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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: Músicos :: One Direction
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Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
jajajaja me gustaron nuchiooooo loscaps mi Niall no es ninguncavernicolaaaa jajajaja tienes que seguirla.Que niall iba hacer un trio con harry y rayita NIALL HOY DORMIRAS CON EL PERRO
smiledaniiela
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
A las tres de la madrugada, cuando finalmente estuvieron cerradas las puertas del club y todos se hubieron marchado, Harry y ______ se quedaron solos.
Ella se permitió saborear durante un momento el hecho de que, si todo iba bien, había realizado el último striptease de su vida. Jamás tendría que volver a exhibir su cuerpo para poder comer. Lo había hecho durante mucho tiempo. El restaurante representaba el futuro, el billete para una vida mejor. Trabajaría lo duro que fuera necesario para no tener que volver a enseñar las tetas a unos desconocidos. Harry era justo lo que necesitaba para tener éxito. Menos mal que lo había convencido para quedarse.
Por el bien del restaurante... y por el suyo propio.
Él permanecía erguido a su lado, tan tenso como un tambor. ______ sonrió. Aquel delicioso y nervioso chef no tenía ni idea de lo que se le venía encima.
—¿Estás seguro de que quieres ir ahora al restaurante? —le pre¬guntó.
Él asintió con la cabeza.
—Ver el lugar me servirá para estructurar los platos, para sentir el influjo de la comida. Es necesario que conozca al personal, aun¬que ya he hablado con tus cocineros y con el gerente por teléfono, todos han seguido mis instrucciones al pie de la letra. Ya hemos previsto el menú de esta semana. ¿Te has encargado de comprar la lisia de suministros que envié?
_______ asintió con la cabeza y le lanzó una mirada descarada.
—Tienes unos gustos muy caros, señor Styles.
—Es una inversión productiva, recuperarás el dinero, señorita Devereaux.
Ella sabía que él mismo se aseguraría de ello. No quería deberle ni una ****era cosa cuando se largara. Pero ______ había previsto que las cosas ocurrieran de otra manera. Se había prometido a sí misma que a finales de semana poseería a Harry en cuerpo, mente y alma.
Condujeron, cada uno en su coche, hasta donde estaba situado el restaurante. ______ no quiso tener en cuenta que él se había ne¬gado a ir en el mismo vehículo que ella.
En cuanto llegaron, _______ sacó las llaves del bolso y abrió la puerta. Una vez dentro, se acercó a la esquina y accionó el interrup¬tor de las luces de ambiente. Había luces más intensas, por supuesto, pero ¿para qué encenderlas? No servían a sus propósitos.
_______ observó su obra. Era... simplemente elegante. Un ventanal ocupaba una de las paredes, el resto eran paneles de madera oscura sobre lasque había distintos detalles en dorado, marrón y tierra, salpicados con algunos toques de color borgoña y chocolate. El am¬plio espacio tenía una atmósfera acogedora y expectante, como si es¬perara a los clientes. Había sillas y mesas por todas parles, en unas cuantas se había colocado la vajilla de porcelana china y la cristalería, así como las servilletas de lino, para que ella se hiciera una idea de cómo quedaba. En la pared del vestíbulo había un letrero donde se podía leer el nombre del restaurante, BONHEUR. Siempre que lo veía se sentía orgullosa de sí misma.
Miró a Harry por el rabillo del ojo. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y estudiaba el restaurante con mirada especulativa. A _______ le palpitó más rápido el corazón mientras esperaba su respuesta. No tenía sentido que deseara su aprobación con tanta intensidad... pero no podía evitarlo.
—Y bien, ¿qué te parece? —dijo ella respirando hondo.
—Bonheur —murmuró él—. En francés significa «felicidad».
—Pensé que era adecuado. Quiero que los clientes sean felices aquí. Y rezo para serlo yo también.
—Me gusta. ¿Tienes la intención de ofrecer cenas a grupos? ¿O te inclinarás más por las cenas íntimas?
—Pensaba ofrecer las dos cosas.
Él volvió a recorrer las mesas con la mirada.
—Pues si quieres ofrecer cenas románticas, algunas mesas tienen que estar más alejadas de las destinadas a los grupos; yo las colocaría en las esquinas, son más acogedoras. La cafetería y el comedor… —Señaló hacia el centro de la estancia, donde un tabique a media altura separaba ambas zonas— están demasiado próximos. Resul¬tará difícil separar los dos ambientes cuando la gente que está en el comedor puede ver a la que está bebiendo, riéndose y fumando. Mira al techo, ¿hay extractores de humo?
Era algo que _______ había pensado, pero no le gustaba dividir el espacio. Aunque él tenía razón.
—No hay zona de fumadores.
—¿Ni siquiera en la cafetería? Perderás algunos clientes.
—Merece la pena. Quiero que la cafetería sea para que la gente se tome un aperitivo mientras espera su mesa, no para clientes que no vayan a cenar aquí y que sólo busquen marcha o ligues. Para eso ya está el club.
Harry asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Ella tomó nota mental de desplazar las mesas más pequeñas a las esquinas y de lla¬mar al contratista para arreglar el tema del tabique.
—¿Dónde está la cocina? —preguntó él.
_______ se mordisqueó los labios y se dirigió a una esquina, donde encendió más luces. Ella entendía de juegos y seducción, pero de restaurantes... de eso sabía él, y ahora era Christopher quien rezumaba se¬guridad en sí mismo. ______ lo agradeció. Se había esforzado mucho para que la cocina del Bonheur resultara un lugar adecuado, un sitio en el que un chef de la categoría de Harry se sintiera orgulloso de co¬cinar.
Mientras recorrían el pasillo, tuvo conciencia de que Harry tenía los ojos clavados en ella. Notó que le rozaba los hombros con la mirada, que le abrazaba la cintura y que no era capaz de apartarla de su trasero. Ella sentía el rastro ardiente que iba dejando en su piel.
—La cocina no se ve desde el comedor. Bien pensado.
Cuando llegaron a la estancia, cubierta de acero inoxidable en su mayor parte, ella encendió más luces.
—He oído que a la gente no le gusta ver la cocina mientras está comiendo.
Una vez más, Harry cruzó los brazos sobre el pecho, estudiando lodo el local y asintiendo con la cabeza lentamente.
—Es muy agradable. Una zona de trabajo amplia y bien situada. Una cocina de doce fogones. ¿De gas?
—Por supuesto.
La aprobación que mostraba la cara de Harry la calentó por dentro.
—Es el número de fogones adecuados. Y cuatro fregaderos. Están muy bien colocados los utensilios en las paredes. ¿Y los ca¬lientaplatos?
_______ indicó un estante debajo de las encimeras y otro en el pa¬sillo, donde los platos esperarían hasta ser llevados a las mesas.
—Muy bien. Y has instalado una gran cámara frigorífica. —Miró hacia la otra esquina, se acercó y abrió la puerta—. Tiene un buen congelador y mucha capacidad.
—Al final siempre se queda corto. —Ella sonrió.
—Mmm. —La miró como si estuviera combatiendo el deseo de devolverle la sonrisa—. ¿De qué material es este suelo? —dijo dando un golpecito en el suelo con la punta de la bota.
—De corcho. No se resbala, es fácil de barrer y fregar y es blando, lo que viene bien para la gente que tiene que estar mucho tiempo de pie.
Por fin, él la miró. Era evidente en su cara lo impresionado que lo había dejado.
—¿Lo has pensado todo tú sola?
—La mayor parte. El contratista también me ha echado una mano. Algunos clientes de «Las sirenas sexys» tienen negocios de restauración y les pedí consejo. El resto... investigué a fondo. Que¬ría que todo resultara perfecto.
Algo cambió en la expresión de la cara de Harry. Se tensó mientras su mirada oscura se volvía huidiza y algo lejana.
—Pues has tenido éxito.
¡Mal*dita sea! ¿Qué había dicho para que desapareciera cualquier atisbo de calor de su rostro? ¿Era por haber mencionado a «Las si¬renas sexys»? ¿Acaso ahora la consideraba poco más que una pros¬tiituta?
_______ alzó la barbilla. Conocía a los hombres. Incluso aunque Harry dijera que ella no era su tipo, sabía que le excitaba. Eso ya era algo.
De nuevo, él se centró en los negocios.
—¿A qué hora estará aquí el personal mañana?
—¿Te va bien a las doce?
—Perfecto. —_______ se dio la vuelta.
—Ya has aprobado los menús. ¿Necesitas ver algo más esta noche? —preguntó ella jugando con las llaves y preguntándose cómo recobrar la armonía que habían compartido sólo unos minu¬tos antes.
«Paciencia —se dijo a sí misma—, cíñete al plan. La noche toda¬vía es joven.»
* * *
Ella se permitió saborear durante un momento el hecho de que, si todo iba bien, había realizado el último striptease de su vida. Jamás tendría que volver a exhibir su cuerpo para poder comer. Lo había hecho durante mucho tiempo. El restaurante representaba el futuro, el billete para una vida mejor. Trabajaría lo duro que fuera necesario para no tener que volver a enseñar las tetas a unos desconocidos. Harry era justo lo que necesitaba para tener éxito. Menos mal que lo había convencido para quedarse.
Por el bien del restaurante... y por el suyo propio.
Él permanecía erguido a su lado, tan tenso como un tambor. ______ sonrió. Aquel delicioso y nervioso chef no tenía ni idea de lo que se le venía encima.
—¿Estás seguro de que quieres ir ahora al restaurante? —le pre¬guntó.
Él asintió con la cabeza.
—Ver el lugar me servirá para estructurar los platos, para sentir el influjo de la comida. Es necesario que conozca al personal, aun¬que ya he hablado con tus cocineros y con el gerente por teléfono, todos han seguido mis instrucciones al pie de la letra. Ya hemos previsto el menú de esta semana. ¿Te has encargado de comprar la lisia de suministros que envié?
_______ asintió con la cabeza y le lanzó una mirada descarada.
—Tienes unos gustos muy caros, señor Styles.
—Es una inversión productiva, recuperarás el dinero, señorita Devereaux.
Ella sabía que él mismo se aseguraría de ello. No quería deberle ni una ****era cosa cuando se largara. Pero ______ había previsto que las cosas ocurrieran de otra manera. Se había prometido a sí misma que a finales de semana poseería a Harry en cuerpo, mente y alma.
Condujeron, cada uno en su coche, hasta donde estaba situado el restaurante. ______ no quiso tener en cuenta que él se había ne¬gado a ir en el mismo vehículo que ella.
En cuanto llegaron, _______ sacó las llaves del bolso y abrió la puerta. Una vez dentro, se acercó a la esquina y accionó el interrup¬tor de las luces de ambiente. Había luces más intensas, por supuesto, pero ¿para qué encenderlas? No servían a sus propósitos.
_______ observó su obra. Era... simplemente elegante. Un ventanal ocupaba una de las paredes, el resto eran paneles de madera oscura sobre lasque había distintos detalles en dorado, marrón y tierra, salpicados con algunos toques de color borgoña y chocolate. El am¬plio espacio tenía una atmósfera acogedora y expectante, como si es¬perara a los clientes. Había sillas y mesas por todas parles, en unas cuantas se había colocado la vajilla de porcelana china y la cristalería, así como las servilletas de lino, para que ella se hiciera una idea de cómo quedaba. En la pared del vestíbulo había un letrero donde se podía leer el nombre del restaurante, BONHEUR. Siempre que lo veía se sentía orgullosa de sí misma.
Miró a Harry por el rabillo del ojo. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y estudiaba el restaurante con mirada especulativa. A _______ le palpitó más rápido el corazón mientras esperaba su respuesta. No tenía sentido que deseara su aprobación con tanta intensidad... pero no podía evitarlo.
—Y bien, ¿qué te parece? —dijo ella respirando hondo.
—Bonheur —murmuró él—. En francés significa «felicidad».
—Pensé que era adecuado. Quiero que los clientes sean felices aquí. Y rezo para serlo yo también.
—Me gusta. ¿Tienes la intención de ofrecer cenas a grupos? ¿O te inclinarás más por las cenas íntimas?
—Pensaba ofrecer las dos cosas.
Él volvió a recorrer las mesas con la mirada.
—Pues si quieres ofrecer cenas románticas, algunas mesas tienen que estar más alejadas de las destinadas a los grupos; yo las colocaría en las esquinas, son más acogedoras. La cafetería y el comedor… —Señaló hacia el centro de la estancia, donde un tabique a media altura separaba ambas zonas— están demasiado próximos. Resul¬tará difícil separar los dos ambientes cuando la gente que está en el comedor puede ver a la que está bebiendo, riéndose y fumando. Mira al techo, ¿hay extractores de humo?
Era algo que _______ había pensado, pero no le gustaba dividir el espacio. Aunque él tenía razón.
—No hay zona de fumadores.
—¿Ni siquiera en la cafetería? Perderás algunos clientes.
—Merece la pena. Quiero que la cafetería sea para que la gente se tome un aperitivo mientras espera su mesa, no para clientes que no vayan a cenar aquí y que sólo busquen marcha o ligues. Para eso ya está el club.
Harry asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Ella tomó nota mental de desplazar las mesas más pequeñas a las esquinas y de lla¬mar al contratista para arreglar el tema del tabique.
—¿Dónde está la cocina? —preguntó él.
_______ se mordisqueó los labios y se dirigió a una esquina, donde encendió más luces. Ella entendía de juegos y seducción, pero de restaurantes... de eso sabía él, y ahora era Christopher quien rezumaba se¬guridad en sí mismo. ______ lo agradeció. Se había esforzado mucho para que la cocina del Bonheur resultara un lugar adecuado, un sitio en el que un chef de la categoría de Harry se sintiera orgulloso de co¬cinar.
Mientras recorrían el pasillo, tuvo conciencia de que Harry tenía los ojos clavados en ella. Notó que le rozaba los hombros con la mirada, que le abrazaba la cintura y que no era capaz de apartarla de su trasero. Ella sentía el rastro ardiente que iba dejando en su piel.
—La cocina no se ve desde el comedor. Bien pensado.
Cuando llegaron a la estancia, cubierta de acero inoxidable en su mayor parte, ella encendió más luces.
—He oído que a la gente no le gusta ver la cocina mientras está comiendo.
Una vez más, Harry cruzó los brazos sobre el pecho, estudiando lodo el local y asintiendo con la cabeza lentamente.
—Es muy agradable. Una zona de trabajo amplia y bien situada. Una cocina de doce fogones. ¿De gas?
—Por supuesto.
La aprobación que mostraba la cara de Harry la calentó por dentro.
—Es el número de fogones adecuados. Y cuatro fregaderos. Están muy bien colocados los utensilios en las paredes. ¿Y los ca¬lientaplatos?
_______ indicó un estante debajo de las encimeras y otro en el pa¬sillo, donde los platos esperarían hasta ser llevados a las mesas.
—Muy bien. Y has instalado una gran cámara frigorífica. —Miró hacia la otra esquina, se acercó y abrió la puerta—. Tiene un buen congelador y mucha capacidad.
—Al final siempre se queda corto. —Ella sonrió.
—Mmm. —La miró como si estuviera combatiendo el deseo de devolverle la sonrisa—. ¿De qué material es este suelo? —dijo dando un golpecito en el suelo con la punta de la bota.
—De corcho. No se resbala, es fácil de barrer y fregar y es blando, lo que viene bien para la gente que tiene que estar mucho tiempo de pie.
Por fin, él la miró. Era evidente en su cara lo impresionado que lo había dejado.
—¿Lo has pensado todo tú sola?
—La mayor parte. El contratista también me ha echado una mano. Algunos clientes de «Las sirenas sexys» tienen negocios de restauración y les pedí consejo. El resto... investigué a fondo. Que¬ría que todo resultara perfecto.
Algo cambió en la expresión de la cara de Harry. Se tensó mientras su mirada oscura se volvía huidiza y algo lejana.
—Pues has tenido éxito.
¡Mal*dita sea! ¿Qué había dicho para que desapareciera cualquier atisbo de calor de su rostro? ¿Era por haber mencionado a «Las si¬renas sexys»? ¿Acaso ahora la consideraba poco más que una pros¬tiituta?
_______ alzó la barbilla. Conocía a los hombres. Incluso aunque Harry dijera que ella no era su tipo, sabía que le excitaba. Eso ya era algo.
De nuevo, él se centró en los negocios.
—¿A qué hora estará aquí el personal mañana?
—¿Te va bien a las doce?
—Perfecto. —_______ se dio la vuelta.
—Ya has aprobado los menús. ¿Necesitas ver algo más esta noche? —preguntó ella jugando con las llaves y preguntándose cómo recobrar la armonía que habían compartido sólo unos minu¬tos antes.
«Paciencia —se dijo a sí misma—, cíñete al plan. La noche toda¬vía es joven.»
* * *
Invitado
Invitado
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
siguelaaaaaaa me encanto el cap siguelaaaa
smiledaniiela
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
Slge La me ....ENCaANTO...
Paulina Tomlinson
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
Harry siguió a _____ hasta el aparcamiento vacío del restaurante. La buena iluminación conseguiría que los clientes se sintieran seguros. Sin embargo en ese momento, a él le disgustaba profundamente porque podía ver cada movimiento de las tentadoras caderas de _____ mientras ésta se dirigía al coche. Se puso duro de nuevo.
Había ido en el 4x4 desde el club de striptease para no tener que estar confinado con ella en un espacio tan pequeño el tiempo que les llevaría recorrer tres manzanas. No se veía capaz de responder de sí mismo ni siquiera esos cinco minutos. En la cocina del Bonheur; le había asaltado el deseo de ponerla encima de una de esas encimeras de acero inoxidable y foll*arla hasta que perdiera el sentido. Así que, debía agradecer el comentario que ella había hecho sobre «Las sirenas sexys» y los favores que, probablemente, habría tenido que ofrecer a sus leales clientes a cambio de los consejos. Sólo de pen-sarlo tuvo que apretar los dientes, notando que se le revolvía el estómago. Se cabreó.
«Mal*dita sea, ______ es una stripper. No es el tipo de mujer que se pasa dos años sin sexo.» Había sido un ****a al creerla cuando se lo había susurrado temblorosamente en la cama tres meses atrás. Se de¬dicaba a excitar a los hombres. Y era muy buena. No podía estar furioso con ella por conseguirlo con él, _______no había ocultado nunca lo que era. Pero estaba enfadado con ella y, también, furioso consigo mismo porque le importara tanto.
En el aparcamiento había tres coches. Cuando apretó el botón del mando a distancia para desbloquear la puerta del conductor, la observó hacer lo mismo con su pequeño deportivo negro. Harry apretó los puños. Ahora, ______ se iría a su casa, se despojaría de aquella faldita, de ese top blanco, del sujetador rojo y de los ****eros zapatos. Aunque ella no tuviera cabida en lo que él esperaba del futuro, lo único que deseaba en ese momento era seguirla. Ayudarla a librarse de cada una de esas prendas y hundirse en ese cuerpo perfecto y apretado.
Harry tragó saliva.
«Mantén la bragueta cerrada. Cocina y cierra la boca y, dentro de siete días, podrás largarte de Lafayette. ¿Acaso no posees un poco de control sobre ti mismo?»
En el aparcamiento resonó un chillido y le arrancó de sus pen¬samientos.
_______.
A Harry se le detuvo el corazón y saltó del coche, corriendo como un loco por el asfalto. Ella chocó directamente contra su pecho. La sostuvo contra su cuerpo, agarrándola por los hombros desnudos.
—¿Qué ha pasado? —le preguntó con rapidez.
______ respiró temblorosamente.
—¡Cabr*ones!
Antes de que Harry pudiera preguntarle a quién se refería o qué quería decir, ella se volvió hacia el interior de su coche en busca de algo. Un momento después, le mostró un largo cuchillo de sierra con un papel clavado en la punta. La luz de los faroles hacía que la palabra «pu*ta», escrita con lápiz de labios rojo intenso, brillara ante los ojos de Harry.
La sorpresa fue enorme, pero se transformó en furia rápidamente. Era irónico, él mismo lo había pensado hacía sólo un momento. Pero jamás se le ocurriría decirlo en voz alta, y mucho menos escribirlo en una nota y dejársela clavada en el asiento del descapotable.
—¿Quién puede haberlo hecho? —dijo con una profunda rabia vibrando en su voz.
Ella tiró el cuchillo sobre el asiento del acompañante y le lanzó una mirada de cautela por encima del hombro.
—Quien sabe.
Harry la hizo girarse hacia él y apretó los dientes.
—¿Quién-puede-haberlo-hecho?
Dulce lo miró con cara de asombro.
—Mira, esto no es nada nuevo. Este tipo de cosas me ocurren a menudo.
«¿A menudo?» Aquello le enfureció aún más. Harry se acercó más a ella con el ceño fruncido amenazadoramente. Puede que a _____ no le preocupara, pero a él sí.
—¿Qué ha dicho la policía al respecto?
—¿La policía? —Ella negó con la cabeza—. Esto sólo es... una gamberrada. Quizá lo haya puesto un cliente del club que se haya enfadado porque no le presté la suficiente atención. Sí, es lo más probable.
Y también lo podían haber hecho en serio. Aquello no era para tomárselo a broma.
—¿Y si esto proviene de una mente lo suficientemente enferma para hacerte daño? ¿Desde cuándo recibes cosas de éstas?
—Como ya te he dicho, pasa de vez en cuando. Pero hace ya tiempo que...
—Entra en mi coche. —Terminó por decir Harry, sabiendo que no era lo más prudente quedarse en un aparcamiento oscuro ofre¬ciendo un blanco perfecto. Puede que no fuera guardaespaldas pro¬fesional como su primo Niall, pero había pasado el suficiente tiempo con él y con su socio, Jack Cole, para saber que quedarse allí, a la intemperie, era algo que no debían de hacer.
—¿Qué? —le dijo ella llena de incredulidad—. No pienso dejar aquí el coche.
—Te voy a llevar a casa. Vas a llamar a la policía y a denunciar los hechos para que puedan investigarlos.
______ vaciló, pero le sostuvo la mirada.
—Harry, me parece encantador que te preocupes de esta manera, pero...
—Entra en el coche de una pu*ta vez.
Ella palideció y él maldijo por lo bajo. Tenía que controlar su carácter. Pero aquel estado de frustración sexual al que estaba sometido, unido a la alarma que sentía, hacía que le resultara muy difícil. ¿Acaso alguien tenía derecho a asustarla e insultarla? Harry cerró los puños y deseó poder incrustárselos a quién fuera que la estuviera amenazando.
______ suspiró y Harry se preparó para una discusión, pero ella se dirigió al 4x4.
—De acuerdo.
Le abrió la puerta y la observó deslizarse en el interior con los mechones color platino balanceándose sobre los hombros. Parecía tranquila y reservada a pesar de que acababa de ser amenazada. ¿Sería sólo una fachada?
Meneando la cabeza, se dirigió al asiento del conductor. Cuando se sentó, ella estaba hablando por teléfono.
—Lamento llamarte tan tarde, Remy. Quería hacer una denuncia. Alguien ha forzado mi coche...
______ le relató los hechos al policía con rapidez y frialdad. Harry sólo oyó un murmullo en respuesta, más en tono condescendiente que preocupado, y frunció el ceño. ¿Es que nadie se iba a tomar en serio lo sucedido?
Le arrebató el móvil y escupió un saludo.
