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EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
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siguela esta muy buena
ivette gone
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
Capítulo 9-
Narra ______
Estaba histérica, pero no era para menos. En aquel momento tenía claro que estábamos totalmente perdidos, pues Zayn ni Perrie supondrían que continuábamos conduciendo en dirección a Holmes Chapel, y allí nadie nos esperaba hasta el día siguiente. No estaba segura de cuánto tardarían nuestros amigos en darse cuenta de que no nos poníamos en contacto con ellos, pero realmente en aquel instante no encontraba solución alguna a nuestro problema.
–No sé qué vamos a hacer… –murmuré, agachando la cabeza y tragándome el nudo de angustia que se encontraba en mi garganta.
–Saldremos de aquí, ______, eso tenlo por seguro –intentó tranquilizarme Harry, aunque por el tono de su voz parecía molesto. –Ya sé que no confías en mí y que crees que soy un inútil, pero de una forma u otra conseguiremos salir.
Alcé el rostro cuando escuche sus últimas palabras, sin poder creer lo que acababa de oír.
–Yo no creo que seas un inútil, y sabes que nunca lo he creído –le aclaré, esperando que no tuviera ganas de discutir en aquel momento.
–Vamos a buscar el coche –fue su única respuesta justo antes de darse la vuelta y comenzar a caminar de nuevo.
Adelanté el paso para ponerme a su lado y no tener que hablar con su espalda:
–Y claro que confío en ti, lo que no entiendo es a qué viene esto ahora. No puedes negar que estamos perdidos, Harry.
–No lo niego, pero estoy harto de que seas tan pesimista.
–No soy pesimista, soy…
–Realista, sí, ya lo has dicho antes –me interrumpió de malas maneras, consiguiendo que le dedicara una mirada ceñuda. –Y sí, hemos tenido un accidente, nadie sabe dónde estamos, no tenemos coche, ni comida y tampoco una forma de ponernos en contacto con nadie, pero no creo que vaya a resultar muy complicado salir de aquí.
–Sinceramente, espero que tengas razón.
Un buen rato después, muertos de calor y empapados en sudor, continuábamos buscando el coche.
–Estoy seguro de que estaba por aquí –repitió Harry por enésima vez, dando vueltas sobre sí mismo como si con eso fuera a solucionar algo.
– ¿Sí? Pues yo creo que todos los árboles son iguales. Y no sé si te has dado cuenta, pero nos hemos desviado del precipicio.
–Mierda… ¡Joder! ¡Hijo de…! ¡Mierda!
Estaba exhausta, y escuchar las maldiciones de Harry no me ayudaba en absoluto, por lo que me senté en el suelo, no sin haber comprobado antes que no había ningún insecto al que pudiera aplastar, claro.
–Vale, tranquilízate –le pedí en un intento por aclarar las cosas. – ¿Qué podemos hacer, aparte de maldecir y de enfadarnos?
Pareció pensárselo durante algunos segundos, y después me dedicó una mirada resignada.
–Aceptar que estamos perdidos y esperar a que alguien nos rescate.
Vale, no se me hacía una idea demasiado atractiva.
–No me parece bien –apunté.
–Cómo no…
Lo fulminé con la mirada cuando se sentó a mi lado, pero me ignoró.
–No creo que quedarnos sentados y de brazos cruzados vaya a ser lo mejor. Podríamos intentar salir de aquí –propuse.
– ¿Y qué te crees que hemos estado haciendo hasta ahora?
–Sólo tenemos que ir hacia arriba, ¿no? –ignoré aquella estúpida pregunta e intenté mostrarme animada.
–______, ya no sé dónde estamos, así que no sé si nos encontramos arriba o abajo…
El rugido de su estómago me hizo recordar que yo también estaba hambrienta, pero sobretodo sedienta.
–Tenemos que encontrar algo para comer. Y, además, estoy muerta de sed.
–Yo también. No hemos bebido nada desde que hemos salido de casa de Zayn a eso de la una. Y ya son las cinco y media… –explicó Harry echándole una ojeada a su reloj, que sólo tenía el vidrio resquebrajado.
–Había dos botellas de agua en el maletero del coche –recordé de repente, abriendo mucho los ojos.
–Las he puesto yo esta mañana, por si nos entraba sed durante el camino de vuelta.
–Ha sido una muy buena idea. Ahora sólo nos falta encontrar el coche, así que vamos –me puse en pie casi de un salto, estimulada por la sed que me estaba torturando y por el calor que no dejaba de molestar.
Harry se levantó también, aunque no con tanto ánimo como yo. Se miró la mano herida, que había vuelto a mancharse de sangre porque el corte aún continuaba abierto.
–Tenemos que encontrar el coche –asintió, sin moverse ni un ápice.
– ¿Qué pasa? –inquirí cuando vi que no se ponía en marcha.
Me miró detenidamente durante algunos segundos, y después se explicó:
–Creo que tenemos que hacer una tregua.
– ¿De qué estás hablando?
Se acercó un paso a mí, sosteniendo con su mano sana la mano herida. Necesitaba que le viera un médico, pero en aquel momento aquello me parecía algo tan imposible como que las vacas volaran.
–Tenemos que dejar de discutir mientras estemos perdidos. Ahora tenemos que estar unidos por nuestro bien, y tenemos que colaborar. Ya tendremos tiempo de discutir cuando hayamos salido de aquí.
Asentí en silencio.
–Me parece bien.
–Vale. Por ahora, lo principal es encontrar el coche, y una vez lo hayamos hecho, ya veremos qué hacemos.
–Entonces, pongámonos en marcha.
No quería pensar en la posibilidad de no encontrar el vehículo, así que intenté tomarme aquello como si fuese una excursión, pero todo lo que había a mi alrededor y mi estado de ánimo me recordaban que no era así.
– ¿Cómo crees que estará Julie? –me preguntó Harry mientras caminábamos a la par, esquivando baches y arbustos.
Por culpa de la gran frondosidad de aquel bosque apenas veíamos el cielo, y si no fuera por el reloj de Harry , yo ya habría perdido la noción del tiempo.
–Bien –respondí con una sonrisa fingida, pues realmente me encontraba al borde de las lágrimas. –Seguro que ni se acuerda de nosotros, como tú has dicho antes.
Harry asintió, aunque no muy convencido, y continuamos caminando en silencio hasta que mi estómago se quejó y el de Harry lo imitó.
–Tenemos que comer algo –apuntó.
– ¿Qué propones que hagamos?
–Tendríamos que cazar algún animal.
Lo miré con escepticismo.
– ¿Y tú sabes cazar? Porque yo, lo siento, pero no.
Supe que mi respuesta le molestó, pero no lo demostró.
–No, pero está claro que no podemos estar sin comer. No me da la gana de morirme de hambre, _______.
–A mí tampoco me parece una idea demasiado atractiva.
Entonces me percaté de lo pálido que estaba Harry, y por un momento me asusté.
– ¿Te encuentras bien? –pregunté, acercándome a él con rapidez.
–Sí, claro…
–No me mientas. Estás muy pálido. Maldita sea… –maldije al ver que se tambaleaba. –Quédate aquí, iré a buscar el coche.
– ¡No! No podemos separarnos. ¿Qué pasará si te alejas demasiado y luego no eres capaz de volver aquí?
–Harry, estás a punto de desmayarte porque has perdido mucha sangre y hace horas que no has comido ni bebido nada, ¿comprendes? Además, estás agotado y magullado, así que cállate y quédate aquí. No tardaré –hice el ademán de comenzar a caminar de nuevo, pero sentí cómo me lo impedía agarrándome de la muñeca.
–No. O vamos los dos o no vamos.
Rodé los ojos, intentando recordar si siempre había sido así de terco, y acto seguido me solté de su agarre.
–Tú mismo. Si te desmayas, te abandonaré aquí para que te coman los osos.
–Qué graciosa. Aunque bueno, piensa que si me abandonas aquí, no tendrás que preocuparte por el divorcio.
Aquella broma no me hizo gracia. Es más, no me gustó en absoluto.
–Pensaba que habíamos hecho una tregua.
–Sí, y no estamos discutiendo. Sólo hablando.
Negué lentamente con la cabeza, sintiéndome mal por aquel estúpido comentario.
–No sé de dónde has sacado la idea de que quiero deshacerme de ti –me quejé.
– ¿No es así? Por eso vamos a divorciarnos, ¿o es que hay algo que yo no sepa?
–No hay nada que no sepas, pero creo que me tomas por una especie de bruja que sólo quiere verte fracasar o muerto.
Me observó con una ceja alzada, aunque con una sonrisa en el rostro.
–A ver, últimamente sí que pareces una bruja conmigo, pero sólo porque siempre buscas una razón para culparme.
Sin dar crédito a lo que estaba oyendo, le dediqué una mirada letal:
– ¿Ves? Siempre soy yo la mala. Siempre busco una razón para culparte, siempre soy yo la que tiene ganas de discutir. Y claro, soy yo la quiere divorciarse.
– La idea fue tuya –dijo quedamente.
– ¡Pero tú no te negaste!
–Porque es lo que tú quieres. No me gustaría vivir contigo sabiendo que eres infeliz, y sé que llevas tiempo siéndolo.
Lo miré a los ojos, pero él no me devolvió la mirada. Quise decirle que sentía haberme comportado como lo había hecho, que sentía no haberle comprendido y no haber dejado que explicara sus razones, pero no pude hacerlo porque comenzó a caminar a paso ligero, observando fijamente algo que se encontraba delante de nosotros.
– ¡El coche! –exclamó con los ojos muy abiertos.
Y sí, efectivamente, el vehículo destrozado se encontraba no demasiado lejos de nosotros. Adelanté el paso hasta que llegué al maletero, que continuaba abierto, y saqué las dos botellas de agua. Abrí una con prisa y comencé a beber ávidamente, importándome nada lo poco elegante que estaba siendo. El agua estaba más caliente que fría, pero en aquel instante me importaba más bien poco.
–Tendremos que reservar un poco el agua, por lo menos hasta que encontremos un río del que podamos beber –escuché la voz de Harry a mi lado, y yo asentí sin apartar mi boca de la botella. Una vez estuve saciada, le pasé el agua a Harry que más o menos hizo lo mismo que yo.
Suspiré aliviada de haber podido saciar esa necesidad, pero mi estómago se apresuró a quejarse para recordarme que aún tenía que comer.
–Por lo menos ya no moriremos deshidratados. Tal vez muramos de inanición –me encogí de hombros, y cuando vi que Harry sonreía después de haber cerrado la botella de agua, me sentí bien. No supe por qué.
–Ahora que estamos aquí, no creo que debamos alejarnos demasiado. En el coche tenemos ropa y la poca agua que nos queda. Pero claro, tenemos que comer.
Asentí, comenzando a sentirme sucia y exhausta.
–Podríamos hacer alguna señal que nos indique dónde está el coche, por si nos alejamos mucho.
– ¿Quieres que dejemos miguitas de pan en el suelo? –bromeó, pero no me reí. Simplemente lo miré con los ojos entrecerrados.
–No, porque si tuviéramos miguitas de pan, no tendríamos que alejarnos para buscar comida.
–Touché.
En ese instante recordé que debía curarle la herida de la mano de nuevo, así que cogí el botiquín y volví a limpiarle la herida. Supe que no tardaría en volver a abrírsele, por lo que, sin pensar demasiado en lo que hacía, rasgué un trozo de tela de su camisa y se la coloqué a modo de venda.
– ¿Era necesario que rompieras mi ropa? ¿No podías hacerlo con una de tus prendas? –se quejó, y yo sonreí.
–Está claro que no. Y ahora, vamos a buscar comida.
.
.
Narra Harry
En ese momento llevaba un lado de la camisa más largo que el otro, pero supuse que poco importaba. Por lo menos, llevaba la mano vendada. Intenté fijarme en los árboles que rodeaban el coche, y por supuesto en el precipicio, aunque pensé que tal vez no serviría de mucho. De todas formas, no quería volver a perder de vista el vehículo. Miré el reloj y vi que ya eran las siete y media, por lo que era casi la hora de cenar, además de que no tardaría en comenzar a anochecer.
– ¿Crees que tendremos que pasar mucho tiempo aquí? –me preguntó____, sacándome de mis pensamientos.
–No lo sé. Imagino que Zayn y Perrie ya se habrán percatado de que está pasando algo, porque hace ya un rato que deberíamos haber llegado a casa y no les hemos llamado, pero si no, mañana, cuando ni tú ni yo vayamos a trabajar saltarán las alarmas.
–O sea, que vamos a pasar mucho tiempo aquí.
–Esperemos que no.
Entonces, vi que había un pájaro en una rama, y me vino una idea a la cabeza, pero era bastante absurda. ¿Cómo diablos iba a cazar a aquel pájaro? Pero algo teníamos que comer, esto estaba más que claro.
– ¿Crees que podríamos cazar aquel pájaro? –le pregunté a _______en voz baja para no asustar al animal.
– No creo. ¿Cómo vas a hacerlo? ¿Y cómo sabes que el bicho no está enfermo y que si nos lo comemos no nos contagiará y moriremos a causa de alguna extraña enfermedad?
La miré con las cejas alzadas, sin poder creerme lo que estaba oyendo.
–Tenemos que comer, porque si no lo hacemos, sí que moriremos, pero por inanición.
– ¿Pero cómo diablos vas a cazar un pájaro? ¿No sería mejor un conejo? ¿O un ciervo?
– ¿Has visto algún conejo o algún ciervo por aquí?
–No –murmuró, arrugando la nariz. – ¿Y si comemos bayas? –me preguntó, señalando unos pequeños frutos que habían brotado de una planta que no se me hacía demasiado fiable.
–Podrían ser venenosas.
–Entonces será mejor que nos las comamos cuanto antes y que nos despidamos ya de este mundo. ¿Qué más da, si vamos a morir por alguna cosa u otra? –decretó de repente, cogiendo una baya y abriendo la boca.
Sin pensármelo dos veces, golpeé la mano en la que sostenía la fruta haciendo que ésta cayera al suelo, y después sostuve a ________por los hombros y la zarandeé.
– ¿Es que eres tonta? ¿Has escuchado lo que acabas de decir? –casi grité sin dejar de sacudirla, sin poder creer la estupidez que había salido de su boca.
Narra ______
Estaba histérica, pero no era para menos. En aquel momento tenía claro que estábamos totalmente perdidos, pues Zayn ni Perrie supondrían que continuábamos conduciendo en dirección a Holmes Chapel, y allí nadie nos esperaba hasta el día siguiente. No estaba segura de cuánto tardarían nuestros amigos en darse cuenta de que no nos poníamos en contacto con ellos, pero realmente en aquel instante no encontraba solución alguna a nuestro problema.
