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"Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
–Lo siento muchísimo –susurró Joe.
Nicholas se encogió de hombros.
–Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos –le contestó mientras recogía la camisa.
–Escúchame –le dijo Joe, deteniéndolo–, ¿por qué no te das una ducha y me dejas que te preste algo de ropa?
–He desaparecido en mitad de una cacería.
–No te ofendas Nicholas, pero estás hecho un desastre. Reconozco que hace mucho que no participo en una lucha, pero sé que es mucho más fácil enfrentarse a la batalla después de un baño caliente y con el estómago lleno.
Nicholas dudó.
–¿Quince minutos?
–De acuerdo, que sea rápido.
Nicholas dejó que el agua caliente relajara su magullado cuerpo. La noche aún era joven, pero estaba muy cansado. El hombro le daba punzadas y no dejaba de dolerle y la herida en el costado no estaba mucho mejor.
Pero aún dolorido, toda su atención estaba puesta en la mujer que lo esperaba escaleras abajo.
¿Por qué lo atraía tanto? Había salvado a numerosos humanos a lo largo de los siglos y no había sentido nada por ellos, aparte de una simple curiosidad.
Pero esta mujer, con su mirada franca y abierta y su sonrisa hechicera, le había llegado al corazón. Un corazón que había perdido siglos atrás. Pero no lo necesitaba. A los Cazadores Oscuros se les prohibía mantener una relación estable.
En caso de necesidad, sus encuentros sexuales se limitaban a una sola noche.
Volvían a nacer para caminar en soledad a lo largo de los siglos. Todos y cada uno de ellos lo tenía muy presente. Lo habían jurado.
Y nunca antes le había molestado que fuese así.
Sólo había habido una ocasión, a lo largo de su vida, en la que la sonrisa de una mujer le había provocado esta extraña y vertiginosa sensación en la boca del estómago.
Lanzó una maldición ante el recuerdo.
–Venga, Nicholas –se dijo a sí mismo mientras se duchaba–. Sal de esta casa, mata a Desiderius y vuelve a tu hogar. Olvida que la has visto.
La mera idea de no volver a verla nunca más hacía que el dolor lo partiera en dos. Pero tenía muy claro lo que debía hacer. Ésta era su vida y adoraba la oscuridad de la noche a la que estaba ligado por un juramento. Sus obligaciones eran su única familia. Su juramento, su corazón.
Su trabajo era su amor y lo seguiría siendo durante toda la eternidad.
–¿Alice?
Alejando su pensamiento del atractivo Cazador Oscuro, Alice miró a _________, que estaba sentada en el sillón.
–¿Te importaría subir a la habitación de los gemelos y traerme un pañal? –le preguntó _______–. Si subo esas escaleras de nuevo creo que no volveré a bajar.
Alice se rió.
–Claro. No tardaré.
Subió las escaleras y atravesó el pasillo. Pasó por delante de la puerta del baño en el mismo instante en que Nicholas salía de él con una toalla alrededor de la cintura. Y chocaron.
Hunter le puso las manos sobre los hombros para sujetarla y las pupilas se le dilataron al reconocerla.
Alice se quedó helada cuando se dio cuenta de que el brazalete de plata que llevaba en la muñeca se había trabado en uno de los flecos de la toalla de Hunter.
Y, lo que era aún peor, se le estaba haciendo la boca agua al contemplar toda aquella piel sensual, al sentir sus fuertes manos sobre ella.
El poder y la fuerza que emanaban de él hacían que se le acelerara el corazón. Y el aroma fresco y limpio de su piel… Llevaba el pelo húmedo peinado hacia atrás, lo que dejaba los fuertes rasgos del rostro bien a la vista, y dudaba mucho de que pudiese haber un hombre más apuesto.
Los ojos oscuros de Hunter, rodeados de pestañas pecaminosamente largas, la miraban con intensidad. El deseo voraz que se leía en ellos la puso a cien e hizo que se estremeciera. Tenía todo el aspecto de poder devorarla y, de hecho, Alice deseaba que la devorara.
Completamente.
Por entero.
Y que la saboreara.
–Esto sí que se pone interesante –dijo él con un asomo de diversión en la voz.
Alice no sabía qué hacer, allí de pie, con la muñeca peligrosamente cerca de la súbita protuberancia que había surgido bajo la toalla. ¿Qué pasaba con ellos que acababan unidos cada dos por tres?
Deslizó la mirada por la multitud de cicatrices que cubrían el cuerpo de Hunter y no pudo evitar preguntarse cuántas de ellas habrían sido causadas por la tortura que le había mencionado a Joe un rato antes.
–La mayoría –le susurró mientras alzaba un brazo para posar la mano sobre su nuca.
Alice sintió cómo sus dedos le acariciaban el cabello. La otra mano, que aún estaba sobre su hombro, la sujetó con más fuerza, aunque de modo muy sutil.
–¿Qué? –le preguntó ella alzando la vista.
–La mayoría de las cicatrices son de los romanos.
Ella frunció el ceño.
–¿Cómo sabías lo que estaba pensando?
–Estaba espiando tus pensamientos, del mismo modo que tú hiciste con Joe y conmigo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Alice al caer en la cuenta de los poderes psíquicos de Hunter.
–¿De verdad puedes hacer eso?
Él asintió sin mirarla a la cara. Tenía los ojos clavados en el lugar donde su mano le acariciaba el cabello, como si estuviese memorizando su tacto.
La miró a los ojos de forma tan repentina que Alice emitió un jadeo.
–Y con respecto a la pregunta que temes formular, lo único que tienes que hacer es mover el brazo y lo sabrás.
–¿Saber qué?
–Si cuando me quite la toalla voy a estar igual de bueno que con ella.
Alice se ruborizó intensamente al escuchar sus aterradores pensamientos en boca de Hunter. Antes de que pudiera moverse, él la soltó y dejó caer la toalla, que quedó colgando de su brazalete.
Al ver a Hunter completamente desnudo delante de ella, se quedó con la boca abierta. Su cuerpo, de músculos duros y perfectamente definidos, parecía obra de un escultor. Y al instante descubrió que su piel era de color dorado en todos sitios. No era producto de la exposición al sol, sino natural.
Alice lo deseaba de forma desesperada.
Lo único que tenía en mente era llevarlo a la habitación y tirar de él para tenerlo encima, luego al lado y luego debajo durante el resto de la noche.
¡Ay! La de cosas que quería hacerle a este hombre.
Una ligera sonrisa curvó los labios de Hunter y, por el brillo que adquirieron sus ojos, Alice descubrió que estaba leyéndole el pensamiento. Otra vez.
Él se inclinó hacia delante hasta que sus mejillas se tocaron y su cálido aliento le rozó el cuello, abrasándola.
–El nudismo nunca fue un problema para los antiguos griegos –le susurró al oído.
Los pezones de Alice se endurecieron.