—Tome huellas dactilares. Es verdad que ______ ha tocado el cuchillo, pero podría encontrar más huellas en él. Quienquiera que lo haya hecho forzó la cerradura del coche.
—Parece una gambe*rrada. Algunos jóvenes no saben donde están los límites...
—¿Que hayan clavado una nota con la palabra «pu*ta» en el asiento le parece una gambe*rrada? ¿Lo encuentra gracioso?
Remy se aclaró la voz.
—No, no lo es. Pero no creo que nadie haya querido hacerle daño.
Harry hizo rechinar los dientes.
—¿Suele solucionar todos sus casos antes de visitar la escena del crimen?
Por fin, Remy se puso serio.
—Lo investigaré.
—Hágalo.
______ se puso al teléfono.
—Gracias, cariño, te lo agradezco mucho.
Cuando finalizó la llamada, Harry abandonó el aparcamiento con rapidez. Apenas podía hablar.
—¿Cariño? Ese hombre ni siquiera quería investigar lo que ha sucedido y ¿le llamas «cariño»?
Ella encogió los hombros.
—Es una costumbre de Louisiana. Se cazan más moscas con miel que con vinagre.
—¿De veras? —la desafió—. ¿No será más bien una cuestión de «este es mi cliente»? ¿Es uno de los tipos que te vio actuar esta noche?
_____ tragó saliva.
—Invité a las fuerzas del orden locales, incluyendo al sheriff. De esa manera la posibilidad de que los gamb*erros se descontrolen y me destrocen el club se reduce considerablemente.
Harry se aferró con fuerza al volante.
—Eso es que sí.
Combatió el deseo de golpear algo como le pedía el cuerpo e inspiró hondo. Durante la noche que pasaron juntos había sido fácil no pensar en que _____tenía más amantes. Habían estado solos envueltos en la quietud de la casa. Nada de teléfonos, ni de clientes, ni de psicópatas dejando amenazadores «regalitos» en el coche. Sólo ellos dos e interminables horas de placer. Santo Dios, había sido un mal*dito ingenuo.
Ella asintió con la cabeza.
—¿Qué importancia tiene que Remy y los chicos estuvieran allí?
La breve respuesta fue «ninguna».
—Si quieres preocuparte por algo —continuó ella—, hazlo por tu habitación en el hotel. Son casi las cuatro de la madrugada, es probable que Homer haya cancelado tu reserva y se la haya ofrecido a alguno de los turistas que han llegado para el festival que comienza mañana.
Él frunció el ceño. Después de todo lo que había sucedido esa noche, ¿_____ estaba preocupada por él?
—Di el número de la tarjeta de crédito para garantizar que me re¬gistraría esta noche.
Una misteriosa sonrisa de Mona Lisa jugueteó en las comisuras de la boca de _____. Algo que le volvió a poner duro. Mal*dita sea, ¿cómo lo conseguía?
—Eso no sirve de nada con Homer. Estoy segura de que, al no aparecer después de que cerrara el club, creyó que la habitación es¬taba disponible. Pero si no me crees, llámale.
Presionó algunas teclas del móvil y se lo pasó.
—¿Tienes en la agenda el número del dueño del hotel? —Sólo se le ocurría una razón y era algo que le horrorizaba sólo de pen¬sarlo. ¿Sería también cliente de ella?
Dios, iba a vomitar.
—Algunos de los clientes de fuera de la ciudad necesitan a me¬nudo un lugar donde dormir la mona. Homer me suele echar una mano.
A Harry le gustó la explicación. Pero aún así, seguía haciéndose preguntas. ¿Acaso no había muchas strippers que se sacaban un di¬nero extra haciendo otro tipo de cosas?
Con el teléfono pegado a la oreja, Harry miró a _____. Su rostro parecía dorado bajo la luz de las farolas que entraba a través de las ventanillas mientras recorrían la calle a toda velocidad, una vía llena de casitas de ladrillo rojo que llevaba hacia una vecindad de casas más grandes y elegantes. A pesar de haber estado allí sólo una vez, recordaba exactamente cómo llegar a casa de _____. La imagen de la casa, decorada siguiendo la filosofía zen, estaba grabada a fuego en su cerebro.
Homer respondió en ese momento, mascullando las palabras. Resultó evidente que había estado durmiendo y que no le hacía de¬masiado feliz que le hubieran despertado.
—Harry Styles al teléfono. Quería avisar de que llegaré dentro de unos minutos para registrarme. ¿Dispongo todavía de la habitación?
El hombre del otro lado de la línea se aclaró la voz.
—Bueno, cómo no ha aparecido por aquí, he pensado que...
Harry esperó, pero notó que perdía la paciencia otra vez al ver que el propietario del hotel parecía haberse quedado mudo.
—¿Qué pensó? ¿Le ha dado mi habitación a otra persona?
—Esperé hasta las dos y media y usted me aseguró que estaría aquí antes de medianoche. Llegó gente con críos, estaban muy cansados, y...
—¿Tiene otra habitación? —Cerró los ojos y apretó el teléfono contra la oreja.
—Estoy completo. Es la primera vez en este año, pero es que el festival atrae a mucha gente. Al parecer este año viene a tocar gente buena de verdad.
Harry se contuvo y contó hasta diez.
—¿Y mañana?
—No me quedará libre ninguna habitación hasta el martes. Hay un par de hoteluchos siguiendo la carretera... —dijo Homer con evidente antipatía—. Pero también estarán completos. Y le aseguro que no permitiría que durmiera allí ni mi perro. La limpieza deja mucho que desear.
A Harry le iba a estallar la cabeza. Estaba acostumbrado a viajar a ciudades cosmopolitas. Se alojaba en el hotel Crillon cuando viajaba a París, en el Dorchester cuando iba a Londres, en el Península en Tokio y en el Beverly Wilshire en Los Ángeles. El que se hubiera quedado sin habitación en el Cajún Haven de Homer, a las cuatro de la madrugada, fue la gota que colmó el vaso.
Oprimió el botón y finalizó la conversación. En lugar de ceder al deseo de tirar el móvil por la ventanilla, se lo devolvió a _____ con rigidez.
—Tienes razón.
—Pensé que sería mejor ahorrarte el viaje hasta allí, conozco a Homer muy bien.
Homer la debía de conocer también muy bien, ya que sin duda era otro hombre más a añadir a los que habían visto a ______ des¬nuda.
Harry suspiró. Tenía que dejar de importarle quién la había visto desnuda. Si no se controlaba, acabaría por querer arrancarle la ca¬beza a la mitad de la población masculina de Lafayette a lo largo de la semana siguiente. Se la había tirado una noche. Lo que ella hubiera hecho antes —o después— no era asunto suyo.
¿Dónde demonios iba a dormir esa noche?
—Tengo una habitación libre en casa —le propuso ____ con voz queda—. Está limpia y es tranquila...
—No quiero ser una molestia. —Porque si se alojaba en su casa, acabaría dentro de ella otra vez.
La última vez, cuando había pasado la noche con ella, había sido insaciable. Durante seis horas. No había habido nada demasiado ca¬liente, demasiado lascivo, ni demasiado íntimo. Ella le había corres¬pondido con el tipo de deseo que le hacía arder, avergonzar y disfrutar a partes iguales. Harry había tomado todo lo que ella le ofre¬ció… y todavía más. Luego había vuelto a empezar. La había foll*ado de todas las maneras posibles una y otra vez. Sin condón. Algo que no había hecho desde hacía más de una década, salvo con Daniela.
Y los recuerdos de aquella noche increíble con ______ le arreba¬taban cualquier brizna de control.
—No será una molestia. Yo tengo una habitación y tú necesitas una cama.
______ alargó la mano suavemente sobre la de él cuando movió el cambio de marchas. Aquella caricia le tensó los testículos y le hizo hervir la sangre.
—Además —murmuró ella—. Quizá... tengas razón. Si lo que ha sucedido esta noche no es una broma, entonces será mejor que no esté sola. ¿No crees?
«Sí, estarías mejor sola.»
Pero sería un auténtico bast*ardo si se lo dijera. Le dirigió una sonrisa forzada.
—Será un placer quedarme en tu casa.
* * *
Harry mentía como un cosaco. Pero ella no se quedaba corta. Le había ofrecido a Homer una gratificación para que no estuviera disponible la habitación que Harry había reservado y dudaba mucho que, a pesar de todo, alguien intentara hacerle daño esa noche.
Mientras recorrían las oscuras calles de Lafayette en el 4x4 de Harry, se sintió muy cansada, aunque llena de anticipación. Por fin iba a estar a solas con el hombre que deseaba, en su casa; en el mismo lugar donde ya habían hecho el amor apasionadamente. Aunque parecía que a Harry ese hecho no le alegraba demasiado.
Ese hombre era una incógnita. La lujuria que brillaba en sus ojos era inconfundible. De hecho, parecía que fuera a estallar en llamas cada vez que la miraba. Pero también era evidente su desprecio. Y le intrigaba la cólera que demostró al ver la nota en la que alguien la llamaba «pu*ta».
—Si no es una gamb*errada, ¿quién se molestaría en clavar esa nota con un cuchillo en el asiento de tu coche?
Lamentablemente, la lista era larga.
—Harry, déjalo. Será mejor esperar a saber qué averigua Remy.
—No. —Él le lanzó una mirada de impaciencia—. Si la persona que lo hizo nos visita mientras dormimos, me gustaría tener una idea de a quién me enfrento.
—No te preocupes. Si realmente creyera que estoy en peligro, llamaría a Tyler. O a Jack Cole. Tu primo y él son los mejores y, además, Jack es un viejo amigo. Fue quien me obligó a instalar el sistema de seguridad que tengo en mi casa. Es de lo mejorcito.
Harry apretó los dientes y el volante hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
—Te he dicho que yo te mantendría a salvo esta noche y así será. Contesta a mi pregunta.
Era como un perro que no quería soltar a su presa, algo que la llenó de esperanza. Quizá ella le importara un poco. Incluso aunque fuera algo que iba contra el sentido común y los deseos de Harry.
—En primer lugar podría ser cualquier novia o esposa celosa a la que no le guste la cantidad de tiempo que su hombre pasa en mi club. Es más frecuente de lo que crees.
—Las mujeres no suelen usar cuchillos.
No. Le habían desinflado las ruedas, le habían cubierto la casa de huevos y le habían enviado más notas insultantes de las que podía contar. Las mujeres despreciadas solían dar la cara y rara vez le pro¬vocaban molestias.
—¿Qué me dices de tus antiguos amantes? —le dijo, inmovili¬zándola con una mirada ardiente—. ¿Y de los actuales?
______ cerró los ojos. Por supuesto él asumía que había muchos. Ya se había enfrentado a algo parecido, no debería doler tanto. Pero, mal*dita fuera, dolía.
—La noche que pasamos juntos te dije que llevaba dos años sin acostarme con nadie. Y no me he acostado con otro hombre desde entonces.
Harry negó con la cabeza; parecía como si estuviera intentando contener los pensamientos que le atravesaban la mente.
—_______, puedes estar en peligro. Necesito que me digas la ver¬dad.
Girándose en el asiento, la joven le miró intentando controlar su temperamento.
—Te he dicho la verdad. Que no me creas no significa que yo haya mentido.
—Vamos —gruñó él—. ¿No hay ningún cliente que quiera hacer algo más que ver esos hermosos pechos desnudos? ¿Ningún con¬tratista que te haya hecho un favor y quiera algo a cambio?
_____ contuvo la cólera cerrando los puños.
—No actúo así.
Él vaciló.
—¿No fuiste tú la que estuvo de acuerdo en fo*llar conmigo hace tres meses para que fuera tu chef invitado esta semana?
«No es eso, estaba dispuesta a hacer lo que fuera porque te de¬seaba... y esperaba que luego quisieras mantener una relación con¬migo.» Pero de ninguna manera pensaba abrirle ahora el corazón. Él la había abandonado al amanecer y después le había mandado un impersonal ramo de flores. Y ahora la trataba como si fuera una pros*tituta.
Pero si _____ sabía de algo, era de hombres. Sabía que Harry sentía algo por ella. Y pensaba conseguir que lo admitiera.
—Tú eres diferente.
—Por supuesto —bufó él, deteniéndose en un semáforo en rojo.
Pero______ ya había tenido suficiente. Alzó la barbilla y se volvió pura mirarlo fijamente.
—Mis únicos errores han sido ser tan estú*pida como para creer que realmente eres un encantador caballero sureño y querer saber cómo era hacer el amor con alguien que no me considerara una pros*tituta. Ha sido una tontería. Ya me he dado cuenta de que eres como cualquier otro y no el hombre educado y caballeroso que pa¬reces. ¿Tratas así a todas las mujeres?
Él apartó la mirada y apretó el volante con más fuerza. Respiró hondo, intentando controlarse. _____se dio cuenta de que a Harry no le gustaba hablar de cómo se había comportado aquella noche. Tal vez él no había querido desearla y le avergonzara haberlo hecho. Quizá todavía era así.
—Te he preguntado sobre tus amantes. Aceptaré tu palabra de que hace dos años que no te acuestas con nadie.
—Pero no me crees.
—¿Y qué me dices de tus actuales amantes? ¿Tyler?
Aquello no era asunto de Harry. A ______ aquella conversación le parecía una mie*rda. La lógica le decía que sería mejor que olvidara cualquier estú*pida fantasía de llegar a mantener una relación feliz con Harry. Él no había hecho el amor con ella con aquel fervor porque sintiera la química que ardía entre ellos. Lo había hecho porque ella había sido su primera experiencia de sexo salvaje y desenfrenado. Quizá debería limitarse a mantener relaciones sexuales con él y no perder el tiempo en emociones sin sentido.
Pero su corazón no quería darse por vencido.
—Tyler jamás intentaría matarme. Quienquiera que haya hecho esto, no es alguien que haya pasado por mi cama. Es alguien que está cabre*ado conmigo.
Harry observó que la joven encogía los hombros, luego miró al frente cuando el semáforo se puso en verde.
—¿En quién piensas?
—Esta noche, te habrás fijado en un joven que se abrió camino para darme un beso Se llama Liam, no sé su apellido. Comenzó a frecuentar el club hace seis meses. Se ha convertido en un cliente ha¬bitual. Es un niño rico y gasta mucho dinero. Parece pensar que eso le da algunos derechos especiales.
—¿Le has aclarado las cosas? —La voz de Harry sonaba peligro¬samente tensa.
—Le he dejado todo bien claro. Tyler también lo ha hecho. Le hemos llegado a sacar a patadas y le he dicho que sus insinuaciones amorosas no son bien recibidas. Pero no se rinde.
Harry apretó el volante con más fuerza.
—¿Te ha insultado alguna vez?
______negó con la cabeza.
—Suele ser muy gráfico con respecto a lo que desea; unas autén¬ticas guarradas, todo hay que decirlo, pero jamás ha recurrido a los insultos. Eso es más el estilo del concejal Primpton.
—¿Un concejal municipal? ¿Un representante electo del pueblo te ha llamado «pu*ta»?
¿No estaba siendo Harry un poco inocente?
—Por supuesto. Su programa electoral se basa en la rectitud y la moralidad, así que, si fuera capaz de conseguir clausurar «Las sirenas sexys» sería considerado un héroe. Muchos ciudadanos se sentirían felices si eso ocurriera. Y ésa es la cruzada de Primpton desde que resultó elegido hace dieciocho meses. Al principio no era tan vehe¬mente, pero como las elecciones están a la vuelta de la esquina, está presionando más.
—¿Cómo?
—Organiza protestas delante del club, publica algunos artículos en el periódico local sobre la guarida del pecado que hay en la ciudad y la basura que se puede encontrar allí dentro. Recientemente colaboró con un periodista para ponerme una trampa e intentar demostrar que era una prost*ituta que se vende por dinero. —______ soltó un bu¬fido—. Le dije lo que pensaba con un vocabulario muy gráfico.
Por fin, Harry detuvo el coche delante de su casa. ______ salió de un salto y le hizo una seña para que esperara en el interior del vehí¬****. Se acercó a la puerta jugando con las llaves y lanzándolas al aire, abrió la puerta principal, desconectó la alarma y se acercó a la puerta del garaje para abrirla oprimiendo un botón. Harry introdujo el vehículo en el garaje y salió del coche con una maleta de mano. Parecía tenso y nervioso.
—He pensado que será mejor que aparques dentro. No quiero que te destrocen el 4x4 ni que haya habladurías. Vamos.
Él asintió con la cabeza clavando la mirada en ella. _____ cerró la puerta del garaje. Daría cualquier cosa por saber qué pensaba Harry. La tensa conducta del hombre y su incansable y visible erección le decían que, aunque era evidente lo mucho que lo deseaba, haría cual¬quier cosa para evitar acostarse con ella. Y después del interrogatorio al que la había sometido esa noche, ella estaba más que dispuesta a hacerle sufrir.
FIN DEL CAP 2
Invitado
Invitado
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
nooooooooooooooooooooooooo
Paulina Tomlinson
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
ooooooo siguelaaaaaa porfa siguelaaaaaaa
smiledaniiela
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
no la vas a seguir??? La amoooooop porfas sigelaaaaa??
Paulina Tomlinson
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
no la vas a seguir??? La amoooooop porfas sigelaaaaa??
Paulina Tomlinson
Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
Capítulo 3
Harry cerró la puerta del dormitorio con la respiración jadeante. Pero no había sido subir las escaleras lo que le había provocado tal des¬asosiego respiratorio, sino que ella hubiera subido delante de él. La faldita se ceñía a su trasero. El excitante liguero rojo asomaba de vez en cuando por debajo de la prenda, insinuando las nalgas desnudas, visibles a cada paso.
Maldición, tenía tantas ganas de acostarse con ella que apenas podía pensar. Pero liarse con _____ sería igual que tomar drogas: es¬tú*pido y potencialmente nocivo.
La semana anterior, había salido con Emily por tercera vez. Emily era maestra de primaria en Tyler, Texas. No había estado mal. Era una mujer dulce y apacible, con los ojos color avellana y hoyue¬los en las mejillas. Le gustaba la música country y no soportaba las blasfemias; no le avergonzaría presentársela a su familia ni al pastor. Sería la esposa ideal. Una madre perfecta y hogareña, igual que la suya. Eso era lo que él quería. Necesitaba pensar en ella esta semana y no en ______.
Y después, jamás volvería a ver a aquella stripper tan sexy otra vez.
Una vez dentro de la habitación de invitados de _____, sacó el móvil del bolsillo y revisó la lista de contactos. Allí estaba el nombre de Emily. Necesitaba con desesperación recargar fuerzas oyendo su dulce y tranquila voz, pero no podía despertarla a las cuatro y media de la madrugada. Le haría demasiadas preguntas que no podría res¬ponderle. Harry temía decirle cosas que no debía en lugar de centrar la conversación en la escuela en la que daba clases y en las activida¬des de la iglesia. _____ le había excitado de tal manera, que dudaba mucho que fuera capaz de tener el suficiente control para responder a las preguntas de Emily. Las necesidades de su parte más oscura se ponían del lado de la sangre que le hervía en las venas. Todo su cuerpo le pedía a gritos una satisfacción.
Así que necesitaba actuar ya.
Se ducharía. Lo necesitaba con desesperación. El agua tibia le enfriaría la piel, le tranquilizaría, le ayudaría a respirar con normalidad... Rebajaría su lujuria a unos niveles que le permitieran dormir.
Y dejaría de pensar en la mujer sexy y provocativa que yacía en su cama, a menos de diez metros de él.
Cogió el pantalón del pijama de la maleta de mano y salió al os¬curo pasillo en dirección al cuarto de baño. Una suave luz salía por la rendija de la puerta del dormitorio de _____ e iluminaba el pasillo. Se dijo a sí mismo que debía ignorarla. Pero cuando se metió en el cuarto de baño, buscando a ciegas el interruptor de la luz, no pudo evitar mirar por encima del hombro hacia la puerta entreabierta.
Y vio una pierna deliciosamente dorada.
Harry contuvo el aliento cuando un millón de imágenes de _____ en la cama le bombardeó la mente. La vio con los brazos y las piernas abiertos para él, recordó las provocativas bromas y las roncas palabras de aliento que habían anulado cualquier tipo de lógica. Santo Dios, sentir aquella boca rodeándole la po*lla fue la experiencia más asombrosa... Hasta que la penetró y perdió la cabeza. Entonces, ella le llevó todavía más allá y le permitió hundirse en aquel cul*ito delicioso y apretado, y él se dejó llevar sin contención de ningún tipo, disfrutando las asombrosas sensaciones. _____ se entregó durante seis horas completas sin importar lo que él quisiera hacer. Nadie le había afectado antes de aquella manera. Y tampoco después.
Quedarse en la misma casa que ella era tan peligroso como rociarse con gasolina antes de saltar por encima de una hoguera.
De repente, ella se retorció en la cama. La imagen de la perfecta pierna dorada cambió cuando _____ se movió, permitiéndole ver además la tensa pantorrilla y el interior del muslo.
Sólo unos centímetros más a la izquierda y, si ella se hubiera quitado las bragas, aparecerían ante sus ojos aquellos pliegues mojados. Incluso ahora, se le hacía la boca agua al recordar el sabor que degustó una y otra vez aquella noche.
¬¬¬¬¬______ gimió. Luego se movió agitadamente de nuevo.
«Mal*dición, ¿acaso ella estaba...?»
—¡Sí! —gritó ella. Y él se quedó sin aliento.
Sí, se estaba masturbando.
«Vete al cuarto de baño. Cierra la puerta. Aléjate de la tentación.»
Se repitió aquel buen consejo como si fuera una letanía, conte¬niendo la respiración, intentando oírlo por encima del latido del corazón y de la sangre que le inundaba el pene.
—¡Oh, sí!
Aquel ronco susurro hizo imposible que la sangre que le ardía en las venas se enfriara. Tenía que verla. Tenía que hacerlo. Sí, puede que ella fuera perjudicial para él, puede que Harry no quisiera ser uno más de los muchos que pasaban por su cama, pero ______ era la ten¬tación personificada. Jamás había conocido a otra mujer mejor equi¬pada para conducir a un hombre al pecado.
«Es sólo un paso más...»
Harry dejó los pantalones del pijama en la encimera del cuarto de baño y se acercó más al dormitorio de _______, dando un respingo cuando los vaqueros le rozaron la erección. Pero un solo paso fue suficiente para verle también las caderas. Eran preciosas, pero él quería observar cómo ella se daba placer. Quería ver cómo lo hacía, cómo alcanzaba el placer, cómo arquearía el cuerpo al llegar al éx¬tasis.
Mald*ición, se sentía como un pervertido, pero no había forma de que pudiera detenerse ahora.
Dio un paso más, y luego otro, hasta que se quedó justo detrás de la rendija de la puerta.
Entonces vio algo que le hizo estallar en llamas. _____ sólo lle¬vaba encima el liguero, las medias y los puñe*teros zapatos de tacón de aguja. Se acariciaba un pecho con una mano y la otra se la desli¬zaba entre los empapados pliegues.
Harry se tambaleó y tuvo que agarrarse a la pared para sujetarse. Se la quedó mirando fijamente. Sintió como si sus testículos y su miem¬bro estuvieran en llamas.
«Mie*rda, mie*rda, mie*rda...»
______ movía los dedos alrededor del clítoriis. Estaba totalmente mojada. La vio apretar los muslos y arquear la espalda. Harry emitió un jadeo, inmóvil. Ardiendo.