–No sé qué vamos a hacer… –murmuré, agachando la cabeza y tragándome el nudo de angustia que se encontraba en mi garganta.
–Saldremos de aquí, ______, eso tenlo por seguro –intentó tranquilizarme Harry, aunque por el tono de su voz parecía molesto. –Ya sé que no confías en mí y que crees que soy un inútil, pero de una forma u otra conseguiremos salir.
Alcé el rostro cuando escuche sus últimas palabras, sin poder creer lo que acababa de oír.
–Yo no creo que seas un inútil, y sabes que nunca lo he creído –le aclaré, esperando que no tuviera ganas de discutir en aquel momento.
–Vamos a buscar el coche –fue su única respuesta justo antes de darse la vuelta y comenzar a caminar de nuevo.
Adelanté el paso para ponerme a su lado y no tener que hablar con su espalda:
–Y claro que confío en ti, lo que no entiendo es a qué viene esto ahora. No puedes negar que estamos perdidos, Harry.
–No lo niego, pero estoy harto de que seas tan pesimista.
–No soy pesimista, soy…
–Realista, sí, ya lo has dicho antes –me interrumpió de malas maneras, consiguiendo que le dedicara una mirada ceñuda. –Y sí, hemos tenido un accidente, nadie sabe dónde estamos, no tenemos coche, ni comida y tampoco una forma de ponernos en contacto con nadie, pero no creo que vaya a resultar muy complicado salir de aquí.
–Sinceramente, espero que tengas razón.
Un buen rato después, muertos de calor y empapados en sudor, continuábamos buscando el coche.
–Estoy seguro de que estaba por aquí –repitió Harry por enésima vez, dando vueltas sobre sí mismo como si con eso fuera a solucionar algo.
– ¿Sí? Pues yo creo que todos los árboles son iguales. Y no sé si te has dado cuenta, pero nos hemos desviado del precipicio.
–Mierda… ¡Joder! ¡Hijo de…! ¡Mierda!
Estaba exhausta, y escuchar las maldiciones de Harry no me ayudaba en absoluto, por lo que me senté en el suelo, no sin haber comprobado antes que no había ningún insecto al que pudiera aplastar, claro.
–Vale, tranquilízate –le pedí en un intento por aclarar las cosas. – ¿Qué podemos hacer, aparte de maldecir y de enfadarnos?
Pareció pensárselo durante algunos segundos, y después me dedicó una mirada resignada.
–Aceptar que estamos perdidos y esperar a que alguien nos rescate.
Vale, no se me hacía una idea demasiado atractiva.
–No me parece bien –apunté.
–Cómo no…
Lo fulminé con la mirada cuando se sentó a mi lado, pero me ignoró.
–No creo que quedarnos sentados y de brazos cruzados vaya a ser lo mejor. Podríamos intentar salir de aquí –propuse.
– ¿Y qué te crees que hemos estado haciendo hasta ahora?
–Sólo tenemos que ir hacia arriba, ¿no? –ignoré aquella estúpida pregunta e intenté mostrarme animada.
–______, ya no sé dónde estamos, así que no sé si nos encontramos arriba o abajo…
El rugido de su estómago me hizo recordar que yo también estaba hambrienta, pero sobretodo sedienta.
–Tenemos que encontrar algo para comer. Y, además, estoy muerta de sed.
–Yo también. No hemos bebido nada desde que hemos salido de casa de Zayn a eso de la una. Y ya son las cinco y media… –explicó Harry echándole una ojeada a su reloj, que sólo tenía el vidrio resquebrajado.
–Había dos botellas de agua en el maletero del coche –recordé de repente, abriendo mucho los ojos.
–Las he puesto yo esta mañana, por si nos entraba sed durante el camino de vuelta.
–Ha sido una muy buena idea. Ahora sólo nos falta encontrar el coche, así que vamos –me puse en pie casi de un salto, estimulada por la sed que me estaba torturando y por el calor que no dejaba de molestar.
Harry se levantó también, aunque no con tanto ánimo como yo. Se miró la mano herida, que había vuelto a mancharse de sangre porque el corte aún continuaba abierto.
–Tenemos que encontrar el coche –asintió, sin moverse ni un ápice.
– ¿Qué pasa? –inquirí cuando vi que no se ponía en marcha.
Me miró detenidamente durante algunos segundos, y después se explicó:
–Creo que tenemos que hacer una tregua.
– ¿De qué estás hablando?
Se acercó un paso a mí, sosteniendo con su mano sana la mano herida. Necesitaba que le viera un médico, pero en aquel momento aquello me parecía algo tan imposible como que las vacas volaran.
–Tenemos que dejar de discutir mientras estemos perdidos. Ahora tenemos que estar unidos por nuestro bien, y tenemos que colaborar. Ya tendremos tiempo de discutir cuando hayamos salido de aquí.
Asentí en silencio.
–Me parece bien.
–Vale. Por ahora, lo principal es encontrar el coche, y una vez lo hayamos hecho, ya veremos qué hacemos.
–Entonces, pongámonos en marcha.
No quería pensar en la posibilidad de no encontrar el vehículo, así que intenté tomarme aquello como si fuese una excursión, pero todo lo que había a mi alrededor y mi estado de ánimo me recordaban que no era así.
– ¿Cómo crees que estará Julie? –me preguntó Harry mientras caminábamos a la par, esquivando baches y arbustos.
Por culpa de la gran frondosidad de aquel bosque apenas veíamos el cielo, y si no fuera por el reloj de Harry , yo ya habría perdido la noción del tiempo.
–Bien –respondí con una sonrisa fingida, pues realmente me encontraba al borde de las lágrimas. –Seguro que ni se acuerda de nosotros, como tú has dicho antes.
Harry asintió, aunque no muy convencido, y continuamos caminando en silencio hasta que mi estómago se quejó y el de Harry lo imitó.
–Tenemos que comer algo –apuntó.
– ¿Qué propones que hagamos?
–Tendríamos que cazar algún animal.
Lo miré con escepticismo.
– ¿Y tú sabes cazar? Porque yo, lo siento, pero no.
Supe que mi respuesta le molestó, pero no lo demostró.
–No, pero está claro que no podemos estar sin comer. No me da la gana de morirme de hambre, _______.
–A mí tampoco me parece una idea demasiado atractiva.
Entonces me percaté de lo pálido que estaba Harry, y por un momento me asusté.
– ¿Te encuentras bien? –pregunté, acercándome a él con rapidez.
–Sí, claro…
–No me mientas. Estás muy pálido. Maldita sea… –maldije al ver que se tambaleaba. –Quédate aquí, iré a buscar el coche.
– ¡No! No podemos separarnos. ¿Qué pasará si te alejas demasiado y luego no eres capaz de volver aquí?
–Harry, estás a punto de desmayarte porque has perdido mucha sangre y hace horas que no has comido ni bebido nada, ¿comprendes? Además, estás agotado y magullado, así que cállate y quédate aquí. No tardaré –hice el ademán de comenzar a caminar de nuevo, pero sentí cómo me lo impedía agarrándome de la muñeca.
–No. O vamos los dos o no vamos.
Rodé los ojos, intentando recordar si siempre había sido así de terco, y acto seguido me solté de su agarre.
–Tú mismo. Si te desmayas, te abandonaré aquí para que te coman los osos.
–Qué graciosa. Aunque bueno, piensa que si me abandonas aquí, no tendrás que preocuparte por el divorcio.
Aquella broma no me hizo gracia. Es más, no me gustó en absoluto.
–Pensaba que habíamos hecho una tregua.
–Sí, y no estamos discutiendo. Sólo hablando.
Negué lentamente con la cabeza, sintiéndome mal por aquel estúpido comentario.
–No sé de dónde has sacado la idea de que quiero deshacerme de ti –me quejé.
– ¿No es así? Por eso vamos a divorciarnos, ¿o es que hay algo que yo no sepa?
–No hay nada que no sepas, pero creo que me tomas por una especie de bruja que sólo quiere verte fracasar o muerto.
Me observó con una ceja alzada, aunque con una sonrisa en el rostro.
–A ver, últimamente sí que pareces una bruja conmigo, pero sólo porque siempre buscas una razón para culparme.
Sin dar crédito a lo que estaba oyendo, le dediqué una mirada letal:
– ¿Ves? Siempre soy yo la mala. Siempre busco una razón para culparte, siempre soy yo la que tiene ganas de discutir. Y claro, soy yo la quiere divorciarse.
– La idea fue tuya –dijo quedamente.
– ¡Pero tú no te negaste!
–Porque es lo que tú quieres. No me gustaría vivir contigo sabiendo que eres infeliz, y sé que llevas tiempo siéndolo.
Lo miré a los ojos, pero él no me devolvió la mirada. Quise decirle que sentía haberme comportado como lo había hecho, que sentía no haberle comprendido y no haber dejado que explicara sus razones, pero no pude hacerlo porque comenzó a caminar a paso ligero, observando fijamente algo que se encontraba delante de nosotros.
– ¡El coche! –exclamó con los ojos muy abiertos.
Y sí, efectivamente, el vehículo destrozado se encontraba no demasiado lejos de nosotros. Adelanté el paso hasta que llegué al maletero, que continuaba abierto, y saqué las dos botellas de agua. Abrí una con prisa y comencé a beber ávidamente, importándome nada lo poco elegante que estaba siendo. El agua estaba más caliente que fría, pero en aquel instante me importaba más bien poco.
–Tendremos que reservar un poco el agua, por lo menos hasta que encontremos un río del que podamos beber –escuché la voz de Harry a mi lado, y yo asentí sin apartar mi boca de la botella. Una vez estuve saciada, le pasé el agua a Harry que más o menos hizo lo mismo que yo.
Suspiré aliviada de haber podido saciar esa necesidad, pero mi estómago se apresuró a quejarse para recordarme que aún tenía que comer.
–Por lo menos ya no moriremos deshidratados. Tal vez muramos de inanición –me encogí de hombros, y cuando vi que Harry sonreía después de haber cerrado la botella de agua, me sentí bien. No supe por qué.
–Ahora que estamos aquí, no creo que debamos alejarnos demasiado. En el coche tenemos ropa y la poca agua que nos queda. Pero claro, tenemos que comer.
Asentí, comenzando a sentirme sucia y exhausta.
–Podríamos hacer alguna señal que nos indique dónde está el coche, por si nos alejamos mucho.
– ¿Quieres que dejemos miguitas de pan en el suelo? –bromeó, pero no me reí. Simplemente lo miré con los ojos entrecerrados.
–No, porque si tuviéramos miguitas de pan, no tendríamos que alejarnos para buscar comida.
–Touché.
En ese instante recordé que debía curarle la herida de la mano de nuevo, así que cogí el botiquín y volví a limpiarle la herida. Supe que no tardaría en volver a abrírsele, por lo que, sin pensar demasiado en lo que hacía, rasgué un trozo de tela de su camisa y se la coloqué a modo de venda.
– ¿Era necesario que rompieras mi ropa? ¿No podías hacerlo con una de tus prendas? –se quejó, y yo sonreí.
–Está claro que no. Y ahora, vamos a buscar comida.
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Narra Harry
En ese momento llevaba un lado de la camisa más largo que el otro, pero supuse que poco importaba. Por lo menos, llevaba la mano vendada. Intenté fijarme en los árboles que rodeaban el coche, y por supuesto en el precipicio, aunque pensé que tal vez no serviría de mucho. De todas formas, no quería volver a perder de vista el vehículo. Miré el reloj y vi que ya eran las siete y media, por lo que era casi la hora de cenar, además de que no tardaría en comenzar a anochecer.
– ¿Crees que tendremos que pasar mucho tiempo aquí? –me preguntó____, sacándome de mis pensamientos.
–No lo sé. Imagino que Zayn y Perrie ya se habrán percatado de que está pasando algo, porque hace ya un rato que deberíamos haber llegado a casa y no les hemos llamado, pero si no, mañana, cuando ni tú ni yo vayamos a trabajar saltarán las alarmas.
–O sea, que vamos a pasar mucho tiempo aquí.
–Esperemos que no.
Entonces, vi que había un pájaro en una rama, y me vino una idea a la cabeza, pero era bastante absurda. ¿Cómo diablos iba a cazar a aquel pájaro? Pero algo teníamos que comer, esto estaba más que claro.
– ¿Crees que podríamos cazar aquel pájaro? –le pregunté a _______en voz baja para no asustar al animal.
– No creo. ¿Cómo vas a hacerlo? ¿Y cómo sabes que el bicho no está enfermo y que si nos lo comemos no nos contagiará y moriremos a causa de alguna extraña enfermedad?
La miré con las cejas alzadas, sin poder creerme lo que estaba oyendo.
–Tenemos que comer, porque si no lo hacemos, sí que moriremos, pero por inanición.
– ¿Pero cómo diablos vas a cazar un pájaro? ¿No sería mejor un conejo? ¿O un ciervo?
– ¿Has visto algún conejo o algún ciervo por aquí?
–No –murmuró, arrugando la nariz. – ¿Y si comemos bayas? –me preguntó, señalando unos pequeños frutos que habían brotado de una planta que no se me hacía demasiado fiable.
–Podrían ser venenosas.
–Entonces será mejor que nos las comamos cuanto antes y que nos despidamos ya de este mundo. ¿Qué más da, si vamos a morir por alguna cosa u otra? –decretó de repente, cogiendo una baya y abriendo la boca.
Sin pensármelo dos veces, golpeé la mano en la que sostenía la fruta haciendo que ésta cayera al suelo, y después sostuve a ________por los hombros y la zarandeé.
– ¿Es que eres tonta? ¿Has escuchado lo que acabas de decir? –casi grité sin dejar de sacudirla, sin poder creer la estupidez que había salido de su boca.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
-Capítulo 10-
NARRA HARRY
Aparté mis brazos de______, enfadado, y me alejé de ella unos pasos, intentando respirar profundamente.
–No puedo creer lo que acabas de decir. ¿Es que sólo piensas en ti? ¿Ya no te importa nada ni nadie? ¿Ni siquiera Julie? –no podía dejar de gritarle. – ¿Te da igual morir y dejar a tu hija sola?
______ me miró entre sorprendida y conmocionada, con los ojos abiertos de par en par.
–Sólo estaba bromeando…
– ¿Ah, sí? ¡Pues vaya broma!