Muy lentamente, Hunter movió la mano y le alzó la barbilla. Sus ojos la atraparon; daba la sensación de querer sondear su mente en busca de algo. Antes de que ella pudiese reaccionar, bajó la cabeza y la besó.
Amanda gimió al sentir el roce de sus labios. Este beso era muy diferente al anterior.
Era tierno.
Dulce.
Y la hacía arder.
Hunter abandonó sus labios y dejó un reguero de abrasadores besos desde el mentón hasta el cuello, mientras su lengua le humedecía la piel con suaves caricias. Alice colocó los brazos sobre sus hombros desnudos y apoyó todo su peso sobre él.
–Eres tan tentadora –susurró Hunter antes de trazar la curva de su oreja con la lengua–. Pero tengo trabajo que hacer, y tú odias todo lo que no sea humano. Y todo lo relacionado con el mundo paranormal. –Se alejó un poco y la miró apesadumbrado–. Es una lástima.
Desenganchó la toalla del brazalete y, echándosela sobre un hombro, comenzó a andar hacia la habitación. Alice apretó los dientes al contemplar ese delicioso y magnífico trasero.
Con el cuerpo en llamas, recordó el pañal.
Tan pronto como pensó en él, Hunter abrió la puerta, le arrojó uno y cerró de nuevo.
Nicholas se apoyó contra la puerta cerrada, luchando contra el ardiente deseo que lo atravesaba. Era una sensación voraz y traicionera que le hacía anhelar cosas que jamás podría tener.
Cosas que sólo conseguirían acrecentar su sufrimiento. Y ya había sufrido el equivalente a diez mil vidas humanas.
Tenía que sacársela de la cabeza.
Pero mientras estaba allí plantado, la soledad de su existencia se posaba sobre él con saña.
«Muchacho, te dejas guiar por el corazón con demasiada frecuencia. Algún día te llevará a la ruina.»
Nicholas se encogió de hombros.
–Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos –le contestó mientras recogía la camisa.
–Escúchame –le dijo Joe, deteniéndolo–, ¿por qué no te das una ducha y me dejas que te preste algo de ropa?
–He desaparecido en mitad de una cacería.
–No te ofendas Nicholas, pero estás hecho un desastre. Reconozco que hace mucho que no participo en una lucha, pero sé que es mucho más fácil enfrentarse a la batalla después de un baño caliente y con el estómago lleno.
Nicholas dudó.
–¿Quince minutos?
–De acuerdo, que sea rápido.
Nicholas dejó que el agua caliente relajara su magullado cuerpo. La noche aún era joven, pero estaba muy cansado. El hombro le daba punzadas y no dejaba de dolerle y la herida en el costado no estaba mucho mejor.
Pero aún dolorido, toda su atención estaba puesta en la mujer que lo esperaba escaleras abajo.
¿Por qué lo atraía tanto? Había salvado a numerosos humanos a lo largo de los siglos y no había sentido nada por ellos, aparte de una simple curiosidad.
Pero esta mujer, con su mirada franca y abierta y su sonrisa hechicera, le había llegado al corazón. Un corazón que había perdido siglos atrás. Pero no lo necesitaba. A los Cazadores Oscuros se les prohibía mantener una relación estable.
En caso de necesidad, sus encuentros sexuales se limitaban a una sola noche.
Volvían a nacer para caminar en soledad a lo largo de los siglos. Todos y cada uno de ellos lo tenía muy presente. Lo habían jurado.
Y nunca antes le había molestado que fuese así.
Sólo había habido una ocasión, a lo largo de su vida, en la que la sonrisa de una mujer le había provocado esta extraña y vertiginosa sensación en la boca del estómago.
Lanzó una maldición ante el recuerdo.
–Venga, Nicholas –se dijo a sí mismo mientras se duchaba–. Sal de esta casa, mata a Desiderius y vuelve a tu hogar. Olvida que la has visto.
La mera idea de no volver a verla nunca más hacía que el dolor lo partiera en dos. Pero tenía muy claro lo que debía hacer. Ésta era su vida y adoraba la oscuridad de la noche a la que estaba ligado por un juramento. Sus obligaciones eran su única familia. Su juramento, su corazón.
Su trabajo era su amor y lo seguiría siendo durante toda la eternidad.
–¿Alice?
Alejando su pensamiento del atractivo Cazador Oscuro, Alice miró a _________, que estaba sentada en el sillón.
–¿Te importaría subir a la habitación de los gemelos y traerme un pañal? –le preguntó _______–. Si subo esas escaleras de nuevo creo que no volveré a bajar.
Alice se rió.
–Claro. No tardaré.
Subió las escaleras y atravesó el pasillo. Pasó por delante de la puerta del baño en el mismo instante en que Nicholas salía de él con una toalla alrededor de la cintura. Y chocaron.
Hunter le puso las manos sobre los hombros para sujetarla y las pupilas se le dilataron al reconocerla.
Alice se quedó helada cuando se dio cuenta de que el brazalete de plata que llevaba en la muñeca se había trabado en uno de los flecos de la toalla de Hunter.
Y, lo que era aún peor, se le estaba haciendo la boca agua al contemplar toda aquella piel sensual, al sentir sus fuertes manos sobre ella.
El poder y la fuerza que emanaban de él hacían que se le acelerara el corazón. Y el aroma fresco y limpio de su piel… Llevaba el pelo húmedo peinado hacia atrás, lo que dejaba los fuertes rasgos del rostro bien a la vista, y dudaba mucho de que pudiese haber un hombre más apuesto.
Los ojos oscuros de Hunter, rodeados de pestañas pecaminosamente largas, la miraban con intensidad. El deseo voraz que se leía en ellos la puso a cien e hizo que se estremeciera. Tenía todo el aspecto de poder devorarla y, de hecho, Alice deseaba que la devorara.
Completamente.
Por entero.
Y que la saboreara.
–Esto sí que se pone interesante –dijo él con un asomo de diversión en la voz.
Alice no sabía qué hacer, allí de pie, con la muñeca peligrosamente cerca de la súbita protuberancia que había surgido bajo la toalla. ¿Qué pasaba con ellos que acababan unidos cada dos por tres?
Deslizó la mirada por la multitud de cicatrices que cubrían el cuerpo de Hunter y no pudo evitar preguntarse cuántas de ellas habrían sido causadas por la tortura que le había mencionado a Joe un rato antes.
–La mayoría –le susurró mientras alzaba un brazo para posar la mano sobre su nuca.
Alice sintió cómo sus dedos le acariciaban el cabello. La otra mano, que aún estaba sobre su hombro, la sujetó con más fuerza, aunque de modo muy sutil.
–¿Qué? –le preguntó ella alzando la vista.
–La mayoría de las cicatrices son de los romanos.
Ella frunció el ceño.
–¿Cómo sabías lo que estaba pensando?
–Estaba espiando tus pensamientos, del mismo modo que tú hiciste con Joe y conmigo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Alice al caer en la cuenta de los poderes psíquicos de Hunter.
