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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Me gusto el capitulo tienes que seguirla pronto
claudia12
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
siiiiiiiiiiiiiiii se besaronnnnnnnnnnnnnnnnn
sigueeeeeeee prfissssssssssssssssss
sigueeeeeeee prfissssssssssssssssss
ivana-ilove
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
ME BEEEEEEEEEEEEEEEEEESO, SSSSSSSSSSSSSSSSSSSIII
(?
BUE, MUCHA EMOCIÓN JAJAJAJA
ES QUE COMO AYER NO ESTUVE RECIEN LEÍ LOS DOS CAPS QUE SUBISTE Y FUE MUCHO PARA MI(?
TE SUPLICO QUE SUBAS OTRO CAP ADE :D
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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ME BEEEEEEEEEEEEEEEEEESO, SSSSSSSSSSSSSSSSSSSIII
(?
BUE, MUCHA EMOCIÓN JAJAJAJA
ES QUE COMO AYER NO ESTUVE RECIEN LEÍ LOS DOS CAPS QUE SUBISTE Y FUE MUCHO PARA MI(?
TE SUPLICO QUE SUBAS OTRO CAP ADE :D
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
F l r e n c i a. escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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ME BEEEEEEEEEEEEEEEEEESO, SSSSSSSSSSSSSSSSSSSIII
(?
BUE, MUCHA EMOCIÓN JAJAJAJA
ES QUE COMO AYER NO ESTUVE RECIEN LEÍ LOS DOS CAPS QUE SUBISTE Y FUE MUCHO PARA MI(?
TE SUPLICO QUE SUBAS OTRO CAP ADE :D
Aw, mi Flor! NO sabes como te extrañe ayer!! MUCHO MUCHO MUCHO!!
Te subiré capi, claro que si!! ^^ Tu tambien tienes que subir ^^
Te quiero mucho nena!!!
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
ForJoeJonas escribió:F l r e n c i a. escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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BUE, MUCHA EMOCIÓN JAJAJAJA
ES QUE COMO AYER NO ESTUVE RECIEN LEÍ LOS DOS CAPS QUE SUBISTE Y FUE MUCHO PARA MI(?
TE SUPLICO QUE SUBAS OTRO CAP ADE :D
Aw, mi Flor! NO sabes como te extrañe ayer!! MUCHO MUCHO MUCHO!!
Te subiré capi, claro que si!! ^^ Tu tambien tienes que subir ^^
Te quiero mucho nena!!!
*___*
VOY A ESTAR ESPERANDO EL CAP, DE ACÁ NO ME MUEVO(? JAJAJAJA Y SIIII, DENTRO DE UN RATO SUBO EN MI NOVE :D
TE QUIERO MÁS MÁS Y MUCHO MÁS
PD: TODAVIA NO RECUPERO DE LA FOTO DEL CHOU
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
F l r e n c i a. escribió:ForJoeJonas escribió:F l r e n c i a. escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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ME BEEEEEEEEEEEEEEEEEESO, SSSSSSSSSSSSSSSSSSSIII
(?
BUE, MUCHA EMOCIÓN JAJAJAJA
ES QUE COMO AYER NO ESTUVE RECIEN LEÍ LOS DOS CAPS QUE SUBISTE Y FUE MUCHO PARA MI(?
TE SUPLICO QUE SUBAS OTRO CAP ADE :D
Aw, mi Flor! NO sabes como te extrañe ayer!! MUCHO MUCHO MUCHO!!
Te subiré capi, claro que si!! ^^ Tu tambien tienes que subir ^^
Te quiero mucho nena!!!
*___*
VOY A ESTAR ESPERANDO EL CAP, DE ACÁ NO ME MUEVO(? JAJAJAJA Y SIIII, DENTRO DE UN RATO SUBO EN MI NOVE :D
TE QUIERO MÁS MÁS Y MUCHO MÁS
PD: TODAVIA NO RECUPERO DE LA FOTO DEL CHOU
Imaginate si yo no me he recuperado que me puse el termomentro AHÍ y se rompio.... Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaajajajajajajajajajajajajajajjaaaaaa!!
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAA ES UN DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS(?
LE DOY HASTA QUE PIDA POR FAVOR(?
LE DOY HASTA QUE PIDA POR FAVOR(?
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Yo tambien Flor! Yo tambien!! Y aunque pida por favor yo sigo! Jaaaajajajajajajajaajjajaaa
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
ADE... QUE PREGUNTA ES ESA? HACE HORAS QUE ESTOY ESPERANDO UN CAP (? U_U SUUUUUUUUUUUUUUUUUBI
BOUNCE JUST BOUNCE LET ME SEE THAT BODY BOUNCE... ♫♪ :bounce: (ME DISTRAIGO CANTANDO(?)
BOUNCE JUST BOUNCE LET ME SEE THAT BODY BOUNCE... ♫♪ :bounce: (ME DISTRAIGO CANTANDO(?)
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Ya te traigo capi mi Flor, dedicad para ti con todo mi corazon!!
-Están helados, chicos -______ besó a Robert en la frente-. Es hora de tomar un chocolate bien caliente.
-¡Sí! -Robert se volvió hacia Joe, radiante-. ¿Te apetece? Mamá hace un chocolate buenísimo.
Le dieron ganas de ponerla de nuevo en un aprieto. Pero, quizá por suerte para ambos, su enojo ya se había disipado.
-Tal vez la próxima vez -le bajó la gorra a Robert sobre los ojos-. Tengo cosas que hacer.
