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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por Invitado Lun 27 Dic 2010, 4:51 pm

Aquii va :

Tras tres temporadas en Londres buscando esposo, el padre de ______ Bowman le comunica a su hija en términos inequívocos que debe encontrar marido ya. Y si _____ no es capaz de atrapar a un pretendiente adecuado, se casará con el hombre que él elija... el tosco y distante Nicholas Jonas.
Daisy se queda horrorizada ante semejante posibilidad. Una Bowman jamás admite la derrota, y decide hacer lo que sea necesario para casarse con alguien, con cualquiera que no sea Nicholas. Pero con lo que ella no contaba es con el inesperado encanto de Nicholas, o con la arrebatadora sensualidad que pronto surge y sobrepasa todo límite. Y _____ descubre que el hombre al que siempre ha odiado podría resultar ser el hombre de sus sueños.
Pero en el preciso momento de la dulce rendición, se desvela un escandaloso secreto... Un secreto que podría destruir a _____ y un amor más apasionado e irresistible de lo que _______ se atrevió a soñar jamás.

Espero que les guste :)
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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por #Ale Lun 27 Dic 2010, 5:53 pm

1 lectora
comienzala
#Ale
#Ale


http:// http://twitter.com/#!/Martidesca

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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por Leslie* Lun 27 Dic 2010, 7:32 pm

Segunda lectora :)
Leslie*
Leslie*


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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por maru!! Lun 27 Dic 2010, 9:08 pm

3ra lectora
sube cap!!
:D
maru!!
maru!!


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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por K.J Lun 27 Dic 2010, 11:02 pm

4 lectora empiezala!
K.J
K.J


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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por Invitado Mar 28 Dic 2010, 8:16 am

Prólogo
—He tomado una decisión sobre el futuro de ______ —Thomas Bowman anunció a su esposa e hija—. Aunque a un Bowman nunca le gusta admitir la derrota, no podemos hacer caso omiso de la realidad.
—¿Qué realidad es esa, padre? —preguntó _______.
—Tú no estas hecha para la nobleza británica —frunció el ceño, y añadió—, o quizás la nobleza británica no esta hecha para ti. La rentabilidad de mi inversión en la búsqueda de marido para ti es mala, ¿sabes qué significa eso, _______?
—¿Que soy una inversión que ha rendido menos de lo esperado? —adivinó.
Uno nunca supondría que ______ era una mujer de veintidós años. Pequeña, delgada, y de pelo oscuro, todavía tenía la agilidad y la euforia de una niña cuando otras mujeres a su edad ya eran matronas jóvenes y sobrias. Cuando se sentaba doblando las rodillas, parecía una muñeca de porcelana abandonada en la esquina del sofá. Molestó al señor Bowman ver a su hija prestar atención al libro en su regazo con un dedo atascado entre sus páginas. Obviamente apenas podía esperar a que él terminara para reanudar la lectura
—Deja eso.
—Si, padre. —Sigilosamente, _______ abrió el libro, para verificar el número de la página y señalarlo, con el fin de continuar después. Hasta ese pequeño ademán molestaba a su padre. Libros, libros... La simple visión de uno había llegado a representar el fracaso vergonzoso de su hija en el mercado matrimonial.
Mientras fumaba su gran cigarro, el señor Bowman estaba sentado en una silla acolchada en el salón de la suite de hotel que habían habitado durante más de dos años. Mercedes, su esposa se sentó como un bastón larguirucho cerca de él. Bowman era como la cerveza negra de barril, tan intenso en sus dimensiones físicas como en su temperamento. Aunque era calvo, poseía un espeso bigote, como si toda la energía requerida por el pelo sobre su cabeza para crecer, hubiera sido desviada a su labio superior.
Mercedes se unió en matrimonio siendo una joven extraordinariamente esbelta y se había vuelto aún más esbelta a través de los años, de la misma manera que una pastilla de jabón que se va gastando gradualmente. Su pelo negro y suave estaba peinado sobriamente, las mangas de su vestido se ajustaban a unas muñecas tan diminutas que el señor Bowman podría romperlas de la misma manera que a ramitas de abedul. Incluso cuando estaba perfectamente sentada, como ahora, Mercedes transmitía una energía nerviosa.
Bowman nunca había lamentado escoger a Mercedes como esposa, su dura ambición correspondía perfectamente con la suya. Era una mujer implacable, de instintos afilados, luchando siempre por tener un lugar para los Bowman en la sociedad. Fue Mercedes quien había insistido en que, debido a que no podían ser aceptados en la alta sociedad de Nueva York, trajeran a las niñas a Inglaterra. “Buscaremos pretendientes con un titulo”, había dicho con determinación. Y sin duda, habían tenido éxito con su hija mayor Lillian.
Lillian se las había arreglado para coger el premio más grande de todos, lord Westcliff, cuyo pedigrí era oro puro. El conde había sido una adquisición segura para la familia. Pero ahora Bowman estaba impaciente por regresar a América. Si _______ fuera a conseguir un marido con titulo lo habría hecho ya. Era tiempo de acortar sus pérdidas.
Reflexionando sobre sus cinco hijos, Bowman se preguntaba cómo podía ser que tuvieran tan poco de él. Él y Mercedes habían producido tres hijos varones pasivos, que aceptaban las cosas como eran, seguros de que todo lo que querían simplemente caería en sus manos como fruta madura de un árbol. Lillian era la única que había heredado algo del espíritu agresivo de los Bowman... Pero era una mujer y por lo tanto era un desperdicio completo.
Y luego estaba _____. De todos sus hijos, ______ había sido la que menos parecía un Bowman, ni entendía a su padre cuando hablaba de negocios, ni parecía absorber nada de lo que él decía. Cuando le había explicado por qué debían poner su capital en acciones de deuda pública inversionistas que querían rentabilidades de poco riesgo y regulares, ________ lo había interrumpido preguntando: “Padre, ¿no sería estupendo si los colibríes tuvieran servicio de té y fuéramos lo bastante pequeños para ser invitados?”.
A través de los años, los esfuerzos de su padre por cambiar a _______ habían obtenido una firme resistencia. ________ era obstinada, se sentía a gusto con su manera de ser y por lo tanto tratar de cambiarla era como provocar a un enjambre de abejas.
Puesto que Bowman conocía la naturaleza imprevisible de su hija, no le sorprendió en absoluto la carencia de pretendientes que quisieran tomarla por esposa, ¿que clase de madre sería ella? Parloteando sobre hadas que vuelan bajo el arco iris, en lugar de inculcar reglas sobre el decoro en sus hijos.
Mercedes intervino en la conversación, su voz tensa por la consternación.
—Querido señor Bowman, la temporada está lejos de terminar aún, creo que _______ ha hecho excelentes progresos. Lord Westcliff la ha presentado a varios caballeros prometedores, quiénes están muy interesados en la perspectiva de tener al conde como cuñado.
—Estimo —dijo Bowman sombrío—, que es precisamente ese el interés de tales caballeros, el tener a Westcliff como cuñado, y no a _______ como esposa. —Fijó en ________ una mirada dura—. ¿Va a proponerte matrimonio alguno de esos caballeros?

—¿Cómo puede saberlo ella? —protestó Mercedes.
—Las mujeres siempre saben esas cosas —señaló—. Contéstame ______, ¿existe alguna posibilidad de llevar a alguno de esos caballeros ante el altar?
Su hija vaciló, y una expresión de preocupación apareció en sus ojos oscuros.
—No, padre —admitió con sinceridad finalmente.
—Como me temía —Bowman cruzó sus gruesos dedos sobre el estomago y miró a las dos mujeres con severidad—. Tu carencia de éxito se ha vuelto un inconveniente, hija, me molesta el despilfarro en trajes y baratijas, me molesta que sea un negocio improductivo, mas que eso, estoy sumamente molesto porque este asunto me ha retenido en Inglaterra cuando me necesitan en Nueva York, por lo tanto he decidido ser yo quien escoja marido para ti.
_______ miró a su padre sin comprender.
—¿A quien tiene en mente, padre?
—Nicholas Jonas.
Ella le miró fijamente como si se hubiera vuelto loco.
Mercedes hizo una rápida inspiración.
—¡Eso no tiene ningún sentido, señor Bowman! No habría ninguna ventaja para nosotros o para _______ con tal unión, el señor Jonas no pertenece a la nobleza, ni su linaje es de importancia alguna.
—Pertenece a los Jonas de Boston —contradijo Bowman—, una de las familias más antiguas y distinguidas de la ciudad. Puede sentirse orgulloso de su sangre y su nombre, y lo más importante, trabaja para mí, y posee una de las mentes con más capacidad para los negocios que he visto jamás. Lo quiero como yerno. Quiero que él herede mi compañía cuando sea el momento.
—¡Usted tiene tres herederos legítimos! —exclamó Mercedes ultrajada.
—Ninguno de ellos sirve para llevar la empresa, no tienen instinto para los negocios. —La idea de que fuera Nicholas Jonas su heredero, lo reconfortaba, se había formado bajo su tutela durante casi diez años, cuando pensaba en él, sentía una punzada de orgullo, el muchacho era más un Bowman que cualquiera de sus descendientes—. Ninguno de ellos tiene la ambición y la frialdad de Jonas—continuó el señor Bowman—. Lo haré el padre de mis herederos.
—¡Ha perdido usted el juicio! —exclamó Mercedes con indignación.
_______ habló con un tono tranquilo ante la desfachatez de su padre.
—Creo que mi cooperación es necesaria en este asunto, especialmente si hablamos de herederos, y le aseguro que ninguna energía en la tierra me obligará a tener hijos de un hombre que ni siquiera me gusta.
—Hija, pensé que desearías ser útil para algo —gruñó el señor Bowman. Estaba en su naturaleza frenar cualquier asomo de rebelión de manera drástica—. Creí que desearías un marido y tu propio hogar en lugar de continuar tu existencia parásita.
________ se estremeció como si la hubiera abofeteado.
—No soy un parásito.
—¿No? Entonces explícame en que se ha beneficiado el mundo de contar con tu presencia. ¿Qué has hecho por alguien alguna vez?
Encontrando injusta la tarea de justificar su existencia ______ lo miró fijamente en silencio.
—Este es mi ultimátum —dijo Bowman—. Encuentra un marido apropiado, tienes de plazo hasta final de mayo, o te casarás con Jonas.
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Mensaje por #Ale Mar 28 Dic 2010, 10:00 am

