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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA

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Mensaje por JACKI1D Dom 17 Mar 2013, 6:20 pm

GatitaDeHazza99 escribió:Hola nueva y fiel lectora!! :D

Q tierna q es Julie :3

Linda espero q la sigas pronto

Besos Xx.
hola hermosa no sabes lo feliz que me hace tener una nueva lectora que bueno que te guste ya la sigo
JACKI1D
JACKI1D


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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA - Página 4 Empty Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA

Mensaje por JACKI1D Dom 17 Mar 2013, 6:21 pm

luciah1d escribió:espero qe la sigas pronto quiero saber que va a pasar :DD
muchoos besos!!

muchos besos tambien para ti hermosa gracias por seguir comentando
JACKI1D
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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA - Página 4 Empty Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA

Mensaje por JACKI1D Dom 17 Mar 2013, 6:22 pm

Boo! escribió:¿Qué esperas para seguirla? *se desespera* :muere:
no te desesperes linda ya la sigo y como prometi hoy es doble capitulo
JACKI1D
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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA - Página 4 Empty Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA

Mensaje por JACKI1D Dom 17 Mar 2013, 6:24 pm

HOLA HERMOSAS LECTORAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS BUENO COMO PROMETI HOY DOBLE CAPITULO


-Capítulo 16-
NARRA _______
Aquel día se me hizo muy largo a pesar de que el doctor me dejó levantarme al fin de la cama. Odiaba que me trataran como si fuera a romperme, y por eso incordié tanto a las enfermeras hasta el punto en que me permitieron pasear un poco por los pasillos del hospital. Me pasé la mitad del día pensando en si sería buena idea ir a visitar a Harry a la habitación del lado, pero me dije a mí misma que si él no lo había hecho antes era porque no quería verme. Después de lo mal que acabamos en el bosque, no se me hacía difícil entender que no quisiera volver a verme.
Por otra parte, Julie me tuvo entretenida un rato, pues mis padres la trajeron al hospital por la mañana para que nos visitara a Harry y a mí, pero no la dejaron quedarse mucho tiempo. A pesar de eso, sus abuelos le prometieron que, aquella tarde, cuando vinieran a recogernos para llevarnos a casa, podría venir ella también. Y ése era otro tema que no dejaba de rondarme por la cabeza. Volveríamos todos a casa. ¿Aún seguiría en pie la propuesta de divorcio? ¿Harry querría que nos divorciásemos después de lo que sucedió en el bosque? Lo peor de todo era que ni siquiera yo sabía si aún me parecía una buena idea el hecho de divorciarnos…
No pude pensar mucho en el tema, en realidad, pues Nathan vino a visitarme al mediodía trayendo consigo un ramo de flores, sorprendiéndome muy gratamente:
–Hola, preciosa –me saludó efusivamente dándome un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
Me entregó el gran ramo de flores que había traído y me sonrojé violentamente.
–Muchas gracias. Son hermosas –le dije, colocando su obsequio en un jarrón de cristal lleno de agua que había al lado de la cama. –No esperaba verte por aquí, Nathan –le confesé, sintiéndome nerviosa.
–Pues sí que me conoces poco.
Me guiñó un ojo y yo me senté en el borde de la cama, pues él me había encontrado de pie, observando por la ventana las calles de Holmes Chapel.
– ¿Cómo te encuentras?
–Aún me siento un poco cansada, pero estoy bien.
–Estás muy pálida, y bastante más delgada.
–Es la dieta de los bosques –intenté bromear, pero Nathan no se rió.
–Estuve muy preocupado por ti, ______. Cuando no viniste a trabajar el lunes en todo el día, y tampoco el martes… –sacudió la cabeza, como si quisiera apartar de ella un pensamiento desagradable. –Supe que algo había ocurrido, porque tú nunca faltas al trabajo. Y cuando Eleanor llamó al bufete de Harry y nos dijeron que él tampoco había ido a trabajar supimos que algo iba mal…
Coloqué mi mano sobre la suya para que dejara estar el tema. Yo ya sabía lo que había ocurrido, y tanto Perrie como los demás me habían explicado una y otra vez lo mal que lo habían pasado tras no poder localizarnos. Y yo lo único que quería era olvidarme del tema.
–Lo sé, Nathan. Fue espantoso, pero ya se ha acabado. Ahora estoy aquí… estamos aquí. Y tanto Harry como yo estamos bien.
–Me alegro de que estés bien. Estos días te he echado mucho de menos, ¿sabes?
Me acarició la mejilla con el dorso de su mano, y en ese mismo instante se abrió la puerta de la habitación, dejándome ver a Harry parado en el umbral. Se quedó quieto al momento cuando se percató de que tenía compañía, y observó fijamente la mano de Nathan que aún se encontraba en mi mejilla. Desvió la mirada y la colocó en el enorme ramo de flores que mi compañero de trabajo me había traído. Y yo no supe qué hacer.
Nathan apartó la mano de mi rostro con rapidez y nos observó a los dos por turnos.
–Lo siento, no sabía que tenías visita. Ya volveré después –murmuró Harry, contrito, dándose la vuelta con la intención de marcharse.
–No, no te preocupes. Yo ya me marcho –le dijo Nathan. –Ya nos veremos, ______. Cuídate mucho, ¿vale?
Asentí lentamente y, acto seguido, Nathan me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Después se alejó y caminó hasta la puerta, apartándose cuando pasó cerca de Harry. Ni siquiera se miraron.
–No hacía falta que se marchara. Estaba claro que el que sobraba aquí era yo –masculló Harry cerrando la puerta tras de sí, haciéndome poner los ojos en blanco.
–No empieces, por favor. ¿Has venido a molestar?
–No. En realidad, quería saber cómo estabas. Hace casi dos días que no sé nada de ti.
–Pues estoy bien, ya me ves –no quería sonar tan irritada, pero su comentario sobre Nathan me había fastidiado mucho. – ¿Y tú?
–Podría estar peor. Pero estoy entero –y se quedó callado, al igual que yo. Fue un momento algo incómodo, pues ni siquiera fuimos capaz de mirarnos a la cara. –No tienes muy buena pinta. Estás muy pálida.
Quise decirle que mi lividez actual no tenía nada que ver con el tema del bosque, sino porque su encontronazo con Nathan me había puesto nerviosa.
–Estoy bien, Harry. La palidez no me va a impedir irme hoy a casa.
–Sí, a casa… –no me gustó demasiado el tono que usó para contestarme. –En fin, me alegro de que estés bien. Luego nos vemos.
Y sin decir nada más ni esperar a que le respondiera, salió de la habitación.
.
.
Narra Harry
Aquella tarde, a eso de las cinco, nos dieron el alta finalmente. Mis suegros y Julie vinieron a recogernos para llevarnos a casa, y yo respiré hondo cuando salí del hospital. Había echado de menos el ambiente de la ciudad, pues en aquellos últimos tres días había tenido bastante de bosque para lo que me quedaba de vida.
Cuando subí al coche de mi suegro, en el asiento trasero porque Julie así me lo ordenó, no pude evitar recordar la charla que había tenido esa mañana con el policía que había entrado en mi habitación para tomarme declaración acerca del coche de _______. Le expliqué lo que había ocurrido con los frenos, y él me explicó que, tras haber encontrado los restos del vehículo, habían observado que los frenos estaban cortados. Me costó mucho convencerme de que aquello era cierto, y entonces toda la historia se volteó, dejándome más confuso de lo que estaba. Aún no se lo había contado a ______, pues tenía la intención de hacerlo cuando entré en su habitación, pero tras encontrarme a Nathan con ella, el tema del coche se me había ido totalmente de la cabeza.
Me dije a mí mismo que se lo explicaría cuando llegásemos a casa. Y, obviamente, debía hablar con Mike inmediatamente, pues necesitaba una buena explicación por su parte.
–Papi, vamos a casa –me dijo Julie, sacándome de mis pensamientos cuando todos estuvimos dentro del coche de mis suegros.
–Sí, nena. ¿Tienes ganas de volver?
–Sí. Echo de menos a mis muñecas y a mis peluches –me explicó, y yo no pude hacer más que sonreír.
Claro, había pasado los últimos días con Perrie y Zayn, y la noche anterior con sus abuelos. Era normal que quisiera regresar a casa.
Julie enroscó sus brazos alrededor del mío y el de _______, apoyó su cabeza sobre mi brazo y comenzó a canturrear la canción que sonaba en la radio. Una vez llegamos a nuestra calle, mi suegro aparcó el coche frente a nuestra vivienda y todos salimos del coche. Observé detenidamente nuestra casa y sonreí inconscientemente, pues ya me sentía en mi hogar. Por desgracia, no pasaría mucho más tiempo allí.
Julie correteó hasta que llegó delante de la puerta, y cuando _______ sacó las llaves de su bolso y la abrió, nuestra hija echó a correr escaleras arriba en busca de sus juguetes.
–Creo que va a asegurarse de que no hayan secuestrado a ninguna de sus muñecas –bromeó su abuelo haciéndonos reír, y después salió de la casa para ir a recoger nuestras maletas.
El policía me había explicado que habían encontrado un par de maletas en el coche, y sus hombres nos las habían llevado al hospital. Aparte de eso, Perrie se preocupó de llevarnos una bolsa con ropa limpia para que pudiésemos cambiarnos en el hospital. Por eso ayudé a mi suegro a entrarlas todas en casa. De deshacerlas ya nos ocuparíamos más tarde. O no, en mi caso, no tendría que deshacerla.
Mis suegros se empeñaron en quedarse para ayudarnos a pesar de que ______ les dijo que no era necesario, así que pude tumbarme en el sofá a mis anchas para descansar, a pesar de que eso era lo que había hecho durante los últimos dos días en el hospital.
– ¿Mañana irás a trabajar? –la voz de _______me sobresaltó, por lo que abrí los ojos sin darme cuenta de que los había cerrado. Estaba sentada en el sillón que había enfrente de mí, observándome detenidamente. –Lo siento, no quería despertarte.
–No estaba durmiendo… creo –aclaré, incorporándome hasta que quedé sentado. –Y sí, sí que iré a trabajar. Tengo que hablar con Mike y saber cómo han ido los juicios a los que no he podido asistir.
–Claro –masculló con desdén.
– ¿Y tú?
–No. Me quedaré con Julie. Ambas necesitamos pasar un día juntas. Supuse que querrías pasarlo con nosotras, pero está claro que tu trabajo es lo primero.
Suspiré, cansado de su mal humor, y entonces recordé que tenía que hablarle del coche.
–Los frenos de tu coche estaban cortados –se lo solté a bocajarro, sin querer dar rodeos.
– ¿Cómo? ¿Cortados? –asentí en silencio. –Pero… no puede ser.
–Pues así es, _______. Me lo explicó el agente que vino a tomarnos declaración.
– ¿Y por qué a mí no me lo dijo, si el coche es mío?
–Porque era yo el que lo conducía. Pero eso da igual, ahora –sacudí la cabeza. –Por ese motivo he de hablar con Mike, tengo que saber lo que pasó. Hay algo que no cuadra en todo esto.
–Está claro. La última vez que yo conduje el coche, los frenos estaban en perfecto estado. Y sabes que los reviso con frecuencia.
Asentí, dándole la razón. Yo también lo hacía con el mío, por si acaso.
–Chicos, la cena ya está lista –nos avisó Esme mi suegra, y me sentí como si hubiese vuelto a la adolescencia, cuando mi madre me llamaba para que bajara a cenar.
Ambos nos levantamos y nos encaminamos hacia la cocina, donde nos encontramos con la mesa puesta y la cena preparada. Un buen rato después, mis suegros se despidieron de nosotros recordándonos por enésima vez en aquel día que cualquier cosa que necesitásemos a cualquier hora, no dudásemos en pedírsela.
Sentí que comenzaban a pesarme los párpados, y por primera vez en mucho tiempo, envidié a Julie por poder dormirse siempre en cualquier lugar. Aquella noche había escogido quedarse dormida sobre la alfombra de pelo que teníamos en el salón, así que me apresuré a cogerla en brazos para colocarla en su cama. Pero no estaba dormida del todo:
–Papi, quiero dormir con vosotros –murmuró lentamente, abriendo los ojos con dificultad.
–Tendremos que preguntárselo a mamá –le dije, pero yo ya sabía que a ________ no le molestaría en absoluto que Julie durmiera en nuestra cama.
Entré en nuestra habitación con la niña en brazos, y ________, que ya estaba dentro de la cama, me observó con una ceja alzada.
–Quiere quedarse con nosotros esta noche –le expliqué, colocando a Julie en el centro.
Cuando me aparté para ponerme el pijama, contemplé cómo _________ llenaba de besos el rostro de Julie, haciéndola reír, y sonreí, sabiendo que echaría de menos aquellos momentos. Una vez estuve listo, me coloqué en mi lado de la cama, le di un beso a mi hija en la frente y me tumbé, sintiendo calor.
–No volveréis a iros, ¿verdad? –escuché la vocecita de Julie a mi lado, y parpadeé seguidamente, sin saber qué contestarle.
–Claro que no, nena. No volveremos a irnos nunca –le respondió _________.
Yo opté por quedarme callado, pues no quería mentirle. Me limité a respirar hondo y a cerrar los ojos, diciéndome a mí mismo que lo mejor sería dormir, pues el día siguiente sería largo y duro.
Cuando cerré la maleta, escuché los pasos de _________ detrás de mí, y me di la vuelta para encontrármela observándome fijamente.
– ¿Qué haces despierta tan temprano? Pensaba que hoy no irías a trabajar –dije en voz baja, pues aquella mañana me había levantado pronto para preparar mis cosas y para ir al bufete con tiempo. Necesitaba ponerme al día con todo.
–Y no voy a ir. Pero te he escuchado caminar de un lado a otro y he pensado que tal vez necesitabas algo.
–No, no, ya lo tengo todo. Vuelve a la cama con Julie.
– ¿Para qué es esa maleta? –me preguntó, observando el bulto que acababa de cerrar.
Respiré hondo y me dispuse a explicarle la decisión que había tomado días atrás:
–Yo… he decidido quedarme en casa de Louis y Eleanor a partir de hoy, hasta que encuentre un apartamento para mí.
– ¿Cómo? –parecía atónita, como si no pudiera creer lo que le estaba diciendo. – ¿Por qué?
–Creo que será lo mejor para ambos. Al fin y al cabo, la semana que viene tendremos que empezar con el papeleo del divorcio, y…
–Así que sigue en pie lo del divorcio… –me interrumpió, desviando su mirada de la mía.
–Es que… ¿no quieres que nos separemos? –pregunté, esperanzado, pero el rostro crispado de ________ no dejaba lugar a dudas.
–Después de todo lo que ha pasado, no sé lo que quiero. Lo único que sé es que no quiero vivir con alguien que no quiere estar conmigo. Creo que eso lo deja todo bastante claro, ¿verdad?
–Yo no he dicho que no quiera… –no supe cómo acabar la frase, por lo que me pasé la mano por el pelo, nervioso. No me sentía capaz de decirle que yo no quería irme, que lo único que quería era que fuera feliz. –Será lo mejor, ________.
–Sí, será lo mejor –decretó, cruzándose de brazos, observando detenidamente un punto invisible en el suelo.
Carraspeé, incómodo, y suspiré.
–Esta noche pasaré para recoger algunas cosas más… Y si no te molesta, vendré a ver a Julie todos los días.
–Como quieras.
No relajó ni un ápice su postura, y durante un segundo quise abrazarla. Obviamente, no lo hice. Me limité a coger la maleta y mi maletín, y me encaminé hacia la puerta.
–No le digas nada a Julie. Lo haré yo esta noche, ¿de acuerdo?
___________ asintió en silencio, sin mirarme, y sin decirle nada más, salí de la casa, despidiéndome del que había sido mi hogar en los últimos seis años.
JACKI1D
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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA - Página 4 Empty Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA

Mensaje por JACKI1D Dom 17 Mar 2013, 7:10 pm

-Capítulo 17-
Narra Harry
Nada más entrar en el bufete, fui recibido con cientos de sonrisas y de palabras amables y corteses de personas con las que tal vez había intercambiado un par de frases en toda mi vida. Supuse que todos se habían enterado de nuestra desaparición en el bosque y, de alguna manera u otra, se alegraban de que estuviera bien. Me encontré con Louis cuando las puertas del ascensor se abrieron. Él bajaba, y yo estaba a punto de subir.
–Hey, Hazza. ¿Cómo estás? –me saludó con un abrazo que me sorprendió, y se lo devolví torpemente.
–Bien, gracias. ¿Y tú?
–Genial. Hoy es viernes
Sonreí sin ganas, pues aquellas palabras carecían de sentido para mí.
–Veo que al final lo has hecho –masculló, observando detenidamente mi maleta. Asentí en silencio. –Tenía la esperanza de que ________ fuera capaz de detenerte.
–Louis , ya hemos hablado de esto. Si has cambiado de opinión, tranquilo, puedo quedarme en algún hotel…
– ¡Claro que no! No pienso dejar a uno de mis mejores amigos en la calle, o en un hotel, si puedo tenerlo bajo mi techo.
Por un momento me pareció estar hablando con mi padre, y me estremecí por ello.
–Te lo agradezco. ¿Seguro que a Ele no le importará que me quede un tiempo?
–Claro que no. Somos amigos, Hazza. Para eso estamos.
Asentí, sintiéndome desanimado, y le entregué mi maleta a Louis sin resistirme cuando me la arrebató de la mano.
–La dejaré en mi coche –me explicó.
–De acuerdo. Cuando salga de trabajar iré a casa a recoger algo más de ropa y a ver a Julie. Tengo que explicarle lo que pasa.
Louis torció el gesto y me observó con lástima.
–Espero que tengas suerte –me palmeó el hombro amistosamente, y después comenzó a caminar en dirección a la puerta de salida. –Nos vemos luego.
Me despedí de él con la mano y entré en el ascensor. Cuando llegué arriba me dirigí rápidamente hacia el mostrador de Ángela, recibiendo una amplia sonrisa por su parte.
–Buenos días, señor styles. Si me permite el comentario, me alegro mucho de verle de nuevo por aquí.
–Buenos días, Ángela. Muchas gracias, yo también me alegro de estar de vuelta –le devolví la sonrisa. –Necesito que localices a Michael y que le digas que le espero en mi despacho cuanto antes, por favor.
–Sí, señor, ahora mismo me pondré en contacto con él.
–Gracias.
Me di la vuelta y caminé hasta mi despacho. Cerré la puerta a mis espaldas y me senté en mi silla de cuero, desde la cual se veían las calles de Holmes Chapel si la ponía cara al ventanal. Aquella mañana no me apetecía ver nada. Sólo tenía ganas de emborracharme como no lo hacía desde mis años de universidad. Me sentía un total y completo fracasado, y me daba lástima. Cualquier otro hombre habría podido llevar más o menos bien su matrimonio. En cambio, yo lo había destruido por completo, y todo por no ser capaz de explicarme, de decir la verdad sobre mis sentimientos. Coloqué mi cabeza entre mis manos y cerré los ojos, dejando que terribles pensamientos cruzaran por mi mente.
Sólo alcé la cabeza cuando sentí unos cuantos golpes contra la madera de la puerta.
–Adelante.
Mike asomó la cabeza a través de la rendija.
– ¿Quería verme, señor?
Asentí en silencio, intentando ordenar mis pensamientos para no saltar sobre la yugular del pobre muchacho que me observaba temeroso. No debería de tener más de veintiséis años, pero en aquel momento parecía mucho más joven, como un niño asustado.
–Cierra la puerta –le exigí cuando entró, y cuando hizo lo que acababa de ordenarle, se acercó lentamente a mi mesa.
–Usted dirá.
–Sabes que en realidad te aprecio, ¿verdad, Michael? –pregunté, tomándolo por sorpresa. –Por lo tanto, me gustaría no tener que despedirte por culpa de tu incompetencia, así que espero que me digas la verdad.
Me observó con una ceja alzada pero con el rostro teñido de miedo.
–Señor… si me permite que…
– ¡No, no te permito nada! No después de que por tu culpa tanto mi esposa como yo estuviésemos a punto de morir –intenté sonar tranquilo, pero estaba tan tenso que me resultó casi imposible. Los nudillos se me pusieron blancos a causa de la fuerza con la que estaba apretando los puños.
–Discúlpeme, por favor –iba a volver a interrumpirle con un gruñido, pero sentí lástima por él y me dije a mí mismo que, como buen abogado, debía dejar que por lo menos se defendiera. –Creo que se está confundiendo… Sé lo que les ocurrió a su esposa y a usted, y lo siento mucho, pero no entiendo por qué me está echando la culpa de ese hecho a mí.
Solté una risotada desdeñosa y me puse en pie lentamente, queriendo intimidarle.
– ¿No lo sabes? Pues yo creo que está bastante claro –dije rodeando mi mesa y acercándome a él. –Los frenos del coche de mi mujer estaban cortados cuando tuvimos el accidente. Alguien tuvo que cortarlos, y fuiste tú el que llevó personalmente el coche de mi esposa hasta West Lane, ¿o es que lo vas a negar?
La boca de Mike se abrió casi hasta el suelo, y no supe si fue a causa de la sorpresa o del terror.
–Sí lo voy a negar, señor. Yo no llevé su coche hasta West Lane.
Parpadeé seguidamente, sin poder creerme su desfachatez. ¿Cómo era capaz de negarme aquel hecho tan obvio?
– ¿Cómo te atreves a mentirme tan deliberadamente? –casi bramé, abalanzándome sobre él y cogiéndolo por las solapas de su americana.
– ¡No le estoy mintiendo! ¡Yo no llevé su coche a ninguna parte! –me respondió, nervioso y asustado.
– ¿Hace una semana no llevaste el coche de mi mujer hasta West Lane?
– ¡Le acabo de decir que no! ¿Por qué diablos tendría que mentirle?
– ¡Porque la persona que llevó el coche le cortó los frenos después! ¡Y esa persona eres tú!
– ¡Le juro que no, señor! ¡Hace una semana yo ni siquiera estaba en el bufete!
Solté a Mike de malas maneras y me pasé una mano por el pelo, respirando agitadamente sin saber qué creer. ¿Qué puñetas estaba pasando?
–No puede ser… ¿Por qué nada encaja?
Miré a Mike, que me observaba fijamente mientras intentaba arreglarse la americana. Estaba pálido y respiraba con dificultad.
–No entiendo nada –admití, comenzando a angustiarme. –La semana pasada María me dijo que había hablado contigo y que habíais acordado que tú llevarías el coche de mi esposa hasta West Lane. Incluso te pagué el billete de regreso para agradecerte que te tomaras la molestia de hacernos ese favor.
–Me temo que María le engañó, porque no hablamos de nada la semana pasada. Es más, acabo de decirle que yo no estaba en el bufete el viernes pasado, y es cierto. Estuve en Nueva York, en un congreso de abogados, y tengo testigos que pueden corroborar mi historia, señor.
Me apoyé en la mesa y me pasé el dorso de la mano por la frente, intentando aclararme.
–Entonces… ¿quién diantres llevó el coche de ________ hasta West Lane?
–Creo que la única persona que puede darle explicaciones es María, señor. Si fue ella la que le dijo que yo iba a llevar su coche hasta alla, ella sabrá a quién se lo encargó de verdad.
Asentí en silencio, sabiendo que tenía razón.
–Sí, Mike. Gracias.
El joven se dio la vuelta, molesto, y en ese momento supe que le debía una disculpa.
–Mike –lo llamé, y se detuvo sin mirarme. –Lo siento. Espero que seas capaz de disculparme por mi comportamiento desmesurado.
Asintió en silencio, y sin decir nada más salió de mi despacho, dejándome solo con mis pensamientos.
Pero no tenía tiempo que perder. Telefoneé a Ángela, le pedí que contactara con María y que le exigiera que se presentara en mi despacho inmediatamente. Cuando colgué, intenté ordenar mi mente, pero nada encajaba. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Entonces recordé que María no se había preocupado por mí en todo el tiempo que había estado ausente. ¿No era ella la que tanto decía amarme? ¿La que siempre me seguía como un perrito faldero a todas partes?
No pude continuar elucubrando, pues la protagonista de mis pensamientos hizo acto de presencia en mi despacho de una forma un tanto dramática. No me sorprendió:
– ¡Harry! –casi corrió para arrojarse a mis brazos, pero me alejé de ella en cuanto me percaté de sus intenciones. No estaba de humor para sus tonterías, pero ella no pareció darse cuenta. –No sabes cuánto te he echado de menos y lo preocupada que he estado por ti estos días… Pensé que… –sus ojos se llenaron de lágrimas fingidas. –Quise ir a verte, pero _______ estaba también en el hospital, y no quería que...
–Ya basta –le exigí con dureza, observándola con frialdad.
–Harry, no te enfades conmigo, por favor… De verdad que estaba muy preocupada por ti.
– ¿Quién llevó el coche de ________ hasta West Lane? –le pregunté directamente, no queriendo escuchar sus estupideces durante mucho más tiempo.
María parpadeó seguidamente y me observó sorprendida.
– ¿Qué?
–Me has escuchado perfectamente, así que respóndeme. ¿Quién fue?
–Fue…Mike. Ya lo sabes, Harry… –parecía nerviosa y agitada, y ese hecho sólo logró cabrearme más.
–No fue él –declaré firmemente. – ¿Se puede saber por qué me mientes?
–No te estoy mintiendo… –su labio inferior tembló, y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
–María, no estoy de humor. ¿Quién diablos llevó el coche de ______ hasta West Lane? –le grité, y durante un segundo me pareció que María se encogía, conmocionada.
Pero no era así como se sentía:
– ¿Y eso qué más da? –no estaba asustada en absoluto, pues consiguió sorprenderme enfrentándose a mí. – ¡Tanto tú cómo la zorra de tu esposa están vivos!
Y en ese instante lo supe. Fue ella. María llevó el coche de ______ hasta West Lane.
–Fuiste tú… –mascullé, reprimiéndome para no descargar mi ira contra ella. –Tú lo preparaste todo… –le dediqué una mirada furibunda, cargada de rencor. – ¿Quién le cortó los frenos al coche?
– ¿Tan inútil crees que soy? ¡Yo lo hice, maldita sea!
Su respiración comenzó a ser agitada, y durante un segundo pensé que se abalanzaría sobre mí para golpearme, pero entonces comenzó a llorar.
– ¡Por Dios, ya está bien de tanto teatro! –me harté de su voluble actitud. – ¿Por qué diablos lo hiciste?
– ¿Es que aún no te has enterado de que te quiero? –me gritó, y se acercó a mí con la intención de abrazarme. Se lo impedí implacablemente, alejándome de ella.
–No te atrevas a tocarme –le ordené con hastío. –Quiero que me digas la verdad ahora mismo, María. No te vas a ir de aquí hasta que lo hagas, así que ya puedes empezar.
Me observó con los ojos húmedos pero con la rabia marcada en sus facciones. No pudo importarme menos. En aquel instante sólo quería saber hasta qué punto llegaba su locura.
–Únicamente quería tener el camino libre para estar contigo, Harry… Yo jamás quise hacerte daño –sollozó ridículamente y se tapó los ojos con las manos.
– ¿Qué has dicho?
– ¡Le corté los frenos al coche para que ________ tuviera un accidente al volver! –admitió al fin entre gritos y sollozos, y me acerqué a ella con rapidez. La sujeté con fuerza por el brazo hasta que se quejó. –Lo hice antes de saber que tú también irías con ella… Yo no…
– ¡¿Y no pensaste en que mi hija también iba a ir en ese coche?! ¿No lo hiciste? –la zarandeé sin cuidado, sobrecogiéndola. – ¡Querías que tuvieran un accidente!
– ¡No! Yo sólo quería que _______…
– ¡Querías que ________ muriera! ¿Cómo puedes ser tan…? –no encontré una palabra que se adecuara a lo que María era, pero no la solté. – ¿Qué pensaste? ¿Que si ______ y mi hija muriesen yo te haría caso? ¿Que te buscaría? ¿Que te convertiría en mi mujer?
–Harry, por favor…
– ¡Deja de llamarme así! Eres una asesina, María, y te aseguro que conseguiré que te encierren por desequilibrio mental.
– ¡No estoy loca! ¡Yo sólo quería quitarte a ________ de encima! ¿Es que no lo entiendes? ¡Todo lo que hice fue por nosotros!
– ¡Pudiste haber matado a una niña de cuatro años! ¡Y estuviste a punto de matarnos tanto a mí como a ________! ¿Crees que eso lo hace una persona cuerda?
– ¡La zorra de ________ no te merece, no te sabe valorar! ¡Y seguro que ahora se estará revolcando con su ayudante, como hace cada día!
Apreté los dientes con fuerza y la solté de malas maneras, haciendo que trastabillara hacia atrás.
–Recoge tus cosas, María. Estás despedida –me observó suplicante, pero no le hice el menor caso. –Ahora mismo voy a denunciar lo que hiciste y voy a ordenar que te pongan una orden de alejamiento. No pienso dejar que vuelvas a poner en peligro nuestras vidas, y mucho menos la de mi hija o la de __________.
–Harry
–Cállate, y deja de llamarme así –le exigí de nuevo con dureza. –Esto no va a quedar así, María. Pagarás por lo que has hecho. De verdad espero no tener que volver a verte en lo que me queda de vida.
Agachó la cabeza, avergonzada, y me ocupé de llamar a la policía inmediatamente, sin poder creer lo que había ocurrido en mi despacho en menos de dos horas.
JACKI1D
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Mensaje por Nefer Lun 18 Mar 2013, 11:00 am

Aaaah,creo que me repito pero esta geniiial! Siguela:)
Nefer
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Mensaje por luciah1d Lun 18 Mar 2013, 1:53 pm

me e qedado sin palabras...!! siguela por favor :D
luciah1d
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Mensaje por JACKI1D Lun 18 Mar 2013, 6:03 pm

HOLA HERMOSAS LECTORAS SOLO LES QUERIA INFORMAR QUE YA SOLO QUEDAN TRES CAPITULOS Y EL EPILOGO
HOY POSIBLEMENTE SUBA CAP GRACIAS POR SEGUIR COMENTANDO
JACKI1D
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Mensaje por JACKI1D Lun 18 Mar 2013, 6:50 pm