Ella se volvió a mover de manera agitada, separando las piernas todavía más. Entonces, se metió los dedos en la anegada y estrecha abertura y se estremeció entre gemidos.
Harry se apoyó en la manilla de la puerta. Santo Dios, lo único que él deseaba en ese momento era entrar allí y aliviarla, tomar aquel dolorido clítoriis en la boca y satisfacerla con la lengua; zambullirse profundamente en su sexo con profundas embestidas. Una vez que ella se hubiera corrido por lo menos media docena de veces y le hubiera calmado el deseo más inmediato, Harry se entregaría a ella, usando toda aquella deliciosa lubricación para deslizarse hasta su trasero y meterse en él, empujando muy despacio, sin prisa pero sin pausa.
Un repentino gritito interrumpió sus pensamientos. Ella susurró algo, pero él no pudo entender las palabras. Deseó hacerlo... des¬esperadamente. Necesitaba saber qué había dicho. ¿En qué estaría pensando ______ mientras se masturbaba? ¿En quién?
Ignorando la vocecita que retumbaba en su cabeza y que decía que no era más que un estú*pido al que le gustaba coquetear con el peligro, abrió un poco la puerta para ver mejor. La pequeña lámpara de la mesilla de noche derramaba la luz sobre _____, su piel dorada, el pálido cabello brillante y el sexo casi sin vello.
Una vez más, ella dijo algo, pero él no lo entendió. El suspenso le mataba. Qué ansiedad. ¿Sería Tyler el nombre que pronunciaban sus labios? ¿Sería otro?
—Fóll*ame… —gimió ella con suavidad.
Dios, él deseaba hacerlo con todas sus fuerzas. Se pasó la mano por la cara y luego volvió a mirar a ______ otra vez. No podía mantenerse alejado de ella. Era, simplemente, imposible. Ella era su de¬bilidad. Su droga.
Harry intentó contener la lujuria. Tenía que ser fuerte. Tenía que pensar en casarse con Emily —o en alguien como ella—, no podía pensar en ______; sólo en la esposa que haría todos sus sueños rea¬lidad. Tenía que mantener la po*lla fuera de esa ecuación.
«Date la vuelta. Dúchate. Duerme. Olvídate de _______.»
Apretando los dientes, Harry levantó un pie y dio un paso atrás. Pero no se pudo alejar. Ella había aumentado el ritmo de los dedos sobre el clítoris. Arqueaba las caderas. Tenía la piel sonrojada y el aire olía a mujer excitada. Tenía los pechos húmedos de sudor. Era la criatura más hermosa y sexy que hubiera visto nunca. Y que nunca vería. ¿Cómo iba a poder alejarse de allí?
—Fóll*ame. Sí. ¡Sí! —Gimió ella durante un buen rato, alcanzando el orgasmo—. ¡Harry!
¿Había dicho su nombre? La sorpresa le dejó paralizado. Dios, estaba a punto de correrse en los vaqueros.
_____ se quedó desmadejado sobre la cama, con los ojos cerrados y la respiración agitada. Harry estaba inmóvil, excitado, con el miembro latiendo y el corazón acelerado.
En ese momento ella abrió los ojos y lo vio. El deseo crepitó entre ellos. De repente, una audaz sonrisa curvó aquella boca exuberante... Poco antes de que ella arqueara las caderas, ofreciéndose a él.
—Por favor...
Harry se sintió golpeado por una sensación lacerante y ardiente. O se iba o la foll*aba... eran las únicas opciones. Acostarse con ella sería casi demasiado fácil, y no serviría para ayudarle a lograr el fu¬turo que anhelaba.
Con una maldición, se alejó del dormitorio y se dirigió al cuarto de baño, cerrando la puerta. Se apoyó contra la hoja casi jadeando. Pero la imagen de _____ dándose placer se había quedado grabado en su cerebro y la manera en que había dicho su nombre reverbe¬raba en su cabeza.
¿Cómo podía desear tanto a alguien que era tan malo para él?
Negando con la cabeza, abrió el grifo. De una manera u otra ne¬cesitaba aliviarse ya. Si quería resistirse a _____ iba a tener que re¬currir a su propia mano. De otra manera jamás se dormiría y se sentiría mucho más tentado a ir al dormitorio para poseerla de todas las maneras que conocía.
Dejó caer la ropa con rapidez y se metió bajo la ducha sin com¬probar siquiera la temperatura del agua. Estaba fría, pero Harry tenía demasiado calor para que le importara.
Movió los hombros bajo el chorro y cerró la mano sobre la po*lla, intentando imaginar a Emily... el pelo castaño claro, los ojos color avellana, el olor a tarta de manzana. Sabía que era una chica amable y tierna, ansiosa por tener familia. ¿Cómo sería desnuda? ¿Qué clase de amante sería?
Harry no podía imaginarse acostándose con ella.
Pero el sexo no lo era todo. Le gustaba su sentido del humor y su amistad, su dulzura y... la idea de acostarse con ella le parecía aburrida.
Una imagen de ______ atravesó su mente. La po*lla se estremeció en su mano y se la acarició con ansiedad, con avidez.
¿Por qué ______? Por supuesto era una mujer muy sexy. Había que estar ciego para no percibir su belleza, el suave balanceo de sus caderas, aquellos ojos azules que tentaban a un hombre al pecado. Pero ese día había visto otras facetas de ______ que no conocía.
Era lista y decidida. Bonheur era una prueba de ello. Había hecho un gran trabajo como empresaria al abrir un restaurante a pesar de no saber demasiado del negocio. Y era valiente... demasiado para su propio bien. ¿Cómo podía considerar lo del cuchillo una gambe¬rrada? Él no lo hacía. Pero _____ lo había manejado todo muy bien. Nada de histerismos, ni una lágrima, Era una mujer tranquila. Y comprendía a la gente que la rodeaba: Remy, Homer, Tyler, incluso a las chicas del club. Parecía saber exactamente qué decir en cada momento para obtener el mejor resultado.
Todo aquello sólo hacía que la deseara más. Pensar en apartarla había sido mucho más fácil cuando sólo la había considerado un buen polvo. Ahora... la veía de una manera totalmente distinta. «Mal*dición.»
Harry se masturbó más rápido, notando que su po*lla se estremecía. Se pasó el pulgar por el glande y gimió de placer. Tensó los muslos y apretó los dientes, recordando la manera en la que _____ había bailado esa tarde en el ensayo, como si lo hiciera sólo para él. La recordó masturbándose, acariciándose para alcanzar el orgasmo, y entonces la volvió a escuchar invitarle a su cama.
En su mente oyó otra vez a _____ rogándole que la fo*llara. El placer creció. Movió la mano más deprisa sobre su carne turgente, con un ritmo y una presión casi brutales. La necesidad le tensaba los testículos y subía por su po*lla. El orgasmo no estaba muy lejos... Y cualquier pensamiento sobre Emily había desaparecido.
En ese momento el deseo creció y ardió. Explotó, y _____ estaba en la mitad de la tormenta. Apretó los labios y gimió cuando el orgasmo le atravesó con furia, oprimiéndole los testículos, tensándole el vientre. El semen saltó en la bañera de porcelana y desapareció por el desagüe, arrastrado por el agua.
Harry se apoyó en la pared, relajado pero vagamente insatisfecho. Sí, se había corrido, pero su cuerpo todavía ardía de deseo. La mano no era una buena sustituta de ______.
Se soltó el miembro y cerró el grifo. Mald*ición, ahora se sentía peor. No estaba poseído por la lujuria, pero sí muy confundido. Y deprimido. ¿Qué demonios le pasaba?
«Deseas algo que no puedes tener», se burló la vocecita de su cabeza. Le gustaría poder gritarle que se callara... pero tenía razón.
Apartó la cortina de la ducha con impaciencia. Para su sorpresa, _____ estaba a sólo cincuenta centímetros de él, con la cadera apoyada contra el lavabo y una toalla en la mano. Parecía furiosa y... dolida
—¿Qué? ¿Te lo has pasado bien?
Harry cerró la puerta del dormitorio con la respiración jadeante. Pero no había sido subir las escaleras lo que le había provocado tal des¬asosiego respiratorio, sino que ella hubiera subido delante de él. La faldita se ceñía a su trasero. El excitante liguero rojo asomaba de vez en cuando por debajo de la prenda, insinuando las nalgas desnudas, visibles a cada paso.
Maldición, tenía tantas ganas de acostarse con ella que apenas podía pensar. Pero liarse con _____ sería igual que tomar drogas: es¬tú*pido y potencialmente nocivo.
La semana anterior, había salido con Emily por tercera vez. Emily era maestra de primaria en Tyler, Texas. No había estado mal. Era una mujer dulce y apacible, con los ojos color avellana y hoyue¬los en las mejillas. Le gustaba la música country y no soportaba las blasfemias; no le avergonzaría presentársela a su familia ni al pastor. Sería la esposa ideal. Una madre perfecta y hogareña, igual que la suya. Eso era lo que él quería. Necesitaba pensar en ella esta semana y no en ______.
Y después, jamás volvería a ver a aquella stripper tan sexy otra vez.
Una vez dentro de la habitación de invitados de _____, sacó el móvil del bolsillo y revisó la lista de contactos. Allí estaba el nombre de Emily. Necesitaba con desesperación recargar fuerzas oyendo su dulce y tranquila voz, pero no podía despertarla a las cuatro y media de la madrugada. Le haría demasiadas preguntas que no podría res¬ponderle. Harry temía decirle cosas que no debía en lugar de centrar la conversación en la escuela en la que daba clases y en las activida¬des de la iglesia. _____ le había excitado de tal manera, que dudaba mucho que fuera capaz de tener el suficiente control para responder a las preguntas de Emily. Las necesidades de su parte más oscura se ponían del lado de la sangre que le hervía en las venas. Todo su cuerpo le pedía a gritos una satisfacción.
Así que necesitaba actuar ya.
Se ducharía. Lo necesitaba con desesperación. El agua tibia le enfriaría la piel, le tranquilizaría, le ayudaría a respirar con normalidad... Rebajaría su lujuria a unos niveles que le permitieran dormir.
Y dejaría de pensar en la mujer sexy y provocativa que yacía en su cama, a menos de diez metros de él.
Cogió el pantalón del pijama de la maleta de mano y salió al os¬curo pasillo en dirección al cuarto de baño. Una suave luz salía por la rendija de la puerta del dormitorio de _____ e iluminaba el pasillo. Se dijo a sí mismo que debía ignorarla. Pero cuando se metió en el cuarto de baño, buscando a ciegas el interruptor de la luz, no pudo evitar mirar por encima del hombro hacia la puerta entreabierta.
Y vio una pierna deliciosamente dorada.
Harry contuvo el aliento cuando un millón de imágenes de _____ en la cama le bombardeó la mente. La vio con los brazos y las piernas abiertos para él, recordó las provocativas bromas y las roncas palabras de aliento que habían anulado cualquier tipo de lógica. Santo Dios, sentir aquella boca rodeándole la po*lla fue la experiencia más asombrosa... Hasta que la penetró y perdió la cabeza. Entonces, ella le llevó todavía más allá y le permitió hundirse en aquel cul*ito delicioso y apretado, y él se dejó llevar sin contención de ningún tipo, disfrutando las asombrosas sensaciones. _____ se entregó durante seis horas completas sin importar lo que él quisiera hacer. Nadie le había afectado antes de aquella manera. Y tampoco después.
Quedarse en la misma casa que ella era tan peligroso como rociarse con gasolina antes de saltar por encima de una hoguera.
De repente, ella se retorció en la cama. La imagen de la perfecta pierna dorada cambió cuando _____ se movió, permitiéndole ver además la tensa pantorrilla y el interior del muslo.
Sólo unos centímetros más a la izquierda y, si ella se hubiera quitado las bragas, aparecerían ante sus ojos aquellos pliegues mojados. Incluso ahora, se le hacía la boca agua al recordar el sabor que degustó una y otra vez aquella noche.
¬¬¬¬¬______ gimió. Luego se movió agitadamente de nuevo.
«Mal*dición, ¿acaso ella estaba...?»
—¡Sí! —gritó ella. Y él se quedó sin aliento.
Sí, se estaba masturbando.
«Vete al cuarto de baño. Cierra la puerta. Aléjate de la tentación.»
Se repitió aquel buen consejo como si fuera una letanía, conte¬niendo la respiración, intentando oírlo por encima del latido del corazón y de la sangre que le inundaba el pene.
—¡Oh, sí!
Aquel ronco susurro hizo imposible que la sangre que le ardía en las venas se enfriara. Tenía que verla. Tenía que hacerlo. Sí, puede que ella fuera perjudicial para él, puede que Harry no quisiera ser uno más de los muchos que pasaban por su cama, pero ______ era la ten¬tación personificada. Jamás había conocido a otra mujer mejor equi¬pada para conducir a un hombre al pecado.
«Es sólo un paso más...»
Harry dejó los pantalones del pijama en la encimera del cuarto de baño y se acercó más al dormitorio de _______, dando un respingo cuando los vaqueros le rozaron la erección. Pero un solo paso fue suficiente para verle también las caderas. Eran preciosas, pero él quería observar cómo ella se daba placer. Quería ver cómo lo hacía, cómo alcanzaba el placer, cómo arquearía el cuerpo al llegar al éx¬tasis.
Mald*ición, se sentía como un pervertido, pero no había forma de que pudiera detenerse ahora.
Dio un paso más, y luego otro, hasta que se quedó justo detrás de la rendija de la puerta.
Entonces vio algo que le hizo estallar en llamas. _____ sólo lle¬vaba encima el liguero, las medias y los puñe*teros zapatos de tacón de aguja. Se acariciaba un pecho con una mano y la otra se la desli¬zaba entre los empapados pliegues.
Harry se tambaleó y tuvo que agarrarse a la pared para sujetarse. Se la quedó mirando fijamente. Sintió como si sus testículos y su miem¬bro estuvieran en llamas.
«Mie*rda, mie*rda, mie*rda...»
______ movía los dedos alrededor del clítoriis. Estaba totalmente mojada. La vio apretar los muslos y arquear la espalda. Harry emitió un jadeo, inmóvil. Ardiendo.
Ella se volvió a mover de manera agitada, separando las piernas todavía más. Entonces, se metió los dedos en la anegada y estrecha abertura y se estremeció entre gemidos.
Harry se apoyó en la manilla de la puerta. Santo Dios, lo único que él deseaba en ese momento era entrar allí y aliviarla, tomar aquel dolorido clítoriis en la boca y satisfacerla con la lengua; zambullirse profundamente en su sexo con profundas embestidas. Una vez que ella se hubiera corrido por lo menos media docena de veces y le hubiera calmado el deseo más inmediato, Harry se entregaría a ella, usando toda aquella deliciosa lubricación para deslizarse hasta su trasero y meterse en él, empujando muy despacio, sin prisa pero sin pausa.
Un repentino gritito interrumpió sus pensamientos. Ella susurró algo, pero él no pudo entender las palabras. Deseó hacerlo... des¬esperadamente. Necesitaba saber qué había dicho. ¿En qué estaría pensando ______ mientras se masturbaba? ¿En quién?
Ignorando la vocecita que retumbaba en su cabeza y que decía que no era más que un estú*pido al que le gustaba coquetear con el peligro, abrió un poco la puerta para ver mejor. La pequeña lámpara de la mesilla de noche derramaba la luz sobre _____, su piel dorada, el pálido cabello brillante y el sexo casi sin vello.
Una vez más, ella dijo algo, pero él no lo entendió. El suspenso le mataba. Qué ansiedad. ¿Sería Tyler el nombre que pronunciaban sus labios? ¿Sería otro?
—Fóll*ame… —gimió ella con suavidad.
Dios, él deseaba hacerlo con todas sus fuerzas. Se pasó la mano por la cara y luego volvió a mirar a ______ otra vez. No podía mantenerse alejado de ella. Era, simplemente, imposible. Ella era su de¬bilidad. Su droga.
Harry intentó contener la lujuria. Tenía que ser fuerte. Tenía que pensar en casarse con Emily —o en alguien como ella—, no podía pensar en ______; sólo en la esposa que haría todos sus sueños rea¬lidad. Tenía que mantener la po*lla fuera de esa ecuación.
«Date la vuelta. Dúchate. Duerme. Olvídate de _______.»
Apretando los dientes, Harry levantó un pie y dio un paso atrás. Pero no se pudo alejar. Ella había aumentado el ritmo de los dedos sobre el clítoris. Arqueaba las caderas. Tenía la piel sonrojada y el aire olía a mujer excitada. Tenía los pechos húmedos de sudor. Era la criatura más hermosa y sexy que hubiera visto nunca. Y que nunca vería. ¿Cómo iba a poder alejarse de allí?
—Fóll*ame. Sí. ¡Sí! —Gimió ella durante un buen rato, alcanzando el orgasmo—. ¡Harry!
¿Había dicho su nombre? La sorpresa le dejó paralizado. Dios, estaba a punto de correrse en los vaqueros.
_____ se quedó desmadejado sobre la cama, con los ojos cerrados y la respiración agitada. Harry estaba inmóvil, excitado, con el miembro latiendo y el corazón acelerado.
En ese momento ella abrió los ojos y lo vio. El deseo crepitó entre ellos. De repente, una audaz sonrisa curvó aquella boca exuberante... Poco antes de que ella arqueara las caderas, ofreciéndose a él.
—Por favor...
Harry se sintió golpeado por una sensación lacerante y ardiente. O se iba o la foll*aba... eran las únicas opciones. Acostarse con ella sería casi demasiado fácil, y no serviría para ayudarle a lograr el fu¬turo que anhelaba.
Con una maldición, se alejó del dormitorio y se dirigió al cuarto de baño, cerrando la puerta. Se apoyó contra la hoja casi jadeando. Pero la imagen de _____ dándose placer se había quedado grabado en su cerebro y la manera en que había dicho su nombre reverbe¬raba en su cabeza.
¿Cómo podía desear tanto a alguien que era tan malo para él?
Negando con la cabeza, abrió el grifo. De una manera u otra ne¬cesitaba aliviarse ya. Si quería resistirse a _____ iba a tener que re¬currir a su propia mano. De otra manera jamás se dormiría y se sentiría mucho más tentado a ir al dormitorio para poseerla de todas las maneras que conocía.
Dejó caer la ropa con rapidez y se metió bajo la ducha sin com¬probar siquiera la temperatura del agua. Estaba fría, pero Harry tenía demasiado calor para que le importara.
Movió los hombros bajo el chorro y cerró la mano sobre la po*lla, intentando imaginar a Emily... el pelo castaño claro, los ojos color avellana, el olor a tarta de manzana. Sabía que era una chica amable y tierna, ansiosa por tener familia. ¿Cómo sería desnuda? ¿Qué clase de amante sería?
Harry no podía imaginarse acostándose con ella.
Pero el sexo no lo era todo. Le gustaba su sentido del humor y su amistad, su dulzura y... la idea de acostarse con ella le parecía aburrida.
Una imagen de ______ atravesó su mente. La po*lla se estremeció en su mano y se la acarició con ansiedad, con avidez.
¿Por qué ______? Por supuesto era una mujer muy sexy. Había que estar ciego para no percibir su belleza, el suave balanceo de sus caderas, aquellos ojos azules que tentaban a un hombre al pecado. Pero ese día había visto otras facetas de ______ que no conocía.
Era lista y decidida. Bonheur era una prueba de ello. Había hecho un gran trabajo como empresaria al abrir un restaurante a pesar de no saber demasiado del negocio. Y era valiente... demasiado para su propio bien. ¿Cómo podía considerar lo del cuchillo una gambe¬rrada? Él no lo hacía. Pero _____ lo había manejado todo muy bien. Nada de histerismos, ni una lágrima, Era una mujer tranquila. Y comprendía a la gente que la rodeaba: Remy, Homer, Tyler, incluso a las chicas del club. Parecía saber exactamente qué decir en cada momento para obtener el mejor resultado.
Todo aquello sólo hacía que la deseara más. Pensar en apartarla había sido mucho más fácil cuando sólo la había considerado un buen polvo. Ahora... la veía de una manera totalmente distinta. «Mal*dición.»
Harry se masturbó más rápido, notando que su po*lla se estremecía. Se pasó el pulgar por el glande y gimió de placer. Tensó los muslos y apretó los dientes, recordando la manera en la que _____ había bailado esa tarde en el ensayo, como si lo hiciera sólo para él. La recordó masturbándose, acariciándose para alcanzar el orgasmo, y entonces la volvió a escuchar invitarle a su cama.
En su mente oyó otra vez a _____ rogándole que la fo*llara. El placer creció. Movió la mano más deprisa sobre su carne turgente, con un ritmo y una presión casi brutales. La necesidad le tensaba los testículos y subía por su po*lla. El orgasmo no estaba muy lejos... Y cualquier pensamiento sobre Emily había desaparecido.
En ese momento el deseo creció y ardió. Explotó, y _____ estaba en la mitad de la tormenta. Apretó los labios y gimió cuando el orgasmo le atravesó con furia, oprimiéndole los testículos, tensándole el vientre. El semen saltó en la bañera de porcelana y desapareció por el desagüe, arrastrado por el agua.
Harry se apoyó en la pared, relajado pero vagamente insatisfecho. Sí, se había corrido, pero su cuerpo todavía ardía de deseo. La mano no era una buena sustituta de ______.
Se soltó el miembro y cerró el grifo. Mald*ición, ahora se sentía peor. No estaba poseído por la lujuria, pero sí muy confundido. Y deprimido. ¿Qué demonios le pasaba?
«Deseas algo que no puedes tener», se burló la vocecita de su cabeza. Le gustaría poder gritarle que se callara... pero tenía razón.
Apartó la cortina de la ducha con impaciencia. Para su sorpresa, _____ estaba a sólo cincuenta centímetros de él, con la cadera apoyada contra el lavabo y una toalla en la mano. Parecía furiosa y... dolida
—¿Qué? ¿Te lo has pasado bien?
* * *
Invitado
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Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
_____ seguía furiosa seis horas después mientras golpeaba el saco de boxeo que colgaba del techo en la habitación donde entrenaba.
Le dio un par de patadas y soltó un gruñido, luego le propinó un gancho de derecha.
¿Qué co*ño se creía Harry? Se le había ofrecido —algo que jamás había hecho con nadie— y él se había largado a hacerse una paja en la ducha. Por supuesto, el muy gilipo*llas habría pensado que lo había hecho porque era un hombre, no porque lo considerara especial ni porque pensara que entre ellos podría existir algo más que sexo fa¬buloso.
Menudo estú*pido.
Otra patada, otro puñe*tazo. El sudor cubría su cuerpo. Pero la tensión no se iba.
Antes de que hubiera invitado a Harry a quedarse, él había mencio¬nado que estaba saliendo con alguien. Imaginarlo con otra mujer la enervaba. La hacía sentirse insegura. ¿Se estaría acostando Harry con esa mujer? ¿Desearía a su novia más de lo que la deseaba a ella? ¿Es¬taría —Dios no lo quisiera— enamorado de ella?
Tenía que saberlo. Colgarse por un hombre cuyo corazón perte¬necía a otra era algo que no tenía sentido y que sólo la haría aver¬gonzarse. Durante un tiempo estuvo segura de que él estaba enamorado de Daniela, pero luego ésta se había casado con Niall. Cuando _____ se enteró de que el trío que mantenía Harry con la pa¬reja había finalizado, sus esperanzas renacieron. Pero ahora... No sabía qué pensar.