Noooo...la dejes hay
SIGUELA....
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Mensaje por Invitado Mar 28 Dic 2010, 10:06 am

Chicas, como hacen para poner esas imagenes despues de firmar? hace mil años que quiero poner una y no lo puedo hacer :/ me enseñan?
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Mensaje por Invitado Mar 28 Dic 2010, 10:34 am

A veer ahora

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Mensaje por Invitado Mar 28 Dic 2010, 10:46 am

AHI VA EL PRIMER CAAP:

Capítulo 1

—No debería contarte esto —_______ murmuraba mientras se paseaba de un lado para el otro en el salón de la mansión Marsden la noche siguiente—. En tu condición no debes preocuparte por nada. Pero no puedo guardármelo para mí por más tiempo o estallaré, lo que será probablemente infinitamente más angustioso para ti.
Su hermana mayor levantó la cabeza del hombro confortable de lord Westcliff.
—Dímelo —dijo Lillian, intentando controlar otra ola de náuseas—. Solo me angustio cuando los secretos son sobre mí. —Se reclinó sobre el sofá largo, liberándose del brazo de lord Westcliff que inmediatamente colocó en su boca un azucarillo con sabor a limón. Cerró los ojos cuando se lo tragó, sus pestañas oscuras se cerraron como medias lunas contra sus suaves mejillas.
—¿Mejor? —Westcliff preguntó suavemente, limpiando con un dedo un poco de azúcar en la comisura de sus labios.
Lillian asintió con la cabeza, terriblemente pálida.
—Si, creo que eso ayuda. ¡Uf!. Reza para que sea un niño, Marcus, porque esta es tu única oportunidad de tener un heredero. ¡No voy a sufrir nunca más esto!
—Abre la boca —dijo, y le colocó otro azucarillo en los labios.
Normalmente _______ habría estado conmovida por ser testigo de la intimidad de los Westcliff... Era infrecuente que alguien viera a Lillian tan vulnerable, o a Marcus tan paciente y preocupado. Pero _______ estaba tan distraída por sus propios problemas, que apenas notó su interacción cuando espetó.
—Papa me ha dado un ultimátum. Esta noche él…
—Espera —murmuró el conde, ajustando la postura de Lillian, la colocó más cerca de él, ella se inclinó aún más sobre su marido, que le puso la mano sobre la curva del estómago. El murmuró algo indescifrable en su pelo de ébano desordenado, y ella asintió con un suspiro.
Alguien que presenciara la ternura con que Westcliff cuidaba de su joven esposa no podría si no sorprenderse de los cambios producidos en el conde, que había sido conocido siempre como un hombre naturalmente frío. Se había vuelto una persona mucho más accesible, sonreía más, y sus estándares sobre el comportamiento apropiado eran mucho más flexibles, lo cual era una buena cosa si uno tenía a Lillian como esposa y a _______ como cuñada.
Los ojos de Westcliff, de un marrón oscuro, parecieron casi negros, cuando se concentró en ______. Aunque no dijo una palabra, ______ leyó en su mirada fija el deseo de proteger a Lillian de cualquier cosa que pudiera agitar su paz.
Repentinamente _______ se sintió avergonzada por haberse precipitado a venir a contarle a su hermana lo ocurrido con su padre. Debía haberse guardado sus problemas en vez de acudir a ella como una niña asustada. Pero entonces, los ojos marrones de Lillian la miraron, tibios y sonrientes, y un millón de recuerdos de infancia bailaron en el aire entre ellas de la misma manera que luciérnagas alborozadas. La intimidad entre hermanas era algo que, incluso el más protector de los maridos, no podía alterar.
—Vamos, cuéntamelo —dijo Lillian, acomodándose contra el hombro de Westcliff—. ¿Qué dijo el ogro?
—Que si no encuentro a alguien con quien casarme para final de mayo, tendré que aceptar el que ha elegido para mí. Y adivina quién es. ¡Adivina!
—No imagino quien —Lillian dijo—. Papá es tremendamente exigente, es difícil que apruebe a alguien.
—¡Oh!, a él si lo aprueba —_______ respondió siniestramente—. Hay una persona en el mundo que papá aprueba al cien por cien.
Ahora, incluso Westcliff estaba empezando a parecer interesado.
—¿Es alguien a quien conozco?
—Lo conocerá pronto —dijo _______—. Mi padre lo ha invitado, llegará a Hampshire la próxima semana para la caza del ciervo y los festejos.
Westcliff intentó recordar los nombres que Thomas Bowman le había pedido que incluyera en la lista de invitados para la caza de primavera.
—¿El estadounidense? —preguntó—. ¿El señor Jonas?
—Sí.
Lillian miró fijamente a ______ sin comprender y de súbito enterró la cara en el hombro de su esposo con un grito ahogado. Al principio ______ temía que estuviera llorando, pero rápidamente se dio cuenta de que Lillian se estaba riendo, con una risita nerviosa.
—No... No puede ser... ¡Qué absurdo!... tu nunca podrías...
—No lo encontrarías tan divertido si fueras tú quien tuviera que casarse con él —dijo _______ frunciendo el ceño sin entender su diversión.
Westcliff miró de una hermana a la otra.
—¿Qué es lo que está mal en el señor Jonas? Creo que su padre ha comentado que es un caballero bastante respetable.
—Todo está mal en él —dijo Lillian, dando un último bufido de risa.
—Pero tu padre lo aprecia —apuntó Jonas.
—Oh —se burló Lillian—. Mi padre se siente halagado porque el señor Jonas se esfuerza en imitarlo y graba en su memoria cada palabra que él dice.
El conde consideró sus palabras mientras sacaba otro azucarillo de limón y lo ponía en los labios de Lillian que emitió un sonido de placer cuando el dulce se derritió en su garganta.
—¿Tu padre está equivocado al creer que el señor Jonas es inteligente? —Westcliff preguntó a ______.
—Es inteligente —admitió—. Pero una no puede tener una conversación con él, hace miles de preguntas, y lo absorbe todo pero nunca dice nada.
—Quizás Jonas es tímido —señaló Westcliff.
Ahora fue _______ quien no pudo contener la risa.
—Le garantizo, milord, que el señor Jonas no es tímido. El es... —se detuvo encontrando difícil transformar sus ideas en palabras.
Nicholas Jonas poseía una frialdad innata que era acompañada siempre por un aire insufrible de superioridad. Uno nunca podía decirle cualquier cosa sin que él la supiera ya; lo sabía todo. Debido a que _______ había crecido en una familia poblada de naturalezas intransigentes, para ella había tenido poco interés una persona aún más rígida e inflexible.
En su opinión, no hablaba en favor del señor Jonas que armonizara tan bien con los Bowman.
—Sería más fácil enumerar todas las cosas que el señor Jonas no es —dijo ______ definitivamente—. Para ser sincera, no existe ninguna razón por la que él deba gustarme.
—Ni siquiera es atractivo —Lillian añadió—. Es un saco de huesos. —Acarició el musculoso pecho de su esposo, en un elogio silencioso de su musculosa constitución.
Westcliff parecía divertido.
—Jonas posee algún rasgo positivo?
Ambas hermanas consideraron la pregunta.
—Tiene dientes bonitos —dijo al fin ______ de mala gana.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Lillian—. ¡Nunca sonríe!
—Vuestra valoración de él es muy negativa —comentó Westcliff—. Tal vez el señor Jonas ha cambiado desde que usted lo vio por última vez, ______.
—No tanto como para que acceda a casarme con él —señaló ______.
—No deberías casarte con él si no lo deseas —Lillian dijo con vehemencia, revolviéndose en los brazos de su esposo—. ¿Tengo razón, Westcliff?
—Sí, mi amor —murmuró, apartando un mechón de pelo de su cara.
—Y no permitirás que mi padre aleje a ______ de mí —insistió Lillian.
—Por supuesto que no, siempre se puede llegar a algún acuerdo.
Lillian se desplomó contra él, teniendo fe absoluta en las capacidades de su marido.
—Ya está —farfulló a ______—. No hay porqué preocuparse... ¿lo ves? Westcliff lo tiene todo... —hizo una pausa para bostezar intensamente— …controlado...
______ sonrío con ternura al ver que a su hermana se le cerraban los ojos, vio como Westcliff miraba fijamente a Lillian, así que se puso en pie y murmuró una despedida. Él respondió con una inclinación de cabeza cortés, sin desviar su atención del rostro soñoliento de Lillian. Y ______ no pudo evitar preguntarse si algún hombre, algún día, la miraría a ella de esa manera, como si fuera un tesoro precioso en sus brazos.
________ no dudaba de que su cuñado trataría de ayudarla de cualquier manera posible, aunque fuera solamente por Lillian. Pero su fe en la influencia del conde fue atenuada por el conocimiento de la voluntad inflexible de su padre.
Aunque ella lo desafiara con todos los medios a su disposición, _______ tenía un mal presentimiento, las probabilidades no estaban a su favor.
Se detuvo un momento en la puerta del salón y miró a la pareja en el sofá con un gesto de preocupación. Lillian se había quedado completamente dormida, su cabeza se hundía en el pecho de Westcliff. Cuando el conde levantó la mirada hacia _______ vio su tristeza y arqueó una ceja en una pregunta silenciosa.
—Mi padre... —comenzó _______, instintivamente se mordió el labio. Su cuñado era socio comercial de su padre, no era apropiado ir al conde de Westcliff con quejas sobre tan importante aliado. Pero la paciencia en su expresión la animó a continuar—Me llamó parásito —dijo, hablando en susurros para evitar perturbar a Lillian—. Me pidió que le dijera en qué se ha beneficiado el mundo con mi existencia, o si alguna vez había hecho algo por alguien.
—¿Y qué contestó usted? —preguntó Westcliff.
—No pude pensar en algo que decir.
Los ojos de color café del conde eran indescifrables. Hizo un ademán para que ella se acercara al sofá, y cuando obedeció, para su asombro, apretó su mano afectuosamente. El conde, generalmente circunspecto, no había hecho nunca una cosa así.
—________ —dijo suavemente—, la mayoría de las vidas no se distinguen por grandes logros. Son importantes por un número infinito de pequeñas cosas. Cada vez que usted es generosa con los demás, o pone en alguien una sonrisa, da significado a su vida. No dude de su valor, querida. El mundo sería un lugar más triste sin _______ Bowman en él.