-Capítulo 18-
NARRA _____
Aquel resultó ser un día alentador. Estar con mi hija me ayudó a olvidar un poco la situación en la que me encontraba con Harry. No le había contado nada a Julie, tal como él me había pedido, pero ella sabía que algo no iba bien. Por ese motivo intenté distraerla como pude, y eso también me ayudó a mí. Por la mañana la llevé al parque y a comer un helado, y nos pasamos la tarde jugando a las muñecas y al escondite, y haciendo galletas de chocolate. Ver a mi hija feliz me hacía feliz a mí, y por eso apenas dejé de sonreír en todo el día. A pesar de eso, hubo momentos en los que no pude sacarme de la cabeza las palabras que Harry me había dicho aquella mañana: "Será lo mejor para ambos. Al fin y al cabo, la semana que viene tendremos que empezar con el papeleo del divorcio."
Estaba claro que él sí quería divorciarse de mí. No obstante, aquella idea ya no me parecía tan adecuada como al principio, pero no podía negarme. Yo aún le amaba a pesar de que intentara negármelo a mí misma día y noche, y por eso quería lo mejor para él. En nuestro caso, Harry pensaba que lo mejor era que nos divorciáramos, así que yo no estaba dispuesta a pedirle que se quedara conmigo si no era eso lo que él quería. No podía ser tan egoísta y suplicarle que no me dejara sólo porque yo continuara queriéndole. Él merecía ser feliz, con o sin mí.
Entre aquel cúmulo de ideas escuché la puerta principal abrirse, y supuse que Harry ya había llegado de trabajar, aunque no tenía pensado quedarse. Aquel pensamiento me retorció el corazón con fuerza, pero intenté poner cara de indiferencia, más o menos como llevaba haciendo algunos meses, y bajé las escaleras detrás de Julie, que salió corriendo en cuanto escuchó a su padre.
– ¡Papi! –saltó a sus brazos como si tuviese un muelle en los pies, y él la abrazó con fuerza, dándole besos por todo el rostro.
Aquella imagen ayudó a destrozar mi ya desgarrado corazón, pero no dije nada y me quedé a los pies de la escalera, observándolos.
– ¿Cómo estás, princesa?
–Bien. Mami y yo hemos hecho muchas cosas.
– ¿Ah, sí? ¿Como qué?
–Hemos ido al parque, ¡y me he caído del columpio! –rodé los ojos ante la felicidad con la que Julie le contaba las cosas malas a su padre, pero sonreí levemente al recordar el susto que me había llevado al verla tendida en el suelo. No se había hecho más que dos rasguños en las manos.
– ¿Y no te has hecho daño? –inquirió Harry, preocupado.
–No, nada de nada. Y luego hemos ido a comer un helado. Y por la tarde hemos jugado a las muñecas y hemos hecho galletas. ¿Quieres probar una?
–Ahora, Julie. Pero antes tengo que hablar con mamá.
Me sorprendí al escuchar sus palabras. ¿De qué querría hablar? Asentí en silencio, diciéndole que me parecía bien, y caminé hasta el salón.
–Pero quiero que pruebes mis galletas…
–En un momento lo haré, princesa. ¿Por qué no vas a la cocina y nos esperas? Ahora vamos nosotros.
Julie hizo un mohín, pero echó a correr escaleras arriba, no hacia la cocina, y allí se quedó. Harry, por su parte, entró en el salón y cerró la puerta. Yo no supe si debía preocuparme o no.
– ¿De qué querías hablar? –pregunté cuando no habló, simplemente me miró.
–Sobre los frenos de tu coche.
– ¿Has hablado con Mike?
–Sí, pero él no fue quien llevó tu coche hasta West Lane.
– ¿Cómo? Pero… tú dijiste…
–María me mintió –decretó Harry con seriedad.
Yo, por mi parte, parpadeé, incrédula.
– ¿Te mintió?
–Me dijo que le había encargado esa tarea a Mike, pero no fue así. Fue ella la que se encargó de llevar el coche hasta allí.
–No entiendo…
–María le cortó los frenos al coche porque quería que tuvieras un accidente.
Me quedé paralizada, intentando encajar aquellas piezas, pero no me veía con fuerzas. No quería creer lo que estaba entendiendo, porque simplemente no me parecía real.
–Lo hizo antes de saber que yo iba a acompañaros –prosiguió. –Pero claro, no pudo deshacer el embrollo cuando yo le dije que iba a viajar con vosotras porque no podía volver a West Lane.
–Harry… lo siento, pero no te sigo. Bueno, creo que sí, pero… No sé si quiero creer lo que he entendido.
Él suspiró largamente y volvió a clavar su mirada en mí.
–María siempre ha tenido celos de ti. Por eso, cuando supo que ibais a volver de West Lane en coche, y yo le pedí que buscara a alguien para llevar el vehículo hasta allí, planeó hacerlo ella haciéndome creer que se lo había encargado a Mike. Una vez estuvo allí, le cortó los frenos a tu coche y regresó a Holmes Chapel con el billete de avión que yo había comprado supuestamente para Mike. Por eso ese día me dijo que su abuela había fallecido, y resulta que era mentira. Había estado en West Lane.
No supe cuándo mi mano había tapado mi boca, pero en aquel momento estaba en shock.
–O sea… que… Intentó matarnos…
–Su plan inicial era que tú tuvieras un accidente.
–Entonces… si tú no hubieses venido, tal vez Julie y yo hubiésemos vuelto solas con el coche, y… –no pude seguir hablando, pues estaba demasiado conmocionada como para decirlo.
–Pero no se ha salido con la suya. La he denunciado y le he puesto una orden de alejamiento. No volverá a acercarse a ninguno de nosotros.
–Pero tuvimos un accidente igualmente, Harry, y no nos matamos de milagro.
–_______, sólo te lo he contado para que lo supieras, porque he creído que no podía ocultarte algo así. Pero ahora tienes que olvidarlo. No ha pasado nada, y no va a pasar nada.
– ¿Y si le hubiese ocurrido algo a Julie? –pregunté sin poder contenerme, alterada.
–No me hagas pensar en eso, y tú tampoco lo hagas. De verdad,_____, tienes que olvidarlo. Eso ya es pasado. Estamos vivos y estamos aquí, con nuestra hija.
Me mordí el labio con impotencia, sin saber qué hacer o qué decir. Aquello me parecía imposible de creer. Habían intentado matarnos.
– ¡Papi, tienes que comerte una galleta! –Julie irrumpió en el salón como un torbellino, y observó nuestras caras serias. – ¿Qué pasa?
–Nada, princesa. Vamos a comer una galleta –concordó Harry con ella y, mirándome una última vez, ambos salieron del salón.
Permanecí allí, de pie, durante mucho tiempo. Tanto, que cuando al fin pude recomponerme mínimamente y me dirigí a la cocina para ver qué hacía aquel par, me encontré con Julie enfurruñada, observando a su padre con cara de disgusto.
– ¿Por qué te vas? –le preguntó, intentando sonar molesta, pero el puchero que estaba a punto de formarse en su rostro la delataba.
Yo no supe qué hacer, si quedarme y arriesgarme a que terminara de rompérseme el corazón, o huir para no tener que presenciar aquella escena.
–Julie… los papás y las mamás a veces tienen que… separarse durante un tiempo. ¿Entiendes? –intentó explicarle Harry, agachado junto a la silla de Julie, pero ella simplemente negó con la cabeza. Se introdujo el pulgar en la boca, cosa que hacía cuando se ponía nerviosa, y parpadeó seguidamente, logrando que dos gruesas lágrimas le rodaran por las mejillas. –No llores, princesa. Me vas a ver todos los días.
Me apoyé en el marco de la puerta con los brazos cruzados, sin saber si debía intervenir. Temía que, si lo hacía, me echaría a llorar yo también.
–Pero no quiero que te vayas… –habló con el dedo aún en la boca, y Harry se lo apartó suavemente.
–Tengo que hacerlo. Pero te prometo que mañana vendré a verte, y pasado, y al siguiente también, y así todos los días.
–No. Quiero que te quedes.
Harry se pasó una mano por el pelo y me miró, pidiéndome ayuda en silencio. No pude hacerlo, porque no sabía qué decirle a Julie. Ella estaba diciéndole a su padre lo mismo que quería decirle yo, pero no me veía con fuerzas. No, si él no quería quedarse.
Harry se puso en pie y le acarició el cabello a su hija, que lo observó con los ojos brillantes por las lágrimas.
–Al final te acostumbrarás a esta situación. Te prometo que no dejaré de venir a verte… –pero no pudo seguir hablando, pues Julie saltó de la silla y salió corriendo de la cocina. Acto seguido, subió las escaleras y se encerró en su habitación.
Me mordí el labio, pero no me moví cuando Harry pasó por mi lado y subió al piso de arriba.
–No creo que ahora quiera hablar contigo –le aconsejé, yendo detrás de él a la vez que intentaba recomponerme.
–Ya lo sé. Sólo iba a recoger algunas cosas más para llevármelas.
Asentí en silencio, y entonces se me ocurrió algo.
–Oye… –carraspeé, sin saber cómo planteárselo. –No sé cuándo quedamos en que serías tú el que tuviera que irse. Quiero decir que…
–No –me interrumpió. –No pienso hacer tal cosa.
–La casa es tuya.
–No. Es de los dos. Pero no voy a despojaros de vuestro hogar.
–También es el tuyo…
Harry me miró fijamente, pero no fui capaz de mantenerle la mirada.
–Supongo que… lo era. Siempre le tendré mucho cariño a esta casa.
De acuerdo. Estaba claro que no quería quedarse, así que me limité a suspirar y a quedarme de pie en una esquina de la habitación, viendo cómo llenaba una maleta de ropa. Quince minutos después nos encontrábamos delante de la puerta principal, y esperaba a que Harry me diera la copia de su llave de la casa. Había insistido diciéndole que no hacía falta que me la diera en aquel momento, pues aquello me confirmaría que nuestra separación era inminente y real, pero él había insistido en hacerlo.
–Cuando quieras arreglaremos el papeleo y todo lo demás –me recordó una vez me entregó la llave.
– ¿Cuándo quiera? ¿Cuándo yo quiera? –estuve a punto de decirle que no lo querría nunca, pero me mordí la lengua. –Tú eres el abogado. Eres tú el que entiende de esto.
–Me refiero a que podemos esperar unos días para empezar con el asunto. Al fin y al cabo, hace sólo tres días aún estábamos en el bosque.
Agaché la cabeza cuando recordé lo que ocurrió en aquel bosque entre ambos, y cerré los ojos. Para él no había significado nada, al contrario que para mí.
–Papi… –la voz queda de Julie me hizo girarme para encontrármela parada al pie de la escalera. Se acercó a su padre lentamente y alzó los brazos, pidiéndole en silencio que la cogiera. Harry lo hizo sin preguntar y la estrechó entre sus brazos con fuerza, consiguiendo que se me llenaran los ojos de lágrimas. – ¿De verdad vendrás a verme todos los días?
–Claro que sí, princesa. Me verás más de lo que crees.
Julie colocó la cabeza bajo la barbilla de su padre, y segundos después le dio un beso en la mejilla.
–Te voy a echar de menos, papi –murmuró en voz baja, y tuve que respirar hondo para no ser yo la que diera el espectáculo allí en medio.
–Yo también. Mucho, mucho.
Julie sonrió levemente y, después de que le diera otro beso a su padre, Harry la dejó en el suelo. Cogió la maleta y abrió la puerta. Durante un largo segundo se quedó mirándome, y tuve la sensación de que quiso acercarse a mí, pero no lo hizo.
–Hasta pronto –se despidió y, mirándonos por última vez, se marchó cerrando la puerta tras de sí.
Julie me miró con los ojos llenos de lágrimas y casi se arrojó a mis brazos, echándose a llorar con tristeza. No pude hacer nada cuando me ocurrió lo mismo que a ella, así que nos quedamos mucho rato sentadas en el suelo del vestíbulo, consolándonos mutuamente.
A la mañana siguiente decidí que ya era hora de ir a trabajar. Al fin y al cabo, los sábados sólo trabajaba medio día, así que podría pasar la tarde con Julie. Habíamos pasado muy mala noche las dos, pues nos habíamos dormido llorando, yo mucho más tarde que ella. Quería recompensarla, pues sentía que Harry se había marchado por mi culpa, y en aquellos momentos mi parte cruel me decía que era culpa mía que mi hija fuese tan infeliz. Así que aquella tarde le dedicaría cada minuto de mi tiempo a Julie.
A pesar de que lo intenté, los recuerdos de la noche pasada se agolparon en mi cabeza justo cuando estaba revisando el catálogo del mes siguiente, así que no pude hacer más que cerrarlo con un golpe seco y dejarlo sobre mi mesa. Coloqué mi cabeza entre mis manos y me dije a mí misma que no era el momento para pensar en Harry, que tenía que trabajar. Y la voz estridente de Eleanor dando gritos no me ayudó a sentirme mejor:
– ¡Te digo que no, Nathan! ¡No pienso devolver esos diseños sólo porque a ti no te gusten!
Ambos entraron en mi despacho en medio de una acalorada discusión que, si más no, me distrajo de mis asquerosos pensamientos anteriores.
– ¡No es sólo que a mí no me gusten! ¡Es que no le gustan a nadie, Eleanor!
– ¡_______, díselo tú! ¡Dile que lo que quiere hacer es una barbaridad! ¿Qué te ha pasado?
El cambio de tono de voz mi amiga me preocupó, y más cuando me percaté de que me lo estaba preguntando a mí. Pero claro, ¿a quién más si no?
– ¿Qué?
–Tienes muy mala cara, _______. ¿Estás segura de que ha sido buena idea que hayas venido hoy? Sólo hace dos días que saliste del hospital…
–Estoy bien, Ele.
–No me mientas. Tienes unas ojeras enormes, y esa cara no es precisamente de felicidad. ¿Qué pasa?
–Ya te he dicho que nada, y ahora, ¿podemos hablar de trabajo?
–El trabajo puede esperar –Eleanor se sentó en una de las sillas situada delante de mi escritorio, y me escrutó el rostro en busca de alguna señal que le indicara lo que me ocurría. Nathan, en cambio, se limitó a quedarse de pie, observándonos a ambas. –Ya sé lo que te pasa.
Rodé los ojos. ¿Era adivina o algo así?
–Ele, no creo que puedas saber lo que crees que me pasa sólo indagando en mi rostro.
–Oh, claro que lo sé. ¿Y sabes por qué? –no esperó a que le respondiera. –Porque desde hace un día, hay un tío que se pasea por mi casa con la misma cara de tristeza que tienes tú.
Agaché la cabeza, avergonzada, cuando mi amiga le dio en el clavo.
–No creo que tenga esta misma cara…
–Pues te equivocas. Es la misma. Parece un muerto viviente, un alma en pena, y si quieres que te diga la verdad, estáis empezando a mosquearme.
– ¿A mosquearte? –me había perdido. ¿Ella se iba a mosquear?
–Es que no entiendo a qué viene tanto paripé. Si les duele tanto estar separados, ¿por qué puñetas lo están? ¿Es que tanto les cuesta darse cuenta de que se siguen queriendo? ¿O es que simplemente les gusta hacerse sufrir mutuamente, y sobretodo a Julie?
Observé a Nathan de reojo, que no había abierto la boca en todo el rato. A pesar de eso, él también parecía molesto, como si no quisiera saber nada del tema.
–No es tan sencillo, Ele. Y creo que ahora no es buen momento para hablar de esto.
–En eso sí que tienes razón… por desgracia. Aún así, prepárate, porque tarde o temprano volveré a sermonearte.
Puse los ojos en blanco y acto seguido le pedí a Nathan que se sentara al lado de Eleanor.
– ¿Les parece bien si nos ponemos a trabajar ya?
JACKI1D
JACKI1D