–¿De verdad puedes hacer eso?
Él asintió sin mirarla a la cara. Tenía los ojos clavados en el lugar donde su mano le acariciaba el cabello, como si estuviese memorizando su tacto.
La miró a los ojos de forma tan repentina que Alice emitió un jadeo.
–Y con respecto a la pregunta que temes formular, lo único que tienes que hacer es mover el brazo y lo sabrás.
–¿Saber qué?
–Si cuando me quite la toalla voy a estar igual de bueno que con ella.
Alice se ruborizó intensamente al escuchar sus aterradores pensamientos en boca de Hunter. Antes de que pudiera moverse, él la soltó y dejó caer la toalla, que quedó colgando de su brazalete.
Al ver a Hunter completamente desnudo delante de ella, se quedó con la boca abierta. Su cuerpo, de músculos duros y perfectamente definidos, parecía obra de un escultor. Y al instante descubrió que su piel era de color dorado en todos sitios. No era producto de la exposición al sol, sino natural.
Alice lo deseaba de forma desesperada.
Lo único que tenía en mente era llevarlo a la habitación y tirar de él para tenerlo encima, luego al lado y luego debajo durante el resto de la noche.
¡Ay! La de cosas que quería hacerle a este hombre.
Una ligera sonrisa curvó los labios de Hunter y, por el brillo que adquirieron sus ojos, Alice descubrió que estaba leyéndole el pensamiento. Otra vez.
Él se inclinó hacia delante hasta que sus mejillas se tocaron y su cálido aliento le rozó el cuello, abrasándola.
–El nudismo nunca fue un problema para los antiguos griegos –le susurró al oído.
Los pezones de Alice se endurecieron.
Muy lentamente, Hunter movió la mano y le alzó la barbilla. Sus ojos la atraparon; daba la sensación de querer sondear su mente en busca de algo. Antes de que ella pudiese reaccionar, bajó la cabeza y la besó.
Amanda gimió al sentir el roce de sus labios. Este beso era muy diferente al anterior.
Era tierno.
Dulce.
Y la hacía arder.
Hunter abandonó sus labios y dejó un reguero de abrasadores besos desde el mentón hasta el cuello, mientras su lengua le humedecía la piel con suaves caricias. Alice colocó los brazos sobre sus hombros desnudos y apoyó todo su peso sobre él.
–Eres tan tentadora –susurró Hunter antes de trazar la curva de su oreja con la lengua–. Pero tengo trabajo que hacer, y tú odias todo lo que no sea humano. Y todo lo relacionado con el mundo paranormal. –Se alejó un poco y la miró apesadumbrado–. Es una lástima.
Desenganchó la toalla del brazalete y, echándosela sobre un hombro, comenzó a andar hacia la habitación. Alice apretó los dientes al contemplar ese delicioso y magnífico trasero.
Con el cuerpo en llamas, recordó el pañal.
Tan pronto como pensó en él, Hunter abrió la puerta, le arrojó uno y cerró de nuevo.
Nicholas se apoyó contra la puerta cerrada, luchando contra el ardiente deseo que lo atravesaba. Era una sensación voraz y traicionera que le hacía anhelar cosas que jamás podría tener.
Cosas que sólo conseguirían acrecentar su sufrimiento. Y ya había sufrido el equivalente a diez mil vidas humanas.
Tenía que sacársela de la cabeza.
Pero mientras estaba allí plantado, la soledad de su existencia se posaba sobre él con saña.
«Muchacho, te dejas guiar por el corazón con demasiada frecuencia. Algún día te llevará a la ruina.»
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
«Muchacho, te dejas guiar por el corazón con demasiada frecuencia. Algún día te llevará a la ruina.»
Se encogió al recordar la advertencia de su padre. Ninguno de los dos sabía en aquel momento lo ciertas que acabarían siendo esas palabras.
Soy un Cazador Oscuro.
Tenía que aferrarse a la realidad. Era lo único que se interponía entre Amanda y lo que sería su aniquilación.
Desiderius estaba ahí fuera y él debía detenerlo.
Pero lo que en realidad deseaba hacer, era bajar las escaleras, alzar a Aliceentre sus brazos y llevarla hasta su casa donde pasaría la noche entera explorando cada centímetro de su cuerpo con los labios, con las manos.
Con la lengua.
–Soy un imbécil –masculló mientras se obligaba a ponerse la ropa que Joe le había prestado.
No volvería a pensar en Alice ni en el pasado. Tenía algo mucho más importante que hacer. Algo que no podía dejar de lado. Protegía a la gente. Y viviría y moriría protegiéndolos, lo que significaba que los deseos físicos que despertaba una mujer como Akice estaban estrictamente prohibidos.
Unos minutos después, vestido con unos vaqueros de Joe y un jersey negro de cuello de pico, salió de la habitación con el abrigo de cuero sobre el hombro y bajó hasta el recibidor, donde lo esperaban Joe, ________, Alice y los niños.
Joe le ofreció una pequeña bolsa de papel.
–¡Jolines! –dijo Nicholas al cogerla–, gracias papi. Te prometo que seré un buen chico y que me portaré bien con los otros niños.
Julian soltó una carcajada.
–Payaso.
–Es mejor que ser un hazmerreír. –Nicholas mantuvo la compostura cuando miró a lice y sintió que el deseo lo abrasaba. ¿Qué tenía esa mujer que le resultaba imposible mirarla sin desear probar sus labios o sentir su cuerpo entre los brazos? Se aclaró la garganta antes de hablar–. Asegurense de que se queda aquí hasta que amanezca. Los Daimons no podrán entrar sin una invitación.
–¿Y qué pasará mañana por la noche? –preguntó ________.
–Desiderius estará muerto para entonces.
Joe asintió.
Nicholas se dio la vuelta para marcharse, pero, antes de que llegar a la puerta, Alice lo agarró del brazo con suavidad y lo detuvo.
–Gracias –le dijo.
Él inclinó la cabeza.
Márchate. Porque si no lo hacía, acabaría sucumbiendo a la exigente necesidad que sentía en su interior.
Apartó los ojos de Alice y miró a _________.
–Ha sido un placer conocerte, ________.
–Lo mismo digo, general.
Antes de que pudiera moverse para acercarse a la puerta, Alice volvió a sujetarlo y tiró de él hasta que quedó frente a ella y, sin saber muy bien lo que hacía, le dio un beso en la mejilla.
–Ten cuidado –le dijo en un susurro mientras se alejaba de él.
Petrificado, Alice sólo atinó a parpadear. Pero lo que más lo conmovió fue la preocupación que vio en esos ojos de un azul cristalino; la preocupación que Mirian sentía en su corazón. No quería que le hicieran daño.
Desiderius está esperando.
Ese pensamiento pasó veloz por su mente. Tenía que marcharse.
Pero alejarse de Mirian era lo más difícil que había hecho jamás.
–Sé feliz, bombón –le deseó él.