-Muchas gracias por dejarnos sacar a Tas. Ha sido genial, ¿a que sí, Josh?
-Sí. Gracias, señor Jonas.
-De nada. Hasta el lunes, Rob.
-Hasta el lunes.
Los niños salieron corriendo, entre empujones y risas.
Y, al volver a mirar, Joe vio que ______ ya se había ido.
Capítulo 4
Joseph Jonas había nacido rico, privilegiado y, según sus padres, con una imaginación incorregible. Tal vez por eso se había encariñado tan pronto con Robert. Este distaba de ser rico, y ni siquiera gozaba del privilegio de tener un padre y una madre, pero su imaginación era de primera clase.
A Joe siempre le habían gustado las multitudes, pero también las conversaciones de persona a persona. No le eran ajenas las fiestas, por supuesto, dada la afición de su madre a los saraos y su propia extroversión, y nadie que lo conociera podía decir de él que era un solitario. Con todo, en su trabajo siempre había preferido la soledad. Trabajaba en casa no porque no quisiera distracciones, sino porque no quería tener a nadie pegado a la espalda, observando su trabajo o haciendo el cómputo de sus progresos. Nunca se había planteado la posibilidad de trabajar en compañía. Hasta que conoció a Robert.
El primer día hicieron un pacto. Si Robert acababa sus deberes, con o sin la titubeante ayuda de Joe, podía elegir entre jugar con Tas o contribuir con su opinión a la historieta en la que estuviera trabajando Joe. Si este había dado por terminada su jornada de trabajo, se entretendrían viendo su extensa colección de cintas de vídeo o con el incipiente ejército de muñecos de plástico de Robert.
Para Joe; todo aquello resultaba natural. Para Robert, era fantástico. Por primera vez en su corta existencia, un hombre formaba parte de su vida cotidiana, hablaba con él y lo escuchaba. Al fin tenía a alguien que no solo estaba dispuesto a derrochar su tiempo jugando a la guerra, igual que su madre, sino que además comprendía sus tácticas militares.
A fines de la primera semana, Joe no solo era un héroe, el creador de Zark y el dueño de Tas; también era la persona más digna de confianza e imprescindible de su vida, aparte de su madre. Robert amaba sin barreras ni restricciones.
Joe, que, maravillado, se daba cuenta de ello, estaba a su vez cautivado por el chico. No había mentido al decide a ______ que nunca había pensado en tener hijos. Llevaba tanto tiempo viviendo a su aire que nunca había pensado en que las cosas fueran diferentes. Pero, de haber sabido lo que era amar a un niño pequeño, hallar fragmentos de uno mismo en él, quizá hubiera cambiado de idea.
Tal vez fuera por ese hallazgo por lo que empezó a pensar en el padre de Robert. ¿Qué clase de hombre podía crear algo tan especial y luego desentenderse sin más? Su propio padre había sido siempre severo e inflexible, pero podía contarse con él. Joe nunca se había cuestionado su afecto. .
Era imposible llegar a los treinta y cinco sin conocer a varios coetáneos que hubieran pasado por un divorcio, casi siempre amargo. Pero Joe también conocía a algunos que habían logrado establecer una tregua con sus ex esposas para seguir ejerciendo el papel de padres. Resultaba difícil comprender que el padre de Robert no solo se hubiera marchado de casa, sino que además hubiera desaparecido. Tras pasar una semana en compañía de Robert, resultaba imposible concebirlo.
¿Y qué decir de ______? ¿Qué clase de hombre dejaba que una mujer criara sola al hijo que habían traído juntos al mundo? ¿Habría amado ella a aquel hombre? Aquella pregunta lo asaltaba con excesiva frecuencia. El resultado de la experiencia era obvio: ______ miraba con recelo a los hombres. A él, al menos, pensó Joe torciendo el gesto mientras miraba dibujar a Robert. Con tanto recelo que llevaba toda la semana evitándolo.
Todos los días, entre las cuatro y cuarto y las cuatro y veinticinco, Joe recibía una llamada cordial. ______ le preguntaba si todo iba bien, le daba las gracias por ocuparse de Robert, y luego le pedía que hiciera subir a su hijo. Esa tarde, Robert le había dado un cheque esmeradamente escrito por valor de veinte dólares a cargo de la cuenta de ______ Wallace. Joe todavía lo llevaba, doblado en el bolsillo.
¿De veras creía ______ que iba a apartarse de su camino sin hacer ruido después de haberlo dejado noqueado? Joe no olvidaba su cuerpo apretado con el de él, ni el modo en que su recelo y sus inhibiciones se habían evaporado por un instante fugaz y sobrecogedor. Pretendía volver a experimentar aquella sensación otra vez, así como otras muchas que su incorregible imaginación no cesaba de conjurar. Si la señora ______ Wallace creía que iba a retirarse caballerosamente, debía prepararse para una gran sorpresa.
-No me salen los motores de retropropulsión -se quejó Robert -. Nunca me quedan bien.
Joe dejó a un lado su trabajo, que había abandonado al dejarse llevar por sus cavilaciones acerca de ______.
-Déjame ver -tomó el cuaderno de dibujo que le había prestado a Robert -. Eh, no está mal -sonrió, absurdamente complacido al ver el boceto de la nave Desafío que había hecho el niño. Al parecer, las pocas indicaciones que le había dado habían calado hondo-. Tienes un don natural, Rob.
El niño se sonrojó de placer y luego volvió a fruncir el ceño.
-Pero, mira, los cohetes y los motores de retropropulsión están mal. Tienen un aspecto ridículo.