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Mensaje por JACKI1D Lun 18 Mar 2013, 7:28 pm

-Capítulo 19-
NARRA_______
Un par de semanas después, mi vida había vuelto relativamente a la normalidad, aunque seguía sin acostumbrarme a que Harry no estuviera en casa. Eleanor no dejaba de decirme que no podíamos seguir así, porque el no hablar no ayudaba en nada, y con esas palabras me recordaba la conversación que tuvimos el día siguiente de que me sermoneara en mi propio despacho: aquel domingo, Ele y yo habíamos decidido irnos a la piscina para entretener a Julie y de paso para ponernos al día, así que llamé a Perrie para preguntarle si le apetecería venir con nosotras, y aceptó encantada.
De ese modo, los hombres estarían tranquilos para pasar el día hablando de fútbol, de mujeres, o lo que les apeteciera. A Julie le encantó la idea de ir a la piscina con Carly, a pesar de que no se me hacía demasiado apetecible dejar que las dos estuviesen solas en el agua. Por eso, colocamos las toallas cerca de la piscina infantil para tenerlas vigiladas. Y fue cuando nos sentamos a tomar el sol que Eleanor me abordó sin piedad:
–Ya puedes estar explicándonos todo lo que sea que debes explicarnos.
Alcé una ceja, pero ellas no lo notaron por culpa de mis gafas de sol.
–No tengo nada que explicaros.
–Ya, claro. Por eso tengo a uno de los mejores amigos de mi marido durmiendo en mi sofá desde hace dos días.
Perrie soltó una risita y yo me limité a suspirar sonoramente.
– ¿Por qué les cuesta tanto creer que vamos a divorciarnos?
–Porque dos personas que se quieren y que tienen una hija en común no tienen por qué divorciarse.
–Él no me quiere.
–No es cierto –me contradijo Eleanor severamente. –Si vieras cómo está, entenderías por qué lo sé. Apenas habla con nosotros, y camina por la casa como si su cuerpo no pudiera soportar su peso.
–Fue él quien decidió marcharse. Yo no le pedí que lo hiciera –me defendí, pues no quería ser la mala de la película a pesar de que llevaba días culpándome de eso mismo.
–Pero… ¿le pediste que se quedara? –ésa vez fue Perrie la que me preguntó.
Me mordí el labio inferior y ladeé la cabeza, mirando a las niñas jugar en el agua.
–No… Pero porque estaba claro que no quería quedarse. Ya les he dicho que no me quiere y que no quiere estar conmigo.
–Y yo te digo que sí te quiere, pero tiene miedo. Al igual que tú –me respondió Eleanor.
–Yo no tengo miedo de nada.
–Claro que sí. No han hablado de su situación porque tienen miedo de que el otro les diga lo que no quieres oír, ¿comprendes?
No me dio tiempo a responder, pues Perrie intervino con rapidez:
–O sea, que tú no le pediste que se quedara porque tenías miedo de que te dijera que no quería hacerlo, y él se marchó porque creía que tú no querías tenerle en casa.
–Perfectamente resumido –la alabó Eleanor con una sonrisa que se le borró inmediatamente cuando me miró.
–No es así. No sabén lo que ocurrió en el bosque, así que jamás me entenderan–mascullé molesta.
Estaba harta de que todos me dijeran lo que tenía que hacer a pesar de que era consciente de que lo hacían con buena intención.
–Entonces, explícanoslo. Somos tus amigas, ________, sólo queremos ayudarte.
Después de unos cuantos segundos en silencio me dispuse a hablar:
–Me dejó claro que no quería tener nada más conmigo –confesé avergonzada. Me daba vergüenza admitirlo, pero tenía que sacarlo para que las palabras que Harry había pronunciado en el bosque dejaran de dolerme tanto.
– ¿Te dijo que no te quería? ¿Así sin más? –inquirió Perrie abriendo los ojos de par en par.
–No. Pero… –no sabía si debía explicarles con más detalles lo que ocurrió. –Me rechazó, ¿de acuerdo?
Ambas se quedaron calladas de golpe, observándome con cara de sorpresa.
–Eso quiere decir que… ¿te le insinuaste?
Me ruboricé al escuchar aquellas palabras.
–Lo hice porque pensé que él sentía lo mismo que yo. Si no, nunca lo hubiera hecho.
–No tienes de qué avergonzarte. Al fin y al cabo, sigue siendo tu marido.
Asentí en silencio, sin saber qué más decir.
–Pero entonces él debió de darte alguna señal que te indicara que sentía lo mismo por ti, ¿no? Porque acabas de decir que no te le habrías insinuado si no hubieras pensado que él sentía lo mismo.
Rodé los ojos a sabiendas que no podían verme a través de las gafas de sol, pero asentí de nuevo, poniéndome nerviosa.
–Se portó muy bien conmigo en el bosque… No sé explicarlo, pero se preocupó mucho por mí.
Eleanor alzó una ceja, como si mi respuesta no hubiese sido lo bastante satisfactoria para ella.
– ¿Sólo por eso?
–Y porque nos acostamos, ¿vale? –les solté de repente, consiguiendo que se quedaran pasmadas.
No abrieron la boca en los siguientes veinte segundos, logrando que toda la sangre de mi rostro se arremolinara en mis mejillas. Al fin y al cabo, eran mis mejores amigas y podía explicárselo todo, ¿no?
– ¿se… acostaron? ¿En el bosque? –me hacía gracia ver a Eleanor sin palabras. Era algo muy extraño, la verdad.
–Sí… Ni siquiera yo sé cómo pasó –agaché la cabeza y me toqueteé los dedos con nerviosismo.
–Bueno, está claro cómo pasó –intervino Perrie sin mirarme.
Puse los ojos en blanco, pero me decidí a explicarles lo que faltaba para que me dejaran en paz de una vez:
–Por ese motivo pensé que Harry aún sentía algo por mí y que podíamos salvar nuestro matrimonio. Claro que, ahora que lo pienso, el sexo es un motivo muy pobre para que un matrimonio sobreviva.
–Cierto. El sexo no lo es todo, pero ayuda bastante.
–Pero no se puede convertir en el bote salvavidas de un matrimonio, ¿verdad?
–No, eso sí que no –me aclaró Eleanor . –Tiene que haber algo más aparte de lujuria y, sinceramente, creo que entre vosotros hay mucho más que eso.
–En aquel momento me pareció que lo había. Es que me trató tan… bien. Durante esos días apenas discutimos y nos tratamos como solíamos hacerlo antes. Me gustó saber que no había cambiado tanto como yo pensaba –admití, jugueteando con la toalla en la que estaba sentada.
– ¿Y qué ocurrió para que cambiaras de opinión?
–Ya se los he dicho –protesté malhumorada. ¿Desde cuándo eran tan entrometidas? –Después de que… de lo que ocurrió, me insinué y él me dijo que lo que había sucedido había sido un error.
Eleanor frunció el ceño y negó lentamente con la cabeza.
–Pues no lo entiendo. Pero sigo pensando que lo hizo porque tenía miedo.
– ¿Pero miedo de qué? Si estaba claro que yo quería… continuar. No quería que la relación que estábamos manteniendo en el bosque se disolviera. ¿Ni siquiera fue capaz de entenderlo?
–Yo creo que no se trata de eso –intervino Perrie, pensativa. –Creo que, como dice Ele, tuvo miedo de implicarse demasiado y de que después tú te encargaras de desilusionarlo. Así que te desilusionó él a ti antes.
–Pues no entiendo desde cuándo es tan cobarde –musité molesta. –Antes siempre había luchado por lo que quería. Ahora se esconde tras un muro para no salir herido.
–Tal vez se haya cansado de luchar. Tal vez quiera que luches tú por él –mencionó Eleanor observándose atentamente las uñas, lanzándome una clara indirecta.
–No es cosa mía. Yo hice lo que tenía que hacer. Él me rechazó, así que si quiere algo, ya sabe dónde estoy.
Mis amigas me observaron con lástima, pero entonces Julie me llamó a gritos, y yo se lo agradecí enormemente. De ese modo no tendría que continuar lidiando con mis declaraciones acerca de mi no-relación con Harry.
Unos cuantos golpes en la puerta de mi despacho me sobresaltaron, devolviéndome repentinamente a la realidad. Vi a Nathan asomar la cabeza por la rendija de la puerta, y asentí con una sonrisa, indicándole que podía pasar.
