Deseos de cosas imposibles (Logan Lerman y tú)

Ficha de la serie

"A veces el amor te sorprende tanto que tardas en acostumbrarte a la idea de estar cómoda pensando en él. Las vidas de algunas personas parecen ser lo más aproximado a una puesta a prueba constante del destino. En ocasiones cuesta creer en los verdaderos sentimientos, sobre todo cuando los mismos buscan algo completamente diferente a lo creíamos que estaba planeado para nosotros. Solemos buscar el amor en todos lados, intentando encontrar a nuestra media naranja en cada chico que nos llame la atención pero ¿Y si lo que en realidad está destinado para nosotros está mucho más cerca de lo que creemos? ¿Y, si en realidad, está a la vuelta de la esquina, en el colegio o...? Puede que quizás este en esa casa que solías visitar desde los diez años, esa que conoces tanto como a la tuya, esa en las que las personas que la habitan parecen también formar parte de tu familia... ¿Y si el amor también se encuentra en el lugar menos pensado? En mi caso resulta confuso pero increíblemente nunca hubiera pensado que lo que en verdad buscaba lo hallaría en la casa de mi mejor amiga." 




Hola! Mi nombre es María pero pueden llamarme como gusten, algunos amigos me llaman Maju o simplemente Mary... Espero les guste la historia, en verdad ya llevo algunos capítulos adelantados y la verdad es que no puedo dejar de escribir, así que bueno... Espero que les agrade tanto como a mi!
Les voy a dejar el primer capítulo de la historia a continuación, muchas gracias por leer! Besoss
 
 (Les dejo una aclaración solo por si hay dudas... Cuando ponga _______ sera su nombre y _______* el apodo)