-Solo porque estás intentando definir los detalles demasiado pronto. Mira, primero los toques ligeros, los trazos -puso una mano sobre la del niño para guiarlo-. No te dé miedo equivocarte. Para eso están esas enormes gomas de borrar.
-Tú no te equivocas -Robert sacó la lengua entre los dientes e intentó que su mano se moviera con la misma ligereza que la de Joe.
-Claro que me equivoco. Este es el borrador número quince que gasto este año.
-Tú eres el mejor dibujante del mundo –dijo Robert, mirándolo con fervor.
Conmovido, Joe le removió el pelo.
-Puede que esté entre los veinte mejores, pero gracias de todos modos -al oír el teléfono, sintió una extraña punzada de desilusión. El fin de semana había cambiado de pronto de significado: ya no podría estar con Robert. Habiendo vivido toda su vida sin responsabilidades, resultaba inquietante darse cuenta de que echaría de menos aquella en particular-. Debe de ser tu madre.
-Me ha dicho que esta noche, como es viernes, podemos ir al cine. Podrías venir con nosotros.
Joe masculló algo incomprensible y levantó el teléfono.
-Hola, ______.
-Joe, yo... ¿va todo bien?
Percibiendo algo extraño en su voz, Joe frunció el ceño.
-Estupendamente.
-¿Te ha dado Robert el cheque?
-Sí. Pero lo siento, aún no he tenido tiempo de cobrarlo.
______ no estaba de humor para sarcasmos.
-Bueno, gracias. Te agradecería que le dijeras a Robert que suba.
-De acuerdo -titubeó-. ¿Un día duro, ______?
Ella se llevó una mano a las sienes doloridas.
-Un poco. Gracias por preguntar, Joe.
-De nada -colgó, todavía con el ceño fruncido y, volviéndose hacia Robert, compuso una sonrisa-. Hora de transferir los efectivos, cabo.
-¡Señor, sí, señor! -Robert hizo un saludo militar. El ejército intergaláctico que había dejado en casa de Joe toda la semana estaba guardado en su mochila. Tras una breve búsqueda, encontraron sus guantes y los guardaron encima de los muñecos de plástico. Robert recogió su abrigo y su gorro y se agachó para abrazar a Tas-. Adiós, Tas. Hasta luego -el perro farfulló una despedida y restregó el hocico contra el hombro de Robert -. Adiós, Joe -se acercó a la puerta, pero vaciló un momento-. Supongo que nos veremos el lunes.
-Claro. Aunque, espera, creo que voy a subir contigo. Así le daré a tu madre un informe completo.
-¡Vale! -Robert se animó al instante-. Te has dejado las llaves en la cocina. Iré por ellas -Joe lo vio pasar a su lado como un tomado y regresar al cabo de un instante-. He sacado un sobresaliente en Lengua. Mamá se va a poner muy contenta cuando se lo diga. Seguro que nos deja beber un refresco.
-Me parece un trato muy justo -dijo Joe, y salió del apartamento al lado de Robert.
______ oyó la llave de Robert en la cerradura y bajó el hatillo de hielo. Inclinándose hacia el espejo del baño, observó su cara y, al notar que empezaba a formarse un cardenal, masculló una maldición. Confiaba en contarle a Robert el incidente quitándole importancia antes de que apareciera alguna magulladura. Se tragó dos aspirinas y pidió al Cielo que se le pasara el dolor de cabeza.
-¡Mamá! ¡Eh, mamá!
-Estoy aquí, Robert -hizo una mueca al oír su propio grito, pero compuso una sonrisa y fue a su encuentro. La sonrisa se desvaneció al ver que su hijo no estaba solo.
-Joe ha subido a informar -dijo Robert, quitándose la mochila.
-¿Se puede saber que te ha pasado? -Joe se acercó a ella en dos zancadas. Tomó su cara entre las manos y la miró enojado-. ¿Estás bien?
-Claro que sí -le lanzó una mirada de advertencia y se volvió hacia Robert -. Estoy bien.
El niño la miró fijamente, con los ojos como platos, y su mentón comenzó a temblar al ver el cardenal azul oscuro que tenía bajo el ojo.
-¿Te has caído?
Ella quiso mentirle y decirle que sí, pero nunca le había mentido.
-No exactamente -forzó una sonrisa, molesta por la presencia de Joe-. Al parecer, en la estación del metro había un tipo que quería mi bolso. Pero yo también lo quería, claro.
-¿Te han atracado? -Joe no sabía si insultada o abrazarla y comprobar si estaba herida. ______ le lanzó una mirada larga y desafiante.
-Algo así -se encogió de hombros-. Pero me temo que no ha sido nada emocionante. El metro estaba lleno. Alguien vio lo que ocurría y llamó a seguridad, así que el tipo cambió de idea respecto a mi bolso y salió corriendo.
Robert se acercó más a ella. No era la primera vez que veía un ojo morado. Joey Phelps había tenido uno una vez. Pero su madre, nunca.
-¿Te pegó?
-No, en realidad, no. Eso fue más bien un accidente -un accidente que dolía horrores-. Estábamos con el tira y afloja del bolso, y se le escapó el codo. No me agaché lo bastante rápido, eso es todo.
-Idiota -masculló Joe.
-¿Y tú le pegaste?
-Claro que no -respondió ______, y pensó con anhelo en el hatillo de hielo-. Anda, ve a sacar tus cosas de la mochila, Robert.
-Pero quiero saber sí...