–¿Bombón? –preguntó Alice, ofendida.
Él sonrió.
–Después de lo de «chulo vestido de cuero», te debía una –le dijo dándole unas palmaditas en la mano antes de apartarla de su brazo–. Son casi las ocho, será mejor que llames a tu hermana.
Nicholas le soltó las manos y, al instante, la echó en falta.
Intercambió una mirada con Joe. Ésta sería la última vez que se vieran y ambos lo sabían.
–Adiós, adelphos (hermano en griego).
–Adiós hermano –le contestó Joe.
Nicholas se dio la vuelta, abrió la puerta y se dirigió en solitario hacia el coche. Una vez en el interior del vehículo, no pudo resistir la tentación de mirar atrás. Aunque no pudiera ver a Mirian, aún podía sentir su presencia al otro lado de la puerta, mirándolo.
Era incapaz de recordar la última vez que alguien se había entristecido al ver cómo se marchaba. Y tampoco recordaba haber sentido antes esa absurda necesidad de mantener a su lado a una mujer a cualquier precio.
Se encogió al recordar la advertencia de su padre. Ninguno de los dos sabía en aquel momento lo ciertas que acabarían siendo esas palabras.
Soy un Cazador Oscuro.
Tenía que aferrarse a la realidad. Era lo único que se interponía entre Amanda y lo que sería su aniquilación.
Desiderius estaba ahí fuera y él debía detenerlo.
Pero lo que en realidad deseaba hacer, era bajar las escaleras, alzar a Aliceentre sus brazos y llevarla hasta su casa donde pasaría la noche entera explorando cada centímetro de su cuerpo con los labios, con las manos.
Con la lengua.
–Soy un imbécil –masculló mientras se obligaba a ponerse la ropa que Joe le había prestado.
No volvería a pensar en Alice ni en el pasado. Tenía algo mucho más importante que hacer. Algo que no podía dejar de lado. Protegía a la gente. Y viviría y moriría protegiéndolos, lo que significaba que los deseos físicos que despertaba una mujer como Akice estaban estrictamente prohibidos.
Unos minutos después, vestido con unos vaqueros de Joe y un jersey negro de cuello de pico, salió de la habitación con el abrigo de cuero sobre el hombro y bajó hasta el recibidor, donde lo esperaban Joe, ________, Alice y los niños.
Joe le ofreció una pequeña bolsa de papel.
–¡Jolines! –dijo Nicholas al cogerla–, gracias papi. Te prometo que seré un buen chico y que me portaré bien con los otros niños.
Julian soltó una carcajada.
–Payaso.
–Es mejor que ser un hazmerreír. –Nicholas mantuvo la compostura cuando miró a lice y sintió que el deseo lo abrasaba. ¿Qué tenía esa mujer que le resultaba imposible mirarla sin desear probar sus labios o sentir su cuerpo entre los brazos? Se aclaró la garganta antes de hablar–. Asegurense de que se queda aquí hasta que amanezca. Los Daimons no podrán entrar sin una invitación.
–¿Y qué pasará mañana por la noche? –preguntó ________.
–Desiderius estará muerto para entonces.
Joe asintió.
Nicholas se dio la vuelta para marcharse, pero, antes de que llegar a la puerta, Alice lo agarró del brazo con suavidad y lo detuvo.
–Gracias –le dijo.
Él inclinó la cabeza.
Márchate. Porque si no lo hacía, acabaría sucumbiendo a la exigente necesidad que sentía en su interior.
Apartó los ojos de Alice y miró a _________.
–Ha sido un placer conocerte, ________.
–Lo mismo digo, general.
Antes de que pudiera moverse para acercarse a la puerta, Alice volvió a sujetarlo y tiró de él hasta que quedó frente a ella y, sin saber muy bien lo que hacía, le dio un beso en la mejilla.
–Ten cuidado –le dijo en un susurro mientras se alejaba de él.
Petrificado, Alice sólo atinó a parpadear. Pero lo que más lo conmovió fue la preocupación que vio en esos ojos de un azul cristalino; la preocupación que Mirian sentía en su corazón. No quería que le hicieran daño.
Desiderius está esperando.
Ese pensamiento pasó veloz por su mente. Tenía que marcharse.
Pero alejarse de Mirian era lo más difícil que había hecho jamás.
–Sé feliz, bombón –le deseó él.
–¿Bombón? –preguntó Alice, ofendida.
Él sonrió.
–Después de lo de «chulo vestido de cuero», te debía una –le dijo dándole unas palmaditas en la mano antes de apartarla de su brazo–. Son casi las ocho, será mejor que llames a tu hermana.
Nicholas le soltó las manos y, al instante, la echó en falta.
Intercambió una mirada con Joe. Ésta sería la última vez que se vieran y ambos lo sabían.
–Adiós, adelphos (hermano en griego).
–Adiós hermano –le contestó Joe.
Nicholas se dio la vuelta, abrió la puerta y se dirigió en solitario hacia el coche. Una vez en el interior del vehículo, no pudo resistir la tentación de mirar atrás. Aunque no pudiera ver a Mirian, aún podía sentir su presencia al otro lado de la puerta, mirándolo.
Era incapaz de recordar la última vez que alguien se había entristecido al ver cómo se marchaba. Y tampoco recordaba haber sentido antes esa absurda necesidad de mantener a su lado a una mujer a cualquier precio.
FIN DEL CAPITULO 4
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
AAAhhhhh cada vez me encanta más tu nove
Goooooosssssshh
en verdad gracias por estos capis
tqqqqqqqqqmmmmm :hug:
siguela pronto
subire un maratón para ti
en la nove de Nick ;)
te lo mereces :hug:
En verdad siguelaaaaaaaaaa
pero ya :risa:
me tienes asi cada vez más
:bounce: :bounce: :bounce: :bounce:
:risa: tqm
:grupo:
:hug:
:hi:
Goooooosssssshh
en verdad gracias por estos capis
tqqqqqqqqqmmmmm :hug:
siguela pronto
subire un maratón para ti
en la nove de Nick ;)
te lo mereces :hug:
En verdad siguelaaaaaaaaaa
pero ya :risa:
me tienes asi cada vez más
:bounce: :bounce: :bounce: :bounce:
:risa: tqm
:grupo:
:hug:
:hi:
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
silvia_rodmo escribió:AAAhhhhh cada vez me encanta más tu nove
Goooooosssssshh
en verdad gracias por estos capis
tqqqqqqqqqmmmmm :hug:
siguela pronto
subire un maratón para ti
en la nove de Nick ;)
te lo mereces :hug:
En verdad siguelaaaaaaaaaa
pero ya :risa:
me tienes asi cada vez más
:bounce: :bounce: :bounce: :bounce:
:risa: tqm
:grupo:
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:hi:
:bounce: :bounce: :bounce: :happy: :happy: :happy:
jajajaj graxxx!!!!
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
VERO!! ACASO QUIERES DARME UN PARO CARDIACO¿?