–Hola, Nathan.
–Hey, preciosa. ¿Cómo estás?
–Bien, bien. Algo distraída hoy, pero bien. ¿Y tú?
–Perfectamente.
Parecía algo nervioso cuando se sentó enfrente de mí, pues no dejó de toquetearse las manos y de carraspear innecesariamente, por lo que me decidí a preguntar:
– ¿Te encuentras bien? –asintió con rapidez. – ¿Hay algún problema con algún diseño?
–No. Necesito que hablemos de algo… de un tema personal.
–Nathan… estamos en horas de trabajo, y…
–Lo sé, lo sé. Pero necesito hablarlo contigo, por favor.
Consideraba que el pobre hombre estaba lo bastante agitado como para dejar a un lado mi trabajo durante unos minutos para atender su problema.
– ¿De qué se trata? –inquirí con preocupación.
Nathan respiró hondo y después clavó su intensa mirada azul en mí.
–Creo que… ya hace tiempo que sabes lo que siento por ti, ________.
No, por favor. No en ese instante.
–Nathan… –empecé, poniéndome nerviosa yo también, pero Nathan me interrumpió:
–Déjame hablar, por favor. Necesito que lo sepas –asentí lentamente, indicándole que continuara si así lo deseaba. –Estoy loco por ti desde que nos conocimos hace tantos años, y siempre he mantenido las distancias por respeto a tu matrimonio. Pero ahora que sé que Harry se ha ido de casa y que parece que vuestro matrimonio se ha roto, quiero que sepas que voy a luchar por nosotros. He esperado demasiado por ti, ______.
–Nathan, de verdad, ahora no es un buen momento para esto…
–Lo sé, pero no te estoy pidiendo que salgas conmigo ahora. Sé que necesitas tiempo, y yo te daré todo el que necesites. Pero voy a conquistarte, y espero que me permitas hacerlo.
No supe qué contestarle, así que me mantuve callada al ver que, al parecer, su discurso no había terminado:
–Siempre envidié a Harry por tenerte, y lo odié cuando supe que no te hacía feliz. Él tenía lo que yo más deseaba y no supo valorarlo. Por eso me gustaría que supieras que siempre que me necesites estaré aquí. Ahora como tu amigo, pero más adelante como algo más. E incluso me encantaría que alguna vez pensaras en mí como… en un futuro marido.
Abrí los ojos como platos al escuchar sus palabras, y me quedé lívida. ¿De verdad acababa de decirme tal cosa? ¡Ni siquiera estaba aún divorciada de Harry!
–Sé que lo del matrimonio es muy precipitado, _______, porque… aún no estás divorciada de Harry, pero realmente me gustaría que te lo pensaras. Adoro a Julie, ya lo sabes, y me encantaría que fuera mi…
–Pero no lo es, Nathan –no pude continuar callada. –Y… perdona que te lo diga, pero no va a serlo. Julie ya tiene un padre, y pase lo que pase con nuestras vidas a partir de ahora, siempre lo tendrá.
–Lo sé, no quería molestarte. Yo sólo…
–Nathan, no sigas, por favor. Me siento muy halagada por todo lo que me has dicho, de verdad, pero… Somos amigos.
Su rostro se ensombreció, y sentí la imperiosa necesidad de ponerme en pie.
–Pero quiero que seamos algo más.
–No vamos a serlo jamás –declaré, mostrándome serena por fuera pero temblando por dentro. –Siento tener que sonar así de cruel, pero cuanto antes te hagas a la idea, mejor. Sabes que te quiero muchísimo, pero jamás podré verte como algo más que un amigo.
–________… eso lo dices porque siempre nos hemos tratado de esa forma, pero si…
–No. Nathan, no quiero que me conquistes, pero no es por ti. Lo que pasa es que no quiero que me conquiste nadie, ¿comprendes?
–Perfectamente. Pero te he dicho que te daría tiempo. Sé que ahora mismo lo que menos te apetece es meterte de cabeza en otra relación.
–No, Nathan, no lo entiendes. No necesito tiempo para nada, porque no voy a estar con ningún otro hombre jamás.
Parpadeó seguidamente, como si le costara comprender mis palabras.
– ¿Por qué?
–Porque sigo enamorada de Harry.
Ya está. Ya lo había dicho. Y no había sido tan malo admitirlo. Los ojos de Nathan se abrieron de par en par, atónitos.
– ¿Qué? Pero… no lo comprendo. Se portó muy mal contigo…
–Y yo me porté mal con él.
– ¡No te merece!
–Puede que así sea, pero no puedo evitarlo. Lo amo. Siempre lo he hecho, desde que le conocí hace muchísimos años, y sé que así será siempre.
–No, no puedes saberlo. ¡El no sabe valorarte!
–Te lo repetiré por última vez: no puedo evitarlo. Lo amo, ¿de acuerdo? –se lo dije lentamente para que lo procesara bien. – ¿Crees que no he llorado veces por esto? ¿Por no poder amar a otra persona? Siempre he pensado que sería muy feliz estando contigo, pero al fin y al cabo sólo han sido eso: pensamientos.
–Ahora pueden dejar de serlo. Hagámoslos realidad, _______. ¡Ahora es nuestro momento!
Se había levantado de la silla y se había acercado a mí, pero yo no me había dado cuenta.
–No. Por favor, entiéndelo. Me duele mucho tener que hablarte así, pero no quiero perder tu amistad. Por mucho que esté convencida de que mi historia con Harry está acabada, sé que jamás existirá otro hombre que me haga sentir lo que siento cuando estoy con él.
Mis ojos se llenaron de lágrimas tras admitir todo lo que sentía por mi todavía marido, y me sobresalté cuando sentí las manos de Nathan en mis mejillas. Supe lo que tenía planeado hacer, y en vez de apartarme, dejé que lo hiciera. Me besó, lentamente al principio, y con más ansia después. Yo, por el contrario, apenas me moví, pues no estaba sintiendo nada. No podía comparar aquel beso con los de Harry, ya que la diferencia era notable, al menos para mí. Quería que Nathan se diera cuenta de que lo que acababa de decirle era cierto, y demostrándoselo era el único modo de hacerlo.
Me miró fijamente cuando se apartó de mí, alejando sus manos de mi rostro, y sus ojos se entristecieron.
–Lo siento –musité. –Pero nunca he querido mentirte. Te acabo de decir lo que siento por él y lo que siento por ti, y ya ves que son cosas diferentes.
Se alejó de mí, derrotado, y se pasó las manos por el pelo.
–Sinceramente, _______, no te entiendo. ¿Te gusta sentirte poco valorada?
–No es eso. Harry dejó de valorarme porque yo dejé de valorarle a él. Lo que ha ocurrido entre nosotros no es de tu incumbencia, pero él jamás me ha hecho sentir así intencionadamente. Él siempre me ha amado, a mí y a nuestra hija, con locura. Y aunque te pese, yo también le he amado, le sigo amando y seguiré haciéndolo.
Nathan asintió en silencio, y se metió las manos en los bolsillos.
–De acuerdo, ________. Respetaré tu decisión a pesar de que pienso que te estás equivocando.
Me encogí de hombros con una sonrisa.
–Gracias.
Se quedó mirándome fijamente durante unos largos segundos. Acto seguido, se dio la vuelta y musitó quedamente:
–Continuaré con mi trabajo –sin decir nada más salió de mi despacho sin dar ningún portazo, cosa que agradecí, y me senté en mi silla intentando recuperarme de lo que acababa de pasar.
A pesar de eso, no pude hacerlo durante mucho tiempo porque, después de mirar el reloj, me levanté como si tuviera un resorte en la silla. Llegaba tarde a mi cita con el médico.


chicas solo queda 1 capitulo y el epilogo talvez mañana termine
JACKI1D
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Mensaje por Nefer Miér 20 Mar 2013, 6:53 am

No puede ser que la novela este a punto de terminar! Que veoy a hacer yo, con lo que me gusta tu novela??!! Espero que la sigas pronto y que haya sido una broma:)
Nefer
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Mensaje por luciah1d Jue 21 Mar 2013, 1:02 pm

como que un solo capitulo? no puede ser... no puede terminar!!EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA - Página 4 1755303498
siguela pronto
luciah1d
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Mensaje por JACKI1D Jue 21 Mar 2013, 6:17 pm