-Haz lo que te digo -dijo su madre con firmeza.
-Sí, señora -murmuró Robert, y recogió la mochila del sofá.
______ aguardó hasta que se metió en su cuarto.
-Quiero que sepas que no me agrada que te metas en esto.
-Pues aún no has visto nada. ¿A ti qué demonios te pasa? ¿Cómo se te ha ocurrido pelearte con un atracador por el bolso? ¿Y si hubiera llevado una navaja?
-No la llevaba -______ sintió que empezaban a temblarle las piernas, precisamente en el momento más inoportuno-. Y tampoco se llevó mi bolso.
-Ni un ojo morado, supongo. Por el amor de Dios, ______, podrías haber resultado gravemente herida, y no creo que lleves nada en el bolso que merezca tanto la pena. Las tarjetas de crédito se pueden cancelar, y puedes comprarte otra barra de labios.
-Supongo que, si alguien intentara robarte la cartera, tú se la darías de mil amores.
-Eso es distinto.
-No, no lo es.
Él dejó de pasearse por la habitación y la miró fijamente. Tenía la cabeza alzada, la barbilla hacia fuera. Joe había visto aquel gesto en Robert varias veces. No lo sorprendía su terquedad, pero sí su mal genio y la admiración que le produjo. Pero, en ese momento, se recordó mirando de nuevo su pómulo tumefacto; nada de ello importaba.
-Recapitulemos un momento. Por lo pronto, no sé por qué te montas sola en el metro.
Ella dejó escapar un remedo de risa.
-Supongo que estarás bromeando.
Lo curioso del caso era que Joe no recordaba haber dicho nunca algo tan estúpido. Lo cual lo hizo enfadarse consigo mismo.
-Toma un taxi, maldita sea.
-No voy a tomar ningún taxi.
-¿Por qué?
-Primero, porque es absurdo y, segundo, porque no puedo permitírmelo.
Joe se sacó el cheque del bolsillo y se lo puso en la mano.
-Ahora ya puedes permitírtelo, y hasta puedes dejar propina.
-No pienso aceptarlo -le tiró el cheque arrugado-. Ni pienso tomar un taxi pudiendo utilizar el metro, que es barato y rápido. Y desde luego no tengo intención de permitir que conviertas un pequeño incidente en una tragedia. No quiero que Robert se preocupe.
-Bueno, pues entonces toma un taxi. Hazlo por él, si no quieres hacerlo por ti. Piensa en lo que habría sido de él si te hubiera pasado algo.
Ella palideció, y el cardenal de su mejilla pareció oscurecerse.
-No necesito que ni tú ni nadie me dé lecciones sobre el bienestar de mi hijo.
-No, es cierto, te portas muy bien con él. Es contigo misma con la que no te portas tan bien -se metió las manos en los bolsillos-. Está bien, no tomarás un taxi. Pero al menos prométeme que no te creerás Sally la Temeraria la próxima vez que algún ladrón decida que le gusta el color de tu bolso.
______ se frotó los brazos por encima de la chaqueta.
-¿Es ese el nombre de uno de tus personajes?
-Podría serlo -Joe se dijo que debía calmarse. No solía perder los papeles fácilmente, pero, cuando empezaba a sulfurarse, podía estallar en cuestión de segundos-. Mira, ______, ¿llevabas acaso los ahorros de toda tu vida en el bolso?
-Por supuesto que no.
-¿Alguna reliquia familiar?
-No.
-¿Algún microchip de vital importancia para la seguridad nacional?
Ella dejó escapar un suspiro, exasperada, y se sentó en el brazo del sofá.
-No, me lo dejé en la oficina -hizo un mohín y volvió a mirarlo-. Ahora no me pongas esa sonrisita idiota.
-Lo siento -él puso una amplia sonrisa.
-Es que he tenido un día horrible -sin darse cuenta, se quitó el zapato y empezó a masajearse la planta del pie-. A primera hora de la mañana, el señor Rosen me echó un sermón acerca de la productividad, luego hubo reunión de personal y, finalmente, ese imbécil del cajero, que intentó ligar conmigo.
-¿Qué cajero?
-Da igual-cansada, se frotó las sienes-. El caso es que las cosas fueron de mal en peor y que al final tenía ganas de arrancarle a alguien la cabeza de un mordisco. Y entonces ese idiota me tiró del bolso, y estallé. Por lo menos tengo la satisfacción de saber que cojeará unos cuantos días.
-Conque le zurraste, ¿eh?
______ se palpó cuidadosamente el ojo con las puntas de los dedos, sin abandonar aquel mohín.
-Sí.
Joe se acercó y, agachándose junto a ella, observó la magulladura con curiosidad.
-Se te va a poner muy morado.
-¿Tú crees? -______ se tocó de nuevo el moratón-. Esperaba que no se pusiera peor.
-Ni lo sueñes. Vas a estar hecha un cuadro.
Ella pensó en las miradas curiosas y las explicaciones que tendría que dar en la oficina.
-Fantástico.
-¿Te duele?
-Sí.
Joe besó suavemente la magulladura antes de que ella pudiera retirarse.
-Prueba con un poco de hielo.
-Ya lo había pensado.
-Ya he colocado mis cosas -Robert estaba en el pasillo, mirándose los zapatos-. Tenía deberes, pero ya los he hecho.
-Eso está muy bien. Ven aquí -Robert siguió mirándose los zapatos mientras se acercaba a ella. ______ le puso los brazos alrededor del cuello y lo achuchó-. Lo siento.
-Da igual. No quería que te enfadaras.