NO LA PUEDES DEJAR ASÍ, NO SABES LO QUE ME HACE
LA DESPEDIDA DE ELLOS :crybaby: :crybaby: :crybaby:
AHÍ DEBES DE SEGUIRLA NO LA DEJES ASÍ
VERO, POR FIS... SIGUILA, AMO ESTA NOVE
AHÍ QUE LINDO NICK
POR DÍO SIGUILA!!!!!. TKMM
ROCII
NO LA PUEDES DEJAR ASÍ, NO SABES LO QUE ME HACE
LA DESPEDIDA DE ELLOS :crybaby: :crybaby: :crybaby:
AHÍ DEBES DE SEGUIRLA NO LA DEJES ASÍ
VERO, POR FIS... SIGUILA, AMO ESTA NOVE
AHÍ QUE LINDO NICK
POR DÍO SIGUILA!!!!!. TKMM
ROCII
Rocio_Jonas
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Rocio_Jonas escribió:VERO!! ACASO QUIERES DARME UN PARO CARDIACO¿?
NO LA PUEDES DEJAR ASÍ, NO SABES LO QUE ME HACE
LA DESPEDIDA DE ELLOS :crybaby: :crybaby: :crybaby:
AHÍ DEBES DE SEGUIRLA NO LA DEJES ASÍ
VERO, POR FIS... SIGUILA, AMO ESTA NOVE
AHÍ QUE LINDO NICK
POR DÍO SIGUILA!!!!!. TKMM
ROCII
tu tbm me dejas super pikada :P
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
seguila!
nueva lectora :D
:bounce:
:happy: PLISSS SEGUILA
nueva lectora :D
:bounce:
:happy: PLISSS SEGUILA
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Capitulo 5
Después de que Nicholas se marchara, Alice llamó a Alicia y la tranquilizó, asegurándole que se encontraba a salvo. Se dio una ducha rápida y se vistió con una sudadera y unos pantalones deportivos de _________. Cuando ésta y los niños se retiraron para dormir, ella se sentó en el sofá con un plato de espaguetis.
Joe salió de la cocina y le ofreció una Coca-Cola antes de sentarse en uno de los sillones.
–Bien –dijo–, ¿por dónde empiezo?
Alice no tuvo que pensarlo.
–Por el principio. Quiero saber exactamente qué es un Cazador Oscuro y qué son los Daimons. De dónde vienen los apolitas y qué relación hay entre todos ellos.
Joe soltó una carcajada.
–Vas directa al grano (no piensen mal), ¿verdad? –Mientras giraba el vaso de té helado entre las manos pareció sopesar la mejor forma de contestar sus preguntas–. En momentos como éste me gustaría que la Kynigostaia de Homero hubiese sobrevivido al paso del tiempo.
–¿Kyni qué?
Él se volvió a reír y tomó un sorbo de té.
–Recogía el nacimiento de los Kynigstosi, los Cazadores Oscuros, y podría haber respondido a la mayoría de tus dudas. Narraba con detalle el nacimiento de las dos razas que una vez dominaron la tierra: los humanos y los apolitas.
Alice asintió brevemente.
–De acuerdo. Sé de donde vienen los humanos, pero no sé nada de los apolitas.
–Hace eones, Apolo y Zeus caminaban por la ciudad de Tebas cuando, de repente, Zeus declaró la grandeza de la raza humana y la llamó «el pináculo de la perfección terrenal». Apolo soltó un bufido y dijo que podía mejorarse en muchos aspectos. Se jactó de poder crear fácilmente una raza superior y Zeus lo retó a que lo hiciera. Así es que Apolo buscó una ninfa que estuviese de acuerdo en dar a luz a sus hijos.
»En tres días nacieron los primeros apolitas. Tres días más tarde esos niños habían alcanzado la madurez y tres días después estaban preparados para ser los regentes de la tierra.
Alice se limpió los labios con la servilleta.
–Entonces, los apolitas son los hijos de Apolo. Lo he pillado. ¿Y por qué algunos de ellos se convierten en Daimons?
–¿Por qué no te esperas? Soy yo el que está contando la historia –le dijo Joe pacientemente, con la misma voz que Alice suponía que usaba con sus alumnos de la facultad–. Puesto que los apolitas nacieron con un intelecto, una belleza y una fuerza superiores a los de los humanos, Zeus los envió a vivir a la isla de la Atlántida, donde esperaba que vivieran en paz. No sé si has leído los Diálogos de Platón...
–No te ofendas, pero me pasé toda la carrera evitando las asignaturas de letras…
Joe sonrió.
–Da igual. De todos modos, la mayoría de lo que Platón escribió acerca de la Atlántida es cierto. Eran una raza agresiva que quería dominar la tierra y, como broche final, también el Olimpo. A Apolo no le importaba ya que, una vez cumplidos sus propósitos, él se convertiría en el dios supremo.
Alice supo a dónde llevaba todo esto.
–Apuesto a que el viejo Zeus estaba contentísimo con esa idea.
–Estaba encantado –le contestó Joe irónicamente–. Pero no tanto como los pobres griegos que estaban siendo abatidos por los apolitas. Los humanos se dieron cuenta de que luchar no los llevaría a ningún sitio, por lo que idearon un plan para que Apolo cambiara de bando. Eligieron a la mujer más hermosa nacida entre la raza humana, Ryssa y se la entregaron a Apolo como amante.
–¿Era más hermosa que Helena de Troya?
–Todo esto sucedió muchísimo antes de que Helena naciera y, sí, según las crónicas ella era la mujer más hermosa que el mundo ha visto jamás. De cualquier forma, Apolo –siendo como es…– no pudo resistirse a Ryssa. Se enamoró de ella y, finalmente, la mujer quedó embarazada. Cuando la reina de los apolitas escuchó lo que sucedía, se enfureció tanto que envió a un grupo de asesinos para que acabaran con la vida de la madre y del niño. La reina dio instrucciones a sus hombres para que el crimen pareciera ser el ataque de un animal salvaje, de modo que Apolo no se vengara de los apolitas.
Alice soltó un silbido e imaginó lo que ocurrió después.
–Apolo lo descubrió.
–Exacto, y no le sentó muy bien. No sé si sabrás que Apolo es también el dios de las plagas. Destruyó la Atlántida y hubiese destruido a todos y cada uno de sus habitantes si Artemisa no lo hubiera detenido.
–¿Y por qué lo hizo?
–Porque los apolitas eran carne y sangre de Apolo. Destruirlos hubiese significado acabar con el propio dios y eso habría supuesto el fin del mundo tal y como lo conocemos.
–¡Vaya! –exclamó Alice con los ojos abiertos de par en par–. Qué desastre. Menos mal que lo detuvo.