Apoyé la espalda en el tronco de un árbol y respiré hondo, en un vano intento por tranquilizarme.
–Lo siento, no sé por qué he dicho eso –se disculpó ______ acercándose a mí. –No iba a comerme la baya… No sé qué me ha pasado, de verdad. Y sí que pienso en Julie, y mucho más que tú, para que te enteres.
La fulminé con la mirada.
–Pues cualquiera lo diría, viendo lo que acabas de hacer.
– ¡Te he dicho que estaba bromeando! ¿Tanto te cuesta entender lo que es una broma? –se hartó, porque comenzó a gritarme, pero no le respondí porque había escuchado un sonido que estaba a punto de alegrarme el día. – ¿Eh? ¿Tanto te cuesta?
–Calla –le exigí a_____, alejándome del árbol. Empecé a caminar entre los árboles con prisa, buscando sin cesar aquel sonido.
– ¿Adónde vas?
– ¿No oyes eso? –le pregunté, deteniéndome y escuchando con atención. No había duda, nos encontrábamos cerca de un río.
– ¿Eso es agua? ¿Un río? –inquirió _______ con voz esperanzada, colocándose a mi lado.
–Eso parece. Vamos, tenemos que encontrarlo.
Ambos caminamos entre la maleza, hasta que vimos delante de nosotros un río no demasiado caudaloso, pero suficiente para hacernos sonreír con emoción. Al menos, nuestra situación ya no era tan desagradable.
–Aquí tenemos agua de sobras –apuntó________, poniéndose de rodillas para beber. – ¡Mira! ¡Hay pescados! –gritó, feliz como una niña pequeña. – ¿Crees que podremos pescar alguno?
Fruncí el ceño, pero me acerqué a ella y observé la situación.
–No tenemos cañas –dije, desanimado. –Pero podemos intentarlo.
_______asintió, y a continuación se incorporó mirando a su alrededor.
– ¿Te parece bien si pasamos la noche aquí cerca? – me preguntó. –No creo que debamos perder de vista el río.
–Tienes razón. Podemos quedarnos por aquí. Me parece que el coche no está lejos, así que mañana por la mañana podemos ir a buscar ropa limpia y asearnos un poco, aunque sea.
–Sí, por favor –pidió _______con cara de súplica. –En ese caso, yo buscaré un buen sitio para dormir y haré una hoguera, y de mientras, tú pescarás nuestra cena. ¿Te parece?
– ¿Tengo cara de saber pescar sin caña?
– ¿Tengo cara de saber encender una hoguera?
Sonreí sin poder evitarlo y, acto seguido, me puse a buscar un palo. Cuando encontré uno lo bastante grande y grueso, me senté en el suelo para quitarme los zapatos. Me fijé en que ______se había alejado unos cuantos metros del río y que estaba intentando encender una fogata. Se había quitado la chaqueta que llevaba y se había sentado encima de ella mientras colocaba piedras formando un círculo. Sonreí y, remangándome los pantalones hasta la rodillas, me dispuse a hacer el ridículo intentando pescar un pescado con un palo.
.
.
NARRA _______
No podía creer que había sido capaz de encender una hoguera yo sola. Me había costado lo mío, y también me estaba costando mantenerla encendida, pero cada dos por tres iba arrojando pequeños troncos al fuego para avivarlo. Le eché una ojeada a Harry, que parecía no tener éxito con los pescados, hasta que al cabo de un rato lo vi aparecer con uno no demasiado grande en sus manos. No hacía falta decir que estaba empapado, y tuve que esforzarme al máximo para no reírme a carcajada limpia delante de él.
–Odio los pescados, te lo aseguro –se sentó a mi lado después de haberse escurrido la ropa.
– ¿Son más listos que tú? –bromeé, aunque a él no le hizo demasiada gracia.
– ¿Quién te ha ayudado a encender el fuego? –me la devolvió, y yo me limité a sacarle la lengua como solía hacer cuando aún éramos felices juntos.
Carraspeé cuando comprendí que hacía tiempo que no nos encontrábamos tan relajados el uno en la presencia del otro, y me apresuré a decir algo antes de que Harry también se diera cuenta.
– ¿Seguro que podremos comernos el pescado?
–Yo creo que sí. Diría que es una trucha, por lo que sólo tendremos que asarlo y tener cuidado con las espinas –explicó. –Así que, manos a la obra.
Un rato después, habíamos despedazado al pobre animal y nos habíamos comido todo lo que habíamos podido, pues un pescado no era demasiado alimento para dos personas hambrientas.
–Lo siento –se disculpó Harry cuando terminamos de "cenar". –Mañana intentaré pescar más de una pieza…
–Bueno, por lo menos, ya no tenemos el estómago tan vacío.
Asintió en silencio, y después bostezó.
–Tendríamos que dormir un poco. Yo, al menos, estoy molido y me duele todo.
–A mí también… Es que si lo piensas, hemos tenido un accidente de coche esta mañana, y ahora estamos perdidos en medio del bosque. ¿No te parece absurdo?
–Pues sí, bastante.
Harry se tumbó en el suelo, pero parecía incómodo, porque no sabía en qué postura ponerse. Se quitó la camisa que yo le había desgarrado para vendarle la mano, quedándose con una camiseta de manga corta blanca. A continuación, plegó la camisa hasta que hizo una bola con ella y se la colocó a modo de cojín. Yo opté por hacer lo mismo que él con mi chaqueta, y me tumbé un poco alejada de Harry.
– ¿Crees que nos estarán buscando ya? –no pude evitar preguntarle. No hacía más que pensar en Julie, en cómo estaría y en si nos echaba de menos. Necesitaba saber que estaba bien.
–Es posible. Pero si no lo están haciendo ya, no tardarán en empezar a hacerlo.
–Espero que así sea –observé el cielo estrellado que había encima de nosotros, y me sorprendí al ver tantas estrellas. Si no fuera por la situación en la que nos encontrábamos, me habría parecido un escenario muy romántico.
– ¿Puedo hacerte una pregunta? –inquirió Harry, y yo ladeé la cabeza para mirarle. Asentí sin abrir la boca. –Cuando nos divorciemos… ¿saldrás con Nathan?
Rodé los ojos sin poder creerme lo que estaba oyendo.
– ¿Saldrás tú con María? –se la devolví, empezando a cansarme de el tema.
–Yo he preguntado antes.
– ¿Qué más da? Cuando nos divorciemos, ambos seremos libres y podremos hacer con nuestra vida lo que nos plazca. Pero si tanto te interesa saberlo: no, no saldré con él. No voy a salir de una relación para meterme en otra, eso está claro.
Su rostro se relajó por un momento, cosa que me extrañó.
–Yo tampoco –su respuesta me alivió, y me enfadé por eso. No tendría que aliviarme. Simplemente me tendría que dar igual.
–Creo que será mejor que durmamos. Necesitamos descansar un poco, aunque sea –me escaqueé de tener que seguir hablando con él. –Buenas noches.
–Buenas noches.
Me giré, dándole la espalda a Harry pero el suelo estaba demasiado duro, aunque poco me importó. No quería que viera mis ojos llenos de lágrimas, así que permanecí en esa postura hasta que me dormí mucho rato después.
Abrí los ojos con dificultad, pues el sol estaba cegándome por completo. Me costó bastante comprender por qué me dolía tanto todo el cuerpo, así que me incorporé lentamente, sintiendo cómo me crujían todos los huesos. Me pasé el dorso de la mano por los ojos para despegarlos, y cuando al fin pude abrirlos por completo, me percaté de que estaba sola. Al lado de la hoguera, que se había apagado durante algún momento de la noche, había dos pescados que supuse los había pescado Harry. Parecía que ya le había cogido el tranquillo a la cosa.
Bostecé, estiré los brazos y me pasé las manos por el pelo, que estaba lleno de tierra e incluso de hojas. Me sentía sucia y también cansada, y eso que había conseguido dormir un poco, pues me había costado mucho hacerlo. El suelo no era un lugar muy cómodo en el que dormir, desde luego. Me levanté, expulsando la tierra que tenía en los pantalones y eché una ojeada a mi alrededor, pero no encontré a Harry. Me acerqué al río, pero tampoco estaba allí, y sin poder evitarlo, comencé a ponerme nerviosa. Caminé a paso ligero por los alrededores, intentando no alejarme demasiado del río ni de nuestro campamento improvisado, pero por más que lo busqué durante diez minutos, no fui capaz de encontrarle.
– ¿Harry? –lo llamé varias veces, pero no recibí respuesta. Sólo escuchaba el rumor del agua del río y el canto de los pájaros, pero ninguna señal por parte de Harry.
Entonces, una serie de imágenes catastróficas comenzaron a pasar por mi mente: tal vez había ido hasta el coche, pero se había equivocado de camino y se había caído por algún precipicio sin poder evitarlo, o tal vez lo hubiera atacado un oso o un lobo, y en aquel momento se encontraba herido en algún lugar recóndito del bosque a punto de morir. Se me llenaron los ojos de lágrimas de impotencia, y continué buscándole.
– ¡Harry! –grité, al borde de la histeria.
No quería quedarme sola, pues estaba segura de no ser capaz de sobrevivir sin él, pero sobretodo, no quería que le ocurriera nada malo. El corazón me latía desbocado, y se detuvo durante un segundo cuando percibí pasos detrás de mí. Me di la vuelta bruscamente, hasta que me topé de frente con Harry.
– ¿Me buscabas? –preguntó, parpadeando seguidamente, sorprendido.
Tragué saliva con dificultad y, sin pensármelo dos veces, casi me arrojé sobre él, abrazándolo con fuerza, como hacía tiempo que no lo hacía.
– ¡Serás imbécil! Por poco me matas del susto… –le reproché sin soltarlo, hablando contra su cuello, pues me sentía tan avergonzada por mi actitud que había escondido mi rostro en su hombro.
– ¿Por qué? –él también me abrazó, pero con algo de reticencia, como si en realidad no quisiera hacerlo, y eso sólo provocó nuevas lágrimas.
Sorbí por la nariz e intenté ordenar mis pensamientos, pero me costó hacerlo.
–Pensaba que te había pasado algo malo… –hablé entrecortadamente.
–Ya sé que no soy un hombre de bosque, pero creo que te he demostrado que puedo desenvolverme bien, ¿no? –bromeó, sonriendo mientras me apartaba un poco de su cuerpo. Cuando vio que estaba llorando, dejó de sonreír. – ¿Por qué lloras?
–Te lo acabo de decir –me sequé los ojos con las manos y después sacudí la cabeza, sintiéndome estúpida. –Soy una exagerada, olvídalo.
No me atrevía a mirarlo a la cara, pero lo hice cuando no me contestó, y vi que me observaba con una expresión extraña.
– ¿Estabas preocupada por mí? ¿De verdad?
–No sé por qué te sorprendes tanto… –me mordí el labio inferior, y me crucé de brazos. – ¿Adónde has ido?
–Te lo explicaré mientras desayunamos.
Le agradecí al cielo que se olvidara de mis lágrimas, pero no pude evitar sentir una punzada en el corazón cuando recordé lo mucho que le había costado abrazarme, como si el simple hecho de hacerlo le resultara repugnante. ¿Hasta ese punto habíamos llegado?
Caminamos hasta nuestro campamento y nos sentamos en el suelo. Entre los dos volvimos a encender la hoguera y asamos los pescados, así que cuando comenzamos a desayunar, le pregunté:
–Bueno, ¿me vas a explicar adónde has ido?
–Al coche, a buscar ropa limpia y también las dos botellas de agua para llenarlas.
– ¿Y dónde están? –pregunté, mirando a nuestro alrededor sin encontrar ni la ropa ni las botellas.
–Cuando terminemos de desayunar te lo enseñaré. Estoy seguro de que te va a encantar.
Lo miré con una ceja alzada, sin comprender.
– ¿Me lo parece a mí, u hoy estás muy misterioso?
Se encogió de hombros con una sonrisita interesante en el rostro, y yo me limité a negar con la cabeza.
–Podrías haberme despertado cuando lo has hecho tú. Así me hubieras ahorrado el mal rato que he pasado.
–Es que cuando me he despertado he visto que dormías profundamente, y como sé que esta noche te ha costado dormir, he pensado que lo mejor era dejarte descansar.
Lo miré, sorprendida por su consideración, pero más sorprendida de que supiera lo mucho que me había costado conciliar el sueño.
–Si sabes lo mucho que me ha costado dormir, significa que tú tampoco has podido hacerlo.
–El suelo es demasiado incómodo, pero da igual. Ya no estoy tan cansado como ayer.
– ¿Y cómo llevas la mano? –pregunté, observando el improvisado vendaje.
–Parece que bien. Me duele, pero creo que la herida no se ha vuelto a abrir.
Asentí en silencio, terminando de desayunar. Acto seguido, me puse en pie.
– ¿Me vas a enseñar el sitio ese que tanto me va a encantar?
–Veo que sigues siendo tan impaciente como antes –me dijo con una sonrisa divertida que no dudé en devolverle, y le ayudé a incorporarse.
Después de apagar el fuego, ambos comenzamos a caminar sin apartarnos ni un instante del río. Yo iba detrás de Harry, siguiendo sus pasos como una niña pequeña, y así me sentía, igual de emocionada. Tardamos unos diez minutos en llegar a aquel lugar, y cuando me encontré delante de aquel lago tan hermoso, se me atoró la respiración.
– ¿Te gusta? –preguntó Harry, observándome atentamente.
– ¿Cómo lo has encontrado? –obvié su pregunta sin poder apartar la mirada del agua.
–No lo sé. Sólo he ido siguiendo el curso del río hasta que he llegado aquí, y he pensado que podríamos darnos un baño para después ponernos la ropa limpia.
Asentí en silencio, sin poder creer cómo algo tan banal como un lago podía alegrarme tanto el día.
Harry me cogió de la mano, me llevó hasta la orilla del lago y me mostró dónde había dejado la ropa. Había cogido un par de prendas para cada uno, pero con eso para mí ya era más que suficiente.
– ¿Estás seguro de que podemos bañarnos? –pregunté, indecisa, mientras me descalzaba. Aquel día hacía mucho calor, y sabía que un baño era lo mejor que podrían ofrecerme en aquel instante.
–Supongo que sí. No creo que el agua esté contaminada, si es a eso a lo que te refieres.
Cuando estaba a punto de quitarme el resto de la ropa, le dediqué a Harry una mirada significativa.
–Oh, sí, tranquila. Yo… –carraspeó y se pasó la mano por el pelo, nervioso. –Báñate tú primero, yo me quedaré por aquí sentado y no fisgonearé, te lo prometo.
