no hubiera pagado para una noche de placer. Independientemente de sus motivos para este fin de semana de lujuria, los gritos de ________ no eran ensayados o calculados para aumentar su fervor.
No, la verdad de su deseo estaba en los surcos que ella imprimía en sus hombros, en los gritos apretados desde la parte de atrás de su garganta y el temblor de su vientre cuando ella ascendió hacia su clímax.
Acercándose al final de la tormenta, Joe retiró su boca de la suya y miró fijamente en sus ojos entrecerrados.
─Córrete para mí, nena.
—Estoy allí. Casi allí. —Con los ojos apretados con fuerza, jadeó y ciñó sus piernas entorno a la cintura de él. Su aliento quedó atrapado en un grito ahogado—. ¡Ahora! ¡Está pasando ahora!
Joe apretó los dientes e incrustó sus caderas en las de ella tan fuerte como pudo, sacando el aliento de su cuerpo en bocanadas.
—¡Sí! ¡Sí! —cantó ella, y luego su voz se rompió en un grito, Joe sintió la convulsión del orgasmo de ella palpitando alrededor de su polla, agarrándolo en vibrantes ondas.
—Sí, nena. ¡Ahora! —Él se incrustó de golpe en ella y explotó, sus muslos, pelotas, y polla apretándose, arrojando un chorro de caliente semen profundamente dentro de su cuerpo.
Él se estremeció, dejando al vibrante coño exprimir hasta la última gota de pasión de su cuerpo.
Ella se retorció sobre su vara, sus gemidos cada vez más tenues y jadeantes, hasta que se derrumbó contra su pecho.
Finalmente, agotado, se estremeció, pero se mantuvo presionando tan dentro de ella como podía alcanzar. Reacio a romper la unión, él siguió meciéndose hasta bien pasado el último pulso tembloroso de su vaina caliente.
Los dedos de ______ rastrillaron ligeramente hacia abajo su espalda. Sus besos, ligeros y temblorosos, tocaron sus labios y barbilla.
Él sonrió ante su muestra de afecto desinhibida y se giró para capturar el siguiente con un beso propio con la boca abierta. Comió sus labios, sorbió su lengua, y finalmente se apartó para contemplar su cara.
Los ojos de ella permanecían con una mirada deslumbrada. Sus labios estaban flojos e hinchados. La visión era profundamente satisfactoria. Sin embargo, la piel alrededor de su boca y barbilla era de un rojo furioso.
—La barba tendrá que desaparecer, mi amor. Estás rozada.
—Hmmm —gimió ella con una sonrisa soñadora en su cara—. Nunca he oído que eso se ponga realmente de esta manera.
—Tu cara, amor —dijo suprimiendo una sonrisa—. Tienes rozaduras a causa de la barba.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¡Oh! —Ella se tocó las mejillas cautelosamente y se estremeció—. ¡Definitivamente tiene que desaparecer! —Su sempiterno ceño volvió en represalia—. Uno pensaría que con todas sus investigaciones de mercado Playthings sabría hacerlo mejor.
Joe suspiró, lamentando retirar su polla de la caliente funda de su coño. Entonces recordó sus insultos anteriores y vaciló antes de retirarse.
—Dime que no es suficiente para satisfacerte.
Ella le empujó el pecho, y a continuación resopló cuando él se negó a abandonar su asimiento.
—¿Haces alguna vez preguntas? ¿O estás programado para dar órdenes?
—¿Programado? Tú eres un poco rara. Soy lo que soy. El capitán de mi propia nave. No hago peticiones. —Él apretó sus nalgas—. Contesta a mi pregunta.
Ella arqueó una ceja.
—¿No podrías decirlo tú?
—Soy sólo un hombre, amor. No un adivino. —Bajó las cejas y gruñó—. Tú tenías ciertas… expectativas, o eso me dijiste antes.