-Capítulo 20-
NARRA HARRY
Maldije groseramente a todos los papeles que se habían mezclado sobre mi mesa, porque aquella no era la primera vez que me ocurría. Por desgracia, era la tercera. Mi concentración había disminuido notablemente en aquellas últimas semanas, y ya ni siquiera era capaz de enfrascarme en ninguno de los casos que me habían sido asignados. Antes habían sido mi vía de escape para evadirme de la dolorosa realidad en la que vivía; en aquellos momentos, en cambio, sólo conseguían agobiarme y enfadarme cada vez más. Por eso había mezclado sin darme cuenta varios folios de un caso con los de otro, y como mi cabeza no funcionaba todo lo bien que debería, no era capaz de diferenciarlos.
Descolgué el teléfono, marqué el número pertinente y me lo puse en la oreja:
– ¿Se le ofrece algo, señor?
– ¿Lucy? ¿Puedes venir un momento, por favor?
–Ahora mismo, señor.
En menos de un minuto, la nueva secretaria que me habían asignado hizo acto de presencia con una sonrisa en su rostro. Era muy jovencita, y también encantadora. Por eso era tan amiga de Ángela, pues ambas eran muy parecidas en lo que a carácter se refería. Me tranquilizaba no tenerla todo el día detrás, buscando mi aprobación para todo e insistiéndome para que le hiciera caso. Al parecer, ya tenía novio, y yo que me alegraba. A pesar de eso, en los pocos días que llevaba trabajando conmigo, me había demostrado que era una jovencita muy eficiente a la que le interesaba su trabajo, y eso era lo único que a mí me importaba.
– ¿Qué necesita, señor?
–Siento tener que comunicarte que tienes un jefe incompetente –sonrió levemente cuando me vio con un montoncito de folios en cada mano. – ¿Te importaría ordenarlos por casos? –pregunté, avergonzado.
–Claro que no, señor. En diez minutos se los traigo –cogió los papeles y los colocó todos en un montoncito. – ¿Necesita algo más?
–No, Lucy, gracias.
Asintió lentamente y, acto seguido, se dio la vuelta y salió de mi despacho sin apenas hacer ruido.
Cuando volví a quedarme solo, respiré hondo y me senté en mi asiento de cuero. Cerré los ojos con fuerza, pues los sentía cansados. ¿Cómo no? Hacía más de una semana que no dormía de un tirón toda la noche, y era plenamente consciente de a qué se debía mi insomnio. Temía que cualquier día de esos, cuando fuera a mi antigua casa para ver a Julie, ________ me pediría que empezara a trabajar en los papeles del divorcio. Esa sola idea me aterraba. No quería separarme de ella, y tampoco de Julie. Sólo pensar en tener que ver a mi hija una vez cada dos semanas, o más, conseguía ponerme los pelos de punta. Pero no sólo por Julie, sino también por _______. Había mantenido la cordura más o menos intacta porque la había visto cada día desde que me marché, pues no había faltado a ninguna cita con Julie, pero no quería ni pensar en lo que me ocurriría si alguna vez me enteraba de que _______ salía con otro hombre. Estaba seguro de que no sería capaz de sobrevivir así.
El sonido estridente del teléfono me sobresaltó, y lo atendí con rapidez sólo para no tener que escuchar de nuevo aquel ruido:
– ¿Diga?
–Señor Styles, aquí hay un caballero que desea hablar con usted. Le he dicho que está muy ocupado, ¿quiere que le diga que venga en otra ocasión o que me deje el recado?
¿Un caballero? Louis no podía ser, pues ese chalado entraba en mi despacho como si fuera su propia casa, así que descartado. Zayn había vuelto a West Lane junto con Perrie y Carly hacía unos cuantos días, así que tampoco. Liam y Niall no creo había hablado hace poco tiempo con ellos y ambos me habían dicho que tenían demasiado trabajo asi que también quedaban descartados. Me picaba la curiosidad.
– Dile que pase, Ángela.
–Como quiera, señor –dicho esto me colgó, y menos de un minuto después, el "caballero" que me buscaba entró en mi despacho.
Y era ni más ni menos que Nathan, la última persona a la que yo deseaba ver en esos momentos. Bueno, no la última, pero no era de las primeras, tampoco. Lo observé de arriba abajo, sorprendido hasta decir basta. ¿Se podía saber qué diablos…? Oh, no, por favor…
– ¿Le ha ocurrido algo a _______? –me levanté de mi silla como un desquiciado y lo observé con los ojos abiertos de par en par, con un nudo en el estómago.
–No, que yo sepa. Está… bien –respondió, observándome con una ceja alzada.
Solté todo el aire que había estado reteniendo en mis pulmones y volví a sentarme.
–Entonces… ¿a qué se debe tu visita? Porque como te ha dicho mi secretaria, estoy ocupado.
–Si quieres que te sea sincero, no he venido por gusto. No es que tenga muchas ganas de verte después de todo lo que le has hecho a _______, pero estoy aquí por ella.
Entonces fue mi turno para alzar una ceja.
– ¿Y tú qué diablos sabes sobre lo que ha ocurrido entre _______ y yo? Y sobretodo, ¿qué te importa?
–Pues me importa mucho, porque estoy loco por ella.
Abrí los ojos de par en par, sintiéndome furioso, pero lo disimulé carraspeando. ¿Qué quería? ¿Que nos batiésemos en duelo para ver quién se quedaba con _____?
– ¿Y qué esperas que te diga? –intenté sonar todo lo indiferente que mis nervios a flor de piel me permitieron, pues estaba a punto de saltar sobre ese personaje para molerlo a palos.
–Me gustaría que supieras que le he pedido que se case conmigo.
Estuve a punto de atragantarme con mi propia saliva y me invadió la palidez. ¿Que había hecho qué?
– ¿Cómo? –comencé a respirar agitadamente y me puse en pie. Me froté la barbilla con una mano y me pasé la otra por el pelo. Aquello no podía ser cierto. ¿Qué puñetas estaba ocurriendo? Me paseé por casi todo mi despacho sin decir nada más, tan nervioso como estaba.
–Como lo has oído.
– ¿Y ella qué ha dicho? –inquirí, notando el temblor casi descontrolado de mis manos.
Nathan agachó la cabeza y se metió las manos en los bolsillos.
–Me ha dicho que no. Me ha rechazado –estuve a punto de ponerme a saltar como un lunático tras escuchar su respuesta, pero me contuve. –No está enamorada de mí, por desgracia, a pesar de que yo jamás le haría lo que tú le hiciste.
Rodé los ojos, harto de sus acusaciones.
– ¿Y para qué has venido? ¿Para decirme que _______ te ha rechazado?
–No. Para que dejes de ser tan imbécil y vayas a buscarla ahora mismo. –Parpadeé sorprendido ante sus francas palabras. –Me ha rechazado porque sigue amándote, aunque yo he intentado por todos los medios hacer que se replanteara mejor su decisión. Por eso, si no me importara tanto como lo hace, no estaría aquí ahora. Quiero que sea feliz por encima de todo, y si no puede serlo conmigo, estaría bien que lo fuera con la persona con la que realmente desea estar.
No podía creerme todo lo que acababa de soltar por la boca. ¿________ continuaba amándome?
–Pero…
–No. Nada de peros. Has sido un auténtico capullo con ella, y te aseguro que te odio con cada fibra de mi ser, pero quiero muchísimo a _______ y quiero que sea feliz de una vez. Aunque me duela, parece ser que tú eres el único que puede conseguirlo.
– ¿Eso te ha dicho?
–Más o menos, lo que me ha dicho ha sido que tú eres el hombre al que amará siempre, pase lo que pase, y que jamás habrá otro. Yo creo que se equivoca, pero no he sido capaz de hacerla entrar en razón. Y… podría haber sido un cerdo y no haberte dicho nada de lo que te estoy diciendo, pero a ella la quiero mucho más de lo que te odio a ti, así que… hazla feliz de una vez. Vuelve con ella y con Julie, y dales todo lo que se merecen.
Estuve a punto de echar a correr, pero no podía hacerlo. No aún.
– ¿Vas a moverte o te vas a quedar ahí quieto como has estado haciendo últimamente?
–Es que… todo esto es… –estaba demasiado pasmado como para hacer algo coherente.
–Por Dios… ¿Quieres que te haga un plano? ¿O es que simplemente eres idiota? –Nathan perdió los nervios. –_______ te ama, y eso es lo único que debería importarte. No te lo pienses tanto.
Tenía razón, así que sin apenas detenerme cogí mi americana y me la puse. Me la abroché de malas maneras y pasé por delante de Nathan, aunque me detuve un segundo.
–Sé que me odias, y quiero que sepas que yo también te odio a ti, pero gracias.
Rodó los ojos exageradamente, pero después asintió levemente con la cabeza. Cuando salí de mi despacho, me encontré con Lucy de cara.
–Señor, ya he ordenado…
– ¡Lo siento, ahora no puedo! ¡Déjalos en mi mesa! –fue lo último que dije cuando se abrieron las puertas del ascensor y me arrojé dentro como un poseso.
Ya era hora de recuperar a mi familia.
.
.
NARRA ______
Estaba asombrada con la noticia, y realmente llevaba estándolo desde hacía un día. Simplemente no podía creer que mis suposiciones hubieran sido ciertas, aunque bueno, ya había pasado por aquello una vez, así que no era tan novata en el tema… Me mordí el labio y sonreí levemente sin poder creérmelo. A pesar de toda mi emoción, sabía que aún podía sentirme más feliz, pero sólo me faltaba alguien para completar mi felicidad.