Pocas personas negarían que la propiedad de Stony Cross Park era uno de los lugares más hermosos de Inglaterra. El condado de Hampshire poseía una variedad infinita de terreno, desde bosques impenetrables a praderas floreadas, de los pantanos hasta los peñascos de piedra color miel en la rivera del río Itchen.
La vida resplandecía por todos lados, los pequeños brotes que surgían del manto de hojas caídas al pie de los envejecidos robles y cedros, las campánulas que brillaban intensamente en la parte más oscura del bosque.
Saltamontes que saltaban por las praderas llenas de bocas de dragón y jacintos, mientras que azules fresias se mezclaban con los blancos pétalos de las flores silvestres. Olía a primavera, el aire saturado del olor del seto y el verde césped.
Después de doce horas de viaje en carruaje, que Lillian describió como un infierno, los Westcliff, los Bowman, y los diversos invitados se alegraron de llegar a la propiedad de Stony Cross Park por fin.
El cielo era de un color diferente en Hampshire, un color azul más suave, y el aire estaba lleno de una tranquilidad dichosa. No había sonidos metálicos de ruedas y pezuñas sobre calles pavimentadas, o vendedores y mendigos, o silbatos de fábrica, ni ninguna señal del ajetreo de la ciudad. Aquí solo se oía el cantar de los petirrojos en los setos, el murmullo de pájaros carpinteros entre los árboles, y el chapoteo de los martines pescadores alimentándose en el río.
Lillian, que había considerado el país mortalmente aburrido antes, era feliz por estar de regreso. Para ella el aire puro del campo fue como un bálsamo, y después de su primera noche en la casa solariega se sintió mucho mejor de lo que se sentía hacía semanas. Ahora su embarazo ya era visible y vestía trajes holgados propios de su estado, era la etapa en que no era apropiado asistir a eventos sociales. En su propiedad, sin embargo, Lillian tendría una relativa libertad, aunque restringiría sus interacciones con los invitados a grupos pequeños.
________ fue instalada en el que era su dormitorio favorito de la casa, para su placer. La habitación era encantadora, había pertenecido a lady Aline, hermana de Westcliff, que ahora residía en América con su marido y su hijo. El rasgo más encantador del dormitorio era un gabinete diminuto al que estaba conectado, que había sido traído de Francia especialmente y vuelto a montar; originariamente perteneció al mobiliario de una residencia lujosa del siglo diecisiete y estaba equipado con una chaise-longue que era perfecta para dormir la siesta o leer.
Acurrucada con uno de sus libros en una esquina de la chaise-longue, ________ se sentía oculta del resto del mundo. ¡Oh, si tan solo pudiera quedarse aquí en Stony Cross y vivir con su hermana para siempre! Pero incluso cuando la idea pasó por su mente, supo que nunca sería totalmente feliz así. Quería su propia vida... su propio marido, sus propios niños.
Era la primera vez que ________ y su madre se habían vuelto aliadas. Estaban unidas en su deseo de evitar un matrimonio con el odioso Nicholas Jonas.
—Ese desafortunado joven —Mercedes había exclamado—. No tengo la menor duda de que fue él quien puso la absurda idea en la cabeza de tu padre... Siempre he sospechado que él...
—¿Sospechado, qué? —preguntó ________, pero su madre cerró con fuerza sus labios hasta que fueron una línea rígida.
Cuando Mercedes examinó detenidamente la lista de invitados, informó a ________ que un gran número de caballeros candidatos para esposo se estaban alojando en la casa solariega.
—Aunque no están directamente en la línea de sucesión, pertenecen a familias nobles —dijo Mercedes—. Y uno nunca sabe... A veces ocurre una desgracia... una enfermedad fatal o un accidente grave. ¡Algunos miembros de la familia podrían desaparecer y luego tu marido heredaría el título! —Con la esperanza de que una desgracia les sucediera a los futuros suegros de ________, Mercedes volvió a centrarse en su lista de invitados.
________ estaba impaciente por que Evie y St. Vincent llegaran a la mansión al final de la semana. Extrañaba a Evie terriblemente, especialmente desde que Annabelle estaba ocupada con su bebé y Lillian se movía demasiado despacio para acompañarla en las caminatas rápidas que ella tanto disfrutaba.
En el tercer día después de su llegada a Hampshire, ________ fue a dar un paseo por la tarde. Tomó el camino que había atravesado en muchas otras visitas previas. Llevaba un sencillo vestido de muselina azul con detalles de flores, un par de robustas botas para caminar, y una pamela de paja atada con cintas.
Andando deprisa por un camino más allá de las praderas brillantes decoradas con flores amarillas y rojas, ________ consideró su problema.
¿Por qué era tan difícil encontrar un hombre para ella?
No es que ella no deseara enamorarse de alguien. A decir verdad, lo deseaba tanto que parecía terriblemente injusto no haber encontrado a alguien todavía, ella lo había intentado, pero siempre fallaba algo.
Si un caballero tenía la edad correcta, era pasivo o pomposo. Si era amable e interesante, era lo suficientemente viejo para ser su abuelo o tenía algún otro problema, como tener mal aliento o escupir mientras hablaba.
________ sabía que no era una gran belleza. Era demasiado pequeña y etérea, y aunque había sido elogiada por sus ojos oscuros y su pelo negro en contraste con su piel blanca, también había oído que las palabras “menuda y delicada” y “traviesa” le eran aplicadas muchas veces. Las mujeres menudas y delicadas no atraían a los hombres como las rubias bellezas esculturales.
También se decía de ella que pasaba demasiado tiempo con sus libros, lo que era probablemente cierto. Si fuera posible, ________ dedicaría la mayoría de su tiempo en leer y soñar. Cualquier caballero sensato llegaría a la conclusión de que no sería una esposa preparada para la dirección y administración de un hogar. Y tendría razón.
________ no se había preocupado nunca por el contenido de la despensa o que cantidad de jabón era necesaria para la colada diaria. Estaba más interesada en las novelas, la poesía y la historia, que hacían volar su mente a un mundo de fantasía mientras miraba fijamente a través de una ventana sin ver nada... En su imaginación vivía aventuras exóticas, viajaba en alfombras mágicas, navegaba por grandes océanos, buscando tesoros en islas tropicales.
Y había caballeros emocionantes en los sueños de ________, inspirados por los relatos de héroes gallardos y nobles que solía leer. Estos hombres imaginarios eran mucho más excitantes e interesantes que los hombres ordinarios... Hablaban de forma hermosa, destacaban en las peleas de espada y los duelos, y sus besos producían desmayos en las mujeres.
Por supuesto, ________ no era tan ingenua como para creer que tales hombres existían, pero tenía que admitir que con todas estas ideas románticas en la cabeza, los hombres reales parecían... bien, terriblemente aburridos en comparación.
Levantando la cara hacia el sol que brillaba a través de la copa de los árboles, ________ entonó una melodía popular que la gente llamaba “La vieja criada en el desván”:

Vendrá un hombre rico, vendrá un hombre pobre.
Vendrá el tonto o el listo.
¡Pues ninguno vendrá!
¡Y por pena te casarás!

Pronto llegó al objetivo de su paseo. Ella y las demás floreros habían estado antes allí. Un pozo de los deseos. De acuerdo con la tradición local, fue habitado por un mago que cumpliría tu deseo si lanzabas un alfiler en él. El único peligro consistía en estar demasiado cerca al hacerlo, porque el mago podría tirar de ti para llevarte con él a vivir para siempre.
En otras ocasiones, ________ había pedido deseos para sus amigas y se habían hecho realidad siempre. Ahora necesitaba un poco de magia para sí misma.
Poniendo su palma suavemente en el suelo, ________ se acercó al hueco en la piedra que chapoteaba agua y miró el fondo fangoso del pozo. Metió la mano en el bolsillo de su vestido y sacó una cajita de alfileres.
—Bien —dijo con solemnidad—, puesto que he tenido tan mala suerte a la hora de encontrar el hombre que siempre deseé, le dejo la elección al destino, no pongo ningún requisito, ninguna condición. Esto es lo que pido... El hombre perfecto para mí. Estoy dispuesta a aceptarlo.
Sacó los alfileres de la cajita, y los tiró en el pozo, reflejaron la luz del sol antes de golpear la superficie del agua y deslizarse bajo su superficie oscura.
—Me gustaría que todos estos alfileres fueran para el mismo deseo —dijo al fin. Se quedó allí de pie un momento, con los ojos cerrados. Escuchando el sonido del agua, el revolotear de un colibrí atrapando un insecto en el aire, y el zumbido de una libélula.
Hubo un ruidito repentino detrás de ella, como el sonido de un pie pisando una ramita.
________ se dio la vuelta y vio la forma oscura de un hombre venir hacia ella. Estaba solo a unos pasos. La conmoción de descubrir a alguien tan cerca cuando había pensado que estaba sola hizo que su corazón latiera más rápidamente.
Era tan alto y musculoso como el marido de Annabelle, aunque parecía algo más joven, aún no tendría treinta años.
—Perdóneme —dijo con una voz profunda cuando vio su expresión—. No quería asustarla.
—¡Oh!, usted no me ha asustado —mintió alegremente, su pulso todavía desbocado—. Solo estoy un poco... sorprendida.
Se acercó a ella con un andar relajado, las manos en los bolsillos.
—Llegué a la mansión hace un par de horas —dijo—. Me dijeron que estaba usted paseando por este sendero.
Había algo familiar en él. Estaba mirando a ________ como si esperara que ella lo conociera. Ella sintió la inquietud que acompaña al intento de recordar a alguien que ya nos ha sido presentado.
—¿Es usted un invitado de lord Westcliff? —preguntó, tratando de recordar desesperadamente.
Le ofreció una mirada curiosa y sonrío ligeramente.
—Sí, señorita Bowman.
Sabía su nombre. ________ lo miró aún más confusa. No entendía cómo podía haber olvidado a un hombre tan atractivo. Era fuerte y muy masculino, no guapo, pero definitivamente varonil y hermoso, demasiado perfecto para ser un hombre corriente. Sus ojos eran del color del cielo en una mañana clara, un azul intenso, aún mas intenso en contraste con su piel bronceada. Había algo en él, una clase de fuerza interior que hizo que ella diera un paso atrás ante la intensidad de su mirada.
Inclinó un poco la cabeza para mirarla y un destello caoba se reflejo por la superficie de su pelo marrón oscuro. Su rizado cabello estaba cortado con un estilo mas informal, distinto al que los europeos preferían. Un estilo americano. Daisy se dio cuenta entonces de su acento americano. Y ese olor fresco y limpio que emitía... si, pensó, sorprendida, era la fragancia de... ¡el jabón de la marca Bowman!
Repentinamente ________ se dio cuenta de quién era él y sus rodillas estuvieron a punto de doblarse.
—Usted —susurró, sus ojos se abrieron asombrados al contemplar el rostro de N
icholas Jonas.