–Eso pensó el resto del panteón griego. Pero Apolo quería vengarse. Y lo hizo. Prohibió a los apolitas caminar bajo la luz del sol para no tener que verlos nunca más y recordar su traición. Puesto que habían intentado hacerle creer que Ryssa había sido atacada por un animal salvaje, les dio características animales: colmillos, sentidos muy desarrollados…
–¿Y la velocidad y la fuerza?
–Ya la tenían; junto con las habilidades psíquicas que Apolo no pudo quitarles.
Amanda frunció el ceño.
–Pensaba que los dioses podían hacer cualquier cosa que se les antojase. ¿No consiste en eso lo de ser dios?
–No siempre. Tienen leyes a las que atenerse, igual que nosotros. Pero en el caso de los poderes psíquicos es diferente; una vez ese canal se abre no puede volver a cerrarse. Por eso Apolo no pudo quitarle a Cassandra el don de la adivinación del futuro cuando ella lo rechazó. Lo que hizo fue enmarañarlo todo, de modo que nadie creyera en sus profecías.
–¡Claro!, eso tiene sentido –dijo Alice antes de beber un sorbo de Coca-Cola–. Vale, entonces los apolitas tienen poderes psíquicos, son muy fuertes y, además, no resisten la luz del sol. ¿Y lo de beber sangre? ¿Lo hacen o no?
–Sí. Beben sangre, pero sólo si proviene de otro apolita. De hecho, a causa de la maldición de Apolo, están condenados a alimentarse los unos de los otros cada pocos días para no morir.
–¡Puaj! –exclamó ella arrugando la nariz–. Eso es asqueroso –dijo, temblando ante la mera idea de tener que vivir de ese modo–. Algunos de ellos beben sangre humana, ¿no es cierto?
Joe vaciló antes de contestar.
–No exactamente. Si se convierten en Daimons, beberán de los humanos; pero no es la sangre lo que buscan… es el alma.
Alice alzó una ceja y sintió un escalofrío en la espalda. Nicholas no había estado bromeando en ese aspecto. Genial.
–¿Y por qué necesitan robar nuestras almas?
–Los apolitas sólo viven veintisiete años. El día de su vigésimo séptimo aniversario mueren de forma lenta y dolorosa; sus cuerpos se desintegran, literalmente, y se convierten en polvo en un plazo de veinticuatro horas.
En esta ocasión, Alice hizo un gesto de dolor.
–Eso es horrible. Supongo que la moraleja de la historia es que no hay que cabrear al dios de las plagas.
–Sí –contestó Joe sombríamente–. Para evitar su destino, la mayoría de los apolitas se suicidan el día anterior a su cumpleaños. Otros deciden convertirse en Daimons. Como tales, burlan la sentencia de muerte apropiándose de almas humanas y manteniéndolas en sus cuerpos. En tanto las almas humanas vivan en su interior, podrán seguir existiendo. Pero el problema reside en que el alma de un humano no puede vivir mucho tiempo en el cuerpo de un apolita, y comienza a morir casi en el mismo instante en que es robada de su verdadero dueño. Como resultado, los Daimons se ven obligados a perseguir y matar humanos cada pocas semanas para poder seguir viviendo.
Alice era incapaz de imaginarse el tormento que debía suponer ser asesinado por un apolita y perder no sólo la vida, sino también el alma.
Invitado
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Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Alice era incapaz de imaginarse el tormento que debía suponer ser asesinado por un apolita y perder no sólo la vida, sino también el alma.
–¿Qué sucede con las almas que mueren?
–Están perdidas para siempre. Por eso existen los Cazadores Oscuros. Su trabajo consiste en buscar a los Daimons y liberar las almas antes de que expiren.
–¿Y lo hacen de forma voluntaria?
–No, más bien son obligados.
Alice lo miró, ceñuda.
–¿Obligados de qué forma?
Joe bebió otro sorbo de té y miró al suelo con una expresión extraña. Daba la sensación de estar recordando su pasado. Algo doloroso.
–Cuando alguien sufre una horrible injusticia –explicó en voz baja–, su alma grita tan fuerte que el sonido llega hasta el Olimpo. Si Artemisa lo escucha, se acerca a la persona que acaba de gritar y le ofrece un trato: un solo Acto de Venganza en contra de aquellos que hicieron el mal y, a cambio, ella obtiene un juramento de lealtad y un nuevo integrante para su ejército de Cazadores Oscuros.
Alice respiró hondo intentando procesar toda la información.
–¿Y tú cómo sabes todo esto?
Joe alzó la cabeza y la abrasó con su intensa mirada.
–Porque mi alma gritó así el día que mis hijos murieron.
Ella tragó saliva al observar el odio y el dolor que reflejaban los ojos de Joe. Eran tan evidentes que hasta ella se sentía embargada por el sufrimiento.
–¿Fue Artemisa hasta ti para ofrecerte el trato?
–Sí, pero la rechacé.
–¿Y por qué?
Joe apartó la mirada.
–Mi venganza iba dirigida a otro dios y sabía que ella no podía permitirlo.
Alice sabía que Joe había estado atrapado en un pergamino, conocía muy bien su historia, pero ahora le interesaba más Nicholas.
–Nicholas vendió su alma a cambio de poder vengarse de su esposa, ¿verdad?
Él asintió.
–Pero no lo juzgues muy duramente.
–No lo hago –le dijo ella con honestidad. No sabía qué le había ocurrido a Nicholas y, hasta que no lo averiguara, no podía juzgarlo responsable de nada–. Dime una cosa, Joe, ¿hay algún modo de que un Cazador Oscuro recupere su alma?
–Sí, pero casi nadie lo ha conseguido. La prueba es diferente para cada uno de ellos.
–Lo que significa que no puedes decirme el modo de liberar a Nicholas.
–Lo que significa que no tengo la más remota idea de cómo liberar a Nicholas.
Alice asintió y cambió el rumbo de sus pensamientos.
–¿Los Cazadores Oscuros también tienen que beber sangre?
–No. Puesto que en un principio eran humanos, no tienen necesidad de hacerlo. Además, si tuviesen que preocuparse de alimentarse de ese modo, sus habilidades para detectar a los Daimons se verían afectadas.
–¿Y entonces por qué tienen colmillos?
–Para poder detectar a los Daimons y darles muerte se les otorgaron las mismas características que a éstos. Los colmillos van en el paquete.
Alice no tuvo problemas en entenderlo.
–¿Por eso les resulta mortal la luz del sol?
–Más o menos. Pero en el caso de los Cazadores Oscuros es más una consecuencia de servir a Artemisa, que es la diosa de la luna, y de resultar abominables para Apolo.
–Pero eso no parece justo.
–Los dioses rara vez lo son.
–¿Qué sucede con las almas que mueren?
–Están perdidas para siempre. Por eso existen los Cazadores Oscuros. Su trabajo consiste en buscar a los Daimons y liberar las almas antes de que expiren.
–¿Y lo hacen de forma voluntaria?
–No, más bien son obligados.
Alice lo miró, ceñuda.
–¿Obligados de qué forma?