Sonó el móvil que estaba encima de la mesita, junto a la ventana. Dando un último puñe*tazo al saco de boxeo, cruzó la estancia y lo cogió. Lo abrió y vio que era Tyler quien la llamaba.
—Hola, justo ahora estaba pensando en ti.
—¿De veras? —Parecía que eso le hacía feliz.
—Estaba golpeando el saco de boxeo e imaginando que era tu cabeza —bromeó ella.
—Qué graciosa —canturreó él—. Mira, sé que es temprano, pero deberías pasar por el club.
______ se quedó paralizado.
—¿Qué ha pasado?
Tyler vaciló... y eso era algo que él nunca hacía. A aquel hombre no le gustaba andarse con rodeos. ______ le confiaría su vida, que él dudara no podía ser bueno.
—Sencillamente deberías pasar por el club —dijo él tras un silen¬cio.
Había pasado algo gordo.
—Mal*dita sea, ¿me das una hora?
—Cuanto antes vengas, mejor.
Colgó el teléfono y maldijo mientras abandonaba la habitación y recorría el pasillo. Se dio de bruces con Harry.
—Lo siento —dijo ella, retrocediendo. Era eso o saltar sobre él. No había tenido el placer de disfrutar de «la mañana siguiente» la última vez, y se permitió echarle una ojeada. Estaba despeinado, tenía los ojos somnolientos y _____ se dio cuenta de que se había perdido algo espectacular.
La sangre le hirvió en las venas una vez más.
—Buenos días.
Un educado saludo... pero faltaba la pasión que ella quería oír cuando él dijera esas palabras, con la cabeza junto a la suya sobre la almohada, poco antes de que la besara hasta hacerla perder el sentido y de dar así la bienvenida al día juntos, envueltos en el placer.
Todo lo contrario a lo que estaba ocurriendo. ______ recordó con desagrado la noche anterior. En vez de deprimirse otra vez, ahuyentó aquel pensamiento.
—Sí. Tengo que darme prisa en la ducha. —_____ sostuvo en alto el móvil—. Me acaba de llamar Tyler. Le he dicho que estaría en el club dentro de una hora. Si necesitas más tiempo para estar listo, llamaré a taxi para que me recoja.
—Yo te llevaré.
—No importa si...
—Te he dicho que te llevaré yo —repitió él, deslizando la mirada por la cara encendida de la joven y la camiseta húmeda de sudor.
¿Estaría todavía enfadada por lo sucedido la noche anterior, o era por haber mencionado a Tyler?
—Genial. Nos vemos en la cocina dentro de treinta minutos.
Pasó junto a él. Quería llegar a su santuario, su dormitorio, y a la privacidad que proporcionaba una puerta cerrada para no tener que contener el dolor que le suponía el rechazo de Harry.
Él la agarró por el brazo, reteniéndola.
—Sobre lo que sucedió anoche... Lo siento. No era mi intención espiarte. La puerta estaba abierta y...
—No era una invitación —mintió ella. Con la verdad sólo habría obtenido su desaire—. Lo mismo que la puerta del cuarto de baño de invitados, la de mi habitación no cierra bien. Ésta es una casa vieja. Pero agradezco las disculpas Yo también siento haber entrado mientras te duchabas sin que me hubieras invitado. Sólo quería asegurarme de que tenías una toalla y...
Él hizo una mueca.
—Mira, no voy a mentir. Entre nosotros hay una química asom¬brosa. Jamás me he sentido tan atraído por nadie.
No parecía que eso le hiciera feliz.
—Pero no me deseas a mí. Sólo mi cuerpo. —Y eso dolía mucho.
Él le apretó el brazo.
—No, eso no es cierto. Ayer descubrí cosas de ti que me gusta¬ron mucho. —Harry suspiró y se pasó una mano por el pelo—. Lo que pasa es que..., lo que deseo no es lo que necesito. Así que me sentiré irritado y frustrado durante toda la semana. Me atraes mu¬chísimo desde un punto de vista sexual, pero estoy tratando de hacer lo correcto.
Y lo correcto era no hacer el amor con ella.
¿Pensaría Harry que era imposible tener una relación con alguien que poseía un club de striptease? Podía ser. Pero ella seguía deseán¬dole. Quería que la poseyera. Que ardiera por ella. Porque anhelaba a Harry con todo su ser. Aquella sonrisa provocativa, su talento, la manera en que la había hecho sentir especial aquella noche. Y no es¬taba dispuesta a darse por vencida.
—¿Es por la mujer con la que sales?
—Sí.
Mal*dita sea, ¿cómo una sola palabra podía hacer tanto daño?
—Si la has elegido a ella, estoy segura de que es una gran chica. —Liberó el brazo—. Me voy a arreglar.
Cuando se alejó a toda velocidad por el pasillo, Harry la siguió y la apretó contra la pared.
—Lo es. Y no tiene nada que ver contigo. Tú eres diferente.
«En otras palabras, no es una stripper:»
—Estoy segura. Genial. Nos vemos abajo en treinta minutos. —Se coló entre la pared y el duro cuerpo de Harry, corrió hasta su dormitorio y cerró la puerta de golpe.
Una vez dentro del cuarto de baño de su dormitorio, cerró la puerta con llave y se apoyó contra ella. Cerró los ojos y las lágrimas le cayeron por las mejillas. Se las secó con un gesto de frustración.
Jodi*damente imposible. _____ destrozaba las relaciones. No, no era eso. En realidad jamás había mantenido una. Desde que cumplió los quince años, su vida había sitio una continua lucha por sobrevivir, por tener algo que comer y un lecho sobre la cabeza. Había conocido a mucha gente a lo largo de los años, pero nunca de una manera romántica. Por lo visto, Harry estaba siendo honesto con ella. Había conocido a alguien que le convenía más.
¿Cómo diantres podía luchar contra aquello? ¿Debería intentarlo siquiera? Probablemente no, pero algo en su interior la impulsaba hacia él, lo necesitaba.
Harry había confesado que la deseaba más que a nadie. Eso ya era algo. Quizá hubiera más entre ellos que una intensa química y ésa era la manera que tenían sus cuerpos para empujarles a intentarlo. Era posible que esa otra mujer fuera mejor para él porque Harry la conocía. ______ se dio cuenta que no la conocía como persona, que sólo habían pasado una noche juntos.
Tenía que intentar seducirle. Eso era todo. Debía usar la ventaja que tenía. Pero además debía permitir que la conociera de verdad. A ella no le resultaba fácil dejar caer sus defensas. Entregar su confianza era un lujo caro y una tontería, pero a menos que quisiera renunciar a Harry, era lo único que podía hacer. _____ tenía que hacerle ver que era mucho más que un cuerpo.
* * *
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Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
_____ seguía furiosa seis horas después mientras golpeaba el saco de boxeo que colgaba del techo en la habitación donde entrenaba.
Le dio un par de patadas y soltó un gruñido, luego le propinó un gancho de derecha.
¿Qué co*ño se creía Harry? Se le había ofrecido —algo que jamás había hecho con nadie— y él se había largado a hacerse una paja en la ducha. Por supuesto, el muy gilipo*llas habría pensado que lo había hecho porque era un hombre, no porque lo considerara especial ni porque pensara que entre ellos podría existir algo más que sexo fa¬buloso.
Menudo estú*pido.
Otra patada, otro puñe*tazo. El sudor cubría su cuerpo. Pero la tensión no se iba.
Antes de que hubiera invitado a Harry a quedarse, él había mencio¬nado que estaba saliendo con alguien. Imaginarlo con otra mujer la enervaba. La hacía sentirse insegura. ¿Se estaría acostando Harry con esa mujer? ¿Desearía a su novia más de lo que la deseaba a ella? ¿Es¬taría —Dios no lo quisiera— enamorado de ella?
Tenía que saberlo. Colgarse por un hombre cuyo corazón perte¬necía a otra era algo que no tenía sentido y que sólo la haría aver¬gonzarse. Durante un tiempo estuvo segura de que él estaba enamorado de Daniela, pero luego ésta se había casado con Niall. Cuando _____ se enteró de que el trío que mantenía Harry con la pa¬reja había finalizado, sus esperanzas renacieron. Pero ahora... No sabía qué pensar.
Sonó el móvil que estaba encima de la mesita, junto a la ventana. Dando un último puñe*tazo al saco de boxeo, cruzó la estancia y lo cogió. Lo abrió y vio que era Tyler quien la llamaba.
—Hola, justo ahora estaba pensando en ti.
—¿De veras? —Parecía que eso le hacía feliz.
—Estaba golpeando el saco de boxeo e imaginando que era tu cabeza —bromeó ella.
—Qué graciosa —canturreó él—. Mira, sé que es temprano, pero deberías pasar por el club.
______ se quedó paralizado.
—¿Qué ha pasado?
Tyler vaciló... y eso era algo que él nunca hacía. A aquel hombre no le gustaba andarse con rodeos. ______ le confiaría su vida, que él dudara no podía ser bueno.
—Sencillamente deberías pasar por el club —dijo él tras un silen¬cio.
Había pasado algo gordo.
—Mal*dita sea, ¿me das una hora?
—Cuanto antes vengas, mejor.
Colgó el teléfono y maldijo mientras abandonaba la habitación y recorría el pasillo. Se dio de bruces con Harry.
—Lo siento —dijo ella, retrocediendo. Era eso o saltar sobre él. No había tenido el placer de disfrutar de «la mañana siguiente» la última vez, y se permitió echarle una ojeada. Estaba despeinado, tenía los ojos somnolientos y _____ se dio cuenta de que se había perdido algo espectacular.
La sangre le hirvió en las venas una vez más.
—Buenos días.
Un educado saludo... pero faltaba la pasión que ella quería oír cuando él dijera esas palabras, con la cabeza junto a la suya sobre la almohada, poco antes de que la besara hasta hacerla perder el sentido y de dar así la bienvenida al día juntos, envueltos en el placer.
Todo lo contrario a lo que estaba ocurriendo. ______ recordó con desagrado la noche anterior. En vez de deprimirse otra vez, ahuyentó aquel pensamiento.
—Sí. Tengo que darme prisa en la ducha. —_____ sostuvo en alto el móvil—. Me acaba de llamar Tyler. Le he dicho que estaría en el club dentro de una hora. Si necesitas más tiempo para estar listo, llamaré a taxi para que me recoja.
—Yo te llevaré.
—No importa si...
—Te he dicho que te llevaré yo —repitió él, deslizando la mirada por la cara encendida de la joven y la camiseta húmeda de sudor.
¿Estaría todavía enfadada por lo sucedido la noche anterior, o era por haber mencionado a Tyler?
—Genial. Nos vemos en la cocina dentro de treinta minutos.
Pasó junto a él. Quería llegar a su santuario, su dormitorio, y a la privacidad que proporcionaba una puerta cerrada para no tener que contener el dolor que le suponía el rechazo de Harry.
Él la agarró por el brazo, reteniéndola.
—Sobre lo que sucedió anoche... Lo siento. No era mi intención espiarte. La puerta estaba abierta y...
—No era una invitación —mintió ella. Con la verdad sólo habría obtenido su desaire—. Lo mismo que la puerta del cuarto de baño de invitados, la de mi habitación no cierra bien. Ésta es una casa vieja. Pero agradezco las disculpas Yo también siento haber entrado mientras te duchabas sin que me hubieras invitado. Sólo quería asegurarme de que tenías una toalla y...
Él hizo una mueca.
—Mira, no voy a mentir. Entre nosotros hay una química asom¬brosa. Jamás me he sentido tan atraído por nadie.
No parecía que eso le hiciera feliz.
—Pero no me deseas a mí. Sólo mi cuerpo. —Y eso dolía mucho.
Él le apretó el brazo.
—No, eso no es cierto. Ayer descubrí cosas de ti que me gusta¬ron mucho. —Harry suspiró y se pasó una mano por el pelo—. Lo que pasa es que..., lo que deseo no es lo que necesito. Así que me sentiré irritado y frustrado durante toda la semana. Me atraes mu¬chísimo desde un punto de vista sexual, pero estoy tratando de hacer lo correcto.
Y lo correcto era no hacer el amor con ella.
¿Pensaría Harry que era imposible tener una relación con alguien que poseía un club de striptease? Podía ser. Pero ella seguía deseán¬dole. Quería que la poseyera. Que ardiera por ella. Porque anhelaba a Harry con todo su ser. Aquella sonrisa provocativa, su talento, la manera en que la había hecho sentir especial aquella noche. Y no es¬taba dispuesta a darse por vencida.
—¿Es por la mujer con la que sales?
—Sí.
Mal*dita sea, ¿cómo una sola palabra podía hacer tanto daño?
—Si la has elegido a ella, estoy segura de que es una gran chica. —Liberó el brazo—. Me voy a arreglar.
Cuando se alejó a toda velocidad por el pasillo, Harry la siguió y la apretó contra la pared.
—Lo es. Y no tiene nada que ver contigo. Tú eres diferente.
«En otras palabras, no es una stripper:»
—Estoy segura. Genial. Nos vemos abajo en treinta minutos. —Se coló entre la pared y el duro cuerpo de Harry, corrió hasta su dormitorio y cerró la puerta de golpe.
Una vez dentro del cuarto de baño de su dormitorio, cerró la puerta con llave y se apoyó contra ella. Cerró los ojos y las lágrimas le cayeron por las mejillas. Se las secó con un gesto de frustración.
Jodi*damente imposible. _____ destrozaba las relaciones. No, no era eso. En realidad jamás había mantenido una. Desde que cumplió los quince años, su vida había sitio una continua lucha por sobrevivir, por tener algo que comer y un lecho sobre la cabeza. Había conocido a mucha gente a lo largo de los años, pero nunca de una manera romántica. Por lo visto, Harry estaba siendo honesto con ella. Había conocido a alguien que le convenía más.
¿Cómo diantres podía luchar contra aquello? ¿Debería intentarlo siquiera? Probablemente no, pero algo en su interior la impulsaba hacia él, lo necesitaba.
Harry había confesado que la deseaba más que a nadie. Eso ya era algo. Quizá hubiera más entre ellos que una intensa química y ésa era la manera que tenían sus cuerpos para empujarles a intentarlo. Era posible que esa otra mujer fuera mejor para él porque Harry la conocía. ______ se dio cuenta que no la conocía como persona, que sólo habían pasado una noche juntos.
Tenía que intentar seducirle. Eso era todo. Debía usar la ventaja que tenía. Pero además debía permitir que la conociera de verdad. A ella no le resultaba fácil dejar caer sus defensas. Entregar su confianza era un lujo caro y una tontería, pero a menos que quisiera renunciar a Harry, era lo único que podía hacer. _____ tenía que hacerle ver que era mucho más que un cuerpo.
Le dio un par de patadas y soltó un gruñido, luego le propinó un gancho de derecha.
¿Qué co*ño se creía Harry? Se le había ofrecido —algo que jamás había hecho con nadie— y él se había largado a hacerse una paja en la ducha. Por supuesto, el muy gilipo*llas habría pensado que lo había hecho porque era un hombre, no porque lo considerara especial ni porque pensara que entre ellos podría existir algo más que sexo fa¬buloso.
Menudo estú*pido.
Otra patada, otro puñe*tazo. El sudor cubría su cuerpo. Pero la tensión no se iba.
Antes de que hubiera invitado a Harry a quedarse, él había mencio¬nado que estaba saliendo con alguien. Imaginarlo con otra mujer la enervaba. La hacía sentirse insegura. ¿Se estaría acostando Harry con esa mujer? ¿Desearía a su novia más de lo que la deseaba a ella? ¿Es¬taría —Dios no lo quisiera— enamorado de ella?
Tenía que saberlo. Colgarse por un hombre cuyo corazón perte¬necía a otra era algo que no tenía sentido y que sólo la haría aver¬gonzarse. Durante un tiempo estuvo segura de que él estaba enamorado de Daniela, pero luego ésta se había casado con Niall. Cuando _____ se enteró de que el trío que mantenía Harry con la pa¬reja había finalizado, sus esperanzas renacieron. Pero ahora... No sabía qué pensar.
Sonó el móvil que estaba encima de la mesita, junto a la ventana. Dando un último puñe*tazo al saco de boxeo, cruzó la estancia y lo cogió. Lo abrió y vio que era Tyler quien la llamaba.
—Hola, justo ahora estaba pensando en ti.
—¿De veras? —Parecía que eso le hacía feliz.
—Estaba golpeando el saco de boxeo e imaginando que era tu cabeza —bromeó ella.
—Qué graciosa —canturreó él—. Mira, sé que es temprano, pero deberías pasar por el club.
______ se quedó paralizado.
—¿Qué ha pasado?
Tyler vaciló... y eso era algo que él nunca hacía. A aquel hombre no le gustaba andarse con rodeos. ______ le confiaría su vida, que él dudara no podía ser bueno.
—Sencillamente deberías pasar por el club —dijo él tras un silen¬cio.
Había pasado algo gordo.
—Mal*dita sea, ¿me das una hora?
—Cuanto antes vengas, mejor.
Colgó el teléfono y maldijo mientras abandonaba la habitación y recorría el pasillo. Se dio de bruces con Harry.
—Lo siento —dijo ella, retrocediendo. Era eso o saltar sobre él. No había tenido el placer de disfrutar de «la mañana siguiente» la última vez, y se permitió echarle una ojeada. Estaba despeinado, tenía los ojos somnolientos y _____ se dio cuenta de que se había perdido algo espectacular.
La sangre le hirvió en las venas una vez más.
—Buenos días.
Un educado saludo... pero faltaba la pasión que ella quería oír cuando él dijera esas palabras, con la cabeza junto a la suya sobre la almohada, poco antes de que la besara hasta hacerla perder el sentido y de dar así la bienvenida al día juntos, envueltos en el placer.
Todo lo contrario a lo que estaba ocurriendo. ______ recordó con desagrado la noche anterior. En vez de deprimirse otra vez, ahuyentó aquel pensamiento.
—Sí. Tengo que darme prisa en la ducha. —_____ sostuvo en alto el móvil—. Me acaba de llamar Tyler. Le he dicho que estaría en el club dentro de una hora. Si necesitas más tiempo para estar listo, llamaré a taxi para que me recoja.
—Yo te llevaré.
—No importa si...
—Te he dicho que te llevaré yo —repitió él, deslizando la mirada por la cara encendida de la joven y la camiseta húmeda de sudor.
¿Estaría todavía enfadada por lo sucedido la noche anterior, o era por haber mencionado a Tyler?
—Genial. Nos vemos en la cocina dentro de treinta minutos.
Pasó junto a él. Quería llegar a su santuario, su dormitorio, y a la privacidad que proporcionaba una puerta cerrada para no tener que contener el dolor que le suponía el rechazo de Harry.
Él la agarró por el brazo, reteniéndola.
—Sobre lo que sucedió anoche... Lo siento. No era mi intención espiarte. La puerta estaba abierta y...
—No era una invitación —mintió ella. Con la verdad sólo habría obtenido su desaire—. Lo mismo que la puerta del cuarto de baño de invitados, la de mi habitación no cierra bien. Ésta es una casa vieja. Pero agradezco las disculpas Yo también siento haber entrado mientras te duchabas sin que me hubieras invitado. Sólo quería asegurarme de que tenías una toalla y...
Él hizo una mueca.
—Mira, no voy a mentir. Entre nosotros hay una química asom¬brosa. Jamás me he sentido tan atraído por nadie.
No parecía que eso le hiciera feliz.
—Pero no me deseas a mí. Sólo mi cuerpo. —Y eso dolía mucho.
Él le apretó el brazo.
—No, eso no es cierto. Ayer descubrí cosas de ti que me gusta¬ron mucho. —Harry suspiró y se pasó una mano por el pelo—. Lo que pasa es que..., lo que deseo no es lo que necesito. Así que me sentiré irritado y frustrado durante toda la semana. Me atraes mu¬chísimo desde un punto de vista sexual, pero estoy tratando de hacer lo correcto.
Y lo correcto era no hacer el amor con ella.
¿Pensaría Harry que era imposible tener una relación con alguien que poseía un club de striptease? Podía ser. Pero ella seguía deseán¬dole. Quería que la poseyera. Que ardiera por ella. Porque anhelaba a Harry con todo su ser. Aquella sonrisa provocativa, su talento, la manera en que la había hecho sentir especial aquella noche. Y no es¬taba dispuesta a darse por vencida.
—¿Es por la mujer con la que sales?
—Sí.
Mal*dita sea, ¿cómo una sola palabra podía hacer tanto daño?
—Si la has elegido a ella, estoy segura de que es una gran chica. —Liberó el brazo—. Me voy a arreglar.
Cuando se alejó a toda velocidad por el pasillo, Harry la siguió y la apretó contra la pared.
—Lo es. Y no tiene nada que ver contigo. Tú eres diferente.
«En otras palabras, no es una stripper:»
—Estoy segura. Genial. Nos vemos abajo en treinta minutos. —Se coló entre la pared y el duro cuerpo de Harry, corrió hasta su dormitorio y cerró la puerta de golpe.
Una vez dentro del cuarto de baño de su dormitorio, cerró la puerta con llave y se apoyó contra ella. Cerró los ojos y las lágrimas le cayeron por las mejillas. Se las secó con un gesto de frustración.
Jodi*damente imposible. _____ destrozaba las relaciones. No, no era eso. En realidad jamás había mantenido una. Desde que cumplió los quince años, su vida había sitio una continua lucha por sobrevivir, por tener algo que comer y un lecho sobre la cabeza. Había conocido a mucha gente a lo largo de los años, pero nunca de una manera romántica. Por lo visto, Harry estaba siendo honesto con ella. Había conocido a alguien que le convenía más.
¿Cómo diantres podía luchar contra aquello? ¿Debería intentarlo siquiera? Probablemente no, pero algo en su interior la impulsaba hacia él, lo necesitaba.
Harry había confesado que la deseaba más que a nadie. Eso ya era algo. Quizá hubiera más entre ellos que una intensa química y ésa era la manera que tenían sus cuerpos para empujarles a intentarlo. Era posible que esa otra mujer fuera mejor para él porque Harry la conocía. ______ se dio cuenta que no la conocía como persona, que sólo habían pasado una noche juntos.
Tenía que intentar seducirle. Eso era todo. Debía usar la ventaja que tenía. Pero además debía permitir que la conociera de verdad. A ella no le resultaba fácil dejar caer sus defensas. Entregar su confianza era un lujo caro y una tontería, pero a menos que quisiera renunciar a Harry, era lo único que podía hacer. _____ tenía que hacerle ver que era mucho más que un cuerpo.
* * *
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Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
Poco antes de las once y media, ______ y Harry salieron por la puerta de atrás y se subieron al 4x4 para dirigirse al Bonheur. Era un día nublado, húmedo y caluroso de septiembre y en el interior del restaurante hacía mucho calor y estaba demasiado oscuro. ______ encendió las luces y puso en marcha los ventiladores. Luego miró a Harry con impaciencia.
—El contratista vendrá a las dos para arreglar la pared divisoria. Dice que habrá acabado para las seis. ¿Alguna cosa más? —La joven se dirigió a la cocina, encendiendo las luces a su paso—. ¿Quieres que nos dediquemos a ultimar los detalles de la inauguración? Será mañana.
Harry continuó con el tema anterior.
—¿Por qué iban a entrar en el club?
Ella suspiró.