El sonido del timbre me sacó de mis ensoñaciones, y aunque me sobresalté, no se me borró la sonrisa de la cara. Me levanté del sofá lentamente y me encaminé hacia el vestíbulo para abrir la puerta. Había estado ahí sentada durante un buen rato, después de que Julie se quedara dormida en su cama. Mi hija no solía echar siestas, pero me alegraba enormemente que hubiese escogido aquella tarde para dormir un rato. De ese modo pude pensar en esa noticia que tan feliz me había hecho a pesar de la tristeza que aún invadía gran parte de mi corazón. Sabía que tendría que contárselo a alguien pronto, pero temía que la persona a la que quería decírselo primero volviera a rechazarme. Si ese fuera el caso, estaba segura de que me costaría mucho superarlo.
Dejando a un lado los pensamientos negativos, abrí la puerta con lentitud, sorprendiéndome a más no poder al ver a Harry delante de mí. Durante un segundo quise arrojarme a sus brazos y contárselo todo, pero me refrené al recordar nuestra extraña situación.
–Hola –musité sin poder apartar la mirada de él, pero me sorprendió más el hecho de que él pareciera no poder apartarla de mí.
– ¿Puedo pasar?
Asentí lentamente, percatándome de que llevaba la americana mal abrochada. Una vez ambos estuvimos dentro, no nos dijimos nada. Sólo nos miramos, como si estuviésemos reconociéndonos después de mucho tiempo. Me aclaré la voz cuando me di cuenta de que era preciso que dijera cualquier cosa:
– ¿Ha… ocurrido algo en el bufete? ¿O es que has salido antes del trabajo?
–Nada de eso. Yo… quería hablar contigo.
Se me atoró la respiración en la garganta. ¿Quería hablar conmigo? ¿Del divorcio? No, por favor. Aquel no era un buen momento… No estaba preparada para eso aún.
–Harry… no sé si ahora debemos hablar de esto.
– ¿Cómo que no? Tenemos que hacerlo ahora mismo –insistió. –No podemos seguir perdiendo el tiempo, _____.
Su insistencia me dolió, y tuve que agachar la cabeza para que no viera la mueca de desconsuelo que adornó mi rostro.
–Sé que deberíamos haberlo hablado antes, pero no podía hacerlo. Yo… –me mordí el labio, sintiéndome impotente. Quería decirle que no deseaba divorciarme de él, pero si eso era lo que él quería, lo haría sólo para que fuera feliz.
–A mí me ocurría lo mismo, pero no puedo seguir así. Necesito que arreglemos todo esto, por favor.
Respiré hondo, intentando no echarme a llorar por nuestro divorcio inminente, pero me sorprendí extremadamente cuando sentí los dedos de Harry alzarme la barbilla hasta que pude mirarlo directamente.
–Te amo –fue lo único que me dijo, dejándome boquiabierta.
– ¿Qué?
–Que te amo, _______. Que no puedo pasar un día más alejado de ti, y tampoco de Julie.
Parpadeé seguidamente, pensando que le había escuchado mal.
–Pero… tú… querías hablar del divorcio.
Dio un paso atrás, como si acabara de abofetearle, y me miró con tristeza.
– ¿Quieres hablar del divorcio?
– ¡No! –alcé la voz. – ¿No has venido a eso?
Su rostro se suavizó visiblemente.
–______, acabo de decirte que te amo. ¿Crees que lo que más me apetece ahora es hablar de nuestro asqueroso divorcio? Sólo quiero que me digas que tú también me amas y que estás harta de toda esta situación.
No me di cuenta, pero los ojos se me habían llenado de lágrimas de felicidad.
–Claro que te amo, pedazo de imbécil. ¿Es que no te has dado cuenta? ¿No te diste cuenta en el bosque?
Agachó la cabeza, claramente avergonzado, y yo esperé pacientemente a que se decidiera a responder.
–Pensé que te había malinterpretado. Todo lo que ocurrió en el bosque fue… extraño. En un momento estábamos discutiendo y al siguiente parecía que nada hubiese pasado. Tenía miedo, ______ –me confesó. –Me aterraba la idea de malinterpretar tus actos, tus palabras, y hacer algo que consiguiera alejarte de mí definitivamente. Por eso me alejé yo antes, y justo ahora me he dado cuenta del error que cometí.
Y fue entonces cuando me arrojé a sus brazos sin más miramientos, cansada de la poca distancia que nos separaba. Lo abracé con todas mis fuerzas y me permití llorar, sintiéndome rodeada por sus brazos.
–Siento haber sido tan lento. Siento haberme portado como un cerdo contigo. Siento haber reaccionado tan tarde. Siento…
–Vale, vale –me separé mínimamente de él y le miré a los ojos. Harry, por su parte, se encargó de enjugar las lágrimas que corrían libres por mis mejillas. –Yo también siento todo lo malo que ha ocurrido entre nosotros. Jamás volveré a dejar de lado nuestro matrimonio, y jamás voy a dejar de amarte.
Sonrió ampliamente y frotó su nariz contra la mía, haciéndome sonreír también.
–Eso me lo han dicho esta mañana, ¿sabes? –fruncí el ceño, desconcertada. ¿De qué estaba hablando? –Me avergüenza admitirlo, pero si estoy aquí es gracias a Nathan.
– ¿A Nathan?
–Ha venido a hablar conmigo. Me ha abierto los ojos, ______. Creo que debes aumentarle el sueldo.
Sonreí levemente, y escondí mi rostro en su cuello.
–Espero que no te haya dicho nada malo de mí.
–Al contrario. El pobre está tan colado por ti como yo, pero que sepas que yo lo estoy más –sonreí al escuchar sus palabras. –Me gustaría que supieras que no voy a volver a perderte, _______. Haré lo que haga falta para mantener nuestro matrimonio a flote. Esta vez, sí.
–Lo sé –volvieron a superarme las lágrimas, y me dije a mí misma que esa sensiblería se debía a mi estado.
– ¿Qué pasa? –se separó lentamente de mí y me miró fijamente. – ¿Es que no quieres que vuelva?
Volví a sonreír entre lágrimas.
–Harry, acabo de decirte que te amo. ¿Crees que lo que más me apetece ahora es que vuelvas a alejarte de mí? –Sonrió ampliamente al darse cuenta de que esas palabras las había dicho él poco antes, consiguiendo que me temblaran las rodillas. Le acaricié la nuca suavemente y me preparé mentalmente para darle la noticia: –Además… nuestro futuro hijo necesitará tener a su padre cerca, ¿no crees?
Dejó de sonreír al instante, se puso tenso y empalideció de golpe.
– ¿De qué estás hablando?
No pude evitar sonreír ampliamente, presintiendo su reacción y esperándola:
–Estoy embarazada.
Al segundo siguiente me encontré rodeada completamente por él y por sus labios, que se unieron a los míos con un entusiasmo arrebatador. Mis manos se movieron por inercia colocándose alrededor de su cuello, y mis dedos se enroscaron en su cabello, consiguiendo que me besara con más intensidad.
Pocos segundos después se alejó de mí para hablar:
– ¿Estás segura? –preguntó con la respiración agitada por los nervios, por la emoción y por el beso que acabábamos de compartir.
Asentí lentamente, uniendo nuestras frentes sin dejar de acariciarle la nuca.
–Ayer fui al médico y me lo confirmó. ¿Estás contento?
Se mordió el labio sin dejar de sonreír y volvió a besarme, con más lentitud esa vez.
–Contento no es la palabra adecuada. Estoy eufórico, y si no me pongo a saltar y a gritar es porque no quiero dejar de abrazarte ni de besarte.
Escondió el rostro en mi cuello y me apretó aún más contra su cuerpo.
– ¿Papi? –la voz emocionada de Julie me hizo sonreír, y me alejé un poco de Harry para que pudiera estar con su hija.
–Hola, princesa –se acercó a ella, que había bajado las escaleras corriendo, la cogió en brazos y la llenó de besos que la hicieron reír.
– ¿A dónde vamos a ir hoy? –le preguntó a su padre, pues cada vez que Harry había venido a ver a Julie en las dos últimas semanas se la había llevado a dar paseos cortos.
–Hoy nos vamos a quedar aquí.
– ¿Y te vas a quedar más rato que ayer?
–No, mi amor –Julie frunció el ceño, desilusionada. –No me voy a volver a ir.
– ¿Te vas a quedar con nosotras? –inquirió ella, abriendo los ojos de par en par.
–Sí, princesa. Papá se queda a vivir con vosotras otra vez.
Julie gritó de felicidad y se aferró con fuerza al cuello de su padre, dándole sonoros besos en las mejillas. Yo sonreí entre lágrimas, y me acerqué a ellos cuando Harry levantó un brazo para rodearme con él. Me besó la frente y apoyó la barbilla en mi cabeza.
–Huy, casi se me olvida –comentó de repente. Dejó a Julie en el suelo y dejó de abrazarme. –Tengo algo para vosotras, porque no he venido solo.
Fruncí el ceño sin comprender.
– ¿A qué te refieres?
–Ahora vengo –abrió la puerta y salió al exterior. –No espíen, que es una sorpresa –nos guiñó el ojo, y tanto Julie como yo nos miramos sin saber qué esperar.
Un minuto después, Harry entró de nuevo en la casa llevando en brazos a un cachorro blanco con manchas marrones repartidas por la parte superior del lomo, las orejas y alrededor de los ojos.
– ¡Un perrito! –exclamó Julie acercándose a su padre como una bala para coger a la cría. Observé al animal, que no tendría más de un mes de vida, y se me encogió el corazón. Era una preciosidad. – ¿Nos lo podemos quedar, mami? ¡Por fa! ¡Por fa!
Observé a Harry, que se había colocado a mi lado y había rodeado mis hombros con su brazo.
– ¿Quién te lo ha dado?
–Louis me habló de una protectora de animales, y allí una perra tuvo crías. Es un Jack Russell, así que es una buena raza. ¿Nos lo podemos quedar? –me preguntó él también, haciendo pucheros.
Puse los ojos en blanco. Era más infantil él que nuestra hija.
– ¡Mira mami! –Julie me lo entregó, y una vez lo tuve en brazos, no pude negarme.
–El perrito se queda –declaré con una sonrisa, logrando que Julie se abrazara a mis piernas. Pero su abrazo no duró mucho, pues me arrebató al cachorrito de las manos y lo colocó en el suelo.
Entonces, Harry volvió a abrazarme y a besarme, dejándome descolocada. Cuando nos separamos, observamos a nuestra hija jugando con el perrito, y apoyé la mejilla en el pecho de mi marido. Ya volvíamos a ser una familia.