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Mensaje por maru!! Mar 28 Dic 2010, 11:17 am

hayyyyyy ame el prologo y el 1er cap
tienes que seguir,
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!
:D
maru!!
maru!!


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Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion) Empty Re: Escandalo en Primavera (Nick&Tu) (Adaptacion)

Mensaje por Leslie* Mar 28 Dic 2010, 11:18 am

Aww! Que genial debes continuar :)
Leslie*
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Mensaje por Invitado Mar 28 Dic 2010, 6:20 pm

Capítulo 2
________ perdió el equilibrio y debió de tambalearse un poco, porque él extendió los brazos y la agarró suavemente, sus manos rodeando sus brazos.
—El señor Jonas —susurró en un murmullo ahogado, intentando alejarse de él instintivamente.
—Se va usted a caer en el pozo. Venga conmigo.
La sostuvo suavemente pero con firmeza separándola varios pasos del burbujeo del agua.
Molesta por que la arrastraran estando todavía algo aturdida, ________ se tensó en sus brazos. Algunas cosas en él no habían cambiado, pensaba intranquila. Nicholas Jonas era tan dominante como siempre.
No podía dejar de mirarlo fijamente. ¡Dios mío!, nunca había visto tal transformación en una persona. El anterior “saco de huesos”, como Lillian lo había descrito, se había convertido en un hombre grande y fuerte que irradiaba salud y vigor. Estaba vestido con un traje elegante, , un poco mas holgado en comparación con los trajes ajustados que se usaban en ese momento. Aún así, la tela era de calidad y no ocultaba su fuerte musculatura.
Los cambios producidos en él no eran solo físicos. La madurez le había dado un aire de seguridad y confianza en si mismo, tenía la mirada de un hombre que conocía sus habilidades. ________ recordó como era cuándo empezó a trabajar con su padre... Había sido un oportunista, flacucho y de mirada fría, vestido con ropas caras, pero raídas y zapatos viejos y desgastados.
“Esa es la esencia del viejo Boston”, había dicho su padre con indulgencia cuándo sus hijos se habían burlado de Nicholas Jonas y sus zapatos viejos. “Hacer que un par de zapatos o un abrigo duren para siempre. Ahorrar debe ser una religión, sin importar el volumen de la fortuna familiar”.
________ se soltó de sus brazos.
—Esta usted muy cambiado —dijo, tratando de reponerse.
—Usted no —respondió él. Era imposible saber si el comentario fue un cumplido o una crítica—. ¿Qué estaba haciendo en el pozo?
—Era... pensé... —________ buscó en vano una explicación sensata, pero no podía pensar en nada—. Es un pozo de los deseos.
Su expresión era solemne, pero había un parpadeo sospechoso en sus astutos ojos azules como si algo lo divirtiera.
—Usted se toma esto en serio, ¿no es cierto?
—Todos los habitantes del pueblo vienen a pedir deseos al pozo —respondió ________ de mal humor—. Es un pozo de los deseos legendario.
La estaba mirando atentamente de la misma manera que ella siempre había odiado, fijamente, absorbiéndolo todo, sin que se le escapara ningún detalle. ________ sintió que enrojecía bajo su intenso escrutinio.
—¿Qué pidió usted? —preguntó.
—Eso es privado.
—Conociéndola —dijo—, podría ser cualquier cosa.
—Usted no me conoce en absoluto —dijo separándose más de él. La idea de que su padre la diera en matrimonio a un hombre que era tan inapropiado para ella en todos los sentidos le parecía... una locura. El matrimonio con él sería un negocio, un intercambio de dinero y responsabilidades. Sólo sentirían decepción y desprecio mutuo. Y estaba segura de que él no se sentía atraído por ella tampoco. Nunca se casaría con una mujer como ella si no fuera por el aliciente de tener algún día la empresa de su padre.
—Quizás no —concedió él. Pero sus palabras sonaron falsas. Porque él pensó que sabía exactamente quién y qué era ella. Sus miradas fijas se enfrentaron, midiéndose y desafiándose.
—Teniendo en cuenta que es un pozo legendario —dijo Nicholas—, odiaría pasar por alto una oportunidad tan buena—. Metió la mano en un bolsillo, rebuscó un poco y sacó una moneda de plata grande. ________ estaba acostumbrada a ver dinero americano.
—Se supone que debe usted tirar un alfiler —dijo.
—No tengo un alfiler.
—Es una moneda de cinco dólares —dijo ________—. No irá usted a tirar eso, ¿verdad?
—No voy a tirarla —dijo él—, voy a invertirla. Explíqueme cual es el procedimiento adecuado para hacer esto, es mucho dinero para malgastarlo.
—Se está burlando de mí.
—Me lo tomo muy en serio. Y puesto que nunca he hecho esto antes, un poco de ayuda sería bienvenida. —Esperó su respuesta, y cuando fue evidente que ella no iba a decir nada, una sonrisa asomó en una esquina de su boca—. Voy a tirar esta moneda al pozo aunque no me ayude.
________ se maldijo en voz baja. Aunque era obvio que se estaba burlando de ella, no podía resistirse. Un deseo no era algo para tomarse en broma, especialmente uno de cinco dólares, ¡caramba!
Se acercó al pozo y dijo secamente.
—Primero póngase la moneda en la palma de la mano.
Rápidamente él se puso a su lado.
—¿Y después?
—Cierre los ojos y concéntrese en lo que usted más desea. —Hubo un matiz sarcástico en su voz cuando añadió—. Y tiene que ser un deseo personal. No puede ser algo sobre fusiones empresariales o fideicomisos bancarios.
—Aunque usted no lo crea, pienso en otras cosas además de los negocios.
Daisy le ofreció una mirada escéptica, y él la sorprendió con una pequeña sonrisa.
¿Alguna vez lo había visto sonreír antes? Quizás una o dos veces. Tenía un vago recuerdo de la ocasión, cuando su cara era tan enjuta y delgada que más que una sonrisa parecía una fría mueca grotesca por donde asomaban unos dientes blancos. Pero esta sonrisa era diferente... pícara y divertida... y la desarmó. Sintió un destello de tibieza que hizo que se preguntara qué clase de hombre se ocultaba detrás de su imagen sobria.
________ volvió al presente cuando la sonrisa desapareció y él se convirtió de nuevo en el habitual hombre de piedra.
—Cierre los ojos —le ordenó—. Sáquelo todo de su mente excepto el deseo.
Sus espesas pestañas se cerraron, dándole la oportunidad de examinarlo con detenimiento. No era un rostro común... era demasiado anguloso, tenía una nariz recta, y una mandíbula ancha y obstinada
Pero todo el conjunto no carecía de belleza. Los ángulos austeros de su cara eran compensados por sus hermosos ojos, la suavidad de sus pestañas negras y una amplia boca que insinuaba sensualidad.
—¿Y ahora qué? —murmuró, sus ojos todavía estaban cerrados.
Mirándolo fijamente, Daisy se horrorizó por el deseo que se apoderó de ella de acercarse a él y tocar la piel bronceada de sus mejillas con la yema de los dedos.
—Cuando vea el deseo con claridad en su mente —se las arregló para decir—, abra los ojos y tire la moneda en el pozo.
Sus pestañas se abrieron para revelar unos ojos tan brillantes como un fuego de color azul.
Sin mirar al pozo, lanzó la moneda directamente en el centro.
________ se dio cuenta de que su corazón había empezado a palpitar como cuando había leído los pasajes más espeluznantes de La Historia de Penélope, en la que fue capturada por un bandido que la encerró en una habitación de la torre hasta que accediera a entregarle su virtud.
________ supo que la novela era absurda incluso antes de terminar de leerla, pero eso no había impedido que la disfrutara. Y quedó perversamente decepcionada cuando Penélope había sido rescatada de la ruina inminente por un héroe soso llamado Reginald, quien no era tan interesante como el malvado.
Por supuesto, la posibilidad de estar encerrada en la habitación de una torre sin ningún libro no le había resultado atractivo en absoluto. Pero los monólogos amenazadores del malvado sobre la belleza de Penélope, y su deseo por ella, y la amenaza de que la forzaría, le habían parecido muy interesantes.
Sólo era cuestión de mala suerte que Nicholas Jonas se pareciera tanto al apuesto bandido que ________ había imaginado.
—¿Qué pidió usted? —preguntó.
Una mueca apareció en su boca.
—Eso es privado.
________ frunció el ceño cuando reconoció el eco de sus propias palabras.
Reparó en su pamela, que estaba en el suelo, la recogió y echó a andar por el sendero. Necesitaba escapar de él, la perturbaba.
—Regreso a la casa —dijo girando el rostro—. Que tenga un buen día, señor Jonas. Disfrute de su paseo.
Para su consternación, él la alcanzó con sólo unos pasos y se ajustó al paso de ella.
—La acompañaré.
Se negó a mirarlo.
—Preferiría que no lo hiciera.
—¿Por qué no? Vamos en la misma dirección.
—Porque prefiero caminar en silencio.
—Seré silencioso entonces —y siguió caminando junto a ella.
Pensó que no tenía sentido oponerse cuando era obvio que estaba decidido a hacerlo y cerró los labios con firmeza. El paisaje del bosque era tan hermoso como antes, pero ahora ella se sentía incapaz de disfrutarlo.
No se sorprendió de que Nicholas hubiera hecho caso omiso de sus objeciones. Sin duda, él trataría el asunto de su matrimonio de la misma manera. Sin importarle lo qué ella quería, o lo que le inquietaba. Dejaría de lado sus deseos e insistiría en salirse con la suya.