—No lo sé. A veces los borrachos hacen cosas muy raras. No puedo perder el tiempo ahora pensando en eso. Ese es el trabajo de Tyler. Y el tuyo es ayudarme a organizar una inauguración que los deje a todos con la boca abierta. ¿Qué hacemos ahora?
—Deberías tomarte en serio esta amenaza. —La agarró por los hombros, haciendo que se girara hacia él.
______ arqueó una ceja. Harry parecía agitado y respiraba con rapidez. Ella parpadeó, lanzando una mirada lenta y sugerente a la erección masculina. Definitivamente estaba excitado. La joven contuvo una sonrisa.
—Lo haría, pero no puedo permitirme el lujo de ignorar que mañana es la inauguración del restaurante para centrarme en unos extraños acontecimientos. ¿Qué fue lo que dijiste en mi casa? «Lo que deseo no es lo que necesito.» —_____ le brindó una sonrisa mientras cruzaba los brazos, haciendo que sus pechos sobresalieran por el escote del top.
Como ella esperaba, Harry clavó allí los ojos. Luego tragó saliva.
—No deberías ignorar el peligro por estar furiosa conmigo.
______ se preguntó por qué a él le importaba tanto lo que ella hiciera. «Interesante cuestión… »
—No lo hago. Me limito a constatar los hechos.
Dicho eso, se zafó de su agarre y se giró. ______ sospechaba que Harry estaba acostumbrado a controlarlo todo siempre y a ser él quién dijera la última palabra. Y por tanto, no le gustaría que ella le diera la espalda, en especial si la imagen que le mostraba al hacerlo incluía una minifalda de cintura baja que se ceñía a sus nalgas y que dejaba expuesta la rosa que tenía tatuada en la parte baja de la espalda.
Balanceando las caderas, se acercó a la encimera de acero inoxi¬dable, acarició la superficie lisa... y esperó. Apenas lo escuchó re¬correr los pasos que los separaban antes de que le metiera los dedos en el pelo y la hiciera levantar la mirada hacia él.
—Deja de provocarme —gruñó él.
—Deja de decirme lo que debo de hacer.
Harry apretó los labios y le tiró del pelo con fuerza. ______ se limitó a lanzarle una mirada desafiante y una sonrisa provocativa.
Algo en aquella discusión aceleraba al máximo la sangre en las venas de ____. El caballeroso chef sureño tenía un lado oscuro y ella quería verlo.
—¡Mal*dita sea! —Harry le cubrió la boca con la suya.
La empujó contra la encimera al tiempo que le hacía separar los labios, penetrando en aquella cálida caverna y succionando su aliento. Le metió la lengua entre los labios, poseyéndola, saboreán¬dola, marcándola. En un instante, el cuerpo de _______ quedó en¬vuelto en llamas y la sangre le hirvió en las venas. Se aferró a la camisa blanca y almidonada de Harry, cogiéndola por el cuello para acercarlo más.
Harry era justo como recordaba: delicado y fuerte como acero cu¬bierto de seda, envolvente... y mucho más. Jamás había sentido esa dolorosa necesidad mientras un hombre la besaba, jamás había que¬rido tener a uno más cerca.
Le pasó las manos por el cuerpo, sintiendo la curva de sus hom¬bros, cada músculo de su pecho. Deslizó la palma por los marcados abdominales y siguió bajándola. Arrastró la mano —oh, ahora muy despacio— sobre el erecto miembro de Harry. Él contuvo el aliento y dejó de besarla, endureciéndose todavía más bajo su caricia.
Ella sonrió y buscó el botón del pantalón.
Él gimió.
—_____, no podemos...
Ella le acarició de nuevo con la palma de la mano y le apretó la erección. Luego abrió el botón con un suave movimiento. Le bajó la cremallera y le liberó. Entonces le pasó el pulgar por el sensible glande.
—Santo Dios. —Él contuvo el aliento—. No podemos...
_____ no dijo nada, sólo se puso de rodillas.
FIN DEL CAP 3
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Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
Capítulo 4
Antes de que Harry pudiera detenerla, _____ le bajó los pantalones y los calzoncillos y cogió el pene entre sus dedos.
En honor a la verdad, él no intentó detenerla.
En el momento en que ella envolvió la erección con la palma de la mano, él sintió una sacudida como si hubiera metido los dedos en un enchufe. Santo Dios, ______ era fuego puro, potente y abruma¬dor. Harry sintió que se ahogaba al sentir aquella mano apremiante, cerró los dedos sobre el pelo dorado de _____ y se tensó cuando le tomó entre sus labios.
—_____... —susurró.
«Mal*dita sea.» Tenía que detenerla. Pero la deseaba demasiado, ¿tan malo sería dejarse llevar?
Hacía semanas que no se acostaba con nadie. Después de la noche que pasó con _____, había volcado todas sus esperanzas en tener un niño con Daniela y Niall, y sólo se había acostado con la mujer de su primo tan a menudo como él. Pero mentiría si dijera que ______ no había invadido sus pensamientos. Estar con Daniela había sido absorbente. Luego se dio cuenta de que eso había sido pro-ducto de la situación, no de la mujer. Más tarde, había dejado a un lado cualquier impulso sexual y había apostado por el futuro, para conseguir una esposa que fuera el tipo de madre devota que había sido la suya.
Ahora, la mujer que había anhelado desde aquella noche salvaje estaba de rodillas ante él y, que Dios le ayudara, no poseía suficiente fuerza de voluntad para impedir que tomara su palpitante po*lla en la boca.
—¿Lo deseas? —susurró ella.
—¡Sí! —bramó él, intentando controlarse sin conseguirlo—. Sí.
Ella abrió más la boca y se inclinó hacia delante. De repente se detuvo.
—¿Estás seguro?
Se burlaba de él. Aquello había sido lo que había desencadenado todo tres meses atrás, lo que había convertido lo que debería haber sido una noche de sexo normal en una maratón inolvidable que él no tenía palabras para describir. Había deseado marcarla, hacerla suya por completo. Y como _____ no se anduviera con cuidado, iba a recibir lo mismo en aquella cocina.
—Chú*pamela —le ordenó con voz baja y ronca.
______ le dirigió otra de sus juguetonas sonrisas.
—Sí, señor.
Aquella palabras hicieron que a Harry le hirviera la sangre en las venas. Santo Dios, iba a hacerle perder el control por completo. Aquello no era prudente y él lo sabía. Pero en aquel momento, no le importaba. Lo único que quería era sentir la boca de _______ rodeándole, notar su lengua acariciándole y verla arrodillada a sus pies.
¿Por qué? ¿Por qué esa mujer?
Ella se acercó y separó más los labios. Harry afirmó las piernas, preparándose para sentir su lengua, con todo el cuerpo tenso de lujuria y perdido en la necesidad de poseerla. Entonces _____ respiró justo encima del glande y él se estremeció. Las sensaciones lo envolvieron y contuvo el aliento tambaleándose.
Ella sacó la lengua. Era lo más jodidamente erótico que él hubiera visto nunca. «Más cerca, más cerca...»
—¿Hola? —se oyó una voz femenina en el comedor—. ¿Hay alguien aquí?
Se escuchó un taconeo sobre el suelo de madera en dirección a la cocina, un sonido que por fin se abrió paso en la mente anegada de lujuria de Harry.
«¡Mal*dita sea!»
_____ se apartó y se puso en pie. Le lanzó una mirada de deseo al miembro de Harry y le acarició la cara con suavidad.
Incluso el roce de aquella mano en la mejilla hizo que saltaran chispas en su interior, y Harry maldijo para sus adentros, apartándose. Se abrochó los pantalones y se colocó la camisa.
A pesar de lo doloroso que era, quizá debería agradecer aquel alivio temporal. Quienquiera que fuese quien hubiera llegado, le había impedido cometer un terrible error. Porque él no hubiera sido capaz de impedir que ella le hiciera una mam*ada.
—Harry… —le dijo _____ con expresión apenada.
—Vete a ver quién es —ladró él.
Ella suspiró y salió de la cocina. Harry se quedó detrás de una de las encimeras, con la respiración alterada, esperando a que su miembro se relajara. No podía pasarse toda la semana con una erección como ésa.
¿Por qué permitía que ______ lo impulsara a realizar algo teme¬rario que no era bueno para él? ¿Por qué se lo permitía?
Un momento después, ella regresó con una de las cocineras, Misa. Él recordaba su currículo; la joven parecía competente y es¬taba entusiasmada con el trabajo. Y lo consideraba una estrella, algo que le hizo menear la cabeza. A pesar de haber publicado un mon¬tón de bestsellers sobre cocina y de poseer una reputación bien merecida en el mundillo culinario, a Harry no le gustaba la fama. Gracias a Dios, la mujer no dijo nada cuando le miró.
El resto del personal apareció en los siguientes minutos y Harry les fue saludando según llegaron. Les asignó las tareas y prepararon algunos platos en equipo para asegurarse de que cada uno sabía cuál era su función, resolviendo de esa manera los problemas que pudie¬ran surgir antes de abrir las puertas. La noche siguiente sería la in¬auguración, aunque sólo acudirían los invitados de ______.
Un momento después, ella se disculpó para ir a reunirse con el contratista en el comedor. El aroma a comida flotó en el aire envol¬viendo a Harry. Se volvió para mirar al eficiente equipo de cocineros que _____ había contratado sin ayuda, y se quedó impresionado una vez más. Era una mujer muy lista.
Y sentir admiración por ella no era nada bueno. Ya la deseaba tanto que apenas podía concentrarse. Si permitía que le atrajera por algo más que su cuerpo, sería una estu*pidez por partida doble. Pero Harry se temía que ya fuera demasiado tarde. ¿Qué ocurriría después de que salieran del club? ¿Cuándo se encontraran en su casa a solas?
* * *
Concluidas las tareas, ______ se subió al 4x4 de Harry en el aparca¬miento del Bonheur. El pesado silencio entre ellos la puso nerviosa. Definitivamente, Harry emitía vibraciones que decían que no quería continuar lo que había interrumpido Misa. Pero la erección había surgido de nuevo en el instante en el que se quedaron solos, inconfundibles e incansables.
______ meditó sin dejar de dar golpecitos en el suelo con la punta del pie. Lo que ella deseaba era envolverle entre sus brazos y seducirlo otra vez. Pero bueno, las vibraciones eran muy fuertes y ella no era estú*pida. Harry estaba al límite. Después de que consiguiera meterle de nuevo en su cama, esperaba que se relajara y pudieran conversar. Hasta entonces, lo único que podía hacer era continuar bromeando y negando sus propias necesidades.
Alargó la mano y le tocó el hombro.
—Ha estado muy bien. El personal parece muy ilusionado. Gracias por dedicarme esta semana.
Harry se estremeció a su tacto, luego se relajó.
—Tenía que cumplir el trato. Era algo que te debía.
—Lo cierto es que siento que lo hagas por obligación. No me gusta nada que la gente haga las cosas a disgusto. —Era la verdad por mucho que doliera. Aunque de todas maneras esperaba que él no le preguntara por qué—. Si no hubiera anunciado que estarías aquí en la inauguración y no hubiera invertido todos mis ahorros, no te habría coaccionado.
Él la miró con el ceño fruncido y una expresión de desconcierto.
—Después de la manera en que… Después de aquella noche, no merezco tu compasión. Sé que fui muy brusco contigo.
—Harry, no soy una frágil florecilla.
—No —convino él de inmediato—. Eres mucho más fuerte de lo que sospechaba. Pero eso no quita que fui un grosero. No me siento orgulloso de lo que hice esa noche. Lo… Lo siento.
—A mí me gustó. No lo siento en absoluto. —Las palabras de ______ fueron ásperas y apasionadas—. Y tampoco quiero que lo lamentes tú.
Él no dijo nada. Parecía que estaba considerando cuidadosamente su respuesta.
— ¿Qué hubiera ocurrió si Niall se hubiera quedado esa noche? ¿Tampoco lo lamentarías?
¿A qué venía esa pregunta? Harry estaba intentando averiguar algo. ¿Hasta qué punto debería revelarle lo que sentía?
Finalmente, ______ negó con la cabeza.
—Hubiera estado contigo.
A Harry se le abrió la boca. La cerró mientras negaba con la cabeza y aceleraba, siguiendo la carretera.
—Apenas me conocías. Habíamos hablado, ¿cuántas? ¿Dos veces antes de esa noche?
En realidad eran tres. Pero la primera vez, ella había estado haciendo… striptease. No les habían presentado. Las otras dos veces habían sido encuentros fortuitos.
—Tenía el presentimiento de que juntos seríamos la bomba. No me equivocaba.
Ocultando una sonrisa, _____ se volvió hacia la ventanilla. No creía que Harry fuera a hacer más hincapié en ese tema. Y ella tenía que mantener una actitud juguetona y casual. Él no estaba prepa¬rado todavía para escuchar cómo impactó en su corazón la noche que pasaron junto, la manera en que la hizo estremecer la intimidad que habían compartido.
«Ninguna mujer me ha dado nunca tanto placer. Podría aho¬garme en ti para siempre. Acaríciame, cariño. Síiiii...»
Al acercarse al club, ______ archivó sus recuerdos. Harry detuvo el coche en silencio y lo aparcó. Cuando ella puso la mano sobre la manilla de la puerta, él le sujetó la muñeca, deteniéndola.
La sorpresa de Harry fue evidente.
— ¿Fuiste a la universidad mientras... bailabas?
Santo Dios, ¿acaso pensaba que su única aspiración en la vida era hacer striptease?
—Obtuve dos licenciaturas. En Comunicación y en Administración de Empresas. Además, el año pasado terminé un master en Administración de Empresas. No sólo sé bailar en la barra, señor Styles. Tengo un negocio, es mi obligación saber qué tengo entre manos. Ahora voy a ver si consigo que Primpton se largue.
______ se dirigió hacia las escaleras, estaba irritada y se notaba. No debería sorprenderla que Harry no viera más allá de su físico. La primera vez que la vio sólo llevaba un tanga y acababa de salir de una tarta. Tampoco es que hubiera tenido la oportunidad de mejorar su imagen ante él desde entonces.
—¿No ibas a salir a enfrentarte con el concejal? —Harry parecía confundido.
—Sí, pero ¿piensas que voy a enfrentarme a un hombre que me insulta de la peor manera vestida de este modo?
Harry observó a ______. Tenía la bragueta abultada —como siempre que estaba con ella— cuando la vio desaparecer en el piso superior de «Las sirenas sexys». La cabeza le daba vueltas.
¿Tenía dos licenciaturas? Y, ¿había realizado un master? Decir que no se lo imaginaba era ser comedido. Sospechaba que detrás de los ojos azules de esa mujer había una gran inteligencia. Pero tanta ambición le asombraba. Fuera o no la dueña de un negocio eran muchos estudios para una bailarina de striptease.
Pero ahora también era la propietaria de un restaurante.
¿Sería Bonheur parte de un plan para cambiar de vida? Y, ¿qué había dicho de las demás bailarinas?
Irritado, Harry miró a Tyler. El hombre tenía clavados los ojos en las escaleras vacías y prácticamente babeaba. Harry sabía que Tyler la deseaba. Maldita sea, a pesar de lo que le dijo _____, no le extrañaría que fueran amantes. Pero la expresión de Tyler hablaba de algo más que admiración. Ese hombre sentía algo por ella. ¿Sería mutuo?
Una repentina punzada de celos golpeó a Harry en medio del pecho. Cerró los puños. ¿Estaría ella enamorada de aquella masa de músculos?
No importaba. Él tenía preguntas y Tyler respuestas. Si el gorila y ella hacían arder las sábanas o mantenían una relación más profunda, no era asunto suyo... por mucho que le molestara.
—¿Dónde estudió ______?
—¿A ti qué co*ño te importa?
Harry se encogió los hombros como si el tema no le importara.
—Curiosidad.
—En la universidad de Louisiana. Se graduó con honores. Es tan lista como sexy. Es difícil no pensar con la polla cuando ella está presente. —Tyler le clavó una aguda mirada—, ¿verdad?
Totalmente cierto...
— ¿Las camareras del Bonheur...? ¿Están todas estudiando mientras trabajan en el restaurante?
—Casi todas. Cada cierto tiempo, ______ les habla a las chicas de la vida que les espera cuando dejen de hacer striptease. Si quieren estudiar, ella les ayuda a conseguir una plaza en la universidad y a solicitar una beca. Les alienta a que aspiren a más. Sólo hay un par de chicas que prefieren seguir en el club porque el horario les permite estar más tiempo con sus hijos.
Santo Dios. No se imaginaba que ______ fuera tan comprensiva. Aquello hacía que la comenzara a considerar de una manera total¬mente distinta.
—¿Esas mujeres no sacarían más dinero bailando y luego... ha¬ciendo otras cosas con los clientes?
—¿Trucos de alcoba? —Tyler arqueó una ceja—. Tienes suerte de que_____ no te haya oído. Te desollaría vivo si lo hiciera. Esas cosas no ocurren aquí, y punto. No puede impedir que alguna de las chicas esté dispuesta a entretener a los clientes fuera de las instala¬ciones, pero suele acabar despidiendo a las que lo hacen, no crean más que problemas.
Aquella respuesta dejó noqueado a Harry.
¿No sólo tenía estudios, sino también principios? ¿Estaba tan en¬simismado en el sexo abrasador y en aquellas minifaldas que llevaba, que no había visto a la mujer que escondían?
A pesar de lo mucho que odiara admitirlo, sí.
Pero ¿importaba? Por mucho que la deseara, no podía tenerla. No tenía aspecto de madre. Harry ni siquiera podía imaginarla como esposa. ______ era imposible de domesticar y él quería a una mujer que se sintiera feliz en casa cuidando de los niños. Ella no era la res¬puesta.
—¿Has dicho que Primpton está ahí fuera?
Tyler esbozó una tensa sonrisa.
—Acompañado de toda la prensa local. Alguien debería de pa¬rarle los pies._____ no necesita esa mie*rda, en especial en este mo¬mento.
—¿Por el estrés que supone la inauguración del restaurante?
—Por eso y por lo de su madre. ______ no ha sido la misma desde que murió su madre.
—¿Ha muerto su madre? ¿Cuándo?
—Hace dos meses. Una pena.
Aunque todavía vivían en Florida y no los veía demasiado a me¬nudo, Harry hablaba con frecuencia con sus padres. Los quería mucho y le destrozaría que les ocurriera algo. De hecho, si llegara a pasar, no sería ése el momento que elegiría para poner en marcha un nuevo negocio.
—¿Se llevaban bien?
—No.
La respuesta de Tyler fue automática y seca. Y su expresión decía que no pensaba decirle nada más.
—Por lo tanto el numerito de Primpton es lo último que necesita. —Tyler apretó los dientes—. Van a humillarla todo lo que puedan.
No si Harry podía evitarlo.
* * *
Unos minutos después, _____ salió al exterior bajo los débiles rayos del sol. El aire húmedo y caluroso de septiembre le producía una sensación opresiva y se alegró de haberse recogido el pelo. Con tanta humedad, el cabello sólo le daría más calor. Además se había cambiado su ropa sexy por otra más elegante.
Colocó una mano sobre los ojos para protegerlos de los rayos del sol y echó un vistazo a la acera de enfrente. Sí, allí estaba Primpton con un montón de seguidores que la observaban con expresiones fieras y pancartas en alto. Entre la multitud vio a un par de hombres que habían asistido al espectáculo la noche anterior. Sadie había sido gratificada generosamente por uno de ellos después de que se hubiera contoneado sobre su regazo. Los miró y arqueó una ceja. Ellos apartaron la vista... pero levantaron las odiosas pancartas.
Por supuesto. Fuera de las paredes del club, ella no era una persona, sino una mujerzuela.
Comenzaron a destellar los flashes y se escuchó un coro de gritos, _____ frunció el ceño y les miró. Periodistas. Entonces se quedó sin aliento.
Rodeaban a Harry.
Primpton comenzó a gritar.
—¡Aquí está _____! Fotografiadla. Habladle a la buena gente de Lafayette de cómo se dedica a mostrar y a vender su cuerpo a desconocidos.
_____ suspiró.
_____ suspiró. Más de lo mismo. ¿No se aburriría nunca aquel retrasado mental de andar soltando ese tipo de memeces? En «Las sirenas sexys» no se ejercía la prostitución.
Ante los gritos del concejal, las cámaras se giraron en su dirección. Cuando la enfocaron, ______ se parapetó detrás de sus gafas de sol y abrió la boca para decir ante los periodistas el comunicado que había preparado.
Pero Harry fue el que habló.
—Muchas gracias por venir. No puedo expresar el placer que siento por ser el cocinero invitado en la inauguración del Bonheur. No dudo que se convertirá en el restaurante más elegante de Lafayette. He supervisado personalmente el menú de esta semana y apli¬cado las recetas de mis libros. Allí se podrá disfrutar del sabor auténtico. Tanto la comida como los vinos serán de la mejor calidad.
—¿Cómo es que colabora con el Bonheur? —preguntó un periodista.
_____ se mordió los labios. De todas las preguntas que se podían hacer, ésa era la única que él no podría responder con honestidad sin que la opinión pública la lapidara.
—La señorita Devereaux y yo tenemos amigos comunes y nos conocimos hace algunos meses. Tuve la suerte de que me echara una mano hace poco tiempo. Cuando tuve la oportunidad de devol¬verle el favor, le dije que sí, por supuesto.
—¿Qué tipo de favor? —Gritó el periodista—. ¿Quizá de tipo sexual?
—Lo cierto es que se trató de un asunto familiar —dijo Harry suavemente—. Me ayudó a resolver una cuestión con mi primo. Es una mujer muy inteligente. Algo más que evidente en la elegancia que se respira en el Bonheur. Ayer estuve en el restaurante y hoy he conocido al personal. Y estoy muy impresionado.
______ parpadeó. Harry debía de estar enfermo. Que dijera ese tipo de cosas, estuviera o no delante la prensa, era asombroso.
—¿Qué tipo de cocina se servirá en el restaurante? —preguntó otro periodista.
Vaya, parecía que la prensa se había rendido ante un poco de en¬canto y mucha labia, y que ya no era su objetivo llamarle mujerzuela. Por supuesto, tener a una celebridad como Harry en la ciudad era algo que no sucedía todos los días, aun así...
—¿A quién le importa eso? —gritó Primpton—. Ella no es más que su pu*ta y él ha permitido que le lleve por el camino del pecado. Recemos para salvar su alma. ¡Es culpa de ella! —Primpton señaló con un dedo a _____—. ¡Condenemos a la amante del diablo! ¡Quiere que Lafayette se convierta en un mundo de corrupción y desenfreno moral!
—Se servirán algunos platos nuevos en los que he estado trabajando —continuó Harry como si Primpton no hubiera abierto la boca—. Habrá un aperitivo a base de raviolis de berenjena, seguidos de carne con cebollitas y queso feta, regado todo con un maravilloso borgoña que les hará la boca agua. El postre es una sorpresa. Toda la carta es asombrosa, les invito a asistir a lo largo de la semana y comprobar por sí mismos las especialidades del Bonheur. No quedarán desilusionados. Las primeras cien reservas recibirán uno de mis libros de cocina dedicado.
_____ se quedó pasmada.
¿Libros? Eso era muy generoso por su parte.
Después de eso, los periodistas siguieron acosando a Harry con una pregunta tras otra y él los mantuvo encandilados con su deslumbrante encanto. Parecía en su salsa. Entonces la miró. Lo vio agrandar los ojos de sorpresa y contener el aliento.