–Vale… Pero no te alejes mucho –me observó sorprendido, y yo me apresuré a explicarme: –Te necesitaré si encuentro alguna serpiente marina o algún pescado carnívoro.
Sonrió con diversión, como si mi respuesta fuera estúpida. Y, mirándolo bien, sí que lo era.
–Tranquila, estaré por aquí –se alejó lo bastante como para que yo me sintiera segura al desnudarme y, una vez lo hice, corrí hasta que me zambullí de un salto en el agua fría del lago.
NARRA HARRY
Aparté mis brazos de______, enfadado, y me alejé de ella unos pasos, intentando respirar profundamente.
–No puedo creer lo que acabas de decir. ¿Es que sólo piensas en ti? ¿Ya no te importa nada ni nadie? ¿Ni siquiera Julie? –no podía dejar de gritarle. – ¿Te da igual morir y dejar a tu hija sola?
______ me miró entre sorprendida y conmocionada, con los ojos abiertos de par en par.
–Sólo estaba bromeando…
– ¿Ah, sí? ¡Pues vaya broma!
Apoyé la espalda en el tronco de un árbol y respiré hondo, en un vano intento por tranquilizarme.
–Lo siento, no sé por qué he dicho eso –se disculpó ______ acercándose a mí. –No iba a comerme la baya… No sé qué me ha pasado, de verdad. Y sí que pienso en Julie, y mucho más que tú, para que te enteres.
La fulminé con la mirada.
–Pues cualquiera lo diría, viendo lo que acabas de hacer.
– ¡Te he dicho que estaba bromeando! ¿Tanto te cuesta entender lo que es una broma? –se hartó, porque comenzó a gritarme, pero no le respondí porque había escuchado un sonido que estaba a punto de alegrarme el día. – ¿Eh? ¿Tanto te cuesta?
–Calla –le exigí a_____, alejándome del árbol. Empecé a caminar entre los árboles con prisa, buscando sin cesar aquel sonido.
– ¿Adónde vas?
– ¿No oyes eso? –le pregunté, deteniéndome y escuchando con atención. No había duda, nos encontrábamos cerca de un río.
– ¿Eso es agua? ¿Un río? –inquirió _______ con voz esperanzada, colocándose a mi lado.
–Eso parece. Vamos, tenemos que encontrarlo.
Ambos caminamos entre la maleza, hasta que vimos delante de nosotros un río no demasiado caudaloso, pero suficiente para hacernos sonreír con emoción. Al menos, nuestra situación ya no era tan desagradable.
–Aquí tenemos agua de sobras –apuntó________, poniéndose de rodillas para beber. – ¡Mira! ¡Hay pescados! –gritó, feliz como una niña pequeña. – ¿Crees que podremos pescar alguno?
Fruncí el ceño, pero me acerqué a ella y observé la situación.
–No tenemos cañas –dije, desanimado. –Pero podemos intentarlo.
_______asintió, y a continuación se incorporó mirando a su alrededor.
– ¿Te parece bien si pasamos la noche aquí cerca? – me preguntó. –No creo que debamos perder de vista el río.
–Tienes razón. Podemos quedarnos por aquí. Me parece que el coche no está lejos, así que mañana por la mañana podemos ir a buscar ropa limpia y asearnos un poco, aunque sea.
–Sí, por favor –pidió _______con cara de súplica. –En ese caso, yo buscaré un buen sitio para dormir y haré una hoguera, y de mientras, tú pescarás nuestra cena. ¿Te parece?
– ¿Tengo cara de saber pescar sin caña?
– ¿Tengo cara de saber encender una hoguera?
Sonreí sin poder evitarlo y, acto seguido, me puse a buscar un palo. Cuando encontré uno lo bastante grande y grueso, me senté en el suelo para quitarme los zapatos. Me fijé en que ______se había alejado unos cuantos metros del río y que estaba intentando encender una fogata. Se había quitado la chaqueta que llevaba y se había sentado encima de ella mientras colocaba piedras formando un círculo. Sonreí y, remangándome los pantalones hasta la rodillas, me dispuse a hacer el ridículo intentando pescar un pescado con un palo.
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NARRA _______
No podía creer que había sido capaz de encender una hoguera yo sola. Me había costado lo mío, y también me estaba costando mantenerla encendida, pero cada dos por tres iba arrojando pequeños troncos al fuego para avivarlo. Le eché una ojeada a Harry, que parecía no tener éxito con los pescados, hasta que al cabo de un rato lo vi aparecer con uno no demasiado grande en sus manos. No hacía falta decir que estaba empapado, y tuve que esforzarme al máximo para no reírme a carcajada limpia delante de él.
–Odio los pescados, te lo aseguro –se sentó a mi lado después de haberse escurrido la ropa.
– ¿Son más listos que tú? –bromeé, aunque a él no le hizo demasiada gracia.
– ¿Quién te ha ayudado a encender el fuego? –me la devolvió, y yo me limité a sacarle la lengua como solía hacer cuando aún éramos felices juntos.
Carraspeé cuando comprendí que hacía tiempo que no nos encontrábamos tan relajados el uno en la presencia del otro, y me apresuré a decir algo antes de que Harry también se diera cuenta.
– ¿Seguro que podremos comernos el pescado?
–Yo creo que sí. Diría que es una trucha, por lo que sólo tendremos que asarlo y tener cuidado con las espinas –explicó. –Así que, manos a la obra.
Un rato después, habíamos despedazado al pobre animal y nos habíamos comido todo lo que habíamos podido, pues un pescado no era demasiado alimento para dos personas hambrientas.
–Lo siento –se disculpó Harry cuando terminamos de "cenar". –Mañana intentaré pescar más de una pieza…
–Bueno, por lo menos, ya no tenemos el estómago tan vacío.
Asintió en silencio, y después bostezó.
–Tendríamos que dormir un poco. Yo, al menos, estoy molido y me duele todo.
–A mí también… Es que si lo piensas, hemos tenido un accidente de coche esta mañana, y ahora estamos perdidos en medio del bosque. ¿No te parece absurdo?
–Pues sí, bastante.
Harry se tumbó en el suelo, pero parecía incómodo, porque no sabía en qué postura ponerse. Se quitó la camisa que yo le había desgarrado para vendarle la mano, quedándose con una camiseta de manga corta blanca. A continuación, plegó la camisa hasta que hizo una bola con ella y se la colocó a modo de cojín. Yo opté por hacer lo mismo que él con mi chaqueta, y me tumbé un poco alejada de Harry.
– ¿Crees que nos estarán buscando ya? –no pude evitar preguntarle. No hacía más que pensar en Julie, en cómo estaría y en si nos echaba de menos. Necesitaba saber que estaba bien.
–Es posible. Pero si no lo están haciendo ya, no tardarán en empezar a hacerlo.
–Espero que así sea –observé el cielo estrellado que había encima de nosotros, y me sorprendí al ver tantas estrellas. Si no fuera por la situación en la que nos encontrábamos, me habría parecido un escenario muy romántico.
– ¿Puedo hacerte una pregunta? –inquirió Harry, y yo ladeé la cabeza para mirarle. Asentí sin abrir la boca. –Cuando nos divorciemos… ¿saldrás con Nathan?
Rodé los ojos sin poder creerme lo que estaba oyendo.
– ¿Saldrás tú con María? –se la devolví, empezando a cansarme de el tema.
–Yo he preguntado antes.
– ¿Qué más da? Cuando nos divorciemos, ambos seremos libres y podremos hacer con nuestra vida lo que nos plazca. Pero si tanto te interesa saberlo: no, no saldré con él. No voy a salir de una relación para meterme en otra, eso está claro.
Su rostro se relajó por un momento, cosa que me extrañó.
–Yo tampoco –su respuesta me alivió, y me enfadé por eso. No tendría que aliviarme. Simplemente me tendría que dar igual.
–Creo que será mejor que durmamos. Necesitamos descansar un poco, aunque sea –me escaqueé de tener que seguir hablando con él. –Buenas noches.
–Buenas noches.
Me giré, dándole la espalda a Harry pero el suelo estaba demasiado duro, aunque poco me importó. No quería que viera mis ojos llenos de lágrimas, así que permanecí en esa postura hasta que me dormí mucho rato después.
Abrí los ojos con dificultad, pues el sol estaba cegándome por completo. Me costó bastante comprender por qué me dolía tanto todo el cuerpo, así que me incorporé lentamente, sintiendo cómo me crujían todos los huesos. Me pasé el dorso de la mano por los ojos para despegarlos, y cuando al fin pude abrirlos por completo, me percaté de que estaba sola. Al lado de la hoguera, que se había apagado durante algún momento de la noche, había dos pescados que supuse los había pescado Harry. Parecía que ya le había cogido el tranquillo a la cosa.
Bostecé, estiré los brazos y me pasé las manos por el pelo, que estaba lleno de tierra e incluso de hojas. Me sentía sucia y también cansada, y eso que había conseguido dormir un poco, pues me había costado mucho hacerlo. El suelo no era un lugar muy cómodo en el que dormir, desde luego. Me levanté, expulsando la tierra que tenía en los pantalones y eché una ojeada a mi alrededor, pero no encontré a Harry. Me acerqué al río, pero tampoco estaba allí, y sin poder evitarlo, comencé a ponerme nerviosa. Caminé a paso ligero por los alrededores, intentando no alejarme demasiado del río ni de nuestro campamento improvisado, pero por más que lo busqué durante diez minutos, no fui capaz de encontrarle.
– ¿Harry? –lo llamé varias veces, pero no recibí respuesta. Sólo escuchaba el rumor del agua del río y el canto de los pájaros, pero ninguna señal por parte de Harry.
Entonces, una serie de imágenes catastróficas comenzaron a pasar por mi mente: tal vez había ido hasta el coche, pero se había equivocado de camino y se había caído por algún precipicio sin poder evitarlo, o tal vez lo hubiera atacado un oso o un lobo, y en aquel momento se encontraba herido en algún lugar recóndito del bosque a punto de morir. Se me llenaron los ojos de lágrimas de impotencia, y continué buscándole.
– ¡Harry! –grité, al borde de la histeria.
No quería quedarme sola, pues estaba segura de no ser capaz de sobrevivir sin él, pero sobretodo, no quería que le ocurriera nada malo. El corazón me latía desbocado, y se detuvo durante un segundo cuando percibí pasos detrás de mí. Me di la vuelta bruscamente, hasta que me topé de frente con Harry.
– ¿Me buscabas? –preguntó, parpadeando seguidamente, sorprendido.
Tragué saliva con dificultad y, sin pensármelo dos veces, casi me arrojé sobre él, abrazándolo con fuerza, como hacía tiempo que no lo hacía.
– ¡Serás imbécil! Por poco me matas del susto… –le reproché sin soltarlo, hablando contra su cuello, pues me sentía tan avergonzada por mi actitud que había escondido mi rostro en su hombro.
– ¿Por qué? –él también me abrazó, pero con algo de reticencia, como si en realidad no quisiera hacerlo, y eso sólo provocó nuevas lágrimas.
Sorbí por la nariz e intenté ordenar mis pensamientos, pero me costó hacerlo.
–Pensaba que te había pasado algo malo… –hablé entrecortadamente.
–Ya sé que no soy un hombre de bosque, pero creo que te he demostrado que puedo desenvolverme bien, ¿no? –bromeó, sonriendo mientras me apartaba un poco de su cuerpo. Cuando vio que estaba llorando, dejó de sonreír. – ¿Por qué lloras?
–Te lo acabo de decir –me sequé los ojos con las manos y después sacudí la cabeza, sintiéndome estúpida. –Soy una exagerada, olvídalo.
No me atrevía a mirarlo a la cara, pero lo hice cuando no me contestó, y vi que me observaba con una expresión extraña.
– ¿Estabas preocupada por mí? ¿De verdad?
–No sé por qué te sorprendes tanto… –me mordí el labio inferior, y me crucé de brazos. – ¿Adónde has ido?
–Te lo explicaré mientras desayunamos.
Le agradecí al cielo que se olvidara de mis lágrimas, pero no pude evitar sentir una punzada en el corazón cuando recordé lo mucho que le había costado abrazarme, como si el simple hecho de hacerlo le resultara repugnante. ¿Hasta ese punto habíamos llegado?
Caminamos hasta nuestro campamento y nos sentamos en el suelo. Entre los dos volvimos a encender la hoguera y asamos los pescados, así que cuando comenzamos a desayunar, le pregunté:
–Bueno, ¿me vas a explicar adónde has ido?
–Al coche, a buscar ropa limpia y también las dos botellas de agua para llenarlas.
– ¿Y dónde están? –pregunté, mirando a nuestro alrededor sin encontrar ni la ropa ni las botellas.
–Cuando terminemos de desayunar te lo enseñaré. Estoy seguro de que te va a encantar.
Lo miré con una ceja alzada, sin comprender.
– ¿Me lo parece a mí, u hoy estás muy misterioso?
Se encogió de hombros con una sonrisita interesante en el rostro, y yo me limité a negar con la cabeza.
–Podrías haberme despertado cuando lo has hecho tú. Así me hubieras ahorrado el mal rato que he pasado.
–Es que cuando me he despertado he visto que dormías profundamente, y como sé que esta noche te ha costado dormir, he pensado que lo mejor era dejarte descansar.
Lo miré, sorprendida por su consideración, pero más sorprendida de que supiera lo mucho que me había costado conciliar el sueño.
–Si sabes lo mucho que me ha costado dormir, significa que tú tampoco has podido hacerlo.
–El suelo es demasiado incómodo, pero da igual. Ya no estoy tan cansado como ayer.
– ¿Y cómo llevas la mano? –pregunté, observando el improvisado vendaje.
–Parece que bien. Me duele, pero creo que la herida no se ha vuelto a abrir.
Asentí en silencio, terminando de desayunar. Acto seguido, me puse en pie.
– ¿Me vas a enseñar el sitio ese que tanto me va a encantar?
–Veo que sigues siendo tan impaciente como antes –me dijo con una sonrisa divertida que no dudé en devolverle, y le ayudé a incorporarse.
Después de apagar el fuego, ambos comenzamos a caminar sin apartarnos ni un instante del río. Yo iba detrás de Harry, siguiendo sus pasos como una niña pequeña, y así me sentía, igual de emocionada. Tardamos unos diez minutos en llegar a aquel lugar, y cuando me encontré delante de aquel lago tan hermoso, se me atoró la respiración.
– ¿Te gusta? –preguntó Harry, observándome atentamente.