Joe bebió otro sorbo de té y miró al suelo con una expresión extraña. Daba la sensación de estar recordando su pasado. Algo doloroso.
–Cuando alguien sufre una horrible injusticia –explicó en voz baja–, su alma grita tan fuerte que el sonido llega hasta el Olimpo. Si Artemisa lo escucha, se acerca a la persona que acaba de gritar y le ofrece un trato: un solo Acto de Venganza en contra de aquellos que hicieron el mal y, a cambio, ella obtiene un juramento de lealtad y un nuevo integrante para su ejército de Cazadores Oscuros.
Alice respiró hondo intentando procesar toda la información.
–¿Y tú cómo sabes todo esto?
Joe alzó la cabeza y la abrasó con su intensa mirada.
–Porque mi alma gritó así el día que mis hijos murieron.
Ella tragó saliva al observar el odio y el dolor que reflejaban los ojos de Joe. Eran tan evidentes que hasta ella se sentía embargada por el sufrimiento.
–¿Fue Artemisa hasta ti para ofrecerte el trato?
–Sí, pero la rechacé.
–¿Y por qué?
Joe apartó la mirada.
–Mi venganza iba dirigida a otro dios y sabía que ella no podía permitirlo.
Alice sabía que Joe había estado atrapado en un pergamino, conocía muy bien su historia, pero ahora le interesaba más Nicholas.
–Nicholas vendió su alma a cambio de poder vengarse de su esposa, ¿verdad?
Él asintió.
–Pero no lo juzgues muy duramente.
–No lo hago –le dijo ella con honestidad. No sabía qué le había ocurrido a Nicholas y, hasta que no lo averiguara, no podía juzgarlo responsable de nada–. Dime una cosa, Joe, ¿hay algún modo de que un Cazador Oscuro recupere su alma?
–Sí, pero casi nadie lo ha conseguido. La prueba es diferente para cada uno de ellos.
–Lo que significa que no puedes decirme el modo de liberar a Nicholas.
–Lo que significa que no tengo la más remota idea de cómo liberar a Nicholas.
Alice asintió y cambió el rumbo de sus pensamientos.
–¿Los Cazadores Oscuros también tienen que beber sangre?
–No. Puesto que en un principio eran humanos, no tienen necesidad de hacerlo. Además, si tuviesen que preocuparse de alimentarse de ese modo, sus habilidades para detectar a los Daimons se verían afectadas.
–¿Y entonces por qué tienen colmillos?
–Para poder detectar a los Daimons y darles muerte se les otorgaron las mismas características que a éstos. Los colmillos van en el paquete.
Alice no tuvo problemas en entenderlo.
–¿Por eso les resulta mortal la luz del sol?
–Más o menos. Pero en el caso de los Cazadores Oscuros es más una consecuencia de servir a Artemisa, que es la diosa de la luna, y de resultar abominables para Apolo.
–Pero eso no parece justo.
–Los dioses rara vez lo son.
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Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Horas más tarde, Nicholas permanecía sentado en su coche, maldiciendo el rumbo traicionero de sus pensamientos. Todavía podía ver a Alice. Escuchar el sonido de su dulce y suave voz. Sentirla contra su cuerpo mientras le acariciaba el pecho.
Habían pasado siglos desde que deseara a una mujer de ese modo. Creía que esa parte de sí mismo había quedado olvidada el día que se convirtió en un Cazador Oscuro. Según pasaban los siglos, había ocasiones en que sentía un ligero interés por una mujer, pero había aprendido a controlarlo.
A enterrarlo.
Pero todas esas necesidades, olvidadas hacía tanto, habían despertado con las caricias de una hechicera que estaba resultando ser letal para su cordura. Su recuerdo lo distraía. Lo atormentaba.
La deseaba de un modo que rayaba la desesperación.
¿Por qué? ¿Qué tenía Alice que él anhelaba tanto? No sabía nada de ella, excepto que poseía un gran sentido del humor y que bajo su fuego se ocultaba una dulzura increíble.
Y la deseaba como jamás había deseado a una mujer. Ni siquiera a su esposa.
No tenía sentido.
Apagó el motor antes de bajarse del coche y entrar en casa. Arrojó las llaves sobre la encimera de la cocina y se detuvo. La casa estaba en completo silencio, excepto por los sonidos que llegaban del piso superior.
Nicholas atravesó las habitaciones oscuras y subió la escalera de caoba tallada hasta llegar a la segunda planta y detenerse ante la puerta de su despacho. Un haz de luz se derramaba sobre la alfombra persa, por debajo de la puerta cerrada.
Sin hacer ruido, giró el picaporte y abrió la puerta.
–Jack, ¿qué coñ*o estás haciendo aquí?
Lanzando una sonora maldición, su Escudero se levantó de la silla giratoria de un salto. Nicholas tuvo que reprimir una carcajada al ver a ese hombre de un metro y noventa y dos centímetros dispuesto a matarlo.
Los ojos azules de Jack lanzaban fuego y un músculo palpitaba en su mandíbula, firmemente apretada. El joven se mesó la melena castaña que le caía hasta los hombros.
–¡Jesús, Nicholas! ¿Es que nunca vas a aprender a hacer ruido cuando te mueves? Me has dado un susto de muerte.
Nicholas se encogió de hombros con indiferencia.
–Pensaba que te irías a casa temprano.
Jack enderezó la silla y se sentó de nuevo, tomando impulso para colocarse de nuevo tras el escritorio.
–Tenía intención de hacerlo, pero quise terminar la investigación sobre Desiderius.
Nicholas sonrió. Jack Gautier podía ser un listillo impetuoso y un coñazo la mayor parte del tiempo, pero se podía confiar en él. Por eso lo había elegido como Escudero y lo había introducido en el reino de los Cazadores Oscuros.
–¿Algo nuevo?
–Podría decirse que sí. He descubierto que tiene doscientos cincuenta años.
Sorprendido, Nicholas alzó una ceja. Que él supiera, ningún Daimon había vivido tanto.
–¿Cómo es posible?
–No lo sé. Todos los Cazadores Oscuros que van tras él acaban muertos. Parece que a tu amiguito Daimon le gusta haceros sufrir.
–Volvió a mirar el monitor–. No hay nada en la base de datos de Acheron sobre su modus operandi y cuando hablé con Ash hace ya un rato me dijo que no tenía ni idea de dónde procedía Desiderius ni de qué buscaba. Pero lo estamos investigando.
Nicholas asintió.
–¡Ah, por cierto! –dijo Jack mirándolo por encima del hombro–. Estás hecho un desastre.
–Ya lo sé, todos se empeñan en decirme lo mismo.
Jack sonrió hasta que se fijó en la ropa de Nicholas.
–¿Por qué no llevas tu uniforme de tipo-malo-mata-Daimons?
Nicholas no estaba de humor para explicárselo.
–Hablando de eso, necesito que me compres un abrigo de cuero hoy.
La sospecha oscureció los ojos azules de Jack.