Debía pensar que era tan influenciable como un niño. Con su gran arrogancia, quizás pensaba que se sentiría agradecida de que se hubiera dignado a casarse con ella. Se preguntaba si se tomaría la molestia de proponerle matrimonio siquiera. Muy probablemente tiraría un anillo en su regazo y le ordenaría que se lo pusiera.
Mientras continuaba la horrorosa caminata, ________ tuvo que luchar contra el deseo de salir corriendo. Las piernas de Nicholas eran tan largas que daba un paso por cada dos suyos. Un nudo de resentimiento se alojó en su garganta, ahogándola.
Pensó que el paseo era un símbolo de su futuro. Podría caminar tan rápido como pudiera y llegar muy lejos, pero jamás lograría dejarlo atrás, jamás volvería a ser libre.
No pudo soportar por más tiempo el tenso silencio.
—¿Fue usted quien puso la idea en la cabeza de mi padre? —exclamó.
—¿Qué idea?
— ¡Oh! no sea condescendiente conmigo —dijo con irritación—. Usted sabe a que me refiero.
—No, no lo sé.
Al parecer insistía en jugar con ella.
—El negocio que usted hizo con mi padre —dijo—. Usted quiere casarse conmigo para poder heredar la compañía.
Jonas se paró con tal brusquedad que en otras circunstancias la habría hecho reír. Como si hubiera chocado contra una pared invisible. ________ también se paró, cruzándose de brazos dio media vuelta para enfrentarse cara a cara con él.
Su expresión no reflejaba absolutamente nada.
—Yo no…
Su voz sonaba rota cuando intentó hablar y tuvo que carraspear antes de poder decir:
—No sé de que diablos está hablando usted.
—¿Seguro que no? —________ preguntó débilmente.
Así que su suposición no había sido correcta, su padre todavía no le había planteado su plan a Jonas.
Si uno pudiera morir de mortificación, ________ habría expirado en ese mismo momento. Sintió como se abría la herida mas profunda de toda su vida. No era necesario que Jonas lo dijera, nunca habría estado de acuerdo con la posibilidad de unirse en matrimonio con una florero.
El crujido de las hojas movidas por el viento y el gorjeo de los pájaros se hizo mucho mas intenso en el silencio que siguió. Aunque era imposible leer los pensamientos de Nicholas, ________ percibía que estaba analizando rápidamente todas las posibilidades y conclusiones.
—Mi padre habló como si ya fuera un acuerdo establecido —dijo—. Pensaba que usted había hablado con él durante su última visita a Nueva York.
—Nunca me mencionó algo de esa índole. La idea de casarme con usted nunca ha pasado por mi mente. Y no tengo ambición de heredar la compañía.
—Usted no tiene nada más que ambición.
—Es cierto —dijo, mirándola atentamente—. Pero no tengo la necesidad de casarme con usted para asegurar mi porvenir.
—Mi padre pudo pensar que usted aceptaría en el acto la oportunidad de convertirse en su yerno, puesto que usted le tiene un gran afecto.
—He aprendido muchísimo de él —fue su réplica cautelosa.
—Estoy segura de ello —________ se refugio tras una expresión desdeñosa—. El le ha enseñado muchas cosas que lo han beneficiado en el mundo de los negocios. Pero nada que lo beneficiara en la empresa de la vida.
—Usted desaprueba los métodos de su padre —afirmó rápidamente.
—Sí, ha vendido su corazón y su alma por la compañía y hace caso omiso de las personas que lo quieren.
—Gracias a eso usted dispone de muchos lujos —señaló—. Incluyendo la oportunidad de casarse con un par británico.
—¡Los lujos no significan nada para mi! Solo anhelo vivir una vida tranquila.
—¿Para sentarse en una biblioteca a solas y leer? —sugirió él con demasiada suavidad—. ¿Para caminar por el jardín? ¿Para disfrutar de la compañía de sus amigos?
—¡Sí!
—Los libros son costosos, y las casas bonitas con jardines aún mas, alguien tiene que pagar para que usted disfrute de una vida tranquila.
Esa afirmación estaba tan cerca de las palabras de su padre llamándola parásito, que ________ se estremeció.
Cuando Nicholas vio su reacción, su expresión cambió. Empezó a decir otra cosa, pero ________ lo interrumpió bruscamente.
—No es de su incumbencia cómo vivo mi vida o quién paga por lo que hago. Guárdese sus opiniones para usted, no tiene ningún derecho a opinar sobre mi vida.
—Lo tengo si mi futuro está siendo ligado al suyo.
—¡No es así!
—Lo es en un sentido hipotético.
¡Oh!, ________ odiaba a las personas que utilizaban retóricas cuando discutían.
—Nuestro matrimonio será cualquier cosa menos hipotético —le dijo—. Mi padre me ha dado hasta final de mayo para que encuentre otro hombre con quien casarme.
Nicholas la miró fijamente con súbito interés.
—Puedo adivinar qué clase de hombre está buscando, un rubio aristócrata sensible y delicado, divertido y con tiempo libre suficiente para tonterías caballerosas.
—¡Si! —le interrumpió ________, preguntándose cómo se las había arreglado para que la descripción de tal caballero lo hiciera parecer un necio.
—Eso imaginaba —la presunción en su voz tensó sus nervios—. La única explicación posible para que una joven como usted siguiera sin un compromiso después de tres temporadas es que es usted tremendamente exigente. Usted no quiere nada menos que el hombre perfecto. Por eso su padre está forzando las cosas.
Ella se distrajo momentáneamente por las palabras “una joven como usted” como si ella fuera una belleza. Decidió que el comentario había sido hecho solo con un profundo sarcasmo, y entonces sintió que la ira la consumía.
—No aspiro a casarme con el hombre perfecto —dijo apretando los dientes. A diferencia de su hermana mayor, que poseía mucha fluidez verbal, ella encontraba difícil hablar cuando estaba enfadada—. ¡Sé muy bien que no existe!
—¿Entonces por qué no ha conseguido usted a alguien cuando incluso su hermana se las ha arreglado para atrapar a un marido?
—¿Qué quiere usted decir con “incluso mi hermana”?
—“Cásese con Lillian y consiga un millón”—la frase ofensiva había causado mucha diversión en los círculos de la sociedad de Manhatanville—. ¿Por qué cree que nadie en Nueva York se atrevió a proponerle matrimonio a su hermana a pesar de su enorme dote? Porque esa mujer es la peor pesadilla para un hombre.
Eso la hirió.
—Mi hermana es una joya y Westcliff tiene el buen gusto de reconocerlo. Podría haberse casado con cualquiera, pero la quería a ella. ¡Le desafío a que se atreva a exponer su opinión sobre ella delante del conde! —________ dio la vuelta y continuó el sendero, caminando tan rápido como sus pequeñas piernas le permitían.
Nicholas la alcanzó fácilmente, con las manos hundidas en los bolsillos.
—Para finales de mayo... —meditó, sin el más leve indicio de cansancio a pesar del ritmo de los pasos de ________—. Sólo faltan dos meses escasos. ¿Cómo va usted a encontrar a un pretendiente en tan poco tiempo?
—Me pondré en una esquina de la calle con un cartel si tengo que hacerlo.
—Mis más sinceros deseos de que tenga éxito, señorita Bowman. En todo caso, no sé si estaré dispuesto a ser el elegido por omisión.
—¡Usted no será el elegido aunque no haya ningún otro! Le garantizo señor Jonas que nada en el mundo entero me hará acceder a ser su esposa. Compadezco a la pobre mujer que se case con usted, no puedo imaginar a nadie que merezca tener a un pedante tan frío e indiferente por esposo.
—Espere... —su tono se suavizó como si buscara el principio de una reconciliación—, ________...
—¡No pronuncie mi nombre!
—Tiene usted razón. Eso ha sido inapropiado. Le pido perdón. Lo que quise decir, señorita Bowman, es que no hay necesidad de esta hostilidad. Estamos afrontando una cuestión que tiene mucha importancia para ambos. Espero que podamos ser lo suficientemente sensatos como para encontrar una solución aceptable a tiempo. Intentemos tratar este tema con cortesía.
—Hay solamente una solución —dijo ella con gravedad—. Y es que usted le diga a mi padre que se niega a casarse conmigo bajo cualquier circunstancia de manera categórica. Prométame eso y yo trataré de ser cortés con usted.
Nicholas se detuvo en el sendero, lo que forzó a ________ a detenerse también. Girando la cabeza para mirarlo, levantó las cejas con expectación. Dios sabía que no sería para él una promesa difícil de hacer, teniendo en cuenta sus anteriores declaraciones. Pero le estaba ofreciendo una mirada larga e incomprensible, con las manos todavía en los bolsillos, y el cuerpo tenso en silencio. Parecía como si estuviera esperando algo.
Su mirada se deslizó sobre ella en una franca evaluación, y había un brillo extraño en sus ojos que le produjo un escalofrío hasta la médula de los huesos. La estaba mirando, pensó, de la misma manera que un tigre al acecho. Lo miró sin parpadear, tratando de percibir sus pensamientos desesperadamente, intentando discernir el anhelo y la necesidad que percibía en su mirada. ¿Pero necesidad de qué? No de ella, indudablemente.
—No —dijo él suavemente, como si hablara consigo mismo.
________ agitó la cabeza perpleja. Tenía los labios secos, y tuvo que humedecérselos antes de poder hablar. La turbó que su mirada siguiera el pequeño movimiento de su lengua.
—¿Ese es un “no” de....”No, no me casaré con usted”? —preguntó.
—Es un “no”... —respondió él— de... “No, no voy a prometerle eso”.
Y con esas palabras, pasó por su lado y continuó hacia la mansión, dejándola que continuara sola, lo cual hizo ________ después de tropezar varias veces.