– ¿Cómo lo has encontrado? –obvié su pregunta sin poder apartar la mirada del agua.
–No lo sé. Sólo he ido siguiendo el curso del río hasta que he llegado aquí, y he pensado que podríamos darnos un baño para después ponernos la ropa limpia.
Asentí en silencio, sin poder creer cómo algo tan banal como un lago podía alegrarme tanto el día.
Harry me cogió de la mano, me llevó hasta la orilla del lago y me mostró dónde había dejado la ropa. Había cogido un par de prendas para cada uno, pero con eso para mí ya era más que suficiente.
– ¿Estás seguro de que podemos bañarnos? –pregunté, indecisa, mientras me descalzaba. Aquel día hacía mucho calor, y sabía que un baño era lo mejor que podrían ofrecerme en aquel instante.
–Supongo que sí. No creo que el agua esté contaminada, si es a eso a lo que te refieres.
Cuando estaba a punto de quitarme el resto de la ropa, le dediqué a Harry una mirada significativa.
–Oh, sí, tranquila. Yo… –carraspeó y se pasó la mano por el pelo, nervioso. –Báñate tú primero, yo me quedaré por aquí sentado y no fisgonearé, te lo prometo.
–Vale… Pero no te alejes mucho –me observó sorprendido, y yo me apresuré a explicarme: –Te necesitaré si encuentro alguna serpiente marina o algún pescado carnívoro.
Sonrió con diversión, como si mi respuesta fuera estúpida. Y, mirándolo bien, sí que lo era.
–Tranquila, estaré por aquí –se alejó lo bastante como para que yo me sintiera segura al desnudarme y, una vez lo hice, corrí hasta que me zambullí de un salto en el agua fría del lago.
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
Hola soy Valentina nueva lectora síguela porfis me encanta la novela!
JennaWu3
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
hola soy Joseline nueva lectora porfavor siquela
JennaWu3
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
-Capítulo 11-
NARRA PERRIE
–No están en casa, Zayn. Seguro que les ha pasado algo –hablé en voz baja y con rapidez, deseando con todas mis fuerzas que las niñas no me escucharan.
– ¿Has llamado al bufete? ¿O a la oficina de ______? –me preguntó Zayn .
–Sí, y Ángela me ha dicho que Harry no ha ido a trabajar y que no ha llamado. Eleanor me ha dicho lo mismo respecto a _______. Les ha ocurrido algo malo, Zayn, ayer no llamaron en toda la tarde para saber cómo estaba Julie y hoy no han ido a trabajar.
–Sí, esto ya empieza a ser sospechoso. ¿Quieres que llame a la policía?
–Lo haré yo, tranquilo. Tú continúa trabajando.
–No sé si voy a poder hacerlo, no dejo de pensar en ellos. ¿Julie ha vuelto a preguntar?
La niña se había pasado la noche anterior hablando de sus padres y esperando a que la llamasen. Por suerte, se había dormido temprano, y gracias a Carly se había olvidado un poco de sus padres, pero estaba segura de que aquello no duraría mucho tiempo.
–No, ahora está desayunando con Carly. No sé qué decirle si pregunta por sus padres… no quiero mentirle, pero tampoco puedo decirle la verdad.
Sentía una opresión en el pecho a causa de la preocupación, pues estaba segura de que nuestros amigos se encontraban en problemas.
–No sé… intenta distraerla para que no piense en ellos.
–Lo intentaré. Luego hablamos ,Zayn. Te quiero.
–Y yo a ti.
Colgué un segundo después y me pasé las manos por el pelo, intentando ordenar mis pensamientos, pero una serie de pasos cortos y rápidos me desconcentró. Julie y Carly hicieron acto de presencia y me levanté del reposabrazos del sillón en el que estaba sentada como si éste tuviera un resorte.
– ¿Han llamado mis padres? –fue lo primero que me preguntó Julie cuando se detuvo delante de mí.
–No, pero seguro que no tardarán en hacerlo. Además, a esta hora están trabajando, ¿verdad?
Julie asintió no muy convencida.
–Julie cree que la han abandonado –me dijo Carly, y yo fruncí el ceño.
– ¡No es cierto! –objetó la aludida.
– ¡Me lo acabas de decir!
–Niñas, tranquilas –intenté calmarlas para que no discutieran. –Julie, tus papás no te han abandonado. Lo que pasa es que ahora no pueden llamar.
– ¿Por qué?
–Porque están trabajando –repetí, deseando que dejara estar el tema.
–Pero cuando me quedo con los abuelos siempre me llaman –hizo un puchero y se le llenaron los ojos de lágrimas que consiguieron retorcerme el corazón.
–No te preocupes, preciosa, seguro que no tardarán en llamarte. Pero mientras tanto, ¿qué os parece si hacemos un pastel de chocolate?
– ¡Sí! –gritó Carly dando saltitos a los que pronto se sumó también Julie, y yo sonreí al comprobar que de momento podría tenerla distraída.
–Pues ir a la cocina y poneos un delantal cada una. Ahora voy yo –les pedí, y cuando echaron a correr y salieron del salón, me dispuse a llamar a la policía, deseando que, pasara lo que pasara con mis amigos, ambos estuviesen bien.
.
.
NARRA HARRY
Caminé hasta que me alejé lo suficiente del lago como para que _______ estuviera segura de que no iba a espiarla mientras se bañaba. No conseguía comprender de dónde salía ahora aquella vergüenza, pues la había visto desnuda millones de veces, pero suponía que, debido a nuestra situación, ya no tenía permitido verla sin ropa.
Me senté en un pequeño claro rodeado de árboles que dejaba entrar el sol, así que cuando sentí demasiado calor, me quité la camiseta. La mano me dolía un poco, y suponía que debería volver a curármela, pero ya lo haría más tarde. Por el momento necesitaba estar tranquilo para pensar. Parecía que aquella mañana todo había cambiado entre ______y yo. Había estado preocupada por mí, e incluso me había abrazado, cosa que no ocurría desde hacía meses. Durante un instante, cuando me abrazó, no pude corresponderle porque estaba tremendamente sorprendido, pero cuando me decidí a hacerlo, sentí que nada había cambiado; que continuábamos siendo felices y que ________continuaba queriéndome.
Cerré los ojos e intenté recordar aquel instante. No había durado mucho, pero cuando sentí de nuevo su cuerpo contra el mío, recordé todos y cada uno de los momentos que habíamos pasado juntos a lo largo de los años. _______ no había cambiado, seguía oliendo como siempre y su piel seguía siendo suave. Una parte de mí quería volver a abrazarla, decirle que todo estaba bien y que jamás volveríamos a separarnos, pero era consciente de que aquello jamás ocurriría. _______ había dejado de quererme por mucho que me doliera, y la verdad era que me dolía. No me gustaba verla sufrir, y sabía que lo había hecho por mi culpa, porque la había desatendido y porque había dejado de tratarla como se merecía.
Y cuando la había visto llorar por mí aquella mañana, una parte de mi corazón, una parte que aún permanecía entera, había terminado por despedazarse. No entendía el porqué, pero no quería que llorara nunca más por mí, ni por mi culpa ni por mi causa. Había estado preocupada por mí, y eso me había hecho sentir completo de nuevo sólo por un segundo, e incluso me había dado esperanzas, pero en vez de hablar con ella, había desviado el tema para no tener que enfrentarme a mis sentimientos ni a los suyos. No quería saber que sólo lloraba porque no quería quedarse sola en el bosque, cosa que comprendía a la perfección; y tampoco quería que _______ supiera lo satisfecho que me había sentido al pensar que realmente estaba preocupada por mí.
Sacudí la cabeza cuando empecé a agobiarme, y abrí los ojos de repente cuando comencé a sentir mucho calor. Aquel día el sol brillaba con mucha fuerza, por lo que me levanté, suponiendo que ______ya habría terminado de bañarse. Necesitaba asearme yo también, pues me sentía sucio y sudado, además de que me apetecía refrescarme un rato. Caminé hasta que vi que ________ sí que estaba fuera del agua, pero no vestida del todo. Sólo llevaba puesta la camiseta de tirantes y la ropa interior, así que me detuve al instante, sin saber si debía acercarme o no. Ella también dejó de moverse en cuanto me vio, pero se apresuró a colocarse los pantalones cortos que había cogido del coche para que pudiera cambiarse. Retomé el paso cuando estuvo completamente vestida, y una vez estuve delante de ella, me di cuenta de que se había sonrojado.
– ¿Cómo ha ido el baño? ¿Has encontrado alguna serpiente marina o algún pez carnívoro? –bromeé, y ella se limitó a negar con la cabeza en silencio. – ¿Entonces no hay ningún peligro?
–No. El agua está bastante fría, pero con el calor que hace sienta muy bien.
Me percaté de que no me miraba mientras hablaba y de que parecía nerviosa. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Y desde cuándo se había vuelto tan tímida?
– ¿Estás bien?
–Sí, claro. ¿Por qué lo dices?
–No sé, pareces… nerviosa.
–No, no, claro que no. No lo estoy.
Asentí en silencio, observando su cabello mojado, y después suspiré. A pesar de todo, seguía siendo preciosa.
– ¿Con qué te has secado? Porque no me apetece ponerme la ropa limpia si estoy completamente mojado.
–Con la ropa sucia –admitió ______. –Ya sé que es algo asqueroso, pero no podía secarme con nada más.
–Cierto. Muy bien pensado.
Asintió todavía sin mirarme, y sin decir nada más, caminó hasta que se sentó debajo de la sombra de un árbol bastante alejado de donde me encontraba yo.
Me quité el resto de la ropa y entré en el agua que, efectivamente, no estaba fría, sino helada, pero me dio igual. No estaba dispuesto a pasar otro día sin asearme. Me sumergí en el agua y salí a la superficie con un gruñido, pues se me había congelado todo el cuerpo. Un rato después, ya me había acostumbrado a la temperatura del agua y nadé con cuidado de no alejarme demasiado de la orilla. Me quité la improvisada venda de la mano y me percaté de que, a pesar de que la herida no tenía muy buena pinta, tampoco parecía algo demasiado grave. Dejé que el agua del lago limpiara el corte, y a continuación me froté los brazos y las piernas, intentando eliminar la suciedad. Hice lo mismo con el resto de mi cuerpo, y cuando me dispuse a salir del agua, me di cuenta de que ________ me estaba mirando fijamente. Fingí que no me había dado cuenta de aquel hecho simulando que miraba hacia otro lugar, pero lo cierto era que observaba lo que ella hacía por el rabillo del ojo. Y sí, no dejaba de mirarme. No sabía por qué. Hacía mucho tiempo que no me miraba de aquella manera. No era capaz de explicar cómo lo hacía, pero desde luego no era como solía hacerlo últimamente. Desde hacía meses, _______ me miraba con rencor, con dolor y con decepción. En aquel momento, en su mirada no había nada de eso. Era… extraño. Y gratificante también.
Sin pensármelo dos veces, salí del agua sacudiendo la cabeza para eliminar el agua sobrante de mi cabello, y sin mirar a _______, me sequé con la ropa sucia que había dejado cerca de la orilla del lago. Me puse la ropa interior y los pantalones limpios, y opté por no ponerme la camiseta. Por el momento me apetecía sentir los rayos del sol en mi piel. Caminé hasta que estuve al lado de ______ y me senté sin decir nada.
– ¿Te ha sentado bien el baño? –me preguntó con la barbilla apoyada sobre sus rodillas flexionadas.
–De muerte. Bañarme era lo que más me apetecía –respondí, observándola, y dándome cuenta de que su cabello ya estaba casi seco.
– ¿Te duele la herida?
–No mucho. Creo que el agua del lago la ha limpiado un poco.
–Aún así deberías taparla. Ya sabes, para que no se infecte.
Asentí en silencio. Me percaté de que en su mano había algo, y sin pensar en lo que hacía, sujeté su mano con la mía y la abrí con cuidado.
– ¿Has encontrado moras? –inquirí, gratamente sorprendido cuando vi las pequeñas frutas que sostenía.
–Sí, allí –me señaló con la cabeza un arbusto lleno de bayas que se encontraba no demasiado lejos de nosotros, y me levanté casi de un salto para recoger unas cuantas.
Cuando tuve las manos llenas de moras maduras, volví a sentarme junto a _______.
–Ahora por lo menos nuestra dieta no se basará sólo en pescado –intenté bromear, pero ______ no sonrió.
–Echo de menos a Julie –murmuró, apoyando de nuevo la cabeza sobre sus rodillas.
–Yo también.
– ¿Qué pasará si no volvemos a verla?
–_______, sabes que eso no va a pasar. Dentro de nada nos encontrarán, o nosotros encontraremos la forma de salir de aquí, estoy seguro.
–Pues yo no. Ya hace más de un día que estamos atrapados aquí, y no parece que nos estén buscando ni que vayamos a salir del bosque.
–No seas tan pesimista. Es cierto que nuestra situación es complicada, pero de momento nos hemos desenvuelto bien, ¿o no?
– ¿Y hasta cuándo durará eso? ¿Hasta que se te infecte la mano y mueras a causa de la infección? ¿O hasta que yo me coma una baya venenosa?
– ¡Ya está bien! –grité, harto de aquella conversación. –No vamos a morir, ¿comprendes? Deja de ser tan dramática.
– ¿Cómo puedes estar tan seguro? –preguntó al borde de las lágrimas.
–Porque no voy a dejar que te ocurra nada. Si alguien tiene que morir aquí, tranquila, que no serás tú –le solté mordazmente, sin comprender por qué discutíamos de nuevo.
Me puse en pie y tiré al suelo las moras que aún me quedaban en la mano. Caminé hasta la orilla del lago y respiré hondo, intentando tranquilizarme. Odiaba tener aquellas conversaciones con _______, y aborrecía tener que aguantarlas cada dos por tres.
–Lo siento –escuché su voz entrecortada tras de mí, pero no me di la vuelta. –No quería… Yo… Lo siento. No sé qué me pasa, pero creo que no puedo más.
–Claro que puedes, sólo tienes que dejar de pensar en que estamos perdidos. Sólo tenemos que sobrevivir, y ya está. De momento no ha sido tan difícil.
Escuché sus pasos acercándose a mí, pero se quedó detrás, por lo que me di la vuelta hasta que estuvimos cara a cara.
–Tú tampoco vas a morir aquí. Ninguno de los dos lo hará, ¿de acuerdo? –me aclaró.
