Buried Memories |ZM|

Los chicos llegaron a las ocho, justo en el preciso momento que quitaba la cena del horno. Harry y Zayn discutían sobre un caso de injuria, mientras que los otros tres los miraban con gestos cansados y aburridos. Algunos no disfrutaban hablar de estudios después de salir de la universidad, otros veían imposible no hacerlo. ¿Cómo era que podían vivir juntos?
– Hola Co – el rubio se acercó a su lado y le sonrió con ganas, dejando ver aquellos hoyuelos que tanto le caracterizaban.
Se limitó a darle un breve saludo con la mano libre. Si lo saludaba, debía repetir la acción con cada integrante de la unidad y eso no le apetecía en lo absoluto. No porque no le agradasen, sino porque no los conocía demasiado.  
– Hiciste pastel de carne, ¡Mi favorito!
Louis rió mientras se sacaba su campera de cuero y la extendía sobre el perchero de madera clara, los demás le imitaron. En cuanto a ella, se apresuró a dejar el plato en la mesa – ya adornada – para evitar seguir quemándose.
No estaba segura de haber hecho muy bien la receta, pero confiaba en que estuvieran lo suficientemente hambrientos como para pasarlo por alto. Además, al fin y al cabo, nunca había dado a entender que fuera buena cocinera. Tan solo le quedaba rezar para que estuviera más rico que un pedazo de cartón.
A la hora de sentarse, su primo se posicionó a su lado derecho y Liam al izquierdo; un gran alivio, puesto que lo que menos quería era una cena tendenciosa. Fueron cinco los minutos de silencio hasta que, por fin, alguien se animó a dar la primera palabra.
– Está muy rico – su primo siguió engullendo, colocando en cada palabra una pizca de saliva sobre la mesa –. En serio, ¿Cuándo aprendiste a cocinar?
Mentía, lo supo al instante. Conocer a alguien de chico traía sus ventajas y una era esa: saber por las facciones cuando algo era verdad o mentira.
– Estás frunciendo la nariz.
– ¿Y qué?
– Cuando lo haces, mientes – le sonrió, sintiéndose feliz por aquella confianza que otorgaban sus palabras.
Era extraño, nunca había hablado así de fluido delante ellos. De hecho, con la mayoría ni siquiera había cruzado más de dos o tres palabras. No por miedo ni vergüenza, más bien se trataba de una especie de incompatibilidad. ¿De qué podían llegar a hablar?
– Necesito saber esos trucos – comentó Louis –. En serio, siempre salimos en desventaja cada vez que pone una de sus caritas de cachorrito.
– ¡Nos comemos cada una de sus mentiras!
Liam se levantó de su silla al hablar, poniéndole un autoritarismo chistoso a sus palabras. Al instante, todos se pusieron a reír y tuvo que acoplarse al coro de voces para no quedar descolgada del tema.
Pero él no rió. Ni siquiera sonrió.
Se permitió mirarlo por un prolongado instante. Sus ojos parecían cansados, su cabello negro parecía haber jugado una batalla y el suéter verde le confería un aspecto desalineado, demasiado relajado como para ir a una prestigiosa universidad en Inglaterra.
« Algo va mal ». Lo supo, su mismo instinto se lo dijo: Zayn no se encontraba bien aquel día. Sin embargo, lo dejó pasar; no era quien para meterse en su vida y estaba segura de que a él no le haría mucha gracia que lo hiciese.
No eran nada, debía recordar eso… Eso y mucho más.

Se recostó en el respaldo de la silla y miró hacia el piso, intentando evadir la mirada de Coraline. Lo estaba viendo, era consciente de ello. ¿Por qué lo hacía? Parecía estar estudiándolo, analizándolo con sus preciosos ojos color avellana. Y aquello le irritaba tanto que se le hacía imposible describirlo con precisión. Sabía que no podía culpar a la chica, pero aun así una parte de su mente lo hacía.
– ¿Y cómo fue tu tarde sola? – la voz de Harry resonaba en sus oídos, impulsándolo a levantar la vista – Tal vez algún día podrías venir con nosotros, ya sabes, para no sentirte muy sola aquí.
Contó hasta diez con sus dedos, respiró y exhaló. Repitió la acción unas cinco veces hasta que pudo tranquilizarse. Se preguntó por qué vivía con pendejos como ese, cuándo había aceptado a semejante y descabellado trato. Styles nunca le había caído muy bien y, en aquel momento, estaba empezando a detestarlo de verdad. ¡Quería llevarse a Cora a la cama!
– Supongo que sí.
– Aunque no creo que hoy hayas tenido mucho tiempo para aburrirte, ¿O no? Digo, con la comida, las compras y todo eso.
– Claro…
– ¿Qué más hiciste?
Y fue suficiente para él. ¿Qué no veía que la estaba molestando? Se encontraba tan roja como un tomate, tamborileaba sus dedos sobre la mesa y ni siquiera probaba un bocado de la comida. Se encontraba nerviosa, y lo peor era que nadie parecía notarlo.
Quería decir algo, callarlo o lanzarle un grito; era exactamente lo mismo. Pero, ¿Acaso tenía el poder para hacerlo? No, la respuesta era un rotundo no.
Sin embargo, en aquel momento, le dio igual.
– Déjala en paz, estás poniéndola nerviosa. ¿No te das cuenta? – cinco pares de ojos se posicionaron en los suyos, sorprendidos – ¿Qué nadie lo ve?
– Solo estábamos hablando – respondió el ruloso –. Creo que el nervioso aquí eres tú.
– Me encuentro bastante tranquilo, pero gracias por tu creciente preocupación sobre mi estado animo – le sonrió con cinismo, torciendo el rostro y entrecerrando los ojos –. Si tuvieras en cuenta también el de Coraline, le harías un bien.
Louis y Niall se pararon, haciendo ademanes con las manos para que le pusieran fin de una buena vez a esa estúpida pelea que tan solo empeoraba aún más las cosas. Liam intentaba obtener la atención de la chica mediante leves susurros, obteniendo palabras al azar y sin demasiado sentido como respuesta.
– ¡Solo estamos charlando! No la puse nerviosa para nada.
– Sí lo hiciste.
– No, no lo hice. ¿O no Cora?
– ¡Su nombre es Coraline!
– Para mí es Cora, ¿Algún problema?
El ojiverde parecía estar a punto de explotar y aquello le incitaba a seguir peleándole. Quería encontrar su punto límite, lo que le hiciera estallar de una vez por todas; porque así, a su vez, también probaría otra cosa: que él era mucho más superior que esa rata con rulos.
– ¿Ella te ha dejado llamarle así?
– No hace falta que lo haga. Nos llevamos bien, ¿O no Co?
– ¡¿Co?! – se levantó, tirando la silla al suelo mientras se reía como un loco desquiciado; le provocaba tanta gracia que no podía contenerse – Oh, vamos Styles, puedes hacerlo mejor que eso.
El rubio intentó acercársele pero lo rechazó, empujándolo a un lado. Estaba demasiado enojado como para dejarlo ahí, callarse en aquel momento determinante no era una opción viable y no dejaría que nadie se interpusiese en su camino; ni siquiera un amigo.
– ¿De qué hablas, Malik?
– Tienes mejores artimañas para llevarte a una zorra a la cama, los apodos no te servirán.
Al terminar la frase, una mano impactó sobre su mejilla izquierda produciendo un estruendo en la habitación y generándole un fuerte dolor en el rostro. No fue hasta que se dio vuelta que comprendió lo que realmente había dicho: « Zorra ».
Coraline hervía de furia y perplejidad a su lado, asustada por la cacheteada que acababa de darle.