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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
nueva lactora.esta muii buena tu nove siiguelaaaaaaaaaaaaaaa
andreita
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
siguela nena y quien no va ser pervertida con joe si esta rebueno el condenado
Invitado
Invitado
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
nobodyisperfect! escribió:nueva lactora.esta muii buena tu nove siiguelaaaaaaaaaaaaaaa
Bienvenida a la nove! Como te llamas? De donde eres?
Un besote!
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Quien quiere capi?
Quien tiene Facebook????????
Quien tiene Facebook????????
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
yoooooooooooooo quiero capiiiiiiii!!!
y tengo facebook!
y tengo facebook!
StayMemiFaither
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
jonatica_smiley escribió:yoooooooooooooo quiero capiiiiiiii!!!
y tengo facebook!
Creo que te tengo agregada, pero de todos modos el mio es Ade Regalado por si no lo tienes ^^
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
ForJoeJonas escribió:jonatica_smiley escribió:yoooooooooooooo quiero capiiiiiiii!!!
y tengo facebook!
Creo que te tengo agregada, pero de todos modos el mio es Ade Regalado por si no lo tienes ^^
si creo que tambien te tengo agregada
StayMemiFaither
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Me voy a ver Gran Hermano, nenas, pero antes su capi!!
-Mira, mamá, acabo de terminar, ¿verdad que esta genial? -el niño se apartó para enseñarles su muñeco de nieve-. Ustedes solo empezaron el suyo.
-Quizá lo acabemos mañana -se acercó a él rápidamente y lo tomó de la mano-. Tenemos que irnos a preparar la cena.
-¿No podemos esperar a que...?
-No, casi es de noche.
-¿Puede venir Joe?
-No, no puede -lanzó una mirada hacia atrás mientras caminaban. Él apenas era una sombra, de pie, junto al castillo de Rob-. Esta noche, no.
Joe puso la mano sobre la cabeza de Tas. El perro gimió e hizo amago de salir corriendo.
-No, Tas, esta noche no.
No parecía haber modo de evitar a Joe, pensaba ______ mientras bajaba hacia su apartamento porque su hijo se lo había pedido. Tenía que admitir que era una estupidez intentarlo. En apariencia, cualquiera pensaría que Joe Jonas era la solución a todos sus problemas. Sentía un afecto sincero por Robert, y le proporcionaba a su hijo compañía y un lugar seguro donde quedarse mientras ella trabajaba. Gozaba de un horario flexible y era muy generoso con su tiempo.
Pero lo cierto era que Joe le había complicado la vida. Por más que intentaba considerarlo simplemente un amigo de Robert o un vecino un tanto raro, Joe lograba despertar en ella sentimientos enterrados desde hacía casi diez años. Los escalofríos y los sofocos de emoción eran cosas que ______ atribuía a los muy jóvenes o los muy optimistas. Y ella había dejado de ser ambas cosas cuando el padre de Robert los abandonó.
En los años que habían seguido a ese momento, se había dedicado en cuerpo y alma a su hijo para darle un buen hogar, para que su vida fuera lo más normal y equilibrada posible. Si ______, la mujer, se había perdido en el camino, la madre de Robert imaginaba que ello era un trato justo. Pero de pronto había aparecido Joe Jonas y le había hecho sentir y, lo que era aún peor, desear aquellas cosas hacía tiempo olvidadas.
______ respiró hondo y llamó a la puerta de Joe. A la puerta del amigo de Robert, se dijo con firmeza. Solo había bajado porque Robert estaba loco por enseñarle una cosa. No estaba allí para ver a Joe; no esperaba que él extendiera los brazos y le acariciara las mejillas como hacía a veces. Su tez se ruborizó al pensarlo.
Juntó las manos y procuró concentrarse en Robert. Vería lo que su hijo quería enseñarle y luego volverían a su apartamento, donde estaban a salvo.