–Algo así no se puede prometer. Tal vez esta noche se me infecte la herida de la mano y…
– ¿Quieres callarte? –me interrumpió, pero no parecía enfadada, sino divertida. –Todo esto está empezando a ser absurdo. Sólo tenemos que sobrevivir, ¿verdad? –Asentí en silencio, sorprendido por sus bruscos cambios de actitud. – En ese caso, sobreviviremos. Si lo hemos hecho hasta ahora, podremos seguir haciéndolo.
Sonreí levemente hasta que sentí la leve brisa que removió el cabello de _____. Sin poder evitarlo, coloqué un mechón de su pelo tras su oreja, y después dejé que mi mano acariciara su mejilla. La miré a los ojos y me percaté de que estaba sorprendida, tal vez tanto como yo, por aquel gesto. Pero no quería dejar de tocarla, pues quizá aquella era mi última oportunidad para hacerlo. Deslicé mi mano hasta la herida que tenía en la barbilla, la acaricié levemente y di un paso hacia delante, quedando así a escasos centímetros de su cuerpo. Bajé la cabeza sin dejar de acariciarle el rostro hasta que ella colocó su mano sobre la mía. Pensé que iba a apartarla de un manotazo, pero simplemente la dejó ahí. Mis ojos se posaron en sus labios y, durante un segundo, deseé besarla. Deseé que ella también lo deseara, y sin detenerme a pensar en nada, incliné la cabeza hasta que rocé sus labios con los míos. Con aquel simple roce, algo explotó dentro de mí, y cerré los ojos cuando sentí que _____no me rechazaba.
NUEVO CAPITULO CHICAS ESPERO QUE LES GUSTE NO HAY MUCHAS LECTORAS PESEN LA VOZ PORFA
NARRA PERRIE
–No están en casa, Zayn. Seguro que les ha pasado algo –hablé en voz baja y con rapidez, deseando con todas mis fuerzas que las niñas no me escucharan.
– ¿Has llamado al bufete? ¿O a la oficina de ______? –me preguntó Zayn .
–Sí, y Ángela me ha dicho que Harry no ha ido a trabajar y que no ha llamado. Eleanor me ha dicho lo mismo respecto a _______. Les ha ocurrido algo malo, Zayn, ayer no llamaron en toda la tarde para saber cómo estaba Julie y hoy no han ido a trabajar.
–Sí, esto ya empieza a ser sospechoso. ¿Quieres que llame a la policía?
–Lo haré yo, tranquilo. Tú continúa trabajando.
–No sé si voy a poder hacerlo, no dejo de pensar en ellos. ¿Julie ha vuelto a preguntar?
La niña se había pasado la noche anterior hablando de sus padres y esperando a que la llamasen. Por suerte, se había dormido temprano, y gracias a Carly se había olvidado un poco de sus padres, pero estaba segura de que aquello no duraría mucho tiempo.
–No, ahora está desayunando con Carly. No sé qué decirle si pregunta por sus padres… no quiero mentirle, pero tampoco puedo decirle la verdad.
Sentía una opresión en el pecho a causa de la preocupación, pues estaba segura de que nuestros amigos se encontraban en problemas.
–No sé… intenta distraerla para que no piense en ellos.
–Lo intentaré. Luego hablamos ,Zayn. Te quiero.
–Y yo a ti.
Colgué un segundo después y me pasé las manos por el pelo, intentando ordenar mis pensamientos, pero una serie de pasos cortos y rápidos me desconcentró. Julie y Carly hicieron acto de presencia y me levanté del reposabrazos del sillón en el que estaba sentada como si éste tuviera un resorte.
– ¿Han llamado mis padres? –fue lo primero que me preguntó Julie cuando se detuvo delante de mí.
–No, pero seguro que no tardarán en hacerlo. Además, a esta hora están trabajando, ¿verdad?
Julie asintió no muy convencida.
–Julie cree que la han abandonado –me dijo Carly, y yo fruncí el ceño.
– ¡No es cierto! –objetó la aludida.
– ¡Me lo acabas de decir!
–Niñas, tranquilas –intenté calmarlas para que no discutieran. –Julie, tus papás no te han abandonado. Lo que pasa es que ahora no pueden llamar.
– ¿Por qué?
–Porque están trabajando –repetí, deseando que dejara estar el tema.
–Pero cuando me quedo con los abuelos siempre me llaman –hizo un puchero y se le llenaron los ojos de lágrimas que consiguieron retorcerme el corazón.
–No te preocupes, preciosa, seguro que no tardarán en llamarte. Pero mientras tanto, ¿qué os parece si hacemos un pastel de chocolate?
– ¡Sí! –gritó Carly dando saltitos a los que pronto se sumó también Julie, y yo sonreí al comprobar que de momento podría tenerla distraída.
–Pues ir a la cocina y poneos un delantal cada una. Ahora voy yo –les pedí, y cuando echaron a correr y salieron del salón, me dispuse a llamar a la policía, deseando que, pasara lo que pasara con mis amigos, ambos estuviesen bien.
.
.
NARRA HARRY
Caminé hasta que me alejé lo suficiente del lago como para que _______ estuviera segura de que no iba a espiarla mientras se bañaba. No conseguía comprender de dónde salía ahora aquella vergüenza, pues la había visto desnuda millones de veces, pero suponía que, debido a nuestra situación, ya no tenía permitido verla sin ropa.
Me senté en un pequeño claro rodeado de árboles que dejaba entrar el sol, así que cuando sentí demasiado calor, me quité la camiseta. La mano me dolía un poco, y suponía que debería volver a curármela, pero ya lo haría más tarde. Por el momento necesitaba estar tranquilo para pensar. Parecía que aquella mañana todo había cambiado entre ______y yo. Había estado preocupada por mí, e incluso me había abrazado, cosa que no ocurría desde hacía meses. Durante un instante, cuando me abrazó, no pude corresponderle porque estaba tremendamente sorprendido, pero cuando me decidí a hacerlo, sentí que nada había cambiado; que continuábamos siendo felices y que ________continuaba queriéndome.
Cerré los ojos e intenté recordar aquel instante. No había durado mucho, pero cuando sentí de nuevo su cuerpo contra el mío, recordé todos y cada uno de los momentos que habíamos pasado juntos a lo largo de los años. _______ no había cambiado, seguía oliendo como siempre y su piel seguía siendo suave. Una parte de mí quería volver a abrazarla, decirle que todo estaba bien y que jamás volveríamos a separarnos, pero era consciente de que aquello jamás ocurriría. _______ había dejado de quererme por mucho que me doliera, y la verdad era que me dolía. No me gustaba verla sufrir, y sabía que lo había hecho por mi culpa, porque la había desatendido y porque había dejado de tratarla como se merecía.
Y cuando la había visto llorar por mí aquella mañana, una parte de mi corazón, una parte que aún permanecía entera, había terminado por despedazarse. No entendía el porqué, pero no quería que llorara nunca más por mí, ni por mi culpa ni por mi causa. Había estado preocupada por mí, y eso me había hecho sentir completo de nuevo sólo por un segundo, e incluso me había dado esperanzas, pero en vez de hablar con ella, había desviado el tema para no tener que enfrentarme a mis sentimientos ni a los suyos. No quería saber que sólo lloraba porque no quería quedarse sola en el bosque, cosa que comprendía a la perfección; y tampoco quería que _______ supiera lo satisfecho que me había sentido al pensar que realmente estaba preocupada por mí.
Sacudí la cabeza cuando empecé a agobiarme, y abrí los ojos de repente cuando comencé a sentir mucho calor. Aquel día el sol brillaba con mucha fuerza, por lo que me levanté, suponiendo que ______ya habría terminado de bañarse. Necesitaba asearme yo también, pues me sentía sucio y sudado, además de que me apetecía refrescarme un rato. Caminé hasta que vi que ________ sí que estaba fuera del agua, pero no vestida del todo. Sólo llevaba puesta la camiseta de tirantes y la ropa interior, así que me detuve al instante, sin saber si debía acercarme o no. Ella también dejó de moverse en cuanto me vio, pero se apresuró a colocarse los pantalones cortos que había cogido del coche para que pudiera cambiarse. Retomé el paso cuando estuvo completamente vestida, y una vez estuve delante de ella, me di cuenta de que se había sonrojado.
– ¿Cómo ha ido el baño? ¿Has encontrado alguna serpiente marina o algún pez carnívoro? –bromeé, y ella se limitó a negar con la cabeza en silencio. – ¿Entonces no hay ningún peligro?
–No. El agua está bastante fría, pero con el calor que hace sienta muy bien.
Me percaté de que no me miraba mientras hablaba y de que parecía nerviosa. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Y desde cuándo se había vuelto tan tímida?
– ¿Estás bien?
–Sí, claro. ¿Por qué lo dices?
–No sé, pareces… nerviosa.
–No, no, claro que no. No lo estoy.
Asentí en silencio, observando su cabello mojado, y después suspiré. A pesar de todo, seguía siendo preciosa.
– ¿Con qué te has secado? Porque no me apetece ponerme la ropa limpia si estoy completamente mojado.
–Con la ropa sucia –admitió ______. –Ya sé que es algo asqueroso, pero no podía secarme con nada más.
–Cierto. Muy bien pensado.
Asintió todavía sin mirarme, y sin decir nada más, caminó hasta que se sentó debajo de la sombra de un árbol bastante alejado de donde me encontraba yo.
Me quité el resto de la ropa y entré en el agua que, efectivamente, no estaba fría, sino helada, pero me dio igual. No estaba dispuesto a pasar otro día sin asearme. Me sumergí en el agua y salí a la superficie con un gruñido, pues se me había congelado todo el cuerpo. Un rato después, ya me había acostumbrado a la temperatura del agua y nadé con cuidado de no alejarme demasiado de la orilla. Me quité la improvisada venda de la mano y me percaté de que, a pesar de que la herida no tenía muy buena pinta, tampoco parecía algo demasiado grave. Dejé que el agua del lago limpiara el corte, y a continuación me froté los brazos y las piernas, intentando eliminar la suciedad. Hice lo mismo con el resto de mi cuerpo, y cuando me dispuse a salir del agua, me di cuenta de que ________ me estaba mirando fijamente. Fingí que no me había dado cuenta de aquel hecho simulando que miraba hacia otro lugar, pero lo cierto era que observaba lo que ella hacía por el rabillo del ojo. Y sí, no dejaba de mirarme. No sabía por qué. Hacía mucho tiempo que no me miraba de aquella manera. No era capaz de explicar cómo lo hacía, pero desde luego no era como solía hacerlo últimamente. Desde hacía meses, _______ me miraba con rencor, con dolor y con decepción. En aquel momento, en su mirada no había nada de eso. Era… extraño. Y gratificante también.
Sin pensármelo dos veces, salí del agua sacudiendo la cabeza para eliminar el agua sobrante de mi cabello, y sin mirar a _______, me sequé con la ropa sucia que había dejado cerca de la orilla del lago. Me puse la ropa interior y los pantalones limpios, y opté por no ponerme la camiseta. Por el momento me apetecía sentir los rayos del sol en mi piel. Caminé hasta que estuve al lado de ______ y me senté sin decir nada.
– ¿Te ha sentado bien el baño? –me preguntó con la barbilla apoyada sobre sus rodillas flexionadas.
–De muerte. Bañarme era lo que más me apetecía –respondí, observándola, y dándome cuenta de que su cabello ya estaba casi seco.
– ¿Te duele la herida?
–No mucho. Creo que el agua del lago la ha limpiado un poco.
–Aún así deberías taparla. Ya sabes, para que no se infecte.
Asentí en silencio. Me percaté de que en su mano había algo, y sin pensar en lo que hacía, sujeté su mano con la mía y la abrí con cuidado.
– ¿Has encontrado moras? –inquirí, gratamente sorprendido cuando vi las pequeñas frutas que sostenía.
–Sí, allí –me señaló con la cabeza un arbusto lleno de bayas que se encontraba no demasiado lejos de nosotros, y me levanté casi de un salto para recoger unas cuantas.
Cuando tuve las manos llenas de moras maduras, volví a sentarme junto a _______.
–Ahora por lo menos nuestra dieta no se basará sólo en pescado –intenté bromear, pero ______ no sonrió.
–Echo de menos a Julie –murmuró, apoyando de nuevo la cabeza sobre sus rodillas.
–Yo también.
– ¿Qué pasará si no volvemos a verla?
–_______, sabes que eso no va a pasar. Dentro de nada nos encontrarán, o nosotros encontraremos la forma de salir de aquí, estoy seguro.
–Pues yo no. Ya hace más de un día que estamos atrapados aquí, y no parece que nos estén buscando ni que vayamos a salir del bosque.
–No seas tan pesimista. Es cierto que nuestra situación es complicada, pero de momento nos hemos desenvuelto bien, ¿o no?
– ¿Y hasta cuándo durará eso? ¿Hasta que se te infecte la mano y mueras a causa de la infección? ¿O hasta que yo me coma una baya venenosa?
– ¡Ya está bien! –grité, harto de aquella conversación. –No vamos a morir, ¿comprendes? Deja de ser tan dramática.
– ¿Cómo puedes estar tan seguro? –preguntó al borde de las lágrimas.
–Porque no voy a dejar que te ocurra nada. Si alguien tiene que morir aquí, tranquila, que no serás tú –le solté mordazmente, sin comprender por qué discutíamos de nuevo.
Me puse en pie y tiré al suelo las moras que aún me quedaban en la mano. Caminé hasta la orilla del lago y respiré hondo, intentando tranquilizarme. Odiaba tener aquellas conversaciones con _______, y aborrecía tener que aguantarlas cada dos por tres.
–Lo siento –escuché su voz entrecortada tras de mí, pero no me di la vuelta. –No quería… Yo… Lo siento. No sé qué me pasa, pero creo que no puedo más.
–Claro que puedes, sólo tienes que dejar de pensar en que estamos perdidos. Sólo tenemos que sobrevivir, y ya está. De momento no ha sido tan difícil.
Escuché sus pasos acercándose a mí, pero se quedó detrás, por lo que me di la vuelta hasta que estuvimos cara a cara.
–Tú tampoco vas a morir aquí. Ninguno de los dos lo hará, ¿de acuerdo? –me aclaró.
–Algo así no se puede prometer. Tal vez esta noche se me infecte la herida de la mano y…
– ¿Quieres callarte? –me interrumpió, pero no parecía enfadada, sino divertida. –Todo esto está empezando a ser absurdo. Sólo tenemos que sobrevivir, ¿verdad? –Asentí en silencio, sorprendido por sus bruscos cambios de actitud. – En ese caso, sobreviviremos. Si lo hemos hecho hasta ahora, podremos seguir haciéndolo.