—Se comporta de esa manera para mortificarte —dijo Lillian con disgusto cuando ________ le relató lo ocurrido, horas mas tarde. Estaban sentadas en el saloncito privado de la casa con sus dos amigas más íntimas, Annabelle Hunt y Evie St Vincent. Formaban el cuarteto de las floreros que por varios motivos no habían conseguido atraer ningún pretendiente dos años atrás.
Existía la creencia popular en la sociedad victoriana de que las mujeres, con su naturaleza voluble y menor inteligencia, no podían tener la misma calidad de amistad que los hombres. Solo los hombres podían ser leales, y podían ser capaces de ser amigos honestos y fiables.
________ pensaba que eso era absurdo. Ella y las floreros....Bueno las ex floreros... compartían el regalo de una profunda confianza afectuosa. Se ayudaron y se apoyaron sin pizca de competición o celos. ________ adoraba a Annabelle y a Evie tanto como a Lillian. Podía imaginarse a si misma, parloteando sobre sus nietos, tomando té y bollos y viajando con ellas cuando fueran ancianas, damas de cabellos blancos y lengua sarcástica.
—Y no creo en absoluto eso de que él señor Jonas no sabía nada sobre el asunto de la boda —continuó Lillian—. Es un mentiroso y un aliado de papá. Por supuesto que quiere heredar la compañía.
Lillian y Evie estaban sentadas en sillas tapizadas de brocado junto a la ventana, mientras que ________ y Annabelle holgazaneaban sobre la alfombra entre el montón de ropa que formaban sus faldas. Una niña rolliza con una masa de rizos oscuros gateaba de un lado al otro entre ellas, deteniéndose de vez en cuando para examinar con concentración algo de la alfombra con sus deditos pequeños.
La bebé, Isabelle, hija de Annabelle y Simon Hunt había nacido diez meses atrás. Seguramente ninguna niña había sido jamás más adorada que esta por cada miembro de la familia, incluyendo su padre.
Contra toda expectativa el viril y masculino señor Hunt no se había disgustado en absoluto por que su primogénito fuera niña. Adoraba a su hija, no mostraba ningún pudor en mostrarlo en público, arrullándola como pocos padres se atreverían a hacer. Hunt le pidió a Annabelle que le diera más hijas en el futuro, afirmando con picardía que siempre había sido su deseo ser querido por muchas mujeres.
Como se podía haber esperado, la niña era excepcionalmente hermosa; sería difícil para Annabelle volver a dar a luz un descendiente tan espectacular.
Tomando en brazos a Isabelle, ________ besó su cuello sedoso antes de ponerla sobre la alfombra otra vez.
—Tendrías que haberlo oído hablar —dijo ________—. Su arrogancia es increíble. Jonas ha llegado a la conclusión de que es culpa mía que todavía siga soltera. Dijo que debo ser demasiado exigente. Me dio una conferencia sobre el coste de mis libros y dijo que alguien tenía que pagar por mi estilo de vida lleno de lujos.
—¿Cómo se atreve? —exclamó Lillian, con la cara de un intenso escarlata por la rabia.
________ lamentó inmediatamente haber dicho nada. El médico de la familia había aconsejado que Lillian no debía disgustarse por nada ahora que estaba en su último mes de embarazo. Había sufrido un aborto el año anterior. La pérdida había sido difícil para Lillian, por no mencionar que inesperada, dada su fuerte constitución.
A pesar de que los médicos le aseguraron que no fue culpa suya, Lillian había estado triste y apagada durante mucho tiempo después. Pero gracias a la ternura de Westcliff y el cariño de sus amigos, Lillian había vuelto a ser, poco a poco, la misma de siempre.
Ahora que Lillian había concebido otra vez estaba muy pendiente de su embarazo, consciente de la posibilidad de otro aborto espontáneo. Desafortunadamente, no era una de esas mujeres que florecían durante la gestación. Solía estar mareada, con nauseas e irritable por las restricciones que le imponía su condición.
—No pienso permitir esa boda —exclamó Lillian—. ¡No vas casarte con Nicholas Jonas, y mandaré a papá al diablo si trata de enviarte lejos de Inglaterra!
Todavía sentada en el suelo, ________ extendió la mano y la colocó sobre la rodilla de su hermana mayor, intentando calmarla. Forzó una sonrisa tranquilizadora cuando miró la cara enfurruñada de Lillian.
—Todo irá bien —le dijo—. Ya pensaremos en algo. —Habían estado siempre muy unidas. La falta de afecto de sus padres había provocado que se refugiaran la una en la otra en busca de apoyo y cariño.
Evie, la más silenciosa de las cuatro amigas, habló con un tartamudeo leve que aparecía siempre que se ponía nerviosa o la embargaba la emoción. Cuando se habían conocido dos años antes, el tartamudeo de Evie había sido tan severo que convertía la conversación con ella en algo muy complicado. Pero desde que dejó su horrorosa familia y se casó con lord St. Vincent, Evie había adquirido una mayor confianza en si misma.
—¿Pe... ro... aceptaría el señor Jonas realmente una novia que él no ha elegido? —Evie colocó un bucle rojo brillante que había resbalado sobre su frente—. Si lo que dijo es cierto, su situación financiera no es un motivo para casarse con ________.
—El dinero no es el único motivo —respondió Lillian, retorciéndose en la silla para encontrar una posición más cómoda. Sus manos descansando sobre la generosa curva de su estómago—. Padre ha hecho de Jonas su hijo adoptivo, ya que ninguno de nuestros hermanos cumple sus expectativas.
—¿No aprueba a ninguno de sus hijos? ¿En que sentido? —preguntó con perplejidad Annabelle. Se inclinó para besar los pequeños pies de su hija, que le respondió con un gorgojeo de alegría.
—En lo que se refiere a la compañía —Lillian aclaró—. Busca un hombre eficiente, insensible y sin escrúpulos. Un hombre que pondría el beneficio de la compañía por encima de todo lo demás en su vida—. Papá y el señor Jonas hablan en la misma lengua en ese asunto. Nuestro hermano Ransom ha tratado de hacerse un lugar en la compañía, pero papá siempre lo menosprecia comparándolo con el señor Jonas.
—Y el señor Jonas gana siempre —dijo ________—. Pobre Ransom.
—Nuestros otros dos hermanos ni siquiera se molestan en intentarlo —dijo Lillian.
—¿Pero que opina el verdadero padre del señor Jonas? —preguntó Evie—. ¿No tiene ninguna objeción en que su hijo herede de otro hombre?
—Bueno, esa es la parte más triste —respondió ________—. El señor Jonas pertenece a una conocida familia de New England. Se instalaron en Plymouth y algunos de ellos terminaron en Boston hace unos cien años. El apellido Jonas es conocido por su origen distinguido, pero solamente algunos de ellos se las han arreglado para conservar su dinero. Como papá dice siempre, una generación lo gana, la segunda lo gasta, y la tercera sólo hereda el nombre. Por supuesto, cuando hablamos de Boston, el proceso tarda diez generaciones en lugar de tres.
—Estas divagando querida —interrumpió Lillian—. Volvamos al asunto.
—Perdón. —________ sonrió brevemente antes de continuar—. Bien, sospechamos que el señor Jonas y su familia no tienen buenas relaciones porque no habla de ellos casi nunca. Y rara vez, viaja a Massachussets para visitarlos. Incluso si el padre del señor Jonas se opusiera a que su hijo se uniera a nuestra familia y heredara la compañía, no tendríamos modo de averiguarlo.
Las cuatro mujeres guardaron silencio por un momento considerando la situación.
—Encontraremos a alguien apropiado para ________ —dijo Evie—. Ahora que no tenemos la limitación de buscar sólo un caballero con título, será mucho más fácil. Existen muchos caballeros aceptables de buena familia.
—El señor Hunt tiene muchos conocidos solteros —dijo Annabelle—. Podría presentártelos.
—Te lo agradezco —dijo ________— pero no me atrae la idea de casarme con un comerciante. Nunca podría ser feliz con un insensible hombre de negocios. —Hizo una pausa, y dijo a modo de disculpa—. Sin ánimo de ofender al señor Hunt, por supuesto.
Annabelle se río.
—Yo no diría que todos los comerciantes son hombres insensibles. El señor Hunt puede ser muy delicado y cariñoso de vez en cuando.
Todas la miraron con recelo, ninguna de ellas era capaz de imaginar al robusto esposo de Annabelle siendo delicado y cariñoso. El señor Hunt era inteligente y simpático, pero parecía tan insensible a cualquier emoción como un elefante al zumbar de un mosquito.
—Te tomamos la palabra Annabelle... bien... —dijo Lillian mirando a Evie—, ¿preguntarás a lord St. Vicent si él conoce a algún caballero conveniente para ________? Ahora que hemos ampliado nuestra definición de “apropiado”, debe ser capaz de encontrar a un candidato decente. El cielo sabe que posee información sobre cualquier hombre en Inglaterra con dos chelines en el bolsillo.
—Le preguntaré —dijo Evie contundentemente—. Estoy segura que podemos conocer a algunos candidatos presentables.
Su esposo era propietario del Jenner’s, el club de juego exclusivo que el padre de Evie había fundado hacía tiempo. Lord St. Vincent estaba empujando el negocio a un éxito que no había conocido nunca antes. Dirigía el club de manera exigente, guardando archivos meticulosos sobre la vida privada y los balances financieros de cada uno de sus miembros.
—Gracias —murmuró ________ sinceramente. Con la mente aún en el club comentó—: Me pregunto... si lord St. Vincent podría averiguar algo sobre la familia del señor Rohan... Quizás es descendiente de un noble irlandés o algo por el estilo.
Un breve silencio inundó la habitación como una ráfaga de aire frío. ________ fue consciente de las miradas que intercambiaron su hermana y sus amigas. Se molestó con ellas y consigo misma por mencionar al hombre que dirigía el club de juego junto a St. Vincent.
Rohan era un medio gitano joven de pelo oscuro y ojos color avellana. Se habían visto sólo una vez, y Rohan le había robado un beso. Tres besos, para ser exactos, y aquella había sido, con mucho, la experiencia más erótica de toda su vida. También su única experiencia erótica.
Rohan la había besado como si fuera toda una mujer, en lugar de la hermana pequeña de alguien, con una sensualidad que había insinuado todas las cosas prohibidas que había detrás de los besos. ________ deseaba abofetearse, por haber soñado con esos besos por lo menos mil veces.
—Creo que él no es apropiado querida —dijo Evie muy suavemente, y ________ sonrío con demasiada intensidad.
—¡Oh, claro, por supuesto que no! Pero ya sabes cómo es mi imaginación... Quiere indagar en cualquier misterio.
—Debemos centrarnos en la realidad, ________ —dijo Lillian con severidad—. Nada de sueños y fantasías... Y no más pensamientos sobre Rohan. Sólo te distraerá de tu objetivo.
El primer impulso de ________ fue contestarle a su hermana cuando se puso mandona como siempre. Sin embargo, cuando la miró, vio en sus ojos del color del pan de jengibre, una sombra de miedo y sintió que la inundaba una montaña de amor protector.
—Tienes razón Lillian —dijo forzando una sonrisa—. No tienes porqué preocuparte, haré cualquier cosa para quedarme aquí contigo, incluso casarme con un hombre a quien no amo.
Se hizo otro silencio, y luego habló Evie.
—Encontraremos un hombre que te guste, ________. Y tendremos la esperanza de que crezca entre vosotros el cariño mutuo. —Una sonrisa traviesa apareció en sus labios
llenos—. A veces ocurre así.