Un rubor bañó su cara.
—No quedé decepcionada —dijo ella cortante.
Él gruñó. Había buscado una pomposa alabanza y había encontrado un comentario tacaño por no decir menos. De una manera rara, él se sintió motivado ahora a meterse bajo su falda, después de recuperarse, por supuesto.
—Para que sepas cuál es mi postura. No voy a permitir más insultos a mi maltratada polla.
Una sonrisa tensa, decidida, rizó las esquinas de sus labios, y ella apretó sus músculos interiores.
—¿Esto es maltrato?
Su mástil agradeció su calistenia y alargó su vela. Bombeó su polla dos veces, sólo exploraciones superficiales. Miró su piel enrojecida, luego suspiró y se retiró.
—La barba, luego te amaré correctamente. ¿Tienes una maquinilla de afeitar?
Ambas delgadas cejas se elevaron.
—¿Maquinilla de afeitar? ¿De qué siglo eres? No conozco a nadie que use una maquinilla de afeitar.
—Me gusta la raspadura de una hoja en mi cara.
—Bueno, no poseo ninguna —dijo, levantando la barbilla—. Pero tengo otra cosa. Es mejor, menos bárbaro.
—Tráela —dijo él, sus palabras cortantes.
La sostuvo mientras ella desenvolvía sus piernas y se dejó caer al suelo del habitáculo de la ducha. Apartando de un empujón el pecho de él, metió la mano en un estante empotrado y sacó un pequeño bote plateado. Con un giro, lo abrió y arremolinó sus dedos dentro. Ella entrecerró sus ojos y alargó la mano hacia su cara con un pegote de crema rosada en las yemas de los dedos.
Los ojos de él se entornaron con sospecha. Agarró su mano, tiró de sus dedos hasta su nariz, y olió.
—¡Esto huele a flores!
______ puso los ojos en blanco.
—Esto es un depilatorio.
—No me importa lo que sea. No voy a oler como un jardín de rosas rojas.
—No seas tonto. Se quita con agua.
—Simplemente dame una cuchilla de afeitar o una hoja afilada. Me encargaré de mi barba a mi manera.
—Bien, no tengo ninguna de las dos. —Ella inclinó su cabeza hacia un lado y le dio un vistazo cauteloso—. ¿O tienes otra razón por la que no deberías quitarte la barba?
Con las manos en las caderas, él se inclinó sobre ella, intentando intimidarla con su tamaño superior.
—No escondo una barbilla débil.
Ella arqueó una ceja.
—¿Acné, entonces?
—¡No!
—¿Una marca de nacimiento?
Él frunció el ceño, entrecerrando los ojos en una ardiente mirada que habría enviado a muchos de su tripulación a escabullirse.
La expresión de ella se puso pensativa.
—¿Es debido a tu, eh, piel?
—¿Qué pasa con mi piel?
—¿Se derretiría?
—¿Lo haría la tuya? —le preguntó él, alcanzando y alisando con sus manos los costados de ella. ¿Acaso pensaba ella que su piel era más delicada que la suya?
—Yo solo estaba preguntando. —Ella arrugó su nariz—. No hay necesidad de ponerse susceptible. Pensé que podría haber una buena razón para que no puedas perder tu barba.
Él resopló. Ella no lo iba a dejar pasar. Era una mujer increíblemente testaruda.
—¡Joder! Sólo olvídalo.
—Te comportas como un crío. —Los labios de ella se curvaron en una sonrisa.
Joe puso los ojos en blanco mirando al techo. Ella no tenía idea de cómo de cerca estaba de volver a apoyarla contra la pared de nuevo.
Ella le tocó con la yema del dedo el lado de su cara. Él sintió un cosquilleo de calor, y luego ella cepilló su mejilla. Sus dedos sostuvieron un puñado de pelo. Le agarró la barbilla y tiró hacia abajo su cara, frunciendo el ceño mientras lo examinaba.
—Parece que esto no te hará ningún daño.
Le untó más crema.
—Ahora ponte bajo el agua.