Capítulo 1:
Mi vuelo aterrizo alrededor de las ocho y cuarto de la mañana. El corazón me latía a mil por hora y tenía los oídos completamente tapados; nunca me habían agradado los aviones y mucho menos la idea de estar a quien sabe cuántos metros del suelo.  El viaje había sido un horror. Turbulencia, un pasajero con flatulencias y, como broche de oro, una azafata distraída que había derramado más de media jarra de jugo sobre mí; así que no solo estaba asustada sino que también sucia y pegajosa.
Había estado de vacaciones en Miami durante unas semanas con parte de mi familia y mi mejor amiga. Se me erizo la piel en solo pensar que unas horas antes me encontraba sobre la fina arena disfrutando el calor y, ahora me estaba congelando debido al aire acondicionado del avión. Y peor, ni siquiera quería pensar en el frío que sentiría al primer contacto con el exterior y la nieve. Amaba el frío pero, a veces, me resultaba algo agobiante tener que quedarme encerrada a causa de las tormentas de invierno.
-¿Ya llegamos?
Escuché decir a mi amiga, Cat; que se encontraba sentada a mi lado. Me gire hacia ella y la vi estirarse mientras largaba un largo bostezo. Su cabello castaño oscuro se hallaba igual de brilloso que siempre, pero algo alborotado. Mi amiga dirigió sus ojos marrones hacia mí y se me quedo mirando con el ceño fruncido mientras me escaneaba con la mirada.
-¿Es que acaso te bañaste en jugo o me hice encima y lo limpiaste con tu camisa?- me pregunto mientras señalaba la mancha amarillenta que se encontraba en mi pecho.
-Una azafata volcó jugo sobre mí- le conteste mientras le echaba una mirada de odio a la mujer rubia que había provocado el accidente.- Da igual, cuando bajemos tendré que ponerme la chaqueta- me encogí de hombros-, nadie lo verá. 
-Muy lista, _______- añadió con una sonrisa cómplice en su rostro.
Un pequeño timbre comenzó a sonar por los altoparlantes del avión y, luego, una voz indico que era la hora de bajar. Seguí a Cat por el pasillo mientras me ponía el abrigo y subía la cremallera todo lo posible hasta comprobar que la mancha ya no se veía. Un poco más adelante, nos encontramos con Harry, mi primo; quien se hallaba apartado de los demás miembros de la familia.
-Dime que no acabas de despertarte- le rogó en tono de burla a Cat, ella se limitó a mirarlo de mala manera-, eres peor que un oso; te van a salir raíces de tanto dormir.
-Por lo menos mis ronquidos no se escuchaban desde el otro lado del avión- le contesto con una ceja levantada, a lo que Harry no pudo evitar sonrojarse.
 Seguí caminando en silencio mientras Cat y Harry se limitaban a caminar detrás de mí lanzando una que otra queja. Se la habían pasado todo el viaje peleando. De algún modo ya estaba acostumbrada pero, a fin de cuentas, siempre resultaba algo molesto.
Antes de que pudiera darme cuenta ya estábamos haciendo el papeleo para poder salir del aeropuerto con nuestras maletas. Resignada totalmente a hacer que mi mejor amiga y mi primo dejaran de pelar, me puse junto a mis padres y, de allí en más, cerré mis oídos a los odiosos alaridos de los demás. Había que esperar media hora, debido a un vuelo que había llegado antes. Definitivamente, ese no era mi día de suerte.
Me senté en el piso, contra una pared. Mi madre me miro algo desconcertada al verme sentada como una niña con las piernas cruzadas como indiecito. Era una de esas miradas de “ya tienes dieciocho años, madura de una vez”. Le sonreí tratando de esquivar sus ojos y me puse los auriculares para desconectarme completamente de lo que me rodeaba.
Tenía tantas cosas que pensar. O, al menos, eso creía. En los últimos meses mi vida había sido un completo desastre. Un verdadero caos. No era mi culpa y estaba segura de ello. Creo que sí tendría que contar la historia completa, con lujo de detalles y todo eso, no terminaría jamás. En un leve resumen podría decir que, en algún momento, dejé entrar a una persona en mi vida; una persona que al principio demostró ser lo más parecido a la perfección pero, con el paso del tiempo, se fue mostrando tal y como era. Me rompió el corazón y eso no le basto. No solo me destruyó totalmente en alma, sino que luego volvió a tomar los restos y los piso como si fueran basura. Llegue a sentirme muy mal conmigo misma, en realidad… Él me hacía sentir como si yo fuera la peor persona del mundo. Sin contar la cantidad de insultos recibidos por su parte y las faltas de respeto constantes. Estaba totalmente enamorada de él y, como una idiota, dejaba que me tratara como a cualquier cosa. No sé si fue el hecho de que ya estaba completamente cansada de él o que los chicos comenzaron a fijarse más en mí, pero logré dejarlo atrás. Lo intentaba, lo intentaba con todas mis fuerzas; pero él siempre volvía. El muy desgraciado siempre se las ingeniaba en hacerme la vida imposible recordándome las cosas buenas que habíamos pasado y haciéndome creer que podrían volver a ocurrir. Pero no, no le creía y nunca más lo haría. Él me había herido lo suficiente como para considerar dejarlo atrás en mi vida para siempre. Sabía que estaba dispuesta a olvidarlo y dejarlo ir, pero… ¿Acaso él estaría dispuesto a dejarme a mí? Verdaderamente no me amaba, así que solo podía pensar que sus actos solo reflejaban el egoísmo que ocultaba en su interior.
Una mano moviéndose rápidamente frente a mi rostro me hizo salir de mis pensamientos e incorporarme de golpe. Alcé la mirada con la respiración acelerada y me encontré a Cat que se encontraba mirándome con mala cara. De un jalón me sacó mis auriculares y puso las manos en sus caderas.
-¿Qué no escuchabas que te estaba llamando?- me regaño. Tuve que tragarme una carcajada, a veces Cat se comportaba como si fuera mi madre.- Estuve llamándote durante media hora, _________- puso los ojos en blanco- ¿Escuchaste? ¡Media hora!
-Seguramente hayan sido menos de veinte segundos, Cat- le conteste con una sonrisa divertida-. Anda, no seas exagerada.
-No soy exagerada- se cruzó de brazos para luego soltar un bufido.- Vamos, nos están esperando en la puerta; ya están todos afuera.
Caminamos juntas hacia la salida del aeropuerto. Espere a Cat con las maletas mientras ella buscaba a mi familia que, valla a saber uno, donde se encontraban en aquel momento. Me quede allí parada durante alrededor de unos diez minutos mientras el viento helado me congelaba los huesos. Cat apareció de repente por uno de mis costados haciendo que me sobresaltara.
-Están por allá- soltó mientras cogía su maleta y se abría camino entre la gente hacia el estacionamiento mientras yo la seguía-. Mis padres han venido por nosotros en una especie de bus- abrió los ojos como platos-, les he dicho mil veces que no se comporten de manera extraña pero…- soltó un bufido- ¿Qué más puedo hacer?- alzó los brazos en señal de disgusto- ¡Ya estoy completamente desligada del asunto de volver normal a mi familia, te lo juro!
-¿Alguna vez te he dicho que eres exagerada?
Divise a mi familia unos metros más adelante. Los padres de Cat estaban con ellos. Cargaban las maletas en la parte de atrás de un bus. Mi amiga me arrebató mi maleta de las manos y salió corriendo hacía el vehículos para entregar el equipaje a un hombre alto y rubio que se encargaba de cargarlas; supuse que también sería el chofer ya que no había nadie sentado al mando del bus. Seguí caminando con tranquilidad hacia el lugar. Teníamos un largo viaje de camino a casa y me había puesto en mente no pensar en nada en esas horas que faltaban hasta llegar a nuestro hogar.
Un segundo. Fue un segundo lo que necesite para darme cuenta de que mi plan no podría llevarse a cabo. Mire hacia el frente con los ojos más abiertos de lo normal y el corazón saltándome del pecho. Más adelante un chico de piel blanca y ojos azules me miraba desde la puerta del bus. Me le quede mirando como una completa idiota… ¿De dónde había salido? ¿Y porque diablos estaba allí?
-¡Eh, apúrate que te vas a congelar!- me grito el chico cuando estuve más cerca.
Apresure el paso sin contestarle, ya todos se encontraban dentro del bus. Pase junto a él sin, ni siquiera saludarlo; como de costumbre. Me senté junto a mi primo y le dirigí una mirada a Cat, quien se encontraba colgada de la espalda de aquel chico.
-¡Bájate, Cat!- chillaba el ojiazul- ¡Bájate, o juro que te golpeare contra una ventanilla!
-Sé que nunca le harías eso a tu hermana favorita- le contesto ella mientras se bajaba de su espalda y le tirada de las mejillas.
Maldecí por dentro. Mire mis botas por unos segundos mientras asimilaba esa palabra por millonésima vez desde la primera vez que había visto a Cat. “Hermana”. Podía con eso, sabía que lo haría.
-¿En qué estás pensando tan concentrada, ________*?
Alcé la vista para encontrarme con unos ojos azules demasiado cerca. Esa maldita costumbre de no respetar el espacio personal. No pude articular palabra y solamente pude escuchar el eco de mis pensamientos…
 
Maldición, en ti