Joe abrió la puerta. Llevaba una sudadera con una calcomanía de un superhéroe rival en el pecho, y unos pantalones de chándal con un agujero en la rodilla. Tenía una toalla sobre los hombros. Usó una punta para secarse el sudor de la cara.
-¿Has salido a correr con este tiempo? -preguntó ella sin pensarlo, y enseguida lamentó el tono de preocupación de su voz.
-No -él la tomó de la mano, haciéndole entrar. ______ olía a la primavera que aún tardaría meses en llegar. Su traje azul oscuro le daba un aire profesional que Joe encontraba extrañamente sexy-. Estaba haciendo pesas -le dijo. La verdad era que, desde que conocía a ______ Wallace, hacía muchas pesas. Le parecía el segundo mejor modo de liberar la tensión y desfogar el exceso de energía física.
-Ah -eso explicaba la fuerza que había sentido en sus brazos-. No sabía que te gustaban esas cosas.
-¿Las fanfarronadas de los cachas? -dijo él, riendo-. No, en realidad, no. Pero, si no hago ejercicio de vez en cuando, mi cuerpo se convierte en un mondadientes. No es una visión muy agradable -notaba que ______ tenía los nervios a flor de piel y no pudo resistirse. Flexionó el brazo y le lanzó una mirada traviesa-. ¿Quieres tocarme los bíceps?
-Gracias, pero paso. El señor Rosen me ha dado esto para ti -le dio un portafolios con el emblema del banco-. Se lo pediste tú, no sé si te acuerdas.
-Sí, ya -Joe lo agarró y lo tiró encima de una montón de revistas que había sobra la mesa baja-. Dile que ya se lo pasaré a la junta directiva.
-¿Y lo harás?
Él alzó una ceja.
-Yo suelo cumplir mi palabra.
______ estaba segura de ello. Entonces recordó que le había dicho que pronto hablarían.
-Robert ha llamado y me ha dicho que quería enseñarme una cosa.
-Está en el despacho. ¿Quieres un café?
-Gracias, pero no puedo quedarme. Me he traído un poco de papeleo a casa.
-Bueno, entonces, pasa. Yo necesito beber algo.
-¡Mamá! -en cuanto ______ entró en el despacho, Robert pegó un brinco y la agarró de la mano-. ¿No es fantástico? Es el mejor regalo que me han hecho nunca -sin soltarla, Robert la llevó hacia una pequeña mesa de dibujo.
No era de juguete. ______ notó enseguida que era de primera calidad, aunque de tamaño infantil. El pequeño taburete giratorio estaba desgastado, pero el asiento era de cuero. Robert ya había colocado un lienzo de papel sobre el tablero y había empezado a dibujar con regla y compás lo que parecía un plano.
-¿Es de Joe?
-Lo era, pero dice que puedo usarla el tiempo que quiera. Mira, estoy haciendo el plano de una estación espacial. Esta es la sala de máquinas. Y aquí y aquí están los camarotes. Va a tener un invernadero como los que tenían en esa película que me puso Joe. Joe me ha enseñado a dibujar cosas a escala con estas escuadras.
-Ya veo -ella se agachó para mirar de cerca el dibujo, sintiéndose orgullosa de su hijo-. Aprendes rápido, Rob. Es fantástico. Me pregunto si habrá algún hueco en la NASA.
Él se echó a reír bajando la cabeza, como hacía cuando se azoraba.
-A lo mejor de mayor soy ingeniero.
-Puedes ser lo que quieras -le dio un beso en la frente-. Si sigues dibujando así, necesitaré un intérprete para saber qué estás haciendo. Todas estas herramientas... -tomó una escuadra-. Supongo que tú sabes para qué sirven.
-Joe me ha enseñado. Él las usa a veces para dibujar.
-¿Ah, sí? -ella giró la escuadra, observándola. Parecía tan... profesional.
-Hasta el dibujo de cómics requiere cierta disciplina -dijo Joe desde la puerta. Llevaba en la mano un gran vaso de zumo de naranja, del que ya se había bebido más de la mitad.