-No me he enfadado contigo. Me he enfadado con el señor Rosen y con el hombre que intentó robarme el bolso, pero no contigo, mi niño.
-Si quieres, te traigo un paño húmedo, como haces tú cuando me duela la cabeza.
-Gracias, pero creo que lo que necesito es un baño caliente y un poco de hielo -le dio otro achuchón y entonces recordó algo-. Ah, pero si hoy teníamos planes, ¿no? Hamburguesa con queso y una película.
-Podemos ver la tele, en vez de salir.
-Bueno, ¿por qué no esperamos a ver qué tal me encuentro dentro de un rato?
-He sacado un sobresaliente en el control de Lengua.
-Mi héroe -dijo ______ , riendo.
-¿Sabes?, eso del baño caliente es buena idea -Joe ya estaba haciendo planes-. ¿Por qué no empiezas y me prestas a Robert un rato?
-Pero si acaba de llegar a casa.
-Solo será un ratito -Joe la tomó del brazo y la condujo hacia el cuarto de baño-. Pon burbujas en la bañera. Son fantásticas para la moral. Volveremos dentro de media hora.
-Pero ¿adónde vais?
-A hacer un recado. Rob puede acompañarme, ¿verdad, Rob?
-Claro.
La idea de pasar media hora en la bañera resultaba tentadora.
-Nada de chucherías. Falta muy poco para la cena.
-Está bien, no comeré ninguna -le prometió Joe empujándola hacia el baño, y, agarrando a Robert del hombro, regresó al cuarto de estar-. ¿Listo para emprender una misión, cabo?
Con los ojos brillantes, Robert hizo un saludo militar.
-Listo, señor.
-Están helados, chicos -______ besó a Robert en la frente-. Es hora de tomar un chocolate bien caliente.
-¡Sí! -Robert se volvió hacia Joe, radiante-. ¿Te apetece? Mamá hace un chocolate buenísimo.
Le dieron ganas de ponerla de nuevo en un aprieto. Pero, quizá por suerte para ambos, su enojo ya se había disipado.
-Tal vez la próxima vez -le bajó la gorra a Robert sobre los ojos-. Tengo cosas que hacer.
-Muchas gracias por dejarnos sacar a Tas. Ha sido genial, ¿a que sí, Josh?
-Sí. Gracias, señor Jonas.
-De nada. Hasta el lunes, Rob.
-Hasta el lunes.
Los niños salieron corriendo, entre empujones y risas.
Y, al volver a mirar, Joe vio que ______ ya se había ido.
Capítulo 4
Joseph Jonas había nacido rico, privilegiado y, según sus padres, con una imaginación incorregible. Tal vez por eso se había encariñado tan pronto con Robert. Este distaba de ser rico, y ni siquiera gozaba del privilegio de tener un padre y una madre, pero su imaginación era de primera clase.
A Joe siempre le habían gustado las multitudes, pero también las conversaciones de persona a persona. No le eran ajenas las fiestas, por supuesto, dada la afición de su madre a los saraos y su propia extroversión, y nadie que lo conociera podía decir de él que era un solitario. Con todo, en su trabajo siempre había preferido la soledad. Trabajaba en casa no porque no quisiera distracciones, sino porque no quería tener a nadie pegado a la espalda, observando su trabajo o haciendo el cómputo de sus progresos. Nunca se había planteado la posibilidad de trabajar en compañía. Hasta que conoció a Robert.
El primer día hicieron un pacto. Si Robert acababa sus deberes, con o sin la titubeante ayuda de Joe, podía elegir entre jugar con Tas o contribuir con su opinión a la historieta en la que estuviera trabajando Joe. Si este había dado por terminada su jornada de trabajo, se entretendrían viendo su extensa colección de cintas de vídeo o con el incipiente ejército de muñecos de plástico de Robert.
Para Joe; todo aquello resultaba natural. Para Robert, era fantástico. Por primera vez en su corta existencia, un hombre formaba parte de su vida cotidiana, hablaba con él y lo escuchaba. Al fin tenía a alguien que no solo estaba dispuesto a derrochar su tiempo jugando a la guerra, igual que su madre, sino que además comprendía sus tácticas militares.
A fines de la primera semana, Joe no solo era un héroe, el creador de Zark y el dueño de Tas; también era la persona más digna de confianza e imprescindible de su vida, aparte de su madre. Robert amaba sin barreras ni restricciones.
Joe, que, maravillado, se daba cuenta de ello, estaba a su vez cautivado por el chico. No había mentido al decide a ______ que nunca había pensado en tener hijos. Llevaba tanto tiempo viviendo a su aire que nunca había pensado en que las cosas fueran diferentes. Pero, de haber sabido lo que era amar a un niño pequeño, hallar fragmentos de uno mismo en él, quizá hubiera cambiado de idea.
Tal vez fuera por ese hallazgo por lo que empezó a pensar en el padre de Robert. ¿Qué clase de hombre podía crear algo tan especial y luego desentenderse sin más? Su propio padre había sido siempre severo e inflexible, pero podía contarse con él. Joe nunca se había cuestionado su afecto. .
Era imposible llegar a los treinta y cinco sin conocer a varios coetáneos que hubieran pasado por un divorcio, casi siempre amargo. Pero Joe también conocía a algunos que habían logrado establecer una tregua con sus ex esposas para seguir ejerciendo el papel de padres. Resultaba difícil comprender que el padre de Robert no solo se hubiera marchado de casa, sino que además hubiera desaparecido. Tras pasar una semana en compañía de Robert, resultaba imposible concebirlo.