Él anduvo hacia el chorro de la ducha y ella barrió lo último de su espesa barba con las manos. Entonces retrocedió y le miró la cara.
—¡Oh, sí! —Su expresión era admirativa.
Él levantó una ceja.
—¿Debo entender que no me rechazas completamente?
—¿Hmmm? —Ella siguió mirándolo fijamente.
Aunque halagado de que su cara la hubiera dejado muda, le dio un toque en la punta de su nariz con el dedo.
—¡Presta atención!
La mirada de ella descendió a su pecho y una pequeña sonrisa malvada estiró sus labios.
Él le levantó la barbilla y la miró a la cara echando chispas por los ojos:
—¡Oh no, tú no! El vello del pecho se queda.
—¿Por qué? —le preguntó con su cara sospechosamente ingenua—. El vello del cuerpo no es muy higiénico. Eso atrapa cosas.
—¿Cosas? ¿Estás diciendo que mi pelo alberga a criaturas? ¿Piensas que tengo piojos?
—No criaturas, sudor, olores.
—Huelo como un hombre. Los verdaderos hombres tienen vello en el cuerpo.
—Todos los hombres que conozco depilan su cuerpo.
—¡Entonces son unos jodidos maricones! —Su mirada bajó hacia la unión de sus muslos—. ¿Es por esta obsesión que tienes con el vello por lo que tu coño está pelado?
—Por supuesto. —Ella cerró los muslos y cambió de postura, tratando de esconder sus rosados labios menores de su penetrante mirada—. ¿Qué pensabas?
—Que estabas poco desarrollada, para ir a conjunto con tu tamaño pequeñito.
El ceño de ella oscureció su cara.
—¡Oooh! No todo el mundo, o todas las cosas, están construidos con tus proporciones.
—¡Exacto! ¡Me alegro de que finalmente reconozcas mis proporciones superiores! —Sonrió y se deslizó por la puerta abierta, saliendo de la estancia y el suelo de mármol plateado, haciendo caso omiso del rastro de agua que dejaba tras de sí.
—¡Aaa-gnes!
Él se estremeció ante el tono chillón de la voz cuando el eco se estrelló en torno a la ducha. Ella estaba demasiado cerca como para no haber dañado sus tímpanos. La siguiente galaxia no sería lo bastante lejana para salvarle de una lesión por sus chillidos.
—¿Es que tienes que chillar? —preguntó, lanzándole una mirada furiosa.
—¡Sí! Ella sólo finge que no me oye. —Su boca se abrió ampliamente.
Él mantuvo las manos en sus oídos.
—¡Aaa-gnes! —gritó—. Puede ser tan exasperante. ¡No sé por qué no borro un programa o dos!
—¿La asistenta huye de ti? ¿No te dice eso algo?
Él lamentó la broma al instante cuando la expresión de ella se congeló y sus ojos se anegaron de lágrimas. Las lágrimas femeninas siempre lo llenaban de espanto.
Joe agarró una toalla y se frotó la cara y pelo, a continuación se la anudó alrededor de la cintura. Un vistazo rápido al suelo y descubrió que su ropa no estaba.
—¿Dónde está mi jodida ropa?
______ aspiró por la nariz y enderezó sus hombros.
—El ayuda de cámara la cogió para lavarla.
—¿Ayuda de cámara? Sabía que esta subdivisión albergaba residentes adinerados, pero no había juzgado tu pequeña casa como una tan rica.
Ella hizo un movimiento imperioso con su mano.
—Es un zángano realmente. Con apenas algo de inteligencia. No como mi Agnes. —Caminó hacia el armario y sacó dos toallas grandes de dentro. Colocó una de ellas en la encimera, la otra la sostuvo delante de sí para restregar su piel húmeda.
A él no le gustó el tono con el que ella describió a su empleado. Incluso el sirviente más humilde a bordo de su nave era tratado con más respeto. Cruzó los brazos sobre su pecho.
—Quiero de una jodida vez mi ropa de vuelta.
Ella alzó la barbilla.
—También yo lo quiero. Necesitas llevar algo puesto cuando te marches.
—¿Estamos de nuevo otra vez con eso? —En secreto él se alegraba de que su carácter hubiera vuelto con toda su fuerza. El rastro de abatimiento anterior lo había dejado sintiéndose incómodo, y mezquino.
—¡Maldita sea! Exijo el cambio por uno nuevo.
—¿Después de que me hicieras quitarme la barba? Eso es cruel. —Anduvo hacia ella—. Tal vez necesites un pequeño recordatorio de dónde lo dejamos.
Ella se alejó sigilosamente agarrando la toalla contra su pecho.
—Esa es precisamente la razón por la cual no deberías hacerlo. Eres demasiado mandón.
Él ni siquiera trató de reprimir su sonrisa.
—¡Aaa-gnes!
—¿Sí, jefa? —dijo Agnes, jadeando.
—¿Dónde has estado? —______ echó un vistazo exasperado al techo—. Pareces sin aliento.
—Tonio me estaba mostrando su nuevo disco.
—¡No me digas! —masculló—. Ponte en contacto con Playthings. Quiero un cambio. —Usó el borde de su toalla para secar las partes de su cuerpo que podía alcanzar mientras con cuidado se daba la vuelta para mantener la mirada de él fuera de su cuerpo desnudo.
—No puedo hacerlo, jefa.
Ella se enderezó.
—¿Qué acabas de decir?
—Estoy siguiendo tu orden, de fecha 10 de marzo, 10:30 horas: «Bajo ninguna circunstancia, incluso si lo ruego, a menos que sea cosa de vida o muerte, voy a permitir comunicaciones con el exterior».