«Mmm. ¿La combinación de la falda negra con la blusa blanca y los zapatos de salón quedaría demasiado ridícula?»
Aunque la expresión de Harry no le respondió a esa pregunta. Él se recobró con rapidez de la sorpresa y le hizo señas.
—Aquí está la hermosa dama que responderá mejor que yo a todas sus preguntas. _____ Devereaux ha trabajado de una manera incansable para que el Bonheur sea toda una realidad. No quiero acaparar su atención. _____, ¿por qué no les hablas un poco sobre tu maravilloso restaurante?
A _____ le picaron los ojos. ¿Serían lágrimas? ¡Maldita sea! Lo eran. Harry había hecho algo... agradable por ella. Y la prensa lo adoraba.
Ella también. Parpadeó para borrar las lágrimas.
Por el rabillo del ojo observó como Primpton y sus seguidores se mantenían en un furioso silencio. Regocijándose por dentro, se acercó a Harry, llena de gratitud. Pero por ahora lo único que pudo hacer fue darle las gracias mentalmente.
Más tarde le demostraría exactamente lo que su ayuda había sig¬nificado para ella.
* * *
A Harry le dolía la cabeza. Era un dolor provocado por apretar tanto los dientes; le subía por las sienes y la nuca y le estallaba en la frente. El origen estaba a sólo un metro del él, vestida de nuevo de manera descarada, paseándose por el club con una sonrisita provocativa.
Después de que Primpton se fuera con el rabo entre las piernas, había comenzado el espectáculo en «Las sirenas sexys». Ahora _____ le estaba sonriendo al grupo de hombres que revoloteaban a su alrededor. Harry no podía oír la conversación, pero le bastaba con ver la manera en que ella cruzaba sus largas piernas, frotando una contra otra mientras estaba sentada en la silla con una mirada tímida. Los hombres —tuvieran la edad que tuviesen— parecían haberse tragado la lengua. Igual que Harry.
Tyler permanecía detrás de la silla en actitud protectora. Era su trabajo. Pero cuando uno de los hombres se acercó a _____ para in¬tentar robarle un beso, el gorila lo agarró por la ropa en menos que canta un gallo y le apartó bruscamente. Después, Tyler puso la mano posesivamente sobre el hombro de la joven.
—No os paséis, chicos. Ya conocéis las reglas. —Tyler parecía muy feliz de recordárselas.
Pero aquello no disuadía a la audiencia de _____. Un hombre se dejó caer de rodillas ante ella y le echó el aliento en los muslos sin apartar la mirada de sus piernas... antes de subirla a los pechos.
Ahora a Harry no sólo le latía la cabeza, sino que le hervía la sangre. Aquel gilipollas que se la comía con los ojos, no dejaba parte de su cuerpo sin mirar. ¿Acaso no sabía que era una mujer con sentimientos?
«¿Y no has pecado tú de lo mismo?», Harry ignoró la vocecita.
Cuando Tyler cogió a aquel despojo humano y lo apartó de los pies de ______, poniéndolo de pie y conduciéndolo a la puerta, las cosas se pusieron todavía peor, pues otro hombre apoyó una mano en el respaldo de la silla y comenzó a susurrar marranadas al oído de ______.
Ella se vio atrapada en la silla. Tyler estaba deshaciéndose del otro tipo. Y Harry ya había tenido suficiente.
Conteniendo un gruñido, salió disparado hacia _____, dispuesto a emprenderla a puñe*tazos con quien hiciera falta. Pero Tyler se le adelantó y cogió al acosador por el cuello de la camiseta.
—Conoces las reglas, Peter. No puedes acercarte tanto.
¿Peter? ¿Este era el tipo que ella había mencionado después de haber encontrado el cuchillo en el coche?
En ese momento, Tyler levantó a _____ en brazos, se sentó en la silla y se la puso en el regazo. Tenía una mano en el muslo y la otra en la cintura de la joven. Y no dejaba los dedos quietos. Que si le ro¬zaba la curva del pecho con el pulgar, que si le metía la otra mano por debajo de la falda...
______ no parpadeó ni luchó contra él.
Aquella intimidad no parecía fingida, puesto que ______ sonreía tan contenta mientras Tyler le tocaba el cu*lo. Seguramente eran amantes.
Harry miró el reloj. Maldición. Eran sólo las nueve. No iba a ser capaz de aguantar aquello durante cinco horas más sin vomitar. O sin pegar a alguien. O sin cogerla por la cintura y decirles a todos que era suya.
En ese momento le vibró el móvil en el bolsillo y lo sacó, agra¬deciendo la distracción. Era Niall.
—¿Dónde estás?
—Hola a ti también, primo. Estoy bien, gracias por preguntar.
Harry cerró los ojos e intentó controlarse.
—Lo siento. Tengo los nervios de punta. Pensé que revisarías hoy el sistema de seguridad de ____.
—Estoy en ello. Tengo que hablar contigo un momento. ¿Puedes acercarte a la puerta de atrás?
Niall no era de los que hablaban, sino de aquellos a los que les había comido la lengua el gato, así que esa petición inquietó a Harry. Pasaba algo y no era bueno.
—Ahora voy —respondió con irritación, feliz de perder de vista a Tyler y a ______.
Al cabo de unos minutos, Niall golpeó la puerta trasera. Era casi imposible oír algo con la música de fondo, pero Harry le escuchó y la abrió. Niall entró en el club con la cara tensa y una mirada pene¬trante.
«Un hombre podía salir del ejército, pero el ejército del hom¬bre...»
—¿Qué pasa? —inquirió Harry.
—¿Podemos hablar en algún sitio privado? —le preguntó Niall, mirando a su alrededor con inquietud.
Harry vaciló.
—Ven conmigo.
Cuando atravesaron el local, Harry se sintió agradecido de que el gentío que rodeaba a _____ fuera tan numeroso que no le dejara ver cómo Tyler la seguía manoseando. Siguió andando, se detuvo frente a la barra y deslizó sobre la superficie un billete de cincuenta dólares.
—Dame toda la Heineken que se pueda pagar con esto.
El camarero, que le habían presentado ese mismo día, encogió los hombros, metió el dinero en la caja y puso ocho botellas de cer¬veza en fila sobre la barra.
Harry le dio cuatro a su primo y luego cogió el resto
—Vamos.
Niall arqueó una ceja pero no dijo nada mientras seguía a su primo a la oficina insonorizada de ______. Harry cerró la puerta de una patada, puso los botellines de cerveza sobre el escritorio y abrió uno. Se lo ventiló en tres tragos.
—¡Jesús! —Niall lo miró sorprendido—. ¿Estás bien?
¿Qué diantres podía responder a eso?
—Un día de ****.
Niall dejó las cervezas sobre el escritorio y se sentó en una silla. Parecía nervioso. Muy nervioso. Harry lamentó su comportamiento al instante. A Niall le preocupaba algo, algo mucho más importante que los estúpidos celos que él podía sentir por culpa de una mujer que ni siquiera era suya.
—No importa. ¿Qué me querías decir?
Niall cogió una cerveza, la abrió y... siguió perdiendo el tiempo.
—La verdad es que no sé por dónde empezar. Quería hablar con¬tigo antes. —Tragó saliva—. Pero esta mañana hemos estado visi¬tando a la familia de Daniela.
Era mucha distancia para que se tratara de una visita de cortesía.
—¿Su padre está bien?
—Sí, Edgington sigue siendo un auténtico coñazo —Niall tomó otro sorbo de cerveza.
Harry estuvo a punto de gritar. Niall tenía que contarle algo y no se atrevía, ¿qué co*ño sería?
—¿Y Hunter? ¿Y Logan?
—Los hermanos de Daniela también están bien. Pero pensamos que debíamos... —Niall se inclinó hacia delante, dejó la cerveza a un lado y le lanzó a Harry una mirada de disculpa—. Quería decírtelo yo mismo. —Tragó saliva de nuevo—. Daniela está embarazada de seis semanas.
FIN DEL CAP 4
Invitado
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Re: DELICIOSA RENDICION HARRY STYLES Y TU !!! MEGA HOT!!!
Capítulo 5
—¿Qué te pasa? —preguntó ______ mientras Harry aceleraba de ca¬mino a casa en medio de la noche.
Las tres de la madrugada no era la mejor hora para mantener una conversación íntima, pero Harry exudaba unas vibraciones negativas que jamás había sentido en él. Parecía sombrío y agitado y, aunque ella sabía que él no tenía intención de hablar, _____ era consciente de su dolor y no podía quedarse sin hacer nada.
—No me pasa nada —escupió él.
—¿Así que te saltas los semáforos en rojo por placer?
Harry se puso tenso.
—Joder. Lo siento. No me he dado cuenta.
—¿Te ha dicho He-man algo desagradable?
Harry apretó las manos sobre el volante.
—Niall aún no ha terminado de revisar la instalación de seguri¬dad. Me llamará por teléfono cuando lo haga.
Buena respuesta. Harry era muy hábil evadiendo cuestiones de las que no quería hablar. No obstante, quizá lo que le irritaba tanto no tuviera nada que ver con su primo.
—Mira, si estás de mal humor por lo que ha sucedido antes en la cocina...
—No importa. Lo hecho, hecho está, pero no volverá a pasar.
«Seguro.» _____ cruzó los brazos sobre el pecho.
—Sabes que te digo, chef de pacotilla, que no creo que tu novia te satisfaga.
—No la metas en esto.
—Si sé de algo, es de hombres. Y si estuvieras satisfecho con tu novia, lo que ocurrió hoy, no hubiera ocurrido.
—No pasó nada.
—Casi pasó.
Harry guardó silencio durante un buen rato. ______ maldijo para sus adentros. Le estaba presionando demasiado. Quizá hubiera sido mejor dejar esa conversación para el día siguiente.
—Hace poco tiempo que salimos juntos. No hemos... El sexo no es importante en nuestra relación.
Lo que traducido quería decir que no se había acostado con esa mujer. ¿Cómo era posible siendo Harry tan sexual como era? _____ se sintió más feliz de lo que debiera ante ese hecho.
—¿Y qué hacéis cuando estáis solos? ¿Jugar al Scrabble?
—Déjalo, ¿vale? —gruñó él.
«Por ahora...»
—Vale. Gracias por ayudarme con Primpton hoy. No he tenido oportunidad de agradecerte que salieras en mi defensa.
—No es más que un hipócrita santurrón intentando crear pro¬blemas donde no los hay para beneficiarse él mismo. Hubiera hecho lo mismo por cualquiera.
Quizá fuera cierto. Pero si Harry sólo la despreciara, no se hubiera molestado. Debía de sentir algo más. Lo único que tenía que hacer era averiguar qué era y obligarle a que lo reconociera.
—¿Sabes qué es lo que más me atrae de ti? —dijo ella con sua¬vidad—. Que tienes buen corazón.
—______...
—Sí, lo sé. Y ahora lo he jodido todo y no quieres hablar sobre ello.
Maldita sea, debería haber sido más sutil. _____ sabía que tenía que controlar sus emociones y usar la cabeza, o él se le escabulliría otra vez.
Transcurrió otro rato en silencio, luego Harry la sorprendió con una pregunta:
—¿Qué le ocurrió a tu madre?
—¿Quién te ha dicho...? —suspiró—. Este Tyler... no sabe cuándo tener la boca cerrada.
—Dos meses no son suficientes para superar una cosa así.
_____ vaciló. ¿Debía responderle con sinceridad y abrir la com¬puerta que contenía su dolor? ¿Callarse y rechazar un entendimiento mutuo y la posibilidad de mostrarle cómo era ella en realidad debajo del liguero?
—No nos llevábamos demasiado bien. Su muerte no va a alterar mi vida. Era mi madre, sí, y sé que debería sentirme más afectada... Y, de alguna manera, supongo que es así. Cuando me enteré sólo sentí sorpresa y rechazo. Estuve enfadada durante algunos días pero ahora me siento… entumecida.
Harry le lanzó una mirada tierna.
—Todavía lo estás asimilando.
—Supongo que sí. Jamás había perdido a nadie. —____ se rodeó con los brazos.
Cuando pensaba en la muerte de su madre, le roía las entrañas una apremiante sensación de vacío. Pero no era capaz de llorar. Quizá habían pasado demasiados años. Quizá todavía sintiera dema¬siado rencor hacia ella.
—Fue por una reacción alérgica —murmuró—. Mi madre era alérgica a los cacahuetes. Comió algo que contenía algunos restos y... no le dieron la medicación a tiempo.
—Lo siento. —Harry borró la distancia que les separaba y le cogió la mano.
______ se la apretó. Ahora que había hablado con alguien sobre su madre, se sentía reconfortada.
—¿Sabes qué creo que es lo que me molesta? Que se haya muerto sin haber tenido tiempo de resolver lo que pasó entre no¬sotras. Ahora jamás solucionaremos las cosas.
—¿Lamentas haberte mantenido alejada de ella?
Ésa era una pregunta difícil.
—Sí y no. Desearía que las cosas hubieran ocurrido de otra ma¬nera, pero no pudo ser.
Harry le soltó la mano y centró la atención en conducir. _____ sin¬tió una punzada de anhelo cuando él retiró los dedos. ¿Por qué an¬siaba con tanto ardor a ese hombre que la deseaba mucho más de lo que quería y muchísimo más de lo que la respetaba?
—Sé que no es asunto mío, pero... ¿a tu madre no le gustaba tu trabajo?
_____ esbozó una amarga sonrisa.
—No se puede decir que hacer striptease sea un trabajo, sino una manera de ganarse la vida. Y no. No supo nunca a qué me dedicaba. Me ha venido bien hablar con alguien, pero no se puede hacer nada. Las cosas son así, jamás podré hablar ya con mi madre.
—¿Es tu madre una de las razones por las que ayudas a otras strippers a tener mejores expectativas de vida?
—No. Lo hago por mí misma. No me importa lo que piensen, pero si puedo, quiero que estas chicas mejoren su situación y aspiren a más. Y para eso, necesitarán toda la ayuda que se les pueda ofrecer.
Él asintió con la cabeza.
—Eso suena a jornadas de dieciocho horas.
—Muy a menudo.
Harry le lanzó una mirada calculadora.
—Pero en ti es algo habitual, ¿verdad?
—Como ya te dije en alguna ocasión, soy la propietaria del ne¬gocio. Y muy ambiciosa.
_____ supo que él la entendía.
—Por eso el Bonheur es un negocio más... ¿Cómo llamarlo? ¿Más convencional? ¿Más respetable?
Harry estaba averiguando demasiado sobre ella y lo más seguro es que le hiciera gracia. Probablemente pensaría que cualquier posibi¬lidad que _____ hubiera podido tener de llegar a ser respetable, había desaparecido cuando Clinton era todavía presidente.
—Es sólo un restaurante —protestó ella.
—No. El Bonheur es tu felicidad.
______tragó saliva. Harry había descubierto sus aspiraciones con mucha rapidez, pero le daba miedo admitir en voz alta que él tenía razón. ¿Se reiría de ella? ¿Qué sucedería si el restaurante no funcio¬naba y tenía que volver a hacer striptease? ¿Qué sucedería cuando fuera demasiado mayor para ello?
—No me avergüenzo de lo que soy —le dijo.
Harry la comprendía, pero no del todo... y ella tampoco quería que lo hiciera. Deseaba sentir su cuerpo contra el suyo, sus corazo¬nes palpitando al mismo ritmo. Quería su amor y, sí, también su res¬peto. Harry podía ser tan exigente en cuestión de sexo como quisiera, pero no esperar que por ello _____ le entregara su alma en una ban¬deja de plata. Él estaba examinando a fondo un pasado del que ella jamás hablaba. Con nadie. Hablar de ello no iba a cambiar nada. Y ¿acaso necesitaba el dolor que sentía cuando removía toda aquella mie*rda?
Harry la miró con una expresión muy solemne.
—Lamento tu pérdida. Espero que encuentres la felicidad que te mereces.
Cuando llegaron a casa, _____ bajó del coche antes de que él le abriera la puerta y le dijera una sola palabra. Ella le ocultaba algo. Harry comenzaba a conocerla... pero había partes de ella que ______ le ocultaba por completo. No debería importarle. No iba a quedarse allí y no podía volver a ser su amante... ni siquiera una vez.
Entonces, ¿por qué sentía aquel acuciante deseo de saberlo todo sobre ella?
Estaba dolida. Era patente en su voz, en su expresión. En el pasado, su madre le había hecho daño y, lo que fuera, había dejado su huella. Además, ______ era orgullosa. A pesar de ser bailarina de striptease, se había preocupado de tener estudios. Y ayudaba a otras chicas en su situación a hacer lo mismo.
Pero ¿por qué quería ser él el caballero que matara sus dragones?
Harry se dirigió a la casa, sólo unos pasos por detrás de ella. Tenían que hablar... él no estaba preparado para darse por vencido. Tenía que saber más cosas de ella.
El móvil vibró en su bolsillo y lo sacó mientras maldecía entre dientes. Era Niall.
Apretó el botón verde para hablar.
—Dime...
—No son buenas noticias, tío. Esto es demasiado sofisticado. Es obra de alguien que sabe mucho de seguridad. Han manipulado los sensores de las ventanas del piso de arriba del club. Después progra¬maron el centro de control para poder saltarse la alarma cada vez que quisieran.
Así que el culpable no era un borracho ni alguien que quisiera gastarle una broma.
—mie*rda.
—Ya lo he reprogramado otra vez y he puesto un chivato. Si al¬guien se acerca al dispositivo, sonará una alarma. Cuando Jack vuelva le diré que eche un vistazo, a ver si podemos hacer algo más para que el lugar sea seguro.
—Gracias.
—No pierdas de vista a _____. Alguien se ha tomado muchas molestias para poder hacerle daño. O sabe del tema o tiene dinero suficiente para contratar a alguien que sepa. Lo que me hace pregun¬tarme qué es lo que pretende hacer en realidad.
Harry se preguntó lo mismo mientras maldecía para sus adentros.
—No la perderé de vista, en especial hasta que Jack esté de re¬greso. —¡Justo lo que necesitaba para poder controlarse! Pero no podía preocuparse de eso ahora, no cuando la seguridad de _____ estaba en juego.
—¿Necesitas que te preste algo?
Las armas no eran una de las aficiones de Harry, pero Niall se había asegurado de que fuera eficiente y preciso con ellas. Harry no tenía licencia para llevar armas en Louisiana, pero la situación era de¬masiado peligrosa para andar preocupándose por ese tipo de tecnicismos legales.
—Dame un par de días y te mandaré lo que necesitas.
—Gracias.
Niall vaciló.
—Haría cualquier cosa por ti, tío.
Salvo dejarle ser el padre del bebé que esperaba. No es que Harry lo esperara. No se lo merecía después de haber manipulado a Daniela y a su primo.
—Sabes que yo también —dijo Harry finalmente.
—¿No te importa lo del bebé?
No. La noticia de la próxima paternidad de Niall casi le había noqueado y dejado sin respiración. Ahora Niall tenía todo lo que Harry quería. Daniela y su primo apenas habían intentado concebir y... Harry suspiró. Se alegraba por ellos. Pero sentía una profunda desesperación por sí mismo.
Y no quería hablar sobre el tema. Ni tampoco pensar en ello. Su incapacidad para tener hijos ya era lo suficientemente dolorosa sin necesidad de recrearse más en la cuestión.
Aquella semana no podría hacer nada para lograr que sus sueños se hicieran realidad. Hasta que regresara a casa, tenía que conseguir mantener a _____ a salvo sin romper la promesa que se había hecho a sí mismo.
Lo más importante de todo era descubrir quién era el acosador de ______. Sus sospechas recaían sobre Primpton, el rey de los hi¬pócritas. Y en Peter, el niño de papá que tenía dinero a espuertas y no parecía conocer el significado de la palabra «no».
Pero ¿y Tyler? ¿Sería capaz de provocar una situación así con el fin de que ______ necesitara tenerlo más cerca? Desde luego era tan ladino como para hacerlo, pero después del despliegue que había presenciado en el club, Harry no entendía por qué iba a necesitar ha¬cerlo. Tyler ya la tocaba cuándo y dónde quería.
Por fin, Harry respondió a Niall de la única manera que podía.
—Mereces ser feliz. Me alegro mucho por los dos.
—Quizá deberías... someterte a nuevas pruebas. Hace mucho tiempo que te hiciste las últimas.
Años, pero nada podía cambiar el hecho de que tenía una canti¬dad de espermatozoides ridículamente baja. Era innecesario pasar por la humillación de eyacular de nuevo en un bote de plástico.
—Hay otras maneras. Hace poco me enteré de que existe una técnica que permite seleccionar el esperma para realizar fecundación in vitro. También estoy pensando en la adopción. O quizá acabe liándome con alguien que ya tenga hijos… Tengo muchas opciones.
—Es verdad. Tienes muchas opciones.
—Ya lo resolveré. Mientras tanto, ocúpate de tu dulce esposa y dale recuerdos de mi parte.
—Lo haré.
En cuanto Harry se metió el móvil en el bolsillo, maldijo por lo bajo y se esforzó por olvidar ese tema. Ahora tenía problemas más apremiantes.
Debería haber revisado la casa antes de que_____ entrara. Si alguien había podido acceder al coche y al club, lo lógico era que des¬pués se fijara en la casa... que hiciera el ataque más personal.
Por suerte, allí no parecía haber nada raro. Harry subió las escaleras de dos en dos con el corazón acelerado. Llegó a arriba con rapidez. Se veía luz tras la puerta entreabierta del dormitorio de _____. Entró.
La cama estaba deshecha, había muchos objetos femeninos sobre el tocador y un libro en la mesilla. Nada fuera de lugar.
Pero llamó su atención el rastro de ropa. Desperdigados de cual¬quier manera sobre el brillante suelo de madera vio el top, la faldita blanca, las medias de seda, el liguero y un sujetador de encaje. Con el corazón latiendo todavía más rápido siguió el rastro hasta la puerta del cuarto de baño. En la manilla había un tanga con la palabra DIOSA escrita por delante. Harry se acercó y miró hacia adentro.
Y se quedó sin respiración.
______ se había recogido el pelo de manera casual y había llenado de espuma la bañera de hidromasaje. Estaba apoyada en el borde y se enjabonaba sensualmente la piel dorada con una esponja exfo¬liante de lufa color rosa. Tenía los ojos cerrados y suspiraba.
Al instante, Harry tuvo una erección tan dura como el acero.
Ya sabía que _____ estaba a salvo y que no había entrado nadie en su casa. Sabía que tenía que irse. Pero al igual que la noche ante¬rior, cuando no pudo marcharse antes de verla alcanzar el orgasmo, ahora tampoco pudo moverse.
De repente, ella abrió los párpados y clavó en él sus ojos azules.
—¿Quieres algo?
Aquélla era una pregunta capciosa. «¡Sí!» De hecho, temía haber alcanzado un punto en el que no sólo la deseaba, sino que la nece¬sitaba.
Harry respiró entrecortadamente. No. Se había acabado aquello de fo*llar por fo*llar. Lo único que pasaba es que no mantenía relaciones sexuales desde que Daniela y Niall habían decidido ser una pareja convencional... excluyéndole a él de la ecuación. Y _____ resultaba ser la única mujer en las cercanías.