______ se incorporó. De pronto, se dio cuenta de lo... viril que parecía. Había una tenue uve de sudor en el centro de su camiseta. Se había peinado el pelo hacia atrás con los dedos y, como de costumbre, no se había afeitado esa mañana. Junto a ella, Robert siguió corrigiendo alegremente su plano.
Sí, Joe era viril, peligroso y exasperante, pero también era el hombre más amable que había conocido nunca. Intentando recordarlo, ______ dio un paso adelante.
-No sé cómo darte las gracias.
-Ya me las ha dado Rob.
Ella asintió y puso una mano sobre el hombro de Robert.
-Acaba eso, Rob. Yo estaré en el cuarto de estar, con Joe -entró en el cuarto de estar. Estaba, como siempre, desordenado y lleno de cosas. Tas daba vueltas por la alfombra, buscando migas de galletas-. Creía conocer a Rob de arriba abajo -empezó-. Pero no sabía que para él significaría tanto una mesa de dibujo. Supongo que creía que era demasiado pequeño para apreciar algo así.
-Ya te he dicho que tiene un don natural.
-Sí, lo sé -se mordió el labio, deseando haber aceptado el café para tener algo que hacer con las manos-. Rob me ha dicho que le estás dando clases de dibujo. Estás haciendo por él más de lo que podía esperar. Y, desde luego, mucho más de lo que estás obligado a hacer.
Él le lanzó una mirada larga y penetrante.
-Esto no tiene nada que ver con la obligación. ¿Por qué no te sientas?
-No -ella juntó las manos y luego las separó-. No, da igual.
-¿Prefieres pasearte por la habitación? -preguntó él, sonriendo.
Ella sintió que su determinación se disipaba un poco más.
-Puede que luego. Solo quería decir que te estoy muy agradecida. Rob nunca había tenido... -un padre. Aquellas palabras estuvieran a punto de escapársele, pero consiguió tragárselas sintiendo de pronto una especie de horror-. Nunca había tenido a nadie que le prestara tanta atención... aparte de mí, claro –dejó escapar un leve suspiro-. Has sido muy generoso por regalarle la mesa de dibujo. Rob dice que era tuya.
-Mi padre hizo que me la construyeran cuando tenía más o menos la edad de Rob. Quería que dejara de dibujar monstruos y empezara a hacer algo útil -dijo sin amargura, pero con cierta sorna. Hacía tiempo que no les guardaba rencor a sus padres por su falta de comprensión.
-Debe de significar mucho para ti si las has guardado todo este tiempo. Sé que a Rob le encanta, pero ¿no deberías conservarla para tus hijos?
Joe bebió un sorbo de zumo y miró a su alrededor.
-Parece que, de momento, no tengo hijos.
-Pero aun así...
-______, no se la habría regalado si no hubiera querido hacerlo. Lleva años en el trastero, acumulando polvo. Me encanta ver que Rob puede sacarle partido -se acabó el zumo y, dejando el vaso sobre la mesa, se acercó a ella-. Es un regalo para Rob. Tú no tienes por qué sentirte obligada.
-Lo sé, no quería...
-Sí, ya -él la miraba fijamente, sin sonreír, con esa serena intensidad que sacaba a relucir en los momentos más inesperados-. Sé que no lo piensas conscientemente, pero la idea ronda por ahí, en algún lugar de tu cabeza.
-No creo que estés usando a Robert para acercarte a mí, si te refieres a eso.
-Me alegro -le pasó un dedo por la mejilla-. Porque la verdad es, señora Wallace, que Robert me gustaría también sin ti, o tú sin él. Pero da la casualidad de que vais los dos juntos en el mismo paquete.
-Sí, así es. Robert y yo somos una unidad. Lo que le afecta a él, me afecta a mí.
Joe ladeó la cabeza, comprendiendo de pronto.