—Eran llamadas entrantes.
—Oh. Bueno, todavía no puedo. —Agnes hizo un sonido como si estuviera limpiando su garganta.
Joe imaginó que estaba a punto de asfixiarse en otra mentira.
—Eres una rehén.
—¿Una rehén? —______ parpadeó.
Joe se puso rígido. Agnes era una vieja astuta que podía simplemente hacerlo ir a parar a la prisión por un siglo.
—Uh... parte del papel de él es el de mantenerte en cautividad en esta casa a lo largo de todo el fin de semana. Sin ninguna comunicación exterior.
—¿Él va a mantenerme como rehén? —bramó ______—. ¿Cómo podría el evitar que saliera, si yo realmente… —Su boca se cerró con fuerza y su cara enrojeció.
Joe se sentía exultante.
—¿Si tú realmente quisieras? ¿No es eso lo qué ibas a decir?
Él sabía que su sonrisa era triunfante, incluso de regodeo. Realmente debería sentirse avergonzado por lo mucho que estaba disfrutando de su incómoda atracción hacia él. ¡Pero allí estaba, esta ejecutiva de altos vuelos, trajeada, cuyos ingresos malgastados podían mantener su nave a flote por un año —queriéndole a él— ¡un bribón, un contrabandista!
Una expresión astuta cruzó la cara de _______ e inclinó hacia atrás la cabeza.
—Agnes, ¿y si yo cambio de opinión sobre salir con él este fin de semana?
—Es demasiado tarde para cambiar el guión ahora. Él tendrá que detenerte, no violentamente por supuesto, pero te mantendrá dentro de la casa. Por cualquier medio necesario.
Joe cogió la torpe indirecta.
En la expresión de ______ creció la alarma y sus ojos se entrecerraron con curiosidad.
Joe apostaría su crédito a que la descarada mujer estaba intrigada por el «¡por cualquier medio necesario!». Él flexionó los músculos de su pecho para recordarle su fuerza.
La mirada de ella siguió la ondulación.
—Tu táctica de cavernícola no me desalentará si decido escaparme.
—_____ preciosa. —Quería jugar a un pequeño y peligroso juego. ¡Esto podía ser divertido!—. Ponme a prueba, cariño —dijo, bajando la voz.
Ella inclinó su cara y estudió su expresión. La forma en que los dientes mordisqueaban el borde del labio le dijo que ella estaba tentada.
Él mantuvo sus morbosos pensamientos ocultos y le devolvió la mirada, esperando llevar puesta una expresión insulsa.
Pero la mirada de ella se escabulló y jugó con el borde de su toalla.
—Tal vez más tarde —dijo ella, con un hilo de voz—. Eh, debería encontrar algo para ponernos.
Él sintió un momento de desilusión de que ella nunca pudiera tener el nervio para desafiarlo a un peligroso juego.
—¿Para qué?
Ya pensaba que era un bárbaro. Tal vez todo lo que ella necesitaba era otro empujón hacia la cólera para hacer que se decidiera. Él separó sus piernas, reafirmándolas para atraer su atención de nuevo a la parte de él que a ella le molestaba más.
La mirada de ella pasó rápidamente sobre su sexo.
—Bien, no podemos andar por ahí desnudos toda la tarde.
—¿Por qué no? —Dio un paso hacia ella.
Ella se apoyó contra la puerta.
—¡Tengo hambre! No he cenado aún. Daré una orden al cocinero.
—¿Tienes un cocinero, también? —Esto lo devolvió a su lugar. Realmente estaba perdiendo su toque, se las había arreglado para perderse tres criados cuando hizo el reconocimiento de la casa—. ¿Está escondido con Agnes?
Los labios de ella se curvaron en una sonrisa.
—Realmente no lo sabes, ¿verdad?
—¿Saber qué? —preguntó, odiando la sensación de que se había perdido una pista importante en algún sitio a lo largo del camino.
—Mi ayuda está automatizada.
—¿Cómo en estar conectado a lo último en tecnología de menaje para el hogar? —preguntó él, las sospechas erizándole los pelos de la nuca.
—No como en, ellos son computadoras —dijo con una sonrisa.
—¿Computadoras? —El alivio de que no había echado a perder su registro estrepitosamente fue rápidamente seguido de la cólera—. ¡Joder! ¿Aa-gnes?
Ella sonrió burlonamente.
—Ahora estás empezando a sonar como yo.
—¡Maldita sea, me cago en la leche! ¿Pretendes decirme que la bruja de tu ayudante personal es una maldita computadora?
—Soy una computadora de IA, amigo —interrumpió Agnes, su voz llena de risa—. De tecnología avanzada. Las células cerebrales son más reales que las que tú tienes en tu cráneo Cromañón.
Joe sintió en su rostro calor.
—¿Y el vaquero? —gritó al techo.
—¿Qué vaquero? —preguntó ________.
—El que me saludó cuando llegué —gruñó él. El que me amenazó con dejarme seco en el sitio y luego me inspeccionó las pelotas—. Tu pequeño manipulador…
—Tengo facilidad para los acentos y voces —contestó Agnes satisfecha.
—¿De modo que no era Tonio? —respondió él con los dientes apretados.
—¡No! Sólo un capricho, socio.
Joe contuvo una maldición. ¡La madre de todas las placas madre le había vencido!