Pero... Si la hubiera conocido hoy y ella fuera el tipo de mujer que pudiera ser la madre que tenía en la mente, se hubiera apresu¬rado a llevarla a la cama y acostarse con ella lo antes posible. Ya no es sólo que la deseara, es que comenzaba a gustarle mucho. Y eso era todavía más peligroso.
Y aquellos rosados y duros pezones que se movían justo bajo la superficie del agua, no le ayudaban a aclarar sus pensamientos.
—_____, no me hagas esto. —Santo Dios, apenas reconocía su propia voz—. Por favor...
Ella arqueó una ceja y deslizó la esponja sobre un pecho, por en¬cima del pezón, y se humedeció los labios. Harry se tambaleó y se aga¬rró a la manilla de la puerta. La seda que se había rozado contra el sexo de la joven durante todo el día le llenó la mano. Ella estaba en todas partes, le freía el cerebro, le hacía hervir la sangre. Lo tenía en vilo todo el día y el deseo que sentía por ella estaba a punto de ha¬cerle perder el control.
—¿Qué es lo que no debo hacer? Estás en mi cuarto de baño.
Harry cerró los puños y contó hasta diez mentalmente con los ojos cerrados.
—La próxima vez, cierra la maldita puerta.
—Estoy acostumbrada a vivir sola. Si no te gusta lo que ves, no entres.
_____ se estaba haciendo la tonta.
Maldiciendo, Harry abrió los ojos.
—Deja de jugar conmigo o no te gustará lo que ocurrirá después.
Porque Harry se sentía como una olla a presión a punto de explo¬tar. Lo que hizo con ella la noche que pasaron juntos era un juego de niños al lado de lo que la necesidad que atravesaba sus venas le impulsaba a hacer ahora. Cómo se dejara llevar por sus impulsos, que Dios les ayudara a los dos.
_____ le lanzó una mirada tranquila y considerada.
—Entonces, vete.
Él respiró hondo y miró al techo.
—Eso intento.
—Yo te ayudaré —le propuso Tyler, haciendo patente su presencia detrás de Harry.
Cuando Harry se dio la vuelta, el hombre abrió la puerta por com¬pleto, entrando en el cuarto de baño. Gimió al ver que _____ estaba tomando un baño.
—Santo Dios, eres preciosa, cariño. ¿Por qué uno no tiene a mano una cámara cuando la necesita?
—¿Qué co*ño estás haciendo aquí? —le exigió Harry—. ¡Fuera!
Tyler le lanzó una mirada encolerizada por encima del hombro.
—¿Y qué estás haciendo tú?
—Me alojo aquí desde que Homer me dejó sin habitación. —Harry cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Cómo has entrado?
El gorila le lanzó una sonrisa petulante.
—Tengo llave.
Esas dos palabras hicieron que Harry se estremeciera. Sí, él había sospechado que Tyler y _____ eran amantes, pero aquello lo de¬mostraba.
Si _____ permitía que Tyler se quedara, Harry no podría sopor¬tarlo. No podría quedarse allí sabiendo lo que estaban haciendo y... lo que era peor, oyéndoles. Irse era la única opción que le quedaba.
Pero no lograba obligarse a marchar, a permitir que ella compar¬tiera la cama con Tyler.
El otro hombre pasó a su lado y agarró una toalla. La sostuvo en alto.
—Sal de ahí, _____. Tengo que hablar contigo.
______ le lanzó una mirada de impaciencia.
—¿Ahora?
Tyler asintió con la cabeza.
—Intenté ponerme en contacto contigo para decirte que venía hacia aquí.
—Creo que me he dejado el móvil en el coche de Harry. —Sus¬piró—. ¿Por qué no me dejáis tranquila un rato?
A pesar de la protesta, _____ se puso en pie. El agua resbaló por su piel dorada; por sus perlados pezones. La imagen agudizó el deseo de Harry. Fue como prender fuego a la gasolina, el impulso se¬xual destrozó cualquier pizca de sentido común.
—Ven —le exigió Tyler.
—Ella está conmigo —gruñó él.
Negando con la cabeza, _____ le dirigió a Harry una sonrisa de disculpa.
—Debe ser importante. No creo que Tyler tarde demasiado.
¿Qué era importante? ¿La necesidad de Tyler por tirársela? ¿Acaso la urgencia del guardaespaldas sería mayo que la de él?
Ma*ldita sea, Harry no se podía creer que ______ hubiera elegido a aquel cavernícola musculoso en vez de a él. ¿Después de haberle atormentado de manera implacable? ¿Después de casi haberle hecho una mam*ada hacía sólo seis horas, elegía a Tyler?
¬¬¬¬_______ salió de la bañera y permitió que Tyler la envolviera en la toalla, apretándola contra su cuerpo. Le lamió una gota de agua del hombro y emitió un gemido.
«¡Maldito gilipollas!» Harry agarró la puerta, resistiendo a duras penas el deseo de darle a Tyler un puñe*tazo en la cara.
Pero ¿cómo pegarle a un hombre porque la mujer que ambos deseaban le hubiera elegido a él? De estar furioso con alguien, de¬bería ser consigo mismo por desearla tanto.
—Que os jo*dan a los dos. De todas maneras parece que es lo que vais a hacer. —Harry dio un portazo y se dirigió afuera, a la noche.
* * *
Sintiéndose muy poco orgulloso de sí mismo, Harry permaneció al otro lado de la calle mirando hacia la casa a oscuras de _____ con una botella de whisky en la mano, esperando. Llevaba allí casi una hora; eran ya las cuatro de la madrugada, estaba medio borracho y más enfadado que nunca.
Ella había elegido a Tyler. Quizá ahora estaban foll*ando como conejos mientras él vagaba por el parque, duro como una piedra, y deseando con todas sus fuerzas estar en el lugar de Tyler. Y todo porque Harry la había rechazado, más de una vez, como el jodido idi*ota que era.
Para empeorar las cosas, había escuchado un mensaje de Emily un poco antes. En lugar de sentirse aliviado, oír su tono agudo y feliz había sido como una ardiente punzada en su mente. Lo había invitado a ir con ella a un picnic dominical el fin de semana si¬guiente. Y lo único que había sentido había sido miedo.
¿Qué le sucedía?
Era _____ Devereaux.
Había sido necesario que saliera de la casa, que se la cediera a Tyler y estar casi borracho para darse cuenta de que lo mejor sería tirársela otra vez para poder sacársela de la cabeza. Por supuesto, aquella opción ahora ya no era posible, puesto que ella estaba ocu¬pada.
Gracias a Dios que le había comprado aquella botella al camarero del club después de que Niall se fuera.
¿La dejaría Tyler satisfecha? ¿Se le daría bien el sexo oral? ¿O lo suyo sería fo*llar sin más? Harry hizo una mueca al imaginar los atri¬butos sexuales de Tyler. Lo único que dudaba era que Tyler tuviera más resistencia que él. Harry sabía que en eso ganaba al gorila y, prác¬ticamente, a cualquiera.
No es que estuviera orgulloso de saber que cuando caía en el fre¬nesí sexual no paraba durante horas... Ni siquiera le preguntaba a su pareja qué sentía. La tomaba una y otra vez, de manera implaca¬ble, hasta que ella era esclava de la necesidad y el deseo. Cuando se sumergía en aquel estado, Harry vivía para sentir que le clavaban las uñas en la espalda, para que le suplicaran y, sobre todo, para hacer que su amante gritara de placer.
De repente se encendió la luz del porche de _____ y se abrió la puerta principal. Tyler salió y ella lo siguió. El pelo le caía sobre la espalda y llevaba un camisón de raso blanco que hacía que se trans¬parentaran sus muslos desnudos.
El guardaespaldas se dirigió a su vehículo, pero se dio la vuelta antes de llegar. Puso las manos sobre los hombros de ______ y la atrajo contra su enorme cuerpo, acariciándole la cabeza. Ella apoyó la frente en su hombro; parecía absolutamente relajada entre sus brazos.
Harry apartó la mirada y tomó otro trago de whisky. El líquido le cayó como una bomba incendiaria en el estómago. ¿O lo que ardían eran sus entrañas porque no podía sacarse de la cabeza la jodida imagen de _____ follando con Tyler?
Ahora no podía negar la verdad. Estaba tan celoso que apenas veía. Menuda ironía ¿verdad?
______ se apartó. Tyler murmuró algo y la besó en la frente. Ella asintió con la cabeza y dio un paso atrás.
Harry frunció el ceño. Si se habían pasado una hora prendiendo fuego a las sábanas, ¿por qué no se daban un beso como Dios manda?
Finalmente, el hombre se subió al vehículo negro y se marchó. ______ le observó doblar la esquina. Luego clavó los ojos en el 4x4 de Harry.
—¿Harry?
«Maldita sea.» Debería haberse largado, debería haberse ido a algún lugar donde no tuviera que verla con Tyler, donde ella no supiera que los había estado observando. Pero no, estaba demasiado ocupado ahogándose en alcohol y celos para pensar correctamente.
Emitió un suspiro y se apartó del árbol. Observó la delgada fi¬gura de _______ mientras la brisa jugueteaba con su pelo sedoso, le pegaba la tela a las caderas y le erizaba los pezones, que se clavaron en el escotado camisón.
Lo más probable es que Tyler acabara de satisfacerse entre esos muslos, y Dios era testigo de que eso era justo lo que Harry quería hacer en ese momento. La deseaba y le importaba una mie*rda ser plato de segunda mesa.
Estaba bien jodido.
Por fin, se dejó ver en el charco de luz de la farola.
_____ contuvo el aliento y luego se tapó la boca con la mano. Clavó la mirada en la botella que él sostenía en una mano.
—Estás borracho.
Harry deseó que fuera cierto. Negó con la cabeza.
—No será por no intentarlo.
—Venga, vamos adentro e intentemos dormir un poco. —Se giró hacia la puerta.
Él la siguió con rapidez. Una vez dentro del vestíbulo, la cogió por el brazo.
—¿No vas a decirme nada más?
Ella le dirigió una mirada encolerizada.
—Nadie te dijo que te fueras.
—¿Qué debía hacer? ¿Quedarme y mirar cómo follabais? —Harry cerró la puerta de golpe, haciendo que los envolviera un profundo silencio. Justo en ese momento se le ocurrió algo terrible—. Oh, no, eso sí que no. ¿Querías que te folláramos los dos juntos? Eso no lo volveré a hacer jamás. Puede que no consiga acostarme contigo otra vez, pero te aseguro que no volveré a compartir a una mujer.
______ se revolvió para zafarse de su mano y le dio un bofetón.
—¡Maldito seas! Ya estoy harta de que busques las maneras más sarcásticas e insultantes posibles de llamarme pu*ta. A ver si tienes coj*ones de decírmelo a la cara. ¡Vamos! ¿A que piensas que me acuesto con todo lo que lleva pantalones?
—¿No acabas de acostarte con Tyler?
Ella apretó los labios y una expresión de dolor cruzó por su ros¬tro durante un momento antes de transformarse en furia.
—Pues mira, por haberte largado, te vas a quedar con la duda.
Ella se dio la vuelta y se dirigió a las escaleras. Harry no pudo soportarlo. Debería dejarla en paz, aquella cólera que le consumía no era normal, no era propia de él. Pero no podía evitarlo
Se abalanzó sobre ella y le rodeó la cintura con un brazo, apretándola contra su cuerpo. Ella supo al instante lo duro que estaba, pero ¿qué demonios?, siempre estaba duro cuando _____ estaba cerca. Y si ella todavía no lo sabía, que se fuera dando cuenta.
—¿Te has acostado con él o no?
Vaya, si hasta le temblaba la voz. Harry no quería que la respuesta de ______ le importara, pero no tenía sentido intentar engañarse a sí mismo.
______ intentó zafarse de él, pero la sostuvo con firmeza. Cuando ella se rindió, la giró para enfrentarse a ella.
—¿Lo has hecho?
—No me conoces en absoluto, y esa pregunta lo demuestra. In¬cluso aunque te dijera la verdad, no me creerías. Lo único que quie¬res oír es que me abracé a él en el cuarto de baño y que de ahí fuimos al dormitorio, para que él pudiera chuparme las tetas mien¬tras yo le montaba como si fuera una amazona. Y que luego me folló desde atrás. ¿Es eso lo suficientemente descriptivo para ti?
Harry cerró los ojos para no ver la imagen que describían aquellas palabras. Dios, necesitaba más Jack Daniel's.
La apretó con más fuerza.
—¿Es eso lo que ha ocurrido?
—Te simplificaría la vida, ¿verdad? Así podrías considerarme una auténtica mujerzuela. Oh, y foll*arme, por supuesto. Total, ya lo hacen todos los demás, ¿no es cierto? Claro y, después, podrías largarte con viento fresco sin sentir el más mínimo remordimiento porque no soy más que una pu*ta. Pues bien, ¿sabes qué te digo? Que te vayas a la mie*rda. —_____ le clavó el codo en el estómago.
Harry soltó un gruñido y se dobló sobre sí mismo, agarrándose el estómago, mientras le lanzaba una mirada encolerizada.
—¡Maldita sea! ¡______! Yo...
—¿Tú qué?
¿Qué había estado a punto de decir? ¿Importaba en realidad? La había insultado de la peor manera... y aún no sabía lo que quería saber. Además, acababa de darse cuenta de que le daba un miedo atroz dejarla subir y que se encerrase en el dormitorio y no volver a tener la posibilidad de tocarla otra vez.
—No lo sé —admitió, finalmente.
—¡En eso tienes razón! —gritó ella—. No lo sabes. No sabes nada sobre mí. ¿Has pensado alguna vez que debajo de todo este maquillaje y de esta ropa provocativa hay una mujer que tiene sentimientos auténticos que no tienen nada que ver con el sexo? ¿Has pensado alguna vez que quizá quisiera que me vieras como una mujer normal en vez de cómo una stripper o un polvo fácil? ¿Que quizá significaras algo para mí? —Ella negó con la cabeza—. Claro que no.
______ respiró hondo y luego soltó un sollozo. Aquel sonido pro¬dujo un vacío en el pecho de Harry. Dios, jamás había tenido inten¬ción de hacerle daño.
—Lo siento.
—Olvídalo. Ya no importa.
Aquellas palabras le provocaron un pánico tremendo.
—¡Espera! Yo...
—No. —Ella dio un paso atrás, alejándose de él—. Ni lo pienses. Remy no me devolverá el coche hasta el miércoles, pero le diré a Tyler que venga a buscarme hasta entonces. Hablaré mañana con Homer para que te prepare una habitación. No creo que me cueste demasiado, ya que fui yo la que le dije que ocupara la que tenías re¬servada.
Oh, Santo Dios. Harry notó una brusca opresión en el estómago y, por fin, demasiado tarde, lo entendió todo… _____ había que¬rido que estuviera con ella. Que pasaran juntos algún tiempo. Quería descubrir qué había entre ellos, si sólo era sexo o si existía algo más. Y él sólo le había mostrado un silencioso desprecio. La había tratado como si fuera basura. Pero incluso aunque él se enamorara de ella como por arte de magia, ______ no tenía cabida en su futuro.
Harry tomó otro largo trago de la botella.
—Soy... Lo siento.
—Lo entiendo. En tu mente pertenecemos a mundos diferentes. Me has puesto en mi lugar y no volveré a dejarlo, te lo aseguro. —Enderezó la espalda y se dirigió a las escaleras, aunque se volvió hacia él antes de subir—. Y sólo para aclarar las cosas, Tyler vino a contarme algo sobre el allanamiento del club. Después de cerrar, se dedicó a investigar en el piso de arriba. Al parecer, mi acosador dejó otra nota de «amor» clavada con un cuchillo, pero esta vez en la al¬mohada del dormitorio que tengo allí. Y en esta ocasión no me lla¬maba «pu*ta»; decía que me tenía reservado algo realmente bueno.
FIN DEL CAP 5
—¿Qué te pasa? —preguntó ______ mientras Harry aceleraba de ca¬mino a casa en medio de la noche.
Las tres de la madrugada no era la mejor hora para mantener una conversación íntima, pero Harry exudaba unas vibraciones negativas que jamás había sentido en él. Parecía sombrío y agitado y, aunque ella sabía que él no tenía intención de hablar, _____ era consciente de su dolor y no podía quedarse sin hacer nada.
—No me pasa nada —escupió él.
—¿Así que te saltas los semáforos en rojo por placer?
Harry se puso tenso.
—Joder. Lo siento. No me he dado cuenta.
—¿Te ha dicho He-man algo desagradable?
Harry apretó las manos sobre el volante.
—Niall aún no ha terminado de revisar la instalación de seguri¬dad. Me llamará por teléfono cuando lo haga.
Buena respuesta. Harry era muy hábil evadiendo cuestiones de las que no quería hablar. No obstante, quizá lo que le irritaba tanto no tuviera nada que ver con su primo.
—Mira, si estás de mal humor por lo que ha sucedido antes en la cocina...
—No importa. Lo hecho, hecho está, pero no volverá a pasar.
«Seguro.» _____ cruzó los brazos sobre el pecho.
—Sabes que te digo, chef de pacotilla, que no creo que tu novia te satisfaga.
—No la metas en esto.
—Si sé de algo, es de hombres. Y si estuvieras satisfecho con tu novia, lo que ocurrió hoy, no hubiera ocurrido.
—No pasó nada.
—Casi pasó.
Harry guardó silencio durante un buen rato. ______ maldijo para sus adentros. Le estaba presionando demasiado. Quizá hubiera sido mejor dejar esa conversación para el día siguiente.
—Hace poco tiempo que salimos juntos. No hemos... El sexo no es importante en nuestra relación.
Lo que traducido quería decir que no se había acostado con esa mujer. ¿Cómo era posible siendo Harry tan sexual como era? _____ se sintió más feliz de lo que debiera ante ese hecho.
—¿Y qué hacéis cuando estáis solos? ¿Jugar al Scrabble?
—Déjalo, ¿vale? —gruñó él.
«Por ahora...»
—Vale. Gracias por ayudarme con Primpton hoy. No he tenido oportunidad de agradecerte que salieras en mi defensa.
—No es más que un hipócrita santurrón intentando crear pro¬blemas donde no los hay para beneficiarse él mismo. Hubiera hecho lo mismo por cualquiera.
Quizá fuera cierto. Pero si Harry sólo la despreciara, no se hubiera molestado. Debía de sentir algo más. Lo único que tenía que hacer era averiguar qué era y obligarle a que lo reconociera.
—¿Sabes qué es lo que más me atrae de ti? —dijo ella con sua¬vidad—. Que tienes buen corazón.
—______...
—Sí, lo sé. Y ahora lo he jodido todo y no quieres hablar sobre ello.
Maldita sea, debería haber sido más sutil. _____ sabía que tenía que controlar sus emociones y usar la cabeza, o él se le escabulliría otra vez.
Transcurrió otro rato en silencio, luego Harry la sorprendió con una pregunta:
—¿Qué le ocurrió a tu madre?
—¿Quién te ha dicho...? —suspiró—. Este Tyler... no sabe cuándo tener la boca cerrada.
—Dos meses no son suficientes para superar una cosa así.
_____ vaciló. ¿Debía responderle con sinceridad y abrir la com¬puerta que contenía su dolor? ¿Callarse y rechazar un entendimiento mutuo y la posibilidad de mostrarle cómo era ella en realidad debajo del liguero?
—No nos llevábamos demasiado bien. Su muerte no va a alterar mi vida. Era mi madre, sí, y sé que debería sentirme más afectada... Y, de alguna manera, supongo que es así. Cuando me enteré sólo sentí sorpresa y rechazo. Estuve enfadada durante algunos días pero ahora me siento… entumecida.
Harry le lanzó una mirada tierna.
—Todavía lo estás asimilando.
—Supongo que sí. Jamás había perdido a nadie. —____ se rodeó con los brazos.
Cuando pensaba en la muerte de su madre, le roía las entrañas una apremiante sensación de vacío. Pero no era capaz de llorar. Quizá habían pasado demasiados años. Quizá todavía sintiera dema¬siado rencor hacia ella.
—Fue por una reacción alérgica —murmuró—. Mi madre era alérgica a los cacahuetes. Comió algo que contenía algunos restos y... no le dieron la medicación a tiempo.
—Lo siento. —Harry borró la distancia que les separaba y le cogió la mano.
______ se la apretó. Ahora que había hablado con alguien sobre su madre, se sentía reconfortada.
—¿Sabes qué creo que es lo que me molesta? Que se haya muerto sin haber tenido tiempo de resolver lo que pasó entre no¬sotras. Ahora jamás solucionaremos las cosas.
—¿Lamentas haberte mantenido alejada de ella?
Ésa era una pregunta difícil.
—Sí y no. Desearía que las cosas hubieran ocurrido de otra ma¬nera, pero no pudo ser.
Harry le soltó la mano y centró la atención en conducir. _____ sin¬tió una punzada de anhelo cuando él retiró los dedos. ¿Por qué an¬siaba con tanto ardor a ese hombre que la deseaba mucho más de lo que quería y muchísimo más de lo que la respetaba?
—Sé que no es asunto mío, pero... ¿a tu madre no le gustaba tu trabajo?
_____ esbozó una amarga sonrisa.
—No se puede decir que hacer striptease sea un trabajo, sino una manera de ganarse la vida. Y no. No supo nunca a qué me dedicaba. Me ha venido bien hablar con alguien, pero no se puede hacer nada. Las cosas son así, jamás podré hablar ya con mi madre.
—¿Es tu madre una de las razones por las que ayudas a otras strippers a tener mejores expectativas de vida?
—No. Lo hago por mí misma. No me importa lo que piensen, pero si puedo, quiero que estas chicas mejoren su situación y aspiren a más. Y para eso, necesitarán toda la ayuda que se les pueda ofrecer.
Él asintió con la cabeza.
—Eso suena a jornadas de dieciocho horas.
—Muy a menudo.
Harry le lanzó una mirada calculadora.
—Pero en ti es algo habitual, ¿verdad?
—Como ya te dije en alguna ocasión, soy la propietaria del ne¬gocio. Y muy ambiciosa.
_____ supo que él la entendía.
—Por eso el Bonheur es un negocio más... ¿Cómo llamarlo? ¿Más convencional? ¿Más respetable?
Harry estaba averiguando demasiado sobre ella y lo más seguro es que le hiciera gracia. Probablemente pensaría que cualquier posibi¬lidad que _____ hubiera podido tener de llegar a ser respetable, había desaparecido cuando Clinton era todavía presidente.
—Es sólo un restaurante —protestó ella.
—No. El Bonheur es tu felicidad.
______tragó saliva. Harry había descubierto sus aspiraciones con mucha rapidez, pero le daba miedo admitir en voz alta que él tenía razón. ¿Se reiría de ella? ¿Qué sucedería si el restaurante no funcio¬naba y tenía que volver a hacer striptease? ¿Qué sucedería cuando fuera demasiado mayor para ello?
—No me avergüenzo de lo que soy —le dijo.
Harry la comprendía, pero no del todo... y ella tampoco quería que lo hiciera. Deseaba sentir su cuerpo contra el suyo, sus corazo¬nes palpitando al mismo ritmo. Quería su amor y, sí, también su res¬peto. Harry podía ser tan exigente en cuestión de sexo como quisiera, pero no esperar que por ello _____ le entregara su alma en una ban¬deja de plata. Él estaba examinando a fondo un pasado del que ella jamás hablaba. Con nadie. Hablar de ello no iba a cambiar nada. Y ¿acaso necesitaba el dolor que sentía cuando removía toda aquella mie*rda?