bueno mis queridas lectoras aqui les dejo el ultimo capitulo de esta novela y depende a los comentarios les subire el epilogo de antemano muchas gracias por leer y acompañarme en esta mi primer novela bueno adaptacion no saben lo feliz que me hacen cuando leo sus comentarios espero nos volvamos a leer en un futuro con otra nove que estoy pensando adaptar se llamara "diferentes pero muy iguales" tengo que decirles que es algo dificil saber que se acaba es una mezcla de sentimientos pero bueno como les dije gracias y nos leemos pronto y espero pronto leer novelas de ustedes las quiero mucho a pesar de que no las conosco pero siempre con cada comentario me hicieron sonreir.
besos hermosas atte: JACKI1D
JACKI1D
JACKI1D


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Mensaje por Nefer Vie 22 Mar 2013, 6:01 am

No puede ser que ya se haya acabado!! De verdad ame y amo y amare tu novela! Espero que subas el epilogo y si es por mi que hagas mas temporadas...pero ya se que es imposible! Un beeso
Nefer
Nefer


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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA - Página 4 Empty Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA

Mensaje por Shei Tomlinson Vie 22 Mar 2013, 11:10 am

aaaaaaawwwww :') llore con el ultiml capituloo :') todavia sigo sin poder creer que ya termino, y con un nuevo miembro en la familia :) bueno se que no comente en algunos capitulos pero quiero que sepas que lei esta hermosa novela igual! suponho que nos veremos en otra novela y buenooo Besos y carrots :)
Shei Tomlinson
Shei Tomlinson


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