-Me parece estar percibiendo una advertencia. ¿No piensas que estoy haciéndome el amigo de Rob para meterme en la cama con su madre?
-No, claro que no -ella se apartó bruscamente, mirando hacia el despacho-. Si lo pensara, no dejaría que Robert se acercara a ti.
-Pero... -le puso las manos sobre los hombros y las unió tras su nuca- te preguntas si lo que sientes por mí puede ser un reflejo de lo que siente Robert.
-Yo nunca he dicho que sienta nada por ti.
-Sí, lo has dicho. Lo dices cada vez que me acerco a ti. No, no te retires, ______ -la apretó con más fuerza-. Seamos sinceros. Quiero acostarme contigo. No tiene nada que ver con Rob, y menos de lo que pensaba con la punzada de deseo que sentí la primera vez que vi tus piernas -ella lo miró tímidamente a los ojos-. Tiene que ver más bien con el hecho de que te encuentro atractiva en muchos sentidos. Eres inteligente, fuerte y estable. Puede que no suene muy romántico, pero la verdad es que tu estabilidad me parece muy atrayente. Yo nunca he tenido mucha -le acarició levemente la nuca-. Tal vez no estés preparada para dar un paso así en este momento. Pero te agradecería que miraras de frente lo que deseas, lo que sientes.
-No sé si puedo. Tú estás solo. Yo tengo a Rob. Haga lo que haga, sea cual sea la decisión que tome, afectará a mi hijo. Hace años me prometí que no volvería a sufrir por culpa de sus padres. Y pienso cumplir esa promesa.
Joe quiso pedirle que le hablara del padre de Robert, pero el chico estaba en la otra habitación.
-Déjame decirte lo que creo. Tú nunca podrías tomar una decisión que hiciera sufrir a Rob. Pero sí una que te hiciera sufrir a ti. Quiero estar contigo, ______, y no creo que el hecho de que estemos juntos vaya a hacerle daño a Robert.
-Ya he acabado -Robert salió del despacho con el papel en las manos. ______ intentó apartarse, pero Joe la retuvo-. Quiero llevármelo para enseñárselo a Josh mañana, ¿vale?
Sabiendo que sería peor resistirse, ______ se quedó quieta, con los brazos de Joe sobre los hombros.
-Claro.
Robert los observó a ambos un momento. Nunca había visto a un hombre abrazar a su madre, salvo a su abuelo y a su tío. Se preguntaba si eso convertía a Joe en parte de la familia.
-Mañana por la tarde voy a casa de Josh y me quedo a dormir. Vamos a estar despiertos toda la noche.
-Entonces, tendré que cuidar de tu madre, ¿no?
-Supongo -Robert empezó a enrollar el lienzo de papel para guardado en un tubo, como le había enseñado Joe.
-Robert sabe perfectamente que no necesito que nadie me cuide.
Joe no le hizo caso y siguió hablando con Robert.
-¿Qué te parece si saco a tu madre por ahí?
-¿Quieres decir a cenar a un restaurante y esas cosas?
-Algo así.
-Vale.
-Bien. Iré a buscarla a las siete.
-No creo que...
-¿A las siete no te parece bien? -la interrumpió Joe-. Bueno, pues, entonces, a las siete y media. Pero ni un minuto más tarde. Si a las ocho no he cenado, me pongo de un humor de perros -le dio un rápido beso en la frente antes de soltarla-. Que te lo pases bien en casa de Josh.
-Lo haré -Robert recogió la chaqueta y la mochila. Luego, se acercó a Joe y le dio un abrazo. Las palabras que ______ tenía en la punta de la lengua se secaron-. Gracias por la mesa de dibujo y por todo. Es genial.
-De nada. Hasta el lunes -esperó hasta que ______ estuvo en la puerta-. A las siete y media.
Ella asintió y cerró la puerta suavemente a su espalda.