Sonreí levemente hasta que sentí la leve brisa que removió el cabello de _____. Sin poder evitarlo, coloqué un mechón de su pelo tras su oreja, y después dejé que mi mano acariciara su mejilla. La miré a los ojos y me percaté de que estaba sorprendida, tal vez tanto como yo, por aquel gesto. Pero no quería dejar de tocarla, pues quizá aquella era mi última oportunidad para hacerlo. Deslicé mi mano hasta la herida que tenía en la barbilla, la acaricié levemente y di un paso hacia delante, quedando así a escasos centímetros de su cuerpo. Bajé la cabeza sin dejar de acariciarle el rostro hasta que ella colocó su mano sobre la mía. Pensé que iba a apartarla de un manotazo, pero simplemente la dejó ahí. Mis ojos se posaron en sus labios y, durante un segundo, deseé besarla. Deseé que ella también lo deseara, y sin detenerme a pensar en nada, incliné la cabeza hasta que rocé sus labios con los míos. Con aquel simple roce, algo explotó dentro de mí, y cerré los ojos cuando sentí que _____no me rechazaba.
NUEVO CAPITULO CHICAS ESPERO QUE LES GUSTE NO HAY MUCHAS LECTORAS PESEN LA VOZ PORFA
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
SIGAN COMENTANDO Y BIENVENIDAS LAS NUEVAS LECTORAS NO SABEN LO QUE SIGNIFICAN PARA MI
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
nueva lectora!! siguela pronto me entanca :P
luciah1d
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
holuuu !! soy tu nueva lectora !!! siguela :D
Shei Tomlinson
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
Capítulo 12-
NARRA _____
Todo mi cuerpo tembló cuando sentí los labios de Harry sobre los míos, pero no ocurrió nada más. No se movió, no me moví. Simplemente nos quedamos quietos, como si tuviéramos miedo de movernos, de romper aquel momento. Entonces, la mano de Harry que no se encontraba en mi mejilla se colocó en mi cintura y me rodeó con su brazo hasta que quedé pegada a su cuerpo. Yo, por mi parte, posé mi mano libre sobre su hombro, recordando cómo era estar abrazada a él, cómo era besarlo, y quise sonreír. No podía pensar, sólo sentir, pero una parte de mí estaba aterrada. Por ese motivo, cuando Harry entreabrió los labios para profundizar el beso, me aparté bruscamente de sus brazos, como si estos quemaran.
–Lo siento –musité, sin atreverme a mirarlo a la cara. Me ardían las mejillas y me temblaba todo el cuerpo a pesar de que la parte de mí que no tenía miedo me pedía que volviera a abrazarlo. –Lo siento.
–Yo también –respondió en voz baja.
Me mordí el labio e intenté tragar el nudo de angustia que acababa de formarse en mi garganta tras haber escuchado aquella respuesta. Claro que lo sentía, ¿cómo no iba a hacerlo? Durante todo aquel tiempo había logrado que mi propio marido me odiara y que apenas quisiera tocarme. ¿Cómo no iba a arrepentirse de haberme besado?
–Será mejor que regresemos… Ya es hora de comer.
Pero no tenía hambre. Sólo quería desaparecer, quería aovillarme en un rincón y alejarme del mundo. Aquel día algo fallaba en mi cabeza, desde luego. No dejaba de pensar en cosas horribles y negativas, y por culpa de aquello, Harry estaba comenzando a hartarse de mí. Pero por otra parte, su actitud hacia mí me confundía. Se arrepentía de haberme besado, pero no había sido él el que se había apartado, sino yo. Aquella mañana le había costado devolverme el abrazo, pero cuando al fin lo hizo, me abrazó con mucha fuerza. Y el día anterior, había colocado su brazo delante de mí para evitarme el impacto brutal del coche, siendo él el herido. ¿Por qué?
Lo miré de reojo, y me di cuenta de que parecía abatido. No era capaz de comprender nada, y me avergonzaba decir que aquel hombre había sido mi marido durante los últimos seis años. Tenía la sensación de que no le conocía en absoluto, porque no era capaz de prever sus movimientos ni su actitud hacia mí. Al menos, ya no.
Caminamos en silencio en dirección a nuestro improvisado campamento, no sin antes haber recogido la ropa sucia que nos habíamos quitado, y una vez allí nos separamos. Harry fue a pescar, supuse, y yo intenté encender la hoguera para que pudiésemos comer, pero no hubo manera. Las manos me temblaban descontroladamente y no podía hacer nada por evitarlo. Respiré hondo un par de veces, pero no sirvió de mucho, ya que sólo conseguí que las lágrimas me vencieran. Me las limpié con rapidez cuando me percaté de que Harry regresaba con nuestra comida, pero como no conseguí dejar de llorar, me incorporé con rapidez en un intento de que no se percatara de mi estado.
–Ahora vengo –murmuré con rapidez, pero mi voz entrecortada me delató.
– ¿Adónde vas?
–A… buscar leña para… encender la hoguera.
–_______…
–Tranquilo, no me voy a alejar de aquí –me costaba mucho hablar y fingir que no me ocurría nada a la vez, pero tenía que hacerlo.
Caminé varios pasos hasta que escuché que Harry me seguía, por lo que adelanté el paso.
–______ –me sujetó del brazo sin demasiada fuerza, pero me quedé quieta al instante.
Cerré los ojos y me negué a darme la vuelta para que no me viera llorar. Me sentía estúpida, porque ni siquiera yo sabía lo que me ocurría.
– ¿Qué?
–Ven.
No entendí qué quería decir con aquello hasta que me rodeó con sus brazos, o al menos lo intentó, porque me resistí. No quería que me tocara, pues no quería mostrarme débil frente a él. No quería seguir llorando por culpa de mis sentimientos, así que me mordí el labio y me revolví entre sus brazos.
–Para –me pidió con suavidad, pero su tranquilidad sólo consiguió que nuevas lágrimas acudieran a mis ojos.
–No –sorbí por la nariz. –Déjame.
–Sólo quiero abrazarte, ______. ¿Tan repugnante te parece esa idea?
¿Repugnante? Había sido él el que había tardado en responder a mi abrazo aquella mañana, no yo.
–No quiero nada, sólo quiero estar sola…
–No es cierto.
Y por desgracia, tenía razón. Dejé que me abrazara con fuerza, y cerré los ojos en cuanto sentí su aroma. Aún seguía oliendo como antes, como cuando solía derretirme cada vez que me tocaba, y aquel simple recuerdo me hizo esconder el rostro en su hombro y llorar amargamente por todo lo que estaba ocurriendo.
–Tranquila, ______. No pasa nada. Todo va a salir bien –asentí con la cabeza, pero no dejé de llorar. Sentía un gran pesar en mi pecho y una angustia amarga en mi garganta. –Todo esto se va a acabar muy pronto, ya verás. Cuando menos te lo esperes, estarás abrazando a Julie de nuevo, y estos días habrán sido sólo una pesadilla.
Quería decirle que agradecía profundamente sus palabras de consuelo, pero en aquel momento no me ayudaban en absoluto porque lo que me ocurría no tenía nada que ver con nuestra situación en el bosque. Lloraba por él, porque acababa de despertar en mí sentimientos que creía evaporados, y porque ya no podía hacer nada para solucionarlo. En los últimos meses me había encargado personalmente de que Harry me detestara, y en aquel momento acababa de darme cuenta de que seguía sintiendo algo por él, algo muy potente.
–Deja de llorar, por favor.
Quise decirle que no podía, pero respiré hondo y separé el rostro de su hombro. No levanté la cabeza porque estaba totalmente avergonzada, pero Harry me obligó a hacerlo al alzarme la barbilla con sus dedos.
–No voy a dejar que te pase nada, ¿de acuerdo? –me prometió, y yo quise echarme a llorar de nuevo.
¿Por qué se comportaba de ese modo en aquel momento? ¿Por qué no antes? En aquel instante estaba siendo el Harry del que me enamoré hacía ya tantos años.
–Y yo no voy a dejar que te pase nada a ti –las palabras abandonaron mis labios sin que yo les hubiese dado permiso para hacerlo, por lo que me sonrojé violentamente, pero no aparté la mirada de sus ojos.
En aquel instante en el que no dejamos de mirarnos fijamente, volvimos a ser lo que aún éramos, pero llevábamos tanto tiempo sin parecer: marido y mujer.
–En ese caso, no hay de qué preocuparse, ¿verdad? –bromeó, y yo sonreí levemente. –Así me gusta –me dio un beso en la frente que a pesar de todo me encantó, y antes de soltarme volvió a estrecharme con fuerza entre sus brazos. – ¿Vamos a comer?
Asentí en silencio y tomé la mano que me tendió para que caminásemos juntos hasta el campamento. Una vez terminamos nuestra comida, nos quedamos sentados sin saber qué hacer, hasta que de repente recordé algo importante.
–Harry, ¿qué crees que le ocurrió al coche? ¿Por qué fallaron los frenos?
Me observó en silencio con cara de profunda meditación, y luego apartó la mirada de mí.
–No lo sé. Yo tampoco logro entenderlo.
–La última vez que lo usé no falló. Estaba en perfecto estado.
–Y si hubiese habido algún problema cuando Mike lo llevó hasta West Lane me lo habría dicho. Bueno, no nos vimos ese día, –reflexionó en voz alta. –pero aún así me habría llamado… No lo entiendo.
–Es muy raro… –acepté. –Podríamos habernos matado.
–Sí. Pero afortunadamente no fue así.
–Porque tú me protegiste –tuve ganas de sacar el tema.
–No… Claro que no. Ya te dije que fue un acto reflejo.
–Pues si no hubieras tenido ese milagroso acto reflejo, tal vez ahora no estaría aquí.
–______, por favor, ya vale. Me pone nervioso que hables así.
Asentí en silencio, comprendiendo su malestar, pero no quería callarme. Quería hablar con él, recuperar el tiempo que habíamos perdido por culpa de las discusiones.
– ¿Qué tal te va todo en el bufete?
Harry me observó con una ceja alzada, como si no pudiera creerse lo que le estaba preguntando.
– ¿Me preguntas por mi trabajo?
–Sí. Hace mucho que… no me hablas de él. Sólo me dices que tienes mucha faena, pero nada más.
–Bueno, nuestras últimas conversaciones no han sido demasiado cordiales.
–Pues vamos a ponerle remedio. Cuéntame algo del bufete.
Pareció pensarlo brevemente hasta que volvió a hablar:
–Esta semana tengo dos juicios, aunque creo que no podré acudir a ninguno… –reflexionó. –Y aparte de eso, me paso los días preparando casos, yendo a reuniones y firmando papeles –se encogió de hombros. – ¿Y a ti qué tal todo por la empresa?
–Vamos haciendo. La semana pasada terminamos los nuevos diseños de esta temporada, y ya estamos impacientes por que la gente los vea.
–Seguro que serán todo un éxito. Siempre has sido una artista.
Sonreí levemente y negué con la cabeza.
–Claro que no. Simplemente me gusta mi trabajo e intento hacerlo lo mejor posible. Y además, también tengo mucha ayuda.
– ¿Hablas de Nathan?
Se me borró la sonrisa de la cara al instante, y sentí que el buen ambiente que nos rodeaba se cargaba de un aura oscura.
–Sí, y también de Eleanor.
–Claro, claro, perdona.
Me mordí el labio y me toqueteé las manos con nerviosismo.
–Sé que no me crees, pero entre Nathan y yo no hay nada. No estoy enamorada de él a pesar de que últimamente he pensado que me encantaría estarlo.
Harry me observó en silencio, sopesando mis últimas palabras.
–Lo siento. De verdad que lo siento muchísimo.
No sabía exactamente por qué se estaba disculpando, pero no me hizo sentir mejor.
–Da igual. Estas cosas no se pueden elegir. No podemos elegir a quién amamos.
–Si pudiéramos hacerlo, todo sería demasiado aburrido.
Tal vez antes sí que hubiese estado de acuerdo con él, pero en aquel momento no lo estaba. Amar a alguien que no te correspondía no me parecía aburrido, precisamente.
–Y… ¿tú y María? –no sabía si debía preguntar, pero ya que yo le había dejado claro cómo eran las cosas entre Nathan y yo, creía que me merecía una explicación de su "relación" con su secretaria.
–No hay nada. Ya te lo dije. Ella está interesada en mí, pero no es mutuo.
– ¿Y no te gustaría que lo fuera?
–No. Me exaspera.
Sin poder evitarlo me reí como una niña pequeña a la que acababan de darle un juguete, pero dejé de hacerlo al instante, sintiéndome estúpida.
–Adelante, ríete –me animó Harry, pero me limité a sonreír con diversión. –Está siempre detrás de mí, empeñada en complacerme en todo, incluso en cosas que no le pido.
Vaya con la secretaria, sí que era servicial.
– ¿Y te complace?
Harry me observó con los ojos entrecerrados.
–No me he acostado nunca con ella,______. Nunca.
–No me creo que no hayas tenido deseos de hacerlo, en especial después de nuestras broncas.
–Me encanta esa buena opinión que tienes de mí –ironizó amargamente.
–A ver, seguro que has pensado en ello por lo menos por despecho. O porque yo no… –me callé abruptamente al darme cuenta de lo que había estado a punto de decir. –Comprendería que lo hubieras hecho, de verdad.
– ¿Por qué?
–Porque… la mayoría de los hombres que se encuentran en nuestra situación lo hacen –intenté escaparme por la vía fácil, pero Harry era demasiado astuto y no me dejó hacerlo.
–No ibas a decir eso. ¿Por qué comprenderías que hubiese tenido deseos de acostarme con otra?
Supe que no me daría tregua, por lo que decidí ser sincera con él:
–Porque… dejamos de tener intimidad. Porque dejamos de buscarnos. Porque dejé de ser una esposa para ti.
–En ese caso, porque yo también dejé de ser un marido para ti.
Me mordí el labio inferior, nerviosa, y me sobresalté cuando una gota de agua se estampó contra mi nariz. Alcé el rostro y me percaté de que el cielo se había nublado, a pesar de que aquella mañana había hecho un sol radiante.
–Lo que nos faltaba –masculló Harry, y se puso en pie en el mismo instante en el que comenzó a diluviar. Me incorporé con rapidez y, sin pensármelo dos veces, lo cogí de la mano y lo arrastré debajo de un frondoso árbol que esperaba que nos sirviera de paraguas. –Ojalá que no nos fulmine ningún rayo.
–Será sólo una tormenta de verano, no durará más de una hora, seguro.