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Mensaje por #Ale Mar 28 Dic 2010, 6:43 pm

NOOOOO...PORAFVOR NO LA DEJES HAY
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Mensaje por Invitado Mar 28 Dic 2010, 7:19 pm

Capítulo 3
“El negocio que usted hizo con mi padre....”
El eco de la voz de _______ se quedó en la mente de Nicholas mucho después de dejarla en el sendero. Debía hablar con Thomas Bowman a la primera oportunidad y preguntarle qué diablos estaba tramando. Pero con el alboroto de los invitados llegando en ese momento no tendría ocasión probablemente hasta esa noche.
Nicholas se preguntaba si al viejo señor Bowman de verdad se le había metido en la cabeza casarlo con _______. Dios mío. A lo largo de los años Nicholas había tenido muchos pensamientos con respecto a _______ Bowman, pero ninguno de ellos había implicado el matrimonio. Esa posibilidad había sido tan remota que no era ni siquiera digna de considerar. Así que Nicholas jamás se atrevió a besarla, o a bailar con ella, ni tan siquiera a compartir un paseo, sabía que los resultados serían desastrosos.
Los secretos de su pasado atormentaban su presente y ponían en peligro su futuro. Nicholas era consciente de que la nueva identidad que se había creado, podría hacerse añicos en cualquier momento. Sería tan sencillo como sumar dos mas dos... que alguien lo reconociera, alguien que supiera quién era él realmente. _______ merecía un marido que fuera honrado y honesto, no uno que había construido su vida sobre una mentira.
Pero eso no impedía que Nicholas la amara. Amaba a _______, tan intensamente que le parecía que su amor irradiaba de cada uno de los poros de su piel. Era amable, dulce, ingeniosa, excesivamente razonable y, a la vez, ridículamente romántica, sus hermosos ojos oscuros brillaban llenos de sueños. En algunas ocasiones, en las que su mente estaba demasiado ocupada con sus pensamientos como para centrarse en lo que estaba haciendo, podía llegar a ser patosa. Solía llegar tarde a la cena porque estaba demasiado involucrada en su lectura. Perdía dedales, zapatillas y lápices frecuentemente. Y adoraba mirar las estrellas. Nunca olvidaría la imagen de _______, una noche, apoyada sobre la barandilla del balcón. Su rostro levantado hacia el cielo con melancolía, había despertado en Nicholas el deseo abrasador de subir la pared a zancadas y besarla con toda la fuerza de sus sentimientos.
Nicholas había imaginado tenerla en su cama, más veces de las que podía recordar. Si ese sueño alguna vez, se hubiera hecho realidad, él hubiera sido tan gentil con ella... La hubiera adorado. Se habría dedicado a complacerla por entero. Anhelaba el tacto de su pelo en la yema de sus dedos, la blanda textura de sus pechos en sus manos, recorrer la suave piel de sus hombros con sus labios. El peso de su cuerpo en sus brazos mientras dormía. Deseaba todo eso, y mucho más.
Nicholas estaba sorprendido de que nadie hubiera adivinado sus sentimientos. _______ debería haber sido capaz de verlo sólo con mirarlo. Afortunadamente para Nicholas no había sido así. Ella lo miraba como a un empleado más de la empresa de su padre, y Nicholas había estado agradecido por eso.
Algo había cambiado, sin embargo. Pensó en la manera en que _______ lo había mirado cuando la encontró junto al pozo, el asombro en su expresión. ¿Su aspecto era realmente tan diferente?
Distraídamente Nicholas metió las manos en los bolsillos recorriendo la mansión de Stony Cross Park. Nunca se había preocupado por su aspecto aparte de cortarse el pelo y tener la cara limpia. La educación severa de New England había extinguido cualquier atisbo de vanidad, los ciudadanos de Boston aborrecían la pomposidad y él había hecho todo lo posible por evitar la moda y la elegancia.
Sin embargo, en los dos últimos años Thomas Bowman había insistido en que Nicholas visitara a su sastre en Park Avenue, y a un peluquero en lugar de un barbero, también en que se hiciera la manicura de vez en cuando, como correspondía a un caballero de su posición. Por insistencia del señor Bowman, Nicholas había contratado a un cocinero y un ama de llaves, y en consecuencia, había estado comiendo mejor últimamente. Todo esto, unido al hecho de que ya no era tan sólo un joven, sino un hombre adulto, le daba una imagen de madurez. Se preguntaba si eso resultaba atractivo para _______, y se maldijo inmediatamente por tal inquietud.
Pero la manera en que lo había mirado hoy... como si lo estuviera viendo, realmente, por primera vez....
Nunca le había dedicado ni siquiera una mirada en ninguna de las ocasiones en que había visitado la casa de su familia en Fifth Avenue. A su memoria volvió la imagen de la primera vez que había visto a _______, fue en una cena íntima, a la que asistía sólo su familia.
El grandioso comedor brillaba con la intensidad de las luces de una lámpara de araña de cristal, las paredes cubiertas de un grueso papel dorado con detalles en oro. Cuatro espejos inmensos, los más grandes que había visto jamás, forraban una de las paredes del comedor.
Dos de los hijos varones del señor Bowman habían estado presentes, eran dos jóvenes robustos que doblaban con facilidad el peso de Nicholas. Mercedes y Thomas Bowman estaban sentados, cada uno, en un extremo opuesto de la mesa. Sus dos hijas, Lillian y _______, estaban sentadas a un lado, con las sillas muy cerca, intercambiando codazos y cuchicheos.
Thomas Bowman trataba a sus hijas de una manera peculiar, o bien las ignoraba, o bien las criticaba con dureza. La hermana mayor, Lillian, respondía a los comentarios de su padre con insolencia.
Pero _______, que por aquel entonces tenía unos quince años, miraba a su padre como si lo analizara, divertida, y eso molestaba a su padre, más de lo que creía que era capaz de soportar. Eso había hecho sonreír a Nicholas. Con su piel blanca y luminosa, sus exóticos ojos con destellos del color de la canela, _______ Bowman, parecía haber salido de un bosque encantado poblado de criaturas míticas.
Nicholas se percató inmediatamente de que cualquier conversación en la que _______ participaba, solía tomar una dirección inesperada y simpática. Se había divertido en secreto cuando Thomas Bowman había castigado a _______ ante todos ellos, por su más reciente travesura. Al parecer, habían tenido problemas con ratones en la casa últimamente, tal vez porque todas las trampas que pusieron habían fallado.
Uno de los criados había informado que _______ había estado andando a hurtadillas por la casa de noche, quitando todas las trampas deliberadamente para librar a los ratones de una muerte segura.
—¿Es verdad eso, hija? —preguntó su padre, su mirada estaba llena de ira cuando miró fijamente a _______.
—Podría ser —había afirmado—. O podría haber otra explicación.
—¿Y cual sería? —preguntó el señor Bowman con acidez.
El tono de su voz se llenó de alegría.
—¡Creo que tenemos en nuestra casa a los ratones más inteligentes de Nueva York!
A partir de ese momento, Nicholas nunca había rechazado una invitación a la mansión de Bowman, no sólo por complacer al señor Bowman, también por la oportunidad de volver a ver a _______. La había mirado furtivamente cuanto le había sido posible, sabiendo que eso sería todo lo que alguna vez tendría de ella. Y los momentos que había pasado en su compañía, sin importar la fría cortesía con que ella lo trataba, fueron las únicas veces en su vida en que había sido realmente feliz.
Intentando aclarar sus pensamientos, Nicholas caminó por los anchos corredores de la casa solariega. Nunca antes había viajado, pero sin duda Inglaterra era exactamente lo que había imaginado, jardines cuidados y colinas verdes, y el pueblo rústico a los pies de la imponente propiedad de Stony Cross.
La casa y su mobiliario eran antiguos y encantadoramente envejecidos, pero en cada esquina había algún florero de valor incalculable o una estatua o pintura que había visto en libros de arte. Quizás un poco fría en invierno, pero con abundancia de chimeneas, alfombras gruesas y cortinas de terciopelo, uno no podía afirmar que vivir allí fuera incómodo.
Cuando Thomas Bowman, a través de su secretario, le había escrito requiriendo su presencia para supervisar el establecimiento de una delegación de su compañía de jabón en Inglaterra, el impulso inicial de Nicholas, había sido negarse. Disfrutaba con los desafíos y las responsabilidades. Pero estar cerca de _______, aunque sólo fuera en el mismo país, era más de lo que Nicholas podía soportar. Su presencia lo afectaba de tal manera que parecía que le clavaran miles de flechas, por el infinito deseo por ella, que prometía seguir insatisfecho.
Fueron las últimas líneas de la carta del secretario, informando sobre el bienestar de la familia Bowman, lo que habían llamado su atención.
Hay dudas razonables, el secretario había escrito, sobre si la joven señorita Bowman tendrá éxito en encontrar a un caballero apropiado para casarse. Por lo tanto el señor Bowman ha decidido llevarla de vuelta a Nueva York, si todavía no está comprometida al final de la primavera...
Este hecho había dejado a Nicholas en un dilema. Si _______ regresaba a Nueva York, Nicholas se quedaría en Inglaterra. Se encargaría del negocio, aceptando el puesto en Bristol, y esperando que _______ se las arreglara para atrapar a un marido. Si tenía éxito y se casaba, Nicholas encontraría un suplente para su puesto y volvería de nuevo a Nueva York.
Mientras existiera un océano entre ellos, todo iría bien.
Al cruzar el vestíbulo principal Nicholas vio a lord Westcliff. El conde estaba en compañía de un hombre moreno y robusto, que poseía un aire de pirata a pesar de su atuendo elegante. _______ suponía que era Simon Hunt, su socio, y según se decía, su mejor amigo. El éxito financiero del señor Hunt era, según todos los informes, más que notable, a pesar de ser hijo de un carnicero, sin rastro de sangre aristócrata.
—Señor Jonas —dijo lord Westcliff con cortesía, cuando se encontraron al pie de la imponente escalera—. Parece que ha regresado pronto de su caminata. Espero que el paisaje fuera de su agrado.
—Las vistas eran magníficas, milord —respondió Nicholas—. Me encantaría volver a recorrer la propiedad. Volví pronto porque me encontré con la señorita Bowman por el camino.
—Ah. —El rostro de Westcliff era impasible—. Sin duda, fue una sorpresa para la señorita Bowman.