Harry la miró con una expresión muy solemne.
—Lamento tu pérdida. Espero que encuentres la felicidad que te mereces.
Cuando llegaron a casa, _____ bajó del coche antes de que él le abriera la puerta y le dijera una sola palabra. Ella le ocultaba algo. Harry comenzaba a conocerla... pero había partes de ella que ______ le ocultaba por completo. No debería importarle. No iba a quedarse allí y no podía volver a ser su amante... ni siquiera una vez.
Entonces, ¿por qué sentía aquel acuciante deseo de saberlo todo sobre ella?
Estaba dolida. Era patente en su voz, en su expresión. En el pasado, su madre le había hecho daño y, lo que fuera, había dejado su huella. Además, ______ era orgullosa. A pesar de ser bailarina de striptease, se había preocupado de tener estudios. Y ayudaba a otras chicas en su situación a hacer lo mismo.
Pero ¿por qué quería ser él el caballero que matara sus dragones?
Harry se dirigió a la casa, sólo unos pasos por detrás de ella. Tenían que hablar... él no estaba preparado para darse por vencido. Tenía que saber más cosas de ella.
El móvil vibró en su bolsillo y lo sacó mientras maldecía entre dientes. Era Niall.
Apretó el botón verde para hablar.
—Dime...
—No son buenas noticias, tío. Esto es demasiado sofisticado. Es obra de alguien que sabe mucho de seguridad. Han manipulado los sensores de las ventanas del piso de arriba del club. Después progra¬maron el centro de control para poder saltarse la alarma cada vez que quisieran.
Así que el culpable no era un borracho ni alguien que quisiera gastarle una broma.
—mie*rda.
—Ya lo he reprogramado otra vez y he puesto un chivato. Si al¬guien se acerca al dispositivo, sonará una alarma. Cuando Jack vuelva le diré que eche un vistazo, a ver si podemos hacer algo más para que el lugar sea seguro.
—Gracias.
—No pierdas de vista a _____. Alguien se ha tomado muchas molestias para poder hacerle daño. O sabe del tema o tiene dinero suficiente para contratar a alguien que sepa. Lo que me hace pregun¬tarme qué es lo que pretende hacer en realidad.
Harry se preguntó lo mismo mientras maldecía para sus adentros.
—No la perderé de vista, en especial hasta que Jack esté de re¬greso. —¡Justo lo que necesitaba para poder controlarse! Pero no podía preocuparse de eso ahora, no cuando la seguridad de _____ estaba en juego.
—¿Necesitas que te preste algo?
Las armas no eran una de las aficiones de Harry, pero Niall se había asegurado de que fuera eficiente y preciso con ellas. Harry no tenía licencia para llevar armas en Louisiana, pero la situación era de¬masiado peligrosa para andar preocupándose por ese tipo de tecnicismos legales.
—Dame un par de días y te mandaré lo que necesitas.
—Gracias.
Niall vaciló.
—Haría cualquier cosa por ti, tío.
Salvo dejarle ser el padre del bebé que esperaba. No es que Harry lo esperara. No se lo merecía después de haber manipulado a Daniela y a su primo.
—Sabes que yo también —dijo Harry finalmente.
—¿No te importa lo del bebé?
No. La noticia de la próxima paternidad de Niall casi le había noqueado y dejado sin respiración. Ahora Niall tenía todo lo que Harry quería. Daniela y su primo apenas habían intentado concebir y... Harry suspiró. Se alegraba por ellos. Pero sentía una profunda desesperación por sí mismo.
Y no quería hablar sobre el tema. Ni tampoco pensar en ello. Su incapacidad para tener hijos ya era lo suficientemente dolorosa sin necesidad de recrearse más en la cuestión.
Aquella semana no podría hacer nada para lograr que sus sueños se hicieran realidad. Hasta que regresara a casa, tenía que conseguir mantener a _____ a salvo sin romper la promesa que se había hecho a sí mismo.
Lo más importante de todo era descubrir quién era el acosador de ______. Sus sospechas recaían sobre Primpton, el rey de los hi¬pócritas. Y en Peter, el niño de papá que tenía dinero a espuertas y no parecía conocer el significado de la palabra «no».
Pero ¿y Tyler? ¿Sería capaz de provocar una situación así con el fin de que ______ necesitara tenerlo más cerca? Desde luego era tan ladino como para hacerlo, pero después del despliegue que había presenciado en el club, Harry no entendía por qué iba a necesitar ha¬cerlo. Tyler ya la tocaba cuándo y dónde quería.
Por fin, Harry respondió a Niall de la única manera que podía.
—Mereces ser feliz. Me alegro mucho por los dos.
—Quizá deberías... someterte a nuevas pruebas. Hace mucho tiempo que te hiciste las últimas.
Años, pero nada podía cambiar el hecho de que tenía una canti¬dad de espermatozoides ridículamente baja. Era innecesario pasar por la humillación de eyacular de nuevo en un bote de plástico.
—Hay otras maneras. Hace poco me enteré de que existe una técnica que permite seleccionar el esperma para realizar fecundación in vitro. También estoy pensando en la adopción. O quizá acabe liándome con alguien que ya tenga hijos… Tengo muchas opciones.
—Es verdad. Tienes muchas opciones.
—Ya lo resolveré. Mientras tanto, ocúpate de tu dulce esposa y dale recuerdos de mi parte.
—Lo haré.
En cuanto Harry se metió el móvil en el bolsillo, maldijo por lo bajo y se esforzó por olvidar ese tema. Ahora tenía problemas más apremiantes.
Debería haber revisado la casa antes de que_____ entrara. Si alguien había podido acceder al coche y al club, lo lógico era que des¬pués se fijara en la casa... que hiciera el ataque más personal.
Por suerte, allí no parecía haber nada raro. Harry subió las escaleras de dos en dos con el corazón acelerado. Llegó a arriba con rapidez. Se veía luz tras la puerta entreabierta del dormitorio de _____. Entró.
La cama estaba deshecha, había muchos objetos femeninos sobre el tocador y un libro en la mesilla. Nada fuera de lugar.
Pero llamó su atención el rastro de ropa. Desperdigados de cual¬quier manera sobre el brillante suelo de madera vio el top, la faldita blanca, las medias de seda, el liguero y un sujetador de encaje. Con el corazón latiendo todavía más rápido siguió el rastro hasta la puerta del cuarto de baño. En la manilla había un tanga con la palabra DIOSA escrita por delante. Harry se acercó y miró hacia adentro.
Y se quedó sin respiración.
______ se había recogido el pelo de manera casual y había llenado de espuma la bañera de hidromasaje. Estaba apoyada en el borde y se enjabonaba sensualmente la piel dorada con una esponja exfo¬liante de lufa color rosa. Tenía los ojos cerrados y suspiraba.
Al instante, Harry tuvo una erección tan dura como el acero.
Ya sabía que _____ estaba a salvo y que no había entrado nadie en su casa. Sabía que tenía que irse. Pero al igual que la noche ante¬rior, cuando no pudo marcharse antes de verla alcanzar el orgasmo, ahora tampoco pudo moverse.
De repente, ella abrió los párpados y clavó en él sus ojos azules.
—¿Quieres algo?
Aquélla era una pregunta capciosa. «¡Sí!» De hecho, temía haber alcanzado un punto en el que no sólo la deseaba, sino que la nece¬sitaba.
Harry respiró entrecortadamente. No. Se había acabado aquello de fo*llar por fo*llar. Lo único que pasaba es que no mantenía relaciones sexuales desde que Daniela y Niall habían decidido ser una pareja convencional... excluyéndole a él de la ecuación. Y _____ resultaba ser la única mujer en las cercanías.
Pero... Si la hubiera conocido hoy y ella fuera el tipo de mujer que pudiera ser la madre que tenía en la mente, se hubiera apresu¬rado a llevarla a la cama y acostarse con ella lo antes posible. Ya no es sólo que la deseara, es que comenzaba a gustarle mucho. Y eso era todavía más peligroso.
Y aquellos rosados y duros pezones que se movían justo bajo la superficie del agua, no le ayudaban a aclarar sus pensamientos.
—_____, no me hagas esto. —Santo Dios, apenas reconocía su propia voz—. Por favor...
Ella arqueó una ceja y deslizó la esponja sobre un pecho, por en¬cima del pezón, y se humedeció los labios. Harry se tambaleó y se aga¬rró a la manilla de la puerta. La seda que se había rozado contra el sexo de la joven durante todo el día le llenó la mano. Ella estaba en todas partes, le freía el cerebro, le hacía hervir la sangre. Lo tenía en vilo todo el día y el deseo que sentía por ella estaba a punto de ha¬cerle perder el control.
—¿Qué es lo que no debo hacer? Estás en mi cuarto de baño.
Harry cerró los puños y contó hasta diez mentalmente con los ojos cerrados.
—La próxima vez, cierra la maldita puerta.
—Estoy acostumbrada a vivir sola. Si no te gusta lo que ves, no entres.
_____ se estaba haciendo la tonta.
Maldiciendo, Harry abrió los ojos.
—Deja de jugar conmigo o no te gustará lo que ocurrirá después.
Porque Harry se sentía como una olla a presión a punto de explo¬tar. Lo que hizo con ella la noche que pasaron juntos era un juego de niños al lado de lo que la necesidad que atravesaba sus venas le impulsaba a hacer ahora. Cómo se dejara llevar por sus impulsos, que Dios les ayudara a los dos.
_____ le lanzó una mirada tranquila y considerada.
—Entonces, vete.
Él respiró hondo y miró al techo.
—Eso intento.
—Yo te ayudaré —le propuso Tyler, haciendo patente su presencia detrás de Harry.
Cuando Harry se dio la vuelta, el hombre abrió la puerta por com¬pleto, entrando en el cuarto de baño. Gimió al ver que _____ estaba tomando un baño.
—Santo Dios, eres preciosa, cariño. ¿Por qué uno no tiene a mano una cámara cuando la necesita?
—¿Qué co*ño estás haciendo aquí? —le exigió Harry—. ¡Fuera!
Tyler le lanzó una mirada encolerizada por encima del hombro.
—¿Y qué estás haciendo tú?
—Me alojo aquí desde que Homer me dejó sin habitación. —Harry cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Cómo has entrado?
El gorila le lanzó una sonrisa petulante.
—Tengo llave.
Esas dos palabras hicieron que Harry se estremeciera. Sí, él había sospechado que Tyler y _____ eran amantes, pero aquello lo de¬mostraba.
Si _____ permitía que Tyler se quedara, Harry no podría sopor¬tarlo. No podría quedarse allí sabiendo lo que estaban haciendo y... lo que era peor, oyéndoles. Irse era la única opción que le quedaba.
Pero no lograba obligarse a marchar, a permitir que ella compar¬tiera la cama con Tyler.
El otro hombre pasó a su lado y agarró una toalla. La sostuvo en alto.
—Sal de ahí, _____. Tengo que hablar contigo.
______ le lanzó una mirada de impaciencia.
—¿Ahora?
Tyler asintió con la cabeza.
—Intenté ponerme en contacto contigo para decirte que venía hacia aquí.
—Creo que me he dejado el móvil en el coche de Harry. —Sus¬piró—. ¿Por qué no me dejáis tranquila un rato?
A pesar de la protesta, _____ se puso en pie. El agua resbaló por su piel dorada; por sus perlados pezones. La imagen agudizó el deseo de Harry. Fue como prender fuego a la gasolina, el impulso se¬xual destrozó cualquier pizca de sentido común.
—Ven —le exigió Tyler.
—Ella está conmigo —gruñó él.
Negando con la cabeza, _____ le dirigió a Harry una sonrisa de disculpa.
—Debe ser importante. No creo que Tyler tarde demasiado.
¿Qué era importante? ¿La necesidad de Tyler por tirársela? ¿Acaso la urgencia del guardaespaldas sería mayo que la de él?
Ma*ldita sea, Harry no se podía creer que ______ hubiera elegido a aquel cavernícola musculoso en vez de a él. ¿Después de haberle atormentado de manera implacable? ¿Después de casi haberle hecho una mam*ada hacía sólo seis horas, elegía a Tyler?
¬¬¬¬_______ salió de la bañera y permitió que Tyler la envolviera en la toalla, apretándola contra su cuerpo. Le lamió una gota de agua del hombro y emitió un gemido.
«¡Maldito gilipollas!» Harry agarró la puerta, resistiendo a duras penas el deseo de darle a Tyler un puñe*tazo en la cara.
Pero ¿cómo pegarle a un hombre porque la mujer que ambos deseaban le hubiera elegido a él? De estar furioso con alguien, de¬bería ser consigo mismo por desearla tanto.
—Que os jo*dan a los dos. De todas maneras parece que es lo que vais a hacer. —Harry dio un portazo y se dirigió afuera, a la noche.
* * *
Sintiéndose muy poco orgulloso de sí mismo, Harry permaneció al otro lado de la calle mirando hacia la casa a oscuras de _____ con una botella de whisky en la mano, esperando. Llevaba allí casi una hora; eran ya las cuatro de la madrugada, estaba medio borracho y más enfadado que nunca.
Ella había elegido a Tyler. Quizá ahora estaban foll*ando como conejos mientras él vagaba por el parque, duro como una piedra, y deseando con todas sus fuerzas estar en el lugar de Tyler. Y todo porque Harry la había rechazado, más de una vez, como el jodido idi*ota que era.
Para empeorar las cosas, había escuchado un mensaje de Emily un poco antes. En lugar de sentirse aliviado, oír su tono agudo y feliz había sido como una ardiente punzada en su mente. Lo había invitado a ir con ella a un picnic dominical el fin de semana si¬guiente. Y lo único que había sentido había sido miedo.
¿Qué le sucedía?
Era _____ Devereaux.
Había sido necesario que saliera de la casa, que se la cediera a Tyler y estar casi borracho para darse cuenta de que lo mejor sería tirársela otra vez para poder sacársela de la cabeza. Por supuesto, aquella opción ahora ya no era posible, puesto que ella estaba ocu¬pada.
Gracias a Dios que le había comprado aquella botella al camarero del club después de que Niall se fuera.
¿La dejaría Tyler satisfecha? ¿Se le daría bien el sexo oral? ¿O lo suyo sería fo*llar sin más? Harry hizo una mueca al imaginar los atri¬butos sexuales de Tyler. Lo único que dudaba era que Tyler tuviera más resistencia que él. Harry sabía que en eso ganaba al gorila y, prác¬ticamente, a cualquiera.
No es que estuviera orgulloso de saber que cuando caía en el fre¬nesí sexual no paraba durante horas... Ni siquiera le preguntaba a su pareja qué sentía. La tomaba una y otra vez, de manera implaca¬ble, hasta que ella era esclava de la necesidad y el deseo. Cuando se sumergía en aquel estado, Harry vivía para sentir que le clavaban las uñas en la espalda, para que le suplicaran y, sobre todo, para hacer que su amante gritara de placer.
De repente se encendió la luz del porche de _____ y se abrió la puerta principal. Tyler salió y ella lo siguió. El pelo le caía sobre la espalda y llevaba un camisón de raso blanco que hacía que se trans¬parentaran sus muslos desnudos.
El guardaespaldas se dirigió a su vehículo, pero se dio la vuelta antes de llegar. Puso las manos sobre los hombros de ______ y la atrajo contra su enorme cuerpo, acariciándole la cabeza. Ella apoyó la frente en su hombro; parecía absolutamente relajada entre sus brazos.
Harry apartó la mirada y tomó otro trago de whisky. El líquido le cayó como una bomba incendiaria en el estómago. ¿O lo que ardían eran sus entrañas porque no podía sacarse de la cabeza la jodida imagen de _____ follando con Tyler?
Ahora no podía negar la verdad. Estaba tan celoso que apenas veía. Menuda ironía ¿verdad?
______ se apartó. Tyler murmuró algo y la besó en la frente. Ella asintió con la cabeza y dio un paso atrás.
Harry frunció el ceño. Si se habían pasado una hora prendiendo fuego a las sábanas, ¿por qué no se daban un beso como Dios manda?
Finalmente, el hombre se subió al vehículo negro y se marchó. ______ le observó doblar la esquina. Luego clavó los ojos en el 4x4 de Harry.
—¿Harry?
«Maldita sea.» Debería haberse largado, debería haberse ido a algún lugar donde no tuviera que verla con Tyler, donde ella no supiera que los había estado observando. Pero no, estaba demasiado ocupado ahogándose en alcohol y celos para pensar correctamente.
Emitió un suspiro y se apartó del árbol. Observó la delgada fi¬gura de _______ mientras la brisa jugueteaba con su pelo sedoso, le pegaba la tela a las caderas y le erizaba los pezones, que se clavaron en el escotado camisón.
Lo más probable es que Tyler acabara de satisfacerse entre esos muslos, y Dios era testigo de que eso era justo lo que Harry quería hacer en ese momento. La deseaba y le importaba una mie*rda ser plato de segunda mesa.
Estaba bien jodido.
Por fin, se dejó ver en el charco de luz de la farola.
_____ contuvo el aliento y luego se tapó la boca con la mano. Clavó la mirada en la botella que él sostenía en una mano.
—Estás borracho.
Harry deseó que fuera cierto. Negó con la cabeza.
—No será por no intentarlo.
—Venga, vamos adentro e intentemos dormir un poco. —Se giró hacia la puerta.
Él la siguió con rapidez. Una vez dentro del vestíbulo, la cogió por el brazo.
—¿No vas a decirme nada más?
Ella le dirigió una mirada encolerizada.
—Nadie te dijo que te fueras.
—¿Qué debía hacer? ¿Quedarme y mirar cómo follabais? —Harry cerró la puerta de golpe, haciendo que los envolviera un profundo silencio. Justo en ese momento se le ocurrió algo terrible—. Oh, no, eso sí que no. ¿Querías que te folláramos los dos juntos? Eso no lo volveré a hacer jamás. Puede que no consiga acostarme contigo otra vez, pero te aseguro que no volveré a compartir a una mujer.
______ se revolvió para zafarse de su mano y le dio un bofetón.
—¡Maldito seas! Ya estoy harta de que busques las maneras más sarcásticas e insultantes posibles de llamarme pu*ta. A ver si tienes coj*ones de decírmelo a la cara. ¡Vamos! ¿A que piensas que me acuesto con todo lo que lleva pantalones?
—¿No acabas de acostarte con Tyler?
Ella apretó los labios y una expresión de dolor cruzó por su ros¬tro durante un momento antes de transformarse en furia.
—Pues mira, por haberte largado, te vas a quedar con la duda.
Ella se dio la vuelta y se dirigió a las escaleras. Harry no pudo soportarlo. Debería dejarla en paz, aquella cólera que le consumía no era normal, no era propia de él. Pero no podía evitarlo
Se abalanzó sobre ella y le rodeó la cintura con un brazo, apretándola contra su cuerpo. Ella supo al instante lo duro que estaba, pero ¿qué demonios?, siempre estaba duro cuando _____ estaba cerca. Y si ella todavía no lo sabía, que se fuera dando cuenta.
—¿Te has acostado con él o no?
Vaya, si hasta le temblaba la voz. Harry no quería que la respuesta de ______ le importara, pero no tenía sentido intentar engañarse a sí mismo.
______ intentó zafarse de él, pero la sostuvo con firmeza. Cuando ella se rindió, la giró para enfrentarse a ella.
—¿Lo has hecho?
—No me conoces en absoluto, y esa pregunta lo demuestra. In¬cluso aunque te dijera la verdad, no me creerías. Lo único que quie¬res oír es que me abracé a él en el cuarto de baño y que de ahí fuimos al dormitorio, para que él pudiera chuparme las tetas mien¬tras yo le montaba como si fuera una amazona. Y que luego me folló desde atrás. ¿Es eso lo suficientemente descriptivo para ti?
Harry cerró los ojos para no ver la imagen que describían aquellas palabras. Dios, necesitaba más Jack Daniel's.
La apretó con más fuerza.
—¿Es eso lo que ha ocurrido?
—Te simplificaría la vida, ¿verdad? Así podrías considerarme una auténtica mujerzuela. Oh, y foll*arme, por supuesto. Total, ya lo hacen todos los demás, ¿no es cierto? Claro y, después, podrías largarte con viento fresco sin sentir el más mínimo remordimiento porque no soy más que una pu*ta. Pues bien, ¿sabes qué te digo? Que te vayas a la mie*rda. —_____ le clavó el codo en el estómago.
Harry soltó un gruñido y se dobló sobre sí mismo, agarrándose el estómago, mientras le lanzaba una mirada encolerizada.
—¡Maldita sea! ¡______! Yo...
—¿Tú qué?
¿Qué había estado a punto de decir? ¿Importaba en realidad? La había insultado de la peor manera... y aún no sabía lo que quería saber. Además, acababa de darse cuenta de que le daba un miedo atroz dejarla subir y que se encerrase en el dormitorio y no volver a tener la posibilidad de tocarla otra vez.
—No lo sé —admitió, finalmente.
—¡En eso tienes razón! —gritó ella—. No lo sabes. No sabes nada sobre mí. ¿Has pensado alguna vez que debajo de todo este maquillaje y de esta ropa provocativa hay una mujer que tiene sentimientos auténticos que no tienen nada que ver con el sexo? ¿Has pensado alguna vez que quizá quisiera que me vieras como una mujer normal en vez de cómo una stripper o un polvo fácil? ¿Que quizá significaras algo para mí? —Ella negó con la cabeza—. Claro que no.
______ respiró hondo y luego soltó un sollozo. Aquel sonido pro¬dujo un vacío en el pecho de Harry. Dios, jamás había tenido inten¬ción de hacerle daño.
—Lo siento.
—Olvídalo. Ya no importa.
Aquellas palabras le provocaron un pánico tremendo.
—¡Espera! Yo...
—No. —Ella dio un paso atrás, alejándose de él—. Ni lo pienses. Remy no me devolverá el coche hasta el miércoles, pero le diré a Tyler que venga a buscarme hasta entonces. Hablaré mañana con Homer para que te prepare una habitación. No creo que me cueste demasiado, ya que fui yo la que le dije que ocupara la que tenías re¬servada.
Oh, Santo Dios. Harry notó una brusca opresión en el estómago y, por fin, demasiado tarde, lo entendió todo… _____ había que¬rido que estuviera con ella. Que pasaran juntos algún tiempo. Quería descubrir qué había entre ellos, si sólo era sexo o si existía algo más. Y él sólo le había mostrado un silencioso desprecio. La había tratado como si fuera basura. Pero incluso aunque él se enamorara de ella como por arte de magia, ______ no tenía cabida en su futuro.
Harry tomó otro largo trago de la botella.
—Soy... Lo siento.
—Lo entiendo. En tu mente pertenecemos a mundos diferentes. Me has puesto en mi lugar y no volveré a dejarlo, te lo aseguro. —Enderezó la espalda y se dirigió a las escaleras, aunque se volvió hacia él antes de subir—. Y sólo para aclarar las cosas, Tyler vino a contarme algo sobre el allanamiento del club. Después de cerrar, se dedicó a investigar en el piso de arriba. Al parecer, mi acosador dejó otra nota de «amor» clavada con un cuchillo, pero esta vez en la al¬mohada del dormitorio que tengo allí. Y en esta ocasión no me lla¬maba «pu*ta»; decía que me tenía reservado algo realmente bueno.
FIN DEL CAP 5
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