-Mira, mamá, acabo de terminar, ¿verdad que esta genial? -el niño se apartó para enseñarles su muñeco de nieve-. Ustedes solo empezaron el suyo.
-Quizá lo acabemos mañana -se acercó a él rápidamente y lo tomó de la mano-. Tenemos que irnos a preparar la cena.
-¿No podemos esperar a que...?
-No, casi es de noche.
-¿Puede venir Joe?
-No, no puede -lanzó una mirada hacia atrás mientras caminaban. Él apenas era una sombra, de pie, junto al castillo de Rob-. Esta noche, no.
Joe puso la mano sobre la cabeza de Tas. El perro gimió e hizo amago de salir corriendo.
-No, Tas, esta noche no.
No parecía haber modo de evitar a Joe, pensaba ______ mientras bajaba hacia su apartamento porque su hijo se lo había pedido. Tenía que admitir que era una estupidez intentarlo. En apariencia, cualquiera pensaría que Joe Jonas era la solución a todos sus problemas. Sentía un afecto sincero por Robert, y le proporcionaba a su hijo compañía y un lugar seguro donde quedarse mientras ella trabajaba. Gozaba de un horario flexible y era muy generoso con su tiempo.
Pero lo cierto era que Joe le había complicado la vida. Por más que intentaba considerarlo simplemente un amigo de Robert o un vecino un tanto raro, Joe lograba despertar en ella sentimientos enterrados desde hacía casi diez años. Los escalofríos y los sofocos de emoción eran cosas que ______ atribuía a los muy jóvenes o los muy optimistas. Y ella había dejado de ser ambas cosas cuando el padre de Robert los abandonó.
En los años que habían seguido a ese momento, se había dedicado en cuerpo y alma a su hijo para darle un buen hogar, para que su vida fuera lo más normal y equilibrada posible. Si ______, la mujer, se había perdido en el camino, la madre de Robert imaginaba que ello era un trato justo. Pero de pronto había aparecido Joe Jonas y le había hecho sentir y, lo que era aún peor, desear aquellas cosas hacía tiempo olvidadas.
______ respiró hondo y llamó a la puerta de Joe. A la puerta del amigo de Robert, se dijo con firmeza. Solo había bajado porque Robert estaba loco por enseñarle una cosa. No estaba allí para ver a Joe; no esperaba que él extendiera los brazos y le acariciara las mejillas como hacía a veces. Su tez se ruborizó al pensarlo.
Juntó las manos y procuró concentrarse en Robert. Vería lo que su hijo quería enseñarle y luego volverían a su apartamento, donde estaban a salvo.
Joe abrió la puerta. Llevaba una sudadera con una calcomanía de un superhéroe rival en el pecho, y unos pantalones de chándal con un agujero en la rodilla. Tenía una toalla sobre los hombros. Usó una punta para secarse el sudor de la cara.
-¿Has salido a correr con este tiempo? -preguntó ella sin pensarlo, y enseguida lamentó el tono de preocupación de su voz.
-No -él la tomó de la mano, haciéndole entrar. ______ olía a la primavera que aún tardaría meses en llegar. Su traje azul oscuro le daba un aire profesional que Joe encontraba extrañamente sexy-. Estaba haciendo pesas -le dijo. La verdad era que, desde que conocía a ______ Wallace, hacía muchas pesas. Le parecía el segundo mejor modo de liberar la tensión y desfogar el exceso de energía física.
-Ah -eso explicaba la fuerza que había sentido en sus brazos-. No sabía que te gustaban esas cosas.
-¿Las fanfarronadas de los cachas? -dijo él, riendo-. No, en realidad, no. Pero, si no hago ejercicio de vez en cuando, mi cuerpo se convierte en un mondadientes. No es una visión muy agradable -notaba que ______ tenía los nervios a flor de piel y no pudo resistirse. Flexionó el brazo y le lanzó una mirada traviesa-. ¿Quieres tocarme los bíceps?