¿Y qué decir de ______? ¿Qué clase de hombre dejaba que una mujer criara sola al hijo que habían traído juntos al mundo? ¿Habría amado ella a aquel hombre? Aquella pregunta lo asaltaba con excesiva frecuencia. El resultado de la experiencia era obvio: ______ miraba con recelo a los hombres. A él, al menos, pensó Joe torciendo el gesto mientras miraba dibujar a Robert. Con tanto recelo que llevaba toda la semana evitándolo.
Todos los días, entre las cuatro y cuarto y las cuatro y veinticinco, Joe recibía una llamada cordial. ______ le preguntaba si todo iba bien, le daba las gracias por ocuparse de Robert, y luego le pedía que hiciera subir a su hijo. Esa tarde, Robert le había dado un cheque esmeradamente escrito por valor de veinte dólares a cargo de la cuenta de ______ Wallace. Joe todavía lo llevaba, doblado en el bolsillo.
¿De veras creía ______ que iba a apartarse de su camino sin hacer ruido después de haberlo dejado noqueado? Joe no olvidaba su cuerpo apretado con el de él, ni el modo en que su recelo y sus inhibiciones se habían evaporado por un instante fugaz y sobrecogedor. Pretendía volver a experimentar aquella sensación otra vez, así como otras muchas que su incorregible imaginación no cesaba de conjurar. Si la señora ______ Wallace creía que iba a retirarse caballerosamente, debía prepararse para una gran sorpresa.
-No me salen los motores de retropropulsión -se quejó Robert -. Nunca me quedan bien.
Joe dejó a un lado su trabajo, que había abandonado al dejarse llevar por sus cavilaciones acerca de ______.
-Déjame ver -tomó el cuaderno de dibujo que le había prestado a Robert -. Eh, no está mal -sonrió, absurdamente complacido al ver el boceto de la nave Desafío que había hecho el niño. Al parecer, las pocas indicaciones que le había dado habían calado hondo-. Tienes un don natural, Rob.
El niño se sonrojó de placer y luego volvió a fruncir el ceño.
-Pero, mira, los cohetes y los motores de retropropulsión están mal. Tienen un aspecto ridículo.
-Solo porque estás intentando definir los detalles demasiado pronto. Mira, primero los toques ligeros, los trazos -puso una mano sobre la del niño para guiarlo-. No te dé miedo equivocarte. Para eso están esas enormes gomas de borrar.
-Tú no te equivocas -Robert sacó la lengua entre los dientes e intentó que su mano se moviera con la misma ligereza que la de Joe.
-Claro que me equivoco. Este es el borrador número quince que gasto este año.
-Tú eres el mejor dibujante del mundo –dijo Robert, mirándolo con fervor.
Conmovido, Joe le removió el pelo.
-Puede que esté entre los veinte mejores, pero gracias de todos modos -al oír el teléfono, sintió una extraña punzada de desilusión. El fin de semana había cambiado de pronto de significado: ya no podría estar con Robert. Habiendo vivido toda su vida sin responsabilidades, resultaba inquietante darse cuenta de que echaría de menos aquella en particular-. Debe de ser tu madre.
-Me ha dicho que esta noche, como es viernes, podemos ir al cine. Podrías venir con nosotros.
Joe masculló algo incomprensible y levantó el teléfono.
-Hola, ______.
-Joe, yo... ¿va todo bien?
Percibiendo algo extraño en su voz, Joe frunció el ceño.
-Estupendamente.
-¿Te ha dado Robert el cheque?
-Sí. Pero lo siento, aún no he tenido tiempo de cobrarlo.
______ no estaba de humor para sarcasmos.
-Bueno, gracias. Te agradecería que le dijeras a Robert que suba.
-De acuerdo -titubeó-. ¿Un día duro, ______?
Ella se llevó una mano a las sienes doloridas.
-Un poco. Gracias por preguntar, Joe.
-De nada -colgó, todavía con el ceño fruncido y, volviéndose hacia Robert, compuso una sonrisa-. Hora de transferir los efectivos, cabo.
-¡Señor, sí, señor! -Robert hizo un saludo militar. El ejército intergaláctico que había dejado en casa de Joe toda la semana estaba guardado en su mochila. Tras una breve búsqueda, encontraron sus guantes y los guardaron encima de los muñecos de plástico. Robert recogió su abrigo y su gorro y se agachó para abrazar a Tas-. Adiós, Tas. Hasta luego -el perro farfulló una despedida y restregó el hocico contra el hombro de Robert -. Adiós, Joe -se acercó a la puerta, pero vaciló un momento-. Supongo que nos veremos el lunes.
-Claro. Aunque, espera, creo que voy a subir contigo. Así le daré a tu madre un informe completo.
-¡Vale! -Robert se animó al instante-. Te has dejado las llaves en la cocina. Iré por ellas -Joe lo vio pasar a su lado como un tomado y regresar al cabo de un instante-. He sacado un sobresaliente en Lengua. Mamá se va a poner muy contenta cuando se lo diga. Seguro que nos deja beber un refresco.
-Me parece un trato muy justo -dijo Joe, y salió del apartamento al lado de Robert.
______ oyó la llave de Robert en la cerradura y bajó el hatillo de hielo. Inclinándose hacia el espejo del baño, observó su cara y, al notar que empezaba a formarse un cardenal, masculló una maldición. Confiaba en contarle a Robert el incidente quitándole importancia antes de que apareciera alguna magulladura. Se tragó dos aspirinas y pidió al Cielo que se le pasara el dolor de cabeza.