WOOOOW QUE CAPS!
ME ENCATARON LOS DOOOOOOOOOOOOOS!
IGUAL EL FINAL NO LO CAPTÉ ?) PERO BUE, CON EL TIEMPO VOY A IR ENTENDIENDO :|
OSEA EL VIENE DE OTRO PLANETA O ALGO POR EL ESTILO QUE NO SABE QUE SON LOS ROBOTS?

EEEEEEEEESPERO QUE LA SIGAS PRONTITO ADE DE MI DE ANANÁ
PD: AHORA SIGO CON NUESTRA CONVERSACION VIA FACE ;) JAJAJAJAJ

ForJoeJonas escribió:

F l r e n c i a. escribió:WOOOOW QUE CAPS!
ME ENCATARON LOS DOOOOOOOOOOOOOS!
IGUAL EL FINAL NO LO CAPTÉ ?) PERO BUE, CON EL TIEMPO VOY A IR ENTENDIENDO :|
OSEA EL VIENE DE OTRO PLANETA O ALGO POR EL ESTILO QUE NO SABE QUE SON LOS ROBOTS?

EEEEEEEEESPERO QUE LA SIGAS PRONTITO ADE DE MI DE ANANÁ
PD: AHORA SIGO CON NUESTRA CONVERSACION VIA FACE ;) JAJAJAJAJ

Mi de verano, dejame decirte que ni yo misma entendí eso.
Yo creo que todos son de otro planeta ¬¬ _______ Se piensa que Joe es un robot pero no lo es y entonces la tienen engañada jajajajajajajajaja

AJAJAJAJAJAJ LISSSSTO, PENSE QUE ERA YO LA QUE NO CAPTABA LA TRAMA DE LA HISTORIA PERO VEO QUE ES ASI :| JAJAJAJAJ
TE ADORO DE ANANÁ (ESTUVE A PUNTO DE DECIRTE DE VERANO JAJAJAJA)

siguela!!! :D

NIÑÑAAAAAAAAAAAAA! :)
Deja de comer y pon cap anda Corazon xD
TEQQUIIEROO LL.