-Gracias, pero paso. El señor Rosen me ha dado esto para ti -le dio un portafolios con el emblema del banco-. Se lo pediste tú, no sé si te acuerdas.
-Sí, ya -Joe lo agarró y lo tiró encima de una montón de revistas que había sobra la mesa baja-. Dile que ya se lo pasaré a la junta directiva.
-¿Y lo harás?
Él alzó una ceja.
-Yo suelo cumplir mi palabra.
______ estaba segura de ello. Entonces recordó que le había dicho que pronto hablarían.
-Robert ha llamado y me ha dicho que quería enseñarme una cosa.
-Está en el despacho. ¿Quieres un café?
-Gracias, pero no puedo quedarme. Me he traído un poco de papeleo a casa.
-Bueno, entonces, pasa. Yo necesito beber algo.
-¡Mamá! -en cuanto ______ entró en el despacho, Robert pegó un brinco y la agarró de la mano-. ¿No es fantástico? Es el mejor regalo que me han hecho nunca -sin soltarla, Robert la llevó hacia una pequeña mesa de dibujo.
No era de juguete. ______ notó enseguida que era de primera calidad, aunque de tamaño infantil. El pequeño taburete giratorio estaba desgastado, pero el asiento era de cuero. Robert ya había colocado un lienzo de papel sobre el tablero y había empezado a dibujar con regla y compás lo que parecía un plano.
-¿Es de Joe?
-Lo era, pero dice que puedo usarla el tiempo que quiera. Mira, estoy haciendo el plano de una estación espacial. Esta es la sala de máquinas. Y aquí y aquí están los camarotes. Va a tener un invernadero como los que tenían en esa película que me puso Joe. Joe me ha enseñado a dibujar cosas a escala con estas escuadras.
-Ya veo -ella se agachó para mirar de cerca el dibujo, sintiéndose orgullosa de su hijo-. Aprendes rápido, Rob. Es fantástico. Me pregunto si habrá algún hueco en la NASA.
Él se echó a reír bajando la cabeza, como hacía cuando se azoraba.
-A lo mejor de mayor soy ingeniero.
-Puedes ser lo que quieras -le dio un beso en la frente-. Si sigues dibujando así, necesitaré un intérprete para saber qué estás haciendo. Todas estas herramientas... -tomó una escuadra-. Supongo que tú sabes para qué sirven.
-Joe me ha enseñado. Él las usa a veces para dibujar.
-¿Ah, sí? -ella giró la escuadra, observándola. Parecía tan... profesional.
-Hasta el dibujo de cómics requiere cierta disciplina -dijo Joe desde la puerta. Llevaba en la mano un gran vaso de zumo de naranja, del que ya se había bebido más de la mitad.
______ se incorporó. De pronto, se dio cuenta de lo... viril que parecía. Había una tenue uve de sudor en el centro de su camiseta. Se había peinado el pelo hacia atrás con los dedos y, como de costumbre, no se había afeitado esa mañana. Junto a ella, Robert siguió corrigiendo alegremente su plano.
Sí, Joe era viril, peligroso y exasperante, pero también era el hombre más amable que había conocido nunca. Intentando recordarlo, ______ dio un paso adelante.
-No sé cómo darte las gracias.
-Ya me las ha dado Rob.
Ella asintió y puso una mano sobre el hombro de Robert.
-Acaba eso, Rob. Yo estaré en el cuarto de estar, con Joe -entró en el cuarto de estar. Estaba, como siempre, desordenado y lleno de cosas. Tas daba vueltas por la alfombra, buscando migas de galletas-. Creía conocer a Rob de arriba abajo -empezó-. Pero no sabía que para él significaría tanto una mesa de dibujo. Supongo que creía que era demasiado pequeño para apreciar algo así.
-Ya te he dicho que tiene un don natural.