-¡Mamá! ¡Eh, mamá!
-Estoy aquí, Robert -hizo una mueca al oír su propio grito, pero compuso una sonrisa y fue a su encuentro. La sonrisa se desvaneció al ver que su hijo no estaba solo.
-Joe ha subido a informar -dijo Robert, quitándose la mochila.
-¿Se puede saber que te ha pasado? -Joe se acercó a ella en dos zancadas. Tomó su cara entre las manos y la miró enojado-. ¿Estás bien?
-Claro que sí -le lanzó una mirada de advertencia y se volvió hacia Robert -. Estoy bien.
El niño la miró fijamente, con los ojos como platos, y su mentón comenzó a temblar al ver el cardenal azul oscuro que tenía bajo el ojo.
-¿Te has caído?
Ella quiso mentirle y decirle que sí, pero nunca le había mentido.
-No exactamente -forzó una sonrisa, molesta por la presencia de Joe-. Al parecer, en la estación del metro había un tipo que quería mi bolso. Pero yo también lo quería, claro.
-¿Te han atracado? -Joe no sabía si insultada o abrazarla y comprobar si estaba herida. ______ le lanzó una mirada larga y desafiante.
-Algo así -se encogió de hombros-. Pero me temo que no ha sido nada emocionante. El metro estaba lleno. Alguien vio lo que ocurría y llamó a seguridad, así que el tipo cambió de idea respecto a mi bolso y salió corriendo.
Robert se acercó más a ella. No era la primera vez que veía un ojo morado. Joey Phelps había tenido uno una vez. Pero su madre, nunca.
-¿Te pegó?
-No, en realidad, no. Eso fue más bien un accidente -un accidente que dolía horrores-. Estábamos con el tira y afloja del bolso, y se le escapó el codo. No me agaché lo bastante rápido, eso es todo.
-Idiota -masculló Joe.
-¿Y tú le pegaste?
-Claro que no -respondió ______, y pensó con anhelo en el hatillo de hielo-. Anda, ve a sacar tus cosas de la mochila, Robert.
-Pero quiero saber sí...
-Haz lo que te digo -dijo su madre con firmeza.
-Sí, señora -murmuró Robert, y recogió la mochila del sofá.
______ aguardó hasta que se metió en su cuarto.
-Quiero que sepas que no me agrada que te metas en esto.
-Pues aún no has visto nada. ¿A ti qué demonios te pasa? ¿Cómo se te ha ocurrido pelearte con un atracador por el bolso? ¿Y si hubiera llevado una navaja?
-No la llevaba -______ sintió que empezaban a temblarle las piernas, precisamente en el momento más inoportuno-. Y tampoco se llevó mi bolso.
-Ni un ojo morado, supongo. Por el amor de Dios, ______, podrías haber resultado gravemente herida, y no creo que lleves nada en el bolso que merezca tanto la pena. Las tarjetas de crédito se pueden cancelar, y puedes comprarte otra barra de labios.
-Supongo que, si alguien intentara robarte la cartera, tú se la darías de mil amores.
-Eso es distinto.
-No, no lo es.
Él dejó de pasearse por la habitación y la miró fijamente. Tenía la cabeza alzada, la barbilla hacia fuera. Joe había visto aquel gesto en Robert varias veces. No lo sorprendía su terquedad, pero sí su mal genio y la admiración que le produjo. Pero, en ese momento, se recordó mirando de nuevo su pómulo tumefacto; nada de ello importaba.
-Recapitulemos un momento. Por lo pronto, no sé por qué te montas sola en el metro.
Ella dejó escapar un remedo de risa.
-Supongo que estarás bromeando.
Lo curioso del caso era que Joe no recordaba haber dicho nunca algo tan estúpido. Lo cual lo hizo enfadarse consigo mismo.
-Toma un taxi, maldita sea.
-No voy a tomar ningún taxi.
-¿Por qué?
-Primero, porque es absurdo y, segundo, porque no puedo permitírmelo.
Joe se sacó el cheque del bolsillo y se lo puso en la mano.
-Ahora ya puedes permitírtelo, y hasta puedes dejar propina.
-No pienso aceptarlo -le tiró el cheque arrugado-. Ni pienso tomar un taxi pudiendo utilizar el metro, que es barato y rápido. Y desde luego no tengo intención de permitir que conviertas un pequeño incidente en una tragedia. No quiero que Robert se preocupe.
-Bueno, pues entonces toma un taxi. Hazlo por él, si no quieres hacerlo por ti. Piensa en lo que habría sido de él si te hubiera pasado algo.
Ella palideció, y el cardenal de su mejilla pareció oscurecerse.
-No necesito que ni tú ni nadie me dé lecciones sobre el bienestar de mi hijo.
-No, es cierto, te portas muy bien con él. Es contigo misma con la que no te portas tan bien -se metió las manos en los bolsillos-. Está bien, no tomarás un taxi. Pero al menos prométeme que no te creerás Sally la Temeraria la próxima vez que algún ladrón decida que le gusta el color de tu bolso.
______ se frotó los brazos por encima de la chaqueta.
-¿Es ese el nombre de uno de tus personajes?
-Podría serlo -Joe se dijo que debía calmarse. No solía perder los papeles fácilmente, pero, cuando empezaba a sulfurarse, podía estallar en cuestión de segundos-. Mira, ______, ¿llevabas acaso los ahorros de toda tu vida en el bolso?
-Por supuesto que no.
-¿Alguna reliquia familiar?
-No.
-¿Algún microchip de vital importancia para la seguridad nacional?
Ella dejó escapar un suspiro, exasperada, y se sentó en el brazo del sofá.
-No, me lo dejé en la oficina -hizo un mohín y volvió a mirarlo-. Ahora no me pongas esa sonrisita idiota.
-Lo siento -él puso una amplia sonrisa.
-Es que he tenido un día horrible -sin darse cuenta, se quitó el zapato y empezó a masajearse la planta del pie-. A primera hora de la mañana, el señor Rosen me echó un sermón acerca de la productividad, luego hubo reunión de personal y, finalmente, ese imbécil del cajero, que intentó ligar conmigo.
-¿Qué cajero?
-Da igual-cansada, se frotó las sienes-. El caso es que las cosas fueron de mal en peor y que al final tenía ganas de arrancarle a alguien la cabeza de un mordisco. Y entonces ese idiota me tiró del bolso, y estallé. Por lo menos tengo la satisfacción de saber que cojeará unos cuantos días.
-Conque le zurraste, ¿eh?
______ se palpó cuidadosamente el ojo con las puntas de los dedos, sin abandonar aquel mohín.
-Sí.
Joe se acercó y, agachándose junto a ella, observó la magulladura con curiosidad.
-Se te va a poner muy morado.
-¿Tú crees? -______ se tocó de nuevo el moratón-. Esperaba que no se pusiera peor.
-Ni lo sueñes. Vas a estar hecha un cuadro.
Ella pensó en las miradas curiosas y las explicaciones que tendría que dar en la oficina.
-Fantástico.
-¿Te duele?
-Sí.
Joe besó suavemente la magulladura antes de que ella pudiera retirarse.
-Prueba con un poco de hielo.
-Ya lo había pensado.
-Ya he colocado mis cosas -Robert estaba en el pasillo, mirándose los zapatos-. Tenía deberes, pero ya los he hecho.
-Eso está muy bien. Ven aquí -Robert siguió mirándose los zapatos mientras se acercaba a ella. ______ le puso los brazos alrededor del cuello y lo achuchó-. Lo siento.
-Da igual. No quería que te enfadaras.
-No me he enfadado contigo. Me he enfadado con el señor Rosen y con el hombre que intentó robarme el bolso, pero no contigo, mi niño.
-Si quieres, te traigo un paño húmedo, como haces tú cuando me duela la cabeza.
-Gracias, pero creo que lo que necesito es un baño caliente y un poco de hielo -le dio otro achuchón y entonces recordó algo-. Ah, pero si hoy teníamos planes, ¿no? Hamburguesa con queso y una película.
-Podemos ver la tele, en vez de salir.
-Bueno, ¿por qué no esperamos a ver qué tal me encuentro dentro de un rato?
-He sacado un sobresaliente en el control de Lengua.
-Mi héroe -dijo ______ , riendo.
-¿Sabes?, eso del baño caliente es buena idea -Joe ya estaba haciendo planes-. ¿Por qué no empiezas y me prestas a Robert un rato?
-Pero si acaba de llegar a casa.
-Solo será un ratito -Joe la tomó del brazo y la condujo hacia el cuarto de baño-. Pon burbujas en la bañera. Son fantásticas para la moral. Volveremos dentro de media hora.
-Pero ¿adónde vais?
-A hacer un recado. Rob puede acompañarme, ¿verdad, Rob?
-Claro.
La idea de pasar media hora en la bañera resultaba tentadora.
-Nada de chucherías. Falta muy poco para la cena.
-Está bien, no comeré ninguna -le prometió Joe empujándola hacia el baño, y, agarrando a Robert del hombro, regresó al cuarto de estar-. ¿Listo para emprender una misión, cabo?
Con los ojos brillantes, Robert hizo un saludo militar.
-Listo, señor.
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY
ME MUEEEEEEEEEEEEEERO DE AMOR CON JOE Y ROBERT :arre:
SON DIIIIIIIIIIIIIIIIIIIVIIIIIIIIIIIIIIIINOOOOOOOOOOOOOOS
JAJAJAJA
AMO LA NOVE ADE, SABELO (AUNQUE SIEMPRE TE LO DIGO, ASI QUE NO DEBE SER NINGUNA NOVEDAD :roll: )
GRACIAS POR DEDICARME EL CAP! ME ENCANTÓ TANTO COMO ME ENCANTA JOE JAJAJAJA
SEGUUUUUUUUUUUUUILA
:love:
ME MUEEEEEEEEEEEEEERO DE AMOR CON JOE Y ROBERT :arre:
SON DIIIIIIIIIIIIIIIIIIIVIIIIIIIIIIIIIIIINOOOOOOOOOOOOOOS
JAJAJAJA
AMO LA NOVE ADE, SABELO (AUNQUE SIEMPRE TE LO DIGO, ASI QUE NO DEBE SER NINGUNA NOVEDAD :roll: )
GRACIAS POR DEDICARME EL CAP! ME ENCANTÓ TANTO COMO ME ENCANTA JOE JAJAJAJA
SEGUUUUUUUUUUUUUILA
:love:
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Awww mi Flor! Se que te encanta *O* Pero admite que te gusta mas Joe!!
Jaajaajajajajajajajaa!!
Jaajaajajajajajajajaa!!
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
SIGUE LA NOVE!!!!!!!!!!!!
ME MUERO SI NO LA SIGUE!!!!!!!!!!!
ME MUERO SI NO LA SIGUE!!!!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
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