–¿Por qué?
–El viejo tiene un agujero en el hombro.
–¿Y eso?
–Me atacaron. ¿Por qué si no?
Jack no pareció muy contento con las noticias.
–¿Estás bien?
–¿Qué aspecto tengo?
–Horrible.
No había modo de esconderse de Jack.
–Estoy bien. ¿Por qué no te vas a una de las habitaciones de invitados a dormir? Ya son las cuatro de la madrugada.
–Dentro de un rato. Primero quiero dejar esto acabado. Además, estoy a punto de descubrir qué hizo Sundown para cabrear a Ash.
Nicholas escuchó el sonido que avisaba a Jack de que tenía un nuevo mensaje en el ordenador.
–Dile a Jess que deje de burlarse de Ash si no quiere acabar chamuscado.
Jack frunció el ceño.
–¿Jess?
–El verdadero nombre de Sundown es William Jessup Brady. Creía que lo sabías.
Jack soltó una carcajada.
–Joder, no. Pero conozco a unos cuantos escuderos que pagarían bastante por saberlo –dijo con una mirada especulativa–. Rogue tampoco es el verdadero nombre de Rogue, ¿verdad?
–No. Se llama Christopher «Kit» Baughy.
Jack soltó una risilla satisfecha.
–Eso sí que me reportaría serios beneficios.
–No –le corrigió Nicholas–. Eso te reportaría una buena patada en el cul*o si Rogue descubre que lo sabes.
–Tú ganas. Lo guardaré en el archivador de chantajes, para cuando necesite que un Cazador Oscuro me haga un favor.
Nicholas meneó la cabeza. El chico era incorregible.
–Hasta la noche.
–Vale, que descanses.
Nicholas cerró la puerta y cruzó el largo pasillo que llevaba hasta su cuarto. La enorme y suntuosa habitación, de colores oscuros y relajantes que no herían los ojos, le dio la bienvenida. Jack había encendido las tres velas del pequeño candelabro de pared y el suave resplandor creaba sombras sobre el papel color borgoña.
Invitado
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Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
Nicholas cerró la puerta y cruzó el largo pasillo que llevaba hasta su cuarto. La enorme y suntuosa habitación, de colores oscuros y relajantes que no herían los ojos, le dio la bienvenida.
Jack había encendido las tres velas del pequeño candelabro de pared y el suave resplandor creaba sombras sobre el papel color borgoña.
Esa estancia era el santuario donde Nicholas se ocultaba de la luz del día.
Había ordenado que sellaran las ventanas y las cubrieran tan pronto como compró la antigua casa colonial de estilo neoclásico.
Ningún Cazador Oscuro dormiría en un lugar donde el sol pudiera penetrar accidentalmente.
Se quitó la ropa y se tumbó en la enorme cama en la que dormía desde el siglo XIV, pero su mente insistía en seguir dándole vueltas a sus tribulaciones.
Desiderius le había dado esquinazo y, durante los próximos días, estaría fuera de su alcance.
Joder.
No podía hacer nada. Excepto esperar y estar preparado en el momento en que Desiderius emergiera. Al menos estaba tranquilo porque sabía que el Daimon iría primero a por él.
Eso le daría algo más de tiempo para mantener a salvo a Aalice y a Alicie.
Alice.
El nombre flotaba en su mente, junto con el recuerdo de sus brillantes ojos azules.
La entrepierna se le tensó al instante bajo las frescas sábanas de seda. Gruñó al sentir el dolor del deseo no saciado.
–No es mía –murmuró.
Y, por todos los dioses del Olimpo, jamás lo sería, sin importar lo mucho que lo deseara su destrozado corazón.
Jack había encendido las tres velas del pequeño candelabro de pared y el suave resplandor creaba sombras sobre el papel color borgoña.
Esa estancia era el santuario donde Nicholas se ocultaba de la luz del día.
Había ordenado que sellaran las ventanas y las cubrieran tan pronto como compró la antigua casa colonial de estilo neoclásico.
Ningún Cazador Oscuro dormiría en un lugar donde el sol pudiera penetrar accidentalmente.
Se quitó la ropa y se tumbó en la enorme cama en la que dormía desde el siglo XIV, pero su mente insistía en seguir dándole vueltas a sus tribulaciones.
Desiderius le había dado esquinazo y, durante los próximos días, estaría fuera de su alcance.
Joder.
No podía hacer nada. Excepto esperar y estar preparado en el momento en que Desiderius emergiera. Al menos estaba tranquilo porque sabía que el Daimon iría primero a por él.
Eso le daría algo más de tiempo para mantener a salvo a Aalice y a Alicie.
Alice.
El nombre flotaba en su mente, junto con el recuerdo de sus brillantes ojos azules.
La entrepierna se le tensó al instante bajo las frescas sábanas de seda. Gruñó al sentir el dolor del deseo no saciado.
–No es mía –murmuró.
Y, por todos los dioses del Olimpo, jamás lo sería, sin importar lo mucho que lo deseara su destrozado corazón.
Fin del capitulo 5
Invitado
Invitado
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
nueva lectora
esta hermosa la nove
porfa not ardes en subir
esta muy linda
sin em,ncionar q describen a nick mas partible de loq es
jaja
sube
:)
esta hermosa la nove
porfa not ardes en subir
esta muy linda
sin em,ncionar q describen a nick mas partible de loq es
jaja
sube
:)
magadejonas
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
YO??, COMO CREES :yonofui:Gatiita escribió:Rocio_Jonas escribió:VERO!! ACASO QUIERES DARME UN PARO CARDIACO¿?
NO LA PUEDES DEJAR ASÍ, NO SABES LO QUE ME HACE
LA DESPEDIDA DE ELLOS :crybaby: :crybaby: :crybaby:
AHÍ DEBES DE SEGUIRLA NO LA DEJES ASÍ
VERO, POR FIS... SIGUILA, AMO ESTA NOVE
AHÍ QUE LINDO NICK
POR DÍO SIGUILA!!!!!. TKMM
ROCII
tu tbm me dejas super pikada :P
YO NO TE DEJO PIKDA xD
JAJA POR DIOS... MUERO Y CREO QUE NO
PODRE SUBIR
JAJA NA MENTIRA... PERO POR DIOS ¡SANTA MADRE DE LA LUNA!
(por no decir otra cosa :P)SIGUILA!
YAYAYAYA JAJA, CUANDO PUEDAS. TKMM
rOCII.
Rocio_Jonas
Re: "Placeres Nocturnos" (Nick Jonas)
nueva lectora
por dios como amo tu nove
tienes la mente más brillante q puede existir
y por eso debes saber que al no subir cap me estoy muriendo por dentro
porfavor
sube cap
PD: me llamo Paulina :D
por dios como amo tu nove
tienes la mente más brillante q puede existir
y por eso debes saber que al no subir cap me estoy muriendo por dentro
porfavor
sube cap
PD: me llamo Paulina :D
Paulinna:D
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