-Sí, lo sé -se mordió el labio, deseando haber aceptado el café para tener algo que hacer con las manos-. Rob me ha dicho que le estás dando clases de dibujo. Estás haciendo por él más de lo que podía esperar. Y, desde luego, mucho más de lo que estás obligado a hacer.
Él le lanzó una mirada larga y penetrante.
-Esto no tiene nada que ver con la obligación. ¿Por qué no te sientas?
-No -ella juntó las manos y luego las separó-. No, da igual.
-¿Prefieres pasearte por la habitación? -preguntó él, sonriendo.
Ella sintió que su determinación se disipaba un poco más.
-Puede que luego. Solo quería decir que te estoy muy agradecida. Rob nunca había tenido... -un padre. Aquellas palabras estuvieran a punto de escapársele, pero consiguió tragárselas sintiendo de pronto una especie de horror-. Nunca había tenido a nadie que le prestara tanta atención... aparte de mí, claro –dejó escapar un leve suspiro-. Has sido muy generoso por regalarle la mesa de dibujo. Rob dice que era tuya.
-Mi padre hizo que me la construyeran cuando tenía más o menos la edad de Rob. Quería que dejara de dibujar monstruos y empezara a hacer algo útil -dijo sin amargura, pero con cierta sorna. Hacía tiempo que no les guardaba rencor a sus padres por su falta de comprensión.
-Debe de significar mucho para ti si las has guardado todo este tiempo. Sé que a Rob le encanta, pero ¿no deberías conservarla para tus hijos?
Joe bebió un sorbo de zumo y miró a su alrededor.
-Parece que, de momento, no tengo hijos.
-Pero aun así...
-______, no se la habría regalado si no hubiera querido hacerlo. Lleva años en el trastero, acumulando polvo. Me encanta ver que Rob puede sacarle partido -se acabó el zumo y, dejando el vaso sobre la mesa, se acercó a ella-. Es un regalo para Rob. Tú no tienes por qué sentirte obligada.
-Lo sé, no quería...
-Sí, ya -él la miraba fijamente, sin sonreír, con esa serena intensidad que sacaba a relucir en los momentos más inesperados-. Sé que no lo piensas conscientemente, pero la idea ronda por ahí, en algún lugar de tu cabeza.
-No creo que estés usando a Robert para acercarte a mí, si te refieres a eso.
-Me alegro -le pasó un dedo por la mejilla-. Porque la verdad es, señora Wallace, que Robert me gustaría también sin ti, o tú sin él. Pero da la casualidad de que vais los dos juntos en el mismo paquete.
-Sí, así es. Robert y yo somos una unidad. Lo que le afecta a él, me afecta a mí.
Joe ladeó la cabeza, comprendiendo de pronto.
-Me parece estar percibiendo una advertencia. ¿No piensas que estoy haciéndome el amigo de Rob para meterme en la cama con su madre?
-No, claro que no -ella se apartó bruscamente, mirando hacia el despacho-. Si lo pensara, no dejaría que Robert se acercara a ti.
-Pero... -le puso las manos sobre los hombros y las unió tras su nuca- te preguntas si lo que sientes por mí puede ser un reflejo de lo que siente Robert.
-Yo nunca he dicho que sienta nada por ti.
-Sí, lo has dicho. Lo dices cada vez que me acerco a ti. No, no te retires, ______ -la apretó con más fuerza-. Seamos sinceros. Quiero acostarme contigo. No tiene nada que ver con Rob, y menos de lo que pensaba con la punzada de deseo que sentí la primera vez que vi tus piernas -ella lo miró tímidamente a los ojos-. Tiene que ver más bien con el hecho de que te encuentro atractiva en muchos sentidos. Eres inteligente, fuerte y estable. Puede que no suene muy romántico, pero la verdad es que tu estabilidad me parece muy atrayente. Yo nunca he tenido mucha -le acarició levemente la nuca-. Tal vez no estés preparada para dar un paso así en este momento. Pero te agradecería que miraras de frente lo que deseas, lo que sientes.