No muy agradable al parecer, pensó Nicholas, quien sostuvo la mirada fija del conde sin parpadear. Una de sus habilidades más útiles era la de ser capaz de leer la más leve alteración en la postura o la expresión de la gente, adivinando sus pensamientos. Pero Westcliff era un hombre excepcionalmente controlado. Nicholas le admiró por ello.
—Creo, que la señorita Bowman ha recibido algunas sorpresas recientemente —respondió Nicholas. Era un intento deliberado de averiguar si Westcliff sabía algo sobre el posible matrimonio concertado con _______.
El conde respondió solamente con un ligerísimo movimiento de sus cejas, como si encontrara el comentario interesante pero no digno de una respuesta. ¡Maldito!, pensó Nicholas mientras crecía aún más su admiración por él.
Lord Westcliff se volvió hacia el hombre que estaba a su lado.
—Hunt, me gustaría presentarte a Nicholas Jonas, el caballero americano que te mencioné antes. Nicholas, este es el señor Simon Hunt.
Se dieron la mano firmemente. Hunt tendría entre cinco y diez años más que Nicholas y vio en su mirada que sería un digno rival en una pelea. Un hombre audaz y confiado que se burlaba de las pretensiones y las ínfulas de la clase alta.
—He oído hablar de sus logros con el ferrocarril— le dijo Nicholas a Hunt—. Hay mucho interés en Nueva York por la combinación de la artesanía británica con los métodos de fabricación americanos.
Hunt sonrío sardónicamente.
—Me complacería mucho atribuirme todo el mérito, pero la modestia me obliga a revelarle que Westcliff tiene algo que ver con todo esto. Él y su cuñado son mis socios comerciales.
—Una asociación de éxito, obviamente —respondió Nicholas.
Hunt se dirigió a Westcliff.
—Tiene talento para los halagos —comentó—. ¿Podemos contratarlo?
La boca Westcliff se ensanchó con una sonrisa.
—Mi suegro se opondría. Necesita el talento del señor Jonas para la nueva delegación de su fábrica en Bristol.
Nicholas decidió empujar la conversación en una dirección diferente.
—He leído acerca del nuevo movimiento en el Parlamento para la nacionalización de la industria británica del ferrocarril —le dijo a Westcliff—. Estoy interesado en escuchar sus ideas sobre el tema, milord.
—¡Dios mío!, mejor no hablemos de ese tema —dijo Hunt.
Westcliff frunció el ceño.
—Lo último que el pueblo necesita es que el gobierno tome el control de la industria. ¡Dios nos libre de la interferencia de los políticos! El gobierno controlaría los ferrocarriles tan ineficazmente como hace todo lo demás. Y el monopolio sofocaría la habilidad de la industria para competir, como resultado los impuestos serían más altos, por no mencionar...
—Por no mencionar —le interrumpió el Hunt astutamente—, el hecho de que Westcliff y yo no desearíamos que el gobierno menguara nuestras futuras ganancias.
Westcliff le dirigió una mirada severa.
—Mi mayor interés es el bienestar del pueblo.
—¡Pues eres afortunado! —comentó Hunt—, de que en este caso lo que es mejor para el pueblo, es también lo mejor para ti.
Nicholas refrenó una sonrisa.
Volviendo su atención hacia él, Westcliff le dijo a Nicholas:
—Como puede ver, el señor Hunt no pasa por alto ninguna oportunidad de burlarse de mí.
—Me burlo de todo el mundo —dijo Hunt—. Lo que ocurre es que eres el objetivo que esta disponible más a menudo.
Westcliff se dirigió de nuevo a Nicholas y dijo:
—Hunt y yo nos dirigimos a la terraza trasera a fumar un cigarro. ¿Se nos unirá usted?
Nicholas negó con la cabeza.
—Se lo agradezco, pero no fumo.
—Tampoco yo —dijo Westcliff con pesar—. Tenía la costumbre de disfrutar un cigarro de vez en cuando, pero desafortunadamente el olor del tabaco es desagradable para la condesa en su actual condición.
Nicholas tardó un momento en recordar que “la condesa” era Lillian Bowman. La peleona e irascible Lillian, era ahora lady Westcliff.
—Usted y yo conversaremos mientras Hunt se fuma un cigarro —le informó el conde—. Venga con nosotros.
La “invitación” no admitía la posibilidad de una negativa, pero Nicholas no obstante, lo intentó.
—Gracias, milord, pero hay cierto asunto que debo aclarar con alguien...
—Ese alguien será el señor Bowman, espero.
Maldito, pensó Matthew. Lo sabe. Incluso si no hubiera pronunciado esas palabras, lo habría distinguido en la manera en que el conde lo estaba mirando. Westcliff estaba al tanto de la intención del señor Bowman de casarlo con _______... y sorprendentemente, Westcliff tenía algo que decir al respecto.
—Usted hablará del tema conmigo primero —sentenció el conde.
Nicholas echó un vistazo a Simon Hunt, que le devolvió una mirada insulsa a cambio.
—Estoy seguro —dijo Nicholas— de que al señor Hunt le aburrirán tremendamente mis asuntos personales.
—En absoluto —dijo Hunt alegremente—. Me gusta estar enterado de los asuntos de los demás. Particularmente si son de índole personal.
Los tres se dirigieron a la terraza, desde la cual se podían ver los jardines bien cuidados separados por senderos de grava y setos esculpidos. Un pequeño huerto en el que había perales se divisaba a través del paisaje verde. La brisa se extendía por los jardines con el perfume de las flores. El movimiento del agua del río cercano se oía junto al crujido del viento en los árboles.
Sentado en una de las mesas de la terraza, Nicholas se esforzó por relajarse en su silla. Él y Westcliff observaron a Simon Hunt cortar la punta de un cigarro. Matthew se quedó callado, esperando con paciencia que Westcliff comenzara a hablar.
—¿Cuánto tiempo hace que —le preguntó lord Westcliff repentinamente— está usted al tanto de los planes de boda del señor Bowman?
Nicholas respondió sin el menor titubeo.
—Aproximadamente una hora y quince minutos.
—¿No es idea suya, entonces?
—En absoluto —le aseguró Nicholas.
El conde se acomodó en su asiento, uniendo las manos por encima de su estómago plano, y mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Usted tiene mucho que ganar con esa boda.
—Milord —continuó Nicholas con frialdad—, si tengo algún talento, es el de ganar dinero. No tengo porqué casarme para eso.
—Me alegra oírlo —respondió el conde—. Tengo una pregunta que hacerle, pero primero le aclararé mi posición. Le tengo un gran cariño a mi cuñada y considero que está bajo mi protección. Como conoce a la familia Bowman, estará usted al tanto de la estrecha relación entre la condesa y su hermana, indudablemente. Si algo hiciera a _______ desdichada, mi esposa, por consiguiente, sufriría... Y no permitiré eso.
—Comprendo —dijo Nicholas concisamente. No dejaba de ser una ironía el hecho de que estaba siendo advertido de que se alejara de _______ cuando él ya había decidido hacer todo lo posible para evitar casarse con ella. Estaba tentado de mandar a Westcliff al infierno. En vez de eso, mantuvo la boca cerrada y se mostró sereno.
—_______ tiene un espíritu único —dijo Westcliff—. Una naturaleza dulce y romántica. Si es forzada a un matrimonio sin amor, eso la destrozará. Se merece un marido que la ame tal cual es, que sea su refugio y la proteja de las realidades más severas del mundo. Un marido que permita que ella siga teniendo sueños.
Era sorprendente oír esas palabras de Westcliff, que era universalmente conocido como un hombre pragmático y equilibrado.
—¿Cuál es su pregunta, milord? —preguntó Nicholas.
—¿Me dará usted su palabra de que no se casará con mi cuñada?
Nicholas sostuvo la mirada de los fríos ojos negros del conde. No era prudente contrariar a un hombre como Westcliff, que no estaba acostumbrado a que le negaran nada. Pero Nicholas había tolerado durante años la bravuconería de Thomas Bowman, cuando otros hombres huían por miedo a su ira.
Aunque el señor Bowman podía ser un bravucón despiadado y sarcástico no había nada que él respetara más que a un hombre dispuesto a hacerle frente. Y así Nicholas se había vuelto el portador en la empresa de las malas o incómodas noticias, que todos los demás no eran capaces de decirle.
Esa había sido la escuela de Nicholas, así que el intento de Westcliff de dominarlo, no tenía ningún efecto sobre él.
—Me temo que no, milord —dijo Nicholas cortésmente.
Simon Hunt dejó caer su cigarro.
—¿No me dará usted su palabra? —preguntó Westcliff con incredulidad.
—No.
Nicholas se agachó rápidamente para recuperar el cigarro y se lo devolvió a Hunt, que le dirigió una mirada de advertencia, como si tratara de evitar que saltara por un precipicio.
—¿Por qué no? —exigió Westcliff—. ¿Porque no quiere usted perder su posición en la empresa del señor Bowman?
—No, el señor Bowman no puede permitirse el lujo de perderme ahora mismo. —Nicholas sonrío ligeramente en un intento de quitar arrogancia a sus palabras—. Conozco mejor que nadie la producción, administración, y comercialización de la empresa Bowman... Me he ganado la confianza del viejo. No puede prescindir de mí, incluso aunque me niegue a casarme con su hija.
—Entonces será muy fácil para usted olvidarse del asunto —dijo el conde—. Quiero su palabra, Jonas. Ahora.
Un hombre más débil habría sido intimidado por la autoridad de Westcliff.
—Si usted me ofreciera el incentivo adecuado, podría considerarlo —contestó Nicholas imperturbable—. Por ejemplo, si usted promete darme el puesto de jefe de la delegación y garantizármelo por lo menos durante, digamos... tres años.
Westcliff le dirigió una mirada incrédula.
El tenso silencio fue roto por las carcajadas de Simon Hunt.
—¡Caramba este chico tiene acero en las venas! —exclamó—. Hazme caso, Westcliff, tenemos que contratarlo.
—No soy barato —dijo Nicholas, lo que causó que Hunt se riera tan fuerte que casi dejó caer su cigarro otra vez.
Incluso Westcliff sonrío de mala gana.
—Maldita sea —refunfuñó—. No voy a hacer tal cosa, no cuando hay tanto en juego. Al menos hasta que no esté convencido de que es usted el hombre apropiado para el puesto.
—Entonces parece que estamos en un callejón sin salida —dijo Nicholas con jovialidad—. Por ahora.
Los dos hombres más maduros intercambiaron una mirada, acordando hablar de la situación mas tarde, a solas. Eso causó una punzada de curiosidad en Nicholas, pero se encogió de hombros, sabiendo que no podría adivinar que tramaban. Por lo menos, había dejado claro que no podía ser intimidado, y la firmeza su posición.
Además... Apenas podía dar su palabra sobre un tema que Bowman
aún no le había mencionado.


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