Realmente esperaba que así fuera.
HOLA AQUI UN NUEVO CAP
BIENVENIDAS LAS NUEVAS LECTORAS NO SABEN LO FELIZ QUE ME HACEN ESPERO PRONTO TENER MAS Y SEGUIR LEYENDO SUS COMENTARIOS
NARRA _____
Todo mi cuerpo tembló cuando sentí los labios de Harry sobre los míos, pero no ocurrió nada más. No se movió, no me moví. Simplemente nos quedamos quietos, como si tuviéramos miedo de movernos, de romper aquel momento. Entonces, la mano de Harry que no se encontraba en mi mejilla se colocó en mi cintura y me rodeó con su brazo hasta que quedé pegada a su cuerpo. Yo, por mi parte, posé mi mano libre sobre su hombro, recordando cómo era estar abrazada a él, cómo era besarlo, y quise sonreír. No podía pensar, sólo sentir, pero una parte de mí estaba aterrada. Por ese motivo, cuando Harry entreabrió los labios para profundizar el beso, me aparté bruscamente de sus brazos, como si estos quemaran.
–Lo siento –musité, sin atreverme a mirarlo a la cara. Me ardían las mejillas y me temblaba todo el cuerpo a pesar de que la parte de mí que no tenía miedo me pedía que volviera a abrazarlo. –Lo siento.
–Yo también –respondió en voz baja.
Me mordí el labio e intenté tragar el nudo de angustia que acababa de formarse en mi garganta tras haber escuchado aquella respuesta. Claro que lo sentía, ¿cómo no iba a hacerlo? Durante todo aquel tiempo había logrado que mi propio marido me odiara y que apenas quisiera tocarme. ¿Cómo no iba a arrepentirse de haberme besado?
–Será mejor que regresemos… Ya es hora de comer.
Pero no tenía hambre. Sólo quería desaparecer, quería aovillarme en un rincón y alejarme del mundo. Aquel día algo fallaba en mi cabeza, desde luego. No dejaba de pensar en cosas horribles y negativas, y por culpa de aquello, Harry estaba comenzando a hartarse de mí. Pero por otra parte, su actitud hacia mí me confundía. Se arrepentía de haberme besado, pero no había sido él el que se había apartado, sino yo. Aquella mañana le había costado devolverme el abrazo, pero cuando al fin lo hizo, me abrazó con mucha fuerza. Y el día anterior, había colocado su brazo delante de mí para evitarme el impacto brutal del coche, siendo él el herido. ¿Por qué?
Lo miré de reojo, y me di cuenta de que parecía abatido. No era capaz de comprender nada, y me avergonzaba decir que aquel hombre había sido mi marido durante los últimos seis años. Tenía la sensación de que no le conocía en absoluto, porque no era capaz de prever sus movimientos ni su actitud hacia mí. Al menos, ya no.
Caminamos en silencio en dirección a nuestro improvisado campamento, no sin antes haber recogido la ropa sucia que nos habíamos quitado, y una vez allí nos separamos. Harry fue a pescar, supuse, y yo intenté encender la hoguera para que pudiésemos comer, pero no hubo manera. Las manos me temblaban descontroladamente y no podía hacer nada por evitarlo. Respiré hondo un par de veces, pero no sirvió de mucho, ya que sólo conseguí que las lágrimas me vencieran. Me las limpié con rapidez cuando me percaté de que Harry regresaba con nuestra comida, pero como no conseguí dejar de llorar, me incorporé con rapidez en un intento de que no se percatara de mi estado.
–Ahora vengo –murmuré con rapidez, pero mi voz entrecortada me delató.
– ¿Adónde vas?
–A… buscar leña para… encender la hoguera.
–_______…
–Tranquilo, no me voy a alejar de aquí –me costaba mucho hablar y fingir que no me ocurría nada a la vez, pero tenía que hacerlo.
Caminé varios pasos hasta que escuché que Harry me seguía, por lo que adelanté el paso.
–______ –me sujetó del brazo sin demasiada fuerza, pero me quedé quieta al instante.
Cerré los ojos y me negué a darme la vuelta para que no me viera llorar. Me sentía estúpida, porque ni siquiera yo sabía lo que me ocurría.
– ¿Qué?
–Ven.
No entendí qué quería decir con aquello hasta que me rodeó con sus brazos, o al menos lo intentó, porque me resistí. No quería que me tocara, pues no quería mostrarme débil frente a él. No quería seguir llorando por culpa de mis sentimientos, así que me mordí el labio y me revolví entre sus brazos.
–Para –me pidió con suavidad, pero su tranquilidad sólo consiguió que nuevas lágrimas acudieran a mis ojos.
–No –sorbí por la nariz. –Déjame.
–Sólo quiero abrazarte, ______. ¿Tan repugnante te parece esa idea?
¿Repugnante? Había sido él el que había tardado en responder a mi abrazo aquella mañana, no yo.
–No quiero nada, sólo quiero estar sola…
–No es cierto.
Y por desgracia, tenía razón. Dejé que me abrazara con fuerza, y cerré los ojos en cuanto sentí su aroma. Aún seguía oliendo como antes, como cuando solía derretirme cada vez que me tocaba, y aquel simple recuerdo me hizo esconder el rostro en su hombro y llorar amargamente por todo lo que estaba ocurriendo.
–Tranquila, ______. No pasa nada. Todo va a salir bien –asentí con la cabeza, pero no dejé de llorar. Sentía un gran pesar en mi pecho y una angustia amarga en mi garganta. –Todo esto se va a acabar muy pronto, ya verás. Cuando menos te lo esperes, estarás abrazando a Julie de nuevo, y estos días habrán sido sólo una pesadilla.
Quería decirle que agradecía profundamente sus palabras de consuelo, pero en aquel momento no me ayudaban en absoluto porque lo que me ocurría no tenía nada que ver con nuestra situación en el bosque. Lloraba por él, porque acababa de despertar en mí sentimientos que creía evaporados, y porque ya no podía hacer nada para solucionarlo. En los últimos meses me había encargado personalmente de que Harry me detestara, y en aquel momento acababa de darme cuenta de que seguía sintiendo algo por él, algo muy potente.
–Deja de llorar, por favor.
Quise decirle que no podía, pero respiré hondo y separé el rostro de su hombro. No levanté la cabeza porque estaba totalmente avergonzada, pero Harry me obligó a hacerlo al alzarme la barbilla con sus dedos.
–No voy a dejar que te pase nada, ¿de acuerdo? –me prometió, y yo quise echarme a llorar de nuevo.
¿Por qué se comportaba de ese modo en aquel momento? ¿Por qué no antes? En aquel instante estaba siendo el Harry del que me enamoré hacía ya tantos años.
–Y yo no voy a dejar que te pase nada a ti –las palabras abandonaron mis labios sin que yo les hubiese dado permiso para hacerlo, por lo que me sonrojé violentamente, pero no aparté la mirada de sus ojos.
En aquel instante en el que no dejamos de mirarnos fijamente, volvimos a ser lo que aún éramos, pero llevábamos tanto tiempo sin parecer: marido y mujer.
–En ese caso, no hay de qué preocuparse, ¿verdad? –bromeó, y yo sonreí levemente. –Así me gusta –me dio un beso en la frente que a pesar de todo me encantó, y antes de soltarme volvió a estrecharme con fuerza entre sus brazos. – ¿Vamos a comer?
Asentí en silencio y tomé la mano que me tendió para que caminásemos juntos hasta el campamento. Una vez terminamos nuestra comida, nos quedamos sentados sin saber qué hacer, hasta que de repente recordé algo importante.
–Harry, ¿qué crees que le ocurrió al coche? ¿Por qué fallaron los frenos?
Me observó en silencio con cara de profunda meditación, y luego apartó la mirada de mí.
–No lo sé. Yo tampoco logro entenderlo.
–La última vez que lo usé no falló. Estaba en perfecto estado.
–Y si hubiese habido algún problema cuando Mike lo llevó hasta West Lane me lo habría dicho. Bueno, no nos vimos ese día, –reflexionó en voz alta. –pero aún así me habría llamado… No lo entiendo.
–Es muy raro… –acepté. –Podríamos habernos matado.
–Sí. Pero afortunadamente no fue así.
–Porque tú me protegiste –tuve ganas de sacar el tema.
–No… Claro que no. Ya te dije que fue un acto reflejo.
–Pues si no hubieras tenido ese milagroso acto reflejo, tal vez ahora no estaría aquí.
–______, por favor, ya vale. Me pone nervioso que hables así.
Asentí en silencio, comprendiendo su malestar, pero no quería callarme. Quería hablar con él, recuperar el tiempo que habíamos perdido por culpa de las discusiones.
– ¿Qué tal te va todo en el bufete?
Harry me observó con una ceja alzada, como si no pudiera creerse lo que le estaba preguntando.
– ¿Me preguntas por mi trabajo?
–Sí. Hace mucho que… no me hablas de él. Sólo me dices que tienes mucha faena, pero nada más.
–Bueno, nuestras últimas conversaciones no han sido demasiado cordiales.
–Pues vamos a ponerle remedio. Cuéntame algo del bufete.
Pareció pensarlo brevemente hasta que volvió a hablar:
–Esta semana tengo dos juicios, aunque creo que no podré acudir a ninguno… –reflexionó. –Y aparte de eso, me paso los días preparando casos, yendo a reuniones y firmando papeles –se encogió de hombros. – ¿Y a ti qué tal todo por la empresa?
–Vamos haciendo. La semana pasada terminamos los nuevos diseños de esta temporada, y ya estamos impacientes por que la gente los vea.
–Seguro que serán todo un éxito. Siempre has sido una artista.
Sonreí levemente y negué con la cabeza.
–Claro que no. Simplemente me gusta mi trabajo e intento hacerlo lo mejor posible. Y además, también tengo mucha ayuda.
– ¿Hablas de Nathan?
Se me borró la sonrisa de la cara al instante, y sentí que el buen ambiente que nos rodeaba se cargaba de un aura oscura.
–Sí, y también de Eleanor.
–Claro, claro, perdona.
Me mordí el labio y me toqueteé las manos con nerviosismo.
–Sé que no me crees, pero entre Nathan y yo no hay nada. No estoy enamorada de él a pesar de que últimamente he pensado que me encantaría estarlo.
Harry me observó en silencio, sopesando mis últimas palabras.
–Lo siento. De verdad que lo siento muchísimo.
No sabía exactamente por qué se estaba disculpando, pero no me hizo sentir mejor.
–Da igual. Estas cosas no se pueden elegir. No podemos elegir a quién amamos.
–Si pudiéramos hacerlo, todo sería demasiado aburrido.
Tal vez antes sí que hubiese estado de acuerdo con él, pero en aquel momento no lo estaba. Amar a alguien que no te correspondía no me parecía aburrido, precisamente.
–Y… ¿tú y María? –no sabía si debía preguntar, pero ya que yo le había dejado claro cómo eran las cosas entre Nathan y yo, creía que me merecía una explicación de su "relación" con su secretaria.
–No hay nada. Ya te lo dije. Ella está interesada en mí, pero no es mutuo.
– ¿Y no te gustaría que lo fuera?
–No. Me exaspera.
Sin poder evitarlo me reí como una niña pequeña a la que acababan de darle un juguete, pero dejé de hacerlo al instante, sintiéndome estúpida.
–Adelante, ríete –me animó Harry, pero me limité a sonreír con diversión. –Está siempre detrás de mí, empeñada en complacerme en todo, incluso en cosas que no le pido.
Vaya con la secretaria, sí que era servicial.
– ¿Y te complace?
Harry me observó con los ojos entrecerrados.
–No me he acostado nunca con ella,______. Nunca.
–No me creo que no hayas tenido deseos de hacerlo, en especial después de nuestras broncas.
–Me encanta esa buena opinión que tienes de mí –ironizó amargamente.
–A ver, seguro que has pensado en ello por lo menos por despecho. O porque yo no… –me callé abruptamente al darme cuenta de lo que había estado a punto de decir. –Comprendería que lo hubieras hecho, de verdad.
– ¿Por qué?
–Porque… la mayoría de los hombres que se encuentran en nuestra situación lo hacen –intenté escaparme por la vía fácil, pero Harry era demasiado astuto y no me dejó hacerlo.
–No ibas a decir eso. ¿Por qué comprenderías que hubiese tenido deseos de acostarme con otra?
Supe que no me daría tregua, por lo que decidí ser sincera con él:
–Porque… dejamos de tener intimidad. Porque dejamos de buscarnos. Porque dejé de ser una esposa para ti.
–En ese caso, porque yo también dejé de ser un marido para ti.
Me mordí el labio inferior, nerviosa, y me sobresalté cuando una gota de agua se estampó contra mi nariz. Alcé el rostro y me percaté de que el cielo se había nublado, a pesar de que aquella mañana había hecho un sol radiante.
–Lo que nos faltaba –masculló Harry, y se puso en pie en el mismo instante en el que comenzó a diluviar. Me incorporé con rapidez y, sin pensármelo dos veces, lo cogí de la mano y lo arrastré debajo de un frondoso árbol que esperaba que nos sirviera de paraguas. –Ojalá que no nos fulmine ningún rayo.
–Será sólo una tormenta de verano, no durará más de una hora, seguro.
Realmente esperaba que así fuera.
HOLA AQUI UN NUEVO CAP
BIENVENIDAS LAS NUEVAS LECTORAS NO SABEN LO FELIZ QUE ME HACEN ESPERO PRONTO TENER MAS Y SEGUIR LEYENDO SUS COMENTARIOS
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
te pasas por mi novela https://onlywn.activoforo.com/t36885p15-cuidando-a-un-agente-del-fbi?highlight=cuidando+a+un+agente+del+FBI ________es buscada por el FBI por unos asesinatos en serie. Louis tomlinson se encuentra deambulando por las calles mal herido y con perdida de la memoria ella al verlo decide ayudarlo pero lo que no sabe es que el es uno de los agentes encargados de su caso. Podra entre ellos nacer el amor? y que ocurrira cuando el recupere la memoria?.
Ma_asu
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
hola perdon hoy no la pude seguir he estado un poco deprimida pero te prometo que mañana la sigo y sera un cap hot espero te gusten es mas te pondre 2 capluciah1d escribió:siguelaa!! lo necesito :D
JACKI1D
Re: EL FRIO DEL SILENCIO HARRY Y TU (ADAPTACION) TERMINADA
AME el capituloooooooo !!!!!!!!!!! siguelaaaaa :D
Shei Tomlinson
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