-No sé si puedo. Tú estás solo. Yo tengo a Rob. Haga lo que haga, sea cual sea la decisión que tome, afectará a mi hijo. Hace años me prometí que no volvería a sufrir por culpa de sus padres. Y pienso cumplir esa promesa.
Joe quiso pedirle que le hablara del padre de Robert, pero el chico estaba en la otra habitación.
-Déjame decirte lo que creo. Tú nunca podrías tomar una decisión que hiciera sufrir a Rob. Pero sí una que te hiciera sufrir a ti. Quiero estar contigo, ______, y no creo que el hecho de que estemos juntos vaya a hacerle daño a Robert.
-Ya he acabado -Robert salió del despacho con el papel en las manos. ______ intentó apartarse, pero Joe la retuvo-. Quiero llevármelo para enseñárselo a Josh mañana, ¿vale?
Sabiendo que sería peor resistirse, ______ se quedó quieta, con los brazos de Joe sobre los hombros.
-Claro.
Robert los observó a ambos un momento. Nunca había visto a un hombre abrazar a su madre, salvo a su abuelo y a su tío. Se preguntaba si eso convertía a Joe en parte de la familia.
-Mañana por la tarde voy a casa de Josh y me quedo a dormir. Vamos a estar despiertos toda la noche.
-Entonces, tendré que cuidar de tu madre, ¿no?
-Supongo -Robert empezó a enrollar el lienzo de papel para guardado en un tubo, como le había enseñado Joe.
-Robert sabe perfectamente que no necesito que nadie me cuide.
Joe no le hizo caso y siguió hablando con Robert.
-¿Qué te parece si saco a tu madre por ahí?
-¿Quieres decir a cenar a un restaurante y esas cosas?
-Algo así.
-Vale.
-Bien. Iré a buscarla a las siete.
-No creo que...
-¿A las siete no te parece bien? -la interrumpió Joe-. Bueno, pues, entonces, a las siete y media. Pero ni un minuto más tarde. Si a las ocho no he cenado, me pongo de un humor de perros -le dio un rápido beso en la frente antes de soltarla-. Que te lo pases bien en casa de Josh.
-Lo haré -Robert recogió la chaqueta y la mochila. Luego, se acercó a Joe y le dio un abrazo. Las palabras que ______ tenía en la punta de la lengua se secaron-. Gracias por la mesa de dibujo y por todo. Es genial.
-De nada. Hasta el lunes -esperó hasta que ______ estuvo en la puerta-. A las siete y media.
Ella asintió y cerró la puerta suavemente a su espalda.
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
ME ENCANTA, ME ENCANTA, ME ENCANTA
*____*
JAJAJAJAJ ME MATA LA COMPLICIDAD DE JOE Y ROBERT
Y ESTA PARTE FUE TOO MUCH:
notaba que ______ tenía los nervios a flor de piel y no pudo resistirse. Flexionó el brazo y le lanzó una mirada traviesa-. ¿Quieres tocarme los bíceps?
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
PERO CON GUSTO TE LOS TOCO Y TE LOS REEEEE TOCO PAPI, NO HACE FALTA QUE LO PREGUNTES
ADE, POR LO QUE MAS QUIERAS SEGUILA!
:bounce:
ME ENCANTA, ME ENCANTA, ME ENCANTA
*____*
JAJAJAJAJ ME MATA LA COMPLICIDAD DE JOE Y ROBERT
Y ESTA PARTE FUE TOO MUCH:
notaba que ______ tenía los nervios a flor de piel y no pudo resistirse. Flexionó el brazo y le lanzó una mirada traviesa-. ¿Quieres tocarme los bíceps?
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
PERO CON GUSTO TE LOS TOCO Y TE LOS REEEEE TOCO PAPI, NO HACE FALTA QUE LO PREGUNTES
ADE, POR LO QUE MAS QUIERAS SEGUILA!
:bounce:
F l ♥ r